¿Por qué hay tantos homosexuales sin hogar en EE.UU.?

Las estadísticas revelan que gran parte de las personas sin techo en Estados Unidos se definen como gays, lesbianas, homosexuales o transexuales.

Son más del 40% del total, según el Williams Institute de la Universidad de California, y muchas veces se ven forzados a vivir en la calle a causa del rechazo que genera en sus familias su proceso de definición de una identidad de género.

Las creencias religiosas más conservadoras también representan un papel de peso a la hora de expulsar a jóvenes y adolescentes del hogar, dicen los trabajadores sociales.

La BBC viajó a conocer la historia de Emani Love, alojada en un refugio de la organización de caridad Ruth Ellis de Detroit. Véala en este video.

Producido por Sune Engel Rasmussen, como parte de la serie “Altered States”, de BBC News.

El Supremo de EEUU reconoce los derechos de los casados gays

Celebraciones en Washington. | Foto: Afp

Nueve años después de las primeras bodas gays en Estados Unidos, el Tribunal Supremo reconoce este miércoles los derechos en todo el país de las parejas casadas de mismo sexo. El tribunal declaró inconstitucional la ley de Clinton que definió en 1996 el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. El Supremo también volvió a legalizar el matrimonio gay en California.

Cientos de personas hicieron cola desde la mañana del martes para entrar de público o para esperar a las puertas del Supremo. Por todo el país se preparan fiestas de celebración desde hace semanas.

Las bodas de parejas homosexuales son legales en 12 estados (13 si se cuenta ahora California), la ciudad de Washington y varias tribus indias-americanas. El primer estado en legalizar el matrimonio gay fue Massachusetts en mayo de 2004.

Pero hasta ahora estas parejas tenían menos derechos que el resto por la ley que aprobó Bill Clinton en 1996 llamada Defense of Marriage Act (DOMA), que define el matrimonio sólo como la unión entre un hombre y una mujer y que supone que las parejas gays carezcan de un millar de derechos federales, por ejemplo el de herencia, pensión o residencia. La Administración Obama y también Bill y Hillary Clinton han repudiado ahora esa ley.

El Supremo responde en este caso a la demanda presentada por Edith Windsor, una viuda de 83 años que tuvo que pagar más de 360.000 dólares (unos 276.000 euros) por recibir una casa heredada de su esposa y pareja de 40 años porque el Gobierno federal no reconocía su boda. La decisión, tomada por cinco votos a cuatro, supone reconocer un millar de derechos de herencia, residencia, pensión o sanidad en todo el país que las parejas gays legalmente casadas no tenían hasta ahora. El Supremo dice que tratar a personas como “matrimonios menos respetados” viola el derecho a “los principios de protección igual” ante la ley reconocidos en la Quinta Enmienda de la Constitución.

La decisión del alto tribunal también afecta directamente a la querella contra DOMA presentada por una española casada con una estadounidense en Nueva York, Mar Verdugo. Su denuncia ante un tribunal de Nueva York es la primera reclamación de los derechos migratorios de los gays. Según la decisión del Supremo, ahora Verdugo podrá pedir la residencia en el país como cualquier otra persona casada con un ciudadano estadounidense.

Verdugo y su mujer, Heather Morgan, no pudieron viajar a Washington, pero siguieron la noticia juntas desde la oficina de la española. “Hemos recibido la noticia cogidas de la mano y con los nervios a flor de piel, pero cuando hemos leído ‘DOMA es inconstitucional’ nos hemos abrazado y llorado, gritando ‘¡lo hemos conseguido!”, explica Verdugo a ELMUNDO.es.

El Supremo, además, decidió, también por cinco votos a cuatro, que no es válida la prohibición del matrimonio gay en California aprobada en las urnas en noviembre de 2008. El Tribunal no se pronunció sobre el derecho de otros estados a prohibir esta unión.

La mayoría del país ha cambiado de opinión sobre el matrimonio gay. Ahora lo apoya el 53% y lo rechaza el 45%, según la encuesta de Gallup de este mayo. En 1996, cuando se aprobó la ley de Clinton, sólo estaba a favor el 27% de la población.

El presidente Barack Obama está entre quienes han cambiado de opinión. El año pasado anunció por primera vez su apoyo al matrimonio gay. Este miércoles dijo alegrarse de que el Supremo haya “arreglado algo que estaba mal”. “A nuestro país le va mejor gracias a ello… Cuando todos los americanos son tratados por igual, sin importar quiénes son o a quién aman, todos somos más libres”, aseguró en un comunicado.

El presidente ya ha pedido al fiscal general que revise todas las legislaciones afectadas por DOMA para otorgar los derechos federales que no se reconocían hasta ahora a las parejas gays casadas. En cualquier caso, Obama recuerda que el tema sigue siendo “sensible” y que la decisión afecta sólo a las bodas civiles. “Cómo definan y consagren el matrimonio las instituciones religiosas depende de ellas. Nada en esta decisión, que se aplica sólo al matrimonio civil, cambia eso”, dijo.

El mejor día de Edith Windsor

Demandó al Estado tras la muerte de su pareja

Edith Windsor abraza a una simpatizante tras el veredicto del Supremo. | Reuters

El Supremo no habría reconocido los derechos de los cónyuges homosexuales de EEUU si no fuera por Edith Windsor, cuyo empeño inició hace cuatro años el proceso que ha llevado a los jueces a derogar este miércoles la ley que definía el matrimonio como una unión entre un hombre y una mujer.

El detonante fue una carta que Edith recibió unos días después de la muerte de su esposa Thea Spyer en 2009. El fisco le reclamaba unos 300.000 euros en impuestos por las dos propiedades que tenían en común: un chalé en los Hamptons y un apartamento en el Village neoyorquino. “Si Thea fuera Theo, no habría tenido que pagar esa cifra”, dijo entonces. “Es una injusticia terrible y un error que es necesario corregir”.

Así fue como Edith (83 años) presentó la denuncia que ha llevado al Supremo a reconocer los derechos de los cónyuges homosexuales estadounidenses, que a partir de ahora recibirán el mismo trato que los heterosexuales en cuestiones de impuestos, herencias, pensiones o inmigración. No fue un camino fácil para la lesbiana neoyorquina, que emprendió su lucha en solitario al rechazar el caso una organización a favor de los derechos de los homosexuales de la ciudad.

“¡Vámonos a Stonewall a celebrarlo!”, dijo Edith este miércoles al conocer la noticia en referencia al histórico bar del Village neoyorquino donde estallaron los disturbios que fueron el preludio de la revolución homosexual. La acompañaban su abogada Roberta Kaplan y el collar de perlas que lució el día de su boda en un hotel junto al aeropuerto de Toronto en el verano de 2007.

Entonces el matrimonio no era legal en Nueva York y Edith se llevó a su prometida a Canadá para sellar su unión antes de que fuera demasiado tarde. Thea sufría esclerosis múltiple desde 1977 y sus médicos decían que estaba a punto de morir. Hasta entonces ambas habían albergado la esperanza de poder casarse en Nueva York, en cuyas calles se habían conocido y en cuyo registro de parejas de hecho se habían apuntado en 1993.

Un gran amor

Edith nació en la ciudad unos días antes del desplome bursátil de 1929. Thea era la hija de unos judíos holandeses que habían llegado a Nueva York huyendo de la II Guerra Mundial. Ambas se conocieron a principios de los años 60 en el restaurante Portofino y se prometieron junto una playa de los Hamptons en 1967. No hubo anillo de pedida sino un discreto broche de diamantes que Thea le entregó con la rodilla en tierra en un aparcamiento. Edith enseguida dijo que sí.

Durante décadas aquel broche fue un código secreto para evitar preguntas incómodas en el trabajo. Edith tenía un puesto importante en la firma informática IBM y Thea temía que su opción sexual fuera un obstáculo para su carrera. “En aquellos días era imposible ser abiertamente homosexual”, recordaba Edith hace unos meses durante una entrevista con la radio pública NPR.

El diagnóstico de la esclerosis múltiple de Thea fue un mazazo para la pareja pero no trastocó la relación. Edith dejó su trabajo para cuidar de su prometida, cuyo deterioro fue avanzando hasta su fallecimiento hace cuatro años. Edith aún recuerda el día en que decidieron casarse. Acababan de decirles que a Thea le quedaba un año de vida y ella le preguntó a Edith si aún quería ser su esposa. Así fue como volaron a Toronto con dos padrinos y cuatro madrinas y contrajeron matrimonio en el salón de un hotel.

“El matrimonio es una cosa mágica”, decía Edith recientemente al recordar lo que sintió el día de su boda. “No me refiero a los asuntos de dinero sino al matrimonio. Simboliza un compromiso y un amor como ningún otro en el mundo”. Thea falleció a los 21 meses y Edith sufrió un infarto unos días después. Los médicos lo atribuyeron al impacto emocional por la pérdida de su esposa, cuya imagen aún preside el salón del apartamento que ambas compartieron durante décadas en Nueva York.

Allí fue donde Edith recibió la noticia este miércoles y donde descolgó el teléfono para conversar con el presidente Obama, que le dio la enhorabuena desde el Air Force One. Unos minutos después, Windsor explicó sus sentimientos durante un encuentro con los periodistas: “Los niños que nazcan hoy crecerán en un mundo sin una ley discriminatoria y aquellos niños que son gays serán libres para crecer y amar y contraer matrimonio. Si tenía que sobrevivir a Thea, ¡qué forma más gloriosa de hacerlo!”. En la solapa derecha de su chaqueta negra brillaba el broche de diamantes que selló su compromiso hace medio siglo.

Jane Addams, la luchadora de la visibilidad lésbica que ganó el Nobel de la paz

Jane Addams (1860) fue la mayor de ocho hermanos, primogénita de una familia conservadora del Estado de Illinois, que tuvo claro desde muy temprana edad que su lugar era la academia universitaria y la reflexión científica.Tras lograr que su familia aceptara que estudiara en launiversidad, Jane Addams comenzaría su carrera como médico. Ésta, sin embargo, se vería interrumpida por una enfermedad congénita en la columna vertebral que la obligaría a estar en cama durante largos meses de convalecencia y que haría su vida, en algunos momentos, dramática. En ese mismo periodo de juventud sufre una profunda depresión como resultado de su delicado estado de salud y como consecuencia de la muerte de su padre y del terrible sentimiento de culpabilidad que le provoca el enfrentamiento entre ambos. Probablemente los dos acontecimientos estarían unidos. Viajó durante meses por Europa y, siguiendo sus propios deseos y desafiando las convenciones de la época, rechaza la vida doméstica y familiar en pro de una vida pública intelectual que pondría al servicio de los demás.

Es en este viaje por Europa cuando Jane descubre la Toynbee Hallde Londres,  un centro para personas desfavorecidas que encendería su interés por el trabajo social. Decide, junto a Ellen Starr, abrir por tanto un centro de las mismas características en Chicago, a la que llamarían Hull-House. La idea era establecerse en los distritos industriales de la ciudad y proporcionar cobertura en diversas áreas a la clase trabajadora de Chicago, que carecía de las garantías sociales mínimas: clases para niños y también para adultos, atención sanitaria gratuita para enfermos, una cocina pública, diferentes servicios culturales como una biblioteca, teatro y cine gratis y diversas labores asistenciales hicieron de Hull-House un icono de la cultura social de EE.UU. y un proyecto pionero del trabajo social aplicado.

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Jane Addams

Socióloga, reformista, feminista y escritora, a Jane Addams puede considerársela la madre delTrabajo Social aplicado y una mujer profundamente intelectual. Muy ligada a la Escuela de Chicago y a la institucionalización de la sociología como ciencia, las investigaciones y los avances que la estadounidense impulsó desde su reflexión y su labor asistenciales han sido fundamentales para el desarrollo de la academia occidental y también para el desarrollo legislativo de los Estados Unidos en materia de asistencia e inclusión social. Su contribución mediante una militancia directa y las diversas y numerosas publicaciones que hizo en el campo la relacionan estrechamente con elmovimiento sufragista de los años 20 y la convierten en una figura pública más que relevante. Fue una mujer muy comprometida con los desequilibrios de su tiempo y luchó durante su vida por losderechos de los sectores menos favorecidos, presionando a los sucesivos gobiernos a favor de reformas legislativas por los derechos de la clase trabajadora, la mujer y los niños.

En este sentido, también su vida personal, que llevo con naturalidad y dignidad, primero junto a Ellen Starr, después junto a Mary Rozet Smith durante los más de treinta años que duró su relación y que ellas definieron como matrimonio, fueron armas contra la injusticia y  la invisibilidad de las minorías sexuales o sociales. El papel de Addams por la normalización del lesbianismo en un tiempo no demasiado propicio para ello ha sido uno de los jaques más relevantes a la cultura heteronormativa por parte de un personaje femenino. Su profunda contribución a la sociedad en general provoca que los detalles de su vida personal queden en cierto modo en segundo plano, pero no por ello la hacen menos valorable, sino todo lo contrario. Su particular historia enriquece de forma muy loable lahistoria del lesbianismo social y cultural.

Jane Addams fue la primera mujer que ocupó la presidencia de la Conferencia Nacional de Asistencia Social, la primera mujer en recibir el título honorario de la Universidad de Yale, la primera presidenta del Congreso Nacional de Organizaciones Benéficas, la primera presidenta del Comité Administrativo de Escuelas y presidenta del Congreso Internacional de Mujeres de La Haya y miembro de la prestigiosa Escuela de Chicago, precursora de la sociología académica, entre otros cargos. Como podemos observar, Jane Addams  fue una mujer excepcional. En 1931 recibió el Nobel de la Paz, consagrándose como la segunda mujer en la historia que recibía dicho galardón.

Un asesinato homófobo sobrecoge a la cuna de los derechos homosexuales en Nueva York

Un varón homosexual ha sido asesinado este fin de semana un hombre que le disparó recriminándole su homosexualidad, según la Policía, en Greenwich Village, Nueva York, la cuna del movimiento por los derechos homosexuales en Estados Unidos.

Mark Carson, de 32 años, fue disparado mortalmente en Greenwich Village este viernes en lo que la Policía ha calificado como un “crimen de odio”.

Este asesinato también ha sido identificado como una reacción frente a los recientes avances de las leyes del matrimonio homosexual en diversos estados de Estados Unidos.

Con éste son ya veintidós los asesinatos homófobos en lo que va de 2013, sólo en Nueva York, nueve más que en 2012 a estas alturas de año, según ha explicado el Comisario de la Policía de Nueva York Raymond Kelly.

“Es evidente que la víctima ha sido asesinada única y exclusivamente por el hecho de ser homosexual“, ha explicado Kelly a los periodistas este domingo. “No nos cabe duda de ello. Hubo comentarios despectivos al respecto. La víctima no había hecho nada para instigar al autor del crimen. El único motivo es que éste consideró que era gay”.

El sospechoso identificado, un varón de 33 años, ha sido arrestado con cargos por asesinato de segundo grado por un crimen de odio, poco después de los disparos. Está retenido sin fianza y dos de sus compañeros están cooperando con la Policía.

El aumento de violencia homófoba asusta a la comunidad

“No puedo creer que algo así haya ocurrido en esta localidad”, ha declarado una de las trabajadoras del establecimiento.

Respecto al aumento de este tipo de crímenes, el comisario de Policía ha declarado que “suelen registrarse menos ataques homófobos de los que se producen en realidad, de modo que los datos están sesgados”.

Los habitantes de la Greenwich Village aseguran que les asusta y les preocupa que el aumento de la violencia pueda estar causado por el avance de las leyes.

“Hasta que libremos a nuestra sociedad de la discriminación que nos muestra como seres infrahumanos, nunca estaremos verdaderamente seguros. Ni siquiera en una de las ciudades con mayor aceptación, como Nueva York”, ha sentenciado en un comunicado Wilson Cruz, portavoz del Grupo de Gays y Lesbianas Contra la Difamación.

Punto clave de los derechos homosexuales

La posada Stonewall, en el barrio de Manhattan, ha sido durante décadas un lugar destacado del encuentro homosexual, desde que en 1969 los propietarios del bar se enfrentaran a la Policía resisitiéndose a una redada.

Este domingo, en memoria de Carson, se ha kevantado un santuario en el punto en el que fue asesinado en la Sexta Avenida, donde se han depositado tarjetas, flores y velas.

“Se supone que esta debe ser la capital de un mundo en el que ser gay no sea un problema“, ha declarado Josh Steinman, uno de los asistentes al memorial.

El Proyecto Anti-Violencia ha organizado una marcha y una vigilia en la escena del crimen para este lunes.

Una niña de 10 años se ha suicidado en Estados Unidos tras ser acosada durante años

Ashlynn Conner, una niña de 10 años de Illinois, ha sido hallada muerta por su hermana de 14 años tras ser acosada durante años por tener un comportamiento socialmente masculino. Conner se suicidó colgándose dentro de un armario de la vivienda en la que vivía. La abuela de la joven ha expresado que el acoso se intensificó tras cortarse el pelo muy corto y comenzar a jugar en la liga de fútbol juvenil.

Ashlynn Conner, una niña de 10 años de la región estadounidense de Ridge Farm, en Illinois, se suicidó el pasado viernes 11 de noviembre tras el acoso que ha sufrido durante años por tener unos gustos considerados por la sociedad como masculinos.

La prensa norteamericana, que ha entrevistado a miembros de la familia de la niña, ha denunciado públicamente que la joven llevaba soportando desde una edad muy temprana numerosos insultos y burlas por su afición a los deportes o por su comportamiento masculino.

La madre de Ashlynn, Stacy Conner, ha dado a conocer que un día antes de que la niña llevase a cabo su suicidio, la joven intentó convencer a sus padres de la posibilidad de dejar de asistir al colegio, recibiendo clases en su domicilio, tras quejarse por las burlas que había sufrido durante dicho día (“marimacho” y “machona”, entre otras).

Lory Hackney, la abuela de la niña, ha expresado que Ashlynn comenzó a ser acosada a los 7 años, momento en el que decidió, dada su afición a los deportes, comenzar a jugar en la liga de fútbol juvenil de la región, además de cortarse el pelo muy corto, dos aspectos que conllevaron numerosos insultos y burlas que años después han provocado su muerte.

El cuerpo sin vida de la joven fue hallado por su hermana de 14 años, Michaila Baldwin, quien tras no ver durante horas a Ashlynn y notar que no respondía a lo que se le preguntaba, comenzó a buscarla por la casa, hallándola sin vida colgada dentro de un armario de la vivienda.

Pat Hartshorn, el sheriff de la localidad estadounidense, ha expresado a la prensa que pese al acoso que sufrió la joven aún no se han encontrado motivos suficientes que estén penados por las leyes de la región para acusar a sus acosadores por incitar al suicidio a la misma.

 

Un comité del Senado de EEUU aboga por reconocer los matrimonios homosexuales

Manifestación a favor de la homosexualidad en Washington

Manifestación a favor de la homosexualidad en Washington. | Reuters

El Comité Judicial del Senado de Estados Unidos abogó este jueves por el reconocimiento de los matrimonios homosexuales al proponer la derogación de una ley federal de 1996 que define el matrimonio estrictamente como la unión entre hombre y mujer.

Esta iniciativa, planteada en una propuesta de ley promovida por la senadora demócrata Dianne Feinstein, deberá ser sometida a votación en el pleno del Senado, aunque tiene escasas posibilidades de prosperar ya que cuenta sólo con el apoyo de 31 de los 100 senadores, todos demócratas.

En la Cámara de Representantes la medida tiene el respaldo de 133 legisladores, de un total de 435.

Pero incluso si esta iniciativa aprobada hoy en el Comité llegara a prosperar ello no supondría obligación alguna en ningún estado o localidad, ya que actualmente 37 de los 50 estados de EEUU cuentan con leyes propias en defensa del matrimonio tradicional.

La Ley de Defensa del Matrimonio de 1996 fue promulgada hace quince años en EEUU, cuando las parejas homosexuales aún no tenían derecho a contraer matrimonio en ninguna parte del mundo, y deniega el reconocimiento del Gobierno federal a este tipo de uniones.

Ahora, los legisladores demócratas, que controlan el Senado, promueven el reconocimiento de las uniones homosexuales, si bien muchos reconocen que la medida no tiene los votos suficientes en el pleno de esta cámara y mucho menos en la Cámara de Representantes, bajo control del Partido Republicano.

El presidente del Comité, el demócrata Patrick Leahy, considera que el Congreso aún está a tiempo de “corregir una injusticia”. Aunque Leahy votó a favor de la citada ley en 1996 para proteger los derechos de los estados federados, ahora asegura que dicha norma discrimina y crea familias “de segunda clase”.

Los republicanos, en contra

Pero el senador Charles Grassley, el republicano de mayor rango en el Comité, replicó que el matrimonio “tradicional” entre un hombre y una mujer ha sido la base de la sociedad durante siglos y es necesariodefender “esta sagrada institución”.

Los demócratas se oponen a la ley de 1996 porque, aseguran, ha tenido un impacto negativo en las parejas homosexuales, que no tienen derecho a beneficios federales como la declaración conjunta de impuestos, el Seguro Social y la protección del cobro de impuestos al patrimonio tras el deceso de su pareja.

El voto de hoy representa un verdadero progreso hacia el repudio de una mal llamada Ley de Defensa del Matrimonio, que es radicalmente injusta”, dijo en un comunicado Evan Wolfson, fundador y presidente del grupo “Libertad para Casarse”.

En febrero pasado, la Administración del presidente Barack Obama anunció que no defendería la ley de 1996, lo que ha dado alas a grupos conservadores que quieren evitar su reelección en los comicios de noviembre de 2012.

Actualmente la administración de la capital estadounidense y las de los estados de Connecticut, Iowa, Vermont, Massachusetts, Maine y Nuevo Hampshire han adoptado leyes que reconocen los matrimonios homosexuales.

El matrimonio gay ya es imparable

Tras la aprobación de las bodas homosexuales en Nueva York, la batalla en EE UU se da por el reconocimiento federal – Derogar una norma de 1996 implicaría una legalización nacional de facto

Connie Kopelov (sentada) y Phyllis Siegel (a su espalda) tras casarse

Connie Kopelov (sentada) y Phyllis Siegel (a su espalda) tras casarse. / J. DECROW (AP)

El del matrimonio gay es un objetivo que, hoy por hoy, parece más alcanzable que nunca en Estados Unidos. Desde que en 2004 se legalizaran las uniones entre personas del mismo sexo en Massachusetts, un total de seis Estados y el Distrito de Columbia, capital federal, han seguido el mismo camino, bien a través de decisiones judiciales, bien por trámites legislativos. Pese a las fuertes resistencias, la ola se extiende con vistas a conseguir el reconocimiento de estos matrimonios a escala federal, que permitiría a las parejas homosexuales casarse en los Estados que lo permiten y residir como matrimonio en cualquier lugar de EE UU.

En total, el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal en una zona que abarca a 35,5 millones de habitantes. Pero ¿lo es del todo? Aún carecen de algunos beneficios de los que sí disfrutan los homosexuales en España, por ejemplo, donde desde 2005 estas parejas están completamente equiparadas con las heterosexuales que se casan, incluida la posibilidad de adoptar conjuntamente. En EE UU, una ley aprobada por los republicanos en 1996 deniega a esas licencias matrimoniales validez federal.

Barack Obama quiere verla derogada. Los grupos ultraconservadores, por el contrario, quieren una reforma de la Constitución que determine que la unión matrimonial solo puede serlo entre hombres y mujeres. Algo similar a lo que sucede en España, donde el PP tiene recurrida la ley de matrimonio homosexual hace ya casi seis años ante el Tribunal Constitucional. Entonces promovía una ley de uniones civiles para los gais y lesbianas que reservara la denominación de matrimonio a los heterosexuales.

Desde el domingo, el matrimonio gay es legal en Nueva York, que con 19,3 millones de habitantes es el tercer Estado más poblado del país. Ahora ya es legal allí y en Iowa, Massachusetts, Connecticut, Vermont, New Hampshire y la capital federal. Solo es válido, sin embargo, ante las respectivas autoridades regionales, y no ante el Gobierno central. Es así debido a la citada ley de los republicanos de 1996, llamada significativamente Defensa del Matrimonio y ratificada entonces por Bill Clinton. En aquella época, Hawai había comenzado los trámites (infructuosos) para aprobar las uniones de gais, y el Congreso nacional actuó con rapidez, ya que en EE UU la Constitución no define el matrimonio como una unión heterosexual. En España la situación es parecida. La Constitución define el derecho a casarse de hombres y mujeres, pero no dice que tengan que hacerlo entre sí.

En la Cámara de Representantes había entonces tres legisladores abiertamente gais (Barney Frank y Gerry Studds, demócratas, y Steve Gunderson, republicano) que calificaron la ley de agresión frontal contra los homosexuales. Ante ellos, el autor de la norma, el republicano ultraconservador Bob Barr denunció, en una recordada comparecencia, los “vientos del hedonismo, las llamas del narcisismo, el fuego de la moralidad autocomplaciente que están mermando los cimientos de la sociedad”. “América no será el primer país del mundo que lance el concepto de matrimonio por la ventana”, dijo.

Según Joe Solmonese, presidente de Human Rights Campaign, el mayor lobby gay del país: “Esa ley impide hoy en día que unos 1.100 derechos, beneficios y responsabilidades matrimoniales a nivel federal se apliquen sobre parejas homosexuales legalmente casadas. Entre ellos se incluyen los beneficios de la Seguridad Social para viudedad, los seguros sanitarios para cónyuges de funcionarios federales, la protección para que los cónyuges no pierdan sus hogares en caso de emergencias médicas graves, el derecho a solicitar visados de inmigrante para cónyuges extranjeros, las garantías para bajas médicas a parejas y la capacidad de tramitar declaraciones de la renta de forma conjunta, entre muchos otros”.

Solo ahora, algunos políticos han comenzado a exigir que se derogue la ley. La primera en hacerlo de forma pública, la semana pasada, fue Dianne Feinstein, una veterana senadora demócrata de California, que en 1978 estaba presente en el Ayuntamiento de San Francisco cuando un perturbado asesinó al activista gay Harvey Milk. Feinstein se queja ahora de que los matrimonios oficiados en Nueva York o Massachusetts sean legales en España pero no ante el Gobierno federal de EE UU. “Se trata, simple y llanamente, de discriminación, no hay otra forma de decirlo”, dijo la senadora en una conferencia en el National Press Club. “Esta no es una causa que vayamos a abandonar. Si no logramos la derogación este año, lo intentaremos el próximo”.

Al día siguiente, Feinstein presentó el texto de derogación en el Comité de Asuntos Judiciales del Senado. Junto a ella comparecieron algunos homosexuales que relataron la discriminación a la que se hallan sujetos. Ron Wallen, de 77 años, perdió hace unos meses a su pareja, con quien compartió 50 años. El Gobierno le deniega una pensión, a pesar de que ambos se casaron en California en 2008, en el breve espacio de tiempo en que las uniones homosexuales fueron legales allí. Un juzgado ha reconocido la validez de su licencia de matrimonio. Andrew Sorbo, de 64 años, se casó en 2009 en Connecticut con un veterano del Ejército. Su marido murió recientemente, después de 30 años de relación. El Pentágono le ha denegado la pensión militar por viudedad. Aunque en junio de 2008 el Tribunal Supremo de California legalizó las uniones gays, en noviembre del mismo año los votantes decidieron en referéndum prohibirlo. De momento, las licencias que se concedieron mantienen su validez debido a una decisión judicial.

En realidad, políticos de ambos signos se han manifestado a favor de las uniones homosexuales en EE UU. Dick Cheney, vicepresidente bajo el mandato de George W. Bush, ha apoyado en numerosas ocasiones las uniones entre personas del mismo sexo y ha contado que su hija, Mary, es lesbiana y mantiene una relación desde hace años con su novia. Del mismo modo se han significado Laura y Barbara Bush, mujer e hija del expresidente. “Creo que es algo que llegará inevitablemente, es solo cuestión de tiempo”, le dijo la ex primera dama al presentador de CNN Larry King en 2010.

Tienen esos políticos conservadores una visión más progresista, oficialmente, que la del propio Barack Obama. En realidad, el presidente ha cambiado con frecuencia sus opiniones al respecto. En 1996, en la campaña para senador en el Estado de Illinois, respondió en un cuestionario político que estaba totalmente a favor de los matrimonios entre personas del mismo sexo. “Estoy a favor de legalizar los matrimonios homosexuales y combatiría cualquier esfuerzo para ilegalizarlos”, dijo. Esa fortaleza de convicciones se iría atenuando con los años. Al llegar a la Casa Blanca, en 2009, era contrario a los matrimonios, pero apoyaba las uniones civiles.

Desde entonces, el presidente se ha empleado en mostrar una especie de proceso público de calculada indecisión. En una entrevista concedida a la revista gay The Advocate en diciembre, dijo: “Me he enfrentado a la opinión personal de que el matrimonio tradicionalmente tenga unas connotaciones diferentes. Pero tengo muchos amigos, muy cercanos, que son gais y lesbianas, y que tienen parejas”. De ese modo, y a pesar de su oposición pública y su indecisión privada, Obama ha tomado una medida inédita en un presidente en activo: apoyar públicamente la derogación de la ley de Defensa del Matrimonio planteada por la senadora Feinstein. La semana pasada su portavoz dijo que el presidente lo hacía “con orgullo”, en un guiño al movimiento gay. Si la derogación se aprueba, sería una legalización de facto del matrimonio gay nacionalmente.

Antes que en España, país pionero en la equiparación total de las parejas gais y heterosexuales, fue el Estado de Massachusetts (6,5 millones de habitantes) el que aprobó el matrimonio gay por la vía judicial. Aquello despertó las alarmas de los grupos conservadores, que presionaron para que se propusiera en el Congreso una reforma de la Constitución donde dejar por escrito que el matrimonio es la unión exclusiva y excluyente entre un hombre y una mujer. El expresidente Bush, que estaba en campaña electoral, apoyó esa fórmula, que hubiera supuesto la primera reforma constitucional propuesta desde los años setenta. Solo ha habido 17 reformas en más de dos siglos de historia norteamericana.

“La unión de un hombre y una mujer es la institución humana más duradera, honrada y defendida por todas las culturas y todas las fes”, dijo entonces Bush. “La institución del matrimonio no puede desvincularse de sus raíces culturales, religiosas e incluso naturales sin debilitar su buena influencia sobre la sociedad”. Para triunfar, aquella reforma constitucional debía haber obtenido dos tercios de los votos del Congreso y la ratificación de 38 Estados. Se ha votado sobre ella ya en tres ocasiones. En todas ha fracasado.

Hay grupos conservadores que, sin embargo, han decidido hacer de la lucha constitucional su principal batalla. Creen que si el Congreso, con la nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes, aprueba la modificación de la Carta Magna, todos los matrimonios gais aprobados hasta ahora en los diferentes Estados se verán invalidados de golpe. En el Congreso, la semana pasada, el portavoz del grupo ultraconservador Focus on the Family, Thomas Minery, detalló los peligros que entraña, a su parecer, el matrimonio homosexual: mayor número de divorcios y menor monogamia, principalmente.

Tras la estela española

– Desde que España aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2005, otros ocho países han seguido, hasta la fecha, la misma senda: Holanda, Bélgica, Portugal, Suecia, Noruega, Canadá, Sudáfrica y Argentina. Además, estos enlaces están permitidos en siete Estados de EE UU: Iowa, Massachusetts, Connecticut, Vermont, New Hampshire, Nueva York, y también en la capital federal, el distrito de Columbia. También en México DF (el Estado de la capital).

– En muchos de estos países (Holanda, los nórdicos) antes de la plena equiparación había fórmulas intermedias, como leyes estatales de uniones civiles o de parejas de hecho que reconocían en la práctica casi los mismos derechos a dos contrayentes homosexuales que a una pareja heterosexual casada, aunque con excepciones (la más clara era la de poder adoptar conjuntamente).

– La Asociación Internacional de Lesbianas y Gais (ILGA) reconoce que hay otros 14 países en los que la equiparación de las parejas gais y las casadas heterosexuales es casi total: Brasil, Colombia, Israel, Alemania, Austria, Dinamarca, Finlandia, Hungría, Irlanda, Islandia, Liechtenstein, Reino Unido, Suiza y Nueva Zelanda, y otros 10 con una equiparación algo menor (Ecuador, Uruguay, República Checa, Croacia, Francia, Andorra, Eslovenia, Luxemburgo, EE UU y Australia).

– En el extremo opuesto están quienes persiguen las relaciones homosexuales. Son 76 países, con los casos más graves en los territorios donde este tipo de prácticas pueden castigarse con la pena de muerte: Arabia Saudí, Irán, Mauritania, Sudán, Yemen, 12 Estados del norte de Nigeria y zonas del sur de Somalia.

Un empujón a una industria boyante

Habían esperado años. Así que el domingo, cuando se legalizaron los matrimonios de gais y lesbianas en Nueva York, centenares de parejas acudieron a casarse en todos los rincones del Estado, desde la frontera con Canadá y las cataratas del Niágara a los embarcaderos del río Hudson, en Manhattan. Solo en la ciudad de Nueva York, 659 parejas obtuvieron sus licencias y 484 se casaron. De ellas, 107 venían de Estados como Alabama, donde las uniones entre homosexuales no están legalizadas. Nueva York no requiere a los contrayentes que estén empadronados en el Estado para que puedan unirse en matrimonio.

Las primeras en casarse, en Buffalo, ante las famosas cataratas que marcan la frontera con Canadá, fueron Kitty Lambert, de 54 años, y Cheryle Rudd, de 53, que tienen cuatro hijos y 12 nietos. Una bandera multicolor, símbolo del movimiento gay, se proyectó sobre la cascada de agua.

En Manhattan, las primeras fueron Phyllis Siegel, de 77 años, y Connie Kopelov, de 85, que han estado juntas durante 23 años. “Es increíble que haya llegado el momento en que podemos hacer esto como cualquier otra pareja”, dijo Siegel de la mano de su ya esposa, con lágrimas en los ojos.

La clase política celebró el día con los activistas. El gobernador de Nueva York, el demócrata Andrew Cuomo, celebró una fiesta con diversas parejas gais. El alcalde Michael Bloomberg, republicano convertido en independiente, casó a dos colaboradores suyos, ambos varones, que tienen dos hijas, en su residencia oficial. Todos hicieron hincapié en que el movimiento de lucha por los derechos de los gais nació oficialmente en Manhattan, en los disturbios de Stonewall, un pub de Nueva York, el 28 de junio de 1969, fecha desde entonces del Orgullo Gay, Lésbico, Transexual y Bisexual.

Con los derechos llegan, también, las oportunidades de negocio. Nueva York está viviendo un resurgir de su industria de servicios debido a la legalización de esas uniones, tal y como lo hizo California en los cinco meses en que allí fue legal en 2008. Aseguran consultoras como Community Marketing Inc. que el llamado mercado gay mueve, solo en EE UU, unos 43.000 millones de euros al año. Se estima, además, que siete millones de turistas gais visitan la ciudad de Nueva York cada año, donde se dejan unos 11.000 millones de euros.

Hij*s del hombre

Publicado en Página12

Ni todas las embarazadas son mujeres ni todos los espermatozoides que fecundan un óvulo pertenecen a un hombre. Este aserto que invita a fruncir el entrecejo y tal vez a releer en busca de un error es una posibilidad cierta que ya tuvo contundentes imágenes en el caso del estadounidense Thomas Beatie, quien, sin ánimo de revolución, ya ha parido tres hijos acompañado de su esposa Nancy. Milagro de la vida y de la diversidad, expresiones de poderoso deseo que pueden ser tanto leídas como subversiones al sistema de géneros como reacomodamientos conservadores para preservar la familia nuclear. Mientras sea sin violencia…

Scott Moore

Scott Moore parió a su tercera hija en marzo de 2010 acompañado por su pareja Thomas. “Yo no tengo problemas con mis dos papás, los problemas son de los otros”, dijo entonces el mayor de los niños al San Francisco Chronicle.

Por Mauro Cabral

Hace apenas poco más de un año Natalia —la Pepa— Gaitán moría en una calle de Córdoba, asesinada por los disparos del padrastro de su novia. A iniciativa del grupo Las Safinas, la Comisión de Derechos Humanos del Consejo Municipal de Rosario acaba de instituir el 7 de marzo como el Día contra la Lesbofobia. En distintas ciudades del país se han sucedido sentadas, murales, actos, marchas y festivales. Por medio de las listas de correo electrónico y las redes sociales que conectan a grupos y activistas del país y del exterior circularon volantes, fotografías, pintadas callejeras y esténciles; textos de repudio, llamados a la acción, a la justicia, al nunca más, al futuro que sepamos conseguir. Esa circulación fue también la de una incertidumbre, una pregunta que atravesó las distintas maneras del representar. Es cierto, la muerte periférica de Natalia Gaitán es reconocible en los términos, tantas veces coincidentes, de la violencia de género y de la violencia contra las lesbianas. Y, sin embargo, hay algo que persiste, en la forma de una duda o en la forma de una demanda: su innegable masculinidad. ¿Cómo dar cuenta de la violencia que amenaza y, tantas veces, alcanza y destruye a quienes encarnamos expresiones, sexualidades, identidades masculinas habiendo sido asignadas al sexo femenino al nacer? No se trata, claro está, de encontrar el término adecuado para nombrar a la Pepa, sino de reconocer que, cualquiera sean esos términos, impondrán una designación a quien ya no está celebrarla o repudiarla: mujer, lesbiana, torta, chongo. Su asesinato puso fin a su oportunidad de nombrarse, pero la pregunta por la articulación de las masculinidades —femeninas, lésbicas, trans…— permanece, impertérrita. No se detiene ante la muerte. Ni ante la vida.

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Jenson Beatie nació a comienzos de agosto del año 2010. Su orgulloso padre lo presentó al mundo hablando de su cabello castaño y sus ojos azules, de su gran tamaño y su salud estupenda. En julio del año anterior había nacido su hermano Austin y, un año antes, su hermana Susan. Redactar su certificado de nacimiento había puesto en serios aprietos al registro civil de Oregon: ¿cómo registrar legalmente su filiación si habían sido dados a luz por Thomas Beatie, su padre?

Nadie querría mi fama, declaraba Thomas hace casi cuatro años atrás, mientras Susan crecía en su vientre. Esa fama se parece más bien a la infamia. Es la clase de fama que mueve a las personas al desprecio. Al odio. A las amenazas de muerte, provenientes de cada lugar en el mundo donde hay quienes niegan el derecho de un hombre transexual a parir sus propi*s hij*s, llegando a negar la existencia de ese hombre en tanto que hombre, y amenazando, incluso, su derecho a la vida.

Thomas Beatie anunció su embarazo a través de una nota publicada por The Advocate, rápidamente multiplicada y amplificada por cientos de miles de reproducciones, traducciones y comentarios. Era necesario hacerlo público, y en nuestros términos, declaraba Thomas en nombre, también, de su esposa Nancy. Tratar de ocultar un hombre embarazado sería como tratar de ocultar un gorila de 800 libras, dijo en aquellos días, mientras la imagen espectacular de su cuerpo transmasculino embarazado daba varias veces la vuelta al mundo a la velocidad de la luz.

El embarazo de Thomas tuvo lugar en el entrecruzamiento de distintas coyunturas. Afortunadamente, había sido capaz de cambiar legalmente de sexo sin tener que operarse para modificar sus genitales ni anular quirúrgicamente su capacidad reproductiva (severamente disminuida, sin embargo, por el tratamiento hormonal virilizante; tuvo que abandonarlo para que el embarazo fuera posible). Su esposa había sufrido una histerectomía, por lo que la única posibilidad de reproducirse biológicamente pasaba, entonces, por el útero de Thomas. Nueve clínicas especializadas en tecnologías reproductivas rechazaron a la pareja, por lo que la inseminación se realizó de manera casera. La noticia extraordinaria del nacimiento de Susan, recogida por medios periodísticos de casi todas partes y en casi todas las lenguas, fue presentada por Thomas en los términos más ordinarios: “Somos un hombre, una mujer y una niña. Es irónico que seamos tan diferentes, pero aun así, no somos más que una familia, igual a la de cualquiera”.

La gesta de Thomas Beatie fue recibida con ánimo dispar. Algunos grupos y activistas GLTB intentaron, infructuosamente, convencerlo de la necesidad de invisibilizarse a fin de no comprometer la posición del colectivo. Otros aplaudieron. La cuestión alcanzó rápidamente un rango teórico. La filósofa/el filósofo Beatriz “Beto” Preciado afirmó que su amigo Thomas Beatie (en su léxico, un tecnohombre) al dinamitar el binomio de género demostraba que el sexo no existe. La teórica/el teórico cultural Judith —Jack— Halberstam mostró, más bien, una cautela crítica. Después de todo, la familia Beatie venía a demostrar eso que bien sabemos por estos lares: lo importante es la familia, y la familia de sangre. Y así como las palabras e imágenes de Thomas abrieron, a su juicio, la oportunidad para una visibilidad sin precedentes, también trabajaron en contra de cualquier subversión contra el parentesco institucionalizado. Diría Thomas Beatie, aunando en una frase todo el potencial subversivo y conservador de su paternidad: “querer tener hij*s biológic*s no es un deseo femenino o masculino, es un deseo humano”.

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La historia anglosajona de Thomas Beatie tuvo, en su momento, una réplica en nuestra lengua. Rubén Noé Coronado Giménez, un hombre transexual español, anunciaba su embarazo en marzo del 2009 —a su manera, también, un embarazo único. Se trataba del primer hombre trans embarazado de gemelos. Esperanza, la esposa de Rubén, tampoco podía concebir. El marco médico-legal, esta vez, fue diferente. Rubén pudo acceder a la inseminación artificial de un óvulo propio porque aún no había cambiado su sexo registral.

El embarazo de Rubén fue también criticado con dureza desde posiciones políticas diversas, incluyendo posiciones políticas no fundamentalistas, o progresistas moderadas. Por ejemplo, Carlos Martínez Gorriarán, de UPyD (Unión, Progreso y Democracia), escribió un artículo titulado “No me llames tonto que es tontofobia”, en el que desplegaba, precisamente, esa conocida fobia a la dualidad que cada tanto nos azota con su miseria. “Un sujeto así —dijo, y cito textual— sería perfecto para, por ejemplo, presidir un gobierno o un gran banco; estaría inmunizado contra toda crítica imaginable por su condición de antigua mujer y nuevo hombre, de madre y padre a la vez…” Pilar Rahola, ex diputada del ERC (Esquerra Republicana de Catalunya) e identificada como de izquierdas, acosó a Rubén en una entrevista televisada en la que le pronosticó “un lío mental de narices” al fruto de ese “experimento”. El Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid (Cogam) comentó el suceso en términos condenatorios que, al mismo tiempo, vislumbran la raigambre del problema: “… como licenciada en filosofía hispánica y conocida oradora política debería tener un dominio del lenguaje”. Ese dominio es, ni más ni menos, aquello que los embarazos transmasculinos ponen en jaque.

El embarazo de Rubén fue interrumpido por un aborto espontáneo; Esperanza y él anunciaron que pronto volverían a intentarlo.

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Las historias relatadas hasta aquí comparten un par de rasgos comunes que vale la pena destacar. Son, por un lado, historias de amor heterosexual y, por el otro, historias clínicas: en ambas, el embarazo masculino es presentado como consecuencia de la infertilidad femenina. Y si bien las imágenes erotizadas de Thomas Beatie embarazado y la recurrencia de sus partos introducen algo del orden del deseo, el relato oficial sigue subordinando ese deseo al supremo acto de amor de un esposo por su esposa. La introducción de tecnologías reproductivas en ese relato contribuye a silenciar la pregunta por otras economías gestacionales: homosexuales, homogenéricas…

La sexta temporada de The L Word mostraba la relación entre Max Sweeny —el hombre transexual de la serie— y el traductor gay Tom Mater. El embarazo de Max no fue, en este caso, un producto del amor y/o de la necesidad de tener hij*s biológic*s, ni la respuesta a la imposibilidad reproductiva de alguien más. Fue, sencillamente, resultado del sexo entre un hombre transexual y un hombre cisexual. El guión de la serie, de una normatividad voluntariosa, terminó por separar lo que había unido el deseo. Max despierta un día y descubre que el armario de Tom está vacío. Ha desaparecido. Ha huido de las curvas que el embarazo marca en el cuerpo de Max, de las clases preparto donde, horror de horrores, debía introducir un dedo en la vagina de otro hombre (puesto que toda normativa sexual que se precie de tal debe insistir en la distinción orgánica: una cosa es el pene, y el dedo, en fin, es, o debe ser, realmente otra cosa). El armario vacío daba cuenta del agotamiento de una pasión gay impugnada desde un comienzo. Por fortuna existen en el mundo hombres con deseos frondosos y armarios con varios fondos y bien nutridos. En YouTube, los videos posteados por prettyboycameron acerca de su vida con Ethan, su novio trans —incluido el embarazo de Ethan y el nacimiento de la hija de ambos— dan cuenta de ese deseo al que la ficción gay-lésbica apenas se atreve.

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Los embarazos homotrans tienen también versiones homogenéricas. En el año 2000 –sí, el 2000—, Pat Califia publicaba en The Village Voice un artículo titulado “Valores Familiares. Dos padres diferentes: ninguno de nosotros nació varón”. El texto describía la relación entre Pat —a la sazón comenzando su transición— con Matt Rice, su compañero, también trans. Y Blake, el hijo de ambos, parido por Matt. Mucho antes de que Thomas Beatie se convirtiera en el primer hombre trans embarazado, Matt conoció y enfrentó la furia de su comunidad. “Las únicas personas que se molestaron —aclaraba Pat Califia— fueron algunos hombres trans homofóbicos que se identifican como heterosexuales, que empezaron a llamar a Matt por su nombre de chica porque los hombres de verdad no quedan embarazados. Uno de esos fanáticos llegó a decir que para nuestro bebé sería mejor nacer muerto que crecer con dos personas que están confundidas respecto de su género.” El horror fue tal que Matt decidió abandonar el activismo. Sin embargo, Blake nació también en el seno de una comunidad de vecin*s amoros*s y rodeado de esa gente que, según Pat Califia, está dispuesta “a vivir en una sociedad verdaderamente diversa, libre de la tiranía del género y de la proscripción de los placeres”.

En su artículo “La resistencia es fértil” —publicada en noviembre del 2010 por la revista británica Diva—, el artista Del Lagrace Volcano introducía su propia historia: la de un activista queer comprometido con la producción cultural y no con la multiplicación de la especie. Sin embargo, y en el contexto de su relación con su compañero, también llamado Matt, descubrió que una vida queer no tiene por qué ser “el equivalente a no tener hij*s, a vivir en una ciudad o a tener el estilo de vida de l*s jóvenes”. Por el contrario, dice Del, “para mí ser queer es desafiar el statu quo”, incluyendo, claro está, el statu quo reproductivo.

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En abril del año 2008, Thomas Beatie escribía en The Advocate: “La esterilización no es un requisito para la reasignación de sexo, de modo que decidí reconstruir quirúrgicamente mi pecho y tratarme con testosterona, pero conservando mis derechos reproductivos”. Desgraciadamente, la opción de Beatie sólo es posible en algunos lugares del mundo e imposible en muchos otros. La esterilidad continúa siendo un requisito para el cambio legal de sexo en países tan comprometidos con los derechos humanos como… los europeos. Sólo Gran Breñana cuenta con una ley, el Acta de Reconocimiento de Género, del año 2004, que no requiere el requisito de esterilidad, mientras que Hungría y Estonia respetan los derechos reproductivos de las personas trans sin contar con un marco legal específico. Lo que se dice, pequeños oasis en el desierto.

Lo terrible de este cuadro no radica, solamente, en su articulación en instrumentos legales existente, sino su expresión, incomprensible, en documentos que dan cuenta de una imaginación jurídico-normativa diferenciada. Por ejemplo, el texto de la Propuesta de la Campaña Interamericana de los Derechos Sexuales y los Derechos Reproductivos afirma, en su artículo 17, el derecho a la autonomía reproductiva de “todas las personas”, quienes tienen derecho a “tomar decisiones de manera libre y responsable en relación con su reproducción, incluyendo el derecho a decidir si tener o no tener hijos biológicos…”. Y en el artículo siguiente, que trata del derecho a la maternidad segura y responsable, el sujeto de derechos se ve, de pronto, restringido a “las mujeres”. Este paso discursivo que va desde “todas las personas” a “las mujeres” coloca a los hombres trans en posiciones inevitablemente incómodas: o bien no somos hombres ni podemos ser padres (puesto que nuestros derechos reproductivos se conjugan en femenino), o bien nuestros derechos reproductivos no cuentan como tales. Para el agent agitateur Blas R., ampliar la formulación de este artículo hasta alcanzar, nuevamente, a todas las personas, sería “una cuestión simbólica, pero valiosa”.

Algo de este valor comienza a filtrarse en el sistema legal argentino; a lo largo de la última década se sucedieron fallos judiciales que otorgaban el reconocimiento de la identidad de género sólo en virtud del cumplimiento de una serie de requisitos, entre los que estaba, por supuesto, la esterilidad. Los fallos más recientes, sin embargo, comienzan a fundamentarse más en consideraciones de derechos humanos que en ideales normativos de la feminidad y la masculinidad, ideales dotados de una altísima eficacia mutilante. Y es nuestro trabajo lograr que ese mismo valor se traslade a otr*s operador*s jurídic*s, desde aquell*s que hacen cumplir las leyes a aquell*s que las producen.

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La película Children of Men —traducida al castellano como Hijos del hombre— sitúa la acción en un futuro cercano. Es el año 2027, y los seres humanos ya no procrean. La persona más joven del mundo tiene 18 años. En un contexto desolado y violento, la mujer menos pensada está embarazada, y pare a una niña. A diferencia del giro esperanzador —por no decir mesiánico— que adopta la película, yo no titulé a esta nota “Hij*s del hombre” porque creyera que nuestr*s hij*s salvarán al mundo. Tampoco porque crea que la emancipación pasa por las materpaternidades gay-lésbicas, bisexuales o queer. Sí creo, en cambio, que las posibilidades reproductivas de estos y otros hombres trans son justamente eso: una posibilidad. Una posibilidad que se abre y se sostiene, haciéndoles frente a las violencias que azotan sin pausa nuestras masculinidades, y tantas otras. Esa posibilidad puede, un día, ser recuperada para la subversión de género. La misma posibilidad puede, otro día, ser conjugada en los términos del conservadurismo de la diferencia sexual. Así es el mundo.

Lo importante es que late

El Gobierno de EEUU no defenderá más la prohibición del matrimonio homosexual

Eric Holder este 22 de febrero durante el funeral de un agente asesinado en México

Eric Holder este 22 de febrero durante el funeral de un agente asesinado en México. | Efe

El Gobierno de Estados Unidos señaló este miércoles que no defenderá más la constitucionalidad de una ley federal que prohíbe el reconocimiento del matrimonio homosexual, según informa la edición digital de ‘The Washington Post’.

En un comunicado publicado este miércoles, el fiscal general Eric Holder dijo que el presidente Obama ha concluido que la administración no puede defender por más tiempo la ley federal que define el matrimonio como la unión exclusiva entre hombre y mujer.

El Departamento de Justicia ha defendido hasta ahora la Ley de Defensa del Matrimonio en los tribunales.

“Gran parte del panorama legal ha cambiado en los últimos 15 años desde que el Congreso pasó” esta legislación, apuntó el fiscal general. Precisó que la Corte Suprema ha decidido que las leyes que criminalizan las conductas homosexuales son inconstitucionales y por eso el Congreso repeló las políticas militares de ‘Don’t Ask, Don’t Tell’“.

En esta línea, Holder escribió que “el presidente y yo hemos concluido que las clasificaciones basadas en la orientación sexual garantizan mayor control, tal y como se aplica a las parejas del mismo sexo casadas legalmente bajo la ley estatal”,