El ‘transbús’ de los niños y las niñas transexuales

«Estábamos en clase y salió el tema del autobús. Y todos empezaron a decir que les parecía bien el eslogan. Lo peor fue que lo decían quienes yo creía que lo habían entendido todo, mis amigos, a los que les había explicado que los genitales no determinan la identidad sexual. Me hizo cuestionarme si lo entendían de verdad. Fue un mazazo. Ahora me pregunto si mi vida será siempre así, si la gente con la que me encuentre lo entenderá».

Habla Izan, 16 años, futuro psicólogo. Izan con el nombre oficialmente cambiado para que lo llamen como es en su pueblo de Castilla-La Mancha y en el mundo entero. Izan hormonado y operado del pecho para parecer por fuera lo que siempre se sintió por dentro.

Izan, chico con vulva.

Izan, chico.

El primer autobús deHazte Oir hizo más paradas de las que parece. Aquel Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen de la semana pasada aún despierta amores y ascos, un asteroide de reacciones a favor y en contra impactando en el centro de la convivencia patria. Todo el mundo habla… menos los niños y las niñas. ¿Qué piensan los niños con vulva y las niñas con pene?

«Ese mensaje agrede y molesta. Y es mentira», dice Pablo.

«Generan odio y confusión», dice Izan.

«Un genital no hará que mi hermano pare de ser él mismo», dice Nahia…

«Necesitamos respeto», dice Ian.

«Quien odie a gays, lesbianas o transexuales no tiene cerebro», dice Julia.

«Basta ya de humillaciones, ¿tanto nos cuesta ser personas?», dice Alex.

Acostumbrados a la diferencia, especializados en las miradas del mundo exterior, los menores transexuales han visto aparcar el autobús de Hazte Oir en medio de sus vidas.

Y desde sus mundos interiores, mientras parecía que hacían otras cosas, han ido dibujando, escribiendo, grabando y contando lo que sienten.

En la última semana, la Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis ha recibido testimonios, mensajes de WhatsApp, pantallazos de Facebook, notas de voz, cartas y dibujos de niños y niñas que expresan su reacción ante el mensaje del autobús de Hazte Oir o que cuentan qué ha pasado en sus vidas cuando los entornos en los que crecen han abordado el asunto.

Ésta es la ruta del otro autobús, del autobús de los niños con vulva y las niñas con pene, el autobús de los menores transexuales. El transbús.

Nahia tiene 13 años, devora libros y escribe en consecuencia. Tiene un hermano transexual, Zuhar, un pequeñajo de 7 años que siempre ha sabido lo que es. Lo cuenta desde Hondarribia, Patricia, la madre de ambos: «Zuhar está feliz. Vive muy bien su identidad. Cuando algunos le dicen algo malo, yo le inculco que lo hacen porque no saben. Le digo: ‘Si ellos no saben que hay niños con vulva, tú les enseñas que los hay’. No les insulto, siempre le digo que hay que enseñar a la gente. Él no sabe nada de lo del autobús, es muy pequeño, no veíamos útil que lo supiera. Bastante tiene con enseñar al mundo lo que el mundo no sabe. Su labor es la pera».

Pero Nahia sí sabe del autobús. No se ha montado en él, pero lo ha visto pararse en sus narices. Por eso, el domingo se juntó con su amiga Nahikari y dibujó su autobús, el autobús de su hermano y tantos hermanos, un transbús pintado de naranja con un latigazo de ironía: ‘Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen’… y junto a ese lema, su pintada genial: ‘No siempre’.

Como Nahia va para escritora, agarró el rotulador y redactó, con hambre de tildes, una nota para llevarse de viaje: «Es un mensaje que lo único que produce es incitación al odio entre personas. Mensajes como este (sic) ya son agua pasada. Ideales presentes en la época de los neandertales. Día a día, poco a poco, los niños y niñas tienen libertad de definir quienes (sic) son. Un genital no hará que paren de ser ellos mismos. Cada vez más gente va entendiéndolo, esta (sic) es la realidad. Hay niñas con pene y niños con vulva».

Si no fuera porque tiene 7 años, se diría que Ian (Cataluña) juega a ver informativos. Su dibujo no es un autobús. Es una caravana. Un crack. Con sus ceras de talento y su cabeza de colores, Ian pintó un furgón directo, una transcaravana sin rodeos: (sic) «A quien importa lo que yo tenga si penis o vulva. Soy un niño trans y punto !! Y necesitamos respeto!! Gracias!!! Transexualidad!».

Pablo tiene 11 años y vive en Sevilla. El viernes, en plena polémica nacional por el primer autobús de Hazte Oir, unos niños de su clase le bajaron los pantalones. Llegó a casa, dejó pasar unos días y escribió una nota para Chrysallis y para quien quiera escuchar su tinta: «Me parece muy bien que cada persona se exprese como quiera, pero no agrediendo a otras (y menos cuando no tienen razón). El pasado miércoles salió el autobús de Hazte Oir a las calles de Madrid expresando su mensaje: ‘Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva’. Ese mensaje, aparte de ser mentira, molesta a las personas transexuales. Espero que nunca más se diga ese mensaje. Stop a la transfobia».

Desde su casa castellana, Izan describe sin titubear una vida para detenerse en cada cosa: «Esto es un pueblo pequeño, siempre he tenido problemas. En cuanto me corté el pelo, se me esfumaron 30 amigos. Me ven como un bicho raro. En el vestuario de los chicos, todos se apartan de mí y se van a un rincón; piensan que les voy a hacer algo. Aun así, las cosas habían mejorado un poco, pero con esto del autobús, la incomprensión ha vuelto».

– ¿Y qué se ve cuando se acerca el autobús?

Rabia. No entiendo qué necesidad hay de ese mensaje. Y no sé cuántos más habrá. Genera odio y confusión. Son ultras y yo me siento perseguido y atacado. Incluso por los que dicen que me entienden. Ya nunca sabré si hablo con alguien que me trata como masculino porque lo cree y lo entiende o porque es así como cree que me tiene que tratar por hábito o costumbre.

Volvemos a Hondarribia. Estamos al teléfono con Patricia y le pedimos que haga de enviada especial de EL MUNDO a su propia hija, que no queremos molestar a la cría.

Patricia, pregúntale a Nahia qué les diría a los señores del autobús si los tuviera enfrente.

Y en eso, la madre traslada la pregunta, le pide a la niña que no sea tímida y se lleva una respuesta para terminar esta historia.

Que se bajen del autobús y sonrían.

“El día que acepté y entendí que quería llevar calzoncillos, él y yo fuimos mucho más felices”

La integrante de Chrysallis, Beatriz Séver, mádre de un niño con vulva, dice que su lucha es hacer felices a los menores

Una de las marquesinas de San Sebastián con la campaña original de Chrysallis. JAVIER HERNÁNDEZ

Chrysallis Euskal Herria, Asociación de Familias de Menores Transexuales, no quiere polémicas que “no conducen a nada”. Sus miembros, padres y madres con niños y niñas cuyo sexo no se corresponde con el de nacimiento, incluso entienden el mensaje de los ultracatólicos de Hazte Oír porque, como recuerdan, ellos se lo dijeron primero a sus hijos. Pero una vez constatada la realidad de cada niño, de cada persona, lo que no entienden, es que por motivos religiosos, o por los que sea, propongan imponer el sexo que se lleva entre las piernas, al “sexo sentido”.

“En cierta manera entiendo a quienes piensan de esa manera porque yo a mi hijo le decía lo mismo. No puedes ser niño porque tienes vulva. El día que acepté y entendí que quería llevar calzoncillos, él y yo fuimos mucho más felices”, asegura Beatriz Séver en Getxo, en su casa, junto a algunos de los carteles de la campaña que ha provocado la airada reacción de los ultracatólicos, y una amplia solidaridad del resto de la sociedad. La campaña se lanzó el día 10 de enero y terminó el 16 de ese mismo mes gracias a la donación de un financiero de Nueva York, al que impresionó un vídeo que vio de forma casual, con el trabajo que algunos padres y madres estaban haciendo con sus hijos en un centro educativo concertado de Getxo, Bizkaia.

“Les hemos dicho lo del autobús muchas veces a nuestros hijos, pero hemos aprendido”, asegura repite Séver. “Pero más allá de esas y otras acciones de Hazte Oír nuestra única guerra es hacer que nuestros hijos sean felices y las familias que se enfrentan a situaciones como estas tengan un entorno de aprendizaje no traumático, es decir, que todos sean lo más felices con su cuerpo, con su entorno y con su futuro”.

Rechazan incluso entrar en un cruce dialéctico con la asociación ultracatólica que les ha llevado a los tribunales, con una acusación terrible de “corrupción de menores”. Hazte Oír, la asociación que todavía no ha podido poner en circulación el autobús que vincula el sexo de los niños a la forma de sus genitales a instancias de un juzgado, denunció a los padres y madres de Chrysallis ante la fiscalía de Gipuzkoa por el presunto delito de corromper a sus hijos. Están atacando la campaña “hay niñas con pene y niños con vulva” por tierra mar y aire, “pero nosotros y nosotras tenemos mucho trabajo por delante con mejorar el entorno de nuestros hijos” como para “perdernos con esas batallas”, dice Beatriz Séver.

En apenas un mes, desde que lanzaron la campaña han sufrido ataques en Pamplona, donde desconocidos atacaron varias marquesinas con los carteles. Facebook les emplazó al día siguiente a colgar los carteles en su página de la red social a que los quitaran por exhibir los genitales masculinos y femeninos, -pese a que eran dibujos- aunque a la vista de la repercusión retiraron la petición. Sí la mantuvieron con los carteles en euskera. Y recientemente están viendo como Hazte Oír intenta por todos los medios contrarrestar su campaña con un autobús con un mensaje tránsfobo, y con la denuncia por corrupción de menores que Hazte Oír canalizó a través del Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro, cuyo lema es “Cristianizando el Derecho, cristianizando la sociedad”.

Frente a esa visión, desde Chrysallis ofrecen información. La gran repercusión que tuvieron los documentos pedagógicos con los que trabajan con todos los menores en Getxo, les han obligado a traducirlos a ocho idiomas, incluido el chino. Se han producido cientos de miles de descargas de documento Chicos y chicas. Identidad y cuerpo que está colgado en su cuenta de Facebook. Lo que reclaman de las instituciones son protocolos individualizados para sus hijos y fuera del área de psiquiatría, además de centros como Kattalingune en Navarra. Piden que como en ese caso, en Euskadi y el resto de España, estén atendidos por un sexólogo. Creen que simplemente con esas previsiones, y con formación específica a los profesores de los centros educativos cuando se presentan los casos, se podría avanzar seriamente en el objetivo de reducir el dramático porcentaje de suicidios de transexuales, que según los datos que maneja la asociación es del 42%.

Los entorno a 40 madres y padres de la asociación Chrysallis están, pese a todo, muy satisfechos porque su lucha va a permitir que sus hijos sean la primera generación que va a vivir con el sexo que sienten. Creen que los avances educativos, sociales, políticos y judiciales que se están produciendo superan en mucho a las resistencias como las de Hazte Oír. Creen que la Organización Mundial de la Salud, acabará, más pronto que tarde, quitándole a la transexualidad, el apelativo de patología o de trastorno.

«Él decía que era un niño y yo me empeñaba en vestirle de rosa de los pies a la cabeza»

Marian, madre de acogida de un niño con vulva, relata el complicado proceso de asimilación. «Venía llorando del colegio porque no entendía que le mandaran ir al baño de las chicas»

«Hoy jugamos a que soy Ander, ¿vale ama?». Y ella le dejaba jugar, claro. Pero al día siguiente quería jugar a que se llamaba Mikel, y el otro era Andoni… nunca Jone. Es el nombre que consta en su DNI, aunque hace más de un año que le llaman Jon. Relata su historia Marian, madre de acogida de un niño transexual. Una profesora de Hondarribia (Gipuzkoa) de 44 años que quiere dar visibilidad a un asunto que estos días copa titulares por la campaña de la organización ultracatólica Hazte Oír, ‘El autobús que no miente’, contra la transexualidad infantil. El autocar iba a entrar en Bilbao la próxima semana pero permanece retenido por orden judicial. «Yo he tenido mucha relación con la iglesia y no entiendo qué tiene que ver esto con Dios. Nosotros no queremos convencer a nadie, solo que nos entiendan», responde Marian.

A ella, dice, le costó dos años entender lo que le ocurría a su hijo, un bebé «con vulva» y de nombre Jone que llegó con seis meses a su casa para ampliar la familia (tienen otra hija de 12 años). Cuenta que desde que Jone aprendió a hablar dijo que era un niño. «Yo le decía a mi marido: ‘Va a ser lesbiana’. Porque en los cuentos siempre acababa casándose con una niña».

No le dieron importancia más allá de cierta sorpresa. Pero luego fueron los vestidos. «Su padre biológico es africano y le ve una vez al mes. Él le regalaba muchos vestidos pero no quería ponérselos. Yo le obligaba para que su padre no pensara que éramos nosotros los que no queríamos ponérselos». Y con cada vestido, una rabieta. «Yo le vestía de rosa de los pies a la cabeza, por aquello de feminizarla, lo que nunca hice con mi hija mayor. Y le puse también unos pendientes preciosos que no le gustaban nada».

Pero luego (más bien a la vez) fueron los juguetes. «Su hermana tenía un montón de muñecas que están impecables porque no las usaba, las tuvimos que guardar todas en el trastero. Solo quería el balón, el fútbol, juegos tradicionalmente asociados a los niños». Jone gritaba que era un niño y Marian le ‘corregía’: «Tú eres una niña».

«Él iba rápido y mi marido y yo, frenando»

Pero antes de que cumpliera los 4 años se produjo el punto de inflexión. Fue un cambio de edificio en el colegio. «Hasta ese momento los pequeños iban juntos al mismo cuarto de baño, pero en la nueva ubicación había váteres de niñas y de niños, separados. Y todas las tardes venía llorando a casa porque no le dejaban entrar en el de los chicos. Decía que quería ir con sus amigos al mismo váter y no entendía que le mandaran al de las niñas».

Así que Marian consultó con una sexóloga. «Me dijo que por qué le obligaba a llevar pendientes si no quería, que se los quitara». Y se los quitó: «En ese momento empezó a saltar encima de la cama gritando: ‘¡Por fin soy un chico, por fin!’. En realidad llevaba dos años gritándolo, pero yo no lo había entendido. Tanto mi marido como yo íbamos muchos pasos por detrás. Él iba muy rápido y nosotros, frenando».

Ese abrir los ojos fue un proceso liberador pero complicado, confiesa Marian, que sintió «pánico» y «vértigo». Pero su hija mayor lo veía más claro: «’Vamos a cambiarle de nombre porque total, se lo está cambiando todo el día’, me dijo. Y entonces decidimos hacerlo. Para que no fuera un cambio muy grande le quitamos una letra a Jone y le pusimos Jon» (el nombre se ha modificado para salvaguardar la intimidad del menor, pero el real es también uno que se ‘masculiniza’ quitándole la última letra). Al cabo de dos meses decidieron hacer «limpieza de armario» y comprarle las prendas que ha reclamado desde que sabe hablar, pantalones, zapatillas deportivas… «Y no paró hasta que le pintamos su habitación de color azul. Antes era morada».

«Me costó renunciar a mi niña»

«Asumido» en casa, empezaba otro proceso, decirlo fuera. «Hablamos con la andereño para que desde ese día le llamara Jon en clase. Y pedí una reunión con los padres de los niños del aula. La respuesta del colegio ha sido maravillosa». La del colegio y la de todo el pueblo. «Vivir en un sitio pequeño como Hondarribia es ventajoso porque todo el mundo le conoce ya por Jon y le llaman así». Y luego está su familia biológica, que está «haciendo un esfuerzo muy positivo, aunque al abuelo materno todavía le cuesta». No lo dice Marian, de ninguna manera como reproche, sino entendiendo que no es sencillo. «A mí también me costó renunciar a la niña que acogimos cuando era un bebé».

Tras dos años de pelea, Jon es ahora un niño «feliz». E inquieto. «Tiene conversaciones que no parecen propias de un chiquillo tan pequeño, sino de alguien más mayor». Antes de dormir Marian charla un rato con su hijo y va resolviendo sus dudas. «Un día me preguntó si le iban a crecer las tetas porque él no quería pecho. O si podía tener hijos porque un niño de su clase le había dicho que sí podía. Yo le digo que esté tranquilo, que todavía es muy pequeño para preocuparse por esas cosas y que cuando llegue el momento nos plantearemos todo lo que haga falta».

Mientras, Marian trata de hacerle ver las ventajas de la diferencia. «Como su padre es africano, él siempre ha dicho que es un niño ‘marrón’, y nunca le ha parecido mal ser distinto a otros en ese sentido. Yo le digo que esto es algo parecido, que él puede ser un chico con vulva y no pasa nada. Que cada niño es diferente por una cosa y que ser diferente no es malo. Le cuento que yo misma de pequeña quería ser más guapa y que ahora me gusta mi aspecto y no cambiaría nada».

Jon sí ha empezado a cambiar algunas cosas. «Ahora de vez en cuando juega con muñecas, pero solo si está solo. Hasta ahora las rechazaba porque lo identificaba con las niñas y él es un niño». Aunque nada puede competir con el patinete. «Nos pasamos horas en las pistas de skate. Siempre le ha gustado correr, trepar, le encantan esas actividades». Y dice que quiere ser «musculoso». «Ya le digo que no se preocupe, que ya lo es».

“Mis hijos no ven como un problema que Lucía tenga pene”

Estampa familiar del matrimonio Agus Arandia y Abi Labaien junto a sus cuatro hijos: Lucía, Bingent, Karan y Kerman.

DONOSTIA – Cumplió 6 años en diciembre y ya ha transcurrido uno desde aquella frase. “Quiero que en el cole me llamen Lucía, estoy preparada para las burlas”. Fue uno de los titulares destacados entonces, cuando esta niña de Asteasu con genitales masculinos vio cumplido el deseo de que la Justicia reconociera su cambio de nombre, convirtiéndose en la primera menor del Estado. Hoy en día hace vida normal como cualquier otra escolar, rodeada de sus amigas de siempre. Los niños, como dice su madre, son lienzos en blanco que no tienen prejuicio alguno, algo que cambia con la edad.

Lucía no ha oído hablar del autobús de la plataforma ultracatólica Hazte Oír rotulado con mensajes contra la transexualidad infantil. El autocar, que tenía prevista la visita por diferentes ciudades del Estado, incluyendo la semana que viene visitas a Euskadi, ha sido inmovilizado en Madrid, a la espera de que se pronuncie el juez de instrucción tras la investigación abierta por la Fiscalía para determinar si el mensaje del autobús transfóbico fletado es constitutivo de un delito de odio.

Entretanto, Lucía acudirá hoy a la ikastola como siempre. En su entorno no existe ningún problema. Su comportamiento y su forma de vestir ha seguido el mismo patrón durante el último año, nuevamente, ajena a cualquier prejuicio. Lo único que ha cambiado en su nombre. “Ningún amigo del colegio se extrañó, y ella siguió comportándose como siempre lo había hecho. Fue ella misma la que a una edad muy temprana lo verbalizó: “ama, ¿aunque tenga pene puedo ser una niña?”, recordaba ayer en declaraciones a este periódico su madre, Abi Labaien,

La naturalidad con la que esta familia de Asteasu vive junto a su niña con genitales masculinos contrasta con la estridencia que viene de Madrid y la indignación que suscita estos días ese autobús que sigue custodiado en una cochera, y que pretendía recorrer todo el Estado con lemas como “Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre” o “Si eres mujer, seguirás siéndolo”.

Detrás de esta campaña se sitúa el grupo ultracatólico más activo en España, fundado en 2001 como respuesta a las protestas ciudadanas contra el Gobierno de Aznar. La plataforma se alza como defensora de la vida, la familia y la libertad, y casi siempre le acompaña la polémica, alimentada por su carácter ultraconservador.

Hazte Oír asegura no recibir “ni un euro” de administraciones públicas o grupos políticos, y el 100% de sus recursos proviene de las cuotas de los socios y las aportaciones de los donantes. Según su Memoria de 2015, cuenta con 6.974 socios y 553.167 miembros. Cerró ese año con un saldo positivo de 32.839 euros.

Es una de las realidades que se va a encontrar Lucía en su vida, como bien sabe su madre, a la que le gusta siempre hablar claro en casa. “Mira Lucía, -le suele decir- la vida es así, para tí y para tus hermanos. Siempre nos vamos a encontrar con gente que nos quiera más y nos quiera menos. Es nuestra labor darnos cuenta de qué gente nos aporta, y rodearnos de esas personas”. Esta familia de Asteasu, una de las cuarenta que actualmente integra la asociación de menores transexuales Chrysallis, no quiere sobreproteger a sus hijos. “Les intentamos hacer ver que en ese aspecto ella es diferente, pero que todos tenemos algo diferente. Ellos lo asumen y saben que la vida es así para todos”, que lo equivocado no es el sexo sino la mirada de la sociedad.

UNA INFANCIA DE LO MÁS NORMAL Hay días en los que Lucía llega a casa y se pone a llorar porque alguien le ha dicho que es chico. Pero la pequeña encuentra siempre en sus padres el bálsamo de la palabra. El mayor, Bingent, va a hacer 9 años. Sus hermano Karan ya ha cumplido 7, Lucía tiene seis y Kerman 4. Los padres les hablan mucho sobre diversidad, pero les mantienen al margen de la actividad de la asociación. “Nunca nos ha gustado hacerles partícipes, y menos en este caso polémico. Si queremos que vivan su infancia lo más normal posible, no podemos estar hablándoles de la lucha que se libra”, cuenta Labaien.

Pero los niños no son tontos. Entienden que hay una realidad con la que tienen que lidiar, y la viven de una manera muy natural. “El mayor sí se va enterar del bus fletado por el grupo ultra. En casa hablamos mucho de lo que es la transexualidad, aunque nunca en clave de conflicto. El mayor lo va a saber, pero él mismo lo dice: ¿Por qué todas estas luchas? Si Lucía no hace daño a nadie…”. Para sus hermanos es un sufrimiento añadido. “Ellos no tienen ningún problema en que Lucía tenga pene. De hecho, el mayor suele comentar que tampoco sabe lo que tendrá el vecino.

Una pareja gay protagoniza el Día de la Familia de la Fuerza Aérea Israelí

El matrimonio, en una imagen de la cuenta social de Fuerza Aérea israelí. IAF TWITTER

Un perro, dos sonrientes hombres unidos por el amor y miles de reacciones. La foto elegida por la Fuerza Aérea israelí para colgar en sus redes sociales (Twitter y Facebook) con motivo del Día de la Familia en Israel ha provocado un gran revuelo viral. Y como toda polémica en la plaza virtual, con opiniones de todos los colores, intensidades y gustos. Mientras muchos internautas aplauden la decisión de los responsables militares de dar prioridad a un matrimonio homosexual formado por dos miembros de la Aviación en un proyecto dedicado a las familias, otros denuncian lo que definen como “apoyo del organismo militar a una desviación sexual que intentan presentar como normal”.

Junto a la foto, los responsables en Facebook del largo brazo del Ejército escribieron: “El capitán Adir Gabbai y Dean se conocieron mucho antes de que tuvieran su primera cita. Sirvieron juntos en la misma unidad de la Fuerza Aérea. Desde entonces, pasaron ocho años y hoy son recién casados“.

En Twitter y por razones obvias el mensaje es más breve: “Somos nosotros, nuestras familias, la gente que está detrás del IAF. Feliz Dia de la Familia en Israel”.

La sonrisa de Adir y Dean no ha dejado indiferente a nadie relegando a un segundo plano al resto de familias fotografiadas, como la de un oficial etíope y de uno ultraortodoxo.

“Es el post más emocionante que he leído hoy!!! Es un orgullo que la Fuerza Aérea publique este post contra los prejuicios. Feliz Día de la Familia!”, escribe Vova, que es uno de las más de 11.000 personas que hizo click en Facebook al “Me Gusta” de esta iniciativa visual-social-familiar-militar. “Si los homosexuales pueden morir por nuestra patria, entonces también pueden salir con sus familias en una foto del Ejército. Así de simple”, añadió otro israelí abrazando a la pareja y sobre todo la elección del organismo militar.

Otros, sin embargo, lo critican duramente al considerar que desafía “el modelo tradicional de la familia”. Su ira no está enfocada en la pareja gay sino en el ejército. “La Fuerza Aérea se ocupa de luchar contra el modelo familiar. Entiendo que quieran hacer ensayos con los niños con la pregunta ¿Cómo es crecer sin tener una madre? pero me gustaría saber quién decidió que ésta es la función del ejército”, comenta Yehuda. “Es una vergüenza que deis espacio a un fenómeno tan censurable”, criticó otro internauta alertando que “unas fuerzas armadas formadas por homosexuales no puede ganar ninguna guerra ni muchos menos frente a Hizbulá o Daesh (Estado Islámico)”

Los administradores de las cuentas sociales de la Fuerza Aérea responden a los que critican la foto al tiempo que moderan o no publican los comentarios más ofensivos. Tras agradecer las muestras de apoyo, responden a las críticas: “Para celebrar el Día de la Familia, elegimos hacer un proyecto con todas las familias que sirven en la Fuerza Aérea y entre ellas, también las homosexuales. Para nosotros, todos son iguales. Todos somos una misma y gran familia“.

La semana pasada, oficiales y soldados anunciaron la creación de una asociación de apoyo a los gays en uniforme. Entre otros motivos, dijeron, como respuesta a las declaraciones en los últimos meses de algunos rabinos contra la homosexualidad y en especial contra la estrecha colaboración entre el ejército israelí y la comunidad gay. Para estos religiosos, las fuerzas armadas israelíes “han ido muy lejos” en este aspecto. Denuncian que es uno de los ejércitos que más apoya y alienta al sector de LGBT y recuerdan que el Tsáhal (ejército israelí) es una de las instituciones más importantes del país a nivel social y educativo. Excepto dos sectores (árabes y ultraortodoxos), los hombres y mujeres en Israel tienen la obligación de hacer la mili.

“No hay duda que hoy en día hay mucha más apertura y tolerancia pero aún hay prejuicios que debemos derrotar”, nos dice un oficial que suele dar charlas a jóvenes gays poco antes de su reclutamiento.

El movimiento “Orgullo en Azul y Blanco”– en alusión a los colores de la bandera del país- fue inaugurado en Tel Aviv el pasado jueves ante unos 200 asistentes encabezados por varios diputados de la oposición y de la coalición derechista. Se suma así a varias ONG que desde hace años y principalmente desde Tel Aviv asisten a los jóvenes soldados que pertenecen a la comunidad LGBT. Asociaciones que luchan para que una foto como la que ahora comparte la Fuerza Aérea de un oficial y su pareja deje de ser tan controvertida.

Mamá, papá, tengo algo que deciros: soy trans

La brasileña Valentina Sampaio, primera modelo trans. Portada de Vogue

Ariel tenía tres años cuando pidió a su familia que le llevase al médico. Que alguien tenía que cortarle la pilila porque las chicas no tenían de eso. Que, por favor, le pusiesen vagina. De una vez por todas.

A esa misma edad, Daniela cogió papel y lápiz y se trazó a sí misma. Se quejaba de que no había en el salón ninguna foto suya. Por eso, exigió a su madre que colgase aquel dibujo de ella en la pared. A la misma altura de las imágenes en las que aparecía una chica en chándal a la que todo el mundo llamaba Dani.

Eli acababa de soplar dos velas cuando empezó a verbalizar:

-Máma, ¿estoy guapa?

-¡No!, estás guapo.

“Al principio pensé que era gay. Con tres años, se escondía la pilila. Entonces, empecé a sospechar. ¿Y si Eli era, en realidad, una niña trans?“, recuerda a ZEN Violeta Herrero, mamá de Eli y vicepresidenta del COGAM. “Busqué información. En internet, en la televisión. Nada”, detalla. Después, visitó al psiquiatra. “Los niños tienen que hacer cosas de niños y las niñas, de niñas”, le reprochó el profesional. Al salir de la consulta, a Violeta le acechó la culpa. Estaba dejando que Eli se recrease en un rol que, según le habían dicho los expertos, no era el suyo. “Cogí y le corté la melena“, lamenta ahora.

Mamá, sabes que las niñas también llevan el pelo corto, ¿verdad?

“Me sentí fatal. Primero, por haberle dejado ir con el cabello largo. Luego, por habérselo cortado”, detalla Herrero. Y añade: “La culpabilidad y el miedo son, quizás, los sentimientos más comunes entre los progenitores de hijos trans. Como padre, continuamente te preguntas si lo estás haciendo bien. ¿Y si luego no es? ¿Y si le estoy dando demasiada libertad? ¿Y si porque soy un irresponsable se están metiendo con él?”.

Ante la duda de los mayores, el sociólogo Lucas Platero escribe en Transexualidades. Acompañamiento, factores de salud y recursos educativos: “Una persona trans es alguien que no se siente identificada con el género que se le ha asignado al nacer“. A menudo, la identidad surge a la par que los niños empiezan a hablar, que comienzan a entender y nombrar el mundo. Por eso, según este autor, “lo importante es apoyar a los menores en el presente, con sus necesidades actuales. Intentar no pensar en el futuro“.

Así, en aras de reforzar su individualidad, un pequeño trans va a jugar al fútbol y una pequeña vestirá a sus Barbies. Pero, ojo, “muchas veces, gestos como estos o que un chico se disfrace de princesa no quieren decir absolutamente nada”, señala Leo Mulio, psicólogo de la Fundación Daniela, organización dedicada a la atención a menores transexuales. Para él, escuchar es la mejor forma de averiguar si un menor es realmente trans. “Normalmente, si percibe una buena predisposición familiar, el menor se va a expresar libremente, con naturalidad”, asegura este profesional. “Se debe prestar atención al lenguaje“.

Muñecas transgénero Jazz

40 de cada 100 personas transgénero han intentado suicidarse alguna vez, según las estadísticas oficiales de Estados Unidos. Sin embargo, los trans que cuentan con el apoyo familiar presentan un 82% menos de probabilidades de quitarse la vida. En otras palabras: el índice de suicidio entre los menores que no cuentan con el apoyo de sus padres es hasta 13 veces mayor -informe ‘El impacto del soporte parental sobre los jóvenes trans’-.

EL TRÁNSITO

Llegó un punto en el que cuando a Eli le preguntaban por su nombre ya no contestaba. Tampoco respondía cuando otros cuestionaban qué era. “Esta es mi hermana, que parece un chico pero le gustan las cosas de chicas” -Violeta la vestía con ropa unisex-.Tuvieron que pasar seis años hasta que decidieron que Eli estaba lista. Violeta comenzó a vestir a su hija con ropa femenina y habló con el colegio, con profesores, alumnos y padres: Eli pasaría a ser una chica en todas sus facetas. Se acabó eso de reservar la verdadera identidad para cuando estaba en casa.

Un niño no puede iniciar sólo todo esto. El tránsito hacia la persona que quiere ser necesita la colaboración de adultos”, indica Mulio: “Ya no se trata sólo de hablar con la escuela y el entorno del menor. La transición engloba cuestiones médicas -bloqueadores y hormonas- y burocráticas -cambio de DNI-“, asevera el psicólogo: “La compresión de los progenitores es uno de los factores más importantes“.

“A cierta edad, se empiezan a apreciar las diferencias entre los sexos masculino y femenino. Eso a mi niño le agobió muchísimo. Se veía en un limbo”, asegura en el documental Mi reflejo Mónica, mamá de Leo, un chico trans: “Una vez que hicimos la transición, se sintió liberado. Se quitó un peso enorme de encima“. Isidro García, también de la Fundación Daniela, matiza: “Ellos no transitan. Transita la sociedad, la familia, el entorno. Los pequeños saben perfectamente quiénes son”.

Desde el nacimiento, los padres proyectan ciertas expectativas sobre el bebé. Posiblemente, una familia de médicos aspirará a que su hijo estudie Medicina y un matrimonio con diez hijos querrá tener 20 nietos. Lo mismo ocurre con el sexo. “El género parece una tontería pero no lo es. Lo tenemos muy interiorizado. Nos condiciona y, de algún modo, define nuestro destino“, reitera Mulio.

En su libro, el sociólogo Platero recoge este testimonio de una madre andaluza: “Tuve que asumir que mi hijo era un niño, que no iba a volver a ser una niña. (…) Me harté de llorar. Me tiré meses que cada vez que recordaba y pensaba en mi niña yo lloraba. Mira que era la misma personita. (…) Realmente, la niña nunca ha estado. (…) Pero yo he estado seis años viviendo con mi hijo como si fuera una niña. Para mí ha sido perder a mi hija”. Estas declaraciones hacen referencia a lo que los expertos denominan periodo de duelo. Un proceso común entre progenitores de menores trans y que se describe, según García, como “una deconstrucción de todo lo que se ha pensado“.

Cuando a Carla Antonelli, reconocida activista LGTBI y actual diputada de la Asamblea de Madrid por el PSOE, se le pregunta por las personas transgénero del pasado, habla de una generación perdida, de gente que ha fallecido en los submundos. “Venimos de la persecución, del desprecio,del ostracismo, de un país donde las leyes nos encarcelaban”, lamenta la que fue primera mujer transexual diputada autonómica de España: “Hoy, buena parte de la sociedad empieza a comprender lo que hace 10 años era imposible“.

En esta dirección de futuro, desde el pasado mes de julio, la Comunidad de Madrid obliga por ley a educar sobre la diversidad sexual en las aulas. “Elaboramos una serie de medidas basadas en un protocolo ‘antibullying’. Los centros están obligados a dar tutorías LGTBI y los profesionales educativos y sanitarios han de recibir formación“, explica Antonelli. Además, los menores trans tendrán derecho a utilizar baños o uniformes propios de su género -que no sexo- y todos los colegios deben acoger en sus bibliotecas libros LGTBI.

La plena integración social, una reforma legislativa que permita a los menores obtener la documentación adecuada, la atención sanitaria con derecho a cirugía, una ley integral nacional o la completa despatologización de la enfermedad son aspectos que han de mejorar. Para alcanzar la tolerancia aún hay que andar. “¿Tolerancia, dices?”, espeta Antonelli: “No. Yo no quiero que me toleren. Yo quiero que me respeten. Tolerar es permitir y no necesitamos el permiso de nadie“. Y sentencia: “Basta de vivir de rodillas, pidiendo dádivas. Estamos aquí de pleno derecho. Como los que más”.

Eslovenia legaliza el matrimonio homosexual, pero no les permite adoptar

Primera pareja homosexual casada en Francia Pascal GuyotAFP

Desde este viernes en Eslovenia estarán permitidas las bodas entre personas del mismo sexo, aunque seguirán sin poder adoptar niños.

Ksenija Klampfer, encargado de los matrimonios civiles del ayuntamiento de la segunda ciudad más grande del país, Maribor, anunció que este sábado se celebraría allí la primera boda de una pareja de lesbianas.

“Estamos muy felices y orgullosos de representar la primera boda entre personas del mismo sexo”, declaró Klampfer, y añadió que “creemos que estos matrimonios son un importante paso en la formación de una sociedad más inclusiva en la que todos tengamos los mismos derechos.

La ley ha sido finalmente aprobada después de que fuera tumbada por referéndum en diciembre de 2015. Aquel primer borrador recogía el derecho a la adopción de las parejas homosexuales.

“Este es un gran paso” dijo Lana Gobec, portavoz del grupo Legebitra, defensor de los derechos del colectivo LGTB, pero anuncia que seguirán protestando hasta que haya “una completa igualdad entre heterosexuales y parejas del mismo sexo”.

Según las autoridades de Ljubjana, capital del país, ninguna pareja homosexual se ha registrado para casarse allí.

Derechos a medias

Activistas por los derechos de los homosexuales anuncian que aún queda mucho por hacer en Eslovenia. Además de no tener derecho a adoptar, tampoco pueden acceder a la inseminación artificial.

“Seguimos lejos de nuestra victoria. Si sinceramente reconoces los derechos humanos, debes reconocerlos todos. La nueva ley resuelve algunos problemas pero no soluciona el problema básico de que todos los habitantes de nuestro país tengan los mismos derechos” declararon Jure Poglajen y David Zorko, pareja gay.

Las parejas homosexuales de Eslovenia, un país con 2 millones de habitantes, podían registrarse como pareja desde 2016 y podían adoptar a sus hijos tenidos con parejas anteriores, pero no a los niños de otros.

Nace la muñeca transgénero ‘anti bullying’, inspirada en la historia de una adolescente estadounidense

Existen tantos juguetes como niños que juegan con ellos. Y cada niño es una historia. Jazz Jennings es una de las personas transgénero más jóvenes que se han documentado. Es decir, nació con sexo masculino y, con sólo seis años, empezó su cambio de género y a dar a conocer su historia a través de su canal de YouTube.

La compañía Tonner Doll, especializada en artículos de colección y muñecas, se ha inspirado en la historia de Jazz Jennings para diseñar y moldear su nueva muñeca. “Jazz apoya todo lo que respeto desde el punto de vista de la naturaleza humana. Es valiente e inteligente“, dijo en un comunicado el fundador de la empresa Tonner.

La muñeca es para todos los públicos, no sólo para coleccionistas, y se ha presentado en la Feria del Juguete de Nueva York. Esta creación no deja de representar una adolescente corriente, tal y como Jazz Jennings aclaró en su cuenta de Instagram: “Para los que preguntan: esta muñeca es considerada la primera muñeca transgénero porque está basada en hechos reales. Por supuesto, también es una niña normal, porque eso es exactamente lo que soy”.

Jazz Jennings acumula 309.699 suscriptores en el canal, donde se muestra como un ejemplo de lucha y valentía para todas las personas que se sientan como ella. En su cuenta de Instagram cuenta con 466.000 seguidores y en Facebook 196.504 seguidores.

 

El Registro Civil permitirá inscribir a su hijo a la pareja de lesbianas que denunció discriminación

Brenda, María José y su hijos.

La Dirección General de los Registros y del Notariado permitirá que Brenda y María José inscriban a su hijo Lenon con las dos en un mismo libro de familia. Así resuelve el organismo, mediante una resolución a la que ha tenido acceso eldiario.es, el recurso presentado por el matrimonio, al que el Registro Civil de Denia (Alicante) había obligado a inscribir al bebé en un libro aparte al del resto de la familia.

Rechazó hacerlo con ambas y sus dos hermanos porque la pareja se negaba a presentar un certificado que emiten las clínicas de reproducción asistida por considerarlo discriminatorio y una invasión a su intimidad. Es uno de los requisitos que, por lo menos hasta ahora, solicitaba el Registro Civil a las parejas de mujeres que querían inscribir a sus hijos o hijas.

En ese papel se acredita que una mujer ha sido sometida a estas técnicas y su objetivo es mantener al menor protegido ante una posible futura demanda de paternidad por parte del donante anónimo. Sin embargo, el Registro Civil no pide el documento a las parejas de heterosexuales en el caso de mujeres que hayan empleado estos métodos para gestar a sus hijos.

Brenda y María José comenzaron una batalla burocrática y mediática en contra de la discriminación que tanto ellas como el resto de parejas sufren, y la han ganado. María José no disimula su emoción: “Estamos muy contentas porque esto no es solo un triunfo personal, sino que puede crear un precedente para el resto de parejas”, asegura en conversación con eldiario.es pocas horas después de haber conocido la noticia.

Abre la puerta al resto de matrimonios

Según el artículo 7.2 de la Ley 14/2006 de Técnicas de Reproducción Humana Asistida, no sería necesario el certificado – la mujer puede manifestar que consiente en que se determine a su favor la filiación respecto al hijo nacido de su cónyuge mujer–, pero al estar este artículo inserto en esta norma, el Registro Civil interpreta que solo se puede acceder a este precepto si se demuestra haber accedido a estas técnicas.

Sin embargo, la Dirección General de los Registros y del Notariado ha dado por válido uno de los argumentos que esgrimía la defensa del matrimonio. Y es que este mismo artículo presente en la Ley de Reproducción Asistida fue incorporado en octubre de 2015 a una ley de reforma del Registro Civil, de manera que ya no habría que demostrar haber utilizado técnicas de reproducción asistida.

María José confía en que la resolución abra la puerta al resto de parejas porque la decisión establece que “la intención del legislador ha sido facilitar la determinación de la filiación de los hijos nacidos en el marco de un matrimonio formado por mujeres, independientemente de que hayan recurrido o no a técnicas de reproducción asistida”.

Hasta ahora la petición del certificado limitaba en la práctica las posibilidades de las parejas de mujeres para concebir a un hijo o a una hija impidiéndoles acceder a la reproducción de maneras diferentes a la reproducción asistida. Esto “e s un ladrillo en la historia de la igualdad LGTB en este país”, asegura María José en su blog

El otro requisito que tienen que cumplir las parejas de lesbianas para poder inscribir a sus hijos o hijas es estar casadas. Así lo establece el mismo artículo (en ambas leyes), que habla de manifestar el consentimiento de la mujer, porque asegura que puede hacerlo siempre que esté “casada y no separada legalmente o de hecho con otra mujer”.

María José y Brenda han tenido que vivir toda una odisea para llegar hasta aquí. Su caso llegó incluso al Parlamento Europeo, donde la  eurodiputada Marina Albiol (Esquerra Unida) preguntó si pensaba “actuar contra éste y otros casos similares que han acaecido en el Estado español”.

Hace unas semanas la pareja entregó en la Dirección General de los Registros y del Notariado 100.000 firmas para pedir que les dejara inscribir a Lenon y han contado con el apoyo de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales (FELGTB).

La Grecia Clásica y el sexo

Artícilo publicado por Edmundo Fayanas Escuer en Nueva Tribuna

Para los griegos sus formas sexuales tenían un origen infinito de placer, lo que les llevó a profundizar en el arte sexual y sus variantes.

La civilización griega es una de las más esplendorosas en la historia de la humanidad. Fue la primera que sobresalió en Europa hace ocho mil años y consiguió revolucionar muchísimos campos del conocimiento humano: filosofía, matemáticas, astrología literatura… La cultura griega está en la base actual del pensamiento del mundo occidental.

Sin embargo, la cultura sexual es muy diferente a la actual occidental, si bien todo lo que los griegos hacían entonces, ha llegado a nuestros días, en muchos casos son considerados inmorales y promiscuos. Para los griegos sus formas sexuales tenían un origen infinito de placer, lo que les llevó a profundizar en el arte sexual y sus variantes.

La civilización cretense alcanzó un gran desarrollo. La mujer tenía una gran libertad, de forma que era frecuente encontrarla en los banquetes y en las representaciones que se hacían en aquella época. Podemos afirmar que no había diferencias entre hombres y mujeres. Estos podían casarse libremente y cuando una mujer era pedida en matrimonio, era ella quien decidía sin interferencia alguna.

En la sociedad minoica el punto de encuentro de toda la vida social se encontraba en la invocación a la Madre Tierra. Tanto hombres como mujeres acudían a los bosques, montañas donde sacrificaban los animales y hacían las ofrendas a los dioses. En este ritual se satisfacían todos los apetitos sexuales, por eso existían grandes copulaciones en los días que duraba el ritual. En esta sociedad minoica todo lo relativo al sexo se entendía como una necesidad natural que se satisfacía con total libertad.

Posteriormente, aparece la cultura micénica con los aqueos, así denominados por Homero y que son descritos por poseer una sexualidad muy fuerte. Sus matrimonios tenían características bastantes primitivas. La esposa debía traer consigo una esclava, para así convertirla en la concubina de su marido por si se da la circunstancia que la esposa no le dé hijos. La mujer aquea depende totalmente del marido y debe aportar al matrimonio una dote. A la muerte del marido, su hijo puede desprenderse de ella, venderla a un nuevo marido o devolverla a su antigua casa.

El aqueo pobre normalmente no podía aportar dote alguna al matrimonio, por lo que sí se le permite casarse, con la condición de ir a vivir a casa del padre de la futura esposa y en consecuencia depender de él.

El matrimonio aqueo se basaba en un contrato donde los contrayentes deben aportar una dote, lo cual está en el origen de una mejora de la situación de la mujer a lo largo del tiempo. La esposa dotada no podrá ser repudiada nunca, ni devuelta a su familia originaria. Sin embargo, si podrá casarla nuevamente, pero para poder realizar esto, se deberá consultar a la mujer y aceptarlo, además de proporcionarle una nueva dote. Con el tiempo iremos viendo cómo va desapareciendo la figura de la concubina familiar, ante la situación degradante que significaba para la esposa.

Cuando el padre muere, las hijas nunca pueden heredar nada, sino que la herencia pasará a manos de los hijos e incluso tiene preferencia total los posibles hijos bastardos.

El comportamiento sexual de los griegos se va modificando poco a poco. Se produce un fuerte interés por los efebos y por las prostitutas. La heterosexualidad y la homosexualidad son prácticas habituales.

La mujer griega nunca podrá participar en la administración del Estado y su papel queda relegado a la maternidad y al cuidado de los hijos y al hogar. Al igual que cambia el comportamiento sexual de los griegos, lo hace también en el ideal de belleza femenina que se hace más esbelta.

La Antigua Grecia no permitía que la orientación sexual de sus ciudadanos marcara la vida social, aspecto que sí han realizado las sociedades occidentales, fundamentalmente las basadas en el mundo cristiano

En la Atenas clásica anterior al siglo V a. C se daban relaciones entre jóvenes de diferente estrato social. Esto provocaba que el poder de las elites ricas se viera alterado y en consecuencia poder seguir con la acumulación de la riqueza a través de los dotes y las herencias.

Ante esto, se promulgó una ley por lo que no reconocían la validez de los matrimonios realizados entre miembros de distinta clase social y para favorecer la acumulación de riqueza entre las elites se permitían los matrimonios consanguíneos, pues garantizaba la estabilidad de la propiedad privada.

Incluso Pericles tuvo problemas para poderse casarse con le hetaira y filosofa Aspasia de Mileto y se tuvo que conformarse en ser su amante, a pesar de darle un hijo.

Durante el enfrentamiento armado entre Atenas y Esparta y debido al llamamiento de los hombres al ejército se crea una situación muy difícil para las mujeres, pues no pueden mantener relaciones sexuales. El médico Hipócrates decía “Las mujeres no andaban un tanto extraviadas a causa de la guerra, sino a causa de la insatisfacción sexual”.

Tanto Platón como Sócrates plantearon la igualdad entre hombres y mujeres dentro del matrimonio, pero fracasaron. Aristóteles desarrollo la inferioridad de la mujer respecto al hombre.

En esta época ateniense es cuando se desarrolla en todo su esplendor la prostitución, con la proliferación de las casas de citas, estando siempre abarrotadas de Hombres. Por otro lado, la homosexualidad se extendió muchísimo e incluso fue regulada por medio de la ley.

La principal función de la mujer era procrear y cuidar de sus hijos, sobre todo de los varones que serán los que darán continuidad al linaje familiar. La fórmula matrimonial decía “Te entrego a esta mujer para la procreación de hijos legítimos”.

Se solían casarse a los catorce o quince años. Se les enseñaba a asumir el papel de madres y se les excluía de la educación formal. La mujer debe estar en casa, alejada de las miradas y sólo se le permitía asistir a funerales o a determinados festivales. Muchas mujeres aprendieron por su cuenta a leer y escribir y a tocar instrumentos musicales.

Otras mujeres que no se casaban se dedicaban a la prostitución que como hemos visto floreció de forma muy intensa en la Atenas del siglo V y IV a.C. Había dos clases de prostitutas. La mayoría de las prostitutas en los burdeles eran esclavas o extranjeras.

Existían otras prostitutas de nivel superior y eran conocidas como hetairas que significa, acompañamiento femenino. Estas tenían en muchos casos grandes conocimientos y solían competir en cultura con los hombres. La más famosa fue Aspasia de Mileto que impartió clases de filosofía a Platón y Sócrates. Aspasia fue la amante de Pericles durante años, con el que tuvo un hijo. Solamente cuando este hijo falleció como consecuencia de la peste que asoló la ciudad de Atenas, se hizo la excepción de permitirles casarse.

Hubo hetairas muy famosas que llegaron a la elite. Friné fue una de ellas. Nacida en Tespia y a pesar de su origen humilde, al trasladarse a Atenas, perfeccionó sus prácticas amatorias que hizo que diera espectáculos. Fue reconocida como una gran hetaira y muy demanda por las elites. Otra hetaira muy conocida es Lais de Corintio amante de Demóstenes, Aristipo y Alcibiades y también era de origen humilde. Su estatura era pequeña pero fue utilizada como modelo de escultura dada su gran belleza.

Las hetairas eran famosas por tener una gran preparación musical e intelectual y por su belleza física. Algunas hetairas lograron tener grandes fortunas. Estas bailaban, tocaban instrumentos musicales y ofrecían diversión, además de tener relaciones sexuales.

Eran frecuentes las reuniones llamadas simposios, que eran fiestas refinadas de comidas y bebida, donde no podían estar las esposas, pero si las hetairas.

La homosexualidad masculina comenzó en el llamado periodo presocrático alrededor de finales del siglo VII a. C. Pisistrato que fue un tirano y que conquistó Atenas tenía como amante a Solón. Los hijos de Pisistrato también eran homosexuales.

Para el griego cualquier actividad sexual donde un ciudadano penetra a alguien socialmente inferior, lo consideraban dentro de la normalidad. Se consideraban personas socialmente inferiores a mujeres, jóvenes, extranjeros, prostitutas y esclavos. Al mismo tiempo, se consideraba como vergonzoso el ser penetrado por alguien socialmente inferior.

La sociedad griega valoraba la masculinidad en los hombres adultos y la feminidad se unía a ser penetrado en las relaciones homosexuales. La relación de pederastía era bien vista y así cuando el erómeno ya había llegado a la madurez se le decía “Puedes levantar un toro si lo portaste de ternero”. Sin embargo las relaciones entre hombres adultos de status social homologo se consideraban mal vistas y provocaban rechazo social

La homosexualidad en la Atenas clásica se practicaba de manera generalizada y era tolerada. Sin embargo, los ciudadanos atenienses no podían prostituirse porque podían perder su ciudadanía. La ley no eliminaba la prostitución masculina, sino que la permitía a los extranjeros y a los no ciudadanos. Los ciudadanos atenienses sí que podían tener relaciones homosexuales con proxenetas o con hombres como relación amorosa o de placer, nunca como negocio.

La relación homosexual más extendida es la que se daba entre hombres adultos y jóvenes adolescentes y a esto se le llamaba pederastia. La relación solía ser física, pero también buscaban aspectos educativos, donde el hombre mayor conseguía el amor del hombre joven gracias a su valía como maestro y por la devoción que le demostraba el joven.

La pederastia en Grecia antigua era una relación entre un hombre mayor y un joven. El hombre mayor se le denominaba erastés y se encargaba de educar, proteger, amar y dar ejemplo a su amada. El joven era llamado erómeno y le daba a su amante su belleza, juventud y compromiso.

Atenas tenía protocolos sociales para proteger a los jóvenes del deshonor que se asociaba a ser penetrado. Se exigía al erómeno el respeto y la honra del erastés, pero no que lo deseara sexualmente. El ser cortejado por un hombre mayor era señal de hombría para un joven. Pero el deseo sexual reciproco no era bien valorado y provocaba un estigma social importante.

Los usos heterosexuales y homosexuales no creaban problemas a las personas ni a la sociedad ateniense.

Como las guerras eran frecuentes, la homosexualidad en el ejército era permitida e incluso estimulada. Estas relaciones eran usadas para conseguir un mejor adiestramiento militar y para mantener la moral pero sobre todo fortalecer, los lazos y el espíritu de combate de los soldados en época de guerra.

Los filósofos socráticos pensaban que un ejército sería más fuerte si estaba constituido por parejas de amantes masculinos, debido a los fuertes lazos que se forman entre ellos lo que les hace pelear con más potencia que los soldados normales. Esto provocó que los matrimonios fueran bastantes indiferentes, ya que los hombres en sus largas campañas guerreras no se preocupaban acerca de si su mujer se enteraba de sus aventuras con otros soldados o prostitutas.

En este sentido, debemos destacar el Batallón Sagrado Tebano. Era una unidad militar que siempre estaba separada del resto del ejército y sólo podían alistarse en él hombres y sus jóvenes amados. Es un ejemplo de cómo en la Antigua Grecia se usaba el amor homosexual entre los soldados para fomentar su espíritu guerrero. La fama de este Batallón por su gran fuerza de combate hace que se le construyera un monumento que aún hoy en día está de pie y es el lugar donde están enterrados sus miembros.

Veamos el relato de Plutarco en su obra Pelópidas cuando dice “El Néstor de Homero no fue muy habilidoso capitaneando un ejército cuando ordenó que los griegos formasen por tribus….. pues debía haber unido los amantes con los amados. Por que los hombres de la misma tribu se valoran muy poco los unos a los otros cuando el peligro acecha. Pero un grupo cimentado en la amistad basada en el amor mutuo será separado pues, temiendo la afrenta, los amantes por los amados, y éstos por aquellos, así perseveran en los peligros los unos por los otros…..”.

Este tipo de relaciones aparece de forma explícita en la Ilíada. Se puede ver en la relación de Aquiles y Patroclo.

La pederastia era lo más habitual y eran escasas las relaciones entre iguales. Plutarco recoge las palabras despreciativas de Filipo II de Macedonia sobre la homosexualidad en el ejército y dice:

“Encontramos que la mayoría de las naciones guerreras son más adictas al amor como los beocios, los lacedemonios y los cretenses. Y entre los más antiguos héroes ninguno tan amoroso como Meneagro, Aquiles, Aristómenes, Cimón o Epaminondas; el último de los cuales tuvo como concubino a Asópico y a Cafisodoro, que fue asesinado junto a él en la batalla de Mantinea y yace enterrado muy cercano a él”. (Imagen: Lámpara de aceite)

En Atenas podemos encontrarnos con dos formas de prostitución masculina:

  • La porneia (puto o pornos) era el hombre que ofrecía su cuerpo para practicar sexo a cambio de dinero, siendo la mayoría de estos, esclavos procedentes de las guerras y estaban obligados a pagar impuestos.
  • Hetairikos que parecen ser más un tipo de amantes fijos que le daba exclusividad a algún ciudadano rico.

Conocido es el porneia Fedón de Elis, que tras ser esclavo como consecuencia de la guerra, empezó a trabajar en un prostíbulo hasta que Sócrates lo rescata convirtiéndose en uno de sus discípulos más destacados y que está en el origen de la última obra de Platón titulada “Fedón o sobre el alma”.

El famoso legislador Solón se encargó de legislar sobre la prostitución masculina, siendo solo permitida a los esclavos como ya hemos visto y decía “porque el que vende su cuerpo por dinero, igualmente puede vender los intereses de la comunidad”. Sin embargo la pederastía estaba prohibida a los esclavos.

En las ciudades atenienses los prostíbulos estaban situados en los barrios portuarios y estaban destinados a satisfacer a la gente pobre mientras que los destinados a atender a las clases adineradas se asentaban en lugares discreto y alejados. Esliques también habla de prostitución masculina en la calle.

Sin embargo las relaciones homosexuales entre mujeres están poco documentadas por la historiografía. Sin embargo, tenemos a la gran poetisa Safo de Lesbos, de ahí viene el lesbianismo, que escribe cantidad de poemas que describen los amores entre mujeres. Safo se convierte en referente del lesbianismo y del amor entre mujeres.

En Esparta han quedado reflejadas relaciones lésbicas cuando Platón en su obra el Banquete cuando dice que “aparecen mujeres y no se preocupan por los hombres, pero tienen contacto con mujeres”.

Esta era la vida sexual en el mundo griego en lo que se conoce. Posteriormente, seguiré con otros artículos que abarque distintas culturas así como religiones.