Los nueve beneficios de la masturbación, más allá del orgasmo

Cada vez parecen más claras las funciones reguladoras y terapéuticas del orgasmo, sin necesidad de que medien fines reproductores

Egon Schiele  Google Art Project

Foto: Egon Schiele / Google Art Project

Es fácil pensar que el objeto último del orgasmo es la reproducción, y así lo creen numerosas culturas y, sobre todo, religiones: una recompensa de la madre naturaleza por el sacrificio de procrear. Sin embargo, tanto la ciencia como la propia naturalezademuestran que las cosas no funcionan de este modo, al menos no siempre. Y en caso de que el anterior enunciado fuera válido, la masturbación carecería de sentido, puesto que es enemiga de la reproducción.

Pero existe y compite con el coito por el orgasmo. ¿Fallo evolutivo o alternativa terapéutica para los ejemplares maduros de la especie? Al parecer es más bien lo segundo, puesto que el orgasmo es mucho más que una descarga nerviosa que nos produce placer. Durante él se desencadenan múltiples reacciones, químicas, fisiológicas e incluso físicas, y todas ellas tienen consecuencias importantes sobre nuestro cuerpo. A continuación explicamos nueve maneras en las que podemos beneficiarnos de la masturbación para mejorar nuestro bienestar.

1. Como coadyuvante del sueño

Dos de las hormonas que se secretan en mayor proporción durante el orgasmo, y la excitación que le precede, son la serotonina y, en los hombres, la prolactina. Tanto una como otra tienen intervención en la regulación del sueño y la relajación. Los picos de prolactina generan en los hombres una inhibición temporal de la producción de hormonas sexuales como la testosterona, responsable entre otras muchas cosas del estrés del deseo sexual, la agresividad, la competitividad, etc.

Ayudada por la serotonina, una hormona reguladora del sueño, la prolactina nos produce un somnolencia postorgásmica que nos facilita el quedarnos dormidos. Las mujeres también pueden verse favorecidas por la serotonina, y aunque su secreción de prolactina no es tan pronunciada, sus niveles de testosterona son entre 20 y 40 veces menores que en los hombres.

Luis García (Zaqarbal)

Foto: Luis García (Zaqarbal)

2. Como excitante

El orgasmo aumenta también la secreción de noradrenalina. La noradrenalina es un estimulante que acelera las sinapsis, aumenta la frecuencia cardíaca y está relacionada con los impulsos de alerta ante peligros, en los que el cuerpo tiene que reaccionar con gran energía y potencia. Así que, si no nos hemos dormido antes, tras el orgasmo experimentaremos una mayor vitalidad.

3. Nos hace más sociables, especialmente si somos mujeres

Otra hormona segregada a nuestro torrente sanguíneo tras la masturbación y el consecuente orgasmo es la oxitocina. En ambos sexos la oxitocina liberada durante un coito estimula la parte del cerebro relacionada con el afecto y el amor, aunque se secreta en bastante mayor proporción en mujeres que en hombres.

Pero la oxitocina también es un gran estimulante de la sociabilidad y el deseo de llevar a cabo actividades creativas y comunicativas. Entrando en el terreno de los tópicos, la oxitocina es la responsable de que a las mujeres nos dé por reflexionar en voz alta tras el orgasmo, mientras que la prolactina es la culpable de que los hombres sintamos sueño.

4. Es un buen analgésico

Tras masturbarnos sentimos una pronunciada sensación de recompensa y bienestar físico, incluso de felicidad, que posteriormente decrece más o menos rápido, según las personas. Una de las grandes culpables de esta recompensa emocional es la ya comentada oxitocina, pero su mayor protagonista es ladopamina, un potente neurotransmisor que actúa sistema del placer del cerebro, suministrando los sentimientos de gozo y refuerzo para motivar a una persona de manera proactiva, a fin de que realice ciertas actividades. Entre ambas hormonas consiguen incluso anular temporalmente el dolor.

Wikimedia Commons

Foto: Egon Schiele / Wikimedia Commons

5. Aumenta la concentración

Como se ha comentado, la oxitocina genera en las mujeres una mayor creatividad intelectual y más capacidad comunicativa, mientras que en el hombre la noradrenalina dispara la vitalidad, si bien no debe relacionarse la misma con el deseo sexual, que queda inhibido por la prolactina. Esta energía desprovista de libido nos permitirá centrarnos en actividades intelectuales sin interferencias. Finalmente la serotonina también contribuye a relajarnos y por tanto facilita la concentración.

6. Aumenta la lucidez en la tercera edad

Un estudio de la Universidad de Rostock, en Alemania, sobre una población de individuos de ambos sexos septuagenarios y octogenarios, analizó la relación entre su actividad sexual y el mantenimiento de sus funciones cognitivas. El resultado fue que cuanto mayor era su actividad sexual, mejor conservaban tanto sus aptitudes reflejas como su estado de forma intelectual.

7. Refuerza el sistema cardiovascular

Un estudio conjunto de diferentes científicos alemanes constató que al menos en los hombres los niveles de noradrenalina se disparaban en el plasma sanguíneo tras el orgasmo masturbatorio, aumentando la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Estos incrementos mejoran la circulación y ayudan a mantener el sistema cardiovascular activo. Quizá no tanto como el deporte, pero seguro que más que el inmovilismo y la castidad.

Juliana Coutinho

Foto: Juliana Coutinho

8. Mejora el sistema inmunitario

En otro estudio conjunto, también de investigadores de diversas universidades alemanas, se constató que los hombres que se masturbaban presentaban tras el orgasmo unos elevados niveles de citocinas en el plasma sanguíneo. Las citocinas son unas proteínas producidas por los linfocitos, células defensivas, y relacionadas con la actividad inmunológica del cuerpo frente a las infecciones.

9. Induce al parto

Si el parto se retrasa, mantener relaciones sexuales puede ayudar a provocar las contracciones, pero también masturbarse o que la masturben a una, por ejemplo con sexo oral. El orgasmo aumenta la secreción de la oxitocina, una de las hormonas responsables de las contracciones.

El mercado de los heteroflexibles… y lo que surja

La app BRO

La app BRO

“Estoy cansado de que me intenten chatear torsos desnudos y egos con patas”, dice Brad. “Nada como un lugar dónde poder construir una buena amistad y si se tercia, algo más”, explica Zach.

Ambos son usuarios de BRO,  la nueva app que está trayendo de cabeza a los medios anglosajones, por cómo se presenta: “La app permite que los hombres chateen, se hagan colegas y construyan relaciones sin el miedo de que sus sexualidades se etiqueten, algo que muchos hombres que cuestionan sus sentimientos admiten que les impone y les dificulta para ser ellos mismos.” Esta explicación fue suficiente para generar curiosidad, puesto que no se presentaba como una app gay.

Los medios comenzaron a hacerse eco y se sucedían titulares sobre la app como método para “ayudar al outing” de los hombres dudosos, o para “ que los hombres heterosexuales mojen con otros hombres heterosexuales”. Y así se generó la discusión. ¿Es necesaria una app como esta? ¿Por qué?

BRO no es el primer ejemplo de un servicio tecnológico para los hombres que se definen como heterosexuales pero practican sexo con hombres. Existe el precedente de Whisper,  una aplicación destinada al público general en la que la gente puede postear mensajes anónimos-en un formato muy similar al de un meme- y  que fue aprovechado por hombres para explicar sus experiencias homosexuales en la red. ¿La particularidad? La gran mayoría recordaban experiencias en la universidad, antes de casarse con mujeres.

¿Es entonces una nueva app indefinida un ejercicio de marketing? Un representante de BRO advertía a Verified Gay que “la principal razón por la que la app no identifica a sus usuarios como homosexuales, bisexuales o ‘en fase de exploración’ es que no creemos que eso importe. La app no es para conectar a gente que quiera mantener relaciones sexuales, sino para establecer conexiones duraderas, ya sea amistades o relaciones a largo plazo”. Aún así, como no dejaron de reseñar desde BRO, los medios siguieron en sus trece:  “Los medios dicen que nuestra app es algo que no es realmente”, explicaban en sus redes sociales, a lo que un usuario respondía: “Está bien vivir en una escala de grises, yo conozco a muchos tíos que no tienen una preferencia específica”.

Lo cierto es que hace tiempo que ronda la polémica en torno a una nuevo discurso con respecto a la definición sexual. Este año, el best seller de la activista queer Jane Ward ‘Not Gay: Sex Between Straight White Men’ (“sexo entre hombres blancos heterosexuales”) ponía sobre la mesa una práctica más común de lo que se quería creer: que los hombres que se autodefinen como heterosexuales mantienen prácticas homosexuales más a menudo de lo que la gente piensa. Y las cifras acompañan: en un reciente estudio del centro de control de enfermedades estadounidense Centers for Disease Control and Prevention, un 1,9% de los hombres se define como homosexual y un 2% como bisexual, pero 6,2% de los encuestados han mantenido relaciones homosexuales, con lo que 2,3% de este porcentaje es de hombres que se identifican como heterosexuales.


Del down-low a los heteroflexibles

Nacía así una etiqueta contra la etiqueta: los heteroflexibles, que se caracterizan por una actividad homosexual limitada a pesar de una orientación fundamentalmente heterosexual que se considera distinta de la bisexualidad. Una vez más, la definición no venía exenta de polémica. El activista LGTB Zach Staffordargumentaba en The Guardian: “Me parece bien que un hombre tenga relaciones sexuales con otro hombre sin tener que usar una etiqueta. Eso sí, como hombre homosexual que ha sufrido violencia expícita por serlo, comprobar que los hombres que perpetúan esa violencia ejercen los mismos actos sexuales que yo y demuestran lo ‘hetero’ que son, resulta repugnante y homófobo”.  

Stafford argumentaba, además, desde una posición concreta. Como hombre negro, hacía hincapié en la hipocresía que genera el tabú de la homosexualidad en Estados Unidos, también aquejado por incesantes capas de significado en relación a razas y religiones. El término down-low, por ejemplo, de uso común entre la comunidad afroamericana, está asociado a los hombres negros que se definen como heterosexuales pero tienen algún tipo de actividad homosexual -generalmente en secreto o sin conocimiento de aquellos que le rodean-. De la misma manera,  la expresión “no homo”, de cierta notoriedad en el hip hop estadounidense,  se originó en Harlem para aclarar una orientación heterosexual después de cualquier afirmación que pueda oler a homosexualidad.

La fluidez en las prácticas sexuales viene ahora acompañada de cierta libertad en etiquetas que resultan, para muchos, restrictivas. Las apps como Grindr están llenas de hombres que se consideran heterosexuales, por lo que queda claro que una nueva generación de hombres y mujeres asumen que categorías como gay o hetero no tienen necesariamente mucho que ver con las prácticas sexuales. Son también categorías políticas y conceptuales.

10 cosas que hay que saber sobre el “chemsex”

Artículo publicado en DoctorCaudeVilla

1.- ¿Qué es el “chemsex”?

          El término “chemsex” define el uso de algunas drogas psicoactivas en contextos de tipo sexual, sobre todo en población homosexual masculina. El uso de algunas sustancias entre varones homosexuales constituye un fenómeno emergente sobre el que se discute en circuitos profesionales al menos desde 2012 pero que ha saltado a los medios de comunicación tras la publicación de un editorial en el British Medical Journal y el estreno de un documental.

          Lo que define el “chemsex” de forma específica no son tanto las sustancias como la intención o el objetivo de su uso, es decir facilitar las relaciones sexuales, intensificar las sensaciones y/o prolongar su duración. Estudios recientes han identificado un grupo de sustancias y un patrón de consumo que son característicos, que se describen en los puntos siguientes.

2.- ¿Cuales son las drogas implicadas?

Consumir sustancias para incrementar el deseo, desinhibirse o facilitar las relaciones sexuales no es ninguna novedad. En este sentido elalcohol es, sin duda, la sustancia más asociada a este tipo de contextos. Pero en relación con el “chemsex” las tres sustancias que más se han asociado con el fenómeno son:

  • Metanfetamina: (tina, meta, en inglés crystal, meth, ice…).:  . Es un estimulante que puede esnifarse, fumarse en pipa o papel de plata o inyectarse por vía intravenosa. Es activo a pequeñas dosis (en torno a 10-15 mg) y sus efectos duran entre 6-8 horas. Produce sensaciones de energía y euforia y disminución de la necesidad de comer o dormir. Por sus efectos estimulantes incrementa la frecuencia cardiaca y la tensión arterial y puede producir otros efectos adversos (mandibuleo, dificultad para orinar…). Puede producir dependencia psicológica de forma rápida. No debe confundirse con la MDMA (que también puede presentarse en forma cristalizada)

     

  • GBL/GHB: (G, bote, chorri… También conocido como éxtasis líquido aunque no guarda relación con la MDMA). Es un depresor del Sistema Nervioso Central con propiedades estimulantes o afrodisiacas en dosis medias-bajas. Se utiliza siempre por vía oral. El GBL es el precursor legal del GHB y se diferencia de éste último por su olor y sabor nauseabundo. Su principal problema es el riesgo de sobredosis (es difícil calcular la dosis a ojo si no se conoce la concentración del contenido con certeza). AQUÍ hay información más detallada sobre esta sustancia.

  • Mefedrona (4-Metilmetcatinona, Mefe): Es un estimulante sintético derivado de la catinona que puede esnifarse, utilizarse por vía oral o inyectarse. Los usuarios definen sus efectos a mitad de camino entre un estimulante clásico ( cocaína o anfetaminas) y el efectoentactógeno (buen rollo) de la MDMA. Al contrario que las anteriores es una nueva droga cuyo consumo empezó a detectarse a partir del 2008. Fue prohibida en 2010 y, posteriormente se han sintetizado análogos de legalidad y toxicidad indeterminada (4-MEC, 4-FMC…) que en ocasiones se venden como si fueran mefedrona.

Aunque la definición académica del Chemsex sólo hace referencia a estas tres sustancias, en la práctica también es frecuente el uso de otras como ketamina, MDMA, alcohol, cocaína, poppers… así como los fármacos para facilitar la erección (Viagra, Cialis…)

3.-¿Cuales son las motivaciones para su uso?

La motivación más evidente como con cualquier otra droga son los efectos placenteros, positivos o deseados: encontrarse más cómodo, tener menos inhibiciones, incrementar las sensaciones, buscar relaciones más intensas y/o prolongadas o la búsqueda de nuevas experiencias…

Algunas personas pueden utilizar estas sustancias para vencer sentimientos de vergüenza, complejos o problemas de tipo sexual, buscando reafimar su sexualidad, para tapar conflictos (asociados a la propia sexualidad, o al miedo al rechazo por infecciones como el VIH o la Hepatitis C…) . En estos casos la probabilidad de un uso problemático es mayor.

4.- ¿Es el “chemsex” un fenómeno exclusivo gay?

Existen pocos datos objetivos e investigaciones científicas al respecto. El fenómeno se ha detectado en población homosexual masculina de mediana edad, residente en grandes núcleos urbanos y que frecuentemente tiene experiencia previa con el uso recreativo de drogas en contextos de ocio. Es posible que la asociación entre este grupo y el chemsex sea específica y pueda explicarse por motivos de tipo sociológico.

Pero ni siquiera puede afirmarse que el “chemsex” sea un fenómeno “exclusivamente gay”. En estos mismos entornos el uso recreativo de drogas o determinadas conductas y prácticas sexuales están más normalizados y tienen unmenor estigma social que en el resto de la población. Así, podría ser que, simplemente, sea un fenómeno más visible que en otros sectores de la población.

Las únicas encuestas específicas hasta el momento se refieren a población gay en Londres aunque hay datos indirectos que señalan que el fenómeno aparece también en otras muchas grandes ciudades de Europa.

5.- ¿Cual es la forma de consumo?

Como señalábamos en el punto anterior, la falta de estudios específicos obliga a ser prudente al describir el fenómeno. Es muy probable que exista una variabilidad muy alta. Algunas personas experimentarán con psicoactivos en contextos sexuales sólo de forma ocasional, otras los utilizarán de forma regular pero espaciando en el tiempo y utilizándolos de una forma sin consecuencias negativas de importancia. En otros casos la práctica del “chemsex” puede convertirse enhabitual y rutinaria, en cuyo caso el uso problemático es más probable.

Las sesiones de “chemsex” incluyen en ocasiones la práctica continuada de actividades sexuales durante muchas horas o incluso días, la búsqueda de multiples parejas sexuales a través de Internet y/o aplicaciones de movil(Grindr, Wapo, Scruff…) o el uso intravenoso de algunas drogas (metanfetamina o mefedrona). El enfoque sensacionalista de muchos medios de comunicación destaca estos elementos que, a nivel poblacional, sólo se presentan en una minoría dentro de una minoría de la sociedad.

OSÉ LUIS BEIZTEGUI SEXÓLOGO DE LA CLÍNICA BIKO ARLOAK: “Los hombres buscamos más el placer y somos menos conscientes del riesgo”

Cada dos o tres años una nueva tendencia sale a la luz desde las oscuridades de las relaciones eróticas. En esta ocasión, es el Chemsex -Chemical Sex o sexo químico- el que parece estar a la moda

JOSÉ LUIS BEIZTEGUI SEXÓLOGO DE LA CLÍNICA BIKO ARLOAK

BILBAO – José Luis Beiztegui, sexólogo de la clínica Biko Arloak, en Bilbao, analiza esta nueva tendencia, por qué el perfil principal son los hombres gays y cuáles son los motivos por los que estos participan en estas fiestas donde las relaciones eróticas en grupo y las drogas se combinan en una fiesta que puede durar hasta 72 horas sin descanso.

Relaciones eróticas y drogas. No es una combinación nueva.

-Para nada. Y en el mundo gay menos. Históricamente, en buena parte de este colectivo, ha habido prácticas eróticas que han tenido que ver con el uso de drogas, como el popper, la cocaína, etc. Y en cuanto a las relaciones eróticas en grupo, es decir, aquellas en las que participan tres o más personas, también se han venido dando más o menos regularmente y con más asiduidad que en la subcultura heterosexual. Aun así, el Chemsex sí que tiene algunas connotaciones diferenciales que son nuevas. Principalmente, que se usan nuevos tipos de drogas.

¿Cuál sería el perfil de los participantes en estas fiestas?

-Generalizando, sería el hombre gay que vive su sexualidad y su erótica muy en el terreno de la noche, la fiesta, el desfase y la transgresión. Más que centrarnos en la edad, que creo influye poco o nada, yo destacaría ese perfil más personal de afición por el sexo rápido, descomprometido emocionalmente y cuyo objeto prioritario es el placer.

¿Por qué gay?

-Es tan evidente que de tanta evidencia la gente no se da cuenta. Las relaciones gays están conformadas por hombres. Muchas veces pensamos que hay una división entre heteros y gays, cuando la división real es entre hombres y mujeres. Un encuentro erótico gay es un encuentro entre dos o más hombres que se desean eróticamente, pero sobre todo entre hombres. Y los hombres, por lo general, buscamos relaciones mucho más explosivas, parafílicas e instrumentales. Podríamos decir que buscamos más el placer por el placer, el éxtasis erótico más centrado en lo corporal y, sobre todo, en lo genital. Es decir, son relaciones bastante más hedónicas, donde lo que importa es el disfrute, el gozo y el deleite. Y muy importante: solemos tener menos susceptibilidad ante el riesgo porque se bloquea más la parte racional del cerebro y se activa la zona límbica.

¿Y en las relaciones lésbicas y heterosexuales?

-No creo que se den tanto este tipo de festividades. Las mujeres en general suelen tener bastante más cabeza para estas cosas, porque lo analizan desde una perspectiva más racional y compensada. Como las relaciones lésbicas están conformadas por mujeres, sus modos, objetivos y metas eróticas de relación también son diferentes. En las heterosexuales, aun siendo una configuración diferente, también se establecen convenios eróticos y prácticas no tan tendentes al exceso y la voluptuosidad.

¿Cuáles serían las razones por las que estos hombres participan en estas fiestas?

-Algunos opinan que para sentirse más liberados. Otros, para superar problemas de pudor o vergüenza o para sentirse pertenecientes a un grupo. Hay quien elucubra que es incluso para reafirmar su orientación sexual. Sin embargo, yo no estoy de acuerdo con ninguna de estas posibles causas, que me parecen ridículas. En mi opinión y como ya he mencionado anteriormente, estas tendencias se dan por la forma en la que los hombres viven su sexualidad y su erótica, que tiene unas connotaciones diferenciales claras.

¿Cómo se podrían volver estas prácticas más saludables?

-Es complicado, ya que lo hedónico y lo preventivo desde el contexto de las prácticas de las que estamos hablando son caminos difíciles de reconciliar. Alguien que va buscando como meta principal la transgresión y el éxtasis sensorial excitatorio per se inhibe y neutraliza la parte racional más cercana al de la evitación de posibles riesgos en sus prácticas eróticas, como ponerse el preservativo, estar vigilante a posibles infecciones, etc. Las asociaciones vinculadas a la salud sexual supongo que dirán que se continúen haciendo este tipo de fiestas con cabeza y protección. Eso sería lo razonable, obviamente. Pero alguien que va buscando y se quiere dejar arrastrar por la efervescencia de los sentidos muchas veces no está pensando en eso ni le está dando importancia, aunque la tenga. En cualquier caso, son apuestas soberanas de los individuos.

Entonces está a favor de este tipo de fiestas.

-Este tipo de festividades son un culto dionisíaco a los placeres y a la voluptuosidad, que me parecen no sólo respetables sino cultivables y promocionables. El único problema, que es real y en el que nos estamos centrando, es el uso abusivo, descontrolado e ignorante de la ingesta de drogas y las consecuencias perniciosas que conllevan desde múltiples puntos de vista. Es ahí en todo caso donde habremos de centrar las intervenciones.

RELACIONES SEXUALES Y DROGAS, De las orgías al Chemsex

DIFERENTES ASOCIACIONES Y COLECTIVOS TEMEN QUE ESTA TENDENCIA QUE AÚNA DROGAS Y RELACIONES SEXUALES CONLLEVE UN REPUNTE EN EL CONTAGIO DEL VIRUS DEL SIDA Y EN LA ADICCIÓN A LAS NUEVAS SUSTANCIAS ESTIMULANTES

HASTA 72 horas. Eso es lo que puede durar una fiesta Chemsex, en la que drogas y relaciones eróticas se combinan a lo largo de todo el fin de semana. Sin parar, sin comer, sin dormir. Según Marco Imbert, coordinador de la Asociación T4 de lucha contra el sida, esta nueva tendencia en auge entre los colectivos gays ya ha aterrizado en Euskadi. “Casos directos no conocemos, pero a través del seguimiento que realizamos en las redes sociales sí que hemos encontrado diferentes invitaciones a este tipo de fiestas”.

Originario de Gran Bretaña, donde está siendo analizado por las autoridades sanitarias debido al temor de que conlleve un repunte del contagio del virus del sida, el Chemsex -Chemical sex o Sexo químico, si se prefiere- es un fenómeno social que ya se ha asentado en Madrid y Barcelona y que empieza a llegar a Euskadi. A diferencia de anteriores tendencias, esta no se da ni en pubs, ni en discotecas ni en lugares públicos, sino en apartamentos y casas particulares.

 

Maratón de sexo y drogas en Chueca

orgia en un frasco

Cinco hombres, cinco gramos de mefedrona y un fin de semana por delante. Empieza la chemsex en Chueca. Lo más importante de esta fiesta sexual siempre es la recena, pero lo primero que hacen es ir a un local de ambiente a tomarse la primera copa. La segunda hay que aliñarla con un poquito de polvo blanco. La tercera y las cinco siguientes aliñadas se toman en una discoteca. Ya es de día, y es hora de recenar. Los cinco hombres se suben a un apartamento en la calle de Fuencarral que se convierte en una improvisada sala de música electrónica.Esnifan unas rayas y empieza el maratón de dos días de sexo, sin comer ni dormir.

A esto lo llaman chemsex, un término cada vez más conocido en el colectivo gay. Son fiestas en pisos privados donde varios hombres se reúnen para consumir drogas y mantener relaciones sexuales. En Madrid cada vez son más famosas y la mefedrona, una droga sintética en forma de polvo blanco cristalizado, es la anfitriona más solicitada. Aunque a Miguel Ángel le gusta llamarla «comida para cactus». A este informático de 31 años no le importa dar su nombre, pero no quiere que le hagamos ninguna foto. «Llevo dos días sin dormir y no tengo la mejor cara», dice. Tiene las pupilas dilatas, las manos sudorosas y está eufórico.Cada mes y medio hace una compra en internet de 10 gramos de mefedrona por 100 euros, que luego reparte entre sus amigos. Aunque en 2011 esta droga se declaró ilegal en España, se puede encontrar como fertilizante en varias páginas web. También se puede comprar en la calle, a un precio más barato que la cocaína o el éxtasis.

El camello que vende mefedrona y metanfetaminas en una de las estrechas callejuelas del barrio de Chueca nos confirma que cada vez tiene más clientes que le compran para este tipo de fiestas. También lo atestiguan las organizaciones de ayuda a la drogodependencia. «En los últimos años hemos notado un aumento de la mefedrona en las calles. La fiscalización del 2011 no fue muy eficiente para retirarla del mercado. Es una sustancia muy buscada para las fiestas sexuales porque te facilita la práctica del sexo más extremo durante más tiempo y con más de una persona», afirma Núria Calzada, coordinadora de Energy Control, un proyecto de reducción de riesgos en el consumo de drogas de la ONG Asociación Bienestar y Desarrollo (ABD). En su laboratorio en el barrio de Tetuán analizan las drogas que les entregan los consumidores que quieren saber lo que se están metiendo. «Nos hemos encontrado la mefedrona adulterada en éxtasis y cocaína. Se puede esnifar o tomar por vía oral. Tiene efectos estimulantes como la cocaína y otros empatógenos y emocionales del MDMA. Es muy adictiva», explica Núria.

Circuitos sexuales

Miguel Ángel lleva un año organizando las chemsex con mefedrona. Su casa forma parte de los circuitos sexuales que se organizan una vez a la semana por varias viviendas desde Chueca hasta La Latina. La herramienta más usada para buscar gente es el Grindr, la aplicación móvil enfocada a la comunidad gay masculina con más de siete millones de usuarios. «Al mes nos pegamos una o dos chemsex. Cada vez veo a más hombres que quieren probar esta experiencia. Es alucinante la tremenda excitación que se siente y la mefedrona además te da insomnio y más energía de lo normal, por lo que puedes estar varios días practicando sexo sin parar», afirma eufórico.

Cada gramo que pilla le da para cinco dosis que se mete vía oral o esnifada. «Últimamente también hay gente que se inyecta mefedrona por vía intravenosadurante las relaciones sexuales, mezclado además con viagra, y eso es más peligroso», cuenta Miguel Ángel, refiriéndose a las fiestas slamming, una moda que llega de Inglaterra y que Apoyo Positivo, una asociación dedicada a ayudar a los enfermos de sida, alerta del peligro de estas fiestas a la hora de contraer enfermedades de transmisión sexual. «Hace un año y medio notamos que se empezaron a disparar los casos de VIH relacionados con el consumo de alguna sustancia antes del sexo», cuenta Jorge Garrido, director de Apoyo Positivo. «La cultura del chemsex se ha ido instalando en grandes ciudades como Madrid y tiene un doble peligro: la práctica sexual sin protección y el uso de drogas como la mefedrona que son muy adictivas y se conoce poco de su efecto a largo plazo».

Las entidades que trabajan para la prevención del VIH llevan un tiempo denunciando estas prácticas de riesgo. «Nos hemos encontrado casos de paranoia, pérdida de memoria y psicosis. Hay dos perfiles de consumidores de estas fiestas. Chicos de 18 a 25 años que están empezando a salir por Chueca y otro grupo de hasta 40 años que llevan ya bastante tiempo consumiendo», explica Jorge.

En los últimos años ha habido una explosión de nuevas drogas sintéticas en el mercado. Algunas como la mefedrona o la flakka -que se dio a conocer en Magaluf este verano- forman parte de las catinonas, una familia de sustancias estimulantes que proceden de la planta del Khat, un arbusto natural de Etiopía que su hoja se usaba tradicionalmente para mascarla al final del día y quitar la fatiga. Pero debido a las guerras y al desempleo, muchos consumidores la utilizan durante todo el día.

Aquí, en Madrid, estas drogas han cambiado la percepción de fiesta de muchos hombres. Ya no vale salir a una discoteca y al cerrar irse a casa a descansar. Ahora la oferta de las chemsex está de moda. Drogas estimulantes y sexo.

Orgía salvaje de Marc Jacobs

Marc Jacobs

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El diseñador utilizó la aplicación de móvil Grindr para una ‘quedada’ sexual con diez veinteañeros con los que compartió un fin de semana de sexo y drogas

Marc Jacobs es la comidilla estos días de esa ciudad que no descansa en las 24 horas. El diseñador utilizó la aplicación de móvil Grindr para una ‘quedada’ sexual con diez veinteañeros con los que compartió un fin de semana de sexo y drogas. En su apartamento había psicotrópicos y metanfetaminas aunque él confesó que solo ‘consumió’ sexo. No es su primer escándalo sexual transmitido por las redes sociales. Pero esta vez, sus efectos han provocado que cancele su cuenta en Grindr.

Detenido en Tenerife por ofrecer a un menor dinero para mantener relaciones sexuales

EN EL BAÑO DE UNA CAFETERÍA EN ARRECIFE

SANTA CRUZ DE TENERIFE. Un varón de 46 años ha sido detenido en Arrecife como presunto autor de un delito de abusos sexuales y corrupción de menores, después de que al parecer ofreciese 30 euros a un menor de 14 años a cambio de mantener relaciones sexuales en el baño de una cafetería, ha informado hoy la Policía Nacional.

El contacto entre estas dos personas se produjo por medio de una conocida aplicación de mensajería instantánea después de que el menor publicase en una red social su número de teléfono y fotografías personales, se indica en un comunicado policial.

El detenido no tiene antecedentes policiales y la investigación se inició porque la madre del menor denunció que había encontrado mensajes inquietantes en el teléfono móvil de su hijo.

La madre, tras observar que su hijo había comprado un aparato electrónico con dinero que ella no le había facilitado y del que éste no le supo dar explicaciones, halló una conversación inquietante en el móvil de su hijo con un número de teléfono desconocido.

En esas conversaciones el menor aceptaba mantener relaciones sexuales a cambio de 30 euros, se señala en el comunicado de la Policía Nacional, en el que se añade que el acto sexual se consumó en el baño del establecimiento.

Lecciones de una dominatriz

Cuando el dolor y la sumisión producen placer…

  • Las parejas que practican el fetichismo comparten códigos y ganas de experimentación con los del ‘bondage’

  • La disciplina y el sometimiento son dos buenos estímulos contra el sexo rutinario en pareja

 

¿Piedad Dómina? Soy periodista de ZEN y quiero saberlo todo sobre fetichismo y BDSM (Bondage, Dominación, Sumisión y Masoquismo) como nuevos estímulos de la vida en pareja y del sexo en general”. Así arrancó esta aventura.

El contacto de esta profesional del BDSM me lo dio un compañero de profesión, que no de juergas, y cerramos la cita para el lunes por la tarde. Por suerte para mí, la dominatriz me citó en territorio neutral. Mi alma de reportero viejo me pedía que me llevara a su mazmorra, bautizada como Cueva Fetish, pero mi razón me decía: “¡Ojito, dónde te estás metiendo!”.

La dominatrix, de físico abundante, melena rubia y escote belicoso, me llevó a la mesa apartada de un pub británico del madrileño barrio de Hortaleza. Acababa de salir de una sesión de dominación. Había sometido a un sumiso recién llegado de Inglaterra y se había aplicado con ganas para no defraudarlo. El tributo: 150 euros por 45 minutos de castigo.

Su trabajo arranca con una llamada al móvil o un correo electrónico. El fetichista marca su objeto de deseo (tacones, sandalias, botas altas, corpiños, medias…) y le concreta cuál es su sueño sexual a realizar.

De rodillas

Cuando el esclavo/a -a veces van en pareja- baja a la mazmorra, la dómina lo pone de rodillas y exige que se quede en ropa interior y confiese por qué está ahí. Ante todo, máximo respeto y obediencia, que la fusta va que vuela. Esa vulnerabilidad es motivo de excitación para la ama, incluso cuando me lo recuerda.

Mi sesión imaginaria avanza, con mucho escepticismo, en busca de aplicaciones para la vida sexual de las parejas que se aburren porque su cuadrilátero entre las sábanas lo marcan el misionero, el 69 y alguna posturilla del Kamasutra.

La experta me muestra fotos de su atuendo de faena. Moño alto, corsé negro, camisa blanca y ceñida y taconazo infinito. Los zapatos son clave y el esclavo debe lamerlos. Tanto el cuero como los dedos de los pies. De rodillas para abajo, ahí se acaba el contacto físico. No estamos hablando de una prostituta al uso. Ni la tocan ni la ven desnuda y de penetración ni soñarlo. Al esclavo no se le permite ni la eyaculación, excepto si es involuntaria. Es lo que tiene la dominación.

De los taconazos pasamos a las botas larguísimas, a los corpiños y al látex. Piedad Dómina los recomienda a las parejas para que se adentren en otras sexualidades, para que experimenten y no caigan en la rutina. Así empezó ella. Tenía un novio que vestía uniforme -hasta aquí puedo contar- y del coito al cachete, pasando por el fetichismo, se fueron adentrando en el BDSM. Se enganchó y acabó tocando la puerta de una reputada dómina y pagándole por convertirse en su alumna.

Antes de que Piedad me vuelva a arrastrar a su sala de torturas sexuales, me recomienda que las parejas con ganas de experimentar prueben a disfrutar con la cera caliente (wax) sobre el cuerpo, las pinzas japonesas, la fusta, las cuerdas y las esposas. Eso sí, advierte de que no se deben “correr riesgos” y que el juego es cosa de dos. Que si se quiere ir más allá, deben acudir a un amo o a una ama profesional.

Para darle más realce a sus palabras, me muestra imágenes que ha subido aFetLife.com, algo así como el Facebook del BDSM y el fetichismo.

Martirio genital

Ahí me topo con penes maltratados por el trampling (pisotear el cuerpo y, cómo no, los genitales, con unos afilados stilettos) o por las cuerdas apretadas del llamado bondage. Tampoco falta una muestra de los Sissi, esclavos que son vestidos como camareras y que luego son sodomizados por dildos o arneses con largos penes fabricados en látex.

El collar de perro con el que se maneja al esclavo me arrastra a otra práctica que me deja noqueado: el smoking fetish. Piedad Dómina se fuma un cigarrillo y lanza la bocanada de humo a la garganta del cliente. Como cenicero, usa su palma de la mano y su lengua. De postre: le exige que se trague la colilla.

Mi estómago se revela ante tales prácticas, mientras que ella se deleita y lo vive como un sexo “muy sensual y bonito”. Pongo fin a nuestra charla porque no tengo cuerpo para más castigo, pero quien quiera probar, que pruebe.

Lecciones de una dominatriz

Cuando el dolor y la sumisión producen placer…

  • Las parejas que practican el fetichismo comparten códigos y ganas de experimentación con los del ‘bondage’

  • La disciplina y el sometimiento son dos buenos estímulos contra el sexo rutinario en pareja

El fetiche más demandado por los hombres es el zapato de tacón alto, especialmente los llamados stilettos, como el Louboutin que aparece en la imagen

El fetiche más demandado por los hombres es el zapato de tacón alto, especialmente los llamados stilettos, como el Louboutin que aparece en la imagen. JOSÉ MARÍA PRESAS

¿Piedad Dómina? Soy periodista de ZEN y quiero saberlo todo sobre fetichismo y BDSM (Bondage, Dominación, Sumisión y Masoquismo) como nuevos estímulos de la vida en pareja y del sexo en general”. Así arrancó esta aventura.

El contacto de esta profesional del BDSM me lo dio un compañero de profesión, que no de juergas, y cerramos la cita para el lunes por la tarde. Por suerte para mí, la dominatriz me citó en territorio neutral. Mi alma de reportero viejo me pedía que me llevara a su mazmorra, bautizada como Cueva Fetish, pero mi razón me decía: “¡Ojito, dónde te estás metiendo!”.

La dominatrix, de físico abundante, melena rubia y escote belicoso, me llevó a la mesa apartada de un pub británico del madrileño barrio de Hortaleza. Acababa de salir de una sesión de dominación. Había sometido a un sumiso recién llegado de Inglaterra y se había aplicado con ganas para no defraudarlo. El tributo: 150 euros por 45 minutos de castigo.

Su trabajo arranca con una llamada al móvil o un correo electrónico. El fetichista marca su objeto de deseo (tacones, sandalias, botas altas, corpiños, medias…) y le concreta cuál es su sueño sexual a realizar.

De rodillas

Cuando el esclavo/a -a veces van en pareja- baja a la mazmorra, la dómina lo pone de rodillas y exige que se quede en ropa interior y confiese por qué está ahí. Ante todo, máximo respeto y obediencia, que la fusta va que vuela. Esa vulnerabilidad es motivo de excitación para la ama, incluso cuando me lo recuerda.

Mi sesión imaginaria avanza, con mucho escepticismo, en busca de aplicaciones para la vida sexual de las parejas que se aburren porque su cuadrilátero entre las sábanas lo marcan el misionero, el 69 y alguna posturilla del Kamasutra.

La experta me muestra fotos de su atuendo de faena. Moño alto, corsé negro, camisa blanca y ceñida y taconazo infinito. Los zapatos son clave y el esclavo debe lamerlos. Tanto el cuero como los dedos de los pies. De rodillas para abajo, ahí se acaba el contacto físico. No estamos hablando de una prostituta al uso. Ni la tocan ni la ven desnuda y de penetración ni soñarlo. Al esclavo no se le permite ni la eyaculación, excepto si es involuntaria. Es lo que tiene la dominación.

De los taconazos pasamos a las botas larguísimas, a los corpiños y al látex. Piedad Dómina los recomienda a las parejas para que se adentren en otras sexualidades, para que experimenten y no caigan en la rutina. Así empezó ella. Tenía un novio que vestía uniforme -hasta aquí puedo contar- y del coito al cachete, pasando por el fetichismo, se fueron adentrando en el BDSM. Se enganchó y acabó tocando la puerta de una reputada dómina y pagándole por convertirse en su alumna.

Antes de que Piedad me vuelva a arrastrar a su sala de torturas sexuales, me recomienda que las parejas con ganas de experimentar prueben a disfrutar con la cera caliente (wax) sobre el cuerpo, las pinzas japonesas, la fusta, las cuerdas y las esposas. Eso sí, advierte de que no se deben “correr riesgos” y que el juego es cosa de dos. Que si se quiere ir más allá, deben acudir a un amo o a una ama profesional.

Para darle más realce a sus palabras, me muestra imágenes que ha subido aFetLife.com, algo así como el Facebook del BDSM y el fetichismo.

Martirio genital

Ahí me topo con penes maltratados por el trampling (pisotear el cuerpo y, cómo no, los genitales, con unos afilados stilettos) o por las cuerdas apretadas del llamado bondage. Tampoco falta una muestra de los Sissi, esclavos que son vestidos como camareras y que luego son sodomizados por dildos o arneses con largos penes fabricados en látex.

El collar de perro con el que se maneja al esclavo me arrastra a otra práctica que me deja noqueado: el smoking fetish. Piedad Dómina se fuma un cigarrillo y lanza la bocanada de humo a la garganta del cliente. Como cenicero, usa su palma de la mano y su lengua. De postre: le exige que se trague la colilla.

Mi estómago se revela ante tales prácticas, mientras que ella se deleita y lo vive como un sexo “muy sensual y bonito”. Pongo fin a nuestra charla porque no tengo cuerpo para más castigo, pero quien quiera probar, que pruebe.