El de 1780 fue el precedente de la serie de diccionarios que se han editado.
Se levantó la gente del campo hace un tiempo y con razón. ¿Cómo que eran incultos? ¿Y eso quién lo decía? Pues lo decía nada menos que la Real Academia Española, que hasta 2014 mantuvo estos adjetivos en la definición de la palabra ‘rural’. «Perteneciente o relativo a la vida del campo y a sus labores», señalaba la primera acepción, pero el dardo iba en la segunda: «inculto, tosco». Hace dos años, en la vigesimotercera revisión del diccionario se eliminó esta polémica e injusta explicación.
También se retocaron (añadiendo, eliminando o afinando) las definiciones de la palabra ‘matrimonio’, para reflejar la nueva realidad de uniones entre personas del mismo sexo avalada por la Ley del PSOE de 2005; o la de ‘botellón’, que hasta entonces solo se refería a un «recipiente de vidrio o barro cocido que sirve para contener líquidos» y solo se usaba en México. En España se ha extendido en los últimos años entre los adolescentes, a los que la RAE ha hecho alusión en su primera y nueva acepción: «Reunión al aire libre de jóvenes, ruidosa y generalmente nocturna, en la que se consumen en abundancia bebidas alcohólicas». También se incluyeron en la última edición, publicada en 2014, nuevas palabras como ‘wifi’, ‘hacker’, ‘homoparental’, ‘chupi’ o ‘cameo’, entre otras.
El resultado, un diccionario más grueso que el anterior porque se pasó de 88.431 palabras a las 93.111 actuales. Más gordo y más ‘real’. «La lengua está en evolución constante y los cambios en las palabras no son caprichos. Se hacen modificaciones para corregir usos erróneos, como ha ocurrido con la definición de la palabra ‘Franquismo’, que es más clara y tajante ahora, más contundente para adaptarse a la realidad actual», explican desde la RAE y remiten a echar un ojo a la ‘f’. Hasta 2014 se definía ‘Franquismo’ como «movimiento político y social de tendencia totalitaria». Ahora se explica como una «dictadura de carácter totalitario impuesta en España por el general Franco».
Se levantó la gente del campo hace un tiempo y con razón. ¿Cómo que eran incultos? ¿Y eso quién lo decía? Pues lo decía nada menos que la Real Academia Española, que hasta 2014 mantuvo estos adjetivos en la definición de la palabra ‘rural’. «Perteneciente o relativo a la vida del campo y a sus labores», señalaba la primera acepción, pero el dardo iba en la segunda: «inculto, tosco». Hace dos años, en la vigesimotercera revisión del diccionario se eliminó esta polémica e injusta explicación.
También se retocaron (añadiendo, eliminando o afinando) las definiciones de la palabra ‘matrimonio’, para reflejar la nueva realidad de uniones entre personas del mismo sexo avalada por la Ley del PSOE de 2005; o la de ‘botellón’, que hasta entonces solo se refería a un «recipiente de vidrio o barro cocido que sirve para contener líquidos» y solo se usaba en México. En España se ha extendido en los últimos años entre los adolescentes, a los que la RAE ha hecho alusión en su primera y nueva acepción: «Reunión al aire libre de jóvenes, ruidosa y generalmente nocturna, en la que se consumen en abundancia bebidas alcohólicas». También se incluyeron en la última edición, publicada en 2014, nuevas palabras como ‘wifi’, ‘hacker’, ‘homoparental’, ‘chupi’ o ‘cameo’, entre otras.
El resultado, un diccionario más grueso que el anterior porque se pasó de 88.431 palabras a las 93.111 actuales. Más gordo y más ‘real’. «La lengua está en evolución constante y los cambios en las palabras no son caprichos. Se hacen modificaciones para corregir usos erróneos, como ha ocurrido con la definición de la palabra ‘Franquismo’, que es más clara y tajante ahora, más contundente para adaptarse a la realidad actual», explican desde la RAE y remiten a echar un ojo a la ‘f’. Hasta 2014 se definía ‘Franquismo’ como «movimiento político y social de tendencia totalitaria». Ahora se explica como una «dictadura de carácter totalitario impuesta en España por el general Franco».
Esa viveza del lenguaje de la calle es lo que trata de reflejar la RAE, que está «atenta a las quejas» pero, advierte, «no todo se puede dar por bueno porque hay sugerencias razonables pero otras que son solo ocurrencias». Y remiten a la anécdota de «un grupo de murcianos que estaban empeñados en que incluyéramos el nombre de un postre típico. Es como si yo, que soy asturiano, quiero que aparezca en el diccionario la palabra ‘carbayón’. Es un dulce que se vende sobre todo en las confiterías de Oviedo pero un vasco o un madrileño no saben lo que es. Con cosas de estas tenemos que luchar cada día, pero para eso están los diccionarios locales», explica un portavoz de la RAE.
Más allá de elaborar un listado exhaustivo sobre los postres típicos de las regiones españolas, que no es la función, en la RAE trabajan para que el diccionario recoja «todo el vocabulario necesario para entender desde ‘El Quijote’ hasta la última novela de Arturo Pérez-Reverte’». Y para eso a veces hay que añadir palabras… o quitarlas. «Hay un Diccionario Histórico, donde se recogen todos los vocablos que han sido eliminados del diccionario por estar en desuso durante un largo periodo de tiempo». Quizá es lo que le acabe pasando con el paso de los años a la quinta definición de la palabra ‘carroza’: «persona vieja o anticuada». «Eso lo decían los de generaciones anteriores pero los jóvenes no lo usan. Si dentro de unos años se documenta que este uso ha desaparecido se eliminará» y podría tener el mismo destino la palabra ‘perforista’: «persona que perforaba las tarjetas para el funcionamiento de las primeras computadoras», una profesión ya desaparecida. Ya la reemplazarán oficios nuevos.
Palabras nuevas desde 2014
Agroturismo: turismo rural, especialmente el que incluye actividades agrícolas y ganaderas.
Cameo: intervención breve de un personaje célebre, actor o no, en una película o una serie de televisión.
Ciclogénesis: formación de un ciclón.
Empoderar: hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido.
Hacker: pirata informático
Homoparental: dicho de una familia: Formada por dos personas del mismo sexo y los hijos.
Localizador: clave alfanumérica de búsqueda e identificación de un documento.
Precuela: obra literaria o cinematográfica que cuenta hechos que preceden a los de otra obra ya existente.
Wifi: sistema de conexión inalámbrica, dentro de un área determinada, entre dispositivos electrónicos, y frecuentemente para acceso a internet.
Nuevas acepciones añadidas a palabras ya existentes
Abdominal: dicho de un ejercicio que sirve para desarrollar, fortalecer y mantener en buen estado los músculos abdominales.
Acoplar: dicho del sonido de un altavoz: Recibirse en el mismo micrófono del que procede, con la consiguiente distorsión o emisión de pitidos.
Botellón: Reunión al aire libre de jóvenes, ruidosa y generalmente nocturna, en la que se consumen en abundancia bebidas alcohólicas.
Caballito: Maniobra acrobática que consiste en levantar en marcha una moto o una bicicleta sobre su rueda trasera.
Iluminado: dicho de una persona: Que, sin atender a razonamientos cree estar en posesión de la verdad absoluta.
Pantallazo: captura del contenido que se visualiza en la pantalla de una computadora
Perla: frase llamativa por desafortunada.
Tableta: dispositivo electrónico portátil con pantalla táctil y con múltiples prestaciones.
Palabras que han desaparecido del diccionario con la revisión de 2014
Biarca: En la milicia romana, oficial que cuidaba especialmente de los víveres y de las pagas, bajo la dependencia del prefecto de los reales.
Calántica: Tocado de tela semejante a una mitra, que usaban las mujeres de la Antigüedad clásica.
Cámpago: Zapato usado por los dignatarios romanos y bizantinos.
Concubio: Hora de la noche en que suelen recogerse las gentes a dormir.
Fabrido: Fabricado, labrado.
Mea: Voz con que el niño indica querer orinar. Pedir la mea.
Talamite: En las naves antiguas de dos o más órdenes de remos, remero de la fila inferior.
Ochentañal: Dicho de una persona de 80 años.
Treintañal: Dicho de una cosa, que es de 30 años o los tiene.
‘Cultura’, la palabra más buscada en el diccionario
Más de cuarenta millones de consultas al mes (1,3 millones al día). Son los datos, mastodónticos, que arrojan los balances de consultas online a la web de la RAE. ¿Y qué buscan los internautas? Pues curiosamente una de las palabras más solicitadas es ‘cultura’, desvelan en la Academia de la Lengua (casi medio millón de búsquedas al año). Es sorprendente, pero más aún lo es el ‘furor’ que durante unos meses causó el vocablo ‘majunche’, que se usa en Venezuela para referirse despectivamente a los que en el Río de la Plata son meros ‘boludos’ o ‘pelotudos’ (necio, estúpido). Tiene explicación: «en los fragores de la campaña presidencial venezolana de 2012 Hugo Chávez nunca mencionaba a su oponente Henrique Capriles por su nombre, sino que se refería a él como ‘el majunche por antonomasia’». Otras palabras muy buscadas en el diccionario son ‘haber’, ‘haya’, ‘amor’, ‘paradigma’, ‘bizarro’, ‘vehemente’, ‘hostia’, ‘demagogia’…