El Sínodo reflexiona sobre la eucaristía de los divorciados vueltos a casar y rechaza el matrimonio gay

El Papa Francisco, hoy, en el Sínodo

El Papa Francisco, hoy, en el Sínodo. ETTORE FERRARIEFE

Las parejas de divorciados vueltos a casar no pueden acceder a la eucaristía, no por el “naufragio del primer matrimonio” sino a causa de la “convivencia en la segunda relación”. Así lo ha asegurado esta mañana el cardenal Peter Erdö, arzobispo de Budapest y relator general del Sínodo, durante la lectura del documento introductorio de la primera sesión de trabajo del Sínodo ordinario sobre la Familia que arrancó este domingo en el Vaticano. El Sínodo reflexionará sobre esta y otras cuestiones, como la acogida de los homosexuales en la Iglesia, desde hoy y hasta el 25 de octubre.

El cardenal Erdö leyó un resumen de los temas más importantes sobre los que debatirá la asamblea sinodal durante las próximas semanas. Sobre los divorciados que se han vuelto a casar aseguró que es “necesario un acompañamiento pastoral misericordioso” excluyendo la posibilidad de que puedan acceder al sacramento de la eucaristía. ‘Instrumentum Laboris’, el documento preparatorio de éste Sínodo que parte de las conclusiones del documento final del precedente Sínodo sobre la familia celebrado en octubre de 2014, ya recogía la cuestión sobre los divorciados vueltos a casar porque durante la anterior asamblea se reflexionó sobre la posibilidad de que pudieran acceder a la eucaristía. Pero todavía es necesario profundizar en esta cuestión, según el cardenal Erdö. El arzobispo de Budapest recordó además como la integración de estas personas en la Iglesia puede realizarse de varias maneras “diferentes de la admisión a la eucaristía”.

Según el documento leído por el cardenal húngaro, Dios perdona al pecador a través de la misericordia, pero es necesario que haya una “reconversión”. “El pecado no es sólo el comportamiento que puede haber provocado el divorcio en el primer matrimonio”, aclara Erdö. “No es el naufragio del primer matrimonio, sino la convivencia en la segunda relación lo que impide el acceso a la eucaristía”, asegura el arzobispo de Budapest.

El cardenal húngaro ha explicado otras cuestiones que serán afrontadas durante las próximas semanas como los desafíos de la familia en la sociedad contemporánea, la denuncia del aborto y la defensa de la vida, o la pobreza y el problema de la inmigración, que provoca la “disgregación de las familias en muchas partes del mundo”. Respecto al capítulo sobre la atención pastoral de las personas con tendencias homosexuales, Erdö recordó que –como recoge el documento conclusivo de la anterior asamblea sinodal– “cada persona tiene que ser respetada en su dignidad independientemente de su tendencia sexual”, pero rechazó el matrimonio entre personas del mismo sexo. “No existe fundamento alguno para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el diseño de Dios sobre el matrimonio y la familia”.

‘El Sínodo no es un parlamento’

Durante la homilía con la que ha saludado a los participantes del Sínodo de los Obispos sobre la Familia, el Papa Francisco ha asegurado que el Sínodo no es un parlamento para reunir un consenso común. Y ha pedido no dejarse asustar por las seducciones del mundo y expresarse con franqueza. “El Sínodo no es un congreso, un parlamento o un senado donde nos ponemos de acuerdo”, ha dichoFrancisco. “Es un caminar juntos con el espíritu de colegialidad”.

En este sentido, el cardenal André Vingt-Trois, arzobispo de París, presidente de turno del Sínodo y uno de los tres padres sinodales encargados de la presentación este lunes de la primera sesión de trabajo de la asamblea, ha insistido en que “no hay que esperar que el Sínodo recomiende al papa que disposición general debe tomar”. “Si habéis venido a Roma con la idea de un cambio espectacular en la doctrina -ha asegurado el cardenal francés– os iréis decepcionados”. Porque como ha añadido monseñor Bruno Forte, arzobispo de Chieti-Vasto y secretario especial del Sínodo, tras esta asamblea sinodal no habrá grandes cambios en la doctrina católica. “No es un sínodo doctrinal sino pastoral como lo fue el Concilio Vaticano II” que busca encontrar el modo de acercar la Iglesia “a los hombres y mujeres de nuestro tiempo”.