Brunéi comienza a castigar con lapidación la homosexualidad y el adulterio

El sultán de Brunéi, Hassanal Bolkiah. FOTO: AFP VÍDEO: REUTERS-QUALITY

La reforma legislativa del Código Penal supone consumar el giro conservador de esta nación musulmana del sudeste asiático gobernada con puño de hierro por el sultán Hassanal Bolkiah, quien ejerce de máximo representante del islam en el país.

El nuevo Código Penal incluye la lapidación por delitos de homosexualidad y adulterio; la mutilación de la mano o el pie por robo; la pena capital por blasfemia, difamar el nombre del profeta Mahoma y la apostasía; y la flagelación por aborto, entre otras.

La alta comisionada de derechos humanos de la ONU, Michelle Bachelet, señaló esta semana que la aplicación de estas leyes “supondría un serio retroceso de los derechos humanos en Brunéi“.

“El nuevo Código Penal es brutal en su núcleo al imponer estos arcaicos métodos de castigo a actos que no deberían ser considerados crímenes”, ha declarado este miércoles Phil Robertson, subdirector para Asia de Human Rights Watch.

La oficina del primer ministro, puesto ocupado por el sultán (72 años), afamado por su vida opulenta y varios escándalos amorosos, anunció el sábado la medida con un breve comunicado donde apunta que la sharia ayudará a mantener “la paz y el orden” y tiene como objetivo “educar, respetar y proteger los derechos legítimos de todos los individuos de cualquier raza y fe”.

El sultanato, próspero gracias a sus ingentes reservas de petróleo y gas, comenzó a introducir los castigos basados en la ley islámica en 2014, con una primera batería de enmiendas para las condenas menos duras, en un plan de dos años por etapas que fue suspendido temporalmente por la campaña internacional de boicot contra el entramado de negocios bajo el patronazgo del país.

Matthew Woolfe, fundador de la organización The Brunei Project, señaló que los cambios en el ordenamiento penal crean miedo y ansiedad entre los habitantes, muchos de los cuales no se atreven a hablar o lo hacen bajo condición de anonimato.

Entre ellos un bruneano, que se encuentra en proceso de solicitar asilo en Canadá y abandonó el país por miedo al futuro que le esperaba siendo transgénero.

El actor estadounidense George Clooney renovó, en una columna publicada por el medio Deadline, el boicot contra los hoteles de Brunéi, entre ellos el Beverly Hills en Los Ángeles, Plaza Athenee en París o Eden en Roma, una medida a la que se han sumado otros famosos, políticos y colectivos en favor de los derechos humanos.

“Cada vez que nos alojamos, reunimos o comemos en cualquiera de esos nueve hoteles, estamos dando dinero a los que eligen lapidar o pegar latigazos hasta la muerte de sus propios ciudadanos por ser gais o acusados de adulterio”, escribió Clooney. El cantante británico Elton John apoyó el llamamiento de Clooney. 

Aunque el actual Código Penal ya contempla la pena de muerte, Brunéi no ha realizado ninguna ejecución desde 1957.

La nueva legislación se aplicará principalmente a los ciudadanos que profesen la fe musulmana, quienes representan el 70% de la población del sultanato (unos 300.000 bruneanos), aunque en algunos casos también se utilizará con extranjeros o fieles de otras creencias, en su mayoría budistas y cristianos.

“Obviamente, la apostasía, que conlleva pena de muerte, solo se aplica a musulmanes. Entre los castigos más crueles, el adulterio y la sodomía entre dos hombres —penada con la lapidación— se aplicará si una o ambas de las personas son musulmanas. En caso de no ser creyente en el islam, no se aplicará”, apunta Woolfe.

“Para la mutilación de extremidades en caso de robo, el castigo se aplica independientemente de si la persona es musulmana o no”, incide el fundador de The Brunei Project.

Los no musulmanes ya tenían prohibido desde 2014 utilizar 19 palabras islámicas, incluida “Alá”, y son sancionadas la impresión, divulgación, difusión y la distribución de las publicaciones contrarias a la enseñanza islámica.

La homosexualidad ya era ilegal en el sultanato. El delito por vestir ropa clasificada como indecente acarrea una pena de hasta seis meses de cárcel, y el consumo del alcohol en lugares públicos se castiga con hasta los dos años de prisión.

Brunéi cuenta con un sistema jurídico doble que combina los tribunales civiles, basados en las leyes británicas —el sultanato fue protectorado británico hasta 1984— y las islámicas.

El obispo Reig Pla ha amparado las terapias homófobas en las diócesis por las que ha pasado

El itinerario del obispo Juan Antonio Reig Plapor diferentes sedes españolas corre paralelo a las terapias homófobas impartidas por algunos de sus colaboradores y amparadas en los obispados presididos por el prelado alicantino. Una de las principales pseudoterapeutas, B. V. (iniciales que corresponden a Belén Vendrell como han publicado algunos medios), ha seguido el destino de arzobispo por Castellón, la Región de Murcia y Alcalá de Henares en un peregrinaje junto a su marido y secretario del eclesiástico. Así, las actividades del grupo Es Posible la Esperanza han dejado rastro en Valencia, Murcia, Alcalá de Henares y, en un último tentáculo, Cantabria.

Vendrell y Reig Pla se ha movido juntos, al menos, desde que el obispo fue designado por el papa Juan Pablo II para la Diócesis de Segorbe-Castellón en 1996. Allí se trasladaron Vendrell y su esposo José María Gea para colaborar con el obispo. En 2006, ambos son “destinados en misión” por Benedicto XVI a la diócesis de Cartagena (Región de Murcia) donde el Papa había enviado a Reig Pla. Luego llega Alcalá.

En 2006, unos meses después de que Reig Pla tomase las riendas del obispado de Cartagena, Belén Vendrell, que no ha respondido a las cuestiones de eldiario.es, fue nombrada directora del Centro de Orientación Familiar Domus Familiae de Murcia. Allí empezó a asesorar a Fernando (nombre ficticio porque prefiere que no se publique su nombre real), un chico de apenas 13 años al que sus padres quisieron tratar por su homosexualidad. Fernando relata a eldiario.es que, en Murcia, las sesiones de psicoterapia se celebraban principalmente en dos lugares, en el COF que Belén Vendrell dirigía y en el mismo Palacio Episcopal de Murcia, situado en la plaza de la Catedral. En la Región de Murcia la ley solo proscribe terapias aversivas (contra la homosexualidad) en el Sistema Murciano de Salud. Reig Pla ha sido contactado por este medio, a través de sus portavoces, pero tampoco ha respondido a las preguntas.

“Les dijo a mis padres que no me dejaran salir de fiesta ni estar con otros chicos. Decía que dejarme salir y conocer gente era como darle droga a un adicto”, relata. La terapeuta fue mostrando una actitud más agresiva en las terapias, según cuenta este testigo, que terminó por provocar una separación entre paciente y profesional. “Me obligaba a ir a misa y a escucharla recitar la biblia”. Según cuenta a eldiario.es, en una ocasión la terapeuta se echó a llorar tras realizar una lectura. “Decía que había mucha gente como yo y que la curación era posible, pero que éramos nosotros los que no queríamos cambiar”. Esta era una preocupación habitual de Belén, explica, que creía que Fernando no hacía lo posible por hacer “desaparecer sus sentimientos”. A distancia y ya desde Alcalá de Henares, cuando Benedicto XVI trasladó allí al obispo, siguió enviándole correos electrónicos y material homofóbico.

Más de 13 años después de la marcha de Vendrell y de Reig Pla, en la Región de Murcia se siguen haciendo terapias reparativas. El actual coordinador de las terapias es un abogado murciano que responde al nombre A. C. Un secretario del propio Centro de Orientación Familiar (COF) de Murcia confirmaba hace semanas a eldiario.es (antes de que se publicara el escándalo y cuando este periodista se hacía pasar por un joven confuso) que A. C. es quien está orientando a los chicos en esa Comunidad Autónoma, así como sus vínculos con el grupo Es Posible La Esperanza (EPE) y con el obispado de Alcalá. “Es una persona que conoce el tema ese que dice usted de EPE y de Alcalá. Esto tiene su núcleo en Alcalá de Henares, que es donde llevan este tema más intensamente”, aclaraba el secretario. A. C. confirmó en una llamada telefónica posterior al periodista que en el COF de Murcia “ayudamos a que los muchachos puedan identificar sus heridas de masculinidad” y que lo hacían “con los mismos materiales de EPE”.

El convento carmelita

Belén Vendrell es el hilo conductor, junto al arzobispo Reig Pla, en el periplo de los cursos homófobos que se iban impartiendo en las diócesis donde aterrizaban ambos. Hay otra conexión, la cántabra, que se establece mediante un sacerdote de la diócesis de Santander. Presentado como P. Santiago, coordina el grupo Es Posible la Esperanza (EPE) para el que Belén Vendrell actúa como “orientadora”, según el propio Santiago especificaba en una carta en la que animaba a una campaña de protesta contra eldiario.es tras desvelarse las prácticas de Alcalá de Henares. En Cantabria, EPE y el padre Santiago organizan cursos, encuentros y talleres en un convento Carmelita en Ruiloba, según los folletos que se distribuyen de manera selectiva entre simpatizantes de la agrupación a los que ha accedido eldiario.es.

En esos anuncios se especifica que los talleres están destinados a “padres de personas con PMS” [proyección hacia el mismo sexo], la denominación que manejan para designar la homosexualidad. También a “orientadores de COF [Centro de Orientación Familiar]” como en los que Vendrell aplica sus técnicas en Alcalá de Henares. Culmina la lista con “educadores, profesionales, sacerdotes, miembros de EPE…”.

No se trata de sesiones abiertas. El mismo documento indica una serie de requisitos para poder asistir: realizar el curso completo, tener formación previa a cargo de Es Posible la Esperanza y “ser invitado personalmente por algún orientador de EPE”. Las monjas que viven habitualmente en esas instalaciones se han limitado a decir a eldiario.es que “nosotras no tenemos mucha información. Nosotras no somos las organizadoras de esos encuentros. No estamos seguras. No sabemos”, aunque los eventos están previstos para sendas semanas de julio y agosto próximos. El padre Santiago Olmeda se ha negado a hablar sobre la celebración de cursos en el convento cántabro, su participación en el grupo EPE o su relación con la orientadora Vendrell. Contactado el obispado de Santander, no ha contestado sobre si está al tanto de estas actividades en un convento en la diócesis y la implicación del sacerdote que está al cargo de varias parroquias cántabras.

Centro de Valencia

Vendrell, que aparece como doctora en Biología y no está colegiada para dar terapias psicológicas, parte desde la ciudad de Valencia. Diversas fuentes describen que allí estableció amistad con el actual encargado en el Centro de Orientación Familiar de la capital levantina, Federico Mulet y que, allí, ambos han compartido charlas, al menos, hasta abril de 2018. Al habla con eldiario.es, Mulet ha contestado sobre si conoce a Vendrell “no sé. No recuerdo”. Y acerca de si en su centro se reproducen las técnicas detectadas en Alcalá de Henares dice que “no sé nada. En cualquier caso, en cualquier COF no son terapias sino acompañamientos”. Al autopresentarse como orientador, el mismo título que se aplica a Vendrell, este medio le ha cuestionado sobre si acudió a algunos de los encuentros para orientadores en el convento carmelita de Cantabria con Santiago Olmeda: “Pues no sé. Nosotros recibimos muchos cursillos para poder acompañar porque hay mucho sufrimiento de muchas cosas. Podría ser”. ¿Conoce al padre Santiago? “No sé. Lo podría mirar”.

La ley que multa las ‘curas’ a homosexuales, una norma que el PP aprobó con la nariz tapada por orden de Cifuentes

Bancada del grupo popular con Cifuentes aún como presidenta del Gobierno. / Flickr PP Asamblea de Madrid.

La ley que va a permitir sancionar las terapias ilegales para ‘curar’ la homosexualidad en el obispado de Alcalá de Henares abrió muchas grietas en el PP. La norma autonómica se aprobó por unanimidad en la Asamblea de Madrid el 14 de julio de 2016, cuando la capital aún tenía resaca de la última celebración del Orgullo LGTBI. Pero tras el aparente consenso parlamentario hubo una batalla de posturas dentro del grupo parlamentario popular que se resolvió con el mandato de la expresidenta Cristina Cifuentes de respaldar la ley.

“Hubo mucho debate en el grupo. Nadie quería la ley porque, tras las enmiendas, no se parecía nada a lo que había propuesto el Ejecutivo”, explican tres años después fuentes del PP de Madrid. La norma incorporó 86 enmiendas de la oposición que los conservadores no pudieron tumbar en solitario. Entre ellas estaban la ilegalización de las terapias reversivas y su castigo con hasta 45.000 euros de multas. El texto inicial del PP no recogía esta medida aunque sí mencionaba que “no podían ser aplicadas en ningún caso”. Durante la tramitación parlamentaria, PSOE, Podemos y Ciudadanos fueron acordando todas las modificaciones que cambiaron sustancialmente el redactado original.

Las disensiones en el núcleo del grupo popular fueron tan grandes que la ley, al final, tuvo que ser defendida en la tribuna por el portavoz parlamentario, Enrique Ossorio. Además, dos diputados se ausentaron de la votación para evitar apoyar la norma. Entre ellos David Pérez, elegido número dos por la candidata a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Fuentes del PP cuentan que hasta hubo partidarios de retirar la ley antes de votarla. Los conservadores ya se habían abstenido en la votación en comisión (el paso previo al pleno) y se debatían sobre si seguir adelante con un texto que no les gustaba o votar en contra de su propia ley. “Intentaron dejarla morir tras la comisión y el PSOE tuvo que activar con su cupo llevarla al pleno”, recuerda la diputada socialista Carla Antonelli, que asegura que la norma puso frente a Cifuentes al sector más conservador del PP.

Antonelli estuvo en el epicentro de la negociación de la norma. En la ponencia también participaron Ana Camins y Regina Plañiol (PP), Beatriz Gimeno (Podemos) y Tomás Marco (Ciudadanos). En el PP recuerdan la negociación como un “tres a uno todo el rato”. “Se produjeron resistencias. Primero, querían supeditar la ley contra la LGTBifobia al marco nacional. También les costó aceptar las sanciones y la prohibición de las llamadas ‘terapias de retroacción’ o de ‘curación’ de la homosexualidad, que son un auténtico desatino”, cuenta Tomás Marco.

Gimeno recuerda la misma polémica con las sanciones. “Éramos mayoría y recuerdo al PP a la defensiva. Las diputadas no veían lógico introducir algunas sanciones porque se acababa de aprobar una ley trans autonómica. Tampoco querían modificaciones relacionadas con el currículo educativo”, relata.

Aún hoy en la bancada popular de la Asamblea algunos tildan como “barbaridad” la norma en vigor. El argumento más repetido dentro y fuera de la ponencia, vigente hoy, es que limita las “libertades individuales”. Especialmente por la introducción de contenidos sobre diversidad sexual en los colegios.

Un texto inicial “deficiente”, según los colectivos

La aprobación de la ley contra la LGTBIfobia atrapó la atención mediática de ese verano de 2016. Los colectivos llenaron los palcos de invitados de la Asamblea de Madrid de banderas arcoiris. Arcópoli, Cogam, Fundación Triángulo, 26 de diciembre, Chrysallis o Daniela se habían reunido periódicamente con los grupos parlamentarios de la oposición para vertebrar con los diputados una ley pionera.

Antes, el PP los había reunido también una vez con una propuesta de texto abierta a aportaciones aunque la mayoría se queja de que el Gobierno regional incorporó solo “una pequeña parte” de sus demandas. “El borrador era muy deficiente. No recogía muchísimas cosas, y algunas eran opcionales”, señala el presidente de Arcópoli, Yago Blando.

La norma, aprobada el 15 de octubre de 2015 en Consejo de Gobierno, tenía 41 artículos y era profusa en condenar conductas discriminatorias, dar formación y prestar un servicio de información y apoyo a las personas LGTBI. El articulado inicial incluía el “carácter de ilegalidad” de las terapias pero luego no las contemplaba en el decálogo de infracciones. Este entrecomillado fue eliminado del proyecto que se registró en la Asamblea siguiendo el criterio de la Abogacía, que señalaba que no era coherente tachar algo de ilegal sin sancionarlo.

Casi tres años después de su aprobación, la aplicación de la ley aún no es completa, según PSOE y Podemos. “Tanto esta norma contra la ley trans son normas que no se han desarrollado. Había un consejo LGTBI que no se ha creado, por ejemplo”, se queja Gimeno. Los socialistas también han manifestado en el pleno de la Asamblea de Madrid estos vacíos y han pedido explicaciones a la consejera de Políticas Sociales con solicitudes de comparecencia sobre el asunto. En las filas conservadoras admiten la laxitud: “La Consejería no ha transigido en algunas cosas. Menos mal que se ha puesto en marcha con un gobierno del PP que ha evitado que se invada la autonomía de los centros educativos”.

Bajo el amparo de esta ley, la Comunidad de Madrid multó con 1.000 euros al director del colegio Juan Pablo II –de la fundación ultracatólica Educatio Servanda– por enviar una carta homófoba al alumnado en 2016 que comparaba precisamente la norma contra la LGTBIfobia con el “fanatismo terrorista”. El centro recurrió y la justicia le dio la razón aludiendo a la libertad de expresión, por lo que no tuvo que asumir finalmente la sanción. Este martes, el mismo día que eldiario.es destapaba las terapias de “conversión” organizadas en instalaciones del obispado de Alcalá de Henares, el Gobierno aprobaba sancionar con 20.000 euros a una ‘coach‘ que ofrecía por internet estas terapias.

De los ‘electroshock’ de Franco a las terapias del obispo Reig Pla: décadas de homofobia para ‘curar’ la homosexualidad

Asistentes a la primera manifestación del Orgullo permitida en España, en las Ramblas de Barcelona el 27 de junio de 1977 EFE

El obispado de Alcalá, en manos de Juan Antonio Reig Plá, organiza talleres para ‘curar’ la homosexualidad dirigidos a adultos y a menores. Son pseudoterapias clandestinas prohibidas por la ley contra la LGTBIfobia de la Comunidad de Madrid y herederas de la concepción médica patologizante de la homosexualidad que empezó a divulgarse a finales del siglo XIX hasta bien entrado el siglo XX. Entre sus aplicaciones prácticas, descargas eléctricas, lobotomías, electroshock, tratamientos psiquiátricos… Muchas de estas técnicas fueron frecuentemente usadas en la dictadura franquista en España y en la Alemania nazi. La lista es larga y se une a la trayectoria de represión sufrida por gays, lesbianas y bisexuales históricamente.

El origen del tipo de cursos que organiza el obispado se sitúa en la década de los 80 del siglo XIX, cuando la palabra “homosexualidad” surge en el contexto científico de la época. La clave la aporta el psiquiatra alemán Richard von Krafft-Ebing, que en su obra Psicopatía Sexual incluyó la orientación sexual no heterosexual en su lista de “perversiones” y “enfermedades” sexuales. La homosexualidad “se construyó entonces como una enfermedad, un comportamiento desviado que requería cura, que se podía (y debía) reconducir a la normalidad”, apunta la profesora de Sociología de la Universidad de Castilla- La Mancha y activista Gracia Trujillo.

En el ámbito europeo comenzaron entonces a sucederse las investigaciones sobre el tema, en principio de tono teórico, pero sujetas a la evolución de la medicina, que pronto comenzó a desarrollar aplicaciones prácticas, explica Ramón Martínez, historiador especializado en el colectivo LGTBI y escritor. Estas ideas culminaron en la inclusión de la homosexualidad en los principales manuales de enfermedades. El objetivo subyacente de las técnicas era modificar la orientación sexual de la persona para seguir la norma heterosexual y bajo el prisma de que se debía a algún tipo de trauma. La actualización de estas ideas no parecen estar muy lejos de las tesis divulgadas por el obispado de Alcalá, que aunque rechaza denominarlas como terapias “reversivas”, emplea el mismo modus operandi.

La represión franquista

Estas prácticas tuvieron un gran apogeo en la época franquista en España. El régimen de Franco no incluyó la homosexualidad en la legislación hasta mediados de los años 50, cuando concretamente en 1954 reformó la Ley de Vagos y Maleantes para incluir a los homosexuales, que podían ser condenados a ser internados “en instituciones especiales” y “en absoluta separación de los demás”. La Segunda República había despenalizado la homosexualidad, anteriormente perseguida por la dictadura de Primo de Rivera, pero no quiere decir que en la práctica hubiera aperturismo a la diversidad afectivo sexual.

Posteriormente, en 1970, entró en vigor la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social, que inauguró en la normativa española el enfoque de la reparación, conversión y curación de la homosexualidad.

“La aplicación en forma sistemática de la tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes contra homosexuales y transexuales constituyó una pauta de la represión homofóbica” de la época, resume Amnistía Internacional en su informe España: poner fin al silencio y la injusticia, publicado en 2005 para hacer frente a la deuda pendiente con las víctimas del franquismo. Con la ley de 1970, que sobrevivió al franquismo y no fue derogada completamente hasta 1995 –en el 79 se eliminó lo referente a la homosexualidad– se crearon los penales de Badajoz y Huelva para “rehabilitar” a los homosexuales, donde permanecían entre tres meses y cuatro años. También fueron confinados en Carabanchel (Madrid) y en Barcelona.

“Bajo la idea de ‘curar’ la homosexualidad eran sometidos a ‘tratamientos’ mediante terapias aversivas como la aplicación de descargas eléctricas ante estímulos homosexuales, cesando ante estímulos heterosexuales”, explica Amnistía Internacional en su estudio, que también asume que posteriormente eran desterrados de sus lugares de origen “a fin de quebrar los lazos con sus familias y amistades”. En esta época, fueron famosos dos psiquiatras, Juan José López Ibor y Antonio Vallejo-Nájera que, amparados por las leyes franquistas, “investigaron y aplicaron técnicas terribles para ‘curar’ la homosexualidad dejando a la gente echa polvo”, nombra Martínez.

A las lesbianas no se las incluyó en la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social explícitamente, pero eso no significa que no fueran reprimidas. Trujillo apunta a que “los legisladores ni siquiera las consideraron porque la idea de que dos mujeres (o más) pudieran tener una sexualidad autónoma y placentera era, literalmente, impensable”, pero también sufrieron persecución. “A las lesbianas las denunciaban las familias o gente conocida, las repudiaban, y muchas acabaron en hospitales psiquiátricos, donde se les aplicaron los sistemas de supuesta ‘curación’ como electroshocks. Internarlas en manicomios era otra forma de encarcelarlas, de privarles de libertad”, señala la socióloga.

Entre tanta represión, el activismo y la defensa de los derechos LGTBI se fue haciendo cada vez más fuerte y presente. En España, tras la muerte del dictador y a pocos días de las elecciones democráticas, el colectivo salía por primera vez a la calle en una manifestación histórica en las Ramblas de Barcelona. Ocho años antes, una revuelta contra las redadas homófobas que la Policía neoyorkina solía hacer en el bar Stonewall Innde la ciudad inauguraba el activismo LGTBI tal y como lo conocemos. La pelea por la visibilidad y contra la homofobia y el paso de los años acabaron por desterrar de los manuales de psiquiatría la homosexualidad.

Prácticas ‘contra naturam’

Ahora el consenso científico se opone al tipo de técnicas que celebra el obispado de Alcalá y la Asociación Estadounidense de Psicología (APA, por sus siglas en inglés) declaró en 2009 su oposición a que profesionales de la psicología o psiquiatría hagan creer a sus pacientes que pueden cambiar su orientación sexual. Es más, asumió que hacerlo no era inocuo para ellos y podía derivar en problemas de ansiedad, depresión y suicidio. Junto a ello, unos años antes, en 1990, la Organización Mundial de la Salud excluyó la homosexualidad de su lista de enfermedades y en 1973 hizo lo propio con su manual de trastornos mentales la Asociación Americana de Psiquiatría.

No quiere decir que antes del estudio de la homosexualidad en el contexto científico no existiera represión, pero su existencia estaba muy marcada por el contexto judeocristiano, que lo consideraba “un pecado”. Martínez explica que “entonces eran prácticas que se consideraban válidas o inválidas y no había identidades”. “Lo único permitido era la práctica heterosexual encaminada a la reproducción y sin placer. El resto era considerado sodomía”.

La principal diferencia era que la homosexualidad no se consideraba algo que pudiera corregirse ni “repararse” porque ni siquiera estaba categorizada de tal manera, sino que eran consideradas prácticas anti natura y contrarias a lo divino. “En la época de la Inquisición, por ejemplo, los principales castigos eran la condena a la hoguera o a las galeras a remar”, prosigue el historiador, que hace hincapié en que “el argumento” no era pseudocientífico sino religioso: el Levítico (libro del Antiguo Testamento) condena explícitamente la homosexualidad masculina en sus capítulos 18 y 20, calificándola de “acto infame”.

 

 

La Comunidad de Madrid investigará las terapias para ‘curar’ la homosexualidad en el Obispado de Alcalá

La Comunidad de Madrid abre una investigación sobre las terapias para curar la homosexualidad en el Obispado de Alcalá.

La Comunidad de Madrid ha abierto una investigación sobre las terapias clandestinas celebradas en el Obispado de Alcalá de Henares que ha destapado eldiario.es. La Consejería de Políticas Sociales será la encargada de determinar, a través de la Inspección, si “ha habido algún tipo de incumplimiento”, según ha informado el vicepresidente del Gobierno, Pedro Rollán, tras el Consejo de Gobierno. “Se verificará por parte de los instructores si se ha cometido algún tipo de actividad al margen de la ley” y, en el caso que así fuera, “se aplicará la sanción correspondiente, como no podía ser de otra manera”.

La investigación se ha iniciado a raíz de la denuncia presentada por Eduardo Rubiño, diputado y miembro de Más Madrid en el Registro General de la Comunidad de Madrid. Otras organizaciones, como el Observatorio de la LGTBIfobia preparan también denuncias para exigir la actuación del Gobierno regional contra unas terapias que están recogidas como infracciones graves en la ley autonómica aprobada por el Ejecutivo de Cristina Cifuentes (artículo 70) y son susceptibles de multas de hasta 45.000 euros, según la normativa.

Fuentes de la Consejería de Políticas Sociales precisan que la actuación del Gobierno se limitará a “sanciones administrativas” contempladas en la ley, y no al “cese de la actividad”, si tuviera lugar. “Eso lo tendrá que decidir un juez”, apuntan las mismas fuentes.

“Según la información que hemos conocido parece que en el entorno del obispado se está realizando un seminario, una charla o un tratamiento”, ha dicho el vicepresidente ante las preguntas de los periodistas. Rollán no ha entrado a valorar estas terapias ilegales y ha contemplado la posibilidad, a la espera de la investigación de que de ellas sea responsable “una clínica particular”.

Por su parte, Ciudadanos ha tildado de “despropósito” que el Obispado de Alcalá imparta estos cursos ha señalado que la Iglesia “debería evolucionar”. “Me parece que es un absoluto despropósito y confío en que la Diócesis rectifique y que elimine ese tipo de cursos que no ayudan a nada, más bien a todo lo contrario, nos hacen involucionar en lugar de evolucionar”, ha dicho el candidato de la formación a la Comunidad de Madrid, Ignacio Aguado.

La diputada del PSOE autonómica Carla Antonelli ha asegurado que “llueve sobre mojado” con el obispo de Alcalá porque es una “continuación reiterada en la LGTBifobia en su pretensión absurda de curar la homosexualidad y la transexualidad”. “Esto es un delito y una falta muy grave de la ley contra la LGTBifobia de la Comunidad de Madrid del artículo 70 con más de 45.000 euros de multa más otras sanciones administrativas que se le pueden interponer”, ha indicado diputada.

El Gobierno madrileño investiga si la diócesis de Alcalá ofrece sesiones para “curar” la homosexualidad

La comunidad ha recibido varias denuncias tras la información publicada por eldiario.es. El obispado niega que realice este tipo de terapia

El obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, en 2014. ALBERTO MARTÍN EFE

La Comunidad de Madrid investigará si el obispado de Alcalá de Henares ha incumplido la ley contra la homofobia al impartir unas sesiones que, según una investigación publicada este martes en eldiario.es, suponen “terapias para curar la homosexualidad”. La diócesis oferta estos cursos en su Centro de Orientación Familiar Regina Familiae (COF), una institución episcopal que ofrece ayuda psicológica personal, familiar y de acompañamiento espiritual a las personas que lo soliciten. En una grabación oculta, un periodista se hizo pasar el 21 de marzo por “un joven confuso con su orientación sexual”, y asistió a una primera consulta. “La atracción no hace justicia a lo que significa cuando os fijáis en alguien del mismo sexo” y “al final el cerebro responde a lo que le estás acostumbrado”, son algunas de las afirmaciones de B. V., una doctora en biología que trabaja en la diócesis, que pueden escucharse en el audio. El COF de Alcalá ha negado que en sus instalaciones se den estas terapias.

El Gobierno regional ha anunciado que, tras haber recibido varias denuncias en el Registro General, abrirá una investigación para conocer si se ha incumplido la ley. Entre los denunciantes se encuentran las organizaciones Facua, la asociación LGTBI Arcópoli y el diputado y miembro de Más Madrid Eduardo Rubiño. La Consejería de Políticas Sociales, encargada de realizar la inspección, ha añadido que se trata de un proceso administrativo, no penal, y que de ser cierta la información que se ha publicado, la multa puede oscilar entre los 20.000 y los 45.000 euros. De momento, desconocen quién es el responsable directo de que estas supuestas actividades terapéuticas.

El obispado ha subrayado este martes en un comunicado que se trata de una “noticia falsa” con “acusaciones antiguas” y “un montaje teatral construido ad hoc, en el que un periodista haciéndose pasar por un joven que quiere cambiar su orientación pide ayuda en primera instancia, para provocar después una conversación manipulada referida a la ideología de género”. En dichos centros, de los que disponen todas las diócesis de España, ofrecen sus servicios gratuitamente. Sobre estas “ayudas de acogida y orientación”, la diócesis de Alcalá se ha defendido diciendo que no son terapias reparativas ni psicológicas.

El obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, es conocido por sus discursos en contra de la homosexualidad. En 2012, Reig Pla defendió en una entrevista en Religión y Libertad que muchos “casos” de homosexualidad podían curarse “con una terapia apropiada” y con la “castidad”. El obispo ha reiterado en varias ocasiones que no es homófobo.

Además de una sesión de “terapia”, el periodista infiltrado añade que recibió material de lectura para trabajar en casa. Entre ellas se incluía el libro Terapias Reparativas, de Joseph Nicolosi, polémico psiquiatra estadounidense y fundador de la Asociación Nacional de Estados Unidos para la Investigación y Terapia de la Homosexualidad. “La mentira gay y la desinformación sobre este tema están llevando a muchos adolescentes y jóvenes a pensar que han de aceptarse y por lo tanto, se les está condenando a una vida de sufrimiento, de mentira, de degradación y de muerte. En lugar de ayudarles a descubrir y madurar su verdadera identidad, la masculinidad, se les condena a vivir una falsa identidad”, es uno de los contenidos de los folletos que, según el reportero, le hicieron llegar por una cuenta oficial de correo electrónico de la diócesis.

Los cursos y terapias de carácter homófobas son ilegales y están penadas con multas de hasta 45.000 euros, según la Ley de Protección Integral contra la LGTBfobia de la Comunidad de Madrid. En 2016, los obispos de Alcalá y de Getafe calificaron la aprobación de dicha ley como “un ataque a la libertad de expresión y religiosa” y “un atropello a los idearios que inspiran la libertad de enseñanza”.

B. V., la terapeuta del COF de la diócesis de Alcalá, que no figura en el Colegio de Psicólogos de la Comunidad de Madrid, es consciente de ello. En las grabaciones le explica al periodista que con “su ayuda” está corriendo un riesgo que puede pagar incluso con la cárcel. “En estos momentos estamos viviendo en España una dictadura con la ideología de género. Hay una ley en la Comunidad de Madrid que es precisamente en contra de la LGTBfobia. Yo te estoy intentando ayudar, pero sé que esto me puede traer consecuencias”, asevera la trabajadora del centro. El reportero explica en el texto que acordó una siguiente cita en el Palacio Arzobispal el próximo día 23 de abril. Este periódico ha intentado sin éxito contactar con B. V.

Gabriel J. Martín, psicólogo: “Las técnicas homófobas del obispado de Alcalá hacen que las víctimas desarrollen aversión hacia sí mismas”

Gabriel J. Martín, psicólogo. LARA SANTAELLA

Ha visto pasar por su consulta a varias personas que han sufrido las llamadas “terapias de conversión” de la homosexualidad similares a las que oferta el obispado de Alcalá de Henares, según ha revelado una investigación de eldiario.es. El psicólogo Gabriel J. Martín, autor de libros como Quiérete mucho, maricón o El ciclo de amor marica, es uno de los mayores especialistas en la llamada psicología afirmativa LGTBI, una corriente que precisamente busca acompañar a las personas LGTBI para que vivan libremente y sin tapujos su orientación sexual.

Martín, representante del Consejo General de la Psicología de España ante la Red Internacional de Expertos en piscología afirmativa LGTBI, lamenta que este tipo de técnicas no sean perseguidas lo suficiente y reniega de llamarlas “terapias”, a pesar de que están así definidas en la Ley LGTBI de la Comunidad de Madrid que las prohíbe, porque “una terapia favorece el bienestar de la persona” y, al contrario, “esto tiene un impacto muy profundo” sobre las víctimas. “Son destructivas”, asegura en conversación con eldiario.es.

¿Cómo afectan estas terapias a las personas que acuden?

En primer lugar, llamarlas terapias es un error. Una terapia favorece el bienestar de una persona y eso no favorece el bienestar de nadie. Al contrario, tienen un impacto profundo sobre la autoestima de la persona porque le están diciendo que su forma de amar y/o de relacionarse sexualmente es inválida, incorrecta y enferma. ¿Cómo va una persona a valorarse a sí misma con este tipo de mensajes? Si en todo momento me están diciendo que lo que soy yo es enfermizo, la valoración de mí mismo no va a ser buena.

Además, afecta a cómo viven su sexualidad. Las personas que reciben este tipo de técnicas homófobas tienen su sexualidad profundamente deteriorada. Lo único que consiguen es que las víctimas repriman su sexualidad, la forma en que se relacionan con los demás y castran su personalidad. Son destructivas. Causan un perjuicio tremendo a las personas que las sufren y hacen que desarrollen una aversión hacia sí mismas y su propia sexo afectividad. Todo esto es fácilmente comprobable con la evidencia científica disponible, ampliamente recopilada por la Asociación Estadounidense de Psicología.

¿Qué hay detrás de estas técnicas?

Hay integrismo religioso, una profunda homofobia y una absoluta falta de conocimiento de las vivencias sexuales. Hay que decir que no se rigen por los conocimientos científicos. Consideran la homosexualidad una enfermedad, lo cual ya califica su discurso, porque tenemos clarísimo desde hace décadas que no lo es. Estos grupos tienen una visión de la homosexualidad como si fuera algo adquirido, producto de determinadas circunstancias traumáticas. Sin embargo, es algo innato y no se aprende. ¿Crees que un gay en Chechenia no querría dejar de ser homosexual para que no lo matasen?

Nada de lo que dice esta gente tiene validez. Y es que utilizan una pseudoexplicación científica y palabrería para tratar de justificar algo que no tiene fundamento: que la homosexualidad es producto de un trauma y se puede cambiar.

¿Ha recibido alguna vez en su consulta a personas que han pasado por estas técnicas?

Sí. Vienen con una enorme depresión, con una relación pésima con su sexualidad y la autoestima totalmente destruida porque les han estado diciendo durante años que son enfermos. Siempre son personas a las que sus propios entornos familiares les han inducido a ello. Son familias profundamente conservadoras, religiosas y homófobas. Ellos han tenido que pasar por años de sufrimiento, de dudas y de pensar que son enfermos hasta llegar hasta aquí.

El obispado de Alcalá ha asegurado que “no renuncia a acoger y acompañar a las personas que libremente lo soliciten”

Es algo absolutamente falso. Como te decía, las personas que acuden a estas técnicas van presionadas por su entorno homófobo y porque desde pequeños han estado recibiendo el lavado de cerebro de que la homosexualdiad es una enfermedad y que se cura. Si no fuera por eso, no iría nadie. Estos mensajes de la voluntariedad son muy perversos. Por otro lado, no son técnicas de acompañamiento ni acogimiento. Al contrario, están empujando y obligando a las víctimas a tratar de aparentar algo que no son.

En eldiario.es hemos recibido cartas de personas que supuestamente pasaron por estas sesiones, lo que en determinados foros ultracatólicos se llama “exgay”. Entre otras cosas, hacen afirmaciones como que pudieron “comprender la verdad de las causas” de su “atracción” o “iniciar libremente un camino de sanación y maduración”.

Este tipo de testimonios no tienen ningún tipo de validez. Son respuestas que tienen preparadas cuando salen este tipo de artículos. Ni siquiera sé si podríamos considerar que son responsables de lo que están diciendo porque están abducidos por dogmas fundamentalistas. La orientación sexual no se puede cambiar.

Muchos de los chicos que yo he tratado y que han pasado por estos procesos nos contaban cómo les presionaban diciéndoles que dijeran que ‘habían sido curados’. Ahora son conscientes de que estaban atrapados en una mentira que han ido lanzando al mundo.

Aunque aparentemente son técnicas dirigidas a hombres y a mujeres, están muy dirigidas a ellos. ¿Por qué?

Yo creo que ocurre porque la Iglesia es machista y le presta muchísima más atención al testimonio de los hombres. Sé de mujeres que han pasado por ahí, pero la mayoría son hombres. Las mujeres no tienen presencia en la Iglesia ni siquiera para eso.

Son terapias prohibidas por la ley LGTBI de la Comunidad de Madrid y por otras muchas legislaciones a nivel autonómico. ¿Cree que se persiguen lo suficiente?

No, para nada se persiguen lo suficiente. De todas formas es que esta gente funciona en entornos profundamente religiosos y sectores muy conservadores de la Iglesia. Son entornos muy ocultos. Y muchas víctimas se sienten tan avergonzadas que ni siquiera se atreven a denunciar. Tienen mucho miedo de la familia, además. Se sienten fracasados y piensan que no han sabido reconducir su orientación sexual.

Usted es uno de los mayores expertos de psicología afirmativa LGTBI. ¿Qué significa?

Cuando la evidencia científica demostró que nadie tiene que curarse de la homosexualidad y que no es una enfermedad, la comunidad científica se puso de acuerdo en que lo que debíamos hacer era afirmarlo, acompañar a la persona para que lo viva con libertad y naturalidad y revertir las secuelas de la homofobia que ha sufrido. Es decir, justo todo lo contrario de lo que dicen las técnicas reversivas como las del obispado.

Consiste, primero, en ayudar a corregir los falsos conceptos de la homosexualidad con los que nos instruyen desde que nacemos, tienes que ayudar a estas personas que acuden a reconstruir sus relaciones, a superar las secuelas emocionales y tener una mejor relación con su sexualidad, profundamente dañada. Cada uno es un mundo, pero en general es así. Este tipo de situaciones son consecuencia del rechazo, del maltrato y de la homofobia que han vivido.

El obispado de Alcalá también hace terapias homófobas con menores: “Si hubiera seguido allí, me habría suicidado”

El obispado de Alcalá celebra pseudoterapias para revertir la homosexualidad y no pone barreras siquiera para menores de edad. eldiario.es ha podido confirmar la asistencia de varios menores, con el conocimiento de sus padres, en Alcalá y Murcia, en la época en la que Reig Pla era obispo allí. Según alertan en el Consejo General de Psicología de España se trata de sesiones anticientíficas, peligrosas y que dejan secuelas.

Es el caso de Samuel -nombre falso porque prefiere no dar el suyo-, que empezó a asistir a los cursos cuando era menor de edad. Tenía 13 años el día que tuvo su primera sesión, a la que acudió por la presión de su entorno. “Me convencieron para ir. Me dijeron que mi orientación suponía un problema para mí y para mi familia”. En aquella sesión le dijeron que era un error lo que estaba haciendo y que tenía que ponerle remedio. “Como mi familia es para mí tan importante decidí ir a la terapia para curarme”, explica a eldiario.es.

Su asistencia a esta terapia se prolongó durante más de tres años y aquello le generó un trauma del que todavía tiene secuelas hoy, con apenas 20 años. “Yo estaba mal, me hundía más, me sentía como una mierda”. Pronto empezó a pensar que querían lavarle el cerebro. “Notaba que me estaban quitando la forma de pensar y de sentir”, recuerda. Samuel ha tenido que ir a terapia psicológica para poder superar la depresión en la que cayó tras sus encuentros en el obispado. “Si hubiera seguido allí me hubiera suicidado”. Decidió salir porque no aguantaba más, porque la presión le estaba afectando demasiado, según relata.

En el caso de los menores, las posibles responsabilidades aumentan, ya que están protegidos por la Ley Orgánica de Protección del Menor. Establece que los padres, tutores y poderes públicos, deben respetar los derechos de los menores de posibles ataques de terceros. El artículo de la norma expone que “tienen derecho a buscar, recibir y utilizar la información adecuada a su desarrollo” y que los padres o tutores velarán porque la información que reciban los menores “sea veraz, plural y respetuosa con los principios constitucionales”. Si estas terapias provocan algún tipo de secuela psicológica, tanto los tutores como quienes han impartido las sesiones podrían ser considerados responsables del daño provocado, según expertos consultados. También cualquier institución que lo hubiera amparado.

Además de las sesiones de psicoterapia, parte del tratamiento de Samuel tenía un fuerte componente religioso. “Cuando terminábamos íbamos a una capilla, leíamos la Biblia y la terapeuta nos hacía rezar. Nos hacía arrodillarnos delante de un sagrario y nos imponía las manos en los hombros y en la cabeza, a mí y a la persona mayor de edad que me acompañaba”. Íñigo (también prefiere un nombre falso) cree que tuvo suerte, porque muy pronto se dio cuenta de que no quería seguir “No quise aceptar lo que me decían, me contaban que estaba buscando una relación de abuso. Tengo un amigo que empezó a ir a esta terapia y ha acabado por distanciarse de todos nosotros”, se lamenta.

Álvaro (en este caso es su nombre verdadero) estuvo acudiendo a terapia en 2008, también cuando era menor de edad. Sus sesiones tuvieron lugar en el Centro de Orientación Familiar de Murcia. En ese momento, Reig Pla era el Obispo de la diócesis de Cartagena-Murcia y, por tanto, el centro también era responsabilidad suya. “Me dijeron que tenía que curarme sí o sí”, cuenta por teléfono a eldiario.es. “Fueron mis padres los que me llevaron. Un cura amigo suyo les comentó que podían tratarme para cambiar mi orientación”. La terapeuta, según cuenta Álvaro era itinerante, y no recuerda su nombre ni si era la misma B. V. de Alcalá, que estuvo con Reig Pla en Murcia. Álvaro se siente feliz por haber logrado salir de las terapias. “La relación con mis padres es ahora muy buena. Se llevan muy bien con mi marido, le tratan como a un hijo”, sentencia.

Íñigo fue a terapia en Alcalá hace dos años y explica que asistió casi por casualidad. “Yo no fui por mi orientación sexual, quería ver a un psicólogo y no podía permitírmelo”. Así entró en los cursos del obispado. Según cuenta, pensaron que sus formas eran amaneradas y trataron de convencerle de que tenía que dejar de ser gay. “En ese momento yo estaba confuso, no sabía si era o no homosexual”. Su terapeuta, B. V., es la misma persona que atendió al periodista de eldiario.es. Íñigo acudía a las sesiones cada dos semanas para tratar de reparar su masculinidad, según esta teoría. “Me dijeron que era inseguro, que no tenía confianza en mí mismo y que mi dinámica familiar no era sana”. Le ofrecieron asistir a una terapia de grupo, pero se negó. “No quería ir a terapia por miedo a que otra gente pensase que era gay”. Sus secuelas, aunque no psicológicas, también han condicionado su vida. “Siempre que empiezo a conocer a un chico me pregunto si la relación es sana o si la otra persona quiere aprovecharse de mí. Además, soy incapaz de decir la palabra gay”, relata a eldiario.es

“Me preguntaron qué clase de porno veía”

Samuel tampoco quiso ir a las terapias de grupo, porque le daba vergüenza compartir su experiencia. “Me dijeron que me vendría bien ver a personas que ya estaban sanadas para comprobar que no me iba a pasar nada malo y que me podía curar”. Le plantearon ir a terapias de pareja, con más gente gay y con chicas lesbianas, pero se negó porque no quería que la terapeuta le hiciera en público las mismas preguntas que le hacía en privado. “Si veía porno, si me masturbaba, qué clase de porno veía o el tipo de chicos que me gustaban”. Fue un religioso quien le instó a acudir a la terapia, también por considerar que su actitud era afeminada. “Un cura me dijo que había cosas en mí que no eran normales. Mi forma de hablar, de andar, mi forma de ser… Me dijo que yo era gay y que lo tenía que solucionar”. Le explicaron que las terapias las impartía una amiga del obispo y que servían para encontrar tu masculinidad. Esta supuesta terapeuta también era B. V.

A ambos les dijeron que tenían que reparar su masculinidad herida. Las heridas, como detalla la documentación a la que ha tenido acceso eldiario.es, son la causa de la homosexualidad según estos materiales. “Al final lo que están diciendo es que los homosexuales no son hombres completos. Si eres inseguro, estás buscando esa seguridad acostándote con otros chicos”, explica Íñigo. Los dos también recibieron multitud de documentos  que explicaban que la vida gay era un camino equivocado alejado de la masculinidad. “Tú eres un varón con masculinidad, esta es tu real y verdadera identidad, pues esta es la forma en la que tu ser se manifiesta en el mundo, y aunque ésta no haya madurado lo suficiente, sin embargo siempre es tiempo de madurarla, y mucho más a tu edad.

La gruesa línea que une al obispo de Alcalá con Santiago Abascal y la asociación homófoba HazteOír

Santiago Abascal, el obispo de Alcalá e Ignacio Arsuaga (dcha) en la gala de premios HazteOir 2012 CONTANDO ESTRELAS

El 4 de diciembre de 2012, la asociación ultracatólica HazteOír (conocida por sus postulados homófobos y los autobuses tránsfobos) concedía al obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, su premio anual por su “defensa de la dignidad humana” y como una de las voces “más libres y contundentes sobre la verdad de la familia”. Un galardón que llegaba pocos meses después de la polémica homilía de Viernes Santo, retransmitida por La2, en la que el prelado arremetía contra los homosexuales que “encuentran el infierno”.

Poco después, Reig recibía el galardón de manos del presidente de HazteOír, Ignacio Arsuaga, en una gala a la que acudieron, entre otros, el entonces portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, y el hoy presidente de Vox, Santiago Abascal. La relación entre el sector de la Iglesia donde se adscribe Reig, la plataforma HazteOír, presidida por Ignacio Arsuaga, y la extrema derecha política viene de lejos.

En concreto, de 2007, cuando la Iglesia de Madrid, liderada por el cardenal Rouco Varela, anunció una convocatoria por la “dignidad de las familias” que, con el tiempo, acabó convirténdose en un mítin anual contra las políticas de José Luis Rodríguez Zapatero.

El cardenal Rouco nombró responsable de las jornadas al obispo de Alcalá, y éste hizo un llamamiento a todas las asociaciones de familia y movimientos de la Iglesia católica, que respondieron en masa, especialmente los ultracatólicos kikos, los Legionarios de Cristo y, en menor medida, el Opus Dei.

Durante ocho años, y hasta la llegada de Carlos Osoro (hombre del papa Francisco) al arzobispado de Madrid, las manifestaciones por la familia cristiana fueron un clásico de fin de año en Madrid, siempre bajo el auspicio de Reig Pla y con el beneplácito de Kiko Argüello. El iniciador del Camino Neocatecumenal se encargó de llenar, cada año, las plazas de Colón y Lima, con el apoyo de otros grupos pro familia, como el Instituto de Política Familiar (dirigido por Eduardo Hertfelder, a quien distintas investigaciones colocan como uno de los líderes de El Yunque); el Foro de la Familia; o HazteOír y sus organizaciones aledañas (Derecho A vivir o Abogados Cristianos, la plataforma que ha denunciado recientemente una obra de teatro)

Tras el éxito de las primeras convocatorias, Reig y Rouco dieron un paso más, y con la colaboración de Arsuaga y varios políticos del PP -entre ellos, Santiago Abascal, que aún no había abandonado la formación- urdieron la convocatoria de una gran manifestación contra la aprobación del matrimonio igualitario. Por primera vez en la historia de la democracia, más de media docena de obispos (capitaneados por Rouco) acudían a una manifestación, que tuvo continuidad varios meses después con otra concentración en contra de Educación para la Ciudadanía. Como confesaban varios ministros de la época, durante la primera legislatura de Zapatero “la Iglesia fue la verdadera oposición al Gobierno”.

Acumulación de poder

Avivados por el éxito de las convocatorias, la capacidad de maniobra de HazteOír se fue incrementando, hasta el punto de provocar una quiebra en el movimiento pro familia católico. Instituciones como el Foro de la Familia llegó a quejarse del excesivo protagonismo de la organización de Arsuaga, y algunos obispos comenzaron a recibir un informe que cuestionaba los valores cristianos de HazteOír, así como su vinculación con la sociedad secreta ultracatólica El Yunque.

En 2011, un documento interno de la Conferencia Episcopal instaba a los obispos a pedir a los responsables de HazteOír que se desvincularan de su pertenencia a una sociedad secreta, y diócesis como Toledo o Getafe (posteriormente, también Madrid) impidieron que la asociación de Arsuaga utilizara sedes parroquiales o diocesanas para sus intervenciones. Uno de los obispos que defendió, con uñas y dientes, a HazteOír, fue Reig Pla. Después, fue premiado por la asociación en una gala en la que también homenajeado Santiago Abascal, en 2012, por “su elocuente y tenaz compromiso con la libertad de los españoles frente al terrorismo y el separatismo” y su labor al frente de Denaes y “por su difusión de los valores de un patriotismo desacomplejado”.

Desde entonces, y hasta ahora, los vínculos entre los grupos ultracatólicos y algunos obispos se han ido afianzando, y la aparición de Vox hizo que estos sectores vieran en la formación de Santiago Abascal -bendecido y apoyado por HazteOír– el tan ansiado partido católico que defendiera las esencias del catolicismo que venían auspiciando desde hacía décadas. Un catolicismo contra la “ideología de género”, por la “familia tradicional” y la “educación diferenciada”, un partido que guardara las esencias de la unidad de España, que los obispos calificaron en su día como “un bien moral”.

Un partido que, sin embargo, no tenía cantera. Ahí es donde entran algunos grupos ultracatólicos, especialmente el Camino Neocatecumenal -aunque también existe una importante presencia de miembros del Opus Dei-, en Vox. Como ejemplo, el juez Serrano, número 1 de Vox en Andalucía y miembro del Camino Neocatecumenal. O Lourdes Méndez, miembro del Opus Dei, que durante décadas perteneció al PP (fue su portavoz de Asuntos Sociales en el Congreso), y que hoy forma parte de la formación de Abascal. O como el exgeneral Rossety, número 1 de Vox por Cádiz y que todavía hoy es delegado diocesano de Fundaciones de la diócesis de Cádiz-Ceuta, dirigida por Rafael Zornoza (uno de los grandes apoyos de Reig Pla en el Episcopado).

Una pareja de lesbianas planta cara a Vox en Valladolid y convierte su beso en un símbolo contra la homofobia

No es la primera vez que Vox se ha pronunciado sobre el colectivo LGTBI. Ni es la primera, ni va a ser la última. Los derechos del colectivo han sido una de las grandes dianas del partido ultraderechista liderado por Santiago Abascal. De hecho, las ideas de la formación sobre el aborto, la homosexualidad, la violencia de género y la inmigración han acaparado los grandes titulares de los principales medios de comunicación cada vez que uno de los miembros de la formación ha abierto la boca para manifestar su opinión.

Lo que jamás se imaginaban es que en plena campaña electoral, en uno de los ya clásicos mítines en Valladolid bajo el amparo de una carpa informativa, una pareja de lesbianas iba a dar rienda suelta a su amor. Y que, además, iban a inmortalizarlo.

La instantánea pertenece a la usuaria @vickygonzalo, que se colocó delante del puesto informativo, le plantó un beso “como dios manda” a su pareja y lo compartió en Twitter. Una imagen que ya ha sido calificada por los seguidores de la red social como “la foto de la semana“. Lo que no sabemos -o creemos- es si Vox piensa lo mismo.

Y es que, al tiempo que estas dos mujeres convierten su beso en un símbolo contra la homofobia, el partido propone la promulgación de una ley “de protección de la familia natural”. Es más, Fernando Paz, ex número uno en las listas de Vox al Congreso en la provincia de Albacete -antes de que presentara su renuncia a la candidatura hace apenas dos semanas-, fue uno de los fieles defensores de esta idea. Fue Paz quién aseguró que “una pareja gay con un niño o una madre soltera que adopta un hijo no es una familia natural”. Y fue al mismo Paz al que tampoco le tembló la voz cuando afirmó que, de tener un hijo gay lo ayudaría, pues “hay terapias para reconducir su psicología“.

Hasta el mismísimo líder de la formación ha asegurado que “el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer”. Incluso Twitter le sirvió de herramienta para dar su más polémica visión a través de un hilo en el que se podían leer declaraciones como “gays en la cama, españoles de bien en la calle”. Porque, según Abascal, cada uno en su casa puede hacer lo que quiera, pero en su casa. Por lo tanto, la propuesta es clara: se puede ser gay… pero en la intimidad. Nada de serlo en la calle y que lo vea la gente.

Una idea que, sin embargo, no comparten las más de 15.000 personas que han apoyado el gesto con su like y que, con sus comentarios, han roto una lanza en pro de la igualdad sexual, que no es más que la opción de que cada quién decida ser lo que le dé la gana.