Una asociación católica echa a Porno Eskola de las aulas

El proyecto educativo gasteiztarra proponía la pornografía feminista como un recurso más para la educación sexual

BILBAO– La pornografía es la educación sexual de hoy en día. Al menos, así lo cree la sexóloga gasteiztarra Iratxe Gil. “Ante la carencia de una educación sexual real en las escuelas y la falta de preparación de las familias, los adolescentes buscan la información sobre relaciones afectivo-sexuales a través de la pornografía”. Esto, de por sí, no tendría por qué suponer ningún problema si no fuera porque, en su opinión, el porno comercial que se consume a día de hoy reproduce y legitima un modelo machista y violento hacia la mujer. Ante esta situación, Iratxe se vio en la necesidad de aportar su granito y así surgió Porno Eskola, el proyecto que buscaba darle la vuelta a este producto cultural para convertirlo en un recurso pedagógico más y mostrar alternativas al porno comercial. Sin embargo, esta iniciativa cerró sus puertas el pasado miércoles antes de empezar debido a la Federación Alavesa de Asociaciones de Padres de Alumnos de Centros Concertados (Fapacne).

“Nos quieren denunciar al juzgado del menor por las ilustraciones y las imágenes que pudiéramos utilizar si el proyecto llegara a las aulas”, explica Iratxe Gil. La noticia les llegó el pasado miércoles a través del jefe del Departamento de Juventud del Ayuntamiento de Gasteiz. “Nos comentó que había llegado a oídos de Iñaki Susilla, concejal de Cultura del PNV, que Fapacne tenía intención de denunciar tanto al Ayuntamiento como a Porno Eskola”.

Nada más conocer esta intención, lo primero que hicieron fue eliminar las ilustraciones de la página web y enviar un correo electrónico a los colegios con los que habían contactado para que solamente las utilizaran con mayores de edad. Sin embargo, ese mismo día decidieron también eliminar la propia página web del proyecto. “No tenemos nada que hacer contra ese tipo de asociaciones que tienen poder en la sombra”.

Fapacne es una federación de las AMPA de centros concertados de Gasteiz como el colegio Sagrado Corazón Corazonistas, La Milagrosa Ikastetxea o Virgen Viña Ceu. De corte católico y con vinculación con el Opus, según Gil, esta federación -que ha rehusado responder a las preguntas de este periódico- en ningún momento se ha puesto en contacto directo con ellos y todas las negociaciones las están llevando a cabo con el Ayuntamiento de Gasteiz, que financió el proyecto educativo Porno Eskola. La reunión de Fapacne con el Consistorio tendrá lugar esta semana, según diferentes fuentes.

Sin embargo, no han sido únicamente las AMPA de los colegios religiosos los que han cargado contra este proyecto. El viernes Gil se reunió con un concejal de Podemos, dado que la crítica también les ha llegado desde algunos centros no religiosos de la capital alavesa y varios colectivos feministas. “Aunque al final no nos denuncien, ha sido una coacción en toda regla”, sentencia Gil.

UNA INICIATIVA FAMILIARPorno Eskola, que parece haber apelado a las inseguridades y moral de parte de la sociedad vasca, surgió a raíz de una iniciativa familiar. Jon Gil, ilustrador del proyecto, había participado en 2016 en el proyecto Haziak del Ayuntamiento de Gasteiz y le propuso a su hermana Iratxe que planteara un tema sobre educación sexual. Tras darle vueltas, decidieron desarrollar una guía didáctica sobre pornografía con el apoyo de su otro hermano, Endika. Al Ayuntamiento le gustó la propuesta y decidieron subvencionarlo. Pero estos tres hermanos se quedaron con ganas de más y así surgió Porno Eskola.

Esta iniciativa pedagógica, dirigida principalmente a educación Secundaria, constaba de cuatro unidades didácticas bilingües en las que no se tenía previsto visionar imágenes pornográficas. “Aunque en otros países de Europa se hace, aquí es tal el tabú que resulta impensable”.

Su principal objetivo era que estas se convirtieran en recursos de referencia para abordar la pornografía en el aula, pero también sacar a la palestra la necesidad de mejorar la educación sexual que se ofrece en Euskadi. “Es primordial para el desarrollo de la persona y no solo en Secundaria, sino desde los 3 añitos, para que cuando lleguen a la adolescencia tengan herramientas suficientes para entender que lo que se ve en la pornografía no es real”.

Precisamente, la primera de las unidades didácticas trataba de responder a si la pornografía es realmente la educación sexual de hoy en día. Desde Porno Eskola aseguran que ante la deficiente, insuficiente o incluso inexistente educación sexual que se da en las aulas, estos productos culturales son sin duda la educación sexual del siglo XXI. “Todos los adolescentes tienen móvil, tablets, ordenadores… y aunque tengan controladores parentales, la pornografía sale por todos los lados, incluso cuando quieres ver una serie cualquiera o tu película favorita”.

Sin embargo, según planteaba Iratxe Gil en la segunda unidad, que la pornografía sea la educación sexual de hoy en día no significa por ello que ofrezca un buen modelo educacional. Es más, en el caso de la pornografía convencional esta sexóloga indica que resulta precisamente todo lo contrario. Para empezar, porque se ofrece únicamente un modelo erótico y, para continuar, porque este además está basado en la dominación del hombre y en la mayoría predomina la violencia. “No es de extrañar que si las adolescentes basan su desarrollo identitario sexual en esos modelos luego tengamos datos como que un 10% de las adolescentes consideran normal la violencia dentro de la pareja o que hayan aumentado los repuntes de VIH y de sífilis”.

Por todo ello, Iratxe considera que es complicado desarrollar un imaginario de fantasías alejado de todo esto. “No solo es la pornografía, sino la publicidad, los medios de comunicación, etc. Todo fomenta este imaginario”. De ahí que la tercera unidad de Porno Eskola se dedicara a explicar cómo se construyen los deseos, que estos se descubren en vez de decidirse, etc.

UNA ALTERNATIVA FEMINISTAAnte este panorama, desde Porno Eskola ofrecían el porno feminista como alternativa. “A diferencia del comercial, es equitativo, visibiliza la sexualidad de la mujer, se enseñan relaciones cotidianas y además se negocia de manera visible todo lo que se va a hacer y cómo se va a hacer”, explicaba Jon Gil, ilustrador del proyecto. Como referente señalaba a la directora Erika Lust. “La mayor dificultad es que como de momento es un producto minoritario, el coste de estos vídeos es bastante alto, pero al final en Internet se puede acceder a todo”.

Aun así, Jon insiste en que el objetivo de Porno Eskola no era que la sociedad dejara de ver porno convencional, pero sí señalar que existen alternativas al mismo y que, de consumirse, al menos se sea de forma crítica y se pueda distinguir qué se está viendo. “No es un buen modelo educacional y eso hay que tenerlo claro”.

“Estamos teniendo muy buenas críticas, pero de vez en cuando también nos encontramos con gente que está totalmente en contra de la pornografía”. Esto lo decían hace una semana escasa. Desde el miércoles todo ha cambiado y lo que fue un sueño educativo se ha estrellado con una conservadora realidad. El porno se ha vuelto a quedar fuera de las aulas incluso antes de entrar, aunque no por ello estará más lejos del alcance de los móviles y tabletas que Olentzero regalará.

El Parlamento Vasco reclama medidas específicas contra el acoso al alumnado LGTBIQ

 

El Parlamento Vasco ha reclamado hoy al Gobierno autonómico que “revise y actualice” la guía de actuación de los centros educativos ante situaciones de acoso escolar, con la inclusión de medidas específicas para la prevención de las LGTBIQfobia en las aulas.

Este emplazamiento se recoge en una enmienda firmada por todos los grupos a una proposición no de ley que ha llevado a la Cámara Elkarrekin Podemos para denunciar y pedir acciones públicas en contra de la discriminación del colectivo LGTBIQ (lesbianas, gays, transexuales, bixesuales, intersexuales y “queer”)

A través de esta iniciativa, el Parlamento Vasco hace hincapié en la importancia del sistema educativo en este ámbito e insta al Gobierno vasco a introducir de forma transversal en la enseñanza la prevención de la “discriminación, el acoso y la violencia” por motivos de orientación sexual.

En concreto, pide al Departamento de Cristina Uriarte que “revise y actualice” la guía de actuación ante situaciones de acoso escolar en los colegios, e incorpore en ella “medidas específicas” de prevención y erradicación de la LGTBIQfobia.

Estas medidas deberán tener en cuenta “la atención, la no repetición y la reparación” del posible acoso. Además, para llevar a cabo esta revisión, el Departamento deberá contar con los agentes educativos, con profesionales expertos en la materia, y con el movimiento LGTBIQ.

Asimismo, emplaza a Educación a hacer un estudio específico sobre el acoso por razones de orientación sexual e identidad de género en Primaria y en Enseñanza Secundaria Obligatoria (ESO)

Por último, los propios grupos se han comprometido a través de esta enmienda a elaborar discursos inclusivos, con lenguajes no discriminatorios hacia el colectivo LGTBIQ.

Desde Elkarrekin Podemos, Eukene Arana ha reivindicado la diversidad sexual como característica propia de cualquier sociedad y ha subrayado que, “aunque ha habido avances innegables” en esta materia, es necesario seguir trabajando contra los “actos de discriminación que van desde el chiste hasta el asesinato y que todavía persisten”.

Maialen Gurrutxaga (PNV) ha asegurado que el Gobierno Vasco trabaja para prevenir este tipo de discriminación, pero ha reconocido que todavía queda mucho por hacer no sólo en las aulas sino también en la sociedad.

Ohiana Etxebarrieta (EH Bildu) también ha señalado que las instituciones tienen mucho que mejorar en este ámbito y ha hecho hincapié en la importancia de la prevención.

En la misma línea, la socialista Gloria Sánchez ha abogado por una “necesaria apuesta firme y contundente” en contra de todo tipo de discriminación en todos los ámbitos y de manera fundamental en el educativo.

Por último, la popular Juana Bengoechea ha indicado que “basta con ser una persona cabal para luchar contra cualquier discriminación”, al tiempo que ha advertido de que “utilizar la diversidad sexual para fines ideológicos daña mucho la lucha contra la homofobia”.

Con I de Intersexualidad: tres libros sobre la letra más olvidada del arcoíris

Con la celebración del Orgullo Mundial en la capital madrileña, aprovechamos para acordarnos de la letra más olvidada del arcoíris

Julie Andrews en ‘Victor o Victoria’

Según define Human Rights Watch, los intersexuales son personas que “nacen con características sexuales que no encajan con las nociones binarias típicas de los cuerpos masculinos o femeninos”.

En España se desconoce cuántos bebés nacen al año sin una asignación tradicional del sexo, pero la OMS cifró en un 1% el número de personas intersexuales en todo el mundo. Según un sistema de estadísticas basado en EEUU, en nuestro país habría 250 recién nacidos cada año con esta condición.

Aunque este colectivo se encuentra bajo el paraguas de las siglas LGTBI, en España sufren una situación de invisibilidad acorde con la falta de cifras oficiales. La búsqueda de la identidad sexual es una temática cada vez más recurrente en el cine y la literatura, pero por cuestión de estadística, los intersexuales no han recibido la misma atención que las personas homo o trans.

Con la celebración del Orgullo Mundial en la capital madrileña, aprovechamos para acordarnos de la letra más olvidada del arcoíris. Los autores de los sucesivos títulos han afrontado desde distintas perspectivas la realidad de un colectivo que aún vive apresado entre los prejuicios sociales y la cuadriculada visión de lofemenino y lo masculino. Sirvan estos títulos, dos ficticios y otros dos ensayos, para mirar con otros ojos a este mundo; un mundo donde hay dos únicos países que hayan prohibido la mutilación genital de personas intersexuales.

Middlesex (Editorial Anagrama)

Jeffrey Eugenides

Ocho años después de publicar su ópera prima, Las vírgenes suicidas, Eugenides trazó una Odisea de descubrimiento sexual y genealógico que le valió el Pulitzer en 2003. El escritor de ascendencia griega usó su propio hilo familiar para crear la Gran Obra Americana desde los ojos de un inmigrante.

Para reproducir la expulsión turca de los griegos de Asia Menor en 1922, el autor solo tuvo que meter las narices durante dos años en una biblioteca.

Una tarea dura y nada desdeñable hasta que se presentó la segunda: también quería que su protagonista fuese intersexual. Se basó en el personaje Tiresias de la Metamorfosis de Ovidio y en Herculine Barbin, un hermafrodita del siglo XIX. Pero a él le interesaba la concepción del placer sexual y su relación con la herencia, y así surgió Calíope.

¿Cómo se crean las identidades? ¿Nos las conceden? ¿Las creamos? ¿Qué papel juegan nuestras familias? Calíope parece destinada a encarnar la leyenda sobre esas niñas que cuando llegaban a una cierta edad se transformaban en hombres. Cuando al final asume su naturaleza, el personaje afirma en numerosas ocasiones que nació dos veces, una como Calíope y otra como Cal Stephanides.

La virtud de esta novela es la de querer entender lo que otra mucha literatura ha resuelto con estereotipos. Eugenides investigó durante años los aspectos biológicos de la intersexualidad hasta dar con la raíz genética de esta condición. “A veces, la genética es entendida de una manera similar a la antigua idea griega de un destino, con el que se nace y del que es imposible escapar”, dijo en su día el escritor. Calíope plantea el debate sobre cuánto le debemos a la naturaleza y cuánto a la educación, y a la vez es portador de un mensaje: hay más libertad en juego de lo que sugiere el determinismo genético.

“Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica de Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974”

El chico de Oro (Editorial Bruguera)

Abigail Tarttelin

Max Walker es el prototipo de adolescente rubio, atleta, estudioso, triunfador entre sus compañeros y querido por sus padres. A primera vista vive una juventud perfecta, pero solo en apariencia porque, ¿qué adolescencia lo es?

El chico de oro también es intersexual, aunque él no lo sabe porque sus padres decidieron ocultárselo después de hacerle pasar por el quirófano de niño. Max descubrirá su lado femenino de la forma más cruel y abrupta: a partir de una violación. Desde ahí se sucederán las situaciones límite avivadas por el trauma y la exaltación hormonal.

Abigail Tarttelin escribió esta novela con tan solo 24 años, cuando se pudo permitir abandonar su trabajo de camarera en King’s Cross y codearse entre la joven élite literaria de Londres. La epifanía le llegó tras ver la película XXY, de la argentina Lucía Puenzo. En esta, Alex también es intersexual, pero desde su infancia sus padres han intentado que crezca como mujer, aislando y redirigiendo su orientación sexual.

A partir de ahí, la escritora comenzó a documentarse y a formar una tesis sobre la cuadriculada generación del Facebook, como ella la llama, donde lo masculino y lo femenino está rodeado de tabúes. También rechazó el término hermafrodita, ya que “parece que hablas de una criatura mitológica, o de un ser que es masculino y femenino y capaz de fecundarse a sí mismo. La intersexualidad incluye diversas condiciones”.

Una mirada fresca sobre un tema delicado de asumir en una ópera prima. Tarttelin reconoció el esfuerzo de su esmero y la importancia de situar esta trama en el género del young adult. La novela no está dirigida necesariamente a un público juvenil, ya que el narrador va variando el punto de vista desde el de la madre, el padre, el hermano y la doctora de Max. Además del aplauso de la crítica, decenas de familias agradecieron a la autora no sacrificar un reflejo fidedigno de la intersexualidad en pos de una historia excitante.

“Estoy tratando de darme prisa por la calle Promenade, en parte por el frío y en parte porque no quiero que nadie me vea, el chico Walker, el hijo de Stephen Walker, fuera de la escuela. Todo el mundo conoce a papá. La mayoría conocen a mamá. Gente que no conozco me para todo el tiempo”

Transexualidad, intersexualidad y dualidad de género  (Editorial Bellaterra)

José Antonio Nieto Piñeroba

A diferencia de los dos títulos anteriores, el de Nieto es un ensayo que aborda el contexto jurídico de la condición intersexual y transexual. Este volumen es una recomendación especial de la Librería Berkana, especializada en temática LGTBI.

En él, el autor se decanta por una moratoria de la intervención quirúrgica hasta que la persona intersexual pueda decidir por sí misma. Al final de su texto, se recoge una aspiración utópica que cuestiona el estático sistema binario de género y que también abre el debate a su perpetuidad. Junto a los apuntes sobre intersexualidad, Nieto se posiciona en contra del modelo que reconoce la transexualidad como un “trastorno de identidad de género” por ser una etiqueta estigmatizadora.

Además del ensayo de este catedrático, que ejerce en Nueva York y es director de un máster a distancia en Sexualidad Humana, cabe destacar Sobre el derecho de los hermafroditas, de Daniel J. García. Este volumen rescata un texto olvidado en la Bibliothèque Nationale de Estrasburgo y publicado originalmente en latín ( De iure circa hermaphroditos) que defendió en 1788 un joven de 19 años. Por primera vez traducido al español, el libro supone un cierre simbólico del tratamiento de los intersexos en el ámbito estrictamente jurídico, en el que la persona intersexual pasará a partir de entonces de la tutela legal a la médica.

En el extenso prólogo, García hace un repaso de la genealogía de los intersexos, desde la Grecia clásica hasta la etapa actual, en la que comienza a primar el derecho a la autodeterminación del sexo y el género, como ponen de manifiesto los primeros países que han prohibido las cirugías de mutilación a menores intersexuales.

El aspecto, el atuendo o llevar gafas es el principal motivo de bullying en Euskadi

Un estudio del ISEI-IVEI afirma que la mitad del alumnado de Primaria y ESO ha visto “casos de acoso continuo”

El Gobierno vasco registró el curso pasado 121 casos de acoso escolar reales. (Foto: DEIA)

BILBAO – El aspecto físico, la forma de vestir o llevar gafas es el principal motivo de bullying en Euskadi. Además, son las chicas quienes en mayor medida observan el acoso por la apariencia o llevar un estilo de ropa determinado. Esta es una de las conclusiones del informe La Igualdad de Género en la Educación Primaria y ESO en el País Vasco, una investigación realizada por el Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa (ISEI-IVEI) en base a las respuestas dadas por el alumnado de 4º de Primaria y 2º de la ESO en la última edición de la Evaluación de Diagnóstico 2015, donde por primera vez se abordó la percepción que tiene el alumnado vasco sobre la igualdad.

Según el estudio que acaba de publicar el ISEI-IVEI, casi seis de cada diez estudiantes de Primaria y la mitad de Secundaria asegura haber sido testigo de “casos de acoso continuo” en el colegio. El aspecto exterior se presenta como el principal detonante del bullying, entendido como un acto continuado de exclusión, rechazo o violencia entre compañeros. Y esta percepción de acoso se intensifica a medida que avanza la edad. Así, el 26% del alumnado de Primaria dice haber visto víctimas de maltrato por este motivo, porcentaje que sube al 38% en ESO.

Pero tal y como refleja el informe, el sexo (ser chico o chica) gana peso entre aquel alumnado que confiesa haber sufrido acoso durante el curso pasado (el 38% en Primaria y el 14% en ESO). La investigación realizada por el instituto de investigación dependiente del Gobierno vasco, los chicos son víctimas de maltrato con mayor frecuencia que las chicas en todas las situaciones y en ambas etapas, a excepción de las chicas de 2º de ESO debido a las características físicas. Además hay un porcentaje más elevado de estudiantes de la red pública (5% más en Primaria y un 2% más en ESO) que dice haber sufrido bullying, un fenómeno que afecta en mayor medida al alumnado más desfavorecido.

Ante la pregunta en ESO acerca de la detección de conductas homofóbicas o lesbofóbicas, los chicos parecen sufrirlo con más frecuencia que las lesbianas. En concreto, el 15,7% del alumnado de este ciclo que realizó la Evaluación de Diagnóstico de 2015 asegura que han visto situaciones de maltrato por considerar a un compañero gay y un 5,2% por ser considerada lesbiana. Aunque solo un 1% del alumnado que dice haber sido víctima de acoso el curso pasado afirma que su orientación sexual haya sido el desencadenante del problema con su agresor. Esta situación se percibe con más frecuencia en los colegios de la red pública que en los de la concertada.

El estudio también apunta que la convivencia con compañeros y compañeras de diferente cultura, religión o país de origen “eleva el grado de aceptación del alumnado con otras características, tanto en las chicas como los chicos”. Por tanto, la diversidad se presenta como un antídoto a un fenómeno sobre el que cada vez hay mayor sensibilidad social y que se incrementa a medida que aumenta la edad. Según los datos aportados este mismo año por el Departamento de Educación acerca de la evolución del acoso escolar, durante el curso 2015-2016 se registraron 121 casos de maltrato entre iguales, el doble que el curso anterior. Estos 121 casos representan el 25% de las denuncias presentadas y que se comprobó que se correspondían con situaciones de acoso real.

Según el Gobierno vasco, en ESO es donde se produce el mayor número de casos de maltrato, aunque también es significativo el número en la etapa final de la educación Primaria. El 61 % de las víctimas se produjeron en el ámbito de la Enseñanza Secundaria aunque entre los 6 y los 11 años se han registrado 47 casos el último curso. Este problema se produce prácticamente en igual cantidad en centros concertados y públicos, aunque en algo mayor medida en estos últimos y también son más frecuentes entre los chicos que entre las chicas.

Respecto a la modalidad de acoso, la agresión verbal es la más repetida (43%), seguida de la exclusión y marginación social (25%), las agresiones físicas (16%), la intimidación, el chantaje o la amenaza (11%), mientras menos del 1 % corresponde a abuso sexual. El trabajo de prevención se verá reforzado con un Plan de Acoso Escolar que la consejería de Educación espera tener listo para final de este año y para el que se ha constituido un equipo de profesionales de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).

Investigan el caso de posible homofobia de un profesor

GASTEIZ – El Departamento vasco de Educación investiga una reclamación de varios alumnos de la Escuela Oficial de Idiomas de Gasteiz contra un profesor que, al parecer, criticó una campaña a favor de la diversidad sexual con motivo del Día Mundial contra la LGTB-fobia que se celebró el pasado día 17. La consejera de Educación, Cristina Uriarte, reconoció ayer la existencia de esta reclamación, dejó claro que no comparte este tipo de actuaciones y señaló que la inspección educativa analizará lo ocurrido y actuará en consecuencia.

Durante una rueda de prensa Uriarte se refirió, a preguntas de los periodistas, a la denuncia de varios alumnos de la Escuela de Idiomas contra un profesor de inglés. Según la información que publica el Diario Noticias de Álava, el centro puso en marcha una campaña a favor de la igualdad y la diversidad sexual con motivo del Día Mundial Contra la LGTBI-fobia.

La acción, enmarcada en el plan de trabajo anual del centro de idiomas en favor de la igualdad, ha consistido en colocar en sus aulas y otros rincones de la escuela banderas con los colores del arcoíris impresas en un folio con mensajes, en distintas lenguas, en favor de la diversidad y la igualdad. Una acción similar a las que la Escuela de Idiomas ha realizado a lo largo de todo el curso para conmemorar otras fechas señaladas en favor de la igualdad, como pueden ser el Día de la Mujer o contra el Racismo y la Xenofobia.

La “retahíla” del profesor, tal y como denuncia uno de sus alumnos, se extendió durante “20 o 25 minutos”, en los que no dudó en denunciar el carácter “excluyente” de esta iniciativa e, incluso, a “justificar” que frecuentemente haya acciones violentas contra el colectivo LGTBI. La forma que el docente empleó para contrarrestar esta acción fue colocar en su aula otro cartel, de su propia cosecha, en el que aparecen impresas las figuras de un hombre y una mujer, un corazón y una cruz, junto con el mensaje true love -en castellano, amor verdadero-. “Me sorprendió mucho su falta de respeto pero todavía más que lo haga desde su puesto de profesor”, critica un alumno. Algunos respondieron in situ a la “desbarrada” del profesor, al que trataron de hacer ver que “solo se trata de una campaña en favor de la igualdad”, pero sus esfuerzos fueron en vano.

Para la consejera Uriarte el proceder de este docente “es una iniciativa particular de un profesor que ha utilizado su espacio de trabajo para hacer su propia pedagogía, por así decirlo. No creo que se pueda compartir este tipo de actuaciones”.

Otra alumna de esta clase que presenció la escena decidió levantarse antes de que el profesor terminará su speech en castellano. “Me indigné tanto que me fui. No quería escuchar lo que estaba diciendo. Si él considera que en una escuela pública no pueden ponerse esos carteles, que él no haga lo mismo con el suyo”, censura la joven en conversación con el diario alavés, que en los próximos días va a presentar una reclamación ante la dirección del centro educativo. A buen seguro no será la única, porque son ya al menos tres los alumnos de esta aula que pretenden interponer sendas denuncias formales ante los máximos responsables de la EOI de Gasteiz. El caso, sin embargo, ya ha sido puesto en conocimiento de la dirección del centro de idiomas verbalmente. C. M. O./R. G./Efe

Los adolescentes vascos respetan cada vez más a gais, lesbianas y transexuales

Los pocos escolares de estos grupos que han participado en un estudio realizado por el Servicio Berdindu declararon, no obstante, haber sufrido algún tipo de rechazo

«Los adolescentes vascos aceptan y muestran cada vez más respeto hacia colectivos de lesbianas, gais, trans, bisexuales e intersexuales (con características genéticas de ambos sexos)». Es una de las principales conclusiones de un estudio realizado por el Servicio Berdindu para el Gobierno vasco en centros. Los pocos escolares de estos grupos que han participado en el estudio declararon, no obstante, haber sufrido algún tipo de rechazo.

El estudio, elaborado por la Fundación EDE, advierte que aunque los adolescentes no tengan conductas de rechazo «pueden sentir incomodidad ante lesbianas y gais o mostrar desagrado ante manifestaciones de afecto entre personas del mismo sexo». El informe ‘Lesbofobia, Homofobia y Transfobia en el sistema educativo’ fue presentado ayer por representantes de los departamentos de Empleo y Políticas Sociales y de Educación. El acto coincidía con la celebración del Día Internacional contra cualquier actitud negativa ante estos colectivos.

Las chicas revelan un posicionamiento más positivo, aceptan mejor las muestras de afecto o las trasgresiones de género y utilizan menos que los chicos las conductas verbales que discriminan o enjuician a estos grupos. Ellos tendrían más problemas para confesar a sus amistades masculinas que son gais. La investigación ha descubierto también un gran desconocimiento entre los escolares de algunas orientaciones sexuales. «Se han recogido comentarios como que la homosexualidad y el lesbianismo es una moda o una actitud de postureo, o que en las parejas de gais o lesbianas una persona hace de hombre y la otra de mujer», apuntan los autores del trabajo.

La encuesta, elaborada entre alumnos de ocho centros, también refleja que los adolescentes no siempre cuentan con referentes a través de los medios de comunicación que «les permitan tener una visión más integral de estos colectivos». Y es que los referentes más comunes son «los de sus personajes de series y programas televisivos, que están estereotipados y no responden a la realidad».

Los chicos encuentran “mucho más difícil” ‘salir del armario’ que las chicas

BILBAO.  El informe, que ha testado las actitudes de 129 alumnos de entre 14 y 16 años de edad en ocho centros escolares de Euskadi, tanto públicos como privados, indica asimismo que los “pocos adolescentes” lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGTBI) que han participado han declarado haber sufrido “algún tipo de rechazo en alguna ocasión”.

En cualquier caso, se apunta que “cuanto mayor es el cuestionamiento de los roles de género, se detectan menos prejuicios, actitudes de rechazo o conductas irrespetuosas”, a la vez que se señala que “son muchos los adolescentes que muestran gran sensibilidad con la igualdad entre hombres y mujeres, y son capaces de cuestionar el reparto de roles tradicional”.

El estudio ha sido presentado hoy en coincidencia con el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia por el director de Política Familiar y Diversidad del Gobierno vasco, Ernesto Sainz, y la directora de Innovación Educativa, Lucia Torrealday.

Advierte también de que ideas como que “la homosexualidad y el lesbianismo es una moda o una actitud de ‘postureo’, que en las parejas gais o lesbianas una persona hace de hombre y la otra de mujer o que se sabe si una persona es o no ‘gay’ o lesbiana por su apariencia y sus gestos” siguen presentes en la mente de algunos adolescentes.

En este punto se precisa que las chicas muestran una actitud “más positiva” que los chicos, en tanto que “aceptan mejor las muestras de afecto entre las personas del mismo sexo o las trasgresiones de género”, así como “emplean menos conductas verbales que discriminan o enjuician” a estos colectivos.

Euskadi es “un país avanzado en la materia, y junto al resto de España, se han dado pasos en las ultimas décadas para equiparar derechos”, ha afirmado Sainz, para recordar, no obstante, cómo “entre 1948 y 1990 la Organización Mundial de la Salud (OMS) clasificaba la homosexualidad como enfermedad mental”.

Del análisis se extrae cómo “son prácticamente inexistentes los discursos públicos o las verbalizaciones directas de rechazo hacia la diversidad, cada vez más interiorizada” entre la población joven, si bien se deduce igualmente que “hay adolescentes que no muestran conductas fóbicas racionales, pero pueden, por ejemplo, sentir incomodidad ante lesbianas o gais, o mostrar desagrado ante manifestaciones de afecto entre personas del mismo sexo”.

En esta línea, Sainz ha reivindicado “mayores referencias a través de los medios de comunicación” que permitan a los adolescentes tener “una visión más integral” de los colectivos LGTBI, ya que los más comunes declarados por los jóvenes son “personajes de series y programas de televisión”.

Estos personajes, generalmente, “están estereotipados y no se corresponden con la realidad”, ha advertido, para apuntar que entre las lesbianas se observa “una invisibilización mayor” en el medio televisivo, por debajo de los referentes trans.

Sobre éstas, el estudio determina que su condición “genera confusión” por lo que se las asocian con personas “extrañas” a la vez que “valientes”.

La bisexualidad se vincula en ocasiones a una moda y una actitud de ‘postureo’, al tiempo que la intersexualidad apenas es conocida por parte de los jóvenes, por lo que “ni siquiera se tienen creencias preconcebidas”, anota el informe, que concluye con que “en general, los jóvenes parecen aceptar la diversidad afectivo-sexual y familiar existente, además de mostrar respeto hacia los colectivos LGTBI”.

Juega con ‘Street Fighter II’ a destrozar el autobús de HazteOir

Un artista ha creado una versión del popular juego de arcade donde aparece Ryu, uno de sus personajes principales, a golpes con el autobús de la polémica

Ryu vs Autobús de HazteOir

Street Fighter II es uno de los grandes juegos de lucha de todos los tiempos. Primero en máquinas recreativas, después dio el salto a las videoconsolas. Se popularizó en los salones de juego de los años 80 y llegó a los hogares de la mano de la NES y la Super Nintendo poco después. Uno de sus personajes principales en cada una de las ocho entregas ha sido Ryu, pero parece que ya se ha cansado de pegarse con humanos y bestias extrañas. Así que ahora lo hace con el autobús tránsfobo de HazteOir.

El vehículo protagonista de la polémica que ha sacudido el mundo en los últimos meses es también la víctima principal de los puñetazos de Ryu. El juego no tiene nada que ver con Capcom (la compañía desarrolladora de Street Fighter), y sí con el trabajo del artista Aquma, que hace poco creó otro juego similar contra la Nintendo Switch. Lo ha llamado el Ignorance fighter II y acepta donaciones por él.

El modelo es el mismo que recorrió hace poco las calles de Nueva York, donde fue atacado. “Es biología: los chicos son chicos… y siempre lo serán. Las chicas son chicas… y siempre lo serán. No puedes cambiar el sexo, respétalos a todos”, se puede leer en el autobús. Para golpearlo, solo hay que aporrear el teclado. Poco a poco irá saltando la luna delantera, las ruedas o las ventanas.

Al final, cuando Ryu lo destroza, se puede ver su cara frente al morro delantero del autobús y un mensaje: “Piensa de nuevo tus fanáticas creencias. La identidad de género está separada del sexo biológico”.

El ‘transbús’ de los niños y las niñas transexuales

«Estábamos en clase y salió el tema del autobús. Y todos empezaron a decir que les parecía bien el eslogan. Lo peor fue que lo decían quienes yo creía que lo habían entendido todo, mis amigos, a los que les había explicado que los genitales no determinan la identidad sexual. Me hizo cuestionarme si lo entendían de verdad. Fue un mazazo. Ahora me pregunto si mi vida será siempre así, si la gente con la que me encuentre lo entenderá».

Habla Izan, 16 años, futuro psicólogo. Izan con el nombre oficialmente cambiado para que lo llamen como es en su pueblo de Castilla-La Mancha y en el mundo entero. Izan hormonado y operado del pecho para parecer por fuera lo que siempre se sintió por dentro.

Izan, chico con vulva.

Izan, chico.

El primer autobús deHazte Oir hizo más paradas de las que parece. Aquel Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen de la semana pasada aún despierta amores y ascos, un asteroide de reacciones a favor y en contra impactando en el centro de la convivencia patria. Todo el mundo habla… menos los niños y las niñas. ¿Qué piensan los niños con vulva y las niñas con pene?

«Ese mensaje agrede y molesta. Y es mentira», dice Pablo.

«Generan odio y confusión», dice Izan.

«Un genital no hará que mi hermano pare de ser él mismo», dice Nahia…

«Necesitamos respeto», dice Ian.

«Quien odie a gays, lesbianas o transexuales no tiene cerebro», dice Julia.

«Basta ya de humillaciones, ¿tanto nos cuesta ser personas?», dice Alex.

Acostumbrados a la diferencia, especializados en las miradas del mundo exterior, los menores transexuales han visto aparcar el autobús de Hazte Oir en medio de sus vidas.

Y desde sus mundos interiores, mientras parecía que hacían otras cosas, han ido dibujando, escribiendo, grabando y contando lo que sienten.

En la última semana, la Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis ha recibido testimonios, mensajes de WhatsApp, pantallazos de Facebook, notas de voz, cartas y dibujos de niños y niñas que expresan su reacción ante el mensaje del autobús de Hazte Oir o que cuentan qué ha pasado en sus vidas cuando los entornos en los que crecen han abordado el asunto.

Ésta es la ruta del otro autobús, del autobús de los niños con vulva y las niñas con pene, el autobús de los menores transexuales. El transbús.

Nahia tiene 13 años, devora libros y escribe en consecuencia. Tiene un hermano transexual, Zuhar, un pequeñajo de 7 años que siempre ha sabido lo que es. Lo cuenta desde Hondarribia, Patricia, la madre de ambos: «Zuhar está feliz. Vive muy bien su identidad. Cuando algunos le dicen algo malo, yo le inculco que lo hacen porque no saben. Le digo: ‘Si ellos no saben que hay niños con vulva, tú les enseñas que los hay’. No les insulto, siempre le digo que hay que enseñar a la gente. Él no sabe nada de lo del autobús, es muy pequeño, no veíamos útil que lo supiera. Bastante tiene con enseñar al mundo lo que el mundo no sabe. Su labor es la pera».

Pero Nahia sí sabe del autobús. No se ha montado en él, pero lo ha visto pararse en sus narices. Por eso, el domingo se juntó con su amiga Nahikari y dibujó su autobús, el autobús de su hermano y tantos hermanos, un transbús pintado de naranja con un latigazo de ironía: ‘Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen’… y junto a ese lema, su pintada genial: ‘No siempre’.

Como Nahia va para escritora, agarró el rotulador y redactó, con hambre de tildes, una nota para llevarse de viaje: «Es un mensaje que lo único que produce es incitación al odio entre personas. Mensajes como este (sic) ya son agua pasada. Ideales presentes en la época de los neandertales. Día a día, poco a poco, los niños y niñas tienen libertad de definir quienes (sic) son. Un genital no hará que paren de ser ellos mismos. Cada vez más gente va entendiéndolo, esta (sic) es la realidad. Hay niñas con pene y niños con vulva».

Si no fuera porque tiene 7 años, se diría que Ian (Cataluña) juega a ver informativos. Su dibujo no es un autobús. Es una caravana. Un crack. Con sus ceras de talento y su cabeza de colores, Ian pintó un furgón directo, una transcaravana sin rodeos: (sic) «A quien importa lo que yo tenga si penis o vulva. Soy un niño trans y punto !! Y necesitamos respeto!! Gracias!!! Transexualidad!».

Pablo tiene 11 años y vive en Sevilla. El viernes, en plena polémica nacional por el primer autobús de Hazte Oir, unos niños de su clase le bajaron los pantalones. Llegó a casa, dejó pasar unos días y escribió una nota para Chrysallis y para quien quiera escuchar su tinta: «Me parece muy bien que cada persona se exprese como quiera, pero no agrediendo a otras (y menos cuando no tienen razón). El pasado miércoles salió el autobús de Hazte Oir a las calles de Madrid expresando su mensaje: ‘Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva’. Ese mensaje, aparte de ser mentira, molesta a las personas transexuales. Espero que nunca más se diga ese mensaje. Stop a la transfobia».

Desde su casa castellana, Izan describe sin titubear una vida para detenerse en cada cosa: «Esto es un pueblo pequeño, siempre he tenido problemas. En cuanto me corté el pelo, se me esfumaron 30 amigos. Me ven como un bicho raro. En el vestuario de los chicos, todos se apartan de mí y se van a un rincón; piensan que les voy a hacer algo. Aun así, las cosas habían mejorado un poco, pero con esto del autobús, la incomprensión ha vuelto».

– ¿Y qué se ve cuando se acerca el autobús?

Rabia. No entiendo qué necesidad hay de ese mensaje. Y no sé cuántos más habrá. Genera odio y confusión. Son ultras y yo me siento perseguido y atacado. Incluso por los que dicen que me entienden. Ya nunca sabré si hablo con alguien que me trata como masculino porque lo cree y lo entiende o porque es así como cree que me tiene que tratar por hábito o costumbre.

Volvemos a Hondarribia. Estamos al teléfono con Patricia y le pedimos que haga de enviada especial de EL MUNDO a su propia hija, que no queremos molestar a la cría.

Patricia, pregúntale a Nahia qué les diría a los señores del autobús si los tuviera enfrente.

Y en eso, la madre traslada la pregunta, le pide a la niña que no sea tímida y se lleva una respuesta para terminar esta historia.

Que se bajen del autobús y sonrían.

«Él decía que era un niño y yo me empeñaba en vestirle de rosa de los pies a la cabeza»

Marian, madre de acogida de un niño con vulva, relata el complicado proceso de asimilación. «Venía llorando del colegio porque no entendía que le mandaran ir al baño de las chicas»

«Hoy jugamos a que soy Ander, ¿vale ama?». Y ella le dejaba jugar, claro. Pero al día siguiente quería jugar a que se llamaba Mikel, y el otro era Andoni… nunca Jone. Es el nombre que consta en su DNI, aunque hace más de un año que le llaman Jon. Relata su historia Marian, madre de acogida de un niño transexual. Una profesora de Hondarribia (Gipuzkoa) de 44 años que quiere dar visibilidad a un asunto que estos días copa titulares por la campaña de la organización ultracatólica Hazte Oír, ‘El autobús que no miente’, contra la transexualidad infantil. El autocar iba a entrar en Bilbao la próxima semana pero permanece retenido por orden judicial. «Yo he tenido mucha relación con la iglesia y no entiendo qué tiene que ver esto con Dios. Nosotros no queremos convencer a nadie, solo que nos entiendan», responde Marian.

A ella, dice, le costó dos años entender lo que le ocurría a su hijo, un bebé «con vulva» y de nombre Jone que llegó con seis meses a su casa para ampliar la familia (tienen otra hija de 12 años). Cuenta que desde que Jone aprendió a hablar dijo que era un niño. «Yo le decía a mi marido: ‘Va a ser lesbiana’. Porque en los cuentos siempre acababa casándose con una niña».

No le dieron importancia más allá de cierta sorpresa. Pero luego fueron los vestidos. «Su padre biológico es africano y le ve una vez al mes. Él le regalaba muchos vestidos pero no quería ponérselos. Yo le obligaba para que su padre no pensara que éramos nosotros los que no queríamos ponérselos». Y con cada vestido, una rabieta. «Yo le vestía de rosa de los pies a la cabeza, por aquello de feminizarla, lo que nunca hice con mi hija mayor. Y le puse también unos pendientes preciosos que no le gustaban nada».

Pero luego (más bien a la vez) fueron los juguetes. «Su hermana tenía un montón de muñecas que están impecables porque no las usaba, las tuvimos que guardar todas en el trastero. Solo quería el balón, el fútbol, juegos tradicionalmente asociados a los niños». Jone gritaba que era un niño y Marian le ‘corregía’: «Tú eres una niña».

«Él iba rápido y mi marido y yo, frenando»

Pero antes de que cumpliera los 4 años se produjo el punto de inflexión. Fue un cambio de edificio en el colegio. «Hasta ese momento los pequeños iban juntos al mismo cuarto de baño, pero en la nueva ubicación había váteres de niñas y de niños, separados. Y todas las tardes venía llorando a casa porque no le dejaban entrar en el de los chicos. Decía que quería ir con sus amigos al mismo váter y no entendía que le mandaran al de las niñas».

Así que Marian consultó con una sexóloga. «Me dijo que por qué le obligaba a llevar pendientes si no quería, que se los quitara». Y se los quitó: «En ese momento empezó a saltar encima de la cama gritando: ‘¡Por fin soy un chico, por fin!’. En realidad llevaba dos años gritándolo, pero yo no lo había entendido. Tanto mi marido como yo íbamos muchos pasos por detrás. Él iba muy rápido y nosotros, frenando».

Ese abrir los ojos fue un proceso liberador pero complicado, confiesa Marian, que sintió «pánico» y «vértigo». Pero su hija mayor lo veía más claro: «’Vamos a cambiarle de nombre porque total, se lo está cambiando todo el día’, me dijo. Y entonces decidimos hacerlo. Para que no fuera un cambio muy grande le quitamos una letra a Jone y le pusimos Jon» (el nombre se ha modificado para salvaguardar la intimidad del menor, pero el real es también uno que se ‘masculiniza’ quitándole la última letra). Al cabo de dos meses decidieron hacer «limpieza de armario» y comprarle las prendas que ha reclamado desde que sabe hablar, pantalones, zapatillas deportivas… «Y no paró hasta que le pintamos su habitación de color azul. Antes era morada».

«Me costó renunciar a mi niña»

«Asumido» en casa, empezaba otro proceso, decirlo fuera. «Hablamos con la andereño para que desde ese día le llamara Jon en clase. Y pedí una reunión con los padres de los niños del aula. La respuesta del colegio ha sido maravillosa». La del colegio y la de todo el pueblo. «Vivir en un sitio pequeño como Hondarribia es ventajoso porque todo el mundo le conoce ya por Jon y le llaman así». Y luego está su familia biológica, que está «haciendo un esfuerzo muy positivo, aunque al abuelo materno todavía le cuesta». No lo dice Marian, de ninguna manera como reproche, sino entendiendo que no es sencillo. «A mí también me costó renunciar a la niña que acogimos cuando era un bebé».

Tras dos años de pelea, Jon es ahora un niño «feliz». E inquieto. «Tiene conversaciones que no parecen propias de un chiquillo tan pequeño, sino de alguien más mayor». Antes de dormir Marian charla un rato con su hijo y va resolviendo sus dudas. «Un día me preguntó si le iban a crecer las tetas porque él no quería pecho. O si podía tener hijos porque un niño de su clase le había dicho que sí podía. Yo le digo que esté tranquilo, que todavía es muy pequeño para preocuparse por esas cosas y que cuando llegue el momento nos plantearemos todo lo que haga falta».

Mientras, Marian trata de hacerle ver las ventajas de la diferencia. «Como su padre es africano, él siempre ha dicho que es un niño ‘marrón’, y nunca le ha parecido mal ser distinto a otros en ese sentido. Yo le digo que esto es algo parecido, que él puede ser un chico con vulva y no pasa nada. Que cada niño es diferente por una cosa y que ser diferente no es malo. Le cuento que yo misma de pequeña quería ser más guapa y que ahora me gusta mi aspecto y no cambiaría nada».

Jon sí ha empezado a cambiar algunas cosas. «Ahora de vez en cuando juega con muñecas, pero solo si está solo. Hasta ahora las rechazaba porque lo identificaba con las niñas y él es un niño». Aunque nada puede competir con el patinete. «Nos pasamos horas en las pistas de skate. Siempre le ha gustado correr, trepar, le encantan esas actividades». Y dice que quiere ser «musculoso». «Ya le digo que no se preocupe, que ya lo es».