La capacidad de dar amor, esa fuerza que hace que la vida valga la pena, es lo que define a la buena gente, por eso el Día del Orgullo Gay reivindica la dignidad de quienes aman diferente. El movimiento de liberación homosexual nació en Bilbao en 1971 pero no ha sido hasta este fin de semana cuando una campaña comercial y festiva ha rodeado la tradicional manifestación que ayer recorrió la ciudad para denunciar el incremento de las agresiones homófobas, con tres casos en los últimos tres meses. BilbaoHistoriko y unos 60 negocios de la parte vieja unieron fuerzas y pagaron la decoración de las calles con banderas multicolores dentro del primer Bilbao Friendly Pride, que esperan que el año que viene regrese con más fuerza. Orientado a la animación callejera y de los negocios, en general fue bien acogido pese a algunas polémicas.
Sare lesbianista, por ejemplo, organizó una pitada y una cacerolada por el Casco Viejo el jueves «contra la mercantilizacion del 28-J» y llamó a no participar. Kitzikan también criticó sus «fines capitalistas», aunque quienes creen que la reivindicación y el festejo pueden ir de la mano sí disfrutaron del ambiente. «Los que entendemos que el orgullo es reivindicación de igualdad, derechos y libertades debemos respetar a otros que además consideran que es también una celebración de ser gay», explicó Víctor Chao, dueño de Negroni, la tienda bilbaína patrocinadora de la carrera de tacones que a las 20.30 horas organizó el bar La Korrala de Barrenkale.
Solo hubo tres participantes y acabo con empate técnico entre Alberto L., de 23 años, y Daniel V., de 36. «Queríamos dar un poco de espectáculo, animar la tarde, y esperamos que se convierta en un clásico», aseguró. Ya en la calle Hernani, en el interior del bar Gilda de Nahia Izaola, el público aguardaba la celebración de la ‘carrera de pollotes’, una suerte de micropenes a cuerda que corrían sobre la barra. También la ganó Alberto, que se llevó 50 euros en consumiciones. «Hay bastante ambiente, teniendo en cuenta todo lo que ha perdido Bilbao», contaba Juan. «La decoración de las calles es todo un mensaje de tolerancia y aceptación», valoraba Joel Maitia, de Biarritz. En un tono más reivindicativo partió la manifestación que desde las 12.30 horas de ayer recorrió la ciudad entre las plazas Moyua y Santiago, donde portavoces de la plataforma 28-J pidieron la derogación de la Ordenanza de Espacio Público, criticaron la «mercantilización» del Orgullo, «el uso partidista» y la «homofobia» que a su juicio existe en la sociedad y en las instituciones.
«Nos han insultado»
«A la altura de La Alhóndiga, una persona de color nos acaba de insultar por ir de la mano. En tu casa puedes hacer lo que quieras, pero si lo visibilizas, si lo llevas a la calle, ya molesta. En este tema y en el de la violencia de género se va para atrás. Las generaciones vienen muy machistas», afirmaron Enrique y Esteban, que criticaron el «acoso» policial al ‘cruising’ en Santo Domingo. «Eso ha sido un picadero toda la vida, y mientras eran ‘heteros’ no pasaba nada. Ahora, como son gays, en vez de proteger, vigilan». «Nos manifestamos por los que no pueden. En muchos países, ser homosexual es mortal», decía Asier Rufo Gaztelumendi, de 22 años, de la Liga LGTB de la UPV.