De Chechenia a San Francisco, doce meses de información LGTBI en el mundo

Campos de concentración para gays, cuenta cuentos drag para niños o el parlamento con más escaños LGTBI de la historia; estos son algunos de los triunfos y de las derrotas del colectivo en los últimos doce meses

La comunidad LGTBI marcha en El Salvador y exige ley de identidad de género EFE

Chechenia. El gobierno persigue a los homosexuales e incluso se habla de  campos de concentración para gays. Canadá. Las autoridades se ven obligadas a pedir perdón por décadas de represión contra el colectivo LGTBI en las filas de su Ejército. Reino Unido. Las últimas elecciones generales dibujan un parlamento con récord de escaños LGTBI. Estados Unidos. La soldado  Chelsea Manning ha sido liberada y muestra al mundo su nuevo aspecto. Los últimos 12 meses han dejado tremendas noticias que dan lugar al desánimo en la lucha por los derechos LGTBI, pero también esperanzadores testimonios que nos recuerdan que la batalla continúa.

Estas son las historias LGTBI más destacadas de todo el mundo del último año.

En pleno siglo XXI resulta difícil hablar del avance de los derechos LGTBI cuando nos llegan noticias e imágenes que confirman que en Chechenia existen campos de concentración para homosexuales.

Si hubiera gente de ese tipo en Chechenia la policía no tendría que hacer nada con ellos, puesto que serían sus familiares los que les mandarían a un lugar del que jamás podrán regresar”. El que habla (aunque nos parezca increíble) es un portavoz del Ministerio de Interior, y cuando dice “gente de ese tipo” se refiere, en su mayoría, a hombres gays.

La república federal persigue y encierra a personas por su orientación sexual; de hecho, se han llevado a cabo cientos de detenciones de hombres “sospechosos de ser homosexuales”. La sociedad chechena es ultraconservadora y son las propias autoridades las que animan a familiares o amigos de personas LGTBI a que “se encarguen de ellos”.

Rusia, país del que depende esta república (aunque funciona de forma autónoma), es otro de los bastiones homófobos mundiales. Lejos de tomar medidas en el territorio para poner fin a la escabrosa situación, Rusia vive su propio debate en torno a los derechos de este colectivo.

La ley que prohíbe “la propaganda a favor de la homosexualidad entre los menores” impulsada por Putin supone que las autoridades pueden detenerte por exhibir un cartel, una bandera o por gritar un lema. Es por esto que en el país han terminado entre rejas algunos activistas acusados de “faltas diversas”. Incluso el Tribunal de Estrasburgo ha tenido que actuar para que los libere.

Estrasburgo falla que la ley rusa que prohíbe la promoción gay es discriminatoria EFE

La Corte Europea fue tajante: la legislación ideada por Putin en el año 2013 discrimina y vulnera la libertad de expresión, por lo que el Gobierno tendrá que indemnizar con 43.000 euros a los afectados por daños morales.

Si bien Estrasburgo dio un paso de gigante defendiendo los derechos del colectivo y dando una lección a nivel europeo, tendremos que seguir mirando a Rusia de reojo. Su Gobierno, a ritmo de vetos y nuevas leyes, continúa con su senda represiva. Pero de a poco el tejido social ultraconservador ruso se va resquebrajando. Las  imágenes de Putin maquillado y travestido han inundado las redes y se han colado en las calles como forma de protesta. Algo que ha llevado al gobierno, cómo no, a  prohibir su difusión bajo amenaza de prisión.

Esta es una de las imágenes de Vladimir Putin que ha prohibido el Gobierno ruso AP

Pero no todo son buenas noticias en los tribunales europeos. ¿Cómo puede pedirle un juez a un refugiado que demuestre “suficientemente” su homosexualidad para poder obtener asilo en el país? Quizá lo más doloroso sea que esto no ha sucedido al otro lado del mundo, en un pueblo recóndito que se rige por leyes medievales, sino en la liberal  Holanda.

Un tribunal holandés se negó a dar asilo a un refugiado iraquí porque, aun mostrando fotos y hablando de cuántas veces mantiene relaciones sexuales con su actual pareja, no queda claro cuán gay es.

Las asociaciones LGTBI holandesas aseguraron que este no es un caso aislado y que si Sahir Ahmad “vuelve a Irak, será asesinado porque en su país la homosexualidad está prohibida”. “Volver a Irak sería mi fin. Me matarán en el propio aeropuerto. Y si no, ya lo hará mi familia más tarde”, afirmó el joven.

Llegados a este punto, parece complicado ver con optimismo cómo está el panorama mundial. Pero sí, hay trazas de esperanza. Al otro lado del Atlántico una historia similar ha tenido un final justo y feliz. Seidu Mohammed (que perdió todos sus dedos por congelación cruzando la frontera hasta Canadá para pedir asilo) consiguió la residencia canadiense, ya que su vuelta a Ghana –como en el caso de Sahir– supondría una condena a muerte.

Estatua de Alan Turing en Bletchley Park, realizada por Stephen Ketlle en 2007. Richard Gillin. Turing fue uno de los condenados por ser gay

Los gobiernos piden perdón por vejaciones del pasado

Las detenciones y los encarcelamientos de homosexuales en países como India y Tanzania o la región de Chechenia también se producían hace 40 o 50 años en países como Alemania, Reino Unido y Canadá, aunque nos parezca increíble. Hoy, esos países piden perdón e intentan resarcir económicamente a personas que estuvieron entre rejas o fueron despedidas por amar o tener relaciones sexuales con personas de su mismo sexo. Aunque el reconocimiento llega tarde para muchos, que murieron reprimidos y señalados.

El ministro alemán de Justicia anunció que se anularían las sentencias de más de 50.000 hombres que fueron condenados a largas penas de prisión por culpa de una ley del siglo XIX. “La carga de la culpa recae en el Estado”, declaró el ministro Heiko Maas. Estas condenas se produjeron entre los años 1946 y 1969 y, aunque ese año la homosexualidad quedó despenalizada, nunca llegaron a retirarse las sentencias. Este mismo año, en Reino Unido, miles de hombres también fueron indultados, aunque de manera póstuma.

El Gobierno canadiense también pedirá perdón al colectivo LGTBI pero, en este caso, por vetarlo de los servicios públicos. Durante décadas, se les obligaba a dejar el Ejército o sus puestos en los servicios públicos y, además, se les sometía a interrogatorios con absurdas máquinas que se suponía que detectaban la homosexulidad (quizá el tribunal holandés mencionado antes necesitaría uno de estos aparatos). ‘La purga LGTBI’ comenzó durante la Guerra Fría y el último caso que se conoce se produjo dos décadas después de que la homosexualidad fuese despenalizada en el país en 1969.

Algunas de las cuenta cuentos de San Francisco // Cortesía de Panda Dulce

“¿Eres un chico o una chica?”, le preguntó un niño de seis años a una drag queen en una biblioteca pública de San Francisco. Aparte de la  lucha en Carolina del Norte en contra de la ley que impide a las personas trans elegir el baño al que desean entrar y de  la divertida fotografía del profesor del año de Rhode Islandagitando su abanico en el Despacho Oval, la historia de un grupo de drag queens contando cuentos sobre diversidad es una de las noticias más amables que nos llegan desde EEUU.

“Bueno, supongo que nací niño. Pero me gusta vestirme como una chica”, le contestó Honey Mahogany después de una sesión de cuentos. Aunque a los conservadores más radicales esto no les hace ninguna gracia, lo cierto es que tienen pensado seguir contando cuentos de todos los colores en librerías, bibliotecas y escuelas de todo el país.

Sin salir de EEUU, la lucha por la visibilidad transgénero trepó a las portadas de los periódicos con la liberación de Chelsea Manning el 17 de mayo de este año. En su primer comunicado lo dijo alto y claro: “No veo el momento de vivir como una mujer transgénero”. En los últimos siete años, la exsoldado había estado recluida en centros de detención para hombres de Irak, Kuwait y EEUU.

Un primer ministro abiertamente gay

La importancia de los referentes a nivel mundial nos lleva a celebrar que en este año 2017 Irlanda tenga un primer ministro abiertamente gay. Su nombre es Leo Varadkar y su partido Fine Gael, una formación muy modernizada pero, curiosamente, también muy conservadora. El pasado 9 de junio se alcanzó otro hito histórico en Reino Unido: las elecciones dibujaron un Parlamento con un número récord de parlamentarios LGTBI. En total 45 de los 650 pertenecen a este colectivo.

Y mientras que en países como Australia lobbies cristianos tratan de desbaratar el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, la capital de México ha conseguido sacar adelante una constitución “histórica” tanto para el movimiento feminista como para el LGTBI.

Los últimos doce meses han estado llenos de luces y sombras. Pese a todo, la lucha continúa.

“El asesinato de Harvey Milk fue un sacrificio para los que sobrevivimos”

Harvey Milk, como nuevo supervisor electo, en el desfile del Orgullo, Junio 1978 / Dan Nicoletta

“Si una bala atraviesa mi cerebro, dejad que esa bala destruya las puertas de todos los armarios”. Como un siniestro presagio, Harvey Milk recibió cinco tiros en la cabeza por considerar el respeto a la orientación sexual un asunto de Estado.

Este funcionario de San Francisco había logrado por primera vez movilizar a la multitud LGTB por un fin político: derrocar la iniciativa Briggs, que instaba a despedir a los profesores gays por “tener el perfil de abusadores de niños”.

Ese verano de 1978, las calles rugieron como nunca antes en Estados Unidos durante un desfile del Orgullo. Mientras la masa se colaba por cada recoveco de Castro Street, un muchacho de grandes ojos azules captaba la euforia a través de su objetivo. Daniel Nicoletta se había convertido cuatro años antes en el fotógrafo de campaña de Harvey Milk y pronto empezó a firmar la mejor colección de imágenes del colectivo LGTB.

Las fotografías de Nicoletta celebran la visibilidad tras años a la sombra del armario o, en su caso, de una familia católica y profundamente homófoba. No hay discriminación, solo colores brillantes, besos y muestras de apoyo al primer político abiertamente gay de Estados Unidos. Cuando fueron tomadas eran poco más que un bonito homenaje a una comunidad vapuleada, pero cuarenta años más tarde se han convertido en un símbolo a nivel mundial.

“Espero que mi fotografía sirva como puente a la inspiración para los futuros líderes de esta causa”, dice Nicoletta a eldiario.es. El veterano activista se encuentra estos días en Madrid para celebrar el Orgullo Mundial y presentar su colección por primera vez en nuestro país, que acoge una muestra del Colegio de Arquitectos hasta el 2 de julio.

“Orgullo Mundial, dos simples palabras que conforman un nido para cuestiones mucho más complejas, como los derechos de los transexuales, la lucha por la adopción de las parejas del mismo sexo y otros estigmas que necesitan salir al debate público”, opina. El fotógrafo habla con cariño del pasado y con decisión del futuro, donde deja espacio a los jóvenes para portar la antorcha de los que perdieron la vida luchando.

“La visibilidad siempre ha sido el corazón del movimiento, pero tiene un precio”, dice de la brutal represión que continúa existiendo sobre la comunidad LGTB. Solo en Madrid, cada dos días se registra una agresión por homofobia o transfobia y, al otro lado del charco, masacres como la de Orlando o la aniquilación de los transexuales mexicanos demuestran que la situación no es mejor.

“Es sano que haya resistencia. Siempre la hay cuando una sociedad se encuentra en transición. Hay que conseguir una vía pacífica para reconciliar nuestras diferencias”, reflexiona Nicoletta. Piensa que es un círculo vicioso que se remonta a los años 70, cuando los que se atrevían a reivindicar su pluma se enfrentaban a una buena paliza. “La visibilidad genera una reacción violenta de algunos y esa violencia visibiliza las injusticias”, resume. Lo que no se puede permitir, defiende, es que ese sacrificio quede impune escondiéndose de nuevo en el armario.

“El asesinato de Harvey Milk fue un sacrificio para aquellos que sobrevivimos. Hay que tenerles siempre presentes y obrar para honrarles”, cuenta sobre su buen amigo. Cuando habla del político, Dan Nicoletta vuelve la vista cuarenta años atrás para describir su llegada al barrio de Castro, en San Francisco, donde Milk y los suyos le acogieron en el peor momento de su vida.

Cuidando la huella

El gayborhood, como lo reconoce Nicoletta y los que en los años 70 establecieron allí su santuario de libertad, se considera hoy lugar de peregrinación para todo el colectivo gay. En 1974, un joven de 19 años cruzó el umbral de la tienda Castro Camera sin saber que se estaba adentrando en el centro de operaciones del movimiento LGTB de San Francisco.

Dan Nicoletta empezó a trabajar en el negocio como mozo de almacén, hasta que Harvey Milk observó su don con la cámara y le nombró fotógrafo oficial durante su campaña política de 1975. En Castro, el muchacho aprendió las distintas formas de vivir la sexualidad y que sentirse atraído por gente del mismo sexo no era pecado, como le advertía su educación ultracatólica.

“Harvey y su compañero me atraparon por completo con su carisma”, recuerda el fotógrafo. “Lo bueno de haberme criado sin cariño e inseguro sobre mi sexualidad es que ahora me siento feliz de que se apoye y visibilice tanto a los niños que pasan por lo mismo. Al final fui afortunado, pero me plantee muchas veces el suicidio”, admite como muestra de la importancia de atender a los más pequeños.

Entre los grandes logros de Harvey Milk, Nicoletta rescata el sentimiento de unión y felicidad que transmitía a los que le rodeaban. “La política, a veces tan difícil y negativa, necesita una dosis de diversión para llegar a cambiar el mundo”, afirma sin dudarlo. Él quiso captar esa satisfacción con su cámara y espera que ahora sirva de combustible a las nuevas generaciones. “La aparente frivolidad es solo una forma de romper los tabús y de animar al resto: salid, está bien ser como sois, y divertíos”, razona.

También considera el Orgullo como parte inherente de la visibilidad y, por tanto, de la política. “Gracias a esto, el grueso de la sociedad conoce los detalles de nuestra vida y puede decidir qué grado de compromiso quieren alcanzar”, piensa el activista. Según él, las personas LGTB tienen en su mano el poder de cuidar la huella para épocas venideras. “En eso, lo considero análogo al movimiento medioambiental. La gente del colectivo debe ser muy consciente de su impacto y crear un mundo más seguro, pero sin olvidar la foto grande. Es decir, a los mayores que pelearon antes o a los otros países que aún reivindican sus derechos humanos más básicos”, dice respecto a los 80 países donde la homosexualidad es condenada como un delito.

“Cuando me vaya de este mundo, quiero haber dejado una huella bonita como hombre y como gay”, sentencia. De momento, Harvey Milk, Grace Jones, Allen Ginsberg y otros miles de hombres y mujeres desconocidos quedarán para siempre en la memoria de la lucha LGTB gracias a sus fotografías. Puede que no exista una huella mejor.

Bolleras a popa

Maca y Esther, personajes de ‘Hospital Central’, en una escena de la serie.

Dejé de ver con mi madre Hospital Central cuando supe que era lesbiana. Pensé que me notaría algo raro cuando salieran Maca y Esther, los personajes lésbicos de la serie más longeva de la televisión en el Estado español. Entonces yo aún lloraba por ser bollo. Interpretadas por Patricia Vico y Fátima Baeza, probablemente sean la pareja más popular de la ficción española. No fueron las primeras lesbianas representadas en una serie de televisión, pero sus papeles marcaron un antes y un después. El argumento, sencillo: doctora lesbiana, de clase alta, rechazada por su familia seduce a una enfermera de barrio, de tradición heterosexual, que se deja llevar por el amor. Una serie de esas que se piensan para que se vean en familia contando una historia de amor entre dos mujeres. ¿Cómo fue posible?

Precisamente por eso: la historia cumplía con todos los requisitos para ser aplaudida. El trinomio amor monógamo-matrimonio-maternidad es la llave para la aceptación social de gais, lesbianas y trans. En los cuartos oscuros, claro, creerán que no hay amor. La serie de Telecinco fue la primera en retratar una boda entre parejas del mismo sexo. El capítulo ‘O calle para siempre’, en el que Maca y Esther se casan, fue emitido en diciembre de 2005, cinco meses después de la aprobación en el Parlamento español del matrimonio igualitario. Ninguna serie se atrevió antes a imaginar un enlace así. Curioso que, hasta en la ficción, tuviéramos que esperar tanto para lograrlo.

El boom fue tal que los personajes de Maca y Esther empezaron a moverse entre la ficción y la realidad. Esto, claro, se debe al propio éxito de la serie pero, sobre todo, a la falta de referentes lésbicos de carne y hueso. Mientras Elena Anaya dedicaba el Goya a “su amor”, las actrices, Patricia Vico y Fátima Baeza eran galardonadas con diferentes premios por su trabajo a favor de la visibilidad de las lesbianas. Patricia Vico, la actriz que interpretaba a Maca, llevó a cabo en 2006 una campaña en contra de la homofobia y la lesbofobia junto a Jesús Vázquez, promovida por Amnistía Internacional. Las críticas del movimiento LGTB se escucharon tímidamente entonces, pero cabe suponer que para dos actrices heterosexuales resulta más cómodo abanderar la visibilidad lésbica que para muchas lesbianas.

El espejismo de la igualdad, del que tanto se ha escrito desde el movimiento feminista para denunciar la idea falsa de que hombres y mujeres gozamos ya de los mismos derechos, puede aplicarse sin mayor dificultad a la realidad del colectivo LGTBI. No seré yo quien defienda lo que siempre he entendido como una falta de valentía, pero, todavía hoy, ser lesbiana es un acto de resistencia al poder hegemónico. La normatividad es heterosexual y no todas estamos dispuestas a vivir de guerrilla en guerrilla.

El elemento definitorio de las lesbianas en las series de televisión que más me llama la atención, al menos en las series que analicé para mi tesina ‘ De la invisibilidad a la irreverencia: Lesbianas en televisión‘, es la falta de conciencia sobre el lesbianismo que tienen los personajes. El hecho de ser bollera, más allá del trauma que supone para casi todas ellas en el proceso de salida del armario, no implica nada más. La lesbofobia apenas cabe en la ficción, no se representa como estructura y ninguna de las bolleras que aparecen en la tele parecen necesitar de activismo LGTBI ni de amigas lesbianas con las que despotricar de lo difícil que sigue siendo ser bollera.

En Hospital Central sí que representaron en un capítulo cómo Maca y Esther tuvieron algún problema para encontrar piso, pero la lesbofobia a la que se enfrentaron entonces se subsanó con mucho amor entre ellas. Y ahí está otra clave: el amor. Es el elemento que más define las representaciones de personajes LGTBI en televisión y es el mismo razonamiento que se utiliza desde las instituciones y el movimiento más conservador para trabajar por la igualdad.

El Ayuntamiento de Madrid ha empapelado la ciudad con un eslogan que tengo que reconocer que, en un primer momento, me emocionó: “Ames a quien ames, Madrid te ama”. Pero, después de detenerme a pensarlo un poco más, me asaltaron las alarmas porque no es cierto. La ciudadanía, gracias a todo el trabajo del movimiento, ha aprendido ya que el amor no entiende de géneros, pero no hemos logrado aún que se celebre la diversidad en las distintas formas de habitar el mundo. Las bolleras, si se visten de blanco para casarse y tienen bebés, si los domingos van a ver a la familia y trabajan de lunes a viernes, pueden formar parte de la sociedad sin recibir demasiadas críticas; con los maricas pasa igual y también con las compañeras trans, que ganan aceptación social según aumenta su binarismo. La ambigüedad no está bien vista en un mundo que apuesta por los blancos y los negros.

La visibilidad sigue siendo un punto clave en la agenda lésbica, pero lo cierto es que ya no estamos sometidas al mismo ostracismo. Si desde el lesbofeminismo se sigue reivindicando la necesidad de encontrar referentes lésbicos ya no es tanto por la falta de estos sino por lo planos que son todos. Es un puntazo que Sandra Barneda se haya animado a hacer visible su forma de amar, pero necesitamos de referentes más diversos.

Las lesbianas que aparecen en los medios de comunicación haciendo visible su condición bollo no pueden referenciarme si en sus declaraciones quitan importancia a la cuestión, si tienen una posición económica a la que ni aspiro y, sobre todo, si su imagen no se corresponde a la que encuentro yo a mi alrededor. Aquí también nos encontramos ante una cuestión muy representativa de cómo son las bolleras de la tele y es que ninguna tiene pluma. Ninguna. Miro en mi entorno y las bolleras que veo, lo parecemos. Es una cuestión de estereotipos, pero es que estos han funcionado siempre también como estrategia de reconocimiento entre iguales, como forma de conocernos y, sobre todo, de poder encontrarnos.

No me encuentro en Maca y Esther, no tienen nada que ver conmigo, pero su historia fue imprescindible también para la mía. Por primera vez veía un beso entre dos mujeres en televisión, comentaba con la que era mi novia entonces aquella historia de amor y drama, nos emocionamos con su enamoramiento y lloramos con su ruptura. Ojalá entonces me hubiese atrevido a tumbarme en el sofá con mi ama para verlo juntas. Ella, ahora, disfruta con ese entusiasmo de mis amores, de mi propia historia. El camino no ha sido fácil, pero nosotras ya no necesitamos ficción para entendernos. Maca y Esther tienen algo que ver en ello.

1977: El día en que la homosexualidad salió de la clandestinidad para tomar la calle

Asistentes a la primera manifestación homosexual en España, organizada por el FAGC el 26 de junio de 1977 EFE

A los pocos días de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco, una organización clandestina convocó una manifestación en las Ramblas de Barcelona que sería también histórica. Era el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), que por primera vez en España tomaba la calle para reivindicar los derechos de gays y lesbianas. “Teníamos que conseguir libertad en el momento en que el resto de la población alcanzara libertad”, recuerda Eliseu Picó, uno de los fundadores del FAGC. Por eso después de la llamada a las urnas del 15 de junio de 1977, organizaron su primera manifestación el domingo 26.

El movimiento, por supuesto, no nace en ese momento. Desde 1970 se había ido articulando una respuesta a la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social que aprobarían ese año las Cortes franquistas. Era una evolución de la Ley de Vagos y Maleantes, que provenía de la República pero a la que en 1954 se incorporó la homosexualidad. En ese contexto se organiza lo que más tarde vendría a ser el Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH), y sus impulsores envían primero cartas anónimas a los obispos presentes en las Cortes y más tarde, con el apoyo de la revista francesa Arcadie, hacen llegar a todos los miembros de la cámara información sobre homosexualidad y ley.

“Fue el primer éxito que nos dio coraje para seguir, porque hubo un debate en las Cortes y la ley ya no perseguía a los homosexuales por el simple hecho de serlo, sino a quienes cometieran actos, en plural, de homosexualidad”, explica Armand de Fluvià, uno de los impulsores de ese movimiento. A partir de ahí el MELH siguió su trabajo, y en 1972 empezó a publicar una revista, Aghois, que se enviaba por correo desde Francia a los “valientes suscriptores” y pretendía romper con la soledad de los homosexuales.

Si bien las fuerzas del orden no perseguían activamente a los homosexuales de la misma manera que a los militantes políticos, sí había detenciones, y cárceles destinadas a este fin en Badajoz y Huelva. “Básicamente a partir de denuncias de familia y de vecindario”, explica Jordi Petit, fundador de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya y más tarde secretario general de la International Lesbian and Gay Association (ILGA). “Ese período significó problemas de autorechazo y autohomofòbia, de no aceptarse, y más en una cultura nacionalcatólica donde la iglesia imponía una determinada moral”, apunta. Él mismo aceptó la recomendación de ponerse el silicio para “educar la voluntad”.

La represión durante el franquismo, sin embargo, no afectaba de igual manera a hombres y mujeres. “Como siempre, las mujeres tenemos una sexualidad que no es reconocida, que se considera subsidiaria de la masculina, y por tanto en el caso de las lesbianas quedaba todo más escondido, sin nombre, también en cuanto a la persecución, y aún hoy cuesta conseguir la visibilidad lesbiana”, apunta Mercè Otero, militante feminista y miembro de Ca la Dona.

La necesidad de salir a la calle

En este contexto, el cerco alrededor del MELH se fue estrechando. En 1973 Armand de Fluvià recibió una llamada de alguien que decía que quería recibir la revista Aghois. Reconoció la voz de Vicente Juan Creix, de la Brigada de Investigación Social de la policía, y supo que ya habían descubierto de dónde salía la publicación. “Les dije a los chicos que nos habían pillado y que teníamos que disolver los grupos, y sólo mantuvimos el que editaba la revista, que duró hasta el año 75, poco antes de morir Franco”, explica.

Con la muerte del dictador el movimiento hizo un cambio importante. “Si bien el MELH era un movimiento reformista, con muchos de los que éramos y muchos más que reunimos, fundamos el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (Frente de Liberación Gay de Catalunya), que era un movimiento revolucionario, con un manifiesto todavía muy vigente que fue la base para todas las otras organizaciones que se formaron después en toda España”, explica Fluvià. El cambio de nombre representaba la adopción de una perspectiva antipatriarcal y anticapitalista, y una estrategia frentista, que acabaría llevando el movimiento a salir a la calle.

Eugeni Rodríguez, que fue portavoz del FAGC desde 1985 y hoy preside el Observatori Contra l’Homofòbia, explica el carácter de esta nueva organización: “El emblema del FAGC es muy claro, tenemos el triángulo equilátero invertido, que era el símbolo que se ponía a los homosexuales en los campos de exterminio nazis, para recordar de dónde venimos; tenemos las cuatro barras, porque nos reivindicamos de una tierra oprimida, que es Catalunya; y el puño alzado, porque es una lucha que se hace desde una perspectiva obrera”.

El FAGC empezó a salir a la calle para acompañar las otras luchas sociales del momento. La primera vez fue en la manifestación por la amnistía convocada por la Assemblea de Catalunya en 1976. “Salimos con miedo, con una pancarta tapándonos hasta los ojos, y en cambio nos encontramos aplausos en todas partes, ningún insulto ni nada, todos nos aceptaban, y eso nos alentó”, recuerda Armand de Fluvià. A partir de aquí el FAGC empezó a hacer acto de presencia en el Día de la Mujer, el Primero de Mayo, en la Diada de Catalunya y mítines por la mayoría de edad a los 18 años o por el derecho al divorcio. Hasta que con las redes de apoyo tejidas con todo tipo de movimientos se vieron con fuerzas para convocar su propia manifestación.

Una manifestación unitaria

En la primera marcha por los derechos LGTBI que tenía lugar en el Estado, lo que pedía el FAGC, en ese momento todavía una organización ilegal, era la derogación de la Ley de Peligrosidad y Reforma Social, y a pesar de la represión la respuesta fue muy amplia. “La convocaba el FAGC pero nos añadimos enseguida movimiento feminista, movimiento vecinal, sindicatos y partidos, y allá no había sólo militantes políticos y gays y lesbis, también matrimonios y parejas heterosexuales, porque se había contagiado mucho esta lucha antirrepresiva, y la gente respondía”, explica Empar Pineda, militante feminista lesbiana y en ese momento dirigente del Movimiento Comunista. “Fue una manifestación muy unitaria y te sentías muy acompañada, y vale la pena recordarla aunque se haga una cada año”, añade Mercè Otero.

La marcha subió las Ramblas de Barcelona casi enteras. “No nos lo pensábamos y llegamos casi hasta el final, en la Fuente de Canaletas”, recuerda Eliseu Picó. Fue entonces cuando la policía dispersó la manifestación con golpes y balas de goma. “La presencia de los grises hacia la mitad de las Ramblas hizo que la gente se empezara a dispersar, y quien hizo de escudo y nos protegió fueron transexuales y travestis, a quienes no habíamos dejado ocupar la cabecera de la manifestación porque nos preocupaba la imagen”, lamenta Pineda. “Las feministas decían que aquello era una caricatura de la mujer objeto y los gays decían que esto nos sacaba la seriedad, sólo después hemos visto que aquello fue un error”, remacha Jordi Petit.

Una vez el movimiento tomó la calle ya no paró, y este 1 de julio se celebrará la 40ª manifestación por la liberación LGTBI en la ciudad de Barcelona, que  resiste con un fuerte carácter político a la sombra del Pride. Al año siguiente el FAGC sufrió su primera escisión, con la formación de la Coordinadora de Col·lectius per l’Alliberament Gai (CCAG), de carácter más libertario, y las pocas lesbianas que militaban abandonaron la organización para integrarse en el movimiento feminista. Por otra parte, la manifestación de 1978 tuvo réplicas también en Madrid, Bilbao y Sevilla y a finales de ese año se consigue la retirada de la homosexualidad de la Ley de Peligrosidad y Reforma Social.

En 1979 el FAGC convocará la manifestación reivindicando la legalización de las organizaciones gays, que finalmente se conquista en 1980. Desde entonces el movimiento ha tenido altos y bajos con multiplicidad de organizaciones y reivindicaciones, pero todos los que lucharon entonces coinciden en reivindicar la importancia de ese momento histórico y que hoy todavía queda mucho por hacer para combatir la LGTBIfobia.

¿I de invisible? No, de intersexual

La I es la letra más olvidada del colectivo LGTBI EFE

Está bajo el paraguas del colectivo, pero sigue siendo la letra más olvidada de sus siglas. Ha sido la última en incorporarse a LGTBI, la forma de nombrar la diversidad sexual y de género más frecuente, sin embargo, a pesar de estar cada vez más presente en medios, discursos, conversaciones y pancartas, sigue siendo menos visible que el resto y la pregunta se ha convertido en habitual: “¿Qué significa la I?”.

La I de LGTBI hace referencia a las personas intersexuales, que según define la organización Human Rights Watch son aquellas que nacen con características sexuales que no encajan con las nociones binarias típicas de los cuerpos considerados masculinos o femeninos. “La intersexualidad se utiliza para definir a un amplio abanico de situaciones que a veces incluso no se perciben físicamente en el momento del nacimiento”, explica la jefa de pediatría del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, Beatriz García Cuartero.

La comunidad médica suele contabilizar más de 40 variaciones intersexuales que pueden mostrarse en los cromosomas, los genitales, las hormonas o en órganos sexuales secundarios. Así, entrarían casos como el de una persona con genitales considerados femeninos, pero que internamente posee testículos; un bebé que nace con el clítoris más grande de lo habitual o una persona que tiene células con cromosomas XX y otras con cromosomas XY, entre otros ejemplos.

“Hay muchos tipos, algunas incluso no son visibles, algo que provoca que haya personas que se mueran sin saber que son intersexuales y otras que lo descubran, por ejemplo, la primera vez que les hacen una ecografía o en la adolescencia con los cambios corporales”, explica Daniel J. García, jurista especializado en intersexualidad y autor del libro  Sobre el derecho de los hermafroditas (ed. Melusina).

En la publicación, J. García analiza cómo el tratamiento de las personas intersexuales ha pasado del ámbito jurídico al médico al culminar con las investigaciones del psicólogo John Money, que inspiró en los años 70 los actuales protocolos por los que se rige el tratamiento de la intersexualidad. El investigador sentó las bases de las intervenciones quirúrgicas que suelen realizarse a bebés intersexuales con el objetivo de asignarlos a uno u otro género.

¿Qué suele ocurrir cuando nace un bebé intersexual?

La doctora  García Cuartero explica que cuando nace un bebé con características intersexuales un equipo multidisciplinar de profesionales se encarga de “valorar la situación de cada paciente y la posible necesidad de cirugías. Estas se realizan en momentos diferentes dependiendo de las características” de cada persona. J. García considera estas operaciones en su mayoría “mutilaciones genitales” porque “la práctica médica hegemónica no lo ve como una muestra de la diversidad humana y propone cirugías invasivas e irreversibles para adecuar las características físicas”.

Así le ocurrió a Lucía Pérez (nombre ficticio) y su marido, cuando hace dos años y medio dio a luz a su bebé. La criatura nació con características intersexuales, lo que motivó que “al día siguiente los médicos vinieran a la habitación y nos dijeran que había que operarle porque había nacido con una fusión en los genitales”, explica. Sin embargo, “nos dieron poquísima información, solo que lo iban a hacer allí mismo”, prosigue Pérez, que prefiere no dar el nombre del hospital ni la ciudad en la que tuvo la experiencia.

“Cada vez que venían a la habitación nosotros nos negábamos porque no había razones médicas, la criatura estaba sana”, explica la mujer, que insiste en que en aquel momento no sabían lo que estaba ocurriendo. Siete días después fueron citados para realizar al bebé una analítica “que derivó en que el médico le cogió, le desnudó y le midió los genitales con una regla. Fue ahí cuando nos informaron de que tenía una malformación que se arreglaba con una operación normalizadora y que si le educábamos en ese sentido –hombre o mujer– eso es lo que sería”.

Al llegar a casa, Pérez y su marido comenzaron a buscar información en internet para descubrir que su bebé era intersexual. “Pasamos por un proceso en el que nos sentimos muy solos porque, aunque desde el principio rechazábamos la operación por un motivo que no es médico sino estético, piensas que solo te está pasando a ti”, dice Pérez. “La falta de información, el secreto y el silencio es habitual. Te dicen que es mejor que ni se lo cuentes a tu criatura ni a su entorno”, explica.

La oposición de organismos internacionales

En ocasiones existen razones relacionadas con la salud para intervenir a los bebés, e incluso hay situaciones que requerirán control médico en el futuro –el bebé de Laura y su marido le hacen una vez al año una ecografía de sus gónadas–. Pero hay otras denunciadas en las que son los estereotipos de género los que motivan las cirugías. Estas han sido objeto de denuncias por parte de la ONU, que las tacha de “innecesarias” en dos informes y asegura que pueden tener “consecuencias físicas o psíquicas” o provocar discriminación y estigma.

Por su parte, Amnistía Internacional presentó el pasado mes de mayo el informe  En primer lugar, no perjudicar circunscrito a Dinamarca y Alemania en el que denuncia que  los bebés intersexuales “corren peligro de ser sometidos a una serie de intervenciones médicas innecesarias, invasivas y traumatizantes”. Este tipo de operaciones, recoge la organización en su estudio, pueden tener “efectos potencialmente dañinos”, explica.

“Hay muchas personas que llegado un punto rechazan el sexo que les han construido o cuando se enteran piensan que les hubiera gustado ser consultadas”, apunta J. García, que apuesta por esperar y dejar que sea la propia persona intersexual la que decida en el futuro. El jurista cree que lo que hay detrás de la mayoría de intervenciones médicas es un sistema “que necesita constantemente definir a las personas en un binario” y si no lo hacen “son sometidas a violencia”.

Estas violencias, explica J. García, “proceden del mismo foco que las que sufren otras personas del colectivo LGTBI. Es decir, la idea de construir un modelo heterosexual binario y ser penalizado cuando no respondes a sus cánones afecta igual a una lesbiana que a un intersex”. Sin embargo, prosigue, “existe un debate dentro del colectivo intersexual sobre la pertinencia de estar o no en el LGTB porque en ocasiones se priorizan unas luchas sobre otras y a veces es meramente testimonial”.

La invisibilidad y el silencio, tanto dentro como fuera del colectivo LGTBI, es uno de los primeros estigmas con los que las personas intersexuales quieren romper. Para ello, analiza Pérez, “es necesario que los médicos, que son las cabezas de turco del sistema, y a los padres, que tienen que tomar una decisión difícil en un momento complicado, entiendan que existe la genitalidad diversa y la diferencia humana”.

Por su parte, J. García indice en que “es fundamental el desarrollo de una legislación que garantice la prohibición de este tipo de cirugías” cuando no atienden a razones de salud “tal y como hace Malta, Chile y la Comunidad de Madrid”, explica el experto, que denuncia que a pesar de que en la región española se han prohibido estas prácticas “existe opacidad y no sabemos qué está pasando”.

El otro Orgullo: feminista, crítico y enfrentado a “la mercantilización” del World Pride

 

“¿Te imaginas que en el 8 de marzo, Día de la Mujer, hubiera carrozas patrocinadas?, ¿O en el Primero de Mayo?”. Como cada semana desde hace varias un grupo de activistas se reúne en la asamblea que prepara el que será el otro Orgullo de la capital. Un Orgullo Crítico que se define como anticapitalista y que ya el año pasado logró congregar a una multitud en una manifestación contagiada del espíritu revolucionario de Stonewall Inn.

Era 28 de junio, como lleva siéndolo desde hace más de diez años, cuando un grupo de personas comenzó a organizarse en Madrid para hacer frente a lo que consideran “la mercantilización” del Orgullo LGTBI. También este 2017 han convocado a la movilización el próximo 28  para conmemorar los disturbios que ese día de 1969 se dieron en Nueva York contra la represión policial considerados el inicio del movimiento de liberación del colectivo.

Este Orgullo alternativo ha tenido diferentes nombres –Orgullo Indignado, Toma el Orgullo…– y este año se ha constituido como plataforma con la que llevan trabajando todo el año, a diferencia de otras ediciones. Se organizan de manera asamblearia, parten de la teoría transfeminista y hablan de “ pinkwashing” y “capitalismo rosa”.

La manifestación del 28 es la gran cita, a la que acudirán diferentes bloques como el No Mongógamo o el de Asexualidad, pero ya tantearon el terreno el pasado 17 de mayo, cuando convocaron una marcha en el Día contra la LGTBfobia a la que acudió más gente de la esperada. Además, llevan dos meses realizando talleres y mesas redondas sobre educación en diversidad, gestación subrogada o demandas feministas de cara al Orgullo que organizan en espacios accesibles.

La Plataforma critica “la deriva neoliberal” de la comunidad LGTBI y considera “que el Orgullo de Madrid y, en particular este año con el World Pride, supone una comercialización de los derechos”. La tendencia, asegura Julia Riesco, que participa en la asamblea, “es muy clara cuando observamos la presencia de carrozas comerciales en lo que se supone que es una manifestación y cuando vemos cómo el éxito de un evento como el Orgullo se valora por los millones de euros que genera”.

A la considerada primera marcha del Orgullo, celebrada en 1977, salieron a la calle un grupo de trans, lesbianas, travestis y gays para pedir la derogación de la ley que los consideraba un peligro social. Ahora el World Pride prevé congregar a entre dos y tres millones de personas y la Confederación del Comercio de Madrid estima que los comercios ingresarán unos 300 millones de euros. Desde hace unos días las tiendas más céntricas de la capital ya comienzan a mostrar sus banderas arcoiris en los escaparates.

La entrada de las empresas

Pablx Costa, integrante del Orgullo Crítico –emplea la X en su nombre por no identificarse con el binarismo hombre-mujer–, asegura que “los poderes hegemónicos han dejado de perseguir abiertamente a la comunidad LGTBIQ y en su objetivo de incorporarla al sistema de consumo, han ido acaparando la celebración del Orgullo”. De esta manera, añade, “han despojado esta fecha de todo su contenido reivindicativo”. Algo que, desde la perspectiva del Orgullo Crítico, sucede porque “ven en una cita como esta una gran oportunidad para generar beneficio”.

Este Orgullo alternativo considera clave la conformación en 2004 de AEGAL, la Asociación de Empresas para Gays y Lesbianas, que un año después comenzó a organizarlo tras la creación de la marca MADO. “ AEGAL llevó a cabo una reestructuración completa del Orgullo de Madrid con una nueva y unificada estructura, producción y organización”, explica  el recorrido histórico que hace la página oficial del World Pride 2017. 

Según las últimas cuentas publicadas en la web de AEGAL, que se corresponden a 2011, un 60% del presupuesto para el Orgullo de ese año fue aportado por patrocinadores privados, un 21% por empresarios del barrio de Chueca y el resto por el Ayuntamiento de Madrid, el Ministerio de Cultura e ingresos por publicidad. AEGAL gestiona cosas como las licencias de las barras o los escenarios. La manifestación, sin embargo, corre a cargo de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales (FELGTB) y Cogam.

El Orgullo oficial ¿acerca a más gente al colectivo?

El próximo 1 de julio miles de personas recorrerán en Madrid la distancia que separa las plazas de Atocha y de Colón tras una pancarta que demandará derechos LGTBI en todo el mundo y la despatologización de la transexualidad. El avance de la igualdad en los últimos años es una realidad –el matrimonio igualitario, leyes contra la LGTBfobia…–. ¿Ha contribuido a ello haber conjugado la reivindicación política con el ambiente festivo que cada año acerca al colectivo cada vez a más personas?

“El problema no es tanto lo festivo, si no cómo un momento que podría ser festivo a la vez que reivindicativo se conforma como un evento vacío de reivindicación”, explica Riesco, que incide en que la incorporación de los empresarios ha convertido el Orgullo “en un espacio del que obtener rédito económico”. Es decir, prosigue, “lo LGTBI se ha convertido en un nicho de mercado más directamente pensado para la G [asociada a los homosexuales varones] que para el resto de siglas”.

Esta es una de las consecuencias que desde las teorías críticas se asocia con el llamado “capitalismo rosa”, que se define como la apropiación del discurso LGTBI por parte de la economía de mercado. En este proceso, afirma Costa, las lesbianas y las personas trans tienen un papel “menos visible porque los gays se han visto beneficiados de visibilización y aceptación social” y pone como ejemplo el barrio de Chueca, “en el que la mayoría de bares, agencias de turismo y el resto de espacios están destinados a un público gay”.

La Plataforma espera que la manifestación del próximo 28 sea multitudinaria partiendo de que la del pasado año ya excedió las expectativas. Además, considera que el hecho de que haya empezado a trabajar antes ha dado más margen para difundir la idea y las actividades, lo que unido a que la dimensión mundial del World Pride de este año ha fomentado las alternativas. “Cada vez hay más gente que cuestiona el modelo de Orgullo oficial”, concluyen sus integrantes.

La Policía detiene a tres neonazis en Chueca por agredir a una pareja homosexual

Tres neonazis detenidos en Chueca por agredir a una pareja homosexual

La Policía Nacional ha detenido a tres neonazis acusados de un delito de odio por agredir, escupir e insultar a una pareja de homosexuales en la plaza de Pedro Zerolo del barrio de Chueca de Madrid.

Según han confirmado a Efe fuentes de la Jefatura Superior de Madrid, el suceso ocurrió en la noche del sábado al domingo, sobre las 4 de la mañana, cuando varios individuos que estaban en la plaza comenzaron a increpar a la pareja al grito de “maricones”.

Los arrestados realizaron gestos nazis, escupieron y llegaron a golpear a las víctimas de la agresión, aunque no constan lesiones. Según las fuentes policiales, están acusados de un delito de odio.

La agresión se ha producido en la plaza que sirve de epicentro de las celebraciones del Orgullo Gay, que esta semana tienen a Madrid, sede del World Pride 2017, como capital mundial de la celebración.

Con I de Intersexualidad: tres libros sobre la letra más olvidada del arcoíris

Con la celebración del Orgullo Mundial en la capital madrileña, aprovechamos para acordarnos de la letra más olvidada del arcoíris

Julie Andrews en ‘Victor o Victoria’

Según define Human Rights Watch, los intersexuales son personas que “nacen con características sexuales que no encajan con las nociones binarias típicas de los cuerpos masculinos o femeninos”.

En España se desconoce cuántos bebés nacen al año sin una asignación tradicional del sexo, pero la OMS cifró en un 1% el número de personas intersexuales en todo el mundo. Según un sistema de estadísticas basado en EEUU, en nuestro país habría 250 recién nacidos cada año con esta condición.

Aunque este colectivo se encuentra bajo el paraguas de las siglas LGTBI, en España sufren una situación de invisibilidad acorde con la falta de cifras oficiales. La búsqueda de la identidad sexual es una temática cada vez más recurrente en el cine y la literatura, pero por cuestión de estadística, los intersexuales no han recibido la misma atención que las personas homo o trans.

Con la celebración del Orgullo Mundial en la capital madrileña, aprovechamos para acordarnos de la letra más olvidada del arcoíris. Los autores de los sucesivos títulos han afrontado desde distintas perspectivas la realidad de un colectivo que aún vive apresado entre los prejuicios sociales y la cuadriculada visión de lofemenino y lo masculino. Sirvan estos títulos, dos ficticios y otros dos ensayos, para mirar con otros ojos a este mundo; un mundo donde hay dos únicos países que hayan prohibido la mutilación genital de personas intersexuales.

Middlesex (Editorial Anagrama)

Jeffrey Eugenides

Ocho años después de publicar su ópera prima, Las vírgenes suicidas, Eugenides trazó una Odisea de descubrimiento sexual y genealógico que le valió el Pulitzer en 2003. El escritor de ascendencia griega usó su propio hilo familiar para crear la Gran Obra Americana desde los ojos de un inmigrante.

Para reproducir la expulsión turca de los griegos de Asia Menor en 1922, el autor solo tuvo que meter las narices durante dos años en una biblioteca.

Una tarea dura y nada desdeñable hasta que se presentó la segunda: también quería que su protagonista fuese intersexual. Se basó en el personaje Tiresias de la Metamorfosis de Ovidio y en Herculine Barbin, un hermafrodita del siglo XIX. Pero a él le interesaba la concepción del placer sexual y su relación con la herencia, y así surgió Calíope.

¿Cómo se crean las identidades? ¿Nos las conceden? ¿Las creamos? ¿Qué papel juegan nuestras familias? Calíope parece destinada a encarnar la leyenda sobre esas niñas que cuando llegaban a una cierta edad se transformaban en hombres. Cuando al final asume su naturaleza, el personaje afirma en numerosas ocasiones que nació dos veces, una como Calíope y otra como Cal Stephanides.

La virtud de esta novela es la de querer entender lo que otra mucha literatura ha resuelto con estereotipos. Eugenides investigó durante años los aspectos biológicos de la intersexualidad hasta dar con la raíz genética de esta condición. “A veces, la genética es entendida de una manera similar a la antigua idea griega de un destino, con el que se nace y del que es imposible escapar”, dijo en su día el escritor. Calíope plantea el debate sobre cuánto le debemos a la naturaleza y cuánto a la educación, y a la vez es portador de un mensaje: hay más libertad en juego de lo que sugiere el determinismo genético.

“Nací dos veces: fui niña primero, en un increíble día sin niebla tóxica de Detroit, en enero de 1960; y chico después, en una sala de urgencias cerca de Petoskey, Michigan, en agosto de 1974”

El chico de Oro (Editorial Bruguera)

Abigail Tarttelin

Max Walker es el prototipo de adolescente rubio, atleta, estudioso, triunfador entre sus compañeros y querido por sus padres. A primera vista vive una juventud perfecta, pero solo en apariencia porque, ¿qué adolescencia lo es?

El chico de oro también es intersexual, aunque él no lo sabe porque sus padres decidieron ocultárselo después de hacerle pasar por el quirófano de niño. Max descubrirá su lado femenino de la forma más cruel y abrupta: a partir de una violación. Desde ahí se sucederán las situaciones límite avivadas por el trauma y la exaltación hormonal.

Abigail Tarttelin escribió esta novela con tan solo 24 años, cuando se pudo permitir abandonar su trabajo de camarera en King’s Cross y codearse entre la joven élite literaria de Londres. La epifanía le llegó tras ver la película XXY, de la argentina Lucía Puenzo. En esta, Alex también es intersexual, pero desde su infancia sus padres han intentado que crezca como mujer, aislando y redirigiendo su orientación sexual.

A partir de ahí, la escritora comenzó a documentarse y a formar una tesis sobre la cuadriculada generación del Facebook, como ella la llama, donde lo masculino y lo femenino está rodeado de tabúes. También rechazó el término hermafrodita, ya que “parece que hablas de una criatura mitológica, o de un ser que es masculino y femenino y capaz de fecundarse a sí mismo. La intersexualidad incluye diversas condiciones”.

Una mirada fresca sobre un tema delicado de asumir en una ópera prima. Tarttelin reconoció el esfuerzo de su esmero y la importancia de situar esta trama en el género del young adult. La novela no está dirigida necesariamente a un público juvenil, ya que el narrador va variando el punto de vista desde el de la madre, el padre, el hermano y la doctora de Max. Además del aplauso de la crítica, decenas de familias agradecieron a la autora no sacrificar un reflejo fidedigno de la intersexualidad en pos de una historia excitante.

“Estoy tratando de darme prisa por la calle Promenade, en parte por el frío y en parte porque no quiero que nadie me vea, el chico Walker, el hijo de Stephen Walker, fuera de la escuela. Todo el mundo conoce a papá. La mayoría conocen a mamá. Gente que no conozco me para todo el tiempo”

Transexualidad, intersexualidad y dualidad de género  (Editorial Bellaterra)

José Antonio Nieto Piñeroba

A diferencia de los dos títulos anteriores, el de Nieto es un ensayo que aborda el contexto jurídico de la condición intersexual y transexual. Este volumen es una recomendación especial de la Librería Berkana, especializada en temática LGTBI.

En él, el autor se decanta por una moratoria de la intervención quirúrgica hasta que la persona intersexual pueda decidir por sí misma. Al final de su texto, se recoge una aspiración utópica que cuestiona el estático sistema binario de género y que también abre el debate a su perpetuidad. Junto a los apuntes sobre intersexualidad, Nieto se posiciona en contra del modelo que reconoce la transexualidad como un “trastorno de identidad de género” por ser una etiqueta estigmatizadora.

Además del ensayo de este catedrático, que ejerce en Nueva York y es director de un máster a distancia en Sexualidad Humana, cabe destacar Sobre el derecho de los hermafroditas, de Daniel J. García. Este volumen rescata un texto olvidado en la Bibliothèque Nationale de Estrasburgo y publicado originalmente en latín ( De iure circa hermaphroditos) que defendió en 1788 un joven de 19 años. Por primera vez traducido al español, el libro supone un cierre simbólico del tratamiento de los intersexos en el ámbito estrictamente jurídico, en el que la persona intersexual pasará a partir de entonces de la tutela legal a la médica.

En el extenso prólogo, García hace un repaso de la genealogía de los intersexos, desde la Grecia clásica hasta la etapa actual, en la que comienza a primar el derecho a la autodeterminación del sexo y el género, como ponen de manifiesto los primeros países que han prohibido las cirugías de mutilación a menores intersexuales.

Las mejores historias de amor del cine moderno son LGTB

‘Laurence Anyways’ de Xavier Dolan

El género y su representación son una construcción social y cultural que tiene en las películas uno de los mayores altavoces de formación de discurso. A lo largo de la historia del cine la pedagogía de la imagen ha llevado a destacar constantemente filmes que perpetúan ciertos estereotipos sobre la identidad sexual.

En España, según explica Víctor Mora en su ensayo Al margen de la naturalezaque aborda la persecución de la homosexualidad en el franquismo, “es interesante comprobar como los discursos del primer activismo por la liberación homosexual se preocupan fundamentalmente por dos cuestiones: por la despenalización (…) y por la imagen estereotipada y dañina de la homosexualidad en las comedias ibéricas”.  Esto hace que muchas de las grandes lecturas de la historia del cine LGTB en nuestro país pasen por hablar de películas que no reflejaban una realidad, sino que la transformaban en un cliché.

Por eso, hablar de cine LGTB contemporáneo desde películas que narran historias universales con códigos de la cultura de masas, y en las que da igual quién y cómo se ama, es también hablar de construcción social de la diversidad afectiva. Y el drama romántico parece haber entendido el desfase representativo en los últimos años: las mejores historias de amor de la actualidad son LGTB.

Esta lista, como todas, deja fuera muchos títulos interesantes y se hace en base a películas de la última década. Dista de ser un reflejo de la representatividad deseada, que en Hollywood sigue estando en mínimos históricos, pero en todas ellas, la gente se ama como quiere y bien que hace.

En 80 días (2010)

José Mari Goenaga y Jon Garaño dirigían en 2010 un encantador drama romántico que pasó algo desapercibido por nuestros cines: 80 egunean es la historia de dos ancianas que se reencuentran tras años de desconexión y de vivencia… y se aman.

Itziar Aizpuru se ponía en la piel de Axun y Mariasun Pagoaga en la de Maite, una anciana lesbiana que removerá los sentimientos de la primera y le hará descubrir que lleva demasiados años constreñida por una máscara que no le corresponde. El reencuentro planteará el reto elemental de la liberación, pues la llevará a preguntarse si tiene derecho a vivir un romance a su edad, y si puede hacerlo con una mujer. La respuesta es obvia.

Pariah (2011)

Una joven de 17 años crece y vive en el Bronx rodeada de un clima que la oprime por ser negra, pobre y lesbiana. Pariah es una reflexión afilada y sin pelos en la lengua sobre cómo el descubrimiento de la identidad sexual en un entorno represivo se cruza con cuestiones de clase y raza. El amor, como siempre, será la redención si es capaz de lidiar con él, sus amigos y su familia.

Cortada por los mismos patrones que la exitosa Moonlight -de hecho se podría considerar su precursora inmediata estética y narrativamente- es una buena muestra del talento de la realizadora Dee Rees. Su nueva película, Mudboundpasó por Sundance con más que buenas reacciones.

Laurence Anyways (2012)

Si afirmásemos que  Xavier Dolan hizo su obra maestra a los 24 años, hay quien contestaría que no, que  Mommyla rodó con 26. Pero aunque esta última fuese la que se llevase alabanzas y Premios del Jurado en Cannes, nada en su filmografía ha alcanzado la complejidad y capas de lectura de Laurence Anyways: un relato tempestuoso entre un hombre que decide cambiar de sexo y una mujer que le ama tenga el sexo que tenga.

El film es un retrato de un amor lleno de intensidad y emociones a flor de piel que equilibra perfectamente las manías del gusto de Dolan con un discurso sobre las relaciones contemporáneas constreñidas por el entorno social y nuestra idea preconcebida de la ‘relación de pareja’.

Cierto es que puede parecer una película exagerada, pero como decía Paco Vidarte en Ética marica “existe la necesidad en el movimiento LGTB de compartir frustraciones, iras y odios. La necesidad de hacer algo urgentemente”. Y eso es lo que hace Laurence Anyways, ser una historia de amor urgente.

La vida de Adèle (2013)

La polémica Palma de Oro – que su propio director puso en venta para poder financiar su nueva película– narraba el despertar sexual de Adèle, una estudiante de quince años que se enamora de Emma, una misteriosa joven de pelo azul. La vida de Adèle es un drama romántico con todas las de la ley que emociona y conmueve en tanto que manipula como solo pueden manipular los relatos iniciáticos, dueños y señores de una voz narrativa absolutamente individualista.

Artefacto de emoción constante que, aunque cuenta con una representación del sexo lésbico cortada por una mirada masculina -como bien explicaba este artículo de Visual 404-,  se vive siempre cerca de una protagonista compleja y en constante cambio.

El recuerdo de Marnie (2014)

La elección tal vez más polémica y debatible de las que nos ocupan. ¿Por qué? Porque El recuerdo de Marnie es  una historia que no explicita en ningún momento un subtexto lésbico claro, que no habla de amor de forma abierta y que superficialmente podría ser interpretado como una sencilla historia de amistad y sororidad adolescente.

No obstante, los códigos narrativos y estéticos utilizados por Hiromasa Yonebayashi aluden a una relación muy profunda entre Anna, una chica introvertida y tímida, y Marnie, una joven de su edad que vive en una casa que lleva abandonada años. Entre ambas se crea una conexión narrada con seriedad y delicadeza que reta al espectador a que haga un sencillo ejercicio: si Anna hubiese sido un personaje masculino sería imposible negar que El recuerdo de Marnie es la historia de un amor de verano. Como no es así, sigue considerándose popularmente como una película de amistad y fantasía. Qué no nos engañen.

Lilting (2014)

Richard es un joven británico que acaba de perder a su pareja. En el proceso de duelo conoce a la madre del recién fallecido, una mujer china que vive en un geriátrico, que no habla apenas inglés y que desconocía que su hijo era homosexual. Las diferentes visiones generacionales y culturales chocan en el delicado retrato de un amor perdido y una amistad ganada.

Esta pequeña joya firmada por el director camboyano Hong Khaou es, fundamentalmente, una historia sobre la pérdida y un análisis del drama romántico en pasado.

Un amor de verano (2015)

Un amor de verano narra la historia de amor entre Delphine, una introvertida joven de campo y Carole, una sofisticada mujer que milita en colectivos feministas. Amén de resultar una estimulante crónica del movimiento feminista de la Francia de los setenta, la película es también un retrato de un país en el que las tensiones clásicas campo-ciudad se manifiestan en la piel de dos mujeres independientes y empoderadas.

El relato está eficazmente rodado por Catherine Corsini, que contaba  en una entrevista a este mismo periódico que en su película conviven muchos feminismos: “Es verdad que a veces se oponen en cuestiones esenciales como el velo, la prostitución o la pornografía. Pero a mí me parece que son cosas que se suman. Las feministas de verdad ayudaron a las homosexuales a salir del armario, y viceversa”.

Carol (2015)

Seis nominaciones a los Oscar, cinco a los Globos de Oro, nueve a los BAFTA y unánime alabanza en su paso por Cannes convirtieron Carol en una de las películas más importantes de 2015. Basada en un relato de Patricia Highsmith,Carol narraba una historia de amor intergeneracional entre dos mujeres en los años 50.

Lejos de la intensidad de un canon que parecía haber marcado La vida de Adèle, Carol se convierte en un relato sofisticadísimo de una relación lésbica. Aunque transite por momentos el límite de la frivolidad, es posiblemente una de las traslaciones más elegantes del cine contemporáneo de un relato sobre mujeres homosexuales, que no es otra cosa que una gran historia de amor.

La doncella (2016)

Muchos se sorprenderán de ver La doncella en una lista de historias de amor y es cierto que no es solo eso, también es un thriller intenso, un relato erótico macabro y una exquisita recreación de las tensiones culturales entre el Japón y la Corea de la época.

Pero en el fondo, la última película de Park Chan-wook es el retrato de dos mujeres que quieren liberarse de las ataduras de un sistema opresivo y heteropatriarcal del que solo consiguen desasirse mediante el amor que se profesan la una a la otra. También a través del sexo, arma de empoderamiento en esta magnífica obra.

Moonlight (2016)

La flamante ganadora del Oscar a Mejor Películacon lío de sobres incluído, es un sólido drama romántico que utiliza el amor como última y redención de un joven de suburbio de Miami. Si en Pariah ese amor era lésbico aquí es gay, pero poco importa porque por ella transitan los mismos temas: el entorno marca y exige un comportamiento afectivo que, muchas veces, corre a cuenta de la opresión de la propia sexualidad. Retrato de la lucha de voluntades que obliga a un joven de barrio a crecer siendo un prototipo de masculinidad que -en el fondo- no es más que pose impuesta.

A posteriori, casi se diría que la victoria de un drama sobre la homosexualidad como Moonlight ante la película del consenso público – La La Land es todo heteronormatividad entre dos atractivos y guapísimos heterosexuales-, es también una pequeña victoria por la representatividad LGTB en el mainstream.

Así son los nuevos semáforos “con Orgullo LGTBI” de Madrid

Semáforo LGTBI

Madrid se empieza a vestir para la semana del Orgullo LGTBI, que este año se convierte en la capital mundial de esta manifestación reivindicativa. El Ayuntamiento de Madrid ha instalado los primeros semáforos paritarios -las figuras de las lentes son una pareja formada por un hombre y una mujer-, inclusivos (parejas de hombre y hombre y de mujer con mujer- e igualitarios -figuras de mujer-, en total hay 18 semáforos de cada uno de los modelos. Los semáforos se han cambiado en el marco del World Pride, con la idea de que se queden en la ciudad tras la semana del Orgullo mundial y que se extiendan por toda la ciudad.

La alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, acompañada por gran parte de su Ejecutivo ha hecho un recorrido por los alrededores del Palacio de Cibeles, donde ya están instatalados estos semáforos. Desde la pasada noche y hasta el 26 de junio se cambiarán 288 lentes de 72 cruces que mostrarán estos pictogramas diferentes a los habituales. El presupuesto para cambiar los semáforos ha sido de 21.747 euros.

Las primeras lentes que han sido instaladas se encuentran ubicadas en los cruces de Cedaceros con Alcalá, donde se ha instalado una figura femenina; Virgen de los Peligros con Alcalá, que muestra una pareja femenina y masculina; Barquillo con Alcalá, donde se puede ver una pareja de mujeres, y paseo del Prado con la plaza de Cibeles (junto al Banco de España), que señala una pareja de hombres.

Además de los semáforos, el consistorio ya anunció que también se pintarían pasos de cebra con los colores de la bandera del arco iris. En poco más de dos semanas, Madrid se convertirá en el centro del mundo LGTBI, una fiesta reivindicativa y política que espera recibir a unos tres millones de personas.

Madrid se convierte en la primera ciudad española en instalar semáforos paritarios con parejas de hombre y mujer, y en la segunda, tras San Fernando (Cádiz), en contar con semáforos inclusivos con parejas de hombres o mujeres. En Europa ciudades como Londres o Viena tienen este tipo de señalización. Ciudades españolas como Coruña, Valencia, Jaén o Cáceres, entre otras, ya cuentan con semáforos igualitarios, los que muestran la figura de una mujer.