Este padre te pregunta cómo te sentirías si tu hijo prefiere una muñeca a un robot

El vídeo de un padre estadounidense celebrando con naturalidad la decisión de su hijo alcanza los 16 millones de reproducciones

Azai, un niño de cuatro años que vive en California junto a sus padres y su hermano pequeño, había celebrado recientemente su cumpleaños. Durante la fiesta recibió dos regalos exactamente iguales. Para devolver y cambiar uno de ellos, su padre le llevó el pasado viernes a una tienda de juguetes. Cuando el niño tuvo que elegir, eligió a Ariel, la sirena de melena pelirroja de Disney. “¿Cómo creéis que un padre se siente cuando su hijo (varón) elige esto?” pregunta su padre mirando a cámara mientras el niño ríe junto a él y grita ¡Síííí!. Y se responde así mismo: “adoro que mis hijos elijan su vida. Así es como somos, simplemente decimos ¡Síííí! Elige esta muñeca, elige como te expresas, elige lo que te gusta, elige tu sexualidad, elige lo que sea.”

Mikki Willis, el director de fotografía estadounidense que protagoniza el vídeo, decidió grabar el momento vivido con su hijo y compartirlo en su perfil de Facebook, donde le siguen unas 40.000 personas, y donde habitualmente comparte de forma pública el día a día de su familia.  El momento, lleva más de 16 millones de reproducciones en la red social, a las que hay que sumar las de su canal en YouTube donde ya supera el millón. El vídeo, a su vez, ha sido colgado en numerosas webs estadounidenses y compartido por figuras conocidas como la presentadora Ellen DeGeneres, que publicó la historia en su Twitter.

La reacción de Willis invita a reflexionar sobre un asunto controvertido, el de los estereotipos de género a la hora de elegir los juguetes de los niños. Él mismoindicaba después, una vez conocido el alcance del vídeo, que puede servir “de recordatorio a lo necesario que es que todos seamos aceptados y respaldados”.Como ya explicábamos en este artículo sobre el uso de los colores azul y rosa, las distinciones de sexo en el ocio de los niños tienen mucho que ver con las convenciones sociales y los comportamientos aprendidos.

Estos especialistas en psicología y pedagogía infantil recomiendan que los juguetes sean “estimulantes y variados” y que a través de ellos ofrezcamos a los niños “las mismas posibilidades de desarrollarse plenamente como seres íntegros e independientes”. También aportan algunos consejos sobre cómo actuar si un niño no elige lo que se le presupone por tradición “no se trata de imponer un juguete o de prohibirlo, lo importante es ofrecerles nuevos patrones y modelos de relación entre géneros, ya que el problema radica en considerar espontáneo o innato algo que es aprendido”.

Las pasadas Navidades, la cadena de jugueterías Toy Planet publicó en España un catálogo no sexista en el que aparecían niños jugando a las cocinitas y niñas con camiones. Ya había ocurrido antes en Suecia, donde Toys’r’us modificó el suyo “para adaptarse al debate sobre género” que se estaba produciendo en el país nórdico. Las críticas por sexismo han afectado también a marcas como Lego, que creo una línea de mujeres científicas después de que se hiciese pública la carta de una niña en la que se quejaba porque las figuras femeninas no tenían trabajos y ‘solo se dedicaban a estar en casa’.

En la historia que ha inspirado este vídeo, cuenta Willis, el conflicto no vino dado porque el niño eligiese una muñeca en lugar de un coche – “sinceramente, no me sorprendió en absoluto. Azai se siente igualmente fascinado por princesas que por robots” – sino por el tipo de muñeca ‘poco realista’ que había llamado su atención “no quiero que mis hijos den por hecho que el cuerpo de una mujer debe ser como el que proyectan las Barbie. Mi trabajo como padre es ofrecerles un ambiente de juego seguro, independientemente del juego que elijan, o incluso aún mejor ¡qué creen sus propios juegos!”

Por qué hombres ‘hetero’ tienen sexo con otros hombres

No les llame gais, llámelos heterosexuales flexibles. Están tan seguros de su identidad que no les importa de vez en cuando experimentar cosas diferentes

mutilak

Sí, ha leído bien: hombres que tienen sexo con otros hombres y no son homosexuales. Resulta más habitual de lo que algunos puedan pensar. La cosa es bien simple: un hombre heterosexual conoce a otro (en un bar, a través de una red social de contactos, da igual cómo) y deciden darse un revolcón. Es más, lo encuentran satisfactorio. Después, cada uno sigue con su vida perfectamente hetero, sin que el encuentro les haga dudar de su orientación. ¿Qué mueve a algunos varones a estas prácticas? Y, ¿por qué es incorrecto catalogarlos como gais?

En nuestros días, la aceptación de la diversidad sexual es mucho mayor que en el pasado. “A medida que hay una mayor tolerancia todos salimos un poquito de nuestros armarios”, sostiene Joan Vílchez, psicólogo clínico, psicoterapeuta y sexólogo. “Hombres que no acaban de sentirse muy satisfechos pueden tener la ocasión de tener relaciones con otras mujeres, con un hombre o probar ciertas prácticas que en otros tiempos estaban más censuradas”. Para Juan Macías, psicólogo especializado en terapias sexuales y de pareja, “conceptos como heteroflexible o heterocurioso están permitiendo a los hombres explorar su sexualidad sin necesidad de cuestionar su identidad como heterosexuales”. Por otro lado, Internet facilita el contacto, que puede ser virtual o físico.

A los especialistas les parece lo más natural del mundo, parten de la premisa de que una cosa es la orientación sexual de un individuo y otra las prácticas que este lleve a cabo. “La orientación sexual”, explica Macías, “está construida socialmente, son categorías rígidas y excluyentes, con implicaciones que afectan a la identidad individual y social”. Forzosamente, uno debe encajar en alguna de estas tres clasificaciones: heterosexual, homosexual o bisexual. En cambio, “la práctica sexual es más flexible y más libre, es un concepto descriptivo. Se abre un espacio tremendamente sano en el que la exploración del deseo se libera de la identificación con una orientación sexual”,explica Macías.

Es tan natural que viene de lejos. Que un hombre emparejado con una mujer tuviera un amante no era inusual en la antigua Roma. Por no hablar de las que se montaban en las bacanales. Y jóvenes de todas las épocas han recurrido a pasatiempos de difusa carga sexual. “En la adolescencia es bastante común que haya juegos de cierta genitalización: a ver quién mea más lejos, a ver quién la tiene más grande, hay tocamientos…”, indica Joan Vílchez. “No dejan de ser incursiones homosexuales, pero todavía predomina el modelo heterosexual y se realizan desde la transgresión propia de la juventud”, señala el psicólogo.

Un nuevo modelo: SMSM

En 2006, un estudio sobre la discordancia entre comportamiento sexual e identidad sexual realizado por investigadores de laUniversidad de Nueva York (EE UU), halló que 131 hombres de los 2.898 analizados admitían tener relaciones con hombres pese a definirse como heterosexuales. En opinión de los expertos, representaban a un 3,5% de la población. Desde hace años, los médicos emplean las siglas HSH para referirse al conjunto de hombres (heteros o gais) que tienen sexo con hombres. Pero, recientemente, ha aflorado otro acrónimo más preciso para definir a este grupo: SMSM (straight men who have sex with other men, hombres hetero que tienen sexo con otros hombres). Portales web como Straightguise.com están consagrados a abordar el tema.

El pasado julio se publicó en EE UU el libro Not gay: sex between white straight men (No gay: sexo entre hombres blancos heterosexuales), en el que la profesora Jane Ward, de la Universidad de California, se hacía este planteamiento: una chica hetero puede besar a otra chica, puede gustarle hacerlo y aun así se la sigue considerando hetero; incluso su novio puede animarla. Pero, ¿pueden los chicos experimentar esa fluidez sexual? ¿O besar a otro chico significa que son gais? La autora cree que estamos ante un nuevo modelo de heterosexualidad que no se define como lo opuesto o la ausencia de homosexualidad. “La educación de los hombres ha sido bastante homofóbica. Se les ha hecho creer que es antinatural tener esos impulsos hacia otros hombres”, explica Joan Vílchez.

Probando, probando

Las motivaciones, como es lógico, son múltiples. El perfil más extendido es el del explorador sexual: aquel a quien le gusta probar cosas nuevas. “Experimentar una relación homo le resulta novedoso, y aunque le gustase no podríamos decir que es homosexual, sino que le gusta esa práctica”, dice el doctor Pedro Villegas, médico de familia y sexólogo. El psicólogo Joan Vílchez comparte esa idea. “Está muy de moda la bisexualidad, y en realidad todos somos bisexuales: si cierras los ojos te costaría identificar quién te está acariciando, si es un hombre o una mujer. No hay un hombre que sea cien por cien homosexual ni cien por cien heterosexual”, sentencia.

Otra de las causas es cierto desencanto con las mujeres, frecuente después de algunas rupturas matrimoniales. Joan Vílchez lo explica: “Cuando una pareja heterosexual está en crisis es habitual que algunos hombres sientan que no se entienden con las mujeres, que son incapaces de llevarse bien con ellas y es como que miran para otro lado. Se produce una especie de regresión, se vuelve a un estadio anterior en el que con los hombres se sentían bien juntos, como en la adolescencia. En muchos casos es una necesidad afectiva que sexual real”.

De hecho, para este especialista, a veces estas relaciones eróticas esconden una necesidad de afecto que el hombre no está acostumbrado a expresar: “En los hombres hay mucha tendencia a genitalizar. Entre la cabeza y los genitales tenemos el corazón, que representa los sentimientos, y las tripas, que simbolizan los comportamientos más viscerales y las emociones más intensas, y es como si los hombres hubiéramos aprendido a hacer un baipás:pasamos de la cabeza directamente a los genitales sin acabar de vivir las emociones. A las mujeres, por tanta represión de su sexualidad y miedo al embarazo, les ocurre lo contrario: les cuesta mucho genitalizar. Para un hombre a veces es más fácil hacer eso que descargar emociones más sutiles o decirle a otro hombre: ‘Es que me siento inseguro, tengo miedo, me siento débil, no sé lo que quiero”.

El impulso narcisista

Entre los hombres heteros que se acuestan con hombres también hay muchos narcisistas. “Es aquel a quien le gusta que se fijen en él. Se da mucho en los gimnasios: le agrada despertar admiración y no le importa que provenga de hombres o mujeres”, apunta Eugenio López, psicólogo y sexólogo. Otros simplemente tienen ganas de ligar y acuden a garitos gais de sexo duro porque piensan que allí les resultará más fácil.

Hay hombres heterosexuales que se enrollan con hombres porque les gusta; otros, porque no les queda más remedio: pensemos en aquellos privados del contacto con mujeres durante largas temporadas (¿eran gais los protagonistas de Brokeback Mountain?) “El ser humano se rige por sus pensamientos”, razona Eugenio López. “Y si cree que está perdiendo su sexualidad por la falta de una mujer, puede reafirmarla con otro hombre. Suelen empezar con un simple roce”.

Si no hay conflicto, no hay problema

Algunos de estos nuevos heterosexuales han podido sentir este tipo de impulsos en el pasado y no se han atrevido a dar el paso. “Luego llegan circunstancias de la vida que se lo ponen ahí en bandeja y deciden vivirlo, pero eso les genera un conflicto porque por una parte les proporciona placer pero por otra amenaza un poco su estatus y su imagen: ‘¿Soy o no soy?’, se preguntan”, comenta Joan Vílchez. También pueden sentirse confundidos aquellos que llegan al SMSM por la carencia de una figura paterna positiva en su infancia: “A veces, para reforzar su masculinidad, se integran en actividades ‘de hombres’ (fútbol, gimnasio) o tienen contactos sexuales con otros hombres, aunque lo que buscan es sobre todo comprensión y cariño”, agrega Vílchez. Los psicólogos están de acuerdo en que su intervención sobra, siempre que estas experiencias no provoquen un conflicto en el sujeto. “Si a él no le está fastidiando, ahí no hay nada que tratar”, concluye Pedro Villegas.

‘¿Sois maricones?’

«¿Sois maricones?», le preguntó el agresor a Pedro tras darle un puñetazo en el brazo con el que no rodeaba a su amigo. Sucedió a las tres y media de la madrugada del pasado sábado en la calle Alcalá de Madrid. La víctima, de 25 años, es la tercera en dos semanas en padecer un delito de odio de carácter homofóbico en la capital.

«Eran dos chicos. Nos dijeron que nos portáramos bien, que no les hiciéramos sacar nada». Pedro (nombre ficticio) se recuerda paralizado. Los agresores intentaron intimidarles pidiéndoles que les diesen «lo que llevasen encima», pero lograron zafarse gracias a la ayuda de un viandante. Los días siguientes al altercado y a la denuncia, al joven se le pasó por la cabeza camuflarse y evitar gestos de cariño en público: «Yo iba con unas bermudas bastante cortas y tupé. Pude ser muy obvio… también pensé ‘Voy a dejar de darle la mano por la calle, no le beso, no le abrazo’», pero, tras el impacto, se dijo a sí mismo que ni quiere, ni debe: «Sufrí acoso en toda mi trayectoria escolar. Ahora elijo levantar la cabeza».

A Juan (otro nombre ficticio) lo agredieron, junto a tres amigos, en la madrugada del 25 al 26 de abril. Fue en la Gran Vía. «Dos chicos nos gritaron ‘maricones’. Nos habíamos cruzado con ellos hacía un rato. Cuando nos giramos, ya los teníamos encima». Aunque los agresores huyeron, volvieron a asaltarles varias veces esa misma noche. «Nos esperaron en dos ocasiones más, cada cual más salvaje, a pesar de que habíamos hablado con una patrulla de Policía cercana. Les pidieron la identificación, pero no les detuvieron».

El joven cuenta que el cuerpo de seguridad que les atendió era municipal: «Cuando les hablamos de un delito de odio, no sabían ni qué era. Uno de nosotros, que tiene formación en Derecho, tuvo que explicarles su regulación penal». Los agresores los abordaron una tercera vez -golpeándoles en la cara, en el pecho, en el estómago, agarrándoles del cuello y asegurando que los iban a matar-, pero, «aunque volvieron a escapar, ya estaban fichados».

Ahora esperan el veredicto de un juicio de faltas. «Me da miedo subir una foto a Instagram del sitio por el que paseo por si alguien me persigue». Juan ha empezado a obsesionarse: «Escucho murmullos por detrás cuando camino con un amigo y creo que me van a agredir».

Guillermo López es miembro de DiversAH, asociación LGTB de Alcalá de Henares. Este colectivo hizo una convocatoria virtual para acudir al pregón de las fiestas de la localidad -que comenzaron el pasado sábado- con banderas y carteles, solidarizándose con las víctimas de la agresión homófoba del 15 de agosto a manos de un grupo de neonazis. La concejala de Seguridad tenía constancia de ello. Sin embargo, al llegar allí, la Policía les «pidió quitar el cartel de Stop LGTBfobia porque le parecía que incitaba al conflicto».

El argumento les sonó a «intentan violar a una mujer porque viste minifalda». Los agentes llegaron a pedirles los datos a dos chicos que llevaban al cuello banderas del arco iris. «Lo que es curioso es que cerca de nosotros había una pancarta muy grande. Ponía Esto es Alcalá con un símbolo de prohibido en el que había una hoz y un martillo. Ha sido difundida en redes sociales de ideología neofascista. Pero a ellos no les dijeron nada». Guillermo cuenta que, hace dos meses, «a un compañero lo asaltó un vecino en su portal. Le puso una soga en el cuello y le dijo que quitase la bandera de arco iris del balcón, que lo mataría si sus hijos salían maricones como él». Al llamar a la comisaría, le pidieron «que les avisase si volvía a pasar». Guillermo se indigna: «La actitud policial se vuelve cómplice cuando protege reiteradamente a los agresores».

Homófobos más jóvenes

grafico agresiones hmofobas

“En Barcelona tenemos identificado un grupo de cinco menores que en los últimos meses ha atacado varias veces a homosexuales”, asegura Eugeni Rodríguez, presidente del Observatorio contra la Homofobia de Cataluña (OHC). “Insultan, persiguen, rompen pancartas por la igualdad… han llegado incluso a hacer pintadas en la casa de una persona que vive en un bajo mientras le tiraban excrementos con la nota Maricón de mierda“.

Del insulto y el acoso a la agresión física sólo hay un paso. Y todavía son niños. “El caso está en la Fiscalía de Menores, a la que hemos pedido que nos deje hacer una labor pedagógica con ellos para evitar que dediquen su tiempo libre a acciones homofóbicas”, explica Rodríguez.

Educación en tolerancia, y un compromiso mayor por parte de la Administración, es lo que piden las asociaciones que defienden al colectivo LGTB (Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales).

“La educación es el factor clave en la prevención de las agresiones homofóbicas y evidentemente algo no se está haciendo bien. Debemos recordar que la mayoría de los agresores tiene menos de 30 años”, apunta Rubén López, vocal de Delitos de Odio de Arcópoli.

Según el último estudio publicado por el Ministerio del Interior, en 2014 el perfil del agresor homófobo más extendido era el de hombre español de entre 26 y 40 años. Sin embargo, al menos tres asociaciones del colectivo homosexual coinciden en que en este 2015 están observando un repunte de esta violencia en jóvenes de entre 16 y 20 años. En Cataluña, que es la única comunidad en la que hay un observatorio contra la homofobia, los casos de discriminación en las aulas ya suponen el 8,4% de las denuncias.

El último estudio a nivel estatal sobre jóvenes LGTB, de 2012, refleja que el 57% de los menores de 25 años que componen este colectivo afirman haber sufrido algún tipo de violencia psíquica y/o física. Además, un informe de INJUVE asegura que el 80% de la población joven española reconoce haber sido testigo de agresiones verbales a homosexuales y transexuales, un 40% de situaciones de exclusión y un 20% de violencia física.

“Las nuevas tecnologías, y el mimetismo con la situación de auge de este tipo de delitos que se está viviendo en el resto de Europa, no hacen sino incrementar el problema entre nuestros jóvenes”, denuncia Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intolerancia. “Nuestra legislación es inadecuada, no sirve para atajar el acoso ni el discurso del odio del que nuestros menores se empapan”, añade.

No es únicamente lo que reciben por la red lo que ha propiciado este aumento de la homofobia entre los menores que denuncian las organizaciones. “La Administración establece su perfil de agresor en un rango de edad demasiado alto al no poder reflejar a los más jóvenes por la Ley del Menor“, asegura Ibarra. “Los grupos neonazis, por ejemplo, saben que utilizando a estos chicos sus acciones van a quedar impunes”, denuncia.

El presidente del Movimiento contra la Intolerancia vaticina además un repunte de todas las modalidades de delitos de odio entre los más jóvenes, no sólo homofóbicos. “Un día les llevan a cazar homosexuales, otro pobres, otro inmigrantes… Así es como se educan; más de un padre ha venido a preguntarnos porque estaba preocupado por su hijo de 14 años”, explica.

De los 1.285 delitos de odio que el Ministerio del Interior registró el año pasado, 513 fueron por motivos de orientación o identidad sexual. Esto supuso un aumento del 13,5% respecto a 2013, cuando se produjeron 452 agresiones de este tipo. Y para las asociaciones es sólo la punta del iceberg.

El Movimiento contra la Intolerancia asegura que sólo se denuncian el25% de las agresiones homófobas y transófobas. “Las víctimas del colectivo LGTB siguen sin denunciar por miedo a acudir a la Policía, a las represalias, a quedar señaladas… miedo a asumir que hoy en día te han pegado por maricón“, explica López. “Algunos ni siquiera quieren hablar con las asociaciones por lo que pueda pasarles”.

Un problema de visibilidad y concienciación que para las organizaciones LGTB tiene dos formas claras de atajarse: campañas públicas y de educación, y una ley estatal contra la homofobia y transfobia.

“A corto plazo necesitamos una campaña grande de concienciación, y sobre todo que la gente vaya a denunciar para que las administraciones se pongan las pilas y dejen de argüir que no hay tantos casos”, exige el vocal de Delitos de Odio de Arcópoli.

“A largo plazo necesitamos una enseñanza más activa en tolerancia en las aulas, ese lugar donde maricón y bollera siguen siendo los insultos más escuchados. Además, exigimos que se cree una ley a nivel estatal de protección del colectivo LGTB como las que ya han ido promulgando en algunas comunidades autónomas”, añade López.

Se refiere a las leyes de igualdad social y contra la discriminación del colectivo LGTB vigentes actualmente en Extremadura y Cataluña, esta última en vigor desde octubre del año pasado.

“Desde que entró en vigor la ley hasta el 10 de agosto tenemos registrados alrededor de 70 incidentes homófobos sólo en Cataluña, sufriendo el 69% los hombres”, explica el presidente del Observatorio contra la Homofobia de Cataluña.

A nivel estatal, y dentro del colectivo LGTB, la discriminación y agresión por motivos de identidad sexual es muy importante. En lo que llevamos de año, la organización Transexualia asegura tener constancia de al menos ocho agresiones.

“Siempre hemos sido un blanco fácil por la cantidad de prejuicios que existen, pero este año hemos detectado un aumento del número de agresiones”, denuncia Javier Gómez, miembro de la Junta Directiva de Transexualia.

“Vivimos en una sociedad multicultural y diversa en la que todos debemos aprender a respetarnos mutuamente. El desconocimiento de la transexualidad provoca prejuicios que por desgracia desembocan en demasiadas ocasiones en agresiones verbales y físicas”, lamenta Gómez.

Donde el amor es ilegal: 8 testimonios brutales que te revolverán las tripas

El fotógrafo Robin Hammond documenta historias de intolerancia, persecución y supervivencia LGTBI alrededor del mundo. Sus experiencias dejan sin habla

Where-Love-Is-Ilegal_PLYIMA20150728_0011_1

Color, orgullo, desfiles, celebración y baile… pero también vejación, intolerancia, persecución y muerte.

Bajo la bandera arcoiris caben muchas realidades distintas. Algunas son vistosas, y otras… no tanto. Mientras la sociedad occidental celebra los avances en materia de derechos y visibilidad para la comunidad LGBTI, miles de gais, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersex siguen sufriendo abusos brutales cada día en muchas regiones del mundo.

Es algo que sabemos, algo de lo que se habla a menudo, pero no es lo mismo leer un informe de Naciones Unidas, Amnistía Internacional o ILGA queescuchar el dolor quemando en las bocas de sus protagonistas.

Where Love Is Ilegal nace para dar voz y poner cara a esas víctimas, para contar las historias que aún no han sido contadas.

El fotógrafo Robin Hammond tuvo la idea de crear Where Love Is Ilegal cuando, en uno de sus frecuentes viajes por África, tuvo la oportunidad de entrevistar a cinco jóvenes nigerianos arrestados y apaleados en público por su condición homosexual.

Hammond siguió viajando por Uganda, Sudáfrica y Camerún, recolectando historias para el proyecto. Con ayuda del activista Harold Smith-Franzen, llegó a Malasia, Rusia y Líbano.

En todos los lugares escuchó testimonios tremendos, recuentos de agresiones brutales, realidades vitales que oscilaban entre la devastación total y el empoderamiento de quienes saben que su única opción es permanecer fieles a sí mismos.

“Quedé profundamente conmovido por la experiencia de escuchar estas 65 historias“, asegura Hammond en una reciente entrevista con National Geographic.

A continuación puedes leer fragmentos de ocho de los testimonios recogidos hasta el momento en Where Love Is Ilegal. El resto te esperan aquí.

Vas a necesitar estómago para digerir tanta violencia.

Jessie, Líbano.

Jessie, Líbano

“Cuando era pequeño mis padres me vieron jugando con una Barbie junto a una niña. Me golpearon. Hay tabús, y los chicos no deben jugar con las chicas. Mi padre me dijo que era como un burro, un perro. ‘Eres una desgracia para mí’, dijo…

Cuando tenía 6 o 7 años, aprovechaba cuando mi familia salía para sentarme frente del espejo y maquillarme como mi madre. En ocasiones mi familia me pillaba; entonces me insultaban y me pegaban.

Mi tió me violó cuando tenía 11 años y me dijo que no se lo contara a nadie. Me violó tres veces. Me sentí destruido. Era fuerte y me forzó a hacerlo contra mi voluntad. Cai en depresión. Fue un período horrible de mi vida. Solía gritarle y pedirle que se fuera. No podía contárselo a nadie porque no me creerían al ser él una persona religiosa.

Mi hermano siempre se ha avergonzado de mí. Aún lo está. Muchas veces a lo largo de mi vida me ha pegado e insultado. Cinco o seis veces, con el apoyo de mi padre, ha intentado matarme. Mi hermano ha intentado acuchillarme, pero nunca lo ha conseguido. Una vez mi padre intentó estrangularme, pero logré escapar… Solía llegar a la escuela con la cara llena de arañazos. Los profesores me preguntaban que había pasado. Yo lloraba y no decía nada. Estaba asustado”.

Amanda, Sudáfrica.

Amanda, Sudáfrica

“Mi nombre es Amanda. Soy lesbiana. En 2007 fui violada mientras viajaba en compañía de un amigo. De camino a visitar a otro amigo, me puse a buscar una tienda para comprar cigarillos. Vi a este chico en una esquina y le pregunté. Me mostró dónde podía comprar lo que buscaba. Me acompañó hasta el lugar, y en el camino de vuelta se volvió contra mí.

Primero me preguntó si salía con chicas, y le dije que sí. Luego me preguntó si era lesbiana, y le dije que sí. Luego dijo que me iba a demostrar que yo era una mujer, sacó una pistola y me ordenó que me desnudara. Me forzó a tener sexo con él.

(…)

Ahora odio a los hombres por lo que me pasó aquel día”.

Gad, Siria.

Gad, Siria

“Dejé Homs porque mi vecindario estaba siendo atacado, fue bombardeado en múltiples ocasiones. Me mudé a Líbano con la esperanza de poder encontrar un empleo. Encontré trabajo en un baño árabe dando masajes… Me vi obligado a aceptarlo para poder ayudar a mis padres en Siria.

Solía trabajar durante dos meses, luego volvía a Homs a pasar unos días, y luego de vuelta Líbano. Una noche de agosto de 2004 mi casa fue asaltada por la policía. Recibí puñetazos y patadas. Me pusieron una bolsa de tela negra en la cabeza. Siguieron pegándome y dándome patadas. No sabías de dónde te venían los golpes. Vi cómo trataban a otros de la misma manera. A veces estabas tú solo en una habitación, otras veces estabas con otras dos o tres personas. Podíamos oír cómo torturaban al otro. Aquello continuó durante tres días”.

Ruslan, Rusia.

Ruslan, Rusia

“Mientras estaba en el instituto, mis compañeros nunca desperdiciaban una oportunidad de llamarme maricón y hacer todo tipo de comentarios que subrayaban mi homosexualidad para ridiculizarme. Nunca entendí por qué lo hacían, porque yo nunca expresé en la escuela que era gay.

Un día, mientras iba caminando con una amiga de una escuela cercana, aquellos chicos comenzaron a seguirnos. Se reían y nos lanzaban insultos. De repente, uno de ellos me empujó bajo las ruedas de un coche que pasaba en aquel momento. El conductor me vio y frenó, pero las ruedas me pasaron por encima de la pierna. El doctor me dijo luego que me había roto varios huesos y que si no hubiera sido por las botas que llevaba, la rueda me hubiera machacado la pierna.

(…)

La segunda vez que fui atacado, sucedió en mi primer año de universidad. Estaba paseando a mi perro en el patio. Apareció un grupo de skinheads por allí. Era el blanco perfecto porque tenía el pelo largo y llevaba ropa vistosa. Todo pasó muy rápido. Me reventaron la cabeza con un bate de béisbol.

(…)

La consecuencia de múltiples conmociones cerebrales son desmayos frecuentes, dolores de cabeza, sangrados por la nariz. Un médico me dijo una vez que le sorprendía el hecho de que me no me hubieran dejado inválido.

El último ataque afectó también a mis amigos. Estábamos cerca de un club cuando fuimos atacados por los patrones de ese mismo establecimiento. Nos dijeron que ‘los maricones no deben bailar al lado de nuestras novias’. Saltaron sobre nuestras cabezas hasta que nos dejaron inconscientes.

Ir a la policía no ayuda. No hacen nada”.

Simon, Uganda.

Simon, Uganda

“El 11 de septiembre de 2012, mi novio y yo estábamos en nuestra habitación de alquiler teniendo sexo. Uno de los vecinos nos oyó. Él siempre había sospechado que éramos gais. Según oyó nuestros gemidos, salió corriendo hacia la comisaría y de camino se dedicó a advertir a los vecinos del pueblo de que nos había oído teniendo sexo. Luego se plantó con todos los hombres del pueblo y la policía en nuestra puerta. No abrimos, así que la policía forzó la puerta para entrar.

Nos encontraron aún desnudos, nos esposaron y nos lanzaron fuera. Inmediatamente la muchedumbre nos empezó a golpear con piedras y con palos con clavos diciendo que estábamos malditos y que debíamos morir. Luego la policía nos llevó a través del pueblo desnudos, arrastrándonos sobre piedras que nos causaron pérdidas de sangre severas.

Al llegar a la comisaría no se nos prestó ningún tipo de auxilio médico. Nos tiraron en las celdas. Les dijeron a los reclusos que éramos gay, y estos también comenzaron a golpearnos hasta que les entró el sueño. Doy gracias a Dios de no haber muerto aquel día, porque el dolor era insoportable. Al día siguiente, cuando nos llevaron al hospital, estábamos en estado crítico “.

Nisha, Malasia.

Nisha, Malasia

“Nunca hubiera imaginado que acabaría siendo una expresidiaria. Siempre pensé que las prisiones son lugares para la gente que hace daño a otros. Yoestuve en prisión simplemente por mi identidad como mujer transexual musulmana que vive en Malasia. Me metieron allí para corregir mi comportamiento y cambiar mi identidad de género a lo que ellos consideran correcto, que es que yo sea hombre.

Estar allí fue un infierno para mí. Mis derechos como ser humano me fueron arrebatados. Sufrí todo tipo de abusos hasta el punto de que quise suicidarme. Un día en prisión era como un año para mí, pero a pesar de lo mucho que se esforzaron, siempre permanecí fiel a la persona que soy.

Dejé la cárcel sin mi máximo atractivo, que es mi pelo, como superviviente.Dejé la cárcel como mujer transexual“.

Khalaf, Jordania.

Khalaf, Jordania

“Vine a Líbano escapando de mi familia. Cuando salí del armario, mi hermano mayor apareció en mi casa con tres de mis otros hermanos. Me enseñó una pistola y dijo ‘has destruido el honor de nuestra familia, prepárate para morir’. Me golpearon, me dieron patadas y puñetazos. Perdí mucha sangre por la nariz”.

Khalad proviene de una tribu beduina en la que el honor familiar se considera algo muy importante. Cuando se enteraron de su homosexualidad, sus hermanos se reunieron en la casa de los padres para hablar sobre de qué manera debían matarle. Su esposa y su madre pudieron oír esa conversación desde una habitación contigua. Su mujer subió al piso de arriba a avisarle: “Tus hermanos quieren acabar contigo. Espera a que se hayan ido, coge tu pasaporte y vete”.

Khalaf reveló su homosexualidad de forma pública durante una entrevista que se pudo ver a través de las redes sociales. “Toda mi familia y la gente que me conocía vio la entrevista. Por primera vez me acepté a mí mismo, por primera vez en mi vida el Khalaf real estaba hablándole al mundo“.

En Líbano, Khalaf no ha conseguido encontrar trabajo y vive en la pobreza. Sobrevive gracias a donaciones de amigos. “La vida aquí es difícil, he perdido a mi familia, pero no me arrepiento. Aquí me siento libre de aquella opresión”.

M, Siria.

M, Siria

“Todo empezó cuando Jabhat Al Nusra secuestró a varios gais en nuestra área. Primero secuestraron a algunos de sus amigos, obtuvieron sus fotos de los teléfonos de aquellas personas y empezaron la caza.

A mí intentaron secuestrarme con la ayuda de un chico que se hizo pasar por gay y quería conocerme. Después de salir un día juntos, decidimos ir a casa de sus amigos. Tenían planeado secuestrarme allí, en la calle. Era una encerrona.

Me amenazaron con cortarme la cabeza o dispararme. Ponían un cuchillo en mi cuello y me decían ‘¿estás preparado para morir?. Luego hicieron lo mismo con una pistola. Sugerí que negociaran con mi familia. Me tuvieron encerrado durante dos semanas. Al final mi familia pagó 13.000 dólares por mi liberación.

Cuando volví a mi casa, el guarda de la finca estaba temblando. Me dijo, ‘¿Por qué estás aquí? ¡ISIS te está buscando! ISIS se había llevado mi documentación.

Llamé a uno de mis tíos que se puso en contacto con ellos. La gente de ISIS le dijo: ‘Lo necesitamos. Es un homosexual y debe ser asesinado. Es un fugitivo. No tiene permiso para estar en nuestro estado’.

Mi tío llegó a un acuerdo para que me dejaran escapar. Me dieron dos horas para salir de allí. Me marché con lo puesto a una ciudad que permanecía bajo el control del régimen sirio, luego a Damasco, luego a Beirut.

Las noticias de que era gay se diseminaron por el entorno de ISIS y llegaron a mis familiares. Ahora mis familiares quieren mi cabeza“.

“Más allá del arcoíris, la gente sigue sufriendo por su condición sexual. ¿Hasta cuándo?”

El joven gay agredido en Almería: “Empezaron a gritarnos y tras el golpe no recuerdo nada”

J.J.S, el joven homosexual de 24 años que fue agredido en la madrugada del lunes en el recinto ferial de Almería cuando se encontraba con su pareja en la parte trasera de la caseta del colectivo Colega, ha señalado que aún no entiende los motivos por los que fue atacado y ha pasado hospitalizado casi dos días con fractura de mandíbula y en una mano.

gay agredido en almeria

“Pasó un grupo de chicos y empezaron a gritarnos, no recuerdo que decían, y ya de ahí, solo recuerdo que me llevaron hasta la caseta y pedí ayuda a mis compañeros. Tras el golpe apenas no recuerdo nada”, ha explicado a Europa Press la víctima, quien ha afirmado que no tuvo la oportunidad de defenderse ya que la agresión le vino a él y su pareja “por sorpresa” y sin cruce de palabras previo.

El joven, que ha sido de alta este mismo miércoles, asegura que aún está “un poco mareado” por todo lo ocurrido y a causa de las lesiones, por las que le han puesto dos placas fijas en las mandíbulas y un tornillo en la base del pulgar izquierdo. “Solo puedo comer líquidos con una pajita”, se ha lamentado.

Según su relato, él se encontraba trabajando como camarero en la caseta de Colega, de forma que sobre las 3,00 horas aprovechó para hacer un descanso y salir a charlar con su pareja, de manera que fueron a la parte posterior del establecimiento. “Él tampoco recuerda mucho, nos pilló todo de imprevisto”, ha apuntado.

Así, según su versión, en un momento dado “pasó un grupo de chicos” que comenzó a gritarles, con lo que posteriormente se produjo una agresión. “Solo recuerdo los gritos y que me ayudaron a ir a la caseta, donde me vi sangrando por la boca”, ha explicado.

Fue su pareja, que resultó herido leve, quien consiguió llevarlo casi a rastras al interior de la caseta, donde se alertó a policía y servicios sanitarios, antes de su traslado al hospital, donde fue intervenido quirúrgicamente.

La Diócesis de Bilbao recogió las opiniones dos mil personas para el Sínodo de la Familia

BILBAO Acercamiento, conocimiento, acogida y misericordia. Cuatro palabras que encierran, sin embargo, el vademecum de la feligresía vizcaina para abordar asuntos tan relevantes para el futuro de la Iglesia como la familia, las rupturas y nulidades matrimoniales y las uniones entre personas del mismo sexo, por ejemplo. Así se lo han transmitido al Papa Francisco, dispuesto desde un inicio a saber de primera mano cuáles son las inquietudes, pensamientos, inclinaciones y sensibilidades de las bases de la cristiandad y no solo las de la jerarquía eclesiástica.

Lo han hecho respondiendo a dos encuestas -la primera en 2014 y la segunda este mismo año- cuyas conclusiones han sido enviadas al Vaticano con vistas a preparar el próximo Sínodo sobre la Familia. Una de las principales conclusiones es que la mayoría de la base eclesial de Bizkaia respalda el discurso del pontífice en cuestiones como la conveniencia de amparar y comprender a los matrimonios que atraviesan dificultades y no marginarlos de las eucaristías, como sostienen los sectores más conservadores.

En la redacción del primer documento -remitido por el propio Vaticano- tomaron parte 35 parroquias, 32 miembros de organismos diocesanos, 15 asociaciones de fieles y comunidades, 11 comunidades religiosas, 8 equipos de pastoral familiar, 8 miembros del Consejo Pastoral Diocesano y 8 equipos ministeriales de unidades pastorales. A modo de resumen, la feligresía vizcaina subraya la necesidad de tener una “actitud fundamental de acogida y misericordia” a la hora de afrontar, precisamente, esas situaciones matrimoniales complicadas en las que, por las causas que sean, la pareja decide separarse sí, pero también seguir manteniendo su fe cristiana.

De hecho, abogan por desarrollar una labor social [pastoral] en el seno de la comunidad que sea “cercana y personal” para aproximarse a esos individuos y que ninguno sea apartado de las eucaristías, tal y como sostiene el Papa Francisco.

Las bases eclesiales vizcainas también dejaron patente en esa primera encuesta la conveniencia de revisar las prácticas de la Iglesia acerca de las nulidades matrimoniales, así como que “debería seguirse una actitud de acercamiento, conocimiento y acogida como hijos o hijas de Dios” en lo relativo a las uniones de personas del mismo sexo. En definitiva, se insistía desde la Diócesis, el propósito es acordar y establecer las bases de una Iglesia más participativa y también más implicada en los problemas familiares. “Es preciso -se apostillaba en el documento enviado al Vaticano- repensar el papel de la mujer y de la familia como protagonistas y no solo como destinatarios de la pastoral”.

Cifuentes abordará las agresiones homófobas con los colectivos gais

La presidenta de la Comunidad de Madrid pretende que dos oficinas judiciales de atención al ciudadano presten una atención integral a las víctimas de violencia LGTB

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. / KIKO HUESCA (EFE)

MADRID.- La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, ha anunciado este martes que está trabajando con el Ministerio de Justicia para que las oficinas judiciales de atención al ciudadano de Plaza de Castilla y de Julián Camarillo presten una atención integral a las víctimas de violencia LGTB, coordinando más eficazmente para ello todos los recursos regionales.

Tras una reunión mantenida esta mañana con la alcaldesa de Aranjuez, Cifuentes ha mostrado su “condena unánime en nombre de todos los madrileños” hacia la recienteagresión homófoba registrada en la madrileña calle de Alcalá. Considera que se trata de delitos de odio y que deben ser tratados como tal.

Asimismo, ha recordado que su Gobierno está trabajando en la elaboración de una ley específica contra la homofobia y de protección de las personas LGTB. Además, ha avanzado que los próximos días mantendrá una reunión con diferentes colectivos LGTB para tratar esta y otros problemáticas, tras la agresión de Madrid y otra reciente en Alcalá de Henares.

Según datos de la Oficina de Atención LGTB de la Comunidad de Madrid, situada en el número 22 de la calle Alcalá, en lo que va de año se han registrado 20 agresiones físicas o verbales a personas de este colectivo. Se trata de ataques de distinta importancia, que no siempre son objeto de denuncia.

Sin embargo, las asociaciones gais consideran que en España buena parte de los ataques no llegan a hacerse públicos y que sólo se denuncian dos de cada diez agresiones.

Agredida una pareja gay en Almería

Colega denuncia que una de las víctimas fue hospitalizada e intervenida quirúrgicamente.

El colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales de Almería, Colega Almería, ha denunciado la agresión que sufrieron una pareja de jóvenes homosexuales en las inmediaciones de la caseta que la asociación mantiene en el recinto ferial de la ciudad andaluza. Una de las víctimas ha tenido que ser hospitalizada e intervenida quirúrgicamente.

Fuentes de la entidad han explicado que los hechos tuvieron lugar en torno a las 3,00 horas en el recinto ferial de la Vega de Acá, cuando la pareja, de menos de 26 años cada uno, se encontraba en las proximidades de la caseta. En este sentido, se estima que los chicos fueron atacados por al menos tres personas que, hasta ahora, no han sido plenamente identificados.

En esta línea, desde la asociación se sospecha que la agresión pueda tener tintes homófobos, ya que poco antes de que se produjera el ataque, los jóvenes se habían mostrado en actitud afectiva.

A consecuencia de la paliza, uno de los heridos, que además pertenece a la asociación, tuvo que ser atendido por una ambulancia in situ, si bien posteriormente fue trasladado hasta el Hospital Torrecárdenas ante las fractura en un brazo y la mandíbula que presentaba. El otro joven sufrió un ataque de ansiedad. La asociación espera a la recuperación del joven, aunque ya estudia tomar medidas legales contra los agresores, que aún no han podido ser denunciados.

Recientemente, fueron agredidos una pareja en Madrid y varios jóvenes en Alcalá de Henares. Buena parte de las agresiones permanecen invisibles, como aseguran los colectivos gais, que sostienen que sólo se denuncian dos de cada diez agresiones.

La invisibilidad de las agresiones homófobas: sólo se denuncian dos de cada diez casos

La última pareja gay agredida en Madrid acudió a la policía, pero la mayor parte de los ataques son silenciados y no llegan a engrosar las estadísticas, según las asociaciones

“¿Sois maricones?”, preguntaron antes de pegarles. Venían abrazados desde Chueca, el barrio gay de Madrid, y sufrieron una agresión homófoba nada más poner un pie en la Gran Vía. Su experiencia engrosará las estadísticas de 2015, porque la pareja decidió presentar una denuncia, pero buena parte de los casos motivados por la identidad sexual de las víctimas permanecerá estancada en el limbo de la impunidad. Del silencio.

Sólo dos de cada diez víctimas denuncian las agresiones, según el último informe del Observatorio de Redes contra el Odio, elaborado por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB). “Hacerlo supone visibilizar una orientación sexual que mucha gente oculta”, justifica Charo Alises, miembro del grupo de trabajo que ha arrojado luz sobre esta lacra invisible. “Una persona de raza negra, por ejemplo, cuenta con el apoyo de su familia, pero en nuestro caso hay familiares que no saben que el agredido es gay”.

Hay otras razones, como apunta Inmaculada García de la Fuente, directiva de la asociaciónDeFrente de Sevilla. “Temor a que tus vecinos descubran tus inclinaciones, sentir que es una pérdida de tiempo porque no vale para nada y miedo a las represalias de los atacantes”. Alises, que también preside la asociación malagueña Ojalá, insiste en la necesidad de acudir a la policía. “Soy abogada y mi experiencia me dice que cuando se denuncia, el agresor deja de actuar, por lo que nuestra misión es poner los medios para que se atrevan a hacerlo. La única forma de visibilizar el problema es ponerle freno”.

Pero las cifras son magras. El Informe sobre incidentes relacionados con los delitos de odio en España, difundido por el Ministerio del Interior, señala 188 casos en Andalucía el año pasado, muy por encima de los 43 de Catalunya y Galicia. Los colectivos LGBT creen que son muchos más, por lo que Alises no duda en recordar que sólo el 10% de los gais españoles ha denunciado el último incidente sufrido, pese a que un 38% se sintió perseguido o discriminado en el último año, según un estudio de la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. “Como estos delitos no son visibles, también sufrimos la falta de atención de la sociedad”, se queja la presidenta de Ojalá. “Estamos en pañales”.

Es necesario, según Yago Blando, ponerlo en conocimiento de las autoridades para que las instituciones sean conscientes de la magnitud del problema. “Más allá de hacer justicia, si no se denuncia la agresión, las administraciones desconocen su existencia y, en consecuencia, no lucharán contra ellas”, afirma el coordinador de Arcópoli, una asociación estudiantil que trabaja en las universidades Autónoma y Complutense. “Si nos atenemos a los datos de Interior, en 2014 hubo en Madrid 26 agresiones, cuando sólo nosotros tenemos constancia de una cifra similar, que finalmente se tradujo en apenas dos denuncias”. Es la punta del iceberg, asegura Blando, que advierte de que el número real podría ser alarmante.

El informe del Observatorio de Redes contra el Odio indica que la mayoría de las víctimas son hombres (tres de cada cuatro), jóvenes (el 60% tiene entre 18 y 35 años) y que desconocen al agresor (64,3%). Sólo un 17% presentó denuncias, cuyo número se redujo respecto a 2013. Frente a ellos, según los datos de Interior, la mayoría de los detenidos o imputados por delitos de odio tenían entre 18 y 40 años. En 273 ocasiones, el motivo de la agresión fue la orientación o identidad sexual de la víctima, frente a las 84 por racismo o xenofobia.

Aunque los últimos casos registrados en Alcalá de Henares y en Madrid refuerzan el estudio de la FELGTB, que refleja que la mayoría se produjeron en núcleos urbanos y grandes ciudades, ambas activistas subrayan que la homofobia es mayor en las zonas rurales. “Asistimos a un chico que tuvo que irse de su pueblo por el acoso que estaba sufriendo él y su familia”. Primero, los insultos. Luego, el coche rayado. “Llegó un momento en que no podía salir a la calle”, recuerda García. Tampoco saldrá en las estadísticas.