Italia reconoce por primera vez la adopción en el extranjero de dos niños por una pareja homosexual

El Tribunal de Menores de Florencia así lo sentencia, a pesar de que la ley italiana de uniones civiles lo prohíbe

Manifestación de apoyo a las uniones homosexuales en Italia. AFP

El Tribunal de Menores de Florencia ha sentenciado que también es válida en Italia la adopción de dos niños que una pareja italiana de homosexuales hizo en el Reino Unido, donde residía. En consecuencia, dicho tribunal ha ordenado que los pequeños sean inscritos en el Registro Civil.

Ésta es la primera vez que en Italia se reconoce la adopción en el extranjero de menores por parte de una pareja del mismo sexo, según informó la asociación Abogados por los Derechos de LGBT.

Los dos menores, que son hermanos, habían sido abandonados por sus progenitores biológicos en el Reino Unido, y reconocidos “a todos los efectos” como hijos adoptivos de esta pareja homosexual italiana.

Ahora, tras la sentencia del tribunal de Florencia, los pequeños contarán con la ciudadanía italiana. El juez tuvo en cuenta el “interés superior de los menores”, y consideró que “debe ser protegido el derecho de los pequeños a conservar el estatus de hijos, reconocido por un acto válido de otro país de la Unión Europea, como es el Reino Unido”.

El problema es que la sentencia choca frontalmente con la ley de uniones civiles, aprobada en Italia en mayo del año pasado, que reconoce la parejas de hecho y las formadas por personas del mismo sexo. La aprobación de dicho texto legislativo estuvo rodeada de gran polémica, precisamente por el hecho de que parejas de un mismo sexo pudieran adoptar hijas o hijos. De hecho, la ley consiguió la luz verde en ambas cámaras legislativas, después de que el texto se enmendara y se eliminara la parte que preveía que las parejas de un mismo sexo pudieran adoptar.

En consecuencia, las reacciones tras la sentencia del Tribunal de Menores de Florencia no se han hecho esperar. El líder de la formación de ultra derecha Lega Nord, Matteo Salvini, criticó que “una parte de los magistrados hagan política”. Y añadió: “Es inaceptable que una sentencia reconozca una adopción a favor de dos hombres. La Lega Nord dirá ahora y siempre ‘no’ a las adopciones por parte de gays y a los vientres de alquiler”.

Por su parte, Giorgia Meloni, de la formación conservadora Hermanos de Italia, calificó la sentencia de “ideológica e ilegal”. “La judicatura no tiene que hacer leyes, sino el Parlamento”, afirmó denunciando la supuesta intromisión de los magistrados en aspectos que corresponderían a las cámaras legislativas.

En cambio, la coordinadora nacional del área socialista del Partido Demócrata, Claudia Bastianelli, aplaudió la sentencia del tribunal florentino, y subrayó que “se ha antepuesto el interés de los menores para evitar incertidumbre jurídica sobre su propia identidad”.

La presidenta de la asociación por los derechos de LGBT, Maria Grazia Sangalli, también celebró la resolución judicial, que definió como una sentencia “histórica para el reconocimiento de los derechos de estas familias”.

La falta de sanciones contra la homofobia enfrenta entidades y Generalitat

Desde que se aprobó la ley contra la LGTBIfobia sólo una denuncia ha terminado en sanción.

El Parlament de Catalunya después de aprobar la ley contra la LGTBfobia / PARLAMENT

La Ley 11/2014 para erradicar la LGTBIfobia se aprobó en octubre de 2014 con los votos de todos los grupos del Parlament de Catalunya excepto los del PP y los diputados de Unió en los puntos claves. Una de las características de esta normativa pionera en el Estado es que incorporaba un régimen sancionador, dotado de herramientas que debían servir para penalizar las discriminaciones que sufre el colectivo. Pero a día de hoy, dos años y medio después de la aprobación de la ley, sólo se ha producido una única sanción administrativa que se ha saldado con una multa de 300 euros. Las entidades se quejan de que la Generalitat no desarrolla el régimen sancionador, mientras que la administración, por su parte, expone las dificultades de ponerlo en práctica.

Desde octubre de 2014, el Observatorio contra la Homofobia ha hecho llegar a la
Generalitat más de 100 casos de posibles denuncias por agresiones y discriminación hacia el colectivo de personas lesbianas, gays, trans, bisexuales e intersexuales. El Síndic de Greuges, por su parte, hasta el día 31 de diciembre de 2016, había recibido un total de 33 quejas por parte de diferentes entidades y particulares. De todas las que se han transferido a la administración, sea por vía del Observatorio, de otras entidades o de personas físicas que se han personado en la administración, la Dirección General de Igualdad ha iniciado una investigación en 63 casos, que se trataban de denuncias administrativas. También ha recibido de penales y laborales que las ha derivado al departamento u organismo pertinente. Únicamente una única denuncia ha terminado enuna sanción.

Al respecto, la directora general de Igualdad de la Generalitat, Mireia Mata, aclara por un lado, que no todas las comunicaciones que les transmiten las entidades pueden ser consideradas como denuncia, por lo que existe este baile de cifras.

“Una denuncia es un documento en el que una persona identificada da conocimiento a la administración de unos hechos con la petición de que abra una investigación para ver si esto es sancionable o no. En general se utiliza el verbo denunciar cómo se podría usar el verbo comunicar o poner en conocimiento”, matiza Mata.

Sobre la escasez de sanciones, concreta que a menudo “las dificultades para aportar alguna prueba documental o testimonial es lo que hace que no puedan acabar en sanción”, porque sin pruebas “es la palabra de uno contra el otro”. “Nuestro sistema judicial es muy garantista, y cuando pasa esto tiende a no hacer sanciones, porque dejaría la presunta parte agresora con indefensión jurídica”.

Denuncia contra Hazte Oír

Uno de los casos que se ha comunicado a la administración y con respecto al cual la entidad Famílies LGTBI se ha personado como denunciante es contra la Plataforma Hazte Oír. La semana pasada volvió a ser noticia después de que hiciera circular un autobús con el lema “Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva. Que no te engañen” como parte de una campaña contra la transexualidad. Pero no es la primera vez que las entidades denuncian a esta asociación utracatólica.

A principio de curso ya comunicaron a la administración que la plataforma había enviado a escuelas de todo el Estado, y a 1.772 centros de Catalunya, un librito titulado ¿Sabes lo que quieren enseñarle a tu hijo en el colegio? Las leyes de adoctrinamiento sexual y que tenía en la portada un dibujo de dos menores haciendo el saludo fascista en una bandera del arco del iris. A criterio de Katy Pallàs, presidenta de Famílies LGTBI, “el contenido era escalofriante, un panfleto homófobo que atentaba contra los derechos del colectivo”.

Famílies LGTBI presentó entonces una queja formal a la Dirección General de Igualdad, a la Oficina para la no discriminación, a Fiscalía y al Síndic de Greuges. “Desde la Dirección General de Igualdad nos enviaron una carta diciendo que la Generalitat trabajaba de acuerdo con la ley contra la LGTBIfobia para prevenir cualquier discriminación”, continúa Pallàs, “pero en cuanto al ámbito educativo, considero que se ha hecho más bien poco al respecto “.

También el concejal de Políticas LGTBI, de Ripollet, Fran Sánchez, explica que en el
municipio hubo quejas por parte de las AMPAS por este libro y que por eso decidieron remitir el caso a la Generalitat, pero considera que la administración debería haber sancionado la plataforma. “Es una actuación totalmente sancionable”, asegura el concejal, “y si no se ha hecho ha sido por falta de voluntad política”.

Pero por su parte, desde la Dirección General de Igualdad, recuerdan que cuando
recibieron las quejas abrieron un expediente para hacer el seguimiento del caso, “pero los juristas nos dijeron que el infractor era de Madrid y el día 3 de febrero tuvimos que enviarlo allí, que tienen una área LGTBI y una ley contra la LGTBIfobia”, expone la directora general de Igualdad, Mireia Mata. “Es un tema competencial”, concluye.

Desde que se aprobó la ley, la Generalitat ha destinado más de dos millones de euros a implementarla y es por eso que Mata considera “injusto el argumento de que la ley se ha guardado en un cajón o que alguien pueda decir que la administración no hace nada al respecto por falta de voluntad política”.

Bullying homófobo a un niño de nueve años

Otro de los casos que han llegado a la Generalitat es el de un niño de nueve años que había sufrido bullying homófobo por parte de sus compañeros de escuela, que sospechaban que el niño tenía una orientación sexual diferente que ellos. En una carta publicada por El Periódico, el niño explicaba que le molestaba que los otros alumnos se burlaran, que escribieran “cosas feas de mí” y sobre todo “que os riáis de mí”.

Su madre ha accedido a hablar con Públic y recuerda que “llegó un punto que mi hijo estaba con ataques de nervios y de ansiedad, que se escondía en el armario porque no quería ir a clase”. También explica que comunicó a la escuela el malestar del niño en varias ocasiones, de forma verbal y escrita, pero se queja de que no recibió ninguna respuesta. Finalmente tuvo que cambiar al niño de centro “por su propia salud mental”.

La familia, que considera que la gestión de la escuela “fue nefasta”, puso una queja a través del Defensor del Pueblo “y el Síndic ha hecho una resolución a favor nuestro reclamando una serie de medidas que deben tomarse en el centro y que tiene que tomar el Departamento de Enseñanza”, explica,” pero de momento no tenemos constancia de que haya hecho nada”. “Yo busco una sanción ejemplar a la escuela, porque pienso que han actuado muy mal”.

Desde la Generalitat aseguran que el Departamento está trabajando, pero que a pesar de que la familia quiera un castigo ejemplar “porque lo ha pasado muy mal, esto no es lo que corresponde hacer”.

Desde la aprobación de la ley y hasta el pasado julio, cuando se actualizaron los
protocolos a la sanidad pública, una de las denuncias más recurrentes que recibía el Observatorio era la de mujeres sin pareja o parejas de mujeres que habían visto
vulnerado su derecho al acceso a las técnicas de reproducción asistida. Una de las quejas que se remitió a la Generalitat fue la de la Guiomar, que se dirigió a la entidad para denunciar que el Hospital de Sant Pau había denegado su acceso y el de su mujer a estos tratamientos por ser una pareja homosexual.

Se vieron forzadas a seguir el procedimiento por la vía privada “porque no teníamos otra opción y además, nos quedamos destrozadas psicológicamente”. Ahora quieren exigir que se les reembolsen el dinero, ya que “se nos negó un derecho que estaba recogido por la ley”. Además, también quieren denunciar otros obstáculos que han tenido que lidiar por ser una pareja de mujeres lesbianas. “Para registrar nuestra hija en el Registro Civil nos obligaron a ir a las dos y a llevar la firma del consentimiento informado de la Clínica de Reproducción Asistida, si no, no podíamos registrarla”, recuerda Guiomar, “y aparte, en todos los documentos que hemos tenido que llenar ponía siempre ‘nombre de la madre y del padre’ … Tuvimos que tacharlos en todos “.

Reglamento pendiente

A pesar de que las entidades lamenten que en todo este tiempo sólo se haya producido una sanción, porque creen que esto podría convertirse en ejemplificador y prevenir futuros casos de agresiones, Mireia Mata considera que la herramienta sancionadora “es importante pero más accesoria”, sobre todo porque desde su punto de vista “es iluso” pensar que la homofobia se erradicará a golpe de sanción.

Es por ello que la Generalitat pone el acento en “actuar multidisciplinariamente”. “El primero es a través de la educación y formación en la diversidad sexual”. Pero este es justamente uno de los puntos más calientes de la ley. Al respecto, parte de la comunidad LGTBI se ha quejado de que la ley no se ha desplegado al 100% en los centros escolares, pero Mata destaca los pasos que se han llevado a cabo en este sentido, “como el tema de los protocolos de actuación contra el bullying por LGTBIfòbia, que era algo que hasta el curso 2016-2017 no había existido y ahora se ha incorporado a los centros, la formación de inspectores de enseñanza o las charlas de Mossos en los centros de secundaria sobre el tema”.

La no existencia de un reglamento, que debía estar finalizado en el primer año desde la aprobación de la ley, también dificulta, a criterio de las entidades, que se impongan más sanciones. Al respecto, la Generalitat asegura que lo tiene redactado y “muy a punto”, y si bien coincide en que esto hará más ágil el proceso administrativo, también advierte que “lo primero que hay que hacer es concienciar a la gente para que tenga suficiente sangre fría como para recoger testigos o llamar a los Mossos cuando se siente agredida”, porque sin pruebas, “con el reglamento estaremos igual”.

Interior analizará si HazteOir incumple los requisitos para ser considerada de utilidad pública

La policía municipal pide la documentación al conductor del autobús de Hazte Oír. EFE

El ministro de Interior, Juan Ignacio Zoido, ha salido al paso de la polémica por el autobús tránsfobo que ha movilizado la asociación ultra HazteOir. El sucesor de Jorge Fernández Díaz ha evitado condenar la iniciativa, que fue paralizada por un juez hasta que retirara los mensajes contra las personas transexuales. El titular de Interior ha explicado que el departamento analizará si la asociación cumple los requisitos para mantener la categoría de utilidad pública.

“Con independencia de la actuación de la Fiscalía y que esté conociendo un juzgado, el Ministerio del Interior analizará si se han incumplido algunos de los principios que se exigen como fundamentales para la concesión y, en ese caso, se procederá a la revocación, pero cumpliendo la ley y no actuando de manera arbitraria y discrecional como parece que algunos grupos quieren que se actúe”, ha expresado Zoido.

La diputada socialista Ángeles Álvarez le ha preguntado si el Gobierno dejará de ser “colaborador necesario para las infames campañas de esta organización” y se ha interesado por la incoación del correspondiente expediente para retirarle la utilidad pública, como han reclamado PSOE y Unidos Podemos.

El responsable de Interior ha dejado en manos de los funcionarios las acciones contra esa asociación, a la que su antecesor concedió la utilidad pública. Zoido no ha querido confirmar si le revocará esa definición, que concede ventajas como exenciones fiscales o asistencia jurídica gratuita, que Fernández Díaz le otorgó a la asociación ultra en 2013. Lo ha dejado en manos de los técnicos del departamento. “S on los funcionarios los que tienen que abrir el correspondiente informe”, ha contestado Zoido en la sesión de control al gobierno. Lo que no ha contestado Zoido es si considera que HazteOir incumple los requisitos exigidos para tener la utilidad pública. 

“En el Ministerio del Interior se instruyen de manera regular expedientes para revocar la utilidad publica de las asociaciones que dejan de cumplir los requisitos”, ha respondido Zoido, que ha asegurado que “con carácter general” se retira a las asociaciones que discriminan por razones de sexo, religión, etc.  “siempre que quede acreditado y se instruya el oportuno procedimiento” que queda en manos de los técnicos, según ha explicado: “Son los funcionarios los que tienen que abrir el correspondiente informe”.

El ministro ha asegurado que el Gobierno actúa “con rigor y acogiéndose a la ley” y que en el “ autobús en el que se ha subido en el autobús del respeto y la diversidad”. En ningún momento ha expresado Zoido si considera que el autobús tránsfobo de HazteOir ataca la diversidad.

Hazte Oír pone en marcha su tercer autobús que prevé acudir a Euskadi

El nuevo autobús que HazteOir ha puesto hoy en marcha con los lemas “Los niños tienen CENSURADO. Las niñas tienen CENSURADO”. (EFE)

ALCOBENDAS.  El presidente de la organización ultracatólica, Ignacio Arsuaga, ha presentado hoy el nuevo vehículo, que ha partido desde Alcobendas hasta la plaza de Cibeles en Madrid, y ha criticado que “en el siglo XXI se haya vuelto a una época en la que existía la censura”.
Arsuaga ha concretado que el autobús -que no es el primero “redecorado”, porque aquel sigue “secuestrado” por la Policía de Madrid- va a recorrer varios días la capital para, posteriormente, pasar por otras ciudades.

Ha anunciado que tiene previsto desplazarse a Barcelona, Valencia, Zaragoza, Pamplona, San Sebastián, Bilbao, Vitoria, Sevilla, Málaga y Cádiz.

El presidente de la entidad ha dicho que esta campaña se inició para “reclamar y defender el derecho de los padres a elegir libremente la educación de sus hijos”, pero finalmente ha dado “un giro inesperado”, hasta el punto de que actualmente el interés reside en el debate sobre la libertad de expresión.

El vehículo circulará hoy por el Paseo de la Castellana y el Paseo del Prado, y está previsto durante toda esta semana esté en Madrid antes de iniciar su recorrido por otras ciudades.

El ‘transbús’ de los niños y las niñas transexuales

«Estábamos en clase y salió el tema del autobús. Y todos empezaron a decir que les parecía bien el eslogan. Lo peor fue que lo decían quienes yo creía que lo habían entendido todo, mis amigos, a los que les había explicado que los genitales no determinan la identidad sexual. Me hizo cuestionarme si lo entendían de verdad. Fue un mazazo. Ahora me pregunto si mi vida será siempre así, si la gente con la que me encuentre lo entenderá».

Habla Izan, 16 años, futuro psicólogo. Izan con el nombre oficialmente cambiado para que lo llamen como es en su pueblo de Castilla-La Mancha y en el mundo entero. Izan hormonado y operado del pecho para parecer por fuera lo que siempre se sintió por dentro.

Izan, chico con vulva.

Izan, chico.

El primer autobús deHazte Oir hizo más paradas de las que parece. Aquel Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen de la semana pasada aún despierta amores y ascos, un asteroide de reacciones a favor y en contra impactando en el centro de la convivencia patria. Todo el mundo habla… menos los niños y las niñas. ¿Qué piensan los niños con vulva y las niñas con pene?

«Ese mensaje agrede y molesta. Y es mentira», dice Pablo.

«Generan odio y confusión», dice Izan.

«Un genital no hará que mi hermano pare de ser él mismo», dice Nahia…

«Necesitamos respeto», dice Ian.

«Quien odie a gays, lesbianas o transexuales no tiene cerebro», dice Julia.

«Basta ya de humillaciones, ¿tanto nos cuesta ser personas?», dice Alex.

Acostumbrados a la diferencia, especializados en las miradas del mundo exterior, los menores transexuales han visto aparcar el autobús de Hazte Oir en medio de sus vidas.

Y desde sus mundos interiores, mientras parecía que hacían otras cosas, han ido dibujando, escribiendo, grabando y contando lo que sienten.

En la última semana, la Asociación de Familias de Menores Transexuales Chrysallis ha recibido testimonios, mensajes de WhatsApp, pantallazos de Facebook, notas de voz, cartas y dibujos de niños y niñas que expresan su reacción ante el mensaje del autobús de Hazte Oir o que cuentan qué ha pasado en sus vidas cuando los entornos en los que crecen han abordado el asunto.

Ésta es la ruta del otro autobús, del autobús de los niños con vulva y las niñas con pene, el autobús de los menores transexuales. El transbús.

Nahia tiene 13 años, devora libros y escribe en consecuencia. Tiene un hermano transexual, Zuhar, un pequeñajo de 7 años que siempre ha sabido lo que es. Lo cuenta desde Hondarribia, Patricia, la madre de ambos: «Zuhar está feliz. Vive muy bien su identidad. Cuando algunos le dicen algo malo, yo le inculco que lo hacen porque no saben. Le digo: ‘Si ellos no saben que hay niños con vulva, tú les enseñas que los hay’. No les insulto, siempre le digo que hay que enseñar a la gente. Él no sabe nada de lo del autobús, es muy pequeño, no veíamos útil que lo supiera. Bastante tiene con enseñar al mundo lo que el mundo no sabe. Su labor es la pera».

Pero Nahia sí sabe del autobús. No se ha montado en él, pero lo ha visto pararse en sus narices. Por eso, el domingo se juntó con su amiga Nahikari y dibujó su autobús, el autobús de su hermano y tantos hermanos, un transbús pintado de naranja con un latigazo de ironía: ‘Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen’… y junto a ese lema, su pintada genial: ‘No siempre’.

Como Nahia va para escritora, agarró el rotulador y redactó, con hambre de tildes, una nota para llevarse de viaje: «Es un mensaje que lo único que produce es incitación al odio entre personas. Mensajes como este (sic) ya son agua pasada. Ideales presentes en la época de los neandertales. Día a día, poco a poco, los niños y niñas tienen libertad de definir quienes (sic) son. Un genital no hará que paren de ser ellos mismos. Cada vez más gente va entendiéndolo, esta (sic) es la realidad. Hay niñas con pene y niños con vulva».

Si no fuera porque tiene 7 años, se diría que Ian (Cataluña) juega a ver informativos. Su dibujo no es un autobús. Es una caravana. Un crack. Con sus ceras de talento y su cabeza de colores, Ian pintó un furgón directo, una transcaravana sin rodeos: (sic) «A quien importa lo que yo tenga si penis o vulva. Soy un niño trans y punto !! Y necesitamos respeto!! Gracias!!! Transexualidad!».

Pablo tiene 11 años y vive en Sevilla. El viernes, en plena polémica nacional por el primer autobús de Hazte Oir, unos niños de su clase le bajaron los pantalones. Llegó a casa, dejó pasar unos días y escribió una nota para Chrysallis y para quien quiera escuchar su tinta: «Me parece muy bien que cada persona se exprese como quiera, pero no agrediendo a otras (y menos cuando no tienen razón). El pasado miércoles salió el autobús de Hazte Oir a las calles de Madrid expresando su mensaje: ‘Los niños tienen pene, las niñas tienen vulva’. Ese mensaje, aparte de ser mentira, molesta a las personas transexuales. Espero que nunca más se diga ese mensaje. Stop a la transfobia».

Desde su casa castellana, Izan describe sin titubear una vida para detenerse en cada cosa: «Esto es un pueblo pequeño, siempre he tenido problemas. En cuanto me corté el pelo, se me esfumaron 30 amigos. Me ven como un bicho raro. En el vestuario de los chicos, todos se apartan de mí y se van a un rincón; piensan que les voy a hacer algo. Aun así, las cosas habían mejorado un poco, pero con esto del autobús, la incomprensión ha vuelto».

– ¿Y qué se ve cuando se acerca el autobús?

Rabia. No entiendo qué necesidad hay de ese mensaje. Y no sé cuántos más habrá. Genera odio y confusión. Son ultras y yo me siento perseguido y atacado. Incluso por los que dicen que me entienden. Ya nunca sabré si hablo con alguien que me trata como masculino porque lo cree y lo entiende o porque es así como cree que me tiene que tratar por hábito o costumbre.

Volvemos a Hondarribia. Estamos al teléfono con Patricia y le pedimos que haga de enviada especial de EL MUNDO a su propia hija, que no queremos molestar a la cría.

Patricia, pregúntale a Nahia qué les diría a los señores del autobús si los tuviera enfrente.

Y en eso, la madre traslada la pregunta, le pide a la niña que no sea tímida y se lleva una respuesta para terminar esta historia.

Que se bajen del autobús y sonrían.

RECONOCER LAS VICTORIAS Y ACTUAR EN CONSECUENCIA, UN RETO

Efectivamente, se han hecho oir. El autobús con mensajes contra la diversidad sexual infantil inmovilizado primero por la policía municipal madrileña y después por un juez se ha convertido en el tema estrella de esta semana. Parece casi lógico en esta época de frivolidad viral en la que resulta cada vez más difícil contextualizar polémicas, jerarquizar los temas de interés público y entablar debates estratégicos que permitan abrir puertas a nuevas victorias y salgan de la lógica reactiva.

Existen niñas con pene y niños con vulva. Es más, existen personas que, más allá de sus genitales, no se identifican con ningún género, construcción social de la que un recién nacido, más allá de las condiciones biológicas de su sexo, no tiene la menor idea. Precisamente por eso, porque son construcciones sociales. A eso se refirió hace más de medio siglo Simone de Beauvoir cuando dejó escrito que «no se nace mujer, se llega a serlo». Quedan muchas batallas por dar en el camino hacia la normalización de la cultura trans, desde las más simbólicas, como la posibilidad de marcar una tercera casilla neutral en los formularios oficiales en los que se nos obliga a definirnos como hombres o mujeres –así ocurre en Australia–, a las más palpables, como la inclusión del cambio de sexo dentro de la sanidad pública, pasando por la imprescindible labor pedagógica que requiere la inclusión de la transexualidad, en toda su globalidad, en los marcos mentales de la sociedad. Porque la cultura trans va mucho más allá del esquema binario marcado por unos genitales u otros; contiene en su seno un gran potencial transformador que desmonta los roles que inconscientemente seguimos asignando a cada género.

Lo positivo de la polémica de esta semana ha sido constatar que solo unos pocos ultras están dispuestos a arremeter contra el derecho de los niños a decidir sobre su sexualidad. En este sentido, han sido reveladoras las declaraciones de altos cargos del PP, que han criticado la campaña tránsfoba. Socialmente, la batalla está ganada ahora mismo –lo cual no quiere decir que lo esté para siempre, es cierto–. Lo negativo es que esos pocos ultras han conseguido un eco con el que no soñaban y que el libro homófobo sobre las que denominan «leyes de adoctrinamiento sexual» va ya por su segunda edición. En términos generales, se ha reaccionado contra el autobús como si fuese la posición tránsfoba la que ocupase una posición de poder, cuando en este caso –y en este momento– es a la inversa. Es el grupúsculo ultra el que reacciona ante la eficaz campaña de Chrysallis. Una posición hegemónica que no hay que dar por ganada para siempre, pero que para consolidar quizá lo más efectivo no sea mantener lógicas reactivas, sino plantear iniciativas que marquen el ritmo del debate y abran puertas a nuevos avances. Pasos adelante que pasen de las campañas de concienciación a la toma de decisiones concretas, empezando por protocolos claros que garanticen la libertad de los menores a la hora de desarrollar su sexualidad y que, de paso, dejen en segundo plano las pataletas de los ultras. Se dice que el poder primero te ignora, luego te ridiculiza y finalmente te ataca. Ser consciente de tener una posición de poder y aprender a ignorar sigue siendo probablemente una asignatura pendiente.

No hay batalla entre derechos
Junto a la necesaria reflexión de fondo sobre la transexualidad y la infancia –ausente estos días–, se impone una referencia a la magnitud que adquieren los fenómenos virales. Es un autobús naranja con una rabieta inscrita y sin embargo ha marcado la actualidad en una semana en la que se ha conseguido que Sara Majarenas e Izar permanezcan juntas, en las que las relaciones entre Lakua y Moncloa se han mostrado más lubricadas que nunca a cuenta del TAV, o en la que un cargo político catalán ha sido juzgado por poner las urnas. Solo son algunos de los hechos relevantes arrollados por el autobús, cuya prohibición ha sido reclamada automáticamente desde muchos estamentos, sin pararse a pensar probablemente en la contradicción que supone reclamar al mismo tiempo la libertad de expresión en otros ámbitos. Por odiosa que sea la campaña, que lo es, y por doloroso que resulte, la honestidad obliga a reconocer que ese autobús infecto debería poder circular, sin que eso menoscabe el derecho de los menores a desarrollar su sexualidad y sin que signifique que no se puedan desarrollar todo tipo de iniciativas contra la campaña. No debe haber colisión entre el derecho a la libre expresión de unos y los derechos de los transexuales.

“El día que acepté y entendí que quería llevar calzoncillos, él y yo fuimos mucho más felices”

La integrante de Chrysallis, Beatriz Séver, mádre de un niño con vulva, dice que su lucha es hacer felices a los menores

Una de las marquesinas de San Sebastián con la campaña original de Chrysallis. JAVIER HERNÁNDEZ

Chrysallis Euskal Herria, Asociación de Familias de Menores Transexuales, no quiere polémicas que “no conducen a nada”. Sus miembros, padres y madres con niños y niñas cuyo sexo no se corresponde con el de nacimiento, incluso entienden el mensaje de los ultracatólicos de Hazte Oír porque, como recuerdan, ellos se lo dijeron primero a sus hijos. Pero una vez constatada la realidad de cada niño, de cada persona, lo que no entienden, es que por motivos religiosos, o por los que sea, propongan imponer el sexo que se lleva entre las piernas, al “sexo sentido”.

“En cierta manera entiendo a quienes piensan de esa manera porque yo a mi hijo le decía lo mismo. No puedes ser niño porque tienes vulva. El día que acepté y entendí que quería llevar calzoncillos, él y yo fuimos mucho más felices”, asegura Beatriz Séver en Getxo, en su casa, junto a algunos de los carteles de la campaña que ha provocado la airada reacción de los ultracatólicos, y una amplia solidaridad del resto de la sociedad. La campaña se lanzó el día 10 de enero y terminó el 16 de ese mismo mes gracias a la donación de un financiero de Nueva York, al que impresionó un vídeo que vio de forma casual, con el trabajo que algunos padres y madres estaban haciendo con sus hijos en un centro educativo concertado de Getxo, Bizkaia.

“Les hemos dicho lo del autobús muchas veces a nuestros hijos, pero hemos aprendido”, asegura repite Séver. “Pero más allá de esas y otras acciones de Hazte Oír nuestra única guerra es hacer que nuestros hijos sean felices y las familias que se enfrentan a situaciones como estas tengan un entorno de aprendizaje no traumático, es decir, que todos sean lo más felices con su cuerpo, con su entorno y con su futuro”.

Rechazan incluso entrar en un cruce dialéctico con la asociación ultracatólica que les ha llevado a los tribunales, con una acusación terrible de “corrupción de menores”. Hazte Oír, la asociación que todavía no ha podido poner en circulación el autobús que vincula el sexo de los niños a la forma de sus genitales a instancias de un juzgado, denunció a los padres y madres de Chrysallis ante la fiscalía de Gipuzkoa por el presunto delito de corromper a sus hijos. Están atacando la campaña “hay niñas con pene y niños con vulva” por tierra mar y aire, “pero nosotros y nosotras tenemos mucho trabajo por delante con mejorar el entorno de nuestros hijos” como para “perdernos con esas batallas”, dice Beatriz Séver.

En apenas un mes, desde que lanzaron la campaña han sufrido ataques en Pamplona, donde desconocidos atacaron varias marquesinas con los carteles. Facebook les emplazó al día siguiente a colgar los carteles en su página de la red social a que los quitaran por exhibir los genitales masculinos y femeninos, -pese a que eran dibujos- aunque a la vista de la repercusión retiraron la petición. Sí la mantuvieron con los carteles en euskera. Y recientemente están viendo como Hazte Oír intenta por todos los medios contrarrestar su campaña con un autobús con un mensaje tránsfobo, y con la denuncia por corrupción de menores que Hazte Oír canalizó a través del Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro, cuyo lema es “Cristianizando el Derecho, cristianizando la sociedad”.

Frente a esa visión, desde Chrysallis ofrecen información. La gran repercusión que tuvieron los documentos pedagógicos con los que trabajan con todos los menores en Getxo, les han obligado a traducirlos a ocho idiomas, incluido el chino. Se han producido cientos de miles de descargas de documento Chicos y chicas. Identidad y cuerpo que está colgado en su cuenta de Facebook. Lo que reclaman de las instituciones son protocolos individualizados para sus hijos y fuera del área de psiquiatría, además de centros como Kattalingune en Navarra. Piden que como en ese caso, en Euskadi y el resto de España, estén atendidos por un sexólogo. Creen que simplemente con esas previsiones, y con formación específica a los profesores de los centros educativos cuando se presentan los casos, se podría avanzar seriamente en el objetivo de reducir el dramático porcentaje de suicidios de transexuales, que según los datos que maneja la asociación es del 42%.

Los entorno a 40 madres y padres de la asociación Chrysallis están, pese a todo, muy satisfechos porque su lucha va a permitir que sus hijos sean la primera generación que va a vivir con el sexo que sienten. Creen que los avances educativos, sociales, políticos y judiciales que se están produciendo superan en mucho a las resistencias como las de Hazte Oír. Creen que la Organización Mundial de la Salud, acabará, más pronto que tarde, quitándole a la transexualidad, el apelativo de patología o de trastorno.

Una concentración en Madrid reivindica el “derecho a ser de las personas transexuales”

Sus promotores aseguran que mensajes como los de HazteOir “pueden acabar perjudicando tanto a las familias que están en el proceso de descubrir o aceptar la identidad de género de sus hijos como a los propios niños trans”

Unas 200 personas se manifiestan en Madrid contra el autobús tránsfobo

Unas de 200 personas, convocadas por la Fundación Daniela, se han concentrado este sábado en la madrileña plaza de Chueca para reivindicar “el derecho a ser de las personas transexuales” y expresar su rechazo a la campaña “transfóbica” impulsada por la plataforma HazteOir.

Los participantes se han congregado en torno a una pancarta de la Fundación Daniela con el lema “Transformando” y varias banderas de colectivos transexuales.

El gerente de la fundación, Isidro García Nieto, ha asegurado que el lema ‘Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre, eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo’ de la campaña de HazteOir, “invisibiliza a las personas trans y supone un ataque contra la población con la que trabajamos, que son los niños trans españoles”.

García Nieto ha explicado que “este tipo de mensajes pueden acabar perjudicando tanto a las familias que están en el proceso de descubrir o aceptar la identidad de género de sus hijos como a los propios niños trans en los colegios donde pueden sufrir acoso o discriminación”.

Los obispos tránsfobos que han dado alas a los ultracatólicos

El obispo Reig Plá, con Ignacio Arsuaga, en una entrega de premios HazteOir

“Si queréis llamarlos ultras, pero no ‘ultracatólicos’. Estos tipos no representan a la Iglesia”, comentaba un alto cargo de la Conferencia Episcopal el pasado viernes, tras la conferencia del cardenal Osoro en el Fórum Europa. Sin embargo, las relaciones entre HazteOir y los grupos que se encuentran en la órbita de la sociedad secreta El Yunque con la Iglesia católica han sido estrechas durante muchos años. Aún hoy, son varios los  “obispos de hierro” que continúan defendiendo, en público y en privado, las actividades de odio a los homosexuales, bisexuales, transexuales, divorciados y todo aquel que no case en su particular definición de “familia tradicional”.

En el trasfondo, una batalla intraeclesial, una lucha entre dos modelos de Iglesia: una tradicional, ultraortodoxa y cerrada, y otra más abierta, en diálogo con el mundo y, como señala el Papa Francisco, más “hospital de campaña” que “trinchera”.

No hay que olvidar que los ataques de HazteOir al colectivo transexual lo son, por extensión, al propio pontífice, quien hace un par de años pagó el viaje a Roma al transexual extremeño Diego Neria, y a su mujer, Macarena, con quien mantiene una relación epistolar y a quien pidió perdón en nombre de aquellos cristianos “de bien” que durante años lo tacharon de enfermo, pecador y lo persiguieron con saña.

Después de que en 2010 llegaron las primeras denuncias acerca de la pertenencia de los líderes de HazteOir, Derecho a Vivir, Profesionales por la Ética y otros de estos grupos a la secta de El Yunque, la Conferencia Episcopal comenzó a alejarse de Arsuaga y compañía, que durante la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero se habían convertido en el brazo armado de la Iglesia de Rouco Varela contra el matrimonio gay, Educación para la Ciudadanía, la reforma de la Ley del Aborto y cualquier iniciativa legislativa que oliera a progresismo.

Con todo, la Conferencia Episcopal aún no se ha atrevido a desautorizar oficialmente a El Yunque y a sus miembros.

Únicamente los obispos de Toledo y Getafe emitieron notas prohibiendo que HazteOir y demás pudieran utilizar templos o instituciones eclesiales para llevar a cabo sus campañas o dar charlas en sus colegios. Sin embargo, según ha sabido eldiario.es, son decenas las diócesis donde está prohibición se da de facto, especialmente desde la llegada a Madrid de Carlos Osoro, cuya primera medida fue cancelar las misas multitudinarias de Colón y solicitar un informe sobre las actividades de HazteOir en la diócesis.

Entonces, ¿quiénes son los obispos que apoyan a HazteOir? Curiosamente, los mismos que, de una u otra manera, obstaculizan las reformas de Francisco en la Iglesia española y que, periódicamente, protagonizan las portadas por sus declaraciones homófobas y ultramontanas.

Uno de los que continúa defendiendo y animando a Arsuaga y los suyos es el polémico obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig, quien habitualmente preside las galas de premios de HazteOir, y cuyas intervenciones contra la diversidad sexual le han valido varias demandas en los últimos años.

Otros prelados, como el arzobispo de Granada, Javier Martínez (que la semana que viene tendrá que declarar como responsable civil subsidiario en el “caso Romanones”); el arzobispo de Oviedo (denunciado por los exmiembros de  “Lumen Dei” por haberles arrebatado supuestamente, varias propiedades valoradas en decenas de millones de euros); el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que ya negó la comunión a un transexual o calificó la reproducción asistida de “aquelarre químico”.

El obispo de Cádiz, Rafael Zornoza, quien también prohibió que un joven transexual fuera el padrino de bautismo de su sobrino porque “el comportamiento transexual es inmoral“; o el obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla, que esta misma semana publicaba un tuit en el que comparaba el autobús tránsfobo con la “Virgen Drag Queen” del Carnaval de Canarias, y que es autor del libro Sexo con alma y cuerpo, en el que sostiene que masturbarse es “una agresión al propio cuerpo” y donde califica la homosexualidad de “depravación grave”.

El imam gay de Sudáfrica

Mushin Hendricks, en su mezquita de las afueras de Ciudad del Cabo. C. V.

El primero de mis tres encuentros con Mushin Hendricks es en su casa, aunque habíamos previsto reunirnos en su mezquita de Wynberg, localizada en un suburbio acomodado de Ciudad del Cabo (Sudáfrica). “Esta mañana no me encontraba muy bien, pero no quería cancelar la entrevista”, dice visiblemente víctima de algún virus de entretiempo, pero cordial. Hemos tardado dos meses en cuadrar agendas. “He estado viajando mucho, y casi todas las semanas tengo alguna entrevista”, cuenta mientras tomamos asiento. Comenzamos a charlar.

Mushin Hendricks es elegante incluso estando enfermo. De origen indonesio, sus rasgos no son los del musulmán cliché. Este año cumplirá 50 años y su vida no puede ser más plena. Está casado en segundas nupcias con un hombre con quien mantiene una relación desde hace 11 años. De su primer matrimonio con una mujer tiene tres hijos. En 2011, Hendricks se convirtió en un icono para los derechos humanos en Sudáfrica, pues se trata del único imam abiertamente declarado gay en el país, y de los pocos que lo ha hecho a nivel mundial. En su discurso defiende la igualdad entre hombres y mujeres e irradia calidez hacia los homosexuales.

Creció en el seno de una familia ortodoxa y su abuelo era imam. “Se puede decir que mi familia trajo el Islam a Ciudad del Cabo, y yo quería continuar con esa tradición”, cuenta a este diario. Tal estirpe no daba pie a hablar de homosexualidad: “Desde niño sabía que era gay”, reconoce, lo que hacía las delicias de sus compañeros de clase a la hora de ponerle motes. Esos ataques provenían también del discurso religioso: “En verdad te asusta si lo piensas”, dice con una media sonrisa. “Yo quería ser un buen musulmán y no ser castigado por ello. Entonces, mi identidad se volvía complicada, porque por un lado quería conocer a chicos de manera más íntima pero también quería ser imam”.

Empeñado en convertirse en guía espiritual, se trasladó a Pakistán con 21 años para estudiar el Corán. Allí analizó con atención los versos que narran la historia de Sodoma y Gomorra, a la que se atribuyen connotaciones sodomitas. “Pude comprobar que mucha gente había malinterpretado los versos, ya que nada en el Corán habla específicamente de la homosexualidad. De hecho, sí que alude a que el profeta impidió que los hombres que tenían inclinaciones fuesen atacados por otras personas”, asegura.

“¿Por qué elegiste Pakistán siendo un país tan complicado?”, pregunto. “Bueno, no es algo que se haya difundido mucho, pero hay mucha actividad gay en Pakistán”. Mi asombro hace que continúe su explicación entre risas. “Es el día a día en Pakistán. Se asume que los hombres se comportan así por la segregación entre sexos, que dificulta el acceso a las mujeres. Los hombres han de tener una economía estable para tomar a una mujer en matrimonio, con lo que muchos no se casan hasta los 30 años”. A los dos años conoció a la que se convertiría en su esposa y con ella tuvo tres hijos. Se divorciaron seis años después. “Me casé con ella pensando en que si me forzaba a estar con una mujer quizá mis inclinaciones cambiarían y ella aceptó”. Fue un desastre.

“Salí del armario con 29 años, después de seis años de matrimonio y tres hijos”. Ese fue el punto de inflexión que le llevó a estar dónde está. Divorciado, regresó a Sudáfrica y trabajó como profesor en tres escuelas coránicas hasta que decidió contar que era homosexual. Como era de esperar, le presionaron para dimitir. En ese momento comenzó la época más triste pero a la vez reflexiva de su vida, donde tuvo los primeros contactos con otros gays musulmanes. “Vi que todos habíamos pasado por lo mismo. En ese momento me di cuenta de que el propósito de mi vida era transmitir el mensaje de que no podemos discriminar en base a la orientación sexual y a la identidad de género. No podemos utilizar el Islam como una justificación de la homofobia“.

Sudáfrica es uno de los países del mundo más abierto hacia el colectivo LGBT. Desde 2006 la ley permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. Es de los pocos países en África, sino el único, donde la gente puede declarar abiertamente su sexualidad sin ser castigado por ello a nivel social y penal. Gracias a esa libertad, Hendricks oficia bodas entre personas de diferentes sexos y religiones (el Islam solo permite el matrimonio entre religiones diferentes siempre que el hombre sea musulmán). El boca a boca agrandó su círculo de contactos que acabó por convertirse en un grupo de apoyo hasta que en 2011 llegó la mezquita, donde nos reunimos en dos ocasiones más.

INNER Circle se convirtió en un proyecto para ayudar a la gente a recuperar su autoestima y confianza, y luchar contra las ideas del patriarcado, causantes de la discriminación entre sexos y la homofobia. El público que acude es de lo más variopinto: hombres y mujeres de todas las edades. Desde adolescentes hasta algunos con el cabello cubierto de canas. El espacio ofrece conferencias temáticas, grupos de apoyo, viajes espirituales y un lugar seguro para rezar. Antes de marcharme, confieso a Hendricks que, sin ser una persona religiosa, he disfrutado con su sermón. “Yo tampoco soy muy religioso”, me dice. “Lo que soy es espiritual”