La sociedad promueve un ideal de amor que, al no corresponderse con la realidad, genera confusión. Cenicienta y su príncipe se casaron y comieron perdices. San Valentín pone altavoz a tópicos del amor romántico
CHICOS y chicas rechazan casi de manera absoluta la violencia física directa; un 96% de ellas; un 92% de ellos. Frente a este estimulante dato se alza una situación real que diluye y relativiza esta aparente idea de que prácticamente no existe violencia de género, ya que uno de cada tres jóvenes ve como inevitable el control de los movimientos y actividades de la pareja: con quién habla por teléfono, a qué hora está en casa, si debe estudiar tal o cual cosa… Son parte de un control que bajo el prisma de trance romántico, en realidad esconde una situación de dominio y control que no es sino una situación de violencia, de baja intensidad cierto, pero violencia sexista. Esta denuncia en definitiva es el leit motiv de la campaña iniciada por el Gobierno central Hay salidapara rebajar esos porcentajes. Con la excusa de que si no te controla no te quiere, se esconde una violencia de dominio de alguien que quiere que hagas lo que él desea cuándo y cómo lo desea. “El retroceso que observo entre la juventud me decepciona. Tanto tiempo trabajando por la igualdad y las encuestas nos despiertan con que estamos peor que hace unas décadas”, explica la feminista y experta en género Teresa Maldonado. “A las niñas desde pequeñas se les sigue dando la matraca con Blancanieves, la Bella Durmiente y otras tantas princesas de cuentos y películas. Pero no se les dice si su príncipe respeta sus opiniones, su carrera profesional, si comparte las tareas del hogar”, señala.
El Día de San Valentín (invención de los grandes almacenes para hacer caja) pone en evidencia que el mito del amor romántico y los tópicos que lo rodean siguen propagándose como la pólvora. Tal y como subraya Ianire Estébanez, psicóloga y autora de Mi novio me controla lo normal, en su blog donde desmonta los mitos del amor romántico, “el amor no es malo, lo que es malo es mantener un ideal de amor que no se corresponde con la realidad; un amor que se considera que si es de verdad será para siempre, en el que no caben dudas o contradicciones, en el que no hay momentos en que quieras y otros que no, un amor en el que pasas del enamoramiento a vivir toda la vida juntos”. Porque los cuentos y las películas finalizan con la boda, pero nadie es capaz de decirnos qué pasará después. “El esquema del amor romántico apenas ha cambiado: es una utopía emocional”, enfatiza Teresa Maldonado.
EL SACRIFICIO “Es normal ya que las series televisivas lo potencian; el modelo ideal en las series es tener pareja: el amor exige sacrificios, decían en Love Story; el amor lo puede todo, dice la protagonista de cualquier serie; los tópicos que idealizan el amor y lo aúpan por encima de cualquier otra cosa están presentes en la mayoría de las películas, canciones, videoclips. Y es a través de esa cultura como se crean los patrones emocionales; los únicos modelos emocionales que tenemos son los mitos, en las escuelas no enseñan a gestionar las emociones”, apunta Maite Canal, del colectivo Lambroa, quien trabajó durante años con la difunta María José Urruzola, fundadora, impulsora y notoria activista de la causa feminista y autora de numerosas publicaciones donde se enseñaba a los niños y niñas desde la infancia a gestionar las emociones. “Desde pequeños deben aprender que valores como los celos, la posesión o la exclusividad no tienen que identificarse con el amor ideal”, añade Maite Canal recordando a Urruzola.
Muchas veces son las mujeres las que justifican los sufrimientos personales en nombre del amor. A menudo siguiendo la idea de ese amor romántico que les han enseñado, son reticentes a aceptar que su relación de pareja no es satisfactoria. “Además, tampoco identifican ciertos comportamientos o actitudes de su pareja como abusos”, explica Teresa Maldonado. Porque los tópicos asociados al amor romántico han sido y son socialmente e históricamente construidos e interiorizados casi de forma inconsciente, “por lo que influyen en nuestras creencias y en nuestros actos en el ámbito de las relaciones afectivas”.
En muchas ocasiones -como se demuestran en los Talleres por la Igualdad que se realizan desde los colectivos feministas y organizaciones como la Red de Hombres por la Igualdad en Vitoria-Gasteiz- se aferran a la pareja como proyecto vital. Cuando todo va mal, es el refugio, el que perciben como único y capaz de dar sentido a su existencia. Por este motivo, si hace falta, en nombre del amor se debe soportar el abuso a través de humillaciones, insultos, faltas de respeto, limitaciones a la libertad, chantajes, imposiciones de qué y cómo vestir o comportarse. Por otro lado, también hay un componente de seguridad. “Perciben que sus parejas les proporcionan una fuente de protección que no podrían encontrar en ningún otro lugar. Mientras, el hombre utiliza este modelo de amor romántico como medio de control y dominio sobre la mujer, y es este mismo discurso el que le da permiso para hacerlo”.
LA IDEALIZACIÓN Maite Canal insiste en la necesidad de una buena intervención desde la escuela que contrarreste los mensajes publicitarios/televisivos/cinematográficos. En muchas de las historias de amor de la literatura y el cine se percibe una exaltación de las desgracias, de los amores imposibles y una “hiperidealización del amor y de la persona estimada”, “no hay más que ver las series dirigidas a los/las adolescentes”, apunta la activista de Lambroa.
De este modo, el amor basado en el respeto por la individualidad del otro, en el conocimiento y la aceptación real de éste, en el enriquecimiento mutuo y la capacidad de resolver los problemas no interesa mucho porque no es nada novelesco. “El amor feliz de la tranquilidad cotidiana y el afecto sostenido no tiene historia y al ser invisible, no es tan atractivo como la pareja tempestuosa; no tiene interés para el cine”, reconoce Maite Canal. En su opinión, desde los gobiernos e instituciones de la mujer tendrían que dar un toque de atención a los medios de comunicación porque son los agentes de socialización más potentes, superando a la familia y la escuela, para que la imagen que se transmite de la mujer y del hombre fuera diferente. “El proceso que sigue una relación de pareja basada en el amor romántico está presente en las series. Amor deslumbrante -a primera vista-, conquista, entrega apasionada interrumpida por terribles infortunios, malentendidos, obstáculos de toda clase, y después de grandes sacrificios, pruebas de amor y de fusión con el otro, el final feliz donde todo se aclara y se encamina hacia una gloriosa felicidad”, lamentable, señala, porque se corresponde con lo contrario a lo que sucede en la vida diaria.
¿Cómo atajar todas estas actitudes? Con intervenciones educativas, coinciden en señalar Maite Canal y Teresa Maldonado, activistas por la igualdad de la mujer. “Me preocupa que actualmente las pautas de igualdad de las chicas sea acomodarse al modelo masculino; la sociedad no está preparada para que los chicos y las chicas se relacionen de tú a tú. Todavía sigo escuchando por ahí decir a jovencitas que les gustan los malotes. Esos que les harán la vida imposible”. La prevención contra estas ideas es la clave, las jóvenes deben ser conscientes de que las relaciones positivas son las que “nos hacen sentir bien y nos ayudan a vivir y a crecer como personas. Es importante aprender a identificar las relaciones positivas y a detectar y rechazar las que no lo son; muchas chicas no son conscientes de que el amor romántico es una forma de maltrato; si una relación de forma reiterada no les hace sentir bien, lo que tienen que hacer es dejarla lo antes posible”, sentencia Teresa Maldonado.
ANALIZAR LOS TÓPICOS Iñaki Rivieri, alma máter de la Red de Hombres por la Igualdad de Vitoria-Gasteiz considera del mismo modo que las militantes feministas, que es preciso analizar los mitos del amor romántico y las relaciones afectivas, “Hasta hace poco parecía que estaban al margen de la igualdad. En este sentido nos encontramos con que nuestra sociedad ha cambiado muy poco y los medios de comunicación, de transmisión de cultura, visual, historias, canciones, películas… siguen reproduciendo relatos del amor ideal, donde sitúan a mujeres y hombres en papeles distintos; además, en las relaciones ponen el acento en unas características que nuestra sociedad le ha dado al amor romántico que genera relaciones desiguales entre las personas; relaciones de poder desigual haciendo que se confunda el control con el amor. Es el problema que está detrás de ese amor idealizado en el que caen muchas jóvenes. Por otro lado, la mayoría de los estudios de los que disponemos nos indican que este colectivo de personas no identifican los celos con el control, sino que creen que son muestras de amor. “Para mí -continúa explicando Iñaki Rivieri-, es que no se hace una reflexión sobre esas relaciones, ni se abordan, ni se trabajan… con mayores ni con adolescentes. Hay un modelo muy importante de socialización, de relaciones en desigualdad. Y como vivimos en una sociedad de desigualdad entre mujeres y hombres, lógicamente eso se refleja en las relaciones románticas, que no son igualitarias y donde a una parte de la pareja -al hombre- se le otorga más poder. Papeles distintos; todavía los modos de relación son distintos. Es un tema complejo, que no se puede resolver a dos bandos, pero sí que hay que abordar los mitos del amor romántico”, dice contundente.
LA DOMINACIÓN Porque muchas personas, especialmente los hombres, entienden el poder como la habilidad de controlar y dominar a las personas y al mundo de su alrededor. El recurso de la violencia se retorna legítimo para ejercer y mantener dicho poder. “La mayoría de los maltratos son demostraciones de control de los varones sobre las mujeres, los niños o de otros hombres. Estas actuaciones también permiten evidenciar la manera que muchos hombres tienen de entender y manifestar su masculinidad”, subraya Maite Canal. “Paradójicamente, estos actos son signos de debilidad, inseguridad y baja autoestima combinado con un dominio físico y verbal y también con el convencimiento de que ellos han de ser superiores a otras personas y asumir el poder y control”, apostilla Iñaki Rivieri, quien coincide con las activistas feministas en que la sociedad reproduce los modelos de convivencia de las películas. ¿Cómo luchar contra ello? “A mí me parece que se tendría que poner encima de la mesa la diversidad de relaciones que ya tenemos y darles mayor importancia; poner en cuestión y debatir las relaciones que nos transmiten. Como en otro tiempo se dio el paso de lo privado a lo político y público. Estas cosas también son políticas y hay que abordarlas también desde ese punto de vista”, sentencia.