El joven que denunció una violación en Baiona retira la demanda tras admitir que era falsa

El joven landés de 18 años que puso una denuncia porque supuestamente un hombre le obligó a hacerle una felación el primer día de las fiestas de Baiona ha retirado la denuncia y ha admitido que la relación fue «consentida».

Tras la primera noche de las fiestas de Baiona, un joven landés de 18 años interpuso una denuncia porque un hombre le había obligado a hacerle una felación, según publicó ‘Sud-Ouest’. Tras escuchar el relato de los hechos, la Fiscalía decidió abrir una investigación, al entender que la denuncia era «seria».

La Fiscalía de Baiona ha informado en un comunicado que en la noche del miércoles al jueves el joven landés se separó de su grupo de amigos y se encontró con otro hombre, con el que tuvo «una relación consentida y recíproca». Cuando se reunió de nuevo con sus amigos, les relató que fue forzado a mantener dicha relación, por lo que sus amigos denunciaron los hechos. El jueves, el joven presentó la denuncia y confirmó lo que contó inicialmente.

La Policía judicial ha tomado hoy de nuevo declaración al joven quien, según precisa la Fiscalía, se ha retractado de su relato. De acuerdo con la nota, ha admitido que la relación fue «consentida y recíproca» y ha dicho que había inventado la historia «para no quedar mal».

El fiscal no ha precisado si será sancionado por falsa denuncia.

OJO CON LOS REPRIMIDOS; ESTA ES UNA LUCHA POR LA LIBERTAD

Con el verano llega un rosario de fiestas que se suceden en toda Euskal Herria. Y con ellas un preocupante número de denuncias de agresiones sexuales. Los casos son más en esta época, o al menos más públicos. Las campañas de sensibilización, tan necesarias y eficaces en el plazo largo, ayudan pero no atajan en el corto. En todo caso, es evidente que actualmente las agresiones se denuncian en mayor medida que antes, entre otras cosas gracias a esa lucha histórica y gracias a esa sensibilización social. Lo cual dificulta afirmar que este fenómeno se haya agravado. En cualquier caso, su persistencia debe llevar a una reflexión más allá de la denuncia puntual. Hay que evaluar políticas y protocolos, ahondar en lo que funciona y aprender de cada caso.

De lo ocurrido en Baiona, por ejemplo, deberíamos aprender algo. Lo primero, que en este terreno debemos concentrarnos en las agresiones que realmente se han producido, en sus víctimas, en esas mujeres. No hay margen para el negacionismo o la duda perversa. Debemos sostener las campañas para denunciar esta lacra y apoyar a las personas que la han padecido. Deberíamos buscar nuevas fórmulas para evitar ese riesgo y ofrecer seguridad a las mujeres para que puedan disfrutar de las fiestas en igualdad, libremente. Pero también podemos aprender algo del caso del varón que ha realizado una denuncia falsa. Si atendemos a su declaración posterior en la que admite que la felación fue consentida, se trata de un reprimido sexual. Es, en ese sentido, una víctima común del sistema heteropatriarcal, parte del mismo fenómeno. No obstante, en un acto muy irresponsable, ha dañado seriamente esta lucha. Desgraciadamente, no es el primer caso.

Esta es una lucha contra la represión sexual, a favor de la libertad y la igualdad. Y si bien eso implica luchar sobre todo contra los represores, contra los depredadores, hay que actuar también con los reprimidos. En este caso, exigiendo que se responda legalmente de las denuncias falsas.

El drama lésbico de Julianne Moore y Ellen Page

Artículo publicado en Shangay

JULIANNE MOORE Y ELLEN PAGE INTERPRETAN EN ‘FREEHELD’ A UNA PAREJA DE MUJERES LESBIANAS QUE EN 2005, ANTE LA GRAVE ENFERMEDAD DE UNA DE ELLAS, LUCHÓ POR QUE SE RECONOCIERA SU RELACIÓN Y SE LE CONCEDIERAN LOS MISMO DERECHOS CIVILES QUE A UNA PAREJA HETEROSEXUAL. AQUÍ HUELE A OSCAR.

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No hace un año que Julianne Moore se hizo con el Oscar a la mejor actriz por su papel enSiempre Alice y las quinielas ya apuntan a sus más que probables opciones para repetir la hazaña en la próxima edición, casi seguro en compañía de su coprotagonista, Ellen Page.

El motivo es que acaba de ver la luz el tráiler de Freeheld, un drama inspirado en hechos reales que recrea la batalla legal por la igualdad de derechos que lidió en 2005 una pareja de mujeres lesbianas y que cuenta con todos los ingredientes para colarse en la carrera hacia el Oscar.

El tráiler de Freeheld nos muestra la pareja sentimental formada por Moore y Page –que hace más de un año salió del armario con un emotivo discurso en una conferencia en favor de los derechos LGTB–. La primera interpreta a una policía a la que diagnostican un cáncer terminal de pulmón. A partir de ahí, y ante la imposibilidad de contraer matrimonio, el personaje iniciará una lucha en los tribunales para asegurarse de que su novia reciba una pensión de viudedad como le correspondería a cualquier pareja heterosexual.

La película, que ha tenido que sortear la homofobia durante el rodaje, está basada en un cortometraje documental, también llamado Freeheld, y está dirigida por Peter Sollett. El guion lleva la firma de Ron Nyswaner, nominado al Oscar por Philadelphia.

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El reparto lo completan Steve Carell, en el papel de un activista homosexual fundador de una organización LGTB por la igualdad de derechos, y Michael Shannon, que interpreta al policía compañero de Moore.

No es la primera vez que Moore muestra su apoyo al colectivo LGTB tanto dentro como fuera de la pantalla. Además de haber protagonizado otros títulos de culto LGTB como Los chicos están bienUn hombre soltero o Lejos del cielola actriz colabora con la asociación Lambda Legal en favor del matrimonio gay.

Con Freehald, Moore se una así a la carrera de otras favoritas al Oscar como Cate Blanchett por su papel en la también filolésbica Carol, de Todd Haynes.

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Rusia, dispuesta a prohibir los emoticonos ‘gay’

Facebook lanzó 28 nuevos emoticonos para celebrar el día del orgullo gay en junio

Facebook lanzó 28 nuevos emoticonos para celebrar el día del orgullo gay en junio. FACEBOOK

Rusia está investigando si los iconos gay de las redes sociales van contra la ley. El organismo que supervisa las tecnologías de la comunicación cree que algunos emoticonos pueden “promover” la homosexualidad.

El encargado de dar la voz de alarma ha sido el senador ruso Mijail Marchenko, que denunció ante las autoridades el peligro potencial de estos dibujos de chicos o chicas besándose entre ellos. Marchenko se ha dirigido por escrito al Servicio Federal de Supervisión de las Comunicaciones (Roskomnadzor) para que investigue si estos emojis violan la controvertida “ley contra la propaganda gay” aprobada a nivel nacional en 2013.

Según publica el diario ruso ‘Izvestia’, el organismo supervisor se ha tomado tan en serio la denuncia que ha pedido a las juventudes dePutin, denominadas ahora Guardia Joven, que investigue y asesore sobre el asunto.

Maxim Ksenzov, jefe de Roskomnadzor, ha dicho que está dispuesto a “tomar medidas”, pues esos iconos que retratan“orientaciones sexuales no tradicionales” pueden ser “vistos por menores”.

Psicosis antigay

Durante los últimos meses en Rusia se han propuesto las medidas más dispares para evitar que “se extienda” el fenómeno gay. La serie ‘Juego de Tronos’, en la que aparecen escenas de sexo y en concreto de prácticas homosexuales, está en el punto de mira del diputado ultraconservador Vitali Milonov, que quiere prohibir o restringir el acceso a contenidos “perjudiciales para la patria”.

Además, durante las últimas semanas algunos rusos han promovidoun filtro con la bandera rusa para adornar la foto de perfil de Facebook. Contestaban así a la iniciativa de poner un filtro con los colores de la bandera gay en la imagen de cada usuario, una práctica que surgió en apoyo al matrimonio homosexual.

El 35% de los rusos cree que los homosexuales son unos enfermos. El 43% ve la homosexualidad como un vicio. Y el 38%está convencidos de que los gays y las lesbianas deben ser sometidos a un tratamiento, según una encuesta del Centro Levada. Además, más del 70% está a favor de que el Estado proteja a la sociedad contra la ostentación pública de la homosexualidadcomo algo normal.

Saña

Artículo publicado en Página/12 por Paula Jiménez

Asesinaron a una travesti. Asesinaron a Laura Moyano. Asesinaron a una activista, una amiga, una hermana, una chica de 35 años. ¿Hasta cuándo la sociedad desviará la vista cuando la víctima del crimen es una mujer trans? No se escuchan los reclamos masivos por justicia, no suenan jamás los nombres de los culpables del crimen, una red de encubrimiento y desidia favorece la naturalización del odio. El Ni una menos es definitivamente menos sin la letra T.

Desde las 11 de la mañana, la cortina metálica de la Casa de Córdoba, sobre Callao al 300, está a medio cerrar. No es por duelo, aunque bien podría serlo, ya que acaban de matar con horrorosa saña a una activista de Attta en la localidad de Villa Allende Parque, límite noroeste de la capital serrana. Pero no es duelo, repito, sino miedo. La gente de la Casa de Córdoba tiene miedo de estas diez personas –ni una más– que se manifiestan este lunes sin el acompañamiento de las agrupaciones de gays y lesbianas que sí han difundido la noticia y su repudio a través de comunicados, definitivamente sin el apoyo visible del resto de la comunidad lgbtiq, sin siquiera hacer sonar una cacerola. Son sólo ellxs, silenciosxs. Una pequeña porción de la población T exhibiendo modestas cartulinas rosadas que en marcador negro explican lo obvio: “Las chicas trans no somos peligrosas, estamos en peligro”. O piden justicia: “Basta de transfobia. Laura Moyano brutalmente asesinada”. Y cuando la cortina metálica de la Casa de Córdoba se baja totalmente porque la media asta como prevención no parece alcanzar, cuatro policías se suman a la exagerada defensa institucional y ponen en la vereda altas vallas de hierro que dejan a la decena de manifestantes en la calle, literalmente en la calle, paradas sobre una rampa metálica frente a la cámara solitaria que dejó C5N al otro lado de la avenida (sólo este canal de cable más la TV Pública y Suplemento Soy cubrimos esta mañana la protesta por este femicidio, de notable indiferencia mediática comparativamente con la difusión que se les da a otros crímenes). Mientras tanto, lxs peatones y automovilistas miran con más curiosidad el look de lxs manifestantes que lo que su cartelería denuncia. Qué dicen, para qué están ahí, importa menos que su apariencia. Quizás, para algunxs de las personas que pasan, todavía y sin mella en sus conciencias de la Ley de Identidad de Género, esos cuerpos no porten una identidad sino una contradicción perceptiva, la misma que según Marcela Romero, presidenta de Attta, pudo haber querido expresar aleccionadoramente el perverso asesino de Laura cuando le mutiló los genitales: “No sos lo que decís”. Para Gian Franco Rosales, coordinador del área de hombres trans de Attta, hoy también presente en la manifestación, esa mutilación sentenciaría algo así como que “ninguna mujer merece ser portadora de un pene”. Es casi lo mismo. Un estallido patriarcal, un choque entre la biología y la percepción de género que en el punto más alto del espiral de violencia activa el deseo de aniquilación.

El odio como motivo y también como coartada

“Crímenes de odio, conspiración de silencio –definió en 2001 Amnistía internacional–. Tortura y malos tratos basados en la identidad sexual.” Eso fue, exactamente, lo que sufrió Laura Moyano, de 35 años, cuando dos días atrás fue violada, visiblemente torturada (hecho que, según Clarín, ya ha sido descartado por la fiscal Liliana Copello, quien dirige la investigación) y abandonada en una obra en construcción de su ciudad hasta ser encontrada por unos perros fisgones. No solo fue mutilada, cuenta su amiga, la conmocionada activista Nadiha Molina: también tenía golpes en la cara tan brutales que la desfiguraron, un desgarro anal y un piedrazo en la frente. Soledad agrega que, cuando tuvo que reconocerla, vio que el tabique de su hermana estaba roto y su rostro arañado. El abogado Iñaki Regueiro, de la asociación Abosex (Abogadxs por los derechos sexuales) es taxativo en su explicación sobre la naturaleza de este asesinato: “Objetivamente, hay aquí crimen de odio: lo hay siempre que el victimario elige a la víctima por su condición específica. En este caso las circunstancias resultan muy claras y la terrible saña estuvo destinada a humillar a Laura en su condición de mujer trans. Cuando surgió la campaña de Ni una menos, muchas compañeras se unieron y hablaron de travesticidios. Este sería claramente uno de esos casos”.

Nadiha Molina, que es referente de Attta Córdoba, dijo a un noticiero de la TV Pública que cuando la policía fue a buscar al único sospechoso del crimen (un hombre que salió con Laura del boliche Santa Diabla), éste, evidentemente advertido, ya había tenido tiempo de irse de su casa. Según Gian Franco Rosales, “se sabe que los asesinos no son del pueblo. Incluso se supone que uno de ellos está vinculado a la policía. Este no es un caso aislado. En Córdoba hay varias compañeras amenazadas que no se animaron a hacer la denuncia”. A juzgar por los datos que da Marcela Romero, presidenta de Attta, esta provincia se viene transformado para la población T en una de las más riesgosas: “Nosotras tenemos un mapa de alerta trans donde figura Córdoba en los primeros lugares –dice–, como también Salta, San Luis, Formosa y Tucumán, donde todavía hay represión policial. En este momento Córdoba está haciendo un retroceso fenomenal: está queriendo volver a instalar los códigos contravencionales que hace tiempo hemos logrado erradicar y que son antidemocráticos. Hay operativos de la policía, propios de la dictadura militar”.

“Es una persecución constante. Hace poco hubo razzias en esa provincia en las que se llevaron a varias personas trans. Con respecto al crimen de Laura, no podemos asegurar que la culpable haya sido la policía –agrega Gian Franco–, pero sí les exigimos que investiguen y actúen. En esa provincia, hace poco, la compañera Gabriela Estrada fue atacada por varios hombres y recibió fuertes golpes en la cabeza. Todavía no se encuentra al agresor, el caso tiene riesgo de quedar encajonado. Creemos que la visibilidad ayudará y hará que la justicia se vea obligada a continuar con estas investigaciones.” Nadiha, mudada definitivamente a Buenos Aires, confiesa a Soy que tras reiteradas amenazas que crecieron con su visibilidad pública, tuvo miedo de seguir viviendo en Córdoba y decidió irse, para resguardarse y resguardar a quienes representa. Según ella, los femicidios de mujeres trans han sido tres a lo largo de este año, pero Marcela Romero dice que no, que ya son seis. Será que hay confusión estadística hasta para la misma comunidad, porque a muchos de estos ataques, y sobre todo si no llegan a ser mortales, se los mantiene velados o en secreto. “Siempre que una denuncia situaciones de presión, no termina de modo feliz. Estamos expuestas a la vulnerabilidad y en provincias conservadoras como Córdoba resalta la presión institucional (policial). El sistema no nos da respuestas concretas. El nuestro es el único grupo social en la Argentina que tiene un promedio de vida de 35, 40 años. Nosotras pedimos que se tomen estos casos y se los visibilice como lo que son, crímenes de odio”, dice Nadiha.

Una de nosotras

El pedido de justicia adquiere una forma concreta esta mañana, cuando, pese al vallado y a la cortina baja de la Casa de Córdoba, Molina y Romero logran entrar y entregar en mano una carta donde se formaliza el reclamo y se informa a la gobernación provincial que por la tarde habrá una concentración frente al Centro de Salud de Villa 9 de julio, en Villa Allende Parque. La convocatoria será mucho más exitosa que la de Buenos Aires y la vicepresidenta de la agrupación Devenir Diverse advertirá por eldoce.tv al Poder Judicial “que no pretenda encuadrar este caso como uno más de robo de la provincia”. En pocas horas, las calles de Villa 9 de julio se verán pobladas de gente. Serán alrededor de mil personas, entre vecinxs, amigxs y familiares, las que marcharán exigiendo esclarecimiento y acompañando en su dolor a Soledad, la hermana de Laura. El desmayo y la angustia no le impedirán a esta mujer desesperada cargarse al hombro la lucha. Es ella quien se ha comunicado con Attta Buenos Aires el domingo pasado para pedir ayuda. “Mi hermana era una muy buena persona, por eso todxs la querían y respetaban”, no se cansará de repetir a los medios zonales, como si se necesitara de esta aclaración. “El barrio donde la asesinaron es donde vivía, por eso tanto conmocionó –cuenta Nadiha Molina–. Así como fue ella, puede ser cualquiera de nosotras. Que no quede en el olvido pedimos, como quedan tantos otros casos de la ciudad de Córdoba. Exponerse allí en una comisaría a denunciar es exponerse a ser un blanco de violencia. Laura era parte principal del sustento de su familia. Como nos pasa a muchas de nosotras. Casi todas pertenecemos a una familia. Estamos consternadas y no podemos creer esta situación de violencia descomunal que vivió nuestra amiga, ella era una persona que no tenía grandes conflictos con nadie.”

Más allá de este caso puntual –del que se desconoce cuál será su desarrollo futuro aunque se lo pueda presentir–, un halo de sospechosa confusión ronda, en general, las muertes de las personas trans: el asesinato de Vanesa Ledesma ocurrido en el año 2001, por ejemplo, fue archivado por la Justicia como “muerte natural” pese a que la autopsia reveló signos de torturas en pies y manos.

La complicidad institucional

“Los fiscales y los jueces tienen mucha menos presión social e incentivo para investigar estas muertes –explica Iñaki Regueiro en conversación con SOY–. Obviamente hay organizaciones que se ocupan de estos casos, pero el sistema judicial ejerce mucha presión sobre el colectivo. Y la revictimación –cuando se escusa la responsabilidad sobre un crimen con argumentos como ‘se defendió porque el cliente no le quería pagar y por ende se lo buscó’–, la revictimación, decía, impacta en la falta de investigación y en el archivo de las causas. La presión mediática en materia penal es sumamente importante y en estos casos casi no la hay. Además hay redes de complicidad institucional (policial y judicial), que ha sido hasta ahora el problema principal.”

¿Desde cuándo se considera los travesticidios como femicidios?

–Hubo en el 2012 una ley que reformó el Código Penal por la cual la identidad de género fue incluida como agravante. La ley penal argentina incluye la identidad de género como uno de los casos de violencia de género. Hace poco se creó la Unidad de Registros en la Secretaria de Derechos humanos de la Nación, allí se van a registrar casos de lesbofobia, como el de la Pepa Gaitán, y también de transfobia. La ley que define el femicidio fue posterior a la de identidad de género (el concepto de identidad de género nació para el derecho a partir de esta ley, antes no existía). La Ley de Identidad de Género dio lugar a que el femicidio incluya a las chicas trans.

¿Cuál es la pena que se aplica para los responsables de estos crímenes?

–A los responsables de estos crímenes se les aplica la prisión perpetua.

¿Qué vacíos legales hay en relación con la ley antidiscriminatoria, de la cual las compañeras travestis y trans piden la reforma urgente que la misma CHA reclama desde el año 1988?

–No estaría mal que la ley antidiscriminatoria, que es de ese año, de 1988, incluyera a la identidad de género y a sus expresiones como figuras. Sí es incluida por la ley de femicidio, la 26.791, del año 2012. La primera, la antidiscriminatoria, al ser una ley vieja y establecer categorías, la deja afuera. Por supuesto que ningún juez va a considerar que una persona trans no está incluida porque en el texto de la ley no se la mencione, pero lo concreto es que no están. Falta también que los temas específicos de trans, lesbo y homofobia sean incluidos dentro de las políticas públicas que hay actualmente contra la violencia de género. Y por otra parte, falta que se conozcan cuáles son las características de las poblaciones Lgbtti y en base a eso se las incorpore en la aplicación de las políticas.

Mientras se espera la modificación de esta vieja ley, Attta, que conoce muy bien las necesidades de la comunidad que representa, junto con la mesa de diversidad de Río Cuarto acaba de presentar dos leyes en la provincia de Córdoba que de ser sancionadas cambiarían la situación de la comunidad T; se trata de la Ley de Prevención y Sanción de actos discriminatorios (que ya ha sido aprobada a nivel nacional) y la Ley Integral de Personas Trans. “Esta ley habla de la igualdad de oportunidades, laborales, de salud, del acceso a todos los servicios, de las garantías del cambio registral –explica Gian Franco Rosales– y de varias situaciones más que resolverían un montón de cuestiones previas, porque las personas trans no somos asesinadas y violentadas solamente sino discriminadas en todos los demás aspectos. Estamos seguros que con estas leyes muchos casos no llegarían hasta la violencia y el asesinato.”

Llegado el mediodía, lxs manifestantes de Attta comienzan a retirarse del brevísimo espacio que les quedó libre para visibilizar su protesta, entre la custodia de los policías, las vallas de hierro y el tránsito imparable de Callao. En tan sólo un rato la Casa de Córdoba podrá volver a levantar su pesada cortina y hacer como si nada hubiera pasado hoy. Ni ayer. Ni tampoco el sábado pasado.

 

Fallece Storme DeLarverie, activista lesbiana que participó en Stonewall

Noticia publicada en Mirales

Storme DeLarverie-activista lesbiana

Storme DeLarverie

A los 93 años fallece Storme DeLarverie, una de las lesbianas activistas más destacadas, famosa por haber participado en los disturbios de Stonewall, una serie de manifestaciones espontáneas y violentas contra una redada policial que tuvo lugar en la madrugada del 28 de junio de 1969, en el pub conocido como el Stonewall Inn del barrio neoyorquino de Greenwich Village. Frecuentemente se cita a estos disturbios como la primera ocasión, en la historia de Estados Unidos, en que lacomunidad LGTB luchó contra un sistema que perseguía a los homosexuales con el beneplácito del gobierno, y son generalmente reconocidos como el catalizador del movimiento moderno pro-derechos LGBT en el mundo. De ahí nuestra celebración del 28 de junio como Día del Orgullo. 

Storme nación en Nueva Orleans, en 1920, hija de madre negra y padre blanco, conoció desde pequeña la dificultad de ser diferente. En los años 50 participaba en un show Drag, vestida de hombre. En la década de los 60 comenzó su lucha por los derechos LGTB, la que no paró hasta que se vio afectada por demencia senil. Aún así, los que la acompañaban, cuentan que pudo apreciar y enorgullecerse de hitos como la legalización del matrimonio igualitario en Nueva York.

10 iconos transexuales de la moda

Caitlyn Jenner ha situado en el mapa a la comunidad transexual. Además de la estrella del ‘reality’ ‘Keepin’ up with the Kardashians’, otras muchas actrices y modelos han luchado por normalizar la situación de este colectivo.

Caitlyn Jenner

Caitlyn Jenner

Su confesión ante Diane Sawyer fue trascendental. Bruce Jenner puso las cartas sobre la mesa en aquella entrevista y el mundo le miró de forma diferente: Jenner se sentía mujer y quería ser identificada como tal. Después vino la atención mediática que desempolvó ante la sociedad a una desatendida comunidad transexual.

Ahora Bruce es Caitlyn. Pero la ‘celebrity’ no fue solo una portada de revista, sino que se ha erigido como la cara pública de un colectivo del que no se sabía lo suficiente. La estrella televisiva puso en el centro del huracán a la comunidad ‘queer’ y abrió el debate sobre la rigidez de los sexos.

Quién le iba a decir a aquel Bruce Jenner que cautivaba a las masas como atleta que volvería a revolucionar el mundo. Su papel en el ‘reality show’ ‘Keepin’ up with the Kardashians’ le proporcionó el escenario adecuado para poner el foco sobre la comunidad transexual.

Pero Caitlyn Jenner no está sola en su lucha por abrir el espacio a los ‘transgénero’ -una palabra que la RAE todavía no ha admitido-, sino que otras muchas mujeres han batallado por normalizar la situación de este colectivo.

Modelos y actrices como Laverne Cox -‘Orange is the New Black’- han seducido a las cámaras y al público ganando terreno a los prejuicios. Desempeñando sus profesiones han demostrado que, además de transexuales, son un montón de cosas más.

¿SOY CISGENDER?

Artículo publicado en :

MORE RADICAL WITH AGE

THE PERSONAL BLOG OF REBECCA REILLY-COOPER

Soy una mujer. Esto es algo que nunca he cuestionado. Es algo que sé con casi total certeza.

Si me hubieses preguntado hace un par de años cómo soy que soy una mujer, estoy bastante segura de que (después de mirarte extrañada por haberme preguntado semejante tontería) habría mencionado mis características sexuales secundarias: el hecho de que tengo pechos y una vagina; el hecho de que menstruo, y por tanto tengo ovarios y útero; el hecho de que tiendo a acumular la grasa corporal en las nalgas, muslos y caderas. Esta respuesta sería en parte empírica, apelando al juicio científico sobre qué características definen a la hembra de la especie humana; y en parte lingüística, basada en la asunción de que la palabra “mujer” tiene un significado común y extendido: una hembra humana adulta.

En los últimos dos años, he leído mucha más literatura feminista que en el pasado y me he sumergido mucho más en las teorías contemporáneas de género. Ahora sé que hay gente para quien tal respuesta a la pregunta “¿cómo sabes que eres una mujer?” sería inaceptable. Se señalaría que estos hechos biológicos no son necesarios ni suficientes para poder concluir que soy mujer, porque hay mujeres que no tienen pechos o vagina, y hay quien tiene pechos y vagina y no son mujeres. De modo que ¿qué otra respuesta podría dar? La única respuesta alternativa que tiene sentido para mí es decir que sé que soy mujer porque todo el mundo me trata como tal, y siempre lo han hecho. Cuando nací, mis padres me pusieron un nombre que sólo se da a niñas. Me hablaban usando pronombres femeninos, igual que los demás. Me vestían con ropas que nuestra cultura considera apropiadas para niñas, y me dejaron el pelo largo. Al crecer, los demás tomaban esas características como prueba de que era una niña -y luego, una mujer- y me trataban como tal. Se me aplaudía cuando actuaba de manera típicamente feminina y me enfrentaba a recriminaciones cuando mi comportamiento era más masculino. Esto es lo que las feministas llaman la socialización femenina, y sus manifestaciones son ubicuas. Así, si tuviese que explicar cómo sé que soy una mujer sin hacer referencia a mi cuerpo, diría: “sé que soy una mujer porque todo el mundo me trata como tal”.

Algo que he aprendido en las trincheras de las guerras de género contemporáneas es que no soy sólo una mujer. Al parecer, soy una mujer “cisgénero”. Ser cisgénero, o “cis”, se considera una forma de ventaja estructural, y por tanto poseo un privilegio sobre aquellas personas que no son cis. La primera vez que me encontré con esta palabra, se me informó de que significa simplemente “que no es trans”, y realiza la misma función que la palabra “heterosexual”: sirve para nombrar a la mayoría, para que así no establecer una norma contra otros, que serían “desviados”. Todo el mundo tiene una orientación sexual, y por tanto todo el mundo tiene su etiqueta – no sólo la gente cuya orientación es minoritaria. Parece algo digno y razonable, y así la primera vez que ví esta palabra, felizmente me autodenominé cis. Pero, ¿soy cisgénero en realidad? ¿Es éste un término con sentido que se me pueda aplicar – a mí o, de hecho, a cualquiera?

Felizmente me autodenominé cis, si cis significa no-trans, porque asumí que no era trans. Asumí que no era trans porque no tengo disforia – vivo en mi cuerpo femenino sin incomodidad, sufrimiento o angustia. Bueno, en realidad esto no es verdad, y sospecho que tampoco lo es para la mayoría de las mujeres. Como mujer criada en una cultura que nos bombardea constantemente con el mensaje de que nuestros cuerpos son inaceptables, incluso asquerosos, siento una incomodidad y una angustia enorme viviendo en mi cuerpo, de forma tal que ha moldeado mi vida y continúa haciéndolo cada día. Lo que quiero decir realmente es que nunca me ha parecido que la incomodidad y la infelicidad que siento al vivir en un cuerpo femenino se relajaran si ese cuerpo fuera masculino. Aunque mi cuerpo femenino es una fuente continua de sufrimiento y vergüenza para mí, nunca he deseado cambiarlo para hacerlo menos femenino, pasar por el quirófano para hacerlo más parecido a un cuerpo masculino. Por tanto, asumí que no era trans. Y si no soy trans, debo de ser cis.

Pero para mucha gente, esto no es lo que significa ser cis, porque esto no es lo que significa ser trans. Había asumido incorrectamente que para ser trans se debe experimentar lo que con frecuencia llaman disforia de género, pero que debería llamarse disforia de sexo – un sentimiento de angustia causado por el sexo del propio cuerpo. Sin embargo, el cambiante discurso en la política transgénero insiste en que la disforia ya no se debe considerar necesaria para que una persona sea trans. Ahora puedes ser trans incluso siendo perfectamente cómodo y feliz viviendo en el cuerpo que te tocó al nacer, y no tienes deseo alguno de cambiarlo. Esto fue una sorpresa para mí, y obviamente tiene una importancia enorme porque si cis significa no-trans, necesitamos saber qué es trans. Y sospecho que mucha gente habrá compartido mi asunción de que tiene que ver con sentir disforia. ¿Qué puede significar ser trans, si no esto?

Parece que el término “transgender” se usa de diversas maneras y personas diferentes consideran que significa cosas distintas. Una definición popular dice que “transgender es un término global que abarca personas cuya identidad de género difiere de la típicamente asociada al sexo que se les asignó al nacer”. Esto sugiere la existencia de una “identidad de género”, que normalmente se define como “la sensación interna y personal de ser hombre o mujer” o “la sensación privada de alguien de su propio género, y la experiencia subjetiva del mismo”. Luego personas trans lo son porque hay un descuadre entre su sensación interna de su propio género y las normas de género típicamente asociadas al sexo con el que nacieron.

Tal vez haya gente con identidad de género. Tal vez haya gente con una sensación interna de su propio género; un sentimiento subjetivo, personal, de que son hombres o mujeres, y tal vez puedan describir esto con sentido sin hacer referencia a sus cuerpos ni a las normas sociales que dicen cómo la gente con esos cuerpos se deben comportar. Pero yo, honestamente, carezco de esto. No tengo ninguna sensación interna de mi propio género. Si me preguntas cómo sé que soy una mujer, tengo que recurrir bien a mis características sexuales secundarias, bien a las implicaciones sociales de ser vista como una persona que posee esas características. No experimento mi género como una esencia interna, una faceta profunda e inalterable de mi identidad. Quizá haya gente que sí, aunque soy escéptica respecto a cómo podrían explicarlo sin recurrir a roles de género construídos socialmente. Pero puedo conceder en beneficio del argumento que haya gente que experimente esta forma de estado mental del que yo carezco.

Eso estaría todo bien, si realmente se me permitiera negar que yo tenga identidad de género. Pero no es el caso. El propósito de la etiqueta cis es demostrar que ser trans no es anormal o de desviados, sino simplemente una de muchas identidades de género que la gente tiene. Para poder llevar a cabo esa función, cis debe referirse a la presencia de una identidad de género específica, no simplemente a la falta de tal. Ser trans es tener una identidad de género, una que difiere de la que se asocia típicamente a tu sexo de nacimiento. Y si no eres trans, eres cis, que también es una identidad de género. De modo que si las personas trans tienen una identidad de género que difiere de las normas de género para el sexo que tienen asignado, entonces presumiblemente las personas cis tienen una sensación interna de su propio género, que es el que se alinea generalmente con las normas de género asociadas a su sexo de nacimiento.

Pero yo no tengo ninguna profunda sensación personal de mi género. Tengo cosas que me gusta hacer y cosas que me gusta ponerme. Y por supuesto, muchas de esas cosas son típicas de mujer. Pero esas cosas no me empezaron a gustar en un vacío cultural o social, sino en un trasfondo de poderosos mensajes sociales que hablan del tipo de cosas que a las mujeres les tiene que gustar, así que no es ninguna sorpresa que me acaben gustando algunas de esas cosas. Y de todos modos no creo que esas cosas reflejen nada profundo, esencial o natural sobre mi identidad. Son simplemente mis gustos y preferencias. Si me hubiese criado en otra cultura, a lo mejor tendría gustos distintos; pero seguiría siendo básicamente la misma persona.

Además, como todo el mundo, muchas cosas que me gustan no son estereotípicas de mujeres. Muchas cosas que me gustan son típicas de hombres. Igual que todo el mundo, yo no soy un estereotipo de género unidimensional, y aún participando y disfrutando de ciertos aspectos de lo que se llama tradicionalmente la condición de mujer, hay otros muchos que rechazo por ser dolorosos, opresivos y limitadores. Incluso cuando participo deliberadamente en representaciones de feminidad, como cuando uso maquillaje o me pongo ropa típicamente femenina, no veo esto como una expresión de mi identidad de género. No, me estoy ajustando a (y tal vez al mismo tiempo modificando y desafiando) un ideal socialmente construído de qué es ser mujer. Es más, una vez desconectamos todo esto de restrictivas nociones tradicionales acerca de lo que es apropiado para un sexo y para el otro, no está claro por qué llamar a todo esto “género” en vez de “cosas que me gustan” o “mi personalidad”.

Presumiblemente se debe a la comprensión de que mucha gente no se identifica incuestionablemente con las normas de género típicamente atribuídas a su sexo el que haya aparecido todo un espectro de identidades de género – si no tienes una profunda sensación interna de que eres un hombre o una mujer, entonces te puedes identificar como “no binario” o “género queer” o “pangénero”, lo cual te permite identificarte con aquellos aspectos de la masculinidad y la feminidad tradicionales y rechazar el resto. (no está claro si no-binarios o género queers se deben considerar bajo el término global trans o no: al parecer hay opiniones encontradas al respecto). De nuevo, soy escéptica respecto a cómo se puede argüir que se trata de una identidad profunda e inalterable, porque cualquier descripción de una identidad de género no-binaria inevitablemente mencionará roles de género construídos socialmente (es notable que la mayoría de varones no binarios expresan esto experimentando con ropa y apariencia femenina, en lugar de un deseo insaciable de hacer las tareas del hogar que se asocian típicamente con la mujer). Pero quizá haya de verdad gente con una profunda sensación interna y personal de su propio género como una esencia que es tanto masculina como femenina, o que no es ninguna de las dos, de una manera tal que signifique algo más que “no soy un estereotipo unidimensional”. Pero yo no me cuento entre esa gente. A pesar de apoyar ciertos aspectos de la masculinidad y la feminidad y rechazar otros, no me autodenomino género queer ni no binaria, porque nada de esto representa ninguna faceta inalterable de mi identidad. Así que como no soy trans, y no soy no binaria ni género queer, me dicen que debo de ser cis, por defecto.

Así que la una opción para mí, si quiero rechazar la etiqueta cis, es pillar alguna otra identidad de género. No se me permite negar que tenga identidad de género. Pero esto es, en sí mismo, opresivo. Hace afirmaciones falsas sobre la experiencia subjetiva de mucha gente – gente como yo que no siente profundamente su propio género, y cuya experiencia primaria con el género es como de un conjunto de limitaciones impuesto externamente en lugar de un aspecto esencial de nuestra identidad personal. Nos fuerza a definirnos de acuerdo a cosas que no aceptamos (y, como estoy aprendiendo, si nos negamos a definirnos de esta forma, esto se considera intolerancia y falta de empatía por las personas trans, en vez de un rechazo razonable de lo que significa ser cis). Si “cisgénero” fuese la descripción de un problema médico, caracterizado por la ausencia de disforia, entonces aceptaría que soy cis. Pero si cisgénero es, como parece, una identidad de género, entonces no soy cis, porque yo no tengo identidad de género. Soy una mujer. Pero no porque, en el fondo, me sienta mujer; sino porque, en el fondo, simplemente me siento persona.

2 de cada 10 jóvenes utilizan internet para encontrar sexo

Jóvenes utilizando el móvil

Jóvenes utilizando el móvil. CEDIDA

Dos de cada diez jóvenes utilizan aplicaciones móviles o páginas webpara conocer gente con la que practicar sexo. No obstante, el 40% de los que las han probado, han dejado de usarlas. Será que no todo es como lo pintan. Son datos de un estudio que ha elaborado la marca de estimulantes y complementos eróticos, Control, para conocer elcomportamiento sexual de los hombres y mujeres españoles de entre 18 y 35 años.

El porcentaje de respuestas afirmativas duplica al de los que han utilizado internet o aplicaciones si la pregunta es: ¿has practicado cibersexo? Esto es, sexo a través de la web. Y un 22% utiliza sus teléfonos móviles de última generación para enviar mensajes, fotografías y vídeos de contenido sexual. Los canarios son los que más emplean sus dispositivos con esta intención, mientras que los navarros lo siguen utilizando para llamar. Los productos estimulantes están de actualidad. Ocho de cada diez reconoce haberlos probado alguna vez. Los que más gustan a los jóvenes españoles son los lubricantes y los geles de masajes. La mitad de los encuestados ve con buenos ojos el sexo con desconocidos, mientras que el resto prefiere limitar sus relaciones a sus parejas o amigos. La salud sexual también preocupa a los autores del estudio, que revela que el método anticonceptivo más utilizado entre los jóvenes de este país es el preservativo masculino, seguido del tratamiento hormonal. Sin embargo, el tercero más utilizado es la rudimentaria ‘marcha atrás’ y un 7% reconoce no emplear ninguno. De los que utilizan el preservativo, más de una tercera parte admite no hacerlo siempre. El motivo mayoritario: la pérdida de sensibilidad.

Se suele decir que internet es una fuente de sabiduría -seguro que no lo dijo ningún sabio- y cuanto al sexo se refiere, no iba a ser menos. La mitad de los encuestados busca allí teoría sobre posturas sexuales que llevar luego a la práctica. La otra mitad se considera autodidacta y prefiere explorar por su cuenta. La educación sexual continúa siendo competencia de la administración, sólo uno de cada tres jóvenes españoles dice haber recibido charlas sobre sexo en el entorno familiar. Hábitos sexuales.

El apartado de costumbres sexuales es el más morboso de los que incluye el estudio y quizás también el menos fiable, ya que cuando a uno le hacen preguntas con cuya respuesta se juega su reputación sexual,tiende a exagerar la respuesta, como por ejemplo la cuestión del tamaño. A la mayoría de los jóvenes les gustaría mantener relaciones sexuales cada dos o tres días y esa es precisamente la frecuencia con la que un 31% de los encuestados retoza bajo las sábanas, o al menos, así lo declara. La media es de 84 veces al año, y lo deseable sería, según la juventud, elevar esa cifra hasta las 186. Los habitantes de las islas Baleares son los que más se acercan al objetivo, mientras que los vascos son los que más trabajo tienen por hacer en este sentido.

La gran mayoría dice mantenerse fiel a su pareja y el trío es la fantasía sexual preferida por los hombres, que duplican al número de mujeres que fantasean con esta práctica sexual. El sábado es el mejor día de la semana para practicar sexo y el verano la estación preferida. La hora del día no preocupa a los jóvenes españoles, cualquier momento es bueno. Los andaluces son, con una amplia diferencia sobre los catalanes, que son los segundos, los mejores en la cama, siempre según la encuesta. Los ceutíes y los melillenses se encuentran al final de esta lista. En cuanto al grado de satisfacción de sus relaciones sexuales, los andaluces vuelven a salir victoriosos, aunque esta vez son los vascos los que menos contentos están con sus encuentros sexuales. No obstante, la media es muy alta, el 80% se declara satisfecho.

La Marcha del Orgullo Gay en Jerusalén se tiñe de sangre

El hombre que apuñaló a seis participantes ya atacó este desfile hace diez años

agresion jerusalen orgullo 2015

JERUSALÉN – La bandera multicolor de la Marcha del Orgullo Gay en Jerusalén se tiñó ayer de rojo cuando seis personas resultaron heridas en un ataque con arma blanca mientras participaban en el desfile que se llevaba a cabo bajo fuertes medidas de seguridad por la oposición de extremistas religiosos. “Hemos atendido y evacuado a hospitales a seis personas con heridas de cuchillo. Tres han sufrido heridas de gravedad y otras tres están en situación moderada”, confirmaba ayer Yonatan Yagodoski, portavoz de Maguen David Adom (MDA, la Estrella de David Roja, equivalente a la Cruz Roja). Esa organización estaba prestando apoyo a la manifestación, por lo que sus servicios de emergencia “llegaron al lugar del ataque en cuestión de minutos”, añadió.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, condenó con dureza el apuñalamiento. “Es un caso muy grave y llevaremos ante la justicia a los responsables de este acto. En el Estado de Israel la libertad de elección del individuo es uno de los valores básicos. Debemos garantizar que en Israel todo hombre y mujer vivan con seguridad cualesquiera que sean sus elecciones”, señaló en un comunicado.

Según confirmó la Policía, el autor de los hechos es Yishay Shlizer, que llevó a cabo hace diez años el último ataque contra la marcha gay y que, según varias fuentes, salió de prisión hace tres semanas. El ataque tuvo lugar al final de la marcha, en el centro de la ciudad, cerca de la calle de Kerem Ayesod, sobre las siete de la tarde hora local. Según confirmó una portavoz policial, el atacante fue detenido rápidamente, lo que “impidió que continuase sus ataques y permitió seguir con la concentración”.

“Un hombre salió de uno de los laterales y se puso a apuñalar a la gente. Rápidamente se le echaron encima varios policías y lo redujeron en cuestión de segundos”, señalaba una testigo. “Había mucha sangre. Fue todo tan rápido que no nos dio tiempo a ver al autor”, añadió.

Los asistentes se quejaban de que “los homosexuales no puedan vivir con seguridad” en Jerusalén, considerada santa por las tres religiones monoteístas, que califica la homosexualidad de pecado y su ostentación un acto de osadía censurable.

La presidenta de la asociación defensora de los homosexuales Casa Abierta, Dana Sharon, dijo que se llamó a los participantes a seguir concentrados en rechazo al ataque. El presidente de Lehava, organización extremista judía que convoca cada año una contra-manifestación a la marcha gay, Benzi Gobstein, negó que sus seguidores estuviesen involucrados en el incidente. – Efe