Pongamos que hablo de SEXO
“El sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír.” Woody Allen
Puedes seguir leyendo aunque no tengas ningún tipo de discapacidad, incluso aunque no tengas sexo, porque lo que planteo aquí es cómo romper la figura de la sexualidad entendida como algo exclusivamente ligado a la genitalidad. Ese es el referente en el que se suele pensar, pero hay más. Sí amigos, hay más.
Empiezo a interesarme por el tema a raíz de conocer el proyecto de verkami Yes We Fuck a través de una de las notificaciones que me llegan por twiter. La iniciativa nace como subversivo para sacudir el imaginario colectivo sobre la sexualidad y la diversidad funcional. A través de una serie de videos que se pueden ver en su web y que formarán parte de un futuro documental, mostrarán de una manera explícita otro tipo de sexualidad.
En el imaginario colectivo se piensa en la prostitución como alternativa a poder dialogar física y emocionalmente con un cuerpo desnudo. Pero hay otras opciones y ese es el caso de Tandem Team Barcelona. Se trata de una asociación que pone en contacto a personas que quieren poner a disposición su sexualidad con personas con diversidad funcional. Me cuentan que para ellos la sexualidad es un baile donde dos personas conversan alrededor del placer y el deseo. Hay quien puede pensar que “el hecho de tener un cuerpo inmóvil o no normativo nos priva del derecho a ejercer nuestra sexualidad. La realidad nos dice, sin embargo, que las personas tienen la necesidad de expresarse de esta forma”. El colectivo se ha encontrado con una realidad donde hay una necesidad fisiológica que no puede ni debe cumplir la familia.
El problema es que entendemos el sexo como algo ligado exclusivamente a la genitalidad, dejando de lado la erótica, por ejemplo. Nia (seudónimo), -asistenta sexual- nos hablaba de ello aquí: “Lo que siempre hay es conducta erótica, y existen miles de maneras de vivirla, cada persona tiene su propia erótica, todas son igual de válidas. Todo nuestro cuerpo es erótica, sin olvidarnos de nuestro órgano más poderoso, ¡el cerebro! Una mirada, besos, caricias una conversación erótica… todo es tener sexo”.
Se trata de entender la sexualidad como toma de conciencia individual, conectarse con las personas no sólo de una manera física, sino buscar otras maneras de relacionarnos, no ligadas a los patrones heteronormativos. El cerebro tiene además la capacidad de adaptarse y construir reacciones nerviosas como cuentaFrancesc Granja -uno de los fundadores de Tandem- en su libro “Vivir el Sexo”.
“La mayoría de los que no tienen una diversidad funcional no nos aceptarían a los que sí la tenemos” dice Andrea Barjadí en uno de los testimonios de Yes We Fuck. Sandra Candelas y Susana Werneuil, de Tensiones Colectivas explican que la trampa reside en que no son vistos como sujetos sexuados ni eróticos. Y a ello añadimos que “el posible estigma parte que desde fuera se ha decidido que necesitan un programa específico de educación y asistencia sexual porque son sujetos especiales, y mientras el resto seguimos viendo discapacidades y anormalidades”.
Tandem Team explica que vivimos en una sociedad con un “sistema de cuerpos diez” que rechaza a los cuerpos no normativos al no considerarlos competitivos para el rendimiento sexual-coital y la reproducción. “Este hecho genera gran cantidad de miedos y problemas de autoestima en las personas con diversidad funcional, las cuales, en ocasiones, llegan a construir un concepto de sí mismos asexuado” especialmente por “la percepción de su persona que los demás puedan tener”. ¿Después de todo si negamos la condición sexuada de una persona no la estamos negando como persona?
Pregunto a Sandra y Susana si creen que necesitamos una educación sexual abierta a todo tipo de colectivos para personas diversas. Me responden que “el actual modelo de educación tendría que empezar a sustituirse por otro que erradique las situaciones de abuso, explotación, desigualdad y cosificación que con motivo de la sexualidad siguen dándose. En ese sentido no basta con hacer educación con las personas con diversidad funcional si no re-educamos en sexualidades a todo el mundo o más bien, en diversidades y en la erótica de las mismas desmontando trampas del sistema”.
Sobre si la asistencia y acompañamiento sexual tienen un fin terapéutico me contestan con una cuestión que me hace reflexionar. Consideran que este tipo de servicio puede resolver una situación que se vive como un problema puntual. “La negación o las dificultades en el acceso a una dimensión que se considera básica tiene impactos sobre la persona, pero si el problema es social y no individual, la solución no pasa por la asistencia técnica, el pago de servicios, no poder resolverlo en espacios cotidianos de la persona”. Resuelve momentos concretos, pero “¿tiene entonces que acudir la persona a una asistencia de este tipo toda su vida?”.
Espero que con este texto seamos capaces de entender la importancia de reivindicar y repensar la sexualidad en el colectivo de la diversidad funcional, así como la diversidad dentro de la sexualidad. Porque se puede f**** a pesar de ir en una silla de ruedas o tener los brazos chiquitos o las piernas curvadas, o los ojos cerrados o los oídos tapados.