El colectivo trans considera una “tomadura de pelo” la nueva tarjeta sanitaria de Madrid con el nombre sentido

Familias y organizaciones denuncian que lo único que ha hecho la Consejería de Salud es imprimir un plástico, pero no ha desarrollado ningún sistema informático que alerte a médicos y personal administrativo de la necesidad de dirigirse a los pacientes por su nombre sentido. 

Activistas trans reclaman que en su documentación aparezca su nombre sentido / EFE

Más de dos años llevan los colectivos trans intentando que la Comunidad de Madrid aplique la ley de Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y no Discriminación de la Comunidad de Madrid 2/2016. Una norma aprobada en marzo de 2016 y que los propios responsables alardean de que es una de las más progresistas del territorio nacional. Y lo es. “El problema es que no se aplica“, explican desde COGAM.

Un ejemplo más de esta dejadez institucional es la reciente puesta en marcha de la tarjeta sanitaria que contiene el nombre sentido del paciente, es decir, aquel con el que se identifican las personas trans, en lugar del nombre registral que les pusieron al nacer.

El pasado 13 de enero, la Comunidad de Madrid anunció a bombo y platillo que había emitido las 50 primeras tarjetas con estas características y emplazó a aquellas personas que en virtud de la ley 2/2016 quisieran solicitar el este cambio, que podían hacerlo a través de sus centros de salud. A la vez, la Comunidad afirmó que el Servicio Madrileño de Salud había enviado una comunicación interna a todos los centros de salud para que tuvieran “especial cuidado” con este tema y garantizaran que se tratara al paciente con el nombre sentido.

La experiencia de muchos de los usuarios trans, sin embargo, ha sido muy distinta en estos primeros días de vida de la nueva tarjeta. Así lo relata a este diario Cruz, madre de un joven trans que esta semana acudió con su hijo a una visita médica con la nueva tarjeta que ahora sí lo identificaba por el nombre sentido de Jorge.

Cuando pidió la cita médica a través de internet, ya le llamó la atención de que el nombre que aparecía de su hijo era el registral, pero cuando llegó a la consulta comprobó que no existe ningún mecanismo habilitado para que médicos o empleados administrativos puedan saber que un paciente tiene un nombre distinto al que figura en la historia clínica. El médico tampoco tiene ninguna posibilidad de incluir el nombre sentido del paciente en las recetas electrónicas que emite (a menos que las haga a mano y tenga a bien escribir sustituir el nombre), ni hay posibilidad de que si es derivado a un especialista, éste conozca el nombre por el que tiene que llamar o dirigirse al paciente. Nada.

“El médico sigue llamando a los pacientes con la lista que le despliegan ese día y allí no figura ningún dato ni alerta que le indique que tiene que dirigirse o llamar a los pacientes trans por un nombre distinto“, recalca esta madre, que afirma que una directiva interna enviada a los centros de salud, recomendaba que los médicos llamaran a todos los pacientes por los apellidos, sin utilizar el nombre.”Nos han dado un plástico impreso que no sirve para nada y ya está”, afirma Cruz.

Atrás quedaron años de pelea con la Comunidad de Madrid. “Llevamos años luchando para que este derecho se reconozca. En 2017 pusimos reclamaciones en el Consejo de Transparencia y ante el Defensor de Pueblo, que nos dio la razón. En septiembre 2018, ante los reiterados incumplimientos, organizamos una petición masiva de tarjetas en la Consejería de Sanidad y llamamos a medios de comunicación”.

En esa ocasión, explica Cruz, los responsables se vieron obligados a dar la cara. “Nos reunimos con la actual directora de planificación, investigacón y formacón de Sanidad, Teresa Chavarría Giménez. Nos dijeron que estaban trabajando en ello desde junio de 2018 como locos para hacer modificaciones en el sistema informático Cibeles de la Comunidad de Madrid y que los técnicos tenían que mirarlo muy bien para poder hacer modificaciones en el sistema sin que se perdiera ningún dato de las historias clínicas y que estaban investigando como hacerlo”. De esa reunión salió el compromiso de que en noviembre se empezarían a distribuir las tarjetas con los nuevos nombres. Finalmente éstas llegaron en enero de 2019.

Según recoge el artículo siete de la ley 2/2016,  con el objetivo de “favorecer una mejor integración y evitar situaciones de sufrimiento por exposición pública o discriminación, la Comunidad de Madrid proveerá a toda persona que lo solicite de las acreditaciones acordes a su identidad de género manifestada que sean necesarias para el acceso a sus servicios administrativos y de toda índole”. Para garantizar que las personas sean tratadas de acuerdo con su identidad de género y en respeto de su identidad y privacidad, la ley afirma también que “se habilitarán los mecanismos administrativos oportunos y coordinados para adaptar los archivos, bases de datos y demás ficheros de las Administraciones, eliminando toda referencia a la identificación anterior de la persona, a excepción de las referencias necesarias en el historial médico confidencial a cargo del sistema sanitario de la Comunidad de Madrid”.

“Cuando nos mandaron las tarjetas, nos dijeron que al recogerlas teníamos que firmar un un documento que decía que hasta que no hubiese un cambio de nombre en el registro civil, no se iba a poder cambiar el nombre en la historia clínica del enfermo. Pero la historia clínica es un documento confidencial que sólo ve el médico o los enfermeros y que no tiene porqué atentar contra la intimidad y la identidad de mi hijo cuando lo nombran públicamente”, explica Cruz.

Además, esta madre añade que cuando fueron a recoger la tarjeta, la Comunidad le entregó dos: una con el nombre sentido para utilizar en la Comunidad de Madrid y otra con que mantenía el nombre registral, que debía ser usada si se utilizaban servicios de salud en otras comunidades autónomas.

“Con estas explicaciones imaginé que habrían desarrollado un sistema de alerta informática sobre el Código de Identificación Personal de la Comunidad de Madrid (CIPA) que no funcionaría en otras comunidades”, relata Cruz. Pero tal como comprobó unos días después, se equivocó.

“Esto es una tomadura de pelo, un insulto. Hemos esperado meses, años para que la Comunidad de Madrid implementara un sistema informático de alerta para estos casos y lo único que han hecho después de todo este tiempo es imprimirnos un plástico”.

Este periódico intentó hablar con la directora directora de planificación, investigación y formación de la Consejería de Sanidad o con algún responsable del este área, sin éxito. Desde el departamento de comunicación de dicha consejería nos confirmaron sólo dos cosas: que entre diciembre y enero se envió un aviso a todos los centros sanitarios de la red “para que tengan especial cuidado el tratamiento de estas personas y se dirijan a ellas por el nombre sentido” y que “a nivel informático no se han podido hacer modificaciones porque se pierde la trazabilidad de la historia clínica de las personas dentro de la red nacional”.

A las preguntas de cómo pueden los médicos tener más cuidado y sensibilidad con las personas trans si no tienen ninguna forma de saber que lo son o cual fue el contenido concreto de la comunicación a los centros de salud, no ha habido ninguna respuesta antes de cerrar esta información. Tampoco acerca por qué los técnicos no han podido implementar un sistema de alerta informático, sin tocar la historia clínica del paciente, tal como reclaman las familias. Tanto Cruz, como otros profesionales que trabajan en la sanidad pública, afirman que existen diversos tipos de alertas informáticas que pueden saltar cuando se abre la historia clínicade una persona y que advierten al médico de si un paciente está dializado o si el paciente está anticuagulado, por ejemplo. Lo mismo se podría haber implementado en este caso, afirma Cruz. “Me han tomado el pelo durante dos años”, afirma esta madre.

“Esta medida de la Comunidad de Madrid no nos vale para nada. La ley no habla de plásticos. Esto no cumple la ley y la ley hay que cumplirla. Yo ya no  recomiendo que se cambien el nombre en la tarjeta sanitaria, sino que lo hagan en el registro civil correspondiente y que pidan el cambio de nombre. Una vez cambiado van con eso al centro de salud para hacer un cambio de nombre en la historia clínica”, afirma Carmen García de Merlo, presidenta de la COGAM.

Tal como reconocen desde COGAM, este tipo de cambio en la tarjeta sanitaria era más acuciante para los menores trans hasta finales de año pasado. Pero en los últimos meses las cosas han comenzado a cambiar. La ley 3/2007 de 15 de marzo, reguladora de la rectificación registral de la mención relativa al sexo de las personas que está actualmente en vigor, prohibe a menores y a migrantes rectificar su nombre en el registro civil que resulte discordante con su sexo registrado.

Sin embargo, una instrucción del ministerio de justicia del pasado mes de octubre, instaba a los registros civiles a facilitar este tipo de cambios a menores trans.

Despatologización de la transexualidad

También se está debatiendo en el Congreso un cambio en la ley 3/2007 para deje de considerarse a las personas trans como poseedoras de una patología. Dicha ley, exige que la persona que solicite el cambio de sexo acredite “que le ha sido diagnosticada disforia de género”, mediante informe de médico o psicólogo clínico, que deberá hacer referencia a la existencia de disonancia entre el sexo morfológico o género fisiológico inicialmente inscrito y la identidad de género sentida por el solicitante.

También se pedía acreditar que la persona había sido tratada durante al menos dos años para acomodar sus características físicas a la del sexo reclamado. Este próximo 13 de febrero, se espera que el Congreso apruebe una ponencia que modifica la ley y elimina tanto la necesidad del informel médico, como la obligatoriedad del tratamiento. Una vez aprobado ese texto la ley debe seguir su cauce parlamentario y en unos meses se espera que una persona trans pueda cambiar su nombre sin más requisito que su voluntad.

El ‘jardinero asesino’ que sembró el terror en el barrio gay de Toronto se declara culpable de 8 asesinatos

Una de las casas en las que trabajó McArthur (arriba a la derecha), investigada por la policía el pasado junio REUTERS

Bruce McArthur, el llamado “jardinero asesino” de Toronto, se declaró este martes culpable del asesinato en primer grado de ocho personas de la comunidad gay de la ciudad canadiense entre 2010 y 2017.

Las ocho víctimas de McArthur, cuyos nombres fueron leídos hoy en un tribunal mientras el acusado reconocía ser su asesino, eran hombres de la comunidad gay de la ciudad y, en muchos casos, pertenecían a minorías étnicas.

Los restos de los fallecidos fueron encontrados en macetas de grandes dimensiones que McArthur, de 67 años de edad, almacenaba en la propiedad de uno de sus clientes, a los que proporcionaba servicios de jardinería en Toronto.

Durante meses, tras el arresto de McArthur, los investigadores policiales buscaron restos humanos de posibles víctimas en más de 100 propiedades en las que trabajó como jardinero.

Las víctimas de McArthur han sido identificadas como Andrew Kinsman, de 49 años; Selim Esen, de 44; Majeed Kayhan, de 58; Soroush Mahmudi, de 50; Dean Lisowick, de 47; Skandaraj Navaratnam, de 40; Abdulbasir Faizi, de 42, y Kirushnakumar Kanagaratnam, de 37.

La fiscalía reveló hoy que el acusado también guardó “recuerdos” de sus víctimas, como algunas joyas, que los asesinatos tuvieron una razón sexual y que implicaron cierto nivel de escenificación.

Aunque McArthur será sentenciado en una futura vista judicial, el asesinato en primer grado supone una sentencia automática de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional en 25 años.

McArthur fue arrestado en enero de 2018 tras años de rumores en el barrio gay de Toronto sobre la presencia de un asesino en serie que era el responsable de la desaparición de varios individuos.

Sin embargo, la policía de Toronto negó hasta después de su detención la actuación de un asesino en serie.

La actuación de la policía ha sido duramente criticada por las organizaciones defensoras de los derechos de personas LGTB, que han denunciado su falta de interés para resolver los delitos que afectan a comunidades marginadas.

Tras el arresto de McArthur, se supo que fue condenado en 2001 por atacar a un prostituto con un barra metálica.

McArthur fue considerado sospechoso en dos ocasiones por la policía. En la segunda ocasión, en 2016, fue interrogado después de que un hombre denunciase que McArthur intentó estrangularle, pero las autoridades nunca le imputaron por ese ataque.

La policía de Toronto ha lanzado una revisión de decenas de casos de personas desaparecidas entre 1975 y 1995 por si están relacionados con McArthur.

El colectivo LGTBI, ante el año electoral: “No vamos a dar ni un paso atrás en nuestros derechos”

  • La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales (FELGTB) llama a la unidad y a hacer un frente común frente a la irrupción de Vox y de cara a las elecciones del próximo mayo
  • Ha vuelto a mostrar su descontento ante la “lentitud” con la que se tramita la Ley LGTBI en el Congreso  y señala directamente al PSOE
  • “No vamos a aplaudir una ley que no garantice los derechos de todo el colectivo”, ha dicho su presidenta, Uge Sangil

Mané Fernández, Uge Sangil y Loren González en la rueda de prensa de la FELGTB.

Unidad de los movimientos sociales y defensa de los derechos humanos. Es la receta que el colectivo LGTBI propone tras la irrupción de Vox en la escena política y de cara a las elecciones del próximo mes de mayo. “Vamos a preservar los derechos conquistados. No vamos a dar ni un paso atrás ni a negociar ni dejar que nadie negocie con nuestros derechos”, ha dicho la presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Trans (FELGTB), Uge Sangil, en una rueda de prensa para analizar el contexto político actual.

El partido de extrema derecha se ha posicionado siempre en contra del matrimonio entre personas del mismo sexo, aprobado en 2005, y su líder Santiago Abascal  ha asegurado que le cambiará el nombre si tiene oportunidad. Amenazas, que se unen a incidentes de odio como el ocurrido este domingo en el centro municipal LGTBI de Barcelona, que amaneció con cristales rotos y pintadas como “Estáis muertos” o “Fuck LGTBI”. Ante este escenario, la FELGTB pide “unidad a todo el colectivo” y a otros movimientos como el feminismo, el antirracismo o las entidades que trabajan con personas con discapacidad. “Debemos estar todas a una. Haremos un frente común”, ha sostenido Sangil.

Como ya hiciera el pasado mes de noviembre, la federación ha vuelto a exigir agilidad en las negociaciones de la Ley LGTBI que tramita actualmente el Congreso de los Diputados. El colectivo ha vuelto a mostrar su descontento ante “la lentitud” con la que la Comisión de Igualdad tramita la norma y ha sugerido que el PSOE “está poniendo trabas” al contenido de la ley que tiene que ver con la autodeterminación de género de las personas trans. Sangil ha sido contundente en este sentido: “No vamos a permitir y no vamos a aplaudir una ley que no garantice los derechos de todo el colectivo LGTBI”.

En este sentido, Mané Fernández, portavoz de Políticas Trans de la federación, ha hecho hincapié en que los derechos de las personas tran son “una línea roja” que no permitirán que se traspase y ha aludido a la exclusión social y laboral que viven muchas personas del colectivo, especialmente las mujeres trans.

La FELGTB también ha aprovechado para presentar el arranque oficial del año temático, una estrategia anual con la que la federación pretende visibilizar un ámbito del movimiento LGTBI. Este 2019, será el dedicado a las personas mayores y la memoria histórica después de que el pasado 26 de diciembre se cumplieran 40 años de la derogación de la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social que consideraba delincuentes y perseguía a las personas trans y homosexuales.

El técnico de proyectos sociales y miembro de la Ejecutiva de la FELGTB, Loren González, ha explicado los ejes sobre los que trabajarán desde la organización este año temático, entre ellos, el envejecimiento activo, la realidad del VIH en las personas mayores o la de mujeres lesbianas y bisexuales mayores.

Beatriz, madre de un chico trans con síndrome de Down: “La sociedad cree que nunca lo va a tener claro”

  • Jack es un joven de 19 años con síndrome de Down cuya historia visibiliza la múltiple discriminación a la que se enfrentan las personas trans con discapacidad
  • “Son tratadas como eternos niños que inventan cosas y de pronto cambian de parecer. Imagínate si lo que dice es que es transexual”, explica su madre
  • Beatriz y su hijo combaten los prejuicios arraigados y apuestan por la construcción de referentes diversos: “Yo creo que hay muchas personas como mi hijo silenciadas por sus propias familias”

Jack.

“No creo que Jack sea el único chico trans con síndrome de Down. Estoy segura de que hay muchas personas con diversidad funcional a las que se les niega el derecho a la autodeterminación de género”. Beatriz Giovanna habla desde Alicante de su hijo, que nació hace 19 años y vive junto a su familia en la ciudad valenciana. Está aprendiendo el oficio de cocinero y le encanta jugar a baloncesto, pero además cuenta con otra característica que le ha marcado la vida: es un chico transexual. La de Jack es una historia invisible y apenas contada, la de un camino de obstáculos para lograr que su decisión sea válida y respetada.

“La palabra de las personas con discapacidad no es concebida como algo serio, para la sociedad no tiene importancia ni validez. No son tomadas en serio y son tratadas como eternos niños que inventan cosas y de pronto cambian de parecer. Imagínate si lo que dice es que es transexual”, explica su madre. Como el joven no se expresa ni escribe de forma convencional, Beatriz le ayuda a contar que “ser Jack” es lo mejor de todo el proceso, que empezó ya hace tres años. A sus 16 fue capaz de verbalizar con la ayuda de una psicóloga y una logopeda del centro al que acude que era un chico. Eso tras años de frustración y negativas a vestir y comportarse de una forma, asociada a la mujeres, que sentía impuesta.

Jack pone nombre y rostro a la múltiple discriminación que sufren las personas LGTBI con discapacidad, una realidad lastrada por la falta de referentes y de visibilidad. Así lo corrobora un reciente informe elaborado por la red europea  Transgender Europe (Europa Transgénero), un colectivo de escala internacional que ha puesto el foco en este tipo de situaciones. En el estudio se ilustran alguna de las barreras que impiden a este colectivo “acceder a sus derechos humanos” atendiendo al hecho de que “la transfobia y el capacitismo –la discriminación contra las personas con discapacidad– están a menudo arraigados a los servicios y profesionales” a los que acuden estas personas.

Ello convierte en “probable” que experimenten “discriminación en relación con ambos aspectos de sus identidades cuando simplemente están tratando de satisfacer sus necesidades”, concluye el informe, que apunta a la necesidad de adaptar las prácticas y los protocolos sanitarios, poner fin a las actitudes prejuiciosas y acabar con “la falta de autonomía” que suele recaer sobre estas personas.

“¿Tu hija sigue diciendo que es un chico?”

Aunque Beatriz no esconde el duelo que ha supuesto “perder a una hija para ganar a un hijo” y reconoce que no ha sido un proceso fácil, alude también a los lazos y la estrecha relación que han logrado tejer. “Transitamos con paso decidido y en busca del derecho a ser y gozar de una ciudadanía plena. Sí, la de un chico con retardo mental, mi hijo, que decide y sabe lo que quiere”. Frente al prejuicio, esta mujer pelea para evitar que se repitan algunas de las situaciones desagradables que ya ha tenido que vivir antes y alude a que está convencida de que el proceso de Jack ha sido más largo que el de cualquier otro joven trans de su edad.

“Hay cosas que se te quedan grabadas. Hubo una psiquiatra que insinuó que su transexualidad era producto de que yo quería tener un hijo en vez de una hija”, cuenta Beatriz. “Fue doloroso, pero lo que hice fue responderle que jamás se me ocurriría condicionar a mi hijo así y que no era una cuestión mía”. Recuerda también cómo una compañera con la que entonces estudiaba un máster universitario le preguntó: “¿Entonces tu hija sigue diciendo que es un chico?”. “El hecho de que tenga síndrome de Down hace que la sociedad crea que nunca lo va a tener claro y que está impedido para tomar decisiones”.

Más allá de este tipo de discriminación más cotidiana e invisible, las personas con diversidad funcional y con orientaciones sexuales e identidades de género diversas sufren también agresiones. De hecho, estos son dos de los parámetros que mide el Ministerio del Interior en sus informes anuales sobre delitos de odio: en 2017, se registraron 23 denuncias por el primer motivo y 271 por el segundo. Sin embargo, los colectivos creen que esta es la punta del iceberg lastrada por la infradenuncia. De hecho, solo la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales  contabilizó el mismo año 623 incidentes de este tipo.

Cambiar el nombre, pero no el sexo

En este sentido, el estudio de Transgender Europe hace hincapié en “el papel clave” que desempeñan las organizaciones en la puesta en marcha de un activismo “interseccional”, aquel que tiene en cuenta los diferentes ejes de discriminación que pueden confluir en una misma persona. Algo que, junto a la construcción de referentes, puede contribuir a romper el armario en el que están muchas personas: “Yo creo que hay muchas como mi hijo silenciadas por sus propias familias. De ahí la importancia de visibilizar esta experiencia de vida”, dice Beatriz.

Jack confiesa que actualmente se encuentra “muy feliz”. Desde el pasado mes de junio toma hormonas, pero aún no puede cambiar el sexo oficial en los documentos oficiales, aunque sí el nombre, algo que aún tiene pendiente y hará lo más pronto posible. Desde el pasado mes octubre, las personas trans y no binarias pueden modificar la mención registral relativa al nombre sin estar obligados a cumplir los requisitos que actualmente contempla la ley  gracias a una instrucción del Gobierno.Con respecto al sexo, sin embargo, la patologización sigue pesando, ya que deben presentar un informe que acredite que tienen disforia de género,  algo que el Congreso está trabajando para cambiar. “La sociedad tiene una deuda pendiente con las personas diversas”, concluye Beatriz.

Nace Naizen, nueva marca de la asociación de familias de niños transexuales vascos y navarros

Un momento de la presentación de la nueva asociación. EL MUNDO

Las alrededor de 100 familias de menores transexuales del País Vasco y Navarra, que hasta ahora han formado parte de la asociación Chrysallis, han presentado este sábado su nueva marca, Naizen, con la que dejan de ser una delegación de la iniciativa nacional y se conforman en entidad independiente.

Los promotores de heredera de Chrysallis Euskal Herria han desvelado el nombre y el logotipo de la nueva asociación en un acto celebrado en un abarrotado Teatro Principal de San Sebastián en el que ha intervenido el alcalde de la ciudad, Eneko Goia, y al que han asistido el consejero de Salud, Jon Darpon, la diputada de Asuntos Sociales de Gipuzkoa, Maite Peña, así como la consejera de Relaciones Ciudadanas del Gobierno de Navarra, Ana Ollo, entre otros representantes institucionales.

El acto, que ha estado conducido por los presentadores de la televisión pública vasca África Baeta y Xabier Madariaga, ha contado con la participación de los bertsolaris Onintza Enbeita y Jon Maya, que han interpretado una composición en recuerdo de Ekai, el joven transexual de Ondarroa que se suicidó en 2018 a los 16 años.

Durante su intervención, la portavoz de Naizen, Bea Sever ha recordado los inicios de Chrysallis en el País Vasco, en 2015, cuando solo ocho familias formaban parte del movimiento que, según ha señalado, “ha resultado ser revolucionario”.

“Antes de que aparecieran las familias, las personas transexuales ya estaban peleando por poder ser, dejándose la vida en algunos casos, en demasiados”, ha afirmado Sever.

Ha recordado que, entre las principales reivindicaciones figuran, la aprobación en el Parlamento Vasco de una nueva ley vasca de transexualidad.

El 7 de febrero de 2018 Chrysallis presentó un borrador en la cámara vasca en el que se apuesta por “despatologizar” la norma de 2012, que fue “pionera en su momento”, pero” se ha quedado muy desfasada ya que incluso la OMS ha sacado la transexualidad de las patologías mentales mientras la normativa vasca exige todavía que se deben acreditar los casos mediante informe psiquiátrico”, ha señalado Sever.

Goia ha destacado el trabajo “impagable” que la asociación ha llevado a cabo en el acompañamiento de los menores transexuales y en favor de la comprensión, por parte de la sociedad, de esta realidad.

Angola despenaliza la homosexualidad y permite el aborto en ciertos casos

El antiguo Código Penal contemplaba penas de cárcel de 6 meses a 3 años para criminalizar las relaciones entre personas del mismo sexo. En cuanto al nuevo marco legal, se penalizará de 2 a 8 años de cárcel cuando el aborto se practique fuera de los supuestos contemplados: peligro de la vida o salud de la madre o del feto, y por violación.

Bandera del Orgullo Gay. EUROPA PRESS/PIXABA

El Parlamento de Angola ha aprobado un nuevo Código Penal, el primero desde su independencia, que no contempla ninguna condena para las relaciones entre personas del mismo sexo y despenaliza el aborto en ciertos casos, según ha informado este jueves Human Rights Watch (HRW).

El antiguo Código Penal, en vigor desde 1886 y no reformado en ningún momento tras la independencia de Portugal en 1975, contemplaba penas de cárcel de 6 meses a 3 años para quienes practicasen “actos contra natura”, una fórmula muy utilizada en varias legislaciones africanas para criminalizar las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo.

“No se ha realizado ningún enjuiciamiento en este sentido, por eso provisiones como esa coartan los derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGTB), poniendo sus vidas íntimas bajo escrutinio”, dijo el director del programa LGTB de HRW, Graeme Reid, en un comunicado enviado este jueves a los medios.

La despenalización de la homosexualidad es una de las novedades que incluye el Código Penal adoptado este miércoles por el Parlamento de Angola, tras diez años de debates.

Tres supuestos contemplados para el aborto

El debate sobre el aborto fue uno de los más polémicos y el que provocó el Código Penal no fuera aprobado en la anterior legislatura, que finalizó en 2017, por falta de apoyo de la mayor fuerza de oposición, la Unidad Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA).

Finalmente, el nuevo marco legal penalizará de 2 a 8 años de cárcel cuando el aborto se practique fuera de los supuestos contemplados: peligro de la vida o salud de la madre o del feto, y por violación. En algunas versiones anteriores del proyecto de ley, se llegó a contemplar el aborto libre hasta las diez semanas.

Chrysallis crea una nueva asociación para apoyar a familias vascas y navarras con menores transexuales

Sus promotores reclaman que Euskadi siga “el modelo” de Navarra con la aprobación de una nueva ley de transexualidad

Las representantes de la asociación de familias de menores transexuales Chrysallis, Edurne Koch y Bea Sever. LUIS TEJIDO EFE

De un tema ligado al mundo adulto y marginal a una posibilidad cada vez más real de un menor de pocos años. La organización Chrysallis Euskal Herria, de apoyo a familias de menores transexuales, ha conseguido en tan sólo cuatro años visibilizar tanto sus necesidades como el número de peticiones de información por parte de nuevas familias les ha obligado a parar durante meses. Ahora reaparecen con un nuevo proyecto centrado en el País Vasco y Navarra y dejando atrás la delegación territorial de la entidad que hasta ahora les daba soporte, Chrysallis con sede en Madrid. “El volumen de las familias asociadas, la complejidad del trabajo y las particularidades administrativas nos pedían este paso”, ha asegurado hoy Bea Sever, portavoz de la entidad.

En septiembre de 2015 tan sólo eran ocho familias de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra las que se unían para constituir la delegación de Chrysallis EH. Cuatro años después son más de 100 y a las peticiones de información de familiares se unen las de profesionales de todo tipo ligados a la infancia y juventud. “Hemos pasado de una realidad impensable a otra identificable y eso requiere nuevas formas de trabajo”, explican. Entre ellas, consideran necesario centrarse en las especificidades administrativas de Euskadi y Navarra, así como en las necesidades propias de sus familias, “cada vez más complejas”.

También ha ayudado a la decisión la búsqueda de una autonomía económica con cuotas propias de socios y la posibilidad de presentarse a convocatorias de subvenciones de instituciones vascas y navarras. “Seguiremos colaborando con las familias de todo el Estado pero necesitamos avanzar con nuestras necesidades”, remarcan.

El próximo 7 de febrero se cumplirá un año de la presentación de un borrador por parte de las familias para una nueva Ley de Transexualidad en el Gobierno Vasco, “sin que en nada se haya avanzado”. “Esta ley fue pionera en su tiempo en 2012 pero exige un cambio urgente”, explica Sever ante las medidas “patologizantes” de requerir el informe previo de un psiquiatra para que los menores sean atendidos. También reclaman un “servicio integral en Educación, así como un protocolo de formación al profesorado de forma universal”. Hasta ahora, el Gobierno vasco forma sólo a los profesores de aquellos centros donde estudio un menor transexual.

El sábado pasado, Sever acudió a Beasain, Gipuzkoa, a formar a un grupo de docentes. “La sala se quedó pequeña. Acudieron más de 100 y 60 se quedaron fuera”, ejemplifica para pedir un protocolo de formación para todos aquellos sectores que estén en contacto con menores haya o no ya un menor transexual ligada al centro educativo.

En este sentido Navarra es uno de los espejos en los que mira Sever. Una nueva ley del año 2016 centraliza la atención de todos los menores a través del servicio “Transbide”. “Existe mucho interés en la sociedad pero poco conocimiento y no sólo podemos ser nosotros los que lo compartamos información porque necesitamos atender más necesidades”, continúan.

Por eso, el próximo sábado 26 de enero a las 11.30 horas presentarán nuevo nombre, logo y página web rodeados de familiares y arropados por las principales instituciones vascas. También harán público un vídeo que esperan se convierta en viral con el testimonio de diferentes personalidades sumándose al proyecto.

El aforo ya ha sido completado por las familias de la asociación, así que habrá que estar atentos a sus nuevas redes sociales y página web para seguirlo. Entre sus objetivos, se mantienen seguir siendo una referencia internacional en la divulgación de las necesidades de la infancia transexual como lo han sido hasta ahora con las campañas informativas realizadas en las marquesinas del metro o la generación de materiales en más de ocho idiomas diferentes. “Del mismo modo que han hecho nuestras hijas e hijos, haremos un tránsito pero seguiremos siendo las mismas personas”, señalan con energías renovadas.

El boxeador trans que enseñó a abrazar a otros hombres dando golpes sobre el cuadrilátero

Thomas Page MacBee PATRICIA J. GARCINUÑO

Mónica Zas Marcos

Muchos boxeadores se suben a un ring para validar su hombría o para evitar partirse la cara cualquier otro día en la calle. Thomas Page McBee (Carolina del Norte, 1981) lo hizo al revés: para entender que la naturaleza violenta no está escrita en las hormonas y demostrar que se puede desvincular de la mentada masculinidad tóxica.

Sobre un cuadrilátero de Madison Square Garden, en Nueva York, McBee descubrió los miedos, las inseguridades y los tabúes de los hombres que boxean y de todos los demás. También de los trans. A él siempre le habían dicho que era distinto y que no debía preocuparse por esos instintos nocivos, pues, al fin y al cabo, no había crecido con ellos. Hasta que un día, después de su transición, en un conato de pelea callejera, supo que podía pegarle dos buenos puñetazos a un matón tatuado, con aliento a licor y dos metros de altura. Es más, no solo podía, sino que quería hacerlo.

A través de una preparación exprés de boxeo, McBee escribe una biografía personal que es a su vez un estudio sobre la masculinidad, los estereotipos frágiles del macho occidental y la necesidad humana -que no femenina- de afecto.

Tras dolorosas y costosas operaciones, años de inyecciones y un proceso psicológico muy complejo, el escritor culminó su transición y comprendió su cambio de rol en la sociedad.

“Aunque los hombres me han hecho daño y han abusado de mí, sé que ahora soy percibido como una amenaza”, asume sentado en un hotel del centro de Madrid, donde presenta su libro Un hombre de verdad (Temas de hoy) . Él no fue calificado como tal hasta los 30, por eso quiere acabar con esa etiqueta a golpes desde el cuadrilátero, pero sobre todo desde la prosa.

¿En qué momento decidió resolver su “crisis de masculinidad” a través de un deporte de contacto asociado con la violencia?

La sombra de nuestra cultura es la violencia. Hasta ese momento, mi relación con la violencia era fingir que no tenía ningún tipo de impulso que fuera en esa dirección. Pero cuando me encontré en aquella pelea callejera, sentí cómo me recorría el deseo de herir a ese hombre que me estaba intentando pegar.

Para mí tenía más que ver con querer afrontar esta violencia que es parte de nuestra cultura y que se espera de mí como hombre, en lugar de fingir que soy ya el hombre perfecto que lo tiene todo controlado. Quería encarar mi peor parte. La pregunta fue: ¿puedo emplearla de una manera que sea productiva en lugar de dañina? Y el boxeo fue el deporte perfecto para descubrirlo.

El ring no es el escenario típico de  una biografía trans. ¿Por qué se centró en un combate  amateur en lugar del tratamiento hormonal, la operación o el proceso de transición?

Al menos en EEUU, las historias de la gente trans han capturado un imaginario que encuentro muchas veces sensacionalista. Por eso intento hablar en mis libros sobre temas universales. Soy consciente de que la gente quiere mantener una distancia prudencial conmigo por este tema, pero mi objetivo es acercarme.

Hace mucho tiempo que quería hacer preguntas sobre la masculinidad. Pero, cada vez que lo intentaba, o no me tomaban en serio o decían cosas como, “es que los tíos son así”, o “tú no eres ese tipo de hombre, así que no te preocupes por eso”. Durante la pelea callejera, sin embargo, la violencia me amenazó de una manera distinta. Yo también puedo ser violento.

Así, me surgieron muchísimas otras preguntas: sobre el deseo de agredir, sobre cómo funciona la testosterona, si influye o si hay algo innato en las hormonas en términos de violencia (que en absoluto). Por todo lo que descubrí gracias al boxeo, creo que la pelea era el punto de partida más sincero.

Thomas Page MacBee PATRICIA J. GARCINUÑO

Más que de una masculinidad tóxica, el libro habla de una masculinidad frágil. ¿Cuál es la conexión que encontró entre ambas?

La masculinidad frágil es un componente de la masculinidad tóxica. La definición de masculinidad tóxica es un conjunto de comportamientos socializados que enseñamos a los niños sobre lo que significa ser un hombre. Y una de las lecciones clave es que la masculinidad es un monolito. Para ser un hombre de verdad, debes aspirar a una única manera de ser un hombre. Y, si fracasas, entonces tu masculinidad es frágil.

Ese sentido de la masculinidad está a riesgo de perderse continuamente por factores externos. El miedo a perderla es lo que provoca comportamientos que asociamos con la masculinidad tóxica.

A un nivel superficial, es lo que ha intentado transmitir el anuncio de Gillette. Que las nuevas generaciones de niños se identifiquen con una masculinidad no monolítica. 

Justo. Me parece que lanza un mensaje muy positivo. Hay niños que están sufriendo daño real, como las víctimas de bullying, que podrían tener una infancia mejor si los adultos ayudasen. El anuncio muestra, a gran velocidad, las maneras primarias que llevan a los niños a ser hombres que hacen daño, igual que aprenden a comportarse con mujeres de forma peligrosa. Pero, para mí, lo mejor es que ofrece intervenciones muy razonables y sencillas que cualquier hombre puede hacer para evitarlo.

Sin embargo, las reacciones que ha despertado son poco razonables. ¿Por qué cree que los hombres se han identificado con la masculinidad tóxica en lugar de con la ejemplarizante?

Me encanta esa reflexión. Hay un término sociológico que se llama “amenaza de la identidad” y tiene que ver con la respuesta que han tenido ciertos hombres. Surgió a partir de un test falso en el que los sociólogos les decían a un grupo de hombres: “tu resultado en el test ha sido más femenino”. Amenazaban su identidad. De pronto, los que salían del test presentaban un perfil conservador, querían comprar coches más grandes o apoyaban invertir más dinero en el Ejército. Características asociadas a la masculinidad tradicional, en definitiva.

Así que, aunque los hombres no puedan explicar por qué reaccionan de forma tan negativa al anuncio, es muy probable que estén experimentando esta amenaza. Se han identificado tanto con la idea socializada de la hombría, que tristemente se han llegado a creer que es su propia identidad.

Thomas Page MacBee PATRICIA J. GARCINUÑO

Escribió en 2015 sobre una crisis global de la masculinidad. ¿Cree que estamos peor que entonces? En Europa vivimos el auge de los ultranacionalismos, pero EEUU tiene ahora  el Congreso más diverso y feminista tras la victoria de Trump.

En los 90 se reconoció por primera vez la masculinidad tóxica como un término que hasta entonces se llamaba masculinidad hegemónica. En 2008, con la gran crisis, esta idea entró en la cultura popular y la gente comenzó a hablar de un libro llamado El final del hombre, de Hannah Rosin. Aunque hubo su correspondiente histeria por el fin de la masculinidad, lo positivo de que muchos hombres se quedaran en el paro fue que aceptaron más responsabilidades domésticas.

Pero con la elección de Trump, el mundo vivió un gran retroceso. Como dices, aquí aún está pasando. Estamos en un cruce de caminos, donde todo lo que está mal está a plena luz y se ve. Cuando yo estaba escribiendo mi libro sobre la masculinidad antes de las elecciones de 2016, un montón de gente pensaba, “¿por qué estamos hablando de esto?”. Ahora es obvio el por qué hablamos de esto, pero lo que vamos a hacer al respecto aún no. Depende de nosotros.

Su libro ha sido destacado como uno de los mejores lanzamientos feministas del año. ¿Tuvo que cambiar su rol en el movimiento después de la transición?

He tenido que hacer muchos cambios, en muchos sentidos. Mi madre era feminista y yo lo he sido durante toda mi vida. Antes de mi transición, el feminismo me ayudó a entender las cosas que no debería tolerar en el trabajo. Tras mi transición, tuve que hacer lo contrario y rechazar mis privilegios. Eso fue un poco difícil de aprender.

Muchos de los comportamientos que me resultaban útiles antes de la transición, resultan dañinos para las demás ahora. Al ser un hombre que no parece trans, me encuentro en una postura distinta y tengo la obligación de ser un aliado. Pero a la vez, también soy abiertamente trans, y en ese sentido no puedo evitar que mi género esté al frente. Sigo aprendiendo cómo debo actuar, pero el feminismo ha sido uno de los pocos conceptos que ha sobrevivido a lo largo de toda mi vida.

Se califica de aliado. ¿Cómo fue ceder ese rol protagónico tras haber sufrido en sus propias carnes un abuso sexual y la violencia machista?

Esa puede que fuera una de las partes más complicadas de mi historia. Soy bastante sensible a este tema porque los hombres me han hecho daño y han abusado de mí. Pero por ello no puedo quitarme la responsabilidad de este cuerpo y de su efecto en las demás.

Caminando por el mundo con el aspecto que tengo ahora, soy percibido como una amenaza en ciertos contextos. Y entiendo por qué. Y no es que no me entristezca, pero me hace ser todavía más consciente de que tenemos que curar a los hombres para que las mujeres puedan ir tranquilas sin ver a los hombres como amenazas.

Ha presentado el libro junto a James Rhodes, cuyas memorias también abordan un episodio de abuso sexual. Sin embargo, usted lo trata de forma opuesta. ¿Cómo contarlo desde el empoderamiento en lugar que desde el trauma?

Mi anterior libro tiene mucho más que ver con la exploración de mi historia familiar. Mi infancia estuvo lejos de ser la ideal, en muchos sentidos. Abusaron de mí, era un niño trans y no estaba en el cuerpo que quería estar. Pero también existieron cosas maravillosas. Como mi madre murió justo antes de que yo escribiera este libro, quizá he reflexionado mucho sobre mi infancia y las cosas que me ayudaron a convertirme en quien soy ahora. Y he llegado a la conclusión de que el equilibrio triunfó.

He tenido mucha suerte de tener la madre que tuve y una familia que me apoyaba. Y, cuanto más mayor me hago, me doy cuenta de que todo el mundo pasa por algún trauma en su vida. Puede que no sea una violación o un abuso. También puede ser una pérdida o la muerte. Teniendo todo esto en cuenta, creo que he tenido muchos recursos, he podido curarme y moverme en esa dirección en lugar de enfocarme en lo malo.

Thomas Page MacBee PATRICIA J. GARCINUÑO

Ahora que hay niños y niñas comenzando su transición mucho antes. ¿Qué cree que fue lo mejor y lo peor de haberla completado en la treintena?

Lo peor es obvio. Y, aunque me siento muy agradecido por todas las fases de mi vida, no puedo recuperar el tiempo perdido. Fueron muchos años de no saber lo que es sentirse en casa dentro de mi propio cuerpo. Es difícil de explicar, pero realmente yo pensaba que era una sensación común y que nadie se sentía cómodo con su cuerpo. Eso sí que se lo hubiese deseado a mi yo más joven.

Pero no cambiaría la mejor parte: pasar el condicionamiento de género como adulto me dio muchísima ventaja y acortó un proceso que habría sido mucho más largo. El poder explorar y ser capaz de afrontar estas cuestiones acerca de la masculinidad, es muy difícil para los hombres. A mí se me hicieron mucho más obvias porque no tuve una infancia masculina y tuve más urgencia por encararlas.

Explica en el libro que muchas de estas contradicciones se dan en sus relaciones con mujeres. ¿Qué fue lo que más tuvo que trabajar con ellas tras la transición?

Fue raro porque antes de mi transición vivía en un mundo queer porque las mujeres me veían como una persona masculina, pero no tenía tetosterona. Por ejemplo, yo nunca he sido un buen cocinero, lo cual antes estaba bien. ¿Por qué tenía que saber cocinar? Pero, después de mi transición, ya no está tan bien [risas]. Sentía que tenía que compensar que los hombres no hagan esas cosas aprendiendo a hacerlas, y en eso mi historia no importaba para nada. Al final del día, yo no era más que un hombre que no cocinaba.

Ser un hombre trans es diferente a ser un hombre que no nace trans. Comprendo ciertas experiencias que ha tenido mi mujer y que quizá a un hombre cis le costaría más. Pero generalmente importa más la manera en la que el mundo la trata a ella, y la gran diferencia que existe con cómo me trata a mí. Intento ser muy consciente de todo esto.

También aborda lo poco que le costó ganarse el respeto de los hombres tras la transición. ¿Fue duro tener que volver a ganarse el de las mujeres?

Más bien he tenido que darme cuenta yo de las maneras en las que no me estaba ganando su respeto. Es complicado, porque las mujeres en mi vida sentían empatía por mí como hombre trans. Veían las barreras y los prejuicios hacia la gente trans, así que me dieron mucho margen. Aunque a mi mujer, en concreto, se le da súper bien señalar los comportamientos que no estaban alineados con mis valores [risas].

Prefiero que la gente me haga responsable a que sean condescendientes por mi naturaleza trans, sobre todo las mujeres en mi vida. Les he dejado muy claro que yo quiero su feedback y he tenido que demostrarles que, si me afean algo, no tiene nada que ver con ser tránsfobo. Quiero saber cómo puedo ser un mejor aliado, un mejor compañero de trabajo, mejor jefe, mejor amigo, mejor esposo…aunque esto último mi mujer me lo dice sin problemas [risas].

Zinegoak premia al cineasta y activista indio Sridhar Rangayan

La ONG Apoyo Positivo recibirá también un premio especial por sus 25 años de trabajo y el éxito de su serie ‘Indetectables’

Sridhar Rangayan, cineasta y activista indio.

El Festival Internacional de Cine y Artes Escénicas Gaylesbitrans de Bilbao, Zinegoak, entregará en su próxima edición el Premio Honorífico al cineasta y activista indio Sridhar Rangayan, creador del festival de cine de temática LGTBI de Bombay y el mayor de Asia. “Su trabajo es una referencia global por buscar la transformación de las sociedades más cerradas a través del cine y lo audiovisual”, señala Pau Guillén, director de Zinegoak y encargadode entregarle el citado galardón el próximo 18 de febrero durante la inauguración del festival en el Teatro Arriaga de Bilbao.

La ONG Apoyo Positivo también recibirá un premio especial por sus 25 años de trabajo en apoyo a las personas afectadas por el VIH y por el uso de herramientas audiovisuales para la transmisión de sus mensajes. La web Indetectables ha sido uno de sus grandes éxitos para conectar con un público joven. “Ya están trabajando en la producción de la tercera temporada y para nosotros son otro gran referente de cómo el cine puede servir de altavoz de grandes mensajes”, señala Guillén.

Rangayan (Mandya, Karnataka, India, 1962) aprovechará su visita a Bilbao para presentar su última película Evening Shadows con la que no solo aborda una historia gay, sino que también denuncia la realidad de las mujeres indias dentro de una sociedad fuertemente patriarcal.

“Rangayan lleva más de dos décadas poniendo el foco en temáticas ligadas a los derechos humanos y la diversidad sexual, desarrollando una cinematografía que abre puertas y da voz a historias censuradas y apartadas de manera oficial, tanto en las pantallas de cine indias como en la sociedad”, resalta Guillén.

Zinegoak quiere animarle así a que siga creando obras “necesarias” en un país como India donde hasta el año pasado penalizaba las relaciones homosexuales y donde todavía hoy un organismo oficial se encarga de calificar las películas y prohibir, si lo cree necesario, su estreno en salas comerciales.

El Supremo permite a Trump vetar a los transexuales en los ejércitos

La prohibición no había entrado en vigor aún en Estados Unidos

Protesta contra la discriminación de la comunidad LGTB en Central Park. GETTY

El Tribunal Supremo de Estados Unidos se alinea con Trump y mantiene el veto a los militares transgénero. La más importante instancia judicial del país, de mayoría conservadora, en un comunicado breve y sin firmar, permite que la prohibición de la Administración republicana entre en efecto mientras que se tienen en cuenta apelaciones en tribunales inferiores.

Los jueces progresistas del Supremo, Ruth Bader Ginsburg, Stephen Breyer, Elena Kagan y Sonia Sotomayor disintieron. Se hace una excepción para aquellas personas transgénero que ya estén dentro de las fuerzas armadas pero siempre y cuando acepten “servir conforme a su sexo biológico”.

En julio de 2017, a través de Twitter y por sorpresa, Donald Trump anunció que después de consultar con sus generales y expertos militares, el Gobierno de Estados Unidos no aceptaría ni permitiría individuos transgénero en el Ejército. El mensaje del mandatario tenía una brutal carga discriminatoria y dinamitaba la política de integración impulsada por su antecesor, Barack Obama. “Nuestros militares deben estar centrados en la victoria y no pueden cargar con los tremendos costes médicos y la alteración que los transgéneros supondrán en el Ejército”, afirmó entonces Trump. Los datos oficiales en este campo datan de 2016 y establecen que casi 9.000 militares se identifican como transgénero en Estados Unidos.Aunque las cifras siempre han sido objeto de discusión. un estudio de JAMA (Asociación de Médicos de EE UU, siglas en inglés) ha establecido que cerca de 13.000 ya pertenecen al ejército (1%) y que los médicos militares no están preparados para atenderlos y mucho menos para asegurar su correcta transición. Pero según datos de la organización de defensa de los derechos de las personas transgénero (National Center for Transgender Equality) ese número asciende a cerca de 15.000 y “la decisión del Supremo pone sus carreras y modo de vida en cuestión”.

El Tribunal, con mayoría conservadora tras la llegada del polémico juez Brett Kavanaugh a finales del 2018, ha decidido que la propuesta del Departamento de Defensa estadounidense puede entrar en vigor próximamente. “La decisión del Tribunal Supremo (5-4) concede la solicitud de la Administración Trump para permitir que el veto del servicio militar de las personas transgénero entre en efecto, mientras que las apelaciones se escuchan en tribunales inferiores”.

El Pentágono anunció en junio de 2016 que las personas transgénero podrían servir abiertamente en las filas del Ejército y que se crearía un programa para llevar a cabo y costear la transición de género para los militares que lo solicitaran. La medida de Barack Obama fue ambiciosa y rompió con largos años de oscuridad y discriminación. Se acababa con las normas que propiciaban que los militares ocultaran su identidad sexual por miedo a ser castigados o vejados. En 2010, la Administración demócrata había permitido que los homosexuales sirvieran en el Ejército acabando con la norma dictada bajo Bill Clinton conocida como Dont Ask Dont Tell (No preguntes, No digas), que en 1993 estableció que los homosexuales pudieran integrar el estamento militar siempre y cuando no declarasen su condición sexual. A cambio, nadie tenía derecho a preguntarles por ella.

En 2016, los militares “solamente por ser individuos transgénero” ya no podían ser “involuntariamente separados, despedidos o que les negara realistamiento o continuación de su servicio”. A partir del 1 de octubre de ese año, los uniformados que lo desearan empezaron a poder recibir tratamiento médico para su reasignación de sexo. Y a partir de julio de 2017, se aceptarían las peticiones de entrada al Ejército de personas transgéneros que llevaran al menos 18 meses “estables” con su nuevo género y que debían superar los mismos requisitos físicos y mentales que el resto de solicitantes.

Pero entonces llegó Trump, quien consideró que la doctrina Obama iba a salir muy cara a pesar de que hubo incremento presupuestario para el estamento militar en aquel ejercicio (54.000 millones de dólares más). El primer día de julio de 2017, justo cuando la medida iba a entrar en vigor, el Pentágono anunció su paralización. El entonces secretario de Defensa de Trump, James Mattis, intentó justificar la decisión refugiándose en que la medida requería un estudio detallado. ¿Afectará a la disposición y letalidad de las fuerzas? Dicho de otro modo, ¿cómo influirá en la capacidad militar de defender la nación?”.

Tres tribunales federales echaron el freno al veto de Trump por considerar que constituía discriminación constitucional. Y el presidente recurrió al Supremo para pedirle que le permitieran poner en marcha su legislación mientras esas otras cortes estudiaban los casos. Eso es lo que ha sucedido hoy, lo que significa que en teoría el Pentágono puede desde este momento aplicar la prohibición de que estén en filas las personas transgénero. Como el Tribunal Supremo no verá este caso en este curso judicial, se abre un periodo de más de un año por delante en el que Defensa tiene barra libre para aplicar el veto de Trump.