Un prelado gay
Un obispo polaco, Krzysztof Charamsa, salió del armario en entrevista del ‘Corriere della Sera’, seguida por una multitudinaria rueda de prensa en la que presentó a su novio, que resultó llamarse Eduard y ser catalán. Los catalanes no son muy famosos como independentistas en el mundo, pero empiezan a gozar de un justo prestigio como novios. Ahí está el joven Rigau que enamoró a Gina Lollobrigida. Qué gran asunto para ese programa de TV3 que llaman ‘Pòlonia’. Charamsa no era un obispo cualquiera; era oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antes Santo Oficio y mucho antes Santa Inquisición, para que se vea si cambian los tiempos.
Al Vaticano no le ha gustado tal alarde de sinceridad, especialmente en la víspera del Sínodo sobre la Familia. El portavoz vaticano, Federico Lombardi, anunció que el prelado no podría seguir desempeñando sus tareas en la Congregación.
El Papa había mostrado señales de apertura a su vuelta de Brasil: “Si una persona es gay, busca a Dios y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?”, pero tal vez el prelado Charamsa se lo tomó en sentido excesivamente literal, gracias al prestigio que Francisco ha sabido granjearse entre la izquierda, con una posición entre el populismo y la socialdemocracia. A mí, si me permiten la confianza, me gustaba más su antecesor, pero para gustos están los colores. Mi muy queridoRaúl del Pozo, que escribía una columna en ‘Mundo Obrero’ a finales de los 70, saludó la elección de Juan Pablo II, con una frase que se me quedó grabada: “Si no temiéramos ofender diríamos que es un Papa eurocomunista”.
Tengo para mí que el quid de la cuestión no está del todo en la homosexualidad del prelado ni en el género o el gentilicio de su novio. El hecho de que hubiera presentado a su novia no habría cambiado la sustancia del conflicto.
El corazón tiene razones que la razón no entiende. La tertuliana Lucía Caram, que es una monja montonera, confesó el pasado mes de mayo: “Estoy enamorada del presidente Mas“. Sobre los amores uno puede entenderlo casi todo: que la fogosaAna Karenina, esposa de Alexei Karenin, que era un alto funcionario del Gobierno, le ganaba bien y la trataba como a una reina, se enamorase del apuesto príncipeVronsky, tenía un pasar. Pero mira que ser esposa de Cristo y enamorarse de Artur Mas… Tiene que haberse vuelto loca.
Luego está la praxis. ¿En qué se diferencia un sacerdote heterosexual de otro gay si ninguno de los dos practica? La fe sin obras es una fe muerta, dice la Biblia (Santiago 2, 20). Así las cosas, creo que la Iglesia haría bien en replantearse su pertinaz negativa a acabar con el celibato sacerdotal. Tal vez pudiera empezar a sopesar la posibilidad del matrimonio entre personas del mismo sexo. Hoy por hoy no hay colectivo humano tan favorable a revitalizar el sacramento del matrimonio con su compromiso personal como la comunidad gay. El matrimonio es una garantía de castidad para los contrayentes. Si queréis unos sacerdotes libres de concupiscencia, ofrecedles matrimonio. El difunto Jaume Perich lo dejó sentado hace muchos años: “La aberración más extendida entre los matrimonios españoles es el coito anual”.