Recomiendan la aplicación del antirretroviral preventivo del sida para evitar nuevas infecciones

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DONOSTIA – La preocupación por el aumento, año a año, de nuevas infecciones de VIH sigue latente entre los médicos especialistas en enfermedades infecciosas. La Coordinadora estatal de VIH y sida (CESIDA), anunció ayer que en el año 2015 se notificaron 3.428 nuevos casos de infección por VIH, en los que el 79% la vía de transmisión fue sexual. Con más de 3.500 infecciones por VIH al año desde 2008, superando las 4.000 en 2013 y 2014, desde CESIDA destacaron que “España es uno de los países con la tasa más elevada de nuevos diagnósticos de VIH, superior a la media de Europa Occidental y de la Unión Europea”.

En este contexto, el grupo de estudio del sida-seimc, GeSIDA, que se encuentra celebrando en Donostia su VIII Congreso Nacional, pidió al Ministerio de Sanidad la aplicación “sin demora” del antirretroviral preventivo en el Estado. En este sentido, el presidente de esta sociedad científica, Antonio Rivero, advirtió que “su retraso supone una pérdida de posibilidades de prevención de nuevos diagnósticos de VIH de, hasta un 38%”. Para que Sanidad dé este pasó, GeSIDA ha querido poner “su granito de arena” y ha elaborado una Guía de Recomendaciones para la implantación de la Profilaxis Pre-Exposición (PrEP) en España, que “avala y recomienda” la implantación de esta estrategia para la prevención del VIH en todos los grupos de riesgo que tienen una tasa de infección superior a dos casos por 100 personas al año.

El objetivo de este documento, que el Ministerio lleva analizando unos meses y que desde GeSIDA esperan un “pronunciamiento inminente”, es “favorecer y facilitar” una estrategia PrEP, “ante la evidencia científica de su impacto positivo” en la prevención del VIH. A su juicio, “España lleva un retraso de esta estrategia respecto a países como Estados Unidos, Francia, Canadá, Australia o Sudáfrica”, donde ya está disponible. Santiago Moreno, uno de los coordinadores de la guía, pidió que las administraciones “aceleren los pasos para que la PrEP pueda estar disponible en 2017”, lo que requeriría de una autorización “rápida” por parte del Ministerio, y después la implantación correspondiente por parte de las comunidades autónomas.

La PrEP consiste en que una persona que no está infectada por el VIH y que va a tener una relación sexual de riesgo, toma medicación frente al virus para evitar el contagio. Sin embargo, los representantes de GeSIDA subrayaron que la PrEP “no debe ofrecerse como medida de prevención exclusiva” para la prevención del VIH, sino “como una posibilidad más”. Moreno destacó que este procedimiento se sitúa como “puente” entre el panorama actual y una situación de “infección controlada”. Aunque reconoció que podría haber críticas por parte de algunos sectores por el hecho de “destinar parte del gasto sanitario en una medicación cuando existe una solución como el preservativo”. Sin embargo, reconoció que las prácticas de riesgo “han aumentado” y en el Estado de las 150.000 personas con VIH, el 30% desconoce que lo tiene. Asimismo, advirtieron del peligro de conseguir estos medicamentos a través de Internet, lo que les consta que sucede, porque “puede tener efectos en personas con el riñón dañado”.

PRINCIPALES RECOMENDACIONES El documento presentado por GeSIDA es “muy claro” en el aspecto de a quién prescribir la PrEP, ya que “no es para cualquier persona y “desde luego no es sustitutivo del condón”, aseguró Moreno. La PrEP es recomendable “solo en poblaciones diana” que tienen un riesgo elevado de infectarse por VIH. Por tanto, son candidatos los hombres que tienen sexo con hombres, mujeres transexuales que en los seis meses previos han tenido relaciones sin el uso del preservativo y, además, o han tenido relaciones sexuales con más de dos parejas, o el diagnóstico de mínimo una enfermedad de transmisión sexual o han usado sustancias psicoactivas durante las relaciones sexuales. Precisamente, en relación al consumo de drogas, durante el Congreso se presentó un estudio realizado en la Comunidad de Madrid en el que se concluye que el 37% de los hombres homosexuales con VIH que encuestaron, practica el chemsex,recurrir a las drogas para practicar sexo.

Existen algunas excepciones como personas con pareja infectadas por VIH, personas que mantienen relaciones sexuales “por dinero” o que comparten jeringuillas. Todos estos condicionamientos hacen que el número de usuarios potenciales “no fuera descomunal”, indicó Antonio Antela, otro de los coordinadores del proyecto, quien recordó que en Francia esta nueva terapia se ha distribuido a 1.850 personas. Los representantes de GeSIDA incidieron en el “coste-beneficio” de la estrategia, ya que evita “nuevos contagios” que acarrean una medicación antirretroviral a largo plazo.

BEBÉS LIBRES DE VIH Por su parte, la clínica IVI lleva diez años realizando un procedimientos mediante el cual se consigue, a través de la reproducción asistida, el nacimiento de bebés libres de VIH. La directora del Laboratorio de Andrología de IVI Valencia, Rocío Rivera, destacó que “gracias a los tratamientos antirretrovirales y de las técnicas de reproducción asistida”, las parejas serodiscordantes donde el hombre está infectado de VIH, “pueden cumplir el sueño de ser padres de forma segura para la pareja y su descendencia”.

Rivera destacó que el lavado de semen, confirmado mediante técnicas de “biología molecular de alta sensibilidad” y seguido de la “inyección intracitoplasmática”, componen el “protocolo óptimo” para reducir el riesgo de transmisión del virus de manera “coste-efectiva y segura”.

El 46% de los nuevos diagnósticos de VIH en navarra en el periodo 2011-2015 fue en jóvenes de 15 a 34 años

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Lazos que forman un gran lazo rojo en recuerdo de las personas que han fallecido a consecuencia del VIH/sida (EFE)

PAMPLONA – Entre los años 2011 y 2015 en Navarra se diagnosticaron 202 casos de infecciones por VIH, de los cuales el 46% eran jóvenes de 15 a 34 años. Ante esta situación, el coordinador del programa de prevención del sida en la Comunidad Foral, Lázaro Elizalde, reconoció ayer que “cualquier caso nuevo, en una época en la que se sabe prácticamente todo, en la que hay algunas informaciones que están ya muy difundidas, es un fracaso de los mecanismos de prevención. Dicho eso, las cifras están en los niveles del entorno Europeo, que son, por supuesto, siempre mejorables”. El año pasado, concretamente, se registraron 45 nuevos diagnósticos de este virus, lo que supuso “un pequeño freno en el ascenso de casos que se venía registrando entre 2012 y 2014. No obstante, la cifra arroja una tasa de 7 casos por cada 100.000 habitantes, considerada alta y atribuible a un aumento considerable en las prácticas sexuales de riesgo”, indicó el Ejecutivo foral en una nota de prensa.

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Publicado: 01.12.2016 08:58 |Actualizado: Hace 11 minutos Todo lo que tienes que saber sobre el VIH y el sida en España en 10 claves

Entre 130.000 y 160.000 personas viven en España con infección por VIH y se han notificado 85.720 casos de sida.

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Activistas participan en una campaña de concienciación sobre el virus del sida, en la víspera del Día Mundial de la lucha contra esa enfermedad, junto al río Ganges en Calcuta, la India./ EFE

Madrid.- Entre 130.000 y 160.000 personas viven en España con infección por VIH y se han notificado 85.720 casos de sida, una enfermedad cuya incidencia se ha reducido enormemente desde hace dos décadas por los tratamientos antirretrovirales, si bien este descenso se ha ralentizado en los últimos años.

Son datos que se extraen del último informe sobre vigilancia epidemiológica del VIH y Sida en España 2015 publicado con motivo del Día Mundial de la Lucha contra la enfermedad, que se conmemora este jueves.

Hay que diferenciar entre el VIH y el sida: el primero es el Virus de Inmunodeficiencia Humana, que es el causante del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida, es decir, de la enfermedad del sida, que lleva asociadas algunas patologías como neumonías o tumores, entre otras. La manifestación de la enfermedad consiste en el deterioro del sistema inmunológico que se convierte en vulnerable a bacterias inocuas en condiciones normales.

Cinco claves sobre el VIH en España

1. Hasta el 30 de junio de 2016 se han notificado 3.428 nuevos diagnósticos y se estima que la tasa es de 9,44 por 100.000 habitantes. La tasa de los nuevos diagnósticos de VIH son superiores a la media de los países de la UE y de Europa Occidental.

2. Los hombres suponen el 85,9% de los nuevos diagnósticos.

3. La mayoría de los nuevos diagnósticos se encuentran entre los 30 y 39 años. El 11% tiene entre 15 y 24 años y el 14,4%, 50 años o más.

4. Un 46,5% de los nuevos diagnósticos en 2015 se realizaron de forma tardía y el grupo que presenta mayor proporción es el de hombres heterosexuales (63,1%). El retraso en la detección del virus aumenta con la edad llegando a un 63,2% en los mayores de 50 años.

5. La vía de transmisión más frecuente es la sexual: el 79% de los casos, de los que el 53,6% corresponde a hombres que mantienen relaciones con hombres.

Cinco claves sobre el sida en España

1. Desde el inicio de la epidemia hace décadas en España se han registrado un total de 85.720 casos. Tras alcanzar su punto álgido en la década de los 90, el número de casos notificados ha experimentado un “progresivo declive” desde 1996. Se estima que en 2015 se han diagnosticado 595 casos.

2. La tasa de sida es de alrededor de 1,8 casos por 100.000 habitantes.

3. El 80, % de los diagnósticos de la enfermedad es de hombres y la media de edad es de 43 años.

4. El porcentaje de personas infectadas por relaciones heterosexuales asciende al 34,4% y aunque en números absolutos dicha vía afecta más a hombres que a mujeres, entre éstas adquiere especial relevancia al representar el 74% de los diagnósticos.

5. La transmisión entre hombres que tienen sexo con otros hombres supone el 33,2% de todos los casos y el 41,1% de los que afectan a hombres. El 13,7% de los enfermos contrajo la infección por compartir jeringuillas para la administración de drogas.

“Estamos muy bien en investigación sobre VIH pero muy atrás en prevención”

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Beatriz Mothe en el laboratorio donde investiga. © SANDRA LÁZARO

Desde el inicio de la pandemia del VIH, 39 millones de personas han muerto a causa del sida en el mundo. Con todo, el número de diagnósticos disminuye año tras año en los países que disponen de un buen acceso a los tratamientos antirretrovirales. De hecho, hoy en día la esperanza de vida de una persona con VIH en un país como España es la misma que una no VIH siempre que se diagnostique y se trate a tiempo. Uno de los retos para los investigadores ahora es mejorar los tratamientos y conseguir encontrar una vacuna preventiva. Hablamos con Beatriz Mothe, que se dedica a la investigación en este ámbito a la Fundación Lucha contra el sida y IrsiCaixa, en el Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona.

¿Cómo ha evolucionado hasta la fecha la investigación o tratamiento desde los años 80, cuando el sida comenzó a hacerse visible?

El VIH es un virus que se descubrió en los años 80 y enseguida comenzaron a desarrollarse fármacos. Hubo unos primeros fármacos en los años 90, que eran los que empezaban a concebir un poco el control de la dramática progresión de la enfermedad y ya a finales de los 90 se descubrió que combinando algunos fármacos aquello era la terapia más efectiva. De allí a hoy en día se ha evolucionado muchísimo en cuestión de los fármacos disponibles, la facilidad de tomarlos -antes era un montón de pastillas a lo largo del día y hoy hay terapias de una pastilla al día-, la tolerancia, los efectos secundarios, etc. El tratamiento actual limita la replicación del virus y evita la inmunodepresión y al final lo que hace es frenar la progresión hacia el sida. Por lo tanto, estamos hablando prácticamente de una enfermedad crónica, en el sentido de que si se diagnostica relativamente precozmente y comienzas una terapia antirretroviral efectiva se tiene la misma supervivencia o esperanza de vida que la población no VIH.

Es verdad que también hay una proporción de gente que se diagnostica muy tardíamente, cuando ya llevan muchos años infectados sin saberlo, porque tenían el virus latente sin ningún síntoma. Y este son el porcentaje que todavía hay de mortalidad en nuestro entorno. Esta foto es radicalmente diferente en otras zonas del mundo.

¿Cuál es la fotografía en el mundo subdesarrollado?

Hay zonas mucho más endémicas, con una prevalencia mucho más alta y con un acceso limitado al tratamiento. Además, los tratamientos disponibles y el manejo de las enfermedades tampoco son los mismos. La foto es muy diferente: mucha gente diagnosticada de forma tardía, mucha sin diagnosticar, muchos que aunque diagnosticados no acceden a los tratamientos, etc. Es una pena porque las herramientas están ahí. Es una enfermedad que si la diagnósticas y la tratas bien no es un problema, pero si no, tiene un pronóstico fatal. Las diferencias también tienen que ver con la población infectada. Mientras que, por ejemplo, en el África subsahariana el número de infecciones prácticamente impactan a la población heterosexual, joven, mujer, aquí la gran mayoría de nuevas infecciones se están produciendo en un colectivo muy concreto, que es el de hombres que tienen sexo con hombres.

A pesar de tener las herramientas, la fotografía es muy diferente en una zona u otra. ¿Cómo lo vives tú desde la investigación?

Es difícil… Al final desde el mundo desarrollado lo que puedes hacer es intentar entender las peculiaridades de los virus en estos lugares, de por qué los tratamientos no funcionan, hacer estudios de resistencia e intentar intervenir para que las cosas mejoren. Evidentemente hay muchas decisiones que son políticas: que un país decida no invertir en más diagnósticos, en tratar las madres cuando están embarazadas para no infectar a los hijos, es cuestión de una inversión que no está en tus manos. Desde la investigación sólo podemos intentar entender y aportar conocimiento y trabajamos con herramientas destinadas a la erradicación y el control de las enfermedades sin tratamientos. El tratamiento de la enfermedad hoy tiene esta doble cara: es muy efectivo pero es difícil de implementar y tenemos el ejemplo en los países subdesarrollados, donde no está llegando suficiente. Con todo, se ha mejorado muchísimo y se han logrado unos hitos enormes pero hay muchísima gente por tratar.

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Beatriz Mothe en su despacho. © SANDRA LÁZARO

¿En qué punto se encuentra la investigación, cuál es la meta principal?

Yo diría que hay dos. Por un lado tener una vacuna preventiva que evite nuevas adquisiciones del VIH y por otra parte erradicar o curar la enfermedad con un tratamiento o una vacuna -probablemente será una estrategia combinada- que te ayude a erradicar el VIH sin tratamiento. Habrá un boom importante de conocimiento en los próximos años sobre estos aspectos. Los objetivos a largo plazo, ahora que ya tenemos fármacos que van bien, son mejorar los tratamientos -que puedas tomar una pastilla y te liberes durante tres meses por ejemplo, evitar el envejecimiento prematuro de los pacientes y seguir con la investigación en el sentido de encontrar una vacuna preventiva y una terapéutica.

¿Puede que precisamente por disponer ya de tratamientos eficaces interese menos destinar esfuerzos a la investigación?

Pienso que no… Que simplemente se ha como redirigido un poco. Los primeros años la necesidad era que no se murieran los pacientes y por tanto desarrollar fármacos, ahora los recursos sobre todo se están destinando a estrategias de prevención y curación. Hay que hacer muchísimo más, porque hay estrategias de prevención que no se están implementando. A veces la investigación demuestra una cosa y políticamente no se implementa. Nuestra epidemia hoy en día se está concentrando sobre todo en hombres que tienen sexo con hombres y hay muchos estudios que demuestran que la toma de antirretrovirales previos al contacto sexual puede evitar la adquisición del VIH en estas circunstancias. Esto se está implementando ya en EEUU y las instituciones europeas y muchos países han apoyado que se debería implementar y en cambio aquí hay una dificultad.

¿Por qué no se implementa en España?

Porque es costoso, son fármacos que son caros e implica una logística: quién pauta los fármacos, quién hace el control de las personas que los están tomando, etc. La investigación ha aportado este conocimiento y tarda mucho en implementarse, no sólo en el mundo subdesarrollado. Se están haciendo esfuerzos pero mucho más despacio de lo que habría que hacer porque estamos hablando de que cada año tenemos más de 3.000 nuevas infecciones. La investigación debe ir acompañada de una voluntad de implementar, si no toda aquella investigación se queda en las revistas científicas o en los laboratorios.

¿Ha habido ensayos que hayan demostrado cierta eficacia en una vacuna preventiva o terapéutica y que no se hayan llegado a comercializar? ¿Cómo de lejos estamos de este paso?

No, no ha habido. A nivel de vacuna preventiva, la última que ha demostrado una eficacia es una que se testó en Tailandia en 2009, que es el ensayo tailandés, y que la eficacia que se demostró era de un 30% y la protección era a corto plazo: era un poco más alta al poco de haber recibido la vacuna pero veías que la eficacia se iba perdiendo al cabo de uno o dos años. Este no es un resultado que permita comercializar un producto, ni mucho menos, pero sí es una primera señal para decir: ‘tenemos algo que funciona y tenemos que seguir trabajando’. Desde entonces se han hecho muchos estudios y esta semana se ha anunciado que se inicia un ensayo muy parecido en Sudáfrica con los mismos candidatos a vacuna. En el mundo de las vacunas se habla de que para que una vacuna llegue a mercado deben demostrar una eficacia muy alta porque no puedes poner en riesgo una persona sana y debe ser por enfermedades que tengan una comorbilidad muy grave.

A nivel de vacuna terapéutica todavía estamos más lejos. No hay ningún candidato a vacuna que haya llegado a fase III ni en fase II, están todos en fase I, que es el primer paso. La última fase de un desarrollo y que es la previa a la comercialización es un estudio de fase III de eficacia. Una vacuna preventiva lo que querría es sustituir el tratamiento, tú tomarías ese fármaco o vacuna y conseguirías que el virus no progresara.

¿Es decir que estamos más cerca de una vacuna preventiva que de una terapéutica?

No lo sé. Es difícil de decir porque son vías diferentes…Abordan el sistema inmunitario de una forma diferente. Por un lado tienes que evitar que el virus penetre y por otro lado necesitas luchar contra un sistema ya infectado, debilitado y con un virus que ya está dentro del genoma. Parece que vaya a ser más difícil una vacuna terapéutica pero por otra parte es más fácil demostrar su eficacia y claro no puedes infectarlos.

¿Cómo se hace esto entonces?

Tienes que ir a una población de muy alto riesgo, donde la prevalencia es de un 2%-3%, y coger un grupo y ver si entre un grupo vacunado y un grupo no vacunado hay una diferencia. Esto es muy costoso y tienes que garantizar que durante todo este tiempo las personas reciben toda la información necesaria para evitar la infección, ya que tú no tienes que provocar que se infecte. Por otra parte, una vacuna terapéutica es más fácil porque coges población ya infectada y es más fácil ver los efectos. Son caminos totalmente diferentes.

¿Hay algún ejemplo de virus en que la investigación sobre VIH pueda fijarse?

Es difícil porque el VIH es un virus que se integra en el genoma y por lo tanto es muy difícil eliminar las células que ya se han infectado. Esto lo diferencia por ejemplo del virus de la Hepatitis C. Está habiendo mucha investigación en terapia génica. Lo que sí tenemos son ejemplos de infecciones de virus durante la infancia que en la mayoría de casos no producen enfermedades, de estos podemos aprender cosas sobre cómo interacciona nuestro sistema inmunitario con los virus. Yo creo que con el campo que más se parece es con el cáncer en cuanto a desarrollo de medidas terapéuticas porque al final el cáncer son células que empiezan a hacer una producción anómala y que nuestro sistema inmunitario debería ser capaz de eliminar. A nivel de VIH ocurre lo mismo, nuestro sistema inmunitario se colapsa y no puede hacer frente.

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Beatriz Mothe durante la entrevista © SANDRA LÁZARO

Volvamos a España. Esta misma semana hemos conocido los resultados de un informe del Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades (ECDC). La tasa de contagios en 2015 está por encima de la media de la UE. En comparación a otros países europeos, ¿se están haciendo los deberes?

En investigación estamos muy bien y este centro es un ejemplo, somos punteros en investigación del VIH. Por un lado hacemos una asistencia multidisciplinar a los pacientes y por otro lado tenemos investigación en muchas áreas de conocimiento del VIH: vacunas, microbioma, resistencias, envejecimiento, etc. Ahora bien, como sociedad y a nivel de estrategias públicas de prevención estamos muy atrás. Estamos tardando a implementar las nuevas estrategias de prevención, de Prep (Profilaxis prexposición). Aquí la epidemia está impactando en un colectivo muy grande y tenemos una estrategia eficaz, que es tomar este tipo de medicamentos y sin embargo se está tardando demasiado en implementar.

¿En los países donde ya se está administrando este tratamiento, qué resultados está dando?

Tenemos ejemplos como en San Francisco donde se ha visto una clara reducción de nuevas infecciones. Existen múltiples ensayos clínicos que han demostrado su eficacia. Tenemos las guías americanas y europeas que recomiendan que se implemente, es una cuestión política decidir quién lo hace y quién lo paga. Ahora bien, el argumento económico es muy arriesgado porque a la sociedad nos cuesta mucho más una persona infectada, evidentemente por el impacto para la salud de esta persona pero también porque el costo del manejo clínico a lo largo de toda la vida es incalculable. Siempre será coste-eficaz prevenir una infección, con una vacuna o con una pastilla. Y la Prep en este caso se ha demostrado que es coste eficaz, es una cuestión de voluntad política. Y cuanto más tardemos en hacerlo nuevas infecciones que seguiremos teniendo.

No dejes de lado estos cinco datos que debes conocer sobre el VIH

 

 

VIII CONGRESO NACIONAL DE GESIDA El 37 % de hombres homosexuales con VIH practica “chemsex”, sexo con drogas

Consiste en la utilización de drogas como la mefadrona, la metanfetamina o desinhibidoras

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Los doctores Antela (i), Rivero (c) y Moreno momentos antes de la rueda de prensa que han ofrecido hoy en el VIII Congreso Nacional de GeSIDA. (EFE)

El “chemsex” es un “juego” al alza en el colectivo de hombres homosexuales según se desprende del primer estudio realizado en España sobre el uso de drogas durante las relaciones sexuales que revela que el 37 % de los 511 varones gays infectados con VIH analizados lo ha practicado alguna vez.

DONOSTIA. El informe, elaborado en 22 hospitales madrileños con la participación de 40 investigadores, ha sido presentado hoy por el especialista en infecciones del Hospital Infanta Leonor, Pablo Ryan, la investigadora del Hospital La Paz, Alicia González, y el representante de la asociación Madrid Positivo, Jorge Valencia, en el VIII Congreso Nacional de GeSida que se celebra en Donostia.

El “chemsex” es un término importado de Estados Unidos que hace referencia al “sexo” y la “química” y del que se comenzó a tener constancia hacia el año 2010 aunque es a partir de 2014 cuando ha registrado un repunte en España.

Consiste en la utilización de drogas como la mefadrona, la metanfetamina y desinhibidoras como el GHB o la ketamina que pueden favorecer la conductas sexuales de riesgo con posibilidades de contagio de sida, sífilis o hepatitis además de crear adicción a esas sustancias.

De hecho, de los 511 hombres homosexuales infectados con sida que participaron en el estudio, más del 60 % tenía una dolencia de transmisión sexual, de las cuales la más frecuente era la sífilis (64 %), la gonorrea (29 %), la hepatitis B (18 %) y la hepatitis C (10 %).

Un 37 % de participantes reconoció haber llevado a cabo prácticas de “chemsex” en algún momento.

El 74 % de los integrantes del grupo estudiado son nacidos en España, con una edad media de 39 años, cuenta con estudios universitarios en el 60 % de los casos y un 65 % tiene empleo estable con ingresos superiores a los 1.000 euros.

El 19 % refirió haber tenido más de 20 relaciones con parejas diferentes y el 30 % haber utilizado el preservativo en menos de la mitad de sus encuentros sexuales.

Los resultados de este análisis son preliminares, según han señalado sus autores que tratarán de ampliar la muestra para analizar si la prevalencia del consumo de drogas encontrada en los pacientes analizados es generalizada en el total de hombres homosexuales infectados por el virus en España.

Por otra parte, la Asociación Madrid Positivo ha dado a conocer una encuesta elaborada entre 672 varones durante la celebración del Orgullo Gay el pasado mes de julio, de los cuales el 60 % eran hombres que tienen sexo con hombres, el 30 % heterosexuales y el 10 % bisexuales.

Más de la mitad (57 %) declaró haber consumido drogas en el último año y un 12 % de los hombres homosexuales reconoció haberlas utilizado como estimulantes durante la relación.

En los últimos 6 meses el 76 % afirmó haber mantenido relaciones con más de una persona y el 22 % con más de 10.

‘Chemsex’, el «preocupante fenómeno» del sexo con drogas

El primer estudio realizado en España cifra en un 37% de varones que practican estas conductas con hombres infectados por VIH

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‘Chemsex’ (que viene del inglés, chemical sex, sexo químico) es el nombre bajo el que se esconde «un preocupante fenómeno»: tomar drogas para practicar sexo, una moda instalada en países como Reino Unido o Estados Unidos y que se ha popularizado en el Estado en los últimos dos años. El primer estudio que explora la magnitud de la utilización de drogas durante las relaciones sexuales en España cifra en un 37% el número de hombres que tienen sexo con hombres infectados por el VIH, una conducta de riesgo porque «el uso de alcohol y drogas durante las relaciones sexuales se asocia a un aumento de la práctica de conductas sexuales desprotegidas», han alertado los especialistas.

El informe, elaborado en 22 hospitales madrileños con la participación de 40 investigadores, ha sido presentado hoy por el expero en infecciones del Hospital Infanta Leonor, Pablo Ryan; la investigadora del Hospital La Paz, Alicia González, y el representante de la asociación Madrid Positivo, Jorge Valencia, en el marco del Congreso Nacional de GeSida que se celebra en Donostia.

Se conoce por ‘chemsex’ al uso de drogas psicoactivas durante las relaciones sexuales en hombres que tienen sexo con otros hombres, han explicado. Las sustancias relacionadas con esta práctica suelen ser estimulantes como mefadrona o metanfetamina y desinhibidoras como GHB o Ketamina. Los expertos han alertado de que estas prácticas «pueden favorecer conductas sexuales de riesgo con la posibilidad de contagio de infecciones como el VIH o la hepatitis C, así como otras infecciones de transmisión sexual». Hasta la fecha, se sabía que el fenómeno se había extendido en el país pero se desconocía su magnitud.

En este sentido, el U-sex Study realizado por Gesida es la primera aproximación a este fenómeno. Los resultados preliminares del estudio, realizado a partir de encuestas anónimas, arrojan datos relativos a una muestra de 511 pacientes con VIH que practican sexo con hombres. El perfil fue el de hombre nacido en España (74% de los casos), con una edad media de 39 años, estudios universitarios (en más del 60% de los casos), con empleo estable (más del 65%) e ingresos superiores a más de 1.000 euros (más del 70%). Dos de cada diez refirió haber tenido más de 20 relaciones con parejas distintas y el 30% haber utilizado preservativo en menos del 50% de sus encuentros sexuales. El 70% de la muestra reconoció haber consumido drogas alguna vez en la vida, y de ellos, la mitad (54%) dijo haber utilizado drogas durante las relaciones sexuales (‘chemsex’) en el último año.

«La curación del sida no llegará antes de 10 ó 20 años»

Daniel Kuritzkes, investigador de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard, asegura que ve una «tenue luz» al final del túnel, pero invita a no lanzar «falsas promesas» y advierte que el camino será «largo y difícil»

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Kuritzkes (i), en el VIII Congreso Nacional GeSIDA. / EFE

Pionero en la investigación sobre la erradicación del virus VIH, Daniel Kuritzkes ha participado en una de las conferencias inaugurales del congreso nacional que se celebra estos días en el Kursaal de Donostia bajo el título ‘On the road of cure’ (En el camino hacia la cura). Este profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y director del departamento de Enfermedades Infecciosas del Brigham and Women’s Hospital de Boston asegura ver una «luz al final del túnel» en la búsqueda de la cura del sida. Hoy se celebra el día mundial de la lucha contra esta enfermedad.

¿Cuánto se ha avanzado en ese camino hacia la erradicación del sida?

Lo peor que podemos hacer es predecir cuándo llegará esa cura. Aún estamos al comienzo de un camino de investigación que será muy largo. Aunque se ve una leve luz al final de este túnel, considero que esa cura no llegará antes de un plazo entre 10 a 20 años.

¿Cuáles son los avances que se están dando en investigación?

Se está trabajando con diferentes técnicas. Estamos probando con un medicamento antiinflamatorio que se aplica para enfermedades intestinales. Se trata de un anticuerpo monoclonal y parece que puede reducir el reservorio. Esto ha abierto una nueva línea de ensayos clínicos. También estamos investigando con fármacos procedentes de la oncología, que se utilizan para tratar el cáncer de piel o el linfoma. Se ha comprobado que estos podrían debilitar el virus y estimular la respuesta inmunológica ante células infectadas. Ambas técnicas se han probado en el laboratorio o en ensayos con monos, y hemos visto cómo el virus se controla y se reduce el reservorio. Aunque todavía no se ha probado en humanos, se trata de descubrimientos muy ilusionantes.

En sus conferencias habla sobre los «siguientes pasos en la erradicación del VIH». ¿Cuáles son?

Necesitamos tres cosas. Uno, maneras más eficaces de reactivar el virus para desarrollar mejores marcadores de la persistencia viral. Dos, actuar de forma efectiva y segura para redirigir la respuesta contra las células infectadas por el virus. Y tres, necesitamos mejores test para poder medir ese virus que se esconde.

¿Cómo se consigue?

Va ser necesario abordarlo a través de combinaciones de diferentes técnicas. Porque cuando el virus es silencioso, el sistema inmunológico no puede reconocerlo y no sabe qué células tiene que atacar. Tenemos que ser capaces de reactivar el virus para que esas células sean reconocibles para el sistema, pero a su vez tenemos que estimular el sistema inmunológico.

¿Cuáles son las técnicas a combinar para obtener resultados positivos?

A día de hoy no sabemos qué combinaciones probar, cuál será la ganadora, la que obtenga éxito. Estamos buscando una variedad de diferentes posibilidades, y el reto es encontrar la respuesta más adecuada de toda esa cantidad de combinaciones posibles.

Tratamientos de efectos seguros

¿En qué medida pueden aplicarse sus investigaciones en ensayos con humanos?

Lo más difícil es que tienen que ser tratamientos de efectos seguros, así que cualquier forma de abordar la cura tiene que ser menos peligrosa que los tratamientos que tenemos hoy en día. Tenemos que garantizar la seguridad de los pacientes con los que probamos estos tratamientos, y sobre todo tenemos que ser muy cuidadosos y no lanzar falsas promesas sobre encontrar la cura.

Usted fue uno de los artífices del transplante de médula ósea de los conocidos como ‘pacientes de Boston’.

Estos pacientes padecían un linfoma y necesitaban un transplante con células madre. Durante el procedimiento se les mantuvo el tratamiento antirretroviral, pero la única forma de saber si se habían curado era eliminando ese tratamiento. En un principio pensamos que era así, ya que el virus era indetectable, pero finalmente volvió a aparecer. En uno de ellos a los tres meses y en otro a los ocho meses de dejar los anntirretrovirales.

¿Qué aprendieron de aquellos resultados?

Lo primero es que efectivamente el transplante reduce el depósito de células infectadas. Las células madre atacan y destruyen a las infectadas, y permite a los pacientes tener un período de remisión libre de tratamiento. Pero por otro, nos sirvió para darnos cuenta de que el VIH puede ser tan sigiloso que aunque sea indetectable no se elimina totalmente. Nuestros ensayos actuales no son lo suficientemente sensibles como para detectar las células raramente infectadas que persisten y pueden provocar recaídas. Y ese es el principal reto que tenemos que afrontar en este campo.

El paciente de Berlín, el único que ha conseguido erradicar la enfermedad totalmente, también lo hizo gracias a un trasplante de médula ósea.

Este paciente, Timothy Brown, recibía atención por VIH cuando le diagnosticaron leucemia, por lo que en 2007 le practicaron un trasplante de médula ósea en Alemania. A diferencia de los de Boston, su donante fue un paciente con una mutación celular muy poco común, que tan solo afecta al 1% de la población blanca, y que hace que esas células sean resistentes a la infección de VIH. En su caso dicho tratamiento resultó positivo para ambos padecimientos, ya que esas células madre del donante regeneraron su sistema sanguíneo curando el cáncer, y a su vez le protegían de contraer de nuevo el virus. Por eso se curó.

¿Cabe deducir entonces que el transplante es por ahora la única solución para encontrar una posible cura?

No, en ningún caso puede ser la alternativa para el tratamiento generalizado porque este tipo de operaciones entrañan riesgos muy elevados. Solo puede probarse en caso de pacientes que como los mencionados necesitaban el transplante para tratar una leucemia o linfoma. Sin duda, casos como el del paciente de Berlín han estimulado la investigación para encontrar esa cura.

En cuanto a los tratamientos actuales, defiende el acceso universal a la profilaxis pre-exposición.

Desde luego. Estamos solo empezando a comprender cómo desarrollar estrategias para la cura del VIH, y que el camino para la completa curación va a ser largo y difícil, por lo que es fundamental continuar los esfuerzos para asegurar el acceso universal al tratamiento retroviral y el acceso al tratamiento anterior a una exposición de riesgo de todos aquellos que realmente la necesiten.

¿Se ha avanzado también en el tipo de tratamientos?

Hace treinta años que se descubrió la primera medicación antirretroviral, y hace veinte que se aplicó la primera terapia efectiva contra el VIH. Hoy en día existen más de treinta medicamentos o combinaciones de ellos que están disponibles para el tratamiento. Muchos de ellos son una simple pastilla que los pacientes toman una vez al día con una alta efectividad y razonablemente seguras. Pero todavía hay muchos pacientes que quieren una cura, porque esa pastilla que toman cada día les recuerda que tienen el virus.

En el mundo hay 34 millones de personas que tienen el virus VIH. ¿Es posible asegurar su tratamiento de por vida?

El problema es si el sistema va a ser capaz de proporcionar medicamentos a tantos pacientes durante tanto tiempo. Además, hay que tener en cuenta los posibles efectos secundarios, ya que después de décadas es difícil saber qué tipo de enfermedades podrían emerger. Por ello, la búsqueda de una cura definitiva está totalmente justificada, tanto por la cantidad de personas que la necesitan como para eliminar el estigma que sigue existiendo hacia los pacientes con VIH.

Habla de un plazo entre diez o veinte años, pero, ¿llegaremos a ver una cura contra el sida?

Como he dicho, aunque soy optimista veo una luz muy tenue al final de un túnel muy largo. Se trata de un camino que acabamos de empezar a andar y será un proceso largo y difícil.

“Los jóvenes han perdido el respeto al sida”

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El lazo rojo es el símbolo de la lucha contra el sida. EFE

1994. Momento álgido de la epidemia del sida con alrededor de 500 nuevos casos anuales. Una enfermedad que amenaza con asolar a una generación. Sin embargo, a partir de esa fecha las cifras descienden de forma espectacular gracias los nuevos tratamientos antirretrovirales. Aunque los casos de sida descienden en los últimos años, los de VIH (las personas que contraen la infección) no lo hacen. Las cifras se mantienen relativamente estables con cifras cercanas a los 200 casos cada año. En 2015, en Euskadi se notificaron 151 nuevos diagnósticos de VIH, cifra similar a la del año anterior. “Los jóvenes han perdido el miedo y el respeto al sida, una enfermedad que no alcanzan a ver el destrozo que puede provocar”. Así lo cree la presidenta de la Comisión Ciudadana Anti-Sida de Álava, Belén Martínez Burgo, quien alerta de que los jóvenes han bajado la guardia ante una enfermedad que “no está bajo control

El 78,1% de las nuevas infecciones corresponden a hombres. La edad media del total de personas diagnosticadas es de 38,2 años. La transmisión en hombres que tienen sexo con hombres continúa siendo mayoritaria, con un 51,7% del total de los nuevos diagnósticos y un 66,1% de los diagnósticos en hombres. El 34,4% de las nuevas infecciones corresponde a personas originarias de otros países, principalmente latinoamericanas y africanas.

Según la presidenta de la Comisión Ciudadana Anti-Sida de Álava, los jóvenes mantienen prácticas sexuales de riesgo porque entiende que el sida tiene tratamiento. “Saben que hay una solución con los tratamientos antirretrovirales, de alguna manera creen que se puede vivir de una forma más o menos saludable con el VIH toda la vida. Pero no se dan cuenta de que esos medicamentos tienen efectos secundarios. Están jugando con su vida”.

Por otro lado, la Asociación de Gais, Lesbianas, Transexuales y Bisexuales del País Vasco-Gehitu critica que con “la excusa de la crisis” la estrategia que se está siguiendo desde el Gobierno Vasco es la de continuar “con el recorte de recursos destinados a la prevención del VIH, derivando sibilinamente parte de los mismos para redirigirlos hacia la prevención de la hepatitis C”.

“Esta enfermedad”, añade Gehitu, “requiere una consideración particularizada, no un mero reparto de los ya insuficientes medios destinados a la prevención del VIH con el fin de justificar que se tienen en cuenta ambas problemáticas. Esto es simple maquillaje político.

Uno de los caballos de batalla de las instituciones en la laucha contra el VIH es la importancia de someterse a la prueba rápida de detección para que en caso de resultar positivo el resultado la persona inicie el tratamiento tanto para garantizar su propia salud y su vida como la ajena, ya que no puede seguir transmitiendo la enfermedad.

Por otra parte, desde el inicio de la década de los 2000 se está registrando un incremento de infecciones de transmisión sexual como sífilis y gonocias, que desde hace muchos años estaban reducidas a niveles poco significativos.

El amor en la cuerda floja del sida

El miedo, el estigma y los altibajos emocionales son los principales obstáculos de las parejas serodiferentes

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“Larry and Bobby Kissing”, fotografía de Robert Mapplethorpe (1979).

“Soy seropositivo”. Pablo (nombre ficticio), de 45 años, cuenta que casi temblaba cuando pronunció, hace tres años, esas palabras a la mujer que sería su esposa. Diagnosticado con VIH a los 18 años —en una época en que el diagnóstico era casi una sentencia de muerte— él estaba acostumbrado a recibir el apoyo de sus familiares y amigos, pero siempre había temido el rechazo de posibles parejas. “Viví un período de depresión, me veía muy solo”, dice. La mujer con quien decidió compartir su historia no ha tenido miedo y hoy los dos conforman una pareja serodiscordante, en la que uno es VIH positivo y el otro no.

José Luis, de 41 años, llamó a su marido en el momento en que se enteró que había dado positivo, en 2014. Tras una breve ruptura en el matrimonio de 19 años, él se había relacionado con otras personas y decidió hacerse la prueba. Le atemorizaba, más que el propio diagnóstico, la posibilidad de haber infectado a su pareja. “Fue un alivio cuando él dio negativo”, cuenta.

El marido de José Luis decidió quedarse y apoyarle. Y entonces empezó la tormenta. El primer año de tratamiento estuvo repleto de idas al hospital, noches insomnes de diarrea y vómitos y altibajos emocionales propios de la enfermedad. “Él lo pasó peor que yo. Se veía impotente ante la situación”, recuerda José Luis.

El psicólogo José Manuel Guerrero trabaja con pacientes de VIH/Sida, un mal que registra cerca de 3.000 nuevos casos cada año en España, según el Ministerio de Sanidad. Él explica que los primeros meses después del diagnóstico son los más estresantes para las parejas, que se tienen que adaptar a una nueva rutina de pastillas, clínicas y análisis constantes. “Ellos están en la cuerda floja. No saben si el tratamiento va a funcionar, si la persona a la que quieren se morirá”, dice Guerrero.

Los profesionales que, como Guerrero, atienden a las parejas serodiscordantes se centran en los problemas emocionales de las parejas, una vez que los temas referentes a la vida sexual de esas personas están solucionados. Ellos se basan en el estudio Partner, presentado en 2014 en la Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas de Boston, que confirma la eficacia del tratamiento con pastillas antirretrovirales. En esa investigación, 767 parejas mantuvieron más de 58.000 relaciones sexuales con penetración sin usar preservativo y no se registró ningún caso de transmisión. La doctora Alison Rodger, investigadora principal del estudio, llegó a cifrar en cero la probabilidad de transmisión sexual del VIH en parejas serodiscordantes cuando la persona con VIH tiene carga viralindetectable.

“Si pueden tener una vida sexual sana, lo que esas personas necesitan es más información para bajar del umbral del miedo y poder tener una vida como cualquier otra pareja”, afirma Víctor Baceiredo, educador en salud en Adhara, un centro comunitario de VIH/Sida en Sevilla.

En la búsqueda de una vida amorosa “normal”, los cambios físicos, efectos secundarios del tratamiento, les juegan una mala pasada. El principal es la lipoatrofia, es decir, la pérdida anormal de grasa corporal, que se nota sobre todo en el rostro, brazos, piernas y nalgas. Pablo cuenta que le costó acostumbrarse a la imagen que veía reflejada el espejo. “No me reconocía en mi cuerpo”, dice.

José Manuel Guerrero explica que en el momento en que los pacientes empiezan a sentirse acomplejados, se les hace más difícil relacionarse afectivamente con alguien. Víctor Beceiro recomienda los grupos de apoyo para contornar la situación. “Es importante verbalizar y compartir esas inseguridades”, afirma. Es lo que hacen Juan Luis y su pareja, que le acompaña a cada nuevo examen o revisión en el hospital: “Hemos decidido que se nos enfrentamos juntos a la vida, todo va a ir bien”.