“La jerarquía católica está obsesionada con los asuntos sexuales”

JON O’BRIEN | PRESIDENTE DE CATHOLICS FOR CHOICE

Jon O'Brien, presidente de Catholics for Choice.

Jon O’Brien, presidente de Catholics for Choice.

Jon O’Brien cree que la jerarquía católica está cada vez más alejada de sus fieles y de la realidad social. Sobre todo cuando se trata de derechos sexuales y reproductivos. Católico irlandés de 50 años y presidente de la organización estadounidense Catholics for Choice(Católicos por el derecho a decidir), O’Brien aboga por la laicidad del Estado y critica duramente al Vaticano por su trato a las mujeres y los homosexuales. Pregunta. ¿Están enfrentando bien las jerarquías católicas el reto de adaptarse a la diversidad de los creyentes en las sociedades contemporáneas?Respuesta. Hubo un gran teólogo que una vez dijo: “El catolicismo se define por la unidad y la diversidad”. En otras palabras, no hay una Iglesia monolítica. Cuando voy a misa los domingos y miro alrededor veo ahí mismo una pareja de gais que mantiene una relación desde hace tiempo, una pareja de lesbianas que han adoptado un niño; hay también una pareja que se ha divorciado y se ha vuelto a casar. Usamos anticonceptivos y muchas mujeres han tenido abortos. Esta es la realidad de la Iglesia católica en la actualidad. La Iglesia no es un edificio en un lugar de Roma o de Madrid. La iglesia somos las personas, y las personas tienen una sexualidad muy distinta de la que la jerarquía católica pone tanto énfasis.P. ¿Sus doctrinas no se corresponden con la realidad?R. Los dos últimos papados, el de Juan Pablo II y el de Benedicto, estuvieron muy centrados en la zona pélvica, en los genitales, en la adherencia a una norma. Pero si preguntas a los católicos de cualquier parte del mundo en qué creen, cómo se comportan, la respuesta es muy diferente de lo que hace la jerarquía católica, las élites. Creo que esa es la realidad de la Iglesia. Han fallado en que los católicos les sigamos. Y no representan a los católicos de verdad, se representan a sí mismos. Así que cuando los obispos ahora van al congreso en Estados Unidos, a la ONU, al Gobierno de España para convencerles de que conviertan su teología en ley no nos representan.P. ¿Está la jerarquía católica cada vez más lejos de la calle?R. Representan una manera errónea de pensar. Y están obcecados en todo lo relacionado con los genitales y la zona pélvica. Pero hay varias razones por las que la jerarquía católica terminó con una ética sexual completamente fracasada. A veces tenían buenas intenciones, porque querían estar más cerca de Dios y tenían la idea de que aquellos que son célibes están más cerca de Dios. Pero el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. Creo que la realidad actual es que si no das a alguien un preservativo para prevenir el VIH estás obrando mal, si impides a las mujeres acceder a abortos seguros tendrán abortos inseguros y si frenas el acceso de las personas a la contracepción tendrán embarazos no deseados. Esa es la realidad. La realidad es que los matrimonios se terminan. La realidad es que hay personas que son gais y católicas, así que hay que tratar con la realidad. El mundo real nos dice que la visión de los obispos es realmente errónea y ciertamente los obispos tienen derecho a mantener su visión.P. Pese a los avances sociales y cada vez más voces como la suya entre los fieles, la Iglesia católica no ha variado su postura contra el aborto, la anticoncepción o sobre homosexualidad.R. La jerarquía es la única que mantiene esa idea del catolicismo, y pone demasiado énfasis en ella. Creo que la mayoría de los católicos hemos seguido adelante con nuestras vidas. Yo sigo yendo a misa los domingos, al igual que lo hacen las mujeres que han abortado y usan anticonceptivos. No nos sentimos culpables. Sabemos que, como buenos católicos, podemos tomar una decisión basada en nuestra conciencia. El mismo centro de la enseñanza católica nos dice no solo que sigamos nuestra conciencia sino que “debemos” seguir nuestra conciencia. Y creo que las personas que usan anticonceptivos, que han abortado, que son gais y lesbianas están siguiendo su conciencia. Es algo entre ellos y Dios. Creo que la Iglesia es así hoy, y cada vez más.P. ¿Cómo deben ser las relaciones entre Iglesia y Estado?R. Nuestros obispos en España, Portugal e Irlanda deben dejar de reunirse con los políticos para decirles qué leyes quieren que se promulguen. Es inapropiado. Los actores religiosos pueden tener sus opiniones pero creo en un Estado verdaderamente laico. El Estado laico no es antirreligión, es neutral, tiene las leyes más justas y equitativas, que dan una gran protección a las personas religiosas, porque no pone ninguna fe sobre la otra.P. ¿Cree que la jerarquía católica interviene demasiado en las políticas de Estado?R. Sí, no hay ninguna duda de ello. Esos hombres presionan a los políticos para transformar sus creencias en leyes, aunque ni siquiera los católicos las siguen. Y vemos esto en todo el mundo, una y otra vez: las barreras a la anticoncepción gratuita, la lucha contra el matrimonio gay, contra el derecho al aborto. Si nos fijamos en Polonia, en España o en Irlanda, la batalla contra la igualdad de derechos de los ciudadanos desgraciadamente está encabezada muy a menudo por la jerarquía de mi Iglesia. Y no es fácil, pero los católicos debemos reaccionar porque cuando ves a alguien obrando mal has de decirlo. Debemos levantarnos y decir que esa manera de comportarse de la jerarquía y de la Iglesia es errónea, y que cuando hablan no hablan por nosotros.P. Hablemos del papa Francisco. Algunos lo han definido como un políticoR. Bueno, creo que hay algo verdaderamente genuino en este papa. Y es que es mucho más pastoral que político, mientras otros papas han tratado de hacer que los Gobiernos hagan esto o lo otro, él se preocupa verdaderamente de la condición humana. Pone más el acento en el cuidado de las personas, para que se sientan bien, vayan a la iglesia y no se sientan excluidas. Y eso es algo de agradecer, porque hemos tenido con demasiada frecuencia una Iglesia católica política y no pastoral. Y con esto no pretendo hacer ver que el papa Francisco esté de acuerdo conmigo en estos asuntos, pero está dando más amor y cariño que sus predecesores. Él es argentino, pero no creo que el papa Francisco sea Che Guevara, no lo es; pero puede que sea más como Gorbachov cuando tenía algo que decir.P. ¿Ha abierto un canal de comunicación y de cambio en la Iglesia?R. Él introdujo la idea de que las personas debemos hablar sobre qué tipo de sociedad tenemos. Quién sabe si los obispos con el papa Francisco van a ser más valientes y van a admitir que hay cosas en la jerarquía católica que son injustas. Una de ellas es el comportamiento de la Iglesia con las mujeres, a las que no trata con la dignidad y respeto, ni como iguales a los hombres.P. ¿Es esa desigualdad de género uno de los mayores problemas en la Iglesia?R. Creo que si la Iglesia debe resolver una injusticia es esa. La idea de que una empresa, por ejemplo Apple, que diga que mañana no va a tener ninguna mujer en los puestos de dirección sería una locura para su negocio. O para cualquier institución. Y creo que es una locura también para la Iglesia. Excluir a las mujeres de la Iglesia no es inteligente. Así que cuando los obispos se reúnen y hablan sobre los problemas de la mujer, su salud, su vida y el papel de la mujer en la Iglesia, creo que su postura es la de la mitad de la Iglesia.

P. ¿Qué supone que un prelado haya declarado públicamente su homosexualidad y, además, tener pareja?R. Uno de los secretos peor guardados de la Iglesia católica es que una parte importante del clero es gay. Agradecería una visión mejor informada sobre la homosexualidad en mi Iglesia. Nosotros, los fieles también agradeceríamos más sinceridad sobre el divorcio, el casarse por segunda vez, las mujeres que han abortado, las parejas que usan anticonceptivos. Hay toda una serie de asuntos que se deben poner sobre la mesa para el debate. Con este error de no hablar del mundo real, los pecados de omisión de la jerarquía católica van más de un cura gay en el vaticano que no pudo soportar la hipocresía y mentiras. La lista llega al mismo corazón de las enseñanzas de las enseñanzas católicas en asuntos conectados a la zona pélvica. Necesitamos que se haga justicia social, no solo sacerdotes gais hablando de sacerdotes gais.

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Ligar en tiempos modernos

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“Es un juego con recompensa”. “La experiencia es similar a la de ir a una tienda de pinturas a elegir colores”. “Abres la aplicación, miras las fotos y decides: esta sí, esta no. Te sientes Dios”. “Es marketingpuro y duro: pones tus mejores fotos para venderte”. “Es entretenido, divertido, emocionante”. “Mi sensación es que es Sodoma y Gomorra”. “Quedar es muy fácil. Follar es muy fácil. La gente está predispuesta. Los chicos y las chicas”. “Es tan fácil establecer relación que, si no va bien, buscas otra”. “Es una forma alternativa de conocer gente”. “Es sile, nole. Es brillante”.

Cada vez hay más solteros. En España, el INE registró el año pasado 4,4 millones de hogares unipersonales. Y la tendencia no parece que vaya a remitir. Además, los españoles son líderes europeos en uso desmart­phones: el 81% de los móviles son inteligentes, según un informe de la Fundación Telefónica. Internet –entre otras muchas cosas– ha facilitado que oferta y demanda se encuentren sin necesidad de intermediarios: compramos en eBay, buscamos alojamiento en Airbnb y ligamos a través Tinder, Happn, Badoo o AdoptaUnTío.

Grindr fue la pionera. Su fundador, Joel Simkhai, llevaba tiempo buscando una solución: él era gay, y siempre se preguntaba quiénes a su alrededor también lo eran. Había recurrido a webs para conocer chicos, pero sin resultados satisfactorios. En 2009 lanzó ­Grindr, una aplicación geolocalizada que permite, de un vistazo, ver perfiles de otros gais en la misma zona del usuario. Hoy la utilizan a diario más de dos millones de homosexuales en todo el mundo, desde Estados Unidos y España –su sexto mercado– hasta Irak o Ghana. Y Tinder, nacida en 2012, es la responsable de la popularización de las apps para ligar. Ninguna otra crece tan rápido. En 2010, plataformas como Badoo o AdoptaUnTío acomodaron sus sites alsmartphone, pero no dieron con el eureka de Tinder. Fundamentalmente dirigida a un público heterosexual, la clave de su éxito es la sencillez: solo hay que registrarse con el perfil deFacebook, seleccionar unas cuantas fotos, determinar el radio dedescubrimiento, el sexo y el rango de edad de los chicos o chicas a los que se quiere conocer, y empezar a mirar fotos. Sí. No. Sí. No. Con el movimiento de un dedo. Si se desliza a la derecha, te gusta. A la izquierda, no te gusta. Si la atracción es mutua, hay una coincidencia y se puede empezar a hablar. En España, según datos facilitados por Tinder, se producen 15 millones de movimientos dactilares (swipes, en inglés) al día. La app estadounidense, que opera en 196 países y está disponible en 30 idiomas, no proporciona cifras de usuarios, pero presume de haber superado los mil millones de coincidencias en su breve historia. Es la aplicación de la que habla todo el mundo. Un filón para monologuistas.

A finales de los noventa y principios de los 2000 surgieron webs de contactos como Meetic, Match, OkCupid o eDarling que, basándose en exhaustivos cuestionarios y algoritmos de recomendación, proponían personas compatibles con sus usuarios y permitían navegar entre montones de perfiles. Estas representan el modelo tradicional: el del agente inmobiliario con experiencia y profesionalidad como avales. En Estados Unidos, las plataformas dedating ganarán mil millones de euros –las apps, 550 millones– en 2015, según previsiones de la firma IBISWorld. En España los datos escasean y para encontrar una referencia del sector hay que remontarse a abril de 2012: en la presentación de su versión española, AdoptaUnTío valoraba el mercado en 40 millones de euros y destacaba su “importante potencial de crecimiento”.

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El nuevo modelo está liderado por las aplicaciones concebidas para elsmartphone y, por tanto, fáciles de utilizar. Ahora el cliente va solo alsupermercado: busca, compara y elige. La crítica recurrente a Tinder es su superficialidad. Unas cuantas fotos, la edad, una descripción de 500 caracteres –opcional– y una serie de intereses no bastan para tomar una decisión informada. “Es la vida real, pero mejor”, defienden sus fundadores. Sus perfiles proceden de Facebook, lo cual garantiza una cierta autenticidad, y además, como apuntaba Eli J. Finkel, psicólogo de la Universidad Northwestern de Illinois y estudioso de la evolución de las citas online enThe New York Times, Tinder se basa en la imagen, pero nosotros también: siempre hemos ligado con el que nos entraba por el ojo.

“Encuentra a quien te has cruzado”. Ese es el eslogan de Happn, aplicación que ya suma más de 350.000 usuarios registrados en España. Es la favorita de Pablo, informático de 24 años. “A veces voy por la calle y pienso: ‘A ver si por casualidad esa chica está en la app”. Él empezó a utilizar Happn y Tinder porque sus amigos lo hacían. Sentía curiosidad. ­Estas herramientas móviles han creado una audiencia completamente nueva: por primera vez chicos y chicas de 18 y 25 años, fundamentalmente residentes en un entorno urbano, se plantean utilizar servicios dedating.

Yago, madrileño de 44 años, separado desde hace ocho, probó sucesivamente Meetic, Badoo y, por último, Tinder. También sentía curiosidad, pero, como suele ocurrir al usuario habitual de los sitios de encuentros, sus oportunidades de conocer gente se habían reducido. “Mi grupo de amigos no me aportaba nada, estaban todos emparejados, y mi entorno laboral estaba muy condicionado por mi posición. Quería conocer gente sin compromisos. Para tomar una cerveza. Para ir al cine. No estaba pensando ni principal ni exclusivamente en sexo”. Conoció a su pareja actual a través de Tinder. “Ella tiene 26 años y era reacia a utilizar este tipo de apps, pero en su caso lo hizo porque parecía que estaba off si no tenía Tinder. Equivalía a no estar en el mundo”.

Torso desnudo, a la izquierda. Haciendo surf, a la derecha. Con perrito, a la izquierda. Con la ex cortada de la foto, a la izquierda. Con cinco amigos, a la izquierda. Con barba, a la derecha. Hiperguaperas, a la izquierda”. Tras la criba, a María, periodista de 32 años, le quedaron 220 coincidencias. Ella buscaba una relación y se puso un límite: tendría 10 citas, y si nada prosperaba, abandonaría Tinder y Happn. Pero rectificó. “Puedo haber quedado con 15, quizás alguno más, y repetido con 4”. Adicta al trabajo, al principio siempre quedaba a tomar algo cerca de su casa. Hasta que se aburrió y cambió de estrategia. “Siempre era la misma situación, las mismas preguntas, así que empecé a hacer planes. A uno me lo llevé a clase de trapecio”. Ahora ni siquiera tiene tiempo para ligar, pero se plantea volver a la carga en primavera. “Yo he llegado a quedar con cinco chicos en una semana y media, y he de decir que mi ratio de citas en la vida real no era así”. Es el punto fuerte de estas aplicaciones: multiplican las oportunidades, aceleran el proceso de conocer a alguien. Hay quienes chatean durante semanas para minimizar riesgos, otros en cambio se aventuran tras unas horas de intercambio de mensajes. A veces sale bien, otras no tanto, pero siempre asegura cómicas anécdotas con las que deleitar a amigos casados o en “relaciones eternas” –les fascina este nuevo mundo, coinciden los entrevistados–. Dos hits de tertulia: la “decepción” de Jessica (nombre supuesto), valenciana de 39 años, con David. Para ella, la música es una línea roja: es fundamental compartir gustos. Había mucha química, pero escuchaba Kiss FM, y cuando ella le comentó que le gustaba David Bowie, él contestó que prefería a David Guetta. O aquella vez en la que Enrique (30 años) triunfó en Grindr con una foto que se hizo con Manuela Carmena, actual alcaldesa de Madrid, durante la campaña de las elecciones municipales. “Fue la época de mi vida en la que más me han escrito: decenas de mensajes al día y la mayoría muy positivos. Solo dos me llamaron comunista… Entre otras cosas”.

La pujanza de las aplicaciones de citas constata, en opinión de Luis Ayuso, profesor de Sociología en la Universidad de Málaga, “una pérdida del pudor”. Nuestros abuelos se excitaban con el cancán y los adolescentes de hoy son maestros en el arte del sexting. En muchas ocasiones, añaden sus usuarios, también de modales. “Es muy duro: escribes a alguien y a lo mejor la foto de perfil les gusta, pero las siguientes no, y lo normal es que no te respondan. Hay quienes te dicen: ‘Disculpa, no es lo que me esperaba’, pero no es lo habitual”, cuenta Enrique. Él lo primero que hizo cuando estrenó su smartphone fue descargarse Grindr, pero ahora lleva cuatro meses sin utilizarla. “Si tienes tendencia a la baja autoestima, es un círcu­lo vicioso: llegas a casa y echas la red. Hubo una tarde que me tiré cinco horas y no quedé con nadie. Me enfadaba conmigo mismo, pero al mismo tiempo estaba buscando que me dijeran lo bueno que estaba. A mí estas aplicaciones me minan la autoestima: cuando las elimino me siento liberado”.

Tener una actitud más fría es parte del aprendizaje. Un signo de veteranía. “Necesitas una vida entera. Del chat de Tinder pasas al WhatsApp y tienes esa conversación más tu grupo de amigas, del trabajo, Instagram, Facebook. A ratos estresa”, asegura Jessica. “Al principio me tomaba más tiempo, pero ahora voy más al grano y, si no me interesa, directamente borro”. Eugenia, de 39 años, calcula que el 70% de sus relaciones han nacido en chats o aplicaciones. Las cuatro últimas surgieron en Wapa, una app para lesbianas con 200.000 usuarias activas (Wapo, para chicos gais, suma casi 350.000). “Al principio era una ilusa y me imaginaba en el altar con la chica con la que hablaba. Ahora, en cambio, soy muy distante”, explica. “Yo, por mi personalidad, siempre he tenido miedo al rechazo, pero en la app me da más igual”. Ella dice no, a ella le dicen no. Es parte del juego.

“Es como si no hubiese habido sexo antes de Tinder. Veo el consumo compulsivo propio de la novedad”, resume Jessica. El año pasado presenció cómo la hija de unos amigos abría sus regalos de Reyes. Retiraba el envoltorio, miraba el juguete unos segundos, lo apartaba y abría el siguiente. Para ella, esa imagen podría ilustrar el “desenfreno” que propician las aplicaciones. “Me descargué Tinder hace nueve meses porque buscaba una relación, pero no tardé en darme cuenta de que no era el medio que pensaba y cambié el chip. He aprendido a disfrutarlo, pero me encantaría regresar a lo tradicional. Es mucho más interesante. Lo triste de las apps es que no te tomas el tiempo de descubrir a la otra persona. No se da pie a profundizar”.

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Paul W. Eastwick, profesor de Psicología de la Universidad de Texas, ha dedicado buena parte de su investigación académica a entender cómo se inician las relaciones románticas y los mecanismos psicológicos que favorecen que las parejas permanezcan unidas. “Las aplicaciones y las webs de contactos hacen que la gente piense que tiene más opciones románticas y hay evidencia empírica que demuestra que tardarán más en comprometerse”, explica.

“Yo creo que sí que está cambiando nuestra forma de relacionarnos”, opina Yago, profesional delmarketing de 44 años. “Pero más en la forma que en el fondo, porque al final se acaba quedando y es lo de siempre. Pero en este primer paso se están produciendo cambios. Yo he tenido relaciones en las que, ante la primera crisis, una de mis respuestas ha sido volver a mirar Tinder. Son herramientas frívolas, pero no creo que esto las inhabilite para entablar relaciones duraderas. Una vez das con una persona con la que estás a gusto, tiene el mismo valor que la hayas conocido en una app, en la discoteca o en un curso de cocina”.

Enrique es menos optimista. “En Madrid y Barcelona se busca sexo. Directo e inmediato. Y es tan fácil conseguirlo cuando quieras y con quien quieras que es imposible iniciar relaciones. Conozco muy pocos casos de parejas que hayan salido de encuentros fortuitos vía appscomo Grindr o Wapo. La oferta es tan brutal que está todo muy devaluado”.

El pasado verano, la edición estadounidense de Vanity Fair publicóun polémico artículo que vaticinaba el “apocalipsis” de los encuentros románticos. Y la culpa era de las aplicaciones. De nuevo, Eastwick apela a la evidencia científica: “No está probado que la gente sea más proclive a establecer una relación seria o esporádica en función de cómo se conozcan. El lugar no tiene efecto alguno sobre la duración de la relación”.

María defiende que el cartel de “solo sexo” que se cuelga a Tinder es inmerecido. “Estoy muy cansada de que la gente piense que solo es para acabar en la cama. Me dicen: ‘Si buscas pareja, mejor métete en Meetic o eDarling’, pero yo tengo poco tiempo y no quiero rellenar cuestionarios. Tinder es más relajado, respondes o no respondes, apareces o no apareces. Me ha ayudado a quitarle hierro a las citas porque cuando estás soltero tienes pocas y cada una es un mundo. Para la primera, me depilé y maquillé, lavé el coche, me puse la mejor ropa interior. Y dos horas antes el tío me canceló. Aprendes, y a la sexta te pones rímel y a correr. Cuanta menos importancia le das, menos te duele. No es un fracaso: es parte del juego. Ha habido chicos que han desaparecido y otros con los que he repetido y han querido más. En mi experiencia, también se busca pareja. Me he encontrado a muchos como yo: workaholics con todos sus amigos casados con hijos o emparejados”, precisa.

En Usos amorosos de la postguerra española (Anagrama), Carmen Martín Gaite relata la historia de una señorita, de Palencia o de Valladolid, “que le había aguantado al novio tal cantidad de desaires y de humillaciones que nadie se explicaba cómo no lo mandaba a paseo”. El día de la boda, tras el sí de su prometido y esperándose de ella idéntica respuesta, espetó un rotundo “¡No, señor!”. Perpetrada la venganza, se volvió ante los allí presentes y aclaró: “¡Y si he llegado hasta aquí es para que sepan todos ustedes que si me quedo soltera es porque me da la gana!”. En el libro, tejido a base de hemeroteca y recuerdos personales, Martín Gaite describió cómo éramos. Sobre todo, cómo era ser mujer en esa España. Si el marido era infiel, que lo hiciera de tapadillo, así nada pasaba. El divorcio no existía: era cosa de rojos. Las jovencitas que se metían a monja recibían admiración; las solteronas, piedad y desdén. Los trabajos que alejaran a la mujer del hogar eran un “peligro disolvente”. A la hora de casarse, se aconsejaba a las muchachas que no eligieran a un “jovencito inexperto”, sino a un hombre “vivido”. Ellas, por supuesto, debían llegar vírgenes al matrimonio. Sumisión y sonrisa.

Afortunadamente, esa es una cultura tradicional que vamos dejando atrás”, apunta el profesor Ayuso. “Las nuevas generaciones de mujeres están más formadas y, por tanto, son más abiertas. Pero además ahora tenemos a la abuela, educada para el matrimonio, que le dice a su nieta: ‘Oye, no se te ocurra casarte, ten muchos amiguitos, pero sé siempre independiente’. Hay un verdadero cambio social”. Sin ese paso adelante, subraya, hoy no estaríamos hablando de aplicaciones. En Happn, que el pasado mes de junio cumplió un año en España, el 60% son hombres y el 40% mujeres. Por edades, los solteros más activos son los de 18 a 25 años, que representan la mitad. El 40% restante tiene entre 26 y 35, y las franjas de 36 a 45 y mayores de 46 suman el 7% y el 3% respectivamente, según datos facilitados por esta app francesa. En ­AdoptaUnTío, quizá por su política de ladies first, la proporción se equilibra: 50-50 y las edades más comunes son las comprendidas entre los 18 y los 35 años. Un inciso: no solo hay solteros en estas plataformas. Según un estudio reciente de GlobalWebIndex, consultora especializada en consumo digital, el 42% de los usuarios de Tinder no lo estaban. Al menos, no sin compromiso. La aplicación reaccionó rebajando el porcentaje: según sus datos, solo les constaba que el 1,7% estuvieran casados. ¿Cómo detectarlos? No ponen foto en sus perfiles o, si lo hacen, se cuidan de que no se les reconozca, explican varios entrevistados. También, añaden, existe otra categoría: los que solo se dan de alta para jugar. Una vez más, los infieles saldrían malparados de producirse un caso de hackeo como el de ­Ashley Madison. Pero a los que no tienen pareja no les preocupa en exceso ni la privacidad ni el uso que se haga de sus datos. “Todos ligamos” es la respuesta más repetida. “Y cada vez más gente utiliza las aplicaciones para hacerlo”. No existe el estigma que antaño se asociaba a los sitios de citas, pero los usuarios de estas apps quieren controlar la información: en un grupo de WhatsApp de sus amigos detallarán sus aventuras, pero en Facebook serán más cautos porque entre sus amigos está tanto el profesor de yoga como el tío de Málaga.

“Yo creo que es precisamente el equilibrio de roles lo que ha hecho que este tipo de herramientas hayan despegado”, señala Yago. “Estuve un par de meses en Meetic, Badoo apenas lo utilicé y cuando llegué a Tinder me encontré con mucha más proactividad por parte de las mujeres. Mi chica es muy joven y en su entorno de amigas de su edad, 26, 27, 28 años, utilizan Tinder para tener sexo. Ni se cuestionan que no pueda ser una vía tan buena como cualquier otra para una relación estable, pero no tienen reparos en utilizarla para sexo”.

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Tras salir de una larga relación, Carlos, madrileño de 33 años, vivió su año “de libertinaje”. Se dio de alta en Badoo –su red mundial supera los 267 millones de usuarios, aseguran, pero no facilitan datos de España– y AdoptaUnTío. Esta última, de origen francés, fue la que más utilizó porque él prefiere “dejarse querer”. En este “supermercado de las citas” son las mujeres quienes eligen. Ellos solo pueden enviar “hechizos” para llamar su atención, pero únicamente podrán conversar si ellas los compran. Nunca antes. “Te levantabas por la mañana y tres chicas te habían metido en la cesta. ¡Te subía el ego y la moral!”. En total, echa cuentas, quedó con unas 30 o 40 mujeres. “Fue una época graciosa y divertida. De no parar”, rememora. Su semana álgida tuvo cuatro encuentros. Las de tres –con chicas distintas– eran habituales. Su impresión es que los hombres no son los únicos cazadores. “Quizá todavía un poco más, pero se está igualando casi al 50%”. Sí son los que, lamenta, tienen el comportamiento más reprochable. “Me impactó que muchas chicas, al final de la noche, me confesasen que estaban sorprendidas de que fuera un tío normal. Contaban auténticas barbaridades”. El envío espontáneo de fotos de los genitales ya casi ha alcanzado la categoría de chiste (de mal gusto) entre las usuarias de servicios de dating.

El amor romántico nació en el siglo XVIII en Occidente y desde entonces ha sufrido distintas transformaciones. Si antes su máxima expresión era el matrimonio para toda la vida, ahora lo es la monogamia sucesiva. “Los cambios son consecuencia de la tensión entre el deseo de individualidad y el de fusión en una pareja y del ensalzamiento de la elección continua en todos los ámbitos de esta sociedad de consumo”, afirma Jordi Roca, profesor de Antropología de la Universidad Rovira i Virgili. “De ahí el modelo actual tan generalizado de la sucesión de relaciones, posible gracias a la normalización del divorcio. Dicho esto, no es el fin del matrimonio: la mayoría de personas que se divorcian reincide. Y en muchos casos cada nueva unión es pensada y deseada como definitiva”.

Pero si en la actualidad el matrimonio para toda la vida pierde adeptos, el ideal romántico sigue siendo hegemónico. Y, según Roca, “contribuye en gran medida a la mo­nogamia sucesiva. Son tantas y tan elevadas y tan poco realistas las expectativas que transmite el amor romántico que difícilmente puede evitarse la frustración y el desengaño tras unos años, algunos estudios cifran un promedio de siete, de relación”.

Y Tinder y compañía son alumnos aplicados de la teoría y práctica del amor: explotan el ideal romántico –Happn se cimienta en el amor a primera vista– y, al mismo tiempo, satisfacen la necesidad periódica de encontrar pareja.

Entonces, ¿acabarán estas herramientas con el amor, como anticipan los agoreros? “La tecnología no genera pautas sociales. La gente ya no cree en el ‘para toda la vida’ y busca cosas más prácticas, más a corto plazo, y ahí entran estas aplicaciones”, opina Cristina Miguel, profesora ayudante en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Leeds, que está a punto de presentar su tesis sobre la intimidad en la era de la redes sociales. Roca está de acuerdo, pero añade una reflexión: “Las aplicaciones y sites de ligue cuestionan varios mitos del amor romántico. El mito del azar, del carácter fortuito del encuentro de pareja; el de la media naranja, es decir, solo hay una persona en el mundo a la que estamos destinados y a la inversa; y el del amor ciego y no calculado, ahora sustituido por la elección razonable e interesada”.

Según Felim McGrath, analista de GlobalWebIndex, “las aplicaciones para ligar se han propagado muy rápidamente, pero las webs de contactos están muy consolidadas, así que todo parece indicar que seguirán siendo relevantes durante un tiempo”. El conglomeradoIAC/InterActive aglutina a algunas de las más importantes: OkCupid, Meetic, Match, Tinder. Si el futuro pertenece al modelo tradicional o al de Tinder, tanto da. El hábito se consolida y las personas que quieren conocer gente utilizan varias herramientas a la vez. Cuantas más opciones, mejor.

Víctor (26 años) tiene un smartphone desde hace poco. Pero utiliza OkCupid desde hace un par de años. “Es otra parte del pastel”, justifica. ¿Por qué limitarse a su círcu­lo de amigos o de trabajo? “Yo no he relegado el ligar a lo virtual. Simplemente lo sumo. Y mucha gente lo hace”. Él ahora está “quedando” con una chica a la que seguía en Twitter. Enrique, que lleva cuatro meses sin Grindr, conoció a su chico en la verbena de la Paloma.

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El cura que declaró ser gay acusa al clero de “violentamente homófobo”

El prelado Krysztof Charamsa (izquierda), durante la comparecencia ante la prensa junto a su pareja, Edouard, en Roma

El prelado Krysztof Charamsa (izquierda), durante la comparecencia ante la prensa junto a su pareja, Edouard, en Roma. / TIZIANA FABI (AFP)

Krzysztof Charamsa, el prelado que declaró públicamente que es gay y tiene pareja, ha cargado duramente contra la jerarquía de la Iglesia católica. En una carta enviada al papa Francisco, acusa al Vaticano de hacer “un infierno” la vida de millones católicos homosexuales de todo el mundo. Charamsa, que tras al anuncio fue despojado de sus cargos, critica también a la jerarquía católica por “perseguir” y provocar un “sufrimiento inconmensurable” a los católicos gais y sus familias.

El prelado, polaco de 43 años, afirma que el clero católico está “lleno de homosexuales” pero que es también “violentamente homofóbico”, según cuenta la BBC, que ha tenido acceso a la misiva. En ella, pide a “todos los cardenales, sacerdotes y obispos gais” que tengan “el valor de abandonar esta Iglesia insensible, injusta y brutal”.

Charamsa, que era oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe –el antiguo Santo Oficio– y secretario adjunto de la Comisión Teológica Internacional del Vaticano, escribió la carta hace unas semanas; el mismo día en el que compareció públicamente en Roma para hablar de su homosexualidad y donde presentó a su novio.  En la carta, explica al Papa sus razones de contarlo y dice que tras un “periodo largo y atormentado de oración y discernimiento” tomó la decisión de “rechazar públicamente la violencia de la Iglesia hacia los homosexuales, lesbianas, bisexuales, transexuales y personas intersexuales”.

El polaco agradece al papa Francisco algunos de sus gestos y palabras sobre los homosexuales —“¿Quién soy yo para juzgar a los gais?”, dijo por ejemplo el Pontífice en 2013—, pero a la vez indica que esos gestos quedarán en nada si no se retiran todas las declaraciones de la Santa Sede ofensivas y violentas hacia los homosexuales.

El anuncio de Charamsa, sacerdote desde 2003, desató una fortísima polémica en el Vaticano. Su declaración pública, además, fue un día antes de la reunión de 270 padres sinodales –obispos, cardenales, religiosos y expertos— para tratar los nuevos modelos de familia, el prelado polaco quería, efectivamente, sacudir el debate:

Denunciado una médico por decir que ser lesbiana “es anormal”

María Eugenia Gieco, una mujer de 33 años, ha presentado una reclamación en un centro de salud de Alicante contra su médico de cabecera, una doctora que, según la denunciante, calificó de “anormal” su condición de lesbiana. En su denuncia, la paciente asegura que la profesional que sustituía a su médico de cabecera habitual le dijo textualmente “no es por meterme contigo, pero sabes que ser homosexual no es normal, si lo normal es ser heterosexual, y es por eso que vosotras tenéis más enfermedades”.Según su relato, la denunciante acudió el pasado lunes 26 de octubre por la mañana al Centro de Salud Hospital Provincial de la calle Doctor Sapena, en el barrio del Pla. Tras solicitar a la médico, a la que no conocía, que le proporcionara una cita para acudir al ginecólogo, reveló su orientación sexual mientras le daba cuenta de su historial médico. Fue cuando escuchó las afirmaciones de la doctora por las que afirma haberse sentido “discriminada y atacada”.Ante ese trato que considera “vejatorio”, y sin deseo de entablar una discusión, rogó que le fuera devuelta su tarjeta sanitaria y solicitó la hoja de reclamaciones en el Servicio de Atención al Paciente para pedir el cambio de médico y una reunión con la coordinadora del Centro de Salud, que según le ha sido notificado tendrá lugar el próximo 5 de noviembre.Maria Eugenia Giego, italoargentina con quince años de residencia en España, asegura que “nunca en mi vida me faltaron al respeto de ese modo, es la primera vez” y añade que el principal objetivo de su denuncia es impedir que hechos como el relatado “le ocurran a una chica de 18 años que no tiene ninguna razón para ser tratada de ese modo debido a su orientación sexual”. La paciente ha trasladado los hechos al colectivo Diversitat, entidad sin ánimo de lucro que trabaja por los Derechos y la defensa de las personas Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales (LGTB), con el fin de que sus servicios jurídicos estudien posibles medidas adicionales.La joven también se ha puesto en contacto a través de la red social Facebook con la concejal de Juventud del Ayuntamiento de Alicante, Marisol Moreno, quien ha hecho pública su condena por “el presunto trato recibido por María Eugenia Gieco” y ha denunciado “la falta de sensibilidad por parte de la administración, que no tiene en cuenta la formación de los profesionales médicos en materia LGTBI”. La concejala asegura que “se da la circunstancia de que el colectivo de lesbianas es el grupo menos afectado por Enfermedades de Transmisión Sexual”.

Las tres novias que desafían el modelo de ‘familia tradicional brasileña’

poliamor

Las telenovelas de Brasil incluyen tramas poliamorosas. / ‘AVENIDA BRASIL’ / TV GLOBO

Una empresaria y una dentista, de 32 años, y una gerente administrativa, de 34, acaban de poner patas arriba el concepto de familia brasileño al oficializar su relación en una notaria de Río de Janeiro. Es el segundo trío registrado en Brasil, después de que en 2012 una cajera, una auxiliar administrativa y un arquitecto formasen en São Paulo la primera unión poliafectiva estable del país, el equivalente a la pareja de hecho que, desde 2003, rige las uniones civiles brasileñas.

La escritura firmada por las tres mujeres, que viven juntas hace tres años, las reconoce como familia, establece la separación de bienes y da potestad a cada una de ellas para decidir sobre posibles cuestiones médicas de sus cónyuges. El trío, además, declaró en el documento su intención de que la empresaria tenga un hijo por inseminación artificial y que en el certificado de nacimiento del bebé se contemplen los apellidos de las tres. Las novias firmaron también tres testamentos en los que dividen sus bienes en caso de fallecimiento.

“Somos una familia. Nuestra unión es fruto del amor. Voy a quedarme embarazada y estamos preparándonos para eso, incluso financieramente”, contó la empresaria al diario O Globo. “La legalización es una manera de que el bebé y ninguna de nosotras se quede desamparada. Queremos disfrutar de los derechos que todo el mundo tiene, como la licencia de maternidad”.

Los tribunales brasileños aún no han creado una jurisdicción específica para defender o anular este tipo de uniones, así que los argumentos a favor y en contra dependen de la interpretación de un abanico de sentencias de casos particulares. El reconocimiento de la unión de estas tres mujeres, por ejemplo, se basó en los fundamentos del Tribunal Supremo para reconocer legalmente en 2011 a las parejas homosexuales, según Fernanda de Freitas Leitão, la notaria que casó a las tres novias. Desde el año 2000, mucho antes que los tribunales, Freitas ha reconocido la unión de multitud de parejas gais, y conmemoró públicamente el matrimonio a tres de São Paulo. Hacía años que esperaba “con ansia” poder amadrinar un trío en su propia notaría.

“El pilar que sustenta cualquier relación de familia es el afecto. Y estas tres mujeres tienen todo para formar una familia: amor, una relación duradera, intención de tener hijos… En el derecho privado, además, lo que no está prohibido está permitido. No puedo garantizarles derechos inmediatos, tendrán que luchar en los tribunales para realizar la declaración de la renta conjunta o contratar un seguro médico, pero ahora están protegidas”, explica Freitas.

La polémica está servida una vez más y se cuestiona desde la validez de esa unión a la posibilidad de un niño tener tres madres. El Colegio de Notarios de Brasil, así como hizo en 2012, se desvincula de las decisiones individuales de sus colegiados y no faltan juristas que defienden que esa unión viola la Constitución. “Esa escritura no vale nada. La Constitución brasileña establece expresamente que la unión estable solo puede ser constituida por dos personas y el reconocimiento del Tribunal Supremo de las uniones homosexuales también se refiere específicamente a dos personas”, explica la abogada especialista en derecho familiar Regina Beatriz Tavares, que niega la posibilidad de que el futuro hijo de esas mujeres pueda tener tres madres registradas. “La poligamia en Brasil no tiene ningún soporte constitucional. No defiendo un único tipo de familia, pero el principio de unión está restringido siempre a relaciones monógamas, la sociedad brasileña no acepta matrimonios de tres personas, sean del sexo que sean”, defiende Tavares, también presidenta de la Asociación de Derecho de Familia y Sucesiones (ADFAS).

“Cuando comencé a oficializar parejas homosexuales ocurría lo mismo, me acusaban de que era ilegal. Todas las uniones que se salen de lo tradicional acaban abriendo el mismo camino. Al comienzo hay un rechazo grande, después la jurisprudencia comienza a reconocerles derechos familiares hasta que se normalizan. Brasil, incluso, ya cuenta desde 2012 con casos de hijos con más de dos padres, al incluir, por ejemplo, al donante conocido de una inseminación artificial. La historia se repite ahora”, rebate la notaria Freitas.

La unión oficial de este trío también rompe los esquemas de cualquiera de los diputados conservadores que mantienen una batalla en el Congreso para restringir las políticas públicas al modelo de familia tradicional formado por un hombre y una mujer. La intención de los congresistas, cada vez más cerca de ser aprobada en el Senado, rema en dirección contraria al rumbo tomado por la sociedad brasileña.

El modelo de matrimonio con hijos hace años que no es mayoritario en los 57 millones de hogares del país, según los últimos datos delInstituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) de 2013. Los nuevos tipos de familia (madres solteras, padres solos que se hacen cargo de sus hijos, matrimonios sin hijos, uniones homosexuales…) representan un 56,1% de los domicilios. Si en 1980 el 75% de los hogares estaba formado por matrimonios con hijos, en 2013 el número cayó hasta el 43,9%. A la opción del matrimonio tradicional, le siguen las parejas sin hijos (19,4%) y los hogares con mujeres solteras con hijos (16,5%).

El debate sobre el poliamor, aunque aún está fuera de las estadísticas, es un asunto presente en varias capitales de Brasil donde se forman grupos, fiestas y actividades a través de las redes sociales. Precisamente en Río de Janeiro, la reunión bautizada como Poliencontro, que debate nuevas formas de entender las relaciones amorosas entre más de dos personas, ya ha celebrado una decena de ediciones, con eventos en espacios públicos de la ciudad.

 

El día en que los transexuales alzan la voz

El colectivo LGTBI celebra una jornada internacional para exigir que la transexualidad deje de estar considerada como una enfermedad mental en los manuales de Psicología

Las organizaciones civiles representantes del colectivo LGTBI en España se unen este sábado al “día de la despatologización de la transexualidad”. La fundación Daniela ha organizado para las 19 horas una manifestación en el barrio madrileño de Chueca contra la discriminación a los transexuales (difundida en las redes sociales con el hashtag #derechoaser). En la protesta, a la que se ha unido la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), exigirán que la transexualidad deje de estar considerada una enfermedad en los manuales de Psicología y que la legislación española se adapte a esa nueva realidad.

Catálogos como el DSM (por las siglas en inglés de Manual diágnostico y estadístico de transtornos mentales) y el CIE (Clasificación internacional de enfermedades) recogen términos como disforia de género o trastorno de géneropara referirse a la condición de las personas que sienten que existe una incongruencia entre el género con el que se identifican y el que les han asignado al nacer.

La campaña insiste en la idea de que lo que hace a una persona ser hombre o mujer no son los genitales sino lo que algunos llaman el sexo psicológico, es decir, cómo se siente esa persona en relación a su género. Los colectivos implicados consideran que términos legales o médicos como los mencionados anteriormente son cada vez más anacrónicos y contribuyen a la marginalización social de las personas transexuales. Además de crear “barreras” y justificar la discriminación.

España intentará curar a cinco personas con VIH y leucemia a la vez

El director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz, el jueves en Valencia

El director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz, el jueves en Valencia. / KAI FOERSTERLING (EFE)

España va a intentar curar en los próximos tres años a cinco personas que tengan VIH y un cáncer hematológico a la vez. El proyecto de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) y la Sociedad Española de Hematología consiste en reproducir el que hasta ahora ha sido el único caso de una persona que se ha curado del VIH: Timothy Brown, el llamado paciente de Berlín. Este hombre eliminó el virus de su organismo al recibir un trasplante de médula para una leucemia que padecía muy especial: las células que le inyectaron tenían una mutación que, al dejar sin acceso al patógeno, las dejaba a salvo de la infección.

“El ensayo tiene el valor de sistematizar lo que fue un caso aislado”, dice el presidente de la ONT, Rafael Matesanz. “La idea es tener ya el conocimiento por si en un futuro surge la posibilidad de introducir esa modificación en las personas con VIH por un método menos agresivo que el trasplante”, explica. El mismo valor le otorga al trabajo Rafael Duarte, jefe de Oncología del hospital Puerta de Hierro en Madrid. Duarte ya intentó reproducir el caso del paciente de Berlín cuando estaba en el Instituto Catalán de Oncología (ICO), pero el voluntario recayó en su leucemia y falleció, por lo que no se pudo verificar si había eliminado de manera permanente el VIH.

El ensayo, que va a financiar la Fundación Mutua Madrileña con 150.000 euros y se ha presentado hoy en Valencia, “explota el potencial de España en trasplantes de progenitores hematopoyéticos”, las células madre que reconstituyen el sistema sanguíneo, dice Matesanz. Estas células pueden venir de la médula de un donante o de la sangre de cordón umbilical, y se ha optado por esta última. “De las 60.000 muestras que tenemos, se han analizado las 25.000 de mayor calidad, y se han identificado 157 con la mutación que buscábamos”, explica. Ahora, la siguiente fase es esperar a que haya un caso de un enfermo con un cáncer hematológico que tenga, además, VIH y requiera un trasplante de médula para usar estas muestras especiales. Así se podrá ver si lo que sucedió con Timothy Brown fue una excepción o si es algo que se puede extrapolar.

La mutación que se busca, la CCR5 delta 32, se ha identificado en personas que están infectadas por el VIH, pero que controlan el proceso sin necesidad de medicamentos (son lo que se denominan no progresores), y también en otras que, pese a exponerse repetidas veces al virus, lo eliminan.

“El criterio de inclusión va a ser la necesidad del trasplante, la neoplasia hematológica”, recalca Matesanz. Con ello quiere decir que no se va a tratar a personas para eliminar —curarles— el VIH, sino que este va a ser un beneficio extra. Duarte redunda en la idea. “Con los tratamientos antivirales actuales, usar un trasplante para curarles sería como matar moscas a cañonazos. Ya hay medicación para que la mayoría cronifique la infección”. Esta opinión tiene una causa clara: el propio proceso, con sus preparativos, tiene una mortalidad “que en Europa ronda el 20%”, dice Duarte, por lo que “solo debe usarse en personas muy enfermas que no tiene otra opción”.

En cualquier caso, la idea de que pudiera haber cinco curaciones del VIH es atractiva. “Si funciona, seríamos el primer país que lo habría hecho”, asegura Matesanz.

La homosexualidad de Lorca se desnuda en La Abadía

Imagen de un ensayo de 'El público'

Imagen de un ensayo de ‘El público’. / ROS RIBAS

“Lo que hace Lorca es un ejercicio de fragilidad enorme, es un desnudo integral, es un ensayo homoerótico”. Así describe El PúblicoJuan Codina, actor de esta obra que el Teatro de la Abadía de Madrid estrenará el miércoles 28 de octubre y mantendrá en cartel hasta el 29 de noviembre bajo la dirección del barcelonés Àlex Rigola.

Si bien Codina ve que, en ocasiones, el montaje “supera el surrealismo”, Rigola matiza: “No es un texto surrealista”, pero sí “usa muchos símbolos y elementos surrealistas, sobre todo freudianos: hay una lucha continua entre el yo, el superyó y el ello”.

Lorca, en cualquier caso, gestó El público durante una época convulsa para su estado de ánimo, en una crisis existencial motivada por su ruptura sentimental con el escultor Emilio Aladrén (que lo dejó para casarse con una mujer) y por su distanciamiento con Dalítras la aparición de Gala en la vida del catalán. El poeta decidió entonces viajar a Nueva York y Cuba para olvidar, cambiar de aires y ver mundo. Allí redactó el manuscrito. A su vuelta a España, en los años treinta y con la obra ya acabada, se la mostró a unos cuantos amigos y, ante el rechazo que mostraron, decidió guardarla para el futuro. “Ahora el público quizás no esté preparado, pero dentro de 10 o 20 años seguro que esto va a ser un éxito”, escribió entonces Lorca, recuerda Rigola. Preparado o no, el público se enfrentó a El públicoen 1986 en una producción dirigida por Lluís Pasqual en el Centro Dramático Nacional.

El “reto” que ahora afronta Rigola es “renovar la pieza para el público actual” casi 30 años después de su estreno porque, dice, “no es un texto, de primeras, fácil para el espectador”. Asume el desafío, eso sí, como “un sueño”. Con 14 actores en un escenario inundado de pedazos de corcho que simulan tierra y con las paredes cubiertas por tiras de papel plateado, El público, producida en colaboración con elTeatre Nacional de Catalunya, es un montaje en el que el director quiere que al espectador “le quede claro que va a entrar a un lugar especial y espacial”.

Rigola siente que en El público “Lorca plantea un viaje poético a su cabeza”. En ese trayecto surgirá “su miedo a la muerte en todos sus significados: su muerte artística, su muerte amorosa, su muerte personal, su muerte en vida…”. También se sucederán alter egos del autor en numerosos personajes, así como sus pulsiones sexuales, encarnadas en El público mediante caballos. Cómo representar a estos últimos, admite Rigola, ha sido la mayor dificultad “estética y de contenido” a la hora de montar el espectáculo.

Chile celebra las primeras uniones de parejas homosexuales

Dos mujeres contraen matrimonio, este jueves

Dos mujeres contraen matrimonio, este jueves / EFE

Seis meses después de que la presidenta Michelle Bachelet promulgara la ley, Chile comenzó este jueves a celebrar sus primeros acuerdos de uniones civiles, que regula jurídicamente las uniones de parejas homosexuales y heterosexuales que no han contraído matrimonio. “Es un cambio histórico, porque el Estado por fin, después de años de exclusión, reconoce a las familias formadas por personas del mismo sexo”, señala Luis Larraín, presidente de la Fundación Iguales, una de las organizaciones que trabaja por la inclusión plena de la diversidad sexual en la sociedad chilena. “Hoy nos sumamos a los 37 países que tienen algún tipo de reconocimiento para parejas del mismo sexo y eso es una estupenda noticia para toda la sociedad”, indica Larraín, que participó en los festejos en las afueras de un registro civil del centro de la Santiago de Chile, donde parejas homosexuales y heretosexuales celebraron con bailes y cantos las primeras uniones.

A las 9.02 de la mañana se efectuó la primera ceremonia en la capital. La chef chilena Roxana Ortiz, de 38 años, firmó el acuerdo junto a su pareja Virginia Gómez, de 33, estudiante de enfermería y de nacionalidad española. “Es la culminación de una lucha y me siento orgullosa, más que nunca, de ser chilena”, señala Ortiz, que organizó una fiesta con familiares y amigos para este fin de semana en Viña del Mar, la ciudad donde residen. Las mujeres se conocieron hace 12 años en España, donde se casaron. Cuando luego se instalaron en Chile, sin embargo, perdieron todos sus derechos: “Cuando llegamos como matrimonio español perdimos todo el reconocimiento legal”, relata Gómez, nacida en Murcia. Para la pareja era especialmente importante regularizar su unión, porque ambas viven con Catalina, de 14 años, hija biológica de Roxana. “Cuando llegué a Chile era un mundo totalmente distinto a España pero, para haber pasado tan solo cinco años, se ha avanzado muchísimo”, reflexiona la española.

El Parlamento discutió distintos proyectos por más de una década y los congresistas tardaron cinco años en aprobar esta ley de Acuerdo de Unión Civil (AUC), en enero pasado. Consiste en un contrato celebrado entre dos personas, del mismo o distinto sexo, para regular jurídicamente su convivencia. La normativa instala un quinto estado civil para los chilenos. Además de soltero, casado, viudo o divorciado, a partir de este jueves se incluye el de los convivientes civiles. Las ceremonias se efectúan en los registros civiles y han causado un interés amplio en la ciudadanía: hasta el 31 de octubre existen 1500 horas solicitadas, con un 40% de parejas homosexuales. A diferencia de los matrimonios, no es necesario tener testigos y se puede finalizar por voluntad unilateral.Publicidad

El AUC terminará con situaciones complejas que debían enfrentar en Chile las cerca de dos millones de parejas de convivientes, sobre todo las homosexuales. “Hubo cientos de casos de personas que no pudieron entrar a los hospitales a ver agonizar a su pareja, porque no podían demostrar el vínculo, o que se quedaron en la calle por no poder heredar ni la vivienda ni los bienes que compartían”, explica Larraín, que señala que el paso siguiente es la realización de matrimonios igualitarios.

Hasta este jueves, las parejas del mismo sexo que querían legalizar sus uniones debían viajar al extranjero y los destinos elegidos con mayor frecuencia eran Argentina, Uruguay, España, Francia, Holanda y Estados Unidos. Con la implementación del acuerdo, se reconocerán con efecto retroactivo los matrimonios entre homosexuales y las uniones civiles celebradas fuera del país. Los extranjeros, asimismo, podrán firmar el AUC, aún cuando no tengan residencia en Chile. Pueden acogerse a la normativa local sin la necesidad que alguno sea chileno, siempre y cuando tengan su pasaporte vigente.

El proyecto de ley fue impulsado por el Gobierno de derecha del expresidente Sebastián Piñera (2010-2014), su aprobación fue un compromiso de campaña de Bachelet y finalmente la iniciativa fue apoyada en el Parlamento por sectores políticos diversos. Considerado un país tradicional con una fuerte influencia de la Iglesia católica —en 2004 tuvo su primera ley de divorcio y todavía el aborto es castigado en todas sus causales—, Chile logró aprobar el Acuerdo de unión civil a la concienciación social que realizaron los movimientos defensores de los derechos de las minorías sexuales. El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) recordó que hubo 35 marchas, 72 protestas, 20 campañas, seis proyectos de ley y 11 años de espera antes de la aprobación del AUC.

La huelga del Registro Civil

La paralización de las funciones de los trabajadores del Registro Civil chileno pusieron en duda la realización de las primeras uniones civiles programadas para este jueves en todo el país, pero finalmente se efectuaron gracias a turnos especiales. Los funcionarios se encuentran en huelga desde el pasado 29 de septiembre en demanda por mejores condiciones laborales y no han logrado llegar a un acuerdo con el Gobierno de Michelle Bachelet. El organismo es el encargado de realizar trámites fundamentales para la ciudadanía, como la inscripción de nacimientos, muertes, casamientos y la elaboración de documentos de identidad. “A partir del lunes, de no mediar ninguna voluntad del Gobierno, este movimiento se radicalizará y no habrá ninguna actuación del Registro Civil en ningún lugar de Chile”, señaló la líder de los trabajadores, Nelly Díaz.

¿Por qué no quiero tener relaciones sexuales?

Por qué no quiero tener relaciones sexuales

A todos nos gusta una buena ración de sexo. ¿O no? Vivimos en una cultura criticada por estar hipersexualizada, aunque también podríamos describirla como saturada por el sexo y por la expectativa de que a todo el mundo le encante: si tienes una vida sexual activa, estás viviendo un sueño; si no, te encantaría tenerla, y los 12 millones de usuarios de OKCupid en busca del amor no pueden estar equivocados. Entonces, ¿qué pasa cuándo a alguien no le interesa el sexo?

Si uno se siente identificado, probablemente esté agazapado en las sombras, temeroso de hablar sobre lo que se concibe como una aberración social. Sin embargo, no querer tener relaciones sexuales no es algo extremadamente insólito. El relativo silencio sobre el tema refuerza la idea de que la gente que no está interesada en el sexo tiene algún problema, y no ayuda que quienes deciden hablar del tema reciban reacciones negativas por parte de la sociedad que les rodea.

Ya sea porque alguien es asexual, está pasando por un trauma o sencillamente se toma un descanso del sexo, hay cantidad de razones para pensar en otras cosas de la vida. En la inmensa mayoría de los casos, no querer tener relaciones sexuales no es una prueba de un problema patológico que necesite tratamiento, y no tiene por qué ser motivo de insatisfacción. Cuando alguien se abre y habla sobre el tema, se crean las condiciones para que otros puedan hacer lo propio; aumenta la conciencia de que, para muchas personas, el sexo no es la quintaesencia de la vida, y no pasa absolutamente nada. Los que lo quieran tienen para dar y regalar, y no hay ninguna razón para avergonzar a los que no.

En contadas ocasiones, no estar interesado en el sexo es señal de que algo va mal, y suele ser fácil distinguir si es un problema en lugar de una fase normal de la vida. A veces el desinterés indica que un medicamento está provocando efectos secundarios, o es una señal de advertencia de una enfermedad oculta. En esos casos, la falta de apetito sexual puede convertirse en un problema. Puede hacer que alguien se sienta aislado, por ejemplo, o indicar que un paciente necesita tratamiento o un ajuste en la medicación.

Para quienes se enfrentan a un trauma, el desinterés sexual podría ser un síntoma, pero aún no es un problema. Los traumas sexuales o de otro tipo han de tratarse con mucha atención, e instar a la gente a tener relaciones demasiado pronto no hará sino agravar su sensación de aislamiento. La terapia, el tiempo y el apoyo resultan útiles, y hacer un parón sexual también puede ser positivo. Por otra parte, aunque alguien no esté pasando por un trauma, a veces puede estar concentrado en otras cosas, como su carrera profesional, los hijos o sus proyectos. El sexo no tiene la misma importancia para todo el mundo.

No obstante, muchas de las personas que no quieren sexo son asexuales: miembros de una orientación sexual amplia y compleja, que abarca toda una gama de gente que no tiene apetito sexual por diferentes motivos, pero que es completamente feliz. Es una faceta de la sexualidad humana, pero no es tan sencilla como “no querer tener relaciones sexuales”. Imaginemos lo que supondría definir a la gente sexual como “personas que quieren tener relaciones sexuales”.

Si buscan “asexual” se encuentran miles de definiciones, pero una de las más comunes es “persona que no siente atracción sexual”. Las personas asexuales pueden tener relaciones románticas (a veces incluso sexuales), pero experimentan la atracción según baremos diferentes y buscan pareja por otros motivos. Sin embargo, la decisión de no tener relaciones sexuales suele esgrimirse para anular sus relaciones (sin duda no podemos hablar de una relación “real” si no hay sexo de por medio). También se emplea para anular la orientación de estas personas, por parte de quienes consideran que el sexo constituye el cénit de las relaciones humanas y dan a entender que la gente asexual tiene algún tipo de carencia o, sencillamente, no han encontrado a la persona adecuada (un argumento que recuerda, curiosamente, a la idea de que los gays y las lesbianas solo necesitan toparse con su pareja adecuada del otro sexo).

Para algunas personas asexuales, el sexo no entra en sus planes o no es una faceta particularmente importante de la relación, por lo que buscan a personas que compartan sus prioridades e intereses. A veces estas relaciones se tachan despectivamente de meras amistades o profundas conexiones platónicas, pero su naturaleza es más compleja. Es perfectamente posible sentir atracción romántica sin interés sexual, tener un matrimonio sin sexo o establecer una relación fructífera en la que el sexo desempeñe un papel mínimo o nulo.

En estos casos, el no querer tener relaciones sexuales no es algo que pueda explicarse sin más. Al igual que sucede con las personas sexuales, la gente asexual no tiene ningún problema o rareza debido a su orientación. Cualquier razón por la que son así es válida —arrecia el debate del “de nacimiento”—, y puede ser empoderadora. Identificarse con la asexualidad ayuda a mucha gente a encontrar sus comunidades y a dar con personas que viven como ellos.

Los cálculos indican que alrededor de un 1% de la población se identifica, o se ha identificado, como asexual, lo que significa que si alguien no tiene interés por el sexo, no es el único que es así. Probablemente conozca a otra persona que sienta lo mismo. Lo importante es que uno sea feliz, y no lo que opinen los demás.

Traducción de NewsClips