Marlon Brando y James Dean: masoquismo y cigarrillos
-
Un nuevo libro sobre el actor de ‘Rebelde sin causa’ va más allá del mito del ‘cenicero humano’ y habla de la relación secreta con Brando
-
Hay mucho más. Según Darwin Porter y Danforth Prince, autores de este nuevo libro, Dean hizo un trío con George Cukor y Walt Disney
En el segundo tomo de Hollywood Babilonia, la Biblia del cotilleo de la Meca del cine clásico, Kenneth Anger dejó escrito lo siguiente sobre James Dean: “A Jimmy le gustaba el sexo con golpes, botas y cinturones. Y que lo quemaran con cigarrillos, por eso se ganó el apodo del Cenicero Humano”. Quizás fuera este adalid del cine ‘queer’ el primero en hablar con claridad de la homosexualidad del malogrado actor. Pero una vez abierto el grifo, nadie ha podido cerrar el caudal de leyendas y rumores (mayormente escabrosos) que persiguen al protagonista de Rebelde sin causa.
Los últimos en sumarse a retratar la torturada vida de Dean son los autores Darwin Porter y Danforth Prince, quienes acaban de lanzar la biografía James Dean: Tomorrow Never Comes. En ella, vuelven a los cigarrillos y dan el nombre de otro icono del cine al que le gustaba jugar con ellos: Marlon Brando. Según ambos, los actores manteníanuna relación sadomasoquista secreta en la que Brando encarnaba al amo y Dean, al esclavo.
Los escritores han recabado el testimonio de antiguos periodistas y amigos del astro, antes de que éste muriese a los 24 años en un accidente de tráfico. Y alegan que contrariamente a lo que Brando contó en sus memorias (decía que él y Dean nunca fueron amigos), ambos mantuvieron una relación de alto voltaje en la que se mezclaban los juegos sexuales y psicológicos. Lo que sigue es su relato…
Brando y Dean se conocieron en Nueva York en torno a 1949. Tras haber protagonizadoUn tranvía llamado deseo, el actor volvió al mítico Actor’s Studio de Lee Strasberg para dar una charla. Allí, estudiaba el joven James Dean, quien le miró fijamente desde la grada, esos ojos ligeramente estrábicos que incendiaban la pantalla. “Sentí como me quemaba la piel”, diría Brando a uno de los fundadores del Actor’s Studio. El joven alumno se presentó al ídolo y le confesó que no estaba seguro de muchas cosas, “excepto de mi admiración hacia a ti”. A Brando le conmovió su ingenuidad y su sinceridad infantil. Ambos aguantaron la mirada y en cuestión de segundos, se besaron.
A partir, de ahí empezó una relación en la que estaba claro que Dean se había enamorado de Brando, pero que éste sólo lo usaba para el sexo. El propio Truman Capote no tenía dudas de la atracción sexual entre ambos. Stanley Haggert, un amigo de Dean, cuenta que éste “seguía a Brando como un cachorrito que mengigara su amor. Pero él sólo lo usaba para el sexo”. El protagonista de Al este del Edén llegó a estar tan colgado de Brando que le seguía hasta su casa. A veces, éste le hacía entrar para que viese como tenía sexo con otra persona. En una ocasión, otro amigo de Dean se dio cuenta de que éste tenía el pecho lleno de pequeñas quemaduras. “Me dijo que se las había hecho Brando. Quise llamar la policía pero Jimmy me dijo que él había pedido que se las hiciera”.
Steve McQueen, un imitador
Porter y Prince no sólo hablan de la relación de Dean con Brando. También apuntan a otro guapo de Hollywood: Steve McQueen. Según ellos, el macho alpha de los 60 estuvo obsesionado por Dean. “incluso bebía el café de la misma manera que él”. Amantes de la velocidad, salían juntos a montar en moto sin camiseta. En esta relación, era Dean quien tenía la sartén por el mango.
Aunque quizás el suceso más chocante de toda la biografía es aquel que narra el ménage à trois que se marcaron Walt Disney, Dean y el director George Cukor (My Fair Lady) en la mansión de éste último, una casa conocida en Hollywood por el buen gusto del anfitrión con los chicos que sacaba de la calle. Y es que la Meca del Cine es una fuente inagotable de leyendas… fuera de la pantalla y dentro de ella.