Dos activistas trans frente al bus de HazteOir: “Tienen que saber que estamos aquí”
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Aitor y Rubén son los dos activistas trans que se han plantado junto a la caravana tránsfoba de HazteOir este viernes en el Ayuntamiento de Madrid
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“Yo antes de adulto era un niño con vulva y su mensaje de odio es como decir que no existo”, explican
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“Si ellos no se cansan, nosotros tampoco. No vamos a dejar que nos vuelvan invisibles”, aseguran sobre la campaña de los ultracatólicos
El circo tránsfobo de HazteOir se había instalado en la plaza de Cibeles el viernes a mediodía. Justo frente al Ayuntamiento de Madrid que había inmovilizado su autobús con mensajes contra la transexualidad. El presidente del grupo ultracatólico, Ignacio Arsuaga, repetía sus consignas a pie de la caravana parada por unos agentes municipales. Con la estampa del palacio de Comunicaciones –sede del Gobierno de Manuela Carmena– y la diosa Cibeles como decorado de fondo, Arsuaga insistía: “Si nos quieren ilegalizar tendrán que cambiar la ordenanza”.
Cuando el show perdía fuerza y HazteOir ya tenía un boletín de denuncia de la policía, han aparecido dos chicos. Portaban una bandera enseña universal del movimiento reivindicativo trans. “No nos dejan pasar”, decían mientras se quedaban a una prudencial distancia del vehículo naranja con la leyenda: “¿Las niñas tienen vulva?” Rubén y Aitor, activistas de 23 y 24 años, se habían acercado a ver cómo HazteOir había sacado a la calle otro coche con mensajes que niegan su propia identidad. Al final se han atrevido colocarse junto a la autocaravana. Un rato después de que los utras se marcharan rumbo a su sede, ambos chicos han hablado con eldiario.es
¿Cómo os habéis decidido a plantaros allí?
Aitor: Estaba relativamente cerca de la plaza y cuando nos hemos enterado de que la caravana iba a estar allí le he dicho a mi compañero: “Tenemos que hacer algo. Tenemos que ir”.
Rubén: Sí, nos hemos enterado de que esta caravana iba hacia Cibeles por las redes sociales y hemos tirado para allí. Queríamos ver si realmente estaba circulando y comprobar qué estaba pasando.
A: Yo he dicho: esto tengo que verlo con mis propios ojos y tienen que saber que estamos aquí. Así que hemos cogido el autobús para Cibeles.
R: Ha sido bastante improvisado. A llegar no nos dejaban pasar y no teníamos nada pensado pero, al ver la caravana, al final no nos lo hemos pensado dos veces y para adelante. Hemos sacado las banderas.
HazteOir ha dicho que no pretende ofender a nadie. ¿Os ha ofendido?
R: Sí. Porque vulneran nuestros derechos. Es como decir que no existimos. Claro que duele, después de todo lo que hemos tenido que pasar…
A: Claro que me he sentido ofendido. Yo, antes de ser adulto, he sido un niño con vulva. Y su mensaje me está invisibilizando.
¿Deberían prohibir que circularan?
R: Sí. Es una campaña de odio. Que incita al odio y a la discriminación.
A: Debería impedirse que circulara porque promueve la transfobia.
R: Me pongo en la piel de los niños trans… Yo tengo 23 años y tengo más herramientas para manejarlo, pero me imagino cómo puede sentirse un menor al que se le dice que no existe. Se le niega su identidad.
¿Ese es uno de vuestros mayores problemas? ¿Haceros invisibles?
A: Claro. Además se nos asocia directamente a un tipo de gente, un tipo de profesiones…
R: Nosotros intentamos ofrecer referentes para esos jóvenes y cosas como esta nos echan tierra por encima. Desde que eres pequeño te das cuenta de que eres diferente que no eres lo que hay que ser. Si hubiese leído algo como lo que aparece en esos autobuses… Terminas por pensar que lo que tú eres no puede ser.
A: Yo exterioricé cómo sentía a los seis años con mi madre. A los 16 supe realmente lo que esto suponía. Y siempre he notado los cuchicheos, las miradas…
R: En mi caso, era consciente de que no encajaba pero mi madre siempre me dio mucha libertad. No le puse nombre hasta los 20 años.
¿Creéis que esta campaña es libertad de expresión?
R: Opino que no. La libertad de expresión acaba cuando se pisa al resto.
¿Y si continúa la campaña?
A: Pienso ir donde estén y donde haga falta.
R: Si ellos no se cansan, nosotros tampoco. No vamos a dejar que nos vuelvan invisibles.