“Tengo el VIH y no quiero mantenerlo en secreto”

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Sólo conozco a Miguel Caballero de Facebook. Sé de él lo que veo a través de la ventanita fisgona del ordenador. Sé que es español pero vive en Nueva York, sé que prepara su tesis y da clases en Princeton (el culmen de lo que parece ser una fulgurante carrera profesional). Sé que es guapo, rubio, alto. Sé que tiene un marido despampanante con el que lleva nueve años. Sé que viaja mucho, que tiene muchos amigos, que sonríe en casi todas las fotos. Un día, hace unos meses, Miguel subió UN POST QUE MOSTRABA LA FOTO DE UNA PASTILLA AZUL decía así:

“¿Cómo es la vida de una persona VIH POS hoy? La parte médica es sencilla: una pastilla al día, con muy pocos o ningún efecto secundario. A mediados de los 90 eran entre 16 y 18 pastillas varias veces al día, con muchos efectos secundarios. Ahora es sólo una. Una como esta mía de la foto. Además de ir al médico para revisiones cada 3-4 meses. Entonces, si es sencillo, ¿por qué ni siquiera el 50% de las personas VIH POS en Estados Unidos están en tratamiento? Dos razones: mentales y sociales”.

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Miguel Caballero habló abiertamente en Facebook de la medicación que, como él, toman las personas VIH POS.

Dudé, leí y releí el texto, pero lo decía claramente: “Una pastilla como esta MÍA de la foto”. Tardé un rato en comprender que sí, que lo que estaba leyendo era una salida del armario del VIH en redes sociales. Quedé profundamente impresionada ante tal muestra de arrojo y valentía. Pero, al final de todo ese asombro, había sofocos de señora sorprendida ante la ruptura de un estereotipo. Llevaba un par de años topándome en Facebook con la vida de Miguel, y me parecía, por qué no decirlo, la encarnación del sueño americano.

Tírenme piedras si quieren. Supongo que, aunque intentemos borrarla avergonzados, aún planea sobre nuestras mentes la idea del yonqui sidoso, de las jeringuillas tiradas en el parque, de Tom Hanks en Philadelphia, del miedo a la enfermedad latiendo ahí, a veces lejos y a veces cerca, durante los años de mayor promiscuidad, enfermedad de la que parecía que todos -¿todos?- habíamos salido librados. Salíamos de la caravana deMadrid Positivo con nuestros resultados negativos en la mano e íbamos a tomarnos unas cañas. El modelo de persona con VIH, en la mayoría de las cabezas españolas, quedó anclado a un personaje desconocido que contrajo el virus en los 80 y ahora pide en el metro con un cartel en el que lo anuncia, para terror de la mitad del vagón, que aparta la mirada con incomodidad y susto.

A los pocos días, espiando la vida y milagros de un recién estrenado amigofacebookiano argentino, Lucas ‘Fauno’ Gutiérrez, vi una foto suya en la que alzaba los brazos y miraba al frente con firmeza, luciendo una camiseta en la que ponía bien claro: TENGO VIH. De nuevo la sorpresa. Recordé tener 22 años e ir en moto con un amigo a hacernos las pruebas. Iba muy asustada. Uno siempre se inquieta. Siempre puede ser. Dimos negativo y seguimos viviendo en nuestro mundo ideal en el que nadie tenía VIH, en el que casi todos follábamos sin condón de vez en cuando, como si estuviéramos protegidos por nuestra juventud y nuestras ganas de fiesta. Nunca nadie se lo espera.

Mi diagnóstico del VIH -dice Miguel- fue absolutamente inesperado. Cuando uno es gay y sexualmente activo, hacerte el test de STD es una rutina (o debería serlo), y esta vez también me lo hice por absoluta rutina. No tenía la menor duda de que iba a salir negativo, pero salió positivo. El shock fue considerable. Lo primero que hice fue volver a casa y contarle a mi marido, para que él se hiciera el test inmediatamente. Tenemos una pareja abierta, pero sólo practicamos sexo sin protección el uno con el otro. Yo pensaba que me había contagiado él, no por culparlo ni por nada, sino porque era el único que podría haber sido. Fuimos y salió negativo. Meses después él continúa siendo negativo”.

¿Qué sucede después del diagnóstico VIH positivo? La búsqueda de un porqué, el intento de hacer memoria y llegar mentalmente al momento del contagio, el llamar a las personas con las que ha habido contacto sexual de riesgo desde el último negativo (en EE.UU., concretamente, hay una ley que obliga a llevar a cabo este último punto). Y la pregunta: ¿Y ahora qué? ¿Cómo sigue mi vida? Lucas se queja de un vacío en este aspecto: “Nos bombardean con folletos de preservativos, se habla a las personas negativas para que no se infecten, pero nunca se le cuenta a un positivo como seguirá su vida o a un pariente/amigo/pareja de un positivo para explicarle cómo apoyar y acompañar. El VIH es un virus, la falta de compromiso del Estado y la gente es un flagelo”.

Cierto es que las campañas sanitarias se centran en la prevención, pero nunca ofrecen modelos a seguir en caso de un diagnóstico positivo de VIH. Conocemos el peligro, conocemos los métodos de prevención, pero, en caso de dar positivo, lo que vemos ante nosotros es un vacío absoluto, un páramo de desinformación y terrores infundados por los estereotipos. Miguel está de acuerdo: “Es como si dentro del mismo activismo del VIH/Sida no quisieran que contemos que nuestra vida es completamente normal, que no estamos enfermos (es decir, no tenemos ningún problema físico que nos limite a desarrollar nuestra vida laboral o privada, sí tenemos una condición crónica que hay que controlar) porque se supone que provoca un efecto llamada, en plan: “Hey, follen a pelo, que si se contagian van a vivir tan ricamente”. Me parece cruel que las personas con VIH no podamos contar libremente nuestra historia, como si cargáramos con un pecado capital y nuestra vida tuviera que estar regida por la vergüenza”.

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Miguel junto a su marido Rudolf, con el que lleva nueve años.

Actualmente, en cuanto se investiga un poco con respecto a la medicación para el VIH, surge un nombre: Truvada. Hace poco sacamos en VICE un artículo sobre este medicamento. La Truvada es un tratamiento utilizado en personas infectadas por el VIH que impide que el virus se replique, y consigue que la carga viral del cuerpo se reduzca hasta niveles indetectables. Esto significa que el paciente lleva una vida normal, como si prácticamente no tuviese la enfermedad, aunque siga teniéndola de manera crónica, pues no puede eliminar el virus totalmente del cuerpo. Además, es el primer medicamento eficiente para la profilaxis pre-exposición (PrEP). Es precisamente lo que toma Rudolf, el marido de Miguel. Pero hay que tener en cuenta que la Truvada sólo protege del VIH, no de otras enfermedades de transmisión sexual, así que se recomienda seguir ese tratamiento en conjunción con el uso del condón. En Estados Unidos -cuenta Miguel- lo llaman TasP (Treatment as Prevention), o sea, que mientras yo tome mi tratamiento la probabilidad de que yo transmita el virus a alguien es mínima, virtualmente cero. ¿Qué quiere decir virtualmente? Pues que a día de hoy, con Truvada y TASP, no hay casos registrados de infección. Lo dejan en “virtual” porque siempre salen casos que son excepciones a la regla, pero aún no se ha producido”.

Así que de pronto, ¡oh, sorpresa!, desaparece una de las afiladas lanzas que pendían sobre las cabezas de las personas con VIH: el fin de la vida sexual. Aún sin haber cumplido los 30 y recién diagnosticado, una de las cosas que más preocupó a Miguel es si volvería a tener vida sexual: “Sabía que no me iba a morir y que la calidad de vida era bastante normal, pero me aterraba la idea de contagiar a alguien y que mi apetito sexual se evaporase. La simple idea de que yo pudiera contagiar a mi marido me hacía muy difícil incluso tener una erección. Me aterraba. Es un proceso de aceptación por el que uno pasa y por el que sigo pasando, pero lo cierto es que la vida sexual puede ser completamente normal. Esta es la realidad de hoy; algunos no quieren que la cuente por lo del efecto llamada, otros no se lo creen porque siguen viviendo en los 80 y en el miedo”.

Aunque los nuevos métodos tienen, cómo no, sus detractores. ¿Estrategia farmacéutica? ¿Excusa perfecta para una mayor laxitud en la prevención de las ETS? Lucas pone ciertas pegas a esta medicación: “Considero que clínicamente y en situaciones particulares es una droga que tiene un uso efectivo. Ahora bien, si lo vamos a pensar como preventivo, me parece una solución burguesa para el miedo de las personas que pueden pagarlo. Puede ser una solución que apoyo mucho en situaciones en las que la pareja sea serodiscordante (es decir, que uno de ellos sea VIH positivo, y el otro negativo) y el uso preventivo acompañado de un seguimiento profesional médico. El problema es: ¿Llega esta medicación preventiva a poblaciones como las prostitutas, las chicas trans o demás poblaciones expuestas? Poco. Sólo llegan a gays ABC1 con preservativofobia. Avalo mucho la PrEP como uso conciente, no como excusa para dejar de cuidarse. Tiene que servir no sólo para que los negativos “se queden tranquilos”, también debe ser una herramienta para que quienes vivimos con el virus podamos desarrollar una sexualidad que afiance nuestra autoestima”.

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Lucas ‘Fauno’ Gutiérrez opina que “es como si dentro del mismo activismo del VIH/Sida no quisieran que contemos que nuestra vida es completamente normal”.

Entre la información que puede encontrarse acerca de las nuevas medicaciones del VIH, también figura, cómo no, una lista de posibles efectos secundarios. A este respecto, Miguel tuvo mucha suerte. El tratamiento actuó muy rápido y de manera eficaz, haciendo que el virus se volviera indetectable enseguida. Indetectable, para entendernos, es el estado que todo VIH positivo quiere alcanzar: significa que el virus está controlado y su carga es tan pequeña que ni los tests lo pueden detectar. “Lo que no quiere decir que estemos curados -remarca Miguel- Cada cuatro meses tengo que ir al médico para confirmar que sigo en ese estado indetectable y para hacer un seguimiento del riñón y el hígado, porque parece que la medicación puede dañarlos. Si se notara algún daño, me cambiarían la dosis o el tratamiento. El único efecto secundario que tengo es algo que llaman “sueños vívidos”, que básicamente consiste en que tengo unos sueños que flipas. A veces es como si durmiera dentro de un caleidoscopio. Es muy potente. No me ocurre todas las noches, pero sí de vez en cuando”.

Evidentemente, y es un dato que debe ser destacado, tanto Lucas como Miguel han tenido la suerte de ser diagnosticados en países en los que existen las condiciones adecuadas para un tratamiento seguro y de calidad. Miguel lo tiene muy claro: “Aunque en todos lados tenemos similares problemas con el estigma, es una enfermedad totalmente determinada por el lugar donde la vives. Pero hay muchas contradicciones. Sin ir más lejos, en Estados Unidos. Una de las pocas cosas buenas que hizo Bush hijo fueron las tremendas campañas de protección y tratamiento del VIH en África. Sin embargo, seguía prohibiendo la entrada a personas VIH positivo a Estados Unidos. Esquizofrénico. Con Obama se levantó esa prohibición. De España a Estados Unidos hay un abismo. Hay pros y contras en ambos lados. En España sí se habla de prevención, pero hay un silencio pesado como una cortina de hierro sobre las personas con VIH. No se habla; como uno no tiene que revelar su status, su vida puede ser bastante normal. Por ejemplo, la vida sexual: la ley no te obliga a contar a alguien con quien te acuestas una noche que eres VIH positivo. El problema de esto es que el VIH prácticamente no se discute, y eso sólo hace el estigma más grande. La gente sigue viviendo en los 80. En Estados Unidos la ley, al menos en Nueva York, te obliga a revelar tu estatus a tu pareja sexual antes de acostarte. Es cruel, porque está ahí uno en el ajo y tiene que salir con su parte médico. Pero la parte positiva de eso es que se habla de VIH, la gente sabe qué es y en qué situación está. O directamente te preguntan. Es jodido para mantener una sexualidad mentalmente sana porque se siente uno continuamente patologizado, pero socialmente es útil. En contra: todos los problemas de la sanidad privada en Estados Unidos. Por suerte, tengo un seguro médico privado, y aún así es un gasto considerable. El medicamento mensualmente me cuesta 20 dólares, las visitas al médico a veces hasta 250. Sin seguro, el medicamento es 3.000 dólares mensuales y las visitas médicas ni lo quiero saber. En Nueva York, por suerte, ahora hay formas de acceder gratuitamente al tratamiento sin tener seguro, pero aún así es una barbaridad”.

En la preparación de este artículo, ofrecí a Miguel y Lucas mantener el anonimato, pero los dos rechazaron esta opción con firmeza. En el caso de Lucas, que además de periodista y escritor es performer, la visibilización es particularmente llamativa, ya que, además de mantener un activismo constante, el VIH forma parte de su creación artística, convirtiéndolo en una figura de referencia en el tema del VIH en Argentina. “Me asombró volverme un referente. Esto significa que el silencio predomina. Más allá de mi acción hay mucha gente que trabaja día a día porque esto deje de ser un tabú. Yo elegí el campo público porque mi pulsión de alma son el periodismo y el arte, pero una madre que acompaña a su hijo, una pareja que se hace cargo de convivir con el virus, un hijo que dialoga… todos hacen de esto algo llevadero para quienes somos positivos. La visibilización es algo fundamental, ya que, por ejemplo, existen muchos casos de despido, de precarización y explotación laboral en personas con VIH. Por eso es tan importante que casos así salgan a la luz, para que se comience a cuantificar y hacerles saber a las empresas que ya no nos callamos. En cuanto a mis acciones artísticas, querría aclarar que no luchan contra el VIH, sino contra el silencio predominante de la sociedad. Meto las palabras crudas en lo cotidiano. Que alguien lea “VIH”, que lea “SIDA”. Busco que la palabra callada por la hipocresía social se haga presente en lo cotidiano”.

Para Miguel, la visibilización forma parte de su manera de lidiar con los problemas. “No hay ningún círculo de mi vida a quien se lo esté ocultando. Hay personas que deciden llevarlo más discretamente, en silencio, y es respetable. A mí el silencio me oprime, pero además cuando el silencio se debe al miedo al estigma, no es silencio, es un armario, el armario del VIH, que es muy perverso. Es muy difícil vivir ahí. Conozco mucha gente que ha decidido no revelar su estatus, y los apoyo incondicionalmente. Pero yo sí vi que mis condiciones eran buenas para dar el paso y hacerlo público. Tengo mi familia y mis amigos detrás, un trabajo, un seguro de salud privado, etc. Claro, hay muchos riesgos también, porque el apoyo es muy explícito, pero los que no te apoyan no lo dicen y la puñalada puede llegar por donde menos te lo esperas. De todas maneras, contarlo y compartirlo me hizo más fuerte, y sé que no estoy solo en esto, así que si esas puñaladas vienen desde la vida personal o profesional, lidiaré con ellas apoyado por todo el mundo que tengo detrás. Yo soy un activista horrible, me canso rápido, no soy constante. Por eso admiro profundamente el trabajo de los activistas y les estoy inmensamente agradecido. Hay una frase de Pedro Zerolo que marcó mi decisión de hacerlo público. Dice algo así como que “cuando elegimos ser valientes, no nos equivocamos”: Decir al mundo que eres VIH positivo da pánico, pero yo creo que no me he equivocado”.

Los dos coinciden en que el mal principal del VIH no es la enfermedad en sí, sino el estigma que conlleva. Miguel es consciente de que hay diversos frentes en su vida que podrían verse dificultados por el hecho de ser VIH positivo: “Yo quiero ser padre, y no sé si esto me va a hacer más difícil la adopción. Tampoco sé si algún día tendré problemas en el trabajo. No sé si en algún momento la medicación me dará problemas renales. Hay estigmas que no me molestan en absoluto, como el que nos imagina como seres lujuriosos follando sin límites. ¿Cómo me va a molestar eso? Tengo mi propia batalla contra el puritanismo. Ahora, el estigma más perverso es el horror que le produce a la sociedad la idea de enfermedad. Y toda la moralina que va ligada a las enfermedades de transmisión sexual. Creo que mi batalla es sobre todo contra la vergüenza”.

Lucas coincide en esa idea: “Todas las semanas alguien con la mejor onda me escribe diciendo que encontraron la cura. La verdad, prefiero que me hablen de la cura de la ignorancia, el prejuicio y la mediocridad”.

Una farmacéutica aumenta un 5.500% el precio de un medicamento clave contra el sida

La nueva empresa ha argumentado que tiene que “conseguir beneficios” después de desembolsar 55 millones de dolares para comprar los derechos de Daraprim. Ha pasado de costar 13.50 dólares a 750

Martin Shrekli, propietario de Turing Pharmaceuticals.

Martin Shrekli, propietario de Turing Pharmaceuticals.

El Daraprim es un medicamento que se ha podido adquirir y utilizar durante 62 años para la cura de afecciones parasitarias como la toxoplasmosis. Por si fuera poco, es un elemento crucial en la lucha contra el sida. Desde su creación su precio ha sido asequible para todos, pero de repente, sin previo aviso, su coste se ha incrementado un 5.500%. Ha pasado de costar 13,50 dólares a 750.

Martin Shrekli, de 32 años y propietario de Turing Pharmaceuticals, adquirió el medicamento a través de la compañía por 55 millones de dólares. Una vez en sus manos, subió el precio. “Esto no va de una avariciosa compañía farmacéutica tratando de sacarle los ojos a los pacientes, sino de nosotros intentando mantenernos en el negocio”, ha declarado el empresario al ‘New York Times’, en un intento por explicar tan desproporcionado incremento. Asimismo, ha opinado que las pastillas estaban por debajo del precio que debería.

Las palabras de este joven venido de los fondos de alto riesgo ha provocado una ola de indignación en las redes sociales. La repercusión ha sido tal, que hasta la candidata demócrata a la Casa Blanca Hillary Clinton ha mostrado su oposición frontal.

Ante tal polémica, la farmacéiutica se ha visto obligada a dar un paso atrás. Según ha informado la CNBC -artículo también compartido por Clinton-, la compañía de Shrekli ha anunciado que abaratará el precio del medicamento, aunque no ha especificado el precio final. “Hemos reaccionado. Hemos cometido algunos errores tratando de hacer entender a la gente las razones por las que habíamos tomado esa decisión. Lo más lógico es bajar los precios en respuesta de toda es ira que hemos recibido”, ha comentado el empresario.

Martin Shkreli ya se vio en una situación similar hace un año, cuando trabajaba como director general de la también farmacéutica Retrophin. Siguiendo la misma jugada, compró el medicamento Thiola, utilizado para tratar una enfermedad renal incurable, y quiso multitplicar su precio por 20. El comité directivo de la empresa le despidió por hacer un uso inapropiado de los fondos de la compañía.

Tomar antivirales antes de una relación de riesgo protege del VIH

Un estudio confirma la eficacia de la profilaxis pre-exposición incluso en personas con frecuentes prácticas desprotegidas

Pastillas de terapia preventiva contra el VIH

Pastillas de terapia preventiva contra el VIH. / CDC

Tomar medicamentos antivirales antes de tener relaciones sexuales sin protección es una manera eficaz de evitar ser infectado por el VIH (el virus que causa el sida) incluso para personas con frecuentes prácticas de riesgo. La publicación de los resultados del estudio PROUD enThe Lancet es un importante respaldo para este método para reducir todo lo posible el riesgo de adquirir el patógeno, que técnicamente se denomina profilaxis pre-exposición (PrEP en sus siglas internacionales; PPrE en español).

El estudio midió la utilidad de una combinación de dos medicamentos de los que se usan en los tratamientos para las personas ya infectadas por el VIH, tenofovir y emtricitabina. Pero en este caso se usaron de otra forma: dándoselo a personas que no tenían el VIH antes de que se expusieran al virus a través de sus relaciones. La idea es que, si se infecta, haya ya unos fármacos en la sangre que neutralicen al patógeno e impidan que se instale en el interior de las células del sistema inmunitario.

En este ensayo participaron 13 centros sanitarios de Reino Unido, y captaron voluntarios entre hombres que tenían sexo con hombres y que afirmaban que mantenían relaciones sexuales sin protección con potros hombres. Se apuntaron 544, de los que 275 recibieron el tratamiento, y el resto quedó formando el grupo de control. El resultado final es que entre los que tomaron la medicación hubo tres casos de infección, y 20 en el otro. Estadísticamente, ajustado por número de personas y tiempo que estuvieron en el ensayo, esto supone una reducción del riesgo del 86%.

Pero en un comentario realizado en la web aidsmap, especializada en información sobre VIH y sida, se analizan estos datos y se ve que la eficacia pudo ser aún mayor, ya que de los tres casos de infección que hubo entre quienes tomaban el tratamiento, uno era un hombre que probablemente empezó el ensayo ya infectado aunque se le detectó después, y otros dos habían abandonado la medicación.

Otra prueba de la eficacia del ensayo es que estaba previsto que el grupo placebo comenzara a tomar la medicación al año de empezar el estudio, pero este comenzó en abril de 2014 y en octubre de ese año se decidió ofrecerles también la medicación ante los buenos resultados que se estaban obteniendo.

La demostración de que la PrEP funciona aún en los casos en que más exposiciones de riesgo suceden, es que en el grupo que la tomó la incidencia del VIH fue del 1,2%, y en la del otro, del 9%. esta última cifra es muy alta, e indica que la población que participaba en el ensayo tenía frecuentes relaciones sin protección.

La conclusión de los autores del trabajo es que “debe añadirse la PrEP a la prevención estándar de hombres que tienen riesgo de contraer VIH por tener relaciones con otros hombres”. Al decir medidas estándar se insiste en que no deben eliminarse otras, como el uso de preservativos. Esto va en línea con otras afirmaciones del mismo estilo de la OMS, que afirma que ·”el reto ahora es hacer llegar” esta nueva alternativa.

En España, las guías de tratamiento para personas con VIH que acuerdan el Ministerio de Sanidad y Gesida (Grupo de Estudio del Sida de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología) aún no van tan lejos. La última es de 2015, y en ella no se nombra. “Ello se debe a que se trata de guías de tratamiento, no de prevención”, explica José Antonio Pérez Molina, secretario (equivalente a vicepresidente) de Gesida. En 2013 -antes de conocerse los resultados de estos último ensayos- sí hubo unamención en la guía: “La PrEP es un reto para los organismos internacionales”. “Teniendo en cuenta los escasos recursos existentes, se plantea la duda entre ofertar PrEP a personas no infectadas o TAR [terapia antirretroviral] a las personas infectadas. La mejor estrategia de salud pública en la actualidad es la de ofertar TAR a todos los pacientes infectados y reservar PrEP para casos muy específicos”.

El debate sigue en términos parecidos. “Es un debate que hay que abrir sin moralina”, afirma Pérez Molina. El asunto de “a quién hay que dárselo, quién lo va a financiar” tiene “suficiente entidad propia como para discutirlo aparte”. “El grado de evidencia es grandísimo, y este estudio, como el Ipergay, aportan datos de su eficacia”.

En Estados Unidos y oros países de América, el acceso a los medicamentos necesarios es solo cuestión de precio. El Centro de Control de Enfermedades de Atlanta (CDC) lo recomienda y anima a informarse y adquirir el tratamiento. En Europa, la Agencia del Medicamento (EMA) no lo ha aprobado aún. Además, si lo hiciera, en España y gran parte de Europa, los fármacos no se pueden comprar en las farmacias, por lo que tienen que ser recetados en un hospital. La publicación de este estudio es un paso para conseguir que la UE apruebe su uso.

Argentina: Gais, lesbianas y transexuales ahora podrán donar sangre

Buenos Aires, 16 sep (dpa) – Lesbianas, gais, transexuales y bisexuales podrán donar sangre a partir de hoy, luego de que se modificara el protocolo de requisitos.

El ministro de Salud, Daniel Gollan, calificó como “más seguro e inclusivo” el nuevo protocolo.

El objetivo de este cambio es “poner fin a una larga historia de discriminación institucional hacia la comunidad gay”, que venía reclamando esta modificación desde hace más de una década.

Gollan dijo que lo que se modificó es el cuestionario que contenía una exclusión por orientación sexual o identidad de género.

“Antes se prejuzgaba que una persona por su orientación sexual podía ser un donante de riesgo”, señaló. Desde este cambio “las personas que hayan incurrido en conductas de riesgo son las que hay que tener en cuenta al momento de las pruebas”, añadió.

“La conducta de riesgo es la que define, no la orientación sexual de la persona. Ahora va a ser mucho más seguro que antes, que ya era seguro”, afirmó en declaraciones a radio “América”.

Explicó que los controles no se hacen únicamente a partir de lo que dice o no una persona antes de donar: “Si uno manifiesta una conducta de riesgo, no se gastan recursos de más y no se hacen la pruebas” sobre esa sangre, indicó.

La Comunidad Homosexual Argentina (CHA) celebró la medida al señalar que “la nueva resolución implica un histórico cambio de paradigma, pasando de la teoría de los ‘grupos de riesgo’ a la de ‘prácticas de riesgo’ en los formularios”.

En 2010 Argentina se convirtió en el primer país de América Latina en permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo por ley.

Las madres que se negaron a que sus hijos las olvidasen por culpa del sida

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La madre y el padre de Grace, Lilian y Rose abrazados cuando eran novios, en la imagen de la derecha. En la foto familiar, se las ve junto a unos amigos de sus padres y sus hijos. La foto es de 1998, pocos años antes de que murieran sus padres. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Una de las consecuencias del VIH en Uganda es el casi millón de huérfanos de hasta 17 años que ha dejado el virus. En este país y en su vecino Tanzania existe una organización de mujeres infectadas que han levantado la voz y están dispuestas a luchar contra el estigma del sida, que dificulta la prevención y la rehabilitación de los enfermos. Una de sus herramientas son los ‘Memory Books’, libros con fotografías y consejos, que recogen quiénes son y cómo quieren que crezcan sus hijos. Por si ellas no llegan a verlo.

En África subsahariana, el 58% de las personas adultas que viven con el VIH son mujeres. El colectivo Nacwola (National Community of Women Living with HIV/AIDS in Uganda), formado actualmente por más de 40.000 mujeres infectadas de VIH, nació hace algo más de 23 años, tras la celebración del Congreso Internacional sobre Mujeres con VIH/Sida de Ámsterdam en 1992. En aquella época la enfermedad era un tabú tan insufrible que las consecuencias para los huérfanos se materializaban en el olvido absoluto.

La asociación materializó parte de sus ideales en los Memory Books. El proyecto generó esperanza para las mujeres, que veían cómo su muerte supondría el derrumbe de su núcleo familiar. Los libros se han convertido en un manual de supervivencia, mezcla de memorias y consejos maternos para guiar a los niños. Nacwola ha logrado traspasar fronteras y, gracias al nacimiento del International Memory Project, hoy los Memory Books han llegado a Zimbabue, Kenia y Etiopía, y cuentan con especial arraigo en Tanzania.

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Las tres hermanas observan el Memory Book que les dejaron sus padres. Lilian (a la izquierda) es la madre del único niño que vive de momento en el hogar. Grace, la mayor de todas, está sentada en medio, junto Rose, la más pequeña y la que menos recuerdos tiene de sus progenitores. En Moshi, Tanzania. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Grace, Lilian y Rose son tres hermanas que viven solas en una casa de la ciudad de Moshi, en Tanzania, a los pies del Kilimanjaro. Con 22, 23 y 25 años (y un niño a cargo de las tres, hijo de Lilian la mediana), viven con sus recuerdos salvaguardados gracias al testamento gráfico que les dejó su madre.

“Antes de que nuestra madre muriera nos gustaba preguntarle en qué hospital habíamos nacido, por qué habían decidido comprar una casa en Moshi y quién había escogido nuestros nombres. Es bonito recordar esos momentos mientras que los leemos de nuevo en los Memory Books. Es bonito recordar que la más pequeña, Rose, nació en esta misma casa porque mi madre se puso de parto repentino y no hubo manera de llegar al hospital”, cuentan las hermanas. Al caer la noche, y con la luz del candil, las tres se reúnen para ojear sus Memory Books, y espontáneamente, ignorando de pronto la cámara de fotos, comienzan a parlotear algo en swahili.

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Grace prepara la comida en el salón de su casa junto a sus hermanas, antes de irse a trabajar al hotel donde atiende al público. Son un ejemplo de autosuficiencia y emancipación. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Las jóvenes indican que no hubieran podido llegar a la autosuficiencia sin el apoyo y seguimient o de Kiwakkuki , la ONG colaboradora de Nacwola en Tanzania. Gladys, de la ONG, es responsable de que su madre iniciara su l ibro de recuerdos y de que los padres dejaran a sus hijas la casa familiar en su testamento. 

En Luwero, Uganda, la historia de la abuela Joyce representa un ejemplo bastante común en África: existe una primera generación sana por ausencia del virus (los abuelos), una tercera sana o en tratamiento (los nietos) y, entre ellos, un vacío.Joyce Lucy Katele, de 76 años, ha sobrevivido a sus tres hijos . También murieron de sida sus mujeres. Entonces, se le paró el reloj,  Joyce tuvo que dejar de ser una anciana para criar a sus cinco nietos. Volvió a trabajar duro en el huerto, a fabricar esteras y a vender caña de azúcar.

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Memory Book de Emmanuelle, que vive en la misma comunidad que Grace, Rose y Lilian. Es huérfano y vive junto a sus primas, que también perdieron a sus padres, con su abuela. Su mayor pasión es el fútbol y a sus padres les gustaba ir a verle jugar, cuenta. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

“Al principio estaba desesperada ante mi situación, de repente había perdido a mis hijos, todo. Sus familiares políticos podían echarme de casa, tenía a cinco niños que cuidar. A veces abandonaba la casa porque no sabía qué hacer. Ahora puedo gritar que ya no temo nada y estoy más tranquila porque mis nietos pueden enfrentarse al sida con más fortaleza gracias a los programas que nos ofrece Nacwola”. Antes de asociarse a la organización, lo que más le preocupaba era lo que pudiera ocurrir con sus nietos Lázaro y Mary.

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Ruth, su hermana Geny y sus primas Rachel y Mary, todas son huérfanas; juegan y hacen sonreÍr a su abuela Joyce que, en el patio, confecciona las esterillas con las que gana algo de dinero para alimentar a su gran familia. Todas las nietas visten prácticamente igual, con ropa donada por una parroquia, donde intentan seguir con su educación. En Luwero, Uganda. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Joyce pasó el entrenamiento de los Memory Books con nota y comenzó rápidamente a escribir los libros con sus nietos. Si algunos padres lo hacen por temor a morir a causa del sida, Joyce lo rellena porque sabe que la muerte no tardará en buscarla. “Lo primero que he hablado con mis nietos es sobre la muerte, para mí es muy importante que comprendan que puede llegar en cualquier momento. Me senté con ellos mientras mirábamos fotos de sus padres y les expliqué que ahora ellos están descansando esperándoles y que algún día yo también me tendré que ir”, cuenta la anciana.

Mientras hablan de los Memory Books, el pequeño Lázaro va hacia su cama y saca un grueso álbum de fotografías que servirán para ilustrar el libro de memorias. Sus padres se encargaron de dejar constancia de su existencia a través de un montón de instantáneas que, unidas a las que posee Joyce, forman un buen conjunto de recuerdos.

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Lázaro sostiene a la luz de las velas el álbum de fotos que le dejaron sus padres. En la imagen una foto de su padre. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Por suerte, en algunos casos los retrovirales están consiguiendo que la enfermedad se convierta en crónica. Robinah tiene 39 años y también vive en Luwero (Uganda). Hace lo que puede para sacar adelante a sus tres hijos. Sentada con un libro entre las manos se lo enseña a sus hijos. Ahora Robinah se siente más fuerte y capaz de cuidarlos. “Mi historia es como otra de tantas. En el año 2000 me quedé viuda. Habíamos ido los dos a hacernos el test y descubrimos que teníamos el VIH, pero mi marido estaba mucho peor que yo. A pesar de la medicación no consiguió salvarse y me quedé viuda, completamente desesperada, enferma, sin recursos y con tres niños siempre indispuestos. No sabía qué hacer, dónde ir, quién me podía ayudar”, relata la madre.

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Fragmento de un Memory Book, donde la madre antes de morir le escribió a sus hijos algunas historias sobre su padre para que lo pudieran recordar siempre. Cuando un Memory Book ha entrado en una familia, muchas cosas ya han cambiado y otras tantas está a punto de hacerlo. Como si de una escalera se tratara, cada peldaño ascendido ha significado un enfrentamiento, un descubrimiento, a veces un desahogo y, en ocasiones, un deseo infalible de huida hacia adelante, ante lo desconocido. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Una amiga le habló de Nacwola y se hizo socia: “Aprendí a compartir mi situación y eso me dio las fuerzas necesarias para empezar de nuevo”. En el año 2004 fueuna de las participantes para instruirse en el proyecto de los Memory Books.“Cuando acabé la formación era otra persona”. Cuando la enfermedad está muy avanzada, la reunión es más una terapia.

Ahora somos una familia que conversamos sobre nuestros problemas; por ejemplo, he sido capaz de hablar con mi hija pequeña de los cambios que está experimentando su cuerpo. Antes jamás hubiésemos tenido una conversación de este tipo”, diceRobinah . Con ella ha hablado del VIH, “ de sus conductos de transmisión, de las precauciones a tomar, de preservativos y su utilización, y también de que debe evitar quedarse embarazada cuando aún es tan joven”. Hoy, todavía el estigma dificulta acabar con la enfermedad porque las personas infectadas esconden que lo están y no quieren ir al médico para no delatar su situación.

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Robinah junto a sus hijos, sentados en el salón de la casa. Leen juntos el Memory Book que la madre hizo para sus hijos mientras realizaba el entrenamiento en Nacwola. “Sentarnos juntos a escribir los Memory Books ha creado una complicidad entre mis hijos y yo que nunca hubiera pensado que podría tener”. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Por ello, las mujeres trabaja para fomentar su autoestima a la hora de encontrar trabajo y también de tener un mayor poder de decisión dentro de la familia. Agnes Atim Apea recibió a principios de año el premio Uweal (Uganda Women Entreprenuers Association Limited) por su trabajo en favor de los derechos de la mujer ugandesa y su empoderamiento.

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Nacwola le dio un microcrédito a Robhina con el que pudo comprarse una máquina de coser y comenzar un pequeño negocio con el que costear los gastos de su familia. / Foto: Álvaro Laiz y David Rengel. / AnHua

Atim Apea, que fue directora de Nacwola a nivel nacional, ha fundado también  la Casa Esperanza –con la ayuda de Unicef South Sudan, African Development Foundation y AnHua– donde acoge y educa a huérfanos de las zona de Amolatar al norte de Uganda . “He creído siempre que la implicación de la comunidad es muy importante y he decidido centrar mis esfuerzos de manera local en una zona concreta de Uganda y también en una de la más abandonadas: Amolatar”.

Tres razones que invitan a la “reflexión” para combatir el VIH en Navarra

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Desde 2012 se han producido más positivos por VIH en Navarra, tras años de caída o estabilización / Foto: Efe.

Los datos de infecciones por VIH en Navarra son, según la Comisión Ciudadana Antisida de Navarra, una invitación a la “reflexión”. El Instituto de Salud Pública y Laboral de Navarra ha revelado que la comunidad registró  en 2014 un total de 49 casos de infección, frente a los 44 de 2013 y los 32 del año anterior. Lo preocupante del dato es el cambio de tendencia, cuando la concienciación sobre el sexo seguro parecía que se había extendido (y asimilado), ahora se da de nuevo un aumento, especialmente entre los hombres que practican sexo con hombres. La Comisión, que precisamente  había advertido sobre este tema (a pesar de que, por ejemplo, en lo que va de 2015 no ha registrado positivos en los test de prueba rápida que se realizan en la entidad), insiste en el trabajo que queda por delante. Y apunta a diversas causas de esta situación.

La mayoría de las infecciones por VIH se dieron en Navarra, según recordaron desde el Instituto, en las décadas de los 80 y los 90. Hasta septiembre de 2014, se contabilizaron 2.107 casos. Estas cifras se habían reducido progresivamente o estabilizado, especialmente en torno al año 2000, pero hubo un cambio de tendencia en 2012, fecha desde la que han aumentado los positivos (en una tasa similar o inferior a la estatal) y en muchas ocasiones vinculados, probablemente, a la transmisión sexual, según apuntan desde el Instituto de Salud Pública y Laboral. Eso sí, en casi en cuatro de cada diez casos no se pudo determinar este porqué, aunque desde Salud Pública también apuntan como causa probable la transmisión sexual.

¿Y cuáles son las posibles razones de esta situación? Asun Roldán, integrante de la Comisión Ciudadana Antisida de Navarra, apunta algunas reflexiones. Por ejemplo, que es necesario garantizar el acceso a la sanidad pública de toda la ciudadanía, que son necesarias más campañas de sensibilización, que las nuevas generaciones son menos conscientes de la enfermedad, y que falta educación sexual y sobre relaciones afectivo-amorosas en los centros educativos.

Los recortes afectan

Roldán advierte de que la labor de los colectivos sociales se ha visto afectada por los recortes en las instituciones, de manera que se ha podido incidir menos en campañas de prevención o sensibilización. En el caso de la Comisión, por ejemplo, este año ha contado con unos 84.439 euros por esta vía, llegados a través del Gobierno Foral y la Obra Social de La Caixa (la entidad sigue reclamando, en cualquier caso, que este tipo de partidas dependan íntegramente de instituciones públicas), pero el año anterior fueron 94.000 y en 2011, alrededor de 119.907, en este último caso solo a través del Ejecutivo foral. Los ajustes en el presupuesto han afectado, así, a sus actividades y, por ejemplo, el local de la Comisión estuvo en cerrado en julio, tras realizar la correspondiente campaña de concienciación para sanfermines.

Las nuevas generaciones

¿Se ha relajado el uso de preservativo? Roldán cree que su empleo puede estar más extendido en el primer encuentro sexual, pero que se relaja en los sucesivos. En cualquier caso, apunta que las nuevas generaciones, nacidas por así decirlo después del aquella alerta constante en torno a la epidemia, son menos conscientes del riesgo del VIH. Los balances de casos de contagio han sido utilizados por sectores conservadores para poner el foco sobre las relaciones homosexuales, un “estigma” que también fomenta que se hable con menos naturalidad de estas relaciones y, en general, de la sexualidad, lo que también puede “invisibilizar” el VIH.

Sexualidad en los centros escolares

Unida a la anterior reivindicación está la necesidad de apostar por la coeducación, la igualdad transversal dentro de los centros escolares y, como parte de ella, la educación sexual y afectiva, una reivindicación que también han planteado colectivos de mujeres o, por ejemplo, desde el centro de atención a la mujer Andraize. La Comisión Ciudadana Antisida se ofrece para dar charlas al alumnado de Secundaria (principalmente, en 3º y 4º de la ESO, aunque también ha intervenido en 1º y 2º) y, por ejemplo, en el pasado curso lo hizo en nueve institutos. El objetivo de estas charlas, sobre sexualidad y la prevención de riesgos, es aún mayor: hacer que la educación sexual sea parte efectiva del currículo, algo que se resiste y que aún depende prácticamente de cada centro y docente, a pesar de los constantes cambios en las leyes educativas.

“Hay una vuelta al sexo de piel a piel; el condón se vive como un enemigo”

MARCO IMBERT ESCOBAR COORDINADOR DEL CENTRO PSICOSOCIAL BIDERATZEN

En la carpa instalada frente al Arriaga en Aste Nagusia, Marco Imbert, coordinador del centro Psicosocial Bideratzen, informa a jóvenes y mayores sobre los riesgos de practicar sexo no seguro

Imbert realiza junto con el Ayuntamiento de Bilbao programas preventivos para jóvenes

Imbert realiza junto con el Ayuntamiento de Bilbao programas preventivos para jóvenes. Foto Juan Lazkano (Juan Lazkano)

BILBAO– “Desde T4 hemos pensado y valorado dónde está y a dónde ha de ir la prevención. Creemos que debemos hablar más de una sexualidad saludable y para eso tenemos que entender cómo queremos vivir nuestra sexualidad, reconocer cada una de sus características y de sus particularidades ya que son individuales”, explica a DEIA Marco Imbert, coordinador del Centro Psicosocial Bideratzen y alma mater de la Carpa que en estos últimos años se instala cada Aste Nagusia bilbaina frente al Teatro Arriaga. En ella no solo ofrecen información sobre el sexo seguro y reparten preservativos, sino que también realizan un estudio entre chavales de 15 a 19 años para conocer sus conductas sexuales y su uso del preservativo.

¿Se puede disfrutar de una sexualidad plena sin dejarnos atrapar por el sida?

-Sí. El gran problema no solo del VIH, sino del resto de las infecciones de transmisión sexual (ITS) es que falta hablar de lo que es la sexualidad, pero desde el punto de vista práctico. Hablar de qué y cómo nos gusta hacerlo. A partir de ahi tener el tener el control de nuestras propias prácticas sexuales. Un sexo sentido, con placer, con deseo, con fantasía, con morbo, con nuestra propia erótica y desde esa mi forma de vivir y sentirlo tener el control para protegerme frente al VIH y las demás ITS. No solo poniéndome un condón, sino entendiendo por qué me lo coloco y disfrutando el momento de asumir mi sexo responsable desde una visión positiva, más placentera de mi reducción de riesgos en las prácticas sexuales, que son mías y como a mí me gusta tenerlas.

Quienes tienen ahora 50 años vieron los efectos del VIH. ¿Cómo podrían hoy visualizar nuestros jóvenes las consecuencias del sida?

-Más que impactar tendríamos que hablarles sinceramente de lo que es el sida. Frente a la visión antigua de meterles el miedo en el cuerpo está el advertirles de las nefastas realidades que conlleva que el virus te atrape; de la discriminación que continúan padeciendo los pacientes con VIH; ir desgranándoles los aspectos negativos a los que se tienen que enfrentar a diario los seropositivos, porque el sida es una dolencia grave.

El que el sida hoy en día no sea una enfermedad mortal de necesidad, ¿hace quizás más difícil empujar a los jóvenes a prevenirse?

-Socialmente el VIH se ha normalizado mucho más desde el momento en el que lo calificamos como una dolencia crónica; sabemos que hay tratamiento. Si eres un joven que no ha vivido la década de los 80-90 todos estos mensajes te hacen relativizar el riesgo; no se ve el sida como una cosa tan negativa. Los hombres jóvenes que practican sexo con hombres o jóvenes en general tienen la percepción de que contagiarse no es para tanto. Saben que hay una pastilla y que serán enfermos crónicos. Se habla mucho de que la calidad de vida es positiva, pero no de los costes económicos y sobre todo sociales.

¿Los jóvenes son conscientes de que el VIH condicionará toda su vida?

-Las personas nos agarramos a lo positivo. Si nos están diciendo que es una dolencia crónica, que tiene tratamiento y que a corto plazo puede existir una vacuna…. lo que hacen es bajar la guardia. No son conscientes de que al infectarse cambiará su vida para mal; afectará a su relaciones, a sus proyectos vitales de pareja, etc.

Me sorprende que muchos jóvenes sigan asociando el VIH con la homosexualidad.

-La realidad nos dice que hoy en día la incidencia mayor a nivel mundial sigue siendo en hombres que tienen sexo con hombres. Esto desde el punto de vista del heterosexual le aleja de la prevención porque le hace percibir una falsa seguridad. Cree que es algo que les sucede solo a los hombres que tienen sexo con hombres y que no va con los heteros.

¿Es el mismo argumento utilizado para no usar el preservativo?

-Sí. Cuando llegan a Bideratzen nos suelen decir: yo tengo sexo con un heterosexual; yo hago una penetración vaginal y no tengo riesgo. Cuando les explicas que también están expuestos a contraer el virus porque hay mujeres y hombres bisexuales infectados la cosa cambia. Además, no solo está el VIH. Hoy en día, más que el no uso del condón el gran problema son las nuevas infecciones.

¿Cuáles?

-En la población general hay una gran prevalencia de sífilis, gonorrea y clamidia; lo grave es que está demostrado que son la antesala del sida.

Barato, fácil de encontrar ¿ por qué solo 1/4 parte de los jóvenes utilizan el preservativo en sus relaciones?

-Tanto en la población heterosexual como en el mundo de hombres que tienen sexo con hombres jóvenes vemos que hay un doble lenguaje; un discurso de querer volver a vivir la sexualidad natural, a no tener elementos extraños, ajenos como el condón.

¿Se vuelve al sexo que se practicaba antes de la llegada del sida?

-Sí. A los tiempos en los que el preservativo se usaba solo para evitar la procreación; hay una vuelta al sexo natural. El condón se vive como un enemigo, como algo incómodo; algo molesto; en Bideratzen nos comentan que no sienten lo mismo cuando se lo ponen. Buscan argumentos por el que no lo usaron. En el fondo subyace el querer vivir el sexo de piel a piel.

La juventud va ligada al riesgo, a la adrenalina, pero ¿cómo explicarle que esta adrenalina no vale un real?

-En los talleres y charlas que impartimos con el Ayuntamiento de Bilbao hemos dado un giro al hablar de la sexualidad. Porque es un acto que es impulsivo y como tal muchas veces se refuerza en ciertas sustancias estimulantes para desinhibirse, para querer estar a tope, darlo todo. Hay que explicarles y enseñarles a tener el control de lo que a ellos les gusta hacer y que les hagan. El poder hablar sin tapujos y desde la verdad les hace empezar a darse cuenta e identificar donde está el riesgo.

Porque el riesgo está en la práctica.

-Sí. Deben ser conscientes de que si caen en el error de utilizar sustancias -alcohol u otras drogas – para buscar falsos estímulos y sensaciones descubrirán el subidón del momento, pero luego les vendrá lo que les vendrá. Entrarán en la montaña rusa del sube y baja.

¿Qué hacer para que los jóvenes no vean el condón como un enemigo?

-Hablando claramente con los chicos y chicas sobre lo que les gusta hacer; así es la mejor forma de reducir los contagios de ITS. Si los chicos y chicas se sienten dueños de sus prácticas sexuales; si ven que manejan la situación lo harán con control, sin miedo, sintiéndose seguros en el momento de practicar su sexo. En esa seguridad ellos ven el preservativo como algo más positivo, no como algo impuesto.

Ciencia contra ideología en la lucha contra el sida

Un usuario se inyecta droga en uno de los puestos de consumo

Un usuario se inyecta droga en uno de los puestos de consumo. / BCCFE

La evidencia científica no entiende de ideologías. Nos puede parecer mal la ley de la gravedad y votar todos en su contra, que seguiremos cayendo si saltamos desde una ventana. Con los abordajes de la salud de los consumidores de droga sucede algo parecido. Facilitar a los drogadictos lugares seguros para pincharse puede generar controversia o dudas morales. Sin embargo, decenas de estudios han demostrado que donde se implantan se reduce la infección de hepatitis y VIH —entre otras—, baja la mortalidad y, por lo general, aumenta la seguridad ciudadana y el porcentaje de quienes comienzan programas de desintoxicación.

En Vancouver (Canadá) un pequeño local sirve de modelo mundial para mostrar la evidencia de que este es el abordaje más eficaz. “Es el único lugar de Norteamérica en el que entras con drogas y no eres un criminal”, asegura Liz Evans, una de las impulsoras de Insite, un centro de supervisión de inyecciones que se creó en 2003 en Down Town East Side (DTES), un barrio devastado por la droga y el sida en los noventa.Alrededor de 40 papers publicados en algunas de las más prestigiosas revistas de salud del mundo muestran su éxito: la criminalidad ha bajado, el contagio entre quienes se inyectan ha descendido un 90%, las víctimas mortales de la sobredosis han caído un 35% y su presencia ha supuesto un aumento del 35% de la participación en los programas de desintoxicación.

No es el único similar; en el mundo existen alrededor de 90 narcosalas. El ejemplo, sin embargo, no parece cundir. Aunque la epidemia mundial de VIH está siendo controlada —las infecciones caen y cada vez se producen menos muertes en el mundo por su causa—, existen regiones que se resisten a este descenso. La que comprende el Este de Europa y Asia Central sufrió un aumento del 40% entre 2001 y 2014, en buena medida por el contagio de entre drogodependientes. “Es una zona en la que los estupefacientes están muy perseguidos y las políticas para el consumo seguro son inexistentes, cuando no penadas. El resultado es que el 70% de los casos de VIH y casi la mitad de los nuevos contagios tienen su origen en el uso de jeringuillas”, explica Michel Kazatchkine, enviado especial de la ONU para el VIH-sida en la región. También se ha producido un dramático ascenso del contagio del virus del sida en una franja rural del medio oeste estadounidense, donde el consumo de opiáceos sin prescripción facultativa está creciendo y las leyes persiguen incluso los programas que facilitan jeringuillas nuevas a los consumidores. En Indiana, por ejemplo, llevar una sin prescripción médica puede suponer penas de cárcel.

“Es un claro ejemplo de cómo la ideología antepone a la evidencia científica. Estos métodos restrictivos no solo han demostrado no funcionar, sino que son a la larga mucho más caros porque tienen una gran repercusión en el sistema de salud”, asegura Chris Beyrer, presidente de la Sociedad Internacional de Sida(IAS, por sus siglas en inglés), que celebró precisamente enVancouver su congreso el pasado julio. De hecho, la idea de Insite surgió de Julio Montaner, su antecesor en el cargo. El actual director del Centro para la excelencia en VIH-sida de la Columbia Británica(BCCfE, por sus siglas en inglés) y uno de los más prestigiosos investigadores sobre la enfermedad en el mundo no era precisamente favorable a este abordaje. “A mí en principio no me gustaba la idea de habilitar un espacio para que los drogadictos fueran a inyectarse, pero todo lo demás había fallado, las muertes en el barrio estaban a la orden del día y teníamos que probar algo nuevo. Esto resultó”, explica.

Aún hoy, la presencia de la droga se mantiene. Los promotores de Insite calculan que de los 16.000 vecinos, 6.000 son adictos. Es algo que se palpa en cuanto uno llega al DTES, justo al lado del centro de la que es considerada una de las mejores ciudades para vivir del mundo. Las caras demacradas, el mercadeo callejero, los carritos de la compra llenos de posesiones vitales y los asentamientos improvisados para dormir dan a simple vista una idea del problema que aqueja al barrio. Al menos, hoy no se encuentran cadáveres en la calle, algo que era prácticamente normal en los noventa, según relata Scott Thomsom, policía de la zona desde 1987: “He visto tantos que no puedo contarlos”.

Por aquella época, Kevin ya estaba inyectándose heroína. Empezó en 1979, cuando tenía 17 años. Lo lleva grabado en el rostro. Comenzó a usar Insite desde que lo abrieron. “Antes de esto yo compartía jeringuilla con siete u ocho personas. Es un milagro que no tenga VIH, aunque sí contraje hepatitis. Cuando te drogas en la calle haces cosas que sorprenderían a cualquiera, usas el agua de charcos o incluso del váter”, cuenta. El centro se basa en en cosas sencillas: tratar a los drogadictos como a personas humanas, ofrecerles limpieza, seguridad, calor, jeringuillas nuevas y un pequeño espacio donde pincharse. Y no juzgarles. “Si esto funcionase, lo haríamos, pero resulta que no es así”, afirma Darwin Fisher, director de Insite.

El mecanismo del centro es, como las premisas en las que se basa, sencillo. Abre sus puertas a las 10.00 de la mañana cada día. Los usuarios pasan, dan un nombre (que pueden ser ficticio), se lavan las manos y se sientan durante el tiempo que necesiten en uno de los trece puestos habilitados para inyectarse droga mientras suena música. Cada día pasan por él 400 personas. Nadie les hace preguntas si no quieren, nadie les asesora si no lo piden. Junto a los puestos de consumo está todo el material que necesitan y enfermeros que les pueden ayudar en caso de que lo soliciten. Muchos lo hacen, y la higiene y seguridad con la que se drogan a aumentado; hasta 2013 se habían practicado más de 3.400 intervenciones clínicas entre las más de 9.200 personas que habían pasado por allí. “Las charlas con el personal, sin embargo no suelen ser sanitarias, sino humanas, eso les hace sentirse cómodos”, explica Fisher.

Cuando terminan en su puesto pueden pasar a una zona de recreo donde conversar con otros usuarios o con los voluntarios exdrogadictos que trabajan en el centro. Nadie les presiona para ello, pero en el caso de que lo soliciten, existe un programa de desintoxicación a su disposición. “Lo bueno es que no tienen que llamar ni que rellenar papel alguno, simplemente lo piden y se lo facilitamos”, cuenta Fisher. Aproximadamente un tercio recurre a esta ayuda. El problema es que hay más demanda que oferta. En la planta de arriba, lo que llaman Onsite, tienen habilitado un centro con 12 camas, aunque la rotación es frecuente, así que no suelen tardar mucho en acceder al programa. Más de la mitad lo completa con éxito.

Tras ese proceso, pueden acceder a otro, que también está en una planta diferente. En la tercera duerme Kevin. Es un lugar de estancia temporal con habitaciones y baños individuales que son asignados tras la recuperación. Es el paso hacia una vida normal. Kevin lleva cuatro meses ahí y está buscando un alojamiento definitivo fuera del centro y, a ser posible, un trabajo. “Los he tenido en la hostelería y la limpieza, pero los perdía en cuanto me colocaba, entonces pasaba a ser un delincuente y a hacer lo que fuera para conseguir dinero: desde robar a vender drogas”, relata.

Ejemplos de recuperación como el suyo no sirven para que el Gobierno Federal de Canadá apoye al centro o cree nuevos en el resto del país. Es más, ha intentado cerrarlo en varias ocasiones, algo que fue denegado por la Corte Suprema, que mantuvo la excepción legal bajo la que se ampara Insite, que sí cuenta con el aliento y la financiación del Gobierno Provincial de la Columbia Británica, donde está Vancouver. “Para la administración federal representamos todo lo malo, como si apoyásemos la drogadicción. Creen que iniciativas como esta la alientan, cuando no solo no es así, sino que es la mejor forma de abordar el problema, según se ha demostrado”, explica el doctor Montaner.

No solo ocurre en Canadá. Kazatchkine, que también es miembro de la Comisión Global de Políticas de Drogas, explica que los Gobiernos a menudo no se guían por la evidencia científica: “No solo pasa en Ucrania o Rusia, tampoco existen centros seguros de consumo en Inglaterra, Francia o Portugal. Se ha demostrado que la represión es contraproducente, pero los gobiernos parecen no querer verlo”. Quizás, algún día, también legislen en contra de la ley de la gravedad, pero no por ello dejarán de caer.

Vigías del VIH en el colectivo gay

El doctor Ferran Pujol atiende a un paciente en el Checkpoint de Barcelona

El doctor Ferran Pujol atiende a un paciente en el Checkpoint de Barcelona. / C. BAUTISTA

Con unas cuantas salas de consultas, una atención personalizada y continuada y el efecto del boca a oreja, el centro Barcelona Checkpoint es capaz de detectar el 40% de todas las infecciones de VIH que se registran en Cataluña entre el colectivo homosexual. Parece imposible que un pequeño centro cobijado en medio del Eixample barcelonés, sea capaz de vigilar y velar por la salud de un grupo de población vulnerable tan amplio en la ciudad y detectar tal número de casos de VIH (más de 1.000 en sus 10 años de vida). El equipo de Checkpoint hace pruebas para identificar el virus y otras infecciones de transmisión sexual (ITS) entre hombres que tienen sexo con hombres (HSH) y transexuales, los colectivos con mayor incidencia de estas dolencias.

Seis de cada 10 nuevos infectados de VIH son homosexuales y, según el Centro de Estudios Epidemiológicos sobre Infecciones de Transmisión Sexual y Sida de Cataluña (CEEISCAT), en la última década, los casos de sífilis se han cuadriplicado y los de gonorrea, triplicado. Al igual que sucede con el VIH, la mayoría de las infecciones corresponden a los HSH. Ferran Pujol, responsable de Checkpoint, explica que el colectivo gay está concienciado con la prevención y “sí se cuida”, pero la incidencia es mayor en este grupo poblacional y por lo tanto, la probabilidad de infectarse si se incurre en algún riesgo, también aumenta. Además, la transmisión es más fácil por vía anal que vaginal. “La epidemia de VIH entre heterosexuales está controlada, porque afecta al 0,02% de cada 100 personas. Sin embargo, en HSH, la incidencia es del 2,52 por cada cien personas año, lo que significa que de cada 10.000 homosexuales van a infectarse 250 cada año”, apunta Pujol.

El director de Checkpoint explica que el éxito de su centro se basa en salvar las barreras que impone el sistema sanitario ordinario. “Ayudamos a estos colectivos que por miedo a ser juzgados o por falta de empatía de los médicos no acuden al sistema. Estamos contentos con nuestro éxito, pero lamentablemente éste se basa en el fracaso o las limitaciones del sistema sanitario. Checkpoint no debería existir porque significaría que la sanidad pública consigue integrar adecuadamente a las personas LGBTI y que la epidemia no existe”, reflexiona. El centro ha hecho más de 25.000 pruebas de VIH en 10 años y realiza, además, estudios para detectar otras ITS como sífilis, clamidia y gonorrea. También hacen pruebas para detectar la hepatits C.

El equipo de Checkpoint, formado por personal médico, enfermeros y jóvenes no sanitarios pero formados para el papel que desempeñan en el centro, realiza más de medio centenar de pruebas diarias.

Los usuarios, que suelen llegar al centro a través del boca oreja, conciertan previamente una cita y, si es su primera vez, el equipo les hace “un paquete de control”, en el que les hacen pruebas de varias ITS y recogen, además, la sintomatología clínica y los hábitos de cada uno. En menos de una hora, los usuarios tienen el resultado y, si sale positivo, Checkpoint puede derivar al paciente e insertarlo en el sistema sanitario en menos de 24 horas. “Cuanto antes actuemos y comencemos el tratamiento, más favorable será el pronóstico”, explica Pujol.

Pero los chicos de Checkpoint han ido más allá de la prueba rápida de detección del VIH. A veces, la prueba rápida de VIH da negativo porque todavía no hay anticuerpos pero no se puede descartar la presencia de la infección. Desde hace unos meses, BCN Checkpoint ofrece a sus usuarios la posibilidad de complementar la prueba base para detectar el virus. El centro dispone de un pequeño laboratorio de genética totalmente automatizado que permite hacer análisis moleculares basados en la PCR (prueba de reacción en cadena de la polimerasa). En los primeros tres meses de puesta en marcha de este nuevo servicio se han realizado 314 pruebas de carga viral cuando había indicios de que podía haber una infección aguda y se ha conseguido diagnosticar tres casos de VIH en fases muy tempranas, que no habían sido detectados con el test rápido.

El equipo de Checkpoint sigue, paralelamente, con sus campañas de concienciación en el ambiente gay barcelonés. Una veintena de voluntarios ya reparten 15.000 kits de condones y lubricantes en el Circuit Festival, la mayor fiesta gay europea que estos días se celebra en Barcelona.

El sida repunta en la CAV por primera vez en cuatro años

IXX CAMPAÑA DE VERANO DE HARRIBELTZA

En 2014 se registraron 152 nuevos casos de infecciones por VIH, un 6,2% más que en 2013

Errekalde, Okiñena y Arizmendi, ayer en Donostia

Errekalde, Okiñena y Arizmendi, ayer en Donostia. (Ainara García)

DONOSTIA – Tras cuatro años de continuado descenso en el diagnóstico de nuevos casos de VIH en Euskadi, la incidencia de la enfermedad ha vuelto a repuntar en 2014, registrándose 152 nuevos casos, un 6,2% más que en 2013, cuando se detectaron 143 infecciones nuevas. Así lo anunció ayer el presidente de la asociación anti-sida Harribeltza, Joseba Errekalde, quien compareció en una rueda de prensa en Donostia acompañado por Elías Arizmendi, también miembro de la asociación, y el pianista donostiarra Josu Okiñena, para presentar la IXX campaña de verano que la asociación organiza cada año.

El responsable de Harribeltza explicó que, según los datos del Plan del Sida vasco, facilitados por Osakidetza en 2014 se diagnosticaron un total de 152 nuevas infecciones por VIH, de las cuales 40 se produjeron en Gipuzkoa.

Según estos datos, la edad media de los nuevos infectados es de 37 años, mientras que el perfil es mayoritariamente masculino (75% de los casos). Además, el 48% de los diagnósticos se produjeron en hombres que habían mantenido relaciones con otros hombres. “Por lo tanto, se trata de gente que conoce los efectos del sida, pero que no toma las medidas que debería tomar”, apuntó Errekalde. En lo que respecta al origen de los afectados, el presidente de Harribeltza desgranó que el 36,1% de nuevos casos corresponde a personas originarias de otros países, “principalmente latinoamericanas (16,4%) y africanas (17,1%)”.

Finalmente, alertó de que el 46,7% de los casos presentó un diagnóstico tardío, algo “nefasto” ya que, tras el contagio se producen nuevas prácticas de riesgo y, además, la calidad de vida de los afectados depende, en gran parte, de la premura del tratamiento.

Tal y como destacaron los representantes de Harribeltza, una de las mayores preocupaciones de los colectivos antisida es el “acostumbramiento” de la sociedad hacia la enfermedad, y es que las cifras de contagio se mantienen más o menos estables desde 1997, detectándose entre 150 y 180 nuevos casos cada año. “Con el sida puede ocurrir lo mismo que nos está pasando con los accidentes de tráfico, que acabamos por acostumbrarnos y parece que los datos nos resbalan, porque no podemos bajar de esos 150 casos anuales”, lamentó Arizmendi.

En la misma línea se expresó Errekalde, quien advirtió de que la aparición de un tratamiento contra la enfermedad en 1997 supuso “un antes y un después” en la mentalidad de las personas. “Vivimos en la sociedad de la pastillitis. Como tenemos pastillas para todo, dejamos en manos de otros la responsabilidad de cada uno. Pero la gente no se da cuenta del sufrimiento y de los efectos que hay tras esas pastillas. Y tenemos que combatir esas actitudes”, apostilló.

Para ello, el presidente de Harribeltza abogó por “una mayor y mejor educación sexual”. “El sentido sanitario del problema no está bien tratado y la sexualidad no es la correcta. En muchas casas, da pudor hablar de sexualidad y se prefiere consultar con agentes externos. Para atajar la cadena de transmisiones tenemos que dar una educación sexual distinta”, insistió Errekalde, al tiempo que remarcó la importancia de los diagnósticos precoces. “Cuanto antes empieza a tratarse una persona infectada, mejor calidad de vida tiene y menos efectos secundarios sufre”.

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