Sin gays, alcohol o brujas: la nueva televisión online en China

Los nuevos guiones deberán abstenerse, so pena de ser prohibidos, de “exagerar el lado oscuro de la sociedad”

Sin gays, alcohol o brujas, la nueva televisión online en China

La semana pasada, millones de internautas chinos que seguían con devoción los avatares amorosos de los protagonistas gays de la serie ‘Adicction’ se llevaron una gran chasco al conectarse para ver uno de los últimos capítulos: las autoridades habían ordenado la completa retirada de su emisión.

Pese a que la abrupta cancelación generó un torrente de comentarios críticos con esta medida, los responsables de su censura no van a dar marcha atrás, y los productores de esta popular serie online china -que en su primera emisión sumó 10 millones de espectadores- anunciaron que los últimos tres episodios solo podrán ser visionados en YouToube, un canal prohibido en el país asiático.

Sin embargo, el ataque contra esta serie no es un caso aislado ni mucho menos, sino que se enmarca dentro del proceso de endurecimiento del control de las autoridades chinas sobre la floreciente industria de la televisión online, cuyos nuevos estándares en lo relativo a la censura se acaban de equiparar a los de las televisiones tradicionales.

Según el documento de ocho páginas redactado en diciembre pero colgado ahora en la página web de la Asociación de la Industria de Producción de Dramas Televisivos de China, los nuevos guiones deberán abstenerse, so pena de ser prohibidos, de “exagerar el lado oscuro de la sociedad” o de mostrar comportamientos o relaciones sexuales “anormales”, entre los que se citan las relaciones homosexuales, el incesto o los devaneos extramatrimoniales.

Además, enumera una amplia serie de temas tabúes, entre los que se encuentran aquellos que puedan dañar la imagen del estado, promuevan un estilo de vida extravagante, socaven la unidad nacional o apoyen supersticiones como la brujería.

Los jóvenes son mencionados de manera expresa en el texto y, con el fin de proteger su moralidad, se destierran de las nuevas producciones los romances entre adolescentes o aquellas imágenes en las que un menor fume o beba alcohol. Surte parecida corren los programas de crímenes que revelen estrategias de la policía, de manera que los delincuentes no puedan beneficiarse de esa información.

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Todas estas medidas suponen un desafío para populares plataformas de vídeo como iQiyi y Youku, que durante los últimos años se han beneficiado enormemente de la escasa regulación estatal que existía sobre los canales de televisión online. De acuerdo con un informe citado por el Beijing Times, estas plataformas produjeron el año pasado un total de 805 programas con un total de 12.000 episodios, una cifra que cuadriplica las 200 producciones creadas en 2013.

“Los programas de televisión no deberían mostrar sólo actores atractivos, sino que también tienen que enseñar valores”, declaró según el diario pequinés Li Jingsheng, jefe de la división de televisión de la dminitración de medios estatales, en una conferencia. “No deben ser sólo gratos a los ojos, sino también enriquecerdores para el corazón. No deben sólo entretener, sino también ser educativos”, añadió.

Este ajuste de tuercas a la televisió online está en línea con el más amplio padecido recientemente por el resto de industrias culturales del país. El motivo, como reza el texto en su introducción “profundizar en la aplicación del espíritu del discurso del secretario del Partido, Xi Jinping, en el Foro de Literatura y Arte” de 2014, un encuentro en el que el mandatario chino pidió a los artistas no ser “esclavos” del mercado y crear un arte al servicio del pueblo.

Desde que esas palabras fueron pronunciadas, han sido varias las decisiones adoptadas para cumplir con el espíritu demandado por Xi. Ejemplos de ello, la prohibición por parte de los censores estatales de la emisión de 120 canciones consideradas “dañinas”para la sociedad, o la suspensión de la emisión de una serie televisiva sobre la dinastía Tang en el que las protagonistas femeninas lucían generosos escotes.

Las críticas a estas nuevos parámetros no se han hecho esperar, sobre todo los de una juventud que prefiere ver los programas de televisión de internet antes que los canales de la televisón pública sobrecargados con propaganda. Uno de los colectivos más disgustados con ello es el LGTB, que lleva años luchando para que la sociedad china cambie su visión hacia ellos y tengan una mayor visibilidad y aceptación.

Para Chen Qiuyan, una activista que logró en los tribunales que el Ministerio de Justicia modificara la definición de la homosexualidad en los libros de texto, declaró a la CNN que estaba “absolutamente furiosa” con las nuevas reglas. “¿Quienes son ellos para identificar las relaciones homosexuales como anormales? No tienen sentido común”, subrayó.

‘Llámame Paula’, primera novela juvenil protagonizada por una niña transexual en España

Entre juegos y enredos infantiles, Paula va descubriendo su identidad y batallando por encontrar su lugar en el mundo y la aceptación de sus compañeros de colegio y de su propia familiaLLAMAME PAULA

Su autora, la sevillana Concepción Rodríguez, leyó un buen día una noticia que contaba que un colegio concertado de Málaga no permitía que una niña transexual usara los baños y vistiera el uniforme que correspondían a su género, en contra incluso de las propias directrices de la Junta de Andalucía.

La escritora, maestra de profesión, no entendía cómo podían seguir ocurriendo estos episodios de intolerancia en el sistema educativo. Se puso a buscar literatura para adentrarse en un mundo entonces desconocido para ella. La búsqueda no fue fructífera. No existía literatura que explicara la transexualidad a adolescentes (tan sólo un cuento para edades tempranas con el título ‘Transpirata’) y mucho menos protagonizada por un niño o niña transexual que sirviera de material educativo para derribar los muros de la discriminación.

Así comenzó a fraguarse en la cabeza de Concepción Rodríguez la vida de Paula, la primera novela para adolescentes protagonizada por una menor transexual. Paula es una niña a la que le asignan un nombre masculino al nacer pero que a los ochos años, tras la muerte de su madre, empieza a reafirmar su género en los juegos, en la ropa que desea vestir y en la manera que se sitúa en una sociedad que le es mucho más hostil que al resto de niños con los que comparte las aventuras y travesuras propias de una niña de su edad.

“Todo lo que no conocemos, lo rechazamos”, afirma la autora de ‘Llámame Paula’ para justificar su motivación a publicar una novela para adolescentes en la que se visibiliza la transexualidad infantil, aunque casualmente quien apoya más decididamente la identidad sexual de Paula son sus amiguitos y no su padre o su abuela.

La novela, después de la negativa de una empresa editorial andaluza, ha sido publicada por la catalana Bellaterra y está prologada por Mar Cambrollé, presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía, entidad a la que recurrió la autora para documentarse acerca de la realidad de la transexualidad y evitar caer en clichés o en un uso del lenguaje erróneo para referirse a esta realidad.

Cabe recordar que Andalucía fue pionera en aprobar  una ley en 2014 que despatologizó la transexualidad y que cuenta con un protocolo de obligado cumplimiento para todos los centros educativos sostenidos con fondos públicos, puesto en marcha justo después de la polémica en el colegio religioso San Patricio de Málaga, dependiente de la Fundación Diocesana, episodio que motivó que Concepción Rodríguez diera vida literaria a Paula.

Este  protocolo de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía facilita que un niño o una niña transexual sea tratado por su género sentido, para lo que solamente es necesario que sus padres, madres o tutores lo soliciten a la dirección del centro, independientemente de que en el documento nacional de identidad figure o no el sexo asignado al nacer del menor transexual.

La homofobia en primera persona

Un profesor utiliza su propio caso para explicar el daño que causa el acoso a lesbianas y gais

José joaquín álvarez

Hay silencio en el aula cuando el profesor, José Joaquín Álvarez, un ovetense de 56 años, explica a los alumnos que le escuchan que lo que va a contar “le da un poquito de vergüenza”. Es ese momento en el que, viendo una película de Clark Gable, pensó por primera vez que “Podía ser mariquita”. Lo que ahora le da ese poquito de vergüenza en su época le produjo confusión, miedo y, finalmente, mucha angustia. “Era 1971, vivíamos en la dictadura y había una ley que condenaba a los homosexuales a la cárcel o al reformatorio”, explica a los chicos de primero de bachillerato del Instituto Renacimiento de Madrid (de 16 a 18 años), al que ha acudido invitado por Marisa Fernández y Asunción Aguinaco, profesoras del Centro.

Álvarez ha dado ya más de 200 de estas charlas en distintos centros educativos. “Después de salir del armario de la homosexualidad, ahora me toca el del acoso escolar homofóbico”, afirma. “Los adolescentes LGTB [lesbianas, gais, bisexuales y transexuales] tienen el triple de probabilidades de suicidarse que los otros chicos de su edad. Como profesor, lo peor que podría pasarme es que uno de mis alumnos se quitara la vida por el acoso”, cuenta a los estudiantes del centro.

Su relato sigue al periodo en que fue al instituto. “Yo tenía un poco de pluma, como ahora. A los pocos días me empezaron a pegar, a llamarme mariquita, maricón. Era como la gota china. Aún hoy, cuando oigo la palabra maricón, siento como si martillearan la cabeza. Fueron cinco años así, y entré en una profunda depresión”. Los alumnos lo ven fácil cuando añade: “Las suspendía casi todas. No podía estudiar, centrado como estaba en cómo podía resolver la situación”.

El ocultamiento, el disimulo, se hicieron parte de su vida. Ya de profesor, en la isla de La Palma, mantuvo ante sus compañeros la ficción de que tenía una novia en Asturias, y que le era fiel. “Era un comportamiento mediocre”, dice. O algo peor. Después de una hora de charla, una de las preguntas que recibe de un chico de 17 años era si no se sentía mal con tanto engaño. “Me sentía fatal, como una cucaracha”, confiesa.

Este desnudo íntimo busca explicar a los alumnos dos ideas: “La empatía y el respeto”. Es también la última etapa de un proyecto educativo que el profesor empezó hace 10 años, cuando puso en marcha la primera tutoría LGTB en un instituto, el de Duque de Rivas de Vaciamadrid. “Los alumnos gais, lesbianas, transexuales y bisexuales viven secuestrados afectivamente. No puede ser que vivas serlo como una condena. Hay que decirse que ‘ser gay también es guay’. No es una opción. Es una condición inherente”.

La charla llega a un auditorio preparado. “Los derechos de las personas homosexuales son derechos humanos, y aquí ya les hemos hablado de ellos”, dice la profesora Marisa Fernández.

Los chicos son participativos. Los mayores, preguntando al final de la clase. Los de segundo de ESO (13-14 años), interrumpiendo. También hay risas cuando dice que uno de sus problemas fue que no sabía dónde encontrar pareja y que, al estar tanto tiempo en el armario, llegó “tarde a las relaciones”.

Cuesta más el silencio de los más pequeños. Hay un intento de risitas al principio, que Álvarez —que siempre trata a los alumnos de usted— corta insistiendo en la importancia de lo que va a contar. Cuando explica que fue la transfobia la que empujó a Alan, un chico de 14 años, a suicidarse el pasado 24 de diciembre en diciembre, se oye un “¡qué asco!” de una alumna. Pero el tema es complicado, y los detalles anatómicos —¿cómo se hace pis?— son demasiado jugosos para una clase de preadolescentes ya al final de la jornada matinal de clases.

También interesa mucho la relación con la familia. “A veces los padres o madres son homófobos, pero no por malos, sino porque viven una construcción social”, explica el profesor.

Álvarez confía en que su testimonio sirva para que los alumnos LGTB de ese centro —“que seguro que los hay”— tengan una salida del armario menos complicada que la suya. Una chica interviene: “Tengo un amigo que creo que es gay, y me gustaría ayudarle a decirlo, ¿cómo lo hago?”. La respuesta no es fácil, pero la propia pregunta indica que algo del mensaje de respeto y empatía ha calado.

La transfobia de ‘La chica danesa’

la chica danesa

Cuando están quedando obsoletas las prejuiciosas formas de entender y vivir la transexualidad fuera del contexto de la condición humana, desde el momento en que el activismo trans ha “herido de muerte” al discurso “biomédico” que se encargó de patologizar las identidades trans, ahora que el empoderamiento de las personas trans parece tomar fuerza, ganando espacio y creando un discurso propio, que está posibilitando la gran visibilidad de una nueva generación e incidiendo en el derecho internacional, instituciones gubernativas y no gubernativas, en la defensa de la dignidad, diversidad y la libre autodeterminación del género, como un derecho humano fundamental.

La gran pantalla con una gran operación de marketing nos ha vendido, como si de un producto se tratara, la historia inspirada en la vida de Lili Elbe, una mujer transexual de los años 1930, dándole carácter real; lejos de ello, es una “burda” adaptación de la novela de David Ebershoff, “La chica danesa”, publicada en el año 2000, no exenta de prejuicios, donde el director Ton Hooper y la guionista de Lucinda Coxon, nos traslada a través del lenguaje y las ideas actuales a un drama donde quedan patente los mensajes subliminales que sólo desde una “óptica” cisexista es posible.

La trama reproduce todos los conceptos “médicos” y tópicos asociados a la transexualidad que nos anclan en la discriminación y desnaturalizan la condición trans, utilizando mecanismos de cosificación, control político de los cuerpos y de la sexualidad humana, sirviéndose del drama como herramienta, que soslayadamente sirve de instrumento para “imponer” sobre las personas trans y la sociedad conceptos cisexistas y binarios.

Lili, enamorada de Gerda, mantenía una relación de complicidad, atracción, deseo y una vida sexual plena y satisfactoria. En cuanto Lili se empieza a reafirmar en su identidad sentida, el “guionista” nos implanta el primer correctivo: a las mujeres trans no les pueden gustar las mujeres, imponiendo el “heterosexismo” yreconduciendo la orientación sexual de Lili, quien empieza a “coquetear” con hombres. Podría ser bisexual, pero no, el guionista se empeña en reforzar que la conducta “normal” es la heterosexualidad. Aún va más allá. Cuando Lili empieza a gustar a los hombres, no le es posible mantener relaciones sexuales con estos; se afianza el “ odio a los genitales”, supeditando el sexo y el género al genitocentrismo; “ no eres mujer sin vagina”, y si mantiene relación con hombres, es homosexualidad. El discurso genitocentrista reduce a las personas: mujer/femenino/vulva y hombre/masculino/pene.

Todo ello intensificado con frases que se repiten a lo largo del film, no casuales: “Quiero ser una mujer de verdad y completa” , “ la naturaleza ha cometido un error que la medicina puede corregir”. Un descarado e interesado discurso biomédico que se resiste a perder las ganancias que les proporciona la “patología” de las identidades trans y el “calzador” de la cisnormatividad, viendo como una amenaza la expresión de cuerpos diversos y la ruptura genital/cuerpo/sexo/género.

La Trans-revolución es un hecho que no tiene retroceso, la aportación social que hacemos desde lo trans nos liberará a todas y todos de corsés de falsas feminidades y masculinidades que se han forjado desde el sexismo, machismo, patriarcado, cisexismo y el genitocentrismo.

La revolución será trans o no será

PREMIOS OSCAR La única transgénero nominada a los Oscar también boicotea la gala

Anohni (antes Antony Hegarty, de Antony & the Johnsons) ataca la Academia de Hollywood

Lamenta que no le propusieron tocar la canción por la que está nominada

 

Hay otro boicot en los Oscar. Tras el plantón de varias estrellas negras, de Spike Lee a Will Smith, por la falta de inclusión en las nominaciones, ahora es la primera transgénero candidata a un premio quien no asistirá a la gala: Anohni (antes Antony Hegarty, líder de Antony and the Johnsons) ha afirmado que no acudirá a la ceremonia, pese a su nominación por la mejor canción, junto a J. Ralph, por Manta Ray. La indignación de la creadora radica en que no ha sido invitada a actuar durante la velada, pese a que normalmente durante la ceremonia se tocan en directo los temas que optan a la estatuilla.

Tres de los cinco nominados por la mejor canción actuarán durante la noche de los Oscar: Lady Gaga, The Weeknd y Sam Smith, según AFP. David Lang, candidato por su tema en La juventud, de Paolo Sorrentino, es el otro excluido. Sí actuará, en cambio, el líder de Foo Fighters, Dave Grohl, pese a no contar con ninguna nominación.

Anohni achaca el ninguneo de los Oscar a varias razones. Ante todo, “no fui invitada a actuar porque soy bastante desconocida en EE UU y cantar una canción sobre el ecocidio posiblemente no venda mucho”, escribe en un comunicado en Facebook. Manta Ray se escucha en el documental Racing Extinction, sobre cómo los humanos están destruyendo el planeta.

La artista considera que también su condición de transgénero afecta a la decisión de la Academia. “Si sigues la pista, la verdad más profunda de todo esto es imposible de ignorar. Como el calientamiento global, no se trata de un evento aislado, sino de una serie de acontecimientos que ocurren a lo largo de los años y crean un sistema que ha buscado desautorizarme, primero por ser afeminada de pequeña, y después como mujer transgénero andrógina. Es un sistema de opresión y disminución de oportunidades para los trans que el capitalismo en Estados Unidos ha usado para aplastar nuestros sueños”, añade el comunicado.

La cantante cuenta que estaba a punto de subirse al avión rumbo a Los Ángeles cuando la rabia se apoderó de ella: “Ahí estaba, sintiendo cómo me picaba la vergüenza que me recordaba de aquellas afirmaciones de EE UU sobre mi ser inadecuada, por transgénero. Me di la vuelta y me fui a casa”.

En Ecuador Un hombre transexual se queda embarazado de su novia quien es también transexual

Ninguno de los dos se había operado aún para cambiar su sexo

Diane Rodríguez y Fernando Machado son transexuales

Diane y Fernando están contentos después de conocer que van a ser padres. Lejos de lo que pueda parecer, esta pareja ha luchado mucho para poder conseguir formar su propia familia y es que, la embaraza no es Diane, sino que es Fernando. Ambos, que residen en Ecuador, son transexuales.

Tanto Diane Rodríguez como Fernando Machado son transexuales: mientras que Dian, de 33 años, solía ser un hombre, Fernando, de 22, solía ser una mujer. Para ninguno de los dos el cambio fue fácil, de hecho, Diane estuvo viviendo un tiempo en la calle después de contarle su cambio de sexo a su familia.

Su relación empezó dos años atrás cuando se conocieron por internet y, antes de comenzar con las operaciones quirúrgicas para realizar su cambio de género al completo, ambos hablaron sobre la posibilidad de poder tener un hijo. Ahora, Fernando está embarazado de tres meses y ambos han asegurado para el Daily Mirror estar haciendo su sueño realidad.

Obligan a un transexual a quitarse la prótesis de pene en un aeropuerto

Publicado en Crónica Global

El pasajero ha demandado a las autoridades por el trato humillante al que se vio sometido

Un pasajero transexual ha explicado que se vio obligado a quitarse la prótesis de pene al pasar por el control de seguridad de un aeropuerto en Australia.

El hombre ha presentado una queja a través de la Asociación de Lesbianas, Gays, Bisexuales y personas Transgénero (LGBTI) a la comisión de investigación del aeropuerto por el trato humillante recibido.

Trato vejatorio

Según informa The Daily Mail, tras pasar por el control de seguridad llevaron al hombre en una sala pequeña y un responsable de seguridad del aeropuerto se puso guantes y antes de retirarle la prótesis le dijo: “¿Quieres que toque esa cosa con mis manos desnudas”, en un trato vejatorio hacia el afectado.

“Parecía más preocupado por mostrar su autoridad y hacer un espectáculo de la situación”, ha explicado el afectado tras explicar que ni siquiera tuvo intimidad a la hora de recolocarse la prótesis, ya que tuvo que hacerlo con dos miembros del personal mirándole.

Leo, de 11 años y nacido en Irun, primer niño transexual de Euskadi tratado con inhibidor de la pubertad

Leo, un niño de once años nacido en Irun se ha convertido en el primer menor transexual del País Vasco en recibir un tratamiento inhibidor de la pubertad para que su cuerpo atienda a la identidad masculina que siempre ha sentido a pesar de tener genitales femeninos.

El proceso por el que Ane se ha convertido en Leo ha sido doloroso y ha atravesado por fases de “angustia”, pero desde que el pasado 29 de octubre le pusieron la primera inyección que bloquea su desarrollo se ha sentido “feliz”, ha relatado a EFE su madre, Mónica Zamora.

DONOSTIA. Las inyecciones forman parte de una medicación inhibidora que se utiliza para objetivos diversos como evitar una pubertad demasiado temprana que impida el crecimiento, por ejemplo, pero ésta es la primera vez que en Euskadi se aplica a un menor transexual, ha señalado Zamora.

Será un pinchazo cada 28 días pautado desde el servicio de Endocrinología de Cruces, pero la decisión es reversible ya que podría interrumpir el proceso.

Sin embargo Mónica Zamora está convencida de que la decisión de su hijo es firme porque “siempre ha sido un chico”, aunque naciera con genitales femeninos, por ello ha decidido hacer público el proceso para que la sociedad compruebe que “es una persona totalmente normal” como cualquiera de sus compañeros.

Desde pequeño, cuando todavía le llamaban Ane “era muy masculino, en sus formas de chico, en la vestimenta, en los deportes que le gustaban y en sus aficiones”, recuerda.

Pero el punto de inflexión tuvo lugar en Navidad del año pasado cuando comenzó a notar que le crecía el pecho y se “angustió” de tal forma que “no quería desayunar, ni comer, ni siquiera ir al colegio”.

Ante esta situación su madre inició un calvario de médicos y pruebas diagnósticas para tratar de saber qué sucedía aunque finalmente hizo caso a su “intuición” y puso a Leo el documental “El sexo sentido” de TVE, protagonizado por menores transexuales con los que inmediatamente Leo se identificó.

A partir de ahí el menor decidió que quería comunicar su auténtica identidad sexual a su padre, a sus hermanos y a sus compañeros de clase, algo que se hizo de forma ordenada “hablando primero con la dirección del colegio, que se volcó al 100 por cien”, ha agregado.

“A nadie le pilló por sorpresa el cambio”, afirma Mónica quien asegura que su hijo no lo pasó mal en el aula por su condición.

El siguiente paso (el inicio del tratamiento) fue resultado de la “grandísima casualidad” de contactar con la responsable del servicio de Endocrinología del Hospital de Cruces, Itxaso Rica, en un encuentro de familiares de menores transexuales que tuvo lugar en Madrid y que a Leo le fascinó porque pudo comprobar que no era el único que atravesaba por su situación.

Tras la primera cita con la especialista, el protocolo establecido por el Gobierno vasco para estos casos obliga a que el menor sea atendido durante seis meses por un psiquiatra, que es “finalmente quien da la autorización para iniciar el tratamiento inhibidor”.

Precisamente, la eliminación de este paso por una consulta de Psiquiatría es una de las reivindicaciones de las asociaciones de familiares de menores transexuales como Chrysallis, a la que pertenece Zamora.

Una vez concluida esta etapa, Leo iniciará previsiblemente el tratamiento con testosterona.
Por el momento, Zamora no contempla iniciar un proceso de cambio de identidad en el Registro Civil como el que llevaron a cabo los padres de la niña de cuatro años de Asteasu que cambio el nombre de Luken por Lucía ya que en el documento no consta la modificación de género y supone un trámite burocrático complicado.

Leo, el primer niño transexual de Euskadi tratado con bloqueadores hormonales en la pubertad

El proceso ha sido doloroso y ha atravesado por fases de «angustia», pero desde que el pasado 29 de octubre le pusieron la primera inyección que frena su desarrollo se ha sentido «feliz»

Un grupo de niños juega con una pelota en la calle

Un grupo de niños juega con una pelota en la calle. / AFP

Ane nació en un cuerpo equivocado; quería ser Leo. A sus once años ha conseguido al fin que se refieran a él como un niños. Este niño de Irun es ya el primer menor transexual en Euskadi en recibir un tratamiento inhibidor de la pubertad para que su cuerpo atienda a la identidad masculina que siempre ha sentido pese a tener genitales femeninos.

No ha sido un camino fácil. El proceso para dejar atrás a Ane y convertirse en Leo ha sido doloroso y ha atravesado por varias fases de «angustia». Sin embargo, algo cambió a finales de año. Tal y como cuenta su madre, Mónica Zamora, desde el pasado 29 de octubre, cuando le pusieron la primera inyección que bloquea su desarrollo, se siente «feliz».

Las inyecciones forman parte de una medicación inhibidora que se utiliza para objetivos diversos como evitar una pubertad demasiado temprana que impida el crecimiento. En este caso, es la primera vez que se aplica a un menor transexual en Euskadi.

Leo recibirá un pinchazo cada 28 días pautado desde el servicio de Endocrinología de Cruces, pero la decisión es reversible y podría llegar a interrumpirse el proceso.

Sin embargo Mónica Zamora está convencida de que la decisión de su hijo es firme porque «siempre ha sido un chico», por mucho que naciera con genitales femeninos. Por esta razón ha decidido hacer público el proceso para que la sociedad compruebe que «es una persona totalmente normal», como el resto de sus compañeros.

Desde pequeño, cuando todavía le llamaban Ane «era muy masculino, en sus formas de chico, en la vestimenta, en los deportes que le gustaban y en sus aficiones», su amatxu.

Pero el punto de inflexión llegó en Navidad del año pasado. Leo comenzó a notar que le crecía el pecho y se «angustió» de tal forma que «no quería desayunar, ni comer, ni siquiera ir al colegio».

Ante esta situación su madre no paró de visitar médicos para que le realizasen pruebas diagnósticas que detectasen qué sucedía. Finalmente hizo caso a su «intuición» y puso a Leo el documental ‘El sexo sentido’ de TVE, protagonizado por menores transexuales con los que inmediatamente se identificó.

«A nadie le pilló por sorpresa»

A partir de ahí el menor decidió que quería comunicar su auténtica identidad sexual a su padre, a sus hermanos y a sus compañeros de clase. Lo hizo de forma ordenada «hablando primero con la dirección del colegio, que se volcó al 100 por cien», según Zamora. «A nadie le pilló por sorpresa el cambio», reconoce. De hecho, el niño no tuvo problemas en clase por su condición sexual.

El siguiente paso, el inicio del tratamiento, fue resultado de la «grandísima casualidad» de contactar con la responsable del servicio de Endocrinología del Hospital de Cruces, Itxaso Rica, en un encuentro de familiares de menores transexuales que tuvo lugar en Madrid. A Leo le fascinó ya que pudo comprobar que no era el único que atravesaba por su situación.

Tras la primera cita con la especialista, el protocolo establecido por el Gobierno vasco para estos casos obliga a que el menor sea atendido durante seis meses por un psiquiatra, que es «finalmente quien da la autorización para iniciar el tratamiento inhibidor». Precisamente, la eliminación de este paso por una consulta de Psiquiatría es una de las reivindicaciones de las asociaciones de familiares de menores transexuales como Chrysallis, a la que pertenece Zamora.

Una vez concluida esta etapa, Leo iniciará previsiblemente el tratamiento con testosterona.

Por el momento, Zamora no contempla iniciar un proceso de cambio de identidad en el Registro Civil como el que llevaron a cabo los padres de la niña de cuatro años de Asteasu, que pasó de ser Luke a Lucía. La madre de Leo remarca que en ese documento no consta la modificación de género y supone un trámite burocrático complicado.

Leo, el primer niño transexual vasco tratado con inhibidor de la pubertad

Leo, un niño de once años nacido en Irun se ha convertido en el primer menor transexual del País Vasco en recibir un tratamiento inhibidor de la pubertad para que su cuerpo atienda a la identidad masculina que siempre ha sentido a pesar de tener genitales femeninos.

El proceso por el que Ane se ha convertido en Leo ha sido doloroso y ha atravesado por fases de “angustia”, pero desde que el pasado 29 de octubre le pusieron la primera inyección que bloquea su desarrollo se ha sentido “feliz”, según ha relatado a EFE su madre, Mónica Zamora.

Las inyecciones forman parte de una medicación inhibidora que se utiliza para objetivos diversos como evitar una pubertad demasiado temprana que impida el crecimiento, por ejemplo, pero ésta es la primera vez que en Euskadi se aplica a un menor transexual, ha señalado Zamora.

Será un pinchazo cada 28 días pautado desde el servicio de Endocrinología de Cruces, pero la decisión es reversible ya que podría interrumpir el proceso.

Sin embargo Mónica Zamora está convencida de que la decisión de su hijo es firme porque “siempre ha sido un chico”, aunque naciera con genitales femeninos, por ello ha decidido hacer público el proceso para que la sociedad compruebe que “es una persona totalmente normal” como cualquiera de sus compañeros.

Desde pequeño, cuando todavía le llamaban Ane “era muy masculino, en sus formas de chico, en la vestimenta, en los deportes que le gustaban y en sus aficiones”, recuerda.

Pero el punto de inflexión tuvo lugar en Navidad del año pasado cuando comenzó a notar que le crecía el pecho y se “angustió” de tal forma que “no quería desayunar, ni comer, ni siquiera ir al colegio”.

Ante esta situación su madre inició un calvario de médicos y pruebas diagnósticas para tratar de saber qué sucedía aunque finalmente hizo caso a su “intuición” ypuso a Leo el documental “El sexo sentido” de TVE, protagonizado por menores transexuales con los que inmediatamente Leo se identificó.

A partir de ahí el menor decidió que quería comunicar su auténtica identidad sexual a su padre, a sus hermanos y a sus compañeros de clase, algo que se hizo de forma ordenada “hablando primero con la dirección del colegio, que se volcó al 100 por cien”, ha agregado.

“A nadie le pilló por sorpresa el cambio”, afirma Mónica quien asegura que su hijo no lo pasó mal en el aula por su condición.

El siguiente paso (el inicio del tratamiento) fue resultado de la “grandísima casualidad” de contactar con la responsable del servicio de Endocrinología del Hospital de Cruces, Itxaso Rica, en un encuentro de familiares de menores transexuales que tuvo lugar en Madrid y que a Leo le fascinó porque pudo comprobar que no era el único que atravesaba por su situación.

Tras la primera cita con la especialista, el protocolo establecido por el Gobierno vasco para estos casos obliga a que el menor sea atendido durante seis meses por un psiquiatra, que es “finalmente quien da la autorización para iniciar el tratamiento inhibidor”.

Precisamente, la eliminación de este paso por una consulta de Psiquiatría es una de las reivindicaciones de las asociaciones de familiares de menores transexuales como Chrysallis, a la que pertenece Zamora.

Una vez concluida esta etapa, Leo iniciará previsiblemente el tratamiento con testosterona.

Por el momento, Zamora no contempla iniciar un proceso de cambio de identidad en el Registro Civil como el que llevaron a cabo los padres de la niña de cuatro años de Asteasu (Gipuzkoa) que cambio el nombre de Luken por Lucía ya que en el documento no consta la modificación de género y supone un trámite burocrático complicado.