Salud anula el diagnóstico psiquiátrico para tratar a los transexuales

El colectivo no tendrá que acreditar la patología psiquiátrica de disforia de género para entrar en el proceso de cambio de sexo

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Manifestación contra la patologización de la transexualidad en 2008 JOAN SÁNCHEZ

El diagnóstico de disforia de género ha dejado de ser condición sine qua non para que una persona transexual entre en el proceso de reasignación de sexo a través de la sanidad pública. “La transexualidad no es una enfermedad”, ha dicho el consejero de Salud, Toni Comín, y no ha de ser tratada como tal. El Departamento de Salud ha dado un giro a la atención sanitaria que recibía el colectivo para “despatologizar” el abordaje a estas personas y ha eliminado el diagnóstico psiquiátrico de las condiciones de acceso.

La puerta de entrada al sistema sanitario dejará de ser un psiquiatra con un diagnóstico de disforia de género. Los médicos de familia y Transit, la unidad especializada de apoyo, vehicularán el proceso de asistencia y acompañarán en el proceso de reasignación de sexo de las personas que quieran entrar en el circuito asistencial. Hasta ahora, para que una persona transexual comenzase el tratamiento hormonal, necesitaba estar diagnosticado con disforia de género. Alrededor de unas 437 personas están actualmente en medio del proceso de reasignación de sexo en Cataluña.

“Queremos despatologizar la realidad transexual y cómo se aborda desde el sistema de salud. Y si queremos hacerlo tenemos que ir hacia un modelo comunitario”, ha explicado este lunes el consejero. El equipo multidisciplinar de Tránsit (un médico de familia, un ginecólogo, un trabajador social, una enfermera y un psicólogo) ya está preparado junto al centro de atención primaria de Manso, en Barcelona, para dar asistencia psicosocial y sanitaria a los transexuales que decidan emprender el proceso de reasignación de sexo. Estos profesionales serán los encargados, junto a los médicos de familia, de iniciar y controlar el circuito de cada paciente.

“Queremos que este nuevo modelo recoja una visión psicosocial y de no discriminación con la identidad de género sentida, que tenga una fuerte vinculación comunitaria y que sea respetuoso con la integridad, la libertad y la autonomía de los pacientes”, ha explicado la doctora Pilar Magrinyà, directora general de Planificación en Salud. Salud también pondrá en marcha campañas de sensibilización y formación del colectivo sanitario para tratar a los pacientes y evitar la estigmatización.

“Tiene que ser una transición libre y marcada por las personas”, ha puntualizado la doctora Cristina Nadal, directora de Atención Sanitaria del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut). El Departamento revisará todos los protocolos sanitarios de atención al colectivo , pero Nadal ha matizado que seguirán prevaleciendo los criterios clínicos para acceder a una cirugía de reasignación de sexo, por ejemplo. Los requisitos para entrar en lista de espera son haber sido atendido en la unidad un mínimo de dos años, ser mayor de edad y llevar doce meses de tratamiento hormonal y doce meses de experiencia de vida real.

Para combatir las dilatadas listas de espera, sobre todo en el tratamiento quirúrgico, Salud ha inyectado alrededor de 274.000 euros en 2016 y prevé invertir otra partida de 258.000 euros mñas. Las demoras para el tratamiento hormonal alcanzan los tres meses —que es lo que tarda en visitar el endocrino— y para una histerectomía ronda los seis meses. Hay pacientes que llevan en espera desde 2010: hay 155 personas esperando para una vaginoplastia y 98 para una mastectomía (algunos desde 2011). El plan de salud también contempla un protocolo especial para la atención a menores transexuales.

Adiós a la unidad especializada del Clínic

Salud también desmantelará la controvertida unidad asistencial que había en el Hospital Clínic de Barcelona para atender desde el tratamiento hormonal hasta la intervención quirúrgica. La cirugía de reasignación de sexo, que modifica los genitales de nacimiento de una persona para que sean como los del género con los que esta se identifica, se hacía hasta ahora desde esta la Unidad de Identidad de Género (UIG) del Clínic,  de referencia para todo el territorio. Pero esta UIG ha sido muy criticada por las entidades sociales por el trato que recibían los pacientes.

“A efectos de experiencia, esta unidad no formará parte del proceso porque no es congruente con el modelo que tenemos”, ha indicado Nadal. Comín, por su parte, ha apuntado que la redefinición de este servicio es una decisión que “no está cerrada” y corresponde al CatSalut y al Clínic.

En desagravio de Turing y otros homosexuales

Reino Unido indulta a 65.000 condenados por “conductas indecentes” pero muchos supervivientes no quieren perdón sino reparación

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Alan Turing, reivindicado en una manifestación celebrada en Manchester en 2015. JOEL GOODMAN

Alan Turing era un genio de las matemáticas. Sus conocimientos contribuyeron de forma decisiva al salto científico que más tarde permitiría la revolución de la informática y fue considerado un héroe nacional por haber logrado descifrar el código Enigma que los nazis utilizaban en sus comunicaciones secretas, lo que contribuyó decisivamente a la victoria de los aliados en la II Guerra Mundial. Pero todo eso no le sirvió de nada ni pudo impedir que, unos años después, en 1952, fuera condenado por atentar contra la moral pública por mantener relaciones con otro hombre de 19 años. La sanción penal resultó devastadora para Turing. Se sometió a castración química para eludir la cárcel, pero su vida estaba destrozada. Apenas dos años después se suicidó mordiendo una manzana impregnada de cianuro.

Ahora, una ley lleva su nombre, pero no es una ley de la física, sino un hito jurídico destinado a restablecer el honor y reparar la memoria de los más de 65.000 británicos que se estima que fueron condenados bajo las ominosas leyes de la decencia moral por mantener relaciones con personas del mismo sexo. Para desgracia de miles de homosexuales, este tipo de relaciones siguen penalizadas en numerosos países, la mayoría de ellos musulmanes, pero en Reino Unido seguía abierta una herida que ahora se quiere suturar de forma definitiva con una ley impulsada por el diputado liberal demócrata John Sharkey, tras una campaña que reunió 640.000 firmas y fue apoyada por renombrados científicos y personalidades de la cultura.

Todo empezó cuando en diciembre de 2013 la reina Isabel II firmó un indulto a título póstumo para reparar la memoria y los tormentos de Alan Turing. El gesto era justo y necesario, pero ¿por qué solo Turing y no los otros miles de condenados, muchos de ellos anónimos y sin relevancia pública, que también fueron sentenciados por mantener “relaciones indecentes”? Turing hubiera estado de acuerdo. Como ha ocurrido en otros países, la despenalización aprobada en 1967 no incluía la reparación de los casos juzgados. Unos 50.000 condenados están ya muertos, de modo que la reparación es más bien simbólica. Se les cancelarán los antecedentes penales y su historial cívico quedará limpio. Pero se estima que otros 15.000 siguen con vida y en este caso, aunque la reparación incluye la supresión de antecedentes penales, la forma de hacerlo no ha satisfecho a todos.

Al contrario. La figura del indulto implica de algún modo reconocer una culpabilidad por una conducta que, de acuerdo con la nueva sensibilidad social y la correspondiente realidad jurídica, no es merecedora de sanción. No se trata, pues, de pedir perdón. Además, el procedimiento previsto obliga a cada condenado a solicitar la revisión formal de su expediente a las autoridades gubernativas. Es cierto que en algunos casos podían concurrir otras conductas que aún son delito, como mantener relaciones con menores, pero eso podría haberse subsanado de otra forma, sin necesidad de que cada afectado tenga que pedir el indulto en un procedimiento que puede ser enrevesado y oneroso.

Los transexuales en Cataluña podrán cambiarse de sexo sin diagnóstico psiquiátrico

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El colectivo LGTBI se manifestó en el Día del Orgullo Gay

BARCELONA. La Conselleria catalana de Salud ha impulsado un nuevo modelo de  atención a las personas transexuales “pionero” en Europa que elimina  el diagnóstico psiquiátrico para poder acceder a los tratamientos de  cambio de sexo, el cual se articulará a través de la atención  primaria y comunitaria con la Unidad Trànsit, situada en la calle  Manso de Barcelona.

En rueda de prensa este lunes, el conseller de Salud, Toni Comín,  ha presentado el nuevo modelo de atención a la salud de las personas  transexuales, junto a la directora de Atención Sanitaria del Servicio  Catalán de la Salud (CatSalut), Cristina Nadal, la directora general  de Planificación en Salud, Pilar Magrinyà, y representantes del  colectivo TransForma la Salut.

El nuevo modelo, que se enmarca en el Plan de Salud 2016-2020 y se  ha elaborado conjuntamente con entidades y sociedades científicas,  busca la “despatologización” del modelo de atención al colectivo  transexual, es decir, quiere acabar con la consideración de que la  transexualidad es una enfermedad.

Los transexuales podrán cambiarse de sexo en Cataluña sin diagnóstico psiquiátrico

El nuevo modelo pretende acabar con la consideración de que la transexualidad es una enfermedad

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Un grupo de transexuales. / Efe

La Consejería de Salud de Cataluña ha impulsado un nuevo modelo de atención a las personas transexuales “pionero” en Europa que elimina el diagnóstico psiquiátrico para poder acceder a los tratamientos de cambio de sexo, el cual se articulará a través de la atención primaria y comunitaria con la Unidad Trànsit, situada en la calle Manso de Barcelona.

En rueda de prensa este lunes, el consejero de Salud, Toni Comín, ha presentado el nuevo modelo de atención a la salud de las personas transexuales, junto a la directora de Atención Sanitaria del Servicio Catalán de la Salud (CatSalut), Cristina Nadal, la directora general de Planificación en Salud, Pilar Magrinyà, y representantes del colectivo TransForma la Salut.

El nuevo modelo, que se enmarca en el Plan de Salud 2016-2020 y se ha elaborado de forma consensuada con entidades y sociedades científicas, busca la “despatologización” del modelo de atención al colectivo transexual, es decir, quiere dejar de considerar la transexualidad como una enfermedad.

Hasta ahora, para poder acceder al tratamiento hormonal y quirúrgico, las personas eran atendidas desde la Unidad de Identidad de Género (UIG) del Hospital Clínic de Barcelona, que determinaba un diagnóstico de disforia de género, si bien con el nuevo sistema se redefinirá la función de esta unidad, ya que la vía de acceso se ha trasladado a atención comunitaria.

La Unidad Trànsit, que funciona desde 2012 con un ginecólogo, un médico de primaria, una enfermera, un psicólogo, un trabajador social y una persona de administración, se reforzará con 258.000 euros más, una inversión que se suma al “plan de choque” de 274.000 euros de este año para reducir las listas de espera quirúrgicas.

Según datos de salud, actualmente existen entre dos y tres meses para acceder al tratamiento hormonal y seis meses para intervenciones quirúrgicas, con una lista de espera de unos 150 pacientes para vaginoplastia y de 92 para mastectomía.

Funciones de la unidad

Este servicio atenderá la demanda de asesoramiento, el deseo de iniciar el proceso de transición y los problemas de salud derivados de este proceso, y contará los médicos de familia, pediatras y enfermeras se encargarán de hacer el seguimiento. Además, tendrá la función de formar y sensibilizar a los profesionales de la salud de otros equipos de atención primaria (EAP) para que se pueda desplegar progresivamente en el territorio; participar en el despliegue territorial; dar respuesta a las consultas virtuales a dudas de otros profesionales de la salud, y realizar cursos, talleres y actividades para estos profesionales.

Cada año, 93 personas en Cataluña inician esta transición y la cifra total de personas que están en cualquier fase del proceso se eleva a 437, según el departamento, que pronosticó un “claro efecto llamada”, porque hasta ahora mucha gente acudía a la privada, ha estimado Cristina Nadal.

En concreto, el modelo plantea acaba con la necesidad de justificar la identidad de género y de comunicar las preferencias sexuales; da autonomía para tomar decisiones y consentimiento informado, y entiende la transición como opcional y marcada por la persona -cuando y hasta donde decida-.

Salud ha implantado el nuevo modelo tras detectar incongruencias entre demanda y oferta sanitaria: “Se trata de que tengamos la identidad que tengamos, el sistema sanitario nos trate como personas”, ha defendido Nadal.

El sistema también incluye la atención a la salud de menores transexuales con equipos multidisciplinares, por lo que se velará para permitir la expresión de la identidad de género del pequeño; ayudar al proceso de transición; promover un entorno social y familiar respetuoso; el bienestar integral del menor, y permitir el acceso al tratamiento bloqueante y hormonal.

Disculpas del Clínic

En la rueda de prensa, el director del Hospital Clínic, Josep Maria Campistol, que ocupa el cargo desde hace nueve meses, ha pedido disculpas al colectivo transexual por si se han sentido ofendidos en la atención recibida; ha calificado el nuevo plan de “paso adelante”, y ha ofrecido su máxima colaboración al Servicio Catalán de la Salud (CatSalut) y al departamento.

Según Lina Moreno, portavoz de TransForma la Salut, el modelo vigente hasta ahora era “inaceptable” y ha reivindicado el derecho a la autodeterminación del género sentido; y Nac Bremon -también miembro de la entidad- ha aplaudido que el nuevo planteamiento considera la transexualidad como camino vital y no como enfermedad y ha reclamado el cierre de la UIG.

El demonio que acecha a los homosexuales (y del que nadie habla)

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Imagen de archivo de una concentración homosexual EFE

Hacía tres años que no me encontraba con mi primer novio, digamos que se llama Steven. En junio, cuando entró al pub de Brixton, me quedé impresionado. Cuando lo conocí, hace diez años, le gustaba practicar deportes y era un poco maniático de la salud. Más allá de alguna que otra típica borrachera estudiantil, mantenía bastante su compostura. El Steven de ahora tenía las pupilas dilatadas, marcas rojas en los brazos, y hablaba como un loco moviendo la cabeza de un lado a otro de forma errática. Se había hecho adicto a la metanfetamina y abusaba del alcohol y de otras drogas.

La historia de Steven dice mucho sobre la silenciosa crisis de salud que afecta a los hombres homosexuales. En general, la frase “crisis de salud” vinculada con la palabra “gay” remite a la catástrofe del VIH que causó estragos en la comunidad homosexual y bisexual durante los años ochenta. En el mundo desarrollado y aunque el tratamiento pueda provocar problemas de salud, el VIH ya no significa una sentencia de muerte.

En el Reino Unido, se calcula que unos 6.500 hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres viven con infecciones no diagnosticadas. Una amenaza mucho mayor es la angustia, natural en una sociedad plagada de homofobia, cuya consecuencia directa es el abuso de alcohol y drogas.

Steven lleva 66 días limpio. Ha aceptado el tratamiento con entusiasmo y es uno de los voluntarios en su grupo de apoyo local. ¿Pero por qué, igual que tantos otros hombres homosexuales, sucumbió Steven a las adicciones?

Steven tenía solo 15 años cuando se declaró homosexual. Sus padres lo llevaron a una pseudoclínica dirigida por fundamentalistas cristianos para curar su homosexualidad. No lo recuerda con resentimiento. “Sé que me aman y que hicieron todo lo que pudieron”, dice Steven. “No sabían qué era lo que necesitaba, así que se fijaron en su propia experiencia: vivían en una cultura que dictaba que si eras homosexual era una desgracia. Además de quedarte solo contraerías sida y tendrías muchas dificultades para vivir. Mis padres sentían que realmente estaban tratando de ayudarme”.

Pero el problema iba mucho más allá de su familia. En los primeros años del nuevo milenio, el que se declaraba homosexual durante la adolescencia se exponía, casi sin excepción, a sufrir acoso escolar, a quedarse sin personas que le sirvieran como modelo y a sufrir la intensificación del discurso homófobo en los medios. “Al sumarlo todo, el resultado fue que me quedé aislado y pensando que el problema era yo”. La internalización de ese tipo de vergüenza a tan temprana edad deja daños que tardan mucho en curarse y sirve para comprender la difícil situación que atraviesa Steven en la actualidad.

Matthew Todd, exeditor de la revista Attitude, abordó el tema en su magnífico, y perturbador, libro Straight Jacket, publicado recientemente. Todd identifica una serie de problemas que la mayoría de hombres gays, si fueran honestos, podrán reconocer: “Niveles desproporcionadamente altos de depresión, daño autoinfligido y suicidio; no son infrecuentes los problemas de intimidad emocional… y en la actualidad hay una pequeña pero significativa subcultura de hombres que consumen, algunos hasta inyectándoselas, drogas muy peligrosas. A pesar de que los centinelas de la maquinaria de relaciones públicas homosexuales las tratan de simple histeria, son drogas que están causando la muerte de muchas personas”. En su libro, Todd menciona una preocupante lista de amigos, conocidos y famosos miembros de la comunidad homosexual que lucharon contra las adicciones y terminaron quitándose la vida.

Las estadísticas son realmente alarmantes. Según un informe de Stonewall, en 2014, el 52% de los jóvenes de la comunidad LGTB dijo que en algún momento se había provocado heridas; un impactante 44% había considerado quitarse la vida; y un 42% había buscado ayuda médica para tratar la angustia. Con frecuencia, el uso indebido de alcohol y drogas es una forma nefasta de automedicación para enfrentar la angustia subyacente. Según un estudio reciente de la Fundación LGTB, el consumo de drogas en el colectivo LGTB es siete veces mayor que el de la población general; el exceso de alcohol es el doble de común entre hombres homosexuales y bisexuales; y la dependencia de sustancias es marcadamente más alta.

¿Por qué pasa esto? Según Todd, “es una vergüenza que nos impusieron desde niños y a la que estamos sometidos culturalmente”.

El problema que tienen los homosexuales no es su sexualidad, sino la actitud de la sociedad ante ésta. “Nuestra experiencia ha sido crecer en una sociedad que todavía no acepta del todo que las personas puedan ser otras cosas además de heterosexuales y cisgénero (persona que se identifica con el género que le asignaron al nacer)”.

Aún se siente el peso de siglos de odio e intolerancia y la discriminación legalizada, hasta hace poco vigente.

Todos los hombres homosexuales y bisexuales, así como las mujeres y las personas transgénero, crecen en medio de la violencia homofóbica y transfóbica. La palabra “gay” se usa en los patios de juego como sinónimo de todo lo malo.

En su mayoría, las películas y los programas de televisión no han tenido personajes LGTB bien definidos, que causen empatía. Muchas veces recurren a los vulgares clichés homófobos. En casi cualquier lugar público, la imposibilidad de andar de la mano con alguien a quien amas sirve como un amargo recordatorio de que una gran parte de la población aún te margina. Declararse homosexual, un proceso que no sucede una vez, sino que se repite hasta el cansancio en diferentes contextos, implica un constante estrés. Para los que creen que inevitablemente todo está mejorando, un dato alarmante: desde el referéndum del Brexit, los delitos por homofobia aumentaron un 147%.

La sociedad ha dañado (y sigue dañando) a la comunidad LGTB. Y eso no es exagerar lo que está sucediendo (me enfoco en mi experiencia personal como homosexual): ser homosexual no significa estar en un estado miserable. Como dice Todd, hay una gran cantidad de personas homosexuales satisfechas y exitosas y, en los últimos tiempos, ha habido avances extraordinarios, como el matrimonio igualitario.

Para la gran mayoría del colectivo LGTB, declararse homosexual es como salir a respirar: la alternativa es mucho más deprimente. Pero esta es una crisis de salud de la que no se habla demasiado: la combinación nociva de angustia con abuso de drogas y alcohol.

Es una crisis por la que no se está haciendo nada. A pesar de las promesas del gobierno de garantizar con la misma eficacia los servicios de salud física y los de salud mental, la organización británica de salud mental MIND informó el año pasado de que la financiación de los servicios de salud mental se había recortado un 8% desde 2010. Según la ONG King’s Fund, los recortes contribuyeron a “generalizar la evidencia de una atención de mala calidad”. En particular, un gran número de servicios para LGTB han quedado devastados: como lo señaló la federación de sindicatos TUC en 2014, los servicios “ya estaban trabajando con un presupuesto ajustado. Algunos sufrieron recortes de hasta un 50%”.

Por culpa de la vergüenza internalizada, a menudo la comunidad LGTB tiene dificultades para hablar con una sola voz de los problemas que enfrenta. Siempre existe el peligro de reforzar los estereotipos perjudiciales que ya han causado tanta angustia. Pero debemos enfrentar la crisis que está perjudicando a la salud y cobrándose vidas. Además, la sociedad tiene que asumir su responsabilidad: su constante negativa a tratar a la comunidad LGTB como iguales es la causa de tanto dolor. Si el Gobierno de Theresa May realmente quiere demostrar que es algo más que una banda que hace versiones del Ukip, tal vez deba tomar en serio este asunto y reconsiderar los recortes de David Cameron. La vida de la comunidad LGTB depende de ello.

Traducido por Francisco de Zárate

CORRECCIÓN: En la primera versión de este artículo había un error de traducción en la que se decía “el problema que tienen los homosexuales no es su sexualidad, sino cómo ve la sociedad esa elección”. La traducción correcta es: “El problema que tienen los homosexuales no es su sexualidad, sino la actitud de la sociedad respecto a ésta”.

Las transexualidad no es una enfermedad mental

Con motivo del Día Internacional por la Despatologización Trans, que este año 2016 se ha celebrado el 22 de octubre, los colectivos LGTBI y las personas transexuales se han movilizado para exigir que, de una vez por todas, la transexualidad deje de ser considerada como un ‘trastorno de la identidad sexual’. Es decir, que las personas transexuales dejen de estar psiquiatrizadas y no dependan del control diagnóstico de las instituciones médicos-psiquiátricas. Reclaman, frente a esos poderes, la autogestión de género que corresponde a toda persona libre. En España, han pasado más de nueve años desde la aprobación de la Ley de Identidad de Género que requiere de una modificación que no llega: la eliminación de la actual necesidad de un especialista que lo identifique como un trastorno, algo que ya han dejado atrás países como Noruega, Dinamarca, Argentina e, incluso, Irlanda, Malta o Nepal.

Lo que los activistas persiguen es algo tan razonable a estas alturas como que las personas trans puedan decidir su sexo registral, es decir, cómo son reconocidas legalmente, de modo que haya una relación de equidad entre quienes realmente son y quienes los papeles dicen que son. Salvo ciertas normas autonómicas que han incorporado el principio de despatologización, en España las personas trans que quieran cambiar su sexo registral deben estar diagnosticadas de ‘disforia de género’ y haber recibido tratamiento hormonal durante al menos dos años. En el DNI pueden cambiar su nombre pero no el sexo que les fue asignado en el nacimiento. Ese cambio debe autorizarlo un juez tras esos requisitos que suponen que la persona trans pase por reconocer que es una enferma mental.

Las personas trans no son enfermas mentales, algo que la mayoría de la gente comprobaría si la estigmatización y la patologización históricas no las mantuvieran en una radical discriminación en todos los ámbitos de relación social: familiar, educativo, laboral, administrativo, mediático. Discriminación tan agresiva que a la mayoría de la gente no trans le haría necesitar tratamiento psicológico: ha provocado mucha marginación, mucha exclusión, mucho sufrimiento y mucho suicidio. La enfermedad, pues, la tiene una sociedad que mantiene una concepción del género binaria, cerrada e impositiva. Una concepción represora, por cuanto quien se decida por el ejercicio al derecho de autodeterminación de su género habrá de pasar por el examen de una presunta autoridad, que casi siempre es incompetente por ideologizada y obsoleta, y a los hechos podemos remitirnos: el intervencionismo patologizador no solo es un error científico sino que además conlleva una injusticia que, como tal, lejos de mejorar la vida de las personas trans supone para ellas graves perjuicios en su día a día (desde la imposibilidad de abrir una cuenta bancaria a la reducción al extremo de conseguir un puesto de trabajo). Se trata, por tanto, de una cuestión política.

El 82% de las personas transexuales ha sufrido una agresión física a lo largo de su vida. Se dice pronto. La violencia contra ellas suele comenzar en la infancia, arropada por un sistema educativo que no las protege del acoso de los demás (un acoso que a su vez procede de la ignorancia derivada de una pedagogía también binarista, incapaz ante la diversidad), y alcanza su cota más alta contra las mujeres trans (muchas víctimas lo son en el contexto del trabajo sexual, que se ven obligadas a ejercer porque todo el proceso anterior las ha dejado fuera de otras opciones de supervivencia). Certeramente, Mané Fernández, activista transexual y portavoz de FELGTB, lo denomina “transfeminicidio”. Él mismo ha resumido lo que, para nuestra vergüenza, es en un altísimo porcentaje la vida de una persona trans: “La vida no me ha tratado bien. He tenido que pagar mucho por una deuda que no era mía, ni quería contraer. Fue una deuda que me vino impuesta y la sociedad se encarga de recordármela casi todos los días”.

Para que ese recuerdo se borre de manera definitiva del imaginario colectivo, debemos apoyar al activismo que reclama unos derechos que son humanos. Manifestar nuestro rechazo a la patologización de la diferencia. Celebrar, por el contrario, la diversidad. Estamos hablando de los cuerpos de otras personas, sobre el que solo ellas son, han de ser, soberanas. Y estamos hablando de una sociedad que por definición será mejor si fomenta la libertad y felicidad de todas. Una sociedad, entonces sí, más sana.

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¿Pornografía en las aulas? Podría ser una buena idea

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Póster de la película Nymphomaniac, de Lars Von Trier.

La semana pasada solté una bomba en un festival literario cuando, en respuesta a una pregunta sobre pornografía, sugerí que debía considerarse la idea de que los alumnos miren y analicen ese tipo de material en el colegio. Fui acusada (en las redes sociales, por supuesto) de ser un peligro para los pobres niños y, sí, también recibí mi primera amenaza de muerte en Internet.

Me pregunto qué piensan estos supuestos adultos sobre lo que nuestros jóvenes están haciendo en cuanto al sexo. Internet es el “Lejano Oeste” de la era de la información, y las generaciones más jóvenes son mucho más versátiles que las anteriores a la hora de adentrarse en los confines más sórdidos de la red.

Los adolescentes siempre se sienten atraídos por el lado más obsceno de la cultura. En otra época era  El amante de Lady Chatterley el que pasaba de mano en mano por toda la clase entre risitas, oculto bajo un libro de matemáticas para principiantes.

En los noventa fueron las revistas para hombres. Las madres feministas se las vieron canutas tratando de explicar a sus hijos que la explotación de las mujeres (eso de pegar pósteres de mujeres semidesnudas en la habitación) no era una buena idea. Era difícil porque esos padres tampoco querían que sus hijos pensaran en el sexo como algo sucio, o que sintieran que no podían compartir con ellos la curiosidad de esta etapa. Pero había que hacerles entender que nunca se debe tratar a las mujeres como objetos.

Hoy puede ser un teléfono inteligente, una tableta o un portátil, siempre en el bolsillo o en la mochila, listos para una selfie. Los padres deben saber para qué están usando la tecnología sus hijos. Por lo general, hacen más cosas con ella que buscar en Internet el significado de una palabra o llamar a casa para avisar de que están bien.

siento mucho que no hayamos sido capaces de traspasar a nuestras hijas y nietas el conocimiento que nosotras, como jóvenes feministas, recopilamos acerca de las relaciones sexuales y el placer.

Formo parte de la generación del baby boom, que creció durante la revolución sexual, y siempre me hizo gracia esa idea de que el destino de una mujer era, como dicen aquí, “recostarse y pensar en Inglaterra”. En mi época, la educación sexual solía centrarse en el miedo al embarazo, a las infecciones y a la pérdida de la decencia; algo que, según me dicen, sigue vigente en muchos casos hoy.

Pero teníamos anticonceptivos gratis y seguros, el sida no existía y descubrir lo que nos daba placer era asunto nuestro. Libros como Nuestros cuerpos, nuestras vidas nos dieron la información y movimientos como el de Liberación de las Mujeres nos animaron a familiarizarnos con nuestros genitales usando un espejo y una linterna.

Había reuniones para tratar estos temas en grupo. Yo no participé, pero siento mucho que no hayamos sido capaces de traspasar a nuestras hijas y nietas el conocimiento que nosotras, como jóvenes feministas, recopilamos acerca de las relaciones sexuales y el placer. Para ellas todo parece haber vuelto a épocas anteriores, o tal vez peores.

Algunas de las últimas noticias reflejan la dominación masculina por la que aún transitan las mujeres. Por ejemplo, Donald Trump, cuando dice que cuando ve a una mujer hermosa, simplemente empieza “a besarla”: “Me atraen como un imán, solo las beso, no puedo esperar”. O el detalle de que el futbolista Ched Evans (absuelto de los cargos por violación la semana pasada) no le habló a la demandante ni antes, ni durante ni después del acto sexual (Evans anda ahora diciendo que la gente “tiene que educarse sobre la relación entre el alcohol y el consentimiento en las relaciones sexuales“).

A estas alturas todos sabemos de sobra lo que está sucediendo con los niños en el colegio, con comportamientos que a menudo terminan en vergüenza y pena. ¿Qué clase de padres no advierten a sus hijos sobre el peligro de la foto de un miembro viril? ¿O de que una selfie sin ropa termine siendo compartida de forma inapropiada y su protagonista sea humillado por todos?

Los adolescentes curiosos también pueden acceder de forma instantánea a sitios web que probablemente horrorizarían hasta al más moderno de nosotros. He visitado unos cuantos para investigar y creo que todos los padres deben preocuparse. Lo que ofrecen es muy desmoralizador, incluso en los dedicados al sexo “normal”, no ya en los que se meten en temas como el abuso o lo perverso.

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Jóvenes aprender a poner un condón durante un talller sobre sexualidad.

No he visto ni uno en el que la mujer no sea otra cosa que una proveedora de placer para uno o varios hombres. Estas mujeres no tienen vello corporal y el sexo es tanto anal como oral. Al parecer, el anal es siempre placentero para ellas, dan sexo oral y gritan mucho, como si disfrutaran. Son actrices, por supuesto. Los gemidos están sólo porque la película necesita una banda sonora.

¿Por qué no gritas como en las películas?

Pero no es así como lo interpretan las chicas. En un libro muy importante, “Girls and sex”, la periodista estadounidense Peggy Orenstein habla de sus entrevistas a unas 70 chicas y mujeres jóvenes de entre 15 y 20 años. Sus conclusiones concuerdan con el trabajo de la National Union of Students del Reino Unido: el 60% de los jóvenes confiesa haber utilizado la pornografía como fuente para la educación sexual.

Una de las chicas entrevistadas por Orenstein contó que su novio le preguntaba por qué no gritaba como en las películas. Según un estudio entre alumnos encargado por la revista médica British Medical Journal, son los varones los que presionan por el sexo anal. A Orenstein las chicas le dijeron que habían sido obligadas a practicarlo y que había sido una experiencia dolorosa. También hablaron de sexo oral con ella: los varones esperaban recibirlo pero ellos nunca se lo hacían a ellas. También le dijeron que no disfrutaban cuando tenían que hacerlo pero que lo que ellas querían “no importaba”. ¿Cómo? ¿Las chicas no creen tener derecho a la reciprocidad?

Según un estudio nacional sobre el sexo en EEUU, la sexualidad femenina se ve perjudicada por una cultura donde la pornografía, sin ningún tipo de análisis, es el método de educación sexual (así es como la usa el 60% de los adolescentes de ambos sexos). La experiencia sexual de estas chicas se convierte en un “acto para complacer a los hombres”. En los últimos años, tanto en el Reino Unido como en EEUU, la tasa de embarazo en adolescentes ha caído de forma muy marcada. La conclusión obvia de los dos informes es que el coito vaginal ha pasado de moda: ahora lo que se impone es el sexo oral y anal.

Los jóvenes necesitan ser guiados. Descansamos despreocupadamente en los profesores para que velen por la seguridad de nuestros hijos durante todo el tiempo que pasan fuera de casa y además esperamos que les enseñen a desarrollar el pensamiento crítico.

¿Por qué no sacar al sexo de la educación sexual? Su lado físico y científico podría incluirse en las clases de biología. Y en lugar de educación sexual, chicos y chicas podrían recibir educación de género. Es un nombre que asustaría menos a esos padres que no quieren saber que sus bellos retoños están haciendo travesuras de manera desinformada y secreta, fuera de casa. No pido que se eliminen las clases de educación sexual, solo que tenga otro nombre y estructura.

A los adolescentes de 15 años se les podría mostrar ejemplos de pornografía. Así como les pedimos que evalúen con seriedad el contenido de otros tipos de películas, libros, diarios o programas de televisión, también tendrían la oportunidad de evaluar y discutir sobre la pornografía. Con la ayuda del profesor, podrían desarrollar el criterio necesario para entender las imágenes con las que son bombardeados.

Todo joven tiene derecho a ser informado. La información es poder y permite a las chicas decir “no, no quiero hacer eso” y “lo que realmente me gusta es esto”. Si los chicos aprenden que las chicas tienen el mismo derecho al placer que ellos, podría ser el inicio de una vida sexual mucho más sana para todos esos jóvenes por los que tanto nos preocupamos.

El nuevo libro de Jenni Murray se llama A History of Britain in 21 Women: A Personal Selection (La historia del Reino Unido en 21 mujeres: una elección personal).

Reino Unido indultará a 65.000 condenados por ser homosexuales

Los 15.000 que siguen vivos deberán solicitar acogerse a la llamada ‘ley Turing’

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Alan Turing, de joven.

Reino Unido indultará a decenas de miles de hombreshomosexuales y bisexuales británicos condenados por mantener relaciones con personas del mismo sexo; una práctica considerada delito en Inglaterra y gales hasta 1967. A través de una enmienda a la legislación promovida por el Gobierno, se exonerará a más de 50.000 hombres; la mayoría ya fallecidos. Quienes ya no estén con vida, recibirán automáticamente el indulto póstumo y el delito desaparecerá de su historial de antecedentes penales. Sin embargo, los alrededor de 15.000 penados que aún están vivos sólo podrán obtener el perdón formal tras enviar una solicitud al Ministerio de Interior, que estudiará cada caso.

La medida, iniciada tras una campaña liderada por los liberal-demócratas, es consecuencia de la llamada Ley Turing, que hace referencia al caso de Alan Turing (1912-1954), el genio matemático que descifró el código Enigma utilizado por los nazis en sus comunicaciones. Considerado entonces un héroe nacional por haber contribuido a la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, fue condenado en 1952 por atentar contra la moral pública por su relación con un hombre de 19 años. Turing declinó defenderse y se sometió a castración química para evitar la cárcel. Dos años después se suicidó en su laboratorio tras morder una manzana con trazas de cianuro, según la investigación oficial.

El 24 de diciembre de 2013, la reina Isabel II promulgó un edicto que concedió a Turing el indulto a título póstumo. Un hecho que el entonces primer ministro David Cameron celebró en un tuit: “Me alegro de que Alan Turing haya recibido un indulto real. Al descifrar el código Enigma en la Segunda Guerra Mundial jugó un papel fundamental en la salvación de este país”. En seguida comenzaron a elevarse voces que exigían que la medida se extendiera a los miles de homosexuales, famosos o anónimos, perseguidos en el pasado por su orientación sexual. La protesta popular cristalizó en una campaña que en 2015 logró reunir casi 640.000 firmas y que contó con el apoyo de figuras públicas como Stephen Hawking o el actor Benedict Cumberbatch, que interpretó a Turing en la película The imitation game.

El diputado liberal demócrata John Sharkey, que fue quien impulsó la iniciativa legal que consumó el perdón a Turing, aplaudió el acuerdo que permitirá cambiar la ley: “Es un día trascendental para miles de familias en todo el Reino Unido que han estado haciendo campaña por este asunto durante décadas”. El conservador Sam Gyimah, un alto cargo del Ministerio de Justicia, señaló: “Es enormemente importante que indultemos a las personas condenadas por delitos sexuales pasados que hoy serían consideradas inocentes de cualquier crimen”.

Para otros, sin embargo, la enmienda se queda corta. Paul Twocock, de la organización Stonewall, que defiende los derechos de la comunidad de gais, lesbianas, transexuales, bisexuales e intrsexuales (LGTBI), considera que la medida “no llega lo suficientemente lejos”. En declaraciones a la BBC, el escritor y activista George Montague, que fue condenado en 1974, exigió una disculpa en lugar de un indulto: “Aceptar un indulto significa que aceptas que eras culpable. Yo no fui culpable de nada; sólo de estar en el lugar incorrecto en el momento inoportuno”.

Por su parte, el diputado John Nicolson ha propuesto que el indulto general se aplique también a los vivos sin necesidad de que tengan que solicitarlo expresamente. Su proposición se debatirá este viernes en el parlamento, pero el Gobierno ya anunciado que no la apoyará. “Un indulto general, sin las investigaciones detalladas del Ministerio de Interior, podría hacer que personas culpables de infracciones que todavía se consideran delito hoy reclamen ser exoneradas”, ha asegurado Gyimah. “Nuestra vía será más rápida y más justa”.

Mantener relaciones homosexuales consentidas entre mayores de 21 años se despenalizó por primera vez en Inglaterra y Gales en 1967 (en Escocia sucedió en 1980 y en Irlanda del Norte, en 1982), aunque la ley seguía siendo discriminatoria con respecto a los heterosexuales y observaba excepciones, como una edad de consentimiento sexual mayor, que en años posteriores se fueron subsanando.

El pasado mayo, el Gobierno alemán dio un paso similar al anunciar queindemnizará y eliminará los antecedentes de miles de hombres condenados hasta 1994 por ser homosexuales, una práctica que el Código Penal alemán castigaba con hasta seis años de prisión.

El 60% de los nuevos casos de VIH en España están provocados por pacientes aún no diagnosticados

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Test de detección del virus del VIH en una farmacia. EL MUNDO

Hasta un tercio de los enfermos con el virus del sida presentes en España desconoce que está infectado. Este hecho da lugar a un diagnóstico tardío en el 48% de los casos, favoreciendo nuevos contagios en un 60%, de los casi 4.000 nuevos casos registrados cada año.

Así lo ha asegurado el jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal, Santiago Moreno, durante la presentación de la última campaña de la Coordinadora Estatal del VIH y sida (Cesida) avalada por el Ministerio de Sanidad con motivo del Día de la Prueba del VIH que se celebra este jueves 20 de octubre. La campaña -bajo el nombre ‘Prueba cerca de ti’- se realiza para favorecer el diagnóstico precoz del virus.

El experto lamenta la falta de generalización en servicios sanitarios de la prueba del VIH: actualmente sólo se lleva a cabo de forma sistemática en mujeres embarazadas y donantes de sangre, tejidos u órganos, a pesar de tener una fiabilidad del 100% y costar apenas tres euros. “Cualquier análisis de sangre por otro motivo resulta más caro”, ha aseverado. Por ello, y a pesar de que es necesario concienciar a la población de la importancia de realizársela, Moreno también ha denunciado la falta de implicación de las autoridades sanitarias en un problema que, a su juicio, es “fácil de arreglar” con un mayor uso de la prueba. La misma permitiría tratar antes a los pacientes y evitaría nuevos contagios.

“La cura tenemos que seguir esperando a que alguien la invente, pero para diagnosticar a los infectados ya tenemos la solución”, ha defendido este experto, que recuerda que en otros países donde han sido “más agresivos” con sus políticas, como Estados Unidos o Reino Unido, el porcentaje de pacientes no diagnosticados es de apenas un 13-15%. Otros como Suecia dicen estar a punto de acabar con los nuevos contagios.

Lejos del objetivo de la OMS

Además, España se encuentra actualmente lejos de alcanzar uno de los objetivos fijados por la ONU para el año 2010: el correcto diagnóstico del 90% de los afectados por el VIH. “En los otros dos objetivos -que un 90% de quienes conozcan su diagnóstico puedan acceder al tratamiento antirretroviral y tengan un nivel de carga viral no detectable- estamos muy bien y tenemos cifras incluso superiores, el problema es el diagnóstico”, ha reconocido.

Una de las causas de este infradiagnóstico es el miedo al resultado positivo y el estigma que se sigue asociando a la enfermedad. “El principal problema no es ver qué pasará con su salud, sino la incertidumbre de lo que pensará su entorno social y familiar”, ha añadido Juan Ramón Barrios, presidente de Cesida.

El VIH se ve como “algo del pasado”

Asimismo, la baja percepción del riesgo real de la enfermedad supone un hecho preocupante. Esto propicia el repunte de nuevos casos entre la población más joven que piensa que el VIH “es algo del pasado”. Pese a todo, ha añadido Moreno, los jóvenes de 25 años siguen representando apenas el 10% de los nuevos casos y la edad media del diagnóstico se sitúa en los 37 años. “La inmensa mayoría es gente madura que sabe de qué va la historia. Se le ha perdido el miedo”, lamenta este experto.

Además, insisten en focalizar las campañas de diagnóstico precoz entre la población homosexual. La transmisión en hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres sigue siendo la más frecuente: un 53,9% de todos los casos. “A pesar de ser el grupo más mentalizado también son los que más descuidan las precauciones”, ha insistido Moreno.

Por todo ello, la campaña busca generalizar el uso de la prueba que, según recuerdan, es gratuita, sencilla de realizar y totalmente anónima. “Si el resultado es positivo, la persona tiene la posibilidad de iniciar el tratamiento cuanto antes, y sus efectos son más beneficiosos cuanto más precozmente se inicia”, ha recordado Barrios. En ello coincide la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), que se une al Día de la Prueba del VIH llamando a la ciudadanía a conocer su estado serológico como forma de prevención. Esto se lleva a cabo para fomentar el diagnóstico precoz y evitar, de esta forma, una merma de la salud de quienes viven con esta enfermedad.

La ‘ley Alan Turing’ perdonará a miles de gays ya muertos

Reino Unido aprueba una ley que indulta a 65.000 convictos de ‘indecencia’

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Un grupo de gays celebran una fiesta en Manchester. MUNDO

El Gobierno británico ha aprobado una ley, conocida como la ‘ley Alan Turning’que perdonará a 65.000 gays y bisexuales, convictos del delito de “indecencia”, de los cuales unos 15.000 están vivos y 50.000 fallecidos. Alan Turning (1912-1954) es el matemático y científico que descifró el código secreto que hacían servir los alemanes para atacar en la Segunda Guerra Mundial. En 1952 Turning fue declarado culpable de “actos indecentes” con un joven de 19 años de edad y castrado químicamente. Murió en 1954 tras mordisquear una manzana envenenada con cianuro en una muerte que se calificó oficialmente como suicidio.

El calvario que padeció Alan Turning por su homosexualidad ha sido la bandera de las organizaciones que han reclamado su perdón. El gobierno británico le indultó a título póstumo en el 2013 y desde entonces organizaciones gays, arropadas por algunos políticos, han reclamado la ‘ley Alan Turning’ para todos los convictos de un delito que desapareció en la década de 1960. El Gobierno ha aprobado la ley abriendo la puerta a los 15.000 vivos convictos de “indecencia” que pueden solicitar al ministerio del Interior la destrucción o abolición de los respectivos antecedentes penales o fichas criminales.

La decisión del Gobierno ha provocado diferentes reacciones. Mientras organizaciones gays han dado la bienvenida a la ley que se aplicará de forma inmediata, algunos afectados, como George Montague, ha dicho que “no quiero perdón, lo que quiero es una disculpa institucional porque no soy culpable de nada, de lo único que soy culpable es de estar en el lugar erróneo en el momento erróneo”. Las relaciones sexuales consentidas entre dos adultos del mismo género estuvieron tipificadas como delito hasta 1967.

Rachel Barnes, sobrina-nieta de Alan Turning, y activa en la campaña que perdonó a su tío-abuelo, ha manifestado a la BBC que “es una pena para todos que mi tío que fue el descifrador del código secreto y con ello salvó a miles de personas y que tenía una mente extraordinaria, sin embargo, es conocido por su homosexualidad y por el juicio que le avergonzó públicamente, lo bueno de él ha quedado escondido detrás del escándalo sexual que ahora ya no lo sería”.