¿Qué hacer si descubre que su pareja no es heterosexual como usted creía? ¿Cómo confesarle a su pareja y a sus hijos que usted es homosexual? La sinceridad y la claridad, claves.
Aceptar la propia homosexualidad a veces resulta complejo. Investigaciones psicológicas muestran que las personas que lo asumen desde edad temprana, declaran sentirse más adaptados a las condiciones sociales, sufren menos de dolencias como ansiedad y depresión, y cuentan con mayores factores de protección.
“Lo mismo para las personas que asumen su identidad e inician una adecuación de su género. Hoy por hoy muchos adolescentes salen del clóset con mayor tranquilidad y cuentan (en muchos casos) con el apoyo de familia y de amigos, y se esfuerzan por llevar una vida auténtica con el respaldo de mecanismos jurídicos como acciones de tutela y sentencias de la Corte. Antes que ver este fenómeno como un problema, debería pensarse como algo positivo”, asegura Andrés Felipe Castelar, sicólogo del Grupo de Género de la Universidad Icesi.
Pero no siempre las personas se percatan de sus deseos o de su orientación a temprana edad. Mientras algunos declaran que desde siempre se han sentido atraídas por otros de su mismo sexo, el periodista Felipe Zuleta declaraba, en una entrevista reciente, que él no sabía que era gay y solo se percató de ello después de haber tomado decisiones trascendentales como casarse y adoptar una hija. Cada persona se inserta en una dinámica personal y familiar distintas, singulares y sobre las que no es correcto hacer imposiciones.
De modo que, explica Castelar, “puede ocurrir que alguien que tiene una vida social y personal aparentemente organizada y definida, de un momento a otro vea su mundo vuelto de cabeza, sin saber qué hacer ni tener en quien confiar. Incluso, esta persona puede tener una pareja estable e hijos”.
Para alguien que se entera que su pareja es homosexual, esa noticia puede ser devastadora. Sentimientos de frustración, rabia y desengaño pueden surgir e instalarse en el vínculo con la pareja; preguntas como “por qué a mí?” revelarían una crisis que no siempre se maneja adecuadamente.
Mejor a tiempo: ”No podemos casarnos porque…”
*Carlos es un administrador de empresas de 30 años. Hace cuatro es novio de Ana*, de 26 años. Su familia lo adora, él es encantador no solo con ella, sino con todos los que la rodean, quienes son los más felices con la noticia de que la querida pareja “al fin se casa”.
Pero primero deben pasar por el que ambos consideran un requisito más, una formalidad, el curso prematrimonial. Ambos asisten entusiasmados al encuentro con la idea de unir sus vidas para siempre en el “sagrado vínculo del matrimonio”.
Sin embargo, cuando los orientadores los convocan a que durante esos tres días se sinceren y digan completamente todo lo que tengan que decir a sus parejas sobre ellos, sin dejar algo oculto que pueda perjudicar la relación, Carlos entra en una crisis interna.
Sabe que ha llegado el momento de confesar una verdad que ni su novia ni la familia de esta sospechan siquiera. Una verdad que se ha convertido en una carga para él, durante esos tres días en los que ella le ha confesado sus más mínimas verdades. Ante la mirada estupefacta de Ana y de las demás parejas, Carlos suelta públicamente su confesión : “No me voy a casar, no puedo seguir engañándote, Ana, soy gay”.
A los dos años de haber desertado a su matrimonio, Carlos conoció a su actual pareja, y Ana halló el amor de otro hombre, pero sigue siendo amiga de Carlos a quien le agradeció por su sinceridad. La familia de ella sigue queriendo mucho a Carlos.
“Mi esposa me encontró con un hombre en casa”
Víctor* es profesor, tiene 42 años y hace siete unió su vida a la de Mónica*, quien tiene 38 años y es contadora. Durante esos años, Victor cometió una serie de infidelidades de las que Mónica no se dio por enterada.
Él vivía aferrado a Internet, se la pasaba chateando con amistades virtuales. Fue un día en el que su esposa regresó a casa que descubrió a Víctor en pleno encuentro sexual con uno de sus amigos del chat. Un amigo de Víctor cuenta que la esposa no solo armó un escándalo ese día y los siguientes sino que le exigió el divorcio, no sin antes hacer hablar mal de él entre amigos, familiares y conocidos de ambos para que todos se enteraran de la que ella sentía era una “doble traición” por engañarla no con una mujer, sino con un hombre.
Actualmente Víctor sale con un hombre mucho más joven que él, pero siente que se liberó de una carga por haber ocultado tanto tiempo su realidad.
Y aunque con su exesposa no se pueden ni ver y ella no le permite acercarse a su casa, su hijo en común que hoy tiene 17 años le ha dado todo su apoyo.
Los hijos: ”Mamá, ¿por qué no me lo dijiste?”
Elizabeth Castillo, abogada y coordinadora del grupo de Apoyo a Mamás Lesbianas (www.mamaslesbianas.org), cuenta el caso de una madre de tres hijos, dos de ellos ya adolescentes, uno de 16 años y otro de 18, y el más pequeño de 12.
La mamá decide contarle a los dos primeros que ya no vivirá más con su padre porque está enamorada de otra mujer. No le cuenta al más pequeño porque considera que por su edad no podrá manejar el tema.
Cuando decide contarle la verdad al niño lo que este no le puede aceptar y le reclama constantemente no es su condición sexual, es haber sido excluido de un tema tan relevante. “¿Pero por qué no me dijiste a mí mamá? ¿Por qué mis hermanos saben y yo no sobre una información tan importante en la familia?”.
En el caso de Elizabeth, su hijo tenía 11 años cuando le contó de su condición sexual. “Yo estaba con mi pareja y hablamos los tres. Hubo un momento muy emotivo, pero luego me preguntó si yo era feliz y me dijo “Si tú estás feliz, yo estoy feliz, no tengo problema con ese tema”.
En India: ”Mi marido tiene otros gustos”
En India hasta el 85 % de los gays están casados con mujeres que lo saben y lo aceptan, según el diario El Mundo, de España.
“Sé que tiene algún novio pero a pesar de ello soy feliz porque me trata bien”, cuenta Sana quien tiene 39 años y lleva 17 años casada con Faruk. Luego de cinco años juntos descubrió la condición sexual de su marido. “Me enteré por sus comportamientos, sus ademanes cada vez más femeninos, salía mucho con otros hombres y llegaba tarde a casa, lo intuí y él lo acabó reconociendo”, dice ella que vive en Vadodara, en el estado de Gujarat.
Admite que al enterarse lo pasó muy mal y pensó en dejarle. Pero no se fue por no separarse de sus hijos (niño y niña). Ella dice: “Sé que mi marido tiene algún novio, pero a pesar de eso soy feliz porque él me trata bien, trata bien a los niños y se hace cargo de sus deberes como padre”. Además lo apoya en su lucha por los derechos de la comunidad LGTBI, acude a las manifestaciones lideradas por la organización en la que trabaja su esposo. Ella comprende que él tiene otros gustos, pero no contemplan el divorcio.
“No podemos separarnos porque somos familia. Nuestras madres son hermanas y nosotros, primos. Si nos divorciamos, la relación familiar se romperá y eso en India es muy importante”. La mamá de Faruk ha sabido siempre que su hijo de 40 años es homosexual. “Mi madre lo respeta mientras yo cumpla con mis deberes vitales, que son casarme y tener hijos”, afirma. La madre de Sana no sabe nada de los gustos sexuales de su yerno.
El momento de la verdad: Confianza y claridad
Elizabeth Castillo, coordinadora del grupo Mamás Lesbianas, dice que “es una experiencia que seguramente es muy traumática para la pareja, no solo para quien está recibiendo la información sino para quien la está dando”.
“Lo importante es que quien recibe la información entienda que la persona que le está hablando está teniendo un gesto muy fuerte de confianza al contarle estas circunstancias, sabiendo el daño que le va a causar, porque muy probablemente ahí hay una relación con afecto, con cariño”, agrega.
Recibir la información no es fácil, hay unas recomendaciones para hacer la salida del clóset en cualquier circunstancia, no solo con la pareja: No se debe hacer en medio de una discusión, como una manera de lastimar al otro, en una fecha especial de la familia, mucho menos en un evento luctuoso.
Lo ideal es buscar un espacio de conversación tranquila en el que se pueda compartir la información de manera clara y amorosa. Es una revelación difícil para quien la recibe y para quien está la está contando y haciendo su salida el clóset.
Es más probable que una mujer que le diga a su pareja hombre que es lesbiana sea maltratada por este, que en el caso contrario de que sea el hombre quien le diga a su pareja mujer que es gay.
Es importante generar un espacio seguro en el cual conversar, de manera clara, segura, en una cafetería, en un restaurantes, donde haya un llamado de control de ambas partes.
Las mamás o los papás que van a contar a sus sus hijos que son homosexuales, tienen que estar muy seguros, muy claros de la información que van a dar, que la información de por sí no es dañina, sino que está generando la posibilidad de construir unos lazos y una relación más sólida con sus hijos, porque es de confianza. Y deben ser conscientes de que el hecho de contarle a su hija o a su hijo que es homosexual no representa un daño irreversible para su vida. No es una gran tragedia, ni es un pecado, ni es una enfermedad ni nada grave. Es simplemente una información adicional
Respecto a los hijos, lo ideal es que sean las propias mamás o papás quienes se lo cuenten, no que lo escuchen por boca de otros o se enteren porque vieron a su papá o mamá besándose con su otra pareja. No porque darse un beso sea malo, sino porque en ese momento la información pierde sentido y hay que busca otras maneras de acercarse. El reclamo de los hijos en muchas ocasiones es “¿Por qué no me lo dijiste antes?”.
Uno no puede hablar con un hijo de 5 años de la misma manera que habla con uno de 7, 9, 11 o 15. Eso tiene que ver con la capacidad de comprensión que ellos tienen. Pero en la medida en que se hable con ellos con claridad, los hijos reciben la información de manera muy serena.
¿Cómo manejar la situación?
Andrés Felipe Castelar Caicedo, psicólogo del Grupo de Género de la Universidad Icesi, respondió algunas de las preguntas más frecuentes respecto a la revelación de una persona sobre su condición sexual frente a su pareja
o a sus hijos:
Soy heterosexual y quiero revelarle a mi pareja actual que soy homosexual. ¿Cómo abordar el tema con él o con ella?
La clave está en contar con un vínculo previo que sea sano y que permita una apertura de los sentimientos de ambos. Si bien es cierto que el diálogo es la base de la resolución de los problemas, también es necesario depositar la confianza en la pareja y abstenerse de tomar decisiones apresuradas o radicales.
¿Luego de la revelación se puede establecer una relación amigable?
Sí es posible que perdure una relación de amistad: incluso algunas parejas logran seguir casadas pero separadas en lo afectivo. El acompañamiento terapéutico también es un apoyo valioso en este tipo de procesos.
¿Qué tan cierto es que una persona homosexual (hombre o mujer) tiene conductas que delatan su verdadera condición, aunque se muestre a los demás como una persona heterosexual?
Este es un prejuicio muy difundido y bastante dañino. No hay una correlación entre el género que deba “delatar” la orientación. No se debe confundir el rol asumido en la sociedad con la identidad personal ni con el objeto de atracción. Y hay que evitar ese tipo de prevenciones, pues cada vez hay más personas que no se comportan desde los modelos típicos (hombres tiernos y cariñosos, mujeres de carácter decidido, independientes de las relaciones con los varones) y esto no los hace ser más que mejores personas.
¿Qué pasa si yo como miembro de una relación estable, descubro que mi pareja es homosexual? ¿Cómo actuar en ese momento? ¿Debo confrontar o debo callar? ¿Cómo puedo sanar ese dolor que me produce haber sido engañado o engañada?
En primer lugar, hay que evitar que las sospechas o los temores lleven a acciones inapropiadas como espiar a la pareja o revisar sus comunicaciones (correos, mensajes, etc.) por más confianza que tuviesen ambos. Es mejor abrir el espacio y comentar las dudas que se tienen, más que confrontar o presionar a la pareja.
Al fin y al cabo, hablamos de una pareja con la que quizá se lleven años de convivencia. Y siempre estará el riesgo de sentirse defraudado, pues las expectativas que se fijan desde el comienzo de la relación, se ven frustradas. No necesariamente hay que hablar de un engaño: reconocer la homosexualidad no implica que ya se tengan relaciones homosexuales.
Incluso, puede ocurrir que se siga amando a esa persona, aunque el sentimiento de frustración estará ahí un tiempo. Recurrir a la aceptación y reformular los proyectos de vida personales (“la idea de volver a empezar”) pueden ser de utilidad. Hay que recordar que si esta situación se presenta en parejas maduras, con hijos adultos, la crisis se hace más intensa debido a los cambios en los roles y las tareas de crianza. Pero se puede tomar como una nueva oportunidad.
¿Después de experimentar una revelación o descubrir a la pareja, qué tan fácil o difícil es para la persona afectada volver a creer y apostar por una nueva relación? ¿Qué tan cierto es que por culpa de una decepción muchos deciden volverse homosexuales?
Eso dependerá del proceso que se emprenda. Usualmente el componente de “traición” tiene un peso considerable en los discursos de exparejas de personas homosexuales, pero como se dijo antes, siempre se podrá volver a empezar. Es necesario superar afirmaciones irracionales como que todos los hombres son lo peor o que no se puede confiar en nadie.
Nadie se vuelve homosexual por venganza o por decepción: esa es una idea que trata falsamente de explicar la salida del clóset en personas adultas, en especial de mujeres. El deseo es un aspecto esencial de la vida de cada uno de nosotros y se estructura desde la infancia: hay presiones sociales y discursos que imponen la heterosexualidad normativa (“El hombre propone y la mujer dispone”; “los hombres en la cocina… las mujeres en el balcón…”) y limitan la expresión de orientaciones y géneros diversos.