“La comunidad LGTB no denuncia judicialmente la violencia que sufre en Chechenia porque está aterrorizada”

Irina Gordienko, periodista de Novaya Gazeta. AGUSTÍN FONTENLA

Irina Gordienko es periodista del diario ruso independiente Novaya Gazeta. El 4 abril, tres días después de que su colega Elena Milashina publicara el primer artículo sobre el arresto y la tortura masiva de integrantes de la comunidad LGBT en la República rusa de Chechenia, recibió mensajes de víctimas y conocidos de ellas que le revelaron las detenciones, torturas, y humillaciones que habían sufrido a manos de las fuerzas de seguridad de esta región caucásica.

A partir de esos contactos, logró reunir información para precisar las condiciones en que sobrevive la comunidad LGBT en Chechenia, y porqué se aterrorizan cuando les sugieren la posibilidad de declarar ante un tribunal.

Su información permitió ampliar la denuncia periodística y las posibilidades de que se inicie una investigación judicial. El propio Vladímir Putin apareció en el principal canal de televisión de Rusia refiriéndose a la denuncia, dos temas (los derechos gays y Chechenia) que son prácticamente un tabú en la sociedad rusa. Con su consentimiento, el Defensor del Pueblo prometió investigar la denuncia.

Mientras tanto, las autoridades religiosas y políticas de Chechenia acusaron a la redacción de Novaya Gazeta de ser “traficantes de odio” y aseguraron que les darían un “castigo” sin límites. Aunque no es la primera vez que sufren intimidaciones, en esta oportunidad, se trata de la más seria que recibieron. La amenaza de clérigos y altos cargos del Gobierno partió de una reunión en una mezquita de esta región caucásica, a la que asistieron unas 15.000 personas, y que se transmitió por televisión.

Días atrás el Ministro de Asuntos Internos de Chechenia dijo que no se encontraron pruebas objetivas respecto a la denuncia sobre detenciones masivas, torturas y muertes de gays en Chechenia. ¿Cree que se podrá apelar esta resolución?

No hay forma de confiar en el gobierno de Chechenia, en su Comité de Investigación y en sus fuerzas de seguridad porque ellos lo hicieron, entonces qué van a investigar. En nuestro primer artículo dijimos que conocíamos gente que había sido torturada hasta la muerte, pero nunca los nombramos. Solo los nombramos ante la persona encargada del Comité Nacional de Investigación. Pero públicamente nunca lo hicimos para proteger a sus familiares. 

Nosotros teníamos tres, quizá cuatro nombres, y había varios otros de los que no estábamos seguros. Sobre uno de ellos, sabíamos que había sido detenido y torturado, pero luego desapareció y no pudimos encontrarlo. Sus familiares primero dijeron que estaba en un hospital en San Petersburgo, luego que estaba en un hospital en Europa. Y de repente, él apareció en su casa, en un pueblo en Chechenia. 

Entonces, Kadírov fue personalmente a su casa, y las autoridades chechenas dijeron que la prensa había mentido sobre la detención, tortura y muerte de esta persona, que en realidad estaba en su hogar, sana y salva. Sin embargo, nosotros nunca dijimos su nombre. Entonces, ¿cómo es que supieron que en nuestro artículo hablábamos de esta persona?

Después supimos que este hombre fue arrestado en un sótano de una estación policial en Grozni. Nadie sabía dónde estaba, y por eso las personas que lo conocían pensaban que estaba muerto.

Cuando esta campaña contra los gays en Chechenia se hizo pública, lo dejaron en libertad y lo llevaron a su casa. Cuando Kadírov estuvo allí, esta persona dijo, “los rumores sobre mi muerte fueron un poco exagerados”. Eso es ridículo. Esto muestra la situación de pánico en la que se encuentran las personas para denunciar públicamente lo que les sucede.

Entonces, ¿la única opción de que se juzgue a los culpables es que el Comité Nacional de Investigación ruso se decida a investigar?

Después de que publicáramos varios artículos, el Comité Nacional de Investigación empezó una pesquisa, que es el paso previo para abrir una investigación oficial. La persona encargada del Comité de Investigación de Rusia ha comenzado a analizar los hechos y nos entrevistó a mí y a Elena (Milashina), y brindamos toda la información que teníamos, por supuesto, obviando datos personales. 

Esta persona del Comité Nacional de Investigación trabajó en el Comité de Investigación del Cáucaso durante más de 10 años y sabe bien cómo trabajar en Chechenia.  Ahora se encuentra allí, interrogando a las fuerzas de seguridad, a funcionarios policiales, políticos, y religiosos. Es por eso que las autoridades de Chechenia están declarando públicamente que investigaron la denuncia y que no encontraron nada. Están en pánico y no saben qué hacer porque no esperaban esa reacción. Igual que nosotros no la esperábamos. 

Llevamos años escribiendo sobre las torturas y los asesinatos en el Cáucaso, y nunca sucedió nada. No sé si es que la gente se cansó de toda la situación con Chechenia, porque es un agujero negro, donde no hay justicia, ni leyes. Entonces, de pronto, precisamente porque es este tema de la comunidad LGTB, sucedió una explosión. De todas partes del mundo empezaron a fijarse en lo que sucedía en Chechenia. Fue una sorpresa.

El presidente checheno, Ramzán Kadírov. EFE

Activistas LGBT que ayudaron a algunas víctimas de esta persecución a escapar del Cáucaso, creen que esta vez habrá una investigación oficial porque las autoridades temen manifestaciones en la calle. ¿Está de acuerdo?

Esperamos que así sea. Pero una investigación oficial solo puede empezar con una condición. Si una de las personas detenidas y torturadas realiza una denuncia en la justicia. Sin víctimas que lo denuncien judicialmente, no habrá investigación. Nosotros (Novaya Gazeta) y la ONG LGBT Rusia, estamos trabajando para persuadir a estas personas de que presenten la denuncia jurídicamente, asegurándoles que en caso de que lo hagan, recibirán protección del Estado para ellos y sus familias.

¿El Estado ruso se encargaría de protegerlos?

Es muy sorprendente, pero la institución rusa que se encarga de esta materia es muy buena. Tenemos experiencias previas con gente de Chechenia que acordó presentarse como testigo de torturas realizadas por las fuerzas de Kadírov. Y ahora, por ejemplo, una de esas personas, junto a toda su familia, tiene otra identidad, otro pasaporte, y está viviendo legalmente en Europa. 

¿Cómo logró contactar con las víctimas? ¿Por qué tienen tanto miedo de denunciar los abusos?

Elena publicó su primer artículo el 1 de abril, y después, el 4 de abril, gente de Chechenia que reside en Europa me escribió diciéndome que toda la información publicada era cierta, y yo les dije que necesitaba testigos que confirmaran lo que me estaban diciendo. Entonces me dieron teléfonos de dos personas chechenas en Europa, a las que llamé, y una de ellas me dijo que era gay y que había dejado Chechenia en enero, y me dio el teléfono de una persona en Rusia con la que podía hablar.

Le llamé y me reuní con él unas tres horas. Esta persona me contó que era bisexual y que tenía esposa, hijos y un negocio muy exitoso. Me dijo que no participaba de ninguna fiesta o reunión LGTB, ni en Chechenia ni en otro lugar. En principio, no podría decir precisamente que era gay. Esto sucede porque en la sociedad chechena, cuando tienes 25 años, te empiezan a preguntar por qué no tienes mujer, por qué no tienes hijos… Entonces, puedes tenerlos solo para cumplir.

Esta persona me contó que estuvo detenida dos semanas, y que fue humillada y torturada. Tras ello, pensó en quedarse en Chechenia, pero unas semanas después una persona lo llamó, y entendió que la policía estaba vigilándolo, y decidió irse con su familia.

Cuando le pregunté a qué tenía miedo, dijo que temía más por su familia que por él mismo. Y es lo que sucede en la mayoría de los casos.

En Chechenia, una familia es un clan, que consiste en 10 familias. Si una persona del clan dice que es gay, será condenado públicamente junto a estas 10 familias. Sus integrantes serán deshonrados, despedidos de sus empleos y no podrán conseguir otros. Las mujeres no podrán casarse. Es una sociedad muy conservadora, y una persona que es excluida de la sociedad tras esta deshonra, puede ser escupida, insultada, o incluso que le incendien su casa. Su única salida es irse de ahí, y a dónde vas a ir, cómo vas a vivir.

¿Conoció algún caso donde la familia haya actuado contra un familiar gay para evitar esta supuesta “deshonra”?

Conocí la historia de una persona en un pueblo de Chechenia que todos sabían que era gay. Un hombre que tenía unos 50 años, que vivía por sus propios medios y que era muy discreta. Después de que comenzara esta detención masiva, él fue detenido, torturado y luego liberado. Tras su liberación, las fuerzas de seguridad convocaron a tres hombres de su familia, y los humillaron frente a otros familiares y policías. Después los forzaron a ‘abdicar’ de su relación familiar con esta persona gay. Entonces, los policías le dijeron que su clan estaba deshonrado y que podían hacer lo que quisieran con su familiar.

Posteriormente, el consejo de su pueblo le dijo a esta persona que las autoridades sabían que era gay, y que no podían poner en riesgo la honra de su clan, por lo tanto debía irse. 

Mucha gente en Chechenia no ha salido ni siquiera de su pueblo, e ir a Grozni (la capital) es algo muy importante. Así que imagina lo trágico que es para ellos irse a otra ciudad o, peor, a otro país.

Por su experiencia de haber trabajado en el Cáucaso y con lo que está sucediendo ahora con esta denuncia, ¿cree que habrá un impacto político en Chechenia?

Creo que sí, que está sucediendo ahora mismo. Después de las informaciones, hubo una mala reacción de las autoridades: esto es una “provocación”, son “mentiras”, “no hay testigos”. Incluso el Defensor del Pueblo dijo que era una “provocación”. Pero luego nos comunicamos con algunos funcionarios, y les explicamos que muchas víctimas no quieren hacer la denuncia judicial porque están asustados no solo por ellos, sino por sus familias.

Posteriormente hubo una reunión en el Kremlin, entre Putin y Kadírov. Supuestamente era una reunión para hablar de asuntos sociales y económicos, pero creo, personalmente, que la principal razón por la que el presidente convocó a Kadírov fue por las denuncias sobre la represión a la comunidad LGTB, y a raíz de la presión internacional. El Kremlin estaba en shock con esta reacción en Europa y otros países. 

Tratamos de informar a Putin de la situación real, y luego, el Defensor del Pueblo, en esta reunión, habló de formar un grupo especial para investigar esta denuncia.

Putin prometió esto, y fue transmitido en el canal de televisión Rusia 1 (el principal canal ruso). Eso podrían haberlo dejado sin problemas fuera de cámara, pero fue como una señal para los países de Occidente de que Putin está al tanto de la situación, y está comprometido a investigarlo. Eso no significa que realmente vaya a suceder algo pero toda esta situación, que Putin esté hablando en el canal Rusia 1, sobre personas gays, sobre Chechenia, y que prometa alguna investigación, esto es increíble.

Por eso creo que esto ya tiene un impacto muy negativo en Kadírov. Tendrá consecuencias, pero dudo que podamos verlas públicamente. 

Sabemos cómo fue la reacción en Chechenia, y también la reacción internacional. Pero ¿cuál fue la reacción en las grandes ciudades rusas?

Es difícil decirlo porque Rusia es un país muy conservador. La gente tiene una actitud muy escéptica hacia temas que involucran a la comunidad LGTB. Las personas que están interesadas en asuntos sociales y políticos, y que saben lo que está sucediendo en Chechenia, saben que no es solo sobre LGTB, sino sobre defender los derechos humanos en general. En Chechenia hay muchas cárceles secretas, en donde integrantes de diversos grupos sociales son arrestados. Pero la otra gente, que no está interesada en asuntos sociales y políticos, realmente no les importa. No leen los diarios, ni investigan en internet.

Por otra parte, lo que sucedió con LGTB Rusia, la ONG que lanzó una línea telefónica (para que víctimas de esta comunidad soliciten ayuda) es de una magnitud enorme, por la cantidad de llamadas que recibieron desde el Cáucaso desde que publicamos los artículos.

Una de las personas que fue arrestada decía en su testimonio que antes que matarlos, por los menos podrían llevarlos a un hospital. Es decir, consideran que su orientación sexual es una enfermedad.

Esa es una opinión muy extendida entre gente con falta de educación. Otro tema es que en el Cáucaso, hay un descreimiento total con la institución psiquiátrica, si vas al psicólogo es porque tienes un problema mental grave, y no puedes encargarte de tu mujer. 

¿Esto pasa solo en Chechenia o en grandes ciudades rusas también?

No, también sucede en grandes ciudades rusas, incluso en Moscú. Aquí, por ejemplo, cuando los familiares, especialmente los padres, descubren que su hijo es gay lo fuerzan a ser internado en una clínica psiquiátrica. De todas formas, aquí hay muchas fuentes de información para entender que no se trata de una enfermedad. Pero en ciudades pequeñas, la gente realmente lo cree así.

Todos los trabajadores de Novaya Gazeta fueron amenazados por clérigos chechenos, el gobierno de esa región y una multitud de ciudadanos de Chechenia que se reunió el 13 de abril en una mezquita. ¿Tienen miedo?

Ya fuimos amenazados muchas veces, aunque esta vez fue más intenso. Incluso antes de esta reunión de los clérigos, Kadírov dijo que los periodistas de Novaya Gazeta debíamos ponernos de rodillas y pedir perdón a él y a la nación chechena. Creo que es demasiado ambicioso, ridículo, y le deseo suerte… Creo que la persona debe estar preocupada si escribe mentiras, pero estoy tranquila porque lo que escribimos es cierto, está respaldado por los hechos.

En Occidente muchos medios y personas ponen en cuestión que exista libertad de prensa en Rusia. ¿Qué diría al respecto?

No sé si hay libertad de prensa o no, o si tenemos alguna libertad de prensa, pero estamos realmente trabajando, y estamos escribiendo sobre lo que opinamos, investigando asuntos inconvenientes, y logramos publicarlos. Es realmente muy, muy difícil, y debo decir que nuestro director, Dimitri Moratov es un héroe de nuestros días porque soporta una enorme presión, y hace enormes esfuerzos diplomáticos para que no se cierre el periódico y no dejar que algunas autoridades, que son nuestros enemigos, logren cerrarlo.

Unidos Podemos retirará el artículo de la ley LGTBI que permitía destruir textos ofensivos sin orden judicial

La ley cuenta con medidas contra la discriminación en el ámbito de la educación o la salud

Unidos Podemos va a retirar uno de los artículos más polémicos de la primera ley estatal de derechos del colectivo LGTBI, que ha dado sus primeros pasos salpicada por las críticas debido a los apartados referidos a infracciones y sanciones. En concreto, se eliminará el que posibilitaba la destrucción o la incautación de publicaciones y otros soportes en los que se hayan producido las infracciones administrativas que contempla la norma.

De este apartado alertaron la semana pasada  los primeros en arremeter contra el régimen sancionador del proyecto en Twitter, el bufete Almeida y el abogado David Bravo, que  renunció a ir en las listas  de Podemos en las últimas elecciones. La Plataforma en Defensa de la Libertad de Información (PDLI) lo calificó de “especialmente grave” y de un supuesto “inconstitucional” porque según el artículo 20 de la Constitución “sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información en virtud de resolución judicial”.

El artículo posibilitaba que “ante cualquier infracción, cualquiera que sea su naturaleza,  se procederá al decomiso y destrucción, borrado o inutilización de libros, archivos, documentos, artículos y cualquier clase de soporte objeto de las infracciones  administrativas contempladas en la presente Ley o por medio de las cuales se hubiera cometido”. Si hubiera sido cometido a través de las tecnologías de la información “se acordará la retirada de los contenidos”. 

“En los casos en los que, a través de un portal de acceso a Internet o servicio de la sociedad de la información, se difundan exclusiva o preponderantemente los contenidos a que se refiere el apartado anterior, se ordenará el bloqueo del acceso o la interrupción de la prestación del mismo”, añadía el apartado finalmente.

La diputada de Unidos Podemos, Mar García Puig, asegura que “se está tratando con los técnicos cómo hacerlo” porque no es posible enmendar un texto antes de su toma en consideración. Las posibilidades, en opinión del abogado Carlos Almeida, son retirar el proyecto y volverlo a presentar o presentar un escrito de corrección de errores.

Derechos en conflicto

No solo este artículo de la propuesta y que finalmente se retirará levantó la polémica el pasado viernes.  La propuesta incluye un régimen sancionador que pretende castigar por vía administrativa las ofensas al colectivo y que ha desatado las críticas  hasta cristalizar en un debate de fondo sobre cómo armonizar el derecho a la libertad de expresión y la lucha contra la discriminación de determinados colectivos.

Lo que empezó hace una semana como un conflicto de juicios cruzados se ha calmado en los últimos días y, tanto la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales (FELGTB), que redactó la norma, como Unidos Podemos, se muestran dispuestos a revisar el texto y abiertos a la negociación. De hecho, la iniciativa todavía debe atravesar el trámite parlamentario, con posibilidad de enmiendas y modificaciones.

Las principales críticas se centran en la parte del articulado reservado para las sanciones –que divide en leves, graves y muy graves, para las que contempla multas de 3.000 a 45.000 euros, dependiendo del grado– y que en opinión de la PDLI “amenaza la libertad de expresión”.

Entre los apartados más criticados se encuentra el que califica de infracción “proferir, por cualquier medio o procedimiento, expresiones, imágenes o contenidos gráficos de cualquier tipo que sean ofensivas o vejatorias, por razón de orientación sexual, identidad o expresión de género o características sexuales contra las personas LGTBI o sus familias. Además, también contempla multas para aquellos que reincidan en este tipo de expresiones a través de Internet o las redes sociales.

Para la abogada Charo Alises se trata de una forma de “proteger a un colectivo vulnerable” porque “hay expresiones y actitudes que atentan contra la dignidad de las personas que deben ser perseguidas y que perpetúan la discriminación”. En su opinión, la libertad de expresión “no puede amparar la discriminación ni expresiones que generan sentimientos de hostilidad contra determinados grupos”, explica.

Ponderar ese conflicto entre derechos –libertad de expresión y no discriminación– debe de recaer de manera exclusiva en un juez, en opinión del letrado Carlos Almeida, que insiste en que “la línea entre dónde acaba la libertad de expresión y dónde empieza el delito de odio debe determinarla el ámbito judicial, no un funcionario por vía administrativa”.

El Código Penal prevé condenas en su artículo 510 que engloba aquellas conductas denominadas delitos de odio, para los que “públicamente fomenten, promuevan o inciten directa o indirectamente al odio, hostilidad, discriminación o violencia” contra un grupo o una persona por motivos racistas, por su religión, su sexo, su orientación sexual o identidad de género, entre otros motivos. Una norma que, en opinión de la abogada experta en Dereho Penal Isabel Elbal “ya persigue las conductas que inciten a la violencia o al odio”.

Lo cierto es que otras normas autonómicas contra la LGTBIfobia ya contemplan sanciones administrativas similares a las que prevé la estatal, entre ellas, Madrid, Extremadura, Murcia, Cataluña o Baleares. Aunque en ninguna de ellas se habla de “ofensas” sino de “expresiones vejatorias o que inciten a la violencia”, el debate sobre si es un juez o un funcionario el que debe decidir dónde está la línea sigue presente. Con esta ley fue sancionado en Madrid el director del colegio  concertado Juan Pablo II de Alcorcón por remitir una carta homófoba e islamófoba a su alumnado.

¿Opinión o LGTBIfobia?

Alises apuesta por que las sanciones administrativas cubran el hueco que dejó la última reforma del Código Penal, que despenalizó las injurias leves. “De esta manera hay cosas que merecen un reproche porque tienen un cariz discriminatorio, que incitan a la violencia porque son la antesala de un delito de odio”, argumenta.

“Hay expresiones que no son opiniones, es LGTBfobia”, explica. Para la experta “no es lo mismo que te llamen ‘gilipollas’ a que te llamen ‘maricón’ o ‘negro de mierda’ porque lo segundo hace referencia a un colectivo entero y tiene un componente discriminatorio hacia un colectivo que está viviendo LGTBfobia que no tiene otro tipo de insulto”.

Por su parte, Elbal califica de “peligroso” abrir la vía administrativa en estos casos porque supone “la penalización de la ofensa y la expresión de opiniones, por muy reprobables, horribles y socialmente reprochables que sean”. Al ampliar el ámbito de este tipo de sanciones a aquello que no constituye un delito “abrimos la posibilidad de ser vigilados constantemente, nos van a censurar, un día vamos a hacer un chiste y nos van castigar”, esgrime. Además, añade la abogada, “¿Cómo se califica lo ofensivo de una opinión?”.

Tal y como está redactada la norma propuesta por Unidos Podemos y que cuenta con el respaldo de casi todos los grupos, excepto el PP, supone “sancionar en abstracto una conducta que puede parecer discriminatoria sin dar lugar a un procedimiento con las máximas garantías”. Alises incide en la posibilidad de recurrir ante los juzgados las sanciones que se interpongan y de pedir la suspensión cautelar de la sanción recurrida, por lo que “el proceso cuenta con garantías”.

Una ley antidiscriminatoria

Desde la FELGTB califican de “desmesuradas” las críticas a la ley y lamentan que una norma revindicada históricamente por el colectivo haya sido invisibilizada por la polémica. El proyecto incorpora medidas transversales en el ámbito de la educación, la sanidad o la justicia y acaba con discriminaciones como las terapias de conversión, el requisito a las parejas de mujeres de estar casadas para registrar a sus bebés o la despatologización de la transexualidad, entre otras cosas.

“Las cosas se pueden debatir, pero es injusto que haya gente que esté pidiendo su retirada y que al final se haya diluido el sentido de la propia norma”, denuncia Jordi García, redactor jefe del portal especializado LGTBI  estoybailando.com. En su opinión también “ha habido un sector que se ha lanzado contra ello porque piensan que pierden privilegios. Algo así como Bertín Osborne diciendo que ya no puede hacer chistes de maricas”, pero “la LGTBIfobia es un ataque directo a la dignidad”.

García considera “desproporcionado” que se haya comparado esta ley con la ley mordaza porque “fue aprobada con la mayoría absoluta del PP, esto es un proyecto abierto el debate. Es significativo que la derecha, que nunca se opuso a la ley mordaza ahora la esté usando para criticar esta”. Por otro lado, Almeida sí considera que la base es la misma porque “deja en manos de la arbitrariedad de un funcionario abrir un expediente sancionador cuando un juez no ve delito”, concluye.

Los adolescentes vascos respetan cada vez más a gais, lesbianas y transexuales

Los pocos escolares de estos grupos que han participado en un estudio realizado por el Servicio Berdindu declararon, no obstante, haber sufrido algún tipo de rechazo

«Los adolescentes vascos aceptan y muestran cada vez más respeto hacia colectivos de lesbianas, gais, trans, bisexuales e intersexuales (con características genéticas de ambos sexos)». Es una de las principales conclusiones de un estudio realizado por el Servicio Berdindu para el Gobierno vasco en centros. Los pocos escolares de estos grupos que han participado en el estudio declararon, no obstante, haber sufrido algún tipo de rechazo.

El estudio, elaborado por la Fundación EDE, advierte que aunque los adolescentes no tengan conductas de rechazo «pueden sentir incomodidad ante lesbianas y gais o mostrar desagrado ante manifestaciones de afecto entre personas del mismo sexo». El informe ‘Lesbofobia, Homofobia y Transfobia en el sistema educativo’ fue presentado ayer por representantes de los departamentos de Empleo y Políticas Sociales y de Educación. El acto coincidía con la celebración del Día Internacional contra cualquier actitud negativa ante estos colectivos.

Las chicas revelan un posicionamiento más positivo, aceptan mejor las muestras de afecto o las trasgresiones de género y utilizan menos que los chicos las conductas verbales que discriminan o enjuician a estos grupos. Ellos tendrían más problemas para confesar a sus amistades masculinas que son gais. La investigación ha descubierto también un gran desconocimiento entre los escolares de algunas orientaciones sexuales. «Se han recogido comentarios como que la homosexualidad y el lesbianismo es una moda o una actitud de postureo, o que en las parejas de gais o lesbianas una persona hace de hombre y la otra de mujer», apuntan los autores del trabajo.

La encuesta, elaborada entre alumnos de ocho centros, también refleja que los adolescentes no siempre cuentan con referentes a través de los medios de comunicación que «les permitan tener una visión más integral de estos colectivos». Y es que los referentes más comunes son «los de sus personajes de series y programas televisivos, que están estereotipados y no responden a la realidad».

España cae al noveno puesto del ránking europeo sobre derechos gays

 

27 años desde que la homosexualidad no está considera una enfermedad mental

 

España ha caído al noveno puesto en la última edición del informe anual sobre la situación de los derechos de las personas LGTBI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales) en Europa, la posición más baja desde 2010 cuando la ILGA Europa elaboró el ránking por primera vez.

Con motivo del Día Internacional contra la Homofobia, que se celebra este miércoles, ILGA Europa ha publicado la clasificación que encabeza, un año más, Malta, seguida de Noruega y Reino Unido. A la cola se hallan Armenia, Rusia y Azerbaiyán.

Por su parte, España se sitúa en la novena posición de los países más respetuosos en Europa con los derechos de las personas LGTBI, mientras que en 2016 ocupaba la quinta plaza, la misma que el 2010. Un año después ascendió hasta la segunda plaza.

En 2012, España decidió el segundo puesto y bajó a la tercera posición y en 2013 siguió descendiendo, aunque se quedó en la quinta plaza. En 2014, volvió a subir a la tercera posición y en 2015 salió por primera vez de las cinco primeras posiciones, quedando en sexto lugar.

Las razones del descenso

“Esto es, sin duda, debido a la inacción del Gobierno central. La única razón por la que seguimos manteniéndonos en el top ten es gracias a que varias comunidades autónomas están aprobando legislaciones específicas. De no ser por ello, habríamos dejado de ser una referencia”, ha asegurado el presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), Jesús Generelo.

Según ha defendido esta entidad, España “debe afrontar cuanto antes” la tramitación de la proposición de ley contra la discriminación por orientación sexual, identidad o expresión de género y características sexuales, y de igualdad social de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales (la llamada Ley de Igualdad), ya que “volvería a colocar a España entre los países más avanzados en reconocimiento de los derechos de las personas LGTBI”.

“Mientras que el resto de países de nuestro entorno avanzan, España se ha quedado anclada, ignorando así las graves violaciones de derechos humanos que todavía sufrimos las personas LGTBI”, ha explicado el responsable de Derechos Humanos de FELGTB, Rubén López.

Hay que “trabajar mucho más”

El secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Mario Garcés, ha reconocido que todavía hay que “trabajar mucho más” para acabar con esta discriminación, ya que aún “siguen existiendo manifestaciones” de ella en nuestro país.

Hoy se celebran 27 años desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) desclasificara la homosexualidad como una enfermedad mental, por lo que el Gobierno ha celebrado este miércoles un acto para reivindicar la igualdad y condenar la discriminación que aún siguen sufriendo estas personas en el mundo.

Garcés ha explicado que, a pesar de lo que se ha avanzado en este campo en los últimos 40 años en España, todavía queda por avanzar en la “efectiva aplicación” de la igualdad de derechos.

Para ello, ha indicado que es necesario que las administraciones pongan en marcha medidas y ha recordado que el Gobierno va a empezar a elaborar la Estrategia Estatal de los derechos de las personas lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales.

“Marica, ¿qué haces en esta discoteca?”

Victoria Gómez, una mujer transexual de 34 años, es víctima de una agresión en una discoteca de Madrid

Victoria Gómez, mujer transexual agredida en Madrid

Victoria Gómez Cruz, una mujer transexual de origen hondureño y asilada en España, fue agredida el pasado enero en una discoteca en Puente de Vallecas (Madrid). Un hombre, que reconoció como parte del equipo de seguridad del club, le reprochó su presencia: “qué hace una marica en una discoteca de heterosexuales”. Los delitos de odio aumentan levemente pero de forma constante cada año en España. El Ministerio del Interior cuantificó 1.328 incidentes de este tipo en 2015, de los cuales 169 fueron provocados por la orientación o identidad sexual de la víctima, según el último informe de esta institución.

La joven, de 34 años, frecuentaba los fines de semana el club latino Melao en este distrito madrileño. “Me gustaba ir allí porque me sentía más cerca de mi cultura. Van muchos hondureños y dominicanos”. El agresor se acercó a Gómez mientras esta bailaba con sus amigas y le dijo que se fuera del local “que no quería ver maricones allí”, según cuenta la afectada. “Cuando salí a fumar me dio un golpe y perdí el conocimiento. Después me pateó y finalmente me pisó la cara contra el suelo”. Los responsables del local no han querido hacer comentarios sobre este incidente, aunque señalan que “fue algo que sucedió en la calle y no en la discoteca”.

Tras la agresión, Gómez estuvo ingresada unas horas en el hospital Infanta Leonor. El informe médico detalla que tenía múltiples contusiones y un hemotoma en el lado derecho de la cara. Arcopoli, la asociación LGTB de la Comunidad de Madrid, le dio asistencia jurídica en el proceso de denuncia. Arturo Moreno, técnico de Arcopoli, acompañó a la víctima y cuenta que, aunque en este caso el trámite fue largo, finalmente la denuncia se efectuó tres días después de la agresión, un paso que solo da el 25% de los afectados. “Los agredidos piensan que no sirve de nada o no le dan importancia y otros tienen miedo”.

Gómez lleva el flequillo teñido de morado y sombra de ojos del mismo color. Llega a la entrevista en la Puerta del Sol de Madrid y espera sentada en una fuente de la plaza. Cuenta que un hombre acaba de acercarse a pedirle el teléfono. “Estoy acostumbrada a este tipo de cosas cuando ando por esta zona”. Asegura que aunque hay días que se derrumba emocionalmente no puede permitirse estar parada. “El miedo es el principal obstáculo de los transexuales para salir de día, la transexualidad solo se ve por la noche. Mi forma de vestir y el maquillaje es una forma de provocar a la sociedad y de manifestar que no hay que tener miedo de asumirse”.

Esta mujer, pedagoga y activista de los derechos LGTB en Honduras, llegó hace un año a España como asilada internacional. “En mi país tenía que esconderme, siempre andaba por la calle acompañada y me gritaban cosas”. Pero la integración no ha sido como esperaba. No tiene trabajo y ha tenido dificultades para encontrar vivienda. “He enviado mi currículum para trabajar como camarera y en call centers pero cuando me llaman para una entrevista y escuchan mi voz dicen que el puesto ya ha sido ocupado”. En la búsqueda de piso le ha pasado lo mismo. “Imagino que piensan que soy trabajadora sexual y que el piso se va a convertir en un prostíbulo. No me lo han dicho, pero lo noto”. “Muchas transexuales se prostituyen para sobrevivir, pero yo no pienso llegar a eso aunque es a lo que te empuja la sociedad”.

El grupo parlamentario de Unidos Podemos registró a principios de este mes de mayo una proposición de ley en el Congreso para la igualdad del colectivo LGTB, que recibió el apoyo de todos los grupos a excepción del PP, que aún no se ha posicionado. El presidente de FELGTB (Federación Estatal de Lesbianas Gais Transexuales y Bisexuales), reivindicó la urgencia de legislar a nivel estatal para completar las leyes autonómicas y para que “cada uno pueda ser, parecer, mostrarse e dentificarse como quiera”.

“El despertar de Victoria del país de las maravillas”, así se llamará el libro que Gómez escribirá para contar su sorpresa ante la poca aceptación de los transexuales en España, ironiza la afectada. “Lo positivo, de momento, es que aquí considero que nadie va a asesinarme”.

Persisten las fobias contra el colectivo LGTBI: a los chicos “les cuesta salir del armario” por miedo al rechazo

Piden la implicación de la comunidad educativa para avanzar en la aceptación de la diversidad sexual

Dos chicas se besan durante una manifestación contra la homofobia. RUDY

Euskadi avanza contra la discriminación del colectivo LGTBI, pero queda mucho camino por recorrer. ¿Por qué si no es por miedo al rechazo un joven gay no se atrevería a contárselo a sus amigos?

Según un estudio elaborado por el Gobierno vasco, elaborado en base a encuestas entre adolescentes entre 14 y 16 años, a los chicos les cuesta “mucho más salir del armario” que a las chicas por miedo al rechazo de sus amistades masculinas. Y eso, pese a que en el colectivo de las lesbianas persiste una invisibilidad social mayor.

Este miedo al rechazo es algo que deja entrever que, pese a que en general, los adolescentes vascos “aceptan la diversidad sexual”, perduran en nuestra sociedad “fobias más sutiles” y por lo tanto “más difíciles de detectar”. Esas que llevan, por ejemplo, a sentir incomodidad ante lesbianas o gays o mostrar desagrado ante besos o abrazos entre ellos en público.

Ernesto Sainz y Lucía Torrealday en la presentación del informe. IREKIA

Hoy, Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, porque un 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud sacó la homosexualidad del listado de enfermedades mentales, el Gobierno vasco, a través de una declaración institucional, reconoce que pese a los “innegables” avances en la conciencia social frente a la diversidad social, persisten en el País Vasco “delitos de odio que encuentran en la LGTBIfobia su razón última”.

Y para atajar esta realidad, “la escuela representa un espacio privilegiado”.

La directora de Innovación Educativa del Gobierno vasco, Lucía Torrealday, y el director de Política Familiar y Diversidad del Gobierno vasco, Ernesto Sainz, han pedido que la comunidad educativa se convierta en “un agente activo en la lucha contra la LGTBIfobia“, la implicación de la sociedad, de los medios de comunicación y de las familias, para erradicar esta lacra.

Según el estudio realizado entre adolescentes de 8 centros escolares vascos, persiste actitudes entre los escolares que favorecen conductas LGTBfóbicas.

Por ejemplo, siguen en la mente de muchos adolescentes ideas como que la “homosexualidad o el lesbianismo es una moda”, ” que se conoce si una persona es gay o lesbiana por sus gestos” o que “la bisexualidad es moda y postureo”.

En cuanto a la percepción de los transexuales, su condición genera “confusión” y se les considera “extraños y valientes”. La intersexualidad apenas se conoce, por lo que ni siquiera tienen ideas preconcebidas.

Según el estudio las chicas tienen una actitud “más positiva y más abierto” que los chicos frente a la diversidad.

Sainz ha pedido hoy que haya “mayores referencias a trevés de los medios de comunicación que permita a los adolescentes tener “una visión más integral” de estos colectivos

Los chicos encuentran “mucho más difícil” ‘salir del armario’ que las chicas

BILBAO.  El informe, que ha testado las actitudes de 129 alumnos de entre 14 y 16 años de edad en ocho centros escolares de Euskadi, tanto públicos como privados, indica asimismo que los “pocos adolescentes” lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGTBI) que han participado han declarado haber sufrido “algún tipo de rechazo en alguna ocasión”.

En cualquier caso, se apunta que “cuanto mayor es el cuestionamiento de los roles de género, se detectan menos prejuicios, actitudes de rechazo o conductas irrespetuosas”, a la vez que se señala que “son muchos los adolescentes que muestran gran sensibilidad con la igualdad entre hombres y mujeres, y son capaces de cuestionar el reparto de roles tradicional”.

El estudio ha sido presentado hoy en coincidencia con el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia por el director de Política Familiar y Diversidad del Gobierno vasco, Ernesto Sainz, y la directora de Innovación Educativa, Lucia Torrealday.

Advierte también de que ideas como que “la homosexualidad y el lesbianismo es una moda o una actitud de ‘postureo’, que en las parejas gais o lesbianas una persona hace de hombre y la otra de mujer o que se sabe si una persona es o no ‘gay’ o lesbiana por su apariencia y sus gestos” siguen presentes en la mente de algunos adolescentes.

En este punto se precisa que las chicas muestran una actitud “más positiva” que los chicos, en tanto que “aceptan mejor las muestras de afecto entre las personas del mismo sexo o las trasgresiones de género”, así como “emplean menos conductas verbales que discriminan o enjuician” a estos colectivos.

Euskadi es “un país avanzado en la materia, y junto al resto de España, se han dado pasos en las ultimas décadas para equiparar derechos”, ha afirmado Sainz, para recordar, no obstante, cómo “entre 1948 y 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificaba la homosexualidad como enfermedad mental”.

Del análisis se extrae cómo “son prácticamente inexistentes los discursos públicos o las verbalizaciones directas de rechazo hacia la diversidad, cada vez más interiorizada” entre la población joven, si bien se deduce igualmente que “hay adolescentes que no muestran conductas fóbicas racionales, pero pueden, por ejemplo, sentir incomodidad ante lesbianas o gais, o mostrar desagrado ante manifestaciones de afecto entre personas del mismo sexo”.

En esta línea, Sainz ha reivindicado “mayores referencias a través de los medios de comunicación” que permitan a los adolescentes tener “una visión más integral” de los colectivos LGTBI, ya que los más comunes declarados por los jóvenes son “personajes de series y programas de televisión”.

Estos personajes, generalmente, “están estereotipados y no se corresponden con la realidad”, ha advertido, para apuntar que entre las lesbianas se observa “una invisibilización mayor” en el medio televisivo, por debajo de los referentes trans.

Sobre éstas, el estudio determina que su condición “genera confusión” por lo que se las asocian con personas “extrañas” a la vez que “valientes”.

La bisexualidad se vincula en ocasiones a una moda y una actitud de ‘postureo’, al tiempo que la intersexualidad apenas es conocida por parte de los jóvenes, por lo que “ni siquiera se tienen creencias preconcebidas”, anota el informe, que concluye con que “en general, los jóvenes parecen aceptar la diversidad afectivo-sexual y familiar existente, además de mostrar respeto hacia los colectivos LGTBI”.

Gay sí, pero que no se note

Marcha del Orgullo LGTBI en Bruselas / EFE EFE

“¿No jodas que eres…? Pues no se te nota nada, tío”. Un hombre responde así en medio de una cena de amigos a otro que ha comentado lo guapo que es el camarero. Frases similares a “solo hombres masculinos, abstenerse locas” llenan cada vez más perfiles de aplicaciones móviles para conocer gente. “Que reivindiquen lo que quieran, pero ¿por qué tienen que ir así? Con maquillaje, purpurina y dando el cante”, exclaman algunos refiriéndose a la celebración del Orgullo LGTBI.

 Ese “dar el cante” es salirse de los roles de género, escapar del molde y no responder a las expectativas diseñadas sobre lo que se entiende que es ser hombre y ser mujer. Una diversidad que encarnan muchas personas a las que la sociedad penaliza mediante la llamada plumofobia: “La aversión irracional hacia el amaneramiento de los gays o masculino de las lesbianas”, define el activista LGTBI Andrea Puggelli.

Se trata de una forma de homofobia que marca a aquellas personas que se muestran diferentes y parte de “una sociedad en la que el género es estanco, solo hay una forma de ser hombre y de ser mujer y si te sales de esos cánones, de esos mandatos de género, te conviertes en un peligro”, explica Esther Martínez, trabajadora social que imparte formación en diversidad afectivo sexual y de género en las aulas.

Para la experta, es clave relacionar esta discriminación con el avance que los derechos LGTBI han experimentado en nuestro país porque “se legitima la plumofobia bajo la premisa de que ya hay bastante tolerancia permitiendo determinados derechos, pero eso sí, siempre que la persona sea ‘normal’. El típico ‘gay, sí, pero que no se note’ o el frecuente ‘¿por qué tienes que hacer bandera de tu condición?'”, ejemplifica Martínez.

Lo mismo piensa la feminista y la integrante del colectivo LGTBI Gamá de Gran Canaria, Sylvia Jaén, que hace hincapié en que “parece como si cumpliendo la expectativa de lo que la sociedad espera de ti, se te perdonase ser lesbiana o ser gay”.

La plumofobia de la propia comunidad

“Somos las cuestionadas y las que ofendemos porque estamos enfrentándonos a lo hegemónico”, dice Miguel Ángel López, psicólogo y profesor de Psicología Social de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, que cuenta como anécdota lo que escuchó no hace mucho en una plaza madrileña. “Estaba sentado en un banco observando a dos grupos de adolescentes y de repente escuché ‘a mí me gustan los hombres, pero no como el rubio aquel, que tiene una pinta de pasivaza…'”.

Este es un insulto que a veces circula en foros o conversaciones para describir de manera ofensiva los roles que pueden darse en una relación sexual. Es decir, aquel que encarna un rol considerado femenino y que, por lo tanto, se escapa de los estereotipos de género, es penalizado. Para López, esto entronca con la plumofobia entendida como “el miedo a que un hombre se parezca a lo considerado de mujer”.

López recuerda que la plumofobia no solo se da por parte de personas heterosexuales, sino que es un tipo de discriminación que también se ejerce en el propio colectivo LGTBI porque “lo que hace es reproducir el binarismo de género que ya existe en la sociedad”, analiza Puggelli. En su opinión, esto hace que la plumofobia “sea más común y esté más extendida” que la LGTBfobia.

De este modo “el oprimido acaba siendo opresor”, remarca López, que insiste en que “igual que hablamos de heteronormatividad –la imposición de la heterosexualidad y determinados roles como única posibilidad– también existe lo homonormativo: Es como si hubiera formas de mostrarse, comportarse y de ser gay o lesbiana más válidas y otras menos”.

Ambos coinciden en que se trata de un intento de “normalización” porque “el hecho de vivir dentro de la diversidad no te hace automáticamente ser tolerante con todas sus expresiones”, añade Jaén, que insiste en que este tipo de “homofobia interiorizada” en algunos contextos LGTBI “emana de que lo primero que pide el sistema es que encajemos. Por eso hay muchas personas que modulan su pluma en los centros de trabajo y fuera no”.

Reivindicar la pluma

La plumofobia no solo la experimentan las personas homosexuales o bisexuales, también las heterosexuales que no responden a los mandatos de género. Esta es una de las principales conclusiones del informe Abrazar la diversidad, elaborado por el Instituto de la Mujer en 2015, según el cual un 20% del alumnado ha sido testigo de agresiones homófobas o tránsfobas en las aulas. Una violencia que no solo se da contra los niños o niñas que han manifestado su orientación sexual, sino contra aquellos que tienen pluma.

Según los expertos, la plumofobia está directamente relacionada con las agresiones LGTBIfóbicas, tal y como ejemplifica Martínez: “Cuando me llaman bollera o me insultan por la calle lo hacen por mi pluma. Te aseguro que nadie me ha preguntado antes si me gustan las mujeres”. Algo similar relata López, que dice sentir inseguridad caminando por la noche si se cruza con un grupo de hombres. “Intento disimular mi pluma, intento andar más macho porque no sé si voy a sufrir una agresión. Y tengo tan asumido esto que lo normalizo”, explica.

Pero son múltiples las direcciones en las que se da la plumofobia, de modo que en determinados ambientes no se esgrime como caldo de cultivo de una agresión. Esto ocurre, analiza el docente, “entre algunos heterosexuales que se sienten amenazados si un homosexual no tiene pluma. Si la tiene, queda claro y eso les tranquiliza. Para sus amigos maricas está muy bien, aunque no la querrían para ellos”.

Aunque según las personas consultadas para este reportaje la plumofobia suele estar más extendida entre hombres homosexuales o bisexuales, también las mujeres la sufren. En opinión de Martínez, se trata de una doble cuestión: por un lado, existe más visibilidad entre los hombres –”¿cuántas lesbianas visibles se atreven a lucir su pluma públicamente?”, se pregunta–. Por otro lado, lo relaciona con el machismo porque “el hombre afeminado es una amenaza a la masculinidad hegemónica”.

Sin embargo, esa visibilidad pública, por ejemplo en la televisión, que puede dar lugar a plumofobia, es también una forma de utilizarla positivamente, en opinión de Jaén, porque “genera imaginario colectivo y muestra una salida positiva a la discriminación recibida”. Es decir, es una manera de reivindicar la pluma y utilizarla políticamente: “La pluma tiene la cualidad de seguir siendo revolucionaria. Es rebelde, molesta y recuerda que no todos tenemos que pasar por el mismo aro”.

Gay sí, pero que no se note

Marcha del Orgullo LGTBI en Bruselas / EFE EFE

“¿No jodas que eres…? Pues no se te nota nada, tío”. Un hombre responde así en medio de una cena de amigos a otro que ha comentado lo guapo que es el camarero. Frases similares a “solo hombres masculinos, abstenerse locas” llenan cada vez más perfiles de aplicaciones móviles para conocer gente. “Que reivindiquen lo que quieran, pero ¿por qué tienen que ir así? Con maquillaje, purpurina y dando el cante”, exclaman algunos refiriéndose a la celebración del Orgullo LGTBI.

Ese “dar el cante” es salirse de los roles de género, escapar del molde y no responder a las expectativas diseñadas sobre lo que se entiende que es ser hombre y ser mujer. Una diversidad que encarnan muchas personas a las que la sociedad penaliza mediante la llamada plumofobia: “La aversión irracional hacia el amaneramiento de los gays o masculino de las lesbianas”, define el activista LGTBI Andrea Puggelli.

Se trata de una forma de homofobia que marca a aquellas personas que se muestran diferentes y parte de “una sociedad en la que el género es estanco, solo hay una forma de ser hombre y de ser mujer y si te sales de esos cánones, de esos mandatos de género, te conviertes en un peligro”, explica Esther Martínez, trabajadora social que imparte formación en diversidad afectivo sexual y de género en las aulas.

Para la experta, es clave relacionar esta discriminación con el avance que los derechos LGTBI han experimentado en nuestro país porque “se legitima la plumofobia bajo la premisa de que ya hay bastante tolerancia permitiendo determinados derechos, pero eso sí, siempre que la persona sea ‘normal’. El típico ‘gay, sí, pero que no se note’ o el frecuente ‘¿por qué tienes que hacer bandera de tu condición?'”, ejemplifica Martínez.

Lo mismo piensa la feminista y la integrante del colectivo LGTBI Gamá de Gran Canaria, Sylvia Jaén, que hace hincapié en que “parece como si cumpliendo la expectativa de lo que la sociedad espera de ti, se te perdonase ser lesbiana o ser gay”.

La plumofobia de la propia comunidad

“Somos las cuestionadas y las que ofendemos porque estamos enfrentándonos a lo hegemónico”, dice Miguel Ángel López, psicólogo y profesor de Psicología Social de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, que cuenta como anécdota lo que escuchó no hace mucho en una plaza madrileña. “Estaba sentado en un banco observando a dos grupos de adolescentes y de repente escuché ‘a mí me gustan los hombres, pero no como el rubio aquel, que tiene una pinta de pasivaza…'”.

Este es un insulto que a veces circula en foros o conversaciones para describir de manera ofensiva los roles que pueden darse en una relación sexual. Es decir, aquel que encarna un rol considerado femenino y que, por lo tanto, se escapa de los estereotipos de género, es penalizado. Para López, esto entronca con la plumofobia entendida como “el miedo a que un hombre se parezca a lo considerado de mujer”.

López recuerda que la plumofobia no solo se da por parte de personas heterosexuales, sino que es un tipo de discriminación que también se ejerce en el propio colectivo LGTBI porque “lo que hace es reproducir el binarismo de género que ya existe en la sociedad”, analiza Puggelli. En su opinión, esto hace que la plumofobia “sea más común y esté más extendida” que la LGTBfobia.

De este modo “el oprimido acaba siendo opresor”, remarca López, que insiste en que “igual que hablamos de heteronormatividad –la imposición de la heterosexualidad y determinados roles como única posibilidad– también existe lo homonormativo: Es como si hubiera formas de mostrarse, comportarse y de ser gay o lesbiana más válidas y otras menos”.

Ambos coinciden en que se trata de un intento de “normalización” porque “el hecho de vivir dentro de la diversidad no te hace automáticamente ser tolerante con todas sus expresiones”, añade Jaén, que insiste en que este tipo de “homofobia interiorizada” en algunos contextos LGTBI “emana de que lo primero que pide el sistema es que encajemos. Por eso hay muchas personas que modulan su pluma en los centros de trabajo y fuera no”.

Reivindicar la pluma

La plumofobia no solo la experimentan las personas homosexuales o bisexuales, también las heterosexuales que no responden a los mandatos de género. Esta es una de las principales conclusiones del informe Abrazar la diversidad, elaborado por el Instituto de la Mujer en 2015, según el cual un 20% del alumnado ha sido testigo de agresiones homófobas o tránsfobas en las aulas. Una violencia que no solo se da contra los niños o niñas que han manifestado su orientación sexual, sino contra aquellos que tienen pluma.

Según los expertos, la plumofobia está directamente relacionada con las agresiones LGTBIfóbicas, tal y como ejemplifica Martínez: “Cuando me llaman bollera o me insultan por la calle lo hacen por mi pluma. Te aseguro que nadie me ha preguntado antes si me gustan las mujeres”. Algo similar relata López, que dice sentir inseguridad caminando por la noche si se cruza con un grupo de hombres. “Intento disimular mi pluma, intento andar más macho porque no sé si voy a sufrir una agresión. Y tengo tan asumido esto que lo normalizo”, explica.

Pero son múltiples las direcciones en las que se da la plumofobia, de modo que en determinados ambientes no se esgrime como caldo de cultivo de una agresión. Esto ocurre, analiza el docente, “entre algunos heterosexuales que se sienten amenazados si un homosexual no tiene pluma. Si la tiene, queda claro y eso les tranquiliza. Para sus amigos maricas está muy bien, aunque no la querrían para ellos”.

Aunque según las personas consultadas para este reportaje la plumofobia suele estar más extendida entre hombres homosexuales o bisexuales, también las mujeres la sufren. En opinión de Martínez, se trata de una doble cuestión: por un lado, existe más visibilidad entre los hombres –”¿cuántas lesbianas visibles se atreven a lucir su pluma públicamente?”, se pregunta–. Por otro lado, lo relaciona con el machismo porque “el hombre afeminado es una amenaza a la masculinidad hegemónica”.

Sin embargo, esa visibilidad pública, por ejemplo en la televisión, que puede dar lugar a plumofobia, es también una forma de utilizarla positivamente, en opinión de Jaén, porque “genera imaginario colectivo y muestra una salida positiva a la discriminación recibida”. Es decir, es una manera de reivindicar la pluma y utilizarla políticamente: “La pluma tiene la cualidad de seguir siendo revolucionaria. Es rebelde, molesta y recuerda que no todos tenemos que pasar por el mismo aro”.

Los estereotipos de género motivan operaciones “invasivas e irreversibles” a menores intersexuales

La bandera arco iris ondeando en el balcón del Ayuntamiento de Valencia / @PodemCiVal

“Nadie tendría que haber decidido por mí, se podría haber esperado”. “Sabía que era diferente, pensaba que era un monstruo”. “No sé si nací con vagina o me la reconstruyeron”. Sandrao y H. (prefiere preservar su identidad) hablan así desde Alemania y Dinamarca de las operaciones a las que fueron sometidos en su infancia con el objetivo de hacer encajar sus genitales en las características sexuales consideradas de hombre o de mujer.

 Ambos forman parte de los testimonios recogidos por Amnistía Internacional para el informe En primer lugar, no perjudicar, que se presenta este miércoles, sobre la realidad de las personas intersexuales en estos países. Es decir, aquellas personas que nacen con características sexuales  que no encajan con las nociones binarias típicas de los cuerpos masculinos o femeninos, tal y como define Human Rights Watch.

El estudio denuncia que los bebés intersexuales “corren peligro de ser sometidos a una serie de intervenciones médicas innecesarias, invasivas y traumatizantes” y que se basan en estereotipos de género y en la expectativa que se deposita en ese bebé. 

Amnistía Internacional alerta de que este tipo de cirugías “violan sus derechos humanos” porque son intervenciones que “se llevan a cabo sin tener pleno conocimiento de los efectos potencialmente dañinos a largo plazo que tienen en los menores de edad”, asegura Laura Carter, investigadora de Amnistía Internacional sobre orientación sexual e identidad de género.

Aunque el informe no se circunscribe al caso español, los colectivos LGTBI denuncian que en nuestro país también se dan este tipo de operaciones médicas, que ya han sido prohibidas en algunas leyes autonómicas contra la LGTBIfobia, entre ellas la de la Comunidad de Madrid o Islas Baleares. De esta manera se alinean con países como Malta y Chile, que han prohibido lo que los activistas llaman “mutilación genital de personas intersexuales”. Los afectados apuestan  por esperar y dejar crecer al bebé para que sea él mismo el que decida en el futuro cuál es su género.

Intervenciones con consecuencias

Amnistía Internacional detalla en su informe algunas intervenciones de las que ha tenido constancia, entre ellas, operaciones para agrandar el clítoris, cirugías vaginales a menores de corta edad, extirpación de las gónadas u operaciones para “abocar la uretra al extremo del pene, que se llevan a cabo para crear un pene considerado normal desde el punto de vista funcional y cosmético”, explica la organización.

“Nos referimos a incisiones realizadas en tejidos sensibles con consecuencias para toda la vida basadas únicamente en estereotipos sobre el aspecto que debe tener un niño o una niña. La cuestión es a quién beneficia esta práctica, porque nuestro informe muestra que para las personas sometidas a ella ha sido una experiencia trágica”, añade Carter. “Han experimentado dificultades físicas o psicológicas a largo plazo”, explica el estudio.

A las cirugías también se añade la administración de tratamiento hormonal “para que un individuo pase por la pubertad según las expectativas de su género asignado”. Prácticas que, en ocasiones, son necesarias por motivos de salud, pero que en otras son una forma de “normalizar” y enmarcar sus cuerpos en el binarismo de género.

Entre las razones, detalla AI, se encuentra el supuesto de que los niños o niñas sufrirán daño psicológico como resultado de no encajar en lo considerado hombre o mujer. Algo que, en opinión de la organización, “no está respaldado por pruebas” y que provoca la violación del artículo 3.1 de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño,  que establece que cualquier decisión debe atender de manera primordial al interés superior del menor.

El informe denuncia que las directrices elaboradas en Alemania y Dinamarca para tratar a los bebés intersexuales “no son totalmente compatibles con los derechos humanos”, en el primer caso, y son “insuficientes” en el segundo. A lo que el colectivo suma la falta de información suficiente para que los progenitores tomen una decisión informada sobre las intervenciones propuestas y la ausencia de apoyo psicosocial.

Por ello, Amnistía recomienda a los estados en general –y a Alemania y Dinamarca en particular– que desarrollen un protocolo basados en los derechos de los intersexuales que garantice “su integridad física, autonomía y autodeterminación”. Además, hace hincapié en que se deben tomar medidas para garantizar que las personas intersexuales dan su consentimiento informado y apuestan por aplazar las cirugías hasta que puedan dar su consentimiento.

En en el caso español, el proyecto de ley de derechos LGTBI redactado por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), que ya ha sido registrado en el Congreso, contempla la prohibición de este tipo de cirugías genitales en bebés con el objetivo de que estas personas “puedan otorgar su consentimiento informado”.