Los obispos alemanes se plantean bendecir las uniones gays mientras los españoles hablan de “amenaza totalitaria”

“si la Iglesia bendice automóviles y quién sabe cuántas cosas más, no debe negar la bendición a las personas del mismo sexo”, demanda la corriente católica Somos Iglesia

El arzobispo de Granada bendice unas motos.

Bendicen animales, motos, patrullas de la Guardia Civil, barcos, edificios, aviones… Incluso el túnel ferroviario de San Gotardo (Suiza), el más largo y profundo del mundo, recibió agua del hisopo. Pero jamás el amor entre dos personas del mismo sexo. Pese a las puertas abiertas que el papa Francisco parece decidido a imponer, lo cierto es que la prohibición y la condena continúan siendo el pan nuestro de cada día para aquellas uniones igualitarias que, siguiendo su fe, buscan participar, en plano de igualdad, en la Iglesia católica. Sin embargo, el debate parece más que abierto, siempre que se mire fuera de España.

¿Aceptará la Iglesia católica que sus curas bendigan a las parejas homosexuales en sus templos? “¿Quién soy yo para juzgar?”, apuntaba, hace unos meses, Francisco en una entrevista, al ser preguntado sobre el tema. Siguiendo esa tesis, el obispo de Osnabrück (Alemania), Franz-Josef Bode, ha pedido “debatir detenidamente” sobre este asunto.

Se trata de un tema que la Iglesia alemana lleva tratando desde hace años, y que ya es práctica habitual en otras iglesias cristianas, como anglicanos o luteranos, que incluso tienen algún obispo abiertamente homosexual en sus filas, y que han abierto, incluso, el debate sobre las bodas igualitarias.

La Iglesia católica no llega, ni mucho menos, tan lejos. Pero monseñor Bode sí insiste en que “deberíamos debatir detenidamente al respecto”, pues “el silencio y los tabúes no conducen a nada y crean confusión”.

¿Cómo hacerlo? “Se podría, por ejemplo, pensar en una bendición que no debe confundirse con un enlace matrimonial”, agrega el prelado, que apunta que la existencia de parejas del mismo sexo “es una realidad política y social” en todo el mundo, y que la Iglesia debe tener una palabra al respecto.

“Debemos preguntarnos cómo podemos encontrarnos con aquellos que tienen esas relaciones y que también se implican en parte en la Iglesia. ¿Cómo los acompañamos pastoral y litúrgicamente?”, se pregunta el obispo.

Condena al funeral por Zerolo

La opinión de Bode es también compartida por la corriente católica Somos Iglesia, que insiste en que “si la Iglesia bendice automóviles y quién sabe cuántas cosas más, no debe negar la bendición a las personas del mismo sexo”. En Alemania, desde el pasado mes de octubre, las parejas homosexuales alemanas gozan de los mismos derechos que las heterosexuales, incluyendo el matrimonio.

Sin embargo, en el caso de la Iglesia española nada ha cambiado, y cualquier mínimo atisbo de apertura es fulminado. Así le sucedió al conocido padre Ángel García, párroco del templo 24 horas de San Antón en Madrid, cuando ofició un funeral-homenaje al socialista Pedro Zerolo. En una abarrotada iglesia, se rindió homenaje al político socialista, con la participación (como no podía ser de otro modo) de su marido. Las protestas de los grupos ultraconservadores obligaron al cardenal Osoro –quien en público se ha mostrado a favor de la inserción de las parejas gays en la Iglesia– a reconvenir al sacerdote: su celebración había sido motivo de escándalo para muchos.

A vueltas con la “ideología de género”

Nada que ver con el ejemplo del propio Papa, quien hace unos meses bendijo por carta a la familia de un matrimonio homosexual brasileño con motivo del bautizo de sus tres hijos, o la especial relación que Francisco mantiene con el transexual español Diego Neria y su mujer. Más aún: algunos obispos españoles han comenzado una nueva cruzada contra la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación, que consideran “totalitaria”.

Especialmente brutales han sido los comentarios de los obispos andaluces, quienes la semana pasada emitieron un comunicado en el que subraya que la normativa (en este caso, la aplicación efectuada por el Parlamento de Andalucía), “en el fondo, asume todo el entramado lingüístico de la ideología de género, que pretende eliminar los conceptos de varón y mujer”, separando así la identidad de la corporalidad e intentando “deconstruir el cuerpo humano, el matrimonio y la familia”.

Para estos prelados, se trata de una ley que “excede con mucho su objetivo de combatir la discriminación” y consideran que “no es justo que, en nombre del bien común, se imponga una antropología y una determinada visión moral, que es de hecho una amenaza para la vida familiar, la educación y el ejercicio de la medicina”.

Se trata, en su opinión, de una ley que compromete a su juicio la libertad de pensamiento, conciencia, educación y enseñanza, además de la religiosa, cuando su misión debe ser la de “hacer crecer la justicia y no imponer legalmente una determinada idea moral”.

Por la plena diversidad

Con todo, las cosas parece que están cambiando. Así, este verano se celebrará en Dublín, con la asistencia del Papa, el Encuentro Mundial de las Familias. Uno de los obispos responsables del evento, el prelado de Limerick, Brendan Leahy, ha invitado a que “se haga espacio para la plena diversidad de las familias” en la reunión de las familias católicas.

“Estamos viviendo tiempos de cambios y la familia también está cambiando”. Una diversidad, añade, que también tendría que incluir a las familias de padres divorciados y vueltos a casar, sino también a las familias de padres y madres gays. En Irlanda, donde en 2015 se aprobó el matrimonio homosexual, la situación no es diferente a la de España. Pero sí en la Iglesia. No en vano, monseñor Leahy afirma que en el país “hemos tenido el referéndum a favor del matrimonio gay y mucha gente votó en él: todos están igual de bienvenidos a juntarse a esta celebración de la familia”.

“Mi esperanza para el evento de este verano sea para todas las familias”, finalizó el obispo Leahy. “Para las familias tradicionales y monoparentales, para personas en segundas relaciones, personas divorciadas y vueltas a casar por lo civil, gente de mucha fe y gente de poca, gente que coincide con la Iglesia y gente que no”.

La jueza Elósegui

No son las convicciones las que inhabilitan para juzgar sino la incapacidad para abstraerse de ellas a la hora de hacerlo. Los textos revelados por este diario, pertenecientes a la nueva magistrada electa del Tribunal de Estrasburgo en representación de España, han llevado a muchos a concluir que no es aceptable que una persona que tiene un pensamiento que se considera homófobo pueda defender adecuadamente los Derechos Humanos desde tal instancia. Como abogada de causas perdidas que saben que soy, yo quiero argumentar aquí que no son sus convicciones ortodoxas cristianas -o ultraortodoxas si quieren- las que tienen que preocuparnos sino su capacidad para juzgar aplicando la ley y sin mezclarlas en ello. María Elósegui es numeraria del Opus Dei, como otros jueces lo son en España. Nadie hace un examen ideológico a los jueces para ejercer su labor. Sólo se les exige que sus convicciones íntimas no tuerzan su mano al juzgar. Lo mismo le debe ser exigido a la nueva magistrada internacional.

Así que la pregunta que parece planear sobre la polémica es en realidad: ¿Es posible creer y defender los derechos humanos desde ciertas posiciones? Yo creo que, afortunadamente, sí. Creo que se llega a la defensa de esos valores fundamentales desde diversas ideologías o creencias y digo afortunadamente porque, en caso contrario, si sólo desde el laicismo se defendieran los principios fundamentales de nuestra convivencia, estos estarían demasiado solos y demasiado en peligro. Pero dejaré que sea la propia Elósegui quien conteste a eso: “Creo que hay unos valores comunes y universales entre todas las culturas, que se reflejan en los Derechos Humanos, y que estos deben enseñarse en las escuelas y a toda la ciudadanía. Hay una ética racional que nos une a todos. A pesar de que aumente el relativismo moral, cabe llegar a puntos comunes objetivos, que no son un mero consenso sino que forman parte del humanismo cívico”. Es algo que he comprobado en muchos debates y ocasiones. En muchos temas clave que afectan a la dignidad humana y a los derechos fundamentales del individuo, es más fácil confluir desde la izquierda con personas que proceden del humanismo cristiano que con los descarnados neoliberales. Estos creen, al final, que las leyes del mercado pueden regir también la vida humana y por eso apuestan por los vientres de alquiler, la prostitución como negocio,el capitalismo salvaje, la desigualdad o incluso en casos extremos la venta de órganos. Nunca encontrarás a un humanista cristiano en ese barco.

El caso es que Elósegui lleva años trabajando en el Consejo de Europa en temas de inmigración y que se ha interesado por los Derechos Humanos hasta centrar su carrera académica en ellos. No se si puede deducirse de ahí que los desprecia o que no es capaz de defenderlos. No he podido leer sus 17 libros y más de 100 artículos. Ha escrito tratados completos sobre “la inclusión del otro”, la “ciudadanía inclusiva”, el problema de Francia con su no aceptación de esa inclusión y ha manifestado que “los que vinculan inmigración con terrorismo, mantienen una xenofobia basada en miedos y que llega a atacar al Islam cuando muchos de esos chicos son vulnerables y son utilizados”. La catedrática mantiene una postura respecto a los delitos de odio que ya me gustaría a mi que asumiera el ministro del Interior y hasta la Fiscalía de este país. “El discurso del odio, además, debe tener como intención el incitar a otros a cometer actos de violencia, intimidación, hostilidad o discriminación contra quien va dirigido el discurso. El contenido del injusto es que se genere un peligro cierto de actos ilícitos contra esos grupos o personas”. Justo lo que muchos en este país no quieren entender, extendiendo el discurso del odio hasta lograr represiones inaceptables. Es una mujer que cree que “la Doctrina Parot se hizo a través de la jurisprudencia y no era justa”. Ya ven. Lo que le dolieron las tripas al PP con el hecho de que López Guerra estuviera sentado en Estrasburgo y fuera partidario de tumbarla. No les hubiera ido mejor ahora.

Otro de los campos de trabajo intelectual de Elósegui ha sido el tema de la igualdad. En su currículum afirma haber trabajado en un grupo de cuatro expertos con contrato del Instituto de la Mujer en la elaboración de la actual Ley de Igualdad. La indignación ha saltado ante la exclusiva de este medio en la que se descubre que ha tuneado su CV y convertido un contrato externo para realizar un estudio previo en ser redactora de la norma. Esta cuestión sí merece la exigencia de explicaciones públicas urgentes. Además, entiendo que quiénes estén habilitados podrían poner en conocimiento del TEDH esta circunstancia por si fuera motivo de cese en su cargo. En Europa son poco comprensivos con esta costumbre española del maquillaje de méritos.

No obstante, parece que el problema se circunscribe a sus opiniones sobre la homosexualidad, matrimonio igualitario, transexualidad y otras similares. Ha defendido tesis más o menos criticables en lo antropológico pero ha expresado su aceptación de la diversidad. Aquí me gustaría incluir la cuestión de si la homofobia la constituye cualquier discurso o análisis teórico que no coincida con la opinión mayoritaria y comunmente expresada por los colectivos LGTBI o si es preciso que exista “aversión” hacia estas personas como dice la RAE. Es decir, si hay personas que, fundamentalmente por un tema de creencias religiosas, no son partidarias del matrimonio igualitario o incluso que creen que es pecado, que respetando a estos colectivo y afirmando su libertad individual, están en contra de cualquier tipo de discriminación y están dispuestos a castigar a todo el que no lo respete ¿se les puede considerar homófobos? ¿Todo discurso distinto es homófobo o hace falta ese plus de la aversión y el rechazo? Elósegui termina una de sus polémicas frases diciendo: “aún con eso, cada individuo debe ser libre para desarrollar su identidad sexual como quiera”. ¿Es inaceptable esa postura para formar parte de un tribunal de Derechos Humanos? Ojo con la respuesta porque podría abrir la caja de Pandora de qué ideologías o creencias nos habilitan y cuáles no.

Preguntada por el matrimonio igualitario ha dicho: “Como juez tengo que respetar la legislación. Yo no estoy de acuerdo con el activismo judicial y he criticado sentencias por esto”. En mi opinión eso es lo único que le es exigible a un juez, que cuando se ponga la toga cuelgue en el toguero prejuicios, convicciones personales y creencias. Si María Elósegui Itxaso lo hace, será una buena magistrada.

De lo que estoy bastante convencida es que no será una magistrada sumisa al poder político, que no la ha apoyado, y que no aceptará ser su correa de transmisión como parece que se pretendía con Pérez de los Cobos. El resto ya lo veremos. No hubiera sido mi candidata, eso es obvio, y dentro de nueve años espero que haya un gobierno de izquierdas que mande otro tipo de ternas. No la defiendo personalmente a ella. No la conozco, pero me he pasado la juventud huyendo de las numerarias que me querían convertir. No creo que simpatizáramos. Lo que defiendo es el derecho de todos a no ser excluidos en razón de nuestros pensamientos y creencias en aplicación, precisamente, del principio contenido en el artículo 14 del Convenio Europeo de Derechos Humanos: “el goce de los presentes derechos debe ser asegurado sin distinción alguna por motivo de (…) religión, opiniones políticas u otras (…) o cualquier otra situación”.

LGTBI, Derechos Humanos y Estrasburgo

La Diputación ofrecerá talleres sobre diversidad sexual y contra la homofobia en institutos de la provincia

El reciente nombramiento de María Elósegui para formar parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y las informaciones que nos han llegado sobre su falso currículum, tratando de ofrecer un perfil acorde con la defensa de los Derechos Humanos, no solo muestra la predisposición de nuestros gobernantes a seguir haciendo el ridículo internacional y el escaso interés que les merece la defensa de los Derechos Humanos. No, aquí no solo se han puesto de manifiesto el enchufismo y el nepotismo a que nos tiene acostumbrados el PP.

El hecho de que esta Catedrática de Filosofía de Derecho incluyera datos falsos en su expediente, suponemos que, como mínimo, debiera provocar que se revise el procedimiento de votación para su designación, pues ésta se produjo bajo engaño. Este es un cometido de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, víctima del ardid, que esperamos reaccione y remedie y subsane como corresponde. Lo verdaderamente alarmante fue saber que la recién elegida es una fiel militante de las doctrinas deterministas acerca de gays, lesbianas y transexuales, según las cuales, estas personas tendrían tendencia a desarrollar patologías o, como en el caso de los trans, debieran ser sometidos a tratamientos psiquiátricos a fin de superar su “disforia” o descontento con el sexo que les correspondió cuando nacieron.

Estas teorías, ya superadas, establecían que la biología -degeneración genética- o el entorno social -desviación social- eran determinantes en la homosexualidad. De ahí que, inspirados en estos perversos principios pseudocientíficos, muchos países incluyeron las “prácticas” homosexuales como delitos. Esta creencia, además, entronca con todas aquellas inspiradas en la finalidad procreadora de toda relación de pareja. Más tarde, el régimen nazi, el fascista italiano y el franquismo, con diferente intensidad y variedad en la persecución, propiciaron la criminalización de estas personas no heterosexuales. Negar la dignidad como personas al colectivo LGTBI, cuestionándolo e infravalorándolo como “patología” y anomalía psicosocial es radicalmente contrario a cualquier postulado basado en el respeto a los Derechos Humanos.

En la actualidad se cuentan, al menos, 70 países en todo el mundo que persiguen y reprimen violentamente a los homosexuales, lesbianas y transexuales. Por eso, hay numerosos Convenios e Instrumentos Internacionales que recogen la preocupación por la injusta exclusión y persecución de este colectivo. Sin dignidad humana no hay Derechos Humanos. No en vano, en el Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos comienza a proclamarse que “la dignidad humana libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”. La dignidad humana es la cualidad de las personas, como sujetos de derechos, que no se adquiere ni se concede, sencillamente es inherente al ser humano. Y los seres humanos en cuanto que diferentes, diversos y peculiares, nos reconocemos y respetamos.

Reconozcamos que hay ideologías y creencias de todo signo y que la grandeza y el sustento de todos los sistemas democráticos consiste en cobijarlas a todas, aun aquellas teorías y opiniones inquietantes y contrarias a los principios de igualdad, que propugnan la exclusión de los colectivos más vulnerables, como el LGTBI. Pero que el sistema democrático tolere y no persiga la libertad de opinión y de expresión no significa que deba dar lugar preeminente a las doctrinas que fomentan la homofobia y la transfobia. María Elósegui, militante a ultranza de estos postulados contrarios a la dignidad de millones de personas no heterosexuales, perseguidas en numerosos países por su orientación y/o identidad sexual y vulnerables por el hostigamiento y rechazo que suelen padecer en nuestro entorno, no es la persona más idónea para velar por el cumplimiento de los Derechos Humanos en el Tribunal más prestigioso del mundo en esta materia.

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos incide notablemente en la vida de los ciudadanos europeos y ha logrado, incluso, modificar legislaciones internas, como es el caso de España, que no ha podido eludir sus compromisos en varios y sonados asuntos. Pero su área de influencia no sólo opera en Europa; por ejemplo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos tiene muy presente la jurisprudencia emanada de este Tribunal con sede Estrasburgo. Por eso, que esta Catedrática de Filosofía del Derecho consiguiera su plaza en el TEDH constituye una flagrante desnaturalización del digno desempeño que realiza este alto Tribunal. El solo hecho de trascender su ideario -nada compulsivo y sí muy reflexionado y documentado- contrario a la dignidad de las personas LGTBI, ha provocado algunas reacciones   en contra. Las que salieron en su defensa, alegaban que las creencias de los jueces no deben ser determinantes a la hora de optar a sus cargos. Y eso es cierto, los jueces han de enjuiciar con sujeción al principio de imparcialidad sin que su ideología o creencia les influya o determine en sus resoluciones.

Sin embargo, cabe plantear si es posible la defensa de los Derechos Humanos por quien no los acepta. Recordemos que la base de éstos no es otra que el reconocimiento de la dignidad humana y que María Elósegui niega este Derecho a gran parte de la humanidad. Es tanto como designar ante este Tribunal a quien defiende en determinados casos la práctica de tortura o la pena de muerte. Aquí no caben equidistancias ni partidismos ni corporativismos: cada retroceso en la exigencia y cumplimiento de los Derechos Humanos nos sume en una etapa más insolidaria, perversa y e indigna que la anterior superada. Quienes ganan con estos retrocesos suelen aprender a construir andamiajes aptos para blindarse a las exigencias del cumplimiento de aquéllos. Por eso, es tan complicado reconquistar los derechos previamente arrebatados.

Los mecanismos de defensa o resistencia a la aplicación de los Derechos Humanos suelen pasar por procesos de “normalización” en los que la ciudadanía ya ni reacciona, como ha sucedido en este caso de la nominación de María Elósegui. A poca gente le ha alarmado, incluso, se han invocado argumentos muy elaborados sobre su derecho a ser juez ante el TEDH, muy a pesar de su militancia contra la dignidad humana -enfocada contra el colectivo LGTBI-. El hecho de que ella falseara su currículum desmonta todos estos planteamientos: ella edulcoró y reelaboró su trayectoria académica y profesional, a fin de simular una apariencia de idoneidad, sabedora de que, de no hacerlo, no llegaría a ser elegida.

Salvo honrosas excepciones, no hemos visto que ningún representante político se haya levantado de su cómodo asiento para denunciar públicamente esta grave anomalía, que una persona que no cree en los Derechos Humanos nos va a representar ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, como miembro de la judicatura en los siguientes 9 años. Como un verso suelto, tan sólo Marina Albiol, eurodiputada y portavoz de la Delegación de la Izquierda Plural en el Parlamento Europeo ha reclamado a la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa que se subsane este grave error; la pena es que la responsabilidad, humanidad y solidaridad de su acción no se ha visto apoyada por nadie. Por más que la defensa de los Derechos Humanos ha de ser transversal, plural y universal.

¿Está a favor del matrimonio homosexual?: “No voy a contestar”

La nueva magistrada del Tribunal de Estrasburgo defiende que sus creencias no se reflejarán en las resoluciones judiciales

María Elosegui en su despacho de la Facultad de Derecho de Zaragoza. Foto: Andrea Comas

María Elósegui Itxaso (San Sebastián, 1957) es “atípica”, según se define. Es la primera mujer española designada para ocupar un puesto como juez en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Horas después se conocieron algunas de sus consideraciones homófobas. Es doctora en Derecho y Filosofía. Obtuvo, entre otras, una beca de la Fundación alemana Alexander von Humboldt. Es profesora visitante en universidades de Canadá y Estados Unidos. Ha colaborado en proyectos legislativos con el PSOE, el Partido Aragonesista y el PP. Y, entre otras cosas, ha trabajado durante cinco años en la comisión europea contra el racismo y la intolerancia.

Pregunta. Es la primera española en ser designada como juez del Tribunal y partía como la peor posicionada, ¿se siente cuota?

Respuesta. No, aunque tampoco me molestaría serlo. Tengo habitualmente más currículum que los varones con los que compito. He llegado a los mismos sitios, no solo con igualdad, sino con el doble de currículum en general. Por eso, no me preocupa que se pueda hablar o decir que es por acción afirmativa en igualdad de méritos y no tengo ningún temor a que se pueda decir que me han regalado la plaza por ser mujer.

P. ¿Cómo pasó a ser la candidata con menos posibilidades a la elegida?

R. No tengo datos ni información privilegiada sobre cómo ha sido el proceso de designación. No me presentaba en igualdad de condiciones por el tema de influencias, pero en la asamblea parlamentaria ya me conocen. He estado trabajando allí y las cosas se demuestran trabajando. Los juristas me han visto trabajar. Han leído el curriculum y no se han dejado llevar de clichés o estereotipos. Creo que eso es lo que ha pasado. No sé si llegaré a saber quiénes me han votado.

P. ¿Qué cree que puede aportar al tribunal?

R. Mi sensibilidad en la lucha por los derechos humanos, no solo desde el punto de vista teórico y académico, sino que también he intentado contribuir a cambios sociales reales con técnica, sin implicarme en activismo político o social, pero sí contribuir a la ley de igualdad o pelear por el permiso de un mes de baja por paternidad, por ejemplo. También en cuestiones referentes a la no discriminación por cuestiones de raza. He trabajado mucho en temas de inmigración y de minorías regionales, culturales o étnicas, es decir, sensibilidad hacia la unidad con la diversidad. He tratado con personas de diversas culturas y religiones y puedo aportar esa sensibilidad. No es solo un tema académico.

P. Está en una comisión contra la intolerancia, pero hay frases textuales de trabajos suyos con consideraciones muy tajantes en las que dice, entre otras cosas, que la homosexualidad es una patología.

R. La homosexualidad no la he trabajado especialmente. Sí la transexualidad. Hay que estudiar estas cosas con rigor, ver lo que dice la ciencia y la medicina. Dentro del propio colectivo hubo distintas posiciones con la ley de cambio de sexo. Unos estaban de acuerdo con la exigencia de una operación irreversible y querían que la Seguridad Social se hiciera cargo de ella y otros querían una transformación, pero no una reasignación quirúrgica irreversible. Consulté consecuencias médicas y me posicioné más en la línea de no exigir una operación irreversible. Eso sí lo he dicho y en este momento se puede manipular. Hay que escuchar la película completa. No creo que haya dicho las frases que se me atribuyen. Las habrán tergiversado.

P. Pero, ¿cree que la homosexualidad es una patología?

R. No, no creo que la homosexualidad produzca patologías. Creo que está en investigación los orígenes de la homosexualidad y hay distintas teorías. Creo que no hay una probada. También hay distintas posturas dentro de los colectivos gay. Las personas pueden hacer elecciones en su vida y esta es una elección más.

P. También dijo que está “en contra de la ideología gay”.

R. No puedo haberlo dicho porque no utilizo el término ideología. Hay distintas posturas antropológicas y las va a haber siempre. Es una cuestión de antropología y no de ideología, es una filosofía de vida.

P. Pero ¿cree que hay una “filosofía de vida” común a los homosexuales?

R. Algunos piensan que el sexo es cultural, que se puede construir y que no hay nada previo que nos condicione, ningún condicionante previo biológico, esa es una teoría. Cuánto viene dado por naturaleza y cuánto por cultura. Unos que dicen que es genético y otros dicen que es voluntario. No tienen solo una teoría y eso también es normal. Hay una evolución, un debate y cosas que ni entre ellas casan.

P. Es conocedora de las distintas teorías, pero ¿qué piensa? Porque sus consideraciones pueden verse reflejadas en las resoluciones judiciales que adopte ahora.

R. La teoría antropológica que yo mantenga es indiferente porque yo tengo que aplicar el convenio europeo y la normativa vigente con independencia de lo que yo piense. Como juez tengo que aplicar la normativa, no puedo aplicar teorías. No hay peligro, no puedo ser sesgada, tengo que aplicar lo que hay, me guste o no. No se puede discriminar a nadie por orientación sexual u orientación de género. El público se puede quedar tranquilo.

P. ¿Está a favor del matrimonio homosexual?

R. Es una pregunta comprometida. No es estar a favor o en contra. No voy a contestar. No voy a dar una respuesta blanco o negro. Como juez tengo que respetar la legislación. Yo no estoy de acuerdo con el activismo judicial y he criticado sentencias por eso.

P. Pero ya se había manifestado en contra.

R. Habrá que ver qué he dicho.

P. No parecen existir referencias en las que se haya manifestado a favor.

R. Bueno, yo tendré que aplicar la ley, independientemente de lo que me guste. No es una cuestión de gustos y opiniones. La gente no pero yo creo que da igual.

P. Entonces, ¿considera que las creencias no condicionan la aplicación de esas normas? La ley es interpretable.

R. Hay unos márgenes de interpretación pero también en la norma hay unos núcleos duros que no dejan lugar a dudas. El juez no puede tergiversar una normativa para aplicarla en una línea a favor de opiniones personales. No debe de hacer activismo judicial.

P. ¿Cree que las sentencias del TEDH están suficientemente motivadas?

R. Se ha intentado mejorar la argumentación y la motivación. Hay un principio de ponderación de los derechos en conflicto pero hay técnicas que se pueden mejorar. Hay sentencias más coherentes que otras. Hay que mejorar la motivación.

P. ¿Es lento el tribunal?

R. Sí. Tiene una media de resolución de entre tres y cuatro años. Se están poniendo medios para agilizar, pero es complicado porque se quiere atender cada caso. Se ha planteado seleccionar pero como el derecho de cada individuo es clave para el tribunal, se descartó. En cuanto en un país hay problemas políticos, hay más demandas.

P. ¿Cuál es el punto débil de España respecto a los derechos humanos?

R. Suelen ser temas de garantías procesales y de dilación en la emisión de sentencias. El Poder Judicial tiene que modernizarse y ser más rápido. En España el Poder Judicial es garantista, los jueces son independientes, no son corruptos y existe una carrera judicial saneada.

P. ¿Opina que se protege suficientemente la libertad religiosa? ¿Hay un doble rasero con el cristianismo y el islamismo?

R. Creo que no se protege suficientemente la diversidad religiosa. Por ejemplo, que falta sensibilidad para aplicar ajustes en los puestos de trabajo teniendo en cuenta la diversidad religiosa. Hasta ahora el tribunal ha estado de parte del empleador. Eso no puede ser en una sociedad plural. No creo que haya un doble rasero sobre las religiones.

P. ¿Pertenece al Opus Dei y ha contado con el apoyo de la organización como lobby?

R. Son cuestiones que pertenecen a la vida privada. Una persona puede tener valores y convicciones y por eso no va a ser menos democrática. Y ojalá hubiera tenido lobbies que me apoyaran. Me he sentido sola ante el peligro.

P. Ha trabajado mucho en temas de igualdad. ¿En qué ámbito cree que la desigualdad es mayor?

R. En la asunción de tareas de cuidado y en el ámbito familiar. Las mujeres asumen más horas y tienen menos tiempo para la promoción profesional o para el ocio.

P. Ese será el ámbito más extendido pero ¿el más grave?

R. La discriminación laboral indirecta e invisibilizada de los méritos de las mujeres. No va en los genes que el varón sea soberbio, no es genético ni biológico pero sí cultural.

P. ¿Se considera feminista?

R. Tengo que reconocer que sí pero no estoy en contra del varón.

P. ¿Ha hablado con su antecesor, Luis López Guerra? ¿Le va a pedir consejo sobre si uno se puede preparar para críticas como a las que fue sometido por la sentencia que anulaba la doctrina Parot?

R. He hablado con él y sí, le pediré consejo sobre todo lo que quiera decirme. Sé que hay muchísimas presiones e informaciones que no son correctas pero no es posible contestarlas a todas. Las sentencias son irreversibles, decides la vida de mucha gente y soy muy consciente, me supone una responsabilidad y un peso que espero poder llevar.

La nueva jueza española en el Tribunal de Derechos Humanos vincula la homosexualidad con las patologías

María Elósegui, de claro perfil conservador, defiende también que los transexuales deben someterse a “terapias psicológicas y psiquiátricas”.

La catedrática ha concedido durante una entrevista a la Agencia EFE. | JAVIER BELVER

María Elósegui, la nueva jueza española en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) de Estrasburgo, estrenará su cargo acompañada por la polémica: eldiario.es informa que Elósegui, catedrática de Filosofía del Derecho “ha vinculado la homosexualidad con distintas patologías” y ha defendido que los transexuales deben someterse a terapias psicológicas y psiquiátricas”según eldiario.es.

La información de eldiario.es se basa fundamentalmente en una entrevista que le hicieron a Elósegui en la web almudi.org, vinculada al Opus Dei. En esa entrevista Elósegui afirmaba entre otras cosas: “Quienes construyan y realicen su comportamiento sexual de acuerdo a su sexo biológico desarrollarán un.a conducta equilibrada y sana, y quienes se empeñen en ir contra su biología desarrollarán distintas patologías. Eso está claro”.

Elósegui en su momento se mostró contraria a que se llamara matrimonio a las uniones entre homosexuales.

La información de eldiario.es también alude a un artículo que Elósegui publicó en 2014 en el diario El Comercio de Perú en el que se mostraba contraria a que el Estado pague las operaciones de cambio de sexo y aboga por “las terapias psicológico-psiquiátricas” para los transexuales.  ejor salida para una persona transexual y desliza como solución “las terapias psicológico-psiquiátricas” apoyándose en la supuesta existencia de “numerosas revistas científicas” que así lo defienden.

Nacida en San Sebastián en 1957, Elósegui obtuvo el apoyo de 114 diputados, frente a los 76 votos de José Martín y Pérez de Nanclares y los 37 de Francisco Pérez de los Cobos.

La elección se produce contra pronóstico, ya que Martín y Pérez de Nanclares había sido el candidato preferido de la comisión parlamentaria que examinó a la terna y Pérez de los Cobos, expresidente del Tribunal Constitucional, parecía contar a priori con opciones. La jurista Elósegui será la primera mujer jueza a título de España en el Tribunal de Estrasburgo.

Colectivos LGTB acusan a la nueva juez española en Estrasburgo de “tener un pasado homófobo”

La juez María Elosegui, miembro del Tribunal Europeo de Derechos Humanos Javier BelverEFE

Los colectivos de defensa de los derechos de los homosexuales y transexuales consideran “lamentables y estigmatizantes” las opiniones de la nueva juez que representará a España en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, María Elósegui, quien vincula la homosexualidad con “mayores riesgos de enfermedades de transmisión sexual”, relaciona la transexualidad con “distintas patologías”, critica la píldora del día después, afirma que “el aborto ilegal no trae más muertes de mujeres” y se muestra contraria al reconocimiento de la unión homosexual como “matrimonio”.

El presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), Jesús Generelo, ve “muy preocupante” que, aunque no era el nombre preferido por el Gobierno, Elósegui formara parte de la terna de jueces que el Ejecutivo de Mariano Rajoy propuso al tribunal europeo: “El Gobierno debe decir si comparte esas declaraciones y esa perspectiva y debe explicar por qué presentó ante Europa a una persona con un pasado homófobo y tránsfobo, por qué España tendrá en Estrasburgo una jueza homófoba. ¿En España no hay más jueces con currículo de defensa de los Derechos Humanos? ¿El Gobierno pensaba que esta jueza valía para un puesto como ese?”.

También Izquierda Unida y Podemos han reaccionado tachando a María Elosegui de “homófoba”. Alberto Garzón, coordinador federal de IU: “No es justo para la ciudadanía española tener una representante que haya hecho este tipo de declaraciones profundamente bochornosas. Se ha elegido a una mujer contraria a los derechos civiles y a la libertad sexual”.

El senador de Podemos Ramón Espinar ha escrito en redes sociales: “Representar a España no es compatible con estas barbaridades. La amplia mayoría de nuestra sociedad celebra los derechos LGTBI que tanto ha costado conquistar y los que aún quedan. Espero que nos encontremos en el siglo XXI”.

 

María Elósegui, catedrática de Filosofía del Derecho en la Universidad de Zaragoza, se convirtió el martes en la primera mujer que España aporta al Tribunal Europeo de Derechos Humanos al ser elegida por unanimidad en la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa.

Elósegui, que desde 2013 pertenece a la Comisión contra el racismo y la intolerancia del Consejo de Europa, sostiene en su libro Diez Temas de Género, Hombres y Mujeres ante los Derechos Productivos y Reproductivos, editado en 2002, que “quienes construyan y realicen su comportamiento sexual de acuerdo a su sexo biológico desarrollarán una conducta equilibrada y sana, y quienes se empeñen en ir contra su biología desarrollarán distintas patologías. Eso está claro”.

En un pasado de artículos, entrevistas y libros citados por eldiario.es, Elósegui cuestiona la “ideología liberal de género” y vincula los comportamientos no heterosexuales a “patologías”.

En una entrevista concedida a la revista Almudi.org, Elosegui habla de ciencia y homosexualidad: “Yo no me manifiesto explícitamente y como punto de partida en contra de la ideología gay. Lo que sí que explico es la base científica de la sexualidad, de la que se deriva cuáles son las conductas sanas y deseables y por lo que nos muestra la ciencia el estilo de vida homosexual conlleva mayores riesgos de enfermedades de transmisión sexual. Pero aún con esto, cada individuo debe ser libre para desarrollar su identidad sexual como quiera, aunque no puede eludir sus consecuencias”.

En esa misma entrevista, la juez española del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sostiene que en su libro aclara “algo muy simple, como la tesis de que no hay ningún tercer sexo y que todo hombre o mujer es eso, hombre o mujer”.

En su libro, Elósegui afirma que “el término género ha sido manipulado por ciertas ideologías”. “Especialmente en las conferencias de Naciones Unidas se le ha querido dar un significado concreto siguiendo un modelo de las relaciones entre los sexos basado en ideologías del liberalismo anglosajón o en el marxismo, que aunque en sí sean planteamientos antagónicos, acaban uniéndose para defender unos mismos objetivos”.

También en el artículoTC y transexualidad, publicado el 26 de mayo de 2014 en el periódico peruano El Comercio, Elósegui apuesta por las terapias “psicológico-psiquiátricas” para personas transexuales: “En Europa sigue habiendo una gran controversia sobre si la cirugía de reasignación de sexo es lo más recomendable o no (…) En España han sido los propios colectivos de transexuales los que han influido en que la ley española de marzo del 2007 no exija la previa cirugía transexual. No hay consenso en cuál sea la terapia más oportuna. Existen numerosas referencias científicas recientes que abogan por las terapias psicológico-psiquiátricas y testimonios de los propios transexuales al respecto”.

Para la FELGTB, las tesis de Elósegui son “lamentables, estigmatizantes e ignorantes”. “Esta señora está muy confundida. Se manifiesta contraria a los criterios científicos y demuestra muchos prejuicios hablando de enfermedad en la homosexualidad o la transexualidad y confundiendo orientación sexual con identidad de género. Es muy ignorante y muy osada. Es lamentable que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos apueste por alguien que no cree en la igualdad. Es cierto que tiene un currículo de defensa de algunos derechos, pero hay otros en los que directamente no cree”.

También el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia se muestra alarmado: “Que el Gobierno haya propuesto a una jueza con un currículo tan alejado de la legislación española en materia de diversidad deja patente el estado actual de la Justicia en materia de igualdad LGTB y la falta de interés por cambiarlo”.

En otros artículos, Elósegui critica las políticas públicas de “control de la población”. Por ejemplo, en La píldora de cinco años después, publicado en noviembre de 1999 en aceprensa, critica ese método anticonceptivo: “Al hablar de los métodos anticonceptivos, un nuevo término que se intenta acuñar es el de contracepción de emergencia (emergency contraception), es decir, el uso de una píldora después de haber tenido una relación sexual con el fin de evitar un embarazo no deseado. Este contraceptivo impide la implantación del huevo fecundado (en definitiva de un embrión) en el útero. Los partidarios de introducir este término en el texto del documento, como un método contraceptivo más, no quieren reconocer su carácter abortivo. La manipulación lingüística es importante”.

En el artículoLa incultura no es laica, del 19 de noviembre de 2003, la magistrada asegura: “No es cierto que el hecho de que el aborto sea ilegal implique más muertes de mujeres por abortos clandestinos. Por ejemplo, en Irlanda el aborto está prohibido y apenas hay muertes de madres por esta causa, mientras que Estados Unidos, donde el aborto es legal, registra las cifras más altas de muertes por complicaciones del aborto».

Elósegui, que en 2007 participó en el borrador de la Ley de Igualdad, defiende la equiparación de la mujer con el varón “en jerarquía de puestos y salarios” y la presencia de las mujeres “en el espacio público, los parlamentos, la legislación, los sindicatos o los puestos directivos”, pero afirma que “no por una defensa de la liberación y emancipación de la mujer. Las mujeres hoy no quieren emanciparse de nada. Pero es la sociedad, el Estado y el mercado laboral los que necesitan la presencia de las mujeres para humanizarlo y además tienen derecho a estar ahí en pie de igualdad con el hombre porque las mujeres constituyen la mitad de la humanidad”.

La red europea trans: “La jurisprudencia del tribunal ha reconocido con fuerza la identidad de género

“Todes somos personas, todes tenemos derechos”, pancarta en la manifestación del Orgullo Crítico en Madrid este 2017. Álvaro Minguito

“Escandaloso”, “triste”, “grave”. Son algunos de los adjetivos que los colectivos LGTBI utilizan para calificar las declaraciones de la jueza  María Elósegui, que representará a España en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). Las declaraciones, en las que afirma que “la homosexualidad produce patologías” o que las personas trans deben someterse a terapias “psicológicas y psiquiátricas”, han indignado a las personas trans, bisexuales, lesbianas y gays, que dudan de las garantías que una magistrada con este tipo de opiniones puede darles ante el tribunal.

La sorpresa por sus comentarios ha llegado hasta Europa. Transgender Europe, una red de distintas organizaciones por los derechos trans, pone el foco en la jurisprudencia del propio tribunal al que ha ascendido la magistrada, que “ha reconocido con fuerza y consistencia que la identidad de género es una de las partes más íntimas de la persona”, explica a eldiario.es Richard Kölher, coordinador de asuntos políticos de la organización.

Transgender Europe confía en que el tribunal “siga defendiendo los derechos humanos en Europa y liderando el camino contra la patologización y la discriminación de las personas trans”. Kölher nombra los avances que en los últimos años se han dado en el contexto europeo y el papel del Consejo de Europa, que en 2015  adoptó una resolución que  insta a los Estados a “ garantizar que las personas transexuales, incluidos las menores, no sean considerados como enfermos mentales”. 

En España, los colectivos LGTBI también muestran su indignación: “No se puede contemplar una perspectiva de derechos humanos ni defenderlos sin tener en cuenta los derechos de las personas LGTBI y con opiniones directamente homófobas”, explica Jesús Generelo, presidente de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). “Nos parece muy triste que este Gobierno siga dejando de lado como una cuestión menor temas tan importantes como la LGTBIfobia”.

Lo mismo opina Rubén López, portavoz del Observatorio Madrileño contra la LGTBIfobia, que concluye: “El Gobierno de Rajoy ha propuesto una jueza homófoba para el tribunal. Es algo escandaloso”. Aunque el Ejecutivo intentó colocar  al magistrado Francisco Pérez de los Cobos, fracasó y finalmente la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa eligió a la catedrática María Elósegui, una de los tres propuestos. 

“Opiniones estigmatizantes”

Para López, las afirmaciones que la jueza hace vinculando promiscuidad y patologías con la homosexualidad “recuerda al pasado” y evoca “prejuicios que ya deberían ser eliminados de la sociedad española y, sobre todo, que no se esperan de una funcionaria pública que va a trabajar en uno de los tribunales más importantes del mundo”. 

La doctrina de Elósegui aparece desarrollada en varios artículos, libros y publicaciones en las que carga contra la transexualidad al asegurar que “quienes construyan su comportamiento sexual de acuerdo a su sexo biológico desarrollarán una conducta equilibrada y sana, y quienes se empeñen en ir contra su biología desarrollarán distintas patologías”.

La Plataforma por los Derechos Trans hace hincapié en que sus opiniones son contrarias a lo que establecen la mayor parte de organismos internacionales y las legislaciones más avanzadas, que han iniciado el camino de la despatologización de la transexualidad. “Es muy grave y una gran contradicción que esta representante no respete la identidad humana en toda su diversidad y que haga declaraciones, no solo tránsfobas, sino obsoletas”, dice la presidenta de la plataforma Mar Cambrollé. “¿Qué confianza nos puede dar a las personas LGTBI?”, se pregunta.

De hecho, la propia ley que critica Elósegui en sus intervenciones, la Ley de Identidad de Género aprobada por el gobierno socialista en 2007,  ya ha iniciado los trámites en el Congreso para reformarse. Precisamente para que las personas trans puedan modificar su sexo y nombre legalmente sin declararse enfermas. La propuesta contó con el apoyo de casi todos los grupos el pasado mes de noviembre, salvo el PP y UPN. La base de la misma es la autodeterminación del género.

“Es lo que dicen organismos internacionales como el Consejo de Europa o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y organizaciones como Amnistía Internacional”, concluye Cambrollé. 

Generelo también recuerda la línea que han marcado los organismos internacionales: “Es muy preocupante que una defensora de los derechos humanos tenga opiniones tan estigmatizantes”. El presidente de la FELGTB recuerda que la homosexualidad logró salir definitivamente de la lista de trastornos mentales de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1990. La transexualidad, por su parte, continua en el manual,  pero en la actuación que publicará en 2018 saldrá del capítulo de trastornos y pasará a llamarse “incongruencia de género”.

Prohíben los exámenes psicológicos a refugiados para saber su orientación sexual

Tribunal de Justicia de la Unión Europea

Refugiados caminan en los alrededores de los campamentos de Calais, al norte de Francia. (AFP)

BRUSELAS. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha dictaminado este jueves que es ilegal que las autoridades nacionales sometan a un examen psicológico a los refugiados para determinar su orientación sexual antes de decidir si les otorgan el estatuto de refugiado porque se trata de “una injerencia desproporcionada” en su vida privada y no se ajusta a las normas europeas a la luz de la Carta Europea de Derechos Fundamentales.

El caso se refiere al de un nacional nigeriano homosexual que reclamó en 2015 asilo en Hungría alegando su temor a ser perseguido en su país de origen por su orientación sexual, petición que fue rechazada por las autoridades húngaras en base a los resultados del informe pericial psicológico que le practicaron, que no confirmó la orientación sexual alegada.

El demandante de asilo nigeriano recurrió dicha decisión ante los tribunales húngaros al considerar que los exámenes psicológicos vulneraron “gravemente” sus derechos fundamentales y no eran adecuados para determinar su orientación sexual y la justicia húngara ha pedido ahora al tribunal europeo que aclare el caso.

Aunque la directiva europea que regula los requisitos para obtener el estatuto de refugiado permite a las autoridades nacionales pedir un dictamen pericial para evaluar la necesidad de protección internacional “real”, el Tribunal de Justicia Europeo aclara en su sentencia que deben “respetar” sus derechos fundamentales, incluido el derecho a la dignidad humana y el respeto de su vida privada y familiar y considera una injerencia “desproporcionada” un examen psicológico de este tipo para determinar su orientación sexual frente al objeto perseguido.

El tribunal europeo concluye que un examen psicológico para determinar la orientación sexual de un solicitante de asilo no se ajusta a la normativa europea a la luz de la Carta Europea de Derechos Fundamentales.

Además, acota en su sentencia, que las autoridades nacionales no pueden fundamentar una decisión sobre la concesión del estatus de refugiado “exclusivamente” en los resultados de este tipo de examen ni quedar “vinculados” por los mismos y sólo podrán admitirse si se basan en métodos “suficientemente fiables”.

En todo caso, deja claro que este tipo de prueba “no es indispensable” para comprobar si un demandante de asilo dice la verdad sobre su orientación sexual y las autoridades nacionales deben contar con personal “competente” que pueda valorar la credibilidad de su testimonio.

 

La jueza que representará a España en el Tribunal de Derechos Humanos: “Está claro que la homosexualidad produce patologías”

María Elósegui Universidad de Piura / Perú

La catedrática de Filosofía del Derecho María Elósegui (San Sebastián, 1957), nueva jueza española del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo (TEDH), ha vinculado en libros, artículos y entrevistas la homosexualidad con distintas patologías y defendido en sus escritos que los transexuales deben someterse a terapias “psicológicas y psiquiátricas”.

Su doctrina aparece desarollada en el libro Diez temas de género: hombre y mujer ante los derechos reproductivos, publicado en 2002, y a lo largo de numerosas entrevistas y textos de opinión (algunos muy recientes) difundidos por revistas y diarios de ideología conservadora.

En una entrevista difundida por el portal almudi.org, vinculado al Opus Dei, para analizar el contenido de uno de sus libros, Elósegui  llega a la conclusión de que los homosexuales acaban desarrollando distintas patologías sin ningún tipo de duda: “Para muchos, el sexo biológico y el género, es decir los roles sociales, no están relacionados, de manera que podríamos construir nuestra identidad sexual al margen o de espaldas a nuestro sexo biológico. En el libro vemos cómo esa construcción de la identidad sexual al margen del sexo biológico es factible debido a la libertad humana y a que los seres humanos no estamos determinados por la biología. Pero el que lo podamos hacer (siempre dentro de unos márgenes, ya que no podemos cambiar nuestro ADN masculino o femenino), no quiere decir que el saldo sea positivo, sino que afectará a la construcción de la personalidad. De manera que el resultado no es indiferente. Quienes construyan y realicen su comportamiento sexual de acuerdo a su sexo biológico desarrollarán una conducta equilibrada y sana, y quienes se empeñen en ir contra su biología desarrollarán distintas patologías. Eso está claro”.

Durante esa misma entrevista, la catedrática de Historia del Derecho lamenta que  la “manipulación que ciertas ideologías han hecho” del concepto “género” haya condicionado distintas conferencias de la ONU y sus informes sobre las relaciones entre hombres y mujeres. Elósegui lamenta que movimientos “antagónicos como el liberalismo anglosajón o el marxismo acaban uniéndose para defender unos mismos objetivos”. Se refiere a las relaciones entre los dos sexos.

Elósegui, que según ella misma ha escrito no se manifiesta “explícitamente y como punto de partida en contra de la ideología gay”, también se ha posicionado en contra de que se llame matrimonio a las uniones entre homosexuales. Lo hace en una larga disquisición sobre el derecho civil, en el que según ella, también “ha penetrado la ideología liberal”. 

Esta es otra de sus respuestas en la entrevista: “El derecho civil es bastante crudo. Le interesa los efectos patrimoniales y los derechos sucesorios patrimoniales. De ahí que regule las relaciones sexuales de las que se puede derivar descendencia. Lo demás simplemente no le interesa porque no tiene efectos públicos. Es verdad, que la ideología liberal de género ha penetrado también en el derecho civil y eso explica las corrientes recientes de intentar equiparar jurídicamente las relaciones homosexuales a las heterosexuales. Pero a pesar de todo, ningún ordenamiento jurídico europeo ha llamado a esas relaciones matrimonio, aunque les intente otorgar cierta protección jurídica que yo también considero justa dentro de ciertos límites”.

A lo largo de sus publicaciones y escritos, la nueva jueza del Tribunal de Estrasburgo ha reivindicado siempre la equiparación salarial entre hombres y mujeres, así como la incorporación de la mujer al espacio público en la Administración y también en el sector privado, pero no como una forma de emancipación de la mujer sino porque se trata de una necesidad de la sociedad, del mercado y del Estado para ser más plurales. “Las mujeres hoy no quieren emanciparse de nada”, responde al periodista en esa publicación vinculada al Opus.

En otro  artículo publicado en el diario El Comercio de Perú el 26 de mayo de 2014, Elósegui se para a analizar la decisión del Tribunal Constitucional de aquel país de denegar el cambio de sexo en el registro civil a un transexual operado en España. En su columna repasa las legislaciones de distintos países y compara las exigencias que establecen para inscribir en registros públicos a personas que han cambiado su sexo.

En su exposición la catedrática duda de que las cirugías pagadas con dinero público sean la mejor salida para una persona transexual y desliza como solución “las terapias psicológico-psiquiátricas” apoyándose en la supuesta existencia de “numerosas revistas científicas” que así lo defienden.

Este es el párrafo textual de la columna publicada por Elósegui en el diario peruano:  “En España han sido los propios colectivos de transexuales los que han influido en que la ley española de marzo del 2007 no exija la previa cirugía transexual. No hay consenso en cuál sea la terapia más oportuna. Existen numerosas referencias científicas recientes que abogan por las terapias psicológico-psiquiátricas y testimonios de los propios transexuales al respecto”.

La jurista elegida por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa entre la terna presentada por el Gobierno español lleva más de treinta años defendiendo esas tesis y tiene mucha obra publicada. Elósegui fue una de las expertas que participó en la elaboración del borrador de la Ley Orgánica de Garantía de Igualdad Efectiva entre Mujeres y Hombres que aprobó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.

Promiscuidad y enfermedades de transmisión sexual

En otro libro titulado El rostro de la violencia. Más allá del dolor de las mujeres, publicado en 2002 por la editorial Icaria, la nueva jueza del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo escribe un capítulo junto a la ginecóloga  Ana Carmen Marcuello Franco, que aboga “por unas relaciones sexuales de género”. Elósegui defiende que la fidelidad es el valor más importante para la felicidad de la pareja, “tanto para el varón, como todavía más para la mujer” y alude a “numerosos estudios [que no detalla] sobre la conducta homosexual, que como se sabe es mucho más compulsiva y lleva, a pesar de la gran necesidad afectiva de estas personas, a tener un elevado número de parejas, hasta el punto de que el conocido sociólogo homosexual alemán Danneccker ha escrito ‘La fiel amistad homosexual es un mito'”.

En el mismo capítulo, la catedrática alega que la promiscuidad como estilo de vida, que define como “la implantación de un modelo masculino- el del orgasmo innesauribile-” llevó “no solo a un aumento de las enfermedades de transmisión sexual, sino también a la aparición o el aumento de patologías psicosexuales y lo que se dio en llamar la patología familiar “en una sociedad como la americana donde demasiados niños duermen esta noche sin un padre en casa”.

Elósegui prosigue su reflexión: “Si el individuo se estanca o regresa a la primera o segunda fase, se vale de la mastubación y necesita la pornografía, o bien, esta fijación se manifiesta en la promiscuidad y le basta la prostitución. Resulta así que el consumo de pornografía y la promiscuidad son síntomas de retrato psicosexual que requieren un diagnóstico… Más recientemente se ha descrito el llamado Síndrome de Adicción al sexo (Echebura), objeto de estudio y de aparición de centros y especialistas dedicados a su tratamiento. El distress y el trastorno vital que manifiestan estos sujetos es un motivo más de reflexión”.

“El preservativo puede fomentar los abusos sexuales”

Elósegui también desarrolla en uno de sus artículos su idea del preservativo. En un artículo de 1999 titulado La ONU aprueba el control de la población, con otro nombre, la catedrática de Filosofía del Derecho afirma: “No se explica que el preservativo no es eficaz frente a otras enfermedades de transmisión sexual más frecuentes que el SIDA, como gonorrea, sífilis, herpes, infecciones pelvianas, etc. Tampoco el preservativo protege de los abusos sexuales en sí; más bien, puede fomentarlos en el violador, que pone medios para evitar un embarazo en la víctima”.

La catedrática elegida para mandar al Tribunal de Estrasburgo ha expuesto estas ideas públicamente durante las últimas tres décadas. En un artículo que escribió en 1995 titulado Dos sexos, ¿cuántos géneros? cuestionaba el derecho de las personas homosexuales a mantener relaciones libremente. Este es uno de los párrafos incluidos en el texto que difundió la revista ultracatólica Aceprensa: “La anulación de la diferencia entre los géneros masculino y femenino es lo característico del cuarto modelo. Como propuso el primer feminismo radical, se trata de conseguir la absoluta igualdad entre varón y mujer. Para lo cual no basta sólo con eliminar el privilegio masculino, sino que hace falta dominar los condicionamientos biológicos. Esto se lograría cuando la mujer tuviera el control absoluto de la reproducción, incluyendo el aborto a petición. Y supondría una total liberación sexual, que implicaría el derecho del individuo a tener relaciones sexuales con otros, sin que importara su sexo o condición”.

Para separarse de esas teorías, Elósegui alega: “A  mi juicio, una cosa es que haya tareas que pueden desarrollar indistintamente el hombre o la mujer, y otra que existan identidades sexuales y personalidades andróginas o neutras. Pues la persona es inseparable de su cuerpo y, por tanto es un ser sexuado, que siempre desarrolla sus cualidades con matices propios de su sexo”.

En sus columnas, Elósegui reivindica “un modelo de relaciones que  no identifica sexo con género pero admite que no todos los estereotipos sociales atribuidos a uno u otro sexo son una mera construcción cultural cambiable porque algunos de ellos tienen una mayor raigambre biológica, de manera que están inexorablemente unidos a la diferenciación sexual”.

“El aborto ilegal no trae más muertes de mujeres”

En otra columna publicada en 2003 ( La incultura no es laica), Elósegui afirma: “No es cierto que el hecho de que el aborto sea ilegal implique más muertes de mujeres por abortos clandestinos. Por ejemplo, en Irlanda el aborto está prohibido y apenas hay muertes de madres por esta causa, mientras que Estados Unidos, donde el aborto es legal, registra las cifras más altas de muertes por complicaciones del aborto”.

En otros artículos, Elósegui ataca las políticas públicas de “control de la población” que incluyen el aborto legal y el hecho de que sean acogidas en el seno de la ONU. En La píldora de cinco años después, de 1999, critica que un organismo dependiente de la ONU se apoyara en ONG afines, de las que dice representaban “un cierto tipo de feminismo radical, ya anacrónico en sus países de origen”.

“Al hablar de los métodos anticonceptivos, un nuevo término que se intenta acuñar es el de contracepción de emergencia (emergency contraception), es decir, el uso de una píldora después de haber tenido una relación sexual con el fin de evitar un embarazo no deseado. Este contraceptivo impide la implantación del huevo fecundado (en definitiva de un embrión) en el útero”, escribía Elósegui.

Un párrafo más abajo en la misma columna, critica que en las conferencias de la ONU se haya apostado por que en el tercer mundo se imparta educación sexual y se dé acceso a los centros de planificación familiar a los menores sin el consentimiento de los padres recordando que la Organización Mundial de la Salud llama adolescentes a los niños mayores de 10 años: “Se pretende introducir la educación sexual obligatoria en el currículum escolar, sin contar con los padres. La insistencia pertinaz de la delegada de EE.UU. en suprimir del documento la referencia a los padres llevó a momentos tensos. Con cierta ironía, representantes del ‘grupo de los 77’ preguntaron a la delegada americana qué tenía su país contra los padres. De hecho, en el documento de El Cairo se dice que corresponde primariamente a los padres ‘el derecho, el deber y la responsabilidad de orientar a los adolescentes respecto a la sexualidad y a la procreación'”.

En el mismo artículo añadía: “En esta línea se inserta la campaña para que la Santa Sede no tenga status consultivo en las reuniones de la ONU. La Santa Sede no es susceptible de someterse a las presiones de los poderosos y no se calla, lo cual molesta a los que quieren imponer sus opiniones”.

En una colaboración que prestó al blog interrogantes.net, la catedrática ha criticado a quienes califican de inconstitucional la inclusión de la asignatura de religión como materia obligatoria en el currículum escolar:  “Quienes ahora alegan que la enseñanza de la religión en la escuela es inconstitucional, porque ellos defienden un modelo de Estado que no es el vigente y lo hacen contra la opinión mayoritaria de la sociedad española, deberían saber perder y utilizar los cauces democráticos para demandar sus legítimas aspiraciones, en un legítimo disenso.”

Trabajos contra el racismo

La catedrática de la Universidad de Zaragoza también ha dedicado gran parte de su trabajo a defender los derechos de las minorías. Desde 2013 integra una comisión del Consejo de Europa contra el racismo y la intolerancia.

Elósegui consiguió este martes 114 votos de la Asamblea Parlamentaria frente a los 76 del director de Asuntos Jurídicos del Ministerio de Asuntos Exteriores, José Martín y Pérez de Nanclares, y los 37 del expresidente del Tribunal Constitucional Francisco Pérez de los Cobos, los otros dos candidatos al puesto de juez español en el TEDH hasta 2026.  Con la victoria de Elósegui, la candidata más conocida en el Consejo de Europa por su trabajo en una de sus comisiones, el Gobierno sufre un importante revés, ya que su apuesta era Pérez de los Cobos.

Tras ser nombrada para el Tribunal de Derechos Humanos, concedió una entrevista a  El Heraldo de Aragón, en la que denunciaba una nueva “xenofobia basada en miedos, que ataca el islam, cuando muchos de estos chicos (refugiados) son vulnerables y se les utiliza”. Al ser preguntada por las acusaciones de falta de voluntad de integración en los inmigrantes, Elósegui contesta: “Los inmigrantes crean redes de ayuda para sentirte arropados. Bélgica o Alemania tienen políticas inclusivas muy exitosas, Francia tiene más guetos…”.

En la reciente entrevista Elósegui se posiciona de acuerdo a la decisión del Tribunal de Estrasburgo de derogar la doctrina Parot, de la que afirma que, “si bien se hizo a través de jurisprudencia, no era justa”.

[[En una primera versión de este artículo se afirmaba que María Elósegui había escrito “junto a Carmen Marcuello un artículo que aboga ‘por unas relaciones sexuales de género’. El nombre completo de la coatura es Ana Carmen Marcuello Franco, médico del Servicio de Ginecología Hospital Universitario Miguel Servet. La referencia y la mención da lugar a confundirla con Carmen Marcuello Servós, delegada sindical de la CGT en la Universidad de Zaragoza]]

El cónyuge de un europeo homosexual puede residir en toda la UE

Dieciséis países de la Unión Europea reconocen el matrimonio homosexual y algunos otros instauraron una unión civil

Una pareja gay camina agarrada de la mano. / JUSTIN SULLIVAN (AFP)

El cónyuge de un ciudadano europeo tiene derecho a residir en el mismo país de la Unión Europea (UE) que su pareja, independientemente de si ese Estado reconoce el matrimonio homosexual, estimó este jueves el abogado general del Tribunal de Justicia de la UE (TJUE).

Una persona con una nacionalidad de fuera del bloque, según Melchior Wathelet, “puede también residir permanentemente en el territorio del Estado miembro en que su cónyuge se ha establecido en su condición de ciudadano” de la UE, indicó el alto tribunal en un comunicado.

El abogado general, cuya opinión suelen seguir los magistrados del TJUE en su fallo posterior, se pronuncia así sobre una cuestión planteada por el Tribunal Constitucional de Rumania antes de resolver una demanda interpuesta por un matrimonio de hombres rumano-estadounidense. Ambos, que se casaron en Bruselas en 2010, llevaron ante la justicia de este país del este de Europa la denegación de las autoridades rumanas de conceder el derecho de residencia al ciudadano estadounidense solicitado en 2012, al apuntar que no reconocen los matrimonios homosexuales.

En sus conclusiones, Wathelet estima la cuestión central no es la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, “sino la libre circulación de los ciudadanos de la Unión”, que estipula el derecho del cónyuge de un europeo a vivir allí donde su pareja se haya instalado.

El abogado general considera además que la condición de “cónyuge” debe tener una interpretación “autónoma y uniforme” en todo el bloque y que el concepto, en virtud de la legislación sobre la libre circulación, debe considerarse “neutro desde el punto de vista del género” y del lugar del enlace. La cuestión de cónyuge también estaría vinculada a la “vida familiar”, que contaría con protección de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE, estima Wathelet, para quien, vista la evolución de las sociedades, debe dejar de aplicarse la jurisprudencia del TJUE sobre la idea de matrimonio como “una unión entre personas de distinto sexo”.

Dieciséis países de la UE reconocen el matrimonio homosexual y algunos otros instauraron una unión civil, si bien la mayoría de países del este no autorizan ninguna de estas posibilidades. En Rumania, la homosexualidad se despenalizó a principios de los años 2000.