Zaldibar cuenta con sus escaleras LGTBI+

Zaldibar cuenta con sus escaleras LGTBI+ ( K. Doyle)

ZALDIBAR. Con motivo del Día Internacional de los Derechos de las Personas LGTBI+, el Ayuntamiento de Zaldibar pintó un mural con la bandera arcoíris en las escaleras del Parque José Antonio Agirre. Esta acción fue propuesta por un grupo de ciudadanos y del municipio y pretende mostrar simbólicamente la adhesión de Zaldibar a la lucha por la igualdad y a desarrollar una labor proactiva en la lucha contra la homolesbofobia y la transfobia, así como cualquier forma de discriminación. Foto: K. Doyle

EN LLEIDA Agreden a una pareja de lesbianas por besarse a las puertas de un bar

Los testigos intervinieron y consiguieron ahuyentar a los 6 atacantes que golpeaban a la pareja

Imagen de archivo del World Pride en Madrid. (EFE)

Los Mossos d’Esquadra buscan a seis personas acusadas de golpear e insultar a una pareja de lesbianas que se besaba en el exterior de un bar la noche del 24 de junio en Arbeca (Lleida).

LLEIDA. Según los Mossos d’Esquadra, las víctimas denunciaron que un grupo de seis personas, al parecer de nacionalidad rumana, les propinó golpes e insultos y se burló de ellas cuando las sorprendieron besándose en la calle, a las puertas de un bar.

Fue una mujer la que inició la agresión física, a la que enseguida se sumaron el resto de integrantes del grupo.

Gracias a la ayuda de testigos presenciales, pudieron detener la agresión, que causó heridas leves a las dos mujeres, que son vecinas de Lleida.

Los Mossos confían en identificar en breve a los agresores de este ataque homófobo, ya que se trata de un pequeño municipio de poco más de 2.200 habitantes.

Detenido por publicar tuits homófobos: “Hay que eliminar a los gais”

El arrestado, vecino de Palma, lanzó cientos de mensajes de odio por las redes sociales

Una calle del madrileño barrio de Chueca. EFE

La asociación Arcópoli dio la voz de alarma. “Hay que construir barracones, poner duchas con gas ciclón y eliminar a los homosexuales como si fuesen cucarachas”, había escrito un usuario en su cuenta de Twitter. “Hay que crear centros de reeducación moral para que los homosexuales se puedan curar su enfermedadad. Y, si no se curan, se cuelgan de grúas”, añadía en su perfil. Y, así, cientos de mensajes contra el coletivo LGTB y contra minorías religiosas y étnicas, a los que la policía ha puesto fin con la detención del vecino de Palma (Mallorca) que se escondía tras esta cuenta anónima. El arrestado, acusado de un delito de odio, había llegado a publicar más de 4.000 comentarios en esta red social; según han informado los investigadores.

“Este usuario tenía una intensa actividad en Twitter”, ha apuntado la Policía Nacional este martes, tras anunciar su arresto: “Muchos de los comentarios publicados tenían un caracter vejatorio contra las minorías”. Según el último informe del Ministerio del Interior, el pasado año se registraron en España un total de 1.272 casos de delitos de odio. De ellos, 230 incidentes (18%) se encontraban relacionados con la identidad u orientación sexual. Un número que experimentó un alza del 36% respecto a 2015.

Arcópoli denunció a finales de 2016 que se ha convertido, “tanto colectiva como individualmente”, en el objetivo de una campaña de acoso a través de las redes sociales. “Tenemos que ir a matarlos” y “esta bomba casera la usaremos contra ustedes”, son varios de los mensajes que han recibido sus miembros. El colectivo señaló entonces su preocupación por la “indefensión que se sufre en Twitter por los delitos de odio que se cometen”.

LOS MENSAJES DE ODIO ESCRITOS POR EL ARRESTADO

Entre los mensajes de odio lanzados por el detenido se encuentran los siguientes: “Por cierto, la expresión maricón no es un insulto, sino una palabra castellana muy castiza”; “El orgullo homosexual es una aberración moral. Debe estar prohibido. No se puede tolerar que las calles de España se llenen de maricones”; “El matrimonio homosexual es una aberración moral que atenta contra la ley de dios”; “Si yo fuera presidente, en España no habría maricones porque los iba a purgar como hizo Stalin con sus críticos”; “Me gustaría ver a estos maricones en Arabia Saudí o Irán, donde les cuelgan de grúas en campos de fútbol”; “Si yo fuese presidente, el colectivo LGTB estaría ilegalizado”; y “El proyecto de Adolfo Hitler era bueno para Europa. El problema es que Hitler fue demasiado impulsivo y no supo calcular los tiempos”.

Esto es lo que decía Rajoy sobre el matrimonio homosexual en 2005

Hace doce años que se aprobó el matrimonio homosexual en España, durante el gobierno de Zapatero. Con 187 votos a favor, el Congreso de los Diputados aprobó esta ley en junio de 2005, que otorga el derecho a las personas del mismo sexo no sólo a casarse, también a la adopción. El Partido Popular, ‘por sorpresa’, votó en contra.

Por aquel entonces, Rajoy predicaba que el matrimonio era y siempre había sido “una institución entre un hombre y una mujer para la procreación” y que le preocupaba aún más el tema de la adopción de homosexuales. “No tengo nada claro que un niño se eduque mejor y viva mejor en una unión de homosexuales”, agregaba.

A pesar de su firme opinión, el Partido Popular cedió a la presión de la ciudadanía española ante estas ideas. Probablemente le saldría más caro oponerse. Esta semana se celebra la fiesta mundial del Orgullo Gay en Madrid, proclamando los derechos del colectivo LGTBI.

De Chechenia a San Francisco, doce meses de información LGTBI en el mundo

Campos de concentración para gays, cuenta cuentos drag para niños o el parlamento con más escaños LGTBI de la historia; estos son algunos de los triunfos y de las derrotas del colectivo en los últimos doce meses

La comunidad LGTBI marcha en El Salvador y exige ley de identidad de género EFE

Chechenia. El gobierno persigue a los homosexuales e incluso se habla de  campos de concentración para gays. Canadá. Las autoridades se ven obligadas a pedir perdón por décadas de represión contra el colectivo LGTBI en las filas de su Ejército. Reino Unido. Las últimas elecciones generales dibujan un parlamento con récord de escaños LGTBI. Estados Unidos. La soldado  Chelsea Manning ha sido liberada y muestra al mundo su nuevo aspecto. Los últimos 12 meses han dejado tremendas noticias que dan lugar al desánimo en la lucha por los derechos LGTBI, pero también esperanzadores testimonios que nos recuerdan que la batalla continúa.

Estas son las historias LGTBI más destacadas de todo el mundo del último año.

En pleno siglo XXI resulta difícil hablar del avance de los derechos LGTBI cuando nos llegan noticias e imágenes que confirman que en Chechenia existen campos de concentración para homosexuales.

Si hubiera gente de ese tipo en Chechenia la policía no tendría que hacer nada con ellos, puesto que serían sus familiares los que les mandarían a un lugar del que jamás podrán regresar”. El que habla (aunque nos parezca increíble) es un portavoz del Ministerio de Interior, y cuando dice “gente de ese tipo” se refiere, en su mayoría, a hombres gays.

La república federal persigue y encierra a personas por su orientación sexual; de hecho, se han llevado a cabo cientos de detenciones de hombres “sospechosos de ser homosexuales”. La sociedad chechena es ultraconservadora y son las propias autoridades las que animan a familiares o amigos de personas LGTBI a que “se encarguen de ellos”.

Rusia, país del que depende esta república (aunque funciona de forma autónoma), es otro de los bastiones homófobos mundiales. Lejos de tomar medidas en el territorio para poner fin a la escabrosa situación, Rusia vive su propio debate en torno a los derechos de este colectivo.

La ley que prohíbe “la propaganda a favor de la homosexualidad entre los menores” impulsada por Putin supone que las autoridades pueden detenerte por exhibir un cartel, una bandera o por gritar un lema. Es por esto que en el país han terminado entre rejas algunos activistas acusados de “faltas diversas”. Incluso el Tribunal de Estrasburgo ha tenido que actuar para que los libere.

Estrasburgo falla que la ley rusa que prohíbe la promoción gay es discriminatoria EFE

La Corte Europea fue tajante: la legislación ideada por Putin en el año 2013 discrimina y vulnera la libertad de expresión, por lo que el Gobierno tendrá que indemnizar con 43.000 euros a los afectados por daños morales.

Si bien Estrasburgo dio un paso de gigante defendiendo los derechos del colectivo y dando una lección a nivel europeo, tendremos que seguir mirando a Rusia de reojo. Su Gobierno, a ritmo de vetos y nuevas leyes, continúa con su senda represiva. Pero de a poco el tejido social ultraconservador ruso se va resquebrajando. Las  imágenes de Putin maquillado y travestido han inundado las redes y se han colado en las calles como forma de protesta. Algo que ha llevado al gobierno, cómo no, a  prohibir su difusión bajo amenaza de prisión.

Esta es una de las imágenes de Vladimir Putin que ha prohibido el Gobierno ruso AP

Pero no todo son buenas noticias en los tribunales europeos. ¿Cómo puede pedirle un juez a un refugiado que demuestre “suficientemente” su homosexualidad para poder obtener asilo en el país? Quizá lo más doloroso sea que esto no ha sucedido al otro lado del mundo, en un pueblo recóndito que se rige por leyes medievales, sino en la liberal  Holanda.

Un tribunal holandés se negó a dar asilo a un refugiado iraquí porque, aun mostrando fotos y hablando de cuántas veces mantiene relaciones sexuales con su actual pareja, no queda claro cuán gay es.

Las asociaciones LGTBI holandesas aseguraron que este no es un caso aislado y que si Sahir Ahmad “vuelve a Irak, será asesinado porque en su país la homosexualidad está prohibida”. “Volver a Irak sería mi fin. Me matarán en el propio aeropuerto. Y si no, ya lo hará mi familia más tarde”, afirmó el joven.

Llegados a este punto, parece complicado ver con optimismo cómo está el panorama mundial. Pero sí, hay trazas de esperanza. Al otro lado del Atlántico una historia similar ha tenido un final justo y feliz. Seidu Mohammed (que perdió todos sus dedos por congelación cruzando la frontera hasta Canadá para pedir asilo) consiguió la residencia canadiense, ya que su vuelta a Ghana –como en el caso de Sahir– supondría una condena a muerte.

Estatua de Alan Turing en Bletchley Park, realizada por Stephen Ketlle en 2007. Richard Gillin. Turing fue uno de los condenados por ser gay

Los gobiernos piden perdón por vejaciones del pasado

Las detenciones y los encarcelamientos de homosexuales en países como India y Tanzania o la región de Chechenia también se producían hace 40 o 50 años en países como Alemania, Reino Unido y Canadá, aunque nos parezca increíble. Hoy, esos países piden perdón e intentan resarcir económicamente a personas que estuvieron entre rejas o fueron despedidas por amar o tener relaciones sexuales con personas de su mismo sexo. Aunque el reconocimiento llega tarde para muchos, que murieron reprimidos y señalados.

El ministro alemán de Justicia anunció que se anularían las sentencias de más de 50.000 hombres que fueron condenados a largas penas de prisión por culpa de una ley del siglo XIX. “La carga de la culpa recae en el Estado”, declaró el ministro Heiko Maas. Estas condenas se produjeron entre los años 1946 y 1969 y, aunque ese año la homosexualidad quedó despenalizada, nunca llegaron a retirarse las sentencias. Este mismo año, en Reino Unido, miles de hombres también fueron indultados, aunque de manera póstuma.

El Gobierno canadiense también pedirá perdón al colectivo LGTBI pero, en este caso, por vetarlo de los servicios públicos. Durante décadas, se les obligaba a dejar el Ejército o sus puestos en los servicios públicos y, además, se les sometía a interrogatorios con absurdas máquinas que se suponía que detectaban la homosexulidad (quizá el tribunal holandés mencionado antes necesitaría uno de estos aparatos). ‘La purga LGTBI’ comenzó durante la Guerra Fría y el último caso que se conoce se produjo dos décadas después de que la homosexualidad fuese despenalizada en el país en 1969.

Algunas de las cuenta cuentos de San Francisco // Cortesía de Panda Dulce

“¿Eres un chico o una chica?”, le preguntó un niño de seis años a una drag queen en una biblioteca pública de San Francisco. Aparte de la  lucha en Carolina del Norte en contra de la ley que impide a las personas trans elegir el baño al que desean entrar y de  la divertida fotografía del profesor del año de Rhode Islandagitando su abanico en el Despacho Oval, la historia de un grupo de drag queens contando cuentos sobre diversidad es una de las noticias más amables que nos llegan desde EEUU.

“Bueno, supongo que nací niño. Pero me gusta vestirme como una chica”, le contestó Honey Mahogany después de una sesión de cuentos. Aunque a los conservadores más radicales esto no les hace ninguna gracia, lo cierto es que tienen pensado seguir contando cuentos de todos los colores en librerías, bibliotecas y escuelas de todo el país.

Sin salir de EEUU, la lucha por la visibilidad transgénero trepó a las portadas de los periódicos con la liberación de Chelsea Manning el 17 de mayo de este año. En su primer comunicado lo dijo alto y claro: “No veo el momento de vivir como una mujer transgénero”. En los últimos siete años, la exsoldado había estado recluida en centros de detención para hombres de Irak, Kuwait y EEUU.

Un primer ministro abiertamente gay

La importancia de los referentes a nivel mundial nos lleva a celebrar que en este año 2017 Irlanda tenga un primer ministro abiertamente gay. Su nombre es Leo Varadkar y su partido Fine Gael, una formación muy modernizada pero, curiosamente, también muy conservadora. El pasado 9 de junio se alcanzó otro hito histórico en Reino Unido: las elecciones dibujaron un Parlamento con un número récord de parlamentarios LGTBI. En total 45 de los 650 pertenecen a este colectivo.

Y mientras que en países como Australia lobbies cristianos tratan de desbaratar el derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, la capital de México ha conseguido sacar adelante una constitución “histórica” tanto para el movimiento feminista como para el LGTBI.

Los últimos doce meses han estado llenos de luces y sombras. Pese a todo, la lucha continúa.

“El asesinato de Harvey Milk fue un sacrificio para los que sobrevivimos”

Harvey Milk, como nuevo supervisor electo, en el desfile del Orgullo, Junio 1978 / Dan Nicoletta

“Si una bala atraviesa mi cerebro, dejad que esa bala destruya las puertas de todos los armarios”. Como un siniestro presagio, Harvey Milk recibió cinco tiros en la cabeza por considerar el respeto a la orientación sexual un asunto de Estado.

Este funcionario de San Francisco había logrado por primera vez movilizar a la multitud LGTB por un fin político: derrocar la iniciativa Briggs, que instaba a despedir a los profesores gays por “tener el perfil de abusadores de niños”.

Ese verano de 1978, las calles rugieron como nunca antes en Estados Unidos durante un desfile del Orgullo. Mientras la masa se colaba por cada recoveco de Castro Street, un muchacho de grandes ojos azules captaba la euforia a través de su objetivo. Daniel Nicoletta se había convertido cuatro años antes en el fotógrafo de campaña de Harvey Milk y pronto empezó a firmar la mejor colección de imágenes del colectivo LGTB.

Las fotografías de Nicoletta celebran la visibilidad tras años a la sombra del armario o, en su caso, de una familia católica y profundamente homófoba. No hay discriminación, solo colores brillantes, besos y muestras de apoyo al primer político abiertamente gay de Estados Unidos. Cuando fueron tomadas eran poco más que un bonito homenaje a una comunidad vapuleada, pero cuarenta años más tarde se han convertido en un símbolo a nivel mundial.

“Espero que mi fotografía sirva como puente a la inspiración para los futuros líderes de esta causa”, dice Nicoletta a eldiario.es. El veterano activista se encuentra estos días en Madrid para celebrar el Orgullo Mundial y presentar su colección por primera vez en nuestro país, que acoge una muestra del Colegio de Arquitectos hasta el 2 de julio.

“Orgullo Mundial, dos simples palabras que conforman un nido para cuestiones mucho más complejas, como los derechos de los transexuales, la lucha por la adopción de las parejas del mismo sexo y otros estigmas que necesitan salir al debate público”, opina. El fotógrafo habla con cariño del pasado y con decisión del futuro, donde deja espacio a los jóvenes para portar la antorcha de los que perdieron la vida luchando.

“La visibilidad siempre ha sido el corazón del movimiento, pero tiene un precio”, dice de la brutal represión que continúa existiendo sobre la comunidad LGTB. Solo en Madrid, cada dos días se registra una agresión por homofobia o transfobia y, al otro lado del charco, masacres como la de Orlando o la aniquilación de los transexuales mexicanos demuestran que la situación no es mejor.

“Es sano que haya resistencia. Siempre la hay cuando una sociedad se encuentra en transición. Hay que conseguir una vía pacífica para reconciliar nuestras diferencias”, reflexiona Nicoletta. Piensa que es un círculo vicioso que se remonta a los años 70, cuando los que se atrevían a reivindicar su pluma se enfrentaban a una buena paliza. “La visibilidad genera una reacción violenta de algunos y esa violencia visibiliza las injusticias”, resume. Lo que no se puede permitir, defiende, es que ese sacrificio quede impune escondiéndose de nuevo en el armario.

“El asesinato de Harvey Milk fue un sacrificio para aquellos que sobrevivimos. Hay que tenerles siempre presentes y obrar para honrarles”, cuenta sobre su buen amigo. Cuando habla del político, Dan Nicoletta vuelve la vista cuarenta años atrás para describir su llegada al barrio de Castro, en San Francisco, donde Milk y los suyos le acogieron en el peor momento de su vida.

Cuidando la huella

El gayborhood, como lo reconoce Nicoletta y los que en los años 70 establecieron allí su santuario de libertad, se considera hoy lugar de peregrinación para todo el colectivo gay. En 1974, un joven de 19 años cruzó el umbral de la tienda Castro Camera sin saber que se estaba adentrando en el centro de operaciones del movimiento LGTB de San Francisco.

Dan Nicoletta empezó a trabajar en el negocio como mozo de almacén, hasta que Harvey Milk observó su don con la cámara y le nombró fotógrafo oficial durante su campaña política de 1975. En Castro, el muchacho aprendió las distintas formas de vivir la sexualidad y que sentirse atraído por gente del mismo sexo no era pecado, como le advertía su educación ultracatólica.

“Harvey y su compañero me atraparon por completo con su carisma”, recuerda el fotógrafo. “Lo bueno de haberme criado sin cariño e inseguro sobre mi sexualidad es que ahora me siento feliz de que se apoye y visibilice tanto a los niños que pasan por lo mismo. Al final fui afortunado, pero me plantee muchas veces el suicidio”, admite como muestra de la importancia de atender a los más pequeños.

Entre los grandes logros de Harvey Milk, Nicoletta rescata el sentimiento de unión y felicidad que transmitía a los que le rodeaban. “La política, a veces tan difícil y negativa, necesita una dosis de diversión para llegar a cambiar el mundo”, afirma sin dudarlo. Él quiso captar esa satisfacción con su cámara y espera que ahora sirva de combustible a las nuevas generaciones. “La aparente frivolidad es solo una forma de romper los tabús y de animar al resto: salid, está bien ser como sois, y divertíos”, razona.

También considera el Orgullo como parte inherente de la visibilidad y, por tanto, de la política. “Gracias a esto, el grueso de la sociedad conoce los detalles de nuestra vida y puede decidir qué grado de compromiso quieren alcanzar”, piensa el activista. Según él, las personas LGTB tienen en su mano el poder de cuidar la huella para épocas venideras. “En eso, lo considero análogo al movimiento medioambiental. La gente del colectivo debe ser muy consciente de su impacto y crear un mundo más seguro, pero sin olvidar la foto grande. Es decir, a los mayores que pelearon antes o a los otros países que aún reivindican sus derechos humanos más básicos”, dice respecto a los 80 países donde la homosexualidad es condenada como un delito.

“Cuando me vaya de este mundo, quiero haber dejado una huella bonita como hombre y como gay”, sentencia. De momento, Harvey Milk, Grace Jones, Allen Ginsberg y otros miles de hombres y mujeres desconocidos quedarán para siempre en la memoria de la lucha LGTB gracias a sus fotografías. Puede que no exista una huella mejor.

Gipuzkoa renueva su compromiso en favor del colectivo LGTBI

DONOSTIA. La Diputación de Gipuzkoa ha renovado hoy su compromiso con el colectivo LGTBI y se ha sumado a sus reivindicaciones a través de una declaración institucional en “defensa del derecho de todas las personas a una elección libre de su orientación sexual y de su identidad de género”.

Con motivo de la celebración el 28 de junio del día del Orgullo, la institución foral ha celebrado este mediodía un sencillo acto ante el palacio de la Diputación, en el que han tomado parte el portavoz foral, Imanol Lasa; el diputado de Cultura, Turismo, Juventud y Deporte, Denis Itxaso; la directora de Convivencia y Derechos Humanos, Maribel Vaquero, y la representante de Gehitu, Bea Gómez.

Todos ellos han tomado la palabra para leer varios párrafos de esta declaración en la que la institución foral reitera su apuesta “por el desarrollo de políticas institucionales destinadas a proteger y potenciar los derechos humanos de lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales, de acuerdo con los principios fundamentales de no discriminación e igualdad de oportunidades”.

En este texto, la Diputación se compromete también a lanzar un Plan de Convivencia en la Diversidad y apuesta por fomentar acciones educativas y de sensibilización que aborden la diversidad de género entre niños, niñas y adolescentes en un clima de equidad y de iguales condiciones para todas las personas.

Aboga para ello por crear “espacios seguros entre jóvenes donde combatir el prejuicio y las discriminaciones”, ya que la institución foral “reprueba y condena cualquier acto de violencia explícita o implícita”, así como “las conductas homófobas o discriminatorias”.

Mientras los representantes forales daban lectura al texto, una artista ha plasmado esta declaración en imágenes que ha dibujado sobre un mural en cuya parte trasera se ha dispuesto un espacio para que los paseantes que así lo desearan hicieran sus aportaciones.

El fúbol no es gay friendly

columnista Susana M. Oxinalde

EN 1981, el londinense Justin Fashanu se convirtió en el jugador negro más caro de la historia, su traspaso al Nothingam Forest costó más de un millón de libras. En dos años perdió siete veces su valor. Fue el primer jugador de fútbol de categoría superior que salió del armario en 1990 en la portada de The Sun y se suicidó después de pasar por 23 clubes en 16 años. Han pasado casi tres décadas y no terminarnos de creernos que en Europa no haya futbolistas gais pero sí que son muy discretos, excepto para rodearse, claro, de las más buenorras del planeta. La teoría de la imposible convivencia entre rudeza y maricones tampoco se explica en la Europa progresista que contrasta con los conservadores EE.UU., donde grandes ídolos deportivos ya han confesado su homosexualidad doblando su valor: como referentes deportivos y emblemas de la diversidad y la valentía. Es la semana del Orgullo LGTB, en Madrid dos millones de personas entonarán ese gran escape de libertad y en los grandes recintos deportivos seguirá respirándose el miedo a los insultos, a las burlas, a la falta de renovación, al fin de los contratos con las multinacionales y al silencio, también sí, de los aficionados gais. Tal y como lo expresó John, el hermano de Justin también futbolista, que no lamentaba el acoso sufrido por su hermano sino el fin de sus contratos tras aquella escandalosa portada. 30 años después parece increíble que algo así siga pateando fuerte, lo mismo a la testosterona que al factor humano. Feliz Orgullo.

De la “panda de locazas” a la carroza multicolor: el triunfo del ‘gaypitalismo’

Evangelio de la pluma, encíclica maricona, manifiesto anti-gaypitalista… Shangay Lily le puso letra a la deriva mercantilista del Orgullo en su libro ‘Adiós, Chueca’, un paseo por la reconversión almibarada de la cita que terminó por pervertir su origen

Manifestación del Orgullo Gay celebrada en Madrid.- EFE

Antes de que germinara ese macro desfile multicolor que inunda cada junio las principales arterias capitalinas. Antes de que se multiplicaran por cinco los alquileres de la ciudad por esas fechas. Antes incluso de que se concibieran los semáforos gay-friendly o las carcasas arcoíris para Android, antes, mucho antes de todo eso, hubo una “panda de locazas” —como se les tildó en su día— dando guerra. Apenas unas 50 o 60 personas que se encaminaban a Sol con el entusiasmo, la rabia, la ilusión y la utopía por bandera. Entre la pedrada y el gueto.

Allí estaba Shangay Lily, modelo de compromiso para con lo marginal, que luchó desde muy diversos frentes del activismo social, queer, gay y feminista; un cuerpo disidente y pionero en muchas de sus reivindicaciones. En ese tránsito del gueto a la algarabía cromática debidamente esponsorizada, la artivista —como se autodenominaba Shangay— no paró de escribir. Testigo de excepción de la fagocitación del movimiento reivindicativo por los derechos de los homosexuales por parte de las lógicas neoliberales, así como su conversión en un bien de consumo fácilmente digerible, tomó buena nota de lo que acontecía y de lo que estaba por venir.

Y es que en el fondo la pregunta de Shangay sigue vigente: ¿es el Orgullo un negocio para ganar dinero o una herramienta para ganar dignidad? En su libro póstumo Adiós, Chueca. Memorias del Gaypitalismo. La creación de la marca gaydisecciona la maquinaria que puso en marcha esa reconversión almibarada. “Por culpa de estos gaympresarios, cada vez es más lo primero y, por desgracia, cada vez menos lo segundo: una herramienta que las locazas, bolleras y trans de Stonewall nos regalaron para dignificar la diferencia. ¡Vivan los tangas, la pluma, las musculocas, las bolleras camioneras, las trans disidentes y abajo el negocio gaypitalista! ¡Viva el Orgullo Gay!”.

Mercadear con la identidad

Shangay carga contra esa “trama de espabilados” que terminaron por convertir lo que en su inicio era toda una herramienta política de la comunidad LGTB —con las revueltas de Stonewall en la retina—, en una máquina expendedora de billetes en detrimento de la diversidad gay. “Es a las saqueadoras, que sólo se acuerdan de las maribollos y trans para sacarles dinero o hacer una carrera de ello, a las que habría que bajar de todas esas carrozas publicitarias para devolverle al orgullo su dignidad locaza”, denuncia la drag queen.

La receta es sencilla y seguro que les suena. En primer lugar se procede a la privatización de un colectivo y su lucha, esto se consigue por medio de la creación de una denominación de origen que en el caso que nos ocupa se llama Chueca. En su día un gueto, pasó a convertirse en campo de cultivo de ese nuevo fruto que todos ansiaban. “Se acordó que todo lo que creciese fuera de ese producto eran malas yerbas, plantas defectuosas, cosechas poco competitivas que hacían peligrar la excepcionalidad de la denominación de origen”, explica Lily.

Y así, una vez eliminado cualquier ente divergente, extemporáneo o raruno, entramos en la segunda fase, a saber; convertir una lucha en un negocio desideologizado, patriarcal y heterocentrado que beneficia a unos pocos. En ese sentido, Adiós, Chueca. Memorias del Gaypitalismo. La creación de la marca gay evidencia el tremendo error y la gran oportunidad perdida de utilizar la cita para hablar de las mil discriminaciones y agresiones que sigue sufriendo este colectivo en colegios, vías públicas, empleos y espacios públicos, en un evento en el que prima el capital.

 

Bolleras a popa

Maca y Esther, personajes de ‘Hospital Central’, en una escena de la serie.

Dejé de ver con mi madre Hospital Central cuando supe que era lesbiana. Pensé que me notaría algo raro cuando salieran Maca y Esther, los personajes lésbicos de la serie más longeva de la televisión en el Estado español. Entonces yo aún lloraba por ser bollo. Interpretadas por Patricia Vico y Fátima Baeza, probablemente sean la pareja más popular de la ficción española. No fueron las primeras lesbianas representadas en una serie de televisión, pero sus papeles marcaron un antes y un después. El argumento, sencillo: doctora lesbiana, de clase alta, rechazada por su familia seduce a una enfermera de barrio, de tradición heterosexual, que se deja llevar por el amor. Una serie de esas que se piensan para que se vean en familia contando una historia de amor entre dos mujeres. ¿Cómo fue posible?

Precisamente por eso: la historia cumplía con todos los requisitos para ser aplaudida. El trinomio amor monógamo-matrimonio-maternidad es la llave para la aceptación social de gais, lesbianas y trans. En los cuartos oscuros, claro, creerán que no hay amor. La serie de Telecinco fue la primera en retratar una boda entre parejas del mismo sexo. El capítulo ‘O calle para siempre’, en el que Maca y Esther se casan, fue emitido en diciembre de 2005, cinco meses después de la aprobación en el Parlamento español del matrimonio igualitario. Ninguna serie se atrevió antes a imaginar un enlace así. Curioso que, hasta en la ficción, tuviéramos que esperar tanto para lograrlo.

El boom fue tal que los personajes de Maca y Esther empezaron a moverse entre la ficción y la realidad. Esto, claro, se debe al propio éxito de la serie pero, sobre todo, a la falta de referentes lésbicos de carne y hueso. Mientras Elena Anaya dedicaba el Goya a “su amor”, las actrices, Patricia Vico y Fátima Baeza eran galardonadas con diferentes premios por su trabajo a favor de la visibilidad de las lesbianas. Patricia Vico, la actriz que interpretaba a Maca, llevó a cabo en 2006 una campaña en contra de la homofobia y la lesbofobia junto a Jesús Vázquez, promovida por Amnistía Internacional. Las críticas del movimiento LGTB se escucharon tímidamente entonces, pero cabe suponer que para dos actrices heterosexuales resulta más cómodo abanderar la visibilidad lésbica que para muchas lesbianas.

El espejismo de la igualdad, del que tanto se ha escrito desde el movimiento feminista para denunciar la idea falsa de que hombres y mujeres gozamos ya de los mismos derechos, puede aplicarse sin mayor dificultad a la realidad del colectivo LGTBI. No seré yo quien defienda lo que siempre he entendido como una falta de valentía, pero, todavía hoy, ser lesbiana es un acto de resistencia al poder hegemónico. La normatividad es heterosexual y no todas estamos dispuestas a vivir de guerrilla en guerrilla.

El elemento definitorio de las lesbianas en las series de televisión que más me llama la atención, al menos en las series que analicé para mi tesina ‘ De la invisibilidad a la irreverencia: Lesbianas en televisión‘, es la falta de conciencia sobre el lesbianismo que tienen los personajes. El hecho de ser bollera, más allá del trauma que supone para casi todas ellas en el proceso de salida del armario, no implica nada más. La lesbofobia apenas cabe en la ficción, no se representa como estructura y ninguna de las bolleras que aparecen en la tele parecen necesitar de activismo LGTBI ni de amigas lesbianas con las que despotricar de lo difícil que sigue siendo ser bollera.

En Hospital Central sí que representaron en un capítulo cómo Maca y Esther tuvieron algún problema para encontrar piso, pero la lesbofobia a la que se enfrentaron entonces se subsanó con mucho amor entre ellas. Y ahí está otra clave: el amor. Es el elemento que más define las representaciones de personajes LGTBI en televisión y es el mismo razonamiento que se utiliza desde las instituciones y el movimiento más conservador para trabajar por la igualdad.

El Ayuntamiento de Madrid ha empapelado la ciudad con un eslogan que tengo que reconocer que, en un primer momento, me emocionó: “Ames a quien ames, Madrid te ama”. Pero, después de detenerme a pensarlo un poco más, me asaltaron las alarmas porque no es cierto. La ciudadanía, gracias a todo el trabajo del movimiento, ha aprendido ya que el amor no entiende de géneros, pero no hemos logrado aún que se celebre la diversidad en las distintas formas de habitar el mundo. Las bolleras, si se visten de blanco para casarse y tienen bebés, si los domingos van a ver a la familia y trabajan de lunes a viernes, pueden formar parte de la sociedad sin recibir demasiadas críticas; con los maricas pasa igual y también con las compañeras trans, que ganan aceptación social según aumenta su binarismo. La ambigüedad no está bien vista en un mundo que apuesta por los blancos y los negros.

La visibilidad sigue siendo un punto clave en la agenda lésbica, pero lo cierto es que ya no estamos sometidas al mismo ostracismo. Si desde el lesbofeminismo se sigue reivindicando la necesidad de encontrar referentes lésbicos ya no es tanto por la falta de estos sino por lo planos que son todos. Es un puntazo que Sandra Barneda se haya animado a hacer visible su forma de amar, pero necesitamos de referentes más diversos.

Las lesbianas que aparecen en los medios de comunicación haciendo visible su condición bollo no pueden referenciarme si en sus declaraciones quitan importancia a la cuestión, si tienen una posición económica a la que ni aspiro y, sobre todo, si su imagen no se corresponde a la que encuentro yo a mi alrededor. Aquí también nos encontramos ante una cuestión muy representativa de cómo son las bolleras de la tele y es que ninguna tiene pluma. Ninguna. Miro en mi entorno y las bolleras que veo, lo parecemos. Es una cuestión de estereotipos, pero es que estos han funcionado siempre también como estrategia de reconocimiento entre iguales, como forma de conocernos y, sobre todo, de poder encontrarnos.

No me encuentro en Maca y Esther, no tienen nada que ver conmigo, pero su historia fue imprescindible también para la mía. Por primera vez veía un beso entre dos mujeres en televisión, comentaba con la que era mi novia entonces aquella historia de amor y drama, nos emocionamos con su enamoramiento y lloramos con su ruptura. Ojalá entonces me hubiese atrevido a tumbarme en el sofá con mi ama para verlo juntas. Ella, ahora, disfruta con ese entusiasmo de mis amores, de mi propia historia. El camino no ha sido fácil, pero nosotras ya no necesitamos ficción para entendernos. Maca y Esther tienen algo que ver en ello.