Una boda homosexual en el centro de inmigrantes de Melilla para “acabar con el miedo”

  • Una pareja de solicitantes de asilo, que huyeron de sus países por ser homosexuales, ha iniciado los trámites para casarse en el CETI de Melilla

  • “Todos sabrán que nos hemos casado y así animaremos a los homosexuales del CETI a que cambien su mentalidad. Porque todos tienen miedo”

  • Uno es cristiano converso y el otro musulmán: “Estoy seguro de que en España podré vivir tranquilo”

Mohamed (nombre ficticio) y Annouar, a las puertas del CETI

Mohamed (nombre ficticio) y Annouar, a las puertas del CETI | N.C.

A diferencia de la mayor parte de los homosexuales magrebíes que residen en Melilla, Annouar Damani insiste en que él quiere aparecer con nombre, apellido y foto. “No tengo problema y voy a hacer una gran fiesta en el CETI (Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes) el día que me case”, anuncia entre risas. Ya ha iniciado los trámites para contraer matrimonio, pese a no tener aún reconocido el estatus de refugiado. Junto a él está su pareja, un chico rifeño tímido que apenas abre la boca durante la entrevista. Ambos tienen 26 años y huyen. Uno es argelino y cristiano converso; el otro, marroquí y musulmán, pero dicen que su relación está por encima de la religión.

“Será una boda para que todo el mundo pueda participar. Todos sabrán que nos hemos casado y así animaremos a los homosexuales a que cambien su mentalidad. Porque todos tienen miedo”, razona Annouar, que viene de Kabila (Argelia). Para muchos de los cerca de 50 marroquíes que residen en el CETI porque dicen ser perseguidos por su homosexualidad, el miedo es también una cuestión de kilómetros: Melilla está apenas a menos de una hora en coche de sus familias de Nador, de las que muchos de ellos huyen. Es el caso de la pareja de Annouar, a quien llamaremos Mohamed, y que sólo sonríe cuando se le pregunta por la fiesta que hará en la boda. Sus padres lo echaron de casa cuando descubrieron sus contactos en Facebook.

Annouar, el argelino, también puso tierra de por medio hace tiempo. En febrero de 2015 llegó a Melilla y trabajó varios meses en la Iglesia Evangélica. Acabó convirtiéndose al cristianismo y hoy luce bisutería e imaginería religiosa: hay cruces en su pulsera y en el colgante, el zarcillo de su oreja es una cruz y luce otro brazalete con imágenes. Luego cuenta que su hermano es imán y que ha recibido amenazas incluso estando en Melilla. “Mi familia está muerta para mí”.

Annouar y Mohamed se conocieron por Facebook. Después de varios meses de relación, Mohamed decidió venir a Melilla y ambos pidieron el asilo en enero. Cansados de esperar, como tantos otros que se sienten bloqueados la ciudad autónoma, quieren casarse sin esperar respuesta a su petición de asilo.

Nuria Mohamed Fadel, la abogada de Movimiento por la Paz que lleva su caso, explica que la única dificultad está a priori en conseguir la partida de nacimiento de Mohamed, porque para ello debería regresar a Marruecos. Ambos están empadronados en el CETI y el Registro Civil español ya ha emitido sus certificados de soltería. Tomaron la decisión hace dos meses porque, dice Annouar, “no queremos ser solamente una pareja esporádica, sino pasar la vida juntos. Eso es lo que significa para mí el matrimonio”. No obstante, es probable que el juez les someta a una entrevista para descartar que su unión sea simulada.

Para ellos, España es el “paraíso”, el primer país que admitió el matrimonio homosexual (aunque no es cierto: fue Holanda), y una especie de tierra soñada donde nadie les increpará por ir cogidos de la mano. Nada comparado a Argelia, donde la policía se pone de parte de los matones, o con Marruecos, resume Mohamed, cuando les pegan y les insultan por la calle aludiendo a pasajes coránicos relativos a Sodoma y Gomorra y la destrucción del pueblo de Lot.

“Dios me creó así, con mis deseos, para vivir así. No puedo cambiarlo. ¿Por qué nos creó así? ¿Para vivir en el sufrimiento?”, se pregunta Annouar. Para él, la respuesta está en Europa: “Estoy seguro de que en España podré vivir tranquilo”. De momento, intentará casarse en el CETI y piensa celebrar una boda “mitad, mitad”, con música occidental y la henna tradicional del Rif. Para que todo el mundo lo sepa y para que los demás pierdan el miedo.

Los niños transexuales llegan al tebeo

La revista ‘Irrien Lagunak’ edita el primer comic de Euskadi en el que una niña con pene se muestra desnuda ante sus amigas

Laia, en el centro de la imagen, comenta la cara de sorpresa de Ane Pirata al verla desnuda.

Laia, en el centro de la imagen, comenta la cara de sorpresa de Ane Pirata al verla desnuda

La transexualidad infantil llega a los tebeos. La revista para niños ‘Irrien Lagunak’, de la que forma parte el grupo editorial Elkar y que cuenta con financiación del Gobierno vasco, ha publicado en su número de marzo el primer cómic en el que una niña con pene se muestra desnuda ante dos amigas. «Nuestra agrupación fomenta la educación en valores: el cuidado de la salud, el amor al deporte, la cultura, la ciencia… También la solidaridad, un principio básico en el que se enmarca esta publicación, dedicada a los niños transexuales», explica Anabel Arraiza, coordinadora de la publicación.

Irrien Lagunak Kluba nació hace cinco años como un club, formado originalmente por Elkar, Berria y el equipo de los payasos Pirritx, Porrotx y Marimotots con el fin de desarrollar iniciativas diversas dirigidas a los críos, entre ellas una web en euskera. Dos años más tarde, esta organización impulsó el nacimiento de una organización, hoy conocida como Bizi Poza, integrada por una treintena de asociaciones de familias con niños con necesidades especiales, de salud, de situaciones familiares y de otro tipo.

La revista que publica Bizi Poza, ‘Irrien Lagunak’, de la que se editan más de 5.000 ejemplares, contiene un cómic, protagonizado por los personajes del entorno de Pirritx y Porrotx, muy conocido por el público infantil vasco. La historieta se utiliza, entre otros objetivos para dar a conocer el trabajo y las necesidades sociales de las diferentes organizaciones que forman parte de Bizi Poza. Una de ellas es Chrysalis, la asociación vasca de Familias de Menores Transexuales, a cuya labor se dedicó la tira del número de marzo.

El cómic habla de Laia, un niña que nació con pene y que conoce en una piscina a Ane Pirata, que es el personaje principal de la historieta. En las duchas, Ane se sorprende al descubrir que su nueva amiga tiene en realidad genitales masculinos. «De pronto, te has quedado callada», comenta la niña transexual. «Me ha sorprendido verte el pene en la ducha y pensé que eras un chico. Pronto me he dado cuenta de que estaba equivocada», admite Ane Pirata ante dos amigas. «Laia es una niña, una chica con pito. Somos tres amigas y las tres somos diferentes».

«Hay que tratar con normalidad lo que es normal, y afortunadamente cada vez lo es más», comenta Anabel Arraiza. «Ahora tenemos un material muy recomendable para abordar la transexualidad en las aulas», se felicitó una portavoz de Chrysalis.

Esperanza para los niños transexuales: “De mayor me llamaré María”

Una familia se acogerá al precedente de dos jueces de Valencia para rectificar los datos de su hija transexual

 

Con seis años, María tiene claro que de mayor no quería, como sus hermanos, ser ni astronauta, ni inventor ni superhéroe, sino una chica. Su madre, Ana Navarro, recuerda cuándo descubrió que Mario era en realidad María. “Si echara la vista atrás y pensara en qué momento se manifestó que era una niña, yo diría que desde siempre: la recuerdo con solo dos años jugando a roles que están socialmente asociados a las mujeres. Cuando empezó a conquistar el lenguaje día sí y día también repetía que de mayor iba a ser una nena y se llamaría María”, explica.

Ana continúa con la historia de su hija: “Por las noches me ponía a buscar información por Internet porque la educación que yo había recibido era que los niños son porque tienen pene y las niñas son porque tienen vulva. Yo a él no lo veía feliz, no con el esplendor que debía tener un niño en su infancia. Se mostraba muy tímido y yo veía que no…”. Buceando en la red, esta psicóloga de 38 años, madre de cinco hijos, dio con un artículo publicado en la prensa por África Pastor, de la Fundación Daniela, que le abrió las puertas a un mundo del que necesitaba conocerlo todo. Se puso en contacto con esta fundación, que la ayudó primero a entender qué ocurría con María y luego a dar los primeros pasos.

“Un día durante la cena contamos que conocíamos a una niña que tenía pene y hubo un diálogo con mis hijas mayores mientras la pequeña escuchaba. Les propuse a los cinco que íbamos a redecorar sus habitaciones y quería que dibujaran su autorretrato para imprimirlo en grande y colgarlo de las paredes. Y María se dibujó como lo que es, una nena, con un vestido, el pelo largo y su nombre de chica. Recuerdo que cuando me trajo el cuaderno, le dije: ‘Ah, Mario, qué guapo con el pelo largo’ y levantó la cara y me dijo muy serio: ‘yo voy a ser chica y lo voy a ser’. Tenía 5 años”.

La familia de María empezó el tránsito social, que no es otra cosa que el proceso por el que se comunica al entorno esa realidad. “Un viernes se fue del colegio como Mario y el lunes siguiente María volvió vestida con su pichi de uniforme, que era lo más. Y sin ningún problema”, resume Ana, que destaca lo fácil que lo puso todo la Escuela Infantil Virgen de Cortes de Valencia, el cole de la niña, y el asesoramiento de la Fundación Daniela. “Es el entorno el que permite que una persona se pueda expresar en libertad. La gente suele confundir identidad con genitalidad”, añade.

Para la batalla legal, la familia de María se acogerá al precedente de dos juezas del Registro Civil de Valencia que entre diciembre y febrero autorizaron por primera vez el cambio registral de nombre y sexo a dos menores sin necesidad de acreditar el tratamiento médico de dos años que exige la ley española. Ana Cañizares, abogada del despacho Vivar&Asociados, lo consiguió a petición de dos clientes socios de la Fundación Daniela y de la Asociación Crysallis. “Es un precedente para el resto de registros civiles de España, que en su mayoría no se han visto nunca con un expediente de rectificación de género de menores, y no saben cómo tramitarlo. Pensamos que hay desconocimiento y hasta temor en los jueces responsables del Registro Civil”, considera el despacho.

El pasado mes de marzo el Tribunal Supremo cuestionó el veto al cambio de nombre de los niños transexuales y planteó una cuestión de inconstitucionalidad sobre la ley que exige la mayoría de edad para modificar la identidad y el sexo en el registro. Además, el Consejo de Europa pide a sus países miembros que no se discrimine la transexualidad. Que los menores portaran un DNI o identificación que no coincidía con su nombre y sexo sentido, “provocaba muchas situaciones denigrantes y dolorosas en casos tan cotidianos como usar el lavabo o vestuario en el colegio, ir de campamento, causando dolor a las familias y al menor”, añade el letrado Juan Antonio Vivar, que explica que alguno de los menores representados por su despacho había tachado con tipex la foto y el nombre de su documento de identidad porque no se reconocían en ellos.

“Lo desconocido nos da miedo pero es fácil”, subraya Ana Navarro, madre de María. “Si nos escapamos a cualquiera de las etiquetas, nos queda la persona. Ahora veo feliz a María, la veo a tope”, dice. María ya no quiere ser chica porque ya lo es, y cuando le preguntan sobre qué quiere ser de mayor, contesta sin vacilaciones que profesora de equitación. Le encantan los caballos.

NUEVE REGIONES CON UNIDADES DE GÉNERO

En España hay nueve comunidades que tienen unidades de identidad de género o atención a transexuales en su cartera pública de servicios: Asturias, País Vasco, Navarra, Aragón, Cataluña, Comunidad Valenciana, Madrid, Andalucía y Canarias. Los últimos datos epidemiológicos —de finales de 2014—, puestos en común por las comunidades que ofrecen la prestación pública, arrojaban 4.459 personas transexuales atendidas, de las que un 10% eran menores. “Por extrapolación de estos mismos datos, en España habría de un varón biológico que se siente mujer por cada 9.665 hombres a uno por cada 21.031”. Es una horquilla en función de las cifras recogidas por las diferentes comunidades autónomas, explica Hurtado. A la inversa, personas nacidas mujeres que se sienten hombres, hay entre una por cada 15.456 a una por cada 48.096.

“A los jóvenes transexuales el sistema no nos deja existir”

Terminar los estudios, conseguir trabajo o independizarse son algunos de los principales problemas a los que se enfrenta la actual juventud española. Éstas y otras situaciones de la vida cotidiana se complican para los jóvenes transexuales.

“La etapa educativa es una de las más complicadas de afrontar cuando estás en una transición, es difícil encontrar centros inclusivos donde se respeten las diferencias y se pongan medidas reales para parar el acoso hacia el alumnado trans”, dice Ángela Sotogrande. Esta joven transexual no abandonó en ningún momento sus estudios porque tenía claro que “sin estudios y siendo trans, seguramente no llegaría a ninguna parte”.

Sin embargo, el caso de Ángela es diferente al de Elizabeth, que tuvo que cambiar de instituto porque el centro privado en el que estudiaba no ofrecía ninguna medida para acomodar a una alumna trans. O el caso de Paula, que abandonó el entorno escolar hasta en dos ocasiones.

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Según el estudio Transexualidad en España, Análisis de la realidad social y factores psicosociales asociados, solo un 39,2% de los jóvenes hizo visible su transexualidad cuando estudiaba. Los jóvenes transexuales coinciden a la hora de calificar los espacios educativos como entornos no inclusivos, especialmente durante la educación secundaria, cuando el sistema binario irrumpe con fuerza y los niños y las niñas tratan de encajar en uno de los estereotipos establecidos.

Para estos jóvenes transexuales el problema es de base. Creen que los roles de género en los que se educa a los niños son rígidos y los espacios educativos no educan sobre la diversidad ni invitan a que los alumnos se comporten como son. Además, acusan a leyes como la LOMCE de obstaculizar el crecimiento de entornos seguros y respetuosos en los que se persiga la transfobia, o cualquier otro tipo de acoso.

El difícil acceso a un puesto de trabajo

El problema del desempleo – que alcanza a un 46,5% de los jóvenes españoles– se agrava en el caso de los jóvenes transexuales, quienes suelen estar expuestos a la transfobia en el ámbito del trabajo. “A la hora de hacer el curriculum, ¿qué nombre pongo? ¿El legal o el mío? Y en la entrevista, ¿lo cuento o espero? ¿Y si me contratan y luego me piden el DNI?” Éstas son algunas de las preguntas que estos jóvenes se hacen a la hora de tratar de conseguir un empleo. “Te tienes que enfrentar a tus miedos como persona para hacer un simple curriculum” dice Rion, un joven de 21 años, que confiesa tener miedo a enfrentarse a la búsqueda de trabajo.

El abandono del sistema educativo o la falta de concordancia de su imagen corporal con su nombre en el DNI son algunas de las razones que dificultan el acceso de estos jóvenes a un trabajo digno. “Hay ciertos trabajos a los que no podemos acceder si nuestra imagen no coordina con la que la sociedad establece”, dice Marcos, quien en más de una ocasión no ha sido contratado por esta razón.

Aitor, estudiante del Grado en Educación Primaria, también experimentó rechazo cuando solicitó hacer prácticas como monitor en un campamento: “Me dijeron que si tuviera cambiada mi documentación sí que podría trabajar, no tiene sentido porque es un papel donde pone un nombre y un sexo, no tiene nada que ver con lo que soy”.

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La precariedad también es un problema frecuente entre aquellos que consiguen un puesto de trabajo. Según el estudio elaborado por la Universidad de Málaga en 2011, un 33,3% de los personas transexuales tiene ingresos inferiores a 600 euros y más del 55% señala haber tenido algún conflicto en el trabajo al hacer pública su transexualidad. Esto hace que muchos jóvenes dirijan sus intenciones laborales hacia ámbitos “más abiertos” como la educación, la psicología o el propio ámbito trans. “Lo más probable es que termines siendo autónomo porque te das cuenta de que nadie te va a contratar”, dice Marcos.

Estos jóvenes también coinciden en que las medidas de discriminación positiva en el acceso al empleo –que se aplican en comunidades como Navarra– son solo una solución temporal. “Son facilidades para llegar a las mismas oportunidades que tiene otra persona, si cambiase el sistema y no fuera necesario encajarte en un género para acceder a un puesto de trabajo, no necesitaríamos la discriminación positiva”, opina Marcos. Sin embargo, para otros jóvenes como Paula, la discriminación positiva no ayuda a normalizar la situación: “Yo, como persona trans no pido privilegios, pero tampoco pido perjuicios”, asegura esta joven.

La emancipación forzada

Las trabas que estos jóvenes encuentran a la hora de encontrar trabajo también limitan sus posibilidades de independizarse económicamente. Según el último informe publicado por el Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud, el 80% de los menores de 30 años de nuestro país aún no ha conseguido emanciparse. El apoyo económico de la familia continúa siendo una de las principales fuentes de ingresos para los jóvenes españoles, un apoyo fundamental para los jóvenes trans, quienes no siempre encuentran la aceptación dentro de su familia.

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Para ellos, muchas veces no existe la opción de una emancipación normal: “muchos jóvenes trans que viven fuera de casa lo hacen porque no han recibido apoyo familiar” nos cuenta Paula desde Galicia. Es el caso de Marcos que se marchó de casa a los 23 obligado por la insostenible situación que estaba viviendo. A día de hoy, con 27 años, Marcos vive de nuevo con su madre de quien aún depende económicamente. Este caso es habitual, tal y como nos cuenta Leo Mulió, psicólogo de la Fundación Daniela, dedicada a la defensa de los derechos de menores y jóvenes transexuales. Leo recibe muchos casos de jóvenes trans que no inician su cambio por miedo de quedarse en la calle: “El ser dependiente económicamente muchas veces frena y dificulta el proceso de cambio”.

Las dificultades de la vida cotidiana

Actividades tan normales como utilizar la tarjeta de crédito, viajar, practicar deporte o incluso usar un cuarto de baño se convierten en situaciones de conflicto a las que los jóvenes transexuales se tienen que enfrentar en su día a día. El proceso para conseguir un nuevo DNI es largo y complicado y la falta de concordancia entre su imagen corporal y su nombre legal hace que constantemente tengan que dar explicaciones. En la universidad, en el banco, en el médico… Son muchos los ámbitos en los que estos jóvenes encuentran problemas. “Te sientes vulnerable, sientes que la ley no te respalda, que tienes que ir a contracorriente cada día”, confiesa Marcos.

“Es absurdo, únicamente tener cambiado el DNI indica si eres ‘una mujer’ o ‘un hombre’ de verdad”, dice Andrea, quien sueña con poder competir en Atletismo. A pesar de tener apariencia femenina, la Federación le impide competir con el resto de chicas hasta que esta joven trans no consiga legalmente el cambio de identidad. Para Rion, la razón de que surjan todos estos problemas cotidianos es que “la gente necesita identificarte, ponerte en una caja o en la otra. No entienden que puede haber una tercera, una cuarta o las que sean”.

Un juez decide que la pareja gay retenida en Tailandia se pueda llevar a su hija a España: “Llevamos 15 meses luchando”

Gordon Lake y Manuel Santos, con Carmen, nacida en Tailandia mediante gestación subrogada

Gordon Lake y Manuel Santos, con Carmen, nacida en Tailandia mediante gestación subrogada EFE

La batalla legal en la que están envueltos Bud Lake y Manuel Santos en Tailandia ha tenido su desenlace este martes. La pareja podrá quedarse con Carmen, que nació hace un año mediante gestación subrogada, y regresar a su casa en Valencia. Un juez ha decidido sobre la custodia de la niña, que ambos se disputan con la madre gestante, la cual no ha firmado el documento que precisan para que la menor obtenga el pasaporte y puedan abandonar el país. “No hay manera de expresar con palabras lo que estamos sintiendo, hoy es un gran día para los derechos LGTB” ha publicado la pareja a través de Facebook tras conocer el fallo del jurado.

El matrimonio, que tiene otro hijo de dos años gestado en India mediante la misma técnica, ha estado viviendo en Tailandia desde enero de 2015, cuando nació la niña, a la que han estado cuidando mientras se soluciona el conflicto. “Carmen es nuestra hija y llevamos 15 meses luchando para que se reconozcan nuestros derechos”, sostiene Santos en declaraciones a eldiario.es. Todo un proceso que, afirma, han seguido “sin ningún tipo de ayuda de nuestras embajadas”. Bud es norteamericano y Manuel, español.

El conflicto se inició al poco tiempo de que Patidta Kusolsang, la mujer gestante, diera a luz a Carmen, concebida con el esperma de Gordon y el óvulo de una donante anónima. Ambos decidieron comenzar el proceso en Tailandia a través de una agencia, ya que en España es ilegal. En nuestro país la Ley 14/2006 de 26 de mayo sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida lo prohíbe expresamente.

Pero el tema está expuesto a un enorme debate entre aquellos que apuestan por regular la práctica, como la Asociación Son Nuestros Hijos y los que consideran que supone “la mercantilización del cuerpo de la mujer y fomenta su explotación”, tal y como considera el Partido Feminista, que la semana pasada interpuso una denuncia contra los organizadores de una feria de vientres de alquiler que se celebrará en Madrid los próximos 7 y 8 de mayo.

El movimiento #BringCarmenHome

Según el matrimonio, días después de que en el hospital Kusolsang diese el consentimiento para que se llevaran a la niña a casa, no acudió a la embajada de Estados Unidos en Bangkok para firmar el documento necesario para que pudiera salir de Tailandia. Trataron de llegar a un acuerdo sin éxito, lo que les condujo a comenzar el proceso en los tribunales.

El motivo que esgrimió entonces Kusolang fue que no son una pareja “ordinaria”, en referencia a su orientación sexual. “Luego conforme el tiempo pasaba, fueron muchas otras excusas y acusaciones, entre ellas, que estábamos involucrados en el tráfico de personas”, afirma el matrimonio.

La defensa de Kusolang asegura que la mujer se enteró de la condición sexual de la pareja el día del nacimiento de Carmen, cuando vio los documentos en la habitación del hospital, según afirmó en declaraciones recogidas por The Guardian. Pero la razón del conflicto no es esa, sino que se ha arrepentido y “ahora jamás vendería a su bebé por dinero”, sostiene su abogada.

“No es nuestra culpa si la agencia New Life, principal responsable de esta pesadilla, no le comunicó que somos gays”, sostiene Santos a través de Facebook. Las redes sociales han sido fundamentales a la hora de difundir su caso, que se convirtió en el movimiento #BringCarmenHome. La actividad no ha frenado en Twitter e Instagram y la petición online que lanzaron para recabar apoyos alcanzó casi 170.000 firmas.

“Ahora sólo queremos volver a nuestras vidas normales” ha publicado la pareja esta mañana a través de su página de Facebook donde también han agradecido el apoyo recibido y han anunciado que publicarán un libro para contar toda su experiencia. “Amamos Tailandia y prometemos que volveremos a menudo para enseñar a nuestros hijos a amar este país” añaden en su comunicado los padres de la pequeña, quienes proponen que el movimiento que se inició bajo la etiqueta #BringCarmenHome pase a llamarse #Carmensgoinghome.

El cambio de ley en Tailandia

Cuando Carmen tenía ocho meses entró en vigor en Tailandia la ley que prohíbe expresamente la maternidad subrogada a extranjeros y a parejas homosexuales, lo que provocó que la agencia New Life cerrara. Sin embargo, la norma incluye una disposición transitoria a la que pueden acogerse los padres que hayan iniciado el proceso de gestación con anterioridad. En ello se amparan Lake y Santos, que aseguran “haber luchado e intentado que el país reconozca nuestro matrimonio, perfectamente legal en nuestros países”.

Tailandia, tradicionalmente considerado como una de las principales industrias de vientres de alquiler en el mundo debido a los bajos precios y al vacío legal en el que estaba sumido, decidió cambiar la ley por dos casos que le hicieron saltar a las portadas de los medios internacionales. El primero, el de un padre japonés que había engendrado a 16 hijos, en su mayoría a través de vientres de alquiler. El segundo, el de una pareja que abandonó a su hija nacida mediante gestación subrogada por tener síndrome de Down.

Los casos vinculados a la explotación y la polémica que suscita el tema llevaron a Lake y Santos a asegurarse de que Kusolsang “es una mujer con un alto poder adquisitivo, más que nosotros, que aceptó voluntariamente gestar a nuestro bebé”. La batalla legal del matrimonio se ha centrado también en demostrar que “somos una familia preparada para criar unos hijos felices y Carmen debe criarse con la familia que conoce desde el día en que nació”. La ley tailandesa “habla de que, por encima de todo, se velará por el bienestar del bebé”.

La Justicia tailandesa concede la custodia del bebé a la pareja gay que peleaba con la madre gestante

El español Manuel Santos, tras conocer la sentencia

El español Manuel Santos, tras conocer la sentencia. EFE

Un tribunal de Tailandia ha concedido la custodia de una niña subrogada, Carmen, a una pareja de homosexuales, el español Manuel Santos y el estadounidense Gordon Lake, tras una larga batalla legal con la madre gestante tailandesa.”Después de 15 meses Carmen podrá viajar a España (…) donde conocerá su habitación y el resto de su familia”, señaló Santos a Efe a la salida del tribunal de Bangkok.Carmen, nacida el 17 de enero de 2015, fue concebida con el esperma de Gordon y el óvulo de una donante anónima y gestada por la tailandesa Patidta Kusonsrang, que, 10 días después de dar a luz, reclamó la custodia del bebé. Sin embargo, Carmen tendrá que solventar aún los obstáculos de la Justicia española, porque los vientres de alquiler no son legales en nuestro país y, por tanto, Manuel Santos y Gordon Lake no podrán registrarla como hija de los dos. Sólo podrá aparecer como padre uno de ellos. Manuel, con los brazos extendidos en señal de la victoria y lágrimas en los ojos, agradeció el apoyo recibido por los tailandeses durante estos duros meses de lucha por la custodia de la pequeña.”Estamos muy felices porque esta pesadilla terminará pronto (…) Desde el principio confiábamos en esta decisión. Amamos a Carmen y tiene que crecer con nosotros, la única familia que ha conocido”, declaró el español.El matrimonio Santos-Lake tendrá aún que esperar unos días, hasta que el borrador de la sentencia sea ratificado y firmado por el magistrado, para solicitar el pasaporte estadounidense que permita a Carmen dejar Tailandia con destino a España, donde habitualmente reside la pareja.Tras un proceso de subrogación que discurrió con normalidad, el 17 de enero de 2015 nació Carmen Lake, concebida con el esperma de Gordon y el óvulo de una donante anónima y gestada por la tailandesa Patidta Kusonsrang.Los problemas surgieron cuando Patidta, quien en el hospital firmó los papeles que le otorgan la paternidad a Lake, no acudió unos 10 días después del alumbramiento a la embajada de Estados Unidos en Bangkok para ultimar la documentación necesaria a fin de que la bebé pudiera salir del país.El matrimonio Lake-Santos, quienes tienen otro hijo subrogado concebido hace más de dos años en India y que se encuentra en la actualidad en España, trataron de llegar a un acuerdo amistoso con Patidta, pero ante la falta de avances reclamaron la custodia en los tribunales.Patidta expresó por entonces sus reservas debido a que los padres “no son normales”, en referencia a su orientación sexual.Ante las acusaciones, la pareja homosexual interpuso una denuncia por difamación que también se encuentra en los tribunales y proseguirá con una demanda civil para “tratar de compensar los daños causados”.”Continuaremos con todas las causas”, aseguró este martes Santos.Patidta, quien se encontraba en la sala en el momento de la lectura de la sentencia, tiene la oportunidad de apelar.El Parlamento tailandés, elegido a dedo por el régimen militar, promulgó en febrero de 2015 leyes que prohíben a los extranjeros acceder a madres subrogadas, tras controvertidos incidentes con hijos subrogados de una pareja australiana y un japonés.La nueva normativa, que entró en vigencia en julio de 2015, no afecta en principio al caso de Carmen, ya que nació antes de su aprobación.Tras un año y tres meses “atrapados” en Tailandia, Carmen podrá volar a su casa “pronto” a su casa, sentenció Santos.

Una pareja homosexual gana la batalla por la custodia de una niña nacida por maternidad subrogada

El tribunal ha concedido la custodia legal a uno de los miembros del matrimonio, Gordon Lake, que es el padre biológico de la niña. La pareja ha permanecido bloqueada en Tailandia desde que el país aprobó una ley para prohibir esta práctica.

El caso de el l ciudadano español Manuel Santos y su marido, el estadounidense Gordon Lake

El caso de el l ciudadano español Manuel Santos y su marido, el estadounidense Gordon Lake, se ha visto perjudicado por el hecho de que la legislación tailandesa no reconoce a los matrimonios de personas del mismo sexo y por la nueva ley que prohíbe la maternidad subrogada

MADRID.- El ciudadano español Manuel Santos y su marido, el estadounidense Gordon Lake, han logrado ganar la batalla legal para que les concedan la custodia de Carmen, una niña nacida por maternidad subrogada de una mujer tailandesa que, al enterarse de que eran homosexuales, se negó a entregársela, ha informado el diario The Bangkok Post.

La abogada de Santos y Lake, Rachapol Sirikulchit, ha confirmado a la prensa que el Juzgado de Familia y Menores de Bangkok ha dictaminado que la custodia corresponde a Lake, que es el padre biológico de la niña.

“El tribunal ha concedido la custodia legal de Carmen Lake a Gordon Lake, mi cliente, y ha dicho que mi cliente es único tutor”, ha explicado Rachapol, a la salida del tribunal. Lake y su marido, el español Manuel Santos, han permanecido bloqueados en Tailandia desde que el país aprobó una ley para prohibir la maternidad subrogada, una norma que entró en vigor en julio de 2015, varios meses después de que naciera Carmen, en enero de ese año.

Santos ha salido sonriendo y llorando de felicidad del tribunal. “Hemos ganado”, ha asegurado ante los reporteros. “Estamos verdaderamente felices… Esta pesadilla va a terminar pronto”, ha comentado. “Tras quince meses, Carmen volará a España”, donde vive el matrimonio, ha explicado Santos.

Su caso se ha visto perjudicado por el hecho de que la legislación tailandesa no reconoce a los matrimonios de personas del mismo sexo y por la nueva ley que prohíbe la maternidad subrogada, que entró en vigor después del nacimiento de Carmen Lake.

Cuando Carmen nació, su madre biológica, Patidta Kusolsand, la entregó al matrimonio, que se la llevó del hospital. Pero luego cambió de opinión y se negó a firmar los documentos para permitir a Carmen que tuviera un pasaporte para poder salir de Tailandia.
La madre creía que era “una familia normal”
Lake y Santos fueron informados de que la mujer pensaba que eran “una familia normal” y que estaba preocupada por el desarrollo que tendría la niña, según el mensaje que publicó Lake en una plataforma de financiación que les ayudó a recaudar 36 dólares para poder pagar los abogados y la estancia en Tailandia.

Lake ha dicho que no sabe por qué la madre dice que no sabía que era homosexual y ha subrayado que siempre fue claro en este punto cuando contactó con la agencia de maternidad subrogada, New Life, que tiene delegaciones en varios países.

La empresa cerró su delegación de Bangkok tras la entrada en vigor de la ley contra la maternidad subrogada en julio de 2015, tras varias polémicas.

Durante años, Tailandia ha sido un destino popular para los extranjeros que querían recurrir a la maternidad subrogada tanto por los bajos precios como por la permisiva legislación, según la agencia de noticias Reuters.

La pareja tiene otro niño, Álvaro, que nació por maternidad subrogada en India hace tres años, y ha contado que eligieron Tailandia porque la legislación en India ha cambiado. Santos ha afirmado que todavía no puede confirmar cuándo se irán de Tailandia con sus dos hijos.

“Llevamos 15 meses luchando en Tailandia para poder llevar a España a nuestra hija Carmen”

Gordon Lake y Manuel Santos, con Carmen, nacida en Tailandia mediante gestación subrogada

Gordon Lake y Manuel Santos, con Carmen, nacida en Tailandia mediante gestación subrogada EFE

La batalla legal en la que están envueltos Bud Lake y Manuel Santos en Tailandia tendrá su desenlace este martes. La pareja sabrá después de casi 15 meses si puede quedarse con Carmen, que nació hace un año mediante gestación subrogada, y regresar a su casa en Valencia. Un juez decidirá sobre la custodia de la niña, que ambos se disputan con la madre gestante, la cual no ha firmado el documento que precisan para que la menor obtenga el pasaporte y puedan abandonar el país.

El matrimonio, que tiene otro hijo de dos años gestado en India mediante la misma técnica, ha estado viviendo en Tailandia desde enero de 2015, cuando nació la niña, a la que han estado cuidando mientras se soluciona el conflicto. “Esperamos que la sentencia sea a nuestro favor porque Carmen es nuestra hija y llevamos 15 meses luchando para que se reconozcan nuestros derechos”, sostiene Santos en declaraciones a eldiario.es. Todo un proceso que, afirma, han seguido “sin ningún tipo de ayuda de nuestras embajadas”, ya que Bud es norteamericano y Manuel, español.

El conflicto se inició al poco tiempo de que Patidta Kusolsang, la mujer gestante, diera a luz a Carmen, concebida con el esperma de Gordon y el óvulo de una donante anónima. Ambos decidieron comenzar el proceso en Tailandia a través de una agencia, ya que en España es ilegal. En nuestro país la Ley 14/2006 de 26 de mayo sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida lo prohíbe expresamente.

Pero el tema está expuesto a un enorme debate entre aquellos que apuestan por regular la práctica, como la Asociación Son Nuestros Hijos y los que consideran que supone “la mercantilización del cuerpo de la mujer y fomenta su explotación”, tal y como considera el Partido Feminista, que la semana pasada interpuso una denuncia contra los organizadores de una feria de vientres de alquiler que se celebrará en Madrid los próximos 7 y 8 de mayo.

El movimiento #BringCarmenHome

Según el matrimonio, días después de que en el hospital Kusolsang diese el consentimiento para que se llevaran a la niña a casa, no acudió a la embajada de Estados Unidos en Bangkok para firmar el documento necesario para que pudiera salir de Tailandia. Trataron de llegar a un acuerdo sin éxito, lo que les condujo a comenzar el proceso en los tribunales.

El motivo que esgrimió entonces Kusolang fue que no son una pareja “ordinaria”, en referencia a su orientación sexual. “Luego conforme el tiempo pasaba, fueron muchas otras excusas y acusaciones, entre ellas, que estábamos involucrados en el tráfico de personas”, afirma el matrimonio.

“No es nuestra culpa si la agencia New Life, principal responsable de esta pesadilla, no le comunicó que somos gays”, sostiene Santos a través de Facebook. Las redes sociales han sido fundamentales a la hora de difundir su caso, que ya se ha convertido en el movimiento #BringCarmenHome. La actividad no frena en Twitter e Instagram y la petición online que mantienen para recabar apoyos ya alcanza las casi 170.000 firmas.

Sin embargo, la defensa de Kusolang asegura que la mujer se enteró de la condición sexual de la pareja el día del nacimiento de Carmen, cuando vio los documentos en la habitación del hospital, según afirmó en declaraciones recogidas por The Guardian. Pero la razón del conflicto no es esa, sino que se ha arrepentido y “ahora jamás vendería a su bebé por dinero”, sostiene su abogada.

El cambio de ley en Tailandia

Cuando Carmen tenía ocho meses entró en vigor en Tailandia la ley que prohíbe expresamente la maternidad subrogada a extranjeros y a parejas homosexuales, lo que provocó que la agencia New Life cerrara. Sin embargo, la norma incluye una disposición transitoria a la que pueden acogerse los padres que hayan iniciado el proceso de gestación con anterioridad. En ello se amparan Lake y Santos, que aseguran “haber luchado e intentado que el país reconozca nuestro matrimonio, perfectamente legal en nuestros países”.

Tailandia, tradicionalmente considerado como una de las principales industrias de vientres de alquiler en el mundo debido a los bajos precios y al vacío legal en el que estaba sumido, decidió cambiar la ley por dos casos que le hicieron saltar a las portadas de los medios internacionales. El primero, el de un padre japonés que había engendrado a 16 hijos, en su mayoría a través de vientres de alquiler. El segundo, el de una pareja que abandonó a su hija nacida mediante gestación subrogada por tener síndrome de Down.

Los casos vinculados a la explotación y la polémica que suscita el tema llevaron a Lake y Santos a asegurarse de que Kusolsang “es una mujer con un alto poder adquisitivo, más que nosotros, que aceptó voluntariamente gestar a nuestro bebé”. La batalla legal del matrimonio se ha centrado también en demostrar que “somos una familia preparada para criar unos hijos felices y Carmen debe criarse con la familia que conoce desde el día en que nació”. La ley tailandesa “habla de que, por encima de todo, se velará por el bienestar del bebé”.

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La semana pasada, la Corte Constitucional reconoció el derecho al matrimonio en parejas del mismo sexo. Mauricio Dueñas/Colombia Diversa

Crecí con dos madres y así ha sido mi infancia

En mi familia nunca me faltó el afecto, pero la sociedad está lejos de normalizar una situación como la mía

adolescente con dos madres

Uno de mis primeros recuerdos se remonta a una de las casas de acogida en la que viví hasta los cinco años. Me dijeron: “Tus padres de adopción vendrán a por ti dentro de quince días”. Llegó el día y yo, ansioso, pasé todo el día asomado a la ventana, esperándolos.

Pero ese día no pudieron recogerme y me llevé un chasco. Mis compañeros en la casa de acogida, al verme llorar, quisieron calmarme, pero un cuidador se lo impidió: “Dejad que llore, no le consoléis”.

Por suerte, aunque mis padres de adopción no pudieron recogerme el día acordado, lo hicieron unos días más tarde y finalmente me trajeron desde Brasil, mi país de nacimiento, hasta España.

Durante mis tres primeros años en España viví con mi padre y con mi madre. Pero ellos se separaron y empecé a vivir con mi madre y su nueva pareja: una de sus amigas de la infancia.

A los ocho años, pues, ya estaban sentadas dos situaciones que determinarían mis años siguientes: mi condición de adoptado y mi crecimiento en el seno de una familia homoparental.

Y os voy a adelantar una cosa: ahora, con 18 años, puedo afirmar que en ningún momento me faltó afecto en mi familia. Si atravesé problemas, que los tuve, se derivaron de la falta de normalización por parte de la sociedad de mis situaciones personales.

Últimamente he acudido a algunos encuentros de niños adoptados. En ellos he encontrado una comprensión que jamás había sentido antes. La adopción, por lo general, suele tener unas connotaciones negativas, se bromea con ella, y aunque parezca algo inocente, eso es algo que deberíamos evitar.

Cuando hablo con niños adoptados, por ejemplo, les digo que Supermán y Batman -aunque ahora el cine los haya puesto a pelear- fueron adoptados, y que eso nos emparenta con los superhéroes.

La adopción a veces también se asocia con algunas dificultades relacionadas con el apego, en parte debidas a la deshumanización en los centros de acogida. Ya he hablado de eso al referirme a la crueldad de uno de mis cuidadores: aunque no seamos conscientes, si somos crueles con los demás, podemos causarnos un daño duradero. Deberíamos tratar a las personas con respeto y construir entornos más humanos.

Foto de infancia con una de mis madres

Foto de infancia con una de mis madres

Y creo que las familias homoparentales están aún menos normalizadas. En la comunicación social predomina, casi sin competencia, la imagen de la familia compuesta por un padre y una madre. Y mejor ni hablemos de los libros escolares, donde falta mucho camino para adaptar el material escolar a las nuevas realidades familiares.

La inexistencia de otros modelos de familia hace que los niños de familias homoparentales crezcan preguntándose: ¿Qué le pasa a mi familia?

Reconozco que en el colegio nadie me hostigó por tener dos madres. Eso sí, reinaba un silencio que tampoco era muy natural. Hasta los profesores parecían incómodos con el asunto, como si afrontaran algo impronunciable.

Esto me condujo a que, durante un tiempo, fuera contando que yo vivía con mi madre y con mi tía. Nadie me obligaba a hacerlo, pero no es fácil lidiar con esa situación: los chavales, al fin y al cabo, lo que más quieren es ser aceptados y no salirse de la norma.

Pero conforme más tratas de ocultarlo, más explicaciones estás obligado a dar. Ese ocultamiento es una sensación horrible, que genera mucha ira y mucha ansiedad. Se forma una bola en tu interior, un revoltijo que te lleva a vivir etapas verdaderamente complicadas, como cuando empecé a destrozar objetos en casa, para desesperación de mis madres.

Sencillamente, no tenía las herramientas para manejar mi situación y carecía del valor necesario para hablarlo abiertamente con mis madres.

Pero todo cambió cuando, en uno de los encuentros para niños adoptados -también voy a otros organizados por asociaciones de familias homoparentales-, una chica pronunció una frase que me sacudió: “¿A qué tienes tanto miedo?”.

Efectivamente, ¿por qué me daba miedo que la gente supiera que soy adoptado y que tengo dos madres? Le prometí que empezaría a contárselo a la gente. Y lo celebro, porque la primera reacción no pudo ser más divertida.

A finales del año pasado se lo confesé a mi mejor amigo -¡incuso se lo había ocultado a él!-, y me respondió entre carcajadas: “¿Acaso te crees que no lo sabía? ¡Pero si llevo años visitando tu casa!”. Yo también me reí y la liberación fue tremenda.

A partir de entonces se lo he ido contando a mis amigos más cercanos, más o menos con las siguientes palabras: “Mira, en los últimos años te he mentido. Lo siento mucho y confío en que comprendas que se debía a esto y aquello”. Siempre he encontrado apoyo.

Desde entonces, mis ataques de rabia se han disipado y me siento más seguro entre la gente. Es más, mis relaciones sentimentales también han crecido mucho: ya no arrastro mis problemas hacia aquellas personas que me quieren, como hacía antes, cuando mis secretos lo empañaban todo.

Y, por si alguien se lo pregunta, no tengo ningún problema con mi identidad sexual. De hecho, haber crecido con dos madres me ha beneficiado, porque, al contrario que mucha gente, he asumido que la homosexualidad es tan natural como cualquier otra opción.

Los problemas de los niños adoptados -esos pequeños superhéroes- y de los hijos de familias homoparentales no siempre son similares, al final dependen de cada uno, pero a partir de ahora haré lo posible para que no atraviesen los mismos problemas que yo.

Y, por supuesto, me gustaría que la sociedad les pusiera las cosas más fáciles: que visibilizara todas las opciones y que las asumiera con madurez. En resumen, que todos facilitáramos las cosas a unos niños que carecen de las herramientas para plantar cara a una sociedad que sutilmente nos encorseta y nos hace sentir miedo.

Texto redactado por Álvaro Llorca a partir de entrevistas con Claudio P.