Las transexualidad no es una enfermedad mental

Con motivo del Día Internacional por la Despatologización Trans, que este año 2016 se ha celebrado el 22 de octubre, los colectivos LGTBI y las personas transexuales se han movilizado para exigir que, de una vez por todas, la transexualidad deje de ser considerada como un ‘trastorno de la identidad sexual’. Es decir, que las personas transexuales dejen de estar psiquiatrizadas y no dependan del control diagnóstico de las instituciones médicos-psiquiátricas. Reclaman, frente a esos poderes, la autogestión de género que corresponde a toda persona libre. En España, han pasado más de nueve años desde la aprobación de la Ley de Identidad de Género que requiere de una modificación que no llega: la eliminación de la actual necesidad de un especialista que lo identifique como un trastorno, algo que ya han dejado atrás países como Noruega, Dinamarca, Argentina e, incluso, Irlanda, Malta o Nepal.

Lo que los activistas persiguen es algo tan razonable a estas alturas como que las personas trans puedan decidir su sexo registral, es decir, cómo son reconocidas legalmente, de modo que haya una relación de equidad entre quienes realmente son y quienes los papeles dicen que son. Salvo ciertas normas autonómicas que han incorporado el principio de despatologización, en España las personas trans que quieran cambiar su sexo registral deben estar diagnosticadas de ‘disforia de género’ y haber recibido tratamiento hormonal durante al menos dos años. En el DNI pueden cambiar su nombre pero no el sexo que les fue asignado en el nacimiento. Ese cambio debe autorizarlo un juez tras esos requisitos que suponen que la persona trans pase por reconocer que es una enferma mental.

Las personas trans no son enfermas mentales, algo que la mayoría de la gente comprobaría si la estigmatización y la patologización históricas no las mantuvieran en una radical discriminación en todos los ámbitos de relación social: familiar, educativo, laboral, administrativo, mediático. Discriminación tan agresiva que a la mayoría de la gente no trans le haría necesitar tratamiento psicológico: ha provocado mucha marginación, mucha exclusión, mucho sufrimiento y mucho suicidio. La enfermedad, pues, la tiene una sociedad que mantiene una concepción del género binaria, cerrada e impositiva. Una concepción represora, por cuanto quien se decida por el ejercicio al derecho de autodeterminación de su género habrá de pasar por el examen de una presunta autoridad, que casi siempre es incompetente por ideologizada y obsoleta, y a los hechos podemos remitirnos: el intervencionismo patologizador no solo es un error científico sino que además conlleva una injusticia que, como tal, lejos de mejorar la vida de las personas trans supone para ellas graves perjuicios en su día a día (desde la imposibilidad de abrir una cuenta bancaria a la reducción al extremo de conseguir un puesto de trabajo). Se trata, por tanto, de una cuestión política.

El 82% de las personas transexuales ha sufrido una agresión física a lo largo de su vida. Se dice pronto. La violencia contra ellas suele comenzar en la infancia, arropada por un sistema educativo que no las protege del acoso de los demás (un acoso que a su vez procede de la ignorancia derivada de una pedagogía también binarista, incapaz ante la diversidad), y alcanza su cota más alta contra las mujeres trans (muchas víctimas lo son en el contexto del trabajo sexual, que se ven obligadas a ejercer porque todo el proceso anterior las ha dejado fuera de otras opciones de supervivencia). Certeramente, Mané Fernández, activista transexual y portavoz de FELGTB, lo denomina “transfeminicidio”. Él mismo ha resumido lo que, para nuestra vergüenza, es en un altísimo porcentaje la vida de una persona trans: “La vida no me ha tratado bien. He tenido que pagar mucho por una deuda que no era mía, ni quería contraer. Fue una deuda que me vino impuesta y la sociedad se encarga de recordármela casi todos los días”.

Para que ese recuerdo se borre de manera definitiva del imaginario colectivo, debemos apoyar al activismo que reclama unos derechos que son humanos. Manifestar nuestro rechazo a la patologización de la diferencia. Celebrar, por el contrario, la diversidad. Estamos hablando de los cuerpos de otras personas, sobre el que solo ellas son, han de ser, soberanas. Y estamos hablando de una sociedad que por definición será mejor si fomenta la libertad y felicidad de todas. Una sociedad, entonces sí, más sana.

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La histórica revolución de las familias que apoyan a sus hijos transexuales

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Un dibujo de Gabriela, cedido por la familia

Filósofo, lingüista y antropólogo, Juan Gavilán cree que hay unas madres que “están cambiando el mundo” y explica que él, que ha escrito un libro sobre ellas, las conoció por casualidad. Las mujeres son madres de niños y niñas hasta ahora estigmatizados por ser transexuales y que un día decidieron defender los derechos de su hijos: el primero de ellos, el derecho a la identidad.

Gavilán, que había investigado y escrito sobre identidad y transexualidad, leyó en el periódico el caso de “ una niña a la que le negaban su identidad“, y a partir de ahí (y por una serie de casualidades) conoció de primera mano decenas de casos de los niños y niñas a quienes la sociedad les asignó un sexo, como un estigma, que no sienten.

Los relatos se recogen en un libro, Infancia y transexualidad (Catarata, 2016), en el que aparece la historia de esa niña, Gabriela, célebre porque su madre Pilar plantó cara a un colegio y a un obispo que pretendían decirle a su hija quién era. Su caso fue determinante para la adopción de un protocolo de actuación sobre identidad de género en los colegios andaluces.

Pilar y Juan, madre y autor, conversan con  eldiario.es/andalucía sobre menores transexuales y experiencias de vida, sobre identidad y coerción, sobre un modelo biomédico en retroceso y patologizador, y un modelo sociocultural, abanderado por la rebeldía de estas madres, que ha alumbrado una generación de menores que dejaron de esconder lo que son.

Habla en su libro de un proceso histórico. ¿Por qué?

Juan Gavilán: La aparición de niñas y niños transexuales apoyados por sus familias es histórica porque no se había dado nunca. Habían vivido en la familia una situación de opresión y rechazo, porque la familia se convertía en un instrumento para ejercer la capacidad de expulsión y segregación de los niños transexuales. Hay un momento en que por muchos factores algunas madres y familias deciden poner sobre la mesa el problema, visibilizar a los niños y defender los derechos que tienen, tanto su identidad como a la escolarización. Son pocas y luego se convierte en un fenómeno multitudinario. Es un acto de rebeldía.

Ha conocido a decenas de familias que un día aceptaron que sus hijos e hijas eran menores transexuales. ¿Hay un patrón común en esas experiencias?

Juan Gavilán: Hay unos patrones de conducta que se repiten, hasta el punto de que hay psicólogos que piensan que es una especie de visión errónea producida por algún tipo de mirada retrospectiva de las madres, porque tienden a pensar que hay algún engaño. Yo he tipificado periodos de latencia en los que los niños y niñas no tienen capacidad para salir y se producen alteraciones de la conducta por la presión social. En el periodo de latencia todas las niñas juegan con toallas simulando el pelo, utilizan la ropa de la madre, de la hermana, de quien sea. Luego hay un periodo de desvelación: niños muy inteligentes, desde quien le dice a la madre “yo tengo en mi cabeza que soy un niño”, y se señala, o una niña que estudia los artículos y dice “yo no soy el niño, soy la niña”.

Hay dos fenómenos verdaderamente importantes: se rebelan contra el proceso de socialización de género, algo muy complicado porque el proceso de aculturación es tan fuerte que es casi imposible, pero estos niños se rebelan y dicen “no soy un niño o una niña”. El segundo es que todos y todas adoptan valores de género que son propios del sexo asumido, como una especie de reacción instintiva. Esto es muy criticado por psicólogas o antropólogas feministas, pero un niño asume instintivamente aquello que se le está negando, lo que no quiere decir que defiendan una ideología de género machista.

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Juan Gavilán, autor de ‘Infancia y transexualidad’ | N.C.

¿Cuándo está manifestando su identidad y cuándo está jugando o experimentando?

Juan Gavilán: Puede ocurrir que haya niños que experimenten, pero esos no son transexuales. Por lo que conozco, hay que esperar y observar los comportamientos sin ningún prejuicio. Condición absolutamente necesaria: no reprimir ni castigar el sexo sentido. Y que vaya aflorando la personalidad. Los psicólogos no confían en esto, y creen que hay que diagnosticar y evaluar. Se espera que no sólo tengan disforia de género sino que venga acompañada de comorbilidad, una patología acompañante. Es un discurso que trastoca la realidad porque no existe la disforia: la persona transexual no es disfórica por sí misma, sino que la disforia la produce la presión social y el entorno. Hay un caso de una niña que se desnuda tranquilamente en la piscina. La madre se preocupa porque cree que va a sufrir. La niña le dice: “Mamá no me importa. Si alguien me dice algo, le diré que soy una niña transexual”.

Eso parece indicar que los niños no sólo saben lo que son, sino que lo conceptualizan.

Juan Gavilán: Se da en muchos niños, aunque no lo crean los psicólogos. Yo una vez, hablando con un psicólogo conocido, le conté el caso de una niña de 10 años que quería llamarse Cambrollé de apellido. Le pregunté por qué quería llamarse así. Me miró y me dijo: “Porque es nuestra presidenta”. Lo que quiero decir con este caso es que el niño no trae la disforia, no viene con la patología o el malestar sino que se lo están creando.

Pilar Sánchez: Claro. El otro día otro de mis hijos le dijo a mi hija “transexual”, para meterse con ella. Y ella le respondió, “pues claro. Soy transexual. Igual que tú eres un niño”.

Esos niños y niñas sufren una presión social de su entorno para que asuman el sexo asignado. ¿Cómo de difícil es de lograr la autodeterminación de la identidad con esa presión?

Juan: Yo creo que para ellos no es especialmente difícil. Mi teoría es que el cerebro humano está formado de tal manera que tiene que controlar el cuerpo, y es normal que el niño reconozca el medio y su cuerpo e identidad. Lo que es complicado es que la familia lo acepte. Entre que el niño sabe, muy pronto, hasta que la familia lo acepte hay un periodo de tiempo no determinado, porque dependerá de la voluntad del niño y la capacidad de la familia para asumir el fenómeno. Hay casos de niños que han vivido desde los dos años conforme a su sexo asumido, sin problemas en el colegio o en la familia. Otros tardan dos, tres o cuatro años. Hay casos en que la familia reacciona cuando ven daño físico. Hay otras que lo aceptan porque son muy insistentes. Hay niños que han empezado a los dos años y se les reconoce a los ocho.

Pilar: O que no se lo han reconocido…

Juan: Las narraciones son de madres que han aceptado el fenómeno y cuentan su experiencia y les sirve de sanación o catarsis. Es normal que las madres asuman un cierto sentido de culpa, por qué no lo hice, o no lo hice antes. Hay madres que cuentan que terminan hartas porque la niña no para.

Porque hay una resistencia…

Juan: Porque le están dañando su identidad, la obligan a vestir como no se sienten. Imagina que te obligaran a ir al trabajo vestido de mujer. Todos son padres que han terminado aceptando la situación.

¿En su caso, Pilar, cómo llega a la conclusión de que Gabriela es una niña?

Pilar: Yo viví en casa conductas muy repetitivas: llegar y desear quitarse el uniforme para transformarse, o esconderse para que no la vieran, o acostarse totalmente pintada como una choni… Cuando llega el momento de salir a la calle, de decir esta soy yo y no como me disfraza mi madre, parecen árboles de Navidad, hasta que hay una normalización. Mi hija se lesionó con cinco años y medio. Yo vi que su comportamiento no era acorde a lo que me habían dicho en el hospital al nacer, y me rebelaba. Llevaba un bagaje de sufrimiento porque veía que no era feliz y algo pasaba, pero pensaba que iba a ser gay, que es algo totalmente distinto. Fue al ver un documental. Fue tomar las riendas, ponerme en contacto con Mar Cambrollé, y empezamos cuatro familias locas a reunirnos en Sevilla. Eso fue un punto de inflexión.

¿Le costó?

Pilar: Muchísimo. Una madre comprende a su hijo y acepta todo. Pero tiene metidos unos prejuicios y unos valores, y luchas con eso, y dices: “Lo estoy haciendo mal, me estoy equivocando, esto es un capricho”. Pero cuando te das cuenta de que tu hija está sufriendo, y empiezas a informarte y leer, te das cuenta de que la equivocada era yo. ¿Quién me va a certificar la identidad de mi hija? ¿Qué psicólogo? ¿Desde cuándo te sientes tú un chico? ¿Alguien te dijo algo?

Juan: Se plantea esto porque las familias desconocen la transexualidad. El primer día que alguien les diga algo es un mazazo tremendo.

Pilar: Uf…

Juan: Sufren muchísimo, porque la imagen que tienen de la transexualidad es muy negativa. Hay muchas madres que hacen consultas no sólo a psicólogos, sino a un hermano o un amigo homosexual que le dice: “Tu hija dirá eso, pero yo nunca quise ser una niña. Piensa si es transexualidad”. Esa madre sufre un proceso durísimo porque nunca ha pensado que pudiera ocurrir. Y hay quien va al psicólogo y le dicen que puede ser complejo de Edipo. Los psicólogos a veces no saben nada de esta realidad.

Cuando se acepta esa realidad se genera un nuevo problema: explicarlo. ¿Cómo fue?

Pilar: Recuerdo el encuentro de las cuatro locas que fuimos a Sevilla. Cuando me dijeron lo que pasaba, el viaje de vuelta fue un punto de inflexión. Estaba sola. Mi hija se quedó dormida y yo de Sevilla a Málaga estuve dos horas llorando. Sabía lo que se me venía encima, pero nunca me pude imaginar el problema por estar en un colegio religioso. Sí, la gente te mira, te juzga. Pero a mí me ha pasado de todo, desde llamarme el fiscal, hasta que el fiscal general del Estado intermedie en el caso de mi hija.

Juan: Lo que pasó ahí no se puede repetir porque la ley marca la pauta. Pero además el conocimiento que se ha difundido, cada programa que se hace en televisión atrae a las asociaciones a personas que se reconocen en esos casos. Eso está facilitando que las familias y las niñas tengan una vida más llevadera. Era un problema de ignorancia y desinformación.

Pilar: El protocolo educativo surge a colación de lo que le pasó a mi hija y el impulso de personas como Mar Cambrollé. Cuando entra en vigor y cada colegio lo asume y ningún menor puede ser discriminado por su identidad, escribí una noche un texto llorando. Ningún menor va a tener los problemas que mi hija tuvo, pero falta una ley estatal. No puede ser que un niño andaluz tenga más derechos que uno de Toledo.

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Dibujo de un menor transexual cedido por la familia

¿Cómo fue para las personas que estaban alrededor?

Pilar: Mira: mi madre, con 75 años, dice que ella nunca ha tenido un nieto. Nunca. Mi familia lo estaba viendo desde chiquitita. Yo tengo fotos de mi hija con año y medio con sujetador. Me di cuenta al hacer un barrido de fotos. También mis amigos la veían, alguno me defraudó, pero el apoyo fue general.

Es común que la primera reacción ante este tema sea plantearse si con cinco o seis años ya saben lo que son.

Pilar: Es la pregunta que yo te he hecho: ¿cuándo te dijeron que eres un chico?

Sí, pero yo sigo el cauce ya aceptado socialmente y no tengo que confrontar con lo que me dicen que soy. Un transexual tiene que salirse de la pauta…

Pilar: Porque no has tenido necesidad.

Juan: Claro, los demás seguimos el raíl. No hemos tenido problema porque vamos conforme a la norma. El problema lo tienen las personas que tienen que caminar contra a la norma. Lo sabe desde muy pronto y lo manifiesta en cuanto puede, no hay una edad concreta porque depende del niño y la resistencia de la familia. Hay niños que se sienten vencidos por la familia, se encierran en una cárcel interior hasta que exista un momento favorable.

Pilar: Imagina un niño como mi hija en una familia como las que hicieron la recogida de firmas en contra de mi hija.

¿Ella fue consciente?

Pilar: No, ella sabía que pasaba algo pero puse un paraguas.

Y entonces el caso se convierte en una bandera mediática…

Pilar: La querella contra el obispo se ha archivado y contra el colegio hemos recurrido al Supremo. Si de algo estoy orgullosa es que nuestros niños han ganado mucho. Mi niña con seis años fue un estandarte. Yo me prometí que ningún niño iba a pasar lo que ella pasó. No he ganado la batalla judicial ni una disculpa pública, pero hemos ganado en felicidad de estos niños y niñas y en derechos para ellos. No nos van a callar y vamos a seguir.

¿Por qué lo inició?

Pilar: Porque sé dónde vivo. Me rebela la injusticia. En mi casa, en mi entorno y en la política. Hice eso porque me llevaron ellos: hablé con el colegio y les expliqué lo que pensábamos hacer, pero como la ignorancia es tan atrevida se desató aquello tan absurdo, encontrarte la puerta del colegio como la casa de la Pantoja. Yo venía llorada de casa, con sonrisa de oreja a oreja. Todos me juzgaban, a mi hija le señalaban por la calle, y fue estigmatizada. Todos en el barrio saben que es transexual, esa es su etiqueta; pero lo que no se etiqueta por desgracia no existe y no se generan recursos para ello. Mi hija tiene que decir que es transexual, con todo el orgullo porque para mí es un orgullo.

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Juan Gavilán, autor de ‘Infancia y transexualidad’, y Pilar Sánchez, madre de Gabriela, durante la charla | N.C.

¿Cómo es el tránsito a la adolescencia?

Juan: No tiene nada que ver lo que era antes a lo que van a vivir estos niños. Puede ser absolutamente traumático, con un sufrimiento horrible, porque son niños que de golpe descubren la menstruación; o que empiecen a despuntarle los pechos. Están encontrando aquello que los está mortificando, y el horror es a la sociedad que les marca unos patrones y roles tan duros. Pero tenemos que ver qué pasa con estos niños acompañados por la familia, que no tienen que tener un tránsito tan doloroso. Las escuelas e institutos son los lugares con mayor presión, porque hay jóvenes intentando constituir su propia identidad y se convierten en guardianes de la norma. Quien vive en este ambiente sin educación, sin acogida, sin apoyo familiar lo pasa fatal. ¿Qué pasará cuando estos niños lleguen con educación, acompañados por su familia y sus profesores, y muchos con apoyo médico?

¿Qué efectos tiene la aceptación del sexo sentido en la familia y en el menor?

Juan: Los efectos son fulminantes. Una niña o un niño pueden ser introvertidos, irritables, tener incontinencia, problemas de sueño… y en el momento en que lo aceptan da un cambio radical: tranquilo, sereno, estudiante, concentrado. He conocido niñas a las que en una semana les ha cambiado hasta el rostro. De tener un rostro tenso a relajado. Las familias tienen una evolución no lineal. Descansan, se tranquilizan, pero siguen manteniendo elementos de preocupación o alerta. Y cierto sentimiento de culpa, de haberlo hecho antes o mejor. ¿Lo estaré haciendo bien? Esto ocurre durante un tiempo porque es un periodo de incertidumbre, hasta que llega la tranquilidad. He visto periodos largos, que sienten inquietud por qué va a ser de sus hijos en el futuro.

Pilar: Y cansancio, porque tienes que estar justificando la identidad. Mi hija me pidió ir a sincronizada, y he tenido que hablar con el director. Pienso en quién la va a querer, en la familia normalizada a la que le presenten a mi hija y sepa que no puede tener hijos biológicos… Que la vayan a dañar en la adolescencia, porque ella sabe que no va a tener la regla.

¿Cómo protege a Gabriela? ¿Cómo se protege ella?

Pilar: Ella es consciente de lo que es. Me ha visto con periodistas, alguna vez se ha escapado algo de la tele, o ha visto alguna portada de periódico, ve cómo hablo con otras madres, o cómo vienen chicos a dormir a los que han echado de su casa. Yo tuve que sacarla del colegio: le dije lo que era, y lo orgullosa que estoy. Ella sabe. Como madres, con nuestro discurso, apoyamos la diversidad. Yo no quiero ponerle un inhibidor de crecimiento, quiero que sea una mujer diversa, no está el código binario rosa y azul, hay niños con comportamiento no normativo. No quiero meter a mi hija en un quirófano, pero sé que por la sociedad en la que vive tendrá que pasar para ir con el resto. Mi hija tiene que parecer ser más chica, ser mejor estudiante… No puede ser traviesa, porque dirán “claro, es que es transexual”. Está generando habilidades, porque le preguntan en el patio qué tiene entre las piernas, pero sabe defenderse y estoy tranquila.

 

El Pentágono costeará los cambios de sexo de los soldados de EEUU

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La ex soldado de EEUU Chelsea Manning (dcha.), antes conocida como Bradley Manning (izda.) EL MUNDO

Desde este martes, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos pagarán los costes de las operaciones de cambio de sexo de sus soldados y también correrán con buena parte del coste de tratamientos similares para las familias de éstos. Es un cambio drástico en una institución que, hasta hace justo cinco años, no admitía a homosexuales en sus filas, y que hasta hace apenas cuatro meses atrás no toleró la presencia de personas que han cambiado de sexo. Y una distinción más entre los militares, que reciben tratamiento médico pagado por el contribuyente, y el resto de la población, que se lo tiene que pagar.

Desde el punto de vista presupuestario, la medida es apenas una gota en un océano: el Pentágono estima que el coste del programa será de alrededor de 8,4 millones de dólares (7,5 millones de euros) en un presupuesto que ronda los 600.000 millones de dólares (más de medio billón de euros), cuando se suman partidas como la NASA (que destina la mitad de su gasto a misiones militares) o el Departamento de Energía (cuya principal misión es el mantenimiento de bombas atómicas), la CIA (que gasta ella sola tres veces lo que España en defensa). Cada cirugía de cambio se sexo cuesta entre 7.000 y 50.000 dólares (de 6.200 a 44.000 euros), según la prensa estadounidense.

La clave está en el simbolismo de la decisión. Y, ahí, paradójicamente, el Departamento de Defensa de EEUU se las ha arreglado para enfadar a todo el mundo. Por un lado, asociaciones como el Centro para la Preparación Militar y laAlianza de Capellanes Militares por la Libertad Religiosahan criticado la normativa como un uso de dinero del contribuyente en una materia que no tiene absolutamente nada que ver con la defensa. Sin embargo, el Centro Nacional para la Igualdad Transgénero ha calificado el cambio como insuficiente, dado que no financia el 100% de los cambios de sexo de los familiares de los soldados.

La primera beneficiada por la noticia ha sido una persona que fue condenada a 35 años de cárcel en un consejo de guerra y que no saldrá de prisión hasta 2048, cuando tenga 61 años de edad: Chelsea Manning, antes conocido como Bradley Manning, que filtró a la organización Wikileaks cerca de medio millón de documentos internos del Departamento de Defensa, además de varios vídeos de operaciones en Irak y Afganistán.

Manning anunció en septiembre que las autoridades estadounidenses iban a pagarle su operación de reasignación sexual (así es como se denomina en EEUU al procedimiento). El 28 de julio, Manning protagonizó un intento de suicidio que su defensa atribuye a su deseo de cambiar de sexo.

La decisión también muestra cómo los militares estadounidenses -que votan republicano en una proporción de cuatro a uno y se oponen mayoritariamente a la reforma sanitaria de Barack Obama- son, curiosamente, los ciudadanos de ese país que disfrutan de mejor atención médica y, encima, pagada por el contribuyente.

Los civiles estadounidenses tienen que contratar seguros médicos muy caros (con unas pólizas mínimas de 500 dólares mensuales que, por ejemplo, no cubren quimioterapia) que, además, no incluyen operaciones de cambio de sexo, ya que consideran cirugía plástica a este tipo de procedimientos, que suelen incorporar tratamiento psicológico y terapia con hormonas.

El Papa afirma que Jesús nunca abandonaría a un transexual

El Papa a las monjas de clausura: “No utilicéis Internet para evadiros”

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El papa Francisco en la iglesia de San Simeón Bar Sabbae en Tiflis, Georgia. EFE

El Papa Francisco explicó que Jesús nunca abandonaría a un homosexual o a un transexual y que se les tiene que acompañar acoger, durante la rueda de prensa del vuelo de regreso de su viaje a Georgia y Azerbaiyán.El pontífice contestó hoy a las preguntas de los 70 periodistas, que le acompañaron en su regreso desde Bakú y entre ellas se le interrogó sobre qué opinaba de las personas transexuales, de aquellas con disfunciones hormonales o aquellas que cambiaban de sexo porque no aceptaban su cuerpo de hombre o mujer.”Cuando una persona con esta condición llega delante de Jesús, nunca le dirá vete porque eres homosexual”, dijo y agregó: “Las personas hay que acompañas como hace Jesús siempre”.

El transexual recibido por el Papa: “Muchos obispos te hacen agachar la cabeza y pedir perdón por existir”

“Después de ver al Papa, voy a misa, comulgo. No voy a revelar nunca lo que me dijo, pero si lees entre líneas…”. Diego Neria, el transexual español que el año pasado fue recibido, junto a su novia, Macarena, en el Vaticano, refleja su experiencia en El Despiste de Dios (Tropo). En una entrevista con eldiario.es, Neria denuncia a los “obispos de hierro” españoles, “una minoría muy dañina, un brazo armado anclado en el pasado y basado en el miedo”, que “hace mucho daño” a millones de personas.

Se confiesa creyente y practicante. ¿Se puede uno sentir a gusto en una institución como ésta?

Es complicado. Toda mi vida he tenido una fe inquebrantable, pero ha habido bastantes momentos en mi vida en los que he tenido que vivir esta fe en soledad, porque me encontraba una parte de la Iglesia que me rechazaba. No tanto por acoso como por determinadas preguntas, silencios… Nunca se me ha negado la comunión, entre otras cosas porque durante muchos años no me atreví a ir a la iglesia. Me he encontrado gente maravillosa, dentro y fuera de la institución, pero también una rama que, cuidado… Pero yo no quiero enfrentarme a ese sector.

Sería normal, hasta lógico, que alguien como usted sintiera un cierto odio hacia la Iglesia.

A mí me preguntan cómo después de todo lo que me ha pasado puedo seguir creyendo, y les contesto que para mí, la Iglesia es lo que estoy viviendo ahora. La Iglesia que se llama Bergoglio, que se llama padre Ángel, la iglesia que está al pie del cañón y no separando, la iglesia que está acogiendo y no juzgando. Ésa es la iglesia que yo he querido siempre. A mí me daba miedo querer al Dios que algunos presentan, el dios del látigo, la condena y el infierno, me producía temor… Luego vas avanzando y te vas dando cuenta de que no es el Dios que te habían pintado.

Obispos como el de Alcalá, Getafe, San Sebastián o Córdoba escriben pastorales hablando de aberraciones, de “aquelarres”.

Este Papa está abriendo puertas, está entrando un aire fresco en el Vaticano que yo creo que no había entrado nunca. Esto cambiará con el tiempo. Yo no lo conoceré. Me encuentro a miles de personas a diario, gente que está aterrada, que cree en Dios pero no se atreve a ir a la iglesia. Porque comentarios como los que hacen todos esos obispos hacen que la gente se asuste más, y se quede en cuarta fila, con la cabeza agachada y pidiendo perdón por existir. Ya no me duele por mí, pero me afecta por la gente que sufre: el daño que están haciendo a la Iglesia católica con ese tipo de barbaridades es brutal. Es una minoría muy dañina, un brazo armado anclado en el pasado y basado en el miedo, en esa bota encima de la cabeza… En el caso de la transexualidad, es la gran desconocida. Los obispos se atreven a hablar de gays, pero de transexualidad no.

¿Hay momentos en los que piensa que es usted un pecador o un enfermo como defienden algunos en la Iglesia?

Un pecador, por supuesto. Pero un enfermo, jamás. Te llaman enfermo, te dicen que eres un frívolo, vicioso, te llaman lesbiana… porque no saben. La transexualidad es un tema difícil de entender, y lo entiendo. Es complicado, nunca he pedido a nadie que me entienda. Pero que me dejen que siga mi camino. Por ejemplo, no puedo casarme por la Iglesia.

Cuenta en el libro que todo empezó con una carta que envió al Papa. ¿Qué decía?

Era un derroche de dolor y de enfado. No entendía nada, no entendía por qué la Iglesia no me quería. Eso era lo que le planteaba. Pasaron meses, y ya casi me había olvidado. Un buen día sonó el teléfono. De entrada, no creí que fuera él, le estuve vacilando… Me empecé a poner nervioso, él se reía, y me decía que tenía mi carta en la mano. Me dio dos o tres datos que solamente sabíamos él y yo. Esa conversación es la que menos recuerdo, porque hemos hablado más veces. Me dijo: escúchame, que quiero verte en Roma. Quedó en llamarme, y lo hizo. Todas las veces que he tenido contacto ha sido él quien ha llamado. No ha habido ningún intermediario nunca.

¿De qué hablaron?

Estuvimos hora y media con él. Se hablaron muchas cosas. Esa conversación se viene conmigo, con Macarena y con él. A mí me encantaría poder compartirla, pero no me pertenece a mí solo.

¿Ha cambiado su vida cristiana?

No pretendo hacer de esto un espectáculo. Cuando volví de Roma, tardé bastante tiempo en ir a comulgar, para evitar que hubiera medios, etc… Si me pilla en Sevilla, voy a mi Macarena como hermano macareno que soy, escucho mi misa y comulgo. Pero no pretendo ser un referente de nadie. Pero si se lee entre líneas, aunque no vaya a decir de qué hablamos, habrá gente que podrá vivir un poco más tranquila.

Un colegio concertado de Madrid compara la ley contra la homofobia con el fanatismo terrorista

El centro concertado Juan Pablo II de Alcorcón (Madrid) manda una carta a padres y alumnos que arremete contra la Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad aprobada por la Asamblea de Madrid.

ADRID.- El colegio concertado Juan Pablo II de Alcorcón (Madrid) ha mandado una carta a todos sus alumnos en la que su director, Carlos Martínez, arremete contra la Ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad aprobada en la Asamblea de Madrid, según ha difundido este miércoles la Cadena Ser.

Después de repasar los atentados terroristas que se han vivido este verano en Europa, Martínez denuncia que “nuestros políticos parece que se entretienen en generar problemas inexistentes y complicar las cosas”. Justo después nombra la ley contra la homofobia que ha aprobado la Comunidad de Madrid, la tacha de “absurda” y afirma: “Es dogmatismo acusar de discriminación a quien piensa diferente, es un despropósito pretender imponer una ideología a fuerza de sanciones. El parecido con el fanatismo terrorista es inquietante“.

En la carta —una misiva de bienvenida al nuevo curso para los alumnos y las familias del centro— el director asegura que “el islam o la ideología de género no son más que otros programas humanos y son maquinaciones condenadas a la disolución y al fracaso“.

Martínez adjunta y recomienda la lectura de la carta que firmaron los obispos de Getafé y Alcalá de Henares en contra la ley, en la que afirman que el texto “niega la diferencia sexual varón-mujer” y “pretende anular la enseñanza pública de la Biblia”.

El colegio Pablo II de Alcorcón separa a los alumnos por sexo. Chicos y chicas sólo están juntos en el comedor, el patio y durante las extraescolares.

Diego Neira, el primer transexual recibido en audiencia por el papa

El autor de ‘El despiste de Dios’ proyecta una fundación que luche por la igualdad

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Diego Neira, en la iglesia de San Antón de Madrid. / REPORTAJE FOTOGRÁFICO: CHRISTIAN GONZÁLEZ

La magnificencia de la basílica de San Pedro contrasta con la humildad de la iglesia de San Antón, pero sus caseros han abierto las puertas de ambos templos a la palabra deDiego Neira (Plasencia, 1966). Jorge Mario Bergoglio departió una larga hora y media con él, convirtiéndose en el primer transexual que fue recibido en audiencia por el papa. Elpadre Ángel apadrinó ayer su libro, El despiste de Dios (Tropo Editores), en un hospital de campaña que remienda las heridas de los desheredados.

“La obra no está dirigida a los gais o a los transexuales, sino a las personas que se sienten diferentes”, matiza Neira, acostumbrado a bregar con las barreras que han obstaculizado su camino hasta aquí. Un hombre feliz, menudo, que luce la perilla justa y no oculta su vanidad cuando posa ante el fotógrafo: “Agáchate un poquito, guapa”, le susurra a su novia, Macarena, que se quedó prendada de él hace tres años por su “corazón de oro”. Ella, auxiliar de enfermería, vive en Sevilla, aunque cuando están juntos son sol y sombra.

Diego hizo el tránsito “muy tarde”, a los cuarenta. Debió esperar a que se cumpliese el deseo de su madre, a la que le quedaba poco tiempo de vida. “Era mi bulldog y mi escudo. Estuvo trece años enferma, pero nunca quiso ser operada. Le aterraba el rechazo social y los quirófanos, por lo que me pidió que no diese el paso antes: Sé que no te voy a durar mucho, por lo que respétame mientras y luego ya haces lo que quieras”.

Cuando falleció, no tardó en tomar rumbo a Madrid. “Me hice una mastectomía porque lo primero que quería era quitarme el pecho”. Antes había tirado de vendajes y ropa holgada, evitado la piscina familiar para no enfundarse el traje de baño y coleccionado Madelmans, unos muñecos que rivalizaban con los Geypermans e impedían el paso de las muñecas a la habitación de los juguetes. “Escondía las partes de mi cuerpo que aborrecía y ni siquiera podía mirarme al espejo”.

Si la infancia fue difícil, “en la adolescencia todo saltó por los aires, porque empiezas a crecer para mal”. Diego no recuerda cómo se llamaba entonces: “Me duele demasiado, porque he necesitado muchos años para borrarlo de mi memoria”. Su familia, conservadora, siempre lo ha apoyado y él nunca cedió a las adversidades. “Mi fe ha sido inquebrantable y me ha mantenido en pie. He visto a Dios como un amigo y a la Iglesia como un puente hacia él, aunque no siempre ha cumplido mis expectativas”, afirma este católico que encontró una terapia en la escritura. Cuando las cosas venían mal dadas, en vez de descargar su frustración en los oídos de su madre, vertía las penas sobre el folio.

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Diego Neira y su pareja, Macarena, con la que tiene previsto casarse el próximo año. / CHRISTIAN GONZÁLEZ

El encuentro con el papa le motivó a escribir el libro, en el que refleja su lucha para ser aceptado por la sociedad. “Podría haber sido un reproche, porque la Iglesia armada e histérica me ha hecho un daño brutal”, afirma Neira, quien prefirió que el volumen fuese un asidero para sus semejantes. “Es la humilde historia de una persona que lo ha pasado muy mal, pero que es consciente de que todo puede cambiar. Nunca hay que sentirse solo ni tirar la toalla”. Un hombre que vio la luz tras encontrarse con otro llamado Francisco: “Mandé un sueño a Roma pensando que no se iba a hacer realidad y, cuando me di cuenta, estaba sentado a su lado”.

A su regreso, Diego acaparó la atención de la prensa mundial: un transexual es recibido por el papa tras escribirle una carta. “Hay quien pensó que se trataba de una campaña demarketing”, sonríe este funcionario del Ministerio de Agricultura. “Para mí, en cambio, ha sido como rozar el cielo. Bergoglio es un hombre sencillo con unas ganas tremendas de que entre aire fresco en la institución. No me quiero morir sin volver a verle”.

También tiene otros dos deseos: “Crear una fundación que transmita el mensaje de que no somos diferentes” y casarse con Macarena, con la que ha sentado la cabeza después de picar aquí y allá: “Siempre tuve novias heterosexuales”, presume. “En el amor fui un bala”. Si todo va bien, la boda se celebrará el año que viene. “Tengo cincuenta añitos y ya va tocando”, ironiza Diego, quien rechaza la idea de tener hijos. “Tras pasar la crisis de quiero ser padre y no puedo, ahora no tengo tiempo para criar churumbeles”, sonríe a espaldas de un crucifijo.

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Diego Neira, autor de ‘El despiste de Dios’, en la iglesia de San Antón de Madrid. / CHRISTIAN GONZÁLEZ

Mi hijo se viste de princesa, ¿y qué?

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El hijo de Jaione, vestido de princesa. @nirosaniazul

“Mamá, quiero el vestido de Anna”, dijo el niño. “Mi amor, tú quieres el traje de Kristoff, no el vestido”, contestó la madre. “No mamá, quiero el de la princesa Anna de Frozen”, contestó el pequeño enfadado. “No se puede. Tú eres hombre, Jorgito, los vestidos de princesas son para las mujeres”.

Lo cuenta Debbie Chamlati, bloguera y diseñadora gráfica mexicana. Se trata de otro de esos muchos niños a los que les gusta vestirse de princesa y que son vistos como bichos raros por el resto de la sociedad.

El último de la lista ha sido el vástago de la actriz Charlize Theron, quien sufrió un aluvión de críticas cuando su pequeño Jackson, de cuatro años, salió a la callecon una trenza rubia como la de la reina Elsa de Frozen, la película que ha cautivado a los niños de medio mundo.

Charlize Theron camina junto a su hijo Jackson disfrazado de Elsa.

Charlize Theron, con su hijo con la trenza de Elsa.

“¿Cómo es legal que Charlize Theron deje que su hijo lleve vestido y peluca?”, llegó a escribir el famoso presentador estadounidense Brian Williams. Pero éste no fue el único reproche que recibió la artista, ya que muchas personas la calificaron como rara, loca o mala madre.

El caso de Charlize Theron no es el único. La cantante Adele también se paseó por un parque de atracciones en California con su retoño Angelo caracterizado de su personaje favorito: la princesa Anna. En esta ocasión, la artista sufrió algún que otro dardo, pero, curiosamente, muchos alabaron que plantase cara a los tópicos. “Adele le hace una peineta a los roles de género y deja que su hijo vista como Anna de Frozen para ir a Disneylandia”, afirmaba en un tuit Freddy Amazin, estrella de las redes sociales en EEUU.

Ataques verbales

La polémica no sólo afecta a las famosas. Algunas madres anónimas también han tenido que salir a la palestra en sus blogs o en las redes sociales para defenderse de los ataques verbales recibidos.

Así le sucedió a la joven Haylee Bazen en EEUU, que decidió relatar el incidente en Facebook: “A la mujer en la parada del autobús que sintió la necesidad de interrumpir mi conversación con mi hijo. No lamento que no te gustara la manera en la que se había vestido mi hijo y no lamento que no te gustara nuestra conversación sobre cuál es nuestra princesa Disney favorita (Blancanieves, obviamente).

Zackary es mi hijo de 3 años y puede ser quien quiera. Hoy él era una princesa Disney y sí le envié al colegio vestido de esa manera. ¿Por qué? Porque es lo que quería llevar puesto, porque quería enseñarle a sus profesores y amigos su vestido de Elsa, porque quería cantar Let it go para divertirse, porque no comprende los estereotipos de género que tú crees que debe seguir. Él juega con coches y muñecas, princesas y piratas. Conduce su moto y lleva su cochecito. Así que la próxima vez que nos veas, vestidos como una princesa o cowboy, guárdate tus miradas de desaprobación”.

La respuesta de Bazen se convirtió en viral y provocó un encendido debate entre los que opinaban que el pequeño no estaba recibiendo la educación adecuaday los que aplaudían que esta madre vistiese a su hijo como le daba la gana.

Los incidentes se repiten. Jen Anderson Shattuck, una mujer de Plymouth,también fue increpada porque su retoño llevaba un tutú y generó una campaña de apoyo con el hashtag #TutusForRoo en la que varios hombres posaban con la citada prenda. Incluso hay un libro ‘Mi niño princesa’ que se convirtió en un best seller en EEUU tras relatar las peripecias de Dyson, un crío al que le gustaban las tiaras y los juegos de chicas.

niño con tutu

Este pequeño desató la campaña #TutusforRoo.

Pero, ¿por qué despierta tanta animadversión que un niño se disfrace de princesa? ¿son realmente bichos raros? ¿Hay que permitirlo o prohibirlo?

“Los juguetes están hechos para que los niños se desarrollen y experimenten. Son ellos los que tienen que elegir el juguete que les hace sentir bien. Además, el disfraz es un tipo de juego en el que el niño quiere ser otra persona. Y, por tanto, no tenemos que preocuparnos si un chiquillo quiere disfrazarse de princesa. No tiene nada que ver con un trastorno de género”, explica Laura Górriz, psicóloga infantil de la clínica barcelonesa Corachan.

Górriz sostiene que aunque se trata de casos aislados, cada vez son más los críos que desean vestirse de princesas, máxime con el bombardeo publicitarioque sufren a diario.

“Los medios de comunicación y la publicidad juegan un papel muy importante en la cabeza de los niños. La campaña publicitaria de Frozen fue enorme y los niños han interiorizado sus personajes”, argumenta.

Jaione, madre española autora del blog ‘Más allá del rosa o azul’, también tuvo que salir al paso de las críticas cuando colgó en Instagram una foto de su hijo jugando con una muñeca. Ante los reproches recibidos, Jaione contraatacó con otra imagen del chiquillo vestido de princesa.

“Creo que quien ve un problema en esta escena (foto de arriba), es quien realmente lo tiene. Y no mi hijo. Ayer escribía que no hay juguetes de niños ni de niñas, sino simplemente juguetes. Para mi sorpresa, hay quien me comentó o me escribió diciendo que mi hijo tendría problemas (o que yo los tendría) si le dejaba vestirse o jugar con determinadas cosas de chicas. Los niños nacen sin estereotipos ni prejuicios, deseosos de explorar y descubrir sin límites. Somos nosotros, los padres, la sociedad, el entorno, quienes les moldea y les inculca ideas preconcebidas”, declara.

Ante todo, naturalidad

Pese a la controversia generada con el tema, los psicólogos quitan importancia a estas situaciones y opinan que los padres deben tratar la situación con naturalidad. Por supuesto, no es lo mismo que se disfrace un niño de cinco años a que lo haga uno de 12 cuando se está produciendo el proceso de la identidad sexual.

En cualquier caso, no se debe reprimir la tendencia natural de cada crío: “Tú no vas a propiciar que tu hija tenga o no una tendencia sexual porque le dejes o no vestirse de una manera u otra”, asegura Natalia García, psicóloga infantil de la clínica del doctor Quintero.

Otro factor que hay que tener en cuenta son los referentes del pequeño: si está rodeado de hermanas y primas, es normal que se quiera disfrazar de mujer.

Es el caso de Asher, un niño que todas las mañanas quería vestirse como su hermana mayor. En un primer momento, su padre, el actor y escritor Seth Menachem, intentó presionarle para que se pusiera ropa de chicos, pero luego consideró que no estaba actuando de manera correcta y le dejó hacer.

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Seth Menachem, con un vestido y sus dos hijos.

Al principio, le daba vergüenza acudir a sitios públicos con su vástago vestido de chica, pero, poco a poco, se fue acostumbrando, aunque tuvo que escuchar preguntas como: “¿Quieres otra niña?” o “¿Pretendes que sea gay?”.

Ésta era la respuesta que Menachem les daba: “Les expliqué lo mejor que pude que no hay una correlación entre vestirse de mujer y ser gay. Si mi hijo es gay no será por lo que yo hice. Y tal vez se trate de una etapa o tal vez no. Pero no quiero que sienta que no pudo expresarse porque sus padres no lo apoyaron”.

En su opinión, “no hay razón para que los padres sofoquen la creatividad de sus hijos cuando se hace de una manera sana”. “Tristemente, a lo largo de sus vidas su creatividad la truncarán muchas veces. Déjenlos que disfruten. Quizás quieren probar una nueva identidad. Pero no es usted quien lo debe definir”, confesó a la BBC Menachem, quien no dudó en salir él mismo a la calle con un vestido cuando se lo pidió su hija Sydney.

Tras todas estas polémicas subyace la tesis del sexismo en los juguetes y la vigencia de los estereotipos: los niños tienen que jugar a los coches y al fútbol y las niñas a las muñecas y a las tareas del hogar. Así lo piensa Jaione, que precisamente creó su blog ‘Más allá del Rosa o del Azul’ para combatir estos prejuicios.

“A mi hijo le gustan las cocinitas, pero todas son rosas. Muchas niñas quieren jugar al fútbol, pero no las dejan. El problema no está en ellos, sino en la visión sesgada de los adultos. ¿Por qué nos supone un problema ver a un niño disfrazado de princesa?”, se pregunta la bloguera.

Cada vez surgen más voces en favor de fomentar la igualdad en el juego y nacen con fuerza campañas como Let Toys be Toys (dejad a los juguetes ser juguetes) para concienciar a las empresas y a los publicitarios de que dejen de limitar la imaginación de los chavales al promocionar juguetes en función del género.

No obstante, algunos psicólogos consideran que existe una tendencia natural de los niños a jugar con coches y balones y de las niñas a hacerlo con muñecas, como se ha comprobado en distintos experimentos. Sin embargo, aquellos chiquillos que no secundan la norma son aislados del grupo. “Tenemos muchos niños en terapia a los que no les gusta el fútbol y quedan bastante excluidos o niñas a las que les agrada este deporte y también son rechazadas”, indica Eva Hernández, psicóloga infantil.

Por eso, muchos educadores y psicólogos reclaman que se deje de seguir educando a los chavales de manera diferente. Al fin y al cabo, se trata de queaprendan jugando.

 

Una mujer transexual, primera soldado británica en el frente de batalla

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La soldado Chloe Allen, en una entrevista al diario ‘The Sun’.

Una mujer transexual de 24 años se ha convertido en la primera soldado con un puesto de combate en primera línea en la infantería del Ejército británico, ha informado la cadena pública BBC.

En julio, el entonces primer ministro del Reino Unido, David Cameron, levantó el veto que ha impedido hasta ahora a las mujeres participar en misiones en el frente de batalla.

Chloe Allen, que se unió a la guardia escocesa en 2012, ha cambiado de forma oficial su nombre -anteriormente Ben- y ha iniciado una terapia hormonal.

Si bien el proceso oficial para reclutar a mujeres para puestos de infantería no comenzará hasta finales de este año, la Armada británica ha decidido mantener a Allen en su puesto de combate una vez registrada como mujer.

Estoy encantado de contar con nuestra primera mujer sirviendo en una unidad de combate sobre el terreno. La Armada británica está realmente probándose a sí misma como una organización inclusiva, donde todo el mundo es bienvenido y puede prosperar”, afirmó el general James Everard.

Allen, fusilera y conductora de camiones blindados, afirmó al tabloide ‘The Sun’que espera que su ejemplo sirva para “inspirar a la gente a salir y ser ellos mismos”.

“No es tan malo como la gente cree. Se hace mucho más fácil cuando tienes a tus compañeros y tus jefes de tu lado“, señaló la soldado.

Un año después de explicar su condición a sus familiares amigos, Allen comunicó a sus superiores en el Ejército que tenía intención de convertirse en mujer.

“No fue nada fuera de lo ordinario. Fue como hablarle a mi jefe de una cuestión de trabajo. Es una persona muy abierta”, relató la soldado.

Andalucía impulsa una campaña internacional contra la transfobia en México

Mujeres trans mexicanas exhiben las quejas presentadas ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminacion

Mujeres trans mexicanas exhiben las quejas presentadas ante el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminacion

Una campaña internacional impulsada desde Andalucía contra la transfobia en México trata de llamar la atención de “graves manifestaciones de odio, transmisoginía e incitación a la violencia contra la población trans y con especial mención a las mujeres trans” difundidas por dos canales de internet.

Mar Cambrollé, presidenta de la asociación andaluza ATA-Sylvia Rivera, impulsora de la campaña y coordinadora en Europa, ha informado a este periódico de una carta que será enviada al Congreso de la Unión de México, a la Suprema Corte de Justicia de la Nación y al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminacion (Conapred) para apoyar a la Red Sororitaria de Personas Trans por la Dignidad (Respetrans) y presionar a dichos organismos para que condenen el contenido y sus autores sean sancionados.

Según se expone en la misiva, los videos de los canales Double Trouble ( ‘Los transexuales dan asco’, ‘Me cago en los transexuales’ y ‘Odio a los transexuales’) y Toloache ( ‘Las chicas trans no son mujeres’) utilizan para su difusión la red YouTube, de repercusión mundial. También pide el cese de la responsable de grupos vulnerables del partido mexicano Movimiento Ciudadano, Teresa Manzanares, por su influencia social y política, quién afirmó en el programa del ‘Toloache’ lo que da título al mismo, “las chicas trans no son mujeres”.

la campaña se han adherido ya más medio centenar de organizaciones de todos los ámbitos, incluidas entidades trans, las grandes federaciones LGTBI de ámbito estatal, las áreas LGTBI de los partidos políticos, tres diputadas de la Asamblea de Madrid y cuatro europarlamentarios.

La carta recuerda que, según un informe de la Comisión Ciudadana contra los Crímenes de Odio por Homofobia, en los últimos 19 años se han registrado 1.218 homicidios contra la población LGTBI. De igual modo, Transgender Europe en su informe de 30 de abril de 2016 indicó que entre 2008 y 2015 fueron asesinadas en México 229 personas trans, lo que sitúa ambos informes a México como el segundo país del mundo donde más asesinatos se cometen por odio hacia las personas trans y LGTBI, si bien lugares como África, China o Rusia no están rastreados.

Respetrans ha presentado quejas ante el Consejo para Prevenir la Discriminación (COPRED) y ante Conapred “sin que hasta el momento ambos organismos se hayan pronunciado condenando y sancionado a los autores de dichas campañas lesivas y graves para una población ya de por si carente de derechos sociales, civiles y vulnerables a la violencia”. También ha mantenido reuniones con responsables del partido Movimiento Ciudadano “quienes, al parecer, hasta el momento no asumen la responsabilidad social y política de la señora Teresa Manzanares, por la gravedad de sus afirmaciones”.

Discriminación por orientación sexual

El documento celebra las iniciativas hechas por el presidente de la República de los Estados de México, Enrique Peña Nieto, el pasado 17 de mayo, coincidiendo con el Día Mundial contra la Homofobia y Transfobia, de extender a todos los estados de la unión, el matrimonio igualitario y el reconocimiento legal del sexo y género en las actas de nacimiento de las personas trans.

También resalta que la Ley para Prevenir, Combatir y Eliminar Actos de Discriminación en el estado de México no prevé expresamente la preferencia u orientación sexual, ni la identidad y expresión de género. En cambio algunos estados tipifican como delitos la discriminación por orientación sexual (Aguascalientes, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Colima, Distrito Federal, Durango, Tlaxcala, Veracruz, y Quintana Roo).

La carta apuesta por la incorporación de medidas legislativas y administrativas para prohibir y erradicar el trato discriminatorio, ofensivo y vejatorio con motivo de la identidad y expresión de género que sufren las personas trans en todos los ámbitos, espacios, instancias y organismos. “La ausencia de una atención eficaz y oportuna hacia la población transexual y transgénero en general,  pone en riesgo el sistema de libertades, la integridad y la protección de los derechos humanos de las personas de dicha población, situación que no abona en la construcción de una mayor cultura de la legalidad y de respeto a los derechos humanos en México”, concluye.

Las entidades y personas firmantes solicitan a todas las instancias la condena pública “de estos graves hechos”, calificándolos de incitación al odio, así como una sanción ejemplar a los autores de dichas redes sociales que sirva para disuadir y acotar el fomento del odio y la violencia, así como solicitar la clausura de las mismas. También solicitan el cese de su cargo de cualquier político o política que promueva públicamente discursos, sexistas, machistas, misóginos y de carácter LGTBIfóbicos.