Un cura, sobre la muerte de Pedro Zerolo: “Los pecadores públicos pueden sufrir enfermedades como castigo divino”

Llueve sobre mojado. A pesar del lógico revuelo levantado tras las increíbles afirmaciones hace un año del polémico sacerdote Jesús Calvo en Alerta Digital TV, sobre el cáncer de Pedro Zerolo, el mismo cura se ha reiterado después de su fallecimiento.

Durante el programa La Ratonera, el presentador Armando Robles, insinuó que el concejal se merecía la enfermedad, que no le iba a “causar ningún trauma” y que “no cambiaría la vida de su perro por la de Pedro Zerolo” .

A pocos días de la muerte del político socialista, el conductor del espacio retomaba la controversia. “¿Ha rezado usted los últimos días por el alma de Pedro Zerolo, padre?”, preguntó irónico. “Tengo otros santos a los que rezar”, contestó el sacerdote por teléfono.

Y no desaprovechó la oportunidad de lanzar un mensaje a los que lógicamente pusieron el grito en cielo tras sus palabras. “Tenían que haber creído en la profecía que yo ya dije, que los pecadores públicos pueden sufrir enfermedades como castigo divino”, insinuó sobre el cáncer de páncreas que padecía el político. “Los frutos de la virtud y del vicio se siembran aquí, lo que se siembra se cosecha”, añadió.

Además de manifestar que su enfermedad fue una consecuencia de su homosexualidad, el presentador zanjó el tema lamentando que el arzobispo de Madrid llamara al marido de Pedro Zerolo para reconfortarlo. “Ese canalla tenía que habar hecho mismo que la viuda de Blas Píñar o de Licinio Lafuente, que hicieron más por los intereses de los españoles”, arremetió también contra la actitud liberal de algunos mandatarios eclesiásticos.

Zerolo y Maroto. Armarios, luchas y privilegios

PP-Maroto-Oyarzabal-Parlamento-Aguilar_EDIIMA20150609_0840_5

Los parlamentarios del PP Javier Maroto (i), e Iñaki Oyarzábal, el 28 de mayo en el Parlamento vasco. Efe / David Aguilar

Nos hemos despertado con la noticia de la muerte de Pedro Zerolo. No lo conocía más que a través de los medios de comunicación, pero era de los pocos políticos que me inspiraban un mínimo de confianza y simpatía, porque me transmitía vitalidad y compromiso en vez de cinismo.

Zerolo se va cuando se cumple una década de la aprobación de la ley del matrimonio igualitario. Y una semana después de que el alcalde en funciones de Vitoria Gasteiz Javier Maroto, un destacado miembro del Partido Popular, formación que se volcó contra esta ley, anunciase que se casa con su novio.

“Los políticos homosexuales, al menos muchos de ellos, hace tiempo que han salido del armario en este país”, celebraba el pasado domingo Aitor Guenagaen un análisis sobre la boda de Maroto y los pactos que se están fraguando para que no gobierne la capital vasca otros cuatro años. En el artículo cita a otros dirigentes abiertamente homosexuales, como Iñaki Oyarzábal (PP Vasco) e Iñigo Iturrate (PNV).

A menudo  hemos explicado que el uso androcéntrico del lenguaje crea imaginarios igualmente androcéntricos. Que cuando las mujeres no somos nombradas, tampoco somos visualizadas. Guenaga habla de “los políticos homosexuales”. Se supone que en el castellano, el masculino incluye a ambos sexos, por lo que una podría pensar que el enunciado incluye a “las políticas homosexuales”. Lo que ocurre es que, en este y otros tantos temas, la realidad de los hombres y de las mujeres es tan dispar que cuando se utiliza el masculino universal, se está obviando la mitad de la película. No se está dando una proliferación de políticas abiertamente lesbianas que anuncian enlaces con sus novias de toda la vida. No está ocurriendo, ni en el Partido Popular ni en los de izquierda.

¿A qué se debe? La respuesta rápida y trillada es que las lesbianas vivimos una doble discriminación: por ser mujeres y por ser lesbianas. Frente al enfoque aritmético de las dobles discriminaciones, en las ciencias sociales está primado el enfoque complejo de la interseccionalidad: el grado de exclusión que implica ser gay o lesbiana vendrá determinado por un montón de factores. No es lo mismo ser lesbiana en la ciudad que en el campo; siendo una empleada doméstica inmigrante sin papeles o una empresaria hostelera de Chueca; no es lo mismo ser una lesbiana camionera (literal y figuradamente hablando) que una lesbiana top-model; no es lo mismo trabajar en un colegio religioso que en una revista feminista. Cada circunstancia implica tanto discriminaciones específicas como posibilidades diferentes para resistirlas. Y lo mismo ocurre con los gays. Decir que una lesbiana siempre estará más discriminada que un gay es tan simplista como decir que una mujer siempre va a estar más oprimida que un hombre. Sin embargo, está claro que algo tiene que ver la socialización sexista con la casi nula presencia de lesbianas declaradas en la política española.

También se suele decir que las lesbianas somos invisibles. Mientras que ser gay ha estado marcado por el estigma (ser el maricón de la clase, del pueblo…), las lesbianas han tendido a pasar inadvertidas (a ser, por ejemplo, la tía que se mete a monja o la que se queda solterona y se dedica a cuidar a familiares dependientes o vive con una amiga). El movimiento LGTB ha estado liderado, en la mayoría de los casos, por los gays, debido a que el liderazgo es un valor más presente en la socialización de los hombres que de las mujeres. Esto se refleja bien  en la taquillera película Pride: el joven activista es el líder de un colectivo en el que solo hay una lesbiana (irrelevante en la trama). Había otras dos, pero se fueron: en vez de explicar sus legítimas incomodidades con el liderazgo del protagonista, quedan retratadas como locas separatistas, al estilo ‘Frente Popular de Judea’.

Otra respuesta es la misoginia. Y aquí me acuerdo de Beatriz Gimeno, gran amiga de Zerolo.  Gimeno escribió, también en eldiario.es, un artículo en el que explicaba por qué el rey recibía a la FELGTB mientras el PP seguía intentando legislar contra el derecho al aborto; por qué en muchos países avanza el reconocimiento institucional a la diversidad sexual mientras se legisla contra el derecho de las mujeres a decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra maternidad. Gimeno afirma que “la homofilia histórica tiene un poso misógino muy grande” (evoco la testosterona que destilaba ese diálogo sobre caracoles y ostras censurado de Espartaco) y señala a esos gays privilegiados que disfrutan de la libertad conquistada por maricas, bolleras y travestis en las calles, mientras defienden que los Estados y las Iglesias sigan colonizando nuestros úteros. En el caso de Maroto, añado, gays privilegiados que utilizan su condición para dar una imagen moderna y liberal a la vez que arremeten contra los derechos de otros sujetos excluidos, por su origen, color de piel o situación administrativa (a esto se le llama  pink-washing o lavado rosa).

La homofobia es el principal instrumento de marcaje de género entre hombres (“marica” sigue siendo el insulto más empleado contra niños en los patios del colegio, y de lo más habitual en grupos de amigos, en campos de fútbol…), mientras que entre mujeres “puta” va antes que “bollera”. Sin embargo, parece que hay una vía de escape: ser homosexual pero no marica.

Si no tienes pluma o la escondes, si reproduces la masculinidad hegemónica, que se relaciona con valores como el liderazgo, la ambición y el poder, pues podrás ser respetado y la gente se esforzará en olvidar lo que ocurre en tu cama. Un hombre de mi familia lo dijo una vez: “Yo no tengo nada en contra de los homosexuales, pero detesto a los maricones”. Aclaró que usaba maricón como sinónimo de hombre que no es tal, no por sus preferencias sexuales sino por cobarde o pusilánime.

La homosexualidad respetable se asocia a masculinidad al cuadrado, sin mariconadas. De ahí que los círculos de poder sean accesibles para hombres homosexuales. ¿Quién va a acusar de ser poco hombre a un juez como Grande Marlaska o a un político como Maroto? Por eso el sociólogo Oscar Guasch -quien habla de la homofobia compleja, esa por la que los hombres que se definen como heterosexuales temen ser acusados de maricas- propone la siguiente receta contra la homofobia y la misoginia: “De la misma forma que hay mujeres que se definen políticamente como putas, podríamos reivindicar ser maricas, cobardes, renunciar a la masculinidad”.

Y sí, como dice Beatriz Gimeno, estos políticos conservadores homosexuales pueden dejar de esconder a sus novios, pueden tener maridos, gracias a los maricas, las bolleras y lxs trans que han dado la batalla en las calles. Gracias también a políticos como Zerolo, que izaron la bandera arcoiris cuando eso no daba votos precisamente. Pero si pueden hacerlo es porque el poder les hace inmunes a muchas cosas, incluida la discriminación.

Zerolo luchó por una ley criticada tanto por los homófobos como por la gente que, desde la izquierda, cuestiona la institución del matrimonio, incluidos los gays y lesbianas que alertan el riesgo de “heteronormativizar” las disidencias sexuales. Recordemos la célebre cita del primer ministro británico David Cameron: “No apoyo el matrimonio gay pese a ser conservador; apoyo el matrimonio gay porque soy conservador”. Como dice nuestra compañera Andrea Momoitio, los conservadores prefieren las bodas gay a los cuartos oscuros. No me quiero extender más: lean este imprescindible artículo de Lucas Platero en el que señala a quién beneficia y a quién no tanto esta conquista social, y qué otras discriminaciones siguen estando mucho más desatendidas.

Así pues, de la misma forma que no podemos pensar que el racismo está superado porque el país más poderoso del mundo esté presidido por un político negro, debemos evitar que la presencia de varones homosexuales entre los representantes del poder político, económico, judicial y religioso de este país nos lleve a lecturas complacientes.

Doy las gracias a Pedro Zerolo y a todas las personas que han hecho posible que las nuevas generaciones crezcan sabiendo que pueden emparejarse y formar familias con personas de su mismo sexo, que sus entornos reaccionarán mejor o peor, pero que el Estado reconoce ese derecho. Pero sirva también el adiós a Zerolo para pensar cómo seguir avanzando hacia un respeto pleno a la diversidad sexual en el que la vergüenza, la culpa, el estigma, la exclusión y la agresión directa desaparezcan de la vida de todas las personas.

Teo Pardo: “Me gustaría ver historias trans más felices en el cine”

Mujeres y Feminismos

[Entrevista a Teo Pardo, activista trans y feminista. Comentamos la película 52 martes.]

[Entrevista por Itziar Ziga]

teo-pardo-manana-540x362

(Teo Pardo comienza aclarando que, aunque se nombra a si mismo en masculino, para el plural siempre utiliza el femenino genérico.)

¿De dónde sale esta película tan preciosa, tan rara en el retrato de una familia y un entorno?

La directora Sophie Hyde se puso unas normas antes de rodar la película. Grabaron cada martes y en orden cronológico, con actores y actrices no profesionales. De cada martes que se grababa, había que recuperar al menos una parte para la producción final. Todo esto genera una película muy particular que mezcla realidad y ficción. Además, partían de un guión semiabierto que se iba modificando cada martes. Se ve cómo va cambiando el tiempo a lo largo de la película y el aspecto de los personajes, algo que no consigues tan fácilmente si tienes quince días para grabar. La idea de alargar los tiempos huyendo de las prisas capitalistas me parece muy linda y muy feminista.

Las actrices y los actores no sólo no son profesionales, además están muy vinculadas a las realidades que refleja la película y han podido aportar mucho al guión. Por ejemplo, el personaje que hace de madre-padre, el personaje trans, está interpretado por Del Herbert-Jane que se identifica como genderqueer o de género ambiguo, no se identifica ni como hombre ni como mujer y tiene un conocimiento profundo de las realidades trans y esto se nota. Se nota que la película no está hecha por alguien que desde un lugar lejano decide retratar un mundo que desconoce.

La transición de la madre de Billie, de Jane a James, marca el inicio de la película. Comienza una transformación necesariamente física y que pasa por la consulta del médico…

Vemos que James va al psiquiatra porque sin su evaluación no conseguirá el tratamiento de hormonas. Si eres trans aquí y en otros muchos países, para cambiarte el nombre en el DNI te piden un tratamiento hormonal obligatorio y para acceder a éste, necesitas sí o sí un certificado psiquiátrico anterior que certifique que tienes una enfermedad mental que se llama disforia de género, que está catalogada en los manuales de enfermedades mentales. Ese tratamiento psiquiátrico puede durar entre seis meses y dos años, depende del caso. Vas allí a que alguien desde fuera evalúe tu género, algo muy invasivo.

¿Quién decide qué es ser hombre y qué es ser mujer, qué es lo masculino y qué es lo femenino? ¿Cómo alguien desde fuera puede evaluar mi género? Se dan esta licencia y deciden si puedes o no puedes continuar con ese proceso y si te dan o no acceso a hormonas. Estos procedimientos son profundamente violentos. Utilizan dos canales para evaluar tu género. Uno es un test, una batería de tres mil preguntas que se llama Test de Minnesota y es de los años 60. A parte de descartar otras patologías mentales, algo muy cuestionable, evalúa la masculinidad y la feminidad a través de preguntas como “¿te gustan las flores?”, el sí puntuaría femenino, “¿te gustan las revistas de mecánica?”, el sí puntuaría masculino. La medicina está construyendo la feminidad y la masculinidad desde una lógica heteropatriarcal.

Se refuerzan estereotipos de masculinidad y de feminidad aberrantes. Otro de los requisitos para pasar este test rápido es ser heterosexual. El otro test es el de la vida real. Tú vas a vivir en tu género de destino durante un tiempo sin haber hecho ningún cambio físico para demostrar que te adaptas. Vas haciendo ese juego de rol y mientras el psiquiatra te va diciendo. Para ser un chico, igual tienes que cortarte un poco más el pelo. Uy, esta camisa rosa fatal. Para la trans femeninas igual: tienes que ponerte más tetas, no te pintes tanto que pareces una puerta o píntate que pareces una camionera.

Nadie pasaríamos ese test si respondiéramos desde la sinceridad. La intimidación médica que sufrís es terrible.

Hay una escena en la que James está en la cama con su compañera de trabajo. Él le da placer a ella pero ella no puede tocarle a él. Para mí tiene mucho que ver con esos discursos médicos que te repiten sin parar: tienes un cuerpo equivocado. Cuando te lo han repetido hasta el infinito, es difícil pensar que el problema está en la sociedad que clasifica los cuerpos en normales y anormales y que dentro de los cuerpos normales sólo hay el de mujer estupenda y el de hombre cañón. Es difícil, porque son discursos que al final van entrando con calzador, se te han grabado a fuego. Y, además, la persona que emitía ese discurso es la que tiene la vuelta de llave para permitirte continuar con el proceso. Ese es un juego de poder que nos afecta mucho y al final la gente se siente incómoda con sus cuerpos.

teo-pardo-tarde-540x350

Los dos personajes principales, Billie y James, están en transición. Billie atraviesa la adolescencia y James el cambio de género.

Los 52 martes es el año que pasa desde que Billie tiene que marcharse de casa para facilitar la transición de su madre. Parten de un vínculo muy estrecho con su madre y ese vínculo a lo largo de la película se rompe y se reconstruye. La creación de la propia identidad, la importancia de los iguales. Esa tensión adolescente entre encajar y resistir, ser aceptada por los iguales y a la vez revolverse en contra de todos los patrones que durante toda su infancia han ido absorbiendo. Las identidades se van construyendo a través de la mirada del otro. James puede tener muy claro que se siente un hombre, pero si no es reconocido como hombre por los demás, no le sirve de mucho. La identidad no es algo individual.

Es muy bonita la escena en la que Billie llega a casa de su madre, de James, y se encuentra un paquete postal. Lo abre, dentro hay un prótesis: el pene de su nuevo padre. Y se lo pone debajo de los leotardos. Divertida, sin pudor, sin drama.

La representación es muy importante para generar vidas posibles. Me gustaría ver películas sobre la realidad trans más felices. En general los personajes trans suelen tener procesos difíciles, dramáticos, y claro que lo son. Todos los procesos vitales son difíciles y tienen complejidades. Está bien reflejar estas dificultades pero también tienen un montón de alegrías y te permiten pensar cosas que desde otros procesos de vida nunca hubieras pensado. Y se te abren caminos y alianzas muy lindas con otras personas que a mí me dan la vida.

Igual que ha pasado con el cine de lesbianas durante muchos años, que al final de la película ya estabas esperando que muriese alguna…

Sí, ha pasado con los personajes de lesbianas hasta hace poco y anteriormente con las mujeres en el cine.

El colectivo gay denuncia que la Policía no sabe cómo actuar frente a la homofobia

Elboletin.com

Madrid acoge hoy las jornadas “Delitos de odio y discriminación hacia las personas LGTB en las que se exige un protocolo policial.

 

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (Felgtb) organiza hoy la jornada “Delitos de odio y discriminación hacia las personas LGTB” en la Fundación Abogados de Atocha en Madrid, con objeto de poner en común el trabajo y las demandas de las fiscalías de delitos de odio, las fuerzas de seguridad, los colectivos, las víctimas y la Administración, con la participación de expertos internacionales procedentes de países como Noruega, Islandia o Bélgica, tal y como informa dicha federación.

En las jornadas se presenta el Informe 2014-2015 sobre la Gestión de la Diversidad Social por los Servicios Policiales, que muestra que sólo dos servicios policiales (Mossos d’Esquadra y Policía Local de Fuenlabrada) están adoptando medidas transversales para adaptarse a la sociedad diversa. Así, existen 1.700 servicios de Policía Local y tres servicios de Policía Autonómica que no disponen de un protocolo de atención a los delitos de odio.

La Felgtb denuncia que “la falta de capacitación de las y los agentes policiales comporta que muchas veces se tienda a minimizar la gravedad de los casos que llegan a su conocimiento y conlleva, asimismo, una insuficiente e inadecuada atención a las víctimas.” Por ello, según el informe desarrollado por esta federación en colaboración con la Secretaría para Políticas de Gestión de la Diversidad de la Unión Nacional de Jefes y Directivos de Policía Local, “se hace imprescindible dotar a los servicios policiales de la sensibilidad y formación necesarias para identificar adecuadamente los incidentes discriminatorios y de odio y prestar una atención de calidad a las víctimas”.

Sólo el 17% denuncia

Durante las jornadas se presentará también el informe del Observatorio de Redes contra el Odio, que muestra una reducción en la denuncia de la violencia hacia personas LGTB por parte de las víctimas con respecto a los datos de 2013.

Los casos que han llegado al observatorio muestran que tres de cada cuatro víctimas son hombres, y una de cada 10 es transexual. El 60% tiene entre 18 y 35 años, y la invisibilidad no las protege ya que un tercio es nada o poco visible.

En el 35,7% de los casos, la víctima conoce al agresor, aunque sólo un 17% de las víctimas denuncia a la policía, algo que hacen en mayor medida las mujeres que los hombres, y en general afirman que la atención recibida por la policía es mala.

En las jornadas participará Miguel Ángel Aguilar, Fiscal Coordinador del Servicio de Delitos de Odio y Discriminación la Fiscalía Provincial de Cataluña, miembros de las organizaciones de ámbito europeo Transgender Europe y ENORB European Network on Religion and Belief, la noruega LLH, y la islandesa Santökim´ 78, las españolas FEAPS, Secretariado Gitano, UNIJEPOL, el Observatori Contra l’Homofòbia de Catalunya o Change.org.

Las jornadas, así como el Observatorio forman parte del Proyecto Redes Contra el Odiofinanciado por el Programa de Ciudadanía Activa a través del mecanismo financiero EEA y del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

¿Quién nos curará ahora el mariconismo?

14342110195899

Querida alcaldesa:

Madrid, como un candelabro loco de brazos impares, siempre tuvo alma de travesti. En lo que a Franco le sollozaban un réquiem y le echaban el farallón de mármol en el nicho de los Caídos, Chueca estrenaba rebelión y pintalabios. Cuando entonces, el Madrid mariquita se hizo a la calle con erecciones como cirios, mientras los señores de UCD, que iban a la cosa de las Cortes como trajeados a las prisas en la cuarta planta de Galerías Preciados, miraban sin mirar aquella algarabía.

Los gays, que antes fumaban a Lorca y al poco ya fumaban Malboro ‘light’, le cogieron pronto el vicio a la revolución. Hartos de trasnochar en armarios y calabozos con la turba de proxenetas y maleantes, se organizaron en federaciones llenas de siglas que pregonaban el Orgullo de la carne y el pescado. Pero lo que fuera en los albores una reivindicación de derechos elementales, de matrimonios igualitarios, de sexos desenvueltos, fugaces, soberanos, transmutó al paso de los tiempos en mil carrozas de tangas efervescentes. En una juerga sin remedio donde Alaska, Leticia Sabater y otras mitologías se daban baños de espuma ante la multitud embelesada. En un negocio desaforado de gintonics y gastrobares ‘requetechic’ donde el ‘lobby’ se repartía la millonada. Y los supervivientes de la vieja guardia, que se dejaron los huesos a aullidos y a hostias en las mazmorras de la Dictadura, ya si eso que se queden en casa.

“Me volvía loca ponerme los zapatos de tacón de mi madre”, dijo Paloma San Basilio, nuestra Harvey Milk de Chamberí, en el pregón de 2013

Lo vino advirtiendo Paloma San Basilio en el pregón del Orgullo -el gay, no el minero-, cosecha de 2013. Transcribo: «Me volvía loca ponerme los zapatos de mi madre. Sumergirme en sus preciosos tacones de aguja. Aprendí muchas cosas con ella: cómo pintarse los labios, cómo hacer empanadillas…Aprendí por ejemplo a jugar a las cartas cuando se juntaba con sus amigas y, después, interrumpían la partida para cambiar los naipes por los pasteles y las ensaimadas».

A lo Harvey Milk de Chamberí, Paloma se reivindicaba a brochazos de nostalgia como una más del colectivo, como la mariquita más marica del mariconerío maricón. Pues es bien sabido que los homosexuales van todo el día a la carrera como tribus trashumantes de gitanos, devorando empanadillas -de atún, por los oligoelementos- sobre sus tacones precipitados de Louboutin. Palabra de activista.

La fiesta efébica del Orgullo, venía yo diciendo, es una telaraña de patronos de discoteca y gerifaltes de carrozas que un día prefirieron la pasta a la protesta. Bajo el palio de todos esos chicarrones de porcelana que danzan a Leviatán en los vapores de julio, y que encalan Madrid como querubines de Churriguera, los organizadores se lo llevan caliente. Hasta 110 millones facturó la cofradía de Chueca en los fastos de 2012; y mientras compañías aseguradoras o marcas de refrescos chispeantes instalaban sus ‘stands’ en las postrimerías de la Gran Vía, algunas ONG que batallan contra el sida en la penumbra vieron peligrar sus casetas por falta de ‘cash’.

Al menos nos quedaba Pedro Zerolo, al que algunos fabularon hace años como un gran alcalde. Pero el cáncer se le puso bravo un martes de madrugada, pues los lunes no están hechos para marcharse, y nos quedamos un pellizco más huérfanos. Al sepelio, con la bandera del arcoíris por mortaja, acudieron políticos de todas las guerras. Y llovió tanto en Madrid, quizá por despedirse, que Ana Botella se apeó de la política con chubasquero y bajo un paraguas. Hasta pronto, Pedro. Y pregúntame por allí arriba, a Dios o a quien tú gustes, quién nos curará el mariconismo ahora que la señora de Aznar se nos fue por la salida de emergencia.

@javierrcid

Si tiene alguna sugerencia para esta sección envíe un correo electrónico a: querida.alcaldesa@elmundo.es

Jesús Santos, el eterno amor de Pedro Zerolo

Se conocieron cuando ambos trabajaban en el Colectivo de Gays y Lesbianas de Madrid. Tras casi una década de relación, se casaron en el año 2005

Zerolo y Santos el día de su boda

Zerolo y Santos el día de su boda JOSÉ MARÍA BARROSO/ VICTOR INCHAUSTI

Muy poco se conoce de Jesús Santos, el viudo y gran amor de Pedro Zerolo, exconcejal del Ayuntamiento y diputado electo en la Asamblea de Madrid, quien ha fallecido a los 54 años tras batallar contra el cáncer de páncreas. Según ha confirmado la familia del carismático político del PSOE, Santos, su pareja desde hace 19 años, y esposo desde 2005, ha estado a su lado hasta el momento de su muerte.

La relación de Zerolo y Jesús Santos es una historia de amor y activismo. En una entrevista con ABC en 2014, Pedro Zerolo decía que su matrimonio en 2005 había sido la combinación de esos dos factores. «Llevo ‘casado’ de hecho 18 años y de derecho desde el 1 de octubre de 2005. Jesús y yo nos casamos por activismo y amor, conscientes de que el amor es el mejor de los activismos y de que era necesario construir referentes», dijo en ese momento.

Santos ha sido descrito en muchas ocasiones como un hombre discreto, culto y guapo, que siempre ha estado al lado de Zerolo en campañas, estrenos y presentaciones pero en segundo plano, sin buscar protagonismo o llamar la atención. El socialista conoció a Santos cuando ambos militaban en el Colectivo de Gays y Lesbianas de Madrid (Cogam), del que Zerolo fue dirigente hasta su incorporación al Partido Socialista de Madrid.

Jesús Santos, que pertenece al departamento de Coordinación del Instituto Europeo de Diseño, ha compartido el compromiso político y social de su pareja, algo que él mismo señaló a la prensa después de su matrimonio. «Llevamos mucho tiempo en esta lucha y, de hecho, nos conocimos trabajando en los colectivos», dijo en ese momento según recoge la página web del PSOE.

La pareja contrajo matrimonio en el mes de octubre de 2005, fecha en la que legalmente se comprometieron a estar en lo bueno y en lo malo. Algo que Santos recalcó en una entrevista con ABC: «Por supuesto,siempre ha sido así desde que nos conocimos. No lo entendería de otra manera». Casi siempre se les veía tomados de la mano y con gestos modestos de cariño.

El diseñador señalaba en esa ocasión que no hacía falta renovar votos o una segunda boda para confirmar su amor por Zerolo. «Renovamos los ‘votos’ todos los días. Nos queremos mucho», confesó, para apuntar que más allá de los días de la quimioterapia, la pareja era feliz. «Salvo el día de la quimio, de pruebas o cuando aparece algún efecto secundario, somos muy felices día a día, porque disfrutamos de las pequeñas cosas».

Masculinidad en conserva

La lucha por salir de un cuerpo que no se siente como propio, la meta de ser quien uno quiere ser, de eso habla ‘Envasadas’, teatro a medio tiempo en Lavapiés

Zaloa Zamarreño (i), Elena Triviño (c) y Pilar Barrera (d)

Zaloa Zamarreño (i), Elena Triviño (c) y Pilar Barrera (d). / CARLOS ROSILLO

Un bote de cristal transparente preside una mesa cercada por dos sillas. Es la sala de visitas de una cárcel. Podría ser un pepinillo en vinagre. O una salchicha macerada en vino blanco. Pero es un pene. Cómo ha llegado hasta ahí es algo que desmenuza, con excelente manejo del tiempo, Envasadas, una obra de teatro a medio tiempo en El Umbral de Primavera, en el madrileño barrio de Lavapiés.

La pieza, que no supera los 20 minutos y que podrá verse los dos próximos viernes, es un ovillo emocional que se desmadeja tirando de un solo hilo: la transexualidad. Una cuestión hasta no hace mucho oscurecida por prejuicios y reminiscencias irracionales y absurdas de épocas pasadas. Aún hoy quedan rincones a los que esa luz, la del respeto, no llega. Envasadas es otra de las formas de acercarse al tema, de capturarlo, de darle calor y soltarlo, con fuerza, al público. Como una bofetada. En parte, porque es una historia real.

Cartel de 'Envasadas'.

Cartel de ‘Envasadas’.

Su autor, Javier Esteban, un publicista madrileño freelance de varias profesiones que ahora reside en Edimburgo, se preguntó por qué no contarlo: “Todos llevamos dentro, en mayor o menor medida otro ser que nos gustaría ser y que muy pocos nos atrevemos a mostrar”. El padre del novio de una amiga suya había decidido cambiar de vida, y su mujer y su hijo le acompañaron en ese viaje. “Los vecinos no tanto, vamos… que fueron unos capullos”. A Esteban le pareció una historia tan tierna y tan dura que decidió escribirla. “Sin tener que ver demasiado con la que me contaron”.

De sus manos pasó a las de Elena Triviño (Málaga, 1975), que aprovechó un pequeño parón laboral en su trabajo habitual en televisión para dirigir la pieza. “Ha habido mucho feeling, tanto personal como laboral y la comunicación y la sensibilización con el tema son importantísimas. Somos personas, independientemente de nuestra sexualidad”. Algo que acaba aceptando la madre, Pilar Barrera (Madrid, 1951), bajo la luz cenital. Una voz profunda pero dulce que desvela miedos y secretos en apenas dos metros cuadrados: “Es el reencuentro entre dos personas después de años sin verse, pero una madre perdona y acepta lo que sea con tal de estar unida a su hijo o a su hija”.

O a ambos, en este caso. Dos en un cuerpo. Él, fue. Ella, es. Zaloa Zamarreño (San Sebastián, 1974) es Sandra: “Un personaje maravilloso que consigue derribar todas las trabas; y también difícil, no creo que nadie sepa exactamente qué siente alguien que no se reconoce en su cuerpo”. Sandra está en prisión. ¿El motivo? El cierre a un tiempo dilatado en la memoria de ambas, la cicatriz aún tierna del pasado, y la espina dorsal de la obra. No se puede contar más.

El autor, desde Edimburgo

Javier Esteban, autor de 'Envasadas'.

Javier Esteban, autor de ‘Envasadas’.

Javier Esteban estudió publicidad y fue personal laboral del Ministerio de Defensa: Plaza a la que renunció. “Ahora soy decorador freelance, copy freelance, empresario sin mucho éxito, inventor de una sola cosa que no me ha dado un euro pero de la que me siento muy orgulloso, escritor y director de teatro”, ahí acaba la lista, según el autor de Envasadas, también, entre otras, de Despiertos, Efecto dominó, Amor propio, ¡¡Qué rollo!!, y algunos monólogos.

Ahora vive en Edimburgo, “la fría Edimburgo”. Y desde allí, habla de la concentración temática de la historia: transexualidad, maltrato, relaciones familiares… ¿Cuál, de entre todos los mensajes, es más necesario hoy?

“No voy a ser el típico que ante esa pregunta diga que no hay mensajes. ¡Una leche! En serio, yo lucho todos los días de mi vida por quitarme prejuicios e idioteces de la cabeza e intentar respetar al otro. A veces lo consigo, y cuando lo consigo yo soy más feliz y los demás son más felices. A ver, ¿por qué tenemos que amargar la vida de los demás si quieren vivir como les da la gana y no nos hacen daño?”

Dice de la foto que envía desde la capital escocesa que no es la mejor: “Pero no tengo otra en la que salga un poco bien, soy menos fotogénico que un camaleón”.

Zerolo, “mi niño”

MANUEL SÁNCHEZ

Tuvo un gran afán en su vida: luchar por la igualdad de derechos. Lo hacía a todas horas, en cualquier momento o circunstancia y lo convirtió en su bandera.

“Es muy importante, mi niño, que se nos vea y se nos oiga. Pasito a pasito, un millón de gracias”, decía cuando conseguía  que los medios publicaran noticias sobre el movimiento LGTB

“Es muy importante, mi niño, que se nos vea y se nos oiga. Pasito a pasito, un millón de gracias”, decía cuando conseguía que los medios publicaran noticias sobre el movimiento LGTB

MADRID.- Pedro Zerolo (Caracas, 1960) siempre tuvo un afán en su vida: luchar por la igualdad de derechos. Lo hacía a todas horas, en cualquier momento o circunstancia. Su lucha era una bandera permanente que no dejaba esquinada ni un segundo.

Primero lo hizo desde la Federación de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (LGTB), donde estuvo casi diez años como presidente. En aquellos años buscaba la visualización del movimiento LGTB, que aún era muy marginal. Llamaba constantemente a los medios de comunicación para posicionarse ante cualquier asunto o para informar de cualquier acto, y se mostraba sumamente agradecido aunque sólo se publicara media columna. “Es muy importante, mi niño, que se nos vea y se nos oiga. Pasito a pasito, un millón de gracias”, me dijo más de una vez.

Su insistencia y su perseverancia dieron sus frutos, y el movimiento del LGTB fue ganando consistencia y peso social y político, al igual que la fiesta del “Orgullo gay”, a la que acudió durante 25 años, aunque le dolió en el alma faltar a la última celebración porque la enfermedad ya no se lo permitía.

En 2003 pasó del activismo social a la política como concejal en la lista que encabezaba Trinidad Jiménez. Era un convencido de que las cosas se cambian desde la política, y que había muchas cosas que cambiar. Enseguida se hizo notar en las filas del PSOE. Tenía un discurso político muy bien articulado, unas ideas muy claras y una capacidad de trabajo inmensa, lo que no suele abundar en los partidos.

De hecho, José Luis Rodríguez Zapatero no dudó en incorporarlo a su Ejecutiva y situarlo en el área de Movimientos Sociales. Zerolo dinamizaba a la sociedad civil como nadie, tenía reuniones todos los días y a todas horas, y creo numerosos grupos sectoriales afines al PSOE de lo más variado.

La aprobación del matrimonio homosexual fue para él un hito sin precedentes por el que había luchado toda su vida. Se casó, y no paró de casar en su condición de concejal. Cada boda se la preparaba como si fuera la última que iba a celebrar, y no dejaba de emocionarse por poder hacerlo, casi más que los contrayentes.
También tenía sus ambiciones políticas, y cuando Trinidad Jiménez anunció que no iba a repetir como candidata a la Alcaldía en 2007, se postuló tímidamente: “Ven, mi niño, yo quiero presentarme para ser alcalde de Madrid. De ZP a PZ. ¿Cómo lo ves?”.

Como yo lo viera importaba poco, pero quien no lo veía de ninguna forma era el entonces secretario de Organización, José Blanco, y tuvo que conformarse con volver a ir de concejal otros cuatro años, lo que tampoco le disgustaba. Siguió trabajando incansablemente tanto en el ayuntamiento, como con sus movimientos sociales y en todo lo que le pidiera el partido. Si había un acto al que nadie quería ir, siempre se podía contar con Zerolo para que el PSOE tuviera presencia.

Tras repetir en 2011 de nuevo como edil por Madrid, le llegó a enamorar la vida municipal, dio su última batalla contra Ángel Gabilondo tras la expulsión de Tomás Gómez como secretario general del PSM. La perdió, pero no tuvo el más mínimo problema en incorporarse a la lista de su contrincante, que este lunes le fue a recoger su acta de diputado.

En enero de 2014 conmocionó a toda la sociedad con el anuncio de que tenía un cáncer de páncreas. Se rapó el pelo, adelgazó hasta hacerse invisible, pero ni perdió la sonrisa, ni las ganas de trabajar, y no se escondió de nada ni de nadie. “Estoy bien, mi niño, sólo cuando recibo el tratamiento tengo dos o tres días que no puedo moverme de la cama. Pero voy a luchar hasta el final”. Y así lo hizo, como toda su vida.

Muere Zerolo, activista por la igualdad de los gais

El dirigente del PSOE fue un símbolo de la lucha contra la discriminación de la comunidad homosexual

BILBAO – Pedro Zerolo, miembro de la Ejecutiva del PSOE y conocido militante por los derechos de la comunidad homosexual, falleció en la noche del lunes en su domicilio de Madrid a los 54 años, después de luchar 18 meses contra un cáncer de páncreas. Zerolo, quien fue reelegido en julio del año pasado secretario de Movimientos Sociales del PSOE, fue la figura más determinante en la puesta en marcha de la Ley del matrimonio homosexual que impulsó el Partido Socialista en 2004 y que fue aprobada un año más tarde. Pese a su enfermedad, siempre mostró su intención de compaginar el tratamiento médico con su trabajo en el PSOE y en el Ayuntamiento de Madrid, convirtiéndose el pasado febrero en el número tres de la lista de la candidatura de Ángel Gabilondo.

La última aparición pública de Pedro Zerolo se produjo en la sede del partido de Ferraz el pasado 24 de mayo, después de las elecciones autonómicas, donde incluso respondió a la prensa a pesar de encontrarse ya muy débil. Al hacerse pública la noticia de su fallecimiento, representantes políticos de distintos partidos, entre ellos Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, mostraron en las redes sociales mensajes de condolencias a su familia y de admiración al socialista. – DEIA

Un arcoíris cubre Chueca para despedir a Pedro Zerolo

Una alfombra de arcoíris ha cubierto esta tarde las calles de Chueca, el barrio gay de Madrid, para despedir y rendir homenaje a Pedro Zerolo, el político socialista y activista por los derechos de los homosexuales y la igualdad.

Un arcoíris cubre Chueca para despedir a Pedro Zerolo

MADRID. Decenas de personas han llorado y ovacionado durante minutos a Zerolo y han cubierto la céntrica plaza de Chueca de velas, fotos y banderas con lazos negros, en una vigilia convocada por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (Felgtb) y Cogam, que se prolongará hasta la 1 de la madrugada.

“Pedro eterno”, “Gracias por tu lucha”, “Gracias por tanto, el día de mañana seremos más felices gracias a ti” y “Gracias por darnos ilusiones”, son algunos de los mensajes que los asistentes a este homenaje han escrito sobre el enorme arcoíris que cubría el suelo, que parecía desafiar al cielo ensombrecido por la amenaza de lluvia.

Un portavoz de la Felgbt, Jesús Generelo, ha explicado a Efe que han tratado de crear un espacio donde la gente exprese sus sentimientos hacia Zerolo. “Todos tenemos mucho que agradecerte. Estamos muy tristes, a pesar de que lo esperábamos”, ha apuntado.

Entre los congregados en esta plaza -centro neurálgico del barrio- se encontraba la activista transexual y diputada de la Asamblea de Madrid por el PSOE Carla Antonelli, visiblemente afectada por la pérdida del político.

“Estamos muy impactados, ya sabíamos que la situación era muy delicada, pero esperábamos que nos durase un poquito más”, ha indicado a Efe el presidente de Cogam, Jesús Grande.

Además, ha señalado que el Colectivo de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales de Madrid va a crear este año un premio con el nombre de Pedro Zerolo para galardonar a todos los activistas que luchan día a día a favor del colectivo LGTB.

Mientras, políticos de todos los partidos se han acercado esta tarde a la capilla ardiente, instalada en la Casa de la Villa de Madrid, donde Zerolo comenzó en 2003 su andadura municipal y donde se ubicaba la sede del consistorio hasta su traslado al Palacio de Cibeles.

En la capilla ardiente, se encuentran el marido del activista socialista, Jesús Santos; sus hermanos Conchi, Cristina y Heladio; su suegra, Teresa, y su cuñada, Maite, además de varios sobrinos, amigos y colaboradores, en torno al féretro sobre el que ha sido colocada una rosa roja.