«Euskadi está un paso por delante en los derechos de los transexuales»

Sarah Spatz es de Brasil y ha solicitado asilo en España por razones de identidad sexual. Aunque vive en Madrid desde hace nueve meses, quiere instalarse en el País Vasco

Sarah Spatz.

A sus 40 años, la vida de Sarah Spatz es de esas que daría para hacer una película. O dos. En la misma habría que situarse en diferentes localizaciones, desde Brasil a Portugal, pasando por Donostia y acabando en Madrid, donde vive en régimen de asilo desde hace meses. Un trayecto vital lleno de pasajes oscuros, marcado por la lucha por los derechos del colectivo LGTBI y con un futuro incierto que espera resolver en Euskadi, donde sueña con ‘echar el ancla’.

Sarah nació siendo un niño en Sao Paulo. A pesar de la insistencia de su madre en recordarle su condición masculina, ella siempre tuvo claro que ese no era su verdadero yo. «Mis primeros recuerdos de la infancia son de mi madre diciéndome que yo no podía ser como era, que yo era un niño», cuenta. Con 17 años, uno de los hechos más tristes de su vida se convirtió a su vez en el punto de partida hacia un nuevo futuro. «Mi madre murió. Fue una tragedia, pero también una liberación, porque ya no tendría que preocuparme de lo que mi familia pensase de mí, porque ya no me quedaba nadie».

Cambió de nombre y dejó de esconderse. Sin embargo, el rechazo que sufrió en casa también lo encontró fuera de ella. «En Brasil hay muchísima represión hacia los gays y los transexuales, que son tratados con muchísima violencia, tanto verbal como física», afirma. En la calle, le decían que era una «abominación a los ojos de Dios». Ella descubrió, gracias a internet, que no padecía ninguna enfermedad y pronto se convirtió en un miembro activo de diferentes asociaciones brasileñas que luchaban por los derechos del colectivo LGTBI.

Su valentía y su condición, sin embargo, estuvieron a punto de costarle la vida. «Un día salí de casa para ir a comprar al supermercado, y pasé por delante de una iglesia de una comunidad de cristianos evangélicos. Había unos chicos y uno de ellos se dio cuenta de que era transexual y comenzó a insultarme y a animar al resto a que me pegaran». La paliza fue brutal. Le dieron con palos y piedras, le acuchillaron y hasta le pegaron un tiro. «Estuve cinco horas tirada en la calle desangrándome hasta que apareció un coche de Policía y me llevaron al hospital». Pasó siete días en coma inducido a causa de las fracturas craneales que sufrió. Cuando abandonó el hospital tenía claro que también debía salir de Brasil.

En busca del sueño europeo

El de Sarah no es un caso aislado. Un informe de la ONG CEAR pone voz al drama de las personas perseguidas por su orientación sexual o identidad de género. Vivir marginados de la familia, ser encarcelados, incluso condenados a la pena de muerte o escondiendo su orientación sexual para evitar represalias son algunas de las formas que cobra la violencia ejercida contra las personas homosexuales, transexuales, bisexuales o intersexuales en todo el mundo, miles de las cuales deciden huir por la ausencia de libertad. No emigran por una cuestión económica. De hecho, suelen tener un perfil socioeconómico alto, con estudios y una situación acomodada en su país de origen, como Sarah.

 

u primer destino cuando salió de Brasil fue Lisboa. Allí trabajó durante nueve años como activista de diferentes colectivos LGTBI, pero nunca llegó a legalizar su situación. El Gobierno portugués le instó a abandonar el país, y decidió partir hacia París, donde residen amigos suyos. Recorrió los 610 kilómetros entre Lisboa y Vigo en bicicleta, y de allí cogió el autobús que le llevaría hasta Francia. Pero sus planes se truncaron al tratar de cruzar la frontera en Irun. Los atentados terroristas de Niza habían intensificado los controles de la Policía, que, al descubrir que no tenía más documentación que un pasaporte brasileño, le impidió continuar el viaje.

Pasó la noche en el calabozo de una comisaría, «pero como no tenía antecedentes y era solicitante de asilo me dejaron en libertad y me llevaron a San Sebastián, donde me pusieron en manos de CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado)», señala Sarah. Una amiga de Portugal le recomendó que acudiera a la asociación Gehitu para recibir asesoramiento. «Nadie me había explicado hasta entonces cuáles eran mis derechos y en qué consistía la petición de asilo», reconoce. Finalmente, el Ministerio del Interior le adjudicó una plaza en Madrid, donde vive desde hace nueve meses.

Convivencia difícil

Los inicios en la capital no fueron fáciles para Sarah. Durante cinco meses vivió en un piso compartido con otras ocho personas refugiadas, que no aceptaban su condición. «Me rechazaban y lo pasé muy mal. Tuve que pedir que me trasladaran, y ahora vivo en un piso con otro brasileño que es gay y con tres chicas su-damericanas que han sido víctimas de violencia de género». Desde CEAR alertan de que estas personas sufren una doble discriminación, «la de ser persona LGTBI y ser migrante o refugiada».

Sarah no ha perdido el tiempo y trabaja de forma activa en el centro LGTBI Madrid de la Confederación Colega, como dinamizadora en actividades socioculturales dirigidas a la comunidad transexual. Sin embargo, sus planes de futuro tienen la vista puesta en Gipuzkoa. «En noviembre termina el periodo de asilo y tendré que buscarme una habitación por mi cuenta, pero yo quiero vivir en Gipuzkoa». La razón, asegura, es que «me han demostrado ser gente mucho más seria que en el resto de ciudades en las que he estado. Cuando se comprometen con algo, lo cumplen». Asimismo, afirma que Euskadi «va un paso por delante que el resto de comunidades en el servicio y el trato que se ofrece a personas transexuales, en todos los niveles».

El informe de CEAR indica que una vez superado el trámite administrativo de asilo –lo cual puede llevar años–, la acogida no siempre garantiza un camino fácil para los refugiados. «Es un reto para las sociedades de acogida trabajar en la eliminación de los prejuicios y estereotipos sobre las personas que migran por motivos de orientación sexual e identidad de género, con el fin de avanzar hacia una sociedad igualitaria, solidaria, intercultural y libre de discriminación», reflexionan desde CEAR.

Aunque España está considerado el país con mayor porcentaje de aceptación de la homosexualidad, los migrantes LGTBI se siguen enfrentando a situaciones de discriminación, advierten. Miedo, vergüenza o temor a que su experiencia llegue a oídos de algún compatriota favorecen en ocasiones sentimientos de rechazo y frustración, y de censura de sus propias vidas.

Sarah afirma que España no es el país abierto y liberal que esperaba encontrar. «La diferencia con Brasil es que no existe violencia, pero el rechazo es el mismo». Uno de los ejemplos que más le duele es que en su tarjeta de refugiada le han obligado a poner su nombre de nacimiento, y por tanto consta como hombre. «Es muy frustrante, porque no hay voluntad para cambiar estas situaciones. Queda mucho camino por recorrer para los transexuales», afirma Sarah, cuyo nombre e identidad seguirá defendiendo ante cualquier persona, en cualquier país. «A pesar de todo el sufrimiento, de lo único de lo que me arrepiento es de haber estado escondida tanto tiempo. Nunca más voy a vivir una mentira para ser socialmente aceptada».

El bus de HazteOir, en Bilbao

Cerca de 200 personas se concentraron en Bilbao ante la presencia del autobús HazteOir (Borja Guerrero)

 

PROTESTAS. Cerca de 200 personas de asociaciones LGTBI, diversas organizaciones y simpatizantes, se concentraron en Bilbao ante la presencia del autobús HazteOir. El vehículo llegó a la plaza Euskadi donde Policía Local y Ertzaintza acordonaron una zona para que descendieran los pasajeros del autobús. Los manifestantes les recibieron entre gritos de protesta, pitidos y lemas a favor de decidir sobre su propio cuerpo e identidad sexual. Durante la protesta se registraron algunos altercados.

AGENTE NARANJA El bus de HazteOír tuvo lo que quería: lío

El bus de HazteOír tuvo lo que quería: lío

PABLO MARTÍNEZ ZARRACINA

 

Situado a su manera entre la psicodelia y el escalofrío, el autobús naranja de HazteOír es como la ‘Mistery Machine’ de Scooby-Doo, pero sin gracia. Ayer el vehículo llegó a Bilbao con su escándalo portátil. Y aparcó en la plaza Euskadi, dejando ver esas serigrafías locas suyas. Que si los de Podemos van a por tus hijos, que si lo de los penes y las vulvas. Hay quien cree que Cataluña vive «bajo el asedio» y quien cree que en los colegios se obliga a los chiquillos a ser homosexuales. El país vive un momento inigualable. Cuela alguien una idea sensata por la aduana y no descarten que la reacción termodinámica haga que vuele todo por los aires.

En un ejercicio de primero de agitprop, el autobús de HazteOír recorre España buscando camorra. Ayer en Bilbao fue recibido por un montón de gente abucheante, otro montón de policías y un tercer montón de cámaras. He ordenado los montones de mayor a menor. También andaba por allí Nacho Toca, presidente de Nuevas Generaciones de Bizkaia, aunque desapareció pronto. Doy por hecho que él no iba a abuchear. ¿Quién no ha sido un loco maravilloso cuando tenía veinte años?

Durante el tiempo que estuvo en Bilbao, el autobús de Hazte Oír acogió una actividad muy intensa. De él se bajaron dos personas, dos, a hacer declaraciones y sacar fotos. Y a él se subió una persona, una, que igual quería donar sangre o preguntar por lo de la fibra óptica.

Eso fue todo. O sea, nada. El resto, un exceso de énfasis ante una trampa extravagante. «No se trata de libertad de expresión», se leía en la pancarta principal de la contramanifestación. Y me temo que se trata precisamente de eso. La indiferencia es en estos casos mucho más lapidaria que la furia.

Ayer, por cierto, fue irse el agente naranja y volverse la furia contra la Ertzaintza. De pronto hubo insultos («perros»), un amago de detención y los lemas antihomofóbicos dejaron paso al nombre de Íñigo Cabacas. En plena bronca, un joven se fue para un agente: «¡Maricón!» A su alrededor, se abrió un paréntesis incrédulo. Había manifestantes que no sabían si atizarle a él o a la policía. El chico se quería morir, daba a entender que con la emoción… «No, hombre, no», decía una activista soltándole patadas al suelo por no soltárselas al compañero. ¿Les he dicho que el país vive un momento inigualable?

El autobús de HazteOír llega a Bilbao entre gritos y silbidos

Centenares de personas se manifiestan contra el vehículo ultracatólico, que hace campaña contra la nueva ley de derechos LGTBI

El autobús de HazteOír, estacionado en la plaza Euskadi de Bilbao. / IÑAKI ANDRÉS

El autobús de HazteOír ha llegado esta mañana a la plaza Euskadi y ha sido recibido con silbidos, gritos y lemas de rechazo por varios centenares de personas. El vehículo ultracatólico circula desde el martes por todo el país con el objetivo de «luchar» contra la ley de derechos LGTBI -que el Congreso ya ha admitido a trámite-, tal y como reflejan en el lema rotulado sobre el bus: «Podemos y su Ley Mordaza LGTBI: ¡Van a por tus hijos!»

El concejal de Seguridad del Ayuntamiento, Tomás del Hierro, ha aclarado que el vehículo había pedido permiso a la Ertzaintza para estacionar de doce a una del mediodía. «Podía hacerlo porque una sentencia en Madrid ya ha dictaminado que sus mensajes no son delito de odio. El autobús se ha convocado de la misma manera que la manifestación que lo rechaza».

Al grito de «¡qué viene!» centenares de personas se han concentrado en la plaza, entre los que se encontraban varios representantes municipales como la concejala de Udalberri Amaia Arenal o el concejal de EH Bildu Bruno Zubizarreta. Durante la media hora que ha estado estacionado el autobús, no ha habido ni un solo momento en el que se hayan dejado de escuchar los silbidos y gritos de protesta. «Yo soy hetero y respeto los derechos de todo el mundo. Es lamentable que se les permita entrar con estos mensajes. Que nos dejen vivir en paz», reivindicaba Igone, una manifestante de 66 años. Aunque la mayoría de los asistentes era público joven. «Se quejan de que la ley es adoctrinadora, pero ellos son los que generan ideología. Los que les conceden el permiso de estar aquí los están apoyando indirectamente», criticaban otro joven de veinte años.

Después de que el autobús de HazteOír se haya marchado, se han vivido momentos de tensión cuando un agente de la Ertzaintza ha reducido a uno de los manifestantes. Según la versión oficial de la policía autonómica, el individuo en cuestión trató de golpear a uno de sus agentes, «por lo que se ha identificado y abierto un expediente por hechos contra la ley de Seguridad Ciudadana, que acabará en una multa». Los asistentes han criticado y vituperado duramente la actuación policial hasta que el multado se ha ido por su propio pie y los manifestantes se han disuelto.

GELDI DEZAGUN AUTOBUSA!!!!

HAZTE OIRreko autobusa Bilbotik ibiliko da gaur goizean. Bizkaiko sexu askatasunerako taldeok honen aurkako elkarretaratzera deitzen dugu, goizeko 11:30etan Moyua Plazan

 

Manifestazioaren ostean izkanbilak izan dira Hertzainekin

 

MEDIOETAN:

 

GRITO INEQUÍVOCO DE LIBERTAD

La proposición de ley sobre los derechos de las personas LGTBI supone un avance en el quehacer cotidiano de estos colectivos y una mayor protección legal

AITZOLE ARANETA, MIEMBRO DEL CCE DE PODEMOS; DAVID BRAVO; PABLO IGLESIAS, SECRETARIO GENERAL DE PODEMOS; Y SOFÍA CASTAÑÓN, SECRETARIA DE FEMINISMOS INTERSECCIONAL Y LGTBI

 

Unidas Podemos defendió ayer en el Pleno del Congreso la ley de derechos de las personas LGTBI propuesta por los colectivos expertos en la materia. Los escalofriantes datos no hacen sino confirmar la pertinencia de esta ley, valiente y pionera a nivel internacional: son 236 las agresiones registradas en una única comunidad, Madrid, en un único año, 2016, los que demuestran que el ser percibido como LGTBI es aún, en 2017, motivo de burla, estigma, discriminación y agresión. Que, aún hoy, las mujeres lesbianas reciben una atención desigual en la sanidad pública. Que hasta un 90% de las mujeres trans está en paro, que las personas trans en su conjunto son negadas y patologizadas por parte de la sociedad o en su contacto con los servicios de salud, que tener pluma puede ser peligroso si tienes intención de salir a la calle, o que ser LGTBI es el motivo citado como más frecuente en los llamados «crímenes de odio»; son motivos más que suficientes para registrar esta propuesta de ley. Ojalá no hubiera necesidad de esos diecinueve capítulos que la componen y que van acompañados de un repaso histórico y geopolítico de la lucha LGTBI en su preámbulo, junto con las disposiciones transitorias, adicionales, derogatorias y finales correspondientes.

Como estamos orgullosas de la proposición de ley que esta semana defendemos en Pleno, mentamos al elefante dentro de la habitación justo para decir que ya no hay elefante tal. Hablamos de la ley de derechos de las personas LGTBI y del polémico artículo que abría la puerta a la sanción administrativa en casos de expresiones ofensivas o vejatorias, que hace unos meses acaparó la atención y que hoy nuestro grupo parlamentario enmienda sin detrimento del espíritu y valentía de la ley propuesta por los colectivos.

Radica la polémica en dos cuestiones: primero, en la posibilidad de que un órgano administrativo –y no un juez– pueda destruir, borrar o inutilizar libros, archivos, documentos o artículos que considere que contienen expresiones que infringen esa ley. Segundo, que un órgano administrativo –y no un juez– pueda imponer multas por expresiones que considere no amparadas por la libertad de expresión y que entienda que son ofensivas contra las personas LGTBI.

Sobre la primera cuestión hay poco debate: es sencillamente inconstitucional. El artículo 20.5 de la Constitución Española establece claramente que «sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones» en virtud de orden judicial. Teniendo en cuenta que esa cuestión se dio por muerta el mismo día de su nacimiento, es a la segunda a la que se ha prestado mayor atención y la que ha causado revuelo. Algo comprensible, teniendo en cuenta que pretende que la Administración pueda decidir qué es libertad de expresión y qué es ofensa. El riesgo de que sea este órgano quien pueda tener la facultad de trazar la línea que separa la libertad de expresión de la ofensa y de imponer multas según sus propios criterios es evidente. Se trata de una herramienta que rompe el equilibrio de fuerzas entre los distintos poderes hasta el punto de ser intrínsecamente peligrosa, incluso para las personas a las que dice proteger y que hoy se sitúan detrás de la línea de tiro.

No está en debate la necesidad de una ley que proteja los derechos de las personas que forman parte del colectivo LGTBI. Tampoco está en duda que no existe el derecho al mero insulto, menos aún cuando éste tiene su base en la orientación sexual, la identidad sexual/de género, la expresión de género o las características sexuales de una persona. La única cuestión que se señala es el error de creer que ahora es aceptable este atajo de sustraer a los jueces competencias en materia de libertad de expresión –que deben ser exclusivamente suyas– porque, esta vez, es fácil caer en el error de creer que el fin sí justifica los medios.

Es un error porque entonces se abrirían órganos administrativos para la protección de otros colectivos con los que ya no simpatizaremos tanto y será incoherente adoptar otra postura. Es un error porque mañana las compañeras de la procesión del coño insumiso estarán discutiendo ante un órgano administrativo para la protección de las convicciones de las personas religiosas si lo suyo es un insulto o no lo es. Es un error porque mañana Zapata no estará en la Audiencia Nacional sino ante el órgano administrativo creado por el PP para la protección del honor de las víctimas del terrorismo. Es un error porque, en democracia, no se debe ser juez y parte.

Una vez manifestada la convicción de Unidas Podemos de retirar las sanciones administrativas en relación a la expresión de este proyecto de ley, no cabe sino alegrarse por el avance que puede suponer esta iniciativa en el cotidiano de muchas personas, en cosas tan sencillas como el ir con más tranquilidad por la calle o tener una mayor protección legal si lo que te toca es ser la parte excluida de ese conjunto de reglas no escritas que aún rigen nuestro mundo. No cabe sino alegrarse de que todo el tejido asociativo LGTBI abrace ya ese grito de despatologización conjunto que hace diez años exigían los colectivos más alternativos y menos oficialistas del activismo LGTBI y trans. Porque el grito unívoco de libertad que expresa este proyecto de ley es ya una batalla ganada, antes incluso de iniciar su tramitación parlamentaria.

El Congreso aprueba tramitar la ley de igualdad LGTBI con la abstención del PP

El texto suprime el examen médico para que los transexuales cambien de nombre y permite a los mayores de 16 años cambiar de sexo sin permiso paterno

 

ALFONSO TORICES Madrid

La toma en consideración de la norma, elaborada por la federación nacional de estos colectivos y presentada en la cámara por Podemos, fue respaldada por todos los grupos de la oposición, pero la unanimidad fue imposible, pues el PP, que en junio dijo que daría su sí a la tramitación parlamentaria, hoy se abstuvo.

Los populares, pese a evitar el voto negativo, mostraron su «rotunda oposición» al texto presentado, también duramente descalificado por organizaciones educativas y ciudadanas conservadoras. El PP calificó el documento de «torpe», «chapucero», «peligroso» y «delirante» y anunció una enmienda a la totalidad con texto alternativo, «con otra ley antidiscriminación LGTBI».

El partido del Gobierno enumeró una larga lista de desacuerdos, pero lo que calificó de «inadmisible» es que el proyecto autorice a los transexuales mayores de 16 años a operarse para el cambio de sexo sin precisar permiso paterno y a los jóvenes en la misma situación a hormonarse desde la pubertad también sin necesitar autorización de los padres.

Podemos y PSOE aferon al PP que anunciase su sí para poder participar por primera vez en la manifestación del Orgullo LGTBI, en junio pasado, pero que hoy rompiese la unanimidad en el Congreso. Socialistas y Ciudadanos, no obstante, ya avisaron de que no están de acuerdo con algunos puntos del texto, en unos casos por razones técnicas y en otros por cuestiones de fondo, y que tratarán de modificarlos en la fase de enmiendas parciales.

Uno de los puntos más polémicos del texto es la creación de una agencia estatal independiente que, además de evaluar el grado de cumplimiento de los mandatos de la ley por las administraciones, también impondrá sanciones, de hasta 45.000 euros, a las personas u organismos que infrinjan las disposiciones de la ley o vejen o discriminen a los miembros de estos colectivos.

El texto, a lo largo de 58 páginas, adopta medidas en pos de la igualdad de las personas LGTBI en todos los ámbitos: familia, sanidad, educación, cultura, ocio, justicia y seguridad, laboral o administrativo.

Cambios en la escuela

La proposición de ley pregona la autodeterminación a la hora de la elección de género, por lo que permite que cualquier transexual pueda cambiar su sexo y nombre en el registro sin el examen psiquiático y el tratamiento que ahora se les exige y también autoriza a las parejas de lesbianas a inscribirse como madres del hijo de una de ellas aunque no estén casadas.

El documento garantiza el derecho de todas las mujeres a someterse a las técnicas de reprodución asistida en centros públicos con independencia de su orientación sexual -algunas comunidades excluyen a lesbianas y solteras-y asegura una atención sanitaria sin discriminaciones ni trabas a los transexuales y a los transgénero.

El texto también prevé cambiar los libros de texto de Primaria y de Secundaria para que recojan con normalidad la diversidad sexual, de género y familiar y autoriza a los transexuales y transgénero a utilizar en los colegios y centros públicos los aseos correspondientes al género con el que se identifican.

Se recoge una formación específica a policías, jueces, maestros y sanitarios para lograr un cambio cultural respetuoso con la diversidad sexual y para potenciar la persecución de los delitos de odio y se prohíben de forma expresa las terapias para revertir la homosexualidad, con sanciones muy graves en caso de incumplimiento.

Una comisión interministerial coordinaría la ejecución de políticas públicas respetuosas con la ley y se crearía un Centro Nacional de Memoria Histórica LGTBI.

 

Más información

Bizkaia empiezan a regular que las personas transexuales elijan el baño que les corresponde

Durango permite desde junio que puedan elegir el vestuario de todas las instalaciones deportivas en función del sexo con el que se identifiquen

Bizkaia empieza a sensibilizarse ante la problemática que se les plantea a las personas transexuales a la hora de utilizar un vestuario público. Foto: Oskar González

 

Un hecho tan cotidiano y normal como ir a un baño público puede convertirse en todo un quebradero de cabeza para una persona transexual. ¿En cuál entro? ¿Me echarán si uso el que me corresponde y no en el que pone en mi DNI? Los ayuntamientos de Bizkaia están sensibilizados con esta realidad y han empezado a mover ficha para adaptar la normativa a la situación. Primero fue Durango, que permite desde junio que puedan elegir el vestuario de todas las instalaciones deportivas en función del sexo con el que se identifiquen. Y Bilbao podría convertirse en el próximo municipio que apruebe una iniciativa similar, ya que será uno de los temas que se debatirán en el pleno de final de mes. No obstante, el caso de la capital vizcaina es especial, ya que, aunque no lo tiene regulado en ordenanza, lo cierto es que el personal de Bilbao Kirolak o de los gaztegunes recibió el pasado año talleres impartidos por Berdindu para aprender a desenvolverse sin discriminar por motivos de identidad de género. “Bilbao es el primer municipio vasco cuyo personal ha recibido esta formación específica. Es un tema en el que se lleva tiempo trabajando, queriendo adaptarnos con total naturalidad a lo que nos pide una sociedad diversa”, reconocen fuentes municipales.

Sea como fuere, Xabier Lozano, coordinador del grupo joven de la asociación Errespetuz, la Asociación Vasca para la Defensa y la Integración de las Personas Transexuales, considera que el hecho de que los ayuntamientos regulen esta situación “sirve de ejemplo para que otras administraciones sigan ese camino y hagan que más personas se sientan a gusto”.

Las normativas municipales establecen que las personas tienen que utilizar los vestuarios y baños que correspondan a su sexo. El problema surge cuando los documentos de identidad no se corresponden con la identidad sexual. “Eres un hombre o una mujer, pero por otro lado tienes una documentación que dice lo contrario”, explica Xabi. “Si ocurre en un bar, no me vas a pedir la documentación; pero si estamos hablando de un polideportivo, sus responsables tienen que elegir a qué le dan importancia: a un trozo de plástico o a la identidad de la persona”, expone. En Errespetuz no tienen constancia de que se hayan registrado incidencias en los últimos años. “Al menos, no de tanta gravedad como para salir a la luz. Quizás pueda haber habido algún rifirrafe, alguna llamada de atención, pero que yo sepa no ha trascendido”.

Desde la Liga LGTB de la UPV, una asociación de estudiantes que puso en marcha una campaña en este sentido, sí denuncian que “los asaltos, tanto físicos como verbales, son a menudo frecuentes en los vestuarios. Como consecuencia, estas personas son a menudo víctimas del miedo y la vergüenza de acudir a los baños o vestuarios de la universidad”. Por ello, consideran que “la visibilización del colectivo en estas situaciones en un paso primordial en el camino hacia la aceptación de esta minoría y una necesidad a la hora de afianzar el bienestar y la seguridad de los estudiantes trans de la universidad”.

Xabier Lozano habla de su propia experiencia. Hace cuatro años, cuando tenía 19, decidió dejar claro a todos lo que llevaba toda la vida sintiendo: él es un hombre. “Es algo que sabía desde siempre y lo había dado a entender como podía desde pequeño”, afirma. Estudiante de Antropología, entiende que muchas personas puedan “autocensurarse” por evitar problemas. Sin embargo, no es su caso. Él ha utilizado desde entonces el baño de hombres, pese a que, hasta hace dos, en su DNI constaba que era una mujer. “Nunca lo he dudado y si alguien me dice algo, prefiero dar las explicaciones de por qué estoy ahí”, explica. “Al final, te puede pasar lo mismo si vas al de mujeres. ¿Cómo prefiero defenderme? ¿Diciendo que soy un hombre o que soy alguien que no soy?”, argumenta. Expone la situación que se produciría si intentara entrar en un baño de mujeres. “Sería absurdo, ¿no?”, plantea. “Me tratarían de mirón para arriba o saldría con un ojo morado. Si me obligas a entrar a un baño de mujeres, siendo Xabi me estás poniendo en una situación comprometida”. Reconoce, sin embargo, que no siempre fue así; anteriormente utilizaba el baño de chicas. “Iba a clases de judo y ni siquiera me duchaba. Era un visto y no visto; me cambiaba porque no iba a salir con un kimono. No levantaba los ojos y pensaba que yo ahí no debería estar. Me resultaba violento”.

Con todo, actualmente la mayoría de las personas transexuales de Bizkaia utilizan los baños y vestuarios que les corresponden, sin más problemas que el tener que explicar su realidad al responsable del polideportivo, una situación que comienza ya desde el mismo momento de la inscripción. “Aunque no está normativizado, se está haciendo sin mayores conflictos. Ya cuando te vas a hacer la ficha de socio, si no tienes modificado el DNI -un proceso que se puede prolongar como media unos tres años-, tienes que dar explicaciones porque ni el nombre que tú estás dando ni tu sexo se corresponde con el que dice tu carné”, explica.

Para evitar este tipo de situaciones, las personas transexuales disponen desde 2015 de una documentación administrativa provisional, que tiene validez en las instituciones públicas vascas, que se puede utilizar a modo de DNI hasta tener el definitivo. “El uso de los baños es solo la punta del iceberg”, advierte Xabi. Él no tuvo acceso a esa documentación porque todavía no se había habilitado y pasó por una época en la que no compraba nada con tarjeta de crédito y ni siquiera se acercaba a la barra de un bar para pedir una caña por temor a que le pudieran pedir el DNI. “No me apetecía tener que dar explicaciones de mi vida privada que no le incumben a nadie. No le damos importancia pero te pasa con todo: matricularte en la uni, apuntarte a un curso, solicitar una beca…”.

INSEGURIDADNo obstante, son comunes las situaciones de inseguridad, tanto por parte de las personas transexuales, que no saben qué consecuencias puede tener utilizar el baño que no les corresponde según su DNI, como por los responsables de las instalaciones. “Surgen muchas inseguridades y, ante ellas, cada cual actúa de la mejor manera posible. Te vas a encontrar desde la persona que te diga que ante todo estás tú, seas hombre o mujer, y quien te dirá que ante todo está el DNI y lo que dice la ley”, apunta. Por ello, defiende que las ordenanzas municipales ponen negro sobre blanco cómo actuar en esta situación, dando prevalencia a la identidad sexual de las personas sobre el sexo que en ese momento determine su carné. “Si estableces, como es el caso de Durango, que lo que importa es la persona, ya no hay problemas. Ante cualquier conflicto, el personal ya sabe cómo actuar. No quedaría al yo te dejo hacer, no sería una cuestión de buena voluntad, sino que tendrías derecho a hacerlo”, explica.

Pese a que Durango ha sido el primer Ayuntamiento en dar un paso adelante, una ley del Gobierno vasco de 2012 respalda las reclamaciones del colectivo transexual, al establecer que las administraciones públicas vascas deben velar por que se respete la identidad sexual de las personas. “En base a esa ley, no debería haber polémica; si el polideportivo es municipal y está en la CAV, se debe regir por la ley”, recuerda. Desde Errespetuz no entienden las voces críticas a estas medidas, por ejemplo desde la plataforma Hazte Oír, que ha mostrado su rechazo a que “en los vestuarios de nuestra hijas se cuelen varones con el fin de ejercer de mirones o abusar sexualmente de ellas”. “Si ocurre algo así, se deberá tratar como un acto delictivo por ser un mirón o un agresor sexual. ¿Puede ocurrir? Sí. Pero, ¿a cuánta gente conoces que se tomaría la molestia de vestirse y actuar como una mujer para entrar a un vestuario de mujeres para hacer algo así? Lo veo totalmente improbable porque no es solo el vestuario, es el uso que haces de las instalaciones, la relación con las otras personas.

Y puestos a cuestionar… ¿por qué permitir a una persona transexual elegir el vestuario y no al resto? La respuesta de Xabi es clara: “Lo que se está debatiendo no es si puedo elegir el vestuario, sino dejarme utilizar el que corresponde. ¿O me obligas a fingir ser alguien que no soy, negándome mi identidad?”.

Bizkaia empiezan a regular que las personas transexuales elijan el baño que les corresponde

Durango permite desde junio que puedan elegir el vestuario de todas las instalaciones deportivas en función del sexo con el que se identifiquen

BILBAO– Un hecho tan cotidiano y normal como ir a un baño público puede convertirse en todo un quebradero de cabeza para una persona transexual. ¿En cuál entro? ¿Me echarán si uso el que me corresponde y no en el que pone en mi DNI? Los ayuntamientos de Bizkaia están sensibilizados con esta realidad y han empezado a mover ficha para adaptar la normativa a la situación. Primero fue Durango, que permite desde junio que puedan elegir el vestuario de todas las instalaciones deportivas en función del sexo con el que se identifiquen. Y Bilbao podría convertirse en el próximo municipio que apruebe una iniciativa similar, ya que será uno de los temas que se debatirán en el pleno de final de mes. No obstante, el caso de la capital vizcaina es especial, ya que, aunque no lo tiene regulado en ordenanza, lo cierto es que el personal de Bilbao Kirolak o de los gaztegunes recibió el pasado año talleres impartidos por Berdindu para aprender a desenvolverse sin discriminar por motivos de identidad de género. “Bilbao es el primer municipio vasco cuyo personal ha recibido esta formación específica. Es un tema en el que se lleva tiempo trabajando, queriendo adaptarnos con total naturalidad a lo que nos pide una sociedad diversa”, reconocen fuentes municipales.

Sea como fuere, Xabier Lozano, coordinador del grupo joven de la asociación Errespetuz, la Asociación Vasca para la Defensa y la Integración de las Personas Transexuales, considera que el hecho de que los ayuntamientos regulen esta situación “sirve de ejemplo para que otras administraciones sigan ese camino y hagan que más personas se sientan a gusto”.

Las normativas municipales establecen que las personas tienen que utilizar los vestuarios y baños que correspondan a su sexo. El problema surge cuando los documentos de identidad no se corresponden con la identidad sexual. “Eres un hombre o una mujer, pero por otro lado tienes una documentación que dice lo contrario”, explica Xabi. “Si ocurre en un bar, no me vas a pedir la documentación; pero si estamos hablando de un polideportivo, sus responsables tienen que elegir a qué le dan importancia: a un trozo de plástico o a la identidad de la persona”, expone. En Errespetuz no tienen constancia de que se hayan registrado incidencias en los últimos años. “Al menos, no de tanta gravedad como para salir a la luz. Quizás pueda haber habido algún rifirrafe, alguna llamada de atención, pero que yo sepa no ha trascendido”.

Desde la Liga LGTB de la UPV, una asociación de estudiantes que puso en marcha una campaña en este sentido, sí denuncian que “los asaltos, tanto físicos como verbales, son a menudo frecuentes en los vestuarios. Como consecuencia, estas personas son a menudo víctimas del miedo y la vergüenza de acudir a los baños o vestuarios de la universidad”. Por ello, consideran que “la visibilización del colectivo en estas situaciones en un paso primordial en el camino hacia la aceptación de esta minoría y una necesidad a la hora de afianzar el bienestar y la seguridad de los estudiantes trans de la universidad”.

Xabier Lozano habla de su propia experiencia. Hace cuatro años, cuando tenía 19, decidió dejar claro a todos lo que llevaba toda la vida sintiendo: él es un hombre. “Es algo que sabía desde siempre y lo había dado a entender como podía desde pequeño”, afirma. Estudiante de Antropología, entiende que muchas personas puedan “autocensurarse” por evitar problemas. Sin embargo, no es su caso. Él ha utilizado desde entonces el baño de hombres, pese a que, hasta hace dos, en su DNI constaba que era una mujer. “Nunca lo he dudado y si alguien me dice algo, prefiero dar las explicaciones de por qué estoy ahí”, explica. “Al final, te puede pasar lo mismo si vas al de mujeres. ¿Cómo prefiero defenderme? ¿Diciendo que soy un hombre o que soy alguien que no soy?”, argumenta. Expone la situación que se produciría si intentara entrar en un baño de mujeres. “Sería absurdo, ¿no?”, plantea. “Me tratarían de mirón para arriba o saldría con un ojo morado. Si me obligas a entrar a un baño de mujeres, siendo Xabi me estás poniendo en una situación comprometida”. Reconoce, sin embargo, que no siempre fue así; anteriormente utilizaba el baño de chicas. “Iba a clases de judo y ni siquiera me duchaba. Era un visto y no visto; me cambiaba porque no iba a salir con un kimono. No levantaba los ojos y pensaba que yo ahí no debería estar. Me resultaba violento”.

Con todo, actualmente la mayoría de las personas transexuales de Bizkaia utilizan los baños y vestuarios que les corresponden, sin más problemas que el tener que explicar su realidad al responsable del polideportivo, una situación que comienza ya desde el mismo momento de la inscripción. “Aunque no está normativizado, se está haciendo sin mayores conflictos. Ya cuando te vas a hacer la ficha de socio, si no tienes modificado el DNI -un proceso que se puede prolongar como media unos tres años-, tienes que dar explicaciones porque ni el nombre que tú estás dando ni tu sexo se corresponde con el que dice tu carné”, explica.

Para evitar este tipo de situaciones, las personas transexuales disponen desde 2015 de una documentación administrativa provisional, que tiene validez en las instituciones públicas vascas, que se puede utilizar a modo de DNI hasta tener el definitivo. “El uso de los baños es solo la punta del iceberg”, advierte Xabi. Él no tuvo acceso a esa documentación porque todavía no se había habilitado y pasó por una época en la que no compraba nada con tarjeta de crédito y ni siquiera se acercaba a la barra de un bar para pedir una caña por temor a que le pudieran pedir el DNI. “No me apetecía tener que dar explicaciones de mi vida privada que no le incumben a nadie. No le damos importancia pero te pasa con todo: matricularte en la uni, apuntarte a un curso, solicitar una beca…”.

INSEGURIDADNo obstante, son comunes las situaciones de inseguridad, tanto por parte de las personas transexuales, que no saben qué consecuencias puede tener utilizar el baño que no les corresponde según su DNI, como por los responsables de las instalaciones. “Surgen muchas inseguridades y, ante ellas, cada cual actúa de la mejor manera posible. Te vas a encontrar desde la persona que te diga que ante todo estás tú, seas hombre o mujer, y quien te dirá que ante todo está el DNI y lo que dice la ley”, apunta. Por ello, defiende que las ordenanzas municipales ponen negro sobre blanco cómo actuar en esta situación, dando prevalencia a la identidad sexual de las personas sobre el sexo que en ese momento determine su carné. “Si estableces, como es el caso de Durango, que lo que importa es la persona, ya no hay problemas. Ante cualquier conflicto, el personal ya sabe cómo actuar. No quedaría al yo te dejo hacer, no sería una cuestión de buena voluntad, sino que tendrías derecho a hacerlo”, explica.

Pese a que Durango ha sido el primer Ayuntamiento en dar un paso adelante, una ley del Gobierno vasco de 2012 respalda las reclamaciones del colectivo transexual, al establecer que las administraciones públicas vascas deben velar por que se respete la identidad sexual de las personas. “En base a esa ley, no debería haber polémica; si el polideportivo es municipal y está en la CAV, se debe regir por la ley”, recuerda. Desde Errespetuz no entienden las voces críticas a estas medidas, por ejemplo desde la plataforma Hazte Oír, que ha mostrado su rechazo a que “en los vestuarios de nuestra hijas se cuelen varones con el fin de ejercer de mirones o abusar sexualmente de ellas”. “Si ocurre algo así, se deberá tratar como un acto delictivo por ser un mirón o un agresor sexual. ¿Puede ocurrir? Sí. Pero, ¿a cuánta gente conoces que se tomaría la molestia de vestirse y actuar como una mujer para entrar a un vestuario de mujeres para hacer algo así? Lo veo totalmente improbable porque no es solo el vestuario, es el uso que haces de las instalaciones, la relación con las otras personas.

Y puestos a cuestionar… ¿por qué permitir a una persona transexual elegir el vestuario y no al resto? La respuesta de Xabi es clara: “Lo que se está debatiendo no es si puedo elegir el vestuario, sino dejarme utilizar el que corresponde. ¿O me obligas a fingir ser alguien que no soy, negándome mi identidad?”.

 

 

EEUU gasta 10 veces más en Viagra para sus soldados que en soldados transgénero

Manifestación contra el presidente Donald Trump ante su decisión de prohibir a las personas transexuales servir en el Ejército CARLO ALLEGRIREUTERS

Los tuits no son órdenes militares. Ése parece ser el mensaje subliminal que el presidente de Estados Unidos, y tuitero en jefe, ha recibido del jefe de la Junta de Estado Mayor, el general de la Infantería de Marina Joseph Dunford. Trump lanzó ayer tres tuits en los que declaraba que “el Gobierno de EEUU no aceptará o autorizará a individuos transgénero servir, en ninguna posición, como militares”. La noticia provocó una más que notable controversia, tanto entre la oposición demócrata como entre los correligionarios republicanos del presidente.

Pero – y ahí está el detalle – el tuit no es una orden. Eso debe ser producido por el presidente, en un documento oficial al secretario de Defensa, James Mattis, cuya reputación de duro ha quedado un tanto cuestionada después de que haya trascendido que no ha hecho nada en las -varias- ocasiones en las que el presidente le ha colgado el teléfono mientras discutían asuntos de escasa importancia como, por ejemplo, el envío de 50 soldados de las Fuerzas especiales a las afueras de la ciudad de Raqa, en Siria.

Y, a falta de norma de Mattis, ha entrado en juego Dunford. En un mensaje enviado a los mandos de las Fuerzas Armadas de EEUU, el veterano general de los Marines ha explicado que “no habrá modificaciones en la actual política hasta que la orden del presidente haya sido recibida por el secretario de Defensa, y el secretario haya emitido normas para ponerla en práctica”, según ha informado la agencia de noticias Reuters. “Entretanto, continuaremos tratando a nuestro personal con respeto. Igualmente importante es el hecho de que, dada la actual lucha y los desafíos a los que nos enfrentamos, todos nos centraremos en cumplir las misiones que nos sean encomendadas”.

Trump dijo en sus tres tuits que la razón de su decisión eran “los tremendos costes médicos” que las personas transgénero suponen para las Fuerzas Armadas. Un transgénero es una persona que no se identifica con su sexo biológico, lo que puede implicar operaciones de cambio de sexo. En las Fuerzas Armadas de EEUU, cuando esos procedimientos médicos son considerados necesarios, se llevan a cabo a cuenta del contribuyente.

En realidad, el argumento de Trump es mentira. Según un estudio de la Universidad de California, en 2014 había 15.500 personas transgénero en las Fuerzas Armadas de EEUU, que cuentan en total con 2,1 millones de uniformados. Los costes sanitarios extras de ese grupo eran de 8 millones de dólares (6,9 millones de euros), según el ‘think tank’ especializado en estudios de defensa RAND Corporation, una de las instituciones de investigación con más solera de EEUU y, precisamente, el principal laboratorio de ideas en el que se fraguó la Guerra de Vietnam.

Las cifras oficiales del Pentágono, sin embargo, muestran que el Departamento de Defensa de EEUU se gasta cada año 84,2 millones de dólares (78,2 millones de euros) en Viagra y otras medicinas similares destinadas a combatir la disfucción eréctil de los uniformados y, sobre todo, de los militares jubilados. Desde 2011, los bravos varones en uniforme estadounidenses han necesitado para la defensa de la libertad en el mundo 1,2 millones de recetas para Viagra, Cialis, y Levitra, los tres medicamentos cuya principal misión es algo clave para la moral de la tropa: tener una buena erección.

Trump también dijo en sus tuits que había decidido esa medida tras consultar con las Fuerzas Armadas. Tampoco es verdad. El miércoles, el Pentágono remitía a la Casa Blanca a los periodistas que pedían más detalles sobre la nueva normativa. La decisión del presidente, según la web ‘Politico’, se debió a la necesidad de aplacar una revuelta de senadores republicanos ultraconservadores que estaban a punto de bloquear la aprobación del Presupuesto de Defensa y la asignación de fondos para empezar la construcción del controvertido muro entre EEUU y México.

Los republicanos están irritados por los ataques de Trump al máximo responsable del Departamento de Justicia, Jeff Sessions, por no frenar la investigación sobre los vínculos de su campaña con Rusia, y no perseguir judicialmente a los enemigos políticos del presidente, en particular Hillary Clinton. Sessions es un conservador tal que en la década de los 80 llegó a afirmar de la organización racista y ultranacionalista Ku Klux Klan que “dejó de gustarme el día que me enteré de que sus miembros fuman porros”.