Orgullo madrileño, vergüenza vaticana

DAVID TORRES

La fiesta más loca y despendolada de todas las celebraciones del Orgullo Gay no tuvo lugar en Madrid, sino en el Vaticano, en el apartamento del ex secretario del cardenal Francesco Coccopalmerio, que tiene un apellido como para bautizar un reservado en Chueca. De hecho, el apartamento está ubicado en el palacio del Santo Oficio, y la policía tuvo que intervenir después de varias quejas de los vecinos por el escándalo de los coches que no dejaban de llegar al guateque. Los agentes intervinieron un vehículo de lujo con matrícula de la Santa Sede que supuestamente habían usado para transportar drogas. El funcionario sacerdotal fue enviado primero a un hospital para desintoxicarse y después a un retiro espiritual en un convento. Salir del sagrario siempre ha sido algo más fácil que salir del armario, que por algo los curas llevan falda. Probablemente lo del tercer género lo inventaron ellos, en dura competencia con los clanes escoceses.

La noticia de esta sacrosanta orgía ha coincidido con el juicio contra el cardenal George Pell, responsable de finanzas del Vaticano y consejero directo del Papa Francisco, implicado en un tenebroso asunto de abusos a menores en Australia. Se ve que muchos sacerdotes no acaban de entender aquel mensaje cristiano de “dejad que los niños se acerquen a mí”. Prefieren acercarse ellos. George Pell es conocido, entre otras cosas, por su abnegada defensa en el caso de Gerard Ridsale, un violador de niños en la escuela de Saint Alpius en Ballarat, en el estado australiano de Victoria, un centro escolar célebre por los abusos cometidos contra los alumnos. Ridsale fue condenado a 18 años de cárcel por 54 acusaciones de violación. Las cifras son monstruosas: durante la década de los setenta hubo unos cuatro mil casos denunciados de pederastia sólo en Ballarat, y la policía calcula que al menos cuarenta suicidios en la zona de Victoria están relacionados con estos abusos.

¿Qué ha hecho la Iglesia Católica ante esta catarata de mierda? Su especialidad: lavarse las manos. En 2004 proporcionaron albergue al cardenal Bernard Francis Law, máxima autoridad de la archidiócesis de Boston, cuando gracias al trabajo de unos reporteros de The Boston Globe salió a la luz otro escándalo de proporciones bíblicas: más de cinco mil casos de abusos encubiertos bajo la púrpura de su manto. La película Spotlight, ganadora del Oscar en 2016, narra la odisea que supuso desenmascarar ese nido de criminales y la feroz resistencia que opusieron las autoridades eclesiásticas para intentar acallar a testigos y periodistas sin dejar de remover sus turbias influencias políticas.

¿El resultado? Law evitó los tribunales gracias al Vaticano, el cual premió a uno de los mayores pederastas de la historia nombrándolo arcipreste de la Iglesia de Santa Maria Maggiore, una de las principales basílicas de Roma. Lo escondieron bien dentro del sagrario y aun hoy, ya jubilado, Law sigue siendo arcipreste emérito de Santa Maria y arzobispo emérito de Boston. El máximo gesto de repudio que hizo el Papa Francisco, en marzo de 2013, fue negarse a darle la mano. Un poco más y lo deja sin postre. Si tu mano derecha te escandaliza, maquíllatela y luego hazte una paja.

Los jóvenes LGTBI sufren más acoso que los adultos

La orientación sexual sigue siendo una de las principales causas de discriminación en espacios como la escuela y la Universidad, a nivel europeo

El Worldpride, recién celebrado en Madrid, ha sido una celebración de los derechos conseguidos por la comunidad LGBTI, pero aún son absolutamente necesarias medidas de las administraciones españolas y europeas para acabar con la discriminación de este colectivo. Algunas datos y cifras:

— El 94% de los españoles consideran que la homosexualidad es moralmente aceptable o que no es un problema moral, según un reporte del Pew Research Center de 2013. Si se pone el foco en el respeto a los derechos humanos, la legislación y la plena igualdad de derechos, España queda novena en el ranking mundial con un 66,75%, detrás del Reino Unido, Francia, o Finlandia.

— En 2015, una encuesta de la Comisión Europea recogía que el 47% de los encuestados admitían tener amigos o conocidos gay, lesbianas o bisexuales. Una cifra, seis puntos más alta que la de 2012. El 9% de los encuestados reconocía tener amigos o conocidos transgéneros o transexuales (dos puntos más que en 2012).

— Un informe de la Agencia para los Derechos Fundamentales (Fundamental Rights Agency, FRA), de 2013, demostró que los jóvenes entre 18 y 24 años experimentaban una mayor discriminación o acoso con respecto a su orientación sexual (con un promedio europeo de 57%) que los adultos de entre 25 y 39 años (45%).

El 29% de los encuestados señalaron haber experimentado a menudo comentarios o comportamientos negativos en la escuela por pertenecer al colectivo LGBT. El 10% declararon sufrir este tipo de comentarios de forma permanente. En 2012, el 47% de los que tenían entre 18 y 24 años confesaron haber escondido su orientación o identidad sexual, frente al 13% que aseguró que nunca tuvo que ocultarlos. Entre los que tenían entre 25 y 39 años, esta afirmación alcanzó el 34%.

Un 22% de los encuestados señalaron haberse sentido discriminados por el personal escolar o universitario en los últimos 12 meses.

El 32% de los encuestados afirmaron haber sido atacados o amenazados física o sexualmente en los últimos cinco años. Y más de la mitad de ellos consideraron que se basaba en su orientación sexual.

El 30% de los encuestados dijo que el incidente de acoso más grave lo habían sufrido en la escuela o en la universidad. Dos tercios declararon que se debía a su orientación sexual. Esto dato coincide con una  investigación realizada en Reino Unido que mostraba que el 40% de todos los ataques violentos contra lesbianas y gays menores de 18 años se produjo en las escuelas.

— Distintas investigaciones nacionales han sacado a la luz que entre el 5% y el 10% de los encuestados que sufrieron acoso señalaron que este fue un motivo decisivo para abandonar la escuela; y el 13%, que fue motivo para cambiar de centro.

— En el apartado Ser trans en la UE, del informe de 2015 de la FRA se recogía que más de la mitad de los encuestados trans (54%), en comparación con el 47% de los encuestados LGBT en su conjunto, indicaron que, en el año anterior a la encuesta, vivieron situaciones en las que se sintieron personalmente víctimas de discriminación o acoso por el hecho de ser percibidos como trans. Los encuestados más jóvenes, los que carecen de un trabajo remunerado o aquellos pertenecientes a un grupo de ingresos más bajos están expuestos en mayor medida a la probabilidad de sufrir discriminación.

Más de uno de cada tres encuestados trans se sintieron discriminados por el hecho de ser trans al buscar empleo (37%), y un cuarto de ellos (27%) indica que ha sufrido discriminación en el trabajo.

Una cuarta parte de las personas trans encuestadas que están escolarizadas o matriculadas en centros universitarios o tienen hijos en centros escolares o universitarios afirma haber personalmente sufrido discriminación por parte del personal del centro en los 12 meses anteriores a la encuesta. Si se tiene en cuenta solo las respuestas de estudiantes trans, esta cifra alcanza un 29%.

Alrededor de uno de cada cinco encuestados que recurrieron a servicios de atención sanitaria (22%) o servicios sociales (19%) sintieron que el personal de estos servicios les había tratado de manera discriminatoria por el hecho de ser trans.

Más de tres de cada cinco personas trans consultadas no informaron sobre el incidente porque estaban convencidos de que nada cambiaría u ocurriría, y la mitad de ellos indican que pensaron que no merecería la pena denunciar el incidente. Las personas trans consultadas declaran igualmente que les preocupaba que el incidente no fuera a ser tomado en serio y que no querían revelar su orientación sexual y/o identidad de género. Casi  uno de cada tres (30%) no sabía cómo o dónde notificar el incidente.

Más de 2.000 personas han cambiado su sexo en el DNI desde 2007

El colectivo LGTB asegura que podría haber más si no fuera por las trabas de la ley

Participantes en el desfile de carrozas del Orgullo Gay 2017, en Madrid. VÍCTOR SÁINZ

Los cambios del sexo registrado en el DNI se han multiplicado por tres en los últimos siete años, según datos del ministerio de Justicia. Las personas que han solicitado la rectificación en el documento de identidad han pasado de 132 en el año 2009 a 436 en 2016. La modificación del sexo registrado por el sentido se introdujo con la Ley de Identidad de Género de marzo de 2007, pero Mané Fernández portavoz de Transexualidad de Felgtb (Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales) asegura que se podrían haber beneficiados más personas transexuales si no fuera por las restricciones de esta ley. En 2007 solo se registraron 14 modificaciones.

Tener diagnosticada disforia de género, haber estado bajo tratamiento hormonal al menos dos años, tener la nacionalidad española y ser mayor de edad, son los requisitos que establece la ley para poder rectificar la mención relativa al sexo en el Registro. Condiciones que a juicio del colectivo LGTB son obstáculos que hay que atajar. “Nadie tiene que decir lo que somos, ni un médico, ni nadie. El diagnóstico de la disforia de género es como decir que alguien tiene una enfermedad, por eso reivindicamos la autodeterminación personal”, defiende Fernández. “No creo que haya ninguna persona transexual que no quiera dar este paso, pero estas cortapisas lo impiden”, matiza.

Tras la aprobación de la Ley 3/2007, un total de 2.225 mayores de edad han cambiado su sexo en los Registros Civiles de España . Antes se hacía por procedimiento judicial. Más de la mitad de los cambios han sido solicitados por personas cuyo sexo de origen era el de varón pero se sentían mujeres. Las rectificaciones entre aquellos que tienen 18 y 30 años representan el 53,3%, en cambio, entre los mayores de 50 son las menos comunes. En total hay registradas 115 desde 2007 y representan un 5,1% del total.

El pasado mayo el Grupo Parlamentario Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea presentó una proposición de ley que persigue la “culminación definitiva hacia la igualdad” de este colectivo. En cuanto al cambio del sexo registrado piden que la modificación no esté supeditada al diagnóstico de un psicólogo ni a la acreditación de haberse sometido a terapia o tratamiento, ni a ninguna intervención quirúrgica. “Lo que proponemos es la autodeterminación de la persona”, matiza el portavoz de Felgtb.

El cambio de sexo ‘a medias’ de los menores transexuales

Esta ley no es aplicable a los menores de edad. Fuentes del ministerio de Justicia explican que en el caso del nombre, el criterio general es que sí se acepte si hay: una solicitud de un nombre neutro que no induzca a error en el sexo, un diagnóstico de trastorno de identidad sexual basado al menos en tres informes médicos, ser mayor de 14 años y tener al menos un informe favorable del ministerio Fiscal o del Encargado del Registro Civil.

El ministerio de Justicia tiene registrados 97 casos de cambio de sexo entre menores de 17 años desde 2007, pero ya que la ley no lo permite estas mismas fuentes matizan que “las inscripciones se practicaron por otros motivos como, por ejemplo, un mero cambio de nombre y no de sexo”, aunque no descartan que algún juez encargado de Registro “aplique la ley de manera más flexible”. Es el caso de la magistrada del Registro Civil nº 2 de Valencia que autorizó en febrero de 2016 la rectificación del sexo registral asignado al nacer en función de sus genitales a una menor llamada Ana, según informa Chrysallis, Asociación de familias de menores transexuales.

España, el país más ‘gay friendly’

LUCÍA MÉNDEZ

Cuando el Congreso aprobó el matrimonio gay, el entonces líder de la oposición, Mariano Rajoy, atribuyó la ley “a la manía” de Zapatero de “parecer moderno”, y no a una demanda del colectivo homosexual. Los medios conservadores pronosticaron que el matrimonio gay destruiría a la familia española y acusaron a Zapatero de querer convertir España en un laboratorio de ingeniería social para producir homosexuales a granel. Los obispos y el PP se manifestaron en las calles de Madrid al frente de cientos de miles de personas pidiendo la dimisión del presidente amigo de los gais.

Poco más de una década después de todo aquello, España es otra. El mismo Rajoy preside el país más tolerante y moderno del mundo en materia sexual. El Madrid donde reinaba Rouco Varela, la ciudad que guardó el tarro de las esencias tradicionales frente al Zapatero rojo peligroso, ha sido durante el fin de semana el escenario de un espléndido, masivo, colorista y grandioso Orgullo gay.

La católica España se ha convertido en el país más gay friendly del planeta. Y, si todo sigue yendo tan deprisa, no es descartable que Mariano Rajoy acabe subiéndose a una carroza cualquier año de éstos. De momento, ya ha mandado por delante a dos vicesecretarios del PP, que, por primera vez, han participado en la parada. También el líder popular le ha pillado el punto a esa «manía» de «parecer moderno» que acechaba a Zapatero.

España abrió el camino del matrimonio homosexual situándose, por primera vez en la Historia, a la vanguardia de los avances sociales y de la tolerancia hacia colectivos que hace nada permanecían confinados en el rincón de las rarezas. Gais, lesbianas, transexuales y bisexuales se llaman ahora LGTB. Unas siglas asumidas ya no sólo con plena normalidad, sino con total orgullo y entusiasmo por parte de todas las instituciones del país. La bandera del arco iris produce más consenso incluso que la enseña nacional.

De todas las transformaciones sociales, el cambio en la mirada de los españoles hacia los homosexuales es el que se ha producido con una rapidez más asombrosa. Miles de personas se han apostado en las aceras para ver pasar un desfile de torsos desnudos, tangas brillantes, tatuajes en todos los sitios, drag-queens y carrozas a cual más atrevida. Las performances y la estética del Orgullo gay habrían sido motivo de escándalo público no hace mucho. De hecho, seguramente aún lo son para una parte de la sociedad. El cambio social está resultando ser tan profundo que todos aquellos contrarios al matrimonio gay permanecen en silencio, retirados del debate público. El temor ha cambiado de bando y ahora nadie quiere ser acusado de homófobo. Lo cual no puede ser interpretado sino como un gran avance histórico de la tolerancia y la igualdad.

Lo que cabe preguntarse, después de recoger las lentejuelas y los disfraces, es si ese respeto hacia la orientación sexual de las personas es tan rotundo en la vida diaria como en el brillante espectáculo callejero. O si aún hay muchos padres y madres, que como la del juez Fernando Grande-Marlaska, siente que se le cae el mundo encima cuando su hijo le confiesa que es homosexual. O si aún hay muchos niños y niñas que tienen miedo a reconocerse en el patio del colegio. O si todos los lugares de trabajo son tan gay friendly como parece que lo es España.

Madrid exhíbe un Orgullo multitudinario sin incidentes

Cierra diez días de fiesta y reivindicación con el paso del testigo a Nueva York, que celebrará en 2019 el 50 aniversario del movimiento LGTBI

Madrid protagonizó el sábado una exhibición de cómo es posible organizar una celebración mundial, con más de un millón de personas en el centro de la ciudad y fiestas en la calle hasta bien entrada la madrugada, sin registrar un solo incidente de gravedad.

El éxito de la manifestación-desfile del Orgullo del sábado y la gala de clausura que se celebró hoy en la Puerta de Alcalá pusieron la guinda a diez días de World Pride, en los que la capital de España fue el escaparate y el referente mundial de las reivindicaciones y el movimiento LGTBI.

Las fuerzas de seguridad y los equipos de emergencia, que desplegaron este fin de semana a unos 3.500 miembros para garantizar un día sin sobresaltos, no ocultaron hoy su satisfacción por el éxito, resumida en un tuit de la delegada del Gobierno, Concepción Dancausa, que felicitó a todos ellos por «la excelente coordinación y trabajo».

Ni un solo incidente de seguridad grave a reseñar por las policias nacional y local y 270 personas atendidas por las emergencias sanitarias, con 28 traslados a hospital, pero entre las que solo cabe destacar por su seriedad dos infartos y otras dos intoxicaciones graves por drogas y alcohol. Según los colectivos implicados, hay sábados ordinarios con peores resultados.

World Pride Madrid cierra su extenso programa de actividades con una gala de clausura, entre las 20:00 horas y la medianoche de este domingo, en la que actuarán cantantes llegados de las seis ciudades que han realizado World Pride -con Ana Torroja por España- y que cerrará la fiesta de Carlinhos Brown.

Durante el acto se le hará entrega del testigo del World Pride a Nueva York, que será en 2019 la sede del Orgullo mundial. Será una celebración muy simbólica porque conmemorará el 50 aniversario del nacimiento del movimiento LGTBI, que surgió de las revueltas vividas en el Greenwich Village a raíz de las redadas del 28 de junio de 1969 en el pub Stonewall.

Madrid estalla de Orgullo

Los representantes políticos se animan a bailar ‘A quien le importa’ en un inusual frente común

 

Madrid estalló de Orgullo. Centenares de miles de personas -los organizadores esperaban congregar hasta dos millones- inundaron el centro de la ciudad, desde la Plaza de España hasta el Retiro, con el epicentro en Chueca, transformado durante unas horas Madrid en la capital mundial del movimiento de gais, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales, en la sede central de la manifestación del World Pride.

Una marea humana que, desde el comienzo de la tarde hasta la madrugada, hizo suyo el lema del Orgullo mundial 2017, ‘Viva la vida’, y fusionó con naturalidad la revindicación más rotunda y la fiesta. Decenas de miles de banderas arco iris, una torre de Babel de lenguas habladas por visitantes de los cinco continentes, disfraces, música, tacones, selfis, pero también reivindicación y 60 pancartas oficiales pidiendo igualdad de derechos para el colectivo LGTBI en todos los lugares del mundo, donde todavía mostrar en público la orientación sexual y romper los convencionalismos heterosexuales es delito en 80 países, en nueve de ellos castigado con la pena de muerte.

La manifestación, que coincidió con el 40 aniversario de la primera protesta en España contra la discriminación de los colectivos LGTBI, en 1977, en Las Ramblas de Barcelona, tardó más de dos horas en cubrir el recorrido entre la estación de Atocha y la Plaza de Colón.

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, aseguró que la ciudad de Madrid ha conseguido exhibirse en el WorldPride «más alegre, más ordenada y más limpia que nunca». La regidora trasladó su agradecimiento a todos los presentes, «a FELGTB, a COGAM, a la ciudad de Madrid y a todos los participantes en este día», así como «a la delegación y a la Comunidad de Madrid». «Nos corresponde el orgullo a nosotros de realizar esta maravillosa fiesta», añadió. Carmena también recordó que este año la bandera que se encuentra en el Consistorio fue confeccionada con cien mil lazos por todos los vecinos de Madrid.

Por otro lado, la alcaldesa aplaudió la decisión del Tribunal de Derechos Humanos de Luxemburgo, que ha condenado a Rusia por no permitir manifestaciones homosexuales y se congratuló porque Alemania haya reconocido el matrimonio homosexual. «El derecho no es para las personas son las personas para el derecho», resaltó.

Por último, Carmena hizo un pequeño homenaje al poeta homosexual Federico García Lorca, completando su discurso leyendo algunos de los versos de su libro de poemas ‘Los Amores Oscuros’. «Eso es el amor, Madrid quiere que recordéis siempre, que nunca olvidéis que améis a quien améis, Madrid os quiere. Viva WorldPride», recitó.

Tras la pancarta ‘Por los derechos LGTBI en todo el mundo’ no faltó nadie. En la cabecera, por primera vez, había representantes del PP y en el escenario de Colón donde se leyó el manifiesto estuvo también la presidenta regional, Cristina Cifuentes. Los convocantes reclamaron con urgencia una ley contra la discriminación a los LGTBI en España, el fin de la persecución del colectivo en todo el mundo, y de forma especial exigieron que no se trate a los transexuales como «enfermos»

La Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), convocante de la manifestación junto al colectivo Gay de Madrid (COGAM), confirmó la presencia en la cabecera de Andrea Levy (PP); Pablo Iglesias(Podemos); Albert Rivera (Ciudadanos); Mónica Silvana (PSOE) y Ricardo Sixto (IU), entre otras personalidades.

La presidenta autonómica Cristina Cifuentes, acudió finalmente a la plaza de Colón de Madrid, destino de la manifestación del Orgullo Mundial al considerar que era un «acontecimiento histórico» y que debía estar «apoyando la apoyando la causa LGTBI, que es la causa de la libertad». La dirigente autonómica, que ha dicho apoyar esta causa durante toda su vida, ha admitido que le había «costado un poco» acudir al ser su cumpleaños -cumplió 53- y haber tenido que dejar a su familia «plantada».

Baile de políticos

Tras pronunciar los discursos institucionales subieron al escenario representantes políticos como la vicesecretaria de Comunicación del PP, Andrea Levi; la responsable de Movimientos del PSOE, Mónica Silvana; el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias y el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera. Fue en el momento en el que activistas de cuatro colectivos en defensa de los derechos de las personas LGTBI finalizaban la lectura del manifiesto cuando empezó a sonar la canción ‘A quién le importa’, himno del evento.

Poco a poco los líderes políticos han dejado a un lado sus diferencias y han comenzado a bailar juntos, al principio tímidamente y después con cierto entusiasmo. Carmena y Cifuentes se abrazaban y saltaban mientras muchos otros se movían en el escenario al ritmo de una improvisada conga con la música de Alaska que provocó numerosos aplausos entre la gran multitud de personas que se congregaron en la céntrica plaza madrileña.La Plataforma de ONG de Acción Social; la Plataforma del Tercer Sector, CERMI; la Confederación Estatal de Personas Sordas; Amnistía Internacional; la Fundación Secretariado Gitano; el Movimiento contra la Intolerancia; COCEMFE; CESIDA y CEAR, entre otras organizaciones sociales, estan también presentes.

Debido al carácter internacional de la marcha, asisten personalidades de varios países e instituciones internacionales de Australia, Canadá, Estados Unidos, Suiza, Grecia, Italia o Alemania, entre otros.

Madrid ha desplegado para la cita a unos 3.500 agentes entre policías, bomberos y otros cuerpos de seguridad. Igualmente, las carrozas circulan dentro de un perímetro protegido, hay un helicóptero sobrevolando la zona, se controlan los cruces y se ha habilitado un carril para emergencias

«Festiva y reivindicativa»

La manifestación, con 60 pancartas y 52 carrozas, es el eje de la celebración del Orgullo Gay en Madrid, y los organizadores querían que fuera «política» y «reivindicativa» aunque desde «lo festivo y lo lúdico». El objetivo era recordar la necesidad de que todos los países legislen hasta alcanzar la plena igualdad entre personas LGTBI y el resto de la sociedad.

Diferentes personas LGTB leyeron un manifiesto en el que se recordará que en las últimas décadas de «lucha y Orgullo» nadie ha regalado nada al colectivo y que «detrás de cada derecho está la lucha activista». Además, hubo un recuerdo especial a la comunidad LGTBI en Chechenia, república de la Federación Rusa, donde «se está produciendo una intolerable persecución al colectivo».

La pancarta principal reivindicó los derechos de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales en todo el mundo, mientras que otra abogó por la despatologización de los ‘trans’.

Por otra parte, tres marchas, con origen en diferentes barrios de Madrid (Villaverde, Fuencarral y la Latina), se manifestaron en contra de la mercantilización de los actos del WorldPride. Asimismo, pidieron protagonismo para la periferia en la lucha por los derechos del colectivo LGTBI, y contra la mercantilización de sus reivindicaciones, que se da en el «negocio» de «eventos-marca» como el WorldPride.

Conclusión

Las pancartas dejaron paso a las 52 carrozas festivas -aunque una se averió en el camino-, que llenaron de música y color el eje Prado-Castellana hasta la madrugada, en paralelo con los otros cinco escenarios repartidos por le centro. Desfilaron por vez primera policías LGTBI, hubo bodas televisadas y más de 2.000 agentes patrullaron una ciudad con el tráfico cortado y blindada ante el temor a un atentado.

Madrid pasó el testigo a Nueva York que, en 2019, en el 50 aniversario del nacimiento del movimiento LGTBI, organizará el World Pride.

Décadas de lucha

España no derogó hasta 1979 la ley que consideraba a los homosexuales como individuos peligrosos y pasibles de penas de prisión. Pero hace 12 años, el país dio un paso adelante al legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El World Pride acoge a los valientes personajes del nuevo documental de Fernando González Molina

‘The best day of my life’, producido por Prisa Vídeo, EL PAÍS y Sundance TV, se estrenará este otoño

De izquierda a derecha: Abril, Fernando González Molina y Geena trabajando en una escena del documental. VÍDEO: JUAN RAMÓN ROBLE

Este Orgullo Gay 2017 ha sido para Fernando González Molina (Pamplona, 1975) un viaje emocional que lo ha “agitado por dentro”. El director navarro lleva 20 años asistiendo a esta celebración, pero esta edición es aún más especial porque ha reunido a Nick, Max, Ruth, Timo, Geena y Abril, los protagonistas de The best day of my life, su documental que cuenta cinco historias que tienen que ver con la identidad y la orientación sexual. “Algunas son duras, otras optimistas o muy íntimas, y usamos el World Pride como elemento de confluencia. Es el mejor entorno que se puede tener para una historia”, dice.

El documental, producido por Prisa Vídeo, EL PAÍS y Sundance TV y que se estrenará en otoño, ha sido rodado en distintas partes del mundo. De Rusia a Uganda, de Almería a París pasando por Madrid, que se convierte en el punto de encuentro donde confluyen los personajes, pues para el director, el World Pride es un “entorno muy poderoso”. Y con este trabajo, en este entorno y casi sin quererlo, reivindica la necesidad de la no discriminación, de la aceptación, la tolerancia, la lucha contra la homofobia, que cree que están bien sobre el papel, pero ve necesario aterrizar con casos concretos. “No intento reivindicar nada, lo que intento es contar historias, y las de este documental son lo suficientemente potentes para que a través de ellas conozcamos las dificultades que supone ser gay, transexual, lesbiana, en España y en otros lugares del mundo”, señala desde el centro de Madrid, donde este domingo rueda las últimas escenas de The best day of my life.

Acostumbrado a rodar películas de ficción taquilleras como Tengo ganas de ti y Palmeras en la nieve, y a tratar con actores, el director se ha enfrentado a una experiencia totalmente diferente. Sus protagonistas son personas reales y muy diversas. Max y Nick son dos activistas rusos; Ruth es una activista lesbiana por los derechos LGTB en Uganda; Timo es un nadador francés que se enfrenta a la doble dificultad de ser sordo y homosexual; Geena es una artista transexual de Almería y Abril una dramaturga en proceso de cambio de sexo. Los une su poder y su valentía: “Lo que tienen en común los protagonistas es que son muy poderosos. Buscamos historias distintas para formar un dibujo completo sobre la realidad. Pero todos son muy valientes, ese es su rasgo principal”.

La parte más difícil de este documental la vivió en Rusia, donde el equipo de rodaje fue detenido por un supuesto problema de visado. Estuvieron bajo vigilancia y muchos de los permisos que necesitaban para las grabaciones les fueron denegados. “En Rusia nos hemos encontrado con una pared a la hora de hacer el documental. Yo sinceramente creo que lo que sucedió es que querían complicarnos las cosas para que no pudiéramos hacer nuestro trabajo, porque creo que allí la sensibilidad de las autoridades respecto al tema LGTB no es muy correcta, entonces nos lo pusieron un poco difícil”, explica.

Su viaje personal

Con The best day of my life, el director ha podido llevar a cabo un proyecto que ya venía buscando desde hace varios años, algo que le permitiera combinar el tema de la identidad sexual y la ficción. Una experiencia que le ha calado en lo personal: “No encontraba la manera natural de aunar ambas cosas. Y de repente Prisa me dio la oportunidad de hacerlo y aparte en forma de documental, que es algo que nunca había experimentado. Entonces enfrentarme al documental, a las historias reales, al tema del activismo gay, de la homosexualidad, todo a la vez, me ha removido por dentro. Me he dado cuenta de que al final estás hablando de personas, entonces yo que me dedico siempre a la ficción pues me he sentido agitado por dentro”.

La experiencia vivida en Rusia le ha hecho reflexionar también sobre su trabajo y la situación del colectivo LGTB en otros países, donde son perseguidos. “A nivel personal, darte cuenta de que eres gay y de que no puedes ejercer tu trabajo para contar historias de personajes valientes gays es duro. Más allá de que te detengan unas horas, o de que un coche te siga, me hizo pensar mucho en que Max y Nick viven allí y que ese es su día a día. Y de repente te da un poco de vueltas la cabeza y te das cuenta de que eso es lo que hace que sea tan necesario hacer este documental”, afirma Fernando González.

“Yo creo que Max y Nick son muy valientes. Lo que sucede con Max y Nick, lo que sucede con muchos activistas rusos y lo que nos pasó a nosotros hace que de repente The best day of my life sea un documental imprescindible para mí. Lo era antes de ir a Rusia y lo es mucho más ahora”.

Madrid orgulloso, Madrid libre

La ciudad cierra sus calles para celebrar como nunca la diversidad sexual en una fiesta histórica: un millón de personas se reúne en la capital del WorldPride

Manifestación del Orgullo Gay en Madrid. J. P. GANDUL (EFE) / ATLAS

Por Enrique Gimbernat, que respondió con argumentos en 1978 al director de un hospital que había pedido públicamente que el programa La Clave no abordase el “tema de los homosexuales” al tratarse estas “aberraciones” de “una gran equivocación, cuando no un verdadero delito”. Por Daniel Zamudio, hijo de una vendedora y un obrero al que su madre dijo “cuídese” y acabó torturado salvajemente y muerto después de que cuatro asesinos le hiciesen una esvástica en el pecho con un cristal. Por Ramón, el vecino de mi calle, en Pontevedra, que de madrugada se sentaba escondido en un banco del parque de las Palmeras por si alguien quería ponerse a su lado, y así fue envejeciendo bajo los árboles. Por Amalia y por Cinthya, que tuvieron que ser amigas durante 20 años por miedo, y nunca se atrevieron a vivir juntas porque era un pueblo demasiado pequeño y su amor un escándalo demasiado grande. Por millones de rostros anónimos, aquí y allá, que siguen creciendo bajo unos marcos sociales construidos bajo un sustantivo discriminatorio (“la normalidad”) que los sitúa automáticamente al otro lado, expuestos al señalamiento, la persecución o la violencia. También, en sus círculos sociales, a la condescendencia del bienintencionado que, sin quererlo, no hace más que colocar su sexualidad bajo un foco.

Madrid fue la capital de la diversidad sexual, de la libertad y de la tolerancia; de una sociedad sacudida por su pasado y desacomplejada ante el futuro. Madrid, a esas horas de la tarde, fue el centro de un mundo que cambia poco a poco pero al que aún le quedan demasiados países siniestros a los que dar luz y justicia. Un griterío inmenso, una felicidad desbordada en todos los idiomas. Más de 50 carrozas en medio de una muchedumbre colapsaron la ciudad en una fiesta que se ha incrustado de tal forma en su ADN que este año, el primero de la historia en el que se celebra el EuroPride y World Pride al mismo tiempo, ha pedido a París el título honorífico de ciudad del amor. Lo es como no lo fue en las grandes películas de Hollywood; lo es como lo es ahora y será en las películas de futuro. Si tiene una ventaja el Orgullo es que se celebra como se quiere. Rita y Leticia llegaron a Madrid a esto: “Estamos aquí porque nadie nos conoce”. María y Luisa, que suben por la calle Reina, por otra distinta: “Somos de Madrid, vivimos aquí. Tenemos muchas razones por las que no nos debería gustar esto, razones políticas sobre todo por su deriva y demás. Es un gran acto de consumo, se han arrimado por interés tantos… Pero luego miras alrededor y piensas: si todavía sigue tanta gente insultando, tanta gente intolerante, entiendes que, con sus defectos, esto es necesario. Mientras moleste, hay que hacerlo”.

A pesar de los intereses en reducir el Orgullo a imágenes sin contextualizar, a presentarlo como una suerte de folclore exótico en vía pública para convertirlo en lo que los homófobos creen que es, lo cierto es que el desfile representaba en todas sus versiones la reivindicación de todas y todos. Si España se hubiese congelado en 1983 y se derritiese ayer en el Paseo del Prado, todos creerían estar viviendo algo irreal; si la España que se hubiese congelado fuese la de los años 50, esto sería directamente algo imposible. Pero ahí estuvimos y ahí estamos, aún entre muchos muros. Y no es poco. Lo que decía ayer Estefanía, una mujer de 36 años que esperaba el desfile como la cabalgata de los reyes, era que estaba en Madrid para “pasárselo bien”. Carlota, su novia de 25, que llegó el jueves desde Castellón, venía por la fiesta. Por Alcalá en dirección a Gran Vía un grupo —con gorros de paja de arcoíris, chicos de la mano, una pareja de lesbianas rezagada— caminaba con bolsas para un botellón en el centro en algún lugar “donde no nos pillen”.

Pasárselo bien en la calle para una pareja de lesbianas, para una pareja situada socialmente fuera de la “normalidad”, no era posible hasta hace muy poco. El gigantesco músculo que enseñó ayer Madrid al mundo, acogiendo a miles de visitantes y poblando sus edificios con la bandera arcoíris, lanzaba el mensaje de que era una ciudad libre, de acogida para todos, donde se puede amar como se quiera porque lo que destruye el mundo es la violencia; en Madrid el diferente, el perseguido y el señalado tiene que ser el que ataca uno de los principales motivos de orgullo de este país: haber legalizado el matrimonio homosexual antes que nadie, cerrar su capital para que gente de todo el mundo festeje y celebre su amor como quiera.

Se ocuparon masivamente, entre cánticos y carteles, las calles que una década antes estaban llenas de gente temerosa de que se acabase la “familia tradicional”, y en el Orgullo se demostró que lo tradicional es el amor y la tolerancia, venga de donde venga y vaya hacia donde vaya. Por los que no pudieron verlo, por los que lo vieron y lo pelearon, y por los que aún viven sin poder decirlo.

Un cabo de la Armada, Mister Gay Pride España 2017

El ganador de la gala con los otros dos finalistas en el escenario de Sol a las dos de la madrugada del sábado. @MrGayEspana

La gala Mister Gay Pride ha celebrado esta noche sus diez años de historia coronando a un cabo de la Armada -Ricardo, de Tenerife- demostrando igualdad y cumpliendo, desde la Puerta del Sol, con todos los cánones del formato: tres desfiles, larga duración y maniquíes que desfilaban sin tomar la palabra.

Pantalón vaquero y camiseta negra, calzoncillos y por último, traje; estos son los modelos que han lucido esta noche los 16 finalistas que disputaban el título en un evento que no se ha salido del guión: ni tacones, ni boas, ni estéticas diferentes, ningún elemento lo ha diferenciado de concursos similares salvo la orientación sexual de sus participantes.

La gala ha arrancado con ambiente festivo a las 22.00 horas ante las cerca de 20.000 personas, según los organizadores, presentes en la madrileña Puerta del Sol pero ha ido perdiendo fuelle al transcurrir tres horas para conocer al ganador: Ricardo Tacoronte, de 28 años, cabo de la Armada, finalista por Tenerife y con un objetivo: acabar contra la ‘plumofobia’ que se da también en propio colectivo gay.

“¡Qué viciosos sois”, ha exclamado la maestra de ceremonias, Devora Hombres, ante los aplausos del público a los dos “chulazos” militares que concursaban; la presentadora, primera en serlo hace diez años, ha puesto el elemento lúdico a una gala que ha arrancado felicitando a Alemania por la aprobación del matrimonio igualitario.

Entre las novedades, un concursante con discapacidad, Enrique Albert, de 25 años y Mr. Alicante, que ha defendido la necesidad de “romper estereotipos” y considerar Mr Gay como un concurso de “valores, fuerzas y superación”.

El vencedor de la gala Ricardo Tacoronte.

Sin embargo, dichos estereotipos están muy marcados en el mundo gay, según explica a Efe Héctor, que ha acudido a Sol con dos amigos y ve el concurso por primera vez: “estos serían las musculosas”, “me parecen todos muy parecidos”, ha asegurado.

En opinión de este joven de Toledo, los hombres homosexuales reciben más “presión estética” que los heterosexuales al competir “en un mundo en el que se lucha por ser el más cuidado” y se busca al “prototipo ideal”.

Mr Gay fue “muy difícil” en sus comienzos, han asegurado sus organizadores, Juan Martín Boll y Nano García, agradecidos con la ayuda de unos patrocinadores cuyo gran protagonismo ha convertido a ratos la gala en una suerte de teletienda, comida al escenario incluida.

“Me aburro, quiero ver quién canta” o “hombres, hombres no quiero, prefiero que toque Rebeca ‘Duro de pelar'” han sido los comentarios que salían de algunos grupos de chicas, que no podrán acudir a un concurso equivalente con lesbianas ya que no existe, lo que la presentadora Carmen Alcayde pide remediar.

La música sí ha estado presente, como cuando Pastora Soler ha sido reconocida con el premio 2017, pero Sol, cuyo auditorio estaba dividido por carriles de emergencia y evacuación, ha vibrado sobre todo con Azúcar Moreno y su “Sólo se vive una vez” en una noche donde abundaba la música gratuita a cuenta del Orgullo en toda la ciudad.

Tanto el cuerpo como “el rollo” se han tenido en cuenta para elegir a Mr Gay, según Juan Carlos Alonso, coordinador general del WorldPride y miembro del jurado, “todos son guapísimos, pero también es muy importante lo que transmiten”, ha asegurado.

Pese a ello, el ganador, que representará a España en el concurso mundial que este año acoge Argentina, ha quedado “sin palabras” al vencer un concurso que ha denunciado la no universalidad de los derechos del colectivo LGTBI y la opresión vivida en países como Rusia.

“Madrid ha estado a la altura”

Madrid, orgullosa capital del amor

El WorldPride 2017 ha sido un evento para recordar. Durante la tarde ayer, miles de personas se congregaron en las inmediaciones del Paseo del Prado hasta la plaza de Colón para disfrutar, festejar y reivindicar. El lema de este año, “Viva la vida”, pretendía también poner el foco de atención en la despatologización de las personas transexuales.

Las fuertes medidas de seguridad generaban, para muchos, un entorno tranquilizador. El ruido del helicóptero de la Policía que sobrevoló la manifestación hacía levantar los ojos al cielo; como decían José Manuel Palomino y su novio Joaquín: “Madrid está a la altura”. “Con todo lo que está sucediendo, nos sentimos muy protegidos”, añadía Palomino.

El toque internacional de esta edición del WorldPride se dejó sentir por lo variado de las nacionalidades de los que se agolpaban a lo largo del recorrido. Sebastian, un polaco afincado en Edimburgo, había volado ayer a Madrid con una intención clara: “Quiero encontrar el amor”, explicaba. Con lo que ha dado Daniel en Madrid, siendo natural de Etiopía, ha sido con un refugio. En su país, ser homosexual está penado con la cárcel: “Lo que más siento es vivir a espaldas de mi familia. Estoy escondido”. A su lado le abrazaba Laura Ferreira, su amiga de Guinea Ecuatorial, que se sentía orgullosa de que sus familiares sí aceptaran su homosexualidad. “En mi país no hay problemas por ser quien quieras”, decía.

Las carrozas del Desfile del WorldPride 2017, a su paso por la plaza de Cibeles Víctor LerenaEFE

Como antesala a las carrozas, una batucada y una representación de diversos Orgullos alrededor del mundo recordaban que ciudades como Bruselas, Hamburgo, Estocolmo, Sidney, Puerto Rico u Orlando también tenían algo que celebrar. Al pasar el grupo con las pancartas recordando que en Rusia la homosexualidad no se puede vivir libremente, los asistentes no dejaban de aplaudir.

Pedro Iglesias y su hermano llegaron el viernes de Miami y no tenían más que buenas palabras para la enorme presencia policial. “No podemos dejar que el miedo nos gane. Hay que salir a disfrutar mientras podamos”, recalcaba Pedro. Sin embargo, para él, la fiesta podría haber ido un poco más allá. “Me falta música por todas partes, por la calle”.

Maider Sánchez y su marido llegaban de Guipúzcoa y también echaban en falta más ruido. “Pensaba que Madrid se iba a animar más a salir de fiesta”, se sinceraba Maider.

Muchos de los niños que acudieron se quedaban sin palabras ante los esperpénticos disfraces de quienes desfilaban y que hacían más llevadera la espera: barbas con purpurina, unicornios, hadas, tacones kilométricos… Y banderas, muchas banderas. Los nietos de María José se hacían fotos con todo aquel que accediera, y ella les animaba. “Su tío antes se llamaba Juanjo y ahora es Claudia. Y no pasa nada. Hay que educar en la normalidad“, explicaba, alisándose su banda arcoiris.

Precisamente de la falta de educación es de lo que se queja la presidenta de la Asociación de Madres y Padres de Gays, Lesbianas, Bisexuales y Transexuales (AMPGYL) en la Comunidad Valenciana, Dolores Domínguez. Con el lema “Somos vuestros padres, somos vuestras madres, estamos a vuestro lado”, Domínguez afirmaba que “para las familias aún sigue siendo una mala noticia tener un hijo o hija LGTBI porque no hay espacios seguros para ellos”.

“Esto es una manifestación, no un desfile”

Saida García, vicepresidenta de la asociación de familias de menores transexuales Chrysallis, centraba la atención en todo el trabajo que queda por hacer, según ella, una vez finalice el Orgullo. “Para empezar, esto es una manifestación y no un desfile. Claro que es una fiesta, pero la reivindicación está en el día a día. A nivel legal, aún se considera a los transexuales como enfermos y eso tiene que cambiar”, aseveraba.

A pesar de que las pancartas que iniciaban la marcha defendían “los derechos LGTBI en todo el mundo”, Desde la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales recordaban que el año pasado el lema era la visibilización bisexual y que el objetivo no se ha cumplido ni de lejos. “Queremos que nos tengan más en cuenta: se habla de los gays, pero, ¿qué pasa con los bisexuales? Aún queda mucho por hacer en ese aspecto para que no se nos deje en el olvido”, afirmaba Lucía Cruz, coordinadora del área de políticas bisexuales de la FELGTB.

Muchos de los asistentes se protegían del calor a la sombra de los árboles, refrescándose con pistolas de agua y con mucha bebida; los más previsores acarreaban neveras de camping. Algunas pequeñas pancartas se hacían notar entre la multitud: “Gay, OK” o “Mi orgullo son tus derechos” salpicaban la calle. Los voluntarios ofrecieron a los asistentes abanicos de colores en los que se podían leer palabras como “orgullo”, “derechos” o “diversidad”.

“Hay demasiada gente, parecen unos carnavales y eso tampoco es”, se quejaba Miguel desde primera fila, para lo que había tenido que esperar dos horas a pleno sol. “Cuando salíamos sólo 500 personas sabíamos que tenía sentido, pero ahora la mayoría piensa que es una fiesta”, decía. De su misma impresión es Manolo López, activista de 78 años que acudió solo: “Sentía que tenía que estar hoy aquí, recordando que me siento y siempre me he sentido orgulloso de ser como soy”.