Organizaciones feministas solicitan la dimisión de Santano como presidente de Eudel

Varias organizaciones feministas han iniciado una recogida de firmas para solicitar la dimisión del recién nombrado presidente de Eudel, José Antonio Santano. Creen que el «inadmisible comportamiento» mostrado por el alcalde de Irun le inhabilita para el puesto al que accedió el pasado julio.

2014-06-30, Irun, Jaiak, Alardea. 2014 San Martzialak. Irudian San Martzial eguneko ALARDE TRADIZIONALA, diskriminatzaileari babesa ematen Jose Antonio Santano alkatea eta PP, PNV eta PSEko hautetsiak. 30-06-2014, Irun, Fiestas 2014 San Marcial. En la imagen el Alarde tradicional y discriminatorio siendo recibido por el alcalde Jose Antonio Santano y concejales de PP, PNV y PSE.

2Jose Antonio Santano recibe al Alarde discriminatorio en 2014. (Jon URBE / ARGAZKI PRESS)

Arabako Emakumeen Asanblada, Basauriko Emakumeen Taldea, Bilgune Feminista, Feministalde, Medeak y Plazandreok figuran entre las organizaciones feministas que han iniciado una recogida de firmas para solicitar la dimisión de José Antonio Santano, alcalde de Irun, de su presidencia en Eudel, al que accedió hace tan solo un mes.

Según detallan en el texto con el que han iniciado la recogida de firmas en internet, Santano no debería haber ocupado el cargo por «su animadversión a la igualdad de mujeres y hombres demostrada fehacientemente con su inadmisible comportamiento en el Alarde de Irun».

Subraya el texto que los gobierno municipales del Ayuntamiento de Irun «han desafiado la legalidad y a las mujeres que pedían igualdad dando un trato diferente a los dos alardes (…) siempre en detrimento del alarde igualitario». Este último, recuerdan, «que hasta la fecha nunca ha sido recibido por el alcalde».

En el texto desmontan, también, los argumentos ofrecidos por el Ayuntamiento de Irun para proseguir con la discriminación en el Alarde.

Según recoge el texto, Eudel ostenta a día de hoy la Presidencia del Comité de Igualdad del CMRE (Consejo de Municipios y Regiones de Europa), máximo órgano coordinador de las políticas locales de igualdad en la Unión Europea. Una tarea incompatible con tener como presidente al regidor irundarra, según las impulsoras de la solicitud.

También denuncian que mantener a Santano al frente de Eudel supone «reírse» y «menospreciar» a instituciones como Emakunde, el Ararteko o la Diputación de Gipuzkoa que presidida por EH Bildu en la anterior legislatura mostró su apoyo al Alarde igualitario.

El joven que denunció una violación en Baiona retira la demanda tras admitir que era falsa

El joven landés de 18 años que puso una denuncia porque supuestamente un hombre le obligó a hacerle una felación el primer día de las fiestas de Baiona ha retirado la denuncia y ha admitido que la relación fue «consentida».

Tras la primera noche de las fiestas de Baiona, un joven landés de 18 años interpuso una denuncia porque un hombre le había obligado a hacerle una felación, según publicó ‘Sud-Ouest’. Tras escuchar el relato de los hechos, la Fiscalía decidió abrir una investigación, al entender que la denuncia era «seria».

La Fiscalía de Baiona ha informado en un comunicado que en la noche del miércoles al jueves el joven landés se separó de su grupo de amigos y se encontró con otro hombre, con el que tuvo «una relación consentida y recíproca». Cuando se reunió de nuevo con sus amigos, les relató que fue forzado a mantener dicha relación, por lo que sus amigos denunciaron los hechos. El jueves, el joven presentó la denuncia y confirmó lo que contó inicialmente.

La Policía judicial ha tomado hoy de nuevo declaración al joven quien, según precisa la Fiscalía, se ha retractado de su relato. De acuerdo con la nota, ha admitido que la relación fue «consentida y recíproca» y ha dicho que había inventado la historia «para no quedar mal».

El fiscal no ha precisado si será sancionado por falsa denuncia.

OJO CON LOS REPRIMIDOS; ESTA ES UNA LUCHA POR LA LIBERTAD

Con el verano llega un rosario de fiestas que se suceden en toda Euskal Herria. Y con ellas un preocupante número de denuncias de agresiones sexuales. Los casos son más en esta época, o al menos más públicos. Las campañas de sensibilización, tan necesarias y eficaces en el plazo largo, ayudan pero no atajan en el corto. En todo caso, es evidente que actualmente las agresiones se denuncian en mayor medida que antes, entre otras cosas gracias a esa lucha histórica y gracias a esa sensibilización social. Lo cual dificulta afirmar que este fenómeno se haya agravado. En cualquier caso, su persistencia debe llevar a una reflexión más allá de la denuncia puntual. Hay que evaluar políticas y protocolos, ahondar en lo que funciona y aprender de cada caso.

De lo ocurrido en Baiona, por ejemplo, deberíamos aprender algo. Lo primero, que en este terreno debemos concentrarnos en las agresiones que realmente se han producido, en sus víctimas, en esas mujeres. No hay margen para el negacionismo o la duda perversa. Debemos sostener las campañas para denunciar esta lacra y apoyar a las personas que la han padecido. Deberíamos buscar nuevas fórmulas para evitar ese riesgo y ofrecer seguridad a las mujeres para que puedan disfrutar de las fiestas en igualdad, libremente. Pero también podemos aprender algo del caso del varón que ha realizado una denuncia falsa. Si atendemos a su declaración posterior en la que admite que la felación fue consentida, se trata de un reprimido sexual. Es, en ese sentido, una víctima común del sistema heteropatriarcal, parte del mismo fenómeno. No obstante, en un acto muy irresponsable, ha dañado seriamente esta lucha. Desgraciadamente, no es el primer caso.

Esta es una lucha contra la represión sexual, a favor de la libertad y la igualdad. Y si bien eso implica luchar sobre todo contra los represores, contra los depredadores, hay que actuar también con los reprimidos. En este caso, exigiendo que se responda legalmente de las denuncias falsas.

Denuncian una agresión sexista a una pareja de mujeres

Según ha relatado la comisión en un comunicado, en las inmediaciones del recinto festivo dos jóvenes fueron insultadas y vejadas durante la noche del pasado miércoles, motivo por el que este viernes se tomó la decisión de dejar de servir y apagar las luces de las txosnas durante 30 minutos.

La comisión de txosnas ha querido además mostrar su compromiso en favor de un «recinto y unas fiestas libres de agresiones sexuales o sexistas».

Los invisibles. Homosexualidad en la vejez

Entre las personas mayores, la heterosexualidad se da por descontada. En la vejez, los homosexuales desaparecen del imaginario colectivo y se vuelven invisibles. Hoy, los que vivieron el franquismo y lucharon por sus derechos temen la vuelta al armario y piden servicios específicos para evitarlo.

project: The Autumn Flowers

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Los que tenemos más de 60 años hemos vivido, si no la guerra, la postguerra y el franquismo, la falta de libertades y la falta de educación en un ambiente abierto y relajado. Ahora nos encontramos con que el ‘armario’ puede abrirnos de nuevo las puertas. Tengo mujer, pero si un día deben ingresarme en una residencia de ancianos, ¿tendría la libertad de expresar mi vida emocional allí?».

Paulina Blanco es una activista de 65 años. Es parte de una generación que salió a las calles para exigir la equiparación de derechos de las personas homosexuales. En aquel entonces luchaba por conseguir más libertad. Hoy se trata de mantenerla y evitar la “vuelta al armario”. Su preocupación la comparten muchos otros ancianos del colectivo LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales), que con un pasado de lucha a sus espaldas, exigen espacios en los que se sientan seguros y respetados.

«Tengo la sensación de que me robaron la vida». Marià vive solo en un piso social. A sus 88 años se apaña como puede sin ninguna ayuda ni asistencia. Estuvo casado pero, desde su divorcio, no tiene relación con sus hijas. «Cuando era joven tuve novias, me parecían dulces, pero siempre me sentí atraído por los hombres. Me esforzaba para apartar de mí este fantasma. Al mismo tiempo, sentía la presión del entorno para que me casase. En aquella época si tardabas con el matrimonio todo el mundo te miraba raro, te hacía preguntas: ¿Qué, no tienes novia? ¡Seguro que sales con alguna chica! Yo salía con un chico y creí que la mejor manera de cortar las habladurías era casarme».

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A los 23 años, trabajando de publicista en un laboratorio, Marià llegó a inyectarse un extracto testicular. «Quería hacerme más ‘hombre’. Nunca me consideré enfermo, pero tenía miedo a ser descubierto. En casa, mi padre reprimía cualquier comportamiento mío que a su parecer fuera demasiado femenino. Una vez, en plena calle, me gritó: ‘¡Camina bien, como un hombre’. Llegó a denunciarme por ser maricón y tuve que ir a declarar a la policía.

»Un día, durante el franquismo, la policía me pilló con un chico en la calle. Nos detuvieron y nos pidieron dinero. Dijeron que si pagábamos no nos pasaría nada. Yo estaba ya casado y la idea de que mi mujer se enterase me aterrorizaba. Entonces, saqué dinero del banco y pagué».

Marià se casó en 1960 y al principio «la cosa no fue mal». «Pero lo poco de hombre macho, jefe de una familia, que había en mí se acabó rápidamente. Fue un error mío, y lo pagué. No podía esconder ni cambiar mi verdadera naturaleza. Hablaba en sueños y mi mujer se dio cuenta de qué pasaba. Dijo que no lo entendía pero que iba hacer un esfuerzo para tolerarlo. Esto me hundió. No podía seguir así y me fui. Sin nada, pero me daba igual. Lo único que quería era acabar esta farsa».

Desde entonces, Marià vive solo. No tiene ayuda y hace todo solo: compras, limpieza, la cocina. De vez en cuando, alguien de la Cruz Roja le lleva alimentos. Son ellos también los que le acompañaron al hospital, cuando tuvieron que operarle. «Podría buscarme un cuidador, pero ¿con qué dinero? Tengo una pensión de 426 euros al mes, lo que apenas permite sobrevivir. Además, temo que venga alguien y no me sienta a gusto. ¿Cómo reaccionará cuando vea mi piso, mis libros, mis pinturas, e intuya que soy homosexual? Mucha gente todavía piensa que ser gay es una cosa fea. No podría vivir con eso en mi propia casa».

Tampoco habla de su homosexualidad con sus parientes. «Ni se plantean que podría ser gay y a veces hacen comentarios despectivos». Antes de hablar con cualquiera, Marià necesita ver puede confiar en él, «para que no se aleje de mí o empiece a tratarme con disgusto». «Me gustaría tener pareja, pero ya es tarde para mí. Tengo la sensación de que me robaron la vida, que no pude hacer las cosas como habría querido cuando tenía 20 o 30 años. Estoy cansado y pronto me iré, pero se quedará mi voz y ojalá contribuya a cambiar la mentalidad de la gente».

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Transexual, vivió como cualquier otra mujer casada. La comunidad LGTB ha ignorado a la vejez durante muchos años. Hoy, las primeras generaciones que lucharon por la igualdad de derechos llegan a la jubilación y el tema se impone en la agenda del colectivo. «Es necesario ocuparse de esta cuestión –subrayan activistas como Paulina–. En un país donde el cuidado de los ancianos dependientes recae en el 86% de los casos sobre hijos y familia, los servicios de asistencia resultan vitales para nosotros. Muchos no tuvimos descendientes, mientras que otros los perdieron en el proceso de auto-afirmación».

Una de las primeras en dar la voz de alarma fue Beatriz Gimeno, activista y expresidenta de la Federación Española LGTB. En un ensayo de 2002 destaca que muchos de los ancianos homosexuales viven en un contexto en el que la heterosexualidad se da por descontada y se estigmatiza o niega cualquier forma de comportamiento o de identidad no heterosexual. El miedo a la discriminación refuerza el aislamiento de estas personas que a menudo ni siquiera solicitan servicios que necesitan.

El aislamiento y la vulnerabilidad pueden ser aún más agudos en el caso de las personas transexuales. Al recibir cuidados físicos, ya sea en casa, en el hospital o en una residencia para ancianos, estas personas temen la reacción ante su sexo biológico, que no corresponde a su género. A la transfobia se junta la precariedad económica en que viven muchos de ellos. En su juventud, la mayoría se vio obligada a trabajar ilegalmente en el mundo del espectáculo o de la industria del sexo y hoy se encuentra sin recursos y sin derecho a una pensión de jubilación.

Lola empezó trabajar como cantante y bailarina cuando tenía 14 años. Nunca cotizó. Hoy, a sus 64 años, recibe solo una subvención de 426 euros. Vive en un piso cerca de Barcelona y ninguno de sus vecinos sabe que es transexual. Siempre fue muy femenina, lo que probablemente la salvó de palizas que muchas de sus amigas recibieron durante el franquismo. Hoy a nadie se le ocurre pensar que podría ser transexual, ni a ella le parece necesario explicarlo.

Vivió como cualquier otra mujer casada, compartiendo piso con Josep, su pareja durante 40 años, y llegaron incluso a “tener” una hija. «Por accidente», dice Lola, porque la hija de una vecina no quiso conservar su bebé. «Si tú no la quieres, me la llevo», bromeó. «Nos ocupamos de ella durante 15 años, como si fuera nuestra hija. Un día llegó su madre biológica diciendo que la necesitaba de vuelta. Se nos rompió el corazón, pero ¿qué quieres?, legalmente no podíamos hacer nada».

A diferencia de la mayoría de transexuales, la familia de Lola siempre la apoyó mucho. «La primera vez que fui con Josep a visitar a mis padres, me encontré con una cama de matrimonio en mi antigua habitación. ‘¿Qué? –me soltó mi madre– No dormiréis por separado, ¿no?’».

El fantasma de la soledad apareció cuando Josep murió hace dos años. Al dolor de la pérdida se sumaron problemas económicos y nuevos miedos, como el de transfobia, que antes Lola nunca tenía en cuenta.

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Rebelde, monja, madre, pareja… «Es importante formar al personal médico y auxiliar que atiende a las personas mayores», subraya Javier Irujo, un trabajador social. El primer paso sería suponer que hay usuarios LGTB entre los ancianos y asumir que no se pueden identificar. «Una vez fuimos a una residencia que acogía a más de 200 personas», dice Paulina, «y cuando preguntamos cuántas personas LGTB había, nos contestaron que ninguna. Nos echamos a reír. ¿Quién podía creer eso?». Estudios como el de Alfred Kinsey (1948) estiman que entre el 5% y el 10% de la población es homosexual. Pero muchos, al entrar en una residencia lo ocultan por miedo a ser rechazados o a que les maltraten, ya sea el personal o los propios usuarios. «En ocasiones, también vuelven al armario en su propia casa», añade Javier. «Cuando contratan a los auxiliares esconden elementos que podrían revelar su orientación o piden a según qué amistades que no les visiten mientras estas personas están en casa. ¿Se imaginan qué estrés supone eso?».

Maite se mudó hace tres años a un edificio de pisos para ancianos. Quería estar cerca de su hija. «Necesita que le eche una mano y a menudo me ocupo de mis nietas. En el edificio tengo buenos vecinos, muy amables, pero no le dije a nadie que soy lesbiana. Estos temas producen aquí un rechazo total. Para muchos somos como tigresas asalta-mujeres. A una vecina le tachan de ‘lesbiana’ solo por llevar pantalones. No tengo ni idea si lo es o no. Pero ojalá esta mujer viniera un día a decirme: ‘Maite, ¡que soy así!’. ¡Qué alegría me daría! ¡Ya no me sentiría tan sola aquí!».

Maite tiene 74 años. Desde pequeña sentía algo especial por algunas amigas, pero no sabía lo que era. «¡Me estás hablando como un chico habla a una chica!», le soltó un verano una muchacha. Era rebelde, se subía a los árboles y a los tejados. Una “machota”, como decía su madre. A los 18 decidió entrar en un convento. «Quizás la idea de compartir la vida con mujeres me atraía. Y nada, ingresé. La comida era escasa y mal preparada. Nos imponían una disciplina pensando que el fervor religioso pasaba por la humillación. Yo me sentía mal y después de algunos meses me fui. Pero lo echaba de menos y entré otra vez, en uno de clausura. Las reglas eran mucho más suaves allí y pasé dentro 8 años muy felices. Pero cuando me enamoré de una compañera empezaron los problemas. Tenía fuertes dolores de cabeza, insomnios, estaba agresiva. Iba a un psicólogo, pero no le podía decir nada. Nunca estaba a solas con él. El único que conocía mis ‘problemas’ era mi confesor. Me incitaba a que me dominara. Yo lo intentaba pero solo obtenía más dolores de cabeza y más insomnio. Finalmente me fui».

Maite pasó por un periodo tumultuoso de experiencias bisexuales. Se quedó embarazada y «arregló» un matrimonio con un señor con dos hijos. «La cosa fue mal. Durante años intentaba ser la mujer y madre perfecta. Luchaba conmigo misma hasta que un día ya no pude más». En las Navidades, con su hijo de 9 años y su hija de 8, se fueron de casa «en bicicleta». «Mi familia reaccionó muy bien. Siempre tuve mucho apoyo en ella. Mi madre me envió una carta: ‘Papá y yo siempre hemos sabido que eras diferente’, ponía.

»Me enamoré de Rosa a primera vista. Ella tenía hijos también, y juntas formamos una gran familia. Fuimos muy felices durante 14 años. En público nos hacíamos pasar por primas. Las dos éramos cuidadoras y temíamos por nuestro trabajo. Pero en el barrio se daban cuenta. A veces llamaban por teléfono y gritaban: ‘¡Tortillera, asquerosa, lesbiana!’. No le dábamos importancia. Como nosotras había muchas. En general, pasábamos desapercibidas, porque a nadie se le ocurría que dos mujeres podían hacer algo». «Muchas mujeres de mi edad siguen así hasta ahora –continúa Maite–. La invisibilidad nos da libertad pero, por otro lado, en muchos sitios no podemos compartir nuestras vivencias. En donde yo vivo no lo puedo hacer y lo echo de menos. Me siento aislada».

«Fumaba negro para ser más ‘hombre’». Algo empieza a cambiar, pero de manera muy puntual. Entre 2008 y 2010, en Barcelona y Madrid se crearon fundaciones LGTB que atienden a los ancianos. La Fundación Enllaç, en colaboración con el Ayuntamiento de Barcelona, organizó un grupo de trabajo y forman personal médico y cuidadores de personas mayores. Pero falta convencer a residencias y centros de atención para que las lleven a cabo. En paralelo, en colaboración con el Departamento de Trabajo Social de la Universidad de Barcelona, están ultimando la primera investigación que se realiza en el Estado sobre LGTB y tercera edad. Según este estudio, «la mayor parte del colectivo quiere servicios específicos, siente que la atención que pueden recibir es poco respetuosa y temen que perder la autonomía les suponga la vuelta al armario», asegura Josep Maria Mesquida, profesor e investigador del Grup de Recerca e Innovació en Treball Social y responsable de la investigación. «Después de una vida llena de lucha –añade Paulina–, de haber pagado impuestos mientras se nos negaban derechos básicos durante muchos años, llegando a la vejez exigimos poder disponer de espacios en donde se tenga en cuenta nuestra trayectoria y se nos respeten los afectos».

El desarrollo de estos servicios necesita apoyo y financiación de la Administración pública. «Ya hemos visto proyectos de construcción de residencias o de complejos de pisos para personas LGTB mayores –destaca Federico Armenteros, presidente de la Fundación 26 de Diciembre en Madrid–. Resultan caros, no hay socios para financiarlos y las administraciones públicas tienen miedo de guetización. Ahora apostamos por un geriátrico LGTB abierto a todo aquel que estuviera de acuerdo con la política del centro. Tenemos sitio, pero nos falta dinero para restaurarlo y adaptarlo. Mientras tanto, pusimos en marcha un centro diario. Hacemos comidas, talleres de costura, teatro. La gente viene porque aquí se sienten menos solos y pueden hablar abiertamente de todo. Estamos en el centro de Lavapiés y vienen no solo los homosexuales. Hay también abuelitas del barrio».

La convivencia en ambientes abiertos existe, pero es todavía la excepción que confirma la regla. «Yo por fin puedo disfrutar del día a día –dice Pako, de 73 años–. Me mudé a un pueblo para estar cerca de mi hija. Tenía mis dudas. ‘¿Y si le causo problemas a ella?’, me decía, ‘¿Si vuelven los comentarios acerca de mi persona?’. Afortunadamente, me equivoqué. La gente aquí me acepta y me siento respetado. Pero creo que es un pueblo especial. Tiene mucha actividad cultural y mucha gente está relacionada con el mundo de arte. Imagino que en otros sitios te puedes convertir fácilmente en la ‘maricona’ del pueblo, y esto sería horrible».

De joven, Pako luchó por no ser homosexual. Siempre quiso tener una familia. Empezó un noviazgo, pero poco antes de casarse le asaltaron las dudas. «Fui a hablar con un cura que conocía desde pequeño. ‘Esto es una barbaridad –le dije– no lo puedo hacer’. Él me aseguró que con fuerza de voluntad podría cambiar. Pronto me di cuenta de que fue un error, pero ya tenía hijos. El tiempo pasaba y la bola se hacía cada vez más grande. Pensaba que con un hombre solo podría tener sexo, y cuando a los 30 me enamoré de uno, la bola estalló».

Tras el divorcio, Pako se sintió liberado. «Pero para mis hijos, que eran pequeños, tuvo que ser traumatizante. ¡De repente te enteras de que tu padre es gay! Con mis hijas tengo ahora una relación fantástica. Con mi hijo mayor la cosa está aún cuesta arriba, pero estoy seguro de que con tiempo todo se arreglará».

«Ahora me siento realmente yo –concluye Pako–. Antes constantemente me controlaba para que no se me notara. No cruzaba las piernas cuando me sentaba. Llevaba las manos en los bolsillos porque cuando hablo gesticulo mucho. Me decía ‘las mueves tanto que se te notará’. Fumaba negro para ser más ‘hombre’. Hasta que un amigo me dijo: ‘Ten cuidado cómo coges el cigarrillo’. ¡Imagínate vivir así! Me costó mucho llegar a donde estoy y jamás volvería al armario. El pasado queda detrás y quiero disfrutar del presente».

GANAR EN LIBERTAD DESDE LOS LOGROS OBTENIDOS

EDITORIALA

El largo camino del colectivo LGTBI en su lucha por vivir en libertad y en posesión de todos sus derechos ha estado colmado de dificultades y, en gran medida, todavía lo sigue estando. Esa batalla por la liberación simbolizada en el 28J por los altercados acaecidos en Nueva York 45 años atrás ante el hostigamiento a la población homosexual sigue viva hoy día. De ese germen nacieron decenas de luchas que, con perseverancia, contundencia y entusiasmo han ido ganando espacio, sumando voces y obteniendo importantes logros. Las movilizaciones que ayer ocuparon calles y portadas son ejemplo de ello.

Es cierto que, lamentablemente, todavía son muchas las injusticias que padece la comunidad LGTBI; que son muchas las personas que siguen sin poder vivir con una mínima normalidad, y que muchas de ellas siguen ocultando su sexualidad por temor a las consecuencias de expresarla libremente. En este sentido, resulta triste y tremendamente injusto que la homosexualidad siga siendo delito en ochenta países del mundo, llegando a ser penado con la muerte en algunos de ellos. La catalogación de delito o enfermedad carecía de justificación antes igual que ahora, pero el empecinamiento de algunos sectores deja de manifiesto una preocupante querencia por la discriminación y la vulneración de los derechos fundamentales de los interpelados. Los testimonios de personas mayores del colectivo LGTBI que 7K recoge en su ejemplar de ayer son un claro reflejo de lo que sufrían y siguen sufriendo.

Con todo, aunque la lucha sigue, deben reconocerse los logros de tantos años de trabajo, como la reciente legalización del matrimonio homosexual en EEUU, donde hasta ahora 13 estados lo prohibían. En Euskal Herria, la bandera del arcoiris en el Ayuntamiento de Iruñea deja una imagen inimaginable hace unos años. Un gesto que constata la existencia de una base social en defensa de la igualdad de derechos. Queda camino por recorrer, pero las conquistas de las últimas décadas demuestran que el tesón será el impulso para llegar a la meta, para vivir libremente.

Las calles se llenan de color por los derechos LGTBQI

El mundo celebró ayer el Día Internacional de la Libertad Sexual que implica la reivindicación de los derechos para el colectivo LGTBQI. Por ello, en las capitales vascas centenares de personas salieron a la calle portando la bandera de arcoiris. En Iruñea se dejaron ver los representantes institucionales, en Gasteiz prepararon un divertido tobogán, en Bilbo se disfrazaron y en Donostia adelantaron las celebraciones para alargarlas más.

2015-06-28. Gasteiz. LGTB harrotasun egunaren mobilizazioa. Irudian ekitaldiak. 28-06-2015. Vitoria. Movilización por el día internacional del colectivo LGTB(Lesbianas, Gais, transexuales y Bisexuales). En la imagen la movilización.

2015-06-28. Gasteiz. LGTB harrotasun egunaren mobilizazioa. Irudian ekitaldiak.
28-06-2015. Vitoria. Movilización por el día internacional del colectivo LGTB(Lesbianas, Gais, transexuales y Bisexuales). En la imagen la movilización.

Como en otras tantas reivindicaciones, el objetivo es que llegue el día en que no sea necesario celebrar nada, pero mientras queden derechos vulnerados sobre el colectivo LGTBQI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, queer, intersexuales) la gente seguirá saliendo a la calle cada 28 de junio para celebrar el Día Internacional de la Libertad Sexual.

Se trata de un día para visibilizar las diferentes identidades de género y sexuales como herramienta para normalizar la situación de las personas que son tratadas diferente injustamente. Por ello, varios lugares de Euskal Herria tomaron la bandera arcoiris para realizar diferentes movilizaciones que se centralizaron especialmente en las capitales.

Así, en Iruñea la Plataforma 28-J convocó una manifestación bajo el lema “Somos… exigimos nuestros derechos”. En la misma participaron al rededor de 300 personas, entre los que se encontraban el alcalde de la ciudad, Joseba Asiron, y la presidenta del Parlamento de Nafarroa, Ainhoa Aznárez. En las dos instituciones ha podido verse colgada la bandera de colores por primera vez, como muestra de su apoyo al colectivo LGBTQI.

Antes de comenzar la marcha, Aznárez comentó que ella siempre ha participado en esa manifestación y este año, por ser miembro del parlamento, «no iba a dejar de hacerlo».

La movilización partió a las 12.30 de la antigua Estación de Autobuses. A lo largo del recorrido corearon consignas como «estamos aquí, no nos escondemos», «en la hostelería también hay bollería», «la homofobia nos agobia», «igualdad de derechos reproductivos» o «tenemos la bandera, la oficina nos espera». La representante de la plataforma convocante, Maider Lazkano, solicitó a las nuevas instituciones navarras que tomen las medidas necesarias para «crear un marco legal y una mejor sociedad para todas las personas». En ese sentido, valoró positivamente como «un pequeño paso para empezar a cambiar las cosas» el hecho de que el Ayuntamiento y el Parlamento colgaran la bandera.

Ambiente festivo

También en Gasteiz se reunió un buen número de personas en la Plaza de la Virgen Blanca. Mientras, todos los partidos que componen el Ayuntamiento firmaron una declaración institucional en la que mostraban su apoyo al colectivo LGTBQI. A su vez alertaron del «ascenso de la extrema derecha» en Europa así como «la cruel represión en muchos países de África, en incluso la Unión Europea».

El buen tiempo mañanero animó a los manifestantes de Gasteiz a participar en una divertida actividad que habían previsto: deslizarse por un plástico mojado como si fuera un tobogán. Y es que aunque la manifestación del Día Internacional de la Libertad Sexual gira entorno a un tema serio, no falta el buen humor. Suelen ser habituales los disfraces; por ejemplo, en Bilbo, varias personas se paseaban con pelucas de colores estridentes y un mono que simulaba que estaban desnudos. En el mismo desfile podía verse una batucada rosa junto a una pancarta que decía “Gure eskubideak ez daude salgai” (nuestros derechos no están a la venta). La movilización de Bilbo suele ser la más concurrida, y este año no ha sido menos, ya que consiguió reunir a centenares de personas.

Mientras, en Donostia, adelantaron las celebraciones para realizar más de un acto: teatro, cena, fiesta y mesa redonda, una programación que culminó con una manifestación el sábado bajo el lema “Ez egin (a)men, suntsitu heteronorma. No claudiques”. Por otro lado, la asociación Gehitu pidió iluminar el Kursaal con los colores del arcoiris. Se sumaron a las reivindicaciones los conductores de los autobuses, que incluyeron la bandera en los ventanales.

ADI! (Bi lerro hauek ez daude paperean, baina elektronikoan bai)

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Gasteiz firmó una declaración institucional para mostrar su apoyo y alertaron de la represión en países de África y Europa.bete

Movilizaciones festivas para reivindicar los derechos del colectivo LGTB

Bilbo, Gasteiz e Iruñea, al igual que otros muchas localidades vascas, han acogido movilizaciones festivas y reivindicativas con motivo del Día Internacional del Orgullo LGBT (lesbiana, gay, bisexual y transexual).

Día Internacional del colectivo Gay, Lesbianas, transexuales.

Día Internacional del colectivo Gay, Lesbianas, transexuales.

Varios centenares de personas se han manifestado esta mediodía por las calles de Bilbo para reivindicar los derechos de los homosexuales, en un ambiente festivo.

A las 12.30, tras un pancarta en la que se leía «Lesbo, homo, trans, fobiak kontuz!» (Cuidado con las fobias), y una gran bandera multicolor, los manifestantes han recorrido la Gran Vía.

El ambiente ha sido festivo, con disfraces, globos y banderas, aunque alguno de los asistentes ha criticado al Ayuntamiento de Bilbo por prohibir el ligue entre hombres en el alto de Santo Domingo.

Otros destacaban el paso dado por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos al permitir el matrimonio homosexual en todo su territorio

Otra pancarta pedía «Reivindica, my friend», y cerraba la marcha un joven con barbas y hábitos franciscanos, que defendía la igualdad de las relaciones homosexuales y heterosexuales.

Bandera arco iris en Iruñea

La bandera arco iris ha presidido en Iruñea una manifestación que, convocada por la Plataforma 28-J en Día Internacional del Orgullo LGBT (lesbiana, gay, bisexual y transexual), ha recorrido varias calles de Pamplona bajo el lema «Somos…Exigimos nuestros derechos».

Una bandera que los iruindarras han podido observar también este año en las fachadas del Ayuntamiento de Iruñea y del Parlamento de Nafarroa, cuyos máximos representantes, el alcalde Joseba Asiron, de EH Bildu, y la presidenta de la Cámara, Ainhoa Aznárez, han asistido a la marcha. También estaban presentes concejales y representante de otros partidos como PSN-PSOE y Juventudes Socialistas o Izquierda-Ezkerra.

Antes de comenzar la marcha, Ainhoa Aznárez ha recordado a los periodistas su anuncio de que el Parlamento foral «sería un Parlamento abierto, que diera voz a todo el mundo». «Y tal y como en el Parlamento van a entrar colectivos, pues yo también salgo», ha señalado.

Ha explicado además que siempre ha estado en movimientos sociales y que todos los años participa en esta manifestación. «Y este año no iba a dejar de hacerlo», ha comentado.

La manifestación ha partido a las 12.30 horas de la antigua Estación de Autobuses encabezada por la bandera arco iris y una pancarta en al que se leía, en castellano y euskera, «exigimos nuestros derechos».

Durante el recorrido, los reunidos han coreado consignas como «estamos aquí, no nos escondemos», «en la hostelería también hay bollería», «la homofobia nos agobia», «igualdad de derechos reproductivos» o «tenemos la bandera, la oficina nos espera».

«Venimos aquí a reivindicar nuestros derechos», ha resumido a los periodistas la representante de la Plataforma 28J, Maider Lazkano, quien ha solicitado a las nuevas instituciones navarras que tomen las medidas necesarias «para crear un marco legal y una mejor sociedad para todas las personas».

Tras valorar la colocación de las banderas arco iris en el Ayuntamiento y el Parlamento como «un pequeño paso para empezar a cambiar las cosas», Lazkano ha reconocido que con los nuevos gobernantes existe «mucha más cercanía». «Son personas que están muy abiertas a cambiar las cosas», ha subrayado.

El Tribunal Supremo de Estados Unidos legaliza el matrimonio homosexual en todo el país

El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha fallado a favor de la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país, una decisión histórica que anula la capacidad de los estados para prohibir las uniones entre homosexuales.

El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha dictaminado que el matrimonio homosexual queda protegido por la Constitución a través de un veredicto en contra de las prohibiciones a los enlaces entre personas del mismo sexo en todo el país.

De esta manera y desde hoy, el matrimonio homosexual es un derecho constitucional en Estados Unidos, obligando a los trece estados del país que aún lo prohibían a permitir que las personas del mismo sexo puedan unirse legalmente.

La decisión de los nueve jueces que conforman el Alto Tribuna se ha dirimido por un estrecho margen, con cinco jueces a favor y cuatro en contra.

El caso analizado por la decisión judicial de hoy aludía a los estados de Kentucky, Michigan, Ohio y Tennessee, donde se define el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer.

Esos estados no han permitido que las parejas del mismo sexo se casen dentro de sus fronteras y también se han negado a reconocer los matrimonios válidos en otros estados del país.

Hace justo dos años, la Corte Suprema anuló parte de la ley federal que no reconocía el matrimonio gay, que negaba una serie de beneficios gubernamentales para las parejas del mismo sexo que habían contraído matrimonio legalmente.

Cientos de personas se han agolpado en las inmediaciones de la Corte Suprema, en el centro de Washington, para celebrar la decisión de los jueces.

El presidente estadounidense, Barack Obama, se ha apresurado a celebrar la decisión del Tribunal Supremo como «un gran paso en la marcha hacia la igualdad».

«Las parejas gais y lesbianas tienen ahora el derecho a casarse, como cualquier otras. #LoveWins (el amor vence)», ha señalado en un mensaje publicado en su cuenta de Twitter.

 

«Un coño, su mero funcionamiento, hace que cuestiones como el falocentrismo se vengan abajo»

DIANA J. TORRES ESCRITORA, PERFORMER, FEMINISTA…

En “Pornoterrorismo”, Diana J. Torres hablaba sobre el crimen que se ha cometido durante siglos sobre el cuerpo humano y especialmente en su sexualidad. En “Coño potens”, la referencia es clara: la genitalidad femenina, un «manual sobre su poder, su próstata y sus fluidos».

diana torres

Las mujeres eyaculamos. Sí. Las mujeres tenemos próstata. Sí. Y lo hacemos a través de los fluidos producidos por las glándulas de Skene, equivalentes a la próstata masculina, y que se sitúan en la pared anterior de la vagina. El líquido puede ser expulsado hacia el exterior o hacia el interior. Que nadie piense que orina cada vez que tiene un orgasmo; no micciona, eyacula. O que reflexione si siente ganas de ir al baño justo después de haber mantenido relaciones sexuales. ¿Ocurre?

Diana J. Torres presenta en “Coño potens” un análisis sobre las funciones genitales (no solamente reproductivas), sexuales y placenteras de la mujer donde, además de echar por tierra algunas filosofías ligadas exclusivamente a la masculinidad (la eyaculación puede ser un ejemplo), elabora una crítica feminista contra el actual sistema patriarcal que ha «educado» a las mujeres a controlar su sexualidad y encasillarse en ciertos roles que salvaguardan la supremacía falocéntrica.

La exploración del cuerpo femenino o la propia conciencia sobre los órganos de cada uno son algunas de las claves que esta escritora, performer, activista y feminista madrileña plantea en su nuevo libro editado por Txalaparta. Un disparo contra la «capa protectora» que invisibiliza a la mujer, a su lucha y a su verdadero ser.

Mujeres eyaculando y con próstata. Para muchas, o para la mayoría –me incluyo en la lista–, esto podría sonar a chiste, broma o a una especie de locura. Pero no es así. Las mujeres podemos eyacular y también tenemos próstata.

En general, en las sociedades en que vivimos, todo aquello que pone en riesgo al sistema, que lo desequilibra, suele sonar a cosa poco seria o demencial. Es una eficaz estrategia de manipulación a la que nos tienen sometidxs para que creamos solo y exclusivamente en «las verdades» que nos cuentan desde el sistema educativo, la ciencia y la cultura. Por supuesto que tenemos próstata y por supuesto que esta es funcional.

Lo decía también Sócrates al hablar del «semen femenino».

En la antigüedad muchos autores nombraron así al líquido eyaculado por las mujeres. No fue hasta el siglo XV, cuando se inventó el microscopio y se confirmó que nuestros fluidos no intervenían en la reproducción, que nuestra eyaculación, nuestro «semen», fue completamente descartado de los textos.

Le planteo una pregunta que usted misma lanza en el libro: ¿Dónde queda en la cama el testimonio de nuestro placer?

Pues creo que también es cultural esa idea de que las mujeres no marcamos el territorio, del mismo modo que lo es la idea de que los hombres tengan que hacerlo para reafirmar su masculinidad (en realidad esto no responde más que a cuestiones de inseguridades y de propiedad). Yo creo que el testimonio de nuestro placer es nuestra alegría, más que una cosa que queda pegada a las sábanas. El estar feliz con la propia vida sexual. Yo no creo que exista forma más efectiva de empoderamiento que la de estar contentxs con nuestro cuerpo y su sexualidad, desde mi punto de vista esto es esencial para cualquier lucha antisistema, antipatriarcal.

En ese territorio, en el de la ignorancia generalizada, entra en juego el sistema patriarcal. ¿Con qué objetivo no se llama próstata o eyaculación a los órganos o las acciones que ocurren en el cuerpo de la mujer?

Creo que se trata de una combinatoria de motivos, principalmente relacionados con dos cuestiones: la justificación de dos únicos géneros (hombre y mujer) mediante razonamientos biológicos y las ideas sobre la sexualidad de los coños generadas para domesticarnos. La base del patriarcado es la existencia de hombres y mujeres, dos géneros muy bien definidos gracias a la religión católica en la antigüedad y a una ciencia que se comporta más como una mística del binarismo de género que como algo preciso y objetivo en la actualidad. Se nos dice que hay rasgos fisiológicos característicos de cada género (uno de ellos ha sido la eyaculación y la próstata, en teoría exclusivas de los hombres) pero no hay nada más degenerado que la realidad anatómica de los cuerpos. No somos tan diferentes, hormonas para arriba, hormonas para abajo, somos más o menos lo mismo.

Por otro lado, durante siglos se ha tratado de hacer más dócil nuestra sexualidad, que por supuesto era algo aterrador para quienes trataban de indagar en sus «misterios». Un coño, su mero funcionamiento, hace que cuestiones como el falocentrismo se vengan abajo. La histeria fue una de esas formas de domesticarnos desde la ciencia: en una cultura en la que las relaciones sexuales se limitaban a la penetración pene-vagina y en la que la religión impedía a las mujeres (bajo amenazas infernales) explorarse ellas mismas, una gran mayoría de mujeres eran histéricas. Muy curioso que el tratamiento de esa «enfermedad» estuviera basado en la estimulación clitoriana. Siempre fue mejor afirmar que algunas mujeres estaban a enfermas que cuestionar cosas tan sacrosantas como que el pene (y el hombre con él) no es el centro del universo.

Plantea un binarismo del género: ¿Por qué llamar corazón, hígado o riñón a los órganos que compartimos hombres y mujeres, y no compartir nombres para referirnos a los órganos sexuales?

Porque nuestros órganos sexuales han sido la clave para asignar los géneros al nacer y con ellos nuestros roles en las sociedades patriarcales. Es lo primero que una madre quiere saber cuando está embarazada, ¿no? Antes de si el bebé está sano quiere saber si es «niño» o «niña» porque eso es lo que constantemente la sociedad querrá saber y le preguntará. Es lo primero que nos hacen al nacer: abrirnos las piernas, ver qué tenemos ahí, comprobar que todo está dentro de los parámetros de la «normalidad», si encaja en esos parámetros es una niña (te ofrecerán ponerle pendientes, ropita rosa) o un niño (ahí irá su ropita azul), y si no encaja pues se realizarán intervenciones quirúrgicas variadas para ajustar su cuerpo (recomiendo echar un vistazo al drama de las personas intersexuales) a la rigidez binarista. Porque nada es más peligroso en un sistema basado en el poder de un género sobre otro que existan seres que no puedan «jugar» en sus dinámicas.

Asegura, además, que los órganos sexuales de hombres y mujeres no son tan diferentes; es más, que se asemejan bastante.

Sí, eso es. Sus dimensiones y posiciones cambian por cuestiones puramente hormonales. Hasta nuestros hipotéticos cromosomas de género dependen de las hormonas de la madre durante la gestación.

Un término que me llamó mucho la atención. «Mutilación genital primermundista». Aquí, en países occidentales y desarrollados, con profesionales de tez blanca, también se dan estos casos.

Por supuesto que se dan. La bomba atómica no fue inventada en medio de la sabana africana, la inventaron también unos señores de bata blanca. Digo esto básicamente porque desde la idea supremacista occidental somos muy propensxs a juzgar como «salvajes» las prácticas de otras culturas, y mientras estemos haciendo eso (básicamente ver la paja en el ojo ajeno) no seremos capaces de darnos cuenta de la cantidad de atrocidades que se cometen en nuestras ordenadas, limpias y evolucionadas sociedades de mierda, en nombre de la ciencia y el progreso. La medicina occidental tiene las manos manchadas de sangre: operaciones de desambiguación genital a bebés intersexuales, próstatas extirpadas en mujeres totalmente sanas alegando «incontinencia coital»…

El punto G, otro de los mitos sexuales que rondan en torno al cuerpo de una mujer. ¿Con qué objetivo se creó ese símbolo?

En realidad más que un símbolo es un eufemismo, es una forma de contar una verdad a medias con un nombre que se ajusta a las lógicas del mercado “femenino”. No es casual que algo así venga de Estados Unidos, son especialistas en este tipo de cosas: usar algo de modo comercial que también se comporta como dispositivo de control de la sexualidad.

Pone de relieve la importancia de «herir el corazón del sistema patriarcal» con venganzas gozosas o de someter a la sociedad a un proceso de exorcismo mental. ¿Cuáles son las soluciones que baraja para salir de este callejón?

Básicamente para herir ese corazón primero tenemos que entablar una batalla interna con nosotrxs mismxs para combatir lo que de ese sistema patriarcal habita en nosotrxs. Eso es quizás lo más complicado, renunciar a partes de nuestras identidades impuestas para poder dejar brotar algo más auténtico y por tanto más poderoso, más difícil de manipular.

También pone ejemplos prácticos e invita a las mujeres a autoexplorarse. ¿Conocemos lo suficiente nuestro cuerpo? ¿Nos da miedo conocernos demasiado?

No conocemos nuestro cuerpo porque desde siempre nos han enseñado que hay un grupo de personas (los médicos) que se dedican a eso, hemos delegado una responsabilidad importantísima en personas que no conocemos de nada y a las que damos nuestro voto de garantía solo porque nuestro sistema educativo y nuestra cultura nos ha dicho que así se ha de hacer. El desconocimiento del cuerpo, ese delegar responsabilidades, responde totalmente a las lógicas del capitalismo: una persona con una jornada laboral diaria de 8 o 10 horas sencillamente no tiene tiempo de preocuparse de esas cosas pero al mismo tiempo alguien tiene que mantenerla relativamente sana (aunque sea a base de fármacos que contaminan y fuerzan la máquina) pues ha de ser funcional. Más que miedo creo que nos da pereza. Nos han dicho que las cosas que han de interesarnos son otras.