Pasolini contra Pasolini

El cine “no consumible” del italiano, desde ‘Accatone’ a ‘Saló o los 120 días de Sodoma’, se hace fuerte en cada una de las infinitas contradicciones que propone.

Pasolini durante el rodaje de 'Teorema'

Pasolini durante el rodaje de ‘Teorema’. EL MUNDO

En una ocasión Michelangelo Antonioni dijo de Pasolini que cayó “víctima de sus propios personajes”. En la oración fúnebre que le dedicó delante de su cuerpo aún tibio, Alberto Moravia confesó haber soñado con su amigo días antes. En la pesadilla, pues eso era, el poeta de los desheredados corría y detrás de él se abalanzaba “algo que carece de rostro”. El escritor creyó primero ver a Italia entera en esa amenaza y, luego, menos catártico, se imaginó el destino necesario de una vida acosada; acosada por la propia vida, por la muerte.

Semanas antes de su brutal asesinato en la playa de Ostia un día como hoy de hace 40 años, se estrenaba ‘Saló o los 120 días de Sodoma’, una adaptación desesperada del Marqués de Sade que, a la vez, quería ser la metáfora desangrada de un tiempo, el suyo, convertido en un callejón sin salida; una evidente y salvaje formulación de lo más parecido al deseo de muerte. “Sólo en el momento de morir nuestra vida, hasta entonces impredecible, ambigua y errática, adquiere sentido”, manifestó el propio Pasolini en una entrevista de 1967.

Pasolini fue un hombre empeñado no en resolver sus contradicciones, sino en hacerlas suyas, en habitar en ellas y desde ellas definirse. Sin ser católico, jamás abandonó la esperanza de la gracia. Quiso ser comunista y no le dejaron por homosexual, por ‘depravadamente’ libre. Marxista y, sin embargo, luchador desaforado contra los estrechos márgenes del pensar dialécticamente impotente. Revolucionario a pesar de la crisis de una clase trabajadora seducida sin remedio por el sueño del consumo. Entregado a vivir por pura y paradójica coherencia con su muerte.

Una escena de 'Saló o los 120 días de Sodoma'

Una escena de ‘Saló o los 120 días de Sodoma’

Su cine, como no podía ser de otro modo, vivió desde el primer fotograma en la contradicción de ser el cine de él, de Pasolini, de un escritor que renovó la literatura italiana al dotarla de la carne y el sonido dialectal de la vida; de un novelista que salió a encontrar la herida de la calle; de un ensayista que jamás se conformó con el sonido triste de la academia; de un poeta simplemente; de un cineasta que a fuerza de negarse como tal acabó por ser el más libre de todos ellos.

Cuando se refería a su trabajo como director de cine siempre lo hacía desde la distancia de saberse diferente, de desearse de otra manera a los estándares de un arte entonces en plena revolución. Al referirse a ‘Teorema’, su controvertido retrato de una burguesía inane, hablaba de ella como un ensayo escrito. “Es una parábola, pero no didáctica, sino problemática. Y dicha problematicidad, de hecho, está presente en la película, que no presupone soluciones, que no ensaya nada; simplemente plantea problemas, hace consideraciones, propone observaciones… Deja un problema sin resolver”.

De la misma manera, cuando hablaba de su manera de componer los planos, de proponer la puesta en escena, jamás se refería al propio cine, sino a la pintura. “Mi gusto cinematográfico”, decía, “no es de origen cinematográfico, sino figurativo.Lo que tengo en la cabeza como una visión, como campo visual, son los frescos de Masaccio, de Giotto (que son los pintores que más amo, junto a algunos manieristas como Pontormo)… Por eso, cuando mis imágenes están en movimiento, están en movimiento un poco como si el objetivo se moviese por el cuadro; concibo siempre el fondo como el fondo de un cuadro, como un escenario, y por eso lo ataco siempre frontalmente”.

En definitiva, como él mismo gustaba decir, se negaba hacer cine para que fuera simplemente cine, cine para entretener el placer de la mirada. Defendía el cine a la altura de la misma poesía. “La poesía”, insistía cada vez que tenía ocasión, “no se consume. Dicen que el sistema se lo come todo, que lo asimila todo. No es cierto, hay cosas que el sistema no puede asimilar, no puede digerir. La poesía es inconsumible… Lo mismo vale para el cine: haré cine cada vez más difícil, más árido, más complicado, y quizá incluso más provocador para que sea lo menos consumible posible”.

Totó y Ninetto en un momento de 'Pajaritos y pajarracos'

Totó y Ninetto en un momento de ‘Pajaritos y pajarracos’.

Cuando el austriaco Michael Haneke se refiere a la influencia de Pasolini en su trabajo, habla, fundamentalmente, de esto último. No se trata simplemente de medir la capacidad para el ‘shock’ de ‘Funny games’ frente a ‘Saló…’ (la obra más apreciada por el austriaco). La idea es rescatar al cine de la mercadería de la imagen como bien de consumo. Y para ello es básico que el espectador se sienta agredido. Sólo existe la posibilidad de un cine como obra de arte, como espacio desde el que abrir un frente de resistencia.

Y así fue siempre. Sus primeros trabajos de principios de los 60, ‘Accattone’ y ‘Mamma Roma’, se construyen desde la necesidad, paralela al fuego de sus primeras y más celebradas novelas, de acercarse a la realidad. Se dice que poetiza el neorrealismo de Vittorio de Sica y Rossellini en el que hace pie y que, entonces, consumía todas las miradas. Pero, a poco que se preste atención, no se trata tanto de poetizar en el más laxo de los sentidos como de subrayar hasta alcanzar la sangre; de hacer más real lo real.

Sus personajes, con esa Ana Magnani convertida en santa madre de todos los desamparados, de todos los dioses desnudos; sus criaturas, decíamos, adquieren desde el primer segundo el carácter de arquetipos a la vez sagrados y profundamente carnales; eróticos incluso. Como en los cuadros de Caravaggio lo divino se funde con lo pagano en una justa y doliente reivindicación de la piel. Y siempre en un terreno extraño que irrita a la que vez que entusiasma.

Cuando, acto seguido, el poeta ofreciera su particular lectura de la vida de Jesús, el rey de los desheredados, los extremos de la más íntima contradicción hicieron que ‘El evangelio según Mateo’ fuera igualmente reivindicada por el furor marxista que por la devoción cristiana. El Cristo de Pasolini, como él mismo, vive incapaz de entender lo eterno sin tocar el corazón de lo efímero. Como en su poesía, cada nombre, por excelso que se pretenda, aparece siempre acompañado por un adjetivo que lo degrada, lo hiere: impuro aire, paz mortal, odiada pureza… Y así.

Una escena de 'Pocilga'

Una escena de ‘Pocilga’.

Cuando el 1966 rueda ‘Pajaritos y pajarracos’, convierte en imagen el primero de sus ensayos. Explícitamente, el cuervo marxista pone sobre la pantalla la primera de sus “parábolas incómodas”. En la escena final en la que Ninetto y Totó se comen al pobre pájaro, en realidad, comulgan con él y el ideario revolucionario adquiere, por el milagro de la transubstanciación, la realidad de la carne y la sangre. Amén.

Después, a un ritmo de película por año, Pasolini siente la necesidad de ofrecerse él mismo en sacrificio a unos espectadores demasiado cómodos en su existencia de proletarios con coche. Eso o de burgueses entretenidos en el juego de demolición de su propio sistema de creencias. Todo falso, todo impostura. En un movimiento que bien se podría llamar dialéctico, se lanza a analizar su tiempo desde la doble óptica del pasado de los clásicos y, a la vez, de la urgencia presente de la crítica.

De ese tiempo, en los años que va de 1967 a 1969, los mitos de ‘Edipo’ y ‘Medea’ se conjugan con el ácido de su cine más esquinado, crítico y demoledor. Aquí, ‘Teorema’ y ‘Pocilga’. No se trata tanto de alegorías como, ya se ha dicho, parábolas sin solución que quieren hacer de las contradicciones que las soportan su único sentido.

Quizá de la insoportable tensión de estas últimas propuestas naciera la necesidad de la ‘Trilogía de la vida’: ‘El Decamerón’, ‘Los cuentos de Canterbury’ y ‘Las mil y una noches’. Tres películas que celebran la libertad del deseo, el placer de la libertad desde la seguridad que da desprenderse de la urgencia de la actualidad. El tiempo haría que el propio Pasolini renegara de un trabajo que acabó por imitarse mal, convertido casi en un subgénero pornográfico.

Willem Dafoe en la película de Aber Ferrara 'Pasolini'

Willem Dafoe en la película de Aber Ferrara ‘Pasolini’.

Pocos de los que celebraron esta última y libérrima propuesta del director parecieron caer en la cuenta del giro cada vez más acusado hacia algo parecido a la desesperación. Los héroes de Pasolini ya no están en la Italia de ‘Muchachos de la calle’ sino muy lejos, en eso que con condescendencia se da en llamar Tercer Mundo. La esperanza reside sólo en los últimos, en aquellos definitivamente arrinconados.

Desengañado, su último trabajo en el que iguala consumo con nazismo, haciendo coincidir a Dante con Sade y a la figura de Musolini con los modales blandos de una Europa moribunda, es ya el testamento de un hombre que ya sí es capaz de anticipar su propia muerte. “Sólo en el momento de morir, nuestra vida cobra sentido”, dice.

Recientemente, Abel Ferrara se detenía en ‘Pasolini’ en los últimos días del poeta.“El fin no existe. No queda otra que seguir esperando. Algo sucederá”, le dice en la película el personaje interpretado por Riccardo Scamarcio a Ninetto Davoli. Se lo comenta sobre unas escaleras que no parecen llevar a ninguna parte. Y ahí, sin más, sin otra revelación que el más doloroso de los cansancios, se acaba la lírica, profunda y triste película.

La cinta recorría tan sólo unos días; los que desembocaron en su brutal asesinato en la playa de Ostia el 2 de enero de 1975. En la pantalla se escenifica el improbable encuentro de lo vivido y lo soñado. Los personajes de Pasolini se mezclan, discuten y se esconden detrás su autor. Quizá son lo mismo. Ferrara se esfuerza no tanto en contar nada como en reproducir o intuir la simple sensación de la muerte; quizá el fantasma sin rostro del sueño de Moravia; tal vez el propio Pasolini acosado por sus personajes. Pasolini contra Pasolini.

Incómodo Pasolini

Pier Paolo Pasolini, rodando ‘Accattone’

Pier Paolo Pasolini, rodando ‘Accattone’. / Reporters Associati

La teoría más estrafalaria sobre el asesinato de Pier Paolo Pasolini la expuso hace diez años su amigo el pintor Giuseppe Zigaina, que defendió en un libro la posibilidad de que el poeta y director de cine hubiese planificado su propia muerte. A su juicio, habría sido una «imitación de Cristo» llevada al extremo, la creación de «un nuevo mito de muerte y renacimiento», un martirio voluntario del que Pasolini había ido avanzando misteriosas pistas en distintos lugares de su producción artística. La hipótesis de Zigaina tiene que ver, sin duda, con el aire ‘pasoliniano’ que tuvo el trágico final del intelectual italiano, en el que aparecían algunos de los elementos que habían vertebrado su vida y su obra. Pero, a la vez, esa ocurrencia tan loca permite hacerse una idea de los ojos con los que muchos contemplan hoy aquel crimen: cualquier explicación, incluso las abiertamente desquiciadas, parece más creíble que la versión ratificada en su momento por la Justicia.

Los hechos que hoy cumplen cuarenta años se desarrollaron de una manera que, ciertamente, tuvo cierta consistencia cinematográfica, de película muy negra y terriblemente dura. A las diez y media de la noche del 1 de noviembre de 1975, Pasolini recogió a un chapero en la estación ferroviaria de Roma Termini y se lo llevó a «dar una vuelta» en su Alfa Romeo Giulia GT 2000: se trataba de Giuseppe Pelosi, conocido como Pino ‘la Rana’, un chaval de 17 años con antecedentes por pequeños delitos. El director, que no era precisamente inexperto en el mundo de la prostitución masculina, invitó al joven a cenar unos espaguetis en una ‘trattoria’, mientras él se bebía una cerveza, y después siguieron juntos su ruta hacia Ostia, la parte costera de la capital italiana. A la una y media de la madrugada del 2 de noviembre, una patrulla de ‘carabinieri’ emprendió la persecución de un Alfa Romeo que circulaba a gran velocidad y en sentido contrario: su conductor y único ocupante era Pelosi, que trató de escapar corriendo pero fue detenido. Cinco horas más tarde, una vecina de Ostia encontró lo que, en principio, le pareció un montón de basura. Se trataba del cadáver deshecho de Pasolini, que había sido apaleado y después atropellado varias veces con su propio coche. Tenía varios huesos rotos y los testículos machacados.

Pelosi explicó que había matado a Pasolini porque pretendía sodomizarlo con un palo. Nadie se creyó que, con sus hechuras de adolescente, hubiese podido apalear a la víctima sin sufrir ningún rasguño y sin siquiera mancharse, de modo que el juez Carlo Alberto Moro, hermano de Aldo Moro, lo condenó por homicidio voluntario «en concurso con desconocidos». Esa puntualización sería eliminada después por la corte de apelaciones, que dejó a Pelosi como único responsable del crimen. La investigación fue una de esas chapuzas apresuradas tan características de la Policía italiana, que convierten el país en un campo abonado para vistosas teorías de la conspiración: hubo pruebas que se dejaron a un lado (en el coche había un jersey que no pertenecía ni a la víctima ni al asesino) y otras que se dañaron durante el proceso (el vehículo se quedó bajo la lluvia y, después, los agentes lo estamparon contra un poste cuando lo llevaban al juzgado).

Los amigos de Pasolini, como la periodista Oriana Fallaci, plantearon desde el principio que el intelectual había sido víctima de un complot y convirtieron su asesinato en un emblema de la inmundicia moral que reinaba en el país: eran los años de plomo, un periodo de caos, extremismo político y confabulaciones siniestras que estuvo salpicado de atentados terroristas, muchas veces sin esclarecer. «Pelosi y los otros fueron el brazo que mató a Pasolini, pero los que autorizaron este acto son legión; en realidad, toda la sociedad italiana», clamó el escritor Alberto Moravia, íntimo del asesinado. «Ha sido una ejecución pública, para que todo el mundo vea y aprenda», concluyó la periodista y política Maria-Antonietta Macciocchi.

Pasolini pasea por una barriada de Roma junto a Ninetto Davoli, que fue el amor de su vida

Pasolini pasea por una barriada de Roma junto a Ninetto Davoli, que fue el amor de su vida. / R. C

A lo largo de su carrera, Pier Paolo Pasolini se había ganado tantos enemigos que se hace casi imposible enumerarlos: siempre fue un hombre esencialmente incómodo, inconformista y ajeno a los rebaños ideológicos. Por supuesto, la ultraderecha lo detestaba, y los cachorros fascistas habían convertido en una tradición las protestas violentas en los estrenos de sus películas, pero también los suyos, los comunistas, solían quedarse descolocados ante sus opiniones heterodoxas y transgresoras. En ese sentido, resultó particularmente significativa su postura ante las revueltas estudiantiles de 1968, donde se puso del lado de los policías: eran, según escribió en un poema memorable, los «hijos de los pobres» apedreados por los «hijos de papá». Pasolini lo mismo alertaba sobre el consumismo como nuevo totalitarismo, que investigaba los lazos entre el poder y la mafia: en el momento de su muerte no estaba en el ojo de un huracán, sino de al menos tres, por el robo de varias bobinas de su controvertida película ‘Saló o los 120 días de Sodoma’, por sus explosivos artículos sobre las conexiones criminales del Gobierno y también por la novela que estaba escribiendo, ‘Petróleo’, con preocupantes implicaciones para el Ente Nacional de Hidrocarburos.

La bomba de Pelosi

El cadáver del poeta y director de cine estaba destrozado. A la derecha, Pelosi entra en los juzgados

Pasolini pasea por una barriada de Roma junto a Ninetto Davoli, que fue el amor de su vida. / R. C.

Giuseppe Pelosi salió en libertad en 1983 y esperó veintidós años antes de hacer su gran revelación: en 2005, en una entrevista con la RAI, afirmó que los asesinos fueron en realidad tres hombres a los que él no conocía, que hablaban con acento siciliano y que arremetieron con palos y cadenas contra Pasolini, mientras le llamaban «sucio comunista». Añadió, además, que los tres sujetos le habían amenazado con hacer daño a sus padres si contaba algo, así que había esperado a que ambos falleciesen para desvelar lo ocurrido. Se retomaron las pesquisas y la Policía científica halló el ADN de cinco personas en la ropa de la víctima, pero, a falta de correspondencias que permitiesen identificarlas, el caso se ha archivado en mayo de este año. El abogado Stefano Maccioni, que representa a un primo de Pasolini, ha emprendido una campaña para que no se abandone la investigación: hace un mes, ha planteado la petición de que se cree una comisión parlamentaria dedicada a este crimen, que ya suma casi diez mil firmas en internet. «Yo creo que algún día podremos saber quiénes y por qué mataron a Pasolini. Llevo casi seis años tratando de responder a estas preguntas», explica el letrado a este periódico. Maccioni, que se refiere a Italia como «el país de la verdad póstuma», se muestra convencido de que el caso está rodeado de intereses oscuros: «No es una casualidad que Pasolini fuese asesinado de aquella manera, ni tampoco que se haya querido hacer creer que intentó ejercer la violencia carnal sobre un menor. Durante muchos años esto ha enfangado la memoria y el valor artístico de Pasolini».

El propio poeta escribió en 1972 que la muerte es algo así como un montaje cinematográfico que da sentido a la vida: «Selecciona los momentos verdaderamente significativos y los coloca en sucesión, haciendo de nuestro presente infinito, inestable e incierto un pasado claro, estable, cierto». Se podría pensar que, en su caso, el montaje ha resultado fallido, una traición al material acumulado a lo largo de su biografía, pero también es defendible la tesis contraria: a través de su asesinato sin resolver, Pier Paolo Pasolini sigue cumpliendo ese papel que siempre asumió con gusto, el de cuestionar el fondo turbio de la conciencia nacional italiana.

 

“La homosexualidad en el franquismo”, un reportaje de Canal Sur.

En noviembre se cumplirán 40 años de la muerte del dictador Francisco Franco. Recuperamos un interesante reportaje elaborado por el equipo de Los Reporteros, de Canal Sur, en 2012, que recoge el testimonio de algunas personas que fueron perseguidas y tuvieron que pagar con la pena de prisión el hecho de ser transexuales, gays o lesbianas. Aquellas personas a quienes el franquismo aplicaba la ley de vagos y maleantes, y luego la de peligrosidad social. Muerto el dictador, para ellos y ellas no hubo ni idulto ni amnistía, y tuvieron que esperar hasta 1979 para que se derogaran las leyes que les reprImían (la Ley de Rehabilitación y Peligrosidad Social no se derogó totalmente hasta 1995).

Nigel Owens: El árbitro gay que impone su ley en la final del mundial de rugby

Nigel Owens en plena acción CORDON

Nigel Owens en plena acción CORDON

“El rugby es un mundo muy heterosexual y claramente masculino, y eso me puso las cosas muy difíciles, aunque no podría decir que es un deporte abiertamente homofóbico. Digamos que no es un ambiente en el que me pueda sentir yo mismo…”. Y sin embargo, Nigel Owens, el primer árbitro abiertamente gay en pitar la final de un mundial de rugby (en la que hoy se enfrentan Australia contra Nueva Zelanda), se siente ahora en su elemento natural en un mar de “hombres, hombres” que le respetan como lo que es: probablemente el mejor “colegiado” de la pelota ovalada, alabado por su manera de “encauzar” hasta los partidos más sucios.

En vez de imponerse a lo macho (“aquí estoy yo”), Owens ha popularizado un estilo propio, con grandes dosis de humor galés (“vuélvelo a intentar en dos semanas, pero esa entrada no te la perdono hoy”) y un punto irrenunciable de cabaret, poniéndole música al crudo espectáculo.

A sus 44 años, y pese a seguir recibiendo abusos verbales en el campo y en Twitter, Owens confiesa que por fin se siente no sólo respetado sino “querido”. A los 26, sin embargo, creyó haber llegado al fondo del precipicio. Intentó suicidarse con una mezcla letal de pastillas y alcohol; llevaba una pistola para rematar la faena. Un helicóptero de la policía le descubrió a tiempo y aplazó la decisión. Se salvó por cuestión de minutos.

Todo esto lo cuenta el propio Owens en Medio tiempo, la autobiografía con la que decidió salir literalmente del armario (eso fue lo que hizo cuando la promocionaba en programas de televisión). Dos años después, el internacional galés Gareth Thomas siguió sus pasos y entre los dos han contribuido a quitarle al rugby el estigma de deporte para homófobos.

Su afición por el deporte, recuerda Owens, empezó en el colegio en Mynyddcerrig. Jugaba como zaguero (defensa), pero tras fallar una decisiva “conversión” en un partido crucial, su entrenador le dijo medio en broma: “¿Por qué no te metes a árbitro?”. Y eso fue lo que hizo…

“Desde entonces he tenido la suerte de ver algunos de los mejores partidos de rubgy de la historia y he podido pitar muchos de ellos”, presume Owens. “Como cualquier árbitro, he tenido que tragar mucho. Pero con el tiempo, he aprendido la manera de hacerme respetar, o eso creo… Si eres gay y quieres hacer deporte, son los matones quienes deberían tener miedo de ti, y no al contrario”.

Dos para revelar el femicidio

Luego de varios allanamientos, detuvieron a dos sospechosos de entre 30 y 50 años en la zona oeste del conurbano. Ambos fueron señalados por dos testigos. Uno de los detenidos entró con Sacayán y el otro, un rato más tarde. Sacayán los dejó entrar.

La activista transexual argentina Diana Sacayán durante una visita a La Habana

Amancay Diana Sacayán fue apuñalada en su departamento de Rivadavia al 6700 el 13 de octubre pasado.

Dos sospechosos fueron detenidos en la provincia de Buenos Aires acusados del crimen de la líder trans Amancay Diana Sacayán, encontrada apuñalada el 13 de este mes en su departamento del barrio porteño de Flores. Los imputados, de entre 30 y 50 años, aunque sus datos personales no se precisaron dado que rige el secreto de sumario en la causa, fueron apresados el miércoles tras una serie de allanamientos realizados en la zona oeste del conurbano.

La Procuración General de la Nación informó a través de su página web que las detenciones fueron pedidas por el fiscal de Instrucción porteño Matías Di Lello y ordenadas por el juez Gustavo Pierreti, quien indagará hoy a los acusados.

Según el informe oficial, las capturas se concretaron especialmente a partir de los resultados de las “escuchas telefónicas, análisis del flujo de las llamadas y declaraciones testimoniales”.

Uno de los elementos sometido a peritajes fue el teléfono celular de la víctima, el cual se halló en su departamento.

Por su parte, otra fuente de la investigación explicó que la identificación de los sospechosos se logró a partir de dos testimonios clave, los cuales ubicaron a los acusados en la escena del crimen el día del hecho. De acuerdo a estos testimonios, el mayor de los sospechosos fue quien acompañó a la víctima en el ingreso al edificio y al cabo de unas dos horas el otro detenido arribó al lugar, indicó el informante consultado.

Desde el comienzo de la investigación, la principal hipótesis apuntó a que el o los asesinos eran conocidos de Sacayán (40) y que ésta les permitió el ingreso a su departamento, al tiempo que no descartaban el móvil del robo ya que el departamento de la víctima fue hallado todo revuelto.

El crimen fue descubierto el 13 de este mes en el departamento del piso 13 del edificio situado en avenida Rivadavia 6747, donde residía Sacayán, cuyo cadáver fue hallado tirado en el piso, a un costado de la cama.

Según la autopsia, la víctima fue asesinada de una puñalada en el abdomen, dato que coincide con la gran cantidad de sangre hallada alrededor de su cuerpo.

Otras marcas y heridas en el cuerpo demuestran que la víctima realizó movimientos para intentar protegerse de la agresión, para la cual se cree que se utilizó un cuchillo hallado en la escena del crimen, el cual estaba ensangrentado.

En la causa, el fiscal Di Lello trabaja en forma conjunta con la Unidad Fiscal Especializada de Violencia contra las Mujeres (UFEM), a cargo de Mariela Labozetta, y de acuerdo a los protocolos de la “Guía de actuación para las Fuerzas Policiales y de Seguridad federales para la Investigación de femicidios en el lugar del hallazgo”.

Sacayán era líder de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays y Bisexuales (ILGA), dirigente del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) y trabajaba en el Programa de Identidad Sexual del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi).

Familiares y amigos de Sacayán realizarán hoy una marcha en reclamo de justicia hacia la sede de la fiscalía de Di Lello, donde esperan ser recibidos por el instructor de la causa.

Una modelo transexual gana por primera vez el programa ‘Next top model’

Loiza Lamers

Loiza Lamers

Desde que hace 12 años comenzase a emitirse en Estados Unidos, ‘Next top model’ ha sido uno de los programas que más ha trabajado para romper determinadas barreras y estereotipos en una industria como la moda en la que la percepción de la belleza y los estándares estilísticos están siempre en el punto de mira.

Tras haber participado toda clase de personas de diferentes tipos, edades y razas, algunas discapacitadas y otras con diversas enfermedades, la edición holandesadel programa ha dado un paso más en su lucha por la diversidad erigiendo ganadora por primera vez en toda su historia a una modelo transexual.

Loiza Lamers una joven peluquera y maquilladora de 20 años de edad, se alzo así con el primer puesto en la octava temporada del programa holandés siguiendo los pasos de Isis King quien fue la primera modelo transgénero en presentarte a este concurso en Estados Unidos en el año 2008, aunque ella no llegó a ganar su edición.

Sin embargo, y a pesar de que ahora mismo dice sentirse “muy orgullosa” de su condición, en un primer momento la joven ‘ocultó’ su cambio de sexo en el programa ya que no estaba segura de cual sería la reacción del público.

Finalmente, tras 10 episodios y 15 contrincantes, Loiza se hizo con el primer puesto cuyo premio principal (además de un cheque de 50.000 euros) es el contrato con dos agencias de modelos de primer nivel de Estados Unidos y Holanda.

La primera ‘miss’ transexual

En España, la semana pasada Ángela Ponce hacia también historia al convertirse en la primera persona transexual en aspirar a la corona de ‘Miss World Spain’. Aunque la joven no logró entrar entre las 10 finalistas del certamen y fue por tanto eliminada, su presencia en el concurso fue una de las más ovacionadas e incluso fue nombrada la ‘miss’ favorita de los patrocinadores de la gala.

Aunque es Sevillana de nacimiento, Ángela represento a Cádiz en el certamen y dentro del concurso apadrinó a la Fundación Daniela, dedicada a lasensibilización del colectivo transexual y transgénero.

Orgía salvaje de Marc Jacobs

Marc Jacobs

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El diseñador utilizó la aplicación de móvil Grindr para una ‘quedada’ sexual con diez veinteañeros con los que compartió un fin de semana de sexo y drogas

Marc Jacobs es la comidilla estos días de esa ciudad que no descansa en las 24 horas. El diseñador utilizó la aplicación de móvil Grindr para una ‘quedada’ sexual con diez veinteañeros con los que compartió un fin de semana de sexo y drogas. En su apartamento había psicotrópicos y metanfetaminas aunque él confesó que solo ‘consumió’ sexo. No es su primer escándalo sexual transmitido por las redes sociales. Pero esta vez, sus efectos han provocado que cancele su cuenta en Grindr.

Homofobia en las aulas: “Me planteé acabar con mi vida en más de una ocasión”

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La Unesco ha calificado el acoso homofóbico como un “problema universal”

Saph Rodríguez ni siquiera era consciente de su orientación sexual cuando recibió los primeros insultos. A los 13 años sus padres decidieron cambiarla de instituto porque varios alumnos le propinaron una paliza al grito de “bollera” y “marimacho”. Pero las agresiones, que habían empezado “desde muy pequeña”, continuaron. Ahora, esta asturiana de 24 años ofrece charlas sobre diversidad afectivo sexual en colegios. “Sufrí acoso porque no seguía las normas establecidas, entre los insultos siempre se encontraba la palabra lesbiana”, relata, “pero de mi sexualidad me di cuenta más tarde, con 17 o 18 años”.

Como Saph, son varios los niños y niñas lesbianas, gays o transexuales (o que escapan de los patrones habituales de feminidad o masculinidad) que sufren agresiones por parte de otros compañeros debido a su orientación sexual o identidad de género. Aunque no hay datos oficiales, algunos estudios como el informe elaborado en 2012 por la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), revelan en base a una muestra -pequeña, de 325 personas- que un 57% de los jóvenes LGTB ha sufrido algún tipo de violencia física o psíquica en el ámbito educativo.

En ocasiones, la situación llega a un punto insoportable para los propios menores. Con la voz entrecortada al otro lado del teléfono, Saph confiesa que “en más de una ocasión me planteé acabar con mi vida”. “Llegué a pensar que era yo la que tenía la culpa, que algo hacía mal para que la gente no me aceptara”, recuerda.

Según el estudio de la FELGTB, que recopila casi una veintena de estudios realizados a lo largo de siete años, el 43% de los jóvenes LGTB que sufre o ha sufrido acoso ha llegado a pensar en acabar con su vida, un 35% lo ha planificado y un 17% lo ha intentado en una o varias ocasiones.

El estudio corrobora que, en los últimos años, se ha logrado un avance importante y la aceptación de la diversidad sexual entre los jóvenes “es bastante alta”. Sin embargo, el acoso homofóbico sigue siendo una realidad con consecuencias: un 75% de los jóvenes ha sido testigo de agresiones en forma de rumores, insultos o burlas y el 6,4% ha presenciado palizas.

“Un problema universal”

Que el riesgo de suicidio “es mucho mayor entre adolescentes y jóvenes que no son heterosexuales o son trans” es una de las principales conclusiones que se extraen del  protocolo presentado el pasado lunes por el Instituto de la Mujer con el que se pretende evitar el acoso escolar homofóbico. Algo que ha sido calificado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) como un “problema universal”.

“Es el más común de los tipos de acoso, está invisibilizado y no se toman medidas para acabar con él”, sostiene José Ignacio Pichardo, profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid y coordinador del protocolo. Según el experto, el silencio es una de las principales dificultades para atajar este problema, pues solo el 18% de las víctimas se lo ha contado a sus padres o profesores, debido, en muchos casos, al miedo, rechazo o vergüenza a reconocer una orientación sexual o de género.

“Fue algo que llevé en secreto, sentía que no tenía apoyo y era algo que no entendía”, declara Saph, que nunca se lo contó a otros compañeros de clase. El papel del resto de alumnos puede ser fundamental. Sin embargo, los expertos identifican otro escollo que hace que suelan mirar para otro lado y no intervenir. Es lo que llaman el miedo al “contagio del estigma”, que no solo se proyecta sobre los chicos y chicas LGTB, “sino también sobre las personas que salen en su defensa”, explica Pichardo.

El Consejo Escolar del Estado pide planes de igualdad

Ahora Saph recorre los colegios de Gijón con la asociación Xega para hablar de diversidad sexual y “resolver dudas a los alumnos porque hay muchos que no saben de la existencia de otras realidades”. Sin embargo, su organización solo pisa las aulas de los centros que voluntariamente lo solicitan. La mayoría, dice Saph, son públicos. “Algunos católicos lo piden, pero suele haber una atmósfera de desinterés”, analiza.

Para Kika Fumero, profesora de un instituto público de Tenerife, el problema es que el tratamiento de la afectividad y la diversidad sexual se convierte en una decisión de los propios profesores o los centros. Ella ha impulsado un proyecto de inclusión con una tutoría en la que recibe al alumnado LGTB con problemas, entrega material a los tutores o da charlas sobre ello. Sin embargo, es una excepción. “La mayoría del profesorado no se forma en esto ni la diversidad sexual se incluye en las escuelas de forma transversal”, denuncia Kika.

Eso a pesar de que en 2007 el Consejo Escolar del Estado demandó la promoción de “planes de igualdad y de educación afectivo-sexual en las escuelas”. “Si queremos que esto se incluya en las aulas debe haber una apuesta política”, explica Pichardo, que asegura que algunas comunidades como Andalucía y Extremadura “han desarrollado instrumentos específicos contra este tipo de discriminación”. Por eso, el protocolo que ha coordinado pide la creación de un Plan Estatal contra el Acoso, que incluya expresamente la prevención de la homofobia y la transfobia y observatorios que velen por su cumplimiento.

Domínguez resalta que el nuevo decreto de Salud prevé las prestaciones para las personas transexuales

El consejero de Salud del Gobierno de Navarra, Fernando Domínguez, ha explicado que el borrador de Decreto Foral que ha elaborado su departamento, hecho público este miércoles, incluye las prestaciones reconocidas por la ley foral de no discriminación por motivos de identidad de género y de reconocimiento de los derechos de las personas transexuales.

Domínguez ha señalado, en respuesta a una pregunta de Geroa Bai en el pleno del Parlamento, que este borrador de Decreto incluye el diagnóstico y tratamiento médico integral, así como la atención psicológica, psicoterapuética y sexológica.

Además, el Servicio Navarro de Salud prevé elaborar un plan integral de atención a las personas transexuales en el que se recojan los servicios propios de los que dispone el Gobierno y se establezcan también los conciertos pertinentes cuando los recursos públicos no sean los adecuados.

La parlamentaria de Geroa Bai Virginia Alemán ha agradecido la respuesta del consejero y ha lamentado que hasta hoy “no ha habido ningún desarrollo reglamentario de esta ley, lo que ha ocasionado que personas del colectivo transexual navarro hayan tenido que defender sus derechos en instancias judiciales”.

Igualmente, ha felicitado al Gobierno por el borrador de Decreto presentado este miércoles, por el “avance y alcance que supone en cuanto a derechos sociales, de las mujeres y del colectivo transexual navarro”.

Italia se niega a reconocer el matrimonio de homosexuales casados en el extranjero

El juez encargado del caso es afín a movimientos homófobos

Las parejas homosexuales no sólo no pueden casarse en Italia, sino que si lo hacen en el extranjero -en alguno de los países donde es legal, por ejemploEspaña-, su unión matrimonial tampoco será reconocida en ese país. Da lo mismo que dispongan de la documentación que corrobore que son cónyuges.

Así lo ha dispuesto el Consejo de Estado italiano, a partir de una sentencia del Tribunal Administrativo Regional y después de que diversas parejas hubieran recurrido el hecho de que algunos ayuntamientos se negaran a registrarlas como matrimonio. Estas parejas han contado con el apoyo legal de Red Lenford, una asociación de defensa de los derechos de homosexuales y lesbianas, para llevar a cabo este recurso, con lo que el revés no podría haber sido mayor.

Aun así, la decisión no parece trigo limpio. El juez que se ha encargado del caso,Carlo Deodato, es afín a grupos homófobos, cosa que pone en entredicho la sentencia, y hace que la polémica esté servida. El juez se define en su cuenta deTwitter como “un jurista católico, casado y padre de dos hijos. Hombre libre y observador independiente de la política, la jurisdicción, las costumbres y la sociedad”. Sin embargo, en la práctica, el magistrado pertenece al Opus Dei y ha difundido en más de una ocasión mensajes de los denominados Centinelas en Pie, grupos informales que se manifiestan en la calle en contra de la aprobación de un proyecto de ley en Italia en contra de la homofobia.

El ministro de Interior italiano, Angelino Alfano, se ha mostrado satisfecho con la decisión del Consejo de Estado, y ha declarado: “El Consejo de Estado me da la razón en todos los sentidos: la ley italiana no prevé matrimonios entre un mismo sexo, por lo tanto, los registros realizados por algunos alcaldes son ilegales”.

La asociación Red Lenford ya ha anunciado que recurrirá la sentencia en los tribunales europeos, al considerar que el veredicto no es imparcial. Por otra parte, la decisión judicial genera todo un caos administrativo. Por ejemplo, el hasta recientemente alcalde de Roma, Ignazio Marino, había dado luz verde para el registro de parejas homosexuales que habían contraído matrimonio en el extranjero. Ahora resulta que dichas uniones no se considerarán legales, y habrá que anularlas del registro municipal.