No hay un cerebro masculino y otro femenino

El volumen de las distintas regiones cerebrales (en verde, más grande y en amarillo, más pequeña) de 42 personas muestra cómo se solapan el cerebro masculino y el femenino

El volumen de las distintas regiones cerebrales (en verde, más grande y en amarillo, más pequeña) de 42 personas muestra cómo se solapan el cerebro masculino y el femenino. / ZOHAR BERMAN Y DAPHNA JOEL

Un estudio con centenares de imágenes de cerebros de hombres y mujeres no ha encontrado pruebas de que existan un cerebro masculino y otro femenino. Aunque hay algunas diferencias anatómicas en determinadas áreas en función del sexo, estas no permiten dividir a los humanos en dos categorías. En realidad, el cerebro de cada uno es un mosaico con elementos tanto femeninos como masculinos.

Ideas como las de la inteligencia emocional, éxitos comerciales como el reciente libro El cerebro femeninoo, en el siglo pasado, la saga de Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, abonaron el terreno al dimorfismo sexual del cerebro. Si hay diferencias entre hombres y mujeres en otras parte de su anatomía, en particular los genitales, ¿por qué no va a haberla en el cerebro? Y si la hay en lo físico, en el cerebro, igual también se da en lo esencial, la mente.

Sin embargo, no hay pruebas de que, desde el punto de vista de su materia gris, materia blanca, conexiones neuronales o el grosor de la corteza cerebral, el cerebro de una mujer y de un hombre sean diferentes por el simple hecho de su sexo. Más bien, las pruebas apuntan a lo contrario. En uno de los mayores estudios que se han realizado, un grupo de investigadores israelíes, alemanes y suizos han comparado la anatomía de 1.400 cerebros de hombres y mujeres para concluir que, más que dos categorías, lo que hay es un mosaico cerebral.

“En lo genital, hay diferencias según el sexo que se van sumando hasta crear dos tipos, los genitales masculinos y los genitales femeninos”, dice la investigadora de la Universidad de Tel Aviv y principal autora del estudio, Daphna Joel. “Sobre el 99% de las personas tienen genitales masculinos o femeninos y solo unos pocos tienen ya sea órganos genitales cuya forma está entre las formas masculina o femenina, o bien tienen algunos órganos con la forma masculina y otros con la femenina. Son los que llamamos intersexuales”, añade.

Sin embargo, el hermafroditismo cerebral es la norma y los cerebros 100% masculinos o femeninos son la excepción. “Más bien, lo que hay son muchos tipos de cerebros”, sostiene Joel. “Además, el tipo de cerebros que solo presentan características más prevalentes en los hombres que en las mujeres son muy raros, tan raros como el tipo de cerebros con un perfil que predomine entre las mujeres”, añade.

Para sostener estas afirmaciones, Joel y sus colegas recopilaron imágenes del cerebro de voluntarios de varios proyectos científicos. Además de la heterogeneidad de la muestra (un total de 1.400 personas), su investigación, recién publicada en PNAS dispone de una fortaleza extra. Las neuroimágenes se obtuvieron con distintas tecnologías y métodos para evitar sesgos. Mientras unas determinan mejor el grosor de la corteza cerebral, otras registran la estructura y dimensiones de las distintas áreas del cerebro.

Uno de los estudios, por ejemplo, se apoyó en imágenes del cerebro de casi 300 personas (169 mujeres y 112 hombres). Usando la técnica conocida como morfometría basada en vóxel (VBM, por sus siglas en inglés) que les permitió establecer el volumen de materia gris de 116 áreas del cerebro.

“No hay ninguna región en nuestras muestras que revele una clara distinción entre una forma masculina y una forma femenina, es decir, que se presente de forma evidente solo en los hombres o solo en las mujeres”, destaca Joel. “En realidad, hay un alto grado de superposición entre mujeres y hombres en todas las regiones estudiadas”, añade. Aún así, se quedaron con las 10 zonas que mostraron mayor contraste en función del género. Fue el caso de los dos lados del giro frontal superior, del núcleo caudado o los dos hemisferios del hipocampo, todas por debajo de un nivel estadísticamente significativo.

Con estas diez áreas pudieron crear una especie de continuo desde el extremo masculino al extremo femenino. El cerebro de apenas el 1% de los hombres y solo el 10% de las mujeres caía en cada extremo y un tercio de las personas tenían cerebros anatómicamente intermedios. Las pruebas las repitieron con otras muestras de personas y tecnologías, como la de imagen por tensores de difusión, con la que se puede establecer la conectividad entre las distintas zonas del cerebro. En todas ellas, los resultados fueron similares.

“La mayoría de los humanos tienen cerebros compuestos por mosaicos de características que los hacen únicos, algunas son más comunes entre las mujeres en comparación con los hombres y otras lo son más en los hombres respecto de las mujeres y aún otras son comunes tanto a hombres como a mujeres”, comenta la investigadora israelí.

Las teorías sobre la diferenciación sexual en el cerebro cobraron fuerza a mediados del siglo pasado. Pero, como comenta el investigador del Neurocom y profesor de la Universidad de Coruña, Xurxo Mariño, “aquellos trabajos se centraron en la sexualidad, en especial en el estudio de la emergencia de la homosexualidad”. Algunos se empeñaron en encontrar características anatómicas que la explicaran y encontraron algunas, como el menor tamaño de una estructura cerebral llamada estría terminal en las mujeres y también en los hombres transexuales.

Los estudios entonces estaban basados en cuestionarios o en muestras cerebrales post mortem, no en observaciones directas del cerebro de personas vivas y sus diferencias anatómicas. Esto es algo que solo la moderna tecnología de neuroimagen está permitiendo. Aún así, recuerda Mariño, “ya en 1948 hubo quien habló más de un continuo cerebral que de categorías dicotómicas”. Fue el biólogo Alfred Kinsey quien, con sus escala sobre la orientación sexual, se adelantó al estudio actual.

Soy una pervertida sexual

Salirse de las normas sociales establecidas

En 1987 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría ya se encargó de eliminar esta expresión de la terminología psiquiátrica mundial

 

Salirse de las normas sociales establecidas

  • ANA SIERRA

Sí, lo soy, y estoy encantada de serlo. Puede que como usted o su vecin@, aunque no lo quieran reconocer. Sin ánimo de ofender en absoluto, únicamente haciendo énfasis en cómo nos catalogaría la sociedad si realmente conociera nuestros más profundos deseos e incluso, las prácticas sexuales que llevamos a cabo en nuestra mente y con nuestro cuerpo y los ajenos.

Amiga de la perversión

Una persona pervertida muestra tendencias sexuales consideradas socialmente negativas o inmorales que se alejan de “lo normal”. En 1987 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría ya se encargó de eliminar esta expresión de la terminología psiquiátrica mundial.

Cada uno tenemos nuestras pequeñas parafilias o desviaciones de la norma, aunque el límite entre estas y el interés sexual inusual sea bastante difuso. Por tanto, no tendríamos que ir a consulta por las mismas si no generan daño a los demás ni a uno mismo, o malestar subjetivo, ni son restrictivas o nos generan dependencia, obsesión o compulsión, básicamente.

Tengo mi mente llena de erótica, pienso bastante en estos aspectos a lo largo del día, sin llegar a la obsesión, por supuesto. Una maravillosa ‘deformación’ profesional quizá y sinceramente, lo considero un auténtico logro. Fantaseo todo lo que puedo, menos de lo que quisiera, aunque no desee poner en práctica cada historia que mi mente creativa me muestra. Bien porque no me apetece o porque me generan temor las consecuencias personales, emocionales y sociales que pudieran traer. Muchas quedan en mi imaginario y las disfruto allí.

Sexualidad fuera de “lo normal”

Salirnos de la norma moral establecida puede generarnos conflicto, aunque también nos suele excitar la erótica de lo prohibido. Pero, ¿quién puede determinar qué debo desear, cómo y cuándo?

Es curioso que en Estados Unidos aún exista el delito de sodomía al practicar sexo anal y las relaciones coitales sin casarse estén prohibidas en según qué estado. ¿Lo cumplirán las personas solteras? China prohíbe mirar a los pies de las señoras y Rusia los besos muy apasionados en público. Sí, increíble pero parece ser cierto.

¿Qué es ‘lo normal’ en la sociedad española?

Seguimos siendo una sociedad coitocéntrica. “¿A qué edad mantuviste tu primera relación sexual completa?” Me preguntó un ginecólogo. Yo contesté: “¿Completa?, ¿Se refiere a satisfactoria?” Él, sonriendo enternecido por mi ignorancia, me comentó lacónico: “No mujer, coital”. Dio por hecho que tenía que practicar el coito, pero a mi historial clínico parece que no le importa si disfruto con ello.

Si la gran mayoría no quiere reproducirse cada vez que mantiene relaciones sexuales, ¿por qué seguir realizando con tanta frecuencia la única práctica natural que nos llevaría a ello? Tampoco es reconocida como la más placentera físicamente, sobre todo por las mujeres. Recordaré que, salvo la llamada plataforma orgásmica, que supone el primer tercio de la vagina, esta es bastante insensible en comparación con el clítoris por ejemplo. El coito vaginal es práctica de riesgo para el embarazo no deseado y una de las más arriesgadas en cuanto a infecciones de transmisión sexual, si no se ponen los medios adecuados. Sin embargo, es algo psicológico y social. Aunque aparezca dolor, se desea y generalmente, no nos sentimos normales si no lo practicamos.

La falocracia, o culto al pene erecto y vigoroso, sigue siendo muy común en nuestra cultura y sin éste no podemos conseguir la penetración tradicional. Así que ya sabe, si no hay erección, no puede mantener relaciones sexuales completas ni satisfactorias y es ‘anormal’ y si hace alguna otra práctica sin contar con su pene, es un pervertido. No lo digo yo, lo dice nuestro marco referencial social y cultural, cargado de modelos erróneos pero que aceptamos y creemos apropiado.

Además somos monógamos, aunque sucesivos, al menos de cara a la galería. Aunque la doble moral está muy extendida, no sólo en nuestro país. Heteronormativos, seguimos pensando en hombre y mujer al hablar de pareja y la homofobia sigue vigente en nuestros días.

La deseabilidad social nos hace esclavos sexuales. Tememos expresarnos libremente y no ser aceptados, lo que genera disfuncionalidad y pacientes en las consultas. El miedo a ‘no dar la talla’ o no sentirnos representativos de nuestro género, es bastante recurrente. Somos una sociedad sexista, en la que si no cumplimos con lo que se espera de nosotros, nos sentimos rechazados y anormales. Los estereotipos de género, construidos social y artificialmente, suelen generar displacer y bloquear nuestro sistema fisiológico innato, al igual que nuestra capacidad de disfrute.

Otros factores, como la edad biológica o la fértil, nos marcan las prácticas consideradas apropiadas en nuestra cultura. A qué edad podemos empezar a tener relaciones genitales o debemos dejar de tenerlas es un imperativo social y no siempre natural. Por ejemplo, en la senectud podemos tener una sexualidad muy despierta, funcionar bien fisiológicamente y, aunque no fuera así, tener un deseo estupendo y disfrutar la sexualidad de manera plena. Y en la infancia encontramos que muchos niños y niñas, estimulan sus genitales desde los 2 o 3 años, sin intencionalidad sexual pero obteniendo placer.

Nos llegó una pregunta sobre estos temas al consultorio sexozen@elmundo.esreferente a la normalización de nuestra sexualidad. Creí interesante contestarlo en esta ocasión:

“Tengo una relación con un hombre mayor y aunque tiene orgasmos, yo no noto que eyacule. Le gusta el sexo oral pero como preámbulo, nunca quiere llegar al orgasmo en mi boca. A veces se lo he propuesto y evita hablar del tema (no sé si le acompleja que note que no hay semen o muy poca cantidad). Incluso he llegado a pensar que a veces finge los orgasmos. ¿Está teniendo orgasmos? ¿Es normal llegar al orgasmo sin eyacular siempre?

Realmente la única manera de conocer si alguien tiene orgasmo o no es preguntarle y confiar en su respuesta. Lo habitual es que orgasmo y eyaculación vayan de la mano, pero no siempre sucede así pues son dos fenómenos diferentes en realidad. Si la persona no presenta ningún problema médico que pueda generar esta situación, no debemos asustarnos, en absoluto.

Por otro lado, las prácticas sexuales como el sexo oral no gustan a todas las personas, independientemente de su edad, sexo o género, y es una cuestión muy personal. La comunicación es fundamental en este caso y podréis ajustaros y conseguir disfrutar plenamente de vuestras relaciones sin mayor preocupación. La seducción, y nunca la exigencia, es siempre nuestra aliada en el campo sexual. Quizá le pueda seducir para que desee realizarlo.

En cuanto al complejo, por la supuesta escasa cantidad de esperma eyaculado, es bastante recurrente. Le comentaré que el volumen habitual por eyaculación suele variar de 1.5 a 5.0 mililitros, pero no tenga en cuenta este dato ni se ponga a medirlo pues no todos los hombres son iguales, ni es necesario eyacular esa cantidad para ser más o menos fértil, la calidad del esperma no tiene que ver con la cantidad del eyaculado. Eyacular menos se debe a diversos factores como la idiosincrasia fisiológica o haber eyaculado recientemente. Si deseamos que nuestra pareja eyacule una mayor cantidad es por una cuestión erótica aprendida socialmente, a través de las películas pornográficas, por ejemplo. Estas nos muestran eyaculaciones cuantiosas y espectaculares, con lanzamientos vigorosos casi olímpicos. Pero es una película y tienen sus trucos para ello. Se entrenan, repiten escenas y se editan después o bien, ingieren zumo de tomate, como algún actor de la industria pornográfica ha confesado, pues parece que aumenta la cantidad de esperma. Podríamos probarlo pero, ¿para qué? Si es por un deseo erótico, adelante, haga realidad su fantasía si lo considera. Pero que nos cuenten películas no significa que tengamos que creérnoslas.

No se compare con nadie, la norma sólo nos indica el quehacer de la mayoría, que no siempre es acertado, lógico, placentero ni coincide con lo que usted desea.

Le invito entonces al mundo de la nueva ‘perversión’ sana, placentera y consentida, si lo desea.

*Ana Sierra es psicóloga y sexóloga https://about.me/AnaSierra

Tener sexo más de una vez a la semana no se asocia con mayor felicidad

Expertos defienden que lo importante no es la cantidad sino la adecuación de la rutina sexual a cada pareja y a sus necesidades

En una pareja estable, la frecuencia de las relaciones sexuales es importante, pero para ser feliz no es imprescindible tener sexo todos los días. El sexo es importante pero “más no siempre es mejor”. Esta es la conclusión a la que ha llegado un estudio que publica la revista Society for Personality and Social Psychology.

“¿Es cierto que mantener relaciones sexuales con más frecuencia se asocia con un mayor bienestar?”, pregunta el documento de esta investigación. “Aunque el sexo con más frecuencia se asocia con una mayor felicidad, esta relación ya no es significativa cuando se da más de una vez a la semana”, asegura la investigadora principal del estudio, Amy Muise del departamento de Psicología de la Universidad de Toronto-Mississauga. De este modo, “nuestros hallazgos sugieren que es importante mantener una relación íntima con la pareja, pero no se necesita tener sexo todos los días“, señala Muise.

Diversas publicaciones y artículos han afirmado que cuanto más sexo se tiene en una relación, mejores niveles de bienestar tendrá. Sin embargo, este estudio dividido en tres y sostenido sobre encuestas a 30.645 personas realizadas a través de cuatro décadas, muestra otra cosa. Sus conclusiones sostienen que la frecuencia sexual de más de una vez por semana ya no está tan necesariamente asociada al bienestar o la felicidad.

Además, se vio que esta la asociación frecuencia sexual y bienestar sólo es importante para las personas que mantienen una relación, y no para las personas solteras. “Es posible que para los solteros, el vínculo entre el sexo y la felicidad depende de una serie de factores, como por ejemplo, el contexto en el que se produce la relación, o lo cómodo que se sienta la persona con el sexo fuera de una relación”, señala la especialista.

Otro de los hallazgos en uno de los tres estudios realizados es que no se encontró un fuerte vínculo entre la frecuencia sexual y la satisfacción general de vida, sin embargo las parejas dijeron tener más satisfacción con sus relaciones cuando la frecuencia era de una vez por semana, sin beneficios evidentes de mantener relaciones sexuales con más frecuencia. “Los hallazgos del estudio no significan necesariamente que las parejas deben tener más o menos relaciones sexuales para alcanzar el promedio semanal, sino que los miembros de la pareja deben discutir o acordar si se están cumpliendo sus necesidades sexuales”, dijo Muise.

De este modo, y a modo de conclusión, “es importante mantener una relación íntima con su pareja, sin poner demasiada presión en mantenerlas con tanta frecuencia”, insiste la especialista.

El sexo, mejor de calidad

“Las relaciones sexuales son de gran importancia en una pareja ya que responde a necesidades muy distintas como la comunicación, la confirmación del vínculo o la autoimagen”, afirma a EL MUNDO el psicólogo, Juan Macías especialista en terapia de pareja. Por ello, es muy importante cuidar la sexualidad de una pareja.

Ahora bien, es cierto que “tener mucho sexo no siempre es un buen indicador pues se pueden neutralizar algunas de las facetas que entran en juego en una relación sexual. Por ejemplo, que no sea predecible ni se sienta como una obligación o que exista la posibilidad de seducir. Lo importante, por tanto, no es tanto la cantidad, sino la adecuación de la rutina sexual a cada pareja y a sus necesidades individuales”, mantiene Macías.

Por su parte, Cristina Martínez, psicóloga y sexóloga del centro Alhambra Psicólogos añade, en la misma línea, que lo importante realmente, es tener sexo de calidad y no tanto de cantidad. Sin embargo, es preciso destacar que la calidad no significa llegar al orgasmo ni hacer ‘equis’ posturas, ni nada de eso. “El buen sexo requiere tiempo, un factor muy importante y que, por el estilo de vida que llevamos en la actualidad, a veces es difícil conseguir. Ese tiempo implica una conexión con la pareja, porque la excitación comienza antes que en la cama”, afirma.

Es importante romper con la rutina sexual, porque con ella se puede caer en la insatisfacción. “La comunicación, la complicidad, la confianza, la sensación de ser visto etc, son aspectos fundamentales a cuidar en una relación de pareja porque todo ello, también forma parte de la intimidad”, añade la experta.

De hecho, uno de los factores importante es la pareja es fomentar lo que algunos psicólogos llaman ‘la sexualidad de pasillo‘ Es decir, alimentar las caricias, los detalles diarios y las muestras de cariño durante todo el día, no sólo en la cama. Todo ello, también forma parte de la sexualidad y de la intimidad de una pareja, no sólo los encuentros sexuales, como tal.

El sexo es por tanto, un elemento principal en una pareja, como dicen los expertos, no es lo único pero sí es imprescindible, sin embargo también es importante para que relación de pareja funcione y sobreviva el paso del tiempo hacer planes en común y tener juntos como pareja, nuevos retos, ilusiones y expectativas.

El golf, la gula y el sexo ‘impropio’, prohibidos para los funcionarios chinos

Desde el 12 de octubre, estas prácticas se consideran corruptas y vedadas para los 88 millones de miembros del Partido Comunista

Dos policías chinos hacen guardia ante el tribunal que juzgó al ex dirigente chino Bo Xilai por corrupción

Dos policías chinos hacen guardia ante el tribunal que juzgó al ex dirigente chino Bo Xilai por corrupción. JASON LEEREUTERS

Desde hoy, todo aquel funcionario chino que juegue al golf, sucumba a la gula o entable relaciones sexuales “impropias” podrá ser sancionado por infringir las nuevas normas del código moral ético del Partido Comunista, que ha pasado a considerar estos quehaceres como prácticas corruptas para sus 88 millones de miembros.

Las nuevas medidas, aprobadas el pasado día 12 pero dadas a conocer hoypor la agencia Xinhua, se enmarcan dentro de la amplia campaña anticorrupciónemprendida por el presidente Xi Jinping desde que asumió el poder en 2012, una operación que se ha saldado con miles de oficiales investigados y decenas de encarcelados por todo el país.

Por el momento, los anuncios de este estilo hechos con anterioridad han contado con el beneplácito de una población harta de ver cómo sus burócratas se enriquecían a base de sobornos y llevaban un tren de vida mucho más alto del que por ingresos se les suponía, aunque también hay críticos que opinan que estas medidas están siendo utilizadas por Xi y sus acólitos para acabar con sus oponentes dentro del partido y afianzar su poder.

Como detalla el comunicado, estas nuevas normas no son sino una actualización de las regulaciones ya existentes para guiar a los funcionarios a la hora dellevar una vida ejemplar en el aspecto moral, y están diseñadas para señalar con mayor exactitud qué constituye una violación de esa virtuosa disciplina.

Según Xinhua, “los miembros del partido deben separar los intereses públicos de los privados, poner el bien público en primer lugar y trabajar desinteresadamente“, además de “abogar por la simplicidad y guardarse contra la extravagancia”.

En esa línea, la nueva regulación explicita como violación de la buena conducta“las comidas y bebidas extravagantes” y “jugar al golf”, un deporte popular entre los oficiales pero que es visto como un vicio a combatir, ya que la mayor parte de la sociedad lo asocia con la riqueza y el cierre de negocios turbios por parte de las autoridades.

El Partido Comunista también ha reformulado una cláusula anterior que prohibía“tener amantes y cometer adulterio”, un artículo que ahora se amplía y extrema al señalar que los miembros no pueden “tener relaciones sexuales impropias con otras personas” so pena de ser expulsados.

Otras de las novedades son la prohibición de formar “camarillas” que busquen dividir el partido, crear “artículos, discursos o anuncios que apoyen la liberalización burguesa”, ocultar temas personales que deberían ser conocidos yabusar de la posición de poder para obtener beneficios para familiares y empleados.

El documento no detalla los castigos a los que se enfrentarán los infractores, pero el partido mantiene su propio y temido régimen de disciplina interna para estos casos, que se aplica sin supervisión judicial.

Desde que inició su mandato, Xi considera que la corrupción ampliamente extendida y la percepción que de la misma tenía la sociedad constituían un peligro para la estabilidad del país ya que generaba malestar social, motivo por el cual proclamó que actuaría contra “tigres y moscas”, refiriéndose tanto a losaltos mandos como a los funcionarios base que transgredían las normas.

Desde entonces, además de los arrestos y despidos, muchos sectores económicos se han visto afectados por esta operación. Aunque es difícil dilucidar qué porcentaje se debe a la lucha anticorrupción y cuál a los problemas económicos que atraviesa el país, sectores como el juego, las joyas, los coches de alta gama o los restaurantes viven sus días más oscuros desde hace muchos años, y aún queda por ver cómo evolucionarán ante las nuevas medidas aprobadas.

Los güevedoces: los niños de República Dominicana a los que el pene les empieza a crecer a los 12 años

Johnny vive en un pequeño pueblo de la provincia de Barahona, en el sur de República Dominicana, donde él y otros como él son conocidos como güevedoces. Lo que se puede traducir como “con penes a los 12 años”.

A los conocidos como guevedoces los educan como niñas porque no tienen testículos ni pene visibles.

A los conocidos como “guevedoces” los educan como niñas porque no tienen testículos ni pene visibles.

Conocimos a Johnny cuando estábamos filmando una nueva serie de BBC Two llamada “Countdown to Life” que examina cómo desarrollamos el útero y cómo esos cambios, normales y no, nos afectan en otras etapas de la vida.

Como los otros güevedoces, Johny fue educado como una niña porque no tenía testículos ni pene visibles. Solo cuando se acercaba a la pubertad le creció el pene y descendieron sus testículos.

Johny, conocido antes como Felicita, recuerda ir a la escuela con un pequeño vestido rojo, aunque dice que nunca le gustó hacer “cosas de niñas”.

“Nunca me gustó vestirme como una niña y cuando me traían juguetes para niñas nunca los utilizaba. Cuando veía a un grupo de niños, me paraba para jugar a la pelota con ellos”.

Cuando se convirtió en hombre de forma evidente fue objeto de burlas en la escuela, a las que respondía con los puños.

“Solían decir que era el diablo, cosas feas, palabras sucias, y no tenía otra opción que pelear con ellos porque estaban cruzando una línea”.

De Carla a Carlos

También grabamos a Carla, que a la edad de siete años está a punto de convertirse en Carlos.

Su madre empezó a percibir el cambio desde hace tiempo.

“Cuando cumplió cinco años, me di cuenta de que siempre que veía a uno de sus amigos niños, quería pelear con ellos. Sus músculos y su pecho empezaron a crecer. Podías ver que iba a ser un niño. Yo la quiero sea quien sea. Niña o niño, me da igual”.

Pero, ¿por qué sucede esto?

Una de las primeras personas en estudiar esta inusual condición fue Julianne Imperato-McGinley, de la Universidad de Medicina de Cornell, en Nueva York.

En la década de 1970, llegó a esta zona remota de República Dominicana, atraída por los reportes extraordinarios de las niñas que se convertían en niños.

Cuando llegó, vio que los rumores eran ciertos. Hizo multitud de estudios sobre los güevedoces, incluyendo biopsias de sus testículos que debieron ser bastante dolorosas, antes de descubrir finalmente el misterio.

El “juego” de los cromosomas

Cuando una persona es concebida, tiene normalmente un par de cromosomas X si va a ser una niña, o un par de cromosomas XY si va a ser un niño.

El género de un niño generalmente depende de los cromosomas

El género de un niño generalmente depende de los cromosomas.

Durante las primeras semanas de vida en el útero no somos ninguno de los dos, aunque empiezan a crecer los pezones para los dos sexos.

Luego, alrededor de ocho semanas después de la concepción, las hormonas del sexo aparecen.

Si eres genéticamente hombre, el cromosoma Y instruye a tus gónadas para que se conviertan en testículos y envía testosterona a una estructura llamada el tubérculo, donde se convierte en una hormona más potente llamada dihydrotestosterona.

Esto, por su parte, transforma el tubérculo en un pene. Si eres mujer y no produces dihydrotestosterona, tu tubérculo se convierte en un clítoris.

Condición genética

Cuando Imperato-McGinley investigó a los güevedoces, descubrió la razón por la que no tienen genitales masculinos al nacer: tienen deficiencia de una enzima conocida como 5-alfa reductasa, que normalmente convierte la testosterona en dihydrotestosterona.

Los guevedoces son deficientes en una enzima conocida como 5-alfa reductasa.

Los guevedoces son deficientes en una enzima conocida como 5-alfa reductasa.

Esta deficiencia parece ser una condición genética, bastante común en esta parte de la República Dominicana, pero muy rara en otros sitios.

Así que los niños, a pesar de tener un cromosoma XY, parecen niñas cuando nacen. En la pubertad, como otros chicos, reciben otra dosis de testosterona.

Esta vez el cuerpo responde y les nacen músculos, testículos y pene.

Las investigaciones de Imperato-McGinley mostraron que en la mayoría de los casos los nuevos órganos masculinos funciona bien, y que muchos güevedoces viven sus vidas como hombres. Aunque algunos se operan para seguir siendo hembras.

Otra cosa que descubrió Imperato-McGinley, que tendría implicaciones profundas para muchos hombres de todo el mundo, fue que los güevedoces suelen tener próstatas más pequeñas.

Esta observación, hecha en 1974, fue recogida por Roy Vagelos, director de investigación en el gigante farmacéutico Merck.

Ayuda a la Ciencia

Pensó que esto era muy interesante y puso en marcha investigaciones que llevaron al desarrollo del que se convertiría en el medicamento más vendido para afecciones de próstata, finasterida, que bloquea la acción de la 5-alpha-reductasa imitando la falta de dihydrotestosterona vista en los güevedoces.

Mi esposa, que es médica de atención primaria, prescribe con frecuencia finasterida porque es una forma efectiva para tratar un alargamiento benigno de la próstata, una verdadera maldición para muchos hombres a medida que se hacen mayores.

Algunos guevodoces se operan para seguir siendo mujeres.

Algunos guevodoces se operan para seguir siendo mujeres.

La finasterida también se usa para tratar la alopecia masculina.

Una observación final interesante que hizo Imperato-McGinley fue que todos estos chicos, a pesar de ser educados como chicas, mostraron casi todos preferencias heterosexuales.

Ella concluyó en su estudio que las hormonas en el útero son más importantes que la educación cuando se habla de la orientación sexual.

En el caso de Johny, desde que desarrolló genitales masculinos, ha tenido novias durante cortos periodos, pero todavía busca el amor.

“Me gustaría casarme y tener hijos, una pareja que esté conmigo en lo bueno y en lo malo”, relató.

“El placer sexual no se obtiene con pastillas, hay que construirlo”

Palenzuela, en la consulta que tiene en la calle Loiola de Donostia

Palenzuela, en la consulta que tiene en la calle Loiola de Donostia. / Usoz

La aprobación en EEUU de la llamada ‘viagra femenina’, que se venderá bajo el nombre comercial de Addyi, ha causado un enorme revuelo, aunque ginecólogos y expertos no han tardado en rebajar las expectativas. La psicologa clínica y sexóloga Elisa Palenzuela lo tiene claro: para que las mujeres tengan la libido sexual alta deben trabajarlo. ¿Cómo? Potenciando el imaginario erótico, conociendo su propio cuerpo y siendo conscientes de que ellas son las únicas responsables de su capacidad de goce en las relaciones íntimas. Por eso, Palenzuela considera que la ‘píldora rosa’, que supuestamente aumenta el deseo sexual, “no puede potenciar” ese apetito.

Antes de nada, ¿cree que habrá mujeres que se ruboricen al leer esta entrevista?

Depende de la edad, aunque no deberían.

¿A qué se refiere?

Las mujeres arrastramos la herencia del pudor. La educación que hemos recibido y la moral cristiana ha hecho que nos ubiquen solamente en el papel de mujeres madres. El sexo, antes, era algo inconcebible de tratar.

¿Somos entonces las grandes olvidadas en temas sexuales?

La mujer fue la gran olvidada en el ámbito sexual. Digamos que nuestro desempeño en el sexo estaba solamente volcado a procrear, pero llevamos mucho tiempo, alrededor de 70 años, que esta tendencia ha ido cambiando.

¿A qué se debe esa vuelta de tuerca?

Creo que la aparición de la píldora anticonceptiva en la década de los 60 fue un hito para la liberación sexual de la mujer. Desde aquel momento hemos avanzado a pasos agigantados.

“Ahora las mujeres llevan las riendas de su sexualidad”

¿Las mujeres se preocupan ahora más por sus relaciones íntimas?

Llevo 26 años con mi consulta abierta y he visto la evolución. Ahora las mujeres llegan con mucho más interés, dominio y control. Ahora son ellas las que llevan las riendas de su sexualidad y su placer, y eso me parece un síntoma evidente de que las cosas han cambiado, y mucho.

Desde luego. Hasta las farmacéuticas se han hecho eco últimamente de sus menesteres para que el sexo de las mujeres sea totalmente óptimo.

¿Hablas de la ‘viagra femenina’?

Efectivamente.

Lo siento, estoy en desacuerdo con medicalizar el sexo.

¿Por qué? Se supone que ayudará a todas aquellas mujeres que tengan el apetito sexual por los suelos. ¿No es un avance?

Vamos a ver. ¿Qué medicamento es capaz de potenciar una fantasía sexual a través de la química? Ninguno. Es imposible. La píldora rosa está basada en compuestos químicos que tienen que ver con los antidepresivos. Obviamente, si una mujer está angustiada por no poder tener relaciones sexuales está sufriendo, y cualquier médico puede recetarle un antidepresivo, pero creo que no es el remedio.

¿Cuál es el remedio entonces?

Trabajar nuestra sexualidad desde jóvenes. Potenciar el imaginario erótico, ser capaces de conocer qué nos puede ofrecer nuestro cuerpo.

¿Eso no se soluciona con la masturbación?

Desde luego que sí. Yo soy muy favorable a que se trabaje la masturbación, porque te da herramientas y conocimientos de tu propio cuerpo, te da posibilidades de construir imágenes y de crear ese espacio en el imaginario erótico que hace falta para poder excitarse. Además, masturbándonos entendemos cómo se pone en marcha nuestro cuerpo, qué es lo que tenemos que hacer en un encuentro sexual y así saber compartir con otra persona la capacidad que una misma tiene de disfrutar.

Así que el placer sexual no se obtiene sin más.

Para nada. Hay que construirlo.

¿Ni siquiera con el amante más experimentado?

Puedes buscarte el amante más experimentado del mundo en el comportamiento sexual; pero si tú no eres capaz de potenciar el placer, olvídate.

El bajo deseo sexual femenino y la educación

¿Hay muchas mujeres que tienen ese problema, el tener un bajo deseo sexual?

La educación es la base de esta disfunción. La gente piensa que al placer se accede de manera natural, pero no es verdad. ¿Qué ocurre? Las mujeres no hemos tenido mucho acceso a cómo se construye el placer corporal, entonces, cuando llegan a una edad madura tienen un desempeño sexual evidente, porque no tienen construida esa parcela del deseo.

¿Sucede sólo con mujeres adultas?

El placer está garantizado en la fase del enamoramiento, en la fase de conquista, porque toda la ilusión la volcamos en disfrutar de nuestra pareja, y se disfruta de cualquier cosa, con los besos, con las caricias, incluso con el coito sin ser muy placentero en ese momento. Pero entonces, cuando pasa un tiempo, me encuentro con muchísimas mujeres en la consulta que me dicen ‘es que me he desenamorado’ o ‘es que ya no le deseo’. Y no es así. Lo que pasa es que no han experimentado el deseo, no han construido en su cabeza imágenes que les excitan. Y es importante hacerlo. Creo que las mujeres tienen un desierto en el tema del imaginario erótico.

Todo lo contrario que los hombres.

No tiene nada que ver. Los hombres tienen unos genitales externos y tienen una relación con ellos desde muy pequeños. Ellos acceden a la masturbación desde bien jóvenes, y entre ellos hablan incluso de eso. Cosa que las mujeres no. Por nuestra fisiología y anatomía, nosotras tenemos menos acceso y, además, culturalmente hemos estado muchísimo menos motivadas a hacerlo. Por eso se encuentran con una laguna, con un vacío que ya existía de antes, porque no se estaba llenando de contenidos. Eso sí, las cosas están cambiando.

¿Se refiere a las nuevas generaciones?

Sí, creo que la juventud se está desviando mucho de lo que es una sexualidad saludable. Ahora hay chavalitas jóvenes que se creen que por tener un desempeño sexual más desaforado, que por ser muy promiscuas y hacer cosas extravagantes a nivel sexual son capaces de hacer cualquier cosa. Ojo, son muy libres de hacerlo, pero se creen que tienen mayor capacidad sexual, y están equivocadas. Habrá mujeres que tengan un desempeño sexual muy activo, pero lo que tienen que tener muy claro es que son mujeres, y no tienen por qué imitar comportamientos masculinos, porque no somos hombres.

Los ‘picaflor’

¿Acaso debemos tener una actitud distinta ante sexo?

No digo eso, creo que la liberación sexual de la mujer es maravillosa y tiene que ser así siempre. Pero existen, sin discusión, comportamientos más varoniles. Llámale ‘picaflor’, estar cada día con una chica diferentes, la promiscuidad o tener ganas de hacerlo en cualquier momento. Todo eso tiene que ver con un comportamiento masculino.

Vamos, que la mujer es menos activa que el hombre.

Siempre se ha dicho eso, pero volvemos a lo mismo, es porque no se ha trabajado antes el deseo. A nosotras lo que nos transmiten nuestras familias sobre nuestras madres es todo lo que tiene que ver con la figura materna, no como una mujer sexuada. Tú no te imaginas a tu madre como la gran fulana que disfruta en la cama con tu padre. Desgraciadamente, aún hay muchas mujeres que tienen claro que el papel que tienen que desempeñar solo es el de ser madres. Es más, tengo pacientes que jamás se han mirado la vagina. Es increíble.

Pero existirán impedimentos biológicos, ¿no?

Claro que sí. Existe el vaginismo, la dispareunia… todo eso está relacionado con contracciones excesivas en la zona vaginal que impiden o dificultan una penetración. Durante mi desempeño profesional me he llegado a encontrar con una mujer que tenía una aversión hacia el sexo. Le daban asco los fluidos. Pero hazme caso, son porcentajes mínimos. La mayoría de personas con problemas para mantener una relación sexual se pueden tratar. ¿Cómo? Entrenándose.

¿Qué pautas les daría para aumentar la libido sexual?

Primero tienen que aprender que la responsabilidad de su placer es suya, esa es la primera premisa: cada uno es responsable de su capacidad de goce. Y lo que he comentado anteriormente: hay que trabajar el tema de las fantasías, tiene que adquirir la capacidad de excitarse y poder ser conscientes de cómo disfrutar a través de su cuerpo. Porque la única realidad es que somos seres sexuados.

“La desigualdad entre hombres y mujeres debe existir en el sexo”

Elisa Palenzuela insiste en la necesidad de trabajar las relaciones sexuales. Está convencida de que una persona que tiene buen sexo, simplemente es más feliz.

-¿El sexo da la felicidad?

Estoy convencidísima de que sí, pero a la inversa igual. Una persona que es feliz va a tener mejor sexualidad. Quien tenga un equilibrio emocional tiene muchísimas más posibilidades de tener una relaciones sexuales placenteras.

¿Hasta qué punto los trastornos psicológicos pueden afectar al sexo?

Cualquier disfunción psicológica va a afectar. Son dos cosas que no se puedes desligar. Cuando tú trabajas aspectos psicológicos estás también trabajando aspectos sexuales, y al revés. Tener el autoestima alto es clave.

Aunque no tengan un trastorno psicológico, ¿cree que hay mujeres que se han acomodado a vivir sin sexo?

Hay muchas, créeme. Muchas no han tenido experiencias y a día de hoy ya se plantean que no van a poder, se autoconvencen ellas mismas de que ya no necesitan el sexo. La actitud vaga ante el sexo, inevitablemente, existe.

¿Podemos experimentar hombres y mujeres lo mismo?

No. Porque tenemos un comportamiento sexual muy distinto. Las mujeres tenemos una vagina, por lo tanto tenemos una sexualidad receptiva, porque nos penetran, y el hombre tiene que construir una sexualidad proyectiva, porque el pene tiene que introducirse. Si nosotros no construimos una fantasía acorde a esos dos roles, vamos muy mal. Las mujeres tienen que luchar por obtener los mismos derecho que los hombre en el ámbito laboral, en lo social… pero en el sexo no. En el sexo tenemos que mantener cada uno nuestro rol, con sus diferencias.

Beatriz Vargas : “Hemos desnaturalizado hasta lo impensable lo más natural del mundo”

SEXÓLOGA EXPERTA EN DISCAPACIDAD

Los sexólogos critican el modelo sexual imperante en el que no hay cabida, entre tantos otros, para las personas con discapacidad y los ancianos

Beatriz Vargas Molina

Beatriz Vargas Molina.Foto: Oskar Martínez

BILBAO – Cómo cuidar la relación con nuestro cuerpo, expresar la erótica de manera satisfactoria, forjar la autoestima o saber a qué decir sí y a qué no son cuestiones básicas de la sexualidad que para la mayoría de las personas con discapacidad están “socialmente” vedadas. Beatriz Vargas Molina es sexóloga y psicóloga experta en este ámbito. Precisamente, fueron las carencias que percibió cuando trabajaba en las asociaciones de discapacitados lo que le impulsó a formarse como sexóloga. A día de hoy, éstas son algunas de sus reflexiones.

Sexualidad y discapacidad. ¿Tras varios años trabajando el tema cuál es su conclusión principal?

-Que la sexualidad de las personas con discapacidad no es diferente de la nuestra. Cada uno expresamos y vivimos la sexualidad de una manera y con estas personas ocurre lo mismo. El problema es que sufren más prejuicios. A la sociedad, en general, le incomoda abordar la sexualidad, pero le desagrada aún más afrontar la sexualidad de las personas con discapacidad. Parece que le tienen miedo. Y ello ha propiciado que pululen muchos mitos en torno a la discapacidad.

¿Cuáles son los más repetidos?

-Relacionados con la sexualidad, por ejemplo, que las personas con discapacidad son asexuadas, cuando no es cierto. No existe nadie asexuado, ni con discapacidad ni sin ella, ya que nuestra sexualidad se desarrolla desde que nacemos, es inherente a nuestra persona. Otra cosa es cómo se exprese y se viva. Aunque también hay muchos más: que son como ángeles, o como niños, que son peligrosos, que abordar su sexualidad es abrir la caja de Pandora, etc. Hay muchos mitos que son solo eso: mitos que nada tienen que ver con la realidad.

¿Cómo habría que abordar la sexualidad de las personas con discapacidad?

-Pues centrándonos en las personas, porque cada persona es única. No es lo mismo una discapacidad que otra, ni tampoco el momento de la discapacidad, ni los anhelos, gustos y deseos son los mismos en todas las personas. No se puede hablar ni de una sola sexualidad ni de una sola discapacidad. Ambos son conceptos muy amplios y por eso mismo no existen fórmulas mágicas para tratar estos casos.

¿Y a nivel social?

-Parece que las personas con discapacidad no pueden expresar su sexualidad de forma libre o formar un proyecto de vida en pareja. A nadie se nos ocurre que nos podamos enamorar de una persona que tenga algún tipo de discapacidad, porque su sexualidad no está visibilizada a nivel social. Eso se ve claramente en el cine: ¿en cuántas series o películas aparece una pareja donde uno de ellos tenga una discapacidad? No están recogidos en nuestro imaginario erótico colectivo. Y por otro lado, parte de la sociedad mira desde la sobreprotección, el miedo e incluso la compasión. Creo que es necesario que la sociedad cambie esta mirada por una más justa y realista.

¿La solución?

-Hemos desnaturalizado hasta lo impensable lo más natural del mundo y lo peor es que nos lo hemos creído. Hay que romper las barreras que nos dan miedo. El modelo sexual imperante tiene que ver con la genitalidad, la heterosexualidad, con unos cánones de belleza preestablecidos y con una determinada edad -normalmente, juventud-. Todo esto deja fuera a muchas personas. No hablo solo de personas con discapacidad, sino también de la gente mayor, entre otros. Por ello, hay que romper con esta visión tan sesgada de la sexualidad y buscar un nuevo modelo más amable en el que quepamos todos. Se está empezando a dar pasos, pero aún queda mucho trabajo.

¿Hombre o mujer? La ciencia que solo sirve para discriminar a las deportistas

La atleta Dutee Chand, en una competición en 2013

La atleta Dutee Chand, en una competición en 2013. / MANJUNATH KIRAN (AFP)

Las organizaciones deportivas internacionales llevan décadas buscando un sexador de pollos que le permita separar nítidamente mujeres y hombres en la alta competición. Pero las personas no son pollos y la sexualidad humana, las condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo, distan mucho de ser un simple blanco y negro para todo el mundo. Hace tiempo que la ciencia dejó claro que no existe una única regla biológica clara para determinar el sexo de cada persona y en los últimos 30 años cromosomas y hormonas han fracasado en el intento de ser esa herramienta fiable. Mientras, quedaba por el camino un reguero de mujeres deportistas vejadas, ridiculizadas, con vidas rotas e intentos de suicidio, simplemente porque no encajaban en el patrón coyuntural de lo que fisiológicamente debía ser una atleta de sexo femenino.

La última víctima, Dutee Chand, ha ganado la batalla. Los niveles de testosterona de esta velocista india de 18 años, producidos de forma natural por su organismo, pusieron en guardia al órgano de gobierno de los atletas (Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, IAAF), que decidió suspenderla. Porque Chand entraba en la categoría legal, ahora tumbada, de hiperandroginismo: exceso de hormonas masculinas, esencialmente testosterona, que le estaría proporcionando una ventaja frente a sus rivales. Tenía que someterse a tratamiento médico si quería competir y ella —”soy quien soy”— se negó. En su resolución del lunes, el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) determinó que los científicos no pudieron indicar cuánta ventaja otorga esta producción natural de testosterona como para ser motivo de descalificación.

Y más importante aún: dictaminó que la norma del hiperandroginismo discrimina a las mujeres, porque solo se les aplica a ellas. “He sido humillada por algo de lo que no se me puede culpar”, dijo Chand tras el laudo. Si producir de forma natural más testosterona que tus rivales es una ventaja descalificante, argumenta el TAS, ¿por qué no se aplica también a los hombres que produzcan más testosterona que los demás? Como explica Katrina Karkazis, experta en bioética de Stanford y asesora de Chand en este caso, la testosterona (producida de forma natural) no es únicamente masculina y la ventaja que otorga es la misma que tener más altura, flexibilidad o mejores pulmones. “El fallo es enorme e histórico”, asegura a Materia, “es la primera vez que un organismo externo suspende una de estas políticas, que han existido por décadas”.

Patiño, en su foto favorita, cuando pudo volver a competir en Oviedo en 1989.

Patiño, en su foto favorita, cuando pudo volver a competir en Oviedo en 1989.

La norma del hipernadroginismo “no está siendo usada para determinar si un atleta debe competir como hombre o mujer. En cambio, está siendo usada para introducir una nueva categoría de mujeres no aptas dentro de la categoría femenina”, explica el TAS en su laudo. Superar el nivel límite de testosterona exigido —10 nanomoles por litro de sangre, cuatro veces lo que se consideranormal en mujeres— no convierte a atletas como Dutee Chand en hombres. Ese nivel no sirve parasexar atletas: rebasarlo no permite a las deportistas competir como hombres, porque no lo son, solo sirve para descalificarlas. Un estudio del propio Comité Olímpico Internacional mostró que el 13,7% de las atletas tienen niveles de testosterona por encima del rango habitual de las mujeres, y que un 4,7% tienen niveles que entran en la orquilla de lo considerado masculino. Del mismo modo, un 16,5% de los atletas de élite tienen niveles de testosterona por debajo del rango masculino, y un 1,8% de ellos caen en niveles considerados femeninos. “La naturaleza no es clara”, sentencia ahora el TAS. La testosterona no sirve para determinar el sexo, solo para estigmatizar a las mujeres que tienen más.

Pero hay que remontarse 30 años atrás para entender lo que está pasando ahora. En 1985, la velocista española María José Martínez Patiño se disponía a competir en los Mundiales de Kobe. Entonces se comprobaba el sexo de las mujeres (nunca de los hombres) atendiendo a los cromosomas: si tiene el par XX es mujer y si tiene XY es hombre. Tan simple como discutible. La prueba de Patiño determinó XY y la delegación española, en uno de los episodios más oscuros del deporte español, pasó de pedirle que fingiera una lesión a filtrar su condición a la prensa para destruirla. “Me sentí humillada y abochornada. Perdí a mis amigos, a mi novio, la esperanza y la energía. Pero yo sabía que era una mujer”, explicaba en un artículo de la revista médica The Lancet (PDF), “difícilmente podría fingir ser un hombre, tengo pechos y vagina. Nunca hice trampas”. Patiño es insensible a los andrógenos, las hormonas masculinas: sus cromosomas son de hombre, pero su cuerpo no sabe administrar la testosterona, por lo que no desarrolla todos esos rasgos fisiológicos externos que le suponemos a los hombres: ni pene, ni vello, ni más musculatura. Finalmente, ganó su caso y pudo volver a competir como mujer tras el calvario. Los cromosomas tampoco sirven para sexar atletas.

“El sexo de los seres humanos no es simplemente binario. No existe un único factor determinante del sexo”, señala ahora el TAS tras escuchar a los científicos, algo que venían diciendo organismos y expertos en revistas de primer nivel desde hace años. Pero hasta llegar a esta conclusión, antes de introducir los controles cromosómicos, se cometieron todo tipo de vejaciones con las deportistas, como obligarlas a posar desnudas ante los jueces mostrando sus genitales, otro examen tan humillante como inútil para determinar el sexo objetivamente y en todos los casos. Después del caso de Patiño, la ciencia fue destruyendo paso a paso la pretensión del COI y otros organismos de dar con una regla biológica que determine de forma indubitada lo que es una mujer. Esto, sumado al hecho de que los casos de hombres haciéndose pasar por mujeres son irrelevantes en el deporte contemporáneo, llevó a suspender estos exámenes en 2000. Hasta que llegó Semenya.

“Mírala, es un hombre”, se dijo una y otra vez de Caster Semenya, atleta sudafricana que ganó el oro en 800 metros en los Mundiales de Berlín de 2009. Su físico no encajaba con el patrón de mujer atleta y además ganaba. Las denuncias de sus compañeras derrotadas obligaron a Semenya a pasar un control de sexo, que incluyó una foto de sus genitales, que determinó que tenía hiperandroginismo como Chand. Sin embargo, ni las mejores marcas de Semenya le hubieran permitido siquiera pasar de la primera ronda compitiendo con hombres. Después de convertirla en un monstruo de feria en los medios, se permitió a Semenya seguir corriendo, pero la IAAF y el COI acordaron que no habría sitio para una nueva Semenya. Hasta que apareció Chand, que finalmente tumbó esta normativa.

Tabla de la IAAF para ayudar a los jueces a identificar atletas con altos niveles de testosterona en función de su cantidad de vello corporal.

Tabla de la IAAF para ayudar a los jueces a identificar atletas con altos niveles de testosterona en función de su cantidad de vello corpora

“No hemos dado con la tecla, pero lo vamos a seguir intentando”, responde ahora Patiño, que durante el proceso de Chand ha sido asesora científica en la Comisión Médica del Comité Olímpico Internacional y del TAS a favor de la normativa derrotada. Ahora, la IAAF tiene un plazo de dos años para aportar datos científicos que avalen el uso de la regla del hiperandroginismo y Patiño adelanta que ya están trabajando en ello, con reuniones convocadas para octubre y noviembre. “Me alegro mucho por Chand, porque lo ha pasado realmente muy mal, y este dictamen nos va a obligar a hacer mejor las cosas. No se puede seguir destrozando la vida de las chicas, ella ha tenido el apoyo y los medios que yo no tuve”, asegura. Sin embargo, se muestra convencida de que la testosterona otorga ventaja a atletas como Chand y “hay que proteger a las deportistas con niveles normales”. Patiño propone que las pruebas sean más sensibles y privadas que se hagan después de competir, sólo entre las primeras clasificadas.

Al margen de si la testosterona es una ventaja descalificante, ahora no queda más regla que la ley para determinar quién es mujer y quién hombre, como el TAS apunta en su dictamen: “Es justo y proporcionado que haya categorías femenina y masculina, debe existir un criterio objetivo para realizar esta división [pero] la verificación de género no es un criterio apropiado. Si una persona es mujer es una cuestión legal”. Coincide con el criterio de Karkazis, que opina que “los hombres y las mujeres deben estar sujetos a las mismas reglas, y ahora por fin lo están. En ambos casos, deben ser legalmente del sexo con el que desean competir”. “No se puede hacer un test de sexo. Es imposible, no hay un rasgo que sirva para clasificar a las personas. Hay muchas características y siempre hay excepciones”, añade.

Eric Vilain, experto de UCLA en esa gama de grises del sexo humano que ha dado en llamarse intersexualidad, asesoró al COI en la creación de la norma de hiperandrogenismo que consideraba “una solución imperfecta”. Vilain no cree que la IAAF vaya a conseguir datos para apoyar su postura y cree que quizá no haya solución o que esta pase por competiciones mixtas, según recoge The New York Times. “No hay argumento científico para decir quién es mujer y quién hombre. Cuanto más tiempo pasa más claro queda que el sexo no es binario”, asegura Victoria Ley, responsable de Salud y Deporte del Consejo Superior de Deportes. “Si son mujeres deben competir como mujeres aunque cuenten con ventajas naturales, como las que tienen muchos atletas por su físico. Y sobre todo, que no se discrimine sólo a las mujeres y sólo por sus características sexuales”, reclama.

“Esto no es un concurso de belleza”, denuncia Patiño en referencia a los comentarios que sufren algunas deportistas por su imagen por parte de compañeras y medios de comunicación. Esta exatleta señala otro punto que tienen en común las deportistas castigadas: “Siempre son de países en desarrollo, con poco peso internacional. Chand es de una familia muy, muy pobre de India. Yo me he enterado ahora de que en Kobe, en 1985, otra atleta de EE UU tuvo exactamente mi mismo problema pero ella pudo competir y yo no. Su nombre ni salió”, denuncia. Durante las décadas de 1960 y 1970, todas las deportistas olímpicas tuvieron que mostrar la idoneidad de sus genitales salvo una: la princesa Ana de Inglaterra, hija de la reina Isabel II, que compitió en equitación en Montreal 1976. En los Juegos de Londres en 2012, cuatro atletas de “países en desarrollo” no pasaron el control de sexo y, discretamente, terminaron en Franciasometiéndose a tratamiento para ser hormonalmente más femeninas y poder competir en el futuro. Chand se negó a pasar por eso. Y ganó.

CONTRA LA SEXOLOGÍA OFICIAL: ALGUN APUNTE SOBRE AULAS, EDUCACIÓN Y DIVERSIDAD SEXUAL

Por Eduardo Nabal

Un campo de batalla sembrado de minas. El avance en la visibilidad no supone solo eso un avance sino también un desafío a los y las homófobos, ellos lo llamarían y lo llamarán “una provocación”.

Los desperados intentos del heterosexismo por asimilarnos en sus modos de producción, comunicación y convivencia no siempre dan éxito, algo que ha crecido con estos recortes que se van llenando de ideología En España se ha eliminado la homofobia de la educación para la ciudadanía en los institutos gracias a las artimañas del Partido Popular. Pero el problema es otro. Y es que cuando alguien habla de machismo (y tampoco mucho) todo el mundo sabe a lo que se refiere, con variantes geopolíticas.. Hay un problema básico y es que la educación se imparte desde muchos frentes y aunque entre educación sexual la visión sigue siendo bastante sesgada.

La homosexualidad puede hasta ser estupenda pero todos los ejemplos de la sexología son heterocentrados (la disfunción eréctil, el orgasmo, el matrimonio, la lactancia…) con lo cual nos devuelven el espejo de los limites y la no identificación, alejando la ciencia de la realidad, las afirmaciones tolerantes de la autentica empatía. Existen varios problemas que se plantean en la educación. Uno es que deberían ser los profesores y profesoras gays y lesbianas los que sacaran el asunto, lo suelen hace pero ya a niveles superiores y depende donde y cuando. Deberían serlo desde el principio, modelos buenos o malos, pero modelos. Hasta los de matemáticas. Porque, hasta hace poco, hasta algunas asignaturas parecían tener género e incluso orientación sexual. Otra es la palabra tolerancia y la no menos temible palabra normalización. Esto lleva a que los chicos y chicas con pluma sean el principal objeto de las burlas, sean gays, heterosexuales, lesbianas o bisexuales.

Debemos evitar presentar a los niños/as “mariquitas y bolleras” como víctimas a tutelar pero insivilizarlos, no ofrecerles referentes creíbles, apartarlos de los ritos de la iniciación juvenil, omitirlos de continuo, es lo peor de todo. Otro problema es que se considera a los adolescentes como gente a la que tutelar y, aunque esto ha avanzado en los últimos años , todavía se considera que determinado tipo de información es o puede llegar a ser proselitismo. El discurso nuevo – o no tan nuevo. pero el mas válido es un discurso en primera persona, que no se atiene a los regímenes de los normal y que busca además una interseccionalidad entre opresiones: raciales, económicas, de género, sexuales… El problema es que hoy por hoy es mejor poco que nada. Mejor que un psicólogo hetero diga que la homosexualidad es algo natural que un cura en el armario de lecciones de sexualidad en sus clases catequéticas con tintes machistas y homófobos, lesbófobos y tránsfobos. Y nos encontramos con un tercer obstáculo y es que el conocimiento no lleva consigo un cambio de mentalidad. Indiscutiblemente es mejor que la ignorancia, el desprecio, la burla o la injuria pero no supone ningún milagro de por sí.

Esto se refleja por ejemplo en las comunidades donde llega información pero no es asimilada, en algunos círculos de izquierda revolucionaria y en el amplio espectro de la derecha cercana (de muchas maneras) a la Institución de la Iglesia y sus apéndices. La Iglesia se mete en todas esas cuestiones pero los maestros gays y lesbianas deben permanecer en el armario todavía en muchos lugares, sobre todo si se encuentran en colegios privados o concertados donde desde muy pronto se afianzan los roles masculino/femenino entre otros dualismos como hetero/homo, blanco/negro, sensatos/subversivos que en la realidad son más difusos y que conllevan casi siempre o siempre una jerarquía silenciosa o no, un dualismo en el que uno siempre queda por encima del otro, aunque pueda no parecerlo. Una escala de valores, en blanco y negro. La dictadura en España y el apaño de la transición ha hecho que, a diferencia de algunos países europeos, la educación sea bastante penosa en cuestiones de diversidad sexual a pesar de los avances casi pioneros en cuestiones legales como el matrimonio igualitario o dar voz a las demandas de las personas transexuales, aunque sea casi exclusivamente por cauces legales o partidistas.

Es difícil trasladar discursos exportados pero ya la mexicana Anzaldúa en los años setenta hablaba de los dogmas psiquiátricos, de la moral de su tribu y de su condición de fugitiva de muchos lugares de partida o de llegada . En toda pedagogía hay un elemento de seducción, queramos o no reconocerlo. Pero si en España hasta hace no tanto los hombres heteros gozaban de cierta vista gorda en cuestiones como los piropos, la promiscuidad, el dominio o el liderazgo, no ocurría lo mismo con las profesoras, y menos aún con docentes LGTB, que, de entrada no existían, o eran señalados con velocidad. Que esto cambie no es necesariamente entrar en el campo de la diversidad sexual. Puede crecer la igualdad de oportunidades entre hombres o mujeres pero eso no conlleva una educación anti-homofóbica, que reclama modelos concretos y no sacados de los libros de historia o literatura con gentes excepcionales (de Lorca a Goytisolo, pasando por Wilde o Virginia Woolf) sino con referentes próximos y variados, que destruyan el estereotipo sin dejar de reconocer las diferencias y los miedos o vulnerabilidades íntimos como lugares de posibilidad y creación : la pluma es hermosa, ser machorra es un desafío a los moldes, encanto, la gente “no transexual” tiene un nombre: que es “cisexual” etc.

Parece que esta siendo más fácil construir una cultura LGTB en algunos países de Latinoamérica que en otros de Europa donde el miedo y el involucionismo están a la vuelta de la esquina, en forma de recortes, amenazas e intereses espurios. La fama machista de países como México o algunos del mediterráneo no invalida (aún siendo esto cierta en unas zonas más extendidas que por ejemplo en Francia o Alemania) que los movimientos feministas, LGTBIQ, y por la diversidad sexual (que deben unirse, interrelacionarse pero no confundirse ni menos solaparse) sean menos combativos, incluso a veces muestran mayor imaginación donde aquí ya solo se valora el “compromiso legal o económico” que abre una brecha entre los maricas pobres y los gays con pelas, entre las bolleras de pueblo y las lesbianas de las series de televisión. Incluir la información sobre diversidad sexual supone en cualquier parte del mundo un problema arduo y un camino nada cómodo, que va mas allá de unas horas de tutoría con asociaciones sin atisbo de querer cambiar nada. Debemos ser conscientes de que amparados en la libertad de cátedra o de lo que sea, si esa educación no entra de una manera entra de la otra, produciéndose un silencio glacial ante el acoso escolar, los modelos heredados o la uniformización de los diferentes. Como decía Audre Lorde, lesbiana, negra y madre: “La diferencia no debe ser simplemente tolerada sino que debe ser vista como las polaridades que hagan saltar la chispa de nuestra creatividad”.

¿Qué es la demisexualidad?

Artículo publicado en Batanga

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Desde las últimas décadas del siglo XX, la sexualidad se ha vuelto un tema mucho menos tabú y ha colonizado todas las esferas de la vida. Sexo en el arte, sexo en la ciencia, sexo en la familia y hasta en la escuela. Después de todo, no tiene nada de malo: si se habla más de sexo, se sabe más, se tienen menos prejuicios y se hace de forma mucho más saludable y responsable.

Los humanos somos seres sexuales desde que nacemos hasta que morimos y por lo tanto la sexualidad forma parte de todos los aspectos de nuestra personalidad. La sexualidad es mucho más que la atracción sexual y las relaciones humanas, por ello, aunque una persona no experimente deseos sexuales de ningún tipo, es un error llamarla asexual ya que más allá de no sentir atracción sexual, la persona continúa siendo un ser sexual.

Pero dejemos de lado la llamada asexualidad y concentrémonos por un momento en la demisexualidad. ¿De qué se trata? ¿Es una condición física? ¿Una orientación sexual? ¿O qué?

¿Qué es exactamente la demisexualidad?

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La demisexualidad no es ningún tipo de condición física o clínica. Se trata de una orientación sexual que, como las demás, no es una opción sino una forma de ser. Una persona demisexual se define a sí misma como una persona que no desarrolla interés sexual con una persona a menos que se trate de una persona con la cual tiene un fuerte vínculo emocional. SegúnDemisexuality.org:

“Demisexuality is a sexual orientation in which someone feels sexual attraction only to people with whom they have an emotional bond. Most demisexuals feel sexual attraction rarely compared to the general population, and some have little to no interest in sexual activity.”

Es importante diferenciar la demisexualidad de las opciones de vida que cualquiera pueda llevar adelante. La demisexualidad está relacionada con los deseos sexuales que no se pueden controlar, y no con la toma de decisiones racionales.

La demisexualidad no implica no sentir placer sexual al momento del acto, sino que simplemente la persona no siente deseos por otra hasta que no se establece cierta conexión emocional. El deseo sexual de una persona demisexual está en el nivel secundario, que es el emocional, y no en el primario, que es el físico.

Así, por ejemplo, un joven que decide no tener relaciones sexuales hasta estar casado con la mujer que ama no necesariamente es un demisexual. De hecho, es probable que ese joven sí experimente sentimientos sexuales antes del matrimonio, pero aún así decida mantenerlos bajo control y aguardar determinado momento para expresarlo.

Todas las opciones de vida son respetables. Y todas las orientaciones sexuales son naturales. Las personas somos todas diferentes y procesamos nuestras emociones y sentimientos de forma diferente. Tú ¿sabías de qué se trata la demisexualidad? ¿Habías escuchado de ella alguna vez?