Varios bancos arcoiris amanecen en Madrid con amenazas nazis al colectivo LGTBI: “Degenerados a la hoguera”

Uno de los bancos de Torrelodones / Arcópoli

El colectivo LGTBI Arcópoli y la alcaldía de Torrelodones (Madrid) han denunciado varias pintadas homófobas y tránsfobas que han aparecido en el mobiliario urbano del municipio. Se trata de amenazas de muerte e insultos con simbología nazi en bancos arcoiris, que fueron pintados con motivo del Orgullo, o en las propias paredes de un instituto de la zona.

“Degenerados a la hoguera”, “os vamos a matar sodomitas” o “Rusia nos marca el camino” son algunos de los mensajes, junto a otros pintados en los muros del centro público y que recuerdan a las frases tránsfobas que el colectivo HazteOir utilizó para su autobús: “Los niños tienen pene. Las niñas tienen vulva” o “dejad a los niños en paz”. Los ultracatólicos han redoblado su mensaje en una avioneta que recorrerá las playas españolas y en la que denuncian “van a por tus hijos”.

La pared del instituto de Torrelodones / Arcópoli

Arcopoli ha puesto en conocimiento de la Fiscalía estos incidentes, que no es la primera vez que se producen. Algo que crea “una terrible sensación de desprotección y hostilidad de especial virulencia hacia el colectivo LGTB en la zona”, apunta la organización en el escrito, al que ha tenido acceso eldiario.es. Funcionarios del Ayuntamiento ya han procedido a limpiar y borrar las pintadas.

La alcaldía de Torrelodones también ha formalizado una denuncia ante la Guardia Civil exponiendo los hechos y considerando que podrían ser constitutivos de un delito de odio. Además, remarca que el pasado mes de julio también aparecieron pintadas nazis en el municipio tachando símbolos del colectivo LGTBI y poniendo dianas en la bandera arcoiris del movimiento. También incide en que las pintadas aparecidas en la pared del instituto público “hacen alusión” al colectivo HazteOir.

Uno de los bancos de Torrelodones / Arcópoli

Desde Arcópoli nos preocupa en especial cómo estas campañas del equipo de Arsuaga, que denunciamos en su momento, parece que inspiran y animan a este tipo de radicales que las reproducen en pintadas junto con otras claramente homófobas que tratan de amenazarnos de muerte al colectivo LGTB”, afirma la organización.

El pasado 6 de julio, poco después de la semana del Orgullo LGTBI, el Observatorio Madrileño contra la LGTBIfobia denunció 41 incidentes homófobos, entre ellos, amenazas e insultos en redes sociales, carteles, pintadas y agresiones. “Varias personas han encontrado pegada en su ropa o mochilas pegatinas de ‘maricones not wellcome'”, explicaba el colectivo.

En el municipio de Parla un banco arcoiris apareció con la pintada #ThanksOmar (#GraciasOmar) en referencia Omar Mateen,  autor de la matanza de Orlando en junio de 2016  que acabó con la vida de 50 personas al asaltar un club LGTB de la ciudad.

“El VIH está empezando a contratacar”

Roger Paredes, asesor de la OMS sobre farmacorresistencia del VIH IRSICAIXA/JORDI ANGUERA

Este jueves, la Organización Mundial de la Salud ha alertado del aumento de las resistencias del VIH a los medicamentos. Según su último informe, los porcentajes de personas que portan virus resistentes a los fármacos antirretrovirales más comunes empiezan a ser preocupantes en varios países de África y Latinoamérica y han anunciado una estrategia global para intentar atajar la situación en los próximos 5 años.

Roger Paredes es uno de los autores de este informe y asesor de la OMS en materia de farmacoresistencia. El jefe de sección de la unidad de SIDA del Hospital Germans Trías e investigador del Instituto de Investigación del SIDA IrsiCaixa, advierte de que, aunque el fenómeno de la resistencia a los tratamientos se haya disparado en ciertos países, hay que tener claro que no se trata de un problema local: “La humanidad somos todos”.

La OMS habla de la resistencia del VIH frente a los medicamentos, pero ¿cómo funcionan estos fármacos?

Los medicamentos con los que trabajamos son antirretrovirales y lo que hacen es bloquear la multiplicación del virus. Éste entra en las células humanas y sigue una serie de pasos para reproducirse y los distintos fármacos bloquean este ciclo en diferentes puntos.

¿Qué se consigue con esto?

Aunque no se consiga eliminar el virus, el paciente mejora mucho su sistema inmune, llegando incluso a ser similar al de una persona no infectada y teniendo una esperanza de vida prácticamente igual a la de cualquier otra persona. Pero otra cosa muy importante es que esta persona ya no transmite el virus, de forma que si pudiéramos tratar a todos los infectados bloquearíamos la transmisión a otras personas y, en una situación ideal, acabaríamos con la infección.

¿Cómo llega un virus a hacerse resistente a un fármaco?

El virus por sí solo tiene mucha tendencia a generar mutaciones, así que esta situación era hasta cierto punto previsible. En el caso del VIH, un paciente que no tome tratamiento genera cada día entre 1 y 100 billones de virus nuevos y cada uno de ellos puede tener una pequeña variación. Esto quiere decir que en un solo día se puede llegar a generar una mutación que lo haga resistente a algún fármaco.

¿Influye que el tratamiento no se siga de forma adecuada?

Sí, si el tratamiento no se toma bien lo que hace es acelerar el desarrollo de resistencias. En ocasiones, los pacientes se encuentran con dificultades para acceder a un tratamiento continuado, toman dosis inferiores a las adecuadas o se olvidan, con lo que no se consigue que el virus quede totalmente bloqueado. En estos casos, como la presión que realiza el fármaco sobre el virus no es suficiente para suprimirlo, acaba acelerando la aparición de resistencias.

¿Qué implica el desarrollo de resistencias?

En primer lugar es malo para el paciente porque lo que quiere decir es que va a ser mucho más difícil de tratar, ya que habrá fármacos que dejen de funcionar. Pero el problema no termina ahí, sino que es un problema de salud pública, ya que estos virus resistentes se pueden transmitir, de forma que un individuo puede infectarse directamente por un virus que ya es resistente a los fármacos sin que haya tomado nunca un antirretroviral.

¿La situación actual es grave?

Lo que se ha visto en los últimos años es un incremento en la transmisión de virus resistentes, de forma que en algunos de países de rentas bajas y medias entre un 10 y un 15% de los pacientes que acceden al tratamiento por primera vez tienen un virus resistente. Además, se ha visto que este porcentaje se está incrementando de manera muy alarmante, con lo que si no hacemos nada, en los próximos años podríamos perder todos los beneficios que hemos conseguido a la hora de controlar la epidemia a escala global.

¿Por qué las resistencias han aumentado especialmente en países pobres?

Principalmente porque tienen entornos sanitarios que son más débiles que los nuestros. Por ejemplo, países donde hay pocos centros sanitarios o que no están preparados para atender enfermedades que requieren un seguimiento a largo plazo, como puede se la infección por el VIH. En algunos países no hay laboratorios donde se pueda realizar un seguimiento para saber si el tratamiento está funcionando o no, lo que favorece el desarrollo de resistencias. Además, en estos países también hay menos alternativas terapéuticas, aunque ahora la OMS va a recomendar dar el salto a unos fármacos nuevos que son parecidos a los que se suministran aquí en Europa.

¿Cómo esta situación en España?

Aquí, al igual que en Europa, las resistencias a los antirretrovirales han disminuido y esto ha sido porque damos fármacos muy potentes, pero también porque hacemos un seguimiento muy estrecho de los pacientes, a los que vemos cada 3 ó 6 meses y les hacemos toda una serie de controles. Además, tenemos varias alternativas para cuando un tratamiento falla.

En cualquier caso, quiero destacar que esto no es un problema local o de países pobres. La humanidad somos todos, así que lo que pasa en otros países y lo que pasa aquí en el fondo es lo mismo, y solo si trabajamos juntos podremos terminar con esta epidemia en las próximas décadas.

Ha insistido varias veces en que es importante hacer un seguimiento, pero hasta ahora la OMS no incluía en sus recomendaciones hacer tests de resistencia ¿por qué?

Pues porque, a día de hoy, muchos de estos tests son muy caros y porque la estrategia que teníamos estaba funcionando muy bien. Era una estrategia simplificada, cuyo objetivo era alcanzar al mayor número de gente posible y si hubiéramos llegado a toda la población afectada, los modelos indicaban que podíamos haber contenido la infección a escala mundial.

Pero la situación ha cambiado…

Sí, ahora lo que estamos viendo es que el virus está empezando a contratacar y lo que está haciendo es acumular resistencia a los fármacos que se dan habitualmente en estos países.

Entonces, ¿qué es lo que se puede hacer?

Lo primordial sigue siendo llegar a todo el mundo, ya que ahora mismo solo alcanzamos a la mitad de los afectados, que son unos 37 millones. Luego, que el tratamiento se tome de forma adecuada, para lo que hay que asegurar que no hay pérdidas de stock y, por último, poner en marcha las medidas de control y seguimiento para saber si los tratamientos están funcionando y ser capaces de reaccionar con rapidez si es necesario cambiarlo.

¿Cómo se pueden a implementar los controles en los países más pobres?

Lo primero que habría que implementar son los tests de carga viral, que son los que nos permiten saber si el virus está indetectable o no de manera rápida y relativamente asequible. Esto nos permite saber si el tratamiento está funcionando y buscar alternativas, lo que limitaría mucho el desarrollo de resistencias.

También están los tests genotípicos, que permiten determinar si existen mutaciones en el ADN virus, lo que sirve para predecir muy bien si el virus va a ser resistente a los fármacos. El problema es que, a día de hoy, siguen siendo demasiado caros, aunque creemos que poner el problema en la agenda de la salud pública mundial puede servir para simplificar y abaratar estos tests de forma que sean accesibles para todos los países.

Después están los tests fenotípicos, que nos dicen exactamente a qué fármacos se hará resistente el virus, pero son muy caros y complejos y no son aplicables en estas regiones.

Con todo, ¿se puede ser optimista?

El problema es grave, pero no hay que caer en la desesperación. Ahora nos hemos encontrado con esta situación, pero lo que debemos hacer es trabajar duro e intentar que los recursos de los que disponemos, que son muchos, lleguen al mayor número de afectados posible. Estoy convencido de que si hacemos lo que se recomienda, en los próximos 5 o 10 años se conseguirá disminuir mucho el impacto.

Agentes del servicio de inteligencia canadiense denuncian racismo y homofobia

El primer ministro de Canadá participa por primera vez en la marcha del Orgullo Gay EFE

Cinco empleados del servicio de inteligencia canadiense han interpuesto una demanda por 35 millones de dólares canadienses (algo más de 24 millones de euros) contra la agencia por daños y perjuicios después de años de supuestos acosos en el lugar de trabajo. Los trabajadores aseguran que el ambiente laboral está plagado de racismo, homofobia y sentimientos en contra de los musulmanes.

Las denuncias contra el Servicio de Inteligencia y Seguridad de Canadá, que quedan reflejadas en un escrito de demanda presentado esta semana en el Tribunal Federal, ofrece una perspectiva sobre una de las organizaciones más secretas del país.

Las acusaciones muestran una fotografía de un ambiente laboral hostil en el que “el racismo, el sexismo, la homofobia y los comportamientos discriminatorios se han convertido en algo habitual y aceptado”. Ninguna de las denuncias que aparecen en la declaración de 54 páginas ha sido probada ante un tribunal.

La agencia es la última fuerza de seguridad canadiense que se ve sacudida por acusaciones de comportamiento inapropiado. En noviembre, la Real Policía Montada de Canadá se disculpó formalmente y destinó 100 millones de dólares canadienses (casi 70 millones de euros) a pagar a cientos de mujeres que ejercen o ejercieron como oficiales y fueron objeto de ataques sexuales y discriminación. Además, una investigación realizada en el año 2015 sobre las fuerzas armadas canadienses destapó acoso sexual generalizado y hostilidad hacia las minorías y las mujeres.

Las acusaciones contra el servicio de inteligencia canadiense se basan en lo vivido por cinco trabajadores con amplia experiencia. La demanda llega después de que los trabajadores –de manera individual y colectiva– estuvieran más de un año intentando tramitar las denuncias de manera interna, comenta su abogado, John Phillips.

“Todos son trabajadores excepcionales del CSIS (servicio de inteligencia de Canadá). Necesitamos a estas personas sobre el terreno tratando con los problemas de seguridad nacional, representando a las minorías que son tan importantes”, añade. “Para los canadienses, es una catástrofe que no seamos capaces de mantenerlos en sus puestos”.

En la demanda se asegura que los intentos de abordar años de discriminación y abusos –ambos a través de canales formales e informales– fueron “recibidos con burlas, amenazas de represalias y más daños”.

Los trabajadores aseguran que algunos miembros de dirección ridiculizaron, abusaron y amenazaron a los empleados, estableciendo un tono que se acabó imponiendo en los 3.300 trabajadores. Cuando le hicieron frente, los directivos en cuestión, al parecer, se negaron a admitir que ese comportamiento fuese una conducta ilícita.

Miedo a las represalias

Antes de presentar la demanda, los empleados tenían miedo a las represalias, reconoce Phillips. “Se trata de una acción muy valiente por su parte. Tenían que hacerlo”. Estos cinco trabajadores están de baja prolongada, en algunos casos, están luchando con el estrés, la ansiedad y la depresión vinculados al trato sufrido en la agencia.

El viernes, David Vigneault (director de CSIS), respondió a las acusacionesasegurando que la agencia se enorgullecía por ser de primer nivel y por crear un sano y respetuoso ambiente laboral. “Me gustaría recalcar que, como una organización, el CSIS no tolera el acoso, la discriminación o los abusos en ninguna circunstancia”, dijo a través de un comunicado. “A los trabajadores se les anima siempre a que informen de todos los incidentes relacionados con el acoso, reales o potenciales, a sus superiores”.

En la denuncia se utilizan seudónimos para detallar las acusaciones, ya que los empleados tienen prohibido identificarse a sí mismos o a sus compañeros mientras trabajen para el servicio de inteligencia.

Uno de los empleados, que es gay y su pareja es musulmán, denunció que desde que había llegado a la delegación de Toronto hace 10 años algunos de sus superiores incidían constantemente en su sexualidad. Cuando se dirigían a él, lo hacían utilizando términos como “chico gay”, “maricón”, “chico maricón”, y “marica”. Al mismo jefe también se le acusa de escribir un mail al empleado diciéndole: “Ten cuidado de que tu familia política musulmana no te decapite mientras duermes por ser marica”.

Otra oficial de inteligencia con más de una década de experiencia dijo que en este lugar de trabajo los comentarios y las opiniones en contra de los musulmanes eran del todo habituales. Esta trabajadora aseguró que toda esta hostilidad adquirió tintes personales en 2004, después de que empezase a llevar hijab. Al parecer, los supervisores ordenaron que para ir a cualquiera de sus planes relacionados con musulmanes fuera del trabajo –como ir a la mezquita o participar en actividades comunitarias– tenía que pedirles permiso previamente.

Otro denunciante –un trabajador con una experiencia de 22 años en la agencia– acusó al servicio de inteligencia de marginar a los musulmanes como él. “La cultura del CSIS es hostil hacia los musulmanes, es algo más que un entorno poco amigable –es un prejuicio profundamente arraigado de desconfianza hacia los musulmanes. Esto significa que los musulmanes se utilizan y se dirigen cuando se necesitan, pero no forman parte del equipo”.

Los demandantes también incluyen el caso de una empleada que fue descrita como la primera oficial de inteligencia negra del CSIS. Después de escalar puestos hasta convertirse en jefa, aseguró que la dirección le hizo sentir como si fuera “una negra simbólica, ascendida sin ningún mérito”. Afirmó también que uno de sus jefes llegó a decirle: “Al Servicio le gusta que gente como tú ascienda. Estoy convencido de que en muy poco tiempo probablemente seas mi jefa”.

El servicio de inteligencia tiene 30 días para presentar un escrito de defensa si planea enfrentarse a la demanda.

Traducido por Cristina Armunia Berges

“Querido papa Francisco: soy homosexual y quiero ser sacerdote”

 

Alfonso, a la derecha, ha mandado una carta al Papa para que acepte su ordenación como sacerdote

“Sí, yo soy homosexual y cada día doy gracias a Dios por haberme creado tal como soy, con todas mis virtudes y todos mis defectos, con mi personalidad entera”.

Alfonso Ruiz de Arcaute vive en Vitoria, acaba de cumplir 50 años y preside la celebración de la palabra en su comunidad de Santa Teresa de Jesús. Con 14 años, cuenta que sufrió abusos por parte de un religioso. Lejos de perder la fe, continúo participando en la vida parroquial. Desde hace unos años siente con fuerza la llamada al sacerdocio. Pero su obispo, Juan Carlos Elizalde, no se lo permite. ¿La razón? Ser homosexual. Ahora, intenta que el Papa le escuche y le permita ordenarse.

En su conversación con el obispo de Vitoria, Alfonso le contó “los abusos sufridos, la experiencia en la Orden de Predicadores, mi trabajo pastoral posterior, mi etapa de pareja con un chico hace ya bastantes años y mi compromiso eclesial actual en la parroquia y en el estudio de la teología”. De hecho, estudió hace años en San Esteban (de los dominicos en Salamanca) y ahora concluye Teología en la Facultad de Vitoria.

El obispo, sin embargo, “ve inviable el camino hacia el sacerdocio” por su homosexualidad, pese a que “llevo varios años viviendo desde la castidad acogida con alegría al poner en mi compromiso eclesial el centro de mi vida”, cuenta. Además, le recuerda al Papa que su caso es igual que el de una persona heterosexual que opta luego por el celibato y el sacerdocio.

El obispo de Vitoria se acogió a  la instrucción del año 2005 sobre la admisión en las órdenes sagradas de las personas homosexuales para prohibirle a Alfonso la ordenación y lo dejó en un callejón sin salida. porque Elizalde solo le ofrecía que, si lo tenía tan claro, buscara un obispo que le ordenase, algo poco probable.

Alfonso propuso otra solución: escribir una carta al papa Francisco contando su historia. El obispo se comprometió a entregar en mano a Bergoglio la misiva. Semanas después, desde el Vaticano se le ha solicitado que vuelva a enviarla por otro conducto.

“Sí, yo soy homosexual y cada día doy gracias a Dios por haberme creado tal como soy, con todas mis virtudes y todos mis defectos, con mi personalidad entera. Pero no considero la homosexualidad una tendencia profundamente arraigada pues, afortunadamente, no domina toda mi vida“, explica, en referencia que la Iglesia “prohíbe la acogida a aquellas personas que presentan una tendencia homosexual profundamente arraigada” según la norma vaticana de 2005. 

Alfonso pide al Papa que acepte su vocación, pues “de esta forma se evitaría también la circunstancia tan injusta de que aquel que en su día abusó sexualmente de mí pueda seguir ejerciendo su sacerdocio mientras que yo, víctima de la situación, veo negado el acceso”.

Y concluye: “Por eso me atrevo, Padre Francisco, a pedirle mirar con ojos de misericordia y desde el discernimiento personal y no únicamente desde la legislación, cambiante por otra parte, las vocaciones sacerdotales y la mía en concreto. La orientación sexual es la que es. La vida, la vocación y el compromiso también es el que es”.

Ensalzar el atentado de Orlando en un banco arcoiris y otros incidentes homófobos registrados en el Orgullo

El banco arcoiris en el que se ensalza el atentado de Orlando

Un #ThanksOmar (#GraciasOmar) y el número 50 junto a simbología nazi sobre un banco pintado con la bandera arcoiris. Ocurrió en el municipio madrileño de Parla y es uno de los 41 incidentes LGTBIfóbicos registrados por el Observatorio Madrileño contra la LGTBIfobia durante la celebración del Orgullo en la Comunidad de Madrid entre el 24 de junio y el 1 de julio, tal y como ha hecho público la organización Arcópoli este jueves.

La pintada ensalza a Omar Mateen, autor de la matanza de Orlando en junio de 2016 que acabó con la vida de 50 personas al asaltar un club LGTB de la ciudad norteamericana. El Observatorio contabiliza, además, amenazas e insultos en redes sociales, que ya ha puesto en conocimiento de la Fiscalía especializada en Delitos de Odio, junto a pegatinas, carteles y pintadas homófobas y tránsfobas.

El colectivo destaca también seis agresiones físicas y asegura que en dos ocasiones, dos parejas fueron expulsadas de los establecimientos en los que se encontraban al darse un beso, “así como varios casos en los que se han escupido a chicos gays”, reza el comunicado que ha enviado la organización. Arcópoli asegura que en 2016 ya se dieron este tipo de incidentes por LGTBIfobia, pero que las pegatinas y carteles se han multiplicado en esta ocasión.

“Varias personas han encontrado pegada en su ropa o mochilas pegatinas de ‘maricones not wellcome’ u otras pegatinas, con estética neonazi”, afirma. Una realidad que, en palabras de Yago Blando, del Observatorio Madrileño, es “la constatación de la necesidad del Orgullo LGTB. La visibilidad es nuestra mayor arma, la que más molesta a los intolerantes”.

Una de las pegatinas denunciadas por el Observatorio Madrileño contra la LGTBIfobia

Entre las pegatinas y carteles denunciados por la organización se encuentran varios firmados por organizaciones ultraderechistas, como Juventudes Falangistas, que llama a un “Orgullo Hetero” o el que muestra a una familia formada por un hombre, una mujer, un niño y una niña con un paraguas intentando no ser alcanzados por los colores arcoiris de la bandera del colectivo LGTBI.

Una de las pegatinas denunciadas por el Observatorio Madrileño contra la LGTBIfobia

Una de las pegatinas denunciadas por el Observatorio Madrileño contra la LGTBIfobia

Rubén López, de Arcópoli, asocia el incremento de este tipo de carteles y pegatinas, que han sido encontradas en varios puntos de la ciudad ocupando marquesinas, paredes o en las paradas de metro, “porque somos más visibles. Molesta nuestra visibilidad. Cuando nos ocultamos, no nos agreden. Ése es el mensaje que quieren dar, que nos escondamos”.

López hace hincapié en lo positivo de denunciar públicamente este tipo de incidentes “para trasladar al colectivo LGTBI el mensaje de que hay que denunciar y de que no hay que resignarse, porque la ley nos protege y estos mensajes nos intentan. Hay que dejar bien claro que la impunidad ya no existe”. Por otra parte, sostiene que también es un mensaje para las personas no LGTBI que “creen que no sufrimos discriminación y no hace falta el Orgullo”. Y por último, prosigue el activista, “otro mensaje a los agresores: no vamos a quedarnos impasibles”.

Una de las pegatinas denunciadas por el Observatorio Madrileño contra la LGTBIfobia

La diócesis de Getafe ya ha ejecutado el desahucio de una pareja de lesbianas con tres hijos

Aroa, Laura y sus tres hijos, en la casa de la que han sido desahuciadas. Foto: Marta Jara

El pasado viernes se ejecutó el desahucio de Aroa y Laura, una pareja de lesbianas que conviven con los hijos de la primera, y con edades de 10, 8 y 5 años. Esta familia llevaba varios meses obligada por sentencia judicial a abandonar la casa en la que entraron a vivir como ocupas en el municipio madrileño de Móstoles.

El piso pertenece a la Diócesis de Getafe, esta institución se encarga de la jurisdicción eclesiástica en la zona sur de la Comunidad de Madrid. Según apuntó un portavoz de esta institución a eldiario.es, el inmueble en el que residían estas jóvenes está destinado a sacerdotes que trabajan por la zona o que están de visita, y no a la asistencia social. Y remitía a Cáritas y al Ayuntamiento la responsabilidad de buscar una alternativa habitacional a esta familia.

“Estuvimos intentando paralizarlo de todas las formas posibles, pero no lo conseguimos. No se pudo hacer nada. Los de la diócesis no nos plantearon nada, todo lo que querían era que nos fuéramos a la calle, les daba igual, decían que ya llevábamos un año en una vivienda que no era nuestra y que ya estaba bien”, asegura Aroa. Asimismo se queja de que este inmueble continúe vacío.

Sus hijos no estuvieron presentes en la ejecución del lanzamiento, se quedaron en casa de su abuelo y ellas desde el viernes están viviendo de “casa en casa”. “El Ayuntamiento de Móstoles se ha comprometido a darnos una alternativa, nos han dicho que la obtendremos en la semana del 3 al 7. Estamos hoy a 3, así que esperamos conseguirla a partir de ahora”, indica.

Desde la diócesis de Getafe aseguran que van a colaborar en esa asistencia aunque no especifican en qué consiste la alternativa habitacional. “Les hemos ofrecido asistir a un curso de formación para buscar trabajo como asistenta de hogar o profesionales de hostelería”, apunta un portavoz de la institución religiosa.

La primera sentencia que les obligaba a abandonar este inmueble se dictó en septiembre, desde entonces esta familia ha intentando prolongar la ejecución de la decisión a la espera de conseguir una alternativa. La magistrada condenó a la pareja por un delito leve de usurpación de inmuebles y al pago de una sanción de 270 euros.

La pareja aseguró que la primera vez que les visitaron los representantes de la diócesis les propusieron una alternativa. “Nos dijeron que nos iban a dar un alquiler social en una casa que tenían en Móstoles, añadieron que a ese piso le faltaban un par de arreglillos pero que se pondrían en contacto con nosotras. Sin embargo, una vez que se enteraron de que éramos pareja, fueron a saco. Ya ni había opción a alquiler social, ni a nada”, explicó Aroa a esta redacción.

Por su parte un portavoz de la diócesis, Francisco Armenteros, negó esta acusación: “Es falso, nosotros no sabíamos que eran lesbianas. Cuando acudieron los portavoces del obispado solo estaba una de las mujeres, así que era imposible saberlo”. Esta no es la primera polémica que salpica a esta institución, su obispo ha llegado a ser  denunciado por el  Observatorio contra la LGTBfobia  por un posible delito de odio ante la Fiscalía al cargar contra la Ley de Transexualidad madrileña y asegurar que “retuerce la naturaleza humana”.

Sin embargo, una de las denunciadas no comparte esta opinión y cree que sí ha influido que sean una pareja de lesbianas. “He vivido en carne y hueso como la Iglesias no me ha ayudado nada, tanto que dicen que ayudan al prójimo. Ellos cumplen la Biblia al revés”, reseña.

Segundo desalojo

Laura y Aroa llegaron a este piso tras abandonar otra vivienda que también habían ocupado y en la que consiguieron paralizar su lanzamiento en noviembre del 2014. “Tras impedir el desahucio estuve negociando un alquiler social con Bankia, el propietario del piso, pero no lo hemos conseguido todavía. Al final, nos marchamos voluntariamente porque las condiciones de la casa eran muy malas. Terminamos dejando a los niños con unos amigos y durmiendo nosotras en la calle”, apuntó a esta redacción.

Según su relato, entraron en el piso actual gracias a que “unos chavales les dejaron las llaves”, sin tener constancia de que perteneciese a la Iglesia. “Tenemos agua caliente, luz y cuatro habitaciones. Cuando llegamos no notamos que antes estuviese alguien viviendo aquí, estaba lleno de polvo y abandonado. En el contador de la luz había una pegatina que señalaba que no había suministro desde el 2013”, señaló. “No es verdad”, respondieron desde la diócesis ante esas afirmaciones y aseguraron que previamente había residido en él párrocos.

Violencia extrema en Centroamérica contra personas LGTBI

El mundo tiene que abrir todas las ventanas posibles para ver lo que pasa en las casas LGTBI de Centroamérica

Un manifestante en una marcha por los derechos LGTBI en Honduras. EFE

No es habitual que alguien que modera una mesa de debate rompa a llorar ante los testimonios de los ponentes. Pero es lo que estuvo a punto de sucederme. Tuve el honor de ser invitada a moderar la mesa ‘Conversatorio Centroamericano’, dentro de la programación de la Conferencia Internacional de Derechos Humanos ‘Summit World Pride 2017’. Y cuando Donny Reyes, activista gay de Honduras, contó su experiencia personal, se hizo un nudo en el estómago colectivo de aquella sala de la Universidad Autónoma de Madrid, y quedó patente de nuevo la razón última de la lucha LGTBI: una cuestión de derechos humanos que compromete la existencia, desde la relación con la familia hasta la propia integridad física, hasta la vida misma. En su caso, como en el de todas las personas que por su orientación sexual o por su identidad de género difieren de la norma, una vida vulnerada desde la infancia.

Donny Reyes, procedente de una zona rural hondureña, contó el rechazo que siempre sufrió en el que debía ser su hogar, cómo sus numerosos hermanos le reprochaban que los pusiera en evidencia ante los demás, cómo se sintió culpable por no querer salir a jugar al fútbol y a levantarle las faldas a las niñas, cómo se fue aislando de todos hasta huir de allí, muy joven, sin dejar rastro. “Solo quería vivir. Mejor que mi familia creyera que me morí”.

Ahora Reyes es coordinador general de la Asociación Arcoiris de Honduras, miembro del Consejo Nacional de Protección a Defensores y Defensoras de Derechos Humanos en Honduras, miembro de la plataforma Regional Centroamericana Orgullo Centroamérica y miembro activista del comité de la Diversidad Sexual de Honduras. Ha recibido numerosos premios internacionales por su activismo, aunque el camino tras verse obligado a abandonar su casa y su pueblo ha sido duro: “Ser migrante es un delito, y el 30% de los migrantes en Honduras son personas LGTBI”.

Su relato de terror coincide con el del resto de las personas LGTBI que componían la mesa del Summit: un camino hecho de exclusión, violencia física, asesinatos, abusos sexuales, prisión. Galilea Bracho, fundadora y directora Ejecutiva de la Red Multicultural de Mujeres Trans de Guatemala (REDMMUTRANS), se refirió a los crímenes sistematizados en su país contra las personas LGTBI, que se llevan a cabo en un contexto de racismo y de un fundamentalismo religioso que, a pesar de ser el guatemalteco un Estado laico, impulsa los influyentes lobbies católico y evangelista en Guatemala.

“Yo soy portavoz de aquellos que han perdido su vida”. De manera tan escalofriante comenzó Bianka Rodríguez, de El Salvador, a relatar la situación de violencia y discriminación que sufren en su país las personas transgénero, como ella, los gais y las lesbianas. Torturas, amenazas y persecución son el pan nuestro de cada día en un Estado podrido por la corrupción y organizado en torno a la extorsión, donde la discriminación a las personas LGTBI las condena aún más a una pobreza sistémica.

Construir desde ahí políticas públicas inclusivas no es tarea fácil, pero Bianka Rodríguez, alentada por todas aquellas vidas que fueron cercenadas y pondrían haber sido la suya propia, decidió entregarse a visibilizar la realidad de las personas LGBTI en su país y a defender sus derechos, siendo en la actualidad responsable del área de comunicación de la Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans (COMCAVIS TRANS), asociación que también reclama al Estado salvadoreño el cumplimiento del respeto a los derechos humanos de las personas con VIH y privadas de libertad por su orientación sexual o su identidad o expresión de género. “Trabajo en pos de la democracia, los derechos humanos y la paz”.

A pesar de que en Nicaragua la ley ya no penaliza a las personas LGTBI, los cambios legislativos han sido tan recientes que la sociedad nicaragüense sigue discriminándolas. Las estadísticas que Chester Cortez aportó al respecto resultaron desoladoras: alrededor del 80% de los jóvenes de aquella “república cristiana, socialista y solidaria” (como Cortez contó que la definía el Gobierno de la nación) sigue considerando la homosexualidad y la transexualidad como una enfermedad. Desde la Red Juvenil del MRS (Movimiento Renovador Sandinista), la sub-coordinación nacional de la Red PREVIOS (Red de Prevención de Violencias Sociales) y el Club Metamorfosis, Chester Cortez trabaja por la incidencia política y la no violencia desde un enfoque de nuevas masculinidades, derechos sexuales y reproductivos y diversidad sexual.

Caso aparte es el de Costa Rica. Tres personas vinieron al Summit Wold Pride desde aquel país. Una de ellas era Ana Helena Chacón, vicepresidenta de la República. Casi un milagro político en una región, Centroamérica, donde la situación es de violencia extrema. Si bien se trata de un país que no tiene ejército y cuyas universidades se han declarado por decreto libres de discriminación (es decir, un sistema que apuesta de raíz por la paz social), se da la circunstancia de que mantiene como oficial una religión católica que, unida a la cada vez más vigente iglesia evangelista, colapsa y bloquea en el Congreso los avances legislativos relativos a la población LGTBI.

La vicepresidenta Chacón, no obstante, vino en representación de un Gobierno desde el que ha firmado y defendido la Consulta que el Estado de Costa Rica realizó a la Corte Internacional de Derechos Humanos sobre los derechos de las parejas del mismo sexo y las personas trans, con la intención de crear mayor seguridad jurídica en la región. Ha impulsado políticas públicas para la inclusión y la no discriminación hacia las personas LGBTI, declarando también al Poder Ejecutivo libre de toda discriminación hacia las personas LGBTI y permitiendo que el Ministerio de Educación Pública y el Instituto Nacional de Aprendizaje reconociese su identidad de género a estudiantes trans. La vicepresidenta de la República de Costa Rica contó que tomó conciencia de lo que supone la discriminación cuando tuvo un hijo con diversidad funcional.

Con ella, desde Costa Rica, estuvo Javier Umaña Rivera, presidente del Pride Costa Rica, que trabaja por una alianza de organizaciones de los distintos países de la región para la organización de un Pride Centroamericano, y la activista e investigadora Emma Chacón, coordinadora de la construcción de la Memoria Histórica del Movimiento Lésbico en Costa Rica, sobre la que ha escrito un libro que se publicó en 2015, que denunció la invisibilidad de las lesbianas en su país.

Cuando desde el público tomó la palabra la activista española Desirée Chacón, abogada que durante años ha coordinado la celebración del Orgullo en Madrid como secretaria general de la FELGTB, recordó el enorme instrumento político que esas citas suponen, al hacer las veces de una gran ventana desde la que mostrar al mundo la realidad de la comunidad LGTBI. Desde luego, el mundo tiene que abrir todas las ventanas posibles para ver lo que pasa en las casas LGTBI de Centroamérica. Al otro lado, el mundo verá violencia extrema, fundamentalismo religioso, pobreza y desigualdad sistémicas, patriarcado y misoginia que se transforman en la más brutal de las homofobias. De llorar. De luchar.

Las cifras de la manifestación del World Pride: dos millones de asistentes y miles de euros por carroza

Manifestación del Orgullo Gay 2013 a su paso por el Paseo del Prado MADRID

La manifestación del Orgullo LGTBI de Madrid se ha convertido en la cita más masiva de la capital. Este año con motivo del WordPride, que otorga a Madrid el título de capital mundial del Orgullo, las cifras serán récord.  La marcha reivindicativa, que precede al desfile festivo de carrozas, reúne este año a un millón más de personas respecto a citas anteriores hasta las dos millones y medio.

También habrá un 40% más de carrozas. “Ha habido más demanda de carrozas este año”, explican desde la federación española LGTBI, una de las asociaciones organizadoras del desfile. En total habrá 52 carrozas cuando en años anteriores la cifra ha oscilado en torno a la treintena, aunque muchas otras empresas y entidades participan fuera del desfile: “No teníamos autorización para que salieran más”.

Desfilar con carroza no es gratis. Aunque COGAM, el colectivo LGTB de Madrid, y FELGTB como organizadores del desfile no han dado cifras oficiales, eldiario.es ha podido saber que se llega a pagar hasta 9.000 euros por tener una carroza, un precio que oscila entre los cero euros y esa cantidad en función de la personalidad jurídica de la entidad. Para asociaciones proderechos LGTBI es gratuito y pasa a costar dinero si eres una empresa o partido político con precios más caros para los primeros. Individualmente cada entidad puede negociar por separado el precio. A esta cantidad, se suma lo que las empresas pagan por patrocinios.

Aunque es una fiesta privada, el Ayuntamiento de Madrid también subvenciona el evento. En concreto, el Consistorio ha pagado por la organización del desfile 30.000 euros a COGAM y 50.000 a FELGTB. La corporación local ha destinado también 700.000 euros a AEGAL para otros eventos que se han celebrado durante la semana.

Despliegue de seguridad

El Ayuntamiento de Madrid encabezará el desfile de las 52 carrozas del World Pride y Google la cerrará. Habrá partidos políticos, sindicatos, asociaciones, organismos públicos y diferentes marcas de hostelería, tecnología y conocidas fiestas y discotecas de ambiente. Pero antes del comienzo del desfile, arrancará la manifestación a las cinco de la tarde en la glorieta Emperador Carlos V y concluirá en la plaza Colón. La cabecera estará conformada por representantes políticos, sindicales y sociales, además de los presidentes de COGAM y FELGTB.

La cita este año está marcada por la seguridad y hasta 3.500 policías velarán por que no se produzcan incidentes durante la protesta. Un dispositivo de seguridad que se suma al propio del World Pride, en marcha desde hace varios días y al aplicado por el nivel 4 de alerta antiterrorista, vigente desde hace dos años.

A este refuerzo de seguridad, se unen otras precauciones: por primera vez las carrozas circularán a través de un carril vallado una vez concluya la marcha reivindicativa. “Al tratarse de una manifestación, las entidades convocantes deben dar comunicación previa a la autoridad competente, en este caso Delegación de Gobierno”, explica la federación, que piden una inscripción a las entidades para organizar la manifestación y el desfile.

Además, las autoridades han solicitado a las entidades un listado con los nombres de las personas que compondrán cada carroza, que recibirán una identificación. Todas las intersecciones que hay entre Atocha y plaza de Colón quedaran cortadas y se situarán en las calzadas cercanas al recorrido barreras y vehículos de las fuerzas de seguridad para impedir el acceso.

40 años reivindicando derechos en España

El Orgullo LGTBI del año pasado fue la prueba piloto para el World Pride, explican desde las organizaciones. La distinción de  capital mundial fue concedida a Madrid en 2008 por InterPride, la asociación internacional organizadora del Orgullo LGTBI, y desde entonces se trabaja en el evento, más intensamente desde el último año y medio. 

La capital mundial conmemorará el 40º aniversario de la primera manifestación por los derechos LGTBI en España, una marcha que tuvo lugar en Barcelona. A Madrid no llegó hasta un año después. Desde entonces, se repite cada año y la participación es cada vez más masiva. La protesta de este sábado reclamará la despatologización de la transexualidad “para que deje de ser considerada como una enfermedad”, explican desde la federación española LGTB, así como el derecho del colectivo a manifestarse.

Cuatro logros que deberían alcanzarse para el Orgullo LGTBI de dentro de diez años

Un manifestante sostiene una pancarta durante el Orgullo Crítico 2017 / Álvaro Minguito

No celebra lo mismo el Orgullo LGTBI de este año que el de hace 10 o 20. Los derechos LGTBI han avanzado y la disidencia sexual y de género ha alcanzado un grado de visibilidad nunca antes visto. Algunas reivindicaciones siguen permaneciendo en el tiempo y otras engrosan ya la lista de logros. Sin embargo, hay muchos retos que siguen pendientes.

En el Orgullo “celebramos nuestra existencia, nuestra lucha, nuestros cuerpos y deseos diversos. Para salir a la calle siendo todo lo maricas, bolleras y desviadas que queramos. Para sentirnos comunidad, sentirnos acompañadas y fuertes”, dice June Fernández, periodista y coordinadora de la revista Pikara Magazine. Una reivindicación perenne a la que se suman los desafíos que aún tiene por delante la sociedad y cuya consecución debería celebrarse en el futuro. Estos son algunos:

El fin de la criminalización de la homosexualidad

El escenario mundial, explica Violeta Assiego, abogada y coordinadora de diversidad afectivo sexual de Amnistía Internacional, “está polarizado entre aquellos estados que han avanzado y los que han retrocedido al endurecer las leyes por vía penal o administrativa”.

Aunque en España las leyes reconocen la igualdad, todavía 72 países siguen criminalizando las relaciones entre personas del mismo sexo en el mundo. Son cifras de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA), que cita algunos en los que se puede llegar a condenar a pena de muerte a los homosexuales.

Una realidad de la que “nos olvidamos con frecuencia porque hay un cierto grado de satisfacción en España que nos hace no percatarnos lo suficiente de la situación en el exterior”, analiza Assiego, que recuerda los casi 2.500 asesinatos de personas trans que, según el Observatorio Trans de Personas Asesinadas, se dieron entre 2008 y 2016. Además, el reconocimiento de la no discriminación en las leyes españolas no ha frenado definitivamente las agresiones lgtbfóbicas.  Solo en Madrid se registraron 240 en 2016.

La experta lamenta también “la dificultad” de nuestro país para reconocer a los migrantes y solicitantes de asilo LGTBI: “La Administración no cae en la cuenta de que un contexto lo suficientemente homófobo o tránsfobo que impide el desarrollo de la vida es un motivo para huir de un país”, prosigue.

Que la norma deje de ser heterosexual

Miedo a salir del armario, presentar a  tu  pareja del mismo sexo como si fuera una amiga, ser mirado al ir de la mano, sentir que hay riesgo al darte un beso por la calle, no poder contar a tus tíos con quién te vas el fin de semana de viaje, disimular la pluma en el trabajo por el qué dirán… “La norma sigue siendo heterosexual y cis –aquellas personas que se identifican con el género asignado al nacer–”, menciona Assiego.

La coordinadora de Pikara Magazine explica desde su experiencia como “la primera persona abiertamente no heterosexual” de toda su familia extensa que “seguimos sintiendo miedo al rechazo. Nos siguen diciendo que estamos dando un disgusto a los abuelos, que mejor que no se sepa en el pueblo porque a nadie le importa nuestra vida privada. La salida del armario es constante y está acompañada por ese vértigo, esa incertidumbre sobre cómo va a reaccionar el resto”.

En aquellos ámbitos que exceden a la pareja “todo el mundo da por hecho que eres heterosexual”, matiza Fernández, que asegura que “en vez de reconocer la diversidad se sigue dando por sentada la heterosexualidad y el binarismo como lo normal”.

Algo que hace crecer a las personas LGTBI “buscando referentes en solitario, descifrando letras de canciones, buscando películas y series que nos incluyan”. La visibilidad, que ha aumentado en los últimos años –por ejemplo, en canales de YouTube LGTBI de mucha audiencia adolescente– es calificada por la periodista como “perversa y parcial” porque “se visibiliza a los gays y lesbianas socialmente aceptables, que no tienen demasiada pluma, que se casan…”

No más “maricón” en las aulas

La mayor parte del alumnado homosexual ya ha escuchado su orientación sexual como un insulto al llegar a la adolescencia. Según las investigaciones de la profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense, Mercedes Sánchez Saínz, a los cinco años los alumnos “ya se insultan en los colegios con los términos de maricón y marimacho”, aunque a esa edad no se utiliza como referencia a la orientación sexual, que sí comienza en torno a los 12.

El sociólogo y activista Lucas Platero sostiene que “ese tipo de insultos son formas de penalizar lo que se sale de unos roles de género muy marcados. Sancionar al que no se comporta como se supone que se debe comportar un chico y una chica”. Es el caldo de cultivo del acoso homófobo y tránsfobo, que según cifras incluidas en los últimos estudios de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales (FELGTB), ha vivido un 57% del alumnado LGTBI.

El bullying lgtbfóbico, uno de los retos más inminentes, “tiene mucho que ver con el abordaje del género en las aulas y la falta de una apuesta clara y contundente por los contenidos en diversidad afectivo sexual”, dice Assiego. La jurista hace hincapié en que debe dejar de plantearse en fechas señaladas o cuando surgen los casos, sino que “debe incorporarse de manera transversal y hacer de los centros espacios amables para la diversidad, que en general no lo son”.

Que la transexualidad no sea una enfermedad

La despatologización de la transexualidad es una de las reivindicaciones de los colectivos trans. Aunque algunas comunidades autónomas, como Madrid, han aprobado leyes en este sentido, la Ley de Identidad de Género de 2007 sigue pidiendo un diagnóstico psiquiátrico para acceder al cambio de nombre en los documentos oficiales. La OMS ha dejado de considerarla un trastorno, pero pasa a llamarla “incongruencia de género”.

Para Platero, esto “coloca a la transexualidad en un lugar médico y social relacionado con la patología en vez de con la diversidad humana”. El sociólogo hace referencia a que esta concepción alimenta la transfobia cotidiana y la vincula con “el reconocimiento de que hay personas con expresiones de género distintas y que se salen del binarismo hombre-mujer”.

La patologización choca con el principio de autodeterminación del género, una filosofía que ha sido reclamada por distintos organismos internacionales. El Consejo de Europa emitió en 2015 una resolución  que insta a los Estados agarantizar que los trans “no son considerados enfermos mentales”. Una concepción que contribuye a portar “con un estigma muy negativo” que “cada vez más personas están rompiendo a pesar de la transfobia”, dice Platero.

Un Orgullo Crítico multitudinario planta cara al World Pride para reivindicar el “espíritu combativo” LGTBI

Manifestación del Orgullo Crítico en Madrid.

Como cada año desde hace más de diez, el otro Orgullo sale a las calles con la mirada puesta en 1969. Lo hace cada 28 de junio para hacer coincidir la movilización con el día en que estrictamente se celebra el Orgullo LGTBI. En él se conmemoran los disturbios del bar neoyorkino de Stonewall Inn que, encabezados por mujeres trans y travestis no blancas, hicieron frente a la represión policial hace 48 años.

Pasadas las 18.30, la plaza madrileña de Nelson Mandela, de donde partía la manifestación –para culminar en Plaza España–, ya estaba abarrotada de colores y banderas, pero la marcha ha comenzado a andar más de una hora después debido a la gran cantidad de gente. “Esto es histórico”, afirma un chico con el azul, rosa y blanco de la bandera trans pintada en la cara.

Un manifestante con la cara pintada durante el Orgullo Crítico en Madrid. ÁLVARO MINGUITO

Como un goteo, el espacio se iba llenando de pequeños grupos de personas que, o a título individual o en algún colectivo, querían reivindicar un Orgullo LGTBI en el que “haya espacio para el contenido político”, explica Laura, lesbiana y feminista. Ha venido con dos amigas que asienten mientras esta joven de 21 años asegura que la L de las siglas “tiene que visibilizarse más porque el colectivo sigue poniendo por delante al hombre gay y eso no parece que lo vaya a romper el Orgullo oficial”.

Caras pintadas, purpurina, alegría y música acompañan a los lemas que entona la marcha, al ritmo de batucada, cuya pancarta de cabecera reza: “Disidencia es resistencia”. Muchos son los bloques que este año se han sumado a la movilización. Entre ellos, el Bisexual, Pansexual y Plurisexualidades, al que pertenece Deborah, que rechaza “la imagen unitaria y homogénea que da el Orgullo oficial del colectivo LGTBI”. Este, concluye, “está pensado para ganar dinero”.

Manifestación del Orgullo Crítico en Madrid. ÁLVARO MINGUITO

Muchas son las demandas de este Orgullo Crítico, que no enfoca su batalla únicamente a las reivindicaciones consideradas LGTBI sino que, además, apuesta por un movimiento interseccional “que luche contra todas las formas de opresión”, como el racismo o el machismo, explica Minia, que tiene 18 años y ha venido con el bloque asexual. “Los asexuales no nos sentimos del todo incluidos en el colectivo y creemos que esta es una forma de reivindicarlo”, explica la joven, que hace hincapié en que al Orgullo oficial “le falta mucho de reivindicación”.

La marcha sigue su camino con la cabecera a punto de entrar en la Puerta del Sol. “Orgullo no se vende, Orgullo se defiende”, exclaman los manifestantes. La magnitud de la protesta hace que cada bloque, grupo o colectivo coree sus propios lemas.

Sección Invertida, Resistencia Sorda, RQTR –el primer colectivo universitario LGTBI, nacido en los 90–, la Asociación de Familias de Menores Trans Chrysallis, Manada antirracista transfronteriza u Orgullo Estudiantil son algunos de los grupos que han acudido, además de miles de personas a título individual que han hecho de la protesta uno de los orgullos críticos de más afluencia de los que se recuerdan.

Andre, solicitante de asilo procedente de Honduras, pertenece al colectivo Manada antirracista transfronteriza. “Más color, más orgullo”, se lee en el cartón con la bandera arcoiris que sujeta una compañera a su lado. El grupo lo forman “personas racializadas y migrantes que somos discriminadas doblemente por ser LGTBI y por el racismo que impera en la sociedad”, explica este joven que cuelga de su espalda la bandera trans. “Hay una realidad de la que no se habla y que existe, hay solicitantes de asilo LGTBI y deben ser visibles”, explica.

Un manifestante durante el Orgullo Crítico. ÁLVARO MINGUITO

Mónica Redondo, activista de la Asamblea Transmaricabollo de Sol, lleva viniendo a esta movilización diez años y afirma que “posiblemente” sea la más multitudinaria a la que ha asistido. “Donde de verdad hay que estar es aquí. Donde los colores del arcoiris están representados es en una marcha como esta, que está insipirada por las revueltas de Stonewall y las del 77 en Barcelona. La oficial ha desvirtuado este precedente”.

Lo mismo opina Iñaki, del colectivo gitano, que afirma no oponerse al ambiente festivo que suele reinar en el Orgullo, pero le reprocha que “todavía cuenta con mucho espacio para la batalla”. Sostiene que el colectivo gitano asiste para enfrentar la homofobia y el antigitanismo: “La homofobia que vivimos dentro, pero también esa concepción social que nos homogeneiza como gitanos en un bloque y vincula como hecho identitario la homofobia”, sentencia.

Manifestación del Orgullo Crítico en Madrid. ÁLVARO MINGUITO

Crítica y visibilidad

A las críticas que hace el Orgullo Crítico de la fiesta anual en la capital se suma “la deriva neoliberal” y “el mercantilismo” que,  en opinión de muchos manifestantes, ha tomado fuerza durante los últimos años.

“Ay Carmena Carmena, nuestro orgullo no es solo una bandera”, gritan poco antes de dirigir sus palabras a la Ley Mordaza, que el próximo 1 de julio cumple dos años desde su entrada en vigor. Corean lemas contra el machismo, la transfobia y la consideración de la transexualidad como una enfermedad: “La patología es la psiquiatría”.

Un manifestante sostiene una pancarta durante la marcha. ÁLVARO MINGUITO

Alex, del colectivo el Hombre Transexual, asegura que las personas trans “siempre han estado olvidadas” y critica que la celebración del 1 de julio “no nos representa, está copada por empresarios y políticos que solo se acuerdan del colectivo LGTBI ese día por los beneficios”. Alex incide en que, aún así, su colectivo acudirá a la marcha oficial “porque los ojos del mundo estarán puestos en Madrid y es una oportunidad de visibilización”, sentencia.

Así es el Orgullo Crítico

El Orgullo Crítico, que ha tomado diferentes nombres a lo largo de los años, se define como anticapitalista y transfeminista y quiere plantar cara al Orgullo que en esta ocasión ha hecho de Madrid su capital mundial. Por ello, esta edición los activistas que conforman la Plataforma llevan preparando la cita todo el año después de tomar el pulso a la calle el pasado 17 de mayo en una manifestación contra la LGTBIfobia que superó las expectativas.

Los manifestantes recorren las calles del barrio de Lavapiés. ÁLVARO MINGUITO

Herederos de los movimientos más radicales que en los años 90 revolucionaron la escena activista madrileña, como la Radical Gai o LSD, reivindican el “espíritu combativo” LGTBI y reclaman que sus derechos “no son mercancía en manos del capitalismo rosa”. Con ello se refieren a la denominación desde las teorías críticas a la apropiación del discurso LGTBI por parte de la economía de mercado.

La Plataforma nombra como clave la conformación en 2004 de AEGAL, la Asociación de Empresas para Gays y Lesbianas. Aunque la manifestación del 1 corre a cargo de la FELGTB y Cogam, AEGAL gestiona las licencias de las barras o los escenarios, entre otras cosas.