España sigue concibiendo la transexualidad como una enfermedad mental

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Manifestación Orgullo LGTBI de Valencia, 2016 / EFE

Un diagnóstico psiquiátrico. Es lo que precisa la mayoría de personas transexuales en España para poder acceder a tratamientos hormonales, cirugías de reasignación o modificación del sexo en los documentos oficiales. Deben acreditar médicamente que sufren disforia de género, un “malestar” asociado a la diferencia “entre el género experimentado o expresado y el que los demás le asignarían”.

Es la definición que la Asociación Estadounidense de Psiquiatría hace en el manual de enfermedades mentales de mayor influencia, el DSM. En su ultima edición, de 2012, movió la transexualidad de la categoría de trastornos sexuales a una propia y la renombró. Y aunque la asociación acepta que no es una enfermedad en sí misma, los colectivos LGTBI y activistas trans llevan años pidiendo salir de la llamada “biblia de la psiquiatría”.

Lo mismo exigen a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en la décima versión de la Clasificiación Internacional de Enfermedades (CIE-10) incluye “los trastornos de identidad de género” bajo el epígrafe “trastornos mentales y del comportamiento”. Una filosofía que subyace en la mayoría de los países del mundo, también en España.

La falta de regulaciones o la diversidad de normas dibujan un panorama autonómico desigual. Hay leyes en comunidades como Navarra, País Vasco o Canarias, pero las más despatologizantes, en opinión de los colectivos trans, han sido las recientes de Madrid y Andalucía, que suspenden el requisito diagnóstico. A ello se suma ahora Cataluña, que ha diseñado un nuevo modelo de salud, y próximamente Valencia, que aprobará una norma en este sentido.

Autodeterminación de la identidad

A nivel estatal, el pasado 26 de octubre la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados aprobaba una proposición no de ley impulsada por Ciudadanos y que apoyaron todos los grupos políticos salvo el PP. En ella se urgía al Congreso aprobar una ley que posibilitara tanto a menores como a adultos trans cambiar el sexo registral en los documentos oficiales sin necesidad de acreditar los requisitos a los que obliga la ley. 

“Es una declaración de intenciones que nos da un poco de luz, pero debe concretarse”, apunta Mar Cambrollé, presidenta de la Plataforma por los Derechos Trans. La norma de 2007 establece como condiciones para modificar el nombre acreditar “que le ha sido diagnosticada disforia de género” y que “ha sido tratada médicamente durante al menos dos años  para acomodar sus características físicas a las correspondientes al sexo reclamado”. 

En este sentido, el Consejo de Europa adoptó en abril de 2015  una resolución que insta a los Estados a ” garantizar que las personas transexuales, incluidos las menores, no sean considerados como enfermos mentales”. Amnistía Internacional también ha solicitado que “el reconocimiento de la identidad de género no debe hacerse depender de diagnósticos psiquiátricos”, apunta en su informe ‘El Estado decide quién soy’.

El borrador que ha elaborado la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FELGTB) exige la aprobación de una ley estatal que se base en el derecho a la autodeterminación de la identidad de género y que garantice que “ninguna persona podrá ser obligada a someterse a tratamiento, procedimiento médico o examen psicológico”. Quieren asegurarse de que no haya desigualdades según la comunidad autónoma y virar el rumbo hacia la despatologización.

Más allá de avances autonómicos como Andalucía, que permite la modificación registral en la tarjeta sanitaria, o Aragón, que obliga a los centros educativos a tratar al alumnado por su sexo sentido, España sigue contradiciendo algunos parámetros internacionales. Países como Argentina, Dinamarca, Noruega o Irlanda ya han reconocido en sus legislaciones el derecho de que cada persona decida cómo quiere ser tratada legalmente sin necesidad de diagnóstico médico.  

¿Y las operaciones estéticas?

Este cambio de filosofía está basado en un giro del enfoque que, para el activista trans Pol Galofre, parte de asumir que el malestar que puede sentir una persona trans “no es intrínseco”. “¿Qué es lo que genera malestar? ¿Su propio cuerpo o la mirada que el sistema nos devuelve de él?”, cuestiona. Asegura que generar “tu personalidad en torno a un problema implica pensarte y crecer entendiendo que tienes una patología, algo que merma la propia autoestima”.

La ginecóloga Rosa Almirall puso en marcha hace cuatro años en Barcelona el servicio de salud Transit, en el que se ha basado la Generalitat para implementar el nuevo modelo. En su opinión, el papel médico debe centrarse en la escucha y en el acompañamiento porque “la única prueba diagnóstica es su relato de vida”. “No me dice nada”, concluye sobre el término disforia de género. “Yo como mujer también puedo tener ese malestar, que es social”, prosigue.

El relato de ambos se asienta sobre una crítica al binarismo hombre-mujer, a la noción de género y a la idea de que todas las personas trans desean seguir un camino hormonal y quirúrgico predeterminado. Sobre la necesidad de modificar el cuerpo, Galofre se pregunta: “¿Quién no modifica hoy en día su cuerpo para sentirse mejor? ¿Y las dietas, los gimnasios, los blanqueamientos dentales o las operaciones estéticas? ¿Son todo eso trastornos?”.

El género, dice, “es una construcción social, si el cuerpo no determinase el género, la gente no tendría necesidad de modificarlo”. Galofre pone el acento en la necesidad de ampliar los imaginarios sobre cuerpos diversos en vez de seguir insistiendo en que “estos cuerpos están equivocados y que se arreglan modificándose”. “¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo? ¿No sería más interesante trabajar para erradicar las presiones que se ejercen y ampliar los cuerpos habitables?”.

Ser transexual en Uganda: morir en vida

En uno de los países más homófobos del mundo, la comunidad transgénero pelea por sus derechos con mucho miedo y pocas perspectivas

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Miss Pride, 18 años. Sus fotos salieron publicadas en los periódicos, se vio obligada a irse de su casa y empezó a trabajar de prostituta. TOMASO CLAVARINO

Hajjati está sentado con las piernas cruzadas. Una alfombra de plástico cubre el suelo de tierra y una cortina cierra la entrada a la habitación. Esta habitación es su escondite desde hace dos meses. Tuvo que huir de su casa y buscar refugio aquí, en las chozas de hojalata de los alrededores del centro de la ciudad de Kampala. Primero sus padres, luego sus amigos; uno tras otro, todos lo abandonaron. No podían aceptar que Hajjati fuese transexual. No podían aceptarlo. No en Uganda, uno de los países más homófobos del mundo, en el que el perpetuo presidente Museveni llama a los homosexuales ekifiire (muertos vivientes), y en el que, cíclicamente, se proponen nuevas leyes para criminalizar y castigar la homosexualidad.

“Era 2013. Yo tenía 19 años”, cuenta Hajjati. “Al principio ni siquiera sabía qué significaba ser transexual. Creía que era gay, pero la verdad es que me sentía una mujer, me gustaba maquillarme en secreto. Entonces investigué un poco y ese fue el mejor momento de mi vida”. Un momento muy breve, sin embargo, porque, desde ese momento, su existencia se transformó en una auténtica pesadilla. “Hablé con mi familia, pero su reacción fue cruel. Me echaron de casa. Intenté hablar con algunos amigos, pero ellos tampoco querían saber nada de mí”, prosigue Hajjati. “Varias veces tuve que pedir cobijo a diferentes personas. Luego encontré un apartamento en Rubaga, pero alguien le prendió fuego”. Estuvo vagando de un sitio a otro para encontrar un lugar seguro donde quedarse, donde poder vivir su vida. Expulsado de casa, sin ninguna fuente de ingresos ni posibilidad de encontrar empleo, porque aquí, en Uganda, nadie contrataría jamás a una persona transexual, Hajjati se vio obligado a lo que todos, o casi todos, los jóvenes trans hacen en este país: vender su cuerpo para sobrevivir.

Los occidentales, los chinos y muchos ugandeses son los clientes de estos chicos que se esconden en sus casas durante el día y salen a toda prisa para no ser vistos y dirigirse a los hoteles y los apartamentos de los alrededores de la capital. Clientes que a menudo les pegan, los violan, les roban, y, aun así, quedan impunes. “La gente sabe que puede hacer lo que quiera con nosotras, que tenemos muy pocas armas para defendernos”, se lamenta Edwine, de 19 años, que vive en 20 metros cuadrados con otras seis jovencísimas chicas transexuales. Se maquillan unas a otras, se intercambian la ropa, se hacen fotos para publicar en las redes sociales, porque solo entre esas cuatro paredes pueden ser ellas mismas. “Si intentamos ir a la policía nos maltratan, nos encierran en una celda y se ríen de nosotras”. Además, también son víctimas de la violencia y del robo en sus propias casas. Las bandas de los suburbios irrumpen en sus viviendas, les cogen lo poco que tienen, las pegan y se van.

Alicia va caminando por el mercado de Nakesero. De repente se detiene, agacha la cabeza y aguza el oído. En la radio, un predicador evangélico arremete contra los homosexuales. Los llama “seres inhumanos”, “contra natura”. Todo el mundo la mira fijamente. “Ya lo ve. Pasa cada día. Salgo de casa y la gente me mira. En el mejor de los casos, se ríen de mí, pero la mayoría me insulta”, dice con pesar.

Hace unos años, Alicia empezó a trabajar con Transgender Equality Uganda, una organización que ofrece ayuda legal y asistencia médica a la comunidad transexual del país. Efectivamente. Porque, en Uganda, las personas transexuales no son bienvenidas en los hospitales. “Cuando vamos al hospital, los médicos y las enfermeras empiezan a preguntarnos si somos hombres o mujeres, se burlan de nosotras y nos ignoran”, cuenta Alicia, “así que no tenemos más remedio que irnos sin que nos hayan hecho ninguna prueba ni nos hayan dado tratamiento. Todos los sectores de la sociedad nos discriminan y nos marginan”. Incluso la comunidad LGBT, que luchó y sigue luchando duramente contra los proyectos del Gobierno de Kampala y sus discriminaciones.

Puesto que las personas trans son más evidentes, les resulta más difícil pasar desapercibidas en una sociedad sexista y homófoba; les cuesta más ocultar su identidad y no expresar su feminidad. Sin embargo, justo en esa comunidad defenderlas públicamente o acogerlas puede llegar a ser realmente autodestructivo, incluso para quienes comparten con ellas la carga de la discriminación y la violencia.

Muchas veces, la violencia la provocan y la alientan los medios de comunicación del país, que, junto con la Iglesia, siembran el odio contra los transexuales y contra el colectivo LGBT en general. Eso fue lo que le pasó a Shamim, de 20 años, registrada como Richard: “Siempre me he sentido una mujer, así que, siempre que podía, me vestía como tal. Una vez fui a un hotel con un cliente, y cuando descubrió que en realidad era un hombre, llamó a la policía. Me golpearon hasta que perdí el conocimiento, luego llamaron a la televisión y mostraron mi cara a toda Uganda y la publicaron en las redes sociales”. Fue entonces cuando su familia descubrió la verdadera identidad de Shamim y que era seropositiva. No dudaron ni vacilaron un momento: “Me echaron de casa. Ahora mi familia son mis hermanas transexuales”.

Esta es una comunidad obligada a vivir con miedo, sin derechos, esperanza ni perspectivas. Sueñan con el día en que podrán acceder a la terapia de hormonas para cambiar de sexo, pero en Uganda eso es imposible. Tienen que irse a Kenia, pero muy pocas pueden permitírselo, así que siguen comerciando con sus cuerpos para sobrevivir, escondiéndose como ladronas, ocultando su identidad.

Sólo cuatro comunidades permiten iniciar el tratamiento a transexuales sin un diagnóstico psiquiátrico

El colectivo, que en la mayoría de regiones debe acreditar disforia de género para empezar la hormonación, reivindica que, como las embarazadas, necesitan control médico pero no están enfermos.

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Navarra, País Vasco, Andalucía, Canarias y la Comunidad de Madrid tienen leyes integrales de Transexualidad.

MADRID.- El primer paso que debe dar un hombre o una mujer transexual para acceder a los tratamientos de reasignación de sexo en España es mentir. En la mayoría de comunidades autónomas, tienen que hacerle creer a un psicólogo que sufren disforia de género, es decir, que, en cierto modo, son enfermos mentales. Sólo Andalucía, Canarias y la Comunidad de Madrid —que cuentan con leyes integrales de Transexualidad— no exigen este diagnóstico médico para empezar la hormonación en la sanidad pública. Catalunya se acaba de sumar a esta lista al trasladar también la gestión del tratamiento a la atención comunitaria.

“Necesitamos apoyo médico, pero no porque estemos enfermos sino porque estamos siguiendo un tratamiento y eso requiere un control. Es lo mismo que sucede con las mujeres embarazadas, que son usuarias de la sanidad pública porque necesitan un seguimiento, no porque estén enfermas”. Así lo resume Mané Fernández, portavoz de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) y responsable de los temas relacionados con Transexualidad y Transgénero. Una visión que, poco a poco, van asumiendo algunos gobiernos autonómicos.

Navarra, País Vasco, Andalucía, Canarias y la Comunidad de Madrid tienen leyes integrales de Transexualidad. Sin embargo, en las dos primeras todavía es necesario el diagnóstico de disforia de género para iniciar el tratamiento de reasignación de sexo. Asturias, Aragón y País Valencià están a punto de aprobar sus normas y todas ellas contemplan la despatologización del modelo de atención al colectivo transexual.

Mané Fernández se vio obligado a iniciar su proceso de hormonación por la sanidad privada a finales de los ochenta. “Antes de que te visitara el endocrino para empezar el tratamiento, tenías que convencer al psicólogo de que eras un enfermo mental. Las preguntas que te hacían estaban condicionadas por el estereotipo social de lo que se consideraba que tenía que ser un hombre —un machote con pasión por el fútbol— y una mujer —una princesita preocupada por la moda—”, recuerda Fernández. En aquellos años, la consulta psicológica costaba unos 60 euros y la hormonación, unos 15 euros al mes.

Las cirujías son una cuestión a parte. En la sanidad privada, las vaginoplastias cuestan 20.000 euros y las faloplastias, unos 35.000, pero no todos los transexuales quieren someterse a estas intervenciones. “Es muy bajo el porcentaje de personas que se someten a ellas porque influyen cuestiones de salud y opciones personales”, apunta Fernández, quien señala, sin embargo, que sí son muy comunes las mastectomías (extirpación de los pechos) y las mamoplastias (implantación de los pechos), que oscilan entre los 3.000 y los 6.000 euros.

Unidades de identidad de género

El hecho de no necesitar el diagnóstico de disforia de género para acceder al tratamiento de reasignación de sexo es un paso adelante en la lucha por los derechos del colectivo transexual, pero lo es aún más que las unidades de identidad de género de los centros hospitalarios dejen de regular el acceso a la hormonación. “Estas unidades son necesarias porque debemos someternos al control médico que exige todo tratamiento, pero a la vez son patologizantes porque los síntomas de depresión y ansiedad que sufrimos a lo largo del proceso no son inherentes a la transexualidad, sino que vienen de fuera, de la presión social que se ejerce sobre nosotros”, confiesa Fernández. Por ese motivo, en Catalunya, los tratamientos de reasignación de sexo dejarán de depender de las unidades de identidad de género y se empezarán a articular a través de la atención primaria y comunitaria con la llamada Unitat Trànsit.

En las antípodas de este modelo está, por ejemplo, la gestión de Castilla y León y Castilla-La Mancha, donde ni siquiera hay unidades de identidad de género y cuyas consejerías de Sanidad derivan a otras comunidades a las personas transexuales que desean la reasignación. “Una trampa”, advierte la FELGTB, porque en muchas ocasiones es un requisito imprescindible estar empadronado en la región donde se lleva a cabo el tratamiento.

Entre ambos extremos se encuentran Galicia, Extremadura, Balears y Murcia, que ya han aprobado leyes de Igualdad LGTBI con apartados dedicados a la transexualidad. La Comunidad de Madrid y Catalunya también tienen una y Andalucía, Aragón, Asturias, Navarra y País Valencià están trabajando en ellas.

Los transexuales en Catalunya podrán cambiarse de sexo sin diagnóstico psiquiátrico

La Conselleria catalana de Salud impulsa un nuevo modelo que quiere acabar con la consideración de que la transexualidad es una enfermedad.

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El conseller de Salud de la Generalitat, Toni Comín, en la presentación del nuevo modelo./ EP

BARCELONA.- La Conselleria catalana de Salud ha impulsado un nuevo modelo de atención a las personas transexuales “pionero” en Europa que elimina el diagnóstico psiquiátrico para poder acceder a los tratamientos de cambio de sexo, el cual se articulará a través de la atención primaria y comunitaria con la Unidad Trànsit, situada en la calle Manso de Barcelona.

El conseller de Salud, Toni Comín, ha presentado el nuevo modelo de atención a la salud de las personas transexuales, junto a la directora de Atención Sanitaria del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut), Cristina Nadal, la directora general de Planificación en Salud, Pilar Magrinyà, y representantes del colectivo TransForma la Salut.

El nuevo modelo, que se enmarca en el Plan de Salud 2016-2020 y se ha elaborado conjuntamente con entidades y sociedades científicas, busca la “despatologización” del modelo de atención al colectivo transexual, es decir, quiere acabar con la consideración de que la transexualidad es una enfermedad.

Hasta ahora, para poder acceder al tratamiento hormonal y quirúrgico, las personas eran atendidas desde la Unidad de Identidad de Género (UIG) del Hospital Clínic de Barcelona, que determinaba un diagnóstico de disforia de género, si bien con el nuevo sistema seredefinirá la función de esta unidad, ya que la vía de acceso se ha trasladado a atención comunitaria.

La Unidad Trànsit, que funciona desde 2012 con un ginecólogo, un médico de primaria, una enfermera, un psicólogo, un trabajador social y una persona de administración, se reforzará con 258.000 euros más, una inversión e se suman al “plan de choque” de 274.000 euros de este año para reducir las listas de espera quirúrgicas. Según datos de salud, actualmente existen entre dos y tres meses para acceder al tratamiento hormonal y seis meses para intervenciones quirúrgicas, con una lista de espera de unos 150 pacientes para vaginoplastia y de 92 para mastectomía.

Este servicio atenderá la demanda de asesoramiento, el deseo de iniciar el proceso de transición y los problemas de salud derivados de este proceso, y contará los médicos de familia, pediatras y enfermeras se encargarán de hacer el seguimiento. Además, tendrá la función de formar y sensibilizar a los profesionales de la salud de otros equipos de atención primaria (EAP) para que se pueda desplegar progresivamente en el territorio; participar en el despliegue territorial; dar respuesta a las consultas virtuales a dudas de otros profesionales de la salud, y realizar cursos, talleres y actividades para estos profesionales.

Cada año, 93 personas en Catalunya inician esta transición y la cifra total de personas que están en cualquier fase del proceso se eleva a 437, según el departamento, que pronostico un “claro efecto llamada”, porque hasta ahora mucha gente acudía a la privada, ha pronosticado Cristina Nadal. En concreto, el modelo plantea acaba con la necesidad de justificar la identidad de género y de comunicar las preferencias sexuales; da autonomía para tomar decisiones y consentimiento informado, y entiende la transición como opcional y marcada por la persona —cuando y hasta donde decida—.

Salud ha implantado el nuevo modelo tras detectar incongruencias entre demanda y oferta sanitaria: “Se trata de que tengamos la identidad que tengamos, el sistema sanitario nos trate como personas”, ha defendido Nadal. El sistema también incluye la atención a la salud de menores transexuales con equipos multidisciplinares, por lo que se velará para permitir la expresión de la identidad de género del pequeño; ayudar al proceso de transición; promover un entorno social y familiar respetuoso; el bienestar integral del menor, y permitir el acceso al tratamiento bloqueante y hormonal.

La atención sanitaria a las personas trans en Catalunya dejará de estar basada en un diagnóstico psiquiátrico

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El departamento de Salut de la Generalitat ha presentado un plan de choque donde se quiere despatologitzar la realidad de las personas trans SÒNIA CALVÓ

A partir de ahora la transexualidad dejará de tratarse como una enfermedad en Catalunya. Así lo ha anunciado el conseller de Salud, Toni Comín, en la presentación este lunes, del nuevo modelo de atención a la salud de las personas trans, después de que el pasado día 22 se celebrara el día mundial por la despatologización trans. La principal novedad del modelo presentado es que la persona no tendrá que pasar por un diagnóstico clínico ni psicológico para someterse a una operación de cambio de sexo. Se consigue así una reivindicación histórica, plasmada recientemente a través de la Plataforma ‘TRANSforma la salud’, basada en la despatologización de la transexualidad. Hacía tiempo que proponían un cambio de paradigma en la atención sanitaria a las personas transexuales basado en la libre determinación del género y que promoviera el acompañamiento por parte de los profesionales sanitarios. “El sistema público de salud es para todos y todas y, para ser igualitario, debe ser sensible a la diversidad desde la perspectiva de los derechos a las personas”, ha dicho Comín.

En los años 90 se atendía a las personas trans diagnosticándolas de un trastorno de identidad de género y se les sometía a corrección psiquiátrica; en los 2000 se consideraba una disforia de género y se les daba un tratamiento hormonal y una reasignación quirúrgica. Ahora, el nuevo modelo se basa en el hecho de que no habrá necesidad de definir ni justificar ni la identidad de género ni las preferencias sexuales. También se quiere dar autonomía para tomar decisiones a través del consentimiento informado y apostar por una transición opcional marcada por la persona.

Un CAP de Barcelona será el centro de referencia

El CAP Manso de Barcelona será la primera unidad de atención primaria que atienda estos pacientes, convirtiéndose en la nueva puerta de entrada al sistema, y acogerá la unidad Transit, uno de los servicios que actualmente atiende a las personas trans en Catalunya junto con la Unidad de Identidad y Género (UIG) del Hospital Clínic. La idea es que la unidad del CAP Manso se convierta en un nuevo centro de referencia para todo el país y un modelo de atención a la salud de las personas trans pionero en toda Europa, según ha explicado el conseller. El proyecto está incluido en el Plan de Salud 2016-2020 y ha sido reforzado con 260.000 euros para el año que viene y más plantilla multidisciplinar. Se quiere conseguir así una mejor atención por parte de los profesionales para acompañar a los pacientes de una manera más afectiva y sensibilizada.

Este nuevo modelo se ha consensuado conjuntamente con plataformas y colectivos trans y también con profesionales científicos y médicos. Estos colectivos se muestran muy a favor del nuevo plan pero han pedido que la Unidad de Identidad y Género del Hospital Clínic deje de funcionar porque “no ha tratado con dignidad y respeto a las personas trans”, ha asegurado el portavoz de la plataforma Nac Bremón. La UIG del Hospital Clínic había sido acusada desde TRANSforma la Salud de practicar una atención “patologizante y muy deficiente” en varios aspectos.

Ante esto, el director del Hospital Clínic, Josep Maria Campistol -que se encontraba presente en la rueda de prensa-, ha pedido disculpas por los “errores cometidos y por si han podido maltratar psicológicamente algún afectado”. Ha añadido, sin embargo, que hay que “mirar al futuro” y ha ofrecido colaboración entre el hospital y el nuevo plan. Desde el departamento de Salud han dicho que “quieren aprovechar la experiencia en operaciones quirúrgicas acumulada por el Hospital Clínic en los últimos años” pese a las críticas que han recibido.

Cada año unas 93 personas solicitan iniciar el proceso de cambio de sexo a través de la sanidad pública en Catalunya, y actualmente hay 437 en fase de tránsito. Se espera que con este nuevo modelo se genere un efecto llamada y que gente que estaba haciendo el tratamiento por la privada cambie a la pública.

El presidente de los obispos: “Tenemos que decir ‘no’ a la ideología de género”

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Ricardo Blázquez, en una imagen de archivo EFE

El presidente de la Conferencia Episcopal Española y cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, ha defendido que la Iglesia debe denunciar la ‘idelología de género’ porque es “poco serio que se intente separar el género del sexo”: “La sexualidad no es solo genitalidad, también es una forma especial de sentir. Esta cuestión no se resuelve con una operación quirúrgica, es de otro orden. Por eso, tenemos que decir ‘no’ a la ideología de género”.

Según recoge Religión Digital, Blázquez pronunció estas palabras en una conferencia llamada ‘La belleza del amor matrimonial en la exhortación Amoris laetitia’ en las Jornadas de reflexión para el presbiterio madrileño, que se celebran en el Seminario Conciliar de Madrid. En su intervención, defendió también la existencia de un “desplome” del “matrimonio católico” en muy pocos años porque “hoy es más fácil divorciarse que romper el contrato de arrendamiento de un piso”.

Otra de las cuestiones recogidas en esta exhortación al Papa Francisco y que “preocupan” a la Iglesia son las “tendencias homosexuales”. A su juicio, la humanidad “no se divide entre homosexuales y heterosexuales, sino entre varones y mujeres”, aunque “la ‘catequesis’ que le llega a la gente, a través de los medios, sea la contraria”.

Blázquez ha defendido que debe diferenciarse “entre la tendencia homosexual y el ejercicio de la homosexualidad” y “acoger con respeto” a las personas homosexuales, “evitando toda discriminación injusta”. “A veces, en nuestros pueblos cuántos motes hemos puesto a estas personas, cuando ya llevan una buena encima tanto ellos como sus familias”, ha reflexionado.

Para Blázquez, la doctrina católica sobre el matrimonio y la familia está constantemente “atacada” por “lobbies que reivindican libertad para ellos y se cierran a la libertad de los demás” y por “centros de gestación de legislación para todos los países, que a veces lo ponen como condición para recibir subvenciones”.

El cardenal Blázquez dice que el cambio de sexo es «poco serio»

El presidente de la Conferencia Episcopal sostiene que la «sexualidad no es solo genitalidad»

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El arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez. / EFE

El cardenal arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, Ricardo Blázquez, advierte de que es «poco serio» separar «el género del sexo» y precisa que esta cuestión «no se puede resolver con una operación quirúrgica». «La sexualidad no es solo genitalidad, también es una forma especial de sentir. Esta cuestión no se resuelve con una operación quirúrgica, es de otro orden», opina Blázquez.

Así lo expresó ayer en las Jornadas de reflexión para el presbiterio madrileño organizadas por la Vicaría Episcopal para el Clero. Según Blázquez, la humanidad no se distribuye entre homosexuales y heterosexuales, «sino sabiamente entre varones y mujeres». El cardenal recordó al Papa Francisco, que llama «a acoger con respeto a las personas homosexuales evitando toda discriminación injusta». «A veces, en nuestros pueblos, cuántos motes hemos puesto a estas personas, cuando ya llevan una buena cruz el que lo lleva y su familia», añadió.

Blázquez criticó la revolución biotecnológica en el ámbito de la reproducción humana –«una persona no es producto de laboratorio»– y condenó que haya parejas de jóvenes que convivan «antes de casarse o incluso sin planteárselo», como su propio sobrino: «Tenía la secreta esperanza de que esto no nos llegaría a nosotros», señaló.

Salud anula el diagnóstico psiquiátrico para tratar a los transexuales

El colectivo no tendrá que acreditar la patología psiquiátrica de disforia de género para entrar en el proceso de cambio de sexo

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Manifestación contra la patologización de la transexualidad en 2008 JOAN SÁNCHEZ

El diagnóstico de disforia de género ha dejado de ser condición sine qua non para que una persona transexual entre en el proceso de reasignación de sexo a través de la sanidad pública. “La transexualidad no es una enfermedad”, ha dicho el consejero de Salud, Toni Comín, y no ha de ser tratada como tal. El Departamento de Salud ha dado un giro a la atención sanitaria que recibía el colectivo para “despatologizar” el abordaje a estas personas y ha eliminado el diagnóstico psiquiátrico de las condiciones de acceso.

La puerta de entrada al sistema sanitario dejará de ser un psiquiatra con un diagnóstico de disforia de género. Los médicos de familia y Transit, la unidad especializada de apoyo, vehicularán el proceso de asistencia y acompañarán en el proceso de reasignación de sexo de las personas que quieran entrar en el circuito asistencial. Hasta ahora, para que una persona transexual comenzase el tratamiento hormonal, necesitaba estar diagnosticado con disforia de género. Alrededor de unas 437 personas están actualmente en medio del proceso de reasignación de sexo en Cataluña.

“Queremos despatologizar la realidad transexual y cómo se aborda desde el sistema de salud. Y si queremos hacerlo tenemos que ir hacia un modelo comunitario”, ha explicado este lunes el consejero. El equipo multidisciplinar de Tránsit (un médico de familia, un ginecólogo, un trabajador social, una enfermera y un psicólogo) ya está preparado junto al centro de atención primaria de Manso, en Barcelona, para dar asistencia psicosocial y sanitaria a los transexuales que decidan emprender el proceso de reasignación de sexo. Estos profesionales serán los encargados, junto a los médicos de familia, de iniciar y controlar el circuito de cada paciente.

“Queremos que este nuevo modelo recoja una visión psicosocial y de no discriminación con la identidad de género sentida, que tenga una fuerte vinculación comunitaria y que sea respetuoso con la integridad, la libertad y la autonomía de los pacientes”, ha explicado la doctora Pilar Magrinyà, directora general de Planificación en Salud. Salud también pondrá en marcha campañas de sensibilización y formación del colectivo sanitario para tratar a los pacientes y evitar la estigmatización.

“Tiene que ser una transición libre y marcada por las personas”, ha puntualizado la doctora Cristina Nadal, directora de Atención Sanitaria del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut). El Departamento revisará todos los protocolos sanitarios de atención al colectivo , pero Nadal ha matizado que seguirán prevaleciendo los criterios clínicos para acceder a una cirugía de reasignación de sexo, por ejemplo. Los requisitos para entrar en lista de espera son haber sido atendido en la unidad un mínimo de dos años, ser mayor de edad y llevar doce meses de tratamiento hormonal y doce meses de experiencia de vida real.

Para combatir las dilatadas listas de espera, sobre todo en el tratamiento quirúrgico, Salud ha inyectado alrededor de 274.000 euros en 2016 y prevé invertir otra partida de 258.000 euros mñas. Las demoras para el tratamiento hormonal alcanzan los tres meses —que es lo que tarda en visitar el endocrino— y para una histerectomía ronda los seis meses. Hay pacientes que llevan en espera desde 2010: hay 155 personas esperando para una vaginoplastia y 98 para una mastectomía (algunos desde 2011). El plan de salud también contempla un protocolo especial para la atención a menores transexuales.

Adiós a la unidad especializada del Clínic

Salud también desmantelará la controvertida unidad asistencial que había en el Hospital Clínic de Barcelona para atender desde el tratamiento hormonal hasta la intervención quirúrgica. La cirugía de reasignación de sexo, que modifica los genitales de nacimiento de una persona para que sean como los del género con los que esta se identifica, se hacía hasta ahora desde esta la Unidad de Identidad de Género (UIG) del Clínic,  de referencia para todo el territorio. Pero esta UIG ha sido muy criticada por las entidades sociales por el trato que recibían los pacientes.

“A efectos de experiencia, esta unidad no formará parte del proceso porque no es congruente con el modelo que tenemos”, ha indicado Nadal. Comín, por su parte, ha apuntado que la redefinición de este servicio es una decisión que “no está cerrada” y corresponde al CatSalut y al Clínic.

Los transexuales en Cataluña podrán cambiarse de sexo sin diagnóstico psiquiátrico

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El colectivo LGTBI se manifestó en el Día del Orgullo Gay

BARCELONA. La Conselleria catalana de Salud ha impulsado un nuevo modelo de  atención a las personas transexuales “pionero” en Europa que elimina  el diagnóstico psiquiátrico para poder acceder a los tratamientos de  cambio de sexo, el cual se articulará a través de la atención  primaria y comunitaria con la Unidad Trànsit, situada en la calle  Manso de Barcelona.

En rueda de prensa este lunes, el conseller de Salud, Toni Comín,  ha presentado el nuevo modelo de atención a la salud de las personas  transexuales, junto a la directora de Atención Sanitaria del Servicio  Catalán de la Salud (CatSalut), Cristina Nadal, la directora general  de Planificación en Salud, Pilar Magrinyà, y representantes del  colectivo TransForma la Salut.

El nuevo modelo, que se enmarca en el Plan de Salud 2016-2020 y se  ha elaborado conjuntamente con entidades y sociedades científicas,  busca la “despatologización” del modelo de atención al colectivo  transexual, es decir, quiere acabar con la consideración de que la  transexualidad es una enfermedad.

Los transexuales podrán cambiarse de sexo en Cataluña sin diagnóstico psiquiátrico

El nuevo modelo pretende acabar con la consideración de que la transexualidad es una enfermedad

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Un grupo de transexuales. / Efe

La Consejería de Salud de Cataluña ha impulsado un nuevo modelo de atención a las personas transexuales “pionero” en Europa que elimina el diagnóstico psiquiátrico para poder acceder a los tratamientos de cambio de sexo, el cual se articulará a través de la atención primaria y comunitaria con la Unidad Trànsit, situada en la calle Manso de Barcelona.

En rueda de prensa este lunes, el consejero de Salud, Toni Comín, ha presentado el nuevo modelo de atención a la salud de las personas transexuales, junto a la directora de Atención Sanitaria del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut), Cristina Nadal, la directora general de Planificación en Salud, Pilar Magrinyà, y representantes del colectivo TransForma la Salut.

El nuevo modelo, que se enmarca en el Plan de Salud 2016-2020 y se ha elaborado de forma consensuada con entidades y sociedades científicas, busca la “despatologización” del modelo de atención al colectivo transexual, es decir, quiere dejar de considerar la transexualidad como una enfermedad.

Hasta ahora, para poder acceder al tratamiento hormonal y quirúrgico, las personas eran atendidas desde la Unidad de Identidad de Género (UIG) del Hospital Clínic de Barcelona, que determinaba un diagnóstico de disforia de género, si bien con el nuevo sistema se redefinirá la función de esta unidad, ya que la vía de acceso se ha trasladado a atención comunitaria.

La Unidad Trànsit, que funciona desde 2012 con un ginecólogo, un médico de primaria, una enfermera, un psicólogo, un trabajador social y una persona de administración, se reforzará con 258.000 euros más, una inversión que se suma al “plan de choque” de 274.000 euros de este año para reducir las listas de espera quirúrgicas.

Según datos de salud, actualmente existen entre dos y tres meses para acceder al tratamiento hormonal y seis meses para intervenciones quirúrgicas, con una lista de espera de unos 150 pacientes para vaginoplastia y de 92 para mastectomía.

Funciones de la unidad

Este servicio atenderá la demanda de asesoramiento, el deseo de iniciar el proceso de transición y los problemas de salud derivados de este proceso, y contará los médicos de familia, pediatras y enfermeras se encargarán de hacer el seguimiento. Además, tendrá la función de formar y sensibilizar a los profesionales de la salud de otros equipos de atención primaria (EAP) para que se pueda desplegar progresivamente en el territorio; participar en el despliegue territorial; dar respuesta a las consultas virtuales a dudas de otros profesionales de la salud, y realizar cursos, talleres y actividades para estos profesionales.

Cada año, 93 personas en Cataluña inician esta transición y la cifra total de personas que están en cualquier fase del proceso se eleva a 437, según el departamento, que pronosticó un “claro efecto llamada”, porque hasta ahora mucha gente acudía a la privada, ha estimado Cristina Nadal.

En concreto, el modelo plantea acaba con la necesidad de justificar la identidad de género y de comunicar las preferencias sexuales; da autonomía para tomar decisiones y consentimiento informado, y entiende la transición como opcional y marcada por la persona -cuando y hasta donde decida-.

Salud ha implantado el nuevo modelo tras detectar incongruencias entre demanda y oferta sanitaria: “Se trata de que tengamos la identidad que tengamos, el sistema sanitario nos trate como personas”, ha defendido Nadal.

El sistema también incluye la atención a la salud de menores transexuales con equipos multidisciplinares, por lo que se velará para permitir la expresión de la identidad de género del pequeño; ayudar al proceso de transición; promover un entorno social y familiar respetuoso; el bienestar integral del menor, y permitir el acceso al tratamiento bloqueante y hormonal.

Disculpas del Clínic

En la rueda de prensa, el director del Hospital Clínic, Josep Maria Campistol, que ocupa el cargo desde hace nueve meses, ha pedido disculpas al colectivo transexual por si se han sentido ofendidos en la atención recibida; ha calificado el nuevo plan de “paso adelante”, y ha ofrecido su máxima colaboración al Servicio Catalán de la Salud (CatSalut) y al departamento.

Según Lina Moreno, portavoz de TransForma la Salut, el modelo vigente hasta ahora era “inaceptable” y ha reivindicado el derecho a la autodeterminación del género sentido; y Nac Bremon -también miembro de la entidad- ha aplaudido que el nuevo planteamiento considera la transexualidad como camino vital y no como enfermedad y ha reclamado el cierre de la UIG.