Nueva polémica del navarro Abel Azcona: se tatúa el ano con un mensaje para Donald Trump

El artista se ha escrito ‘Make America Great Again’ en la zona perianal durante una performance en Chicago

Abel Azcona en plena performance. / Twitter

‘Make America Great Again’ fue el sonado eslógan de campaña de Donald Trump durante las pasadas elecciones para presidente de los Estados Unidos y que finalmente le valió la victoria. También es el último tatuaje del polémico artista navarro Abel Azcona… en el ano. El dibujo que ahora luce en la zona perianal forma parte de una performance que ejecutó el pasdo martes 7 de marzo en una galería de Chicago, a modo de protesta por las políticas racistas, xenófobas y misóginas del actual presidente americano. «Como artista, sentía la necesidad de hacer algo al respecto», ha afirmado a la web ‘Shangay’.

El proyecto se llevó a cabo en la galería DfbrL8r, que cuenta con dos espacios. En la planta baja, Azcona se dejó en manos de una tatuadora con solo unas pocas personas como espectadores. En la planta superior, el público pudo seguir el proceso de dibujo en directo. Aunque era deseo del artista que se retransmitiese también por Facebook, la plataforma retiró el contenido de inmediato por no cumplir con las normas de publicación; por el momento, una imagen más explícita permanece en su cuenta de Twitter.

La performance, a la que aún no ha puesto nombre, forma parte de la gira estadounidense que el artista multidisciplinar de 28 años está llevando a cabo. Chicago, afirma, fue la ciudad elegida para este curioso acto por su carácter «multicultural»

 

‘Pederastia’

No es la primera el navarro siembra la polémica. En noviembre de 2015 escribió la palabra ‘Pederastia’ con 242 hostias consagradas -obtenidas de misas de Pamplona y Madrid, aseguró- en una sala de exposiciones en Pamplona, ante lo que la Asociación Española de Abogados Cristianos interpuso una querella criminal por «profanación» y por un delito contra los sentimientos religiosos. Finalmente, el juez archivó la causa al considerar que Azcona no incitó al odio ni a la violencia contra la Iglesia o sus creyentes, sino que solo se posicionó contra un fenómeno.

RECONOCER LAS VICTORIAS Y ACTUAR EN CONSECUENCIA, UN RETO

Efectivamente, se han hecho oir. El autobús con mensajes contra la diversidad sexual infantil inmovilizado primero por la policía municipal madrileña y después por un juez se ha convertido en el tema estrella de esta semana. Parece casi lógico en esta época de frivolidad viral en la que resulta cada vez más difícil contextualizar polémicas, jerarquizar los temas de interés público y entablar debates estratégicos que permitan abrir puertas a nuevas victorias y salgan de la lógica reactiva.

Existen niñas con pene y niños con vulva. Es más, existen personas que, más allá de sus genitales, no se identifican con ningún género, construcción social de la que un recién nacido, más allá de las condiciones biológicas de su sexo, no tiene la menor idea. Precisamente por eso, porque son construcciones sociales. A eso se refirió hace más de medio siglo Simone de Beauvoir cuando dejó escrito que «no se nace mujer, se llega a serlo». Quedan muchas batallas por dar en el camino hacia la normalización de la cultura trans, desde las más simbólicas, como la posibilidad de marcar una tercera casilla neutral en los formularios oficiales en los que se nos obliga a definirnos como hombres o mujeres –así ocurre en Australia–, a las más palpables, como la inclusión del cambio de sexo dentro de la sanidad pública, pasando por la imprescindible labor pedagógica que requiere la inclusión de la transexualidad, en toda su globalidad, en los marcos mentales de la sociedad. Porque la cultura trans va mucho más allá del esquema binario marcado por unos genitales u otros; contiene en su seno un gran potencial transformador que desmonta los roles que inconscientemente seguimos asignando a cada género.

Lo positivo de la polémica de esta semana ha sido constatar que solo unos pocos ultras están dispuestos a arremeter contra el derecho de los niños a decidir sobre su sexualidad. En este sentido, han sido reveladoras las declaraciones de altos cargos del PP, que han criticado la campaña tránsfoba. Socialmente, la batalla está ganada ahora mismo –lo cual no quiere decir que lo esté para siempre, es cierto–. Lo negativo es que esos pocos ultras han conseguido un eco con el que no soñaban y que el libro homófobo sobre las que denominan «leyes de adoctrinamiento sexual» va ya por su segunda edición. En términos generales, se ha reaccionado contra el autobús como si fuese la posición tránsfoba la que ocupase una posición de poder, cuando en este caso –y en este momento– es a la inversa. Es el grupúsculo ultra el que reacciona ante la eficaz campaña de Chrysallis. Una posición hegemónica que no hay que dar por ganada para siempre, pero que para consolidar quizá lo más efectivo no sea mantener lógicas reactivas, sino plantear iniciativas que marquen el ritmo del debate y abran puertas a nuevos avances. Pasos adelante que pasen de las campañas de concienciación a la toma de decisiones concretas, empezando por protocolos claros que garanticen la libertad de los menores a la hora de desarrollar su sexualidad y que, de paso, dejen en segundo plano las pataletas de los ultras. Se dice que el poder primero te ignora, luego te ridiculiza y finalmente te ataca. Ser consciente de tener una posición de poder y aprender a ignorar sigue siendo probablemente una asignatura pendiente.

No hay batalla entre derechos
Junto a la necesaria reflexión de fondo sobre la transexualidad y la infancia –ausente estos días–, se impone una referencia a la magnitud que adquieren los fenómenos virales. Es un autobús naranja con una rabieta inscrita y sin embargo ha marcado la actualidad en una semana en la que se ha conseguido que Sara Majarenas e Izar permanezcan juntas, en las que las relaciones entre Lakua y Moncloa se han mostrado más lubricadas que nunca a cuenta del TAV, o en la que un cargo político catalán ha sido juzgado por poner las urnas. Solo son algunos de los hechos relevantes arrollados por el autobús, cuya prohibición ha sido reclamada automáticamente desde muchos estamentos, sin pararse a pensar probablemente en la contradicción que supone reclamar al mismo tiempo la libertad de expresión en otros ámbitos. Por odiosa que sea la campaña, que lo es, y por doloroso que resulte, la honestidad obliga a reconocer que ese autobús infecto debería poder circular, sin que eso menoscabe el derecho de los menores a desarrollar su sexualidad y sin que signifique que no se puedan desarrollar todo tipo de iniciativas contra la campaña. No debe haber colisión entre el derecho a la libre expresión de unos y los derechos de los transexuales.

“El día que acepté y entendí que quería llevar calzoncillos, él y yo fuimos mucho más felices”

La integrante de Chrysallis, Beatriz Séver, mádre de un niño con vulva, dice que su lucha es hacer felices a los menores

Una de las marquesinas de San Sebastián con la campaña original de Chrysallis. JAVIER HERNÁNDEZ

Chrysallis Euskal Herria, Asociación de Familias de Menores Transexuales, no quiere polémicas que “no conducen a nada”. Sus miembros, padres y madres con niños y niñas cuyo sexo no se corresponde con el de nacimiento, incluso entienden el mensaje de los ultracatólicos de Hazte Oír porque, como recuerdan, ellos se lo dijeron primero a sus hijos. Pero una vez constatada la realidad de cada niño, de cada persona, lo que no entienden, es que por motivos religiosos, o por los que sea, propongan imponer el sexo que se lleva entre las piernas, al “sexo sentido”.

“En cierta manera entiendo a quienes piensan de esa manera porque yo a mi hijo le decía lo mismo. No puedes ser niño porque tienes vulva. El día que acepté y entendí que quería llevar calzoncillos, él y yo fuimos mucho más felices”, asegura Beatriz Séver en Getxo, en su casa, junto a algunos de los carteles de la campaña que ha provocado la airada reacción de los ultracatólicos, y una amplia solidaridad del resto de la sociedad. La campaña se lanzó el día 10 de enero y terminó el 16 de ese mismo mes gracias a la donación de un financiero de Nueva York, al que impresionó un vídeo que vio de forma casual, con el trabajo que algunos padres y madres estaban haciendo con sus hijos en un centro educativo concertado de Getxo, Bizkaia.

“Les hemos dicho lo del autobús muchas veces a nuestros hijos, pero hemos aprendido”, asegura repite Séver. “Pero más allá de esas y otras acciones de Hazte Oír nuestra única guerra es hacer que nuestros hijos sean felices y las familias que se enfrentan a situaciones como estas tengan un entorno de aprendizaje no traumático, es decir, que todos sean lo más felices con su cuerpo, con su entorno y con su futuro”.

Rechazan incluso entrar en un cruce dialéctico con la asociación ultracatólica que les ha llevado a los tribunales, con una acusación terrible de “corrupción de menores”. Hazte Oír, la asociación que todavía no ha podido poner en circulación el autobús que vincula el sexo de los niños a la forma de sus genitales a instancias de un juzgado, denunció a los padres y madres de Chrysallis ante la fiscalía de Gipuzkoa por el presunto delito de corromper a sus hijos. Están atacando la campaña “hay niñas con pene y niños con vulva” por tierra mar y aire, “pero nosotros y nosotras tenemos mucho trabajo por delante con mejorar el entorno de nuestros hijos” como para “perdernos con esas batallas”, dice Beatriz Séver.

En apenas un mes, desde que lanzaron la campaña han sufrido ataques en Pamplona, donde desconocidos atacaron varias marquesinas con los carteles. Facebook les emplazó al día siguiente a colgar los carteles en su página de la red social a que los quitaran por exhibir los genitales masculinos y femeninos, -pese a que eran dibujos- aunque a la vista de la repercusión retiraron la petición. Sí la mantuvieron con los carteles en euskera. Y recientemente están viendo como Hazte Oír intenta por todos los medios contrarrestar su campaña con un autobús con un mensaje tránsfobo, y con la denuncia por corrupción de menores que Hazte Oír canalizó a través del Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro, cuyo lema es “Cristianizando el Derecho, cristianizando la sociedad”.

Frente a esa visión, desde Chrysallis ofrecen información. La gran repercusión que tuvieron los documentos pedagógicos con los que trabajan con todos los menores en Getxo, les han obligado a traducirlos a ocho idiomas, incluido el chino. Se han producido cientos de miles de descargas de documento Chicos y chicas. Identidad y cuerpo que está colgado en su cuenta de Facebook. Lo que reclaman de las instituciones son protocolos individualizados para sus hijos y fuera del área de psiquiatría, además de centros como Kattalingune en Navarra. Piden que como en ese caso, en Euskadi y el resto de España, estén atendidos por un sexólogo. Creen que simplemente con esas previsiones, y con formación específica a los profesores de los centros educativos cuando se presentan los casos, se podría avanzar seriamente en el objetivo de reducir el dramático porcentaje de suicidios de transexuales, que según los datos que maneja la asociación es del 42%.

Los entorno a 40 madres y padres de la asociación Chrysallis están, pese a todo, muy satisfechos porque su lucha va a permitir que sus hijos sean la primera generación que va a vivir con el sexo que sienten. Creen que los avances educativos, sociales, políticos y judiciales que se están produciendo superan en mucho a las resistencias como las de Hazte Oír. Creen que la Organización Mundial de la Salud, acabará, más pronto que tarde, quitándole a la transexualidad, el apelativo de patología o de trastorno.

Cientos de personas rechazan en Pamplona la transfobia

La plataforma EJ28 convocó una manifestación para reivindicar que Navarra es “plural y diversa”

Un momento de la manifestación en Pamplona. EFE

Cientos de personas se manifestaron este sábado 4 de marzo en Pamplona para rechazar la transfobia y reivindicar que Navarra es una comunidad “plural y diversa”.

La movilización, convocada por la plataforma EJ28, ha partido de la antigua estación de autobuses pasadas las 18.00 horas y precedida por la bandera transgénero y una pancarta con el mensaje ‘Nafarroa tierra de diversidad. Transfobiarik ez!‘. El recorrido ha llevado a los manifestantes hasta la plaza de Merindades y la avenida Carlos III hasta la plaza Consistorial donde se ha dado lectura a un comunicado.

Entre los asistentes se ha podido ver a la presidenta del Parlamento de Navarra, Ainhoa Aznárez, el alcalde de Pamplona, Joseba Asiron, así como a los portavoces parlamentarios de Podemos, Laura Pérez; EH Bildu, Adolfo Araiz; y Geroa Bai, Koldo Martínez.

En declaraciones a los periodistas, la representante de la plataforma EJ28 y miembro del Servicio LGTB de Navarra Kattalingune, Erika Salvatierra, ha manifestado que con esta manifestación se quiere “decir alto y claro que Navarra dice no a la transfobia”.

 

“La identidad sexual o de género no es una cosa que se decida, no es un capricho, sino que nacemos así. Tenemos que dejar a los niños, a los adolescentes y los adultos ser como son”, ha reclamado Salvatierra que ha reivindicado la diversidad sexual.

También ha hecho referencia a la campaña de la asociación ultracatólica ‘Hazte Oír’ contra la transexualidad. “No vamos a dejar que ningún autobús tránsfobo entre en nuestro territorio porque somos diversas, somos plurales y queremos reivindicarlo”, ha remarcado.

En este sentido, el también miembro de la plataforma EJ28, Xabier Sánchez, ha indicado que el autobús de la asociación ‘Hazte Oír’ “ha sido una anécdota que se ha hecho viral” y ha reivindicado la campaña de la asociación Chrysallys bajo el lema ‘Hay niñas con pene y niños con vulva’.

Al respecto, Sánchez ha destacado que, gracias al autobús de ‘Hazte Oír’, la campaña de Chrysallis “sigue más viva que nunca. Nos han hecho un favor”. “Queremos vivir en paz, reivindicar la diversidad”, ha resaltado.

Sánchez ha afirmado que la transexualidad “es una realidad muy discriminada, invisibilizada” si bien “se han dado unos pasos de gigantes” en su aceptación. “Hay que acercarse a ella y hacerla comprender con medios, no sólo con campañas sino con mucha educación sexual”, ha señalado.

Cientos de personas muestran en Pamplona su rechazo a la transfobia

PAMPLONA. Cientos de personas, convocadas por la Plataforma E28J, se han manifestado hoy en Pamplona para expresar su compromiso con el respeto a la diversidad y mostrar su rechazo a la transfobia y, en concreto, a la campaña de la asociación ultracatólica Hazte Oír sobre los menores transexuales.

Cientos de personas muestran en calles de Pamplona su rechazo a transfobia. (UNAI BEROIZ)

La manifestación, precedida por una gran bandera del colectivo “trans” y una pancarta con el lema “Nafarroa: Tierra de diversidad. Transfobiarik ez”, ha contado con la participación, entre otros, de la presidenta del Parlamento de Navarra, Ainhoa Aznárez, y el alcalde de Pamplona, Joseba Asirón.

También han asistido a la misma parlamentarios forales como Laura Pérez (Podemos), Koldo Martínez (Geroa Bai), Bakartxo Ruiz y Adolfo Araiz (EH Bildu).

Xabier Sánchez, portavoz de los colectivos Plataforma E28J y Kattalingune, ha señalado a los medios de comunicación que la polémica con el autobús de la asociación Hazte Oír es una “anécdota”, aunque, gracias a él, la campaña de Chrysallis sobre transexualidad infantil “sigue más viva que nunca”.

Tras destacar que la transexualidad ha sido “una realidad muy discriminada, muy invisibilizada”, Sánchez ha apuntado que se están dando “pasos de gigante” para visibilizar esta realidad.

Por su parte, Erika Salvatierra, miembro asimismo de Plataforma E28J y Kattalingune, ha explicado que el objetivo de esta movilización ha sido “decir alto y claro que Navarra dice no a la transfobia, que no vamos a dejar que ningún autobús transfobo entre en nuestro territorio, porque somos diversas, somos plurales y queremos reivindicarlo”.

Salvatierra ha valorado en ese sentido la campaña de Chrysallis Euskal Herria, en la que “se reivindica de forma plural que sí que es verdad que hay niñas con pene y niños con vulva” y ha subrayado que “la identidad sexual o de género no es una cosa que se decida, no es un capricho, sino que nacemos así y queremos serlo”.

“Tenemos que dejar a esos niños y niñas, a esos adolescentes y esas personas adultas ser cada una como somos”, ha afirmado.

Una marcha recorre las calles de Iruñea para mostrar el rechazo a la transfobia

Una manifestación convocada por la Plataforma E28J ha recorrido Iruñea para expresar su compromiso con el respeto a la diversidad y mostrar su rechazo a la transfobia y, en concreto, a la campaña de la asociación ultracatólica HazteOir sobre los menores transexuales.

La marcha contra la transfobia, por las calles de Iruñea. (Jagoba MANTEROLA / ARGAZKI PRESS)

La marcha, precedida por una gran bandera del colectivo trans y una pancarta con el lema «Nafarroa: Tierra de diversidad. Transfobiarik ez», ha contado con la participación, entre otros, de la presidenta del Parlamento foral, Ainhoa Aznárez, y el alcalde de Iruñea, Joseba Asirón.

También han asistido a la misma parlamentarios forales como Laura Pérez (Podemos), Koldo Martínez (Geroa Bai), Bakartxo Ruiz y Adolfo Araiz (EH Bildu).

Xabier Sánchez, portavoz de los colectivos Plataforma E28J y Kattalingune, ha señalado que la polémica con el autobús de la asociación HazteOir es una «anécdota» gracias a la cual la campaña de Chrysallis sobre transexualidad infantil «sigue más viva que nunca».

Así, ha destacado que la transexualidad ha sido «una realidad muy discriminada, muy invisibilizada», pero que se están dando «pasos de gigante» para visibilizarla.

Erika Salvatierra, miembro asimismo de Plataforma E28J y Kattalingune, ha explicado que el objetivo de esta movilización ha sido «decir alto y claro que Navarra dice no a la transfobia, que no vamos a dejar que ningún autobús transfobo entre en nuestro territorio, porque somos diversas, somos plurales y queremos reivindicarlo».

Salvatierra ha valorado en ese sentido la campaña de Chrysallis Euskal Herria y ha subrayado que «la identidad sexual o de género no es una cosa que se decida, no es un capricho, sino que nacemos así y queremos serlo, Tenemos que dejar a esos niños y niñas, a esos adolescentes y esas personas adultas ser cada una como somos».

Nafarroako Plataforma E28J-k manifestaziora deitzen du Transfobiaren aurka

BERRIA MEDIOETAN:

La plataforma E28J llama a manifestarse en Iruñea contra la transfobia

La plataforma E28J, que agrupa a los colectivos LGTB de Nafarroa, ha convocado para este sábado día 4 a las 18 horas una manifestación en Iruñea, que partirá de la antigua estación de autobuses con el lema ‘Nafarroa, tierra de diversidad, transfobiarik ez!’.

Cartel de la manifestación convocada en Iruñea contra la transfobia.

Con esta movilización, la plataforma quiere reivindicar que «la transexualidad no es una patología y el género de una persona no lo marcan sus genitales», según han señalado Nora Gómez y Erika Salvatierra, que han dado lectura a un comunicado de la plataforma en una rueda de prensa en la iruindarra plaza de Navarrería.

La manifestación de este sábado se producirá tras el rechazo que ha suscitado entre las instituciones, colectivos y partidos navarros el autobús de la asociación Hazte Oír contra la transexualidad, que precisamente los días 5 y 6 de marzo tenía previsto viajar a Iruñea.

No obstante, la plataforma E28J ha explicado que desconocían si finalmente el autobús llegaría a Nafarroa, dado que fue inmovilizado en Madrid. «Hay un segundo autobús, parece ser. Pero no sabemos todavía lo que lleva escrito y no sabemos por dónde andará», ha indicado Nora Gómez.

Los colectivos LGTB de Nafarroa han defendido que «esta sociedad ha avanzado mucho en los últimos tiempos, por mucho que unos pocos se nieguen a verlo y sigan vejando y discriminando a toda aquella persona que no viva según sus estándares». «Este es el momento de todas de demostrar que esos cambios positivos no tienen vuelta atrás. La transexualidad no es una enfermedad», han añadido.

Nora Gómez y Erika Salvatierra han afirmado que «el odio no tiene cabida en nuestro territorio, Navarra es tierra de diversidad y defendemos y reclamamos el valor de las diferencias».

Han indicado que «la sociedad evoluciona hacia la integración de la diversidad y convive sin problemas con realidades como la trans» y han considerado que las compañas contra la transexualidad «no son más que los últimos coletazos del pasado y de los sectores de la sociedad que aún viven anclados en él».

En este contexto, la plataforma ha mostrado su «solidaridad con todas las personas trans que están siendo objetivo de la campaña que busca inocular el odio y la discriminación» y ha instado a la ciudadanía a movilizarse este sábado para «frenar el odio y reivindicar la Navarra floral y diversa».

«Él decía que era un niño y yo me empeñaba en vestirle de rosa de los pies a la cabeza»

Marian, madre de acogida de un niño con vulva, relata el complicado proceso de asimilación. «Venía llorando del colegio porque no entendía que le mandaran ir al baño de las chicas»

«Hoy jugamos a que soy Ander, ¿vale ama?». Y ella le dejaba jugar, claro. Pero al día siguiente quería jugar a que se llamaba Mikel, y el otro era Andoni… nunca Jone. Es el nombre que consta en su DNI, aunque hace más de un año que le llaman Jon. Relata su historia Marian, madre de acogida de un niño transexual. Una profesora de Hondarribia (Gipuzkoa) de 44 años que quiere dar visibilidad a un asunto que estos días copa titulares por la campaña de la organización ultracatólica Hazte Oír, ‘El autobús que no miente’, contra la transexualidad infantil. El autocar iba a entrar en Bilbao la próxima semana pero permanece retenido por orden judicial. «Yo he tenido mucha relación con la iglesia y no entiendo qué tiene que ver esto con Dios. Nosotros no queremos convencer a nadie, solo que nos entiendan», responde Marian.

A ella, dice, le costó dos años entender lo que le ocurría a su hijo, un bebé «con vulva» y de nombre Jone que llegó con seis meses a su casa para ampliar la familia (tienen otra hija de 12 años). Cuenta que desde que Jone aprendió a hablar dijo que era un niño. «Yo le decía a mi marido: ‘Va a ser lesbiana’. Porque en los cuentos siempre acababa casándose con una niña».

No le dieron importancia más allá de cierta sorpresa. Pero luego fueron los vestidos. «Su padre biológico es africano y le ve una vez al mes. Él le regalaba muchos vestidos pero no quería ponérselos. Yo le obligaba para que su padre no pensara que éramos nosotros los que no queríamos ponérselos». Y con cada vestido, una rabieta. «Yo le vestía de rosa de los pies a la cabeza, por aquello de feminizarla, lo que nunca hice con mi hija mayor. Y le puse también unos pendientes preciosos que no le gustaban nada».

Pero luego (más bien a la vez) fueron los juguetes. «Su hermana tenía un montón de muñecas que están impecables porque no las usaba, las tuvimos que guardar todas en el trastero. Solo quería el balón, el fútbol, juegos tradicionalmente asociados a los niños». Jone gritaba que era un niño y Marian le ‘corregía’: «Tú eres una niña».

«Él iba rápido y mi marido y yo, frenando»

Pero antes de que cumpliera los 4 años se produjo el punto de inflexión. Fue un cambio de edificio en el colegio. «Hasta ese momento los pequeños iban juntos al mismo cuarto de baño, pero en la nueva ubicación había váteres de niñas y de niños, separados. Y todas las tardes venía llorando a casa porque no le dejaban entrar en el de los chicos. Decía que quería ir con sus amigos al mismo váter y no entendía que le mandaran al de las niñas».

Así que Marian consultó con una sexóloga. «Me dijo que por qué le obligaba a llevar pendientes si no quería, que se los quitara». Y se los quitó: «En ese momento empezó a saltar encima de la cama gritando: ‘¡Por fin soy un chico, por fin!’. En realidad llevaba dos años gritándolo, pero yo no lo había entendido. Tanto mi marido como yo íbamos muchos pasos por detrás. Él iba muy rápido y nosotros, frenando».

Ese abrir los ojos fue un proceso liberador pero complicado, confiesa Marian, que sintió «pánico» y «vértigo». Pero su hija mayor lo veía más claro: «’Vamos a cambiarle de nombre porque total, se lo está cambiando todo el día’, me dijo. Y entonces decidimos hacerlo. Para que no fuera un cambio muy grande le quitamos una letra a Jone y le pusimos Jon» (el nombre se ha modificado para salvaguardar la intimidad del menor, pero el real es también uno que se ‘masculiniza’ quitándole la última letra). Al cabo de dos meses decidieron hacer «limpieza de armario» y comprarle las prendas que ha reclamado desde que sabe hablar, pantalones, zapatillas deportivas… «Y no paró hasta que le pintamos su habitación de color azul. Antes era morada».

«Me costó renunciar a mi niña»

«Asumido» en casa, empezaba otro proceso, decirlo fuera. «Hablamos con la andereño para que desde ese día le llamara Jon en clase. Y pedí una reunión con los padres de los niños del aula. La respuesta del colegio ha sido maravillosa». La del colegio y la de todo el pueblo. «Vivir en un sitio pequeño como Hondarribia es ventajoso porque todo el mundo le conoce ya por Jon y le llaman así». Y luego está su familia biológica, que está «haciendo un esfuerzo muy positivo, aunque al abuelo materno todavía le cuesta». No lo dice Marian, de ninguna manera como reproche, sino entendiendo que no es sencillo. «A mí también me costó renunciar a la niña que acogimos cuando era un bebé».

Tras dos años de pelea, Jon es ahora un niño «feliz». E inquieto. «Tiene conversaciones que no parecen propias de un chiquillo tan pequeño, sino de alguien más mayor». Antes de dormir Marian charla un rato con su hijo y va resolviendo sus dudas. «Un día me preguntó si le iban a crecer las tetas porque él no quería pecho. O si podía tener hijos porque un niño de su clase le había dicho que sí podía. Yo le digo que esté tranquilo, que todavía es muy pequeño para preocuparse por esas cosas y que cuando llegue el momento nos plantearemos todo lo que haga falta».

Mientras, Marian trata de hacerle ver las ventajas de la diferencia. «Como su padre es africano, él siempre ha dicho que es un niño ‘marrón’, y nunca le ha parecido mal ser distinto a otros en ese sentido. Yo le digo que esto es algo parecido, que él puede ser un chico con vulva y no pasa nada. Que cada niño es diferente por una cosa y que ser diferente no es malo. Le cuento que yo misma de pequeña quería ser más guapa y que ahora me gusta mi aspecto y no cambiaría nada».

Jon sí ha empezado a cambiar algunas cosas. «Ahora de vez en cuando juega con muñecas, pero solo si está solo. Hasta ahora las rechazaba porque lo identificaba con las niñas y él es un niño». Aunque nada puede competir con el patinete. «Nos pasamos horas en las pistas de skate. Siempre le ha gustado correr, trepar, le encantan esas actividades». Y dice que quiere ser «musculoso». «Ya le digo que no se preocupe, que ya lo es».

San José responde a ‘Hazte oír’: «No siempre. Duda resuelta»

El mensaje del jugador del Athletic, que cuenta con más de mil retuits, contesta a la pregunta de al campaña ‘¿Los niños tienen pene? ¿Las niñas tienen vulva?’

Mikel San José ha tenido una respuesta tajante al polémico autobús de la organización ultracatólica ‘Hazte Oír’. Un vehículo contra la transexualidad que luce un lema en forma de dos preguntas ‘¿Los niños tienen pene? ¿Las niñas tienen vulva?’. «No siempre. Duda resuelta», ha afirmado rotundamente el medio del Athletic.

El mensaje del futbolista rojiblanco ha tenido una tremenda repercusión en Twitter y ya cuenta con más de mil retuits y otros mil ‘me gusta’.