Aumentan las agresiones contra homosexuales en Holanda

En Holanda las agresiones contra homosexuales siguen ocupando titulares de prensa. En la ciudad de Utrecht este tipo de situaciones va en aumento. Se han dado varios casos de personas que han debido mudarse a causa del acoso: primero una pareja de lesbianas, luego una pareja de homosexuales y recientemente un transexual. Hasta ahora no existen cifras fiables sobre el aumento de la violencia contra los homosexuales.

teaser-utrecht-homo

Por RNW

A pesar de estas alarmantes noticias, René Tigges, homosexual de 40 años, decidió hace poco irse a vivir a Utrecht. Su casa está en un barrio en el que viven muchos extranjeros y René no está dispuesto a adaptar su comportamiento.

‘Seguiré siendo el mismo’ dice Tigges: ‘si por ejemplo voy por la calle con un amigo homosexual o lo acompaño a la estación, me despediré de él como siempre, como haría cualquiera. No voy a estar mirando para todos lados con la idea de “oh, quién nos está mirando, mejor no lo hago para evitar comentarios”. No’.

Besos
René Tigges sigue dando besos a sus amigos, incluso en la calle. Esto a muchos jóvenes de origen marroquí les parece horroroso. Son ellos quienes a menudo agreden a los homosexuales. En Utrecht los jóvenes marroquíes suelen decir que son los homosexuales quienes provocan las agresiones.

‘Se lo buscan ellos mismo con su comportamiento un poco llamativo, un poquito sucio. Eso no puede ser, ¿eh? Cuando están haciendo la compra comienzan a besarse. Eso es una falta de respeto, no puede ser, ¿eh? Eso despierta la agresión. Hombre y mujer, okay, pero tendrían que mostrar un poco más de respeto’, opina un joven marroquí.

Respuesta a Wilders
Según otro marroquí, veinteañero, los que molestan son generalmente púberes que no reciben información sobre la homosexualidad ni en la escuela ni en la casa, donde además está estrictamente prohibida. Además, agrega, está Geert Wilders, que mete leña al fuego con su política anti musulmana.

‘Esto tiene mucho que ver con Wilders. Éste lucha contra el Islam, por lo tanto hay que encontrar algo para pelear de vuelta. Y ahí aparecen los homosexuales, que cuentan con la aceptación de Wilders. Esto es lo que veo en muchos jóvenes del barrio’.

René Tigges es un visitante regular de Body Talk, el único bar gay de Utrecht. Junto a otros visitantes de este bar ha recibido más de una vez gritos agresivos de jóvenes marroquíes: ‘maricas asquerosos, maricones, ese tipo de insultos, sí’.

Teléfono especial
La policía estuvo presente en uno de estos incidentes, pero no hizo nada, asegura Tigges. Por su parte la municipalidad de Utrecht anunció que dentro de poco abrirá un número de teléfono especial para las denuncias de violencia anti homosexual.

Brutal crimen de dos mujeres transexuales en Ecuador, a golpes en la cabeza y navajazos

Horrorizado. Así fue como quedó un hermano de una mujer transexual que halló a su hermana y a una amiga de esta asesinadas a punta de combo, cuchillo y maniatadas.

Johana transexual asesinada ecuador

Extra y actualización del Diario Digital Transexual-. Las víctimas pertenecían a la Red transgénero de El Oro, liderada por Karen Paz. Ambas tenían el cráneo destrozado a golpes con un objeto contundente (combo), cortes de arma blanca en el cuerpo y, además, estaban maniatadas.

Los cadáveres de Débora Durán Correa y Johanna Pinzón, foto superior, fueron encontrados en un domicilio del barrio Abdón Calderón, de Machala.

Este doble crimen ocurrió en forma misteriosa y acusan que el robo podría ser el móvil que concluyó con este hecho sangriento, debido a que algunos electrodomésticos desaparecieron de la casa.

Quienes habitan en el barrio Abdón Calderón, calle Décima Sur, entre la 15 y 16 Oeste, de la capital orense, estaban consternados por la matanza.

Familiares de la fallecida Débora, después de las 16:00 la vieron llegar de las calles antes nombradas en aparente estado de ebriedad, acompañada de su amiga Johanna.

Esta última había bautizado la peluquería unisex como –Johanna- que por muchos años mantenía en el barrio San Jacinto, al sur de Machala.

Tres sospechosos del doble crimen

A los pocos minutos tres tipos desconocidos tras descender de un taxi ingresaron al domicilio de las chicas trans, donde dentro de una sábana se llevaron un televisor y un dvd.

Las halló muertas

José, el hermano menor de Débora, al llegar a la casa de su hermana, quien supuestamente charlaba con Johanna, se llevó la peor sorpresa de su vida.

Observó angustiado que sobre la cama se encontraban las dos amigas, destrozadas sus cabezas a golpes con combo, herramienta que quedó junto a los cuerpos ensangrentados, así como un cuchillo con el cual se supone también atacaron a las víctimas, quienes tenían ataduras en las manos.

A pesar de su fortaleza José Durán Correa gritó de dolor y sorpresa al ver a su hermana y a la amiga sin vida. El mueble donde estaba el televisor quedó vacío. Aún nervioso tomó valor y se dirigió a los vecinos para que llamen a la Policía del lugar que enseguida llegó para verificar lo sucedido.

Tanto Criminalística como la fiscal Silvia Zambrano realizaron el levantamiento de los cadáveres y los trasladaron a la morgue. Los agentes tras indagar con las familias conocieron que las fallecidas pertenecían a la red transgénero de El Oro, liderada por Karen Paz.

De los “amigos” que llegaron a última hora en un taxi, nadie comentó sobre ellos.

Débora Rolando, de 45 años, trabajaba como ayudante de albañilería, mientras que Johanna Pinzón, de 36, de profesión estilista, atendía en su peluquería que llevaba su mismo nombre.

Finalmente en sus féretros Débora y Johanna fueron trasladadas para el velatorio a sus respectivos domicilios, en las ciudadelas Abdón Calderón y San Jacinto, al sur de la capital orense.

Noticia:Diario Digital Transexual

Absueltos los dos acusados de pegar a una transexual en los vestuarios de un gimnasio

Dos hombres acusados de agredir a una mujer transexual en los vestuarios masculinos de un gimnasio del barrio de El Llano quedaron ayer absueltos al no presentarse la supuesta víctima a la vista oral, prevista para ayer en Penal 1 de Gijón. En la denuncia constaba que los hechos habían ocurrido el 3 de julio de 2009. Según relataba la víctima, estaba en la ducha cuando sintió un fuerte golpe, «me sacaron a rastras, desnuda y tirada por el suelo, mientras me golpeaban y me insultaban», relató.
Debido a la incomparecencia de la acusación particular, que imputaba a los acusados una falta de lesiones, el juicio quedó resuelto por no haber principio de acusación con el que mantener la causa. Los dos procesados han sido absueltos.
La mujer transexual, Y. A. S., llegó a redactar un comunicado a través de la asociación Xente Gai Astur (XEGA), en la que relataba las supuestas «humillaciones y desprecios» sufridos durante la agresión que decía haber sufrido.
«Dicen que la vida está llena de casualidades. Debe ser por eso que a mi me tocó ser transexual. Siempre tuve el temor de que, por serlo, algún día pudiera llegar a ser agredida. Es lo que a lo largo de la vida he visto que le ocurre a otras mujeres como yo», comenzaba el escrito. Explicaba también que el gimnasio le denegó en su día el poder utilizar el vestuario de mujeres, pese a su condición de transexual, dado que en el documento nacional de identidad aparecía como hombre, y no como mujer. Ahora, el caso ha sido cerrado, al no haberse presentado a la vista oral que se iba a celebrar ayer.

Cacería de homosexuales en Uganda

Un periódico ugandés ha publicado el “top-100 de homosexuales”. Además, ha incluido una foto de cada uno, su dirección, su teléfono y ha pedido a los lectores que los ahorquen. Cuatro de los ciudadanos que aparecían en el listado han sido atacados en los últimos días. El Gobierno ha ordenado la suspensión del periódico, pero porque no estaba siquiera registrado como medio de comunicación. El editor del tabloide declaró que “los gays están reclutando niños mediante redadas en las escuelas”.

El tabloide ugandés Rolling Stone publicó recientemente imágenes de lo que denominó un Top100 de homosexuales, con sus fotos, sus teléfonos y sus direcciones, pidiendo a los lectores que “los cuelguen”.

Según se ha reportado, desde la publicación del listado, al menos cuatro de los hombres que aparecían en la lista han sido atacados y muchos otros permanecen escondidos.

En Uganda había presentado hace un año un proyecto de ley en el que incluía la pena de muerte por algunos actos en los que se evidenciara la homosexualidad y cadena perpetua para otros. La propuesta, debido a la condena internacional, fue detenida, pero los activistas homosexuales de este país insisten en que son objetivos de ataques y acoso desde que el Gobierno emprendiera esta cacería.

Según han denunciado varios activistas, unos 20 homosexuales habrían sido atacados en el transcurso de 2010, mientras que otros 17 permanecen en prisión por su orientación sexual.

La lista publicada en el periódico viene acompañada por una nota en la que se explica que la homosexualidad se trata de una enfermedad “desconocida y mortal”, además de informar que “los gays están reclutando niños mediante redadas en las escuelas”.

El Gobierno ha ordenado la suspensión de la publicación, pero no por su contenido, sino porque el tabloide no estaba registrado como medio de comunicación.

El editor de Rolling Stone ha dicho que sentía que “la sociedad necesita saber que ese tipo de personajes viven entre ellos”. Añadió que “se aprovechan de la pobreza para reclutar ugandeses”.

El asesinato de Cristina, sin culpables

Asesinato de Cristina (Smail Larouhni)Los investigadores buscaron pruebas en el lugar del crimen.

Los investigadores buscaron pruebas en el lugar del crimen. fernando bustamant

TERESA DOMÍNGUEZ VALENCIA
Smail Larouhni tenía 36 años. Su cadáver, desmadejado, travestido y abrasado por el fuego, fue encontrado un martes por la mañana, tirado en un camino sin apenas tránsito en la parte trasera del cementerio nuevo de Aldaia; un camposanto en las afueras del municipio, flanqueado por alguna nave industrial, muchos vertidos ilegales y el habitual entramado de caminos que atestigua que esta zona fue un día tierra de huertos.
Smail, una transexual aún a caballo entre la depilación y la hormonación, se ganaba la vida prostituyéndose bajo la máscara del nombre de Cristina, con clientes que, en su mayoría, la recogían en una parada del autobús en la calle Joaquín Ballester, cercana a La Fe.
De origen marroquí y carácter difícil, su muerte conmovió a su círculo más próximo, desplazó a su familia desde el Magreb y amedrentó a las transexuales que ejercen en las calles de Valencia. También puso en marcha la maquinaria policial, pero poco más.
A los cinco meses, los agentes de Homicidios de la Guardia Civil detuvieron a cinco personas, entre ellas a los únicos tres hombres que habían tenido móvil y ocasión para acabar con la existencia de Smail/Cristina. Pero la investigación, salpicada de mala suerte y poca colaboración de aquí y allá, acabó por flojear donde más tenía que aportar: en las pruebas. Indicios y sospechas fueron acumulados sobre la mesa de un juez al que la entrega de los detenidos pilló de vacaciones de verano. La conjunción de tanto factor negativo ha terminado por instalar el caso en la vía muerta del fracaso: la Fiscalía ha solicitado ya que se concluya el sumario sin procesamiento. Esto es, sin sospechosos oficiales. La muerte de Cristina se queda, pues, sin culpables.
Nada más producirse el hallazgo del cadáver, acudió una patrulla de la Policía Local de Aldaia. Precintaron la entrada y la salida del camino, no sin antes dar una vuelta por los alrededores del cuerpo. Así lo confirma la inspección ocular realizada por el laboratorio de criminalística de la Guardia Civil, que aisló huellas de botas en el área. Pero nada de interés policial. Ninguno de los restos y objetos que fueron recogidos en el entorno más próximo al cadáver de Smail ha servido para incriminar a los sospechosos. Ni rastro de su ADN. Ni objetos personales. Una inspección baldía.
La autopsia tampoco iba a ayudar mucho. El cuerpo estaba completamente vestido, incluidos los zapatos. Llevaba incluso restos de maquillaje y su bolso con la cartera y la documentación dentro, pero no su peluca, que nunca apareció. En ese escenario, lo más probable es que a Cristina la hubiesen matado de noche, cuando iba arreglada para trabajar, y que el cuerpo hubiese sido trasladado y quemado inmediatamente después de su fallecimiento, sobrevenido por un único golpe en la cabeza.

Primer escollo
El primer escollo fue fijar la hora de la muerte, un dato esencial en este caso. A los pocos minutos de hallar el cuerpo, los agentes ya conocían la identidad probable de la víctima ya que había un documento en la cartera. Un marroquí llegado a España unos años antes y con antecedentes por riñas que, dado el atuendo, debía prostituirse. Costó poco comprobarlo. Lo más probable, por tanto, es que el crimen hubiese sido cometido en fin de semana y de noche, pero la Policía Local se emperró inicialmente en que una patrulla había pasado el lunes por la mañana por el camino y allí no había cadáver alguno. El dato distorsionó incluso el dictamen forense: la hora de la muerte estaba claramente determinada: 48 horas antes del hallazgo (a primeras horas del domingo), pero, al hilo del dato policial, el informe preliminar decía que el cuerpo había sido quemado 12 horas antes de ser encontrado. ¿Alguien había asesinado a Cristina en la mañana del domingo y había conservado su cadáver hasta la noche del lunes? Entonces, ¿dónde? Eso implicaba el uso de un coche, de un piso; abría muchas más incógnitas.
Ésa fue la tesis de la investigación hasta que se comprobó que nadie había visto el cadáver de la víctima antes de la mañana del martes por la simple razón de que nadie había pasado por el camino entre el domingo y el martes. Por tanto, era más que razonable pensar que el cuerpo calcinado permaneció ahí desde las primeras horas de la mañana del domingo hasta las nueve de la mañana del martes. ¿Nadie la había echado de menos?
Para entonces, la Guardia Civil ya había localizado a sus compañeras de piso -dos mujeres transexuales que también ejercían la prostitución- y a las que hacían la calle codo con codo con ella. En la primera semana, los investigadores ya habían reunido unos cuantos datos sobre la vida nocturna de Smail. Era de las que le gustaba tomarse una copa, o las que hiciera falta, al final de cada jornada laboral. Y tenía muy mal beber.
El abanico de sospechosos, por tanto, podía ser tan amplio como su cartera de clientes sumada al elenco de parroquianos de cualquiera de los after que salpican el callejero nocturno de la ciudad de Valencia. Sin embargo, el testimonio de una transexual les iba a poner en lo que parecía el buen camino. La noche del sábado 21 de marzo de 2009, Smail dejó la calle sobre las cuatro y se apuntó a dar una vuelta por una sala de fiestas de la avenida del Cid, en la que, a partir de determinada hora, no es extraño toparse con prostitutas -en su mayoría transexuales-, y delincuentes. La investigación prometía, pero las cosas volvieron a torcerse.
Los agentes tuvieron que armarse de paciencia y recursos antes para estimular la memoria del personal del local. Cuando, por fin comenzó la colaboración, los sospechosos comenzaron a brillar con luz propia de entre la cartera de posibles homicidas. Los investigadores averiguaron que Cristina entró en el local con otras compañeras entre las tres y las cuatro. “Yo le perdí la pista pasadas las cinco de la mañana”, explicó una de ellas a Levante-EMV en aquél momento.
Varios camareros declararían en las semanas siguientes al crimen que habían visto a Cristina pelearse con dos hombres en la planta de arriba del local. Más tarde, el portero la vio salir por la puerta con esos mismos hombres, a quienes reconoció fotográficamente en dependencias policiales. El asunto empezaba a tomar color.
La Guardia Civil averiguó la identidad de ambos. Se trataba de dos vecinos de la Pobla de Vallbona sin oficio conocido. Uno de ellos se dedicaba a traficar con cocaína y el otro ingresó en prisión apenas una semana después de la muerte de Símil por otro delito. Un comienzo prometedor para llegar a la resolución del caso.
De los testimonios de ambos terminó saliendo un tercer nombre, el de un eslovaco asentado en Valencia y vinculado también a ambientes delictivos a quien, ¡oh casualidad!, los camareros de la sala de fiestas habían visto la misma noche en la planta baja del local. Es más, el hermano del eslovaco se gana la vida como camionero y, de nuevo casualidad o no, aparca el tráiler en una base muy cercana al lugar donde apareció el cuerpo quemado de la víctima. Y el tercer sospechoso frecuentaba ese aparcamiento de camiones porque solía ayudar a su hermano en más de una ocasión. Más indicios para el atestado policial, pero las pruebas seguían sin aparecer.
A lo largo de la investigación, el juez instructor, titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Torrent, autorizó la intervención telefónica de los móviles de los sospechosos. Según las diligencias, ninguno de ellos habló del crimen, pero sí trataron de ponerse de acuerdo para fijar una coartada. Sospechosamente indiciario, pero no probatorio. Los análisis de ADN fueron llegando en los meses siguientes. Ni uno sólo de ellos probaba la presencia de los sospechosos en el lugar del crimen. Tampoco fue hallado rastro genético alguno de la víctima ni en los coches usados por los sospechosos, ni en los domicilios. En los registros, ni rastro de la peluca de Cristina. Nada físico que vinculase a víctima y sospechosos salvo la salida de los tres por la puerta de la discoteca. Ni siquiera el arma homicida: cualquier objeto contundente que sirvió para darle muerte de un golpe seco en la cabeza.
Aún así, y agotadas todas las vías de investigación pero con la convicción de su implicación en los hechos, la Benemérita detenía en agosto de 2009 a los tres hombres, a la novia de uno de ellos y a un hombre mayor que compartía casa con el traficante. Los últimos dos, por colaborar en el tejido de la coartada. Ninguno permaneció en prisión más de mes y medio.
Ahora, y con ese panorama desolador para afrontar una acusación con garantías de condena, la fiscal del caso ha optado por pedir al juez que cierre el caso sin procesar a nadie. En un par de meses, el instructor elevará el sumario a la Audiencia Nacional y el siguiente fiscal pedirá el sobreseimiento provisional de la causa. Un vuelco, una confesión podría reabrirlo. Y poco más.

Muerta por equivocación
Cuando los investigadores se pusieron a escarbar en los motivos que desencadenaron la pelea de Smail con los dos vecinos de la Pobla de Vallbona la noche de su muerte, llegaron a la esencia del móvil del crimen. O, al menos, eso parecía. El principal sospechoso solía utilizar los servicios sexuales de mujeres como Cristina. De hecho, quince días antes del asesinato, ese hombre había estado con otra prostituta transexual en un discreto motel de Riba-roja, escenario habitual de encuentros sexuales con y sin dinero de por medio, que goza de fama, entre otras razones , porque cuenta con un aparcamiento subterráneo que permite acceder a las habitaciones directamente, a salvo de miradas curiosas.
Los empleados reconocieron a este hombre y declararon que había estado en el hotel con su coche y había hecho uso del garaje. Ese encuentro acabó como el rosario de la aurora, ya que la prostituta le robó 800 euros procedentes, al parecer, de la venta de cocaína. Así figura en las declaraciones recogidas por los investigadores. Y, al parecer, el cliente había jurado venganza. El sospechoso acusó en varias ocasiones a Cristina de ser quien le había robado. Pero se equivocaba.

El gay atacado por cuatro militares dice que vive atemorizado desde entonces

Los acusados relatan en el juicio que fueron insultados por el militante de Zutik

“Quiero saber por qué me golpearon, si tenían algo contra mí por mi condición homosexual” preguntó en dos ocasiones Mikel Martín, de 50 años, militante de Zutik y miembro del colectivo gay EHGAM, durante su comparecencia en el juicio que comenzó ayer en los juzgados de San Sebastián contra un cabo y tres soldados, dos de ellos ya fuera del Ejército, que supuestamente le propinaron una brutal paliza el 13 de enero de 2005.

Martín, conocido por su activismo en EHGAM desde hace 32 años, recordó ayer: “Desde ese día no he vuelto a ser la misma persona”, aseguró en el juicio. La agresión le supuso 137 días de convalecencia hospitalaria y ocho meses de tratamiento psicológico. “Tengo miedo. Ahora soy más desconfiado porque esa brutalidad no la había vivido. Nunca me había cambiado de acera por temor a que alguien se me acercara y ahora lo haría”, explicó ayer por teléfono a EL PAÍS tras prestar declaración. “Siempre he pensado que todo el mundo es bueno hasta que se demuestre lo contrario”, agregó.

Entre otras lesiones, Martín sufrió varios traumatismos en el cráneo y la cara, heridas en el labio superior que le han dejado una cicatriz, policontusiones, el desgarro parcial de la cabeza del peroné y una fractura en la rodilla izquierda. Un testigo protegido aseguró que vio cómo los militares, que se encontraban en esos momentos de maniobras en el cuartel de Loyola, le propinaron más golpes de los que el activista gay recuerda.

Martín relató que la noche de los incidentes salía de un restaurante chino y se dirigía a un bar de ambiente cuando cuatro jóvenes “con cara de pocos amigos” se le acercaron y le increparon: “Tú seguro que eres uno de los que estás de acuerdo con ETA”.

El hombre intentó evitar el altercado y huir, pero dos de los militares acabaron golpeándole mientras los otros dos miraban. Martín recordó que se despertó ya en el hospital.

Los procesados, dos de los cuales ya no pertenecen al Ejército, relataron en el juicio una versión completamente opuesta. Según su testimonio, caminaban por la calle después de salir de un bar atemorizados porque los parroquianos les habían identificado como militares. Emtonces, uno de ellos se dio cuenta de Martín estaba vitoreando a ETA y les insultaba, siempre según la declaración de los acusados. Uno de ellos comenzó a perseguir entonces a Martín hasta que le alcanzó y le pegó “un puñetazo y un manotazo”. Los cuatro militares corrieron hasta coger un taxi del que se bajaron antes de llegar al cuartel y se separaron por parejas para pasar desapercibidos.

La fiscalía reclama un año y medio de prisión para los dos supuestos autores directos de la agresión y multas para los otros dos. Tanto la acusación particular, que ejerce Martín, como la popular, que representa a Zutik y a EHGAM piden tres años de cárcel. El juicio continuará el próximo lunes con la declaración de varios peritos.

Un juicio por «delito común» impregnado de trasfondo político

Los pasillos del Juzgado de Donostia se encontraban ayer muy concurridos, entre otros por amigos y compañeros de militancia del miembro de Zutik y portavoz habitual de EHGAM Mikel Martín. Fueron a apoyarlo en el juicio contra cuatro militares españoles acusados de haberle agredido brutalmente hace casi seis años.

Concentración de apoyo a Mikel Martin que sufrió una paliza a manos de cuatro militares el día en el que comienza el juicio contra los cuatro acusados.

Concentración de apoyo a Mikel Martin que sufrió una paliza a manos de cuatro militares el día en el que comienza el juicio contra los cuatro acusados.

Cuando la ujier comenzó a llamar a los convocados, los cuatro encausados se acercaron a la puerta junto a su abogado, si bien se retiraron a una esquina de los pasillos en cuanto confirmaron su presencia. Sin embargo, no pudieron evitar el tenso cruce de miradas con el agredido, que les reconoció enseguida. «Son ellos», aseguró un tanto afectado por los recuerdos que, a buen seguro, afluyeron a su mente.

Al acceder a la sala se escuchó alguna que otra frase como «ahí están los fachas», pero la vista empezó sin mayores contratiempos. En las cuestiones previas, la juez de la Sala de lo Penal nº 5 aceptó varios documen- tos propuestos por Miguel Castells, abogado de la acusación particular, pero rechazó otras peticiones por «innecesarias» o «improcedentes».

En general, la magistrada se mostró bastante estricta en cuanto al procedimiento. Tanto es así que, una vez comenzada la vista, no dejó acceder a nadie a la sala y prohibió a los asistentes abandonarla debido a que el letrado de los acusados no aceptó dicha posibilidad. La juez dejó bien claro que no permitiría que cuestiones de procedimiento como ése provocaran la nulidad del juicio.

«Acojonados»

Una vista cuya celebración tardía fue invocada por la defensa para reclamar, en vano, el sobreseimiento de la causa. Cristian Rivera fue el primero en declarar. El ex militar negó que aquel 13 de enero de 2005 hubieran abordado al agredido tras toparse con él, después de dejar un bar «en el que nos trataron hostilmente cuando se dieron cuenta de nuestra condición de militares». Es más; aseguró que fueron «perseguidos por un grupo de personas» y que su pretensión era «largarse cuanto antes porque estábamos acojonados». No obstante, reconocía que había agredido a Martín porque éste «profirió insultos como txakurra o hijo de puta» contra ellos.

Exculpó a sus compañeros manifestando que Alberto Luengo se acercó para retirarle y que los otros dos -Daniel Carrillo y José Antonio Rodríguez Herrero-, acusados de no actuar para evitar la agresión, no intervinieron en la misma. Las versiones de estos tres acusados coincidieron, globalmente, con la de Rivera.

La fiscal, el abogado de la acusación particular y el que representa a la acusación en nombre de Zutik, Enrique Lertxundi, intentaron conocer la razón por la que, tras los hechos, los encausados, que habían tomado un taxi, no retornaron al cuartel «si tan asustados estaban» y se dividieron en dos grupos al apearse del vehículo. Todos ellos respondieron que tienen «la or- den» de no revelar el destino del cuartel y de bajar en calles de las cercanías.

Para quitar intencionalidad al hecho de que se separasen, el abogado de los paracaidistas adujo que «en su práctica militar funcionan por binomios».

Un lío con las calles

Mikel Martín ofreció una versión bien diferente, según la cual fue abordado violentamente mientras le increpaban diciendo que «seguro que eres de los que apoyan a ETA».

La declaración de un testigo protegido fue coincidente, aunque el desconocimiento del letrado de la defensa de la ciudad donostiarra y las preguntas de la fiscal sobre la exacta ubicación de los protagonistas en las calles casi terminaron por hacerle un lío. No tanto, sin embargo, como para dejar claro que fue una agresión «salvaje». Rondando las tres de la tarde, la juez fijó para el 11 de octubre la siguiente sesión del juicio.

Arantxa MANTEROLA

Juicio a cuatro militares por dar una paliza a un homosexual

Cuatro militares acusados de propinar en 2005 una paliza a un izquierdista militante de una asociación de homosexuales en San Sebastián serán juzgados hoy en un Juzgado de lo Penal de la capital guipuzcoana, según informó ayer el colectivo Egham.

Dos de ellos están acusados de ser los autores materiales de la agresión, mientras que los otros dos están imputados por no evitar la paliza ni asistir al herido, Mikel Martín, miembro del partido político Zutik y de Egham. Este sufrió numerosas heridas y estuvo convaleciente durante un total de 137 días.

El juicio fue suspendido en mayo de 2007, después de que la defensa revelase en las cuestiones previas de la vista que uno de sus clientes prestó declaración sin ser asistido por un abogado. Ello obligó a repetir las diligencias. El fiscal reclama un año y medio de prisión para cada uno de los dos presuntos agresores y multas para los otros dos.

Un centenar de personas se concentran en Durango para responder “al fascismo y a la homofobia” contra Markel Ganboa

Un centenar de personas se concentran en Durango para responder “al fascismo y a la homofobia” contra Markel Ganboa

Un centenar de personas se concentraron hoy en la zona de Andra Mari de Durango en solidaridad con el militante de Aralar Markel Ganboa y para responder “al fascismo y la homofobia”.    El acto contó con presencia de militantes y electos de Aralar, juventudes de Iratzarri, los colectivos EHGAM (Euskal Herriko Gay Askapen Mugimendua) y Sare Anti-faxista, la alcaldesa de Durango, Aitziber Irigoras (PNV), concejales del PNV y ciudadanos del municipio.

Un centenar de personas se concentran en Durango para responder “al fascismo y a la homofobia” contra Markel Ganboa

Markel Ganboa, coordinador de las juventudes de Aralar en Durango y militante del colectivo EHGAM, ha recibido dos cartas redactadas a mano con una diana sobre su nombre e insultos como “comunista de mierda” y “maricón de mierda”.    Durante la concentración de hoy se leyó un comunicado instando a seguir en defensa de las ideas propias porque, “en vez de sembrar miedo, esta situación” de amenaza motiva para “seguir luchando”. “Somos más que vosotros, estamos más unidos y tenemos mucha …

Aparece el cadáver de una mujer en avanzado estado de descomposición

Un empleado de la funeraria transporta el cuerpo por el portal del inmueble hacia la calle

Un empleado de la funeraria transporta el cuerpo por el portal del inmueble hacia la calle. | Raúl Ochoa

La Policía investiga la muerte violenta de una transexual, de nacionalidad colombiana, cuyo cadáver se encontró este jueves en el salón de la vivienda del cuarto piso del inmueble con el número 5 de la calle de los Alfareros, en el barrio de San Pedro y San Felices.

El cuerpo, que presentaba heridas de arma blanca, pero que falleció casi con toda seguridad por asfixia, llevaba varios días -de entre tres y cuatro, según fuentes consultadas-, en la vivienda.

La fallecida, cuyo nombre se corresponde con las iniciales Linsia C. C. y de unos cuarenta años de edad, vivía sola en el piso y se dedicaba a la prostitución.

La Policía acudió a la vivienda al recibir la llamada de una tía de la fallecida que llevaba varios días intentando ponerse en contacto con ella sin conseguirlo. Además de la imposibilidad de hablar con ella, se percibía en la planta mal olor debido a que se había iniciado ya el proceso de descomposición del cadáver. Otra llamada alertaba a los Servicios de Emergencia del 112 al filo de seis y veinte de la tarde.

La causa y la fecha de la muerte se conocerá con más detalle cuando este vierees se efectúe la autopsia del cadáver en el Instituto Anatómico Forense. Una primera hipótesis indica que la muerte pudo ocurrir después de que la víctima se peleara con su o sus agresores, aunque en principio se cree que fue una sola persona quien cometió el crimen.

La puerta de la vivienda no estaba forzada

Los policías encontraron rastros de sangre en la estancia donde aparecio el cadáver. La puerta de la vivienda no estaba forzada, por lo que se considera que la abrió bien porque era una cita concertada o alguien conocido.

Las primeras investigaciones para determinar la autoría de este crimen se centran en conocer a quiénes frecuentaba la víctima y cuál era su círculo de relaciones. Varios allegados prestaron declaración en las dependencias de la Comisaría de Policía.

Algunos vecinos del inmueble se había quejado ya con anterioridad del número de entradas y salidas de personas de la vivienda. De hecho, los investigadores hablaron con varios vecinos en el mismo lugar de los hechos. Una de las personas interrogadas señaló con posterioridad a este periódico que ni había observado nada extraño ni escuchado ruidos anormales en la vivienda donde apareció el cadáver durante estos días.

Sí confirmó que era un piso alquilado en el que entraban y salían diferentes personas a cualquier hora del día. Tres miembros de la Policía Científica de la Comisaría de Burgos permanecieron durante más de dos horas en la vivienda. Abandonaron el inmueble poco antes de que los servicios funerarios trasladaran el cuerpo sobre las ocho y media de la tarde, pero regresaron de nuevo al piso poco después. Fuentes consultadas señalaron que estos agentes volverán hoy al piso para, ya con luz natural, efectuar una inspección ocular y un registro más exhaustivo del lugar donde ocurrieron los hechos.

La presencia de varios coches patrulla de la Policía atrajo la atención de vecinos y transeúntes que permanecieron en los alrededores observando las idas y venidas de policías y miembros de los servicios sanitarios.