Marlon Brando y James Dean: masoquismo y cigarrillos

Marlon Brando y James Dean en el rodaje de 'Desireé', el filme en el que el primero hacía de Napoleón

Marlon Brando y James Dean en el rodaje de ‘Desireé’, el filme en el que el primero hacía de Napoleón. CORDON

En el segundo tomo de Hollywood Babilonia, la Biblia del cotilleo de la Meca del cine clásico, Kenneth Anger dejó escrito lo siguiente sobre James Dean: “A Jimmy le gustaba el sexo con golpes, botas y cinturones. Y que lo quemaran con cigarrillos, por eso se ganó el apodo del Cenicero Humano”. Quizás fuera este adalid del cine ‘queer’ el primero en hablar con claridad de la homosexualidad del malogrado actor. Pero una vez abierto el grifo, nadie ha podido cerrar el caudal de leyendas y rumores (mayormente escabrosos) que persiguen al protagonista de Rebelde sin causa.

Los últimos en sumarse a retratar la torturada vida de Dean son los autores Darwin Porter y Danforth Prince, quienes acaban de lanzar la biografía James Dean: Tomorrow Never Comes. En ella, vuelven a los cigarrillos y dan el nombre de otro icono del cine al que le gustaba jugar con ellos: Marlon Brando. Según ambos, los actores manteníanuna relación sadomasoquista secreta en la que Brando encarnaba al amo y Dean, al esclavo.

Los escritores han recabado el testimonio de antiguos periodistas y amigos del astro, antes de que éste muriese a los 24 años en un accidente de tráfico. Y alegan que contrariamente a lo que Brando contó en sus memorias (decía que él y Dean nunca fueron amigos), ambos mantuvieron una relación de alto voltaje en la que se mezclaban los juegos sexuales y psicológicos. Lo que sigue es su relato…

Brando y Dean se conocieron en Nueva York en torno a 1949. Tras haber protagonizadoUn tranvía llamado deseo, el actor volvió al mítico Actor’s Studio de Lee Strasberg para dar una charla. Allí, estudiaba el joven James Dean, quien le miró fijamente desde la grada, esos ojos ligeramente estrábicos que incendiaban la pantalla. “Sentí como me quemaba la piel”, diría Brando a uno de los fundadores del Actor’s Studio. El joven alumno se presentó al ídolo y le confesó que no estaba seguro de muchas cosas, “excepto de mi admiración hacia a ti”. A Brando le conmovió su ingenuidad y su sinceridad infantil. Ambos aguantaron la mirada y en cuestión de segundos, se besaron.

A partir, de ahí empezó una relación en la que estaba claro que Dean se había enamorado de Brando, pero que éste sólo lo usaba para el sexo. El propio Truman Capote no tenía dudas de la atracción sexual entre ambos. Stanley Haggert, un amigo de Dean, cuenta que éste “seguía a Brando como un cachorrito que mengigara su amor. Pero él sólo lo usaba para el sexo”. El protagonista de Al este del Edén llegó a estar tan colgado de Brando que le seguía hasta su casa. A veces, éste le hacía entrar para que viese como tenía sexo con otra persona. En una ocasión, otro amigo de Dean se dio cuenta de que éste tenía el pecho lleno de pequeñas quemaduras. “Me dijo que se las había hecho Brando. Quise llamar la policía pero Jimmy me dijo que él había pedido que se las hiciera”.

Steve McQueen bebe Coca-Cola

Steve McQueen bebe Coca-Cola. CORDON

Steve McQueen, un imitador

Porter y Prince no sólo hablan de la relación de Dean con Brando. También apuntan a otro guapo de Hollywood: Steve McQueen. Según ellos, el macho alpha de los 60 estuvo obsesionado por Dean. “incluso bebía el café de la misma manera que él”. Amantes de la velocidad, salían juntos a montar en moto sin camiseta. En esta relación, era Dean quien tenía la sartén por el mango.

Aunque quizás el suceso más chocante de toda la biografía es aquel que narra el ménage à trois que se marcaron Walt Disney, Dean y el director George Cukor (My Fair Lady) en la mansión de éste último, una casa conocida en Hollywood por el buen gusto del anfitrión con los chicos que sacaba de la calle. Y es que la Meca del Cine es una fuente inagotable de leyendas… fuera de la pantalla y dentro de ella.

Lecciones de una dominatriz

Cuando el dolor y la sumisión producen placer…

  • Las parejas que practican el fetichismo comparten códigos y ganas de experimentación con los del ‘bondage’

  • La disciplina y el sometimiento son dos buenos estímulos contra el sexo rutinario en pareja

 

¿Piedad Dómina? Soy periodista de ZEN y quiero saberlo todo sobre fetichismo y BDSM (Bondage, Dominación, Sumisión y Masoquismo) como nuevos estímulos de la vida en pareja y del sexo en general”. Así arrancó esta aventura.

El contacto de esta profesional del BDSM me lo dio un compañero de profesión, que no de juergas, y cerramos la cita para el lunes por la tarde. Por suerte para mí, la dominatriz me citó en territorio neutral. Mi alma de reportero viejo me pedía que me llevara a su mazmorra, bautizada como Cueva Fetish, pero mi razón me decía: “¡Ojito, dónde te estás metiendo!”.

La dominatrix, de físico abundante, melena rubia y escote belicoso, me llevó a la mesa apartada de un pub británico del madrileño barrio de Hortaleza. Acababa de salir de una sesión de dominación. Había sometido a un sumiso recién llegado de Inglaterra y se había aplicado con ganas para no defraudarlo. El tributo: 150 euros por 45 minutos de castigo.

Su trabajo arranca con una llamada al móvil o un correo electrónico. El fetichista marca su objeto de deseo (tacones, sandalias, botas altas, corpiños, medias…) y le concreta cuál es su sueño sexual a realizar.

De rodillas

Cuando el esclavo/a -a veces van en pareja- baja a la mazmorra, la dómina lo pone de rodillas y exige que se quede en ropa interior y confiese por qué está ahí. Ante todo, máximo respeto y obediencia, que la fusta va que vuela. Esa vulnerabilidad es motivo de excitación para la ama, incluso cuando me lo recuerda.

Mi sesión imaginaria avanza, con mucho escepticismo, en busca de aplicaciones para la vida sexual de las parejas que se aburren porque su cuadrilátero entre las sábanas lo marcan el misionero, el 69 y alguna posturilla del Kamasutra.

La experta me muestra fotos de su atuendo de faena. Moño alto, corsé negro, camisa blanca y ceñida y taconazo infinito. Los zapatos son clave y el esclavo debe lamerlos. Tanto el cuero como los dedos de los pies. De rodillas para abajo, ahí se acaba el contacto físico. No estamos hablando de una prostituta al uso. Ni la tocan ni la ven desnuda y de penetración ni soñarlo. Al esclavo no se le permite ni la eyaculación, excepto si es involuntaria. Es lo que tiene la dominación.

De los taconazos pasamos a las botas larguísimas, a los corpiños y al látex. Piedad Dómina los recomienda a las parejas para que se adentren en otras sexualidades, para que experimenten y no caigan en la rutina. Así empezó ella. Tenía un novio que vestía uniforme -hasta aquí puedo contar- y del coito al cachete, pasando por el fetichismo, se fueron adentrando en el BDSM. Se enganchó y acabó tocando la puerta de una reputada dómina y pagándole por convertirse en su alumna.

Antes de que Piedad me vuelva a arrastrar a su sala de torturas sexuales, me recomienda que las parejas con ganas de experimentar prueben a disfrutar con la cera caliente (wax) sobre el cuerpo, las pinzas japonesas, la fusta, las cuerdas y las esposas. Eso sí, advierte de que no se deben “correr riesgos” y que el juego es cosa de dos. Que si se quiere ir más allá, deben acudir a un amo o a una ama profesional.

Para darle más realce a sus palabras, me muestra imágenes que ha subido aFetLife.com, algo así como el Facebook del BDSM y el fetichismo.

Martirio genital

Ahí me topo con penes maltratados por el trampling (pisotear el cuerpo y, cómo no, los genitales, con unos afilados stilettos) o por las cuerdas apretadas del llamado bondage. Tampoco falta una muestra de los Sissi, esclavos que son vestidos como camareras y que luego son sodomizados por dildos o arneses con largos penes fabricados en látex.

El collar de perro con el que se maneja al esclavo me arrastra a otra práctica que me deja noqueado: el smoking fetish. Piedad Dómina se fuma un cigarrillo y lanza la bocanada de humo a la garganta del cliente. Como cenicero, usa su palma de la mano y su lengua. De postre: le exige que se trague la colilla.

Mi estómago se revela ante tales prácticas, mientras que ella se deleita y lo vive como un sexo “muy sensual y bonito”. Pongo fin a nuestra charla porque no tengo cuerpo para más castigo, pero quien quiera probar, que pruebe.

Lecciones de una dominatriz

Cuando el dolor y la sumisión producen placer…

  • Las parejas que practican el fetichismo comparten códigos y ganas de experimentación con los del ‘bondage’

  • La disciplina y el sometimiento son dos buenos estímulos contra el sexo rutinario en pareja

El fetiche más demandado por los hombres es el zapato de tacón alto, especialmente los llamados stilettos, como el Louboutin que aparece en la imagen

El fetiche más demandado por los hombres es el zapato de tacón alto, especialmente los llamados stilettos, como el Louboutin que aparece en la imagen. JOSÉ MARÍA PRESAS

¿Piedad Dómina? Soy periodista de ZEN y quiero saberlo todo sobre fetichismo y BDSM (Bondage, Dominación, Sumisión y Masoquismo) como nuevos estímulos de la vida en pareja y del sexo en general”. Así arrancó esta aventura.

El contacto de esta profesional del BDSM me lo dio un compañero de profesión, que no de juergas, y cerramos la cita para el lunes por la tarde. Por suerte para mí, la dominatriz me citó en territorio neutral. Mi alma de reportero viejo me pedía que me llevara a su mazmorra, bautizada como Cueva Fetish, pero mi razón me decía: “¡Ojito, dónde te estás metiendo!”.

La dominatrix, de físico abundante, melena rubia y escote belicoso, me llevó a la mesa apartada de un pub británico del madrileño barrio de Hortaleza. Acababa de salir de una sesión de dominación. Había sometido a un sumiso recién llegado de Inglaterra y se había aplicado con ganas para no defraudarlo. El tributo: 150 euros por 45 minutos de castigo.

Su trabajo arranca con una llamada al móvil o un correo electrónico. El fetichista marca su objeto de deseo (tacones, sandalias, botas altas, corpiños, medias…) y le concreta cuál es su sueño sexual a realizar.

De rodillas

Cuando el esclavo/a -a veces van en pareja- baja a la mazmorra, la dómina lo pone de rodillas y exige que se quede en ropa interior y confiese por qué está ahí. Ante todo, máximo respeto y obediencia, que la fusta va que vuela. Esa vulnerabilidad es motivo de excitación para la ama, incluso cuando me lo recuerda.

Mi sesión imaginaria avanza, con mucho escepticismo, en busca de aplicaciones para la vida sexual de las parejas que se aburren porque su cuadrilátero entre las sábanas lo marcan el misionero, el 69 y alguna posturilla del Kamasutra.

La experta me muestra fotos de su atuendo de faena. Moño alto, corsé negro, camisa blanca y ceñida y taconazo infinito. Los zapatos son clave y el esclavo debe lamerlos. Tanto el cuero como los dedos de los pies. De rodillas para abajo, ahí se acaba el contacto físico. No estamos hablando de una prostituta al uso. Ni la tocan ni la ven desnuda y de penetración ni soñarlo. Al esclavo no se le permite ni la eyaculación, excepto si es involuntaria. Es lo que tiene la dominación.

De los taconazos pasamos a las botas larguísimas, a los corpiños y al látex. Piedad Dómina los recomienda a las parejas para que se adentren en otras sexualidades, para que experimenten y no caigan en la rutina. Así empezó ella. Tenía un novio que vestía uniforme -hasta aquí puedo contar- y del coito al cachete, pasando por el fetichismo, se fueron adentrando en el BDSM. Se enganchó y acabó tocando la puerta de una reputada dómina y pagándole por convertirse en su alumna.

Antes de que Piedad me vuelva a arrastrar a su sala de torturas sexuales, me recomienda que las parejas con ganas de experimentar prueben a disfrutar con la cera caliente (wax) sobre el cuerpo, las pinzas japonesas, la fusta, las cuerdas y las esposas. Eso sí, advierte de que no se deben “correr riesgos” y que el juego es cosa de dos. Que si se quiere ir más allá, deben acudir a un amo o a una ama profesional.

Para darle más realce a sus palabras, me muestra imágenes que ha subido aFetLife.com, algo así como el Facebook del BDSM y el fetichismo.

Martirio genital

Ahí me topo con penes maltratados por el trampling (pisotear el cuerpo y, cómo no, los genitales, con unos afilados stilettos) o por las cuerdas apretadas del llamado bondage. Tampoco falta una muestra de los Sissi, esclavos que son vestidos como camareras y que luego son sodomizados por dildos o arneses con largos penes fabricados en látex.

El collar de perro con el que se maneja al esclavo me arrastra a otra práctica que me deja noqueado: el smoking fetish. Piedad Dómina se fuma un cigarrillo y lanza la bocanada de humo a la garganta del cliente. Como cenicero, usa su palma de la mano y su lengua. De postre: le exige que se trague la colilla.

Mi estómago se revela ante tales prácticas, mientras que ella se deleita y lo vive como un sexo “muy sensual y bonito”. Pongo fin a nuestra charla porque no tengo cuerpo para más castigo, pero quien quiera probar, que pruebe.

 

Berlín, capital del cuero

Participantes en la última edición del festival fetichista Folsom Europe, en Berlín

Participantes en la última edición del festival fetichista Folsom Europe, en Berlín. / MANUEL MONCAYO / FOLSOMEUROPE.INFO

“¿Te gustaría organizar una orgía en tu casa pero no tienes espacio suficiente? No te preocupes. Contacta con nosotros y te reservamos un espacio en nuestro local de manera gratuita para ti y tu fantasía personal”. La manifiesta naturalidad de este anuncio perteneciente al Club Culture Houze (Görlitzer Strasse, 71), en Kreuzberg, da buena cuenta de la actitud con la que Berlín se toma lo que en muchos otros lugares resultaría tabú. La capital alemana, reconocida en todo el mundo como un símbolo de tolerancia, celebra el fetichismo en todas sus variantes a plena luz del día, en clubes especializados, ferias profesionales y fiestas multitudinarias.

París es la ciudad de la luz y Berlín la del cuero. En ella, difuminar las barreras sexuales en cincuenta tonos de gris tras las puertas del célebre Kit Kat Club(Köpenicker Strasse, 76) resulta para algunos una opción turística casi tan obvia como visitar Legoland con toda la familia. Incluso el escaparate de una aparentemente inofensiva tienda de zapatillas deportivas en Mehrigndamm (Just Sneakers) juega con un evidente subtexto sexual. Durante el día, los gigantescos stilettos retratados por Helmut Newton no abandonan los museos y cafeterías más sofisticadas de la capital. Es durante las primeras horas de la noche cuando el club Lab.oratory despliega un diverso catálogo de parafilias en forma de fiestas temáticas en el sótano de Berghain, la discoteca techno más célebre y transitada del mundo. Algunos sábados están dedicados a la ropa deportiva o a la lluvia dorada y varios domingos se debe acudir con traje de oficina. En muchos de los casos, un estricto código de vestimenta decide si se aprueba o deniega el acceso al paraíso del fetichismo. Practicarlo no es obligatorio, pero sí lo es vestir como si se fuera a hacerlo.

Apartamento 'fetish' disponible en Berlín a través de la web Mineshaft

Apartamento ‘fetish’ disponible en Berlín a través de la web Mineshaft. / MINESHAFT-BERLIN.COM

No hay otra ciudad europea donde la escena fetish esté tan integrada, hasta el punto de formar parte de su mercado inmobiliario. En la webMineshaft se alquilan por días apartamentos con cuarto de juegos para visitantes y locales. Son modelos de pisos para dos personas que incluyen todo lo necesario para un amante del BDSM (bondage, disciplina, sadismo y masoquismo) que coma al menos un par de veces al día: frigorífico, microondas y utensilios de cocina, además de cama bondage, espejo superior, cruz de San Andrés (anclada en la pared en forma de X), máscaras, dildos y portátil con webcam. Todo ello a un precio de 130 euros por noche. Son apartamentos que pasan desapercibidos en cualquier bloque de viviendas de calles como la Motzstrasse y quien los ocupa resulta un miembro más del vecindario, en el barrio de Schöneberg. Se trata de una actividad discreta pero en ningún caso clandestina, como demuestran los pequeños comercios de la zona. Muy cerca se puede encontrar una sucursal de RoB, algo así como el H&M del cuero y el látex, que compite en los alrededores de Nollendorfplatz con las prendas de la tienda Sling King y la oferta algo más casual de Boyz ‘R’ Us.

Una industria de ocio

Participantes en el Folsom Europe 2014, en Berlín

Participantes en el Folsom Europe 2014, en Berlín. / M. MONCAYO / FOLSOMEUROPE.INFO

El fetichismo atrae visitantes y con ellos llega la profesionalización y el negocio. Cada mes de mayo, elGerman Fetish Fair presenta la oportunidad de adquirir antes que nadie las últimas tendencias y las mayores extravagancias en la moda BDSM, accesorios para los amantes del kink y mobiliario con el que construir fantasías sexuales en unplayroom a medida. Se trata de un encuentro entre vendedores, comerciales, fabricantes y su público objetivo. El punto fiestero no puede faltar en Berlín y por eso la feria profesional viene siempre acompañada del German Fetish Ball Weekend, en el que más de 2.000 personas se pasan todo un fin de semana celebrando su libertad sexual. Pero la verdadera fiesta ocurre en septiembre, cuando el vinilo y las fustas pasean por las calles durante el Folsom Europe, que atrae a 20.000 visitantes cada edición. La celebración, en referencia al festival callejero de San Francisco, reivindica la cultura y práctica sadomasoquista con la misma normalidad con la que días después el Oktoberfest lo hace con la cerveza. En vez de puestos con jarras, botellines y currywurst, en este evento, dedicado casi en exclusiva al público gay, los esclavos esperan a cuatro patas en celdas minúsculas a que sus amos les saquen a pasear con una correa a lo largo de la Fuggerstrasse.

Las caras de Lady Stella

Una de las habitaciones temáticas de Le Salon Bizarre, en Berlín

Una de las habitaciones temáticas de Le Salon Bizarre, en Berlín. / LE-SALON-BIZARRE.COM

Rubia, con el pelo tirante hacia atrás, labios rojos y nariz prominente, la dominatrix Lady Stella espera en el club Avalon, cerca de Spandau, para demostrar que “la pasión tiene múltiples caras; algunas son crueles, otras juguetonas, irracionales o frívolas. Pero todas están deseando ser vividas”, dice en su anuncio personal. Mientras, Le Salon Bizarre, en Wuppertal, busca la excelencia: cada hombre o mujer que trabaja en él está especializado en sus prácticas preferidas y ofrece un servicio vocacional. La diversión transcurre en salas temáticas que personalizan la experiencias, como una cabaña para el bondage asiático o el cuarto del acero.

Pero no hay necesidad de salir del centro de la ciudad para tener una cita con un amo o un esclavo profesional. Unos antiguos establos situados en un sótano de Kreuzberg alojan DarkSide. En este local se presta atención, varios días por semana, a aquellos noveles que todavía se encuentran en primero de sadomasoquismo y quieren cursar una formación acelerada en un entorno que no resulte agresivo. La intención es alojar a aquellos que se sientan intimidados no tanto por las prácticas fetichistas como por su propia inexperiencia. En este subsuelo todo el mundo puede dar al menos una oportunidad a nuevas formas de practicar sexo.

Porno junto a las Torres de Serranos de Valencia

Escenas  SM hetero en Valencia.

Escenas pornográficas en Valencia.

Un hombre y una mujer protagonizaron varias escenas de pornografía junto a las Torres de Serranos delante de viandantes, algunos de ellos niños de corta edad, mientras una tercera persona grababa con una cámara de vídeo los contactos sexuales en plena calle.

Los hechos ocurrieron el pasado jueves por la tarde en las inmediaciones del monumento histórico después de que el hombre paseara a la mujer semidesnuda, con una cadena que rodeaba su cuello y la evidente complacencia de sentirse humillada, ante un grupo numeroso de personas que pasaban por el lugar y se detuvieron para contemplar la escena masoquista.

Algunos de los viandantes grabaron vídeos de la extraña pareja con sus teléfonos móviles y realizaron también fotografías, unas imágenes que se difundieron de forma masiva a través de los grupos de WhatsApp. En una de las fotos, el hombre aparece sentado en un banco de piedra con un cigarrillo en la boca, sin soltar la cadena, y la mujer se encuentra de rodillas a su lado en actitud sumisa.

Otra imagen grabada y difundida de la pareja podría acarrear consecuencias penales a los protagonistas de estas escenas de pornografía, ya que una niña de corta edad mira a escasos metros a la mujer semidesnuda mientras el hombre le introduce un juguete sexual en el ano. La penetración tuvo lugar a plena luz del día en la explanada de las Torres de Serranos.

Tras recibir una queja de un ciudadano, una patrulla de la Policía Local acudió al lugar, según informaron fuentes municipales, pero la pareja y el hombre que grababa con una cámara de vídeo ya se habían marchado.