Día del SIDA: Avance mundial, retroceso en España

Pilar Estébanez, médico y presidenta de la Sociedad Española de Medicina Humanitaria

Hace más de treinta y cinco años que se inició la pandemia del VIH/SIDA, y como cada 1 de diciembre hacemos balance de los avances en la lucha contra la enfermedad y recordamos los muertos desde que en 1981 se diagnosticó por primera vez: desde esa fecha han sido diagnosticados más de 82 millones de personas, de los que han fallecido 42,3 millones, el 80 por ciento de ellos en países de rentas bajas, principalmente africanos. Podemos hablar de avances a nivel global, pero tenemos que ser muy críticos con las políticas que nuestro país está llevando a cabo: España lidera el número de infecciones entre los países europeos.

 

Pilar Estébanez
Los datos de la enfermedad, a día de hoy, son los siguientes: en 2014 36,9 millones de personas viven con la enfermedad. Esta cifra sigue aumentando en parte debido a que gracias al acceso a las terapias basadas en antirretrovirales, las tasas de mortalidad han disminuido y los enfermos viven más tiempo. A junio de 2015 15,8 millones de personas tienen acceso a tratamiento. Al mismo tiempo, aunque la cifra de nuevas infecciones ha disminuido, sigue siendo inaceptablemente alta: en 2014 dos millones de personas se infectaron y 1,2 millones de personas murieron por enfermedades relacionadas con el virus. Así, el VIH/SIDA sigue siendo la primera causa de mortalidad por enfermedades infecciosas en el mundo, superando a la mayoría de las grandes epidemias que ha sufrido la Humanidad a lo largo de la Historia.

A pesar de esos datos, sin embargo, hay que reconocer los hitos positivos, e incluso la propia percepción que sobre la enfermedad tiene ahora la sociedad: gracias a los avances en los tratamientos a partir de los años noventa hemos pasado de considerarla como una enfermedad “terrible” o “mortal” a considerarla una enfermedad crónica.

También se han producido avances en las políticas de educación para la prevención, así como en los programas de Reducción de Daños y Educación Sexual.

La situación a la que se llegó a principios de este siglo llevó a organizar en el año 2001 una Asamblea de Naciones Unidas para plantear una batalla global contra la enfermedad y hacer accesibles los medicamentos. Se creó entonces el Fondo Global para la Lucha contra el SIDA, la malaria y la tuberculosis.

En el año 2003 se iniciaron los primeros programas de Acceso a los tratamientos  antirretrovirales, que llegan, en la actualidad, a casi 16 millones de personas. Gracias a esa masiva extensión de los medicamentos, se produjo un descenso radical en la mortalidad, y una disminución de la carga viral de los pacientes. También se ha logrado un drástico descenso de los nuevos casos: una caída del 35% desde el año 2000 (58% en los niños) y una disminución en un 42% de los fallecimientos. La Respuesta Global ha evitado, en este período, 30 millones de nuevos casos y cerca de ocho millones de muertes.

En el último Informe De ONUSIDA se constata como objetivo poner fin a la epidemia en el año 2030, puesto que ya se dispone de los medios, incluidos los financieros.

Aún no contamos con la vacuna, pero las estrategias están demostrando su eficacia: el acceso universal a los antirretrovirales, la identificación de las poblaciones vulnerables (programas dirigidos a las prostitutas de Kenia, por ejemplo), la disponibilidad de test de autodiagnóstico, el trabajo con las comunidades, la implementación de la respuesta rápida (comenzar el tratamiento como medida preventiva) como se ha demostrado con éxito en San Francisco (EEUU), o el acceso del tratamiento a los presos diagnosticados.

Sin embargo, este cierto grado de optimismo no es similar en todas partes del mundo. Hay dos áreas geográficas, donde las tasas eran bajas, donde está creciendo la epidemia: Oriente Medio y Norte de África, donde el número de personas que han adquirido la enfermedad ha aumentado en un 26% entre los años 2000 y 2014.

La otra área que preocupa es Europa del Este y Asia Central, donde el número de nuevas infecciones aumentó en un 30% en ese mismo período.

España, fuera de juego

El éxito del Fondo Mundial de Lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria depende de las aportaciones financieras. El Fondo Mundial es la principal organización que promueve la investigación científica y la prevención en este campo y destina al año unos 4.000 millones de dólares (3.200 millones de euros). Dicho presupuesto depende de la aportación de los distintos países: España llegó a ser el cuarto mayor donante entre los años 2008 y 2010 con una aportación de 200 millones de dólares, lo que permitió que millones de personas accediera a los tratamientos y salvaran su vida, así como permitió millares de infecciones nuevas.

A día de hoy, nuestro país no aporta ni un solo euro.

El 70% del dinero que recauda el Fondo Mundial procede de la Unión Europea (UE). Así, en la última Conferencia de Reposición Financiera celebrada en diciembre de 2013, en la que cada gobierno anuncia su aportación para los siguiente tres años, el miembro europeo que más aportó fue Reino Unido, con 1.600 millones de dólares (1.280 millones de euros). Justo por detrás se sitúan Francia, con una donación de 1.400 millones de dólares (1.120 millones de euros), y Alemania, con 1.260 millones (en euros, 1.000 millones). Asimismo, los países nórdicos están aportando para los años 2014, 2015 y 2016 un total de 750 millones de dólares.  Estados Unidos, aportará al Fondo 5.000 millones de dólares durante los próximos tres años.

España, sin embargo, no aportará nada durante el próximo trienio y esto ocurre desde 2011, pese a que se había comprometido a colaborar con 10 millones de euros en 2012, cosa que no ha sucedido. Durante el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, nuestro país llegó a estar entre los primeros donantes. Ahora no aportamos ni un céntimo.

Durante 2013, el Congreso de los Diputados aprobó dos ambiciosas proposiciones no de ley con el respaldo unánime de todos los Grupos Parlamentarios que instan al Gobierno a priorizar, financiera y políticamente, la causa global de la lucha contra el SIDA, la tuberculosis y la malaria. Sin embargo, esto no ha sido suficiente para que el Gobierno incluya esta partida en sus presupuestos. Tampoco, por supuesto, las peticiones que se han hecho desde la sociedad civil, organizaciones y asociaciones.

Situación preocupante de la epidemia en España

Quizás esa falta de compromiso tenga que ver en que las cifras de nuestro país no sean buenas: en España hay entre 130.000 y 160.000 personas con VIH/SIDA, según el Ministerio de Sanidad. Solo en 2014 se registraron 3.278 nuevos casos, de los que el 46,6% fueron diagnósticos tardíos. En concreto, el 35% de los nuevos casos de diagnosticaron a menores de 29 años y el 30% del total de españoles que tiene VIH/SIDA desconoce que es positivo, una tasa por encima de la media europea. La mayoría son jóvenes (la edad media es de 35 años) y varones que tienen sexo con otros hombres (60,2%).

Tal y como nos encontramos en la actualidad en cuanto a la efectividad de los tratamientos, eso significa que más de 3.000 personas se convierten cada año en enfermos crónicos. Además de la carga personal, el cuidado y los tratamientos farmacológicos necesarios, van a suponer una pesada carga para la sanidad pública, en un momento de crisis económica sin precedentes. Además, casi dos tercios de las personas que son diagnosticadas, lo son casualmente, cuando acuden por algún problema de salud. Es decir, no saben que tienen VIH/SIDA y éste suele estar en un estado avanzado. Además, al desconocer que tienen la enfermedad, ponen en riesgo a sus parejas si no toman precauciones.

Para evitar en la medida de lo posible las consecuencias de esa ignorancia, son muchos los expertos que están pidiendo que aumente el número de pruebas del VIH/SIDA que se hacen cada año, incluyéndolas de forma rutinaria en los análisis que se efectúan en los centros de atención primaria, o bien favoreciendo, a través de campañas, la concienciación de la población que haya mantenido conductas de riesgo para que se hagan el test. Sólo así podrá reducirse el riesgo de nuevos contagios por ignorancia, y sólo así las personas infectadas comenzarán su tratamiento en los estadíos iniciales de la enfermedad.

España es el país de Europa líder en nuevas infecciones. Cómo es posible que estemos en esa situación cuando se conocen las medidas de prevención, que, además, son fáciles de llevar a cabo, como se demostró en los años 90. Los nuevos enfermos son jóvenes, y con prácticas homosexuales, y la enfermedad crece en ese colectivo precisamente porque en nuestro país se ha perdido el miedo a la enfermedad y se ha dejado de hacer campañas de prevención. En los últimos años no se ha hecho ni una sola campaña específica de prevención. Por ejemplo, los jóvenes no saben cómo prevenir la infección con unas prácticas sexuales adecuadas: dilatación anal, uso de lubricantes, uso de preservativos, etc. A los gais no se les enseña a vivir la sexualidad de forma sana, como si aún existieran prejuicios o culpabilidad o vergüenza. No existe educación sexual adecuada, ni en los centros de enseñanza ni en las familias, y tiene que ver con la discriminación y el estigma que aún se mantiene hacia la población homosexual.

Esta situación ha llevado a que las asociaciones de homosexuales contra el VIH se han proclamado en rebeldía con el Ministerio de Sanidad, por lo que no van a acudir  a los actos institucionales que se celebran el 1 de diciembre. Por ejemplo, la catalana Plataforma Gais contra el VIH, que aglutina a las ongs Afírma’t y Projecte dels NOMS-Hispanosida, han denunciado la “falta de voluntad política” del departamento que dirige el consejero catalán para combatir una epidemia, que presenta unos 700 casos nuevos cada año en Cataluña.

Las asociaciones también han exigido que se empiece un estudio clínico de la profilaxis pre-exposición, la nueva técnica terapéutica que consiste en administrar antiretrovirales a una persona antes, durante y después de mantener relaciones de riesgo. El éxito de esta técnica ya ha sido probado en proyectos de investigación europeos y Francia dio luz verde a la terapia y empezará a suministrar la píldora preventiva de forma gratuita a partir de diciembre.

Otra gran barrera se produce en el acceso de los inmigrantes en situacion irregular al Sistema Sanitario a raiz de la entrada en vigor del Real Decreto 16 /2012, que ha supuesto la pérdida del derecho de atención sanitaria pública y gratuita para aquellas personas inmigrantes y todos los españoles que no puedan acreditar la pertenencia a la Seguridad Social. Esto ha supuesto que muchos colectivos vulnerables los propios inmigrantes y jóvenes sin aceso a la vida laboral han visto vulnerado su derecho a la asistencia sanitaria, lo que se traduce en dificultades para acceder a los medios de prevención y a todos los programas de salud.

En este sentido, la Dirección General de Salud Pública, Calidad e Innovación publicó en 2013 una enmienda al RD 16/2012 en el que se recogen algunas excepciones a la norma en situaciones que supongan un riesgo para la Salud Pública. En este documento se incluye el VIH como “enfermedad infecciosa que requiere de un tratamiento médico prolongado o crónico y que sin tratamiento puede suponer un riesgo de Salud Pública por su capacidad de transmisión y dificultad en su control”. A pesar de esto, el acceso al sistema sanitario de las personas inmigrantes que viven con VIH en situación irregular sigue siendo deficiente y muy desigual, por la falta de información de los profesionales y de las poblaciones vulnerables. Consecuentemente, entre la población infectada en este último año, un pocentaje no desprediciable corresponde a grupos con dificultades de acceso al Sistema Sanitario, y que tardará, seguramente, mucho tiempo en saber que tiene la enfermedad, con lo que eso significa de riesgo para su entorno. Y aunque estas restricciones no existan para el tratamiento, el hecho es que se restringe administrativamente el acceso.

Como vemos, cada 1 de diciembre nos encontramos con los mismos hitos en el avance mundial, y tropezamos con las mismas piedras que en nuestro país se ponen para que el avance contra esta enfermedad continúe.

Los hombres gais que odian a las mujeres

por Sean Faye

Este artículo fue publicado originalmente en Broadly, nuestra plataforma dedicada a las mujeres.

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Ilustración por Katherine Killeffer

«Los peores actos de misoginia que he sufrido han sido perpetrados por hombres gais. Y es más horrible que si viniera de un hombre heterosexual. Ni siquiera están tratando de expresar interés sexual hacia mí, simplemente están reafirmando su dominio sobre mi cuerpo porque son hombres. Lo hacen porque pueden».

Victoria Sin es una mujer drag queen que vive en Londres. Hace poco apareció en un documental de Broadly sobre el arte del drag y desde entonces, algunos hombres gais en Facebook la han acusado de «apropiarse» de la cultura gay y drag. «¿De qué me estoy apropiando? Es pura misoginia y estupidez», dijo Sin.

El tema de la misoginia entre los hombres gais es muy difícil de abordar. En mi experiencia, los hombres se niegan a creer que existe este fenómeno o cambian de tema inmediatamente con la frase «Sí, ¿y qué me dices de las mujeres homófobas?».

Tengo cuerpo de hombre, soy bisexual y también gender queer. Sin embargo, también he sufrido misoginia por parte de hombres gais y heterosexuales por mi aparente feminidad. En una fiesta en la que la mayoría eran hombres que trabajaban en asesoría política, me preguntaron «¿A qué te dedicas, corazón? ¿A algo divertido como la moda?». En aquella ocasión llevaba tacones, pintalabios rojo y un top sencillo. «No», respondí de forma cortante. «Trabajo como abogado mercantil en el distrito financiero y también soy escritor independiente». Su respuesta fue: «¿En serio?».

Esta misoginia puede variar entre lo insidioso hasta lo explícito y provocador, como demostró el columnista de Breitbart Milo Yiannopoulos en un ensayo sobre feminismo en el que describe a las mujeres como «las feministas infollables que prefieren la compañía de hombres gais que desde siempre se han aprovechado de nosotros para lograr lo que quieren». En noviembre del año pasado, la actriz y cantante Rose McGowan habló sobre la misoginia que ha sufrido por parte de hombres homosexuales en el sector. «Los hombres gais son igual de misóginos que los heterosexuales, si no más. Ahora mismo estoy muy indignada con la comunidad gay», señaló.

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Foto por Mattia Pelizzari vía Stocksy

En realidad, los conflictos en torno a la misoginia han estado presentes desde que surgió el mismo movimiento de los derechos de los gais. El Frente de Liberación Gay, el que organizó la primera marcha del orgullo en Londres, fue un movimiento emblemático para la emancipación queer en Reino Unido. Se formó en 1970 y en 1973 ya se había dividido en varias líneas políticas; una de ellas era el género. Un artículo de opinión en el número dos de Gay Left, un periódico socialista publicado por la comunidad gay en 1976, reflexiona acerca de los efectos de la división del movimiento:

«A partir de la separación entre las mujeres y los hombres en el movimiento… los hombres gais se volvieron más aislados y formaron un nuevo gueto. Después de esto, desaparecieron gran parte de los cuestionamientos serios de los roles de género… El movimiento gay de los hombres, en vez de desafiar y confrontar el sexismo, se puso a la defensiva».

En su panfleto de 1995 Lesbofobia: hombres gais y misoginia, la escritora Megan Radclyffe señaló que muchas lesbianas dejaron el Frente de Liberación Gay en 1971 y citó a Janet Dixon cuando dijo que «al final, una vez más, las mujeres estaban sirviendo a los hombres, las mujeres estaban creando consciencia… [y] estaban dándole su energía a los hombres».

Desde siempre, el activismo lésbico ha sido idéntico al feminismo; a fin de cuentas, la liberación de las mujeres queer requiere que desaparezcan los roles de género y las estructuras familiares que oprimen a las mujeres. Para los exintegrantes del FLG como Dixon, quedó claro que algunos hombres gais estaban buscando una forma de liberación que les diera licencia para sus preferencias sexuales sin dañar su posición social como hombres en el patriarcado.

La homosexualidad masculina tiene múltiples historias –y, por supuesto, fue ampliamente satanizada en la sociedad occidental judeocristiana como una desviación sexual del rol de género correcto para los hombres–. Sin embargo, existen otras relatos que se basan en la noción romántica y erótica de los hombres que tenían relaciones en la Antigua Grecia, las cuales, según la poesía de Homero, eran más importante que las relaciones con las mujeres. Esta historia paralela es visible en la celebración de la belleza masculina en el arte renacentista, a través de los escritos de Walter Pater, un crítico del siglo XIX que escribió extensamente acerca de la estética de la belleza masculina y la «amistad».

«Estamos seguros de que existió», señaló San Solomon, un profesor inglés de la Universidad de Sussex y codirector del Centro para el Estudio de la Disidencia Sexual, «aunque influía mucho la clase social: era un ideal de vinculación afectiva y avance que solo era posible para los hombres adinerados y educados. Los otros hombres y las mujeres estaban excluidos».

De hecho, la idea de que los hombres gais son superiores a las mujeres ha existido desde el siglo XIX. Solomon señala a Edward Carpenter, uno de los primeros socialistas que defendieron la homosexualidad. Él creía que los hombres que deseaban a otros hombres «no eran “afeminados”, más bien eran cualidades combinadas que los convertían en los mejores impulsores del progreso social». Carpenter argumentó que los uranistas masculinos (término con el que se refería a los homosexuales) combinaban a la perfección la franqueza de los hombres con la sensibilidad emocional de las mujeres.

He visto el legado social de esta idea en mi trabajo como abogado, donde la contratación en los rangos más bajos de la profesión se divide de forma equitativa entre los géneros. Sin embargo, en los rangos más altos, solo el 24 por ciento de los socios en las firmas comerciales británicas son mujeres. En contraste, las firmas de abogados como Freshfields y Simmons & Simmons están entre las más elogiadas por las organizaciones LGBT como Stonewall UK por ser gay-friendly y tener el mayor número de abogados y socios gais.

En ciertos ámbitos corporativos, los hombres gais avanzan más y con mayor velocidad que sus compañeras. Por eso no resulta sorprendente que prefieran presentar menos desafíos al statu quomarcado por el género; incluso puede que refuercen esas formas androcéntricas de trabajar que no presentan los obstáculos a los que deben enfrentarse las mujeres, como el cuidado de los niños o la baja por maternidad.

Quizá los profesionales gais de la actualidad son más culpables de sacar provecho del sexismo que de perpetrarlo. No obstante, el sexismo en los hombres gais puede adquirir formas mucho más directas. La queja más común de las mujeres con las que hablé tiene que ver con la invasión a menudo inapropiada de los cuerpos de las mujeres, muchas veces disfrazada bajo el pretexto de la cercanía y el aprecio, por ejemplo: los gais borrachos que tocan los senos de las mujeres o se arriman a ellas en los bares y que se ofenden si les plantan cara.

Un grupo controlado por hombres me está diciendo a mí, una mujer, cómo presentarme para ‘encajar’.

«Cuando era joven, muchos hombres me tocaban y decían, “No cuenta porque soy gay”. Pero sí cuenta porque soy una persona y merezco respeto», dijo Victoria Sin. Le dije que en varias ocasiones he oído comentarios como «Las vaginas son asquerosas, no conozco a nadie que sea capaz de acostarse con una», y Sin confirmó que también ha oído comentarios similares. «Si hablo de mi periodo, algunos amigos gais dicen, “¡Puaj!, no hables de eso. Es asqueroso”. No, es mi cuerpo y no es asqueroso». En mi opinión, esto se debe a una aseveración inconsciente de la identidad sexual de los hombres gais; pero confirmar que te gustan las pollas no significa que tengas que fingir repulsión hacia las mujeres y sus cuerpos. Es ofensivo y ridículo: después de todo, decir que las vaginas son asquerosas es contradictorio viniendo de alguien que practica el sexo anal.

La «escena» gay, si es que existe, también muestra señales de conflictos institucionales con las mujeres. «Cuando fui a G-A-Y [un club nocturno en Londres], me dijeron que “no era miembro” –lo que sea que eso signifique– por ser una mujer que se presentaba como “femme” (o la que hace de mujer en una relación lésbica)», explicó la escritora Josie Thaddeus-Johns. «Esto fue antes de que me presentara como bi. Es triste pensar que las mujeres que no están listas para este tipo de etiquetas tengan que lidiar con problemas de discriminación por parte de la comunidad gay incluso antes de entrar en un espacio queer. Un grupo controlado por hombres me está diciendo a mí, una mujer, cómo presentarme para “encajar”».

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Foto por Mattia Pelizzari vía Stocksy

Cuando permiten la entrada a las mujeres, a menudo se las confina a un espacio totalmente aparte. «¿Por qué a las lesbianas siempre las mandan al puto sótano?», preguntó Sin. «Incluso cuando es una noche para lesbianas o una noche “queer”, si se organiza en un recinto gay frecuentado por hombres, siempre hay hombres que lo ven como una invasión de “su espacio”. Una vez, un tipo en un bar interrumpió una conversación entre mi amiga y yo y dijo “Ecs, lo siento, hay demasiado estrógeno en esta conversación”».

Lyall Hakaraia, el dueño de un bar queer de Londres llamado Vogue Fabrics , cree que esto siempre ha sido así a lo lago de la historia de los recintos gais en la mayoría de las ciudades. «Todo tiene que ver con el sexo. Muchos creen que los hombres solo pueden funcionar de cierta manera sexual si no hay mujeres a su alrededor. Pero es mentira. Tal vez sí sea cierto para algunos, pero no para todos. La idea se distorsionó y ahora significa que las mujeres no deberían entrar porque su presencia podría arruinar el ambiente. Hay una gran diferencia entre ir a un sex club, diseñado específicamente para ligar o buscar una pareja sexual, e ir de marcha. Y que algunos hombres gais no puedan ver la diferencia entre estos dos conceptos significa que son lentos, por no decir más».

Así que la expresión de Sin sobre la feminidad «en el sótano» es una metáfora bastante buena de muchas de las actitudes de los hombres gais en cuanto al sexo en sí. En las aplicaciones para citas entre gais, los usuarios con frecuencia expresan su preferencia por hombres con apariencia masculina o que actúen como heterosexuales, algunos perfiles ponen explícitamente: «No chicas», en referencia a quienes hacen de «chicas» en una relación gay. Por el contrario, la expresión de deseo a menudo se convierte en un fetiche, en algo crudo y no solicitado. Justo esta mañana, un «Don Juan» me preguntó en Grindr: «¿Te pondrías ropa interior y medias largas para mí, chico sucio?» Esta misoginia refractada también se proyecta en el sexo gay: si salgo con rímel en una foto de perfil, debo ser consciente de que me dirán todas las cosas malas que le harán a mi «agujero».

«Nunca le he dicho a alguien con quien he salido cómo me gustaría que se comporte o qué aspecto debe tener. Me parece que los hombres gais ignoran por completo que están ejerciendo ese privilegio», me dice Shy Charles, músico queer de 25 años de edad que en su día a día luce pelo largo y barba, además de uñas postizas y sombra de ojos.

En las aplicaciones para citas entre gais, los usuarios con frecuencia expresan su preferencia por hombres con apariencia masculina o que actúen como heterosexuales.

«Los hombres homosexuales no se dan cuenta de que si te dicen: “Que no se te vaya a notar mucho la pluma”, te están pidiendo que finjas ser otra persona con el fin de satisfacer sus preferencias sexuales», continúa Shy Charles. «Un gay una vez me dijo que no ir al gimnasio y no cortarme el pelo era un “desperdicio” —el hecho de que físicamente no tuviera aspecto masculino era como echarme a perder. ¡Como si mi principal objetivo en la vida fuera ser atractivo para gente como él y necesitara orientación! Como si mi aspecto fuera algún tipo de accidente».

Algunos gais no solo se sienten con derecho de fiscalizar la apariencia de queers o gais, sino que también lo hacen cuando se trata de mujeres, en particular con mujeres que aparecen en los medios de comunicación. Si estas mujeres no tienen que ser sexualmente atractivas para los gais, existe una expectativa generalizada de que deben ser glamurosas, guapas e «icónicas». En resumen, una mujer perfecta irreal e idealizada.

Entre los hombres homosexuales blancos, la adoración de artistas de color como Beyoncé y la afición a programas como RuPaul’s Drag Race puede producir estereotipos insoportables de mujeres negras. En Push the Button, una sesión gay nocturna de música pop en Londres, los gais blancos asistieron a la fiesta anual de las Spice Girls con pelucas afro, en un supuesto homenaje a Mel B.

Las mujeres negras se enfrentan a una doble discriminación dentro de la sociedad blanca y patriarcal; la fusión informal de la experiencia de un gay blanco con la de las mujeres negras es apropiación, no solidaridad. Las mujeres trans se enfrentan a opresiones complejas similares —al igual que las mujeres cisgénero de color—y a menudo se les rebaja a estereotipos mediáticos.

De hecho, los hombres homosexuales cisgénero le deben muchas de sus libertades a las mujeres trans; fueron las mujeres trans quienes lideraron los disturbios de Stonewall en 1969. Sin embargo, los hombres gais (junto con lesbianas y bisexuales cisgénero) tienen una historia de altibajos cuando se trata de solidaridad política con las personas trans y las mujeres trans en particular. La principal organización benéfica británica de la comunidad LGBT, Stonewall -nombre que adquirió debido a los disturbios- no había participado oficialmente en cuestiones trans hasta este mes de febrero —16 años después de su fundación. Está claro que la mayoría de las organizaciones han aprendido de los errores del pasado y se han comprometido a proceder mejor en cuanto a temas relacionadas con trans. Pero una reciente petición en línea que dice, «Eliminad la T» de «LGBT», sirve para indicar que la transfobia persiste en la comunidad gay.

Con el fin de incluir de verdad a las mujeres trans en su política, los gais (de hecho, todas las personas LGB cisgénero) deben saber en qué punto la comunidad los está ignorando o fallándoles. Sin embargo, el estar abierto a esta crítica es mucho más difícil de lograr que la nota de «aceptación» que parecen tener los medios de comunicación. Por ejemplo, a pesar de que la portada de Caitlyn Jenner en Vanity Fair fue, sin duda, un hito para la visibilidad de los trans, su gran presupuesto hizo de aquello una mera representación superficial de la celebridad.

A todos nos afecta el patriarcado, pero en muchos contextos, los hombres gay son los que se encuentran en un posición más susceptible de ser arrastrados a conspirar con este.

La forma eficaz en que Jenner salió del armario no refleja lo que la mayoría de las mujeres trans experimenta en su transición. La actriz y modelo trans Hari Nef señaló en una entrevista con The Coveteur que «La gente solo ve a los trans como una fachada, por lo tanto, como algo no auténtico; la gente ve los cuerpos trans como “falsos”. Incluso cuando llevo una camiseta holgada y pantalones de pijama, sigo recibiendo expresiones de burla o desagrado».

Es importante que la lealtad de los gais hacia Jenner y sus hermanas trans no tan famosas vaya más allá de la apreciación estética y se den cuenta de que los cuerpos femeninos no deben ser objeto de crítica o consumo. Para las mujeres trans, sus cuerpos son el escenario de una guerra cultural que mata a un número creciente de personas.

Nick Adams, el director de programas de medios de comunicación en la Alinaza Gay y Lésbica contra la Difamación (GLAAD, por sus siglas en inglés), ha representado asuntos trans en los medios de comunicación estadunidenses durante 17 años. De hecho Nick es gay y trans. «Es imposible establecer una correlación científica entre el aumento de visibilidad de las mujeres trans en los medios de comunicación y el aumento del número de mujeres trans asesinadas en EUA», afirma Adams, «Pero tenemos que ser conscientes de que es posible. En lo que llevamos de año 2015, 20 mujeres o personas que no están conformes con su género han sido asesinadas, una cifra mayor que la del año pasado».

Adams se mantiene optimista respecto al apoyo político que la comunidad gay masculina ha mostrado hacia las personas trans, señalando los hechos relevantes que se han logrado en los últimos años para la representación de los trans, y el creciente impacto de activismo y comunicación en línea. «Si nos fijamos en la reacción generalizada de indignación a la reciente película Stonewall, de Roland Emmerich, que pone en primer plano a un hombre blanco gay cisgénero en la historia en lugar de a Martha P. Johnson, la mujer trans de color de la vida real, se puede ver que la comprensión de esto entre los hombre blancos gais está aumentando, lo cual es bueno».

Es bueno, pero para seguir avanzando siempre se debe examinar críticamente qué es lo que se puede mejorar. La homofobia no es hermana de la misoginia; es su hija. El patriarcado odia a los hombres gais porque sexualmente se comportan «como mujeres», odia al lesbianismo porque las lesbianas son mujeres que «se niegan» a follar con hombres, y odia a las personas trans que dicen critican sus supuestas verdades.

A todos nos afecta el patriarcado, pero en muchos contextos, los hombres gay son los que se encuentran en un posición más susceptible de ser arrastrados a conspirar con ésta. Las llamadas a tal conspiración son insidiosas y a menudo imperceptibles dentro de la masculinidad en sí. Por lo tanto, escuchar las voces y las quejas de las mujeres, los gais afeminados y las personas trans es crucial para todos los hombres gais. De lo contrario, pueden encontrar que ese mundo que goza de una liberación frágil, lograda a expensas de los demás, es de hecho un mundo confuso y contradictorio en el que no existe liberación alguna.

Soy una pervertida sexual

Salirse de las normas sociales establecidas

En 1987 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría ya se encargó de eliminar esta expresión de la terminología psiquiátrica mundial

 

Salirse de las normas sociales establecidas

  • ANA SIERRA

Sí, lo soy, y estoy encantada de serlo. Puede que como usted o su vecin@, aunque no lo quieran reconocer. Sin ánimo de ofender en absoluto, únicamente haciendo énfasis en cómo nos catalogaría la sociedad si realmente conociera nuestros más profundos deseos e incluso, las prácticas sexuales que llevamos a cabo en nuestra mente y con nuestro cuerpo y los ajenos.

Amiga de la perversión

Una persona pervertida muestra tendencias sexuales consideradas socialmente negativas o inmorales que se alejan de “lo normal”. En 1987 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría ya se encargó de eliminar esta expresión de la terminología psiquiátrica mundial.

Cada uno tenemos nuestras pequeñas parafilias o desviaciones de la norma, aunque el límite entre estas y el interés sexual inusual sea bastante difuso. Por tanto, no tendríamos que ir a consulta por las mismas si no generan daño a los demás ni a uno mismo, o malestar subjetivo, ni son restrictivas o nos generan dependencia, obsesión o compulsión, básicamente.

Tengo mi mente llena de erótica, pienso bastante en estos aspectos a lo largo del día, sin llegar a la obsesión, por supuesto. Una maravillosa ‘deformación’ profesional quizá y sinceramente, lo considero un auténtico logro. Fantaseo todo lo que puedo, menos de lo que quisiera, aunque no desee poner en práctica cada historia que mi mente creativa me muestra. Bien porque no me apetece o porque me generan temor las consecuencias personales, emocionales y sociales que pudieran traer. Muchas quedan en mi imaginario y las disfruto allí.

Sexualidad fuera de “lo normal”

Salirnos de la norma moral establecida puede generarnos conflicto, aunque también nos suele excitar la erótica de lo prohibido. Pero, ¿quién puede determinar qué debo desear, cómo y cuándo?

Es curioso que en Estados Unidos aún exista el delito de sodomía al practicar sexo anal y las relaciones coitales sin casarse estén prohibidas en según qué estado. ¿Lo cumplirán las personas solteras? China prohíbe mirar a los pies de las señoras y Rusia los besos muy apasionados en público. Sí, increíble pero parece ser cierto.

¿Qué es ‘lo normal’ en la sociedad española?

Seguimos siendo una sociedad coitocéntrica. “¿A qué edad mantuviste tu primera relación sexual completa?” Me preguntó un ginecólogo. Yo contesté: “¿Completa?, ¿Se refiere a satisfactoria?” Él, sonriendo enternecido por mi ignorancia, me comentó lacónico: “No mujer, coital”. Dio por hecho que tenía que practicar el coito, pero a mi historial clínico parece que no le importa si disfruto con ello.

Si la gran mayoría no quiere reproducirse cada vez que mantiene relaciones sexuales, ¿por qué seguir realizando con tanta frecuencia la única práctica natural que nos llevaría a ello? Tampoco es reconocida como la más placentera físicamente, sobre todo por las mujeres. Recordaré que, salvo la llamada plataforma orgásmica, que supone el primer tercio de la vagina, esta es bastante insensible en comparación con el clítoris por ejemplo. El coito vaginal es práctica de riesgo para el embarazo no deseado y una de las más arriesgadas en cuanto a infecciones de transmisión sexual, si no se ponen los medios adecuados. Sin embargo, es algo psicológico y social. Aunque aparezca dolor, se desea y generalmente, no nos sentimos normales si no lo practicamos.

La falocracia, o culto al pene erecto y vigoroso, sigue siendo muy común en nuestra cultura y sin éste no podemos conseguir la penetración tradicional. Así que ya sabe, si no hay erección, no puede mantener relaciones sexuales completas ni satisfactorias y es ‘anormal’ y si hace alguna otra práctica sin contar con su pene, es un pervertido. No lo digo yo, lo dice nuestro marco referencial social y cultural, cargado de modelos erróneos pero que aceptamos y creemos apropiado.

Además somos monógamos, aunque sucesivos, al menos de cara a la galería. Aunque la doble moral está muy extendida, no sólo en nuestro país. Heteronormativos, seguimos pensando en hombre y mujer al hablar de pareja y la homofobia sigue vigente en nuestros días.

La deseabilidad social nos hace esclavos sexuales. Tememos expresarnos libremente y no ser aceptados, lo que genera disfuncionalidad y pacientes en las consultas. El miedo a ‘no dar la talla’ o no sentirnos representativos de nuestro género, es bastante recurrente. Somos una sociedad sexista, en la que si no cumplimos con lo que se espera de nosotros, nos sentimos rechazados y anormales. Los estereotipos de género, construidos social y artificialmente, suelen generar displacer y bloquear nuestro sistema fisiológico innato, al igual que nuestra capacidad de disfrute.

Otros factores, como la edad biológica o la fértil, nos marcan las prácticas consideradas apropiadas en nuestra cultura. A qué edad podemos empezar a tener relaciones genitales o debemos dejar de tenerlas es un imperativo social y no siempre natural. Por ejemplo, en la senectud podemos tener una sexualidad muy despierta, funcionar bien fisiológicamente y, aunque no fuera así, tener un deseo estupendo y disfrutar la sexualidad de manera plena. Y en la infancia encontramos que muchos niños y niñas, estimulan sus genitales desde los 2 o 3 años, sin intencionalidad sexual pero obteniendo placer.

Nos llegó una pregunta sobre estos temas al consultorio sexozen@elmundo.esreferente a la normalización de nuestra sexualidad. Creí interesante contestarlo en esta ocasión:

“Tengo una relación con un hombre mayor y aunque tiene orgasmos, yo no noto que eyacule. Le gusta el sexo oral pero como preámbulo, nunca quiere llegar al orgasmo en mi boca. A veces se lo he propuesto y evita hablar del tema (no sé si le acompleja que note que no hay semen o muy poca cantidad). Incluso he llegado a pensar que a veces finge los orgasmos. ¿Está teniendo orgasmos? ¿Es normal llegar al orgasmo sin eyacular siempre?

Realmente la única manera de conocer si alguien tiene orgasmo o no es preguntarle y confiar en su respuesta. Lo habitual es que orgasmo y eyaculación vayan de la mano, pero no siempre sucede así pues son dos fenómenos diferentes en realidad. Si la persona no presenta ningún problema médico que pueda generar esta situación, no debemos asustarnos, en absoluto.

Por otro lado, las prácticas sexuales como el sexo oral no gustan a todas las personas, independientemente de su edad, sexo o género, y es una cuestión muy personal. La comunicación es fundamental en este caso y podréis ajustaros y conseguir disfrutar plenamente de vuestras relaciones sin mayor preocupación. La seducción, y nunca la exigencia, es siempre nuestra aliada en el campo sexual. Quizá le pueda seducir para que desee realizarlo.

En cuanto al complejo, por la supuesta escasa cantidad de esperma eyaculado, es bastante recurrente. Le comentaré que el volumen habitual por eyaculación suele variar de 1.5 a 5.0 mililitros, pero no tenga en cuenta este dato ni se ponga a medirlo pues no todos los hombres son iguales, ni es necesario eyacular esa cantidad para ser más o menos fértil, la calidad del esperma no tiene que ver con la cantidad del eyaculado. Eyacular menos se debe a diversos factores como la idiosincrasia fisiológica o haber eyaculado recientemente. Si deseamos que nuestra pareja eyacule una mayor cantidad es por una cuestión erótica aprendida socialmente, a través de las películas pornográficas, por ejemplo. Estas nos muestran eyaculaciones cuantiosas y espectaculares, con lanzamientos vigorosos casi olímpicos. Pero es una película y tienen sus trucos para ello. Se entrenan, repiten escenas y se editan después o bien, ingieren zumo de tomate, como algún actor de la industria pornográfica ha confesado, pues parece que aumenta la cantidad de esperma. Podríamos probarlo pero, ¿para qué? Si es por un deseo erótico, adelante, haga realidad su fantasía si lo considera. Pero que nos cuenten películas no significa que tengamos que creérnoslas.

No se compare con nadie, la norma sólo nos indica el quehacer de la mayoría, que no siempre es acertado, lógico, placentero ni coincide con lo que usted desea.

Le invito entonces al mundo de la nueva ‘perversión’ sana, placentera y consentida, si lo desea.

*Ana Sierra es psicóloga y sexóloga https://about.me/AnaSierra

Así es ser ‘trans’ en Cabo Verde

El documental ‘Tchindas’, de Marc Serena y Pablo García, retrata la preparación del Carnaval en la isla de Sao Vicente de la mano de tres amigas que viven su género en libertad 

Edinha y Sabrina, preparándose para el Carnaval de Mindelo

Edinha y Sabrina, preparándose para el Carnaval de Mindelo./ TCHINDAS.COM

MADRID.- En la isla caboverdiana de Sao Vicente, el Carnaval transforma los días, las noches, las calles y las vidas de sus 76.000 habitantes. Durante tres semanas, sólo importan las carrozas, los vestidos y la música de la mayor fiesta del año. En Mindelo, quien encabeza la organización del evento es Tchinda Andrade, que de día cocina y vende buñuelos brasileños y de noche regenta un diminuto bar enclaustrado en su propia casa. Ella decide las músicas, las canciones y las coreografías. Ordena y manda. Tiene carácter, pero el pueblo entero la adora. Incluso los niños y niñas, que durante la preparación del Carnaval pasan casi todas las tardes con ella y sus amigas, Elvis, Edinha y Sabrina, preparando los bailes. Eso enseña el documental de Pablo García y Marc Serena, Tchindas.Eso y que Elvis, Edinha y Sabrina son transexuales viviendo su género en libertad en un continente que denigra al diferente.

“La película va de cómo una isla trabaja para construir algo bonito de la nada”, resumeMarc Serena (Manresa, 1983). Este periodista catalán conoció Ciudad del Cabo en 2011, cuando recorrió África para la elaboración de su libro ¡Esto no es africano! De El Cairo a Ciudad del Cabo a través de los amores prohibidos (Editorial Xplora, 2014). Durante ese viaje, tuvo la suerte de conocer a la artista Cesárea Évora y la mala suerte de que muriera 36 horas después. “Me lo tomé como una señal y por eso volví”, explica.

Cartel del documental 'Tchindas'

Cartel del documental ‘Tchindas’.

Esta vez, sin embargo, no volvió solo. Lo acompañó su amigo y director de cine Pablo García Pérez de Lara(Barcelona, 1970), con una larga experiencia en el mundo audiovisual. “Lo bonito del rodaje fue que nosotros no éramos los protagonistas. Estaba todo el mundo tan volcado en la preparación del Carnaval que no nos hacían ni caso. Para bien y para mal”, explica, “pero gracias a ello, el film emana veracidad y claridad”.

Y con veracidad y claridad, conocemos a tres amigas que preparan con nervios y emoción el Carnaval. Escuchando criollo caboverdiano y música de Cesária Évora, descubrimos a Tchinda, que en 1998 contó a un diario local que nació hombre pero se siente mujer, y a Elvis, que está cómodo vestido tanto de hombre como de mujer. Es costurero y diseña los trajes de la fiesta ayudado por Edinha, dulce y pizpireta, a la que vemos desfilar feliz por las calles de Mindelo medio desnuda embadurnada con purpurina.

En la mayoría de países africanos, las personas trans (transexuales, transgénero, travestis, etc) son perseguidas y asesinadas, pero Ciudad del Cabo es un oasis de respeto en un desierto hostil y homófobo. “Tchinda y sus amigas —a quienes todo el mundo llamatchindas— pueden pasear por la calle, pero muy cerca, en Senegal, sólo por eso se las condenaría a prisión y en Mauritania, a pena de muerte”, cuenta Serena. De hecho, proyectar este documental también sería un delito en esos países.

Tchinda Andrade prepando el Carnaval

Tchinda Andrade prepando el Carnaval./ TCHINDAS.COM

in embargo, y a pesar de tratarse de un film social, Tchindas no va de eso. “En los documentales sobre personas trans, el foco suele estar en la transición, en la operación, en la noche, en la prostitución. Nosotros nos queríamos alejar de todo esto. Quisimos contar la realidad de un pueblo que respeta la diferencia y la celebra. En el fondo, la película es una declaración de amor a Cabo Verde y un ‘gracias’ a Tchinda por existir”, explica Serena.

Con 37 años y una cicatriz en la nariz que le recuerda que llegar hasta aquí no fue fácil,Tchinda no se siente líder de nada. Vive su género con libertad pero no actúa como referente de la causa. A García Pérez le sorprendieron sus contrastes: “Fue impresionante verla dándole consejos sobre lactancia a una madre primeriza y luego, por la noche, echando a un borracho de su bar armada con un bate de béisbol en la mano”, recuerda.

Edinha, desfilando por las calles de Mindelo

Edinha, desfilando por las calles de Mindelo./ TCHINDAS.COM

Tchindas, que ha recibido el premio del jurado en el festival Outfest de Los Ángeles y en el Reeling de Chicago, se estrenó casi a la vez en la 39ª edición de la Mostra de Sao Paulo de Brasil y en la 60ª edición de la Seminci, la Semana Internacional de Cine de Valladolid. También ha sido seleccionada en el festival In-Edit de Barcelona, el festival MiradasDoc de Canarias y LesGaisCineMad de Madrid.

El documental, una producción de Doble Banda que concursará en los premios Goya y en los Gaudí, se puede ver este viernes a las 20.00 horas en la sala Artistic Metropol de Madrid y en Barcelona, del 20 al 24 de noviembre, en los cines Girona.

Tener sexo más de una vez a la semana no se asocia con mayor felicidad

Expertos defienden que lo importante no es la cantidad sino la adecuación de la rutina sexual a cada pareja y a sus necesidades

En una pareja estable, la frecuencia de las relaciones sexuales es importante, pero para ser feliz no es imprescindible tener sexo todos los días. El sexo es importante pero “más no siempre es mejor”. Esta es la conclusión a la que ha llegado un estudio que publica la revista Society for Personality and Social Psychology.

“¿Es cierto que mantener relaciones sexuales con más frecuencia se asocia con un mayor bienestar?”, pregunta el documento de esta investigación. “Aunque el sexo con más frecuencia se asocia con una mayor felicidad, esta relación ya no es significativa cuando se da más de una vez a la semana”, asegura la investigadora principal del estudio, Amy Muise del departamento de Psicología de la Universidad de Toronto-Mississauga. De este modo, “nuestros hallazgos sugieren que es importante mantener una relación íntima con la pareja, pero no se necesita tener sexo todos los días“, señala Muise.

Diversas publicaciones y artículos han afirmado que cuanto más sexo se tiene en una relación, mejores niveles de bienestar tendrá. Sin embargo, este estudio dividido en tres y sostenido sobre encuestas a 30.645 personas realizadas a través de cuatro décadas, muestra otra cosa. Sus conclusiones sostienen que la frecuencia sexual de más de una vez por semana ya no está tan necesariamente asociada al bienestar o la felicidad.

Además, se vio que esta la asociación frecuencia sexual y bienestar sólo es importante para las personas que mantienen una relación, y no para las personas solteras. “Es posible que para los solteros, el vínculo entre el sexo y la felicidad depende de una serie de factores, como por ejemplo, el contexto en el que se produce la relación, o lo cómodo que se sienta la persona con el sexo fuera de una relación”, señala la especialista.

Otro de los hallazgos en uno de los tres estudios realizados es que no se encontró un fuerte vínculo entre la frecuencia sexual y la satisfacción general de vida, sin embargo las parejas dijeron tener más satisfacción con sus relaciones cuando la frecuencia era de una vez por semana, sin beneficios evidentes de mantener relaciones sexuales con más frecuencia. “Los hallazgos del estudio no significan necesariamente que las parejas deben tener más o menos relaciones sexuales para alcanzar el promedio semanal, sino que los miembros de la pareja deben discutir o acordar si se están cumpliendo sus necesidades sexuales”, dijo Muise.

De este modo, y a modo de conclusión, “es importante mantener una relación íntima con su pareja, sin poner demasiada presión en mantenerlas con tanta frecuencia”, insiste la especialista.

El sexo, mejor de calidad

“Las relaciones sexuales son de gran importancia en una pareja ya que responde a necesidades muy distintas como la comunicación, la confirmación del vínculo o la autoimagen”, afirma a EL MUNDO el psicólogo, Juan Macías especialista en terapia de pareja. Por ello, es muy importante cuidar la sexualidad de una pareja.

Ahora bien, es cierto que “tener mucho sexo no siempre es un buen indicador pues se pueden neutralizar algunas de las facetas que entran en juego en una relación sexual. Por ejemplo, que no sea predecible ni se sienta como una obligación o que exista la posibilidad de seducir. Lo importante, por tanto, no es tanto la cantidad, sino la adecuación de la rutina sexual a cada pareja y a sus necesidades individuales”, mantiene Macías.

Por su parte, Cristina Martínez, psicóloga y sexóloga del centro Alhambra Psicólogos añade, en la misma línea, que lo importante realmente, es tener sexo de calidad y no tanto de cantidad. Sin embargo, es preciso destacar que la calidad no significa llegar al orgasmo ni hacer ‘equis’ posturas, ni nada de eso. “El buen sexo requiere tiempo, un factor muy importante y que, por el estilo de vida que llevamos en la actualidad, a veces es difícil conseguir. Ese tiempo implica una conexión con la pareja, porque la excitación comienza antes que en la cama”, afirma.

Es importante romper con la rutina sexual, porque con ella se puede caer en la insatisfacción. “La comunicación, la complicidad, la confianza, la sensación de ser visto etc, son aspectos fundamentales a cuidar en una relación de pareja porque todo ello, también forma parte de la intimidad”, añade la experta.

De hecho, uno de los factores importante es la pareja es fomentar lo que algunos psicólogos llaman ‘la sexualidad de pasillo‘ Es decir, alimentar las caricias, los detalles diarios y las muestras de cariño durante todo el día, no sólo en la cama. Todo ello, también forma parte de la sexualidad y de la intimidad de una pareja, no sólo los encuentros sexuales, como tal.

El sexo es por tanto, un elemento principal en una pareja, como dicen los expertos, no es lo único pero sí es imprescindible, sin embargo también es importante para que relación de pareja funcione y sobreviva el paso del tiempo hacer planes en común y tener juntos como pareja, nuevos retos, ilusiones y expectativas.

Charlie Sheen no es el único

El actor ha anunciado que es seropositivo tras haber sido extorsionado con la amenaza de divulgarlo. Rock Hudson, Freddy Mercury o el mito de la NBA Magic Johnson, entre otros rostros populares, han sido víctimas de la enfermadad

El actor Charlie Sheen, durante una entrevista. REUTERS

Charlie Sheen

«Soy seropositivo», ha anunciado este martes el actorCharlie Sheen,de 50 años, que lidió en el pasado con problemas vinculados al consumo de drogas y alcohol, y nunca escondió que ha mantenido relaciones sexuales con numerosas mujeres. Sheen, quien la confesado que la enfermedad le fue diagnosticada hace cuatro años, ha decidido hacerla pública tras haber pagado «millones» de dólares a personas que le amenazaban con divulgarlo. «Tengo que poner fin a este ataque y para las historias dañinas y tóxicas que están sobre mí, que amenazan la salud de tantos otros que pasan por lo mismo que yo».

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Rock Hudson

El popular actor no es el único famoso que ha reconocido públicamente tener sida. Hace ya 30 años, Rock Hudson se convirtió en el primer símbolo de lucha contra este mal. Era 1985 y el síndrome de inmunodeficiencia adquirida empezaba a ser un problema de alcance mundial por su alta tasa de contagio y de mortalidad. No había medicamentos eficaces. El anuncio fue una bomba mediática, ya que el reconocimiento de Hudson era, a la vez, la confirmación de un secreto a voces: el actor era homosexual, algo que nunca había confesado. Fue el primero en romper ese tabú. Lo hizo un año despés de que le diagnosticaran ser portador del virus y haber desarrollado la enfermedad.

 

En aquel momento se consideraba que el virus solo se podía transmitir por mantener relaciones homosexuales o vía intravenosa al utilizar jeringuillas para administrar drogas, aunque después se supo que las formas de contagio eran mucho más amplias. En cualquier caso, el anuncio de Hudson hizo más por la concienciación pública que cualquier iniciativa gubernamental. El actor murió apenas unos meses después, el 2 de octubre de 1985.

Fue un momento de inflexión a partir del cual la gente empezó a darse cuenta del enorme peligro de contagio de un virus que hasta entonces se creía limitado a poblaciones marginales. Tras el anuncio de Hudson y su fallecimiento, los casos entre famosos se multiplicaron al mismo ritmo que entre la población anónima.

Rudolph Almaraz, prestigioso cirujano de EEUU, protagonizó un famoso caso en 1990. Su contagio se produjo por contacto con la sangre de una paciente que era portadora, lo que puso de manifiesto, entre otras cuestiones, la necesidad de aumentar los controles sanitarios en todo el mundo. Pero, además, Almaraz ocultó públicamente su enfermedad y siguió operando a miles de pacientes durante varios años, de 1983 a 1990. Esto derivó en cascadas de demandas de indemnización por parte de sus antiguos pacientes y, lo que resultó más relevante, en la certeza de que la estigmatización de la enfermedad provocaba que los afectados ocultaran al mundo su situación, lo cual favorecía la propagación del virus.

El fotógrafo Robert Mapplethorpe falleció en 1989 a consecuencia de complicaciones de salud derivadas del Sida y un año después una revista sensacionalista estadounidense anunció que Anthony Perkins, el mítico protagonista de ‘Psicosis’ padecía la enfermedad, que le causó la muerte en 1992.

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Earvin ‘Magic’ Johnson

Un año antes, en 1991, se conocieron otros dos casos que conmocionaron a la opinión pública. Por un lado, el jugador de baloncesto Earvin ‘Magic’ Johnson, toda una leyenda de la NBA, reconoció en noviembre de ese año que tenía el VIH, pero que no había desarrollado la enfermedad. Johnson se retiró del baloncesto y decidió consagrar su vida a luchar contra esta enfermedad, como parte de la Comisión Nacional de Estados Unidos sobre el Sida, escribiendo libros y aprovechando cada oportunidad para concienciar de la importancia de la prevención, protección y detección. Tras reconocer que era portador, las pruebas de detección del sida se dispararon en Estados Unidos, con un aumento en las primeras semanas de hasta el 60%. El jugador regresó brevemente a las canchas, en la pretemporada de 1992-93, pero decidió retirarse definitivamente sin llegar a participar en partidos oficiales.

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Freddie Mercury

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Robert Mapplethorpe

Y también en 1991 hubo otro caso muy conocido, el del cantante Freddie Mercury, líder del grupo Queen, fallecido a los 45 años. Mercury anunció en un comunicado que tenía sida el 23 de noviembre y falleció a consecuencia de la enfermedad tan solo un día después, cuando ya habían transcurrido cinco años desde que le diagnosticaron la enfermedad.

En aquel momento la lista de famosos fallecidos por el virus ya empezaba a ser larga. Entre ellos, el coreógrafo y director teatral Michael Bennett, conocido por el musical ‘A Chorus line’; Brad Davis, protagonista de ‘El expreso de medianoche’; el realizador Tony Richardson o el actor Denholm Elliot.

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Isaac Asimov

En enero de 1993, otro fallecimiento destacado: el de uno de los más grandes bailarines de la historia, el ruso Rudolf Nureyev, que padecía Sida desde 1984. Un mes después, el tenista estadounidense Arthur Ashe, primer deportista negro ganador del torneo de Wimblendon, y en junio, el puertorriqueño Héctor Lavoe, una de las figuras más respetadas de la salsa. El cantante, una de las voces más relumbrantes de su género, compaginó una gran colección de éxitos artísticos y de excesos vitales. Con su frenético estilo de vida, la historia de Lavoe es otro ejemplo más de las consecuencias de una fama mal digerida. Murió de sida en una época en que todavía no existía la concienciación social sobre la enfermedad ni los retrovirales, y que por lo tanto convertía el contagio en una garantía de fallecimiento en la mayoría de los casos.

El doble campeón olímpico de salto Greg Louganis anunció en 1995 que era portador de sida. Lo dijo siete años después de haber participado en los Juegos Olímpicos de Seúl, en los que tuvo un accidente, se golpeó la cabeza y sangró abundantemente en la piscina.

Otro fallecimiento que sorprendió fue el del escritor Isaac Asimov, el gran divulgador de la literatura científica. Lo que llama la atención en su caso es que murió en 1992 pero pasaron 10 años hasta que su viuda reconoció que había sido por el sida, contraído en una operación quirúrgica. Fue otra victima más del desconocimiento que se tenía acerca de la enfermedad a principios de los años ochenta. Se contagió en 1982 en una operación médica en la que se le transmitó el virus por transfusión de sangre.

Una larga lista de rostros conocidos fallecidos por una enfermedad que ya ha acabado con la vida de alrededor de 39 millones de personas y cuyo virus portan en la actualidad 35 millones, según los datos de ONUSIDA.

20 de Noviembre, Día Internacional de la Memoria Transexual

artículo publicado en ATC Libertad

El 17 de Mayo se conmemora el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia (IDAHOT) en una gran cantidad de países alrededor del mundo. IDAHOT fue creado en el 2004 para llamar la atención de los diseñadores de políticas, líderes de opiniones, movimientos sociales, el público en general y los medios de comunicación referido a la violencia que experimentan el colectivo LGBTI internacionalmente.

El proyecto de Observatorio de Personas Trans (TMM), de Transgender Europe (TGEU) – un proyecto iniciado en abril de 2009  a fin de sistemáticamente monitorear, recoger y analizar casos reportados de asesinatos de personas trans a escala mundial –brinda una actualización de los resultados del TMM IDAHOT 2015 con el fin de ayudar a los y las activistas de todo el mundo a aumentar la conciencia pública sobre los crímenes de odio contra las personas trans.

La actualización TMM IDAHOT 2015 revela un total de 1.731 casos de asesinatos contra personas trans desde el 1º de enero de 2008 hasta el 31 de diciembre de 2014.

El Observatorio de Personas Trans Asesinadas lanza una actualización de su mapa interactivo en ocasión del IDAHOT 2015.

En cada caso se muestran los datos disponibles acerca del nombre, edad, localidad, causa de la muerte, circunstancias del asesinato y un seguimiento.

Favor notar que donde tiene varios asesinatos en un sitio (per exemplo dos asesinatos en Roma), solamente un caso aparece en el mapa.

La nueva actualización de los resultados revela que, entre enero de 2008 y diciembre de 2014:

Más de 1.350 casos de asesinatos contra personas trans reportados en Centro y Sur América desde el año 2008.

1.356 casos de asesinatos contra personas trans han sido reportados en Centro y Sur América, lo que representa el 78% de los casos de asesinatos de personas trans reportados a nivel mundial desde enero de 2008. En esta región del mundo, se aprecia el aumento más significativo de casos reportados, y con 23 países Centro y Sur América son las regiones mejor documentadas. Es relevante destacar que Brasil (51%) y México (14%) representan el 65% del total de todos los asesinatos contra personas trans reportados en Centro y Sur América.

155 asesinatos de personas trans han sido reportados en Asia en 16 países;

112 asesinatos de personas trans han sido reportados en América del Norte;

94 asesinatos de personas trans han sido reportados en Europa en 14 países;

9 asesinatos de personas trans han sido reportados en África en 4 países;

5 asesinatos de personas trans han sido reportados en Oceanía en 4 países.

Es importante mencionar que estos casos son aquellos que fueron posibles de ser encontrados por medio de una búsqueda en Internet y por medio de la colaboración con activistas y organizaciones trans. En la mayoría de los países, los asesinatos contra personas trans no son registrados ni producidos sistemáticamente, por lo que es imposible estimar el número de casos de asesinatos no reportados.

Las cifras alarmantes señalan, una vez más, la necesidad urgente de reaccionar contra la violencia dirigida hacia las personas trans y en buscar mecanismos que protejan a las mismas. Alguno_as activistas internacionales inclusive han comenzado a introducir el término “transcidio” para reflejar el incremento de manera continuada de la violencia en contra de personas trans a escala mundial y una coalición de ONGs provenientes de América del Sur y de Europa han comenzado la campaña “Stop Genocidio Trans”.

Mientras que las circunstancias de los asesinatos permanecen a oscuras debido a la falta de investigación e información, muchos de los casos documentados involucran un grado extremo de agresión, incluyendo tortura y mutilaciones. Muchos casos no son investigados de manera adecuada por las autoridades. Los archivos del TMM siguen aumentando y registrando numerosos casos de asesinatos en 63 países diferentes desde el año 2008, la mayoría de los cuales apenas recibió atención pública.

De entre las seis regiones del mundo, las mayores cifras absolutas se encuentran en países que cuentan con fuertes movimientos trans y organizaciones trans o LGBT que realizan una monitorización profesional: Brasil (689), México (194), Colombia (85), Venezuela (85), Honduras (77), Guatemala (39), Argentina (35) y la República Dominicana (34) en América del Sur y Central, los EE.UU. (108) en América del Norte, India (48) y las Filipinas (35) en Asia y Turquía (37) e Italia (28) en Europa.

La estrecha relación entre, por una parte la existencia de movimientos trans fuertes y la monitorización profesional, y por la otra el que se registren las mayores cifras absolutas de reportes de asesinatos apunta a una cuestión preocupante: la cuestión de los casos no registrados. Aparte de la necesidad de mecanismos de protección de las personas trans, esta relación también muestra la necesidad de que existan comunidades y organizaciones trans sólidas, capaces de una monitorización profesional y de denuncia de la violencia contra las personas trans. Además, esta relación nos indica que las cifras únicamente muestran la punta del iceberg en relación al número de homicidios de personas trans a nivel mundial.

Con el fin de poder enfatizar la relación próxima entre el monitoreo profesional y las mayores cifras absolutas de casos reportados, en el Mapeo del TMM IDAHOT 2015 se resaltan aquellos países en los cuales se lleva a cabo un monitoreo profesional.

Una novedad que expresa la actualización del TMM IDAHOT 2015 es la presencia de cifras relativas junto a las cifras absolutas. Mientras que Brasil (689), México (194) y losEE.UU. (108) presentan las mayores cifras absolutas de casos registrados de asesinatos de personas trans, significando el 57% del total de los casos de asesinatos a nivel mundial en los últimos siete años, las cifras relativas revelan cifras aún más  inquietantes para aquellos países con poca población. Honduras, por ejemplo, tiene un índice de 9.32 casos reportados de asesinatos de personas trans por cada millón de habitantes. La República Dominicana tiene un índice de 3.27 y Uruguay tiene un índice de 2.94, mientras que Brasil tiene un índice de 3.44, México tiene un índice de 1.59 y losEE.UU. tiene un índice de 0.34 por cada millón de habitantes.

En lo que respecta a la temática IDAHOT 2015, “Juventud LGBTI”, nuestro análisis muestra resultados preocupantes referidos a un incremento significativo en estos años recientes de asesinatos reportados contra menores de edad  trans.

En los últimos siete años, 131 personas trans menores de 20 años de edad han sido reportadas asesinadas, significando el 12% del total de los casos de asesinatos de personas trans de las cuales cuya edad se conoce, 48 de estas 131 víctimas eran personas menores de 18 años de edad. Una tendencia extremadamente preocupante es el hecho que en los últimos dos años 5 personas trans menores de 14 años de edad han sido reportadas asesinadas”.

Entre estos 10 menores de edad asesinados en el 2014, hubo una niña trans de 8 años de edad que fue golpeada a muerte el 18 de febrero en Río de Janeiro (Brasil), el homicida fue su padre quien quería enseñarle a ella el cómo comportase como un hombre; y también Vanessa, una niña trans de 14 años de edad quien – después de recibir amenazas de muerte – huyó hacia la casa de su abuela en Angélica (Brasil) donde fuehallada estrangulada el 10 de Marzo de 2014.

Entre estos 12 menores de edad asesinados en el 2014 hubo una niña trans de 13 años de edad, quien fue hallada estrangulada en la ciudad de Macaiba, Brasil, en el 9 de Junio de 2013; una niña trans de 14 años de edad, quien fue hallada estranguladaen la ciudad de Ibipora, Brasil, en el 15 de octubre de 2013, y una niña de 14 años de edad llamada Bimba, quien en el 28 de Febrero de la ciudad Brasilera de Maceió fuedisparada a muerte por desconocidos, quienes la atacaron a ella y a otros adolescentes trans en la calle. Bimba murió y otra persona adolescente trans tuvo que ser llevada al hospital.

El grupo más grande de personas trans asesinadas de las cuales cuya edad se conoce son aquellas personas entre las edades de 20 y 29 años, y representan el 44% de los casos totales. Esto significa que más de la mitad de todos los casos reportados cuyas edades se conocen, por ejemplo, el 56%, eran personas menores de 30 años de edad cuando fueron asesinadas.

En total se reportan 131 asesinatos de personas trans menores de 20 años en 22 países en, países de África (Sudáfrica), Asia (Indonesia y Tailandia), América del Sur y Central (Belice, Brasil, Colombia, Cuba, República Dominicana, El Salvador, Guyana, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Puerto Rico y Venezuela), Europa (Turquía) y América del Norte (EE.UU.) en los últimos siete años: 14 en 2008, 19 en el 2009, 14 en el 2014, 22 en el 2011, 20 en el 2012, 25 en el 2013 y 17 en el 2014.

El análisis de los datos del TMM muestra además que 65% de todas las personas trans asesinadas cuyas profesiones se conocen eran trabajadores/as sexuales. De éstas víctimas reportadas cuyas causas de muerte se conocen, el 44% fueron disparadas a muerte, 23% fueron apuñaladas a muerte y el 13% fueron golpeadas a muerte. De aquellas víctimas cuya locación en el momento de la muerte se conoce, el 38% de ellas fueron asesinadas en la calle y 24% fueron asesinadas en sus hogares.

Abajo se puede encontrar la nota de prensa de TGEU “IDAHOT 2015” y tambien una mapa, tablas de los resultados y una lista de nombres y más detalles de las 1.731 muertes registradas por el Observatorio desde enero de 2008:

Para descargar ilustraciones de datos y análisis, diríjase aquí.

∗ TMM IDAHOT 2015 NOTA DE PRENSA (PDF)

∗ TMM IDAHOT 2015 MAPA En2008-Dec2014 cifras absolutas (PDF)

∗ TMM IDAHOT 2015 MAPA En2008-Dec2014 cifras relativas (PDF)

∗ TMM IDAHOT 2015 MAPA 2014 cifras absolutas (PDF)

∗ TMM IDAHOT 2015 TABLAS En2008-Dec2014 (PDF)

Aunque la documentación de asesinatos de personas trans es indispensable para demostrar el alarmante alcance de las violaciones de derechos humanos contra las personas trans a nivel mundial, existe también la necesidad de una investigación en profundidad de varios otros aspectos relacionados con la situación de derechos humanos de las personas trans. Por esa razón Transgender Europe desarrolló el proyecto de Observatorio de Personas Trans (TMM) y el informe de investigación“TRANSRESPETO VERSUS TRANSFOBIA EN EL MUNDO” (TvT). El TvT es un proyecto de investigación en curso, de metodología comparativa cualitativa-cuantitativa que provee una visión general sobre el estado de derechos humanos de las personas trans en diferentes partes del mundo y proporciona informaciones útiles y materiales de campaña para instituciones internacionales, organizaciones de derechos humanos, el movimiento trans y el público en general. En noviembre de 2012 Transgender Europe publicó el informe de investigación “TRANSRESPETO VERSUS TRANSFOBIA EN EL MUNDO – un Estudio Comparativo de la situación de los derechos humanos de las Personas Trans”, el cual se  discuten y contextualizan los datos relevantes hallados por el proyecto TvT.

Para descargar el informe, diríjase aquí:

Compartiendo su historia, el Día Internacional de la Memoria Transexual:

Fue creado en 1998 por Gwendolyn Ann Smith, una mujer transexual, diseñadora gráfica, columnista y activista en memoria del asesinato de Rita Hester en Allston, Massachusetts que fue asesinada el 28 de noviembre de 1998. En respuesta al poco respeto que los medios de comunicación mostraron a la víctima, la pena y la indignación provocaron una vigilia el viernes siguiente (4 de diciembre), en el que participaron unas 250 personas que inspiró el TDoR (el día de la memoria transexual).

A continuación, y respetando el día de la memoria transexual, les comparto una lista de los casos de homicidios y violencia por transfobia que han sucedido en este año y el pasado, les ruego.. estos son los que pude encontrar, si me hace falta alguno por favor avísenme y lo incluyo.

En ningún orden en particular:

Y dos casos que quiero recordar en lista aparte

Recuerden que entre complicaciones médicas, suicidios y homicidios, se estima la tasa de mortalidad transgenerista es de más del 60%. Solo por ponerlo de otro modo: dos tercios de la gente trans muere. Así que los invito a que hoy en especial, si ven a una persona trans .. denle un abrazo. Y nunca permitan ningún tipo de violencia, física, psicológica o verbal.

Compartamos el día de la Memoria Transexual recordando a las víctimas de esta violencia que, en mi experiencia… puede ser de a diario.

“Las personas transgénero sufren discriminación y ataques violentos debido a su identidad y expresión de género, en Europa y en todo el mundo”

“Esta ausencia de protección contra la violencia basada en la identidad de género incumple abiertamente las normas de derechos humanos e implica falta de reconocimiento de que el delito de odio por motivos transfóbicos es una forma de discriminación.”

“Si no está reconocido en el derecho penal que existen los delitos de odio basados en la identidad de género, real o percibida, la motivación del odio no puede investigarse y enjuiciarse debidamente.”

El delito de odio no es la única forma de discriminación que sufren las personas transgénero.

En la mayoría de los países europeos, las personas transgénero no pueden obtener el reconocimiento legal de su género si no cumplen una lista de requisitos que pueden incluir diagnóstico psiquiátrico, esterilización, cirugía genital y divorcio.

Además, las identidades transgénero se siguen clasificando como trastornos mentales en el ámbito internacional y, a menudo, en el nacional.

En países como Irlanda o Lituania, las lagunas en la legislación nacional hacen que el cambio de sexo legal sea imposible para las personas transgénero.

En muchos países, entre los que se encuentran Bélgica, Francia, Finlandia, Noruega y Turquía, las personas transgénero que no desean someterse a operaciones quirúrgicas de esterilización y reasignación de sexo no tienen permitido cambiar de sexo en su certificado de nacimiento.

“Los requisitos obligatorios, como la esterilización, el divorcio y los tratamientos de reasignación de sexo, de los que se está haciendo depender el reconocimiento legal del sexo vulneran el derecho a la igualdad ante la ley de las personas transgénero, así como sus derechos a la vida privada y familiar, a no sufrir trato degradante y a obtener el máximo nivel posible de salud”.

término “transgénero” a aquellas personas cuya expresión y/o identidad de género se aparta de las expectativas convencionales basadas en el sexo que les fue asignado al nacer.  “Transgénero” es un término político genérico empleado para describir una amplia diversidad de identidades, experiencias y personas cuya apariencia está aparentemente en conflicto con las normas binarias del género que aplica la sociedad, e incluye a transexuales, transgénero, travestidos, intergénero (genderqueers), intersexuales, transformistas, drag queens, drag kings y muchos más.

La Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-10), adoptada en 1990 por la Organización Mundial de la Salud, incluye en la categoría de “trastornos de la identidad de género” la transexualidad, el travestismo de doble rol y el trastorno de identidad de género en la infancia. El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM IV), publicado por la Asociación Psiquiátrica Estadounidense en 1994, incluye los “trastornos de identidad de género” y el “travestismo fetichista”. Amnistía Internacional apoya la retirada de las identidades de género como trastornos mentales de ambas clasificaciones, DSM IV y ICD-10, y la reclasificación sin carácter estigmatizante de los únicos aspectos pertinentes de la atención a la salud de las personas transgénero, para facilitar el acceso a asistencia médica.

Laicismo y feminismo

Artículo publicado en Laicismo

prostitucion

La semana pasada hablábamos de nuevos retos de la laicidad, y entre ellos hablábamos por encima de las relaciones entre laicismo y feminismo. Vamos a intentar desarrollar ahora un poco más esta cuestión.

Decíamos en el texto anterior que el laicismo puede asumir fácilmente las exigencias básicas del feminismo. En tanto que el objetivo feminista es la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, oponiéndose a toda forma de discriminación de las mujeres por el mero hecho de serlo, el laicismo es radicalmente feminista. En el mismo sentido en el que es antirracista. La igualdad de derechos es un principio del laicismo, independientemente del color de piel o el sexo de la persona. El laicismo puede y debe asumir este feminismo por cuanto la libertad de conciencia, y la igualdad independientemente de los contenidos de conciencia, son derechos tanto de hombres como de mujeres.

Esta vinculación entre laicismo y feminismo tiene su manifestación paradigmática en la reivindicación común del derecho a la interrupción del embarazo. Desde el punto de vista feminista, la mujer tiene el mismo derecho que el hombre a disponer de su propio cuerpo, y a decidir sobre él. Y, por supuesto, el cuerpo de la mujer no es un objeto sobre el que pueda decidir ningún hombre ni nadie excepto la propia mujer. Por tanto, la decisión sobre si continuar o no un embarazo compete a la propia mujer embarazada. Desde el punto de vista laicista, la interrupción del embarazo es una cuestión moral que depende de cada persona, y será cada cual desde su propia conciencia la que juzgará si es algo moral o inmoral y actuará en consecuencia. Si una mujer considera que el aborto es inmoral, el laicismo protegerá su derecho a no ser obligada a abortar, de la misma manera que si otra mujer no tiene reparos morales en interrumpir su embarazo, el laicismo defenderá su derecho a hacerlo.

Una ley que prohibiera el aborto por motivos religiosos o morales privados sería un atentado a la libertad de conciencia y al laicismo. Lo sería porque, entonces, el Estado estaría asumiendo como propia una religión o moral privada, imponiéndosela a todo el mundo, tanto a quienes la comparten como a quienes no. En ausencia de consenso sobre una cuestión moral, el Estado laico se mantiene en la neutralidad y la separación público-privado para garantizar la libertad de conciencia y la igualdad.

Ya advertíamos en el otro texto que lo anterior no significa que el Estado tome postura a favor o en contra de la moralidad del aborto. No le compete al Estado juzgar eso sino a la conciencia individual de cada persona. Lo que el Estado laico garantiza es que cada uno pueda adecuar su vida a esa conciencia sin imposiciones de unos sobre otros. Por eso permite elderecho a interrumpir el embarazo, sin prejuzgar la moralidad o no de hacerlo. Iría contra la laicidad una ley que obligara a todas las mujeres a abortar en ciertos casos, igual que otra que lo prohibiera en otros casos. Por ejemplo, una ley que obligara a abortar a todas las mujeres víctimas de violación, o que le impidiera a esas mujeres el poder hacerlo. El Estado laico simplemente deja que sean las propias mujeres las que lo decidan por sí mismas, y en ese sentido viene a coincidir plenamente con el feminismo.

Sin embargo, el feminismo no es monolítico, y dentro de la teoría feminista hay distintos feminismos. Suele distinguirse entre un feminismo de la igualdad y otro de la diferencia. El de la igualdad pone el acento en lograr la equiparación de derechos entre mujeres y hombres, incidiendo en la irrelevancia del sexo a la hora de hablar de derechos de los individuos. Tan irrelevante resulta en este sentido el sexo, como el color de la piel o la orientación sexual. El llamado feminismo de la diferencia lo que hace es poner énfasis más en lo que distingue a mujeres y hombres que en lo que los iguala, pasando de la reivindicación de igualdad de derechos o no discriminación, a exigir ciertos derechos específicos de las mujeres como tales. En lo que considera una profundización de esos derechos propios, este feminismo tiende a parecerse a las reivindicaciones multiculturalistas o comunitaristas, haciendo de las mujeres una especie de comunidad con ciertos derechos propios solo por ser mujeres.

Este feminismo de la diferencia parte de una idea de la dignidad de la mujer y de la opresión patriarcal que acaba considerando como violencia de género algunas prácticas tales como la prostitución, la pornografía e incluso el hecho en sí de que una mujer pose como modelo en publicidad o pasarelas de moda. La idea subyacente es que la dignidad de la mujer como fin en sí misma es incompatible con la utilización de la mujer o su cuerpo como mero medio para otros fines (normalmente, fines de excitación sexual de los hombres). Esa utilización de la mujer como medio se interpreta como una cosificación o mercantilización de la mujer que queda reducida a mero objeto o cosa intercambiable, vendible y negociable, lo que sería indigno para la propia mujer. Todas esas prácticas mencionadas serían inmorales por cuanto atacan la dignidad de la mujer y la reducen a cosa o medio. En consecuencia, reivindican la prohibición de todas esas prácticas, especialmente de la prostitución.

No obstante, hay mujeres que responden apelando a su libertad para prostituirse, ser actrices porno o modelos. Consideran que, en tanto que acciones libres, no pueden ser indignas, por cuanto la dignidad depende de la autonomía: una acción es digna si se decide desde la libertad. O dicho de otra forma: no hay acciones dignas o indignas en sí mismas, sino que depende de si se hacen de forma libre o no. A la mujer que se la fuerza mediante amenaza, chantaje o violencia a prostituirse sí se la estaría tratando de forma indigna, pero no por el hecho en sí del contenido sexual de aquello a lo que se le obliga, sino por el hecho en sí de obligarla contra su voluntad. Pero, si es la propia mujer la que, libre y voluntariamente, decide prostituirse o hacer una película pornográfica, su acción sería totalmente digna, porque es el resultado de su libertad. En este caso, prohibírselo sería lo indigno.

El feminismo de la diferencia responde que esa libertad es una ilusión, que ninguna mujer en su sano juicio (esto es, consciente de su dignidad y no sometida a la ideología patriarcal) elegiría nunca prostituirse ni nada de eso. Que la que lo hace, o bien es forzada directamente, o indirectamente (como forma desesperada de tener ingresos) o por influencia del patriarcado imperante. Las otras mujeres pueden replicar, por su parte, que esa forma de ver las cosas es mesiánica e insultante hacia las mujeres que toman decisiones contrarias a ese feminismo “mesiánico”. Le acusarían de querer salvar a las mujeres de sí mismas y de no tratarlas como “mayores de edad” (en sentido moral) sino como “menores” que no pueden pensar por sí mismas y a las que hay que cuidar y proteger de un modo paternalista contra su voluntad y “por su bien”. Por el contrario, exigen que se respete la presunción de “mayoría de edad” moral de las mujeres que declaran explícitamente prostituirse o hacer pornografía libremente y, simplemente, porque les gusta o les da la gana hacerlo.

¿Qué tipo de feminismo es el más compatible con la laicidad? ¿El abolicionista, que pretende la prohibición de la prostitución o incluso de la pornografía, o el que plantea la legalización de esas prácticas como derechos de las mujeres y su libertad para dedicarse a ellas si lo desean? A mi modo de ver, y por analogía con lo que considero la posición laicista correcta en otros temas como el aborto o la eutanasia, es la de la legalización. Eso no quiere decir que el laicismo deba valorar positivamente la prostitución o la pornografía. Simplemente, que el laicismo se abstiene de juzgarlas moralmente, y solamente las plantea como derechos para quien no tenga reparos morales en utilizarlos. Exactamente igual que con el aborto o la eutanasia. La única exigencia es la de la libertad: que realmente la persona quiera prostituirse o hacer porno. Igual que en el caso del aborto o la eutanasia: lo importante para el laicismo es que la personarealmente quiera interrumpir su embarazo o acabar con su vida de un modo digno.

La objeción de que ninguna mujer emancipada del yugo patriarcal querría prostituirse, y que si alguna dice elegirlo libremente es que en realidad está alienada, no es de recibo. No lo es porque es igual a la objeción antiabortista o contraria a la eutanasia que apela al “sano juicio”. Quienes se oponen al aborto o la eutanasia argumentan que nadie en sus cabales querría abortar o quitarse la vida, y que quienes lo hacen, en realidad, es por la presión psicológica o de otro tipo a la que se ven sometidos. La prueba de que no es así es toda la gente que, sin ninguna duda de saber lo que hacen, aún así quieren abortar o terminar con su vida de una forma digna. Por la misma razón, si una mujer explícitamente dice prostituirse porque le da la gana, no hay razón que no sea paternalista o mesianista para negar la verdad de su afirmación o prohibirle que lo haga.

Desde ciertas coordenadas morales, a alguien puede parecerle incomprensible que otra persona decida prostituirse, pero exactamente de la misma forma que a otro puede parecerle increíble que alguien sano mentalmente pueda querer acabar con su vida o no dar a luz. Sin embargo, la laicidad consiste en eso: en establecer el marco de convivencia adecuado para que personas con morales tan opuestas como esas puedan vivir en concordia y sin imponerle ninguna su moral a la otra. Para comprender esto es necesaria la práctica de la virtud cívica de latolerancia. Tolerancia entendida como la disposición a admitir el derecho del otro a realizar su propia vida, de acuerdo a su propia conciencia, y aunque esa moral particular del otro nos parezca repugnante o pecaminosa. Por eso se trata de tolerancia, cuya raíz latina nos lleva al significado etimológico de “soportar, aguantar”. Quien tolera está haciendo un esfuerzo por aceptar algo que, de alguna manera, rechaza en su fuero interno. Pero reconoce el derecho del otro a vivir así: respeta su libertad de conciencia. Estar a favor del derecho a abortar no es lo mismo que aceptar que el aborto está bien moralmente, igual que estar a favor del derecho al matrimonio homosexual no implica casarse con alguien del mismo sexo. Tan solo consiste en admitir el derecho de que quien quiera pueda hacerlo, aunque uno mismo jamás lo hiciera. De la misma forma, alguien puede ser feminista y considerar indigna la prostitución o la pornografía. Y puede intentar convencer a los demás de esa indignidad y desear que, algún día, nadie se prostituya ni consuma pornografía. Pero debe admitir que esa es su moral particular, y que cae del lado del ámbito privado, y que no puede imponer esa moral privada en el ámbito público en forma de ley prohibicionista de la prostitución o la pornografía. Exactamente igual que el religioso puede intentar convencer a todo el mundo de la inmoralidad del aborto, pero no puede pretender que la ley prohíba a todo el mundo lo que para algunos es inmoral.

En conclusión, el laicismo es totalmente compatible con el feminismo de la igualdad en tanto que ambos comparten el esquema básico de luchar por la igualdad de derechos con independencia o irrelevancia de otras circunstancias (las creencias particulares, el sexo, la orientación sexual, el color de piel, el origen étnico o nacional, etc.). En cuanto al feminismo de la diferencia, habrá puntos de acuerdo y otros en los que no. Posiblemente, la razón esté en que tanto el laicismo como el feminismo de la igualdad tienen una base común en el pensamiento ilustrado, moderno y universalista, mientras que el feminismo de la diferencia entronca más con el comunitarismo, el posmodernismo y el multiculturalismo. Todas estas corrientes aciertan en una de sus críticas al pensamiento ilustrado: el sesgo etnocéntrico, androcéntrico y liberal que históricamente lo ha caracterizado. Pero fallan totalmente en la alternativa: su rechazo al proyecto moderno ilustrado en su conjunto. El proyecto ilustrado, lejos de agotado, lo que está es por hacer, y en ese por hacer está la superación de esos sesgos hacia un universalismo sin ellos. Lo que esas corrientes niegan es la mera posibilidad de que pueda lograrse el universalismo, por eso buscan refugio en el comunitarismo. A nuestro modo de ver, sí que es posible, y por eso tiene sentido incidir en la construcción de un laicismo ilustrado, universalista y feminista, a mi modo ver: republicano; capaz de lograr plenamente los objetivos de libertad de conciencia en igualdad. En eso estamos.

Andrés Carmona Campo. Licenciado en Filosofía y Antropología Social y Cultural. Profesor de Filosofía en un Instituto de Enseñanza Secundaria.

Una política feminista para el trabajo sexual – Josué González

Publicado en Syntagma

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El trabajo sexual se articula como un medio de supervivencia para muchas mujeres, la mayoría procedentes de los dos tercios del mundo-utilizando un término de Mohanty-, pese a su desarrollo en condiciones realmente denigrantes. Igualmente sabemos que no se trata de un trabajo cualquiera, sino que se trata una actividad estigmatizada debido a la configuración hegemónica y normativa de la sexualidad femenina, esto es, del deber ser de las mujeres como mujeres. Entre otras cosas, tal injuria prepara al sujeto en cuestión para la deshumanización, ergo para la violencia de género. En adelante, abordaremos la forma en que la construcción estigmatizante de las trabajadoras del sexo como “víctimas”, “mujeres caídas”, o “delincuentes”, supone un obstáculo tanto en la lucha contra la violencia sexista como para que puedan gozar de una vida que merezca la pena ser vivida. 
Según Raquel Osborne (2009), la violencia contra las mujeres es un fenómeno de carácter estructural que supone, por un lado, una praxis de control y, por otro lado, un ejercicio de intimidación cuando manifiesta que todas, en algún momento y de algún modo, pueden convertirse en sus víctimas. En efecto, se trata de una de las expresiones de la dominación masculina que más vidas sin identificar destruye por todo el mundo; vidas que nunca han contado como tal, jamás “hubo nada humano, nunca hubo una vida y, por tanto, no ha ocurrido ningún asesinato” (Butler, 2006b:183). Una determinada censura de lo político entraña la normalización de estas relaciones, ergode esta injusticia global.
Históricamente, la construcción de marcos cognitivos de la mano de la pluralidad feminista ha tenido sus efectos sobre la realidad de la violencia. De una parte, presentada como necesaria acaba siendo desvelada  en lo que siempre: un producto histórico. Descubierta su contingencia constitutiva, ha pasado a ser conceptualizada desde lo político –en el sentido de Mouffe por supuesto, como seno de posibles relaciones de antagonismo- en el marco de una praxis feminista que patrocina un nuevo sentido común en conflicto con el propiamente misógino. En esta reyerta por los sentidos, por la hegemonía – por utilizar un vocablo que se torna vox populi– , el término violencia de género operaría como un punto nodal que arrastraría una cadena de significantes que conectan diferentes formas de agresión que presionan a las mujeres como mujeres.  Tanto la desnaturalización de la violencia como su denuncia política en el ámbito público, vienen siendo el leiv motiv de estos “marcos de interpretación” (De Miguel Álvarez, 2005). Con mayor o menos éxito, buena parte de la ideología patriarcal se ha visto agrietada y ya no  resulta tan fácil justificar una serie de atropellos contra las mujeres.
Mutatis Mutandis, cabe preguntarse ¿son las mujeres únicamente víctimas en este sistema? ¿Ocupan siempre la misma posición independientemente del contexto histórico? ¿Son capaces de tomar decisiones racionales de manera responsable en beneficio propio o semejante hazaña resulta irrealizable en condiciones de dominación masculina?

 

195 x 130 cm; Öl auf Leinwand; Inv. G 1967.12

195 x 130 cm; Öl auf Leinwand; Inv. G 1967.12

Tanto hombres como mujeres, como también todos los sujetos varios – como l*s trans* o las “maricas”-, se encuentran insertos en un entramado de relaciones de poder con múltiples formas de resistencia al mismo y que, en lo que sigue, apodaremosheteropatriarcado. En consecuencia, desechamos cualquier enfoque que reniegue de las “posiciones de sujeto” para agarrarse a la supuesta existencia de algún tipo de esencia de las mujeres como mujeres, de la misma forma que aceptamos un tratamiento de la subjetividad como resultado de determinadas relaciones socio-históricas, de distinguidas prácticas discursivas, significadas de muy diferentes formas (Alcoff, 2002). Lejos de ocupar una posición pasiva, inmanente, las mujeres participan activamente en el meollo patriarcal y que así siga siendo ya que, por paradójico que resulte, es la condición de posibilidad de su liberación (Jónasdóttir, 1993: 307). Como sujetos activos, intervienen con interés propio en sus realidades concretas, haciendo uso de ese margen de maniobra conocido como “agencia”:
“Esto no significa que yo pueda rehacer el mundo de manera que me convierta en su hacedor.  Esta fantasía de un poder absoluto como el de Dios solo niega los modos en que somos constituidos, invariablemente y desde el principio, por lo que es externo a nosotros y nos precede. Mi agencia no consiste en negar la condición de tal constitución.  Si tengo alguna agencia es la que se deriva del hecho de que soy constituida por un mundo social que nunca escogí” (Butler, 2006ª:16)
Una vez nos hemos librado de inapetentes críticas de “liberales” o de “posmodernas sin sujeto”, retomemos la cuestión de la violencia. Además de la física, cobra importancia la acuñada como “violencia simbólica”. Tan hermética como efectiva, Bourdieu (2000, 2007) señala que permite un abonado terreno para las agresiones físicas, siempre y cuando la población diana haya asumido el desprecio y la minusvaloración. En ningún caso se trata de un ejercicio consciente y deliberado, sino más bien de una operación apriorística– que bien se podría asemejar con lahegemonía– que reproduce las estructuras de dominación. El empoderamiento en este plano significaría una toma de conciencia de esas estructuras interiorizadas y significadas como necesarias.
Lo anterior es muy importante para entender el funcionamiento del estigma que sufren las trabajadoras del sexo. En “Estigma”, Goffman (2006) arguye que se trata de un atributo profundamente desacreditador  que prepara a la persona que lo encarna para la exclusión y la deshumanización. Puede ser asumido a través discursos externos que constituyen y redefinen la identidad, configurando el famoso habitus del que habló Bourdieu, a saber: una encarnación de toda una serie de disposiciones históricas que proporcionan esquemas mentales y corporales ad hoc de percepción y acción.

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En el caso de las mujeres, esta marca tiene su germen en una hegemonía sexual que encorseta la sexualidad femenina. El riesgo de ser marcada por la injuria impulsa la articulación de fronteras políticas que imprimen una relación de desapego, de repudio, frente a las “putas”. Si bien la inestabilidad y precariedad son características constitutivas de estas barreras, el riesgo de que su “decencia” se encuentre cuestionada señala la naturaleza antagonistas de unas relaciones susceptibles de ser subvertida. En realidad, todas las mujeres se han percatado de que unas siempre pueden ser las otras y viceversa, siendo una suerte de constante en sus vidas que acompaña al encasillamiento de su sexualidad. Huelga decir que la sexualidad per se poco tiene de natural y demasiado de artefacto político destinado a significar y regular diferencialmente los cuerpos, los deseos y los placeres de la población en un contexto histórico determinado. Lo sexual se encuentra saturado de efectos de poder que son siempre desbordados y subvertidos.
Pretendidamente heterosexual y marital, este modelo se presenta como de obligado cumplimiento. De alguna manera, las lesbianas, las madres solteras o las  propias feministas han desafiado el proyecto “dignificado” no sin ciertas consecuencias –como la pobreza entre lesbianas mayores-. Ellas, sobre seguro putas en algún momento, poseen el mérito de haberse enfrentado al poder masculino y a su guión para la vida de las mujeres (González Pérez,2013:46). En consecuencia, cuando se estigmatiza a las trabajadoras del sexo se impulsan una política de control dirigida a crear nuevas fronteras que dan lugar a divisiones entre mujeres, entre buenas/malas- decentes/indecentes, con el heteropatriarcado como único agraciado. Ahora bien, habrá quien argumente que ambas posiciones son funcionales al dominio masculino o que la precariedad de sus fronteras está más inflada que nunca por lahipersexualización dominante. En efecto, no se trata de ningún absurdo si a la vez se admite que no existen posiciones que transciendan las estructuras patriarcales y que cualquiera de ellas es un locus tanto de opresión como de resistencia. Paradójicamente, aquellos lugares creados para la subordinación son los mismos que permiten la liberación o las resistencias – políticas o no-. Por lo demás, la hipersexualización heterosexual en alza no desbarata nada de lo anterior si aprobamos que no nos encontramos ante una cuestión de la cual las prostitutas son responsables. Más bien, la historia se repite porque la expresión del performance de feminidad hipersexuado no figura siempre como un arma para apuntalar al dominio masculino, más bien no es más que otro invento que niega una sexualidad femenina para sí, más allá de lo comercial o marital. 
Admitiendo desde el primer momento tanto el carácter político del heteropatriarcado que habitan las mujeres –como categoría fantasma que se encarna desde múltiples posiciones-, ahora remarcamos la ausencia de deliberación en la incorporación de esedeber ser que pretende instituir su subjetividad e imponer la culpa como ritornellovital. Actuar como lo haría un hombre heterosexual con su sexualidad, para las mujeres supone cargar con una culpabilidad que colabora con la endémica  auto-afirmación negativa de sí. Pocas dudas caben sobre el obstáculo que entraña para el empoderamiento y enunciación como trabajadoras del sexo. Vale la pena, en cualquier caso, una mayor reflexión sobre la forma en que ese frecuente incumplimiento es experimentado, más si se trata de una acción en el marco de las facultades de la mencionada agencia. Sin más rodeos, lo que pretendo advertir es que parece evidente que ese dolor sentido sugiere una práctica desde una agencia que de igual forma también puede abordar formas de reinterpretación, objetivación y el enjuiciamiento de las impuestas normas de regulación del género y la sexualidad femenina. Ratificando la importancia de esto último para el empowerment, Celia Amorós (2008:30)
“Es esta capacidad la que posibilita que nunca nos identifiquemos por completo con nuestra identidad, que estemos permanentemente reinterpretándola y redefiniéndola. Esta posibilidad (…) es absolutamente fundamental para dar cuenta de la práctica feminista como práctica emancipatoria”.
Aprehender lo anterior nos permite ex post el desarrollo de otras estrategias que, por ejemplo, funcionen para empoderar a las trabajadoras del sexo, disminuyendo su vulnerabilidad ante una violencia y una estigmatización de corte estructural que tolera formas de deshumanización que colocan al sujeto en posiciones de alta vulnerabilidad ante las agresiones. La butleriana idea de “precariedad política” (Butler,2009) se hace presente cuando el colectivo de trabajadoras sexuales se encuentra privado de cualquier tipo de protección y seguridad gubernamental frente al daño, algo que es propio de la mayoría de paises de la Unión Europea. El estudio sobre prostitución trans femme en Madrid, elaborado por Fundación Triángulo, incluye un excelente ejemplo que corrobora el alegato. Entre sus páginas se constata que más de un 90% de las mujeres participantes afirmaron haber sufrido algún tipo de discriminación, siendo más de la mitad las que han sufrido ataques físicos (Rojas, D. Zaro, I.  & Navazo, T. 2009:57).
Las políticas públicas dominantes, hegemónicas, ahondan en la estigmatización. La victimización y la criminalización son su raison d´être. Si bien parecen objetivos un tanto contradictorios, realmente son perfectamente compatibles. En un plano estatal, las prostitutas son relegadas a un tercer estado, excluidas de los derechos de ciudadanía. Mientras ocurre tal veto incompatible con la democracia, igualmente son el blanco de múltiples políticas de represión, siendo el caso de las migrantes irregulares el más evidente. La actual racionalidad migratoria regula los flujos humanos omitiendo los Derechos Humanos, reservando la libertad solo para los flujos financieros de un sistema económico que empobrece a las capas populares del planeta. Construye el sujeto “inmigrante” como un otro, articulando nuevas fronteras entre nacionales y extranjeros. Luego, la categoría “inmigración” se presenta como punto nodal de una cadena de significantes negativos que construyen una determinada realidad migratoria securitaria. El imaginario social resultante ampara un particular subtexto de género distinguido por la construcción mediática, con efectosperformativos, de las mujeres migrantes a partir de una victimización exacerbada: son “víctimas sin proyectos migratorios” que deben ser “salvadas”. Pero ¿hasta qué punto ocurre así? ¿No hallamos aquí un cierto tufillo patriarcal al encasillar a estas mujeres en posiciones de víctimas a priori, negando las evidencias históricas que acreditan las autorías femeninas en innumerables cadenas migratorias? (Juliano, 2004; Gregorio Gil, 2007)
Desgraciadamente tan habitual resulta “la política de la expulsión por la puerta trasera”, de aquellas en situación administrativa irregular, como el relato que construye esta realidad como parte de la lucha contra la “trata de blancas”. La desprotección legal se convierte en norma y acentúa su vulnerabilidad frente a múltiples violencias. Más triste si cabe es que todos aquellos sectores alarmados ante la prostitución migrante rara vez, por no decir nunca, ponen el grito en el cielo ante estos atropellos. Fácilmente encontramos agresivas manifestaciones de grupos feministas, habitualmente asociados a grupos de poder afines al PSOE, ante cualquier intento de reconocer la prostitución como un trabajo en un marco de derechos y obligaciones, pero jamás ocurre igual ante este tipo de atropellos. Las voces mediáticas que rotulan la prostitución, en todas sus expresiones, como una forma extrema de violencia de género optan por el silencio cuando existen leyes estatales contra la violencia de género que excluyen las agresiones contra las trabajadoras sexuales. Sobre esto último, no resulta descabellado afirmar que se trata de una “tecnología de género” que protege un modelo de buena mujer en perjuicio de lasmalas mujeres, las prostitutas, que no cuentan con ninguna garantía ex lege. Como víctimas o como sujetos repudiables, en ambos casos se rehúsa el reconocimiento de estas mujeres, por un lado, como ciudadanas y, por otro lado, como sujetos políticos capaces de disputar la subordinación hegemónica del establishment.
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En un plano más local, asistimos a una proliferación de ordenanzas municipales que inciden en control y represión hacia las mujeres en el espacio público. En el caso de la ciudad de Madrid, hasta hace poco histórico feudo municipal del PP, las políticas abolicionistas han sido presentadas como ejemplo de lucha “contra la explotación sexual”. Bajo el mando de Gallardón y luego de Ana Botella -con la complicidad del PSOE y de algunos grupos feministas asistencialistas- la violencia ha estado servida. En efecto, con estas normas se han generado las condiciones de posibilidad para incontables agresiones sexistas hacia las mujeres por parte de la policía (Corbalán, 2012:298; González Pérez, 2013:250).
Foucault (1995) mantuvo que allá donde hay relaciones de poder también hay espacio para resistirse al mismo por medio de múltiples estrategias que lo resisten y redefinen. Todo orden social es el resultado de una determinada configuración de esas relaciones, así como su existencia siempre será posible gracias a la exclusión de otras posibilidades. En su seno existen determinada relaciones de subordinación que, ipso facto, no son articuladas como relaciones de antagonismo. Para que esto sea posible, Mouffe y Laclau (1987:202) arguyen la necesaria presencia de un “exterior discursivo”- el movimiento feminista en este caso- que impida la estabilización del sometimiento y su articulación como diferencia, desvelando a su vez su contingencia constitutiva. Hetaira (Madrid), Licit y Genera (Barcelona) asumen este papel con el impulso de políticas con las trabajadoras sexuales como protagonistas. En ambas ciudades el antagonismo –“la presencia de otro me impide ser yo  mismoha sido apoteósico. Desatado el conflicto emanado de la política entendida como gestión de lo existente por unas élites políticas municipales, las trabajadoras del sexo responden desde lo político, a partir del conflicto y el rearme en polarizado tablero de juego. Semejante batalla es posible a través de la creación de identidades políticas colectivas opuestas, de un “nosotras” frente a un “ellos” como “exterior constitutivo”. Ese “nosotras” de las trabajadoras sexuales mantiene relaciones de antagonismo ante una violencia institucional que ataca su integridad y su propia existencia. En efecto, se resisten a ser las subalternas pretendidas desde lo institucional, estallando al mismo tiempo el victimismo de una parte del feminismo que, con sus fracasadas interpelaciones, no sólo no consigue mejorar su situación sino que brinda continuidad, sin pretenderlo a priori, a unas relaciones sociales opresivas, a causa de su imprudencia y ceguera ante las múltiples realidades de unas mujeres que pueden subvertir dicho orden.
Todas estas políticas, sin diferencias sustanciales, mantienen una oposición común ante cualquier posible reconocimiento de estas mujeres como sujetos con agencia propia. Sin embargo, su historial de lucha impugna lo anterior sobre todo desde los años setenta, con las manifestaciones y encierros de trabajadoras sexuales francesas, y más adelante con sus diferentes congresos en EEUU y en Europa. Esta genealogía, tristemente maltratada, constata algunas prácticas políticas con las que han apuntalado las estructuras de opresión y dominación. ¿Acaso lo anterior no es parte de ese empoderamiento feminista tan deseable para todas las mujeres, sin exclusión, como frecuentemente se admite? Más allá de la respuesta que se pueda obtener de cada cual, lo cierto es que han desmoronando el tratamiento que reciben desde algunos sectores que insisten en que ellas “no tienen poder para desestabilizar nada” (Gimeno, 2012:205) por el mero hecho de la estigmatización y por realizar una actividad que, como cualquier otra, es funcional al heteropatriarcado.

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Enlazando con lo anterior, los discursos hegemónicos desvelan un convencimiento sobre la necesidad de duros castigos sobre los clientes o los “puteros”, según la gramática abolicionista. Esta demanda manifiesta que, a diferencia de las prostitutas, ellos sí que disfrutan, para no variar, de posiciones de sujeto que autoriza un rendimientos de cuentas. Únicamente si se les reconoce responsabilidad y racionalidad –ergo, se les aprehende como sujetos-  entonces pueden ser juzgados, a diferencia de las denigradas mujeres, que permanecen atrapadas en la inmanencia de una posición de objeto o de víctima de la dominación masculina. Honestamente, esta posición  del abolicionismo es apenas digerible si asumimos sus consecuencias. Al reservar en exclusiva la posición de sujeto a los clientes y la posición de objeto a las mujeres, ciertamente se está admitiendo que los propios verdugos son, a la vez, los liberadores, desde el momento en que solo a través de una reconocida posición de sujeto en el entramado de relaciones de poder se puede transformar y subvertir las mismas (Jónasdóttir,1993). Lo cierto es que tanto hombres como mujeres ocupan posiciones de sujeto y de objeto – las prostitutas, de sujeto, al poner un precio por un servicio por ejemplo- siendo esto un axioma irrecusable si se pretende una transformación de las estructuras de dominación masculina o  si simplemente se procura un análisis sensato de las relaciones entre géneros en el patriarcado del siglo XXI.
Podemos reconocer, sin ningún inconveniente, que la presencia del estigma convierte la organización y el empoderamiento en un asunto complejo. Asumir tal no implica declararse en la derrota, máxime si las aludidas hazañas históricas se mantienen presentes. El movimiento LGTBI, por ejemplo, han sido capaz de subvertir los efectos performativos de la injuria, aprovechando que el lenguaje siempre puede ser explotado en un sentido opuesto a sus propósitos originales (Butler,2004:35). Con la utilización de  categorías denostadas como “bollera” o “marica” se ha podido invertir sus hirientes propósitos originales, de igual forma que con la reapropiación del término “puta” cuya ocupación del mismo ha permitido una resignificación que desbarata las pretensiones de control de la sexualidad de las mujeres.

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Indudablemente, se trata de prácticas políticas que ahondan en la toma de conciencia de las posiciones de las mujeres al mismo tiempo que amplían las posibilidades de una vida más habitable. Al fin y al cabo, como ha insistido Amelia Valcárcel, los feminismos, pero también otros movimientos sociales democráticos, siempre impulsan una práctica política de subversión de los valores dominantes que ahora constriñen. Las alianzas históricas entre personas trans y trabajadoras del sexo, o aquellas entre lesbianas, maricas y prostitutas, aparte de ilustrar lo anterior, también nos recuerdan ciertas lealtades que aún deben formar parte de nuestras agendas.
En definitiva, por todo lo esgrimido, no podemos ser complacientes con aquellas políticas que presumen a las trabajadoras del sexo como un “no-sujeto”, que niegan su capacidad para tomar las riendas de su vida. Claro está que todo se complica con la enorme estigmatización y exclusión que sufren en sus propias carnes, pero es igualmente cierto que la situación empeora si ahondamos en dichos procesos por un error de posición política. Pocas veces la historia nos engaña y hay pruebas suficientes de que su empoderamiento político no solo es deseable sino posible. Las políticas hegemónicas deben perder el apoyo que ahora mismo reciben por parte de sectores que pretenden la transformación social. La violencia contra todas las mujeres es disputada con éxito desde el momento en el que desechamos una victimización que impide cualquier maniobra de cambio. Con todo, se trata de otro reto más que, aunque no se presente ni como sencillo ni como imposible, se espera que cuente con algunas herramientas y clarificaciones más procedentes de este comprometido alegato.
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Osakidetza ha operado de cambio de sexo a 39 vascos desde el año pasado

Ares y Sarai cuentan experiencias dispares sobre cómo vivieron con unos genitales con los que no se identificaban y cómo es ahora su día a día

Ares y Sarai, la primera persona que fue operada en Osakidetza para la reasignación de sexo, fue un 8 de diciembre de 2009

Ares y Sarai, la primera persona que fue operada en Osakidetza para la reasignación de sexo, fue un 8 de diciembre de 2009. / Fernando Gómez

Desde el año 2009 está en marcha la Unidad de Identidad de Género de Osakidetza en el Hospital de Cruces. Un equipo multidisciplinar que agrupa a psiquiatras, endocrinos y cirujanos se encarga de que personas como Ares o Sarai consigan ser ellas mismas con una reasignación de sexo. Y no son las únicas. Entre el año pasado y lo que va de este, 39 vascos se han sometido a una operación de cambio de sexo. Durante los últimos 22 meses, son datos oficiales del consejero vasco de Salud, Jon Darpón, en respuesta a una pregunta parlamentaria del PSE, se ha operado a 25 personas de Bizkaia, a nueve de Gipuzkoa y a cinco de Álava.

Todos buscaban una reasignación de sexo, que sus genitales se adaptaran a su verdadera identidad personal después de un largo proceso médico y psicológico de por medio. Deberán seguir pasando de por vida por esta unidad para distintos controles sanitarios, para la dilatación de la vulva o para seguir con la hormonación que necesitan para mantener sus cambios.

La primera persona en ser operada por este servicio fue Sarai, una bilbaína de 37 años, un 8 de diciembre de 2009. Repite eso que cuesta tanto entender como explicar. «Es que por mucho que el médico dijera que era un chico en el momento de nacer, yo me sentía chica en todo momento. Siempre he sido Sarai por mucho que llevara otro nombre. Lo malo es que he tenido que ocultar a Sarai y por tanto a mí misma durante 30 años. Todo eso supuso fracaso escolar, la autoestima por los suelos, una gran infelicidad que todavía no sé cómo pude soportar durante tantos años. Llega un punto en el que te planteas que, o revientas o que así no merece la pena vivir. A mí me pasó». En estos momentos Sarai no tiene pareja, pero lo que lamenta es no haberse atrevido a tomar antes la decisión de ser ella misma.

Cambiar de sexo, más bien cambiar de genitales, no solo acarrea enfrentarse al entorno, a la familia y a la sociedad con un físico diferente. Obliga a intervenciones quirúrgicas, a tratamientos hormonales, a prótesis, a visitas al médico y al psiquiatra. Por eso, el equipo multidisciplinar de Osakidetza cuenta con un protocolo fijado que incluye diferentes especialidades, desde el médico de cabecera que debe ser el primer punto de encuentro al psiquiatra, que evalúa la situación emocional de la persona para llegar después al endocrino y por fin al cirujano. Además, existe una asistencia personalizada para cualquier problema que pueda surgir a través de Berdindu. Esta oficina, que depende del Gobierno vasco, ha prestado 120 atenciones durante este año, menos que el año pasado, que sumaron hasta 400.

Ares es responsable de este servicio de atención a gays, lesbianas y transexuales, y explica que cada vez llegan niños más pequeños a la oficina. «Los padres quieren lo mejor para sus hijos, se preocupan y quieren saber qué les ocurre. Hay más información y eso se nota».

A los niños no se les opera. Lo habitual es que se les aconseje esperar, aunque sí realizar un cambio progresivo en su forma de vestir, que se les deje jugar a lo que quieran y, sobre todo, matiza Ares, «tratarles como a él o como a ella, no dejar que se invisibilicen y reconocer que son así y no de otra manera».

Ares lo sabe bien. Porque nació chica oficial hace 43 años, aunque ahora lleva una prótesis y tiene que hormonarse el resto de su vida. Pero sobre todo, sabe lo que es el rechazo y los insultos en el patio del colegio, en el barrio, que no le dejaran jugar al fútbol, ni apartarse de su papel de niña. «Decimos que el médico se equivoca porque por lo único que se decide qué es una persona es chico o chica es por sus genitales. Y ni una vulva hace a una mujer ni un pene a un hombre».

«Luchas contra ti mismo»

Eran épocas en las que a las personas transexuales se les llamaba travestis, acepción despectiva e insultante, pero sobre todo poco acertada ya que el termino es el de un hombre que se viste de mujer. Eran años en los que era mejor ser invisible. Como le ocurrió a Sarai, el fracaso escolar fue la tónica de la vida académica de Ares y su permanente encierro en casa el reflejo de que no quería que nadie le viera. «Luchas contra ti mismo, sufres, sufres mucho, odias tus genitales, les das incluso excesiva importancia, más que cualquier otra persona. Nos hemos escondido hasta la saciedad. Había veces que no podía seguir adelante».

Un día decidió coger toda esta mochila de dolor, buscó información, encontró a un sexólogo y sobre todo a un endocrino, el mismo que le trataba un problema que tenía en la tiroides y que comenzó a ocuparse de él. Le llevó a Málaga, donde se hacían operaciones privadas. Estudió sexología y ahora pretende ayudar en el camino a quienes tienen un problema como el suyo y para los que no quiere el mismo sufrimiento que padeció. Porque si hay un dato que puede aportar desde su experiencia como asesor y desde Berdindu, es que nadie que ha comenzado esta ruta hacia la reasignación de sexo la ha abandonado por miedo sanitario o social.

Por eso va a los colegios que se lo solicitan, «antes nos hubieran apedreado», y contesta a preguntas como «¿me voy a ver enseguida como mujer?». Otra diferencia es que cuando se abrió el servicio Berdindu, mucha gente buscaba acompañamiento de personas con las que tenía una historia en común porque era difícil encontrar hueco en otros espacios sociales. «Ahora lo que quieren es asesorarse. Sus amigos los buscan ellos».

«Ni suelo contarlo, ni tampoco me importa hacerlo»

Nahia

Nahia

Nahia tiene 21 años, es de Donostia y estudia Interpretación en Madrid, donde se ha adaptado perfectamente. No sabe cuándo se dio cuenta de que, una vez más, el médico se había equivocado al decir a sus padres que era un chaval. Lo que siempre supo es que sus sentimientos y su sensibilidad se asemejaban a los de las mujeres, que el mundo varonil no le atraía.

Tamborrero chico de su ikastola, jugaba siempre con las niñas y con las Barbies. Cuando tenía cinco años se disfrazaba de princesa como sus amigas, le encantaba jugar a ponerse pelucas y maquillajes. Las chicas de la gela la trataron como a una más.

Naia se siente «muy agradecida» hacia su familia, a cómo aceptaron su situación y cómo le prestaron su ayuda. También a la actitud de sus compañeros de ikastola, que no le dieron de lado cuando comenzó a cambiar de imagen a los 13 años.

¿Ha confiado a sus nuevos amigos su condición de transexual? «Ni lo suelo contar ni tampoco me importa contarlo. No creo que haya mayor necesidad de hacerlo, pero si hay que hablar se habla, porque si evitas un tema es porque le das mayor importancia que la que tiene». Nahia no tiene pareja, sus amores, hasta ahora, han durado más bien poco, pero es consciente de que hay chicos a los que les gusta «mucho» y a otros… «Mejor ni recordar la reacción espantosa de un chico, todavía es muy reciente».