Óscar Espirita: De ‘niño marica’ a ‘adolescente maricón’

Publicado en El Asombrario por 

El escritor Óscar Espirita sujeta un ejemplar de su poemario ‘Niño marica’.

El escritor Óscar Espirita sujeta un ejemplar de su poemario ‘Niño marica’.

Óscar Espirita ha publicado este verano su primer poemario. El título no deja indiferente: ‘Niño marica’. A través de sus versos, Espirita narra la experiencia de un niño señalado con el dedo por desear cintas de gimnasia artística, por cruzar las piernas, por no jugar al fútbol. Lo que sigue es una interesante y valiente conversación con el autor en torno a lareivindicación de la pluma y la defensa de tantos niños cohibidos en su comportamiento para que no les llamen nenazas. No se trata de exigir aceptación, sino absoluta normalización y respeto.

Y el “niño marica” con los años se convierte en un “adolescente maricón”, un adolescente que descubre con entusiasmo y dolor la sexualidad, definida por Espirita como un regalo peligroso, un regalo que provoca tanto placer como profundo dolor y miedo. A través de su poemario, Óscar Espirita da la vuelta al término “marica”, lo vacía de su contenido despreciativo porque “nada hay de malo en ser homosexual”, porque en verdad “lo que envuelve la palabra marica es una realidad maravillosa”, es la realidad de quien ama a alguien de su propio sexo.

Siguiendo la tradición queer, Óscar Espirita da la vuelta al término, y en Niño Marica (ediciones Hidroavión) convierte el insulto en elogio y nos demuestra que lo verdaderamente insultante es aquel que mal utiliza las palabras para insultar y despreciar aquello que le resulta diferente.

En una entrevista en torno a tu poemario ‘Niño marica’ comentabas que a través de la escritura el término “marica” había dejado de ser un insulto para ti. Sin embargo, sigue siendo una palabra altamente despreciativa.

Para mí siempre ha sido una palabra difícil, una palabra que me ha provocado mucho dolor. Las primeras veces que escribía en el folio “niño marica” me resultaba una expresión fuerte y todavía hoy, habiendo ya terminado el poemario, me sigue resultando una expresión fuerte. Sin embargo, independientemente de esto, lo que yo he intentado hacer, retomando la tradición Queer, es coger el insulto y utilizarlo en mi favor, como algo positivo, para así desactivarlo. A fuerza de usar el término “marica” y de relacionarlo con elementos positivos, creo que sí es posible desactivarlo como término insultante.

¿Crees sinceramente que es posible que algún día el término “marica” se desactive y deje de ser percibido y utilizado como un insulto?

Es más fácil que esto pase dentro de ciertos movimientos culturales que de forma general: veo socialmente complicado que se extienda su uso positivo de forma amplia y generalizada, puesto que es todavía demasiado frecuente su uso como insulto. Yo trabajo como profesor y compruebo que es muy frecuente utilizar el término “marica” como agresión y creo que desgraciadamente se seguirá utilizando de esta manera. Sin embargo, sí creo que no se debe negar la posibilidad de desactivarlo en tanto que insulto, aunque no sea una desactivación completa.

No podemos obviar el hecho de que a través del lenguaje se expresa la homofobia, el racismo, el machismo… El lenguaje nunca es inocente.

Sí, esto es evidente, aunque creo que gestos como el mío pueden ayudar, al menos, a poner sobre la mesa esta cuestión. Los lectores entienden el uso y el motivo del uso de la palabra “marica” en el libro, entienden que se trata de describir una experiencia y sobre todo de asociar este término despectivo a cosas bonitas, se trata a fin de cuentas de utilizar el término con orgullo. Si te paras a pensar todo lo que envuelve la palabra “marica”, son todas cosas bonitas y cuesta pensar que alguien pueda ver como algo negativo el hecho de ser un niño marica: ¿qué tiene de malo jugar con muñecas, desear tener una cinta de gimnasia rítmica o cruzar las piernas? No tiene ningún sentido y no hay motivo algo de que todos estos deseos y preferencias sean motivo de mofa y de insulto. Hay que darse cuenta de que aunque muchos lo utilicen como insulto, todo aquello que envuelve la palabra “marica” es maravilloso.

“¿Ves cómo no fuimos tan distintos? / El agua hacía con nuestros cuerpos / lo mismo que nos hará el paso del tiempo”. Con estos versos pareces negar la diferencia que el niño homosexual vive.

Cuando eres niño y te llaman “marica” no se refieren tanto a una determinada orientación sexual cuanto a que tu comportamiento es distinto respecto al de los otros niños; subrayan que no te comportas como teóricamente se debería comportar un niño, sino que te comportas como una niña. Con estos versos lo que quería transmitir es la idea de que a pesar de las diferencias, los niños no dejan de ser niños: por mucho que yo me comporte de forma algo diferente, no dejo de ser un niño.

Los niños viven esta supuesta diferencia por cuestiones educacionales…

El problema es que la diferencia se señala, de ahí que muchos niños se reprimen y no se muestran tal cual son. Yo, de hecho, era un niño que me reprimía en mis comportamientos y la represión no es sino consecuencia del hecho de que te ponen la señal encima, te recriminan por tu actitud diferente. Existen recriminaciones explícitas, el “no te portes así” o el “no hagas esto”, pero existen, y son las más frecuentes, las recriminaciones sutiles, implícitas, aquellas que se realizan a través de una mirada o de los comentarios a la espalda. Son sutiles, pero son señalizaciones que, aunque seas un niño, entiendes y percibes.

En esta señalización se remarca siempre negativamente la actitud femenina del niño. ¿No crees que en este reproche, junto a la homofobia, hay un gran poso de machismo?

Sí, yo creo que es absolutamente así, pues ¿qué problema hay que me comporte como una chica? Se utiliza como un desprecio decir que un niño o un joven se comporta como una chica, como si el hecho de comportarse como una chica fuera algo negativo. Lo que sucede es que todavía hoy se considera que para un hombre el ser como una chica implica ser débil, frágil y se relaciona la “feminización” con elementos negativos. En el fondo, se trata de una cuestión de machismo, aunque tampoco hay que olvidar que a las chicas se les suele atacar definiéndolas despectivamente como “marimacho”, porque se considera que una mujer no puede adoptar características propias del hombre. Ambos casos responden a la necesidad de marcar la diferencia.

Se obliga a los niños a definirse en esquemas muy fijos de roles y actitudes.

Aún seguimos anclados en el rosa y en el azul, en este binarismo de género, y todo lo que se escapa de estas dos categorizaciones es señalado y es susceptible de ser objeto de mofa.

Se trata de un binarismo que no sólo exige determinarse en uno o en otro polo, sino que borra todos los posibles matices que pueden definir a la persona.

Todo lo que sale de estos esquemas es señalado y, como profesor que trabaja diariamente con niños, te puedo decir que este binarismo sigue estando muy presente. Basta ver un catálogo de juguetes: todavía hoy sigue habiendo la parte rosa y la parte azul, todavía hoy los niños son fotografiados jugando con coches y las niñas con muñecas. En una ocasión, para ponerte un ejemplo, mi sobrino deseaba una casita, pero como se trataba de un juguete catalogado como “para niñas”, entonces lo rechazó porque precisamente “era de niñas”. Este rechazo de mi sobrino es la prueba de que los niños, desde muy pequeños, perciben que se les impone unas diferencias y que si eres niño hay cosas que no puedes hacer porque son “cosas de niña”.

Estamos hablando de los niños, pero ¿no deberíamos poner el foco en los adultos? A fin de cuentas, el niño imita la conducta de los adultos.

Los niños actúan a partir de lo que ven, intentan moverse sin ser dañados y, por tanto, escapan de toda posible conducta que pueda ser criticada. Es fundamental que desde los adultos se deje de utilizar este binarismo y se amplíen las miradas; es necesario romper con la idea de que existen unos comportamientos ligados a los hombres y unos comportamientos ligados a las mujeres.

¿Crees que todavía hay muchos padres que temen que sus hijos no respondan a estos esquemas impuestos?

Las madres asumen y entienden con más facilidad que su hijo no responda a lo que se supone que es la norma; a los padres les cuesta más. Con lentitud, cada vez más los padres tienen menos reservas y dejan que sus hijos elijan sus propios juguetes, independientemente de si son niños o niñas. Pero es un proceso muy lento y muy dispar, porque depende muy mucho del ambiente social: yo he trabajado en colegios de curas y allí encuentras una mentalidad más tradicional y completamente distinta a la mentalidad que puedes encontrar entre los padres de un colegio público.

En relación a los padres, en el poemario describes cómo el niño se siente cohibido incluso en el ambiente familiar.

En la infancia yo me he sentido cohibido, a pesar de que mi familia no era particularmente tradicional. Lo que sucede es que tú como niño temes no ser querido igual si te comportas realmente como eres, temes no ser aceptado. Es muy difícil crecer con este sentimiento, creyendo que si eres verdaderamente tú mismo vas a ser rechazado. Y este temor no nace necesariamente dentro del ambiente familiar, al menos no en mi caso; el temor nace de la realidad que te rodea, de lo que ves en la sociedad: terminas pensando que si la sociedad rechaza determinadas conductas, tus padres indudablemente también las van a rechazar.

“Ellos creen que duermo / ellos no saben nada de mi cueva de feldespato / ellos no saben que bajo las sábanas se celebran grandes bailes / de carpa y candelabro”. Entre el niño y los padres hay un muro que separa dos vidas.

La orientación sexual es algo que surge, algo a lo que te enfrentas de golpe, de forma natural, sin que tú la decidas, y es algo que debes asumir y desarrollar: yo podía desarrollarla o a escondidas o dentro de mi imaginación. Todo lo que no podía hacer de cara al exterior lo hacía a través de la imaginación.

¿La imaginación fue el medio a través del cual comenzar a vivir y aceptar tu homosexualidad?

Sí, fue algo así. Cuando yo crecí no había apenas referentes de cultura homosexual, no había películas o series en las que se narraran relaciones homosexuales y, por tanto, la única opción era recurrir a la imaginación. Y para mí, sin duda, la imaginación fue crucial para inventarme un mundo que no existía para mí; escuchaba canciones y no hablaban de mí, veía películas y no hablaban de mí… Así que decidí imaginarme historias que sí hablaran de mí y de mi realidad. De pequeño las imaginaba y de adolescente empecé a escribirlas.

Óscar Espirita ha publicado este verano su primer poemario. El título no deja indiferente: ‘Niño marica’. A través de sus versos, Espirita narra la experiencia de un niño señalado con el dedo por desear cintas de gimnasia artística, por cruzar las piernas, por no jugar al fútbol. Lo que sigue es una interesante y valiente conversación con el autor en torno a lareivindicación de la pluma y la defensa de tantos niños cohibidos en su comportamiento para que no les llamen nenazas. No se trata de exigir aceptación, sino absoluta normalización y respeto.

Y el “niño marica” con los años se convierte en un “adolescente maricón”, un adolescente que descubre con entusiasmo y dolor la sexualidad, definida por Espirita como un regalo peligroso, un regalo que provoca tanto placer como profundo dolor y miedo. A través de su poemario, Óscar Espirita da la vuelta al término “marica”, lo vacía de su contenido despreciativo porque “nada hay de malo en ser homosexual”, porque en verdad “lo que envuelve la palabra marica es una realidad maravillosa”, es la realidad de quien ama a alguien de su propio sexo.

Siguiendo la tradición queer, Óscar Espirita da la vuelta al término, y en Niño Marica (ediciones Hidroavión) convierte el insulto en elogio y nos demuestra que lo verdaderamente insultante es aquel que mal utiliza las palabras para insultar y despreciar aquello que le resulta diferente.

En una entrevista en torno a tu poemario ‘Niño marica’ comentabas que a través de la escritura el término “marica” había dejado de ser un insulto para ti. Sin embargo, sigue siendo una palabra altamente despreciativa.

Para mí siempre ha sido una palabra difícil, una palabra que me ha provocado mucho dolor. Las primeras veces que escribía en el folio “niño marica” me resultaba una expresión fuerte y todavía hoy, habiendo ya terminado el poemario, me sigue resultando una expresión fuerte. Sin embargo, independientemente de esto, lo que yo he intentado hacer, retomando la tradición Queer, es coger el insulto y utilizarlo en mi favor, como algo positivo, para así desactivarlo. A fuerza de usar el término “marica” y de relacionarlo con elementos positivos, creo que sí es posible desactivarlo como término insultante.

¿Crees sinceramente que es posible que algún día el término “marica” se desactive y deje de ser percibido y utilizado como un insulto?

Es más fácil que esto pase dentro de ciertos movimientos culturales que de forma general: veo socialmente complicado que se extienda su uso positivo de forma amplia y generalizada, puesto que es todavía demasiado frecuente su uso como insulto. Yo trabajo como profesor y compruebo que es muy frecuente utilizar el término “marica” como agresión y creo que desgraciadamente se seguirá utilizando de esta manera. Sin embargo, sí creo que no se debe negar la posibilidad de desactivarlo en tanto que insulto, aunque no sea una desactivación completa.

No podemos obviar el hecho de que a través del lenguaje se expresa la homofobia, el racismo, el machismo… El lenguaje nunca es inocente.

Sí, esto es evidente, aunque creo que gestos como el mío pueden ayudar, al menos, a poner sobre la mesa esta cuestión. Los lectores entienden el uso y el motivo del uso de la palabra “marica” en el libro, entienden que se trata de describir una experiencia y sobre todo de asociar este término despectivo a cosas bonitas, se trata a fin de cuentas de utilizar el término con orgullo. Si te paras a pensar todo lo que envuelve la palabra “marica”, son todas cosas bonitas y cuesta pensar que alguien pueda ver como algo negativo el hecho de ser un niño marica: ¿qué tiene de malo jugar con muñecas, desear tener una cinta de gimnasia rítmica o cruzar las piernas? No tiene ningún sentido y no hay motivo algo de que todos estos deseos y preferencias sean motivo de mofa y de insulto. Hay que darse cuenta de que aunque muchos lo utilicen como insulto, todo aquello que envuelve la palabra “marica” es maravilloso.

“¿Ves cómo no fuimos tan distintos? / El agua hacía con nuestros cuerpos / lo mismo que nos hará el paso del tiempo”. Con estos versos pareces negar la diferencia que el niño homosexual vive.

Cuando eres niño y te llaman “marica” no se refieren tanto a una determinada orientación sexual cuanto a que tu comportamiento es distinto respecto al de los otros niños; subrayan que no te comportas como teóricamente se debería comportar un niño, sino que te comportas como una niña. Con estos versos lo que quería transmitir es la idea de que a pesar de las diferencias, los niños no dejan de ser niños: por mucho que yo me comporte de forma algo diferente, no dejo de ser un niño.

Los niños viven esta supuesta diferencia por cuestiones educacionales…

El problema es que la diferencia se señala, de ahí que muchos niños se reprimen y no se muestran tal cual son. Yo, de hecho, era un niño que me reprimía en mis comportamientos y la represión no es sino consecuencia del hecho de que te ponen la señal encima, te recriminan por tu actitud diferente. Existen recriminaciones explícitas, el “no te portes así” o el “no hagas esto”, pero existen, y son las más frecuentes, las recriminaciones sutiles, implícitas, aquellas que se realizan a través de una mirada o de los comentarios a la espalda. Son sutiles, pero son señalizaciones que, aunque seas un niño, entiendes y percibes.

En esta señalización se remarca siempre negativamente la actitud femenina del niño. ¿No crees que en este reproche, junto a la homofobia, hay un gran poso de machismo?

Sí, yo creo que es absolutamente así, pues ¿qué problema hay que me comporte como una chica? Se utiliza como un desprecio decir que un niño o un joven se comporta como una chica, como si el hecho de comportarse como una chica fuera algo negativo. Lo que sucede es que todavía hoy se considera que para un hombre el ser como una chica implica ser débil, frágil y se relaciona la “feminización” con elementos negativos. En el fondo, se trata de una cuestión de machismo, aunque tampoco hay que olvidar que a las chicas se les suele atacar definiéndolas despectivamente como “marimacho”, porque se considera que una mujer no puede adoptar características propias del hombre. Ambos casos responden a la necesidad de marcar la diferencia.

Se obliga a los niños a definirse en esquemas muy fijos de roles y actitudes.

Aún seguimos anclados en el rosa y en el azul, en este binarismo de género, y todo lo que se escapa de estas dos categorizaciones es señalado y es susceptible de ser objeto de mofa.

Se trata de un binarismo que no sólo exige determinarse en uno o en otro polo, sino que borra todos los posibles matices que pueden definir a la persona.

Todo lo que sale de estos esquemas es señalado y, como profesor que trabaja diariamente con niños, te puedo decir que este binarismo sigue estando muy presente. Basta ver un catálogo de juguetes: todavía hoy sigue habiendo la parte rosa y la parte azul, todavía hoy los niños son fotografiados jugando con coches y las niñas con muñecas. En una ocasión, para ponerte un ejemplo, mi sobrino deseaba una casita, pero como se trataba de un juguete catalogado como “para niñas”, entonces lo rechazó porque precisamente “era de niñas”. Este rechazo de mi sobrino es la prueba de que los niños, desde muy pequeños, perciben que se les impone unas diferencias y que si eres niño hay cosas que no puedes hacer porque son “cosas de niña”.

Estamos hablando de los niños, pero ¿no deberíamos poner el foco en los adultos? A fin de cuentas, el niño imita la conducta de los adultos.

Los niños actúan a partir de lo que ven, intentan moverse sin ser dañados y, por tanto, escapan de toda posible conducta que pueda ser criticada. Es fundamental que desde los adultos se deje de utilizar este binarismo y se amplíen las miradas; es necesario romper con la idea de que existen unos comportamientos ligados a los hombres y unos comportamientos ligados a las mujeres.

¿Crees que todavía hay muchos padres que temen que sus hijos no respondan a estos esquemas impuestos?

Las madres asumen y entienden con más facilidad que su hijo no responda a lo que se supone que es la norma; a los padres les cuesta más. Con lentitud, cada vez más los padres tienen menos reservas y dejan que sus hijos elijan sus propios juguetes, independientemente de si son niños o niñas. Pero es un proceso muy lento y muy dispar, porque depende muy mucho del ambiente social: yo he trabajado en colegios de curas y allí encuentras una mentalidad más tradicional y completamente distinta a la mentalidad que puedes encontrar entre los padres de un colegio público.

En relación a los padres, en el poemario describes cómo el niño se siente cohibido incluso en el ambiente familiar.

En la infancia yo me he sentido cohibido, a pesar de que mi familia no era particularmente tradicional. Lo que sucede es que tú como niño temes no ser querido igual si te comportas realmente como eres, temes no ser aceptado. Es muy difícil crecer con este sentimiento, creyendo que si eres verdaderamente tú mismo vas a ser rechazado. Y este temor no nace necesariamente dentro del ambiente familiar, al menos no en mi caso; el temor nace de la realidad que te rodea, de lo que ves en la sociedad: terminas pensando que si la sociedad rechaza determinadas conductas, tus padres indudablemente también las van a rechazar.

“Ellos creen que duermo / ellos no saben nada de mi cueva de feldespato / ellos no saben que bajo las sábanas se celebran grandes bailes / de carpa y candelabro”. Entre el niño y los padres hay un muro que separa dos vidas.

La orientación sexual es algo que surge, algo a lo que te enfrentas de golpe, de forma natural, sin que tú la decidas, y es algo que debes asumir y desarrollar: yo podía desarrollarla o a escondidas o dentro de mi imaginación. Todo lo que no podía hacer de cara al exterior lo hacía a través de la imaginación.

¿La imaginación fue el medio a través del cual comenzar a vivir y aceptar tu homosexualidad?

Sí, fue algo así. Cuando yo crecí no había apenas referentes de cultura homosexual, no había películas o series en las que se narraran relaciones homosexuales y, por tanto, la única opción era recurrir a la imaginación. Y para mí, sin duda, la imaginación fue crucial para inventarme un mundo que no existía para mí; escuchaba canciones y no hablaban de mí, veía películas y no hablaban de mí… Así que decidí imaginarme historias que sí hablaran de mí y de mi realidad. De pequeño las imaginaba y de adolescente empecé a escribirlas.

Óscar Espirita.

Óscar Espirita.

Por tanto, crees que la presencia pública de referentes hoy en día ayuda especialmente a los adolescentes homosexuales a aceptar su condición y vivirla con mayor libertad.

Estoy seguro de que la presencia pública de referentes debe ayudar muchísimo, ver modelos de conducta sana es esencial. Cuando yo era adolescente, dichos modelos de conducta sana eran casi inexistentes: la primera película que yo vi con un protagonista homosexual era Philadelphia, donde se narra la muerte de un hombre por sida. En literatura, lo que leía era a Jean Genet o a Cocteau, autores magníficos que, sin embargo, en sus narraciones te llevan a los extremos de la conducta humana. De ahí que para mí era fácil relacionar mi realidad con un mundo sórdido. Hoy, por el contrario, es posible acceder a una gran cantidad de material que transmite una visión sana de lo que es la homosexualidad.

E Internet, ¿qué papel ha jugado en el proceso de visibilización de nuevos referentes?

Ha sido muy importante la irrupción de Internet, puesto que consigue que las minorías se unan aun estando lejos o aisladas en pequeñas ciudades y consigue que, por ejemplo, alguien pueda ser un marginado en clase pero una estrella en Internet. Hay youtubersadolescentes que hacen gala de su pluma  a los que empecé a seguir al escribir el libro, que tienen millones de seguidores e incluso son apoyados públicamente por grandes estrellas como Lady Gaga; te pongo como ejemplo a Lohanthony, que tiene un millón y medio de seguidores. Este chico ha hecho de su diferencia, de su feminidad, una bandera, y me parece un ejemplo perfecto de lo que reivindica Niño marica. En parte se ha terminado aceptando al colectivo siempre y cuando consigan mimetizarse con la heteronormalidad, siempre que no llamen demasiado la atención; he escuchado un montón de veces cómo me decían: “A mí los homosexuales que son así como tú no me importan, pero con las locas no puedo”. La pluma es rechazada incluso dentro del colectivo homosexual, los perfiles de las páginas de contactos piden que no se tenga pluma. ¡Me encantaría que con Niño Marica la gente consiguiese reafirmarse  y aprendiese a valorar su diferencia!

Resulta, sin embargo, paradójico que la mayor presencia pública de referentes sea paralela a un auge de la homofobia entre los más jóvenes.

Lo que sucede es que en las aulas no se habla de la homosexualidad; yo no me canso de repetir que es imprescindible que en los libros de texto de los niños aparezcan representadas familias homosexuales con total normalidad; es necesario que a los niños se les lean cuentos y se les enseñen películas en los que haya personajes homosexuales porque, de lo contrario, la homosexualidad seguirá apareciendo como algo extraño, como algo de lo que no se debe hablar. Si no se cambia el modelo educativo de los más pequeños, poco se puede hacer en la adolescencia para combatir la homofobia: los adolescentes no homosexuales viven al margen de esta realidad, siguen sin acceder a materiales como películas o libros que hablen del tema y, si no la condenan, la viven desde la indiferencia.

Si antes decíamos que había que poner el foco en los adultos, ahora podríamos decir que hay que poner el foco en la educación de la comunidad heterosexual para que consuman dichos materiales a los que aludes.

Exacto, hay que poner el foco en los niños y sobre todo en los adultos heterosexuales. Yo nunca he tenido ningún problema cuando he dicho que soy homosexual, pero creo que todavía hoy para muchos heterosexuales la cultura homosexual es una cultura ajena y, por ello, se sigue preguntando a los niños si tienen novia y a las niñas si tienen novio; en ningún momento se piensa que puede haber otras opciones. Aquí es donde hay que atacar el problema para que se asuma como algo habitual el hecho de que hay otra forma de amarse y otras formas de relaciones.

Un amigo homosexual me comentaba que el término “aceptación” que utilizan muchos heterosexuales para referirse a la homosexualidad es la prueba evidente de la falta de normalización.

A mí el término “aceptación” me pone muy nervioso, porque yo no quiero que me acepten, yo no necesito la aceptación del otro, necesito el respeto. La aceptación implica un proceso de acogimiento, incluso de relajación frente a un determinado hecho, la aceptación implica siempre que hay un problema que debe ser asumido. Y en el tema de la homosexualidad no hay problema alguno.

El poemario, dividido en dos partes, pasa de ‘Niño Marica’ a ‘Adolescente Maricón’, en el que se describe no muy amable el descubrimiento de la sexualidad.

Cuando llegas a la adolescencia te das cuenta de que el apelativo “marica” que te ha acompañado desde la infancia tiene que ver con el hecho de que te gustan los chicos, algo que no está del todo bien visto por mucha gente. El adolescente se da cuenta de que está descubriendo algo maravilloso como es el deseo y la atracción sexual, pero a la vez percibe este descubrimiento como algo doloroso; yo, de hecho, en el poemario defino el deseo sexual como un regalo peligroso: es algo que seduce, pero que muerde. De adolescente observaba cómo cuando se veía un beso entre dos hombres en televisión, el comentario de algunos miembros de mi familia era “¡qué asco!”, y recuerdo especialmente una experiencia en el cine: fui a una sala con un par de amigas a verKrampack. La sala estaba llena de adolescentes y lo que viví allí fue horrible, porque, por un lado, me sentía identificado con la película e incluso sentía placer erótico por lo que estaba viendo, y, por otro lado, era testigo de cómo la sala empezaba a gritar “maricones” en contra de los protagonistas. Ante esto, lo que te surge es temor al rechazo, vives la sexualidad de forma muy problemática.

En cierta manera este temor lleva a preguntas del tipo de: ¿por qué me ha tocado a mí?, ¿por qué yo no soy como los demás?

Es terrible, sobre todo porque son preguntas que no tienen ni sentido y ni motivo de ser. ¿A quién le importa lo que a mí me gusta? Con el paso de los años, me ha dado rabia haberlo pasado tan mal durante esos años y, precisamente por esta rabia, he escrito el poemario: con Niño marica he querido hacer algo bonito de toda aquella experiencia, necesitaba desprenderme de todas aquellas cosas negativas que estaban ligadas a algo, la homosexualidad, que sin embargo es maravilloso.

“Era tan fácil cuando aún podíamos tocarnos”, escribes remarcando una vez más el dolor que supone el descubrimiento de la sexualidad.

En la adolescencia, abrazarte con un chico o tocarte significa otra cosa, ya no es tan inocente como en la infancia. La adolescencia es aquel momento en el que te das cuenta de que tu amigo, con el cual has jugado hasta ahora, ya no es sólo un amigo, porque hay algo en su mirada y algo en la tuya que hace que ni él ni tú seáis los mismos de antes.

Y respecto a la mirada, escribes: “Soy invisible a los ojos / de los hombres a los que amo”.

Creces con la sensación de que estás absolutamente solo y que eres el único homosexual; los chicos que te gustan forman parte de tu grupo de amigos y la mayoría son heterosexuales, así que la posibilidad de elegir es poca. Y esto se acrecienta en las pequeñas ciudades: te conviertes en invisible porque los demás chicos no te ven desde una perspectiva sexual, que es como tú sí que los ves a ellos.

No crees que, junto a la invisibilidad, por cuestiones de perspectiva sexual, se añade una invisibilidad motivada; todavía hoy hay lectores que, ante libros de temática LGTBI, se sienten incómodos. Todavía la cultura LGTBI no cala en la formación del heterosexual.

Para una persona homosexual es normal crecer y formarse con libros y películas que reflejan la realidad heterosexual y, sin embargo, parece ser que para enfrentarte a un libro de temática homosexual debes ser homosexual. Y no nos damos cuenta de que el lector se abstrae de la historia y se queda con los sentimientos y con la idea que sustenta la historia: cuando yo leo o veo películas que gravitan en torno de personajes heterosexuales me identifico y me emociono, porque voy más allá de la historia. Las historias son concretas, pero las emociones son universales, de ahí que la tendencia sexual de los personajes sea lo de menos. Sin embargo, sí es cierto que hay un rechazo frontal por parte del público heterosexual ante la ficción homosexual y, al final, lo que se consigue es que la literatura LGTBI se circunscriba a un gueto.

De hecho, ‘Niño Marica’ puede leerse también como la experiencia de un niño que sufre el aislamiento y una experiencia similar a la del ‘bulling’, que no tiene que ver únicamente con la homofobia, sino con el racismo o con el desprecio, por cuestiones físicas o estéticas, por el diferente.

Yo no he sufrido un verdadero bulling tal y como se lo define hoy en día. Mis compañeros de clase se metían conmigo, me llamaban “marica”, pero no era algo muy patente. He sufrido alguna agresión, pero fueron excepciones. De hecho, con el libro, más que debulling así entendido, quería hablar de la represión que un niño siente por el ambiente y la realidad que le rodea y por la conciencia de que lo que él tiene es algo malo. Yo, como te decía, disimulaba y me cohibía, pero veía chicos mucho más afeminados a los que se les pegaba porque resultaban mucho más visibles. Verlo resultaban violento porque te hacía temer todavía más, tenías miedo a ser descubierto y conseguía que te cohibieras aún más.

Pero no podemos pensar sólo que el ‘bulling’ se define por la violencia física: el insulto, el aislamiento, la mofa son también formas de violencia.

Sí, es verdad. Lo que sucede que el término bulling remite a la agresión física, pero sí es cierto que la violencia y la represión se ejercen de formas distintas.

De ahí, el miedo a reconocer pública y abiertamente la propia orientación sexual…

Sí, además, con Niño Marica quería plantear que definir a los niños desde muy pequeños por sus gustos y actitudes puede llevar a grandes errores. Ser niño marica no impide ser de mayor un adolescente y un adulto heterosexual; hay mucha gente que tiene pluma y es heterosexual y para ellos es un absoluto martirio que constantemente se esté dudando de su heterosexualidad. Pienso en casos como el de Mario Vaquerizo, porque debe de ser muy duro que constantemente se ponga en cuestión tu tendencia sexual por tu forma de comportarte o por tu amaneramiento.

En este sentido, son interesantes los ‘queer estudies’ al replantear categorías como la del género y la tendencia sexual.

Yo sigo bastante los queer studies, me interesan particularmente en tanto que desmontan la definición de hombre y mujer y sus supuestos comportamientos. Los queer studiesparten de la idea de que la identidad de género es una construcción social como también lo son los comportamientos sociales que adopta cada uno de los dos géneros. A mí me parece fascinante lo que se propone desde estos estudios, pero la sociedad está tan lejos de todo lo que ellos proponen que resulta muy difícil que estas teorías calen.

Yo no me imagino a la sociedad en tropel leyendo a Judith Butler.

No, desde luego que no.

Ojalá…

Ojalá algún día.

10.000 rostros sin etiqueta sexual

Lily-Rose Depp entre otros dos activictidas de la campaña #SelfEvidentProjec

Lily-Rose Depp entre otros dos activictidas de la campaña #SelfEvidentProject. / INSTAGRAM

We Are You. Tres palabras que resumen mucho. Dos en castellano: Somos tú. Éste es el eslogan del nuevo movimiento que ya sea en la Red o en Hollywood está dando la cara por todos aquellos a quienes las etiquetas sexuales les quedan grandes y no se sienten ni 100% heterosexuales ni 100% homosexuales. Rostros como los de Johnny Depp, Cara Delevingne, Kristen Stewart, Amber Heard, Miley Cyrus y ahora Lily-Rose Depp, la última en sumarse a un movimiento que con el título de #SelfEvidentProject lucha por que se respete la tendencia sexual de las personas aún cuando ésta sea cambiante.

La iniciativa comenzó hace tres años cuando iO Tillett Wrightempezó a fotografiar rostros “no de hombres o mujeres sino de individuos”, sin interesarle su orientación sexual. “Todos somos iguales, todos somos únicos”, fue el espíritu de su obra y su lema en la vida. Así lo vivió desde niña, cuando un día quiso ser niño. Tenía seis años y fue fácil: se rapó la cabeza y jugó al balón. Más adelante se sintió cómoda con su cuerpo y quiso volver a ser mujer.

Quien por voluntad propia se define como actor (en masculino) y fotógrafa (en femenino) quiere que los demás se sientan igual de cómodos que ella y puedan escapar de los tabúes en lo que se refiere a la sexualidad. Por eso, Tillett Wright defiende lo que llama fluidezsexual.

Su idea es conseguir 10.000 rostros de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales y aquellos que se lo están pensando y llevarlos a Washington, al estilo de una performance, como un recordatorio al Gobierno estadounidense de un colectivo que no quiere ser encasillado. “Incluso si te sientes un 1% gay, quieres que saque tu foto”, recordó la artista que se acerca a su meta con más de 9.960 fotografías.

La última en sumarse a esta lista ha sido la hija de Johnny Deep y Vanessa Paradis, la joven Lily-Rose, quien a sus 16 años ha confirmado que no se siente 100% heterosexual. “Estoy muy orgullosa de que mi niña @lilyrose_depp. haya decidido formar parte de @selfevidentproject porque se siente en algún punto de este vasto espectro”, señaló la fotógrafo y activista. Sus palabras acompañaban la foto de Wright con Lily-Rose a caballito a su espalda. La hija del actor y la cantante no ha hecho ninguna declaración pública que determine su orientación sexual más allá de su participación en esta serie fotográfica con una causa. Lily-Rose es en la actualidad modelo y el nuevo rostro de Chanel. Su padre había posado con anterioridad en apoyo de este proyecto luciendo un parche con el lema de “We Are You” en sus vaqueros, un gesto que ahora es interpretado como el apoyo incondicional de un padre hacia la orientación sexual de su hija.

Todo queda en familia porque Tillett Wright es una buena amiga de Amber Heard, nueva esposa de Depp además de madrastra de Lily-Rose y conocida por su bisexualidad antes de contraer matrimonio con el intérprete.

Una lista de lo más variada

La instantánea de Lily-Rose es la última fotografía en esta colección pero no es la primera que sale del armario a través de esta iniciativa. La también actriz Olivia Thirlby utilizó este foro para hacer pública su bisexualidad lo mismo que el concejal neoyorquino Corey Johnson, que compartió su primera vez en este foro. Wright también ha escogido como objeto de su cámara a personas que no pertenecen al colectivo de homosexuales, lesbianas, transexuales y travestis pero que se identifica con la causa . Como dijo a la prensa, “sería un error dejarlos fuera”.

En el béisbol y en el rugby profesional también hay gays

DEPORTES  David Denson y Michael Sam los primeros en salir del armario

  • Michael Sam (EEUU) y el británico Keegan Hirst han reconocido su condición sexual

  • Jugadores en activo en sus respectivas ligas, han contando con todo el apoyo

  • Quienes les precedieron tuvieron que dejar la competición

  • Los 50 homosexuales más influyentes de España

David Denson se convirti en el primer jugador de béisbol en activo de un equipo de la Major League de EEUU en salir del armario Instagram

David Denson se convirti en el primer jugador de béisbol en activo de un equipo de la Major League de EEUU en salir del armario Instagram

El día anterior a que David Denson se convirtiese en el primer jugador de béisbol en activo de un equipo de la Major League de EEUU en salir del armario, Michael Sam, el primero que lo hizo en la liga de fútbol americano, decidía alejarse de su carrera profesional por cuestiones de salud mental. Veinte meses de lucha en un mundo tan cerrado como el del deporte, todavía incapaz de gestionar la homosexualidad de sus jugadores, habían sido suficientes para disuadirle de sus aspiraciones. “Cuando salió del armario no tenía ni idea de lo que le esperaba”, aseguró el entrenador jefe de los Montreal Alouettes, el equipo de Sam. Y tenía razón. Sam había conseguido el apoyo de su equipo, el cariño de sus compañeros y la aceptación del público, que le paraba para darle la enhorabuena por su valentía, pero no fue suficiente. La presión pudo con él.

La valentía de Denson

El caso de Denson se parece mucho al de Michael Sam. Cansado de tener que vivir una doble vida, fue un compañero el que le dio el empujón que necesitaba para salir del armario. Sin querer, se dirigió a él con un apelativo poco cariñoso para referirse a los gays, cosa que sentó muy mal a Denson y le animó a sincerarse delante de sus compañeros. “No quería presionar a nadie”, asegura Denson. “Solo pretendo dar todo de mí en el deporte y ver hasta dónde soy capaz de llegar”. Cuando finalmente reconoció que era gay, tenía ya a todo el equipo prestándole atención. “Fue increíble”, declaró al Milwaukee Journal Sentinel, “saber que mis compañeros me apoyan en esta situación y que me juzgan como persona y no por mi sexualidad significa mucho para mí”.

Las ‘diferencias’ se pagan caras

El mismo fin de semana en que Denson hacía historia en la liga de fútbol americano, Keegan Hirst se convertía en el primer jugador en activo de la liga británica de rugby en reconocer públicamente su homosexualidad. El destino quiso que coincidieran dos jugadores en su momento álgido de gloria profesional y en dos deportes de gran repercusión mediática en sus países de origen y donde la imagen de macho resulta esencial. Un ambiente fervientemente masculino y competitivo en el que las “diferencias” se pagan caras.

No sería el primer caso de deportista que sale del armario y trunca su carrera profesional. El mismo ambiente en el que, paradójicamente, Hirst comenzó a sentirse libre.”Tuve una esposa e hijos. He sido constructor, portero y he trabajado en fábricas. ¿Cómo podría ser gay?”, se sinceró al Sunday Mirror. “La primera vez que me sentí libre de ese tormento fue cuando entré en un campo de rugby”.

“Al principio no podía ni siquiera pensar: ‘soy gay’. Ahora siento como si hubiese dejado escapar una bocanada de aire que lleva aguantando demasiado tiempo”. Hirst, criado en una región al sur de Leeds, se había dejado llevar por lo que la sociedad considera ‘normal’. “Con 16 años te obliga a tener una novia y acostarte con ella, sobre todo si eres jugador de rubgy. Me convencí a mí mismo de que no podía ser gay, de que era imposible“. Afortunadamente, un buen día tocó techo, se divorció de su mujer y decidió hacer frente a su nueva vida. “Ahora me siento libre”, declara con convicción. “Me siento cómodo en mi propia piel, probablemente por primera vez en la historia”.

Tanto uno como el otro han obtenido el apoyo de sus compañeros de equipo, de las organismos federados, de los hinchas y de la opinión pública, pero esto no es suficiente. Martin Owens, el fundador del primer equipo de rugby LGTB del mundo, tiene claro cuál es el camino. “Es estupendo que un deportista salga del armario, especialmente para que la gente joven puedan verse reflejada en alguien como ellos y darse cuenta de que pueden practicar deporte sin necesidad de esconder quiénes son en realidad”.

La televisión normaliza la transexualidad

  • ‘Orange Is the New Black’, ‘Transparent’ o ‘I Am Cait’ ayudan a dar visibilidad al colectivo
Laverne Cox, en una imagen de la tercera temporada de 'Orange Is the New Black'.

Laverne Cox, en una imagen de la tercera temporada de ‘Orange Is the New Black’.

De la misma forma en que la figura de un presidente de EE UU negro en la Casa Blanca se hizo popular en numerosas series de televisión antes de la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, el cine y la televisión también han tomado la delantera a la sociedad estadounidense a la hora de cambiar el sexo de su programación. La transexualidad tiene una visibilidad sin precedentes en las producciones televisivas, algo que se hizo notar incluso antes de queCaitlyn Jenner hiciera público su nuevo cuerpo como mujer.

“Llegué sin expectativas, confiando en contar con otro trabajo. Y, de repente, es un fenómeno cultural”, asegura Laverne Cox a EL PAÍS, recordando ese punto de partida hace algo más de dos años en el que para esta actriz transexual comenzó a rodar el balón. La intérprete de Orange Is the New Black se ha convertido en el rostro de los transexuales. Lo mismo que ocurre con Jenner, conocido durante años como el atleta olímpico Bruce Jenner y patriarca del clan Kardashian antes de completar este año su cambio de sexo. Oincluso con Jeffrey Tambor, actor ganador del Globo de Oro por dar vida a un transexual en la serie Transparent. El de su personaje fue un look popular entre los aficionados en la Comic-Con de San Diego el pasado julio, donde muchos optaron por ponerse las ropas de Maura, su personaje.

¿Moda pasajera o reflejo de una realidad social? Todos los mencionados prefieren ver este auge público de transexuales en la pequeña pantalla como una evolución cultural en la que esperan que no haya vuelta atrás y que ofrezca nuevos modelos con los que identificarse a aquellos entre el público que luchan por encontrar su identidad sexual.

“Estamos enamorados de Caitlyn”, afirmó Tambor ante la Asociación de Críticos de Televisión al presentar la segunda temporada deTransparent, programa que defiende este año un total de 11 candidaturas a los premios Emmy, incluida la de este actor. “Nuestra cultura ya comprende al menos las bases de la transexualidad”, añadió Jill Soloway, creadora de la serie, para la que se inspiró en sus propias vivencias, cuando su padre anunció que era transexual.

Viendo las cifras de audiencia con las que debutó en julio el programa de telerrealidad I Am Cait, centrado en la transformación de Bruce en Caitlyn Jenner, la televisión ha sacado algo más que un mero aprobado en su transformación sexual. La serie arrancó con más de 2,7 millones de telespectadores, cifra a la que hay que sumar el éxito no sólo de crítica, sino de público, de Orange Is the New Black o de Transparent. La tendencia se extiende al cine: el papel del transexual de Dallas Buyers Club llevó a Jared Leto al Oscar hace un año, y esta edición podría situar de nuevo entre los candidatos a Eddie Redmayne por su trabajo como mujer en The Danish Girl.

Claro que aquellos que sólo ven en la transexualidad televisiva una moda prefieren fijarse en el desplome de audiencia que vivió I Am Cait tan sólo una semana más tarde, cuando bajó a 1,29 millones de telespectadores.

O las frustraciones de las que se hizo eco la propia Soloway cuando recordó ante la crítica estadounidense que los transexuales deben contar sus propias historias. “El problema es que hay muy pocos transexuales en la industria”, recordó alguien que, queriéndoles dar una voz, ha contratado a un guionista transexual para que trabaje enTransparent en esta segunda temporada.

Pasos dentro de un mundo tradicional

Pese a la popularidad que ha conseguido gracias a Orange Is the New Black, Laverne Cox todavía tiene que pelear por lograr alguno de los pocos papeles de transexuales en Hollywood.

Tanto Cox como Trace Lysette, transexual que trabaja en Transparent, han participado en capítulos piloto. Ninguno de ellos ha pasado a serie, pero el hecho de haber intervenido ha resultado gratificante. “De natural, este negocio es muy tradicional y no se arriesga”, recuerda Cox antes de elogiar a medios como Netflix, plataforma que ve como gran factor en esta apertura al hacer una televisión más arriesgada.

«A mí otras mujeres no me van a decir qué es digno y qué no lo es»

MONTSE NEIRA  PROSTITUTA E INVESTIGADORA SOCIAL

Después de trabajar de dependienta, de mujer de limpieza y de camarera, Montse Neira (Barcelona, 1960) decidió probar suerte con la prostitución, con la cual pudo costearse sus estudios de Ciencias Políticas. Cuenta su experiencia en el libro «Una mala mujer» y es una de las voces más notables a favor de los derechos de las trabajadoras sexuales.

MONTSE NEIRA PROSTITUTA E INVESTIGADORA SOCIAL

¿Qué supone la decisión de Amnistía Internacional?

El paso es muy importante, porque es una entidad con mucho peso, pero no supone que los Estados vayan a actuar de acuerdo con esa premisa, por lo que queda mucho trabajo todavía. Pero sí que nos da a las personas que ejercemos la prostitución una herramienta para poder denunciar, lo cual no es poco, ya que somos uno de los colectivos más estigmatizados. No existimos. Además, el estigma lo que conlleva es que nos sintamos culpables, sintamos miedo, vergüenza… es lo que realmente nos hace vulnerables.

¿Cuál es la importancia de no perseguir al cliente?

Es que si se criminaliza a los clientes, ¡nos quitan el pan! Con la premisa de que sea un pacto consentido entre adultos, no se puede perseguir a una persona porque quiera pagar por sexo.

Los defensores de la prohibición ya han puesto el grito en el cielo…

Que se metan en sus asuntos y nos dejen tranquilas. Ahora ya nos acusan a las activistas proderechos de tener detrás a la industria del sexo. No se puede entender si no es por esos prejuicios y esas moralidades que les persiguen. Pero mira, a mí la dignidad como persona no me la da o me la quita nadie desde una posición de privilegio; con mi vagina, mi boca y mis manos hago lo que quiero. Y otros trabajos, que pueden ser muy dignos y aceptados, a mí no me dan de comer ni cubren mis necesidades básicas.

¿Qué le ha aportado a usted el trabajo sexual?

Yo empecé porque quería dejar de ser pobre y dejar de trabajar con cosas que me enfermaban. Me arriesgué y me salió bien, y además me di cuenta de que estaba bien, ganaba dinero, tenía una vida digna, cubría mis necesidades básicas y me podía permitir algún capricho y todo. Y con mis clientes estaba bien y con las demás relaciones sexuales también. ¿Acaso estaba haciendo algo mal, como algunas me querían hacer creer? Es entonces cuando me empoderé, me quité la vergüenza y empecé a dar la cara. A mí otras mujeres no me van a decir qué es digno y qué no es digno.

La resolución de AI incluye a los burdeles. ¿Qué le parece?

Es un asunto más complicado, porque yo he trabajado en burdeles y ahí sí que hay mucha explotación. Yo siempre digo que, si se legalizan tiene que ser para que la persona que ejerce la prostitución en un local sea la que decida las prácticas sexuales que quiere hacer y los clientes con los que quiere trabajar. Esa es la premisa que tenemos las independientes y la verdad es que en los burdeles no siempre se cumple.

Hallan signos de la transexualidad en el cerebro

Artículo publicado en Tendencias21

La sustancia gris de mujeres y hombres transexuales presenta características de masculinización y feminización respectivamente, revela un estudio

Investigadores de varios centros españoles han analizado el grosor de la corteza cerebral de personas transexuales, antes de someterse a tratamiento hormonal. Sus hallazgos han revelado una feminización de la corteza en el caso de hombres que se sienten mujeres y ciertas diferencias en las estructuras subcorticales cerebrales de las mujeres que se sienten hombres, lo que sugiere que esta condición humana tendría una raíz biológica.

Para profundizar en las raíces biológicas de la transexualidad, expertos de la Universidad Nacional de Educación a Distancia(UNED), en colaboración con el Hospital Clínic, la Universidad de Barcelona y el instituto IDIBAPS, han analizado cómo es el grosor de la corteza cerebral de las personas transexuales antes de someterse al tratamiento hormonal.

”Hasta el momento se había estudiado de qué forma varía este grosor en función del género, pero nunca en personas transexuales”, asegura Antonio Guillamón, investigador del departamento de Psicobiología de la UNED y autor del estudio publicado en Cerebral Cortex.

Partiendo de que la corteza cerebral en mujeres es más gruesa que la masculina -en las regiones frontales y parietales del cerebro- los expertos han descubierto diferencias en mujeres y hombres que viven con otra identidad sexual.

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores seleccionaron a 94 personas, que incluían a 24 mujeres y 18 hombres transexuales (ninguno de los dos grupos había iniciado el tratamiento hormonal) y 29 hombres y 23 mujeres que no lo eran.

Por medio de técnicas de neuroimagen, la investigación revela que el grosor de la corteza cerebral de hombres que se sienten mujeres es diferente respecto al resto de varones y similar al grosor de la corteza femenina.

Signos de masculinización y feminización

En el caso de las mujeres transexuales no hay diferencias respecto a las demás mujeres, lo que significa que el espesor del tejido se corresponde con su sexo biológico.

No obstante, los investigadores han descubierto que uno de los núcleos subcorticales del cerebro de estas pacientes sí muestra una masculinización, ya que su volumen es similar al masculino.

“Estos datos indican que la sustancia gris de mujeres y hombres transexuales presenta signos de masculinización y feminización respectivamente”, señala Guillamón.

En ambos casos, las diferencias respecto a su sexo biológico se localizan en regiones cerebrales del hemisferio derecho.

Según el experto, la causa de esta distinción hemisférica podría remontarse al desarrollo cerebral de estas personas, “momento en que se produjo una asimetría en el efecto de los andrógenos, las hormonas sexuales masculinas”.

Referencia bibliográfica:

Leire Zubiaurre-Elorza, Carme Junque, Esther Gómez-Gil, Santiago Segovia, Beatriz Carrillo, Giuseppina Rametti y Antonio Guillamón. Cortical Thickness in Untreated Transsexuals, Cerebral Cortex, agosto 2012. DOI:10.1093/cercor/bhs267.

¿Hombre o mujer? Microestructuras neuronales definen nuestra identidad sexual

Artículo publicado en Tendencias21

Un descubrimiento señala que la transexualidad tiene una base biológica

Sentirse hombre o mujer no siempre coincide con el sexo biológico. ¿Por qué razón? Un estudio de la Universidad Médica de Viena ha revelado que la causa podría estar en el cerebro. En él se ha descubierto que hombres y mujeres poseen ciertas microestructuras de conexiones neuronales diferenciadas. Y que esas microestructuras, en el caso de los transexuales, se sitúan en una posición intermedia entre ambos sexos. El hallazgo, como otros realizados previamente sobre cerebro y transexualidad, sugiere que esta condición humana tiene una base biológica. Por Marta Lorenzo.

La transexualidad se define como la identificación de una persona con el sexo opuesto a su sexo biológico, y es una condición que socialmente no suele comprenderse bien. La ciencia, sin embargo, ha dado en los últimos tiempos algunas respuestas a esta característica.

Por ejemplo, en 2012, un equipo de investigadores de varios centros españoles, tras analizar el grosor de la corteza cerebral de personas transexuales, descubrió que se da una feminización en dicha corteza en el caso de hombres que se sienten mujeres, y ciertas diferencias en las estructuras subcorticales cerebrales de las mujeres que se sienten hombres.

Ahora, otro estudio realizado en la Universidad Médica de Viena por varios neurocientíficos ha demostrado que la identidad sexual (el hecho de sentirse hombre o mujer, independientemente del sexo biológico que en realidad se tenga) se refleja en la forma de las conexiones neuronales entre diversas regiones cerebrales.

Diferencias cerebrales

Mientras que el sexo biológico se manifiesta generalmente en el aspecto físico, la identidad individual de género no es siempre discernible con claridad.

Dado que el cerebro es el responsable de nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, diversos centros de investigación de todo el mundo están buscando la representación neuronal de la identidad sexual.

Dirigido por el investigador Rupert Lanzenberger y publicado en la prestigiosa revista Journal of Neuroscience, el presente estudio halló conexiones neuronales relacionadas con la percepción de la identidad de género.

En la investigación participaron personas transexuales y otros sujetos de un grupo de control femeninos y masculinos, que se sentían identificados con su sexo biológico. Los cerebros de todos ellos fueron examinados con la técnica de tomografía de resonancia magnética (TRM), que consiste en influir en los átomos de hidrógeno presentes en el organismo (en este caso, en el cerebro) con campos magnéticos. La respuesta de dichos átomos da información sobre el tejido en que estos se encuentran. Mediante un ordenador, esa respuesta es interpretada para generar representaciones de dichos tejidos.

Este análisis reveló, por un lado, que existen diferencias significativas en la microestructura de las conexiones cerebrales entre hombres y mujeres. Por otro, que las conexiones cerebrales de las personas transexuales estarían en una posición intermedia entre las de ambos sexos.

En tercer lugar, el estudio permitió detectar una fuerte relación entre esas redes de conectividad neuronal y los niveles de testosterona medidos, en la sangre de los individuos sometidos a este estudio.
Según Lanzenberger, todos estos resultados “sugieren que la identidad sexual está reflejada en la estructura de las redes neuronales que se forman bajo la influencia moduladora de las hormonas sexuales, en el transcurso del desarrollo del sistema nervioso”.

Una condición biológica

En la investigación de 2012, realizada como se ha dicho por científicos españoles, se llegó a una conclusión similar. Según los investigadores, en las personas transexuales el desarrollo cerebral se habría visto condicionado en el “momento en que se produjo una asimetría en el efecto de los andrógenos, las hormonas sexuales masculinas”.

Como consecuencia, el grosor de la corteza cerebral de hombres que se sienten mujeres sería diferente respecto al resto de varones y similar al grosor de la corteza femenina. En el caso de las mujeres transexuales, dado que no había diferencias respecto a las demás mujeres en lo que a grosor de la corteza se refiere, se descubrió que uno de los núcleos subcorticales del cerebro de estas pacientes sí mostraba una masculinización, ya que su volumen era similar al masculino.

Los hallazgos fueron realizados en este caso por medio de técnicas de neuroimagen. Estos dos trabajos sugieren que la condición humana de la transexualidad tendría una raíz biológica.

Más claves en el síndrome del miembro fantasma

En 2008, otra investigación más, en este caso realizada por expertos de la Universidad de California en San Diego(EEUU) descubrió que los transexuales que han modificado su condición sexual de hombre a mujer mediante la extirpación del pene padecen el conocido como “síndrome del miembro fantasma ” (sensación de que un miembro que ha sido amputado sigue conectado al cuerpo y funcionando con el resto de éste) en mucha menor medida que los hombres que han sufrido la extirpación del pene por otras causas.

Los investigadores sugirieron entonces que esta diferencia podía deberse a que exista una imagen predeterminada de género específico en el cerebro de los transexuales que no se corresponda con el género externo. Afirmaron asimismo que antes del nacimiento, el cerebro de estas personas habría desarrollado una imagen del cuerpo que podría no corresponderse en todos los casos con la expresión fisiológica del individuo.

Este hecho permitiría comprender mejor el mecanismo por el cual existe la transexualidad, que por tanto debería ser entendida no como una “anomalía”, sino como una parte natural del espectro del comportamiento humano, concluyeron los científicos.

Referencias bibliográficas:

Kranz GS, Hahn A, Kaufmann U, Küblböck M, Hummer A, Ganger S, Seiger R, Winkler D, Swaab DF, Windischberger C, Kasper S, Lanzenberger R. White matter microstructure in transsexuals and controls investigated by diffusion tensor imaging. Journal of Neuroscience (2014). DOI: 10.1523/JNEUROSCI.2488-14.2014.

Leire Zubiaurre-Elorza, Carme Junque, Esther Gómez-Gil, Santiago Segovia, Beatriz Carrillo, Giuseppina Rametti y Antonio Guillamón. Cortical Thickness in Untreated Transsexuals, Cerebral Cortex (2012). DOI:10.1093/cercor/bhs267.

 

«Barcelona ha tapado la movida barcelonesa de los 70»

Entrevista publicada en Murray Magazine

Nazario Luque

Nazario Luque

Entrevista a Nazario Luque

Nazario Luque (Castilleja del Campo, 1944) ha sido etiquetado como el padre del underground español. En los 70 y los 80, junto a artistas como Ocaña o Mariscal, liberalizó de tabúes a Barcelona con sus cómics de temática sexual y erótica de tendencia gay. Todo había empezado en 1972, cuando Nazario llegó a Barcelona y formó el grupo el Rrollo junto a otros dibujantes y diseñadores. Su hábitat era una comuna donde creaban y editaban sus propias obras. Eliseo Trenc, historiador del arte, dijo que «los dos valores morales fundamentales instituidos en la sociedad española tradicional, la virginidad femenina y la abstinencia sexual, serán sistemáticamente puestos en ridículo por Nazario en sus primeras obras». Nazario nos recibe en su piso de la Plaça Reial la tarde de la verbena de Sant Joan ante un calor apabullante. Hace pocos días que ha inaugurado en el Ocaña la exposición ‘La Plaça Reial y su gente’ en la que muestra diferentes fotografías que ha hecho de la plaza durante los últimos 20 años. Y cada día la sigue fotografiando desde su ventana esquinada.

En una de sus historietas, titulada ‘Helena’, pone en boca de la protagonista las siguientes palabras: «Sé que me quedaré sola aquí, mirando las palmeras, sin esperar a nadie, en esta plaza ocre y gris de ventanas iguales; de balcones y arcadas y farolas y balaustradas y palomas iguales… sólo las palmeras, los locos, los alcohólicos y la gente perdida que viene aquí a refugiarse son diferentes». ¿De la Plaça Reial le llama más la atención la gente y las vivencias que alberga o la belleza del lugar?

Bueno, mi salamanquesa ha tenido una niña. ¿Sabes qué es una salamanquesa?

Sí, sí. El pequeño dragón…

Todos los años se pone aquí en la ventana y este año he observado que tiene una pequeña. Aparece en primavera, toma el sol en la ventana y ahora hace cinco o seis días me fijé que le acompaña una pequeña. Las palmeras tienen unas flores blancas preciosas. Lo que me llama la atención de esta plaza es la visión global, estas pequeñas cosas. Claro que también la gente exótica. Por ejemplo, una despedida de soltero que acaba con un tío desnudo bañándose en la fuente de la plaza. O los hooligans que montan un escándalo horroroso los días de partido de Champions. O las fiestas de la Mercè, els Correfocs… De hecho, en mi exposición en el Ocaña no hay ningún drogado, sino una variedad de personajes que he observado.

¿Le sigue sorprendiendo cada día la Plaça Reial?

Sí, porque hay un montón de cosas que varían en ella y mi visión hacia ella va cambiando conforme me hago mayor. Mis amigos alcohólicos antes andaban y eran jóvenes, y ahora van en silla de ruedas y son más mayores. Los capoeiras cada día siguen haciendo sus espectáculos. Eso sí, antes los espectáculos que se hacían en la Plaça Reial eran más variados. La policía va contra los capoeiras a causa del ruido que hacen y eso acaba significando que va contra todo tipo de espectáculos.

El turismo parece que también ha invadido este rincón de Barcelona.

Sí, por supuesto. Sufro un piso ilegal de turistas aquí al lado. Esto todo el mundo lo ve y lo sufre. Es irreversible. Y para el ciudadano normal solo genera molestias. Yo mismo tengo molestias para comprar en La Boquería y a cambio nadie me ofrece un espacio alternativo donde poder adquirir esos productos tranquilamente. La panadería está llena de gente pidiendo bocatas y tardan un mundo en servir el pan, etcétera. Salir por la puerta de este edificio es complicado porque siempre está lleno de mesas y sillas. Barcelona ha sufrido una lloretización.

Cuando sale a tomar algo, ¿hace vida aquí en la plaza o va a otros lugares de la ciudad?

Rara vez paso de Plaça Catalunya para arriba. Y para mí el puerto es como si fuera Sitges, algo lejano. Cuando salgo con amigos suelo ir al Ocaña, que es el único sitio en el que se puede estar. Aunque yo suelo comer en casa. Además, yo desde que dejé de beber me aburro en los bares. Me levanto temprano y me voy a dormir temprano. Estoy todo el día aquí leyendo, mirando el ordenador, tomando las fotos, escribiendo.

¿Cree que ese chaval de treinta años que llegó a Barcelona y se quedó a vivir aquí, ahora también se quedaría a vivir en la Barcelona actual?

Igualmente Barcelona es una de las ciudades que más me gustan de España. Sigue teniendo un encanto. Todas las ciudades emblemáticas están invadidas por el turismo. Los alrededores del Alcázar de Sevilla no difieren mucho de los de la Sagrada Familia. El turismo es una epidemia que se está extendiendo por todos los lados. Seguiría prefiriendo vivir en Barcelona que en Madrid, que no me gusta nada.

¿De esa Barcelona ‘underground’ de los años 70-80 queda algo?

Hay que cuestionar qué era underground. Le llamábamos así porque lo que hacíamos no se podía publicar, ni representar ni proyectar en ningún sitio y nos teníamos que buscar la vida con nuestros medios. Ahora este tipo deunderground ha encontrado su forma de expresión en Internet.

Es decir, que los blogs son los fanzines de entonces.

Sí, la gente en Internet puede crear y encontrar sus circuitos. Aunque en general la gente sigue prefiriendo el papel a Internet. Y entonces, cuando son unos cuantos ya se hacen su tebeo. Pero hoy en día ya no tiene mucho sentido hacer una tirada de 300 ejemplares. En Internet, si consigues una red un poco amplia, puedes llegar a miles de personas. Ahora no tendría sentido publicar algo como La Piraña Divina. Aunque el tema de la censura en Internet está muy extendido. A mí ya me han cerrado tres veces mi página de Facebook por hacerme una foto desnudo delante del bar Kike, por dejar entrever la cabeza de un pene y por un par de tonterías más. Y en Slideshare me borraron diecisiete cómics que me había costado un trabajo muy grande colgar allí. Ahora voy a hacer un blog prohibido para menores de edad para ver si así puedo tener colgadas en Internet las cosas que a mí me gustaría tener.

Oye un ruido proveniente de la calle y se levanta para dirigirse hacia la ventana que da al carrer del Vidre. Observamos un pasacalle, el cual pasa por debajo de la arcada de la casa de Nazario para entrar en la Plaça Reial. Entonces cambia de ventana y les hace las últimas fotos mientras se queja porque las palmeras le han tapado la fuente. Después me señala una mujer en silla de ruedas que vive en las arcadas de la plaza y que lleva un turbante en la cabeza. “Se lo regalé yo para que se protegiera del sol”.

¿Cada vez que oye ruido se asoma?

Sí, hay gente que oye ruido y como si escuchase llover. A mí me gusta mirar qué pasa, mirar mis plantas, saber si les falta agua…

Le gusta lo cercano.

Lo más lejano que voy a buscar es la Plaça Reial. Además, es una plaza que es un cul-de-sac y todo queda muy cercano. El vecino de la ventana de enfrente lo tienes aquí al lado mismo.

Volvamos a la censura. Vamos de sociedad abierta y prácticamente nos resignamos cuando suceden censuras como la que usted ha sufrido en Facebook. ¿Por qué nos parece normal?

Es que los de Facebook ponen seguidos los botones de me gusta, comentar y denunciar. Están invitando que cualquier loca con la cabeza podrida lo denuncie. Esta ola de puritanismo que decían que venía de Estados Unidos se ha implantado aquí a través de este tipo de cosas.

¿Estamos yendo para atrás?

En este tema, sí. En cambio, con la violencia no. Tu cada noche pones la televisión y te encuentras toda la violencia que quieras. Todas las películas tienen violencia. Es vergonzoso. El sexo, en cambio, lo intentan soslayar o esconder, cuando es tan común como que todo el mundo tiene polla y chocho.

¿Hay alguien que ahora esté intentando transgredir como vosotros hicisteis en su momento?

Es que intentar transgredir en Internet es complicado porque te acabas autocensurando. ¿De qué sirve subir una foto desnudo en Facebook si sabes que al poco tiempo te van a cerrar la página? Es que aquí no cabe ni elunderground. Cada día ves que desaparecen blogs y páginas de gente que se han atrevido un poco más. Pero no es un problema de España o de Estados Unidos, es un problema de todo el mundo.

Pero lo hemos aceptado sin quejarnos.

Porque a la mayoría de la gente no le preocupa el tema de la trasgresión. En las redes sociales a la gente lo único que le preocupa son los selfies que se han hecho en La Sagrada Familia o en Hong Kong. Esa gente que vive en esa burbuja la censura ni le preocupa ni están interesados en ver nada que se salga de estas imágenes placenteras de mascotas y autorretratos.

En su momento, a usted no le fue fácil publicar algunos cómics por su temática. ¿A nivel editorial sigue habiendo problemas para encontrar alguien interesado en publicar obras de ciertas temáticas?

Actualmente no hay ninguna editorial como La Sonrisa Vertical que publique libros eróticos, que yo sepa. Nadie apuesta por una cosa que alguien cree que le va a traer problemas. A no ser que haya tenido mucho éxito en Francia o algo así. Y si hay subvenciones por en medio, estás perdido. Porque tienes que hacer aquello que les va a gustar a los que te darán la subvención. Por tanto, hay censura previa. Es decir, autocensura.

En su web hay un apartado dedicado a los escándalos. ¿Por qué son importantes para usted?

Pero no han sido provocados por mí. Si el arzobispo de Barcelona se ofende y me denuncia por poner unas letras en tipografía árabe en un cartel que hice de las Festes de la Mercè y él creer que eso era una islamización de una fiesta cristiana…Yo solo hice un cartel para unas fiestas populares, como me defendieron Clos y tantos otros en su momento. Y lo mismo puedo decir de lo que pasó en Sevilla o en Mérida con otro cartel y una exposición. Yo no tengo la culpa.

Al fin y al cabo, significa que ha tocado un tabú que alguien no quería que tocase. ¿Eso es bueno, no?

Pero no era mi pretensión. Por ejemplo, yo fui a Córdoba a hacer una exposición y llevé todo lo que creí más relevante de mi obra. Esa exposición hubiese pasado sin pena ni gloria si nadie se hubiese ofendido e indignado. Pero como hubo escándalo, pues esa exposición estuvo llena de gente todos los días.

Pero sí que ha buscado siempre dónde estaba el límite.

Sí, claro. Siempre he querido buscar dónde estaba el límite de la censura. Sobre todo antes de los años 80. Después la cosa ya cambió y podía poner penes del tamaño que quisiese, chulos, putas, etc. Había que dar pasos para avanzar en los derechos de libertad de expresión y homosexualidad. Hay gente que aún ahora me dice que gracias porque al ver cosas como Víbora se dio cuenta de que él era una persona normal, que no estaba solo. Algunos individuos vivían en pueblos en los que se sentían completamente solos.

¿Las instituciones y la sociedad misma han reconocido lo que ustedes hicieron en su momento? Lo que publicaron, lo que protestaron, su forma de vivir, de transgredir la moral impuesta…

Yo pienso que no. Yo creo que todos han intentado soslayar la época de los setenta. La figura de Ocaña, por ejemplo, ha quedado bastante amagada. Lo que sí hicieron es una exposición que se llamó ‘Rambleros’ en la cual no hubo ni cómics ni discos de la época. En cambio, un ayuntamiento facha como el de Madrid, nos pidió a Javier Mariscal y a mí un poco de obra como representantes de lo que sucedió en Barcelona durante la Movida Madrileña. Y aquí vamos de liberales y los gobiernos de Pujol y otros no han tenido nada de liberales y hemos vivido como si nos gobernara un partido de derechas.

¿La Movida madrileña tapó de forma involuntaria lo que sucedió en Barcelona?

Ha sido tapado porque no le interesaba a nadie. Ni a los comunistas, como se encargó de hacer de portavoz Manuel Vázquez Montalbán, ni a los socialistas, que tampoco intervinieron en ella y no la sienten como suya. Y la derecha, por supuesto que tampoco. Y permitiendo una exposición neutralizarían el tema. Porque si la has permitido, se cierra capítulo y se acaba con esta historia. Está pendiente una gran exposición.

¿Culturalmente qué le interesa de la Barcelona actual?

La Sagrada Familia (ríe). Culturalmente no hay nada que me interese porque en Barcelona hay una oferta muy pobre. Excepto alguna obra en concreto que se expone aquí. Han centrado toda la oferta en el modernismo. Es lo que vende y lo que los de fuera vienen a ver.

 

La transexualidad seduce a Hollywood

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Eddie Redmayn interpreta a la primera transexual de la historia en ‘The Danish Girl’.

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Felicity Huffman como Bree en el cartel de ‘Transamerica’ (2005).

El cine como espejo de uno mismo, como reflejo de la sociedad. Una de las principales inquietudes del séptimo arte desde su nacimiento. No siempre lo ha conseguido, por supuesto, pero a medida que el tiempo corre, el celuloide lucha por dar voz a formas de vida que antes estaban silenciadas; por voluntad por propia, por imposición, por desinterés.

Los tiempos cambian y las películas también. Cada vez más filmes enfocan su temática a la identidad sexual, y a las complejidades que esta enfrenta; el sujeto consigo mismo y con el entorno. Una lucha interna y externa que cada vez más atrae a cineastas, actores y espectadores y, poco a poco, como un cuentagotas, va apareciendo en la gran pantalla, y seduce a Hollywood.

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Jared Leto en el papel de Rayon (‘Dallas Buyers Club’, 2013), que le valió el Óscar al mejor actor secundario

La transexualidad, otrora asociada a la marginalidad (aún obviada por algunos), tiene hoy más visibilidad que nunca. Hace diez años Felicity Huffman (Lynette en ‘Mujeres desesperadas’) sorprendía a todos en‘Transamerica’ (2005): ella era Bree, una mujer en un cuerpo de hombre al borde de completar su reasignación de sexo que debe hacer frente, además, a la repentina noticia de que tiene un hijo adolescente. Un trabajo que le valió el Globo de Oro a la mejor actriz y la nominación en la misma categoría en los Premios Óscar.Aún así, no fue hasta el año pasado que la meca del cine dio auténtica luz a esta condición sexual. La revolución vino de la mano de Jared Leto y su rol en ‘Dallas Buyers Club’ (2013). En el dramático filme, el actor y cantante se mete en la piel de Rayon, un transexual que no solo ha de combatir los prejuicios de la sociedad estadounidense de los años ochenta, sino también el estigma de padecer sida. Su interpretación le valió el reconocimiento de las asociaciones LGTB y el de la Academia de Cine americana, conocida por su clara inclinación conservadora.

También en la pequeña pantalla

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Laverne Cox como Sophia Burset en la serie que emite Netflix ‘Orange Is the New Black’.

La inquietud por dar voz a esta opción sexual ha coincidido en el tiempo en la gran y en la pequella pantalla. Es el caso de la serie ‘Transparent’, que emite Movistar Series en España y protagoniza Jeffrey Tambor. La comedia, producida por Amazon Studios, cuenta la historia de Maura, una mujer que nació el físico masculino del profesor universitario Mort Pfefferman, y que, tras su jubilarse y criar a tres hijos, decide afrontar quién es realmente y anunciárselo a su familia y al mundo. Aplaudida por el público y la crítica -Globo de Oro a mejor serie y actor de comedia y once nominaciones a los Emmy-, el papel de Maura no solo ha sido un regalo para los espectadores, sino también para el propio actor, que así lo ha declarado en innumerables ocasiones.

La exitosa ‘Orange is the new black’ -dramedia de Netflix que Jorge Carrión definió como ‘soft porny’ (porno suave)-, también ha decidido representar en la ficción lo que en la realidad es un sector cada día más visible. Lo hace en esta ocasión con Laverne Cox, transexual en la vida real y en la ficción, cuyo personaje sufre las consecuencias de los que no entienden ni quieren entender. Cox ha sido, además, la primera persona abiertamente transexual en recibir una nominación a los Emmy en la categoría de actriz.

Ahora le llega el turno a Eddie Redmayne, oscarizado por su papel protagonista en ‘La teoría del todo’, biopic del físico Stephen Hawking. Después de hacer pública su participación en el spin-off de Harry Potter, ‘Animales fantásticos y dónde encontrarlos’, el británico dará vida a la artista Lili Elbe, la primera mujer transexual de la historia, en ‘The Danish Girl’ . Una increíble transformación la mostrará a partir del 27 de noviembre en lso cines bajo el lema ‘Encuentra el coraje para ser tú misma’.

Carlos Zúñiga, empresario taurino: “El Orgullo Gay sí que hace daño a la vista de los niños”

El empresario taurino Carlos Zúñiga ha respondido a la Asociación Nacional Animales con Derechos y Libertad (Anadel) que criticó este jueves la “constante presencia'” de menores de edad en festejos taurinos. Para el copropietario de la empresa Circuitos Taurinos, adjudicataria de las plazas de toros de Gijón, Zamora, Burgos, Santoña y Medina del Campo, “las fiestas del Orgullo Gay sí que hacen daño a la vista de los niños”.

Para los defensores de los animales, llevar a un niño a los toros es una “irresponsabilidad”. Zúñiga ha defendido el respeto a la “tradición ancestral” de los toros, al igual que él “respeta” otras fiestas. “A mí no me gustan muchas de las fiestas que defienden ellos como las del Orgullo Gay, pero no voy y lo respeto; eso sí que hace daño a la vista de los niños”, ha asegurado en declaraciones a Europa Press.

Ir a ver una corrida, ha insistido, “no hace daño”. “Todas las elucubraciones son pantomimas para ir en contra de la fiesta nacional y en contra de todo lo que suene a la palabra España”, ha sentenciado. Su “único” problema, ha asegurado, es que “no respetan al prójimo” y “solo defienden su postura”.

EL ESPECTÁCULO CULTURAL MÁS RENTABLE PARA EL ESTADO

El empresario y apoderado ha defendido además las corridas de toros por el rendimiento económico que generan, asegurando que son el espectáculo cultural que más dinero proporciona a las arcas del Estado, “nada comparable” con el cine o el teatro.

Ha lamentado que a cambio los empresarios taurinos reciban “cero euros en subvenciones”, a pesar de que es una actividad que “genera muchos puestos de trabajo y mucha riqueza”.