“El asesinato de Harvey Milk fue un sacrificio para los que sobrevivimos”

Harvey Milk, como nuevo supervisor electo, en el desfile del Orgullo, Junio 1978 / Dan Nicoletta

“Si una bala atraviesa mi cerebro, dejad que esa bala destruya las puertas de todos los armarios”. Como un siniestro presagio, Harvey Milk recibió cinco tiros en la cabeza por considerar el respeto a la orientación sexual un asunto de Estado.

Este funcionario de San Francisco había logrado por primera vez movilizar a la multitud LGTB por un fin político: derrocar la iniciativa Briggs, que instaba a despedir a los profesores gays por “tener el perfil de abusadores de niños”.

Ese verano de 1978, las calles rugieron como nunca antes en Estados Unidos durante un desfile del Orgullo. Mientras la masa se colaba por cada recoveco de Castro Street, un muchacho de grandes ojos azules captaba la euforia a través de su objetivo. Daniel Nicoletta se había convertido cuatro años antes en el fotógrafo de campaña de Harvey Milk y pronto empezó a firmar la mejor colección de imágenes del colectivo LGTB.

Las fotografías de Nicoletta celebran la visibilidad tras años a la sombra del armario o, en su caso, de una familia católica y profundamente homófoba. No hay discriminación, solo colores brillantes, besos y muestras de apoyo al primer político abiertamente gay de Estados Unidos. Cuando fueron tomadas eran poco más que un bonito homenaje a una comunidad vapuleada, pero cuarenta años más tarde se han convertido en un símbolo a nivel mundial.

“Espero que mi fotografía sirva como puente a la inspiración para los futuros líderes de esta causa”, dice Nicoletta a eldiario.es. El veterano activista se encuentra estos días en Madrid para celebrar el Orgullo Mundial y presentar su colección por primera vez en nuestro país, que acoge una muestra del Colegio de Arquitectos hasta el 2 de julio.

“Orgullo Mundial, dos simples palabras que conforman un nido para cuestiones mucho más complejas, como los derechos de los transexuales, la lucha por la adopción de las parejas del mismo sexo y otros estigmas que necesitan salir al debate público”, opina. El fotógrafo habla con cariño del pasado y con decisión del futuro, donde deja espacio a los jóvenes para portar la antorcha de los que perdieron la vida luchando.

“La visibilidad siempre ha sido el corazón del movimiento, pero tiene un precio”, dice de la brutal represión que continúa existiendo sobre la comunidad LGTB. Solo en Madrid, cada dos días se registra una agresión por homofobia o transfobia y, al otro lado del charco, masacres como la de Orlando o la aniquilación de los transexuales mexicanos demuestran que la situación no es mejor.

“Es sano que haya resistencia. Siempre la hay cuando una sociedad se encuentra en transición. Hay que conseguir una vía pacífica para reconciliar nuestras diferencias”, reflexiona Nicoletta. Piensa que es un círculo vicioso que se remonta a los años 70, cuando los que se atrevían a reivindicar su pluma se enfrentaban a una buena paliza. “La visibilidad genera una reacción violenta de algunos y esa violencia visibiliza las injusticias”, resume. Lo que no se puede permitir, defiende, es que ese sacrificio quede impune escondiéndose de nuevo en el armario.

“El asesinato de Harvey Milk fue un sacrificio para aquellos que sobrevivimos. Hay que tenerles siempre presentes y obrar para honrarles”, cuenta sobre su buen amigo. Cuando habla del político, Dan Nicoletta vuelve la vista cuarenta años atrás para describir su llegada al barrio de Castro, en San Francisco, donde Milk y los suyos le acogieron en el peor momento de su vida.

Cuidando la huella

El gayborhood, como lo reconoce Nicoletta y los que en los años 70 establecieron allí su santuario de libertad, se considera hoy lugar de peregrinación para todo el colectivo gay. En 1974, un joven de 19 años cruzó el umbral de la tienda Castro Camera sin saber que se estaba adentrando en el centro de operaciones del movimiento LGTB de San Francisco.

Dan Nicoletta empezó a trabajar en el negocio como mozo de almacén, hasta que Harvey Milk observó su don con la cámara y le nombró fotógrafo oficial durante su campaña política de 1975. En Castro, el muchacho aprendió las distintas formas de vivir la sexualidad y que sentirse atraído por gente del mismo sexo no era pecado, como le advertía su educación ultracatólica.

“Harvey y su compañero me atraparon por completo con su carisma”, recuerda el fotógrafo. “Lo bueno de haberme criado sin cariño e inseguro sobre mi sexualidad es que ahora me siento feliz de que se apoye y visibilice tanto a los niños que pasan por lo mismo. Al final fui afortunado, pero me plantee muchas veces el suicidio”, admite como muestra de la importancia de atender a los más pequeños.

Entre los grandes logros de Harvey Milk, Nicoletta rescata el sentimiento de unión y felicidad que transmitía a los que le rodeaban. “La política, a veces tan difícil y negativa, necesita una dosis de diversión para llegar a cambiar el mundo”, afirma sin dudarlo. Él quiso captar esa satisfacción con su cámara y espera que ahora sirva de combustible a las nuevas generaciones. “La aparente frivolidad es solo una forma de romper los tabús y de animar al resto: salid, está bien ser como sois, y divertíos”, razona.

También considera el Orgullo como parte inherente de la visibilidad y, por tanto, de la política. “Gracias a esto, el grueso de la sociedad conoce los detalles de nuestra vida y puede decidir qué grado de compromiso quieren alcanzar”, piensa el activista. Según él, las personas LGTB tienen en su mano el poder de cuidar la huella para épocas venideras. “En eso, lo considero análogo al movimiento medioambiental. La gente del colectivo debe ser muy consciente de su impacto y crear un mundo más seguro, pero sin olvidar la foto grande. Es decir, a los mayores que pelearon antes o a los otros países que aún reivindican sus derechos humanos más básicos”, dice respecto a los 80 países donde la homosexualidad es condenada como un delito.

“Cuando me vaya de este mundo, quiero haber dejado una huella bonita como hombre y como gay”, sentencia. De momento, Harvey Milk, Grace Jones, Allen Ginsberg y otros miles de hombres y mujeres desconocidos quedarán para siempre en la memoria de la lucha LGTB gracias a sus fotografías. Puede que no exista una huella mejor.

Gipuzkoa renueva su compromiso en favor del colectivo LGTBI

DONOSTIA. La Diputación de Gipuzkoa ha renovado hoy su compromiso con el colectivo LGTBI y se ha sumado a sus reivindicaciones a través de una declaración institucional en “defensa del derecho de todas las personas a una elección libre de su orientación sexual y de su identidad de género”.

Con motivo de la celebración el 28 de junio del día del Orgullo, la institución foral ha celebrado este mediodía un sencillo acto ante el palacio de la Diputación, en el que han tomado parte el portavoz foral, Imanol Lasa; el diputado de Cultura, Turismo, Juventud y Deporte, Denis Itxaso; la directora de Convivencia y Derechos Humanos, Maribel Vaquero, y la representante de Gehitu, Bea Gómez.

Todos ellos han tomado la palabra para leer varios párrafos de esta declaración en la que la institución foral reitera su apuesta “por el desarrollo de políticas institucionales destinadas a proteger y potenciar los derechos humanos de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales, de acuerdo con los principios fundamentales de no discriminación e igualdad de oportunidades”.

En este texto, la Diputación se compromete también a lanzar un Plan de Convivencia en la Diversidad y apuesta por fomentar acciones educativas y de sensibilización que aborden la diversidad de género entre niños, niñas y adolescentes en un clima de equidad y de iguales condiciones para todas las personas.

Aboga para ello por crear “espacios seguros entre jóvenes donde combatir el prejuicio y las discriminaciones”, ya que la institución foral “reprueba y condena cualquier acto de violencia explícita o implícita”, así como “las conductas homófobas o discriminatorias”.

Mientras los representantes forales daban lectura al texto, una artista ha plasmado esta declaración en imágenes que ha dibujado sobre un mural en cuya parte trasera se ha dispuesto un espacio para que los paseantes que así lo desearan hicieran sus aportaciones.

El fúbol no es gay friendly

columnista Susana M. Oxinalde

EN 1981, el londinense Justin Fashanu se convirtió en el jugador negro más caro de la historia, su traspaso al Nothingam Forest costó más de un millón de libras. En dos años perdió siete veces su valor. Fue el primer jugador de fútbol de categoría superior que salió del armario en 1990 en la portada de The Sun y se suicidó después de pasar por 23 clubes en 16 años. Han pasado casi tres décadas y no terminarnos de creernos que en Europa no haya futbolistas gais pero sí que son muy discretos, excepto para rodearse, claro, de las más buenorras del planeta. La teoría de la imposible convivencia entre rudeza y maricones tampoco se explica en la Europa progresista que contrasta con los conservadores EE.UU., donde grandes ídolos deportivos ya han confesado su homosexualidad doblando su valor: como referentes deportivos y emblemas de la diversidad y la valentía. Es la semana del Orgullo LGTB, en Madrid dos millones de personas entonarán ese gran escape de libertad y en los grandes recintos deportivos seguirá respirándose el miedo a los insultos, a las burlas, a la falta de renovación, al fin de los contratos con las multinacionales y al silencio, también sí, de los aficionados gais. Tal y como lo expresó John, el hermano de Justin también futbolista, que no lamentaba el acoso sufrido por su hermano sino el fin de sus contratos tras aquella escandalosa portada. 30 años después parece increíble que algo así siga pateando fuerte, lo mismo a la testosterona que al factor humano. Feliz Orgullo.

De la “panda de locazas” a la carroza multicolor: el triunfo del ‘gaypitalismo’

Evangelio de la pluma, encíclica maricona, manifiesto anti-gaypitalista… Shangay Lily le puso letra a la deriva mercantilista del Orgullo en su libro ‘Adiós, Chueca’, un paseo por la reconversión almibarada de la cita que terminó por pervertir su origen

Manifestación del Orgullo Gay celebrada en Madrid.- EFE

Antes de que germinara ese macro desfile multicolor que inunda cada junio las principales arterias capitalinas. Antes de que se multiplicaran por cinco los alquileres de la ciudad por esas fechas. Antes incluso de que se concibieran los semáforos gay-friendly o las carcasas arcoíris para Android, antes, mucho antes de todo eso, hubo una “panda de locazas” —como se les tildó en su día— dando guerra. Apenas unas 50 o 60 personas que se encaminaban a Sol con el entusiasmo, la rabia, la ilusión y la utopía por bandera. Entre la pedrada y el gueto.

Allí estaba Shangay Lily, modelo de compromiso para con lo marginal, que luchó desde muy diversos frentes del activismo social, queer, gay y feminista; un cuerpo disidente y pionero en muchas de sus reivindicaciones. En ese tránsito del gueto a la algarabía cromática debidamente esponsorizada, la artivista —como se autodenominaba Shangay— no paró de escribir. Testigo de excepción de la fagocitación del movimiento reivindicativo por los derechos de los homosexuales por parte de las lógicas neoliberales, así como su conversión en un bien de consumo fácilmente digerible, tomó buena nota de lo que acontecía y de lo que estaba por venir.

Y es que en el fondo la pregunta de Shangay sigue vigente: ¿es el Orgullo un negocio para ganar dinero o una herramienta para ganar dignidad? En su libro póstumo Adiós, Chueca. Memorias del Gaypitalismo. La creación de la marca gaydisecciona la maquinaria que puso en marcha esa reconversión almibarada. “Por culpa de estos gaympresarios, cada vez es más lo primero y, por desgracia, cada vez menos lo segundo: una herramienta que las locazas, bolleras y trans de Stonewall nos regalaron para dignificar la diferencia. ¡Vivan los tangas, la pluma, las musculocas, las bolleras camioneras, las trans disidentes y abajo el negocio gaypitalista! ¡Viva el Orgullo Gay!”.

Mercadear con la identidad

Shangay carga contra esa “trama de espabilados” que terminaron por convertir lo que en su inicio era toda una herramienta política de la comunidad LGTB —con las revueltas de Stonewall en la retina—, en una máquina expendedora de billetes en detrimento de la diversidad gay. “Es a las saqueadoras, que sólo se acuerdan de las maribollos y trans para sacarles dinero o hacer una carrera de ello, a las que habría que bajar de todas esas carrozas publicitarias para devolverle al orgullo su dignidad locaza”, denuncia la drag queen.

La receta es sencilla y seguro que les suena. En primer lugar se procede a la privatización de un colectivo y su lucha, esto se consigue por medio de la creación de una denominación de origen que en el caso que nos ocupa se llama Chueca. En su día un gueto, pasó a convertirse en campo de cultivo de ese nuevo fruto que todos ansiaban. “Se acordó que todo lo que creciese fuera de ese producto eran malas yerbas, plantas defectuosas, cosechas poco competitivas que hacían peligrar la excepcionalidad de la denominación de origen”, explica Lily.

Y así, una vez eliminado cualquier ente divergente, extemporáneo o raruno, entramos en la segunda fase, a saber; convertir una lucha en un negocio desideologizado, patriarcal y heterocentrado que beneficia a unos pocos. En ese sentido, Adiós, Chueca. Memorias del Gaypitalismo. La creación de la marca gay evidencia el tremendo error y la gran oportunidad perdida de utilizar la cita para hablar de las mil discriminaciones y agresiones que sigue sufriendo este colectivo en colegios, vías públicas, empleos y espacios públicos, en un evento en el que prima el capital.

 

Bolleras a popa

Maca y Esther, personajes de ‘Hospital Central’, en una escena de la serie.

Dejé de ver con mi madre Hospital Central cuando supe que era lesbiana. Pensé que me notaría algo raro cuando salieran Maca y Esther, los personajes lésbicos de la serie más longeva de la televisión en el Estado español. Entonces yo aún lloraba por ser bollo. Interpretadas por Patricia Vico y Fátima Baeza, probablemente sean la pareja más popular de la ficción española. No fueron las primeras lesbianas representadas en una serie de televisión, pero sus papeles marcaron un antes y un después. El argumento, sencillo: doctora lesbiana, de clase alta, rechazada por su familia seduce a una enfermera de barrio, de tradición heterosexual, que se deja llevar por el amor. Una serie de esas que se piensan para que se vean en familia contando una historia de amor entre dos mujeres. ¿Cómo fue posible?

Precisamente por eso: la historia cumplía con todos los requisitos para ser aplaudida. El trinomio amor monógamo-matrimonio-maternidad es la llave para la aceptación social de gais, lesbianas y trans. En los cuartos oscuros, claro, creerán que no hay amor. La serie de Telecinco fue la primera en retratar una boda entre parejas del mismo sexo. El capítulo ‘O calle para siempre’, en el que Maca y Esther se casan, fue emitido en diciembre de 2005, cinco meses después de la aprobación en el Parlamento español del matrimonio igualitario. Ninguna serie se atrevió antes a imaginar un enlace así. Curioso que, hasta en la ficción, tuviéramos que esperar tanto para lograrlo.

El boom fue tal que los personajes de Maca y Esther empezaron a moverse entre la ficción y la realidad. Esto, claro, se debe al propio éxito de la serie pero, sobre todo, a la falta de referentes lésbicos de carne y hueso. Mientras Elena Anaya dedicaba el Goya a “su amor”, las actrices, Patricia Vico y Fátima Baeza eran galardonadas con diferentes premios por su trabajo a favor de la visibilidad de las lesbianas. Patricia Vico, la actriz que interpretaba a Maca, llevó a cabo en 2006 una campaña en contra de la homofobia y la lesbofobia junto a Jesús Vázquez, promovida por Amnistía Internacional. Las críticas del movimiento LGTB se escucharon tímidamente entonces, pero cabe suponer que para dos actrices heterosexuales resulta más cómodo abanderar la visibilidad lésbica que para muchas lesbianas.

El espejismo de la igualdad, del que tanto se ha escrito desde el movimiento feminista para denunciar la idea falsa de que hombres y mujeres gozamos ya de los mismos derechos, puede aplicarse sin mayor dificultad a la realidad del colectivo LGTBI. No seré yo quien defienda lo que siempre he entendido como una falta de valentía, pero, todavía hoy, ser lesbiana es un acto de resistencia al poder hegemónico. La normatividad es heterosexual y no todas estamos dispuestas a vivir de guerrilla en guerrilla.

El elemento definitorio de las lesbianas en las series de televisión que más me llama la atención, al menos en las series que analicé para mi tesina ‘ De la invisibilidad a la irreverencia: Lesbianas en televisión‘, es la falta de conciencia sobre el lesbianismo que tienen los personajes. El hecho de ser bollera, más allá del trauma que supone para casi todas ellas en el proceso de salida del armario, no implica nada más. La lesbofobia apenas cabe en la ficción, no se representa como estructura y ninguna de las bolleras que aparecen en la tele parecen necesitar de activismo LGTBI ni de amigas lesbianas con las que despotricar de lo difícil que sigue siendo ser bollera.

En Hospital Central sí que representaron en un capítulo cómo Maca y Esther tuvieron algún problema para encontrar piso, pero la lesbofobia a la que se enfrentaron entonces se subsanó con mucho amor entre ellas. Y ahí está otra clave: el amor. Es el elemento que más define las representaciones de personajes LGTBI en televisión y es el mismo razonamiento que se utiliza desde las instituciones y el movimiento más conservador para trabajar por la igualdad.

El Ayuntamiento de Madrid ha empapelado la ciudad con un eslogan que tengo que reconocer que, en un primer momento, me emocionó: “Ames a quien ames, Madrid te ama”. Pero, después de detenerme a pensarlo un poco más, me asaltaron las alarmas porque no es cierto. La ciudadanía, gracias a todo el trabajo del movimiento, ha aprendido ya que el amor no entiende de géneros, pero no hemos logrado aún que se celebre la diversidad en las distintas formas de habitar el mundo. Las bolleras, si se visten de blanco para casarse y tienen bebés, si los domingos van a ver a la familia y trabajan de lunes a viernes, pueden formar parte de la sociedad sin recibir demasiadas críticas; con los maricas pasa igual y también con las compañeras trans, que ganan aceptación social según aumenta su binarismo. La ambigüedad no está bien vista en un mundo que apuesta por los blancos y los negros.

La visibilidad sigue siendo un punto clave en la agenda lésbica, pero lo cierto es que ya no estamos sometidas al mismo ostracismo. Si desde el lesbofeminismo se sigue reivindicando la necesidad de encontrar referentes lésbicos ya no es tanto por la falta de estos sino por lo planos que son todos. Es un puntazo que Sandra Barneda se haya animado a hacer visible su forma de amar, pero necesitamos de referentes más diversos.

Las lesbianas que aparecen en los medios de comunicación haciendo visible su condición bollo no pueden referenciarme si en sus declaraciones quitan importancia a la cuestión, si tienen una posición económica a la que ni aspiro y, sobre todo, si su imagen no se corresponde a la que encuentro yo a mi alrededor. Aquí también nos encontramos ante una cuestión muy representativa de cómo son las bolleras de la tele y es que ninguna tiene pluma. Ninguna. Miro en mi entorno y las bolleras que veo, lo parecemos. Es una cuestión de estereotipos, pero es que estos han funcionado siempre también como estrategia de reconocimiento entre iguales, como forma de conocernos y, sobre todo, de poder encontrarnos.

No me encuentro en Maca y Esther, no tienen nada que ver conmigo, pero su historia fue imprescindible también para la mía. Por primera vez veía un beso entre dos mujeres en televisión, comentaba con la que era mi novia entonces aquella historia de amor y drama, nos emocionamos con su enamoramiento y lloramos con su ruptura. Ojalá entonces me hubiese atrevido a tumbarme en el sofá con mi ama para verlo juntas. Ella, ahora, disfruta con ese entusiasmo de mis amores, de mi propia historia. El camino no ha sido fácil, pero nosotras ya no necesitamos ficción para entendernos. Maca y Esther tienen algo que ver en ello.

Los casos de discriminación por racismo, género e identidad sexual se duplican en Euskadi

El Gobierno vasco constata “dificultades” policiales y judiciales para el reconocimiento de los delitos de odio

Inmigrantes en las calles de Bilbao. (Oskar Martínez)

Los casos de discriminación por razón de origen, etnia, género e identidad sexual atendidos por la red Eraberean se han duplicado en el último año en Euskadi, al pasar de los 25 de 2015 a los 49 del pasado ejercicio, de los que el 53 por ciento estuvieron relacionados con el racismo y la xenofobia. Además, el Gobierno vasco ha constatado la existencia de “dificultades” policiales y judiciales para el reconocimiento de estos delitos de odio.

GASTEIZ. Estos datos han sido dados a conocer este lunes por la consejera de Empleo y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, en una comparecencia en el Parlamento Vasco en la que informado sobre la actividad de la red Eraberean en 2016.

Esta red, impulsada por el Gobierno vasco, integra a numerosas entidades que trabajan en el ámbito de la atención a colectivos minoritarios, como Cruz Roja, CEAR, SOS Racismo y EHGAM, entre otros. El objetivo de la plataforma es luchar contra la discriminación por origen racial, étnico o nacional, y por orientación e identidad sexual e identidad de género.

El número de casos de discriminación por razón de origen, etnia, nacionalidad, orientación e identidad sexual y de género atendidos en el marco de la Red Eraberean en 2016 ascendió a 49, casi el doble de los 25 atendidos en 2015.

Del total de casos de discriminación atendidos y registrados por las entidades de la red, el 53% estuvieron relacionados con el racismo y la xenofobia. El 27% de los casos atendidos estuvieron motivados por actos de LGTBIfobia, es decir, de discriminación por razón de orientación o identidad sexual y de género. El 20 por ciento restante estaban vinculados a discriminación hacia el colectivo gitano.

“DIFICULTADES” JUDICIALES

La consejera ha alertado de que se han detectado “dificultades” para que en los procesos judiciales por estas formas de discriminación se apliquen los tipos delictivos de odio, aunque ha señalado que se están logrando “avances” en este ámbito.

Artolazabal ha explicado que, en ocasiones, este problema se debe a que la Policía carece de la formación necesaria sobre esta materia, por lo que “no instruye adecuadamente” sus diligencias sobre denuncias relacionadas con estos comportamientos. Con el fin de resolver estas deficiencias, ha anunciado que se está trabajando para mejorar la formación de los agentes.

La consejera ha reconocido que existe cierta escasez de datos estadísticos sobre casos de discriminación o delitos de odio que permitan conocer la dimensión cuantitativa y cualitativa de esta realidad.

“MIEDO”

A pesar de ello, ha alertado de que diversos indicadores, basados en encuestas de población, “constatan que la discriminación aumenta”, aunque en muchos casos no se denuncia “por miedo, desconocimiento o desconfianza”. Además, ha explicado que en la mayoría de las ocasiones, las víctimas de hechos discriminatorios y delitos de odio no se sienten “resarcidas” tras el proceso judicial.

La consejera ha anunciado algunas de las acciones que la Red Eraberean desarrollará este año. Con el objetivo de contribuir a una mayor sensibilización en materia de igualdad de trato y no discriminación, la red desarrollará acuerdos de colaboración con distintos medios de comunicación. Los acuerdos están destinados a la no proyección de estereotipos y prejuicios, especialmente por razón de origen, etnia, nacionalidad, orientación e identidad sexual y de género.

Para afrontar los casos de discriminación múltiple, Eraberean profundiza en el trabajo en red con otros agentes que desarrollan su actividad en relación a otros motivos de discriminación.

FORMACIÓN EN LA ERTZAINTZA

Además, la red trabaja para elaborar en un marco de colaboración con la Academia vasca de la Ertzaintza, con el fin de formar a las nuevas promociones de agentes en materia de igualdad de trato y no discriminación. Esta formación se podrá ampliar posteriormente a organizaciones policiales y de operadores jurídicos.

Eraberean también potenciará el uso de mecanismos de resolución de conflictos basados en el diálogo colaborativo buscando la reparación a las víctimas. Asimismo, la red colabora en un proyecto de sensibilización sobre igualdad de trato y no discriminación en las aulas, impulsado por las viceconsejerías de Políticas Sociales y Educación del Gobierno vasco.

Por otra parte, la red estudia fórmulas de colaboración institucional para avanzar en el consenso de indicadores compartidos en la recogida de datos sobre discriminación.

Los objetivos de Eraberean son la promoción y orientación en políticas específicas en materia de Igualdad de trato y no discriminación, así como integrar el principio de igualdad de trato en las políticas sectoriales. Además, la red pone al servicio de la ciudadanía mecanismos y herramientas de información, asesoría y orientación cuando hayan podido ser víctimas de un trato discriminatorio o de un delito de odio.

La falta de formación policial lastra el proceso judicial de los delitos de odio

Artolazabal señala que hay más casos de discriminación y que a veces la instrucción que se realiza es inadecuada

Casi un tercio de los casos atendidos por la Red Eraberean en 2016 han sido casos de LGTBIfobia. (AFP)

BILBAO – Los casos de discriminación por origen, etnia, nacionalidad, orientación e identidad sexual y de género, así como los delitos de odio están aumentando en Euskadi. Y, al parecer, ni la Policía ni la Justicia están totalmente preparadas para dar una respuesta adecuada a quienes sufren estas conductas.

“Diversos indicadores, basados en encuestas de población, constatan que la discriminación aumenta. En muchos casos no se denuncia por miedo, desconocimiento o desconfianza y en la mayoría de las ocasiones las víctimas de hechos discriminatorios y delitos de odio no se sienten resarcidas tras el proceso judicial. Detectamos dificultades para que en los procesos judiciales se apliquen los tipos delictivos relativos a los delitos de odio pero se está avanzando positivamente en ello” dijo ayer en el Parlamento Vasco la consejera de Empleo y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal.

Artolazabal compareció en una comisión parlamentaria, a petición de Elkarrekin Podemos, para explicar la labor de la Red Eraberean, que trabaja junto con su Departamento en la detección y asesoramiento de situaciones de discriminación por razones de etnia, nacionalidad, orientación e identidad sexual y de género. La consejera subrayó que gracias a esta red “afloran situaciones discriminatorias que de otra forma permanecerían ocultas y que la sociedad podrá corregir y erradicar”. El trabajo de la Red Eraberean -creada a finales de 2014 e integrada por varias organizaciones sociales y servicios técnicos del Gobierno vasco- ha permitido conocer 15 casos de discriminación en lo que va de año y 49 durante 2016, que son prácticamente el doble que los 25 casos detectados en 2015.

MÁS RACISMO Del total de casos de discriminación atendidos y registrados por las entidades el año pasado, el 53% fueron de racismo y xenofobia; el 27% fueron casos de LGTBIfobia y el 20% del total estaban vinculados al colectivo gitano. “Existe una carencia de datos estadísticos sobre casos de discriminación o delitos de odio, que permitan conocer la dimensión cuantitativa y cualitativa de esta realidad. La discriminación múltiple es un fenómeno todavía invisibilizado, en gran medida debido al desconocimiento que hay sobre la misma, pero también debido a la imposibilidad de contar con bases de datos que empleen indicadores compartidos que permitan cruzar las denuncias recogidas con distintos motivos de discriminación”, explicó Artolazabal.

La consejera añadió que “trabajamos para contribuir a una mayor sensibilización en materia de igualdad de trato y no discriminación, desde la Red Eraberean desarrollamos acuerdos de colaboración con distintos medios de comunicación, con especial atención a aquellos de titularidad pública, sobre la no proyección de estereotipos y prejuicios, especialmente por razón de origen, etnia, nacionalidad, orientación e identidad sexual y de género”. Eraberean también colabora en un proyecto de sensibilización sobre igualdad de trato y no discriminación en las aulas que está impulsado por las viceconsejerías de Políticas Sociales y Educación del Gobierno vasco.

Artolazabal reconoció que se han detectado “dificultades” para que en los procesos judiciales por los delitos asociados a estas formas de discriminación se apliquen los tipos delictivos de odio, aunque añadió que se están logrando algunos “avances”. Explicó que, en ocasiones, este problema se debe a que la Policía carece de la formación necesaria sobre esta materia, por lo que “no instruye adecuadamente” sus diligencias sobre denuncias relacionadas con estos comportamientos y anunció que con el fin de resolver estas deficiencias se está trabajando para mejorar la formación de los agentes.

FORMACIÓN POLICIAL En estos momentos la Red Eraberean trabaja para elaborar un marco de colaboración con la Academia vasca de la Ertzaintza con el objetivo de que sirva para formar a las nuevas promociones de agentes en materia de igualdad de trato y no discriminación, una formación específica que en el futuro podría ampliarse a organizaciones policiales y de operadores jurídicos.

En cuanto a la recogida de datos, la red estudia fórmulas de colaboración institucional para avanzar en el consenso de indicadores compartidos en la recogida de datos sobre discriminación, según explicó la consejera. Y para afrontar los casos de discriminación múltiple, desde Eraberean se profundiza en el trabajo en red con otros agentes que desarrollen su actividad en relación a otros motivos de discriminación.

La labor desarrollada por la Red Eraberean durante su trayectoria se ha llevado a cabo en torno a los ejes de prevención, formación y sensibilización. El objetivo de este eje de trabajo es impulsar procesos de transformación social, combinando con este propósito programas y actuaciones de formación, creación de materiales de divulgación y asesoramiento a instituciones, organizaciones sociales y la sociedad civil y de atención, asistencia y asesoramiento.

‘Plumofobia’, así es la homofobia entre gays que se multiplica en Internet

http://www.elmundo.es/f5/comparte/2017/06/27/5950fa0a46163f5d4b8b465d.html

 

Dentro del mundo LGTB no es ninguna novedad. El discriminado hace tiempo que se ha convertido también en discriminador. Lo que ya venía siendo una tendencia al alza en el universo offline parece haber encontrado el acomodo perfecto en la esfera virtual, donde los casos de homofobia entre gays se han multiplicado con las nuevas plataformas y aplicaciones sociales.

Un estudio realizado por Cal Strode, en el que participaron 280 homosexuales de Estados Unidos y Reino Unido, dejaba poco lugar a la duda. El 37% de los gays que se autodefinía sin pluma afirmaba que los gays con plumamanchan la imagen de los homosexuales en general. Aun más llamativo era el dato que indicaba que el 35% de los homosexuales que no se veían en absoluto afeminados se identificaba más con la comunidad heterosexual al considerarla “menos extravagante”. Por si esto fuera poco, en las conclusiones de este informe se podía leer que cuatro de cada 10 gays que aseguraba no tener pluma renegaba por completo de la lucha contra la homofobia.

Encontrar ejemplos de plumofobia dentro del mundo LGTB es relativamente sencillo. Tan sólo hace falta darse una vuelta por alguno de los locales de ambiente leather, S/M u oso y leer lo que rezan muchos de los carteles de promoción de sus fiestas. En éstos es fácil encontrar advertencias del tipo “sólo tíos machos”, “abstenerse locas y plumas” y otras perlas similares. Allí, muchos ya lo saben, los hombres afeminados están muy mal vistos.

Marc Gómez, uno de los bloggers más sensibilizados con lo que él denomina LGTB-fobia, define la plumofobia como una suerte de “miedo y rechazo a la pluma” o “miedo y rechazo a los hombres afeminados”. El italiano Andrea Puggeli, otro activista, profundiza en este asunto y sostiene que “la plumofobia va en contra de aquellas personas que se salen de sus roles de género: contra las mujeres que no hacen lo que tienen que hacer las mujeres y contra los hombres que no hacen lo que se supone que deben de hacer los hombres“. Una reflexión que enlaza directamente con el cada vez más mediático concepto de heteropatriarcado, entendido como sistema socio-político en el que el género masculino y la heterosexualidad gozan de una supremacía latente y donde el binarismo de género hombre / mujer y sus desequilibrados roles son los que configuran la realidad social.

Discriminación a los roles de género

En uno de sus comunicados, la Asociación Respeta LGTBH, que en reiteradas ocasiones se ha manifestado incómoda y contraria a las etiquetas y a los estereotipos, explicaba así lo que ellos advierten como la percepción generalizada en relación a los homosexuales con pluma: “La sociedad percibe la pluma de gays y lesbianas como elemento inherente a su orientación sexual. Así lo exhiben los medios de comunicación, que al final son los que consolidan las opiniones de la masa. Por eso, la gente presume heterosexual a quien no tiene pluma. Esto invisibiliza a bisexuales y homosexuales sin pluma y, por qué no decirlo, a heterosexuales y bisexuales con pluma que son automáticamente catalogados como gays y lesbianas”.

Sobre este último asunto ya avisaba hace un par de años la guía Abrazar la diversidad, elaborada por el Instituto de la Mujer, donde se alertaba de la incipiente discriminación relacionada con los roles de género entre jóvenes de 15 a 19 años denunciando en sus conclusiones que “los hombres que no son percibidos como suficientemente masculinos sufrirán el insulto homófobo, al igual que las mujeres que no sigan los mandatos de la feminidad”.

Más allá de la plumofobia, la discriminación creciente dentro del mundo gay no afecta exclusivamente al asunto de los roles de género. Cada vez son más los homosexuales que están señalando la discriminación racial que se da en las aplicaciones para ligar. Allí, es tan fácil encontrar usuarios a la caza de hombres negros en busca del estereotipado rol de chico duro y dominante, como otros que no tienen reparo alguno en redactar en sus bios observaciones tan hirientes como “negros no”. Lo mismo que sucede con asiáticos, latinos o gitanos.

¿Autodesprecio?

Joan es un ex usuario de lo que denomina como “apps de folleteo”. Desencantado, decidió borrarse su perfil debido a la fauna que merodea por estos escaparates humanos. Allí, comenta, suele ocurrir que muchos de los que incluyen en sus descripciones de búsqueda aquello de “no negros”, “no asiáticos”, “sólo gimnasio”, “sin pluma” y otros requisitos que califica como “absurdos, excluyentes e inaceptables”, son los mismos que se construyen perfiles con identidades falsas y, a menudo, sin fotografía. “Bajo el anonimato que ofrece la cibermáscara se permiten unas licencias que en la vida real no se atreverían a tomar“, agrega, lamentando que, “desgraciadamente, igual que hay muchas mujeres machistas, también hay mucha homofobia dentro del mundo gay”.

Otro de los temas que Joan pone sobre la mesa, y que tampoco suele tratarse con frecuencia en relación al colectivo LGTB, es la misoginia que se da en ambientes abiertamente gays y más concretamente en locales en los que se trata de evitar -cuando no se prohíbe- la entrada de mujeres. Tres cuartos de lo mismo ocurre en los cada vez más concurridos festivales de ambiente en los que sólo son bienvenidos hombres musculados. Bajo el pretexto de crear espacios temáticos destinados a satisfacer los deseos de una minoría lo que encontramos son, a menudo, minorías discriminando otras minorías.

La manida frase “yo no tengo nada en contra de los gays, pero con las locas no puedo”, que seguro casi todos hemos escuchado alguna vez en boca de un heterosexual, parece haberse extendido llamativamente dentro del propio colectivo LGTB. Javier Sáez y Sejo Carrascosa, en su Elogio de la Pluma, son tajantes a la hora apuntar las posibles causas de esa latente homofobia dentro y fuera del mundo gay: “Muchos de esos supermachos plumófobos tienen más pluma que un edredón noruego, con lo cual uno se pregunta si no habrá también una pizca de autodesprecio inconsciente en ese rechazo visceral a la pluma del otro”.

1977: El día en que la homosexualidad salió de la clandestinidad para tomar la calle

Asistentes a la primera manifestación homosexual en España, organizada por el FAGC el 26 de junio de 1977 EFE

A los pocos días de las primeras elecciones democráticas tras la muerte de Franco, una organización clandestina convocó una manifestación en las Ramblas de Barcelona que sería también histórica. Era el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (FAGC), que por primera vez en España tomaba la calle para reivindicar los derechos de gays y lesbianas. “Teníamos que conseguir libertad en el momento en que el resto de la población alcanzara libertad”, recuerda Eliseu Picó, uno de los fundadores del FAGC. Por eso después de la llamada a las urnas del 15 de junio de 1977, organizaron su primera manifestación el domingo 26.

El movimiento, por supuesto, no nace en ese momento. Desde 1970 se había ido articulando una respuesta a la Ley de Peligrosidad y Rehabilitación Social que aprobarían ese año las Cortes franquistas. Era una evolución de la Ley de Vagos y Maleantes, que provenía de la República pero a la que en 1954 se incorporó la homosexualidad. En ese contexto se organiza lo que más tarde vendría a ser el Movimiento Español de Liberación Homosexual (MELH), y sus impulsores envían primero cartas anónimas a los obispos presentes en las Cortes y más tarde, con el apoyo de la revista francesa Arcadie, hacen llegar a todos los miembros de la cámara información sobre homosexualidad y ley.

“Fue el primer éxito que nos dio coraje para seguir, porque hubo un debate en las Cortes y la ley ya no perseguía a los homosexuales por el simple hecho de serlo, sino a quienes cometieran actos, en plural, de homosexualidad”, explica Armand de Fluvià, uno de los impulsores de ese movimiento. A partir de ahí el MELH siguió su trabajo, y en 1972 empezó a publicar una revista, Aghois, que se enviaba por correo desde Francia a los “valientes suscriptores” y pretendía romper con la soledad de los homosexuales.

Si bien las fuerzas del orden no perseguían activamente a los homosexuales de la misma manera que a los militantes políticos, sí había detenciones, y cárceles destinadas a este fin en Badajoz y Huelva. “Básicamente a partir de denuncias de familia y de vecindario”, explica Jordi Petit, fundador de la Coordinadora Gai-Lesbiana de Catalunya y más tarde secretario general de la International Lesbian and Gay Association (ILGA). “Ese período significó problemas de autorechazo y autohomofòbia, de no aceptarse, y más en una cultura nacionalcatólica donde la iglesia imponía una determinada moral”, apunta. Él mismo aceptó la recomendación de ponerse el silicio para “educar la voluntad”.

La represión durante el franquismo, sin embargo, no afectaba de igual manera a hombres y mujeres. “Como siempre, las mujeres tenemos una sexualidad que no es reconocida, que se considera subsidiaria de la masculina, y por tanto en el caso de las lesbianas quedaba todo más escondido, sin nombre, también en cuanto a la persecución, y aún hoy cuesta conseguir la visibilidad lesbiana”, apunta Mercè Otero, militante feminista y miembro de Ca la Dona.

La necesidad de salir a la calle

En este contexto, el cerco alrededor del MELH se fue estrechando. En 1973 Armand de Fluvià recibió una llamada de alguien que decía que quería recibir la revista Aghois. Reconoció la voz de Vicente Juan Creix, de la Brigada de Investigación Social de la policía, y supo que ya habían descubierto de dónde salía la publicación. “Les dije a los chicos que nos habían pillado y que teníamos que disolver los grupos, y sólo mantuvimos el que editaba la revista, que duró hasta el año 75, poco antes de morir Franco”, explica.

Con la muerte del dictador el movimiento hizo un cambio importante. “Si bien el MELH era un movimiento reformista, con muchos de los que éramos y muchos más que reunimos, fundamos el Front d’Alliberament Gai de Catalunya (Frente de Liberación Gay de Catalunya), que era un movimiento revolucionario, con un manifiesto todavía muy vigente que fue la base para todas las otras organizaciones que se formaron después en toda España”, explica Fluvià. El cambio de nombre representaba la adopción de una perspectiva antipatriarcal y anticapitalista, y una estrategia frentista, que acabaría llevando el movimiento a salir a la calle.

Eugeni Rodríguez, que fue portavoz del FAGC desde 1985 y hoy preside el Observatori Contra l’Homofòbia, explica el carácter de esta nueva organización: “El emblema del FAGC es muy claro, tenemos el triángulo equilátero invertido, que era el símbolo que se ponía a los homosexuales en los campos de exterminio nazis, para recordar de dónde venimos; tenemos las cuatro barras, porque nos reivindicamos de una tierra oprimida, que es Catalunya; y el puño alzado, porque es una lucha que se hace desde una perspectiva obrera”.

El FAGC empezó a salir a la calle para acompañar las otras luchas sociales del momento. La primera vez fue en la manifestación por la amnistía convocada por la Assemblea de Catalunya en 1976. “Salimos con miedo, con una pancarta tapándonos hasta los ojos, y en cambio nos encontramos aplausos en todas partes, ningún insulto ni nada, todos nos aceptaban, y eso nos alentó”, recuerda Armand de Fluvià. A partir de aquí el FAGC empezó a hacer acto de presencia en el Día de la Mujer, el Primero de Mayo, en la Diada de Catalunya y mítines por la mayoría de edad a los 18 años o por el derecho al divorcio. Hasta que con las redes de apoyo tejidas con todo tipo de movimientos se vieron con fuerzas para convocar su propia manifestación.

Una manifestación unitaria

En la primera marcha por los derechos LGTBI que tenía lugar en el Estado, lo que pedía el FAGC, en ese momento todavía una organización ilegal, era la derogación de la Ley de Peligrosidad y Reforma Social, y a pesar de la represión la respuesta fue muy amplia. “La convocaba el FAGC pero nos añadimos enseguida movimiento feminista, movimiento vecinal, sindicatos y partidos, y allá no había sólo militantes políticos y gays y lesbis, también matrimonios y parejas heterosexuales, porque se había contagiado mucho esta lucha antirrepresiva, y la gente respondía”, explica Empar Pineda, militante feminista lesbiana y en ese momento dirigente del Movimiento Comunista. “Fue una manifestación muy unitaria y te sentías muy acompañada, y vale la pena recordarla aunque se haga una cada año”, añade Mercè Otero.

La marcha subió las Ramblas de Barcelona casi enteras. “No nos lo pensábamos y llegamos casi hasta el final, en la Fuente de Canaletas”, recuerda Eliseu Picó. Fue entonces cuando la policía dispersó la manifestación con golpes y balas de goma. “La presencia de los grises hacia la mitad de las Ramblas hizo que la gente se empezara a dispersar, y quien hizo de escudo y nos protegió fueron transexuales y travestis, a quienes no habíamos dejado ocupar la cabecera de la manifestación porque nos preocupaba la imagen”, lamenta Pineda. “Las feministas decían que aquello era una caricatura de la mujer objeto y los gays decían que esto nos sacaba la seriedad, sólo después hemos visto que aquello fue un error”, remacha Jordi Petit.

Una vez el movimiento tomó la calle ya no paró, y este 1 de julio se celebrará la 40ª manifestación por la liberación LGTBI en la ciudad de Barcelona, que  resiste con un fuerte carácter político a la sombra del Pride. Al año siguiente el FAGC sufrió su primera escisión, con la formación de la Coordinadora de Col·lectius per l’Alliberament Gai (CCAG), de carácter más libertario, y las pocas lesbianas que militaban abandonaron la organización para integrarse en el movimiento feminista. Por otra parte, la manifestación de 1978 tuvo réplicas también en Madrid, Bilbao y Sevilla y a finales de ese año se consigue la retirada de la homosexualidad de la Ley de Peligrosidad y Reforma Social.

En 1979 el FAGC convocará la manifestación reivindicando la legalización de las organizaciones gays, que finalmente se conquista en 1980. Desde entonces el movimiento ha tenido altos y bajos con multiplicidad de organizaciones y reivindicaciones, pero todos los que lucharon entonces coinciden en reivindicar la importancia de ese momento histórico y que hoy todavía queda mucho por hacer para combatir la LGTBIfobia.

Los barrios «gay-friendly» más populares del mundo

Lugares en los que no es necesario esconderse ni ocultar las muestras de afecto en público, se han convertido en destinos ideales para el turismo LGTB. Hoy nos paseamos por los barrios gay-friendly más populares del mundo.

 

El turismo LGTB o gay-friendly se ha visto incrementado en los últimos años, potenciando aquellos lugares donde todas las personas pueden disfrutar sin problema de su tiempo de ocio y vacaciones, sin importar su orientación sexual, de manera que el fomento de la integración resulta uno de sus principales objetivos.

Lugares en los que no es necesario esconderse ni ocultar las muestras de afecto en público, pues la aceptación social de la homosexualidad es mayor, se han convertido en destinos ideales para el colectivo LGTB. De tal forma, en las zonas urbanas, destacan los barrios gay-friendly más populares del mundo. Hoy nos paseamos por algunos de ellos para disfrutar de su libertad, su diversidad y su multiculturalidad en estupendos entornos.

 

Grachtengordel (Ámsterdam)

Ámsterdam (Holanda) es uno de los primeros destinos homosexuales del mundo. En pleno centro de la ciudad, en el barrio de  Gratchendgordel, se encuentra más de un centenar de establecimientos dirigidos al colectivo LGTB. Cada primer fin de semana de agosto se celebra la fiesta del Orgullo Gay de Ámsterdam (Amsterdam Gay Pride), que atrae a numerosos visitantes cada año.

Destaca el Homomonument, un monumento conmemorativo, erigido en 1987, en memoria de las víctimas del nazismo formado por tres triángulos de granito rosaque simbolizan aquellos que los nazis obligaban a coser a los prisioneros homosexuales en sus uniformes.

 

Barrio de Castro (San Francisco)

El centro de la comunidad LGTB en San Francisco (Estados Unido) es el barrio de Castro, cercano a la colina donde se encuentra el famoso mirador de Twin Peaks. Su zona más emblemática se extiende entre Castro Street y Market Street hasta la calle nº19. En este hermoso rincón de San Francisco se encuentra el GLBT History Museum, primer museo gay de Estados Unidos, y otro monumento conmemorativo en el Parque del Triángulo Rosa en recuerdo de las víctimas homosexuales asesinadas por los nazis.

Se cuenta que, durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército de los Estados Unidos destinó a esta ciudad a miles de hombres a los que no permitieron combatir por su condición homosexual. Muchos de ellos se instalaron en Castro y la comunidad empezó a crecer en el ambiente de libertad y respeto que tanto la caracteriza.

 

Le Marais (París)

El barrio gay-friendly de París es Le Marais. En pleno centro histórico de la ciudad, donde se encuentran destacados museos, Le Marais cuenta con centenares de locales nocturnos, hoteles, bares, restaurantes, saunas y comercios pensados para el público LGTB, además de ser un lugar multicultural donde siempre vale la pena perderse.

 

San Telmo (Buenos Aires)

Uno de los destinos preferidos del turismo homosexual es Buenos Aires (Argentina). Y es que esta bella localidad cuenta con zonas gay-friendly como el barrio de Palermo, el de Recoleta y el de San Telmo. Este último, plagado de un ambiente bohemio en el que destacan las galerías de arte, tiendas, bares, clubes y salones de tango, es el centro de la movida nocturna.

El barrio de San Telmo es uno de los más antiguos de la ciudad, con sus calles adoquinadas y sus edificios decimonónicos, además de contar con algunos de los salones de tango más grandes de la capital argentina.

 

Schöneberg (Berlín)

Los berlineses albergan una de las comunidades LGTB más grandes de Europa. Sus primeros locales se inauguraron en el barrio de Schöneberg, durante los años veinte del siglo XX. En la esquina de la plaza Nollendorf y la calle Einemstraße se ubica el Centro de Homosexuales de Berlín (Mann-O-Meter), mientras que en las calles MotzstraßeKleiststrasse y Martin Luther Strasse se puede disfrutar de la mayor concentración de pubs y bares.

 

Gayxample (Barcelona)

En la zona céntrica de Barcelona se localiza el que se ha convertido en otro de los principales destinos turísticos gais europeos: el Gaixample, también conocido como Gayxample.

En este barrio han proliferado establecimientos orientados al colectivo LGTB, como comercios de ropa, bares, restaurantes y locales de ocio nocturno. En el año 2003, se inauguró aquí el primer hotel gay-heterofriendly del mundo: el lujoso Axel Hotel.

 

Greenwich Village (Nueva York)

Nueva York es una de las ciudades de Estados Unidos con mayor número de homosexuales. Aquí, la zona gay-friendly más famosa se encuentra en Greenwich Village, un barrio bohemio, situado en el bajo Manhattan, donde algunos establecimientos permanecen abiertos hasta altas horas de la madrugada.

La calle Christopher, donde se ubican numerosas tiendas y clubs para homosexuales, como el Stonewall Inndonde se inició en los años sesenta el movimiento por los derechos de gais y lesbianas, son las rutas imprescindibles en un barrio en el que se rodaron series míticas como FriendsSexo en Nueva York y Mad Men.

 

Barrio Alto (Lisboa)

En Lisboa (Portugal), el ambiente LGTB se congrega alrededor de la Praça do Principe Real y la Praça Luís de Camões, por el hermoso Barrio Alto, con numerosos bares, cafés, locales nocturnos y saunas. Es aquí donde se puede ir a bailar a la famosa discoteca Lux, propiedad del actor norteamericano John Malcovich. Además, cada año, Lisboa acoge una celebración para no perderse: el Festival Internacional de Cinema Queer.

 

Church Wellesley Village (Toronto)

La Gay Parade más popular de América del Norte se celebra cada año en Toronto(Canadá), subvencionada tanto por las instituciones públicas como por las empresas privadas. El barrio más importante de la comunidad LGTB en esta ciudad canadiense es Church Wellesley Village, donde se ubican numerosos restaurantes, bares, comercios y clubes nocturnos, además de ofrecer todo un crisol de actividades culturales.

El colectivo LGTB está integrado de tal forma en la ciudad que a nadie sorprenden las grandes vallas publicitarias protagonizadas por el mismo, así como sus inconfundibles señalizaciones.

 

10 Chueca (Madrid)

Si de barrios gay-friendly del mundo se trata no podemos olvidar Chueca, en Madrid, uno de los más famosos del continente europeo. Galerías de arte, terrazas, librerías, comercios, cadenas de moda, establecimientos de restauración y sus locales nocturnos lo han convertido en un referente en todo el mundo.

Cada año, este barrio madrileño celebra por todo lo alto el Día del Orgullo Gay. El 23 de junio se iniciarán además los actos del WordlPride Madrid 2017, que se extenderán por otros lugares de la capital. En el programa de actividades destaca la programación de la Manifestación Mundial del Orgullo LGTB, que se estima que será la más grande del mundo.

 

Escritora y redactora gallega. Autora de los libros Las nueve piedras y El Libro del Único Camino, así como de numerosos relatos en revistas de género, colabora asiduamente con sus artículos y columnas de opinión en diversos medios digitales. Con la pasión y la curiosidad que la caracterizan, descubre el mundo a través de su historia, su cultura, sus lugares y sus gentes para difundir y compartir todo tipo de sensaciones y hallazgos. Porque todo viaje comienza con un solo paso.