Alice Bah Kuhnke, ministra sueca, sobre los derechos LGTB: «Necesitamos leyes fuertes e igualitarias»

Con motivo de la doble celebración del World Pride y el Europride ayer llegó a Madrid Alice Bah Kuhnke, ministra de Cultura y Democracia de Suecia perteneciente al Partido Verde. Además de recibir el ‘kilt’ de relevo -el año que viene Estocolmo y Gotemburgo serán las capitales del Europride- la política visita la capital para descubrir nuevas maneras de trabajar por los derechos de las personas LGTBI en su país.

P- ¿Por qué ha venido al World Pride Madrid?
Para mí es importante viajar a todos los lugares donde pueda tener discusiones sobre cómo mejorar los derechos humanos y los derechos de las personas LGBT. Veo el World Pride Madrid como una oportunidad fantástica para conocer a representantes del gobierno y activistas españoles para tener más opiniones sobre el trabajo que queda por hacer, también en Suecia.

 Muchas personas se preguntan por qué es necesario celebrar un día del Orgullo LGTB. ¿Qué les respondería?

Porque es necesario. Durante 364 días luchamos de diferentes maneras, desde diferentes plataformas. Yo como ministra debato con otros políticos, escribo, hablo con los activistas y hacemos progresos. Pero un día de esos 365 también celebramos los éxitos que hemos logrado. Y es especialmente importante para esas personas que viven en el campo y que vienen a Madrid al Orgullo ser por un día la mayoría, porque quizá no muestran quiénes son en realidad durante 364 días pero una vez al año pueden salir y estar orgullosos de quiénes son. Es triste, pero también hace que el Orgullo sea muy importante.

 ¿Cree que España es un país tolerante con las personas LGTBI?

Comparado con muchos otros países en Europa y en el mundo España es absolutamente uno de los países liberales. Pero queda mucho por hacer

¿Qué cree usted que queda por hacer?

En Suecia, en 2017, los jóvenes LGTBI son el grupo con peor salud mental y mayor tasa de suicidios. Están los derechos de las personas trans, el cambio de identidad de las personas transexuales, cuestiones familiares relacionadas con padres del mismo sexo.

 ¿Y cómo va a hacerlo?

En Suecia tenemos un refrán: ‘Las leyes fuertes construyen naciones fuertes’. Es importante que las leyes sean fuertes y con fuertes quiero decir que no pueden ser solo palabras bonitas en un papel. Las leyes tienen que ejecutarse con acciones. Por ejemplo, en Suecia tenemos que asegurarnos de incluir a las personas trans cuando cambiemos las leyes por delitos de odio. Pero la ley no es suficiente: tenemos que asegurarnos de que la policía sabe tiene los conocimientos para trabajar con la ley de forma que las cifras de personas que no denuncian no aumenten. Y necesitamos leyes igualitarias para que los derechos humanos también incluyan a las personas LGTB.

Violencia extrema en Centroamérica contra personas LGTBI

El mundo tiene que abrir todas las ventanas posibles para ver lo que pasa en las casas LGTBI de Centroamérica

Un manifestante en una marcha por los derechos LGTBI en Honduras. EFE

No es habitual que alguien que modera una mesa de debate rompa a llorar ante los testimonios de los ponentes. Pero es lo que estuvo a punto de sucederme. Tuve el honor de ser invitada a moderar la mesa ‘Conversatorio Centroamericano’, dentro de la programación de la Conferencia Internacional de Derechos Humanos ‘Summit World Pride 2017’. Y cuando Donny Reyes, activista gay de Honduras, contó su experiencia personal, se hizo un nudo en el estómago colectivo de aquella sala de la Universidad Autónoma de Madrid, y quedó patente de nuevo la razón última de la lucha LGTBI: una cuestión de derechos humanos que compromete la existencia, desde la relación con la familia hasta la propia integridad física, hasta la vida misma. En su caso, como en el de todas las personas que por su orientación sexual o por su identidad de género difieren de la norma, una vida vulnerada desde la infancia.

Donny Reyes, procedente de una zona rural hondureña, contó el rechazo que siempre sufrió en el que debía ser su hogar, cómo sus numerosos hermanos le reprochaban que los pusiera en evidencia ante los demás, cómo se sintió culpable por no querer salir a jugar al fútbol y a levantarle las faldas a las niñas, cómo se fue aislando de todos hasta huir de allí, muy joven, sin dejar rastro. “Solo quería vivir. Mejor que mi familia creyera que me morí”.

Ahora Reyes es coordinador general de la Asociación Arcoiris de Honduras, miembro del Consejo Nacional de Protección a Defensores y Defensoras de Derechos Humanos en Honduras, miembro de la plataforma Regional Centroamericana Orgullo Centroamérica y miembro activista del comité de la Diversidad Sexual de Honduras. Ha recibido numerosos premios internacionales por su activismo, aunque el camino tras verse obligado a abandonar su casa y su pueblo ha sido duro: “Ser migrante es un delito, y el 30% de los migrantes en Honduras son personas LGTBI”.

Su relato de terror coincide con el del resto de las personas LGTBI que componían la mesa del Summit: un camino hecho de exclusión, violencia física, asesinatos, abusos sexuales, prisión. Galilea Bracho, fundadora y directora Ejecutiva de la Red Multicultural de Mujeres Trans de Guatemala (REDMMUTRANS), se refirió a los crímenes sistematizados en su país contra las personas LGTBI, que se llevan a cabo en un contexto de racismo y de un fundamentalismo religioso que, a pesar de ser el guatemalteco un Estado laico, impulsa los influyentes lobbies católico y evangelista en Guatemala.

“Yo soy portavoz de aquellos que han perdido su vida”. De manera tan escalofriante comenzó Bianka Rodríguez, de El Salvador, a relatar la situación de violencia y discriminación que sufren en su país las personas transgénero, como ella, los gais y las lesbianas. Torturas, amenazas y persecución son el pan nuestro de cada día en un Estado podrido por la corrupción y organizado en torno a la extorsión, donde la discriminación a las personas LGTBI las condena aún más a una pobreza sistémica.

Construir desde ahí políticas públicas inclusivas no es tarea fácil, pero Bianka Rodríguez, alentada por todas aquellas vidas que fueron cercenadas y pondrían haber sido la suya propia, decidió entregarse a visibilizar la realidad de las personas LGBTI en su país y a defender sus derechos, siendo en la actualidad responsable del área de comunicación de la Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans (COMCAVIS TRANS), asociación que también reclama al Estado salvadoreño el cumplimiento del respeto a los derechos humanos de las personas con VIH y privadas de libertad por su orientación sexual o su identidad o expresión de género. “Trabajo en pos de la democracia, los derechos humanos y la paz”.

A pesar de que en Nicaragua la ley ya no penaliza a las personas LGTBI, los cambios legislativos han sido tan recientes que la sociedad nicaragüense sigue discriminándolas. Las estadísticas que Chester Cortez aportó al respecto resultaron desoladoras: alrededor del 80% de los jóvenes de aquella “república cristiana, socialista y solidaria” (como Cortez contó que la definía el Gobierno de la nación) sigue considerando la homosexualidad y la transexualidad como una enfermedad. Desde la Red Juvenil del MRS (Movimiento Renovador Sandinista), la sub-coordinación nacional de la Red PREVIOS (Red de Prevención de Violencias Sociales) y el Club Metamorfosis, Chester Cortez trabaja por la incidencia política y la no violencia desde un enfoque de nuevas masculinidades, derechos sexuales y reproductivos y diversidad sexual.

Caso aparte es el de Costa Rica. Tres personas vinieron al Summit Wold Pride desde aquel país. Una de ellas era Ana Helena Chacón, vicepresidenta de la República. Casi un milagro político en una región, Centroamérica, donde la situación es de violencia extrema. Si bien se trata de un país que no tiene ejército y cuyas universidades se han declarado por decreto libres de discriminación (es decir, un sistema que apuesta de raíz por la paz social), se da la circunstancia de que mantiene como oficial una religión católica que, unida a la cada vez más vigente iglesia evangelista, colapsa y bloquea en el Congreso los avances legislativos relativos a la población LGTBI.

La vicepresidenta Chacón, no obstante, vino en representación de un Gobierno desde el que ha firmado y defendido la Consulta que el Estado de Costa Rica realizó a la Corte Internacional de Derechos Humanos sobre los derechos de las parejas del mismo sexo y las personas trans, con la intención de crear mayor seguridad jurídica en la región. Ha impulsado políticas públicas para la inclusión y la no discriminación hacia las personas LGBTI, declarando también al Poder Ejecutivo libre de toda discriminación hacia las personas LGBTI y permitiendo que el Ministerio de Educación Pública y el Instituto Nacional de Aprendizaje reconociese su identidad de género a estudiantes trans. La vicepresidenta de la República de Costa Rica contó que tomó conciencia de lo que supone la discriminación cuando tuvo un hijo con diversidad funcional.

Con ella, desde Costa Rica, estuvo Javier Umaña Rivera, presidente del Pride Costa Rica, que trabaja por una alianza de organizaciones de los distintos países de la región para la organización de un Pride Centroamericano, y la activista e investigadora Emma Chacón, coordinadora de la construcción de la Memoria Histórica del Movimiento Lésbico en Costa Rica, sobre la que ha escrito un libro que se publicó en 2015, que denunció la invisibilidad de las lesbianas en su país.

Cuando desde el público tomó la palabra la activista española Desirée Chacón, abogada que durante años ha coordinado la celebración del Orgullo en Madrid como secretaria general de la FELGTB, recordó el enorme instrumento político que esas citas suponen, al hacer las veces de una gran ventana desde la que mostrar al mundo la realidad de la comunidad LGTBI. Desde luego, el mundo tiene que abrir todas las ventanas posibles para ver lo que pasa en las casas LGTBI de Centroamérica. Al otro lado, el mundo verá violencia extrema, fundamentalismo religioso, pobreza y desigualdad sistémicas, patriarcado y misoginia que se transforman en la más brutal de las homofobias. De llorar. De luchar.

Las cifras de la manifestación del World Pride: dos millones de asistentes y miles de euros por carroza

Manifestación del Orgullo Gay 2013 a su paso por el Paseo del Prado MADRID

La manifestación del Orgullo LGTBI de Madrid se ha convertido en la cita más masiva de la capital. Este año con motivo del WordPride, que otorga a Madrid el título de capital mundial del Orgullo, las cifras serán récord.  La marcha reivindicativa, que precede al desfile festivo de carrozas, reúne este año a un millón más de personas respecto a citas anteriores hasta las dos millones y medio.

También habrá un 40% más de carrozas. “Ha habido más demanda de carrozas este año”, explican desde la federación española LGTBI, una de las asociaciones organizadoras del desfile. En total habrá 52 carrozas cuando en años anteriores la cifra ha oscilado en torno a la treintena, aunque muchas otras empresas y entidades participan fuera del desfile: “No teníamos autorización para que salieran más”.

Desfilar con carroza no es gratis. Aunque COGAM, el colectivo LGTB de Madrid, y FELGTB como organizadores del desfile no han dado cifras oficiales, eldiario.es ha podido saber que se llega a pagar hasta 9.000 euros por tener una carroza, un precio que oscila entre los cero euros y esa cantidad en función de la personalidad jurídica de la entidad. Para asociaciones proderechos LGTBI es gratuito y pasa a costar dinero si eres una empresa o partido político con precios más caros para los primeros. Individualmente cada entidad puede negociar por separado el precio. A esta cantidad, se suma lo que las empresas pagan por patrocinios.

Aunque es una fiesta privada, el Ayuntamiento de Madrid también subvenciona el evento. En concreto, el Consistorio ha pagado por la organización del desfile 30.000 euros a COGAM y 50.000 a FELGTB. La corporación local ha destinado también 700.000 euros a AEGAL para otros eventos que se han celebrado durante la semana.

Despliegue de seguridad

El Ayuntamiento de Madrid encabezará el desfile de las 52 carrozas del World Pride y Google la cerrará. Habrá partidos políticos, sindicatos, asociaciones, organismos públicos y diferentes marcas de hostelería, tecnología y conocidas fiestas y discotecas de ambiente. Pero antes del comienzo del desfile, arrancará la manifestación a las cinco de la tarde en la glorieta Emperador Carlos V y concluirá en la plaza Colón. La cabecera estará conformada por representantes políticos, sindicales y sociales, además de los presidentes de COGAM y FELGTB.

La cita este año está marcada por la seguridad y hasta 3.500 policías velarán por que no se produzcan incidentes durante la protesta. Un dispositivo de seguridad que se suma al propio del World Pride, en marcha desde hace varios días y al aplicado por el nivel 4 de alerta antiterrorista, vigente desde hace dos años.

A este refuerzo de seguridad, se unen otras precauciones: por primera vez las carrozas circularán a través de un carril vallado una vez concluya la marcha reivindicativa. “Al tratarse de una manifestación, las entidades convocantes deben dar comunicación previa a la autoridad competente, en este caso Delegación de Gobierno”, explica la federación, que piden una inscripción a las entidades para organizar la manifestación y el desfile.

Además, las autoridades han solicitado a las entidades un listado con los nombres de las personas que compondrán cada carroza, que recibirán una identificación. Todas las intersecciones que hay entre Atocha y plaza de Colón quedaran cortadas y se situarán en las calzadas cercanas al recorrido barreras y vehículos de las fuerzas de seguridad para impedir el acceso.

40 años reivindicando derechos en España

El Orgullo LGTBI del año pasado fue la prueba piloto para el World Pride, explican desde las organizaciones. La distinción de  capital mundial fue concedida a Madrid en 2008 por InterPride, la asociación internacional organizadora del Orgullo LGTBI, y desde entonces se trabaja en el evento, más intensamente desde el último año y medio. 

La capital mundial conmemorará el 40º aniversario de la primera manifestación por los derechos LGTBI en España, una marcha que tuvo lugar en Barcelona. A Madrid no llegó hasta un año después. Desde entonces, se repite cada año y la participación es cada vez más masiva. La protesta de este sábado reclamará la despatologización de la transexualidad “para que deje de ser considerada como una enfermedad”, explican desde la federación española LGTB, así como el derecho del colectivo a manifestarse.

Cuatro logros que deberían alcanzarse para el Orgullo LGTBI de dentro de diez años

Un manifestante sostiene una pancarta durante el Orgullo Crítico 2017 / Álvaro Minguito

No celebra lo mismo el Orgullo LGTBI de este año que el de hace 10 o 20. Los derechos LGTBI han avanzado y la disidencia sexual y de género ha alcanzado un grado de visibilidad nunca antes visto. Algunas reivindicaciones siguen permaneciendo en el tiempo y otras engrosan ya la lista de logros. Sin embargo, hay muchos retos que siguen pendientes.

En el Orgullo “celebramos nuestra existencia, nuestra lucha, nuestros cuerpos y deseos diversos. Para salir a la calle siendo todo lo maricas, bolleras y desviadas que queramos. Para sentirnos comunidad, sentirnos acompañadas y fuertes”, dice June Fernández, periodista y coordinadora de la revista Pikara Magazine. Una reivindicación perenne a la que se suman los desafíos que aún tiene por delante la sociedad y cuya consecución debería celebrarse en el futuro. Estos son algunos:

El fin de la criminalización de la homosexualidad

El escenario mundial, explica Violeta Assiego, abogada y coordinadora de diversidad afectivo sexual de Amnistía Internacional, “está polarizado entre aquellos estados que han avanzado y los que han retrocedido al endurecer las leyes por vía penal o administrativa”.

Aunque en España las leyes reconocen la igualdad, todavía 72 países siguen criminalizando las relaciones entre personas del mismo sexo en el mundo. Son cifras de la Asociación Internacional de Lesbianas, Gais, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA), que cita algunos en los que se puede llegar a condenar a pena de muerte a los homosexuales.

Una realidad de la que “nos olvidamos con frecuencia porque hay un cierto grado de satisfacción en España que nos hace no percatarnos lo suficiente de la situación en el exterior”, analiza Assiego, que recuerda los casi 2.500 asesinatos de personas trans que, según el Observatorio Trans de Personas Asesinadas, se dieron entre 2008 y 2016. Además, el reconocimiento de la no discriminación en las leyes españolas no ha frenado definitivamente las agresiones lgtbfóbicas.  Solo en Madrid se registraron 240 en 2016.

La experta lamenta también “la dificultad” de nuestro país para reconocer a los migrantes y solicitantes de asilo LGTBI: “La Administración no cae en la cuenta de que un contexto lo suficientemente homófobo o tránsfobo que impide el desarrollo de la vida es un motivo para huir de un país”, prosigue.

Que la norma deje de ser heterosexual

Miedo a salir del armario, presentar a  tu  pareja del mismo sexo como si fuera una amiga, ser mirado al ir de la mano, sentir que hay riesgo al darte un beso por la calle, no poder contar a tus tíos con quién te vas el fin de semana de viaje, disimular la pluma en el trabajo por el qué dirán… “La norma sigue siendo heterosexual y cis –aquellas personas que se identifican con el género asignado al nacer–”, menciona Assiego.

La coordinadora de Pikara Magazine explica desde su experiencia como “la primera persona abiertamente no heterosexual” de toda su familia extensa que “seguimos sintiendo miedo al rechazo. Nos siguen diciendo que estamos dando un disgusto a los abuelos, que mejor que no se sepa en el pueblo porque a nadie le importa nuestra vida privada. La salida del armario es constante y está acompañada por ese vértigo, esa incertidumbre sobre cómo va a reaccionar el resto”.

En aquellos ámbitos que exceden a la pareja “todo el mundo da por hecho que eres heterosexual”, matiza Fernández, que asegura que “en vez de reconocer la diversidad se sigue dando por sentada la heterosexualidad y el binarismo como lo normal”.

Algo que hace crecer a las personas LGTBI “buscando referentes en solitario, descifrando letras de canciones, buscando películas y series que nos incluyan”. La visibilidad, que ha aumentado en los últimos años –por ejemplo, en canales de YouTube LGTBI de mucha audiencia adolescente– es calificada por la periodista como “perversa y parcial” porque “se visibiliza a los gays y lesbianas socialmente aceptables, que no tienen demasiada pluma, que se casan…”

No más “maricón” en las aulas

La mayor parte del alumnado homosexual ya ha escuchado su orientación sexual como un insulto al llegar a la adolescencia. Según las investigaciones de la profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense, Mercedes Sánchez Saínz, a los cinco años los alumnos “ya se insultan en los colegios con los términos de maricón y marimacho”, aunque a esa edad no se utiliza como referencia a la orientación sexual, que sí comienza en torno a los 12.

El sociólogo y activista Lucas Platero sostiene que “ese tipo de insultos son formas de penalizar lo que se sale de unos roles de género muy marcados. Sancionar al que no se comporta como se supone que se debe comportar un chico y una chica”. Es el caldo de cultivo del acoso homófobo y tránsfobo, que según cifras incluidas en los últimos estudios de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales (FELGTB), ha vivido un 57% del alumnado LGTBI.

El bullying lgtbfóbico, uno de los retos más inminentes, “tiene mucho que ver con el abordaje del género en las aulas y la falta de una apuesta clara y contundente por los contenidos en diversidad afectivo sexual”, dice Assiego. La jurista hace hincapié en que debe dejar de plantearse en fechas señaladas o cuando surgen los casos, sino que “debe incorporarse de manera transversal y hacer de los centros espacios amables para la diversidad, que en general no lo son”.

Que la transexualidad no sea una enfermedad

La despatologización de la transexualidad es una de las reivindicaciones de los colectivos trans. Aunque algunas comunidades autónomas, como Madrid, han aprobado leyes en este sentido, la Ley de Identidad de Género de 2007 sigue pidiendo un diagnóstico psiquiátrico para acceder al cambio de nombre en los documentos oficiales. La OMS ha dejado de considerarla un trastorno, pero pasa a llamarla “incongruencia de género”.

Para Platero, esto “coloca a la transexualidad en un lugar médico y social relacionado con la patología en vez de con la diversidad humana”. El sociólogo hace referencia a que esta concepción alimenta la transfobia cotidiana y la vincula con “el reconocimiento de que hay personas con expresiones de género distintas y que se salen del binarismo hombre-mujer”.

La patologización choca con el principio de autodeterminación del género, una filosofía que ha sido reclamada por distintos organismos internacionales. El Consejo de Europa emitió en 2015 una resolución  que insta a los Estados agarantizar que los trans “no son considerados enfermos mentales”. Una concepción que contribuye a portar “con un estigma muy negativo” que “cada vez más personas están rompiendo a pesar de la transfobia”, dice Platero.

THE BEST DAY OF MY LIFE

“Mi familia no lo veía posible pero al final lo hice. Soy transexual”

Geena es una de las protagonistas del documental The best day of my life que se rueda estos días en Madrid

 

“Todo lo que yo he trabajado sobre mi identidad es lo que me ha llevado a participar en este documental” asegura Geena que quiere servir de ejemplo a otros jóvenes transexuales que no sean capaces de afrontar su situación, “aunque tu familia no te apoye, tienes que ser feliz y si te quieren, volverán a ti”. La historia de esta joven nacida en Almería forma parte de la película documental dirigida por Fernando González Molina y producida por Prisa Vídeo, EL PAÍS y Sundace TV que se estrenará este otoño. Cinco historias de lucha y superación, rodadas en diferentes partes del mundo que convergen en la capital de España, en la semana del World Pride.

“En Uganda, ser lesbiana puede suponer 7 años en prisión”

Ruth Muganzi, activista por los derechos LGTB en el país africano, aterriza en Madrid para participar en el World Pride.

Ruth Muganzi es una de las protagonistas del documental The best day of my life, dirigido por Fernando González Molina y producido por Prisa Vídeo, EL PAÍS y Sundace TV. La activista, recién llegada a Madrid para participar en el World Pride, espera que con en esta película “la gente escuche nuestras voces y pueda entender su significado. Nuestras vidas se cimientan en la lucha y en la resistencia”. Muganzi vive en Uganda donde el gobierno ha creado una ley que criminaliza a las minorías sexuales, “por solo decir en mi país que eres lesbiana te pueden caer siete años de prisión”.

“En Rusia, la celebración del Orgullo gay es imposible”

Max y Nick, dos activistas rusos que luchan por los derechos de los homosexuales, llegan a Madrid para la celebración del World Pride

La historia de Nick y Max forma parte del documental The best day of my life,dirigido por Fernando González Molina, que está producido por Prisa Vídeo y EL PAÍS y que se estrenará este otoño. Cinco historias de lucha y superación, rodadas en diferentes partes del mundo que convergen en la capital de España, en la semana del World Pride. Alguno de los protagonistas de este documental, que se rueda estos días en Madrid, disfrutan por primera vez en su vida de una celebración del Orgullo gay.

El doble desafío de ser sordo y homosexual

Timothée-Paul Massenet participa en el documental ‘The best day of my life’ que se rueda estos días en Madrid con el World Pride como telón de fondo

“Soy una persona sorda, homosexual y vivo en París, por eso estoy soltero todavía”, con este tono irónico describe Timothée su historia, una vida llena de desafíos diarios desde que nació sordo en una familia de oyentes. Timothée participa en el documental The best day of my life, dirigido por Fernando González Molina y producido por Prisa Vídeo, EL PAÍS y Sundace TV  que se estrenará este otoño. Cinco historias de lucha y superación, rodadas en diferentes partes del mundo que convergen en la capital de España, en la semana del World Pride.

 

“¿Día del Orgullo heterosexual? Eso es un argumento estúpido”

La responsable sueca llega a Madrid para recoger el testigo del EuroPride que el año que viene se celebra en Gotemburgo y Estocolmo

Alice Bah Kuhnke, ministra sueca de cultura y democracia, este viernes en la Residencia de la Embajada Sueca en Madrid. ÁLVARO GARCÍA

Alice Bah Kuhnke fue a su primera marcha del Orgullo LGTB+ cuando tenía algo más de 20 años. Le impresionó. Eran mediados de los noventa, en su época de activista por los derechos humanos, y viajó de Malmo, donde estudiaba, a Estocolmo para la movilización. Después participó en otras muchas más marchas, y cada vez más numerosas, en un país, Suecia, que quiere ser bandera de la igualdad. “Luchamos por los derechos LGTB+ los 365 días del año, uno de ellos es el del Orgullo, en el que salimos a la calle a celebrar lo que hemos logrado pero también para visibilizar que hay cosas que mejorar. Necesitamos el Orgullo para que todo el mundo pueda verlo y también para que el colectivo, sobre todo los jóvenes, se sientan en mayoría”, recalca la ministra, que está estos días en Madrid para recoger de manos de las autoridades municipales el testigo de capital europea del Orgullo.

Bah Kuhnke, 45 años, madre de tres hijos y una de las ministras del Partido Verde en el Gobierno del socialdemócrata Stefan Löfven, se lamenta de que todavía haya gente que cuestione la importancia de este tipo de símbolos. “¿Día del orgullo heterosexual? Lo son 364 días al año, así que decir que debe haber un día para celebrarlo es un argumento estúpido”, dice sobre el runrún constante que los movimientos anti derechos promueven en las redes sociales. “Deberían conocer la realidad, si la gente supiera cuantas personas jóvenes se han suicidado porque no se les permite ser como son o amar a quien aman… Eso no es un problema si eres heterosexual. Este tipo de comentarios lo que hacen en realidad es subrayar el por qué se necesita celebrar el Orgullo y por qué hay que seguir luchando”, recalca en la residencia de la Embajada de Suecia en Madrid.

Su país aprobó el matrimonio igualitario en 2009, cuatro años después que España. Y desde entonces, reconoce Bah Kuhnke, tienen “aún muchísimas cosas que mejorar”. “Estoy contenta, pero no satisfecha”, dice. Se muestra seriamente preocupada por el aumento de los delitos de odio contra la comunidad LGTB+, unos 600 al año, según las últimas estadísticas oficiales (de 2015) que, reconoce, no terminan de mostrar la realidad. No sólo porque estas agresiones no se etiquetan bien; también porque no siempre se denuncian. “Acabar con estos delitos y con el discurso del odio es ahora nuestra gran batalla y desafío”, apunta. Para ello, Suecia ha emprendido una reforma legal para incluir específicamente, por ejemplo, los delitos contra las personas transexuales. Además, han puesto en marcha un programa de formación para la policía.

“En Suecia y en otros muchos países vivimos en sociedades cada vez más polarizadas, tenemos grupos que son cada vez más liberales, conscientes y abiertos, pero también tenemos otra parte de la sociedad que es intolerante. Pueden ser grupos religiosos, neonazis, etc. Hay que perseguirlos, luchar contra ellos con la ley en la mano”, dice. “Y para ello es clave involucrar a toda la sociedad. También luchar contra la radicalización para evitar que los jóvenes caigan en las redes de estos grupos”, añade.

El año que viene, Suecia —entre Gotemburgo y Estocolmo— acogerá por tercera vez las celebraciones del EuroPride, dice Bah Kuhnke con una sonrisa. “Es una semana fantástica de eventos pero también es la oportunidad de recordar que este tema debe estar en lo más alto de la agenda política. Para Suecia es muy importante. Es parte de nuestros valores y de nuestra posición sobre los derechos humanos”, dice. Precisamente por la importancia que el Gobierno sueco da al simbolismo del Orgullo es que Bah Kuhnke está en Madrid, donde se reunirá con representantes de la sociedad civil y también con miembros del Ejecutivo. “Es importante que países como España o Suecia admitamos que aún nos queda mucho camino por recorrer. Eso contribuye a que los países que todavía no tienen leyes potentes para garantizar que las personas LGTB+ no son discriminadas y gozan de igualdad de derechos, admitan que deben hacer un esfuerzo; que pueden cambiar”, dice.

Cambiar como lo hizo su país. “Suecia tiene una historia negra, como muchos otros Estados”, admite. Y uno de esos lamentables capítulos fue la esterilización forzosa de las personas que cambiaban de sexo. Hace unos meses, su Gobierno aprobó una ley para resarcirles. “Avanzar es importantísimo, pero también analizar el pasado, de dónde venimos y que hicimos. Necesitamos recordarlo mostrar que lo hicimos mal. Muchas de las personas que fueron obligadas a esterilizarse están vivas todavía, fueron víctimas del Estado y el Estado debe compensarlas. Cualquier Gobierno, si es responsable, debe levantar la alfombra para mirar qué hay debajo. Hay que reconocer y tratar de reparar lo que se hizo mal. Esa es la manera de mejorar, de avanzar”.

Barrios de Madrid que celebran su propio Orgullo

Personas pasean por una calle con perros vestidos con adornos del Orgullo Gay SUSANA VERAREUTERS

Esta semana el centro de Madrid en general y el barrio de Chueca en particular bullen con motivo del World Pride. La capital acoge la celebración mundial y europea del Orgullo LGTBI entre fiestas, conciertos, actividades culturales y demás celebraciones, pero mientras locales y visitantes bailan, ¿qué ocurre en las zonas más deprimidas?

“Conquistado el centro después de repetidas marchas y orgullos oficiales veíamos que nosotras en nuestros barrios teníamos miedo. Quizá no te podía pasar nada, pero existía la posibilidad y el miedo te impedía ser tú mismo, darle un beso a tu pareja o si eres travesti y quieres ir al centro porque trabajas en un bar no te vistes en tu barrio”, explica Tristán Duanel, portavoz de Orgullo de Periferia. Esta plataforma integrada por grupos LGTBIQ, asociaciones vecinales y otros colectivos sociales pretende lograr un Orgullo descentralizado, más cercano a la ciudadanía y menos consumista.

“Veíamos que las grandes plataformas LGTBIQ no venían a los distritos. A lo mejor en misiones pedagógicas por decirlo de alguna manera, dando talleres en algún colegio, pero nada significativo. Si queríamos acabar con la homofobia en nuestros distritos teníamos que salir nosotras”, afirma Duanel. Y la respuesta ha sido abrumadora.

En 2016 iniciaron esta aventura en tres distritos: Usera, Villaverde y Arganzuela.En 2017 ya son 11 con la incorporación de Tetuán, Ciudad Lineal, Vallecas, Villa de Vallecas, Carabanchel, Latina, Villaverde, Moncloa-Aravaca y Fuencarral-El Pardo. “El año pasado conseguimos lo que queríamos: visibilización. A partir de ahí muchos otros distritos vinieron y lo que hicimos fue convocar una asamblea general para ir creando plataformas que propaguen nuestra forma de ver el Orgullo, que necesariamente tiene que ser reivindicar lo que eres allí de dónde eres”.

Desde hace dos semanas Orgullo de Periferia ofrece un amplio programa de actividades organizadas desde las diferentes asociaciones con charlas informativas, encuentros, juegos, pases de películas, tortilladas o teatro, además de conciertos o verbenas. A este respecto, Duanel señala: “nosotros tenemos que hacer actividades que no se centren tanto en la fiesta porque tenemos que hacer lo básico, que es explicarle a la gente lo que somos. Nosotros no nacimos para hacer una fiesta, nacimos para llevar ciertas certezas que parecen no tan ciertas en distritos como los nuestros”. Y continúa diciendo: “Creemos que el Orgullo se puede hacer de otra manera y que lo que necesitamos por parte del ayuntamiento no es que haga macroconciertos en el centro, que eso para un día está bien pero no elimina la homofobia, en todo caso la baña de alcohol. Con todo ese dinero se podrían haber implantado talleres de diversidad en toda la periferia, cosas absolutamente necesarias”.

El culmen de la celebración llegará hoy a las 12.00 horas con la salida de tres marchas de la diversidad desde Villaverde, Fuencarral y Carabanchel-Latina que finalizarán en el Reina Sofía. Desde allí y ya por la tarde todas las plataformas de Orgullo de Periferia marcharán hasta la plaza de Colón, formando un bloque crítico dentro de la manifestación del Word Pride.

A modo de conclusión, Duanel asegura: “Celebramos lo que somos allí donde es difícil serlo. No queremos en última instancia que la gente sean héroes o heroínas pero queremos marchar por nuestros barrios, estar ahí y que esa gente sea mayor, joven, inmigrante, sean lo que sean, sepan que no están solos”.

Nicol Jecoman, refugiada trans: “Todavía no he superado el miedo a salir de día”

Ella y Carolina Murcia huyeron de Honduras por violencia y los abusos que sufrieron por su indentidad de género y ahora intentan reconstruir su vida en España, donde han pedido asilo

Nicol Jecoman en la sede de Acathi en Barcelona. MIRIAM LÀZARO

Nicol Jecoman trabajaba de prostituta en Honduras de siete de la tarde a seis de la mañana. De noche le dieron palizas, abusaron de ella, le obligaron a traficar con drogas, le apuñalaron y se libró de morir solo porque el azar eligió que la muerta fuese su compañera de al lado. Con 23 años ha logrado alejarse de esas noches pero los días aún la persiguen. “En mi país las mujeres trans no somos nadie, no valemos nada: nos golpean, nos tiran pedradas, se ríen, nos insultan; por eso vivía encerrada sin ver la luz del sol”, cuenta. “Todavía no he superado el miedo a salir de día a la calle”.

“El nivel de violencia que sufren es impresionante”, dice el psicólogo Rodrigo Araneda sobre las mujeres trans refugiadas. Como presidente de Acathi -una asociación que ayuda a migrantes y refugiados LGTBI (Lesbianas, Gais, Transexuales, Bisexuales e Intersexuales)- ha escuchado de todo pero aún se conmueve con la dureza de sus relatos. Ellas se acostumbran tanto la violencia que lo viven como si fuese natural. Cuando llegan a España como refugiadas lo que más les cuesta es sentir que se encuentran en un lugar seguro, aunque como apunta Araneda, “no es del todo verdad porque en la práctica no hay inclusión real”.

Carol Murcia, de 25 años, viajó con Jecoman desde Honduras a Madrid el 24 de mayo de 2016, y de ahí fueron trasladadas a Barcelona. Siempre supo que era diferente a los demás chicos pero nunca lo compartió por miedo, ese que tienen tallado a puñetazos e insultos. No solo en la calle; el enemigo también estaba en casa. Ella era la tercera de seis hijos de una madre soltera pero católica, que pensaba que a base de guantazos volvería el varón que parió. Sus hermanas aún la siguen rechazando.

Con nueve años Murcia se puso a limpiar casas, como su madre, para poder estudiar en primaria. Prosperó y empezó a trabajar en una tienda mientras se sacaba la secundaria los fines de semana. Hasta que su jefe la despidió porque su amaneramiento molestaba. Recuerda muy bien ese día pero no se le olvidarán nunca las Navidades de 2014. El 24 de diciembre, cuando las familias se reúnen y se dan un banquete, en la suya solo había una madre enferma que necesitaba medicamentos y nada para comer. “Cogí un falda de mi hermana, maquillaje, salí por la puerta de atrás para que nadie me viese y fui a prostituirme”. Esa noche no lo logró. Solo podía llorar y repertirse: “No vales nada”. Después llegaron las drogas, el maltrato y tres violaciones. “Si denunciaba la policía no me hacía caso, para ellos era el típico travesti, se reían”.

Empujadas a prostituirse

En muchos países a las personas trans las ven como enfermas, trastornadas mentalmente o con defectos morales. “Desde pequeñas son castigadas por lo que van haciendo y mostrando”, explica el psicólogo en una oficina modesta de un antiguo piso señorial barcelonés. El rechazo y la agresión constante les empuja a llevar una doble vida, porque de alguna forma la mujer que son tiene que salir fuera. Y se exponen a situaciones muy difíciles: “Espacios en los que sí son valoradas como mujeres, como puede ser la prostitución”. “Es muy duro lo que estoy diciendo”, señala consciente del peso de esas palabras.

El primo de Nicol Jecoman abusó de ella entre los 10 y los 15 años. Le amenazaba con contarle a su madre “lo que era en realidad”. A la misma madre que le pegaba y que, atosigada por las vecinas -”arréglalo, ahora que está pequeño y hay solución”-, le llevó al psicólogo. Con 13 años empezó a trabajar fregando platos y a los 17 era jefa de cocina. A esa edad, no pudo más: “Me declaré trans. No aguantaba más como chico, quería ser mujer”. Su jefe le despidió el primer día que llegó maquillada y con vestido.

Jecoman tiene una voz y una mirada dulces. La entrevista le ha pillado de sorpresa y apenas le ha dado tiempo a recogerse el pelo rizado en un moño y empolvarse un poco la cara limpia. Buscó trabajo durante un año pero solo encontró rechazo. “A los 18 años, tuve que tomar la calle. Era la única opción”, relata sin detenerse, sin una pausa. (En Athai consiguen que repitan su historia quitándole gradualmente el peso emocional, para que el relato se integre en su futuro, aunque sea doloroso).

Durante su primer año en la calle un hombre intentó atacarle con un machete. Nadie le ayudó y en el hospital público se negaron a atenderle. “Les daba asco y eso que llevaban guantes”. De aquel episodio guarda una cicatriz ancha de 20 centímetros de largo en el brazo derecho. En el izquierdo quedan las huellas de navajazos. “Son recuerdos de la calle, de todo lo que he sufrido”, dice con esa normalidad de la que hablaba el psicólogo. Con la misma naturalidad con la que cuenta que fue testigo de asesinatos de compañeras trans.

Un sábado de Semana Santa, a las cuatro de la mañana, cuando desde una furgoneta que no les gustaba les pidieron un servicio de sexo oral. Aceptaron ella y otra chica. De rodillas notó el casquillo de una bala en el suelo. “Se lo hice sin condón para acabar antes”. Salió pitando del coche y su amiga estaba haciendo lo mismo cuando le dispararon en el cuello. Se desangró sin que nadie le auxiliase. Los asesinos estuvieron buscándola. No la encontraron pero sí dió con ella un proxeneta traficante de drogas que le obligó a trabajar para él. Cuando intentó dejarlo las maras le amenazaron. Como aviso, torturaron y mataron a su hermano.

La muerte de cerca

De las “muchas” muertes de las que ha sido testigo, Murcia cuenta la de una noche en que estaba con tres compañeras en la calle. Llegó un cliente y subió a su coche. Cuando arrancó, apareció otro del que salió el asesino que disparó a bocajarro a las tres mujeres. “Me bajé del coche y las encontré agonizando”. El domingo 24 de julio de 2016 es otra fecha que no olvida. Estaba con una amiga de 48 años. Un coche paró junto a ellas y le disparó a la mujer en la cabeza. Murió al instante. Murcia denunció y detuvieron al asesino. Dos meses después viajaba a España y su demanda de asilo, como la de Jecoman, fue aceptada. Cruz Roja, que se ocupó de ellas en la primera fase de acogida, las envió a Barcelona.

ACNUR, la agencia de la ONU para refugiados, señala que las personas transgénero están “altamente marginadas” y sufren “grave violencia física, psicológica y sexual”. Según recoge, hay un aumento en las demandas de asilo por estas persecuciones. El Ministerio de Interior no ofrece datos de qué porcentaje representan de las 10.250 solicitudes de asilo resueltas el pasado año por el Gobierno, de las que solo al 3,4% concedió el estatuto de refugiado. Acathi atendió a 45 refugiados del colectivo LGTBI en 2016 y en el primer trimestre de este año lleva más de 70. Por su experiencia, hay países de los que llegan pocos casos pero flagrantes, como los de Oriente Medio y Marruecos. Brasil encabeza el ranking por el número de asesinadas, seguido de Estados Unidos y México. Pero por la gravedad de las historias y la relación de crímenes con el número de habitantes, Centroamérica es un agujero negro.

Cruz Roja en Cataluña pone en contacto a los recién llegados con Acathi, donde encuentran un lugar seguro y pueden establecer vínculos que, según su presidente, “son los que curan” y logran la inclusión. Todos los meses se une alguien nuevo, como Joana, una mexicana trans de 25 años que lleva apenas un mes en Barcelona. En su país es posible cambiar de género en el Distrito Federal, pero, como cuenta, “allí no es como en España, que te pueden golpear; en México la agresión es que te matan”. Antes de acabar 2016 habían asesinado a 50 mujeres trans, 10 de ellas en un espacio de 13 días.

El proceso de integración no es sencillo. Durante los primeros seis meses de acogida, el sistema les proporciona alojamiento y les cubre sus necesidades básicas, pero a veces no les da cosas fundamentales para ellas, como el maquillaje. O les mandan a pueblos pequeños, donde su integración puede ser más complicada. Falta sensibilización y formación. Pero lo más difícil llega, como cuenta Beatriz Losa, trabajadora social de Acathi, cuando tienen que buscar trabajo y piso. Su identidad y su nombre no cuadra y cargan también con el estigma de la prostitución.

Murcia, ojos pintados, cabello rubio recogido y grandes pendientes de aros, sonríe cuando habla de su nueva vida en España, aunque ya se ha vivido episodios de discriminación. Intenta mostrarse fuerte, dice que para protegerse, pero una lágrima le recorre la mejilla cuando recuerda la dureza de las cosas que lleva escuchadas. “Son las palabras que duelen las que me ayudan a crecer”, asegura. Nicol se siente libre, capaz de cumplir sus metas, “pero todavía con un poco de miedo, un poco de trauma”. Sobre todo, le sigue costando salir a la calle. Losa lo ha visto: “Yo me muevo mucho con ellas en metro y la gente les mira. Pero son la resiliencia en persona: siguen ahí, se visten cada día para volver a salir a la calle a que que las vuelvan a maltratar. Y no se victimizan”.