Durango permite desde junio que puedan elegir el vestuario de todas las instalaciones deportivas en función del sexo con el que se identifiquen
BILBAO– Un hecho tan cotidiano y normal como ir a un baño público puede convertirse en todo un quebradero de cabeza para una persona transexual. ¿En cuál entro? ¿Me echarán si uso el que me corresponde y no en el que pone en mi DNI? Los ayuntamientos de Bizkaia están sensibilizados con esta realidad y han empezado a mover ficha para adaptar la normativa a la situación. Primero fue Durango, que permite desde junio que puedan elegir el vestuario de todas las instalaciones deportivas en función del sexo con el que se identifiquen. Y Bilbao podría convertirse en el próximo municipio que apruebe una iniciativa similar, ya que será uno de los temas que se debatirán en el pleno de final de mes. No obstante, el caso de la capital vizcaina es especial, ya que, aunque no lo tiene regulado en ordenanza, lo cierto es que el personal de Bilbao Kirolak o de los gaztegunes recibió el pasado año talleres impartidos por Berdindu para aprender a desenvolverse sin discriminar por motivos de identidad de género. “Bilbao es el primer municipio vasco cuyo personal ha recibido esta formación específica. Es un tema en el que se lleva tiempo trabajando, queriendo adaptarnos con total naturalidad a lo que nos pide una sociedad diversa”, reconocen fuentes municipales.
Sea como fuere, Xabier Lozano, coordinador del grupo joven de la asociación Errespetuz, la Asociación Vasca para la Defensa y la Integración de las Personas Transexuales, considera que el hecho de que los ayuntamientos regulen esta situación “sirve de ejemplo para que otras administraciones sigan ese camino y hagan que más personas se sientan a gusto”.
Las normativas municipales establecen que las personas tienen que utilizar los vestuarios y baños que correspondan a su sexo. El problema surge cuando los documentos de identidad no se corresponden con la identidad sexual. “Eres un hombre o una mujer, pero por otro lado tienes una documentación que dice lo contrario”, explica Xabi. “Si ocurre en un bar, no me vas a pedir la documentación; pero si estamos hablando de un polideportivo, sus responsables tienen que elegir a qué le dan importancia: a un trozo de plástico o a la identidad de la persona”, expone. En Errespetuz no tienen constancia de que se hayan registrado incidencias en los últimos años. “Al menos, no de tanta gravedad como para salir a la luz. Quizás pueda haber habido algún rifirrafe, alguna llamada de atención, pero que yo sepa no ha trascendido”.
Desde la Liga LGTB de la UPV, una asociación de estudiantes que puso en marcha una campaña en este sentido, sí denuncian que “los asaltos, tanto físicos como verbales, son a menudo frecuentes en los vestuarios. Como consecuencia, estas personas son a menudo víctimas del miedo y la vergüenza de acudir a los baños o vestuarios de la universidad”. Por ello, consideran que “la visibilización del colectivo en estas situaciones en un paso primordial en el camino hacia la aceptación de esta minoría y una necesidad a la hora de afianzar el bienestar y la seguridad de los estudiantes trans de la universidad”.
Xabier Lozano habla de su propia experiencia. Hace cuatro años, cuando tenía 19, decidió dejar claro a todos lo que llevaba toda la vida sintiendo: él es un hombre. “Es algo que sabía desde siempre y lo había dado a entender como podía desde pequeño”, afirma. Estudiante de Antropología, entiende que muchas personas puedan “autocensurarse” por evitar problemas. Sin embargo, no es su caso. Él ha utilizado desde entonces el baño de hombres, pese a que, hasta hace dos, en su DNI constaba que era una mujer. “Nunca lo he dudado y si alguien me dice algo, prefiero dar las explicaciones de por qué estoy ahí”, explica. “Al final, te puede pasar lo mismo si vas al de mujeres. ¿Cómo prefiero defenderme? ¿Diciendo que soy un hombre o que soy alguien que no soy?”, argumenta. Expone la situación que se produciría si intentara entrar en un baño de mujeres. “Sería absurdo, ¿no?”, plantea. “Me tratarían de mirón para arriba o saldría con un ojo morado. Si me obligas a entrar a un baño de mujeres, siendo Xabi me estás poniendo en una situación comprometida”. Reconoce, sin embargo, que no siempre fue así; anteriormente utilizaba el baño de chicas. “Iba a clases de judo y ni siquiera me duchaba. Era un visto y no visto; me cambiaba porque no iba a salir con un kimono. No levantaba los ojos y pensaba que yo ahí no debería estar. Me resultaba violento”.
Con todo, actualmente la mayoría de las personas transexuales de Bizkaia utilizan los baños y vestuarios que les corresponden, sin más problemas que el tener que explicar su realidad al responsable del polideportivo, una situación que comienza ya desde el mismo momento de la inscripción. “Aunque no está normativizado, se está haciendo sin mayores conflictos. Ya cuando te vas a hacer la ficha de socio, si no tienes modificado el DNI -un proceso que se puede prolongar como media unos tres años-, tienes que dar explicaciones porque ni el nombre que tú estás dando ni tu sexo se corresponde con el que dice tu carné”, explica.
Para evitar este tipo de situaciones, las personas transexuales disponen desde 2015 de una documentación administrativa provisional, que tiene validez en las instituciones públicas vascas, que se puede utilizar a modo de DNI hasta tener el definitivo. “El uso de los baños es solo la punta del iceberg”, advierte Xabi. Él no tuvo acceso a esa documentación porque todavía no se había habilitado y pasó por una época en la que no compraba nada con tarjeta de crédito y ni siquiera se acercaba a la barra de un bar para pedir una caña por temor a que le pudieran pedir el DNI. “No me apetecía tener que dar explicaciones de mi vida privada que no le incumben a nadie. No le damos importancia pero te pasa con todo: matricularte en la uni, apuntarte a un curso, solicitar una beca…”.
INSEGURIDADNo obstante, son comunes las situaciones de inseguridad, tanto por parte de las personas transexuales, que no saben qué consecuencias puede tener utilizar el baño que no les corresponde según su DNI, como por los responsables de las instalaciones. “Surgen muchas inseguridades y, ante ellas, cada cual actúa de la mejor manera posible. Te vas a encontrar desde la persona que te diga que ante todo estás tú, seas hombre o mujer, y quien te dirá que ante todo está el DNI y lo que dice la ley”, apunta. Por ello, defiende que las ordenanzas municipales ponen negro sobre blanco cómo actuar en esta situación, dando prevalencia a la identidad sexual de las personas sobre el sexo que en ese momento determine su carné. “Si estableces, como es el caso de Durango, que lo que importa es la persona, ya no hay problemas. Ante cualquier conflicto, el personal ya sabe cómo actuar. No quedaría al yo te dejo hacer, no sería una cuestión de buena voluntad, sino que tendrías derecho a hacerlo”, explica.
Pese a que Durango ha sido el primer Ayuntamiento en dar un paso adelante, una ley del Gobierno vasco de 2012 respalda las reclamaciones del colectivo transexual, al establecer que las administraciones públicas vascas deben velar por que se respete la identidad sexual de las personas. “En base a esa ley, no debería haber polémica; si el polideportivo es municipal y está en la CAV, se debe regir por la ley”, recuerda. Desde Errespetuz no entienden las voces críticas a estas medidas, por ejemplo desde la plataforma Hazte Oír, que ha mostrado su rechazo a que “en los vestuarios de nuestra hijas se cuelen varones con el fin de ejercer de mirones o abusar sexualmente de ellas”. “Si ocurre algo así, se deberá tratar como un acto delictivo por ser un mirón o un agresor sexual. ¿Puede ocurrir? Sí. Pero, ¿a cuánta gente conoces que se tomaría la molestia de vestirse y actuar como una mujer para entrar a un vestuario de mujeres para hacer algo así? Lo veo totalmente improbable porque no es solo el vestuario, es el uso que haces de las instalaciones, la relación con las otras personas.
Y puestos a cuestionar… ¿por qué permitir a una persona transexual elegir el vestuario y no al resto? La respuesta de Xabi es clara: “Lo que se está debatiendo no es si puedo elegir el vestuario, sino dejarme utilizar el que corresponde. ¿O me obligas a fingir ser alguien que no soy, negándome mi identidad?”.