“No me dejan ser padrino por ser gay”

Salvador, con su sobrino

Salvador, con su sobrino. Álbum familiar

Salvador Álvarez tiene el 23 de abril marcado con fluorescente en el calendario. Es la fecha elegida para el bautizo del pequeño del ‘clan’: su sobrino Miguel. Y como es tradición en su familia con cada primogénito de sus hermanos, Salvador está llamado a ejercer de padrino. De hecho ya lo es de dos de sus sobrinos. Pero, según denuncia, esta vez se va a quedar compuesto y sin ahijado. El párroco de laIglesia de Santa Cruz de Écija (Sevilla) no permite que lo sea. Porque Salvador eshomosexual y vive con otro hombre.

“Cuando mi hermano le dijo al cura que yo iba a ser el padrino, únicamente le preguntó si yo estaba confirmado. Como no lo estoy, dijo que tenía que hacerlo”. Y en ello anda. Salvador se apuntó al curso en una parroquia de Madrid -ciudad en la que vive hace 10 años- y prevé terminarlo el 16 de abril, justo para llegar confirmado al bautizo.

Pero, un domingo, “en una especie de ensayo” del bautismo, el párroco insistió en si el futuro padrino estaba haciendo el curso y quiso saber más sobre él. “Es camarero. Vive en Madrid, con su pareja”, explicó su hermano. “¿Cómo? ¿Que vive en pecado? ¿No está casado? ¿Y con quién vive?” “Con su pareja, Iván”. “Entonces no puede ser”.

Salvador destaca lo paradójico que resulta que haya podido apuntarse al curso de confirmación en una parroquia de Madrid “sin ningún problema”, y que, sin embargo, no le dejen ejercer de padrino en Écija. De hecho, al curso le acompaña su pareja, Iván, “porque para confirmarte tienes que ir con una persona que lo esté, y él lo está. En esta parroquia nunca ha supuesto un problema ni me han preguntado por mi condición sexual. Pero en Sevilla no me dejan ser padrino por ser gay”.

“Cuando le conté lo que pasaba al cura de Madrid, me pidió el teléfono del párroco y le llamó para intentar convencerle, pero nada. Dice que no y el que manda en esa iglesia es él”.

Salvador dice no resignarse porque para él, que se declara católico practicante -“tengo mi Rocío colgado en el cuello”, dice-, es “muy importante” ser el padrino de Miguel, de dos años, y de su hermana Rocío, que celebra la comunión el mismo día. “De hecho soy ya el padrino de dos de mis sobrinos, que ahora tienen 18 y 14 años” y que también fueron bautizados en Écija, pero en otra parroquia.

Dice que incluso las clientas habituales del restaurante donde trabaja le preguntan si le pasa algo. “Siento una gran impotencia. No duermo. Como católico no me esperaba algo así. Yo solo quiero ser padrino de mi niño. Están destrozando una celebración familiar en torno al bautizo del niño”.

Ha acudido a UGT, sindicato al que está afiliado, quien ha denunciado lo que considera una “vulneración del derecho fundamental a la intimidad”, según ha explicado la secretaria de Igualdad de UGT Madrid, Ana Sánchez de la Coba. “Lo que sucede”, explica, “es que no podemos hacer más que denunciarlo públicamente. Según nos explica nuestro asesor jurídico, la Iglesia, como una empresa privada, tiene derecho de admisión. Es una forma de discriminar, de decir quiénes son buenos y quiénes malos”. No obstante, esperan “que el párroco rectifique y, en su caso, el Obispo de Sevilla intervenga”.

El Observatorio Español contra la LGBTfobia (STOPLGBTFOBIA), por su parte, se ha ofrecido para reunirse con el párroco y el arzobispo para establecer un diálogo que permita subsanar lo que califican de “lamentable error”. “Consideramos los hechos una discriminación flagrante por orientación sexual, y entra en clara contradicción con los posicionamientos del Papa Francisco sobre el acogimiento de las personas homosexuales en el seno de la Iglesia Católica”, declara Paco Ramírez, director del Observatorio, en un comunicado.

El Arzobispado de Sevilla dice que, hasta el momento, no ha recibido ninguna queja o comunicación al respecto, y recuerda que “cualquier persona puede exponer su parecer”. No obstante, recuerda que generalmente se respeta el criterio del titular de cada parroquia.