Condenan a un pastelero por negarse a hacer una tarta con un lema a favor del matrimonio gay

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Una tarta como esta se negaron a hacer en la pastelería que ha sido condenada por discriminación sexual. Queerspace Belfast (Facebook)

Noticia publicada en La Información

La Justicia de Irlanda del Norte ha confirmado la sentencia condenatoria contra los propietarios de una pastelería que se negaron a elaborar una tarta con un lema favorable al matrimonio homosexual.

Los tribunales habían condenado por el mismo motivo el año pasado a los dueños de la pastelería ‘Ashers Bakery’, la familia McArthur. Ellos apelaron la sentencia aduciendo que sus creencias cristianas les impedía contribuir a la promoción del matrimonio gay. Pero los tribunales no admitieron sus planteamientos, y les ha obligado a pagar 500 libras (554 euros) por discriminación sexual.

Los hechos se remontan a mayo de 2014, cuando el activista gay Gareth Lee entró al local y pidió una tarta con la imagen de Epi y Blas, populares marionetas de la serie infantil Barrio Sésamo que también son símbolos del matrimonio homosexual en ambientes LGTB. Quería partir el pastel en un evento del día internacional contra la Homofobia de aquel año.

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Los dueños de la pastelería se negaron a ejecutar el encargo por razones de conciencia, puesto que ellos eran “profundamente cristianos”, y su religión no admite el matrimonio entre personas del mismo sexto. Tampoco querían que el público se llevase la impresión de que su establecimiento estaba a favor del matrimonio gay.

Un negocio de comida, no un grupo religioso

Gareth Lee decidió entonces denunciar al negocio ante la Comisión de Igualdad de Irlanda del Norte. En 2015, la juez encargada del caso sentenció que la pastelería tenía la obligación de satisfacer la demanda, pues era un negocio de comida y no un grupo religioso.

Los pasteleros apelaron pero el Tribunal encargado de revisar el caso volvió a fallar en contra de los comerciantes. Y ha puesto un ejemplo con fechas cercanas. “El hecho de que un pastelero confeccione un pastel con imágenes de brujas en Halloween no significa que apoye esta fiesta“.

Daniel McArthur, portavoz de la familia de pasteleros, declaró que “lasentencia socava la libertad religiosa, la libertad democrática y la libertad de expresión”. Un exministro norirlardés apoyó a la familia y calificó de “horrible” la decisión judicial.

McArthur recordó que los jueces habían admitido que los pasteleros desconocían que Lee era homosexual, y que por tanto no se podía hablar de discriminación: “Siempre hemos dicho que no era por el cliente, sino por el mensaje, y el tribunal aceptó eso, pero ahora se nos dice que tenemos que promover un mensaje que va contra nuestra conciencia”.

“A todos o a ninguno”

Uno de los jueces encargados de redactar la sentencia manifestó que “el comerciante puede proporcionar el servicio a todos o a ninguno, pero no a una selección de clientes basándose en prohibiciones. Los pasteleros podrían negarse a hacer tartas con mensajes políticos o religiosos, pero no en función de su propia visión de las orientaciones sexuales”.

El activista gay que interpuso la demanda celebró la resolución judicial con varios compañeros y declaró sentirse “aliviado y agradecido por la sentencia”.

El gobierno autónomo de Irlanda del Norte aprobó en 2005 una ley que avala la unión civil entre personas del mismo sexo. A efectos prácticos, garantiza los mismos derechos y obligaciones que los matrimonios heterosexuales. Pero esta unión no recibe el nombre de “matrimonio”, por lo que continúa siendo una reivindicación del colectivo de homosexuales.

Denuncian una agresión homófoba en Madrid al grito de “maricón, ¿tú eres chico o chica?”

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Manifestación contra la homofobia / EFE EFE

Una nueva agresión homófoba ha sido denunciada en Madrid. Ocurrió en la madrugada del pasado sábado, a las puertas de un local de ocio en las inmediaciones de Plaza España. Según el relato del chico y las dos chicas que han interpuesto una denuncia ante la Policía, se encontraban en la puerta de la discoteca –considerada para “público LGTBI”– cuando un grupo de entre ocho y diez personas empezaron a increpar al hombre.

“Maricón, ¿tu eres chico o chica?”, le gritaban. La organización LGTB Arcópoli, que ha hecho públicos los hechos, asegura que acto seguido uno de los agresores le agarró del pelo y le gritó “eres un personaje, ¿vas de putita o de transexual?”. Además, “le abofeteó en la cara” y “le tiraron un vaso lleno de bebida por la cara”.  Con esta, son 198 el número de agresiones homófobas o tránsfobas registradas solo en la Comunidad de Madrid en lo que va de año.

“Cuando otro de los agresores que estaba insultando se acercó a la víctima con intención de agredirle, las amigas le protegieron y evitaron la embestida. Finalmente las víctimas consiguieron escapar y los agresores siguieron increpando y amenazando a otros grupos de chicos en las inmediaciones del local”, cuenta la organización en un comunicado.

El hombre ha destacado “la gran profesionalidad  de la Policía Municipal al tratarles y su concienciación desde el primer momento con los delitos de odio”. Por su parte, el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia se ha trasladado lo sucedido a la Fiscalía de Delitos de Odio, al Comisario de Delitos de Odio de la Comunidad de Madrid y a la Unidad de Gestión de La Diversidad de Policía Municipal.

“Las agresiones homófobas se siguen produciendo con absoluta sensación de impunidad y es algo contra lo que tenemos que luchar con contundencia.”, asegura  Yago Blando, responsable del Observatorio, que hace hincapié en que los agresores acudieron a un lugar “donde sabían que había integrantes del colectivo LGTB con  la clara intención de infundir el miedo y agredir para transmitirnos un mensaje de odio muy claro que vamos a combatir con todas nuestras fuerzas”.

Denuncian una nueva agresión homófoba frente a una discoteca de Madrid

Arcópoli asegura que uno de los supuestos agresores cogió a la víctima del pelo y le gritó: “Eres un personaje, ¿vas de putita o de transexual?”. Después, le agredió

MADRID.- La asociación Arcópoli ha denunciado una nueva agresión homófoba que tuvo lugar este fin de semana cerca de la Plaza de España, en Madrid, en la que “varios grupos” de personas que estaban frente a una discoteca “recibieron insultos y agresiones físicas por su orientación sexual”.

Con este suceso, el observatorio madrileño contra la LGTBfobia ha contabilizado en lo que va de año un total de 198 agresiones homófobas. “Un dato preocupante, máxime cuando no notamos ninguna disminución durante estos meses en el índice de agresiones”, apuntan desde Arcópoli.

La supuesta agresión tuvo lugar en la madrugada del pasado sábado en un local “de ambiente”, según ha señalado en un comunicado esta asociación que trabaja en la defensa de los derechos de colectivo LGTBi (lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales).

En este caso, J.P., de 20 años, y dos amigas estaban en la puerta de una discoteca cuando un grupo de entre ocho y diez personas “empezaron a increparlo al grito de maricón” y con preguntas como “¿Tú qué eres chico o chica? ¿De qué vais?”.

Arcópoli asegura que uno de los supuestos agresores cogió a J.P. del pelo y le gritó: “Eres un personaje, ¿vas de putita o de transexual?”. A continuación, las amigas de J.P. pidieron a este grupo que lo dejase en paz, pero uno de ellos, sin hacerles caso, “cogió a la víctima, le abofeteó en la cara” y le tiró “un vaso lleno de bebida”.

“Cuando otro de los agresores que estaba insultando se acercó a la víctima con intención de agredirle, las amigas le protegieron y evitaron la embestida”, apuntan desde la asociación. Con todo, según la versión de las supuestas víctimas, “los agresores siguieron increpando y amenazando a otros grupos de chicos en las inmediaciones del local”.

J.P. y sus amigas, que consiguieron escapar, han interpuesto una denuncia en la comisaría de Moncloa y desde el observatorio madrileño contra la LGTBfobia se ha trasladado lo sucedido a la Fiscalía de Delitos de Odio, al Comisario de Delitos de Odio de la Comunidad de Madrid y a la Unidad de Gestión de La Diversidad de Policía Municipal.

“Las agresiones homófobas se siguen produciendo con absoluta sensación de impunidad y es algo contra lo que tenemos que luchar con contundencia”, ha declarado el coordinador de Arcópoli y responsable del observatorio, Yago Blando.

‘LesGaiCineMad’: mucho más que dos décadas de cine LGTBI

El Festival Internacional de Cine Lésbico, Gai y Transexual de Madrid alcanza su 21ª edición confirmándose como una cita cultural imprescindible con la proyección de 110 películas 

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“The Center of my World”, largometraje de la Sección Oficial del 21 LesGaiCineMad.

Cuando LesGaiCineMad dio sus primeros pasos, hace ya veinte ediciones, pocos esperaban que llegase a convertirse en lo que es hoy. El tiempo y un equipo programador con mejor ojo que el de muchos festivales no temáticos lo han llevado a ser un referente natural de estas producciones. Su trabajo de exploración, subtitulado y estreno ha hecho del evento una ventana del cine LGTBI para los distribuidores, compradores, productores y programadores de festivales internacionales.

Este año más de 30 países compiten en el festival en diferentes secciones. Se proyectan largometrajes, documentales, cortometrajes, videoensayos, charlas… En torno a 14.000 personas lo visitaron la edición anterior, es decir que es el festival de cine en Madrid que más gente mueve. Y lo hacen para ver alguna de las 110 películas que se proyectan en 17 sedes durante sus 18 días de vida.

Además, LesGaiCineMad preside la red de CineLGBT, la mayor red de festivales LGTBI de los países de habla hispana, que involucra a más de 30 Festivales de Cine en todo el mundo. Iniciativas culturales que reciben apoyo gracias a esta red, para poder llevar adelante sus eventos en lugares como Perú, Bolivia o Colombia, entre muchos otros.

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“The Zanctuary”, cortometraje de la Sección Oficial

De cine palestino a exposiciones fotográficas

“Lo más importante es que no sólo es un evento cinematográfico, sino que vamos abriendo caminos hacia un evento cultural en toda regla”, explica a eldiario.es Gerjo Pérez Meliá, productor del LesGaiCineMad. “El cine es el eje, pero en torno a él hemos articulado una programación de eventos mucho más amplia: tenemos exposiciones de fotografía, talleres, conferencias, mesas redondas, un curso en la Complutense, una master class de Ventura Pons…”.

De las exposiciones cabe destacar Musas de Cabo Verde: un recorrido por el concepto de homosexualidad y transexualidad en las nueve islas del archipiélago africano, donde continúan siendo temas tabú, aunque no se persigan penal ni políticamente como en muchos países del continente.

Tampoco habría que perderse  El Derecho de Voz/s, una iniciativa de la Fundación Círculo de Estudios de Colombia que tiene como objetivo ofrecer tratamiento a las víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado colombiano.

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Derecho de Voz/s

Dentro de las salas de cine, LesGaiCineMad tampoco se limita al programa de sus secciones competitivas. La organización del festival se ha hermanado con Kooz, el primer Queer Film Festival palestino, cuyo trabajo se ha dedicado a explorar las producciones LGTBI en la región. Gracias a esta colaboración, se realizará una sesión especial con el objetivo de ir deconstruyendo los estereotipos islamófobos de género y la propaganda israelí, acusada de instrumentalizar los derechos LGTBI para el lavado de imagen de su ocupación de los territorios palestinos. Será el viernes 4 de noviembre en la Universidad Complutense de Madrid.

“Somos un festival nacido de una ONG que trabaja por la igualdad de derechos de la comunidad LGTBI, Fundación Triángulo, así que lógicamente el festival con un marcado carácter social”, explica Pérez Meliá. “Uno de los ejes de nuestro trabajo en la Fundación es la prevención del VIH. Es algo a lo que parece que se le haya perdido el miedo pero creemos que no se le tiene que perder el respeto y hay que seguir hablando de estos temas y ponerlos sobre la mesa”, añade. En esta línea el festival ha organizado DocuVIHvO! y Cine Positivo, una sesión de documentales con el objetivo de visibilizar y normalizar la situación de las personas seropositivas.

“Nunca hemos sido tan ambiciosos. Es una de las ediciones que se ha levantado con menos dinero, y sin embargo, gracias a nuestros voluntarios que han trabajado más que nunca, esto se ha hecho grande”, cuenta Pérez Meliá, que también empezó siendo voluntario para luego convertirse en director del festival, cargo que ahora ocupa Inma Esteban.

Más de veinte años trabajando por la visibilización

El productor del festival denuncia que todas actividades se levantan muchas veces sin el suficiente apoyo institucional.

“El Ayuntamiento de Madrid no nos ha ayudado económicamente: se han cargado la línea de subvenciones y ayudas a festivales este año. No sabemos muy bien qué ha pasado, pero no habrán sabido gestionar correctamente las ayudas y ninguno de los que se montan en Madrid verán un euro este año”, asegura el productor de LesGaiCineMad. “Es increíble porque tenemos dinero de Rivas o de Getafe pero no de Madrid. Eso sí, la Comunidad de Madrid sí que nos apoya, con poco dinero pero lo hacen”.

Una situación que, según cuenta Pérez Meliá, era peor con el anterior gobierno en el Ayuntamiento. La Administración, al igual que actualmente en materia de concursos públicos, seguía un baremo de puntuación según el cual daba una subvención determinada a cada evento. En el caso de un festival se premiaba la difusión de valores, la inclusión y variedad de su público, la programación en varios idiomas etc… “Pero se ve que la anterior alcaldesa (Ana Botella) no pudo soportar que el festival que más puntos y dinero recibiera fuera uno de temática LGTBI, así que puso un límite de 7.500€ como subvención máxima que en la práctica hacía que tanto los que tenían una puntuación bajísima como los que cumplían los más altos objetivos cobraran lo mismo”, cuenta Meliá.

“Jamás pensamos que llegaríamos a durar tanto”, dice cuando se le recuerda que llevan ya más de veinte años visibilizando a la comunidad LGTBI. De la primera edición en el Cine Bogart en el año 1996 hasta hoy ha llovido mucho. “Por entonces pensábamos que esto era una iniciativa transitoria, que ya no iba a ser necesario en cuestión de años”, explica.

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Imagen del cartel de la 21 Edición de LesGaiCineMad

“Estábamos seguros de que en pocos años uno podría ver en el cine las películas que nosotros programábamos y eso significaba que desapareceríamos gustosamente. Sin embargo veinte años más tarde todavía sigue siendo necesario un festival como el nuestro”, sentencia.

Denuncia acoso por ser transexual

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Daniel Román muestra la denuncia presentada en los Juzgados de lo Social.

«Han vuelto a lo mismo. Desde que puse en conocimiento de la dirección que era transexual y estaba esperando mi cambio de nombre no lo respetaron, hubo un acoso y derribo tremendo hacía mí. Me despidieron y, tras demandarles, me readmitieron, pero ahora lo están volviendo a hacer». La vida laboral de Daniel Román es un tiovivo desde que en 2013 comunicara a la dirección de la ONG Nuevo Futuro Sirio, donde trabaja como enfermero en turno nocturno, que era transexual.

La citada ONG se encarga de la tutela de niños y adolescentes (entre 10 y 17 años) que salen del Instituto del Menor de la Comunidad de Madrid para su reinserción en la sociedad. De hecho, la Consejería de Asuntos Sociales de la Comunidad tiene un importante concierto con la ONG por su labor en dos pisos tutelados, en uno de los cuales trabaja Daniel.

El joven fue despedido en 2013 después de que la ONG le ofreciera una excedencia en repetidas ocasiones ya que, según la institución, podría afectar a los niños su proceso de cambio de sexo. «Me llegaron a decir que no daba el perfil psiquiátrico, aunque hasta entonces nunca había tenido problemas. ¿Qué pasa?, ¿que ahora con las hormonas se ha borrado el título de enfermero?», se preguntaba entonces el afectado.

Después de una denuncia de UGT y el apoyo de la diputada socialista Carla Antonelli, el joven fue readmitido, y todo iba bien hasta principios de este año, cuando ha comenzado a percibir que la actitud hacia él de la dirección ha cambiado paulatinamente. «Hice una solicitud de vacaciones a principios de año para irme 15 días en diciembre y todavía no sé si me las puedo coger, cuando otros compañeros lo han hecho», señala el joven.

«Hasta julio he tenido silencio administrativo; ese mes me dicen que son malas fechas para el centro, y les da un poco igual que sea parte de mis derechos y que me venga bien por cuestiones personales y familiares», relata Daniel, que les pidió una respuesta para finales de este mes con la advertencia de que, si no se zanjaba el tema, iba a denunciarles.

Poco después de su reclamación, recibió cartas de amonestación, según su versión, por no ir a un determinado número de reuniones de equipo, muchas de las cuales se celebraban por la mañana, cuando su horario de trabajo es de 20.30 a 10.00 horas. «Tengo derecho a descansar, me acojo a lo que marca el convenio», explica Daniel, que asegura que con otros trabajadores que no suelen acudir a esas reuniones «no tienen el mismo nivel de exigencia».

A finales de agosto, Daniel fue sancionado por cogerse dos días de permiso por el nacimiento de su sobrino, cuando avisó con 15 de antelación que necesitaba un par de días libres por asuntos familiares explicándoles que desconocía la fecha exacta. El día del parto volvió a comunicárselo por la mañana a la dirección, que le denegó el permiso y acabó sancionándole al no poder encontrar a un sustituto. En la carta que le remitieron explicaban que «he actuado de mala fe cuando según mi abogado tenía derecho a cogerme dos días por ingreso hospitalario de un familiar».

Por todo ello, y ante la posibilidad de que si recibe otra amonestación le despidan de forma procedente, Daniel denunció a la empresa en los Juzgados de lo Social de la Comunidad de Madrid el pasado día 19. «Ellos se ratifican en que soy indisciplinado y desobediente, y yo me ratifico en que no doy por buenas esas amonestaciones», añade el enfermero, que ahora se encuentra de baja por «ansiedad y depresión». «Es que su actuación no tiene excusa», zanja.

Denuncian una nueva agresión homófoba frente a una discoteca de Madrid

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Concentración contra la homofobia en el centro de Madrid. OLMO CALVO

La asociación Arcópoli ha denunciado una nueva agresión homófoba que tuvo lugar este fin de semana cerca de la Plaza de España, en Madrid, en la que “varios grupos” de personas que estaban frente a una discoteca “recibieron insultos y agresiones físicas por su orientación sexual”.

Con este suceso, el observatorio madrileño contra la LGTBfobia ha contabilizado en lo que va de año un total de 198 agresiones homófobas.

“Un dato preocupante, máxime cuando no notamos ninguna disminución durante estos meses en el índice de agresiones”, apuntan desde Arcópoli.

La supuesta agresión tuvo lugar en la madrugada del pasado sábado en un local “de ambiente”, según ha señalado en un comunicado esta asociación que trabaja en la defensa de los derechos de colectivo LGTBi (lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales).

En este caso, J.P., de 20 años, y dos amigas estaban en la puerta de una discoteca cuando un grupo de entre ocho y diez personas “empezaron a increparlo al grito de maricón” y con preguntas como “¿Tú qué eres chico o chica? ¿De qué vais?”.

Arcópoli asegura que uno de los supuestos agresores cogió a J.P. del pelo y le gritó: “Eres un personaje, ¿vas de putita o de transexual?”.

A continuación, las amigas de J.P. pidieron a este grupo que lo dejase en paz, pero uno de ellos, sin hacerles caso, “cogió a la víctima, le abofeteó en la cara” y le tiró “un vaso lleno de bebida”.

“Cuando otro de los agresores que estaba insultando se acercó a la víctima con intención de agredirle, las amigas le protegieron y evitaron la embestida”, apuntan desde la asociación.

Con todo, según la versión de las supuestas víctimas, “los agresores siguieron increpando y amenazando a otros grupos de chicos en las inmediaciones del local”.

J.P. y sus amigas, que consiguieron escapar, han interpuesto una denuncia en la comisaría de Moncloa y desde el observatorio madrileño contra la LGTBfobia se ha trasladado lo sucedido a la Fiscalía de Delitos de Odio, al Comisario de Delitos de Odio de la Comunidad de Madrid y a la Unidad de Gestión de La Diversidad de Policía Municipal.

“Las agresiones homófobas se siguen produciendo con absoluta sensación de impunidad y es algo contra lo que tenemos que luchar con contundencia”, ha declarado el coordinador de Arcópoli y responsable del observatorio, Yago Blando.

Un joven gay agredido a la salida de una discoteca en la plaza de España

Un grupo de unos 10 agresores le insultaron, le abofetearon y le tiraron la bebida de un vaso por la cara

Un joven de 20 años, J. P., resultó agredido la madrugada del pasado sábado cuando salía de una discoteca destinada a lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB), según ha denunciado la asociación en defensa de este colectivo Arcópoli. Un grupo de unas 10 personas se acercaron a él y, tras insultarle, le abofetearon y le arrojaron a la cara la bebida de un vaso. Sus acompañantes evitaron que le pegaran.

Los agresores empezaron a increparle al grito de “maricón. ¿Tú qué eres chico o chica? ¿De qué vais?”. Uno de los agresores cogió al joven del pelo y le gritó:“ Eres un personaje, ¿vas de putita o de transexual?”. Las dos amigas de J.P. pidieron a los agresores que les dejasen en paz y uno de ellos cogió a la víctima y le abofeteó en la cara. Siguieron con la agresión y le tiraron un vaso lleno de bebida por la cara, según el relato de Arcópoli. Cuando otro de los agresores que estaba insultando se acercó a la víctima con intención de agredirle, las amigas le protegieron y evitaron la embestida. Finalmente las víctimas consiguieron escapar y los agresores siguieron increpando y amenazando a otros grupos de chicos en las inmediaciones del local.

Los jóvenes agredidos han denunciado el caso en la comisaría de Moncloa. El Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia ha trasladado lo sucedido a la Fiscalía de Delitos de Odio, al Comisario de Delitos de Odio de la Comunidad de Madrid y a la Unidad de Gestión de La Diversidad de Policía Municipal. Esa misma noche varios efectivos de la Policía Nacional acudieron al lugar de los hechos y detuvieron a varios agresores. El Observatorio, además va solicitar una reunión con esta comisaría próximamente para poder establecer sinergias en la lucha contra los delitos de odio LGTB.

Esta agresión homófoba es la número 198 que ha sido registrada por el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia en lo que llevamos de 2016, dato preocupante, máxime cuando no notamos ninguna disminución durante estos meses en el índice de agresiones.

Afortunadamente la víctima sabía perfectamente el protocolo de actuación en caso de agresión por ser LGTB ya que es miembro de UC3M LGTB, asociación integrada en el Observatorio Madrileño contra la LGTBfobia. Asimismo la víctima ha querido destacar la gran profesionalidad de Policía Municipal al tratarles y su concienciación desde el primer momento con los delitos de odio.

Un joven de Ayamonte denuncia una agresión homófoba en Huesca

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Paco Abreu muestra las lesiones en su cara, fruto de la agresión, según su denuncia. @pacoabreugarca

Un joven de 18 años de edad natural de Ayamonte (Huelva), Francisco Abreu, ha denunciado ante la Policía Nacional la presunta agresión por motivos homófobos que sufrió en la noche del pasado jueves cuando salía de un bar de Huesca, donde reside.

El joven, según narra en un vídeo que ha difundido en las redes sociales, se encuentra en la ciudad aragonesa estudiando Medicina, y señala que cuando salía de un bar con un grupo de amigas le dieron un puñetazo en la cara, del que fue atendido en el Hospital San Jorge.

Como consecuencia del golpe sufrió una contusión en cara y cuero cabelludo, como consta en la denuncia, que indica que se inició una discusión después de que un joven intentase alternar con una chica que le acompañaba, “cuando mi amiga le ignoró y él se enfadó, y como no le puede pegar, pues le pega al chico afeminado que la acompaña”. Afirma que antes de la agresión sintió “un puñetazo en el hombro, de arriba a abajo”, y ya fuera del bar tuvo lugar la agresión que denunció, que no fue a más porque el presunto agresor fue alejado de allí por quienes le acompañaban.

“Quién me pegó estaba diciendo que tenía ganas de pegarle a alguien, asoció ser gay a ser débil y fue a por mí”, explica el joven, que lamenta que es la segunda agresión que sufre por el mismo motivo, tras la que le infligió en su pueblo un hombre de unos 40 años de edad.

España sigue concibiendo la transexualidad como una enfermedad mental

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Manifestación Orgullo LGTBI de Valencia, 2016 / EFE

Un diagnóstico psiquiátrico. Es lo que precisa la mayoría de personas transexuales en España para poder acceder a tratamientos hormonales, cirugías de reasignación o modificación del sexo en los documentos oficiales. Deben acreditar médicamente que sufren disforia de género, un “malestar” asociado a la diferencia “entre el género experimentado o expresado y el que los demás le asignarían”.

Es la definición que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría hace en el manual de enfermedades mentales de mayor influencia, el DSM. En su ultima edición, de 2012, movió la transexualidad de la categoría de trastornos sexuales a una propia y la renombró. Y aunque la asociación acepta que no es una enfermedad en sí misma, los colectivos LGTBI y activistas trans llevan años pidiendo salir de la llamada “biblia de la psiquiatría”.

Lo mismo exigen a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en la décima versión de la Clasificiación Internacional de Enfermedades (CIE-10) incluye “los trastornos de identidad de género” bajo el epígrafe “trastornos mentales y del comportamiento”. Una filosofía que subyace en la mayoría de los países del mundo, también en España.

La falta de regulaciones o la diversidad de normas dibujan un panorama autonómico desigual. Hay leyes en comunidades como Navarra, País Vasco o Canarias, pero las más despatologizantes, en opinión de los colectivos trans, han sido las recientes de Madrid y Andalucía, que suspenden el requisito diagnóstico. A ello se suma ahora Cataluña, que ha diseñado un nuevo modelo de salud, y próximamente Valencia, que aprobará una norma en este sentido.

Autodeterminación de la identidad

A nivel estatal, el pasado 26 de octubre la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados aprobaba una proposición no de ley impulsada por Ciudadanos y que apoyaron todos los grupos políticos salvo el PP. En ella se urgía al Congreso aprobar una ley que posibilitara tanto a menores como a adultos trans cambiar el sexo registral en los documentos oficiales sin necesidad de acreditar los requisitos a los que obliga la ley. 

“Es una declaración de intenciones que nos da un poco de luz, pero debe concretarse”, apunta Mar Cambrollé, presidenta de la Plataforma por los Derechos Trans. La norma de 2007 establece como condiciones para modificar el nombre acreditar “que le ha sido diagnosticada disforia de género” y que “ha sido tratada médicamente durante al menos dos años  para acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo reclamado”. 

En este sentido, el Consejo de Europa adoptó en abril de 2015  una resolución que insta a los Estados a ” garantizar que las personas transexuales, incluidos las menores, no sean considerados como enfermos mentales”. Amnistía Internacional también ha solicitado que “el reconocimiento de la identidad de género no debe hacerse depender de diagnósticos psiquiátricos”, apunta en su informe ‘El Estado decide quién soy’.

El borrador que ha elaborado la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FELGTB) exige la aprobación de una ley estatal que se base en el derecho a la autodeterminación de la identidad de género y que garantice que “ninguna persona podrá ser obligada a someterse a tratamiento, procedimiento médico o examen psicológico”. Quieren asegurarse de que no haya desigualdades según la comunidad autónoma y virar el rumbo hacia la despatologización.

Más allá de avances autonómicos como Andalucía, que permite la modificación registral en la tarjeta sanitaria, o Aragón, que obliga a los centros educativos a tratar al alumnado por su sexo sentido, España sigue contradiciendo algunos parámetros internacionales. Países como Argentina, Dinamarca, Noruega o Irlanda ya han reconocido en sus legislaciones el derecho de que cada persona decida cómo quiere ser tratada legalmente sin necesidad de diagnóstico médico.  

¿Y las operaciones estéticas?

Este cambio de filosofía está basado en un giro del enfoque que, para el activista trans Pol Galofre, parte de asumir que el malestar que puede sentir una persona trans “no es intrínseco”. “¿Qué es lo que genera malestar? ¿Su propio cuerpo o la mirada que el sistema nos devuelve de él?”, cuestiona. Asegura que generar “tu personalidad en torno a un problema implica pensarte y crecer entendiendo que tienes una patología, algo que merma la propia autoestima”.

La ginecóloga Rosa Almirall puso en marcha hace cuatro años en Barcelona el servicio de salud Transit, en el que se ha basado la Generalitat para implementar el nuevo modelo. En su opinión, el papel médico debe centrarse en la escucha y en el acompañamiento porque “la única prueba diagnóstica es su relato de vida”. “No me dice nada”, concluye sobre el término disforia de género. “Yo como mujer también puedo tener ese malestar, que es social”, prosigue.

El relato de ambos se asienta sobre una crítica al binarismo hombre-mujer, a la noción de género y a la idea de que todas las personas trans desean seguir un camino hormonal y quirúrgico predeterminado. Sobre la necesidad de modificar el cuerpo, Galofre se pregunta: “¿Quién no modifica hoy en día su cuerpo para sentirse mejor? ¿Y las dietas, los gimnasios, los blanqueamientos dentales o las operaciones estéticas? ¿Son todo eso trastornos?”.

El género, dice, “es una construcción social, si el cuerpo no determinase el género, la gente no tendría necesidad de modificarlo”. Galofre pone el acento en la necesidad de ampliar los imaginarios sobre cuerpos diversos en vez de seguir insistiendo en que “estos cuerpos están equivocados y que se arreglan modificándose”. “¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo? ¿No sería más interesante trabajar para erradicar las presiones que se ejercen y ampliar los cuerpos habitables?”.

Ser transexual en Uganda: morir en vida

En uno de los países más homófobos del mundo, la comunidad transgénero pelea por sus derechos con mucho miedo y pocas perspectivas

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Miss Pride, 18 años. Sus fotos salieron publicadas en los periódicos, se vio obligada a irse de su casa y empezó a trabajar de prostituta. TOMASO CLAVARINO

Hajjati está sentado con las piernas cruzadas. Una alfombra de plástico cubre el suelo de tierra y una cortina cierra la entrada a la habitación. Esta habitación es su escondite desde hace dos meses. Tuvo que huir de su casa y buscar refugio aquí, en las chozas de hojalata de los alrededores del centro de la ciudad de Kampala. Primero sus padres, luego sus amigos; uno tras otro, todos lo abandonaron. No podían aceptar que Hajjati fuese transexual. No podían aceptarlo. No en Uganda, uno de los países más homófobos del mundo, en el que el perpetuo presidente Museveni llama a los homosexuales ekifiire (muertos vivientes), y en el que, cíclicamente, se proponen nuevas leyes para criminalizar y castigar la homosexualidad.

“Era 2013. Yo tenía 19 años”, cuenta Hajjati. “Al principio ni siquiera sabía qué significaba ser transexual. Creía que era gay, pero la verdad es que me sentía una mujer, me gustaba maquillarme en secreto. Entonces investigué un poco y ese fue el mejor momento de mi vida”. Un momento muy breve, sin embargo, porque, desde ese momento, su existencia se transformó en una auténtica pesadilla. “Hablé con mi familia, pero su reacción fue cruel. Me echaron de casa. Intenté hablar con algunos amigos, pero ellos tampoco querían saber nada de mí”, prosigue Hajjati. “Varias veces tuve que pedir cobijo a diferentes personas. Luego encontré un apartamento en Rubaga, pero alguien le prendió fuego”. Estuvo vagando de un sitio a otro para encontrar un lugar seguro donde quedarse, donde poder vivir su vida. Expulsado de casa, sin ninguna fuente de ingresos ni posibilidad de encontrar empleo, porque aquí, en Uganda, nadie contrataría jamás a una persona transexual, Hajjati se vio obligado a lo que todos, o casi todos, los jóvenes trans hacen en este país: vender su cuerpo para sobrevivir.

Los occidentales, los chinos y muchos ugandeses son los clientes de estos chicos que se esconden en sus casas durante el día y salen a toda prisa para no ser vistos y dirigirse a los hoteles y los apartamentos de los alrededores de la capital. Clientes que a menudo les pegan, los violan, les roban, y, aun así, quedan impunes. “La gente sabe que puede hacer lo que quiera con nosotras, que tenemos muy pocas armas para defendernos”, se lamenta Edwine, de 19 años, que vive en 20 metros cuadrados con otras seis jovencísimas chicas transexuales. Se maquillan unas a otras, se intercambian la ropa, se hacen fotos para publicar en las redes sociales, porque solo entre esas cuatro paredes pueden ser ellas mismas. “Si intentamos ir a la policía nos maltratan, nos encierran en una celda y se ríen de nosotras”. Además, también son víctimas de la violencia y del robo en sus propias casas. Las bandas de los suburbios irrumpen en sus viviendas, les cogen lo poco que tienen, las pegan y se van.

Alicia va caminando por el mercado de Nakesero. De repente se detiene, agacha la cabeza y aguza el oído. En la radio, un predicador evangélico arremete contra los homosexuales. Los llama “seres inhumanos”, “contra natura”. Todo el mundo la mira fijamente. “Ya lo ve. Pasa cada día. Salgo de casa y la gente me mira. En el mejor de los casos, se ríen de mí, pero la mayoría me insulta”, dice con pesar.

Hace unos años, Alicia empezó a trabajar con Transgender Equality Uganda, una organización que ofrece ayuda legal y asistencia médica a la comunidad transexual del país. Efectivamente. Porque, en Uganda, las personas transexuales no son bienvenidas en los hospitales. “Cuando vamos al hospital, los médicos y las enfermeras empiezan a preguntarnos si somos hombres o mujeres, se burlan de nosotras y nos ignoran”, cuenta Alicia, “así que no tenemos más remedio que irnos sin que nos hayan hecho ninguna prueba ni nos hayan dado tratamiento. Todos los sectores de la sociedad nos discriminan y nos marginan”. Incluso la comunidad LGBT, que luchó y sigue luchando duramente contra los proyectos del Gobierno de Kampala y sus discriminaciones.

Puesto que las personas trans son más evidentes, les resulta más difícil pasar desapercibidas en una sociedad sexista y homófoba; les cuesta más ocultar su identidad y no expresar su feminidad. Sin embargo, justo en esa comunidad defenderlas públicamente o acogerlas puede llegar a ser realmente autodestructivo, incluso para quienes comparten con ellas la carga de la discriminación y la violencia.

Muchas veces, la violencia la provocan y la alientan los medios de comunicación del país, que, junto con la Iglesia, siembran el odio contra los transexuales y contra el colectivo LGBT en general. Eso fue lo que le pasó a Shamim, de 20 años, registrada como Richard: “Siempre me he sentido una mujer, así que, siempre que podía, me vestía como tal. Una vez fui a un hotel con un cliente, y cuando descubrió que en realidad era un hombre, llamó a la policía. Me golpearon hasta que perdí el conocimiento, luego llamaron a la televisión y mostraron mi cara a toda Uganda y la publicaron en las redes sociales”. Fue entonces cuando su familia descubrió la verdadera identidad de Shamim y que era seropositiva. No dudaron ni vacilaron un momento: “Me echaron de casa. Ahora mi familia son mis hermanas transexuales”.

Esta es una comunidad obligada a vivir con miedo, sin derechos, esperanza ni perspectivas. Sueñan con el día en que podrán acceder a la terapia de hormonas para cambiar de sexo, pero en Uganda eso es imposible. Tienen que irse a Kenia, pero muy pocas pueden permitírselo, así que siguen comerciando con sus cuerpos para sobrevivir, escondiéndose como ladronas, ocultando su identidad.