Un cura de Tenerife bautiza a una niña ante sus mamás como respuesta “a la realidad”

El párroco de Tejina ha indicado que la solicitud de las madres de bautizar a la niña no le supuso “ningún problema”, pues ambas quieren vivir la fe cristiana 

Entrada a una iglesia en Tejina, en el municipio tinerfeño de La Laguna

Entrada a una iglesia en Tejina, en el municipio tinerfeño de La Laguna

Juan Carlos Alameda, párroco de la localidad tinerfeña de Tejina, ha bautizado a una niña ante la presencia de sus dos madres, Jésica y Sherezade, por entender que su labor como pastor es “acoger a las personas como las acoge Jesucristo”, y así poder dar respuesta a la realidad.

La niña fue bautizada como Lucía el pasado fin de semana en Tejina, en el municipio de La Laguna, acompañada por sus dos mamás, que contrajeron matrimonio el 15 de junio de 2012 y tuvieron a su hija en diciembre del año pasado, según ha informado hoy Radio Club Tenerife-Cadena Ser, que indica que ambas madres figuran como progenitoras en el certificado de bautismo.

El párroco ha indicado en declaraciones a EFE que la solicitud de las mamás de bautizar a la niña no le supuso “ningún problema”, pues ambas son cristianas, quieren vivir la fe cristiana e igual postura tienen los padrinos, con lo que el bautizo ha estado conforme a las normas de la Iglesia.

“El bautismo no se puede negar”, asevera Juan Carlos Alameda, quien indica que cuando las mamás de Lucía le preguntaron “¿qué te parece? él contestó: a mi no me tiene que parecer nada”, pues su labor como pastor “es acoger a las personas” y por ello “no hay ninguna otra peculiaridad”.

Las dos mamás son creyentes y tomaron la decisión de bautizar a su niña, y cuando comunicaron su deseo al párroco, este consultó con la Vicaría de Justicia del Obispado simplemente cómo inscribirlo en los documentos, pues en el sacramento “no hay ninguna variante ni otra cosa que lo prohíba”.

De hecho, comenta Alameda, hace tiempo “que los párrocos, al estar más en contacto con la gente diariamente, preguntamos cómo actuar para actuar bien, acoger y ver siempre cómo está la legalidad civil”.

Si un bautizo se dilata en el tiempo es “sencillamente” porque no se dan las condiciones adecuadas, y esto puede referirse a que quien debe garantizar que el niño se educará según la fe, los padrinos, no están confirmados.

El párroco de Tejina oficia unos 70 bautizos al año y más de 40 corresponden a los llamados casos “irregulares”, esto es, padres que no están casados por la Iglesia, conviven sin matrimonio o uno de ellos no vive la fe o sencillamente no cree.

La norma eclesiástica en el caso del bautizo se refiere sin embargo a que los padrinos velarán por la fe del bautizado y hay casos en que los padres no creen pero no se oponen a que los abuelos bauticen a su hijo.

Otro caso es cuando los padrinos no se han confirmado y si tienen voluntad para ello se imparte una formación para adultos, algo que “se suele hacer con frecuencia, no es nada fuera de lo normal”.

Incluso ha sucedido que haya personas en situación “irregular” pero en cambio son miembros de hermandades o cofradías y para ello “se ha cambiado alguna normativa”.

“Se trata de dar respuesta a una realidad pues un caso irregular no lleva consigo el estar fuera de la Iglesia, sino que no está conforme a la normativa, y estar viviendo de una manera determinada no quita que se quiera vivir la fe y escuchar la palabra de Dios, pues hay otras formas de comulgar”, afirma Alameda.

Concluye el párroco que “en los tiempos que corren y en la medida en que nos pongamos delante de Jesucristo, si tenemos fe podremos encontrar la paz y la verdadera realización”. 

‘Llámame Paula’, primera novela juvenil protagonizada por una niña transexual en España

Entre juegos y enredos infantiles, Paula va descubriendo su identidad y batallando por encontrar su lugar en el mundo y la aceptación de sus compañeros de colegio y de su propia familiaLLAMAME PAULA

Su autora, la sevillana Concepción Rodríguez, leyó un buen día una noticia que contaba que un colegio concertado de Málaga no permitía que una niña transexual usara los baños y vistiera el uniforme que correspondían a su género, en contra incluso de las propias directrices de la Junta de Andalucía.

La escritora, maestra de profesión, no entendía cómo podían seguir ocurriendo estos episodios de intolerancia en el sistema educativo. Se puso a buscar literatura para adentrarse en un mundo entonces desconocido para ella. La búsqueda no fue fructífera. No existía literatura que explicara la transexualidad a adolescentes (tan sólo un cuento para edades tempranas con el título ‘Transpirata’) y mucho menos protagonizada por un niño o niña transexual que sirviera de material educativo para derribar los muros de la discriminación.

Así comenzó a fraguarse en la cabeza de Concepción Rodríguez la vida de Paula, la primera novela para adolescentes protagonizada por una menor transexual. Paula es una niña a la que le asignan un nombre masculino al nacer pero que a los ochos años, tras la muerte de su madre, empieza a reafirmar su género en los juegos, en la ropa que desea vestir y en la manera que se sitúa en una sociedad que le es mucho más hostil que al resto de niños con los que comparte las aventuras y travesuras propias de una niña de su edad.

“Todo lo que no conocemos, lo rechazamos”, afirma la autora de ‘Llámame Paula’ para justificar su motivación a publicar una novela para adolescentes en la que se visibiliza la transexualidad infantil, aunque casualmente quien apoya más decididamente la identidad sexual de Paula son sus amiguitos y no su padre o su abuela.

La novela, después de la negativa de una empresa editorial andaluza, ha sido publicada por la catalana Bellaterra y está prologada por Mar Cambrollé, presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía, entidad a la que recurrió la autora para documentarse acerca de la realidad de la transexualidad y evitar caer en clichés o en un uso del lenguaje erróneo para referirse a esta realidad.

Cabe recordar que Andalucía fue pionera en aprobar  una ley en 2014 que despatologizó la transexualidad y que cuenta con un protocolo de obligado cumplimiento para todos los centros educativos sostenidos con fondos públicos, puesto en marcha justo después de la polémica en el colegio religioso San Patricio de Málaga, dependiente de la Fundación Diocesana, episodio que motivó que Concepción Rodríguez diera vida literaria a Paula.

Este  protocolo de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía facilita que un niño o una niña transexual sea tratado por su género sentido, para lo que solamente es necesario que sus padres, madres o tutores lo soliciten a la dirección del centro, independientemente de que en el documento nacional de identidad figure o no el sexo asignado al nacer del menor transexual.

Un cura de Tenerife bautiza a una niña en presencia de sus dos madres, una pareja lesbiana

‘No hay nada en el Sacramento que lo prohíba’

Juan Carlos Alameda, párroco de la localidad tinerfeña de Tejina, ha bautizado a una niña ante la presencia de sus dos madres, la pareja formada por Jésica y Sherezade, por entender que su labor como pastor es “acoger a las personas como las acoge Jesucristo”, y así poder dar respuesta a la realidad.

La niña fue bautizada como Lucía el pasado fin de semana en Tejina (La Laguna) acompañada por sus dos mamás, que contrajeron matrimonio el 15 de junio de 2012 y tuvieron a su hija en diciembre del año pasado, según ha informado Radio Club Tenerife-Cadena Ser, que indica que ambas mujeres figuran como progenitoras en el certificado de bautismo.

El párroco ha indicado que la solicitud de las mujeres de bautizar a la niña no le supuso “ningún problema”, pues ambas son cristianas, quieren vivir la fe cristiana e igual postura tienen los padrinos, con lo que el bautizo ha estado conforme a las normas de la Iglesia.

“El bautismo no se puede negar”, asevera Juan Carlos Alameda, quien indica que cuando las madres de Lucía le preguntaron “¿qué te parece? él contestó: a mí no me tiene que parecer nada”, pues su labor como pastor “es acoger a las personas” y por ello “no hay ninguna otra peculiaridad”.

Las mujeres son creyentes y tras decidir bautizar a la niña y hacerlo saber al párroco éste consultó con la Vicaría de Justicia del Obispado simplemente cómo inscribirlo en los documentos, pues en el sacramento “no hay ninguna variante ni otra cosa que lo prohíba”.

De hecho, comenta Alameda, hace tiempo “que los párrocos, al estar más en contacto con la gente diariamente, preguntamos cómo actuar para actuar bien, acoger y ver siempre cómo está la legalidad civil”.

Concluye el párroco que “en los tiempos que corren y en la medida en que nos pongamos delante de Jesucristo, si tenemos fe podremos encontrar la paz y la verdadera realización”

En Ecuador Un hombre transexual se queda embarazado de su novia quien es también transexual

Ninguno de los dos se había operado aún para cambiar su sexo

Diane Rodríguez y Fernando Machado son transexuales

Diane y Fernando están contentos después de conocer que van a ser padres. Lejos de lo que pueda parecer, esta pareja ha luchado mucho para poder conseguir formar su propia familia y es que, la embaraza no es Diane, sino que es Fernando. Ambos, que residen en Ecuador, son transexuales.

Tanto Diane Rodríguez como Fernando Machado son transexuales: mientras que Dian, de 33 años, solía ser un hombre, Fernando, de 22, solía ser una mujer. Para ninguno de los dos el cambio fue fácil, de hecho, Diane estuvo viviendo un tiempo en la calle después de contarle su cambio de sexo a su familia.

Su relación empezó dos años atrás cuando se conocieron por internet y, antes de comenzar con las operaciones quirúrgicas para realizar su cambio de género al completo, ambos hablaron sobre la posibilidad de poder tener un hijo. Ahora, Fernando está embarazado de tres meses y ambos han asegurado para el Daily Mirror estar haciendo su sueño realidad.

Un cura impide a un gay ser el padrino de su sobrino

El afectado cuenta que el párroco de Écija (Sevilla) lo rechazó cuando se enteró de que vivía con otro hombre

Salvador Alférez, a la derecha, con su pareja, el miércoles en Madrid

Salvador Alférez, a la derecha, con su pareja, el miércoles en Madrid. SAMUEL SÁNCHEZ

Salvador Alférez no podrá ser el padrino de su sobrino porque es gay. Al menos, ese es el argumento que asegura que ha aducido Francisco Reina, el cura de la parroquia de Santa Cruz de Écija (Sevilla), para impedirle participar en el bautizo de Miguel Ángel, el hijo de uno de sus cinco hermanos. “En cuanto el párroco se enteró de que vivía con un hombre, le dijo a mi hermano que yo no podía ser el padrino”, cuenta Alférez, que tiene 40 años, vive en Madrid con su pareja y se va a confirmar el 16 de abril después de meses preparándose para este sacramento. EL PAÍS ha intentando sin éxito ponerse en contacto con el sacerdote desde el pasado lunes.

Alférez y su pareja decidieron acudir a UGT cuando supieron que no podrían participar en el bautizo de Miguel Ángel, que en abril cumplirá dos años. “En España todavía no es tan fácil salir del armario. Y si una vez que lo consigues te pasa esto, hacerlo visible es una manera de denunciarlo”, dice la secretaria de Igualdad de UGT Madrid, Ana Sánchez de la Coba, que ha denunciado este jueves el trato “discriminatorio y vejatorio” que ha sufrido Alférez.

El 23 de abril se celebrará el bautizo. Hasta entonces, Alférez no pierde la esperanza: aunque ahora cuenta con la negativa del párroco, ya ha sido padrino de otros dos sobrinos. “En las otras ocasiones, eran curas de otras iglesias de Écija y no hubo ningún tipo de impedimento”, dice Alférez, que hace dos semanas viajó a este municipio de Sevilla, pero no pudo reunirse con Reina.

La secretaria de Igualdad de UGT Madrid cree que el párroco se mete en donde no le compete: “La vida personal de cada uno no hace mejor ni peor a nadie. Hay que tratar a todas las personas igual, con indiferencia de su condición sexual. Este caso parece propio de otra época”.

El Observatorio Español contra la LGTBfobia también ha criticado la actitud del párroco y se ha mostrado dispuesto a mediar. “Nos mostramos dispuestos a reunirnos con ellos a dialogar en este sentido, y que triunfe la apertura y la inclusión en el verdadero Mensaje del Evangelio en vez de una prohibición discriminatoria y caduca”, informa esta organización en su página web.

“No me dejan ser padrino por ser gay”

Salvador, con su sobrino

Salvador, con su sobrino. Álbum familiar

Salvador Álvarez tiene el 23 de abril marcado con fluorescente en el calendario. Es la fecha elegida para el bautizo del pequeño del ‘clan’: su sobrino Miguel. Y como es tradición en su familia con cada primogénito de sus hermanos, Salvador está llamado a ejercer de padrino. De hecho ya lo es de dos de sus sobrinos. Pero, según denuncia, esta vez se va a quedar compuesto y sin ahijado. El párroco de laIglesia de Santa Cruz de Écija (Sevilla) no permite que lo sea. Porque Salvador eshomosexual y vive con otro hombre.

“Cuando mi hermano le dijo al cura que yo iba a ser el padrino, únicamente le preguntó si yo estaba confirmado. Como no lo estoy, dijo que tenía que hacerlo”. Y en ello anda. Salvador se apuntó al curso en una parroquia de Madrid -ciudad en la que vive hace 10 años- y prevé terminarlo el 16 de abril, justo para llegar confirmado al bautizo.

Pero, un domingo, “en una especie de ensayo” del bautismo, el párroco insistió en si el futuro padrino estaba haciendo el curso y quiso saber más sobre él. “Es camarero. Vive en Madrid, con su pareja”, explicó su hermano. “¿Cómo? ¿Que vive en pecado? ¿No está casado? ¿Y con quién vive?” “Con su pareja, Iván”. “Entonces no puede ser”.

Salvador destaca lo paradójico que resulta que haya podido apuntarse al curso de confirmación en una parroquia de Madrid “sin ningún problema”, y que, sin embargo, no le dejen ejercer de padrino en Écija. De hecho, al curso le acompaña su pareja, Iván, “porque para confirmarte tienes que ir con una persona que lo esté, y él lo está. En esta parroquia nunca ha supuesto un problema ni me han preguntado por mi condición sexual. Pero en Sevilla no me dejan ser padrino por ser gay”.

“Cuando le conté lo que pasaba al cura de Madrid, me pidió el teléfono del párroco y le llamó para intentar convencerle, pero nada. Dice que no y el que manda en esa iglesia es él”.

Salvador dice no resignarse porque para él, que se declara católico practicante -“tengo mi Rocío colgado en el cuello”, dice-, es “muy importante” ser el padrino de Miguel, de dos años, y de su hermana Rocío, que celebra la comunión el mismo día. “De hecho soy ya el padrino de dos de mis sobrinos, que ahora tienen 18 y 14 años” y que también fueron bautizados en Écija, pero en otra parroquia.

Dice que incluso las clientas habituales del restaurante donde trabaja le preguntan si le pasa algo. “Siento una gran impotencia. No duermo. Como católico no me esperaba algo así. Yo solo quiero ser padrino de mi niño. Están destrozando una celebración familiar en torno al bautizo del niño”.

Ha acudido a UGT, sindicato al que está afiliado, quien ha denunciado lo que considera una “vulneración del derecho fundamental a la intimidad”, según ha explicado la secretaria de Igualdad de UGT Madrid, Ana Sánchez de la Coba. “Lo que sucede”, explica, “es que no podemos hacer más que denunciarlo públicamente. Según nos explica nuestro asesor jurídico, la Iglesia, como una empresa privada, tiene derecho de admisión. Es una forma de discriminar, de decir quiénes son buenos y quiénes malos”. No obstante, esperan “que el párroco rectifique y, en su caso, el Obispo de Sevilla intervenga”.

El Observatorio Español contra la LGBTfobia (STOPLGBTFOBIA), por su parte, se ha ofrecido para reunirse con el párroco y el arzobispo para establecer un diálogo que permita subsanar lo que califican de “lamentable error”. “Consideramos los hechos una discriminación flagrante por orientación sexual, y entra en clara contradicción con los posicionamientos del Papa Francisco sobre el acogimiento de las personas homosexuales en el seno de la Iglesia Católica”, declara Paco Ramírez, director del Observatorio, en un comunicado.

El Arzobispado de Sevilla dice que, hasta el momento, no ha recibido ninguna queja o comunicación al respecto, y recuerda que “cualquier persona puede exponer su parecer”. No obstante, recuerda que generalmente se respeta el criterio del titular de cada parroquia.

Leo, de 11 años y nacido en Irun, primer niño transexual de Euskadi tratado con inhibidor de la pubertad

Leo, un niño de once años nacido en Irun se ha convertido en el primer menor transexual del País Vasco en recibir un tratamiento inhibidor de la pubertad para que su cuerpo atienda a la identidad masculina que siempre ha sentido a pesar de tener genitales femeninos.

El proceso por el que Ane se ha convertido en Leo ha sido doloroso y ha atravesado por fases de “angustia”, pero desde que el pasado 29 de octubre le pusieron la primera inyección que bloquea su desarrollo se ha sentido “feliz”, ha relatado a EFE su madre, Mónica Zamora.

DONOSTIA. Las inyecciones forman parte de una medicación inhibidora que se utiliza para objetivos diversos como evitar una pubertad demasiado temprana que impida el crecimiento, por ejemplo, pero ésta es la primera vez que en Euskadi se aplica a un menor transexual, ha señalado Zamora.

Será un pinchazo cada 28 días pautado desde el servicio de Endocrinología de Cruces, pero la decisión es reversible ya que podría interrumpir el proceso.

Sin embargo Mónica Zamora está convencida de que la decisión de su hijo es firme porque “siempre ha sido un chico”, aunque naciera con genitales femeninos, por ello ha decidido hacer público el proceso para que la sociedad compruebe que “es una persona totalmente normal” como cualquiera de sus compañeros.

Desde pequeño, cuando todavía le llamaban Ane “era muy masculino, en sus formas de chico, en la vestimenta, en los deportes que le gustaban y en sus aficiones”, recuerda.

Pero el punto de inflexión tuvo lugar en Navidad del año pasado cuando comenzó a notar que le crecía el pecho y se “angustió” de tal forma que “no quería desayunar, ni comer, ni siquiera ir al colegio”.

Ante esta situación su madre inició un calvario de médicos y pruebas diagnósticas para tratar de saber qué sucedía aunque finalmente hizo caso a su “intuición” y puso a Leo el documental “El sexo sentido” de TVE, protagonizado por menores transexuales con los que inmediatamente Leo se identificó.

A partir de ahí el menor decidió que quería comunicar su auténtica identidad sexual a su padre, a sus hermanos y a sus compañeros de clase, algo que se hizo de forma ordenada “hablando primero con la dirección del colegio, que se volcó al 100 por cien”, ha agregado.

“A nadie le pilló por sorpresa el cambio”, afirma Mónica quien asegura que su hijo no lo pasó mal en el aula por su condición.

El siguiente paso (el inicio del tratamiento) fue resultado de la “grandísima casualidad” de contactar con la responsable del servicio de Endocrinología del Hospital de Cruces, Itxaso Rica, en un encuentro de familiares de menores transexuales que tuvo lugar en Madrid y que a Leo le fascinó porque pudo comprobar que no era el único que atravesaba por su situación.

Tras la primera cita con la especialista, el protocolo establecido por el Gobierno vasco para estos casos obliga a que el menor sea atendido durante seis meses por un psiquiatra, que es “finalmente quien da la autorización para iniciar el tratamiento inhibidor”.

Precisamente, la eliminación de este paso por una consulta de Psiquiatría es una de las reivindicaciones de las asociaciones de familiares de menores transexuales como Chrysallis, a la que pertenece Zamora.

Una vez concluida esta etapa, Leo iniciará previsiblemente el tratamiento con testosterona.
Por el momento, Zamora no contempla iniciar un proceso de cambio de identidad en el Registro Civil como el que llevaron a cabo los padres de la niña de cuatro años de Asteasu que cambio el nombre de Luken por Lucía ya que en el documento no consta la modificación de género y supone un trámite burocrático complicado.

Leo, el primer niño transexual de Euskadi tratado con bloqueadores hormonales en la pubertad

El proceso ha sido doloroso y ha atravesado por fases de «angustia», pero desde que el pasado 29 de octubre le pusieron la primera inyección que frena su desarrollo se ha sentido «feliz»

Un grupo de niños juega con una pelota en la calle

Un grupo de niños juega con una pelota en la calle. / AFP

Ane nació en un cuerpo equivocado; quería ser Leo. A sus once años ha conseguido al fin que se refieran a él como un niños. Este niño de Irun es ya el primer menor transexual en Euskadi en recibir un tratamiento inhibidor de la pubertad para que su cuerpo atienda a la identidad masculina que siempre ha sentido pese a tener genitales femeninos.

No ha sido un camino fácil. El proceso para dejar atrás a Ane y convertirse en Leo ha sido doloroso y ha atravesado por varias fases de «angustia». Sin embargo, algo cambió a finales de año. Tal y como cuenta su madre, Mónica Zamora, desde el pasado 29 de octubre, cuando le pusieron la primera inyección que bloquea su desarrollo, se siente «feliz».

Las inyecciones forman parte de una medicación inhibidora que se utiliza para objetivos diversos como evitar una pubertad demasiado temprana que impida el crecimiento. En este caso, es la primera vez que se aplica a un menor transexual en Euskadi.

Leo recibirá un pinchazo cada 28 días pautado desde el servicio de Endocrinología de Cruces, pero la decisión es reversible y podría llegar a interrumpirse el proceso.

Sin embargo Mónica Zamora está convencida de que la decisión de su hijo es firme porque «siempre ha sido un chico», por mucho que naciera con genitales femeninos. Por esta razón ha decidido hacer público el proceso para que la sociedad compruebe que «es una persona totalmente normal», como el resto de sus compañeros.

Desde pequeño, cuando todavía le llamaban Ane «era muy masculino, en sus formas de chico, en la vestimenta, en los deportes que le gustaban y en sus aficiones», su amatxu.

Pero el punto de inflexión llegó en Navidad del año pasado. Leo comenzó a notar que le crecía el pecho y se «angustió» de tal forma que «no quería desayunar, ni comer, ni siquiera ir al colegio».

Ante esta situación su madre no paró de visitar médicos para que le realizasen pruebas diagnósticas que detectasen qué sucedía. Finalmente hizo caso a su «intuición» y puso a Leo el documental ‘El sexo sentido’ de TVE, protagonizado por menores transexuales con los que inmediatamente se identificó.

«A nadie le pilló por sorpresa»

A partir de ahí el menor decidió que quería comunicar su auténtica identidad sexual a su padre, a sus hermanos y a sus compañeros de clase. Lo hizo de forma ordenada «hablando primero con la dirección del colegio, que se volcó al 100 por cien», según Zamora. «A nadie le pilló por sorpresa el cambio», reconoce. De hecho, el niño no tuvo problemas en clase por su condición sexual.

El siguiente paso, el inicio del tratamiento, fue resultado de la «grandísima casualidad» de contactar con la responsable del servicio de Endocrinología del Hospital de Cruces, Itxaso Rica, en un encuentro de familiares de menores transexuales que tuvo lugar en Madrid. A Leo le fascinó ya que pudo comprobar que no era el único que atravesaba por su situación.

Tras la primera cita con la especialista, el protocolo establecido por el Gobierno vasco para estos casos obliga a que el menor sea atendido durante seis meses por un psiquiatra, que es «finalmente quien da la autorización para iniciar el tratamiento inhibidor». Precisamente, la eliminación de este paso por una consulta de Psiquiatría es una de las reivindicaciones de las asociaciones de familiares de menores transexuales como Chrysallis, a la que pertenece Zamora.

Una vez concluida esta etapa, Leo iniciará previsiblemente el tratamiento con testosterona.

Por el momento, Zamora no contempla iniciar un proceso de cambio de identidad en el Registro Civil como el que llevaron a cabo los padres de la niña de cuatro años de Asteasu, que pasó de ser Luke a Lucía. La madre de Leo remarca que en ese documento no consta la modificación de género y supone un trámite burocrático complicado.

Leo, el primer niño transexual vasco tratado con inhibidor de la pubertad

Leo, un niño de once años nacido en Irun se ha convertido en el primer menor transexual del País Vasco en recibir un tratamiento inhibidor de la pubertad para que su cuerpo atienda a la identidad masculina que siempre ha sentido a pesar de tener genitales femeninos.

El proceso por el que Ane se ha convertido en Leo ha sido doloroso y ha atravesado por fases de “angustia”, pero desde que el pasado 29 de octubre le pusieron la primera inyección que bloquea su desarrollo se ha sentido “feliz”, según ha relatado a EFE su madre, Mónica Zamora.

Las inyecciones forman parte de una medicación inhibidora que se utiliza para objetivos diversos como evitar una pubertad demasiado temprana que impida el crecimiento, por ejemplo, pero ésta es la primera vez que en Euskadi se aplica a un menor transexual, ha señalado Zamora.

Será un pinchazo cada 28 días pautado desde el servicio de Endocrinología de Cruces, pero la decisión es reversible ya que podría interrumpir el proceso.

Sin embargo Mónica Zamora está convencida de que la decisión de su hijo es firme porque “siempre ha sido un chico”, aunque naciera con genitales femeninos, por ello ha decidido hacer público el proceso para que la sociedad compruebe que “es una persona totalmente normal” como cualquiera de sus compañeros.

Desde pequeño, cuando todavía le llamaban Ane “era muy masculino, en sus formas de chico, en la vestimenta, en los deportes que le gustaban y en sus aficiones”, recuerda.

Pero el punto de inflexión tuvo lugar en Navidad del año pasado cuando comenzó a notar que le crecía el pecho y se “angustió” de tal forma que “no quería desayunar, ni comer, ni siquiera ir al colegio”.

Ante esta situación su madre inició un calvario de médicos y pruebas diagnósticas para tratar de saber qué sucedía aunque finalmente hizo caso a su “intuición” ypuso a Leo el documental “El sexo sentido” de TVE, protagonizado por menores transexuales con los que inmediatamente Leo se identificó.

A partir de ahí el menor decidió que quería comunicar su auténtica identidad sexual a su padre, a sus hermanos y a sus compañeros de clase, algo que se hizo de forma ordenada “hablando primero con la dirección del colegio, que se volcó al 100 por cien”, ha agregado.

“A nadie le pilló por sorpresa el cambio”, afirma Mónica quien asegura que su hijo no lo pasó mal en el aula por su condición.

El siguiente paso (el inicio del tratamiento) fue resultado de la “grandísima casualidad” de contactar con la responsable del servicio de Endocrinología del Hospital de Cruces, Itxaso Rica, en un encuentro de familiares de menores transexuales que tuvo lugar en Madrid y que a Leo le fascinó porque pudo comprobar que no era el único que atravesaba por su situación.

Tras la primera cita con la especialista, el protocolo establecido por el Gobierno vasco para estos casos obliga a que el menor sea atendido durante seis meses por un psiquiatra, que es “finalmente quien da la autorización para iniciar el tratamiento inhibidor”.

Precisamente, la eliminación de este paso por una consulta de Psiquiatría es una de las reivindicaciones de las asociaciones de familiares de menores transexuales como Chrysallis, a la que pertenece Zamora.

Una vez concluida esta etapa, Leo iniciará previsiblemente el tratamiento con testosterona.

Por el momento, Zamora no contempla iniciar un proceso de cambio de identidad en el Registro Civil como el que llevaron a cabo los padres de la niña de cuatro años de Asteasu (Gipuzkoa) que cambio el nombre de Luken por Lucía ya que en el documento no consta la modificación de género y supone un trámite burocrático complicado.

“La violencia machista mata, sobre todo, a los hombres”

Marina Subirats, socióloga y exdirectora del Instituto de la Mujer, asegura que el machismo como modelo de lucha y de competición se inocula a los niños desde la infancia, lo que lleva a la destrucción de hombres y mujeres

Marina Subirats.

Marina Subirats.

Marina Subirats, catedrática emérita de Sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona y exdirectora del Instituto de la Mujer, dedica su tiempo en la actualidad a trabajar con los centros educativos para promover una educación igualitaria. Y es que para esta experta la llave para terminar con el machismo reside en trabajar los valores de la igualdad desde la infancia. “A los chicos les seguimos diciendo ‘tu no llores’ cuando el pobre niño tiene tres años y a lo mejor le duele el pie o le da pena un gato. El caso es que no puede llorar porque tiene que ser duro para triunfar. Y eso se lo estamos transmitiendo las propias mujeres, aunque en muchos casos de una manera inconsciente”. Por eso, se esfuerza en resaltar las virtudes de la coeducación para terminar con el machismo, un modelo intrínsecamente masculino que termina por “matar, sobre todo, a los hombres”. La socióloga ha participado en unas jornadas en Bilbao organizadas por la Federación de Enseñanza de Comisiones Obreras Euskadi dedicadas a la igualdad.

¿Queda machismo para rato tal y como vienen los más jóvenes?

Desde la educación no se están cambiando los modelos de ser hombre y mujer. Al revés, se están transmitiendo los modelos clásicos de siempre. Y estos roles lo que hacen es perjudicar a los chicos y a las chicas. Necesitamos cambiar los modelos. ¿Por qué? Pues porque a los chicos les seguimos diciendo ‘tu no llores’ cuando el pobre niño tiene tres años y lo mejor le duele el pie o le da pena un gato. El caso es que no puede llorar porque tiene que ser duro para triunfar.

¿Cómo es posible que puedan incurrir en esos errores los propios maestros?

Por una razón sencilla: está en nuestra cultura. La propia lengua ya nos lo transmite, señala que la prioridad es el hombre fuerte, guerrero, el que se impone, el duro. La lengua designa a través del masculino a hombres y mujeres. Estamos en una sociedad androcéntrica, que valora la figura del varón tradicional. Así que obligamos a los niños desde muy pequeños a ser así. Esto tiene un gran coste para los propios hombres. La violencia machista mata, sobre todo, a los propios hombres. Es la violencia que va intrínsicamente con el modelo masculino. El machismo es un modelo de lucha, de competición y, por lo tanto, está obligado siempre a competir.

Pero en la educación infantil lo que más hay son maestras.

Pero las mujeres también son transmisoras de machismo. Se encuentra en nuestra cultura. Es como nos han educado: el término hombres sirve para designar a todos y las mujeres lo empleamos de esa manera. Nadie es culpable de hacerlo, pero sí somos responsables de si queremos transmitirlo y reproducirlo o si queremos cambiarlo.

Todo se basa en un modelo de lucha.

Un modelo que es necesario darlo por superado. Estamos en un mundo en el que si seguimos peleando y compitiendo vamos a destruirlo. Tenemos que adoptar un punto de vista completamente diferente y ponernos a colaborar. O conseguimos la cooperación o nos cargamos la Tierra. Hay que acabar con el espíritu guerrero de los hombres porque ya no es útil. Solo es destructor. Y destruye, sobre todo, a los hombres, que son los que más pelean entre si y los que más daño se hacen. Y luego destruye a las mujeres.

Es decir, hombres educados para ser grandes triunfadores.

Y luego resulta que llegan al mercado de trabajo y no encuentran empleo y se vienen abajo, lo viven como un fracaso. ¿Y cómo superan ese fracaso? Si pillan una moto se lanzan a toda velocidad para demostrar que son fuertes y que no les da miedo nada. O en otras ocasiones recurren al alcohol o las drogas. Coincidiendo con la crisis, en el conjunto de España han subido mucho los suicidios masculinos por la desesperación. Si educan al hombre para ser el rey y luego resulta que no pasa ni un escalón se hunde.

¿El machismo está tratando de cambiar de manera sutil, pero con el objetivo de que nada cambie?

Así es. Cuando se inculca el machismo en los niños para que se hagan respetar les estás cortando la ternura. Estás fabricando un guerrero y un guerrero no puede dudar cuando tiene que matar a otro. No puede tener empatía y saber ponerse en el lugar de otra persona que está sufriendo. Le estás cortando las posibilidades de que se emocione, de que se dedique a las demás personas. Abandonarse a un sentimiento tierno para un hombre es como si perdiera algo, como que no es digno de él. Y eso seguimos transmitiéndoselo a los niños, sin ser conscientes de ello