El papa Francisco ha pedido respeto para los homosexuales y su no discriminación, pero ha subrayado que sus uniones no pueden ser consideradas matrimonio y ha condenado las presiones de organismos que buscan su legalización.
En su segunda exhortación apostólica ‘Amoris Laetitia’ (‘La alegría en el amor’), un documento que fija las líneas de la Iglesia sobre la familia, el amor y el matrimonio, el Papa sostiene “que toda persona, independientemente de su tendencia sexual, ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar ‘todo signo de discriminación injusta’ y particularmente cualquier forma de agresión y violencia”.
“Es inaceptable que las iglesias locales sufran presiones en esta materia y que los organismos internacionales condicionen la ayuda financiera a los países pobres a la introducción de leyes que instituyan el ‘matrimonio’ entre personas del mismo sexo”, ha agregado.
Situaciones “irregulares”
Por otra parte, el Papa pide a las iglesias que realicen un discernimiento especial en algunas situaciones «irregulares» -divorciados vueltos a casar, matrimonios civiles, parejas que conviven antes de pasar por el altar- porque “no todos están en pecado mortal”, aunque advierte que no puede esperarse una nueva normativa canónica.
En un capítulo dedicado a las situaciones «imperfectas», el Papa señala, basándose en las conclusiones de los Padres Sinodales, tres situaciones «irregulares»: personas que han contraído matrimonio civil, que son divorciados y vueltos a casar, o que simplemente conviven. A continuación, señala que no todos ellos se encuentran necesariamente en “pecado mortal”, entendido como tal el que tiene como objeto una materia grave, precisada en los Diez Mandamientos, como es la de «cometer actos impuros».
«La Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y circunstancias atenuantes. Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada irregular viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante», subraya en el texto, estructurado en nueve capítulos y 325 puntos, y publicado este viernes por el Vaticano.
Según precisa, el desconocimiento de la norma, la dificultad para comprender los valores inherentes a la misma o “condiciones concretas que no permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa” son algunas de estas circunstancias que, a su juicio, se deben tener en cuenta a la hora de valorar la participación de las personas que viven en una situación irregular en la iglesia.
Entre los atenuantes, pone el ejemplo de una persona divorciada que se ha vuelto a unir con otra con la que mantiene una relación “consolidada en el tiempo, con nuevos hijos, con probada fidelidad y compromiso cristiano” frente a aquella que ha provocado sufrimiento y confusión a los hijos o que ha fallado a sus compromisos familiares. “Debe quedar claro que este no es el ideal que el Evangelio propone para el matrimonio y la familia”, subraya.
Por ello, pide a los sacerdotes y obispos que, ante las situaciones “irregulares”, no se detengan en la norma general y desciendan a lo particular porque actuar de otra forma sería “mezquino”. Asimismo, les pide que traten de integrar a todos, incluso en la catequesis o la predicación siempre que no lleven su pecado como bandera del “ideal cristiano” y no quieran imponer algo diferente a lo que enseña la Iglesia.
En cualquier caso, Francisco admite que hay “innumerables” situaciones concretas y que, por tanto, “puede comprenderse que no debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canónica, aplicable a todos los casos” sino “un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral”. Si bien no se refiere de manera explícita al acceso a la comunión de los divorciados vueltos a casar, Francisco propone que hagan “un examen de conciencia, a través de momentos de reflexión y arrepentimiento” para “fortalecer la confianza en la misericordia de Dios”.
Separaciones por violencia de género
También reconoce que hay situaciones en las que la separación de un matrimonio católico es “inevitable” y, a veces, “incluso moralmente necesaria” como cuando existe violencia de género. “Se trata de sustraer al cónyuge más débil o a los hijos pequeños de las heridas más graves causadas por la prepotencia y la violencia, el desaliento y la explotación, la ajenidad y la indiferencia”. En todo caso, precisa que es “un remedio extremo” considerable sólo “después de que cualquier intento razonable haya sido inútil”. Ante todas estas situaciones particulares, el Papa propone crear centros especializados de escucha en las diócesis y una pastoral de la reconciliación y de la mediación.
El Pontífice se muestra “preocupado” ante “el crecimiento del número de divorcios” y el descenso de matrimonios frente a las parejas de hecho y entona un ‘mea culpa’ por el modo en que la Iglesia ha presentado con frecuencia el matrimonio: “su fin unitivo, el llamado a crecer en el amor y el ideal de ayuda mutua, quedó opacado por un acento casi excluyente en el deber de la procreación”.
En todo caso, subraya la importancia de la transmisión de la vida y aunque reconoce que, a veces, algunos esposos con varios hijos pueden tomar la decisión de no tener más prole por “motivos suficientemente serios”, también rechaza “las intervenciones coercitivas del Estado en favor de la anticoncepción, la esterilización y el aborto”, medidas que tacha de “inaceptables” incluso en países con alta tasa de natalidad. En este sentido, alienta a los pastores a que no renuncien a proponer el matrimonio y la familia como el ideal cristiano frente a lo que está de “moda”.
Contra la educación del ‘sexo seguro’
El Papa Francisco dedica asimismo un capítulo de la exhortación a la educación de los hijos y advierte a los padres de que siempre deben mantener una “vigilancia” sobre ellos aunque no de forma “obsesiva” y enseñarles a enfrentarse a las diferentes situaciones que pueden surgir en la vida.
El Papa dice “sí” a una “prudente” educación sexual de los niños y jóvenes, un tema que, a su juicio, “se toma demasiado a la ligera”. Para el Pontífice, con frecuencia esta educación se centra en “la invitación a cuidarse, procurando un sexo seguro”, una expresión que rechaza porque considera que “transmite una actitud negativa hacia la finalidad procreativa natural, como si un posible hijo fuera un enemigo del cual hay que protegerse”.
Por otro lado, advierte de los “riesgos” que pueden suponer para la familia los móviles y aparatos tecnológicos que pueden provocar en niños y adolescentes un “autismo tecnológico”. “Sabemos que a veces estos recursos alejan en lugar de acercar, como cuando en la hora de la comida cada uno está concentrado en su teléfono móvil”, apunta. Si bien, reconoce sus aspectos positivos como mantener en contacto a las familias.