Una funcionaria desafía al Supremo al no admitir matrimonios gays

La funcionaria de EEUU, Kim Davis el momento de rechazar la petición de matrimonio de parejas gays

La funcionaria de EEUU, Kim Davis el momento de rechazar la petición de matrimonio de parejas gays REUTERS

Después de que el Tribunal Supremo de Estados Unidos confirmase en una sentencia histórica a finales de junio el derecho de las parejas gays a contraer matrimonio en todo el país, parecía que la batalla por el derecho de los homosexuales a casarse se había terminado. Sin embargo, la lucha continua.

En el condado de Rowan (Kentucky), la secretaria de la oficina de licencias matrimoniales, Kim Davis, sigue sin conceder estos permisos aunque el Tribunal Supremo haya rechazado su petición de urgencia para que se le excluyese de ese deber por motivos religiosos.

Con esta noticia dos parejas, las formadas por April Miller y Karen Roberts, y David Ernold y David Moore, acudieron a la oficina que dirige Davis para solicitar sus licencias matrimoniales ayer. Como en ocasiones anteriores, dado que las dos parejas lo habían intentado varias veces antes, obtuvieron la misma negativa. Antes una nube de cámaras que captaron el momento, la funcionaria insistió que no estaban dispensando ninguna licencia “bajo la autoridad de Dios”y se inició una discusión que terminó en demanda judicial contra Davis, que se enfrenta a una acusación de mala conducta y una posible multa.

En el departamento de Davis no se emiten licencias matrimoniales-ni a homosexuales ni heterosexuales- desde que el Supremo sentenció que las parejas gays tienen derecho a casarse. Una forma de sortear la ley dado que Davis sólo ha mostrado tener problemas para concederlas a los gays. En un comunicado emitido este martes, Davis explicaba que llevaba 27 años trabajando en esa oficina, que dirige desde enero de 2015. “Nunca imaginé que un día como este llegaría, en el que me pedirían que violara la enseñanza principal de las Escrituras y de Jesús mismo sobre el matrimonio“, subrayaba en el documento hecho público por Liberty Counsel, una organización que defiende la libertad religiosa.

Según la funcionaria, la emisión de estas licencias para parejas gays que “entran en conflicto con la definición de matrimonio de Dios, con mi nombre puesto en el certificado, violaría mi conciencia”. Davis apela a la libertad religiosa, protegida por la Constitución y la Primera Enmienda, destaca. También asegura que el debate no es sobre “un tema de gays o lesbianas. Es sobre el matrimonio y la palabra de Dios”.

Su negativa a emitir licencias a parejas del mismo sexo por motivos religiosos ha sido vista por varios tribunales y cortes de apelaciones de diferentes instancias. Todos coincidieron en dictar que la funcionaria tenía que volver a impartir licencias matrimoniales en el condado como corroboró en última instancia el Tribunal Supremo.

Tras la demanda presentada por las parejas que no pudieron obtener la licencia este martes, Davis ha sido citada por el juez federal David Bunning este jueves. Los demandantes, según señala el documento presentado en el juzgado, no persigue que la funcionaria sea detenida sino que se le “impongan multas lo suficientemente serias” para que se vea obligada a cumplir con su deber de emitir licencias sin dilación.

La cacería homófoba del IS

Miembros del IS arrojan a un supuesto homosexual desde un edificio

Miembros del IS arrojan a un supuesto homosexual desde un edificio. E. M.

Atrapados entre la pared de regímenes autoritarios que recurren a la moral pública para legitimarse y la espada de grupos extremistas como el autodenominado Estado Islámico (IS) que presumen de una sanguinaria cruzada para erradicar el “vicio”. Así se hallan los homosexuales que habitan el Oriente Próximo de primaveras marchitas y salvajes otoños. A principios de esta semana, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas celebró a puerta cerrada una reunión informal en la que resonó la voz de las víctimas gays que sufren la persecución en las zonas de Siria e Irak gobernadas por el califato del IS.

El sirio Subhi Nahas, trajeado y aterido de nervios, fue el rostro de una cita histórica. “Al principio estaba muy nervioso porque sentía que estaba haciendo algo importante. Luego, me llené de fortaleza al pensar que estaba dando voz a otra mucha gente. Los miembros delConsejo de Seguridad incluso se animaron a contar sus experiencias personales”, dice a EL MUNDO Nahas desde Nueva York, muy lejos del polvorín sirio.

Desde que el IS extendiera sus tentáculos al calor de la guerra civil siria y el caos iraquí, la organización que dirige Abu Bakr al Bagdadiha firmado crímenes atroces contra la clandestina comunidad homosexual. Según la ONU, las huestes del califato se han atribuidola muerte de al menos 30 personas juzgadas por sodomía a un lado y otro de la frontera. “En junio la hisba [policía religiosa del IS] arrestó a tres jóvenes en Mosul, los subió a la azotea de un edificio de siete plantas y los lanzó al vacío. Dijeron que era el castigo por practicar la homosexualidad”, señala Esmat Rajab, líder del Partido Democrático del Kurdistán en la segunda ciudad de Irak hasta la irrupción de losyihadistas en junio de 2014.

Uno de esos ajusticiados era un niño de nueve años que fue víctima de una violación por parte de un adulto que era militante del IS y que también fue asesinado. No fue su culpa, pero lo mataron sin piedad. Cuando cayó al suelo, el chico aún estaba vivo y trató de escapar. No se lo permitieron y le dispararon en la cabeza”, cuenta a este diario un activista de Mosul que rehúsa proporcionar su nombre por motivos de seguridad. Hasta entonces habían perdido la vida 18 personas acusadas de sodomía en la capital iraquí del califato.

Los vecinos aplauden

El IS, que se ha jactado de su brutalidad divulgando fotografías y vídeos de los homosexuales capturados y liquidados, también les ha sometido a lapidaciones, pelotones de fusilamiento ydecapitaciones. Todas las fechorías han sido cometidas a plena luz del día. “En la mayoría de los casos cientos de vecinos, incluidos niños, han aplaudido los crímenes con júbilo como si se tratara de una boda. Si la víctima no fallecía después de ser arrojada desde lo alto la mataban a pedradas“, recuerda Nahas.

En el encuentro del Consejo de Seguridad, un segundo testimonio levantó acta del horror. Un iraquí llamado Adnan contó su tormento en una conversación telefónica desde una localización no desvelada. “En mi sociedad ser gay significa la muerte y cuando el IS asesina a los gays, la mayoría de la gente es feliz porque piensa que estamos enfermos. El IS ha cosechado buena fama con estas acciones“, declaró quien abandonó su hogar huyendo de los barbudos.

“Mi propia familia se volvió contra mí cuando el IS fue en mi búsqueda. Si ellos no me matan, mis parientes lo harán”. Según el fugitivo, los acólitos del califato localizan a los homosexuales mediante los contactos de móvil y Facebook de las personas que capturan.

“Es un testimonio horrible. Me imagino el miedo que debe tener. Era posible percibirlo en su tono de voz cuando lo contaba por teléfono. Entendía lo que decía”, confirma Nahas, quien mantiene a duras penas el contacto con algunos compañeros de batalla en Siria. “Incluso cuando hay electricidad e internet funciona, es muy complicado tener una conversación, y mucho más que hablen abiertamente de su orientación sexual. Temen que alguien les escuche y pueda descubrirlos”.

Persecución en otros países

El horizonte no resulta menos sombrío en otros países de Oriente Próximo. Tras el ocaso de Sadam Husein en 2003, las milicias chiíes que aún imponen su ley en el Irak libre del IS segaron cientos de vidas por la sospecha de sodomía.

En Arabia Saudí, aliado de Estados Unidos en su lucha contra el califato y cuna del islam más ultraconservador, la homosexualidad se castiga con cárcel, latigazos, castraciones e incluso pena capital.

En el vecino Egipto, el golpe de Estado que en julio de 2013 desalojó del poder al islamista Mohamed Mursi ha resucitado la persecución contra una comunidad que había gozado de cierto aperturismo al socaire de las revueltas que destronaron a Hosni Mubarak. Paradójicamente, ha sido un régimen encabezado por un militar, el actual presidente Abdelfatah al Sisi, quien ha ordenado la campaña contra el libertinaje que se ha saldado con más de 150 arrestos.

Las aplicaciones de móvil o las páginas web de contactos se han convertido en herramientas empleadas por la policía para atrapar a quienes atentan contra la decencia pública. Según la Iniciativa Egipcia para los Derechos Personales, al menos cuatro extranjeros han sido deportados del país árabe por su orientación sexual desde el pasado abril. A principios de agosto, un turista europeo fue detenido en Marsa Matruh, en la costa mediterránea; interrogado sobre su homosexualidad en una comisaría y trasladado al aeropuerto de El Cairo, donde fue obligado a comprar un billete de regreso a casa.

En las tierras de Mahoma no sólo los guardianes del islam han justificado estos ilimitados zarpazos de intolerancia. El pasado diciembre, en una entrevista en exclusiva concedida a este diario,Teodoro II -el Papa de la Iglesia Ortodoxa Copta que profesa un 10% de la población egipcia- manifestó sin ápice de rubor que su misión era liberar al mundo de “enfermedades sociales como la homosexualidad.

“Es un mal que requiere arrepentimiento o tratamiento médico“, apostilló.

‘Pasé años tratando de ser lo que querían’

Rami Yusef, con su bicicleta en Amsterdam

Rami Yusef, con su bicicleta en Amsterdam. EL MUNDO

«Me gustaría decir que soy gay y que estoy orgulloso de serlo. Aquí mi confesión». El 17 de mayo de 2012, el egipcio Rami Yusef reunió el valor suficiente y tuiteó lo que había escondido durante años. Doce meses antes había salido del armario ante su familia desatando otra tempestad.

«Mi madre quedó devastada cuando se dio cuenta de que todos los sueños que había imaginado para mí no iban a suceder», relata a EL MUNDO Yusef desde su nuevo hogar en Amsterdam. «Ella siempre había dicho que la homosexualidad era una enfermedad y un pecado. Durante el año siguiente fue incapaz de aceptarlo, pero, con el tiempo, el amor de madre venció y hoy nuestra relación es muy estrecha», agrega.

La revelación puso patas arriba toda su existencia. Se alejó del nido familiar y de su Ismailiya natal, una de las grandes ciudades que jalonan el Canal de Suez, y continuó sus estudios de Farmacia en El Cairo.

«Al principio mi familia intentó que practicara más la religión y me animó a que buscara tratamiento médico, pero me negué en redondo. Yo no estaba enfermo».

Más de tres años después, aún se afana en recomponer los lazos familiares. «Para mi hermano mayor es extremadamente duro aceptar algo como la homosexualidad desde el punto de vista social y religioso, y todavía no ha conseguido asimilarlo. La reacción de mi otro hermano, sin embargo, ha resultado completamente sorprendente. De mente abierta, me acompañó incluso a la Fiesta del Orgullo Gay en Amsterdam, donde me invitaron a dar un discurso», comenta quien, durante su estancia en la capital egipcia, comenzó a estudiar Políticas y Economía y trabajó en una fundación alemana centrada en los derechos humanos.

En El Cairo conoció, además, a miembros de la comunidad homosexual acostumbrados a vivir en la sombra, lanzó una campaña contra la homofobia en las redes sociales que generó miles de tuits e intentó recoger las historias de almas marginadas por su condición sexual en los arrabales de la megalópolis egipcia.

Fueron meses de frenético activismo durante los que llegó a afiliarse a un partido liberal de cuya primera línea se mantuvo alejado, temeroso de que sus contrincantes usaran su vida privada para frustrar cualquier aspiración.

Hasta que el golpe de Estado de julio de 2013 estrechó los márgenes, y la idea de emigrar a Europa empezó a rondar la cabeza de Yusef.

Aún así, permaneció impermeable al desaliento y criticó abiertamente las redadas de la policía y la complicidad de algunos medios de comunicación locales que se entregaron a la tarea de demonizar al colectivo, desvelando la identidad de algunos detenidos.

«Ser gay en Egipto es muy complicado. Los egipcios no pueden ignorar todos esos años durante los que fueron adoctrinados para odiar y discriminar a los homosexuales. A mí, como a cualquier otro gay, el entorno me puso ante una complicada elección: ser como creo que soy o ser como le conviene a la sociedad. Pasé años tratando de encajar, pero esa opción sólo me generó un dolor constante. Sabía que aceptarme resultaría igual de doloroso, pero, al menos, podría ser honesto con mis sentimientos», reconoce Yusef.

Los acontecimientos que se precipitaron tras su confidencia pública, la primera de un gay en un país de 90 de millones de habitantes, suscitaron sentimientos encontrados. Recibió mensajes de agradecimiento y apoyo, pero también amenazas e insultos.

«Me acostumbré a que se burlaran de mí por la forma en la que me vestía o me cortaba el pelo, y sufrí violencia tanto verbal como física por mi apariencia y tendencia. Perdí por el camino a muchos amigos y fue muy duro para mí y mi novio alquilar un apartamento donde vivir. Cuando lo logramos, decidimos abrirlo a las personas homosexuales siempre que lo necesitaran, aunque eso nos costara el acoso del vecindario. Hasta que un día nos golpearon y amenazaron».

A principios de este año, harto del acoso de una sociedad cada vez más pacata, decidió hacer las maletas y estrenar vida en los Países Bajos. «Es una experiencia completamente diferente, aunque sea duro para quien, como yo, se halla en medio del proceso de petición de asilo. Egipto es el país donde nací y crecí y donde todo estaba escrito. Holanda es, en cambio, un ambiente totalmente nuevo donde estoy tratando de conocerlo todo desde cero. Hay un gran espacio de libertad, pero existen algunos prejuicios hacia los inmigrantes. Estoy contento. Creo que haber venido es la decisión correcta, pese a que todavía eche de menos mi patria».

La distancia con la tierra de los faraones no le ha hecho olvidar la cruzada que padecen los compatriotas que no pudieron escapar. Su sino es hoy uno de los asuntos que inquietan a Yusef, volcado en el activismo gay.

«Egipto es un país cada vez más conservador y salvaje. La población está desarrollando una fobia a un ritmo desquiciante. El peligro está siendo cada vez más sistemático y organizado. Hay más violencia en el aire y puedes sentirla. La única esperanza son quienes tienen a homosexuales en su entorno y pueden desaprender aquellos valores sociales que les inocularon otros. Tienen el deber de aceptarse entre sí y ofrecer un espacio seguro para quienes están siendo discriminados. Si lo logramos, disfrutaremos de una sociedad más fuerte. Desgraciadamente, las medidas represivas seguirán durante algún tiempo. Me entristece ver cómo mi país pierde a jóvenes increíbles a diario».

‘Temí que me asesinaran’

Subhi Nahas, en EEUU. E. M.

Subhi Nahas, en EEUU. E. M.

La vida de Subhi Nahas no fue jamás un camino de rosas. Nació enIdlib, una urbe en el noroeste de Siria donde habitaban unas 165.000 almas antes del estallido de una cruenta guerra civil hace ahora más de cuatro años. «Residía en una ciudad de provincias donde ser gay era muy arriesgado. Los vecinos te acosaban y los compañeros de escuela te marginaban. Siempre me sentí muy solo», narra el joven en conversación telefónica.

«El régimen sirio no atacaba a los gays individualmente. Solía llevar a cabo redadas en locales frecuentados por los homosexuales en Alepo o Damasco. Se podía vivir, pero extremando las precauciones. Si alguien sospechaba y te delataba, sabías que, con el código penal en la mano, te caerían como mínimo tres años de cárcel», evoca Nahas desde su refugio estadounidense.

Su primera experiencia con las tropas de Bashar Asad sucedió en 2012. «Los soldados», rememora, «pararon el autobús en el que iba a la universidad y nos llevaron a una casa aislada. Se dieron cuenta de que era afeminado y se mofaron llamándome maricón. Temí que algunos o todos me violaran y me asesinaran. Milagrosamente me liberaron».

El drama no había hecho más que escribir sus primeras líneas. ElFrente Al Nusra, la filial siria de Al Qaeda, irrumpió poco después y fue ganando terreno al Gobierno y el resto de milicias hasta establecer su cuartel general en la provincia. «La situación cambió radicalmente. Al principio no pasó nada, porque los extremistas no tenían el control total del enclave. Cuando lo lograron, sin embargo, comenzaron a aplicar la sharia [legislación islámica] y arrestaron a un hombre acusado de practicar la homosexualidad por vestirse diferente. Le torturaron hasta arrancarle la confesión y le obligaron a delatar a otras personas que fueron perseguidas y acusadas de sodomía», detalla.

Después, una mezquita de la villa advirtió de que limpiaría el páramo de homosexuales y la procesión de detenidos siguió creciendo. «Muchos más hombres fueron torturados hasta reconocer sus pecados. Algunos murieron». Y Nahas entró en pánico.

‘Miedo a salir de casa’

«Fue», asiente, «un momento muy dramático. Tenía miedo de salir de casa y ser acosado por los vecinos y las milicias. Asomarse a la calle se volvió un asunto de vida o muerte. Así que decidí recluirme en el hogar y salir en contadas ocasiones. Me sentí completamente aislado del mundo».

La casa familiar no era un oasis. Hacía tiempo que había compartido su condición sexual con sus padres. «Lo dije cuando cumplí los 16 años con la ayuda de un psicólogo. Lo sabían, pero nunca quisieron reconocerlo. Mi padre fue el que peor reaccionó», dice quien luce una cicatriz en la barbilla en recuerdo de aquella respuesta.

El instinto de supervivencia le ayudó a urdir la huida hacia el Líbano. «Escapé algunos meses después. El plan necesitó muchos preparativos y recursos, porque sabía que, si llegaba a un lugar donde no tuviera conocidos, nadie me ayudaría al percatarse de mi orientación sexual y me metería en problemas».

Seis meses después, cambió el país de los cedros por Turquía, donde trabajó de traductor con refugiados sirios. El miedo le seguía acompañando.

El antiguo compañero de clase

«Durante mi estancia allí, recibí una amenaza de muerte de un antiguo compañero de clase que se había enrolado en el Estado Islámico (IS) y que estaba al tanto de mi activismo gay. A través de un amigo en común, me hizo llegar el mensaje de que me mataría. Un día me llamó desde un número de teléfono turco y me avisó de que vería pronto su cara. Me quedé aterrorizado, porque sabía que los militantes del IS circulaban libremente por donde yo vivía y queera sólo cuestión de tiempo que me encontraran».

Hace unos meses, consiguió instalarse en EEUU, donde ha comenzado a levantar su sueño americano mientras trabaja en las oficinas de ORAM (Organización para el Refugio, Asilo y Migración), una entidad centrada en socorrer a los perseguidos por su identidad sexual.

De su familia, que reside aún en la maltratada Siria, mantiene el contacto con su hermana y -precisa esperanzado- está«reconstruyendo» los lazos con su madre.

«Mi vida ha sufrido un cambio radical. He pasado de ser habitante del lugar más conservador del planeta a uno de los espacios más libres.Estoy todavía adaptándome, intentado hacer amigos de verdad que me acepten como soy y crear algo que pueda llamarse hogar».

Consciente de su fortuna, su utopía es auxiliar a otros que todavía viven encerrados entre cuatro paredes y padecen su calvario. «Quiero ayudarles a escapar de Siria y de las garras del IS para crear una comunidad que sea capaz de defender nuestros derechos. Hay que decirle a los pueblos árabes que somos sus hijos e hijas; que en ningún caso somos algo ajeno o un invento llegado de Occidente, sino que compartimos la misma patria y estamos decididos a luchar por nuestros derechos como cualquier otro ser humano».

En el béisbol y en el rugby profesional también hay gays

DEPORTES  David Denson y Michael Sam los primeros en salir del armario

  • Michael Sam (EEUU) y el británico Keegan Hirst han reconocido su condición sexual

  • Jugadores en activo en sus respectivas ligas, han contando con todo el apoyo

  • Quienes les precedieron tuvieron que dejar la competición

  • Los 50 homosexuales más influyentes de España

David Denson se convirti en el primer jugador de béisbol en activo de un equipo de la Major League de EEUU en salir del armario Instagram

David Denson se convirti en el primer jugador de béisbol en activo de un equipo de la Major League de EEUU en salir del armario Instagram

El día anterior a que David Denson se convirtiese en el primer jugador de béisbol en activo de un equipo de la Major League de EEUU en salir del armario, Michael Sam, el primero que lo hizo en la liga de fútbol americano, decidía alejarse de su carrera profesional por cuestiones de salud mental. Veinte meses de lucha en un mundo tan cerrado como el del deporte, todavía incapaz de gestionar la homosexualidad de sus jugadores, habían sido suficientes para disuadirle de sus aspiraciones. “Cuando salió del armario no tenía ni idea de lo que le esperaba”, aseguró el entrenador jefe de los Montreal Alouettes, el equipo de Sam. Y tenía razón. Sam había conseguido el apoyo de su equipo, el cariño de sus compañeros y la aceptación del público, que le paraba para darle la enhorabuena por su valentía, pero no fue suficiente. La presión pudo con él.

La valentía de Denson

El caso de Denson se parece mucho al de Michael Sam. Cansado de tener que vivir una doble vida, fue un compañero el que le dio el empujón que necesitaba para salir del armario. Sin querer, se dirigió a él con un apelativo poco cariñoso para referirse a los gays, cosa que sentó muy mal a Denson y le animó a sincerarse delante de sus compañeros. “No quería presionar a nadie”, asegura Denson. “Solo pretendo dar todo de mí en el deporte y ver hasta dónde soy capaz de llegar”. Cuando finalmente reconoció que era gay, tenía ya a todo el equipo prestándole atención. “Fue increíble”, declaró al Milwaukee Journal Sentinel, “saber que mis compañeros me apoyan en esta situación y que me juzgan como persona y no por mi sexualidad significa mucho para mí”.

Las ‘diferencias’ se pagan caras

El mismo fin de semana en que Denson hacía historia en la liga de fútbol americano, Keegan Hirst se convertía en el primer jugador en activo de la liga británica de rugby en reconocer públicamente su homosexualidad. El destino quiso que coincidieran dos jugadores en su momento álgido de gloria profesional y en dos deportes de gran repercusión mediática en sus países de origen y donde la imagen de macho resulta esencial. Un ambiente fervientemente masculino y competitivo en el que las “diferencias” se pagan caras.

No sería el primer caso de deportista que sale del armario y trunca su carrera profesional. El mismo ambiente en el que, paradójicamente, Hirst comenzó a sentirse libre.”Tuve una esposa e hijos. He sido constructor, portero y he trabajado en fábricas. ¿Cómo podría ser gay?”, se sinceró al Sunday Mirror. “La primera vez que me sentí libre de ese tormento fue cuando entré en un campo de rugby”.

“Al principio no podía ni siquiera pensar: ‘soy gay’. Ahora siento como si hubiese dejado escapar una bocanada de aire que lleva aguantando demasiado tiempo”. Hirst, criado en una región al sur de Leeds, se había dejado llevar por lo que la sociedad considera ‘normal’. “Con 16 años te obliga a tener una novia y acostarte con ella, sobre todo si eres jugador de rubgy. Me convencí a mí mismo de que no podía ser gay, de que era imposible“. Afortunadamente, un buen día tocó techo, se divorció de su mujer y decidió hacer frente a su nueva vida. “Ahora me siento libre”, declara con convicción. “Me siento cómodo en mi propia piel, probablemente por primera vez en la historia”.

Tanto uno como el otro han obtenido el apoyo de sus compañeros de equipo, de las organismos federados, de los hinchas y de la opinión pública, pero esto no es suficiente. Martin Owens, el fundador del primer equipo de rugby LGTB del mundo, tiene claro cuál es el camino. “Es estupendo que un deportista salga del armario, especialmente para que la gente joven puedan verse reflejada en alguien como ellos y darse cuenta de que pueden practicar deporte sin necesidad de esconder quiénes son en realidad”.

Cruzada contra el nudismo en Rusia

Parque natural de Serebriany Bor

Parque natural de Serebriany Bor

La desnudez en Rusia no será ya para el verano, sino en todo caso para la intimidad de la sauna. Los aficionados a bañarse desnudos pueden quedarse sin su sitio más popular en Moscú, donde las autoridades locales quieren clausurar la zona nudista del parque natural de Serebriany Bor. La zona, situada al este de Moscú, parece destinada a convertirse en una playa ‘normal’ tras haber sido durante décadas la única playa nudista de la región de Moscú.

Liudmila Stebenkova es la representante local de Rusia Unida, el partido del presidente Vladimir Putin, que ha lanzado esta cruzada contra los desnudos desde su blog. “No podemos promocionar el vicio”, ha dicho Stebenkova, que además es presidenta del Comité de Salud Pública. En la batalla no podía faltar el político ultraconservador Vitaly Milonov, conocido por haber promovido en su ciudad, San Petersburgo, una de las primeras leyes contra la “propaganda gay”. Milonov consiguió ya en mayo que se clausurase una playa nudista que existía desde los sesenta en esta región, pues cree necesario “proteger a nuestros niños de cualquier pervertido viejo y peludo que pase por ahí”.

Esta vez los detractores de la desnudez alegan además que hay peleas, suciedad y hasta sexo en público. La asociación de nudistas de Moscú se ha mostrado dispuesta a irse con su desnudez a otra parte, pero piden alguna infraestructura como “una valla y guardias”, según han declarado al Moscow Times. A los nudistas se les dio una zona especial en los ochenta en Serebriany Bor, pero las condiciones del lugar eran malas y apenas la usaron, volviendo al emplazamiento original. Según los naturistas más veteranos, la idea de cerrarla ha estado presente en el debate cada año.

La gran pregunta es dónde se podrá tomar el sol desnudo en el futuro. A la hora de hablar con las autoridades se han topado con un muro de silencio o incluso el riesgo de ser perseguidos: “El nudismo debería prohibirse para siempre”, ha dicho Stebenkova, que considera unos “depravados” a los nudistas.

La polémica choca con las costumbres de un país donde el cuerpo desnudo no está proscrito. En Rusia está extendido el uso de la sauna, donde es habitual que amigos o familiares de ambos sexos vayan desnudos, aunque la mayoría de las veces hombres y mujeres por separado.

Hombres y mujeres separados

Algunos países vecinos de la extinta URSS, como Lituania, tienen playas nudistas para hombres y para mujeres, además de algunas conjuntas como la que está junto al parque natural de Nida. Oficialmente hay tres playas nudistas en su costa, cerca de Palanga y Klaipeda. Pero en algunos lugares como Sventoji los nudistas se han dirigido a las autoridades para que abran una unisex, un asunto que también ha generado polémica. Algunos hombres han protestado por discriminación. Y también ellas, porque algunas veces llegan hombres de vacaciones a “su playa” y, sin saber que es sólo para mujeres, se desnudan para pasmo y enfado de algunas de las presentes.

En Estonia la playa de Parnu ofrece una posibilidad a los vecinos del lugar y a algunos rusos que llegan hasta ahí para disfrutar de la norma de “bañador opcional”. La zona todavía no se ha masificado por la llegada de turistas, fundamentalmente procedentes de Rusia y Finlandia.

Incluso en Polonia, un país de marcado carácter católico, estas playas son populares, y cada vez más entre el colectivo gay, que encuentra en la costa la tolerancia que otras zonas la mayoría les niega.

@xaviercolas

La escuela es un gigantesco armario

FERNANDO J. LÓPEZ

Cuando escribí La edad de la ira no era consciente de las historias que esa novela iba a traer a mí. Historias de adolescentes y de profesores que se ven reflejados en la denuncia de la violencia y de la homofobia encerrada en esas páginas. Historias que, en ocasiones, han desembocado en finales tan trágicos como el del suicidio -este pasado curso- de un adolescente acosado por ser gay y que ponen sobre la mesa el grave problema de involución de la convivencia en nuestras aulas.

Resulta fácil culpar a los agresores directos, a esos adolescentes que acosan a un compañero por su orientación sexual. Sin embargo, esa acusación olvida la raíz del conflicto: el inmenso vacío en el que se halla la educación para la igualdad. En Secundaria el trabajo contra la homofobia, la transfobia o la misoginia -estrechamente vinculadas entre sí- es un simple contenido transversal. Una cuestión casi anecdótica subordinada, como tantas otras, al voluntarismo docente, de modo que educar en valores y mejorar la convivencia depende del tiempo, las ganas y la capacidad del profesor, a quien -por supuesto- no se forma en cómo abordar estas realidades en el aula.

Aulas donde no es raro encontrar un maricón escrito en la pizarra o en algún pupitre. Cabe la opción de borrarlo sin más, de pensar que “sólo es una gracia adolescente” ante la que no conviene “perder tiempo”. Sin embargo, educar en el uso del lenguaje nunca es perder el tiempo. Al revés, estamos ganándolo. Cada vez que obviamos o minimizamos esos actos, olvidamos cómo afectan -directa o indirectamente- a quienes se hallan en proceso de construcción de sí mismos, a esos adolescentes que muchas veces no se atreven a confesar su homosexualidad por el miedo al rechazo y a la burla. Por el temor a convertirse, precisamente, en el objeto cotidiano e hiriente de ese maricón al que le hemos restado importancia.

Falta acción, falta compromiso y falta, sobre todo, visibilidad: “Hay una ley implícita por la que cualquiera que coge una tiza en el aula se vuelve hetero”. Así expresaba, a través de un personaje de La edad de la ira, mi perplejidad ante la pervivencia de un gigantesco armario docente que aún hoy debe romperse. Por desgracia, todos conocemos ejemplos de compañeros que han sufrido problemas de acoso laboral tras expresar abiertamente su orientación en sus centros de trabajo pero, de nuevo, los culpables de la mayoría de esos conflictos no son adolescentes, sino ese mundo adulto que se finge tolerante y donde aún queda mucha homofobia que barrer. En mi caso, la visibilidad no me ha supuesto jamás un problema con mis alumnos y sí me ha permitido, sin embargo, intervenir en situaciones de las que, seguramente, no habría tenido noticia si no hubiera entablado con ellos ese lazo de confianza y sinceridad.

La adolescencia, aunque nos esforcemos -desde la distancia que nos otorga el tiempo- en olvidar sus aristas más dolorosas, nunca es fácil. No resulta sencillo buscarse a uno mismo y el hecho de sentirse distinto añade una complejidad más. Por eso, el mundo LGTB sigue necesitando modelos y compromiso. Y por eso, supongo, analizo en clase oraciones como “Eva y su novia fueron al cine” o he incluido un protagonista adolescente abiertamente homosexual en Los nombres del fuego, mi próxima novela juvenil, porque sin visibilidad seguiremos alimentando la ignorancia y, con ella, la violencia. Y ante la homofobia no hay arma más poderosa, ni más necesaria, que la educación.

Fernando J. López es profesor de Secundaria y autor del libro La edad de la ira

‘¿Sois maricones?’

«¿Sois maricones?», le preguntó el agresor a Pedro tras darle un puñetazo en el brazo con el que no rodeaba a su amigo. Sucedió a las tres y media de la madrugada del pasado sábado en la calle Alcalá de Madrid. La víctima, de 25 años, es la tercera en dos semanas en padecer un delito de odio de carácter homofóbico en la capital.

«Eran dos chicos. Nos dijeron que nos portáramos bien, que no les hiciéramos sacar nada». Pedro (nombre ficticio) se recuerda paralizado. Los agresores intentaron intimidarles pidiéndoles que les diesen «lo que llevasen encima», pero lograron zafarse gracias a la ayuda de un viandante. Los días siguientes al altercado y a la denuncia, al joven se le pasó por la cabeza camuflarse y evitar gestos de cariño en público: «Yo iba con unas bermudas bastante cortas y tupé. Pude ser muy obvio… también pensé ‘Voy a dejar de darle la mano por la calle, no le beso, no le abrazo’», pero, tras el impacto, se dijo a sí mismo que ni quiere, ni debe: «Sufrí acoso en toda mi trayectoria escolar. Ahora elijo levantar la cabeza».

A Juan (otro nombre ficticio) lo agredieron, junto a tres amigos, en la madrugada del 25 al 26 de abril. Fue en la Gran Vía. «Dos chicos nos gritaron ‘maricones’. Nos habíamos cruzado con ellos hacía un rato. Cuando nos giramos, ya los teníamos encima». Aunque los agresores huyeron, volvieron a asaltarles varias veces esa misma noche. «Nos esperaron en dos ocasiones más, cada cual más salvaje, a pesar de que habíamos hablado con una patrulla de Policía cercana. Les pidieron la identificación, pero no les detuvieron».

El joven cuenta que el cuerpo de seguridad que les atendió era municipal: «Cuando les hablamos de un delito de odio, no sabían ni qué era. Uno de nosotros, que tiene formación en Derecho, tuvo que explicarles su regulación penal». Los agresores los abordaron una tercera vez -golpeándoles en la cara, en el pecho, en el estómago, agarrándoles del cuello y asegurando que los iban a matar-, pero, «aunque volvieron a escapar, ya estaban fichados».

Ahora esperan el veredicto de un juicio de faltas. «Me da miedo subir una foto a Instagram del sitio por el que paseo por si alguien me persigue». Juan ha empezado a obsesionarse: «Escucho murmullos por detrás cuando camino con un amigo y creo que me van a agredir».

Guillermo López es miembro de DiversAH, asociación LGTB de Alcalá de Henares. Este colectivo hizo una convocatoria virtual para acudir al pregón de las fiestas de la localidad -que comenzaron el pasado sábado- con banderas y carteles, solidarizándose con las víctimas de la agresión homófoba del 15 de agosto a manos de un grupo de neonazis. La concejala de Seguridad tenía constancia de ello. Sin embargo, al llegar allí, la Policía les «pidió quitar el cartel de Stop LGTBfobia porque le parecía que incitaba al conflicto».

El argumento les sonó a «intentan violar a una mujer porque viste minifalda». Los agentes llegaron a pedirles los datos a dos chicos que llevaban al cuello banderas del arco iris. «Lo que es curioso es que cerca de nosotros había una pancarta muy grande. Ponía Esto es Alcalá con un símbolo de prohibido en el que había una hoz y un martillo. Ha sido difundida en redes sociales de ideología neofascista. Pero a ellos no les dijeron nada». Guillermo cuenta que, hace dos meses, «a un compañero lo asaltó un vecino en su portal. Le puso una soga en el cuello y le dijo que quitase la bandera de arco iris del balcón, que lo mataría si sus hijos salían maricones como él». Al llamar a la comisaría, le pidieron «que les avisase si volvía a pasar». Guillermo se indigna: «La actitud policial se vuelve cómplice cuando protege reiteradamente a los agresores».

Más educación en la tolerancia para acabar con las agresiones homófobas

El repunte de las agresiones homófobas que se está registrando en España -en muchos casos de forma silenciosa por miedo y dificultades a la hora de denunciar- y el hecho de que los agresores sean cada vez más jóvenes, e incluso menores, es un dato alarmante ante el que no podemos permanecer impasibles. Ahora que las encuestas del CIS indican que el 70% de los españoles acepta el matrimonio entre personas del mismo sexo -lo que revela que la homosexualidad es percibida con mayor normalidad que nunca por la ciudadanía-, llama la atención que este tipo de agresiones representen cerca del 40% de los delitos de odio que se cometen en este país. La educación en la tolerancia y los valores cívicos son sin duda el mejor arma para erradicar el odio. Por ello, cabe preguntarse en qué están fallando familias y escuelas en la formación de nuestros jóvenes, dado que los agresores de entre 16 y 20 años son cada vez más numerosos.

Los testimonios de asociaciones de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (LGTB) que recogemos hoy en nuestras páginas son elocuentes. Las estadísticas muestran que en 2015, el número de ataques homófobos no ha caído frente al año anterior. Pero los representantes de este colectivo son más pesimistas y aseguran que las agresiones no denunciadas han aumentado este año en España y en el resto de Europa. Internet está jugando un papel cada vez más importante como agitador de las agresiones. Por un lado, en la Red, muchos jóvenes son animados a atacar a los homosexuales.Y por otro, las redes sociales se han convertido en una herramienta de acoso a gays y lesbianas difícil de controlar. Vincular a la Administración en la lucha contra las agresiones promovidas en el entorno digital y al mismo tiempo, educar en una sociedad menos machista a nuestros jóvenes es vital para reducir delitos de odio como los que se han registrado este verano en Madrid. Como recuerda hoy en nuestras páginas el autor de La edad de la ira, Fernando J. López, la homofobia, transfobia y misoginia están estrechamente relacionadas y son materias transversales en Secundaria. Por otra parte, ante el aumento de casos de este tipo de violencia en las aulas también sería deseable una mayor implicación de la Fiscalía de Menores, como reclaman las asociaciones.

También es preciso reforzar la atención a las víctimas, puesto que tan sólo se denuncian el 25% de las agresiones homófobas. Al igual que ocurre con la violencia de género, el temor a las represalias, la falta de pruebas o la impotencia hacen que en muchos casos los agredidos prefieran no denunciar. En este sentido, hay que aplaudir la iniciativa puesta en marcha por la Comunidad de Madrid esta semana. Después de las tres denuncias que se han presentado este mes de agosto en la región por ataques a gays y transexuales, el Gobierno de Cristina Cifuentes se ha puesto a trabajar con el Ministerio de Justicia para que las oficinas judiciales de ayuda a las víctimas atiendan de manera integral a las personas que sufran delitos de odio.

Homófobos más jóvenes

grafico agresiones hmofobas

“En Barcelona tenemos identificado un grupo de cinco menores que en los últimos meses ha atacado varias veces a homosexuales”, asegura Eugeni Rodríguez, presidente del Observatorio contra la Homofobia de Cataluña (OHC). “Insultan, persiguen, rompen pancartas por la igualdad… han llegado incluso a hacer pintadas en la casa de una persona que vive en un bajo mientras le tiraban excrementos con la nota Maricón de mierda“.

Del insulto y el acoso a la agresión física sólo hay un paso. Y todavía son niños. “El caso está en la Fiscalía de Menores, a la que hemos pedido que nos deje hacer una labor pedagógica con ellos para evitar que dediquen su tiempo libre a acciones homofóbicas”, explica Rodríguez.

Educación en tolerancia, y un compromiso mayor por parte de la Administración, es lo que piden las asociaciones que defienden al colectivo LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales).

“La educación es el factor clave en la prevención de las agresiones homofóbicas y evidentemente algo no se está haciendo bien. Debemos recordar que la mayoría de los agresores tiene menos de 30 años”, apunta Rubén López, vocal de Delitos de Odio de Arcópoli.

Según el último estudio publicado por el Ministerio del Interior, en 2014 el perfil del agresor homófobo más extendido era el de hombre español de entre 26 y 40 años. Sin embargo, al menos tres asociaciones del colectivo homosexual coinciden en que en este 2015 están observando un repunte de esta violencia en jóvenes de entre 16 y 20 años. En Cataluña, que es la única comunidad en la que hay un observatorio contra la homofobia, los casos de discriminación en las aulas ya suponen el 8,4% de las denuncias.

El último estudio a nivel estatal sobre jóvenes LGTB, de 2012, refleja que el 57% de los menores de 25 años que componen este colectivo afirman haber sufrido algún tipo de violencia psíquica y/o física. Además, un informe de INJUVE asegura que el 80% de la población joven española reconoce haber sido testigo de agresiones verbales a homosexuales y transexuales, un 40% de situaciones de exclusión y un 20% de violencia física.

“Las nuevas tecnologías, y el mimetismo con la situación de auge de este tipo de delitos que se está viviendo en el resto de Europa, no hacen sino incrementar el problema entre nuestros jóvenes”, denuncia Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia. “Nuestra legislación es inadecuada, no sirve para atajar el acoso ni el discurso del odio del que nuestros menores se empapan”, añade.

No es únicamente lo que reciben por la red lo que ha propiciado este aumento de la homofobia entre los menores que denuncian las organizaciones. “La Administración establece su perfil de agresor en un rango de edad demasiado alto al no poder reflejar a los más jóvenes por la Ley del Menor“, asegura Ibarra. “Los grupos neonazis, por ejemplo, saben que utilizando a estos chicos sus acciones van a quedar impunes”, denuncia.

El presidente del Movimiento contra la Intolerancia vaticina además un repunte de todas las modalidades de delitos de odio entre los más jóvenes, no sólo homofóbicos. “Un día les llevan a cazar homosexuales, otro pobres, otro inmigrantes… Así es como se educan; más de un padre ha venido a preguntarnos porque estaba preocupado por su hijo de 14 años”, explica.

De los 1.285 delitos de odio que el Ministerio del Interior registró el año pasado, 513 fueron por motivos de orientación o identidad sexual. Esto supuso un aumento del 13,5% respecto a 2013, cuando se produjeron 452 agresiones de este tipo. Y para las asociaciones es sólo la punta del iceberg.

El Movimiento contra la Intolerancia asegura que sólo se denuncian el25% de las agresiones homófobas y transófobas. “Las víctimas del colectivo LGTB siguen sin denunciar por miedo a acudir a la Policía, a las represalias, a quedar señaladas… miedo a asumir que hoy en día te han pegado por maricón“, explica López. “Algunos ni siquiera quieren hablar con las asociaciones por lo que pueda pasarles”.

Un problema de visibilidad y concienciación que para las organizaciones LGTB tiene dos formas claras de atajarse: campañas públicas y de educación, y una ley estatal contra la homofobia y transfobia.

“A corto plazo necesitamos una campaña grande de concienciación, y sobre todo que la gente vaya a denunciar para que las administraciones se pongan las pilas y dejen de argüir que no hay tantos casos”, exige el vocal de Delitos de Odio de Arcópoli.

“A largo plazo necesitamos una enseñanza más activa en tolerancia en las aulas, ese lugar donde maricón y bollera siguen siendo los insultos más escuchados. Además, exigimos que se cree una ley a nivel estatal de protección del colectivo LGTB como las que ya han ido promulgando en algunas comunidades autónomas”, añade López.

Se refiere a las leyes de igualdad social y contra la discriminación del colectivo LGTB vigentes actualmente en Extremadura y Cataluña, esta última en vigor desde octubre del año pasado.

“Desde que entró en vigor la ley hasta el 10 de agosto tenemos registrados alrededor de 70 incidentes homófobos sólo en Cataluña, sufriendo el 69% los hombres”, explica el presidente del Observatorio contra la Homofobia de Cataluña.

A nivel estatal, y dentro del colectivo LGTB, la discriminación y agresión por motivos de identidad sexual es muy importante. En lo que llevamos de año, la organización Transexualia asegura tener constancia de al menos ocho agresiones.

“Siempre hemos sido un blanco fácil por la cantidad de prejuicios que existen, pero este año hemos detectado un aumento del número de agresiones”, denuncia Javier Gómez, miembro de la Junta Directiva de Transexualia.

“Vivimos en una sociedad multicultural y diversa en la que todos debemos aprender a respetarnos mutuamente. El desconocimiento de la transexualidad provoca prejuicios que por desgracia desembocan en demasiadas ocasiones en agresiones verbales y físicas”, lamenta Gómez.