Javier Maroto y Josema Rodríguez.
Noche de elecciones municipales. 24 de mayo. Radiante de felicidad, Javier Maroto comparece en público tras obtener un holgado triunfo en Vitoria, que le permitirá conservar la alcaldía salvo un improbable acuerdo entre todos los demás partidos. Improbable, pero real apenas veinte días más tarde. Sonriente y relajado, con un apoyo reforzado su apoyo en las urnas tras una campaña a cara de perro, confiesa: “Doy las gracias a mi familia por todo su esfuerzo y el apoyo que me han dado”. “Y especialmente -añade-, a Josema, por estar siempre a mi lado”. Josema, lo saben todos los presentes, es su novio. Y su marido dentro de unas pocas horas. El flamente vicesecretario Sectorial del PP, uno de los hombres en los que ha confiado Mariano Rajoy para revitalizar la imagen de su partido y afianzarse en el poder en los comicios generales de diciembre, dará este viernes el ‘sí quiero’ a Josema Rodríguez, interventor general del Ayuntamiento de Durango, con el que mantiene una relación desde hace 19 años. Una ceremonia que pretendía ser íntima y cuyos ecos, en cambio, han sacudido las bases de su partido.
Los novios se intercambiarán los anillos en el salón de ceremonias del Ayuntamiento de Vitoria, en una boda que será oficiada por el concejal popular Miguel Garnica. Un grupo de txistularis pondrá la música. Todo por 150 euros. Hasta el restaurante El Caserón, en el alto de Armentia, se desplazarán para el banquete 270 invitados. El más destacado, Mariano Rajoy.
La presencia del presidente del Gobierno ha generado controversia en el Ejecutivo y en las filas del PP, donde dirigentes cercanos a la ortodoxia de la Iglesia católica no veían con buenos ojos que asistiera a una boda homosexual. Máxime cuando la ley que regula el matrimonio gay -instaurada en el mandato de José Luis Rodríguez Zapatero y a la que se acoge Maroto- fue censurada hasta el extremo por el Partido Popular, que la tiene recurrida ante el Tribunal Constitucional. Rajoy ha deshojado la margarita hasta última hora y, aunque podía haberse escudado en problemas de agenda, al final ha optado por acudir a la ceremonia; una actitud que chocará a los sectores más tradicionales del PP, pero que, a apenas tres meses de las elecciones generales, reforzará sus perfiles más centristas.
Antes de que Rajoy confirmara su asistencia, anunció la suya Arantza Quiroga, la presidenta del partido en Euskadi, quien nunca ha ocultado sus profundas ideas religiosas.
Maroto ha ejercido con frecuencia de ‘verso suelto’ en el PP, del que hoy es un destacado dirigente con proyección nacional. Por ejemplo, no ha compartido ni la actitud de su propio partido con el matrimonio homosexual ni su oposición a la energía nuclear. De hecho, se saltó la disciplina de voto y apoyó el cierre de la central de Garoña, cuya permanencia defiende el Gobierno de Rajoy.
Los precedentes
Antes que Maroto, Iñaki Oyarzábal ya marcó un precedente hace tres años. El por entonces secretario general del PP vasco fue el primer dirigente de la formación en declararse sin tapujos homosexual. No es que antes se hubiese escondido; no eran pocos los actos a los que acudía con su pareja. Tras consultarlo con Antonio Basagoiti, que presidía en aquellas fechas a los populares de Euskadi, ‘salió del armario’, lo que le granjeó las felicitaciones del exministro Alberto Ruiz-Gallardón y hasta de la socialista Elena Valenciano.
Los pioneros en ir al altar, en cambio, fueron los socialistas Ernesto Gasco e Iñigo Alonso. El primero, viceconsejero de Transportes y Obras Públicas entre 2009 y 2012 y actualnmente concejal en San Sebastián; el segundo, edil en el Ayuntamiento de Lasarte-Oria por aquel entonces. La pareja contrajo nupcias en dos ocasiones: fueron los primeros que en 2003 se sirvieron de la Ley de Parejas de Hecho del Parlamento vasco, aunque aquello no fuera considerado un matrimonio. El mismo honor se llevaron dos años más tarde, cuando pasaron por el Ayuntamiento de San Sebastián en cuanto la legalización de las uniones homosexuales fue un hecho. “El lehendakari me suele comentar siempre la anécdota de que Zapatero le dijo que, si tenía alguna duda a la hora de aprobar la ley, se le quiotaron viendo lo felices que estaban nuestras amatxos aquel día”, comentó un tiempo más tarde.
Poco después, le tomó el relevo Iñigo Lamarca en el consistorio gipuzcoano. El antiguo Ararteko acaba de celebrar su décimo aniversario junto al riojano Sergio Iñiguez, con quien se casó el 9 de octubre de 2005. Desde que Lamarca se reconciliase consigo mismo -tras una adolescencia de negación sexual-, jamás ha conocido impedimentos a la hora de hablar de su condición. “La conciencia de ser homosexual me creó un sentimiento de culpa pero, más tarde, me hizo rebelde”, confesó a este diario durante una íntima conversación la que charló sin tapujos sobre su experiencia y de lo más íntimo.
Entre los invitados a la boda de Lamarca, el recién fallecido Pedro Zerolo, que contrajo matrimonio con Jesús Santos, esposo y compañero durante veinte años y hasta el último de sus días, cuando el cáncer de páncreas se llevó al activista y dirigente del PSOE. El militante socialista luchó contra la enfermedad con tanta fiereza como contra la homofobia y las injusticias sociales. “El activismo ha sido clave en mi vida. He salido de muchos armarios: como gay, migrante, ateo, republicano…”, aseguró cuando arrancaba su tratamiento de radioterapia.
Pioneros
En julio del año pasado, el parlamentario del PNV Iñigo Iturrate se intercambió las arras con Guillermo Pardavilla. Como oficiante, Ibon Areso, aún alcalde, y la cúpula del PNV como invitados a una ceremonia íntima y con poco público. El ‘destape’ de Iturrate fue más complicado, con esposa e hijos de por medio en el momento de hacerle frente a su verdadero yo. “Lo hice público por algo personal, no quería vivir una mentira. Al fin y al cabo, yo no me separaba porque hubiese fracasado una relación, por lo que en su momento creí conveniente dar una explicación a mis hijos y mi entorno”, reconoció en una entrevista con EL CORREO. Corría el año 2009. .
Al día siguiente, el consejero de la Generalitat Santi Vila hacía lo propio con su novio, el chef ítalo-brasileño Rafael Vertamatti, en los jardines del Castillo de Perelada (Girona). El miembro de Convergencia Democrática de Cataluña se convirtió en el primero de su partido en contraer matrimonio con una persona de su mismo sexo, rodeado de 200 invitados y textos de Óscar Wilde, de ‘El Principito’ y de la Biblia.
Muy cerca, en Barcelona, Jaume Collboni se convirtió en el primer candidato gay de la historia a la alcaldía de la Ciudad Condal. El concejal del PSC está casado con Óscar Cornejo, director de la productora La Fábrica de la Tele, con un currículum entre los que destacan programas de brutal ‘share’ como ‘Sálvame’ o ‘La Noria’. Con lo que eso conlleva: un pomposo enlace con toda la flor y nata de la controvertida cadena. Jorge Javier Vázquez, Mila Ximénez, Belén Esteban…
Junto a Vila y Collboni, Miquel Iceta, secretario general del PSC, cierra el triunvirato de los políticos catalanes abiertamente gays y con más peso político en la comunidad autónoma. Iceta fue, más que ninguno, un adelantado a su tiempo al confesar al mundo su homosexualidad allá por 1999. Aprovechó entonces un programa de los socialistas sobre la libertad sexual: “No podía negarme, más cuando mi pareja me animaba a hacerlo”, ha llegado a admitir.
En Andalucía, Antonio Maíllo se coronó como el primer candidato gay a la Junta de Andalucía (“que se sepa”, bromea él). Abiertamente homosexual, llegó a ser calificado como Zerolo andaluz, ante lo que el de Izquierda Unida marcaba distancias: “ A mí me lo llaman con connotaciones muy diferentes. Me llama la atención si sirve como referente positivo para normalizar la situación”. ¿Y cuándo sucederá eso? Ya lo decía Maroto, cuando deje de ser noticia.